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Rasgos Generales

español La ejecución de la pena de prisión ha de tener lugar en un establecimiento penitenciario,


cuyo funcionamiento interno, así como los principios en los que se basa, están regulados en la LO
1/1979 General Penitenciaria (LOGP) y el Reglamento Penitenciario (RP; RD 190/1996) que la
desarrolla. Los principios que rigen la vida en prisión son, por un lado, la reeducación y la
reinserción social de los presos (consagrado en el art. 25.2 CE) y, por otro, su retención y custodia.
El fin de la reinserción social se plasma en el denominado tratamiento penitenciario, que según
define el artículo 59 de la LOGP consiste en el «conjunto de actividades directamente dirigidas a la
consecución de la reeducación y reinserción social de los penados» que «pretende hacer del interno
una persona con la intención y la capacidad de vivir respetando la Ley penal, así como de subvenir
a sus necesidades». Para conseguir este objetivo, «se procurará, en la medida de lo posible,
desarrollar en ellos una actitud de respeto a sí mismos y de responsabilidad individual y social con
respecto a su familia, al prójimo y a la sociedad en general». Es importante destacar la previsión
constitucional (art. 25.2 CE) de que el condenado a una pena de prisión gozará de todos los
derechos fundamentales reconocidos en la Constitución, salvo los expresamente limitados por el
contenido de la sentencia condenatoria, el sentido de la pena y la ley penitenciaria. Es decir, las
limitaciones derivadas de la privación del derecho a la libertad y del sometimiento a las normas
internas de funcionamiento del establecimiento penitenciario. La normativa penitenciaria establece
distintos grados o regímenes de cumplimiento de la pena de prisión: el primer grado o
cumplimiento en régimen cerrado está previsto para los penados que hayan sido calificados de peli1
V. infra 4.2.1. ■ MANUAL DE INTRODUCCIÓN AL DERECHO PENAL 196 grosidad extrema o
para supuestos de inadaptación a los regímenes ordinario y abierto. En estos casos, existirá una
mayor limitación de las actividades en común de los internos y se ejercerá sobre ellos un mayor
control y vigilancia. El segundo grado o régimen ordinario es el régimen común, en el que se
encuentran la mayoría de los penados. El tercer grado o régimen abierto se caracteriza por ser un
régimen de semilibertad que permite al penado mantener mayor contacto con el exterior. Para
acceder al tercer grado se exige el cumplimiento de los siguientes requisitos: – Pronóstico
individualizado y favorable de reinserción social del condenado (art. 36.2 CP), – Satisfacción de la
responsabilidad civil derivada del delito (art. 72.5 LOGP). No obstante, en el caso de delitos de
terrorismo se requerirá, además: – Que muestren signos inequívocos de haber abandonado los fines
y los medios terroristas, – Que hayan colaborado activamente con las autoridades, bien para impedir
la producción de otros delitos por parte de la banda armada, organización o grupo terrorista, bien
para atenuar los efectos de su delito, bien para la identificación, captura y procesamiento de
responsables de delitos terroristas, para obtener pruebas o para impedir la actuación o el desarrollo
de las organizaciones o asociaciones a las que haya pertenecido o con las que haya colaborado. El
último grado es la libertad condicional, en la que el preso puede vivir fuera de la cárcel, aunque esa
libertad está sometida a condiciones (sobre la libertad condicional ver Lección 10)

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