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Universidad Abierta Para Adultos

ESCUELA
Ciencias jurídicas

ASIGNATURA
 Infotecnología

FACILITADOR
Felix ruiz

PARTICIPANTE
Elizabeth Lebron Carrasco

MATRICULA
100058563

FECHA
25-8-2022

1. Tarea III. Infotecnología


El perrito de la estación
Hacía ya dos años que Brinco vivía en la vieja estación. Tan solo era un cachorro
cuando vio por última vez a Tomé, su humano mejor amigo. Brinco no recordaba
mucho de aquel día, solo que iban a subir en un tren con destino a algún lugar, cuando
perdió de vista a Tomé. Y que, de pronto, a su alrededor todo eran piernas de gente
que corría, apresurada. Brinco ladraba, llamando a Tomé. Pero sus ladridos quedaban
ahogados por rugidos de trenes y silbatos de viejas locomotoras. El caos de prisa y
ruido asustó mucho a Brinco, de manera que se refugió bajo un banco de piedra. Allí
se quedó, temblando de miedo, hasta que llegó la noche y la estación quedó vacía.
Todavía recordaba la visión, entre lágrimas, del tren haciéndose cada vez más
pequeñito a medida que se alejaba.

Hacía ya dos años de aquel día. Y ni uno solo había dejado Brinco de esperar en la
estación, por si Tomé volvía. Salía de debajo del banco que había convertido en su
refugio, moviendo el rabo, cada vez que un nuevo tren llegaba a la estación. Pero
Tomé nunca bajaba de ninguno de ellos. Entonces Madeja, una gata callejera que
acudía cada día a la vieja estación en busca de restos de comida, se le acercaba en
silencio.

-¿Tampoco ha habido suerte con este tren? -maulló la gatita.

-No, en este tampoco ha venido. Tal vez regrese mañana -respondió Brinco, aún lleno
de optimismo.

2. Tarea III. Infotecnología


Brinco estaba seguro que Tomé no se había olvidado de él. Y por eso esperaba en la
vieja estación y acudía a recibir, esperanzado, a los pasajeros de cada tren que
paraba.

Al principio fue duro. Brinco pasó mucho frío, tuvo que sobrevivir buscando comida en
la basura. Algunos alimentos le provocaban dolor de tripa. Los días de lluvia, Brinco
acababa empapado, y los guardias de la estación le perseguían para capturarlo y
llevarlo a la perrera. Pero Brinco siempre lograba superar las adversidades: el deseo
de reencontrarse con Tomé era mucho más fuerte. De modo que pronto los guardias
se acostumbraron a él, y muchos pasajeros le cogieron cariño. Algunos de ellos le
saludaban cuando bajaban del tren; otros, le ofrecían los restos de sus bocadillos. Y
Brinco siempre guardaba un pedazo para su amiga Madeja.

-Ya han pasado dos años, Brinco. No va a volver. No sigas esperando -le aconsejó la
gata.

-Pero entonces, ¿qué haré? ¿A dónde iré? Mi única ilusión es volver a estar con Tomé
-respondió el perrito.

-No digo que renuncies a tu sueño, Brinco. Ve a buscarle. Deja de esperar que venga
hasta ti y ve tú a su encuentro.

-Pero, Madeja, No sé a dónde nos dirigíamos. Ni siquiera pude ver qué tren cogió.
¿Por dónde podría empezar a buscar?

-No lo sé, Brinco. Pero aquí parece que no va a volver.

Aquella noche Brinco la pasó despierto, pensando en las palabras de su amiga


Madeja. ¡La gata tenía razón! Si quería que algo cambiara, tenía que hacer algo
diferente. De manera que, al amanecer, Brinco se coló en el vagón de carga del primer
tren que paró en la vieja estación. ¡Buscaría por todas las ciudades, hasta en el último
pueblo, si hacía falta! No renunciaría nunca a reencontrarse con Tomé.

3. Tarea III. Infotecnología


Hacía ya dos años de aquél día. Y Tomé estaba triste. Había perdido a Brinco, su
cachorrito, el día que cogió aquel tren en la vieja estación. No recordaba cómo pasó,
sólo que Brinco caminaba a su lado y, de repente, ya no estaba. Buscó por todo el
andén, chocando con cientos de personas que corrían, apresuradas. Llamándolo a
voces. Pero sus gritos quedaban ahogados por rugidos de trenes y silbatos de viejas
locomotoras. Tomé no quiso subir al tren, no quiso abandonar a Brinco. Pero sus tíos
habían gastado todos sus ahorros en aquellos billetes y no tuvo otra opción que subir
a bordo con ellos. Todavía recordaba la visión, entre lágrimas, de la vieja estación
haciéndose cada vez más pequeñita a medida que el tren se alejaba.

Desde ese momento, Tomé había ahorrado cada céntimo para poder, algún día,
comprar un billete de regreso a la vieja estación. ¡Y ese día había llegado!

-Perderás ese dinero y no lograrás nada. ¿Acaso crees que un perro espera dos años
en una estación? -le advirtió su tía.

-Como no lograré nada es si no lo intento, tía.

-Tú verás. Pero no te hagas muchas ilusiones.

Tomé subió al primer tren del amanecer con la esperanza de reencontrarse con su
amigo. El camino era largo. Aun así no le venció el cansancio. La ilusión por volver a
abrazar a Brinco era mucho más fuerte.

Tomé viajaba mirando a través de la ventana. Le gustaba contemplar el paisaje.


Brinco viajaba en el espacio entre dos vagones. Le gustaba sentir el viento acariciando
su hocico.

Y quiso el destino que ambos trenes se detuvieran en la misma estación. Y que los
vagones de Tomé y de Brinco quedaran a la misma altura. Entonces se vieron.

-¡Paren el tren! ¡Paren el tren! ¡Es una emergencia! -gritó Tomé mientras se ponía en
pie de un salto.

Tomé salió corriendo, atravesó el vagón de cuatro zancadas y saltó del tren justo
cuando el jefe de estación tocaba el silbato para autorizar de nuevo la marcha.

4. Tarea III. Infotecnología


Brinco también saltó al andén. Ambos se quedaron esperando a que marcharan los
trenes, cada uno a un lado de las vías. Fueron unos segundos que parecieron una
eternidad. Al fin, Brinco y Tomé pudieron reencontrarse.

-Mi querido Brinco. ¡Cuánto te he echado de menos! No nos separaremos nunca más -
dijo Tomé, con lágrimas en los ojos.
-¿Ves cómo los sueños se cumplen? ¡Pero hay que perseguirlos! -se escuchó maullar
a sus espaldas.
-¡Madeja! ¿Pero tú qué haces aquí? -se sorprendió Brinco.
-Crees que te habría dejado solo. Los amigos nunca se abandonan.
-Y tú… ¿ves cómo sí que iba a volver a buscarme? -hizo ver el perrito.
-Bueno, a veces el destino necesita que ambas partes den un paso adelante…

Desde ese día, Brinco y Tomé jamás se volvieron a separar; tampoco de Madeja,
quien se fue a vivir con ellos a una bonita casa en el campo. Y los tres vivieron felices
para siempre. Y nunca dejaron de perseguir sus sueños.

El perrito de la estación.docx
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5. Tarea III. Infotecnología


Hacía ya dos años que Brinco no recordaba mucho
Brinco vivía en la vieja de aquel día, solo que iban
estación. Tan solo era un a subir en un tren con
cachorro cuando vio por destino a algún lugar,
última vez a Tomé, su cuando perdió de vista a
humano mejor amigo. Tomé.

Y que, de pronto, a su Pero sus ladridos quedaban


alrededor todo eran piernas ahogados por rugidos de
de gente que corría, trenes y silbatos de viejas
apresurada. Brinco ladraba, locomotoras.
llamando a Tomé.

El caos de prisa y
ruido asustó mucho a
Brinco, de manera
que se refugió bajo
un banco de piedra.
Todavía recordaba
la visión, entre
lágrimas, del tren
Allí se quedó, haciéndose cada
temblando de vez más pequeñito
miedo, hasta a medida que se
que llegó la alejaba
noche y la
estación
quedó vacía.

6. Tarea III. Infotecnología


h a b ía d e ja d o B rin co d e e sp e ra r e n la e sta ció n ,
H a cía ya d o s a ñ o s d e a q u é l d ía . Y n i u n o so lo

p o r si T o m é v o lvía . 
Salía de debajo del banco que había convertido
en su refugio, moviendo el rabo, cada vez que
un nuevo tren llegaba a la estación

Pero Tomé nunca bajaba de ninguno de ellos.


Entonces Madeja, una gata callejera que
acudía cada día a la vieja estación en busca de
restos de comida, se le acercaba en silencio.

Brinco estaba seguro que Tomé no se había


olvidado de él.

7. Tarea III. Infotecnología

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