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ESCUELA
Ciencias jurídicas
ASIGNATURA
Infotecnología
FACILITADOR
Felix ruiz
PARTICIPANTE
Elizabeth Lebron Carrasco
MATRICULA
100058563
FECHA
25-8-2022
Hacía ya dos años de aquel día. Y ni uno solo había dejado Brinco de esperar en la
estación, por si Tomé volvía. Salía de debajo del banco que había convertido en su
refugio, moviendo el rabo, cada vez que un nuevo tren llegaba a la estación. Pero
Tomé nunca bajaba de ninguno de ellos. Entonces Madeja, una gata callejera que
acudía cada día a la vieja estación en busca de restos de comida, se le acercaba en
silencio.
-No, en este tampoco ha venido. Tal vez regrese mañana -respondió Brinco, aún lleno
de optimismo.
Al principio fue duro. Brinco pasó mucho frío, tuvo que sobrevivir buscando comida en
la basura. Algunos alimentos le provocaban dolor de tripa. Los días de lluvia, Brinco
acababa empapado, y los guardias de la estación le perseguían para capturarlo y
llevarlo a la perrera. Pero Brinco siempre lograba superar las adversidades: el deseo
de reencontrarse con Tomé era mucho más fuerte. De modo que pronto los guardias
se acostumbraron a él, y muchos pasajeros le cogieron cariño. Algunos de ellos le
saludaban cuando bajaban del tren; otros, le ofrecían los restos de sus bocadillos. Y
Brinco siempre guardaba un pedazo para su amiga Madeja.
-Ya han pasado dos años, Brinco. No va a volver. No sigas esperando -le aconsejó la
gata.
-Pero entonces, ¿qué haré? ¿A dónde iré? Mi única ilusión es volver a estar con Tomé
-respondió el perrito.
-No digo que renuncies a tu sueño, Brinco. Ve a buscarle. Deja de esperar que venga
hasta ti y ve tú a su encuentro.
-Pero, Madeja, No sé a dónde nos dirigíamos. Ni siquiera pude ver qué tren cogió.
¿Por dónde podría empezar a buscar?
Desde ese momento, Tomé había ahorrado cada céntimo para poder, algún día,
comprar un billete de regreso a la vieja estación. ¡Y ese día había llegado!
-Perderás ese dinero y no lograrás nada. ¿Acaso crees que un perro espera dos años
en una estación? -le advirtió su tía.
Tomé subió al primer tren del amanecer con la esperanza de reencontrarse con su
amigo. El camino era largo. Aun así no le venció el cansancio. La ilusión por volver a
abrazar a Brinco era mucho más fuerte.
Y quiso el destino que ambos trenes se detuvieran en la misma estación. Y que los
vagones de Tomé y de Brinco quedaran a la misma altura. Entonces se vieron.
-¡Paren el tren! ¡Paren el tren! ¡Es una emergencia! -gritó Tomé mientras se ponía en
pie de un salto.
Tomé salió corriendo, atravesó el vagón de cuatro zancadas y saltó del tren justo
cuando el jefe de estación tocaba el silbato para autorizar de nuevo la marcha.
-Mi querido Brinco. ¡Cuánto te he echado de menos! No nos separaremos nunca más -
dijo Tomé, con lágrimas en los ojos.
-¿Ves cómo los sueños se cumplen? ¡Pero hay que perseguirlos! -se escuchó maullar
a sus espaldas.
-¡Madeja! ¿Pero tú qué haces aquí? -se sorprendió Brinco.
-Crees que te habría dejado solo. Los amigos nunca se abandonan.
-Y tú… ¿ves cómo sí que iba a volver a buscarme? -hizo ver el perrito.
-Bueno, a veces el destino necesita que ambas partes den un paso adelante…
Desde ese día, Brinco y Tomé jamás se volvieron a separar; tampoco de Madeja,
quien se fue a vivir con ellos a una bonita casa en el campo. Y los tres vivieron felices
para siempre. Y nunca dejaron de perseguir sus sueños.
El perrito de la estación.docx
Brinco viajaba sueños billete Madeja siempr perrito felice casa bonita
e s
Segur Querid Amigo separa Viviero Día Vagó Jefe Eternida Cumple
o o s r n n d n
El caos de prisa y
ruido asustó mucho a
Brinco, de manera
que se refugió bajo
un banco de piedra.
Todavía recordaba
la visión, entre
lágrimas, del tren
Allí se quedó, haciéndose cada
temblando de vez más pequeñito
miedo, hasta a medida que se
que llegó la alejaba
noche y la
estación
quedó vacía.
p o r si T o m é v o lvía .
Salía de debajo del banco que había convertido
en su refugio, moviendo el rabo, cada vez que
un nuevo tren llegaba a la estación