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UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTOS (UAPA)

Escuela:

Escuela de Negocios.

Carrera:

Contabilidad Empresarial.

Asignatura:

Infotecnología para el Aprendizaje.

ID:

100059610

Participante.

Rafael de Jesús Quezada Soriano.

Facilitador:

 Hilda Estrella.
Tema:

Tarea 3.

Fecha:

Lunes, 08 agosto del 2022.

Santiago, República Dominicana.

Tarea III.Infotecnología 1|
El perrito de la estación”

Hacía ya dos años que Brinco vivía en la vieja estación. Tan solo era
un cachorro cuando vio por última vez a Tomé, su humano mejor
amigo. Brinco no recordaba mucho de aquel día, solo que iban a subir
en un tren con destino a algún lugar, cuando perdió de vista a Tomé. Y
que, de pronto, a su alrededor todo eran piernas de gente que corría,
apresurada. Brinco ladraba, llamando a Tomé. Pero sus ladridos
quedaban ahogados por rugidos de trenes y silbatos de viejas
locomotoras. El caos de prisa y ruido asustó mucho a Brinco, de
manera que se refugió bajo un banco de piedra. Allí se quedó,
temblando de miedo, hasta que llegó la noche y la estación quedó
vacía. Todavía recordaba la visión, entre lágrimas, del tren haciéndose
cada vez más pequeñito a medida que se alejaba.
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Hacía ya dos años de aquél día. Y ni uno solo había dejado Brinco de
esperar en la estación, por si Tomé volvía. Salía de debajo del banco
que había convertido en su refugio, moviendo el rabo, cada vez que un
nuevo tren llegaba a la estación. Pero Tomé nunca bajaba de ninguno
de ellos. Entonces Madeja, una gata callejera que acudía cada día a la
vieja estación en busca de restos de comida, se le acercaba en
silencio.

-¿Tampoco ha habido suerte con este tren? -maulló la gatita.


-No, en este tampoco ha venido. Tal vez regrese mañana -respondió
Brinco, aún lleno de optimismo.

Brinco estaba seguro que Tomé no se había olvidado de él. Y por eso
esperaba en la vieja estación y acudía a recibir, esperanzado, a los
pasajeros de cada tren que paraba.

Al principio fue duro. Brinco pasó mucho frío, tuvo que sobrevivir
buscando comida en la basura. Algunos alimentos le provocaban dolor
de tripa. Los días de lluvia, Brinco acababa empapado, y los guardias
de la estación le perseguían para capturarlo y llevarlo a la perrera.
Pero Brinco siempre lograba superar las adversidades: el deseo de
reencontrarse con Tomé era mucho más fuerte. De modo que pronto
los guardias se acostumbraron a él, y muchos pasajeros le cogieron
cariño. Algunos de ellos le saludaban cuando bajaban del tren; otros,
le ofrecían los restos de sus bocadillos. Y Brinco siempre guardaba un
pedazo para su amiga Madeja.

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-Ya han pasado dos años, Brinco. No va a volver. No sigas esperando
-le aconsejó la gata.
-Pero entonces, ¿qué haré? ¿A dónde iré? Mi única ilusión es volver a
estar con Tomé -respondió el perrito.
-No digo que renuncies a tu sueño, Brinco. Ve a buscarle. Deja de
esperar que venga hasta ti y ve tú a su encuentro.
-Pero, Madeja, No sé a dónde nos dirigíamos. Ni siquiera pude ver qué
tren cogió. ¿Por dónde podría empezar a buscar?
-No lo sé, Brinco. Pero aquí parece que no va a volver.

Aquella noche Brinco la pasó despierto, pensando en las palabras de


su amiga Madeja. ¡La gata tenía razón! Si quería que algo cambiara,
tenía que hacer algo diferente. De manera que, al amanecer, Brinco se
coló en el vagón de carga del primer tren que paró en la vieja estación.
¡Buscaría por todas las ciudades, hasta en el último pueblo, si hacía
falta! No renunciaría nunca a reencontrarse con Tomé.

***

Hacía ya dos años de aquél día. Y Tomé estaba triste. Había perdido a
Brinco, su cachorrito, el día que cogió aquel tren en la vieja estación.
No recordaba cómo pasó, sólo que Brinco caminaba a su lado y, de
repente, ya no estaba. Buscó por todo el andén, chocando con cientos
de personas que corrían, apresuradas. Llamándolo a voces. Pero sus
gritos quedaban ahogados por rugidos de trenes y silbatos de viejas
locomotoras. Tomé no quiso subir al tren, no quiso abandonar a
Brinco. Pero sus tíos habían gastado todos sus ahorros en aquellos
billetes y no tuvo otra opción que subir a bordo con ellos. Todavía
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recordaba la visión, entre lágrimas, de la vieja estación haciéndose
cada vez más pequeñita a medida que el tren se alejaba.

Desde ese momento, Tomé había ahorrado cada céntimo para poder,
algún día, comprar un billete de regreso a la vieja estación. ¡Y ese día
había llegado!

-Perderás ese dinero y no lograrás nada. ¿Acaso crees que un perro


espera dos años en una estación? -le advirtió su tía.
-Como no lograré nada es si no lo intento, tía.
-Tú verás. Pero no te hagas muchas ilusiones.

Tomé subió al primer tren del amanecer con la esperanza de


reencontrarse con su amigo. El camino era largo. Aún así no le venció
el cansancio. La ilusión por volver a abrazar a Brinco era mucho más
fuerte.

Tomé viajaba mirando a través de la ventana. Le gustaba contemplar


el paisaje.
Brinco viajaba en el espacio entre dos vagones. Le gustaba sentir el
viento acariciando su hocico.

Y quiso el destino que ambos trenes se detuvieran en la misma


estación. Y que los vagones de Tomé y de Brinco quedaran a la
misma altura. Entonces se vieron.

-¡Paren el tren! ¡Paren el tren! ¡Es una emergencia! -gritó Tomé


mientras se ponía en pie de un salto.

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Tomé salió corriendo, atravesó el vagón de cuatro zancadas y saltó
del tren justo cuando el jefe de estación tocaba el silbato para
autorizar de nuevo la marcha.
Brinco también saltó al andén. Ambos se quedaron esperando a que
marcharan los trenes, cada uno a un lado de las vías. Fueron unos
segundos que parecieron una eternidad. Al fin, Brinco y Tomé
pudieron reencontrarse.

-Mi querido Brinco. ¡Cuánto te he echado de menos! No nos


separaremos nunca más -dijo Tomé, con lágrimas en los ojos.
-¿Ves cómo los sueños se cumplen? ¡Pero hay que perseguirlos! -se
escuchó maullar a sus espaldas.
-¡Madeja! ¿Pero tú qué haces aquí? -se sorprendió Brinco.
-Crees que te habría dejado solo. Los amigos nunca se abandonan.
-Y tú… ¿ves cómo sí que iba a volver a buscarme? -hizo ver el perrito.
-Bueno, a veces el destino necesita que ambas partes den un paso
adelante…

Desde ese día, Brinco y Tomé jamás se volvieron a separar; tampoco


de Madeja, quien se fue a vivir con ellos a una bonita casa en el
campo. Y los tres vivieron felices para siempre. Y nunca dejaron de
perseguir sus sueños.

Tarea III.Infotecnología 6|
Amigo Tren
Ahogados Cachorro
Banco Humano
Gata Campo
Camino Bonita
Emergencia Ventanas
Lagrimas Vagones
Saltó Noche
Jefe Triste
Estación Eternidad

Tarea III.Infotecnología 7|

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