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Resumen
Uno de los elementos que ha marcado la última década en nuestro país es sin
duda el incremento de la violencia de género, particularmente hacia las mujeres, y
en su expresión más brutal: el feminicidio. Consideramos que la problemática no
ha podido ser atendida, pues se encuentra enmarcada en roles y estereotipos de
género que se reproducen en el sistema patriarcal de poder y que se manifiestan
en cada uno de los espacios de la vida cotidiana. Por lo que se vuelve
fundamental no sólo visibilizar la problemática sino plantear propuestas que
permitan evidenciar las formas ocultas de violencia/poder que se siguen
reproduciendo. Nos referimos a la sexualidad femenina como un tabú social que
origina no sólo una desinformación sobre el placer y la expresión de la sexualidad
femenina, sino que lleva a la reproducción de roles y estereotipos de género que
desencadenan nuevas formas de violencia, como son: ciberacoso, ciberacoso
sexual y ciberbullying. Que surgen no sólo con la masificación de las redes
sociales, sino también con la posibilidad de videograbar o compartir información
sin el consentimiento y/o conocimiento de la persona interesada. Se habla del
ciberacoso sexual y ciberbullying como una manifestación del tabú de la
sexualidad femenina, como un “castigo social” a quienes no cumplen con el “deber
ser”. El objetivo es analizar algunas de las nuevas expresiones femeninas que se
han relacionado con la sexualidad y el placer, como es el twerk y la forma de vestir
y/o actuar en espacios públicos, que llevan a la violencia de género, que puede ir
desde la sutil critica hasta el ciberacoso y ciberbullying por considerarlos una
manifestación “amoral” e hipersexualizada en las mujeres, con el fin de proponer
nuevas directrices que abonen a la eliminación de la violencia contra las mujeres,
desde la comprensión del origen sociocultural del problema.
Palabras clave: violencia de género, tabú, sexualidad femenina, ciberacoso
Abstract
One of the elements that has marked the last decade in our country is undoubtedly
the increase in complaints about gender violence, particularly against women, and
its most brutal expression: femicide. We consider that the problem could not be
addressed, because it is framed in gender roles and stereotypes that are
reproduced in the patriarchal system of power and that are manifested in each of
the spaces of daily life. Therefore, it becomes essential not only to make the
problem visible, but also to created proposals that allow to reveal the hidden forms
of violence/power that continue to be reproduced in our society. We refer to female
sexuality as a social taboo that causes not only misinformation about the pleasure
and expression of female sexuality, but also leads to the reproduction of gender
roles and stereotypes that trigger new forms of violence, such as: cyberbullying,
and sexual cyberbullying. That arise not only with the possibility of videotaping or
sharing information without the consent and/ or knowledge of the person
concerned. Sexual cyberbullying and cyberbullying can be explained as a
manifestation of what is the representation of the taboo of female sexuality as a
“social punishment” for those who do not comply with the “should be”. The
objective is to analyze some of the new feminine expressions that have been
related to sexuality and pleasure, such as twerk and the way of dressing and/ or
acting in public spaces, which lead to gender violence, that can range from the
subtle criticizes to cyberbullying for considering it an “amoral” and hypersexualized
manifestation in women, in order to propose new guidelines that contribute to the
elimination of violence against women, from the understanding of the sociocultural
origin of this problem.
Key words: gender violence, taboo, female sexuality, cyberbullying.
I. Introducción
En los primeros tres meses del 2021, se reportaron oficialmente 234 feminicidios,
en el país, la mayor parte de estos en el Estado de México, Veracruz, Ciudad de
México, Jalisco, Chiapas, Morelos, Sonora, Nuevo León, Oaxaca y Puebla
(Mosso, 2021). Por su parte el registro de denuncias por violencia familiar para el
2020 fue de 220 mil 28 casos, de acuerdo con el reporte actualizado por el
Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP)
(Arteaga, 2020). Cifras que rebasan en mucho los años anteriores y que se han
llegado a considerar como una crisis social, que para muchos es reflejo de la
pandemia y el confinamiento, pero que para otras nos habla de que los cambios
que habíamos venido pregonando con respecto a la equidad y el género no eran
tan positivos como lo habíamos pensado. Las denuncias nos demuestran que no
había un cambio real en las relaciones entre mujeres y hombres, sino que la vida
“moderna” en donde cada uno tiene espacios diferenciados habían logrado
disimular el problema.
Nos interesa analizar la violencia de género contra las mujeres a partir del tabú de
la sexualidad femenina, como uno de los elementos que marca la continuidad de
roles y estereotipos de género que prescriben los comportamientos que son
adecuados y los que no para mujeres y hombres. Y que resultan en castigos
sociales que van desde la sutil critica hasta el ciberacoso y el ciberbullying. Con
una perspectiva de género que nos permite hablar de las diferencias desde el
papel que las mujeres ocupan en la estructura social jerárquica de poder a partir
de la reproducción de prototipos de la femineidad y del cuerpo de la mujer como
algo que no le pertenece y que por lo tanto no puede expresarse libremente, sin
ser juzgada por ello. A partir de una revisión teórico-conceptual ponemos en
evidencia como los medios de comunicación masiva y las nuevas Tecnologías de
la Relación, Información y Comunicación reproducen formas estereotipadas que
llevan a nuevas manifestaciones de violencia de género y que se han definido
como ciberacoso y ciberbullying.
Los estereotipos tienen una función para la socialización del individuo muy
importante pues estos facilitan la identidad social, la conciencia de pertenecer a un
grupo, dado que al aceptar e identificarse con los estereotipos dominantes en
dicho grupo es una manera de pertenecer. Para comprenderlos se necesita decir
que son el componente cognitivo del prejuicio, entonces se entiende el prejuicio
como el conjunto de juicios y creencias de carácter negativo con relación a un
grupo social. Son considerados como fenómenos compuestos de conocimientos,
juicios y creencias, y como tales constituidos por estereotipos (González, 1999).
Estos pueden provenir de la realidad, es decir, de actitudes y comportamientos
propios de un grupo que son ridiculizados, como la forma de vestir, comer, hablar,
reírse, o bien, pueden ser imaginarios que distorsionan la realidad y enfatizan
características que no necesariamente describen al grupo.
[…] todas las formas de violencia que perpetúan el control sobre las mujeres o que
imponen o restablecen la posición de sometimiento para las mujeres. Constituye,
así la expresión más extrema de la desigualdad y la opresión de género […]
describe un tipo de violencia social, lo que significa que su explicación no se
encuentra en los genes ni en la psique masculina, sino en los mecanismos sociales
que hacen de la diferencia sexual el sustento de la subordinación de las mujeres
(Castro, 2019, p. 340).
1) el anonimato, del agresor, que posibilita una mayor impunidad, y con ella, un
mayor daño y una mayor situación de indefensión; 2) las agresiones pueden
sucederse permanentemente, muy rápido y ejercerse por un gran número de
personas a la vez e instantáneamente; y 3) el acoso tiene lugar ante la gran
audiencia y gran confusión (Linares, et al, 2019, p. 204).
Mi mujer ideal físicamente tendría que tener una mirada dulce la verdad, y pues
bueno siempre es atractivo que una mujer se cuide, me encantan las mujeres
cariñosas que son detallistas que entienden que uno como hombre gusta del
cariño que las mujeres dan y en el aspecto intelectual bueno siempre será
atractivo una mujer que pueda dar su punto de vista de cualquier tema, que tenga
platica, yo no creo que tenga que ser necesario que una mujer escale a grandes
puestos, y que tenga un éxito asombroso en su trabajo, siempre que una mujer
esté satisfecha con lo que es y lo que tiene que tenga el gusto de disfrutar a su
familia (Barrera, 2020).
[…] todo aquello que se nos exige por el simple hecho de ser mujeres como la
manera que nos vestimos, si enseñamos mucho, si nos tapamos demasiado, el
número de parejas sexuales que podamos llegar a tener […] se ven cuestionadas
con la sociedad incluso pues cuestiones relativas a nuestro cuerpo y la sexualidad
(Barrera, 2020).
El estereotipo de mujeres buenas y malas se encuentra en todos lados, en la
música y no, no sólo el reguetón, canciones como “No soy una de esas”- Jesse &
Joy, “Animals”-Maroon 5 y las que no pasan de moda como “La incondicional”-Luis
Miguel o “La planta”-Caos, son manifestaciones de las dos cualidades femeninas
que se siguen reproduciendo entre el “deber ser” de la buena mujer que será
madre y el tabú que envuelve a aquellas que no sólo deciden expresar libremente
sus deseos sexuales, pero que además generan formas estereotipadas de las
mujeres “malas”, que por lo tanto están sujetas a castigos sociales.
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La campaña se hizo viral después de las protestas en Chile en 2020, y como repuesta al
comentario del presidente Sebastián Piñera, quien dijo “No es sólo la voluntad de los hombres de
de que el cuerpo de las mujeres ha sido objetivado, no sólo como un “elemento de
placer sexual masculino”, sino carente de sentir o desear al menos de manera
pública, sin que esto detone acciones violentas. Una de las modalidades que se
ha puesto en boga en nuestros días es el ciberacoso y ciberbullying que se
manifiesta a través de las redes sociales como Twitter, Facebook, Instagram o Tik
Tok, que incluso antes de la pandemia y el confinamiento era una de las formas de
socializar más comunes. Estos medios de comunicación que permiten socializar
con conocidos y con extraños, la vida cotidiana, pero también eventos especiales
como viajes, trabajo o cambio en una relación sentimental, también se han vuelto
un parámetro para medir lo que esta trens, cuáles son las tendencias que van
desde formas de vestir, hasta alimentación, ejercicio, baile. Uno de los elementos
que utilizamos para ejemplificar como la sexualidad y lo que la rodea se encuentra
encasillada en un tabú social, que prohíbe o crítica formas de expresión
relacionadas con esto, es el twerk, un nuevo baile que ha ganado popularidad en
los últimos años y del cual circulan videos por todas las redes sociales. Con raíces
africanas, el twerk es esa danza urbana que tiene una herencia en una danza
llamada Mapouka que surgió al oeste de África. Viene de la palabra twirk que
se describe como: “movimiento de sacudidas, contorsión o torsión” y aparece en el
diccionario de inglés de Oxford desde 1820, ya en 1901 la palabra cambió a twerk
(Lasca, 2019; Redacción Dance Emotion, 2019). Hoy se define como: “To twerk is
to dance to popular music in sexually provocative manner involving thrusting hip
movements and a low, squat stance” (Oxford Dictionary, 2014, citado en Toth,
2017, p. 292).
[…] las coreógrafas explican que consiste en un movimiento seco dirigido por la
pelvis en el que se mueven las caderas hacia adelante y hacia atrás, hacia los
costados, formando círculos e infinitas combinaciones. Sus seguidoras enumeran
varias ventajas […]: menstruaciones menos dolorosas […], mejora en las
Pero que también ha despertado todo tipo de críticas: “He visto caras de horror,
no he podido hablar libremente con mi familia; incluso amigas de mi edad me han
mirado de costado pensando que es algo que se hace para seducir” (Lasca,
2019).
La seducción es uno de los elementos que encierra la sexualidad, que por lo tanto
no puede ni debe manifestarte de manera pública. El problema del twerk, es
entonces que representa el cuerpo femenino en formas y movimientos que se
consideran adecuados o propios en el acto sexual, que debemos enfatizar que
sigue confinado al espacio privado, al menos para las mujeres. Al ser entonces
una manifestación de la sexualidad femenina, considerada “erótica” y provocativa
viene una vez más la idea de las mujeres “buenas y malas”, en donde quien
decide practicarlo, pero el problema fundamental está en hacerlo públicamente, se
encasilla del lado de las putas -las malas mujeres-. Rompiendo con la idea dulce
de la “madre”, aquella que parece asexuada, pues a pesar de que todos sabemos
cómo se da la procreación, la madre sigue estando representada por la idea de
“pureza” de la virgen María.
Uno de los videos que ocasiono criticas y se hizo viral es el de una joven
que después de publicar un video de Tik Tok de twerking, su papá la obligo a
agregar un video disculpándose por sus acciones, el discurso del padre era: “con
quien te disculpas -sí con tu familia- porque eres una niña de casa”, ella pidió
disculpas: “por las fotos y videos en los que me denigro”, el video genero criticas y
comentarios, pero algunos de ellos “aplaudieron, la actitud machista del hombre,
amparados, igual que él, en el paradigma tradicional del cuerpo como tabú”, otros
más a pesar de estar en contra del regaño, el argumento era que “la reprimenda
no debió ser pública”, es decir, el problema no fue que se le regañara, si no que se
hiciera de manera pública (Tendencias el tiempo, 2021), en donde además, el
principal problema es que el padre tiene derecho a decidir sobre el cuerpo de su
hija.
Referencias Bibliográficas
Alcántara, E. y Amuchástegui, A. (2019). “Sexualidad”, en Moreno, H. y Ana
Alcántara, coordinadoras. Conceptos clave en los estudios de género. Vol. 2, pp.
321-338 UNAM-CIEG.
Arteaga, I. (26 de enero 2021). “En 2020, cada hora hubo 25 denuncias por
violencia familiar”, Animal Político, https://www.animalpolitico.com/2021/01/2020-
cada-hora-hubo-25-denuncias-violencia-familiar/