Está en la página 1de 3

Santiago López Cruz

Ciencia Política
La búsqueda por la soberanía de la nación
Posterior a las guerras de independencia que libraron las diferentes colonias en América
para emanciparse del yugo de la corona española, y específicamente en la Nueva Granada,
las elites locales se reúnen para discutir los asuntos más importantes sobre el estado que va
a dirigir la nueva “nación” creciente en estos territorios. En este contexto cabe preguntar
¿De que manera obró la clase dirigente para constituir la soberanía estatal? Considerando lo
mencionado, este ensayo tiene como propósito describir las formas en las que las elites
construyeron la soberanía estatal en 2 secciones: en la primera se abarcará la época desde la
ley fundamental de 1819 hasta la muerte de Bolívar en 1830; y en la segunda se hablará
desde la muerte de Bolívar hasta la constitución de 1843. Todo esto se desarrollará con base
en las siguientes fuentes: Chaparro (2022), Chaparro (2019), Bushnell (1993), Uribe (1977)
y Uribe & López (2006).
El primer paso para denominarse un “estado soberano” se encontraba en el reconocimiento
internacional, por lo que para negociar con los países europeos se envió a Antonio Zea,
quien lo obtuvo fácilmente ya que les convenia a estas potencias limitar el poder de su
homólogo español. Este reconocimiento trascendió a tal punto que las demás naciones que
se acababan de independizar como Perú, México, Chile o La Plata hicieron lo mismo para
cimentar su soberanía. Como lo explica Chaparro: “no solo se dieron el mutuo
reconocimiento de sus respectivas soberanías, sino que firmaron pactos de amistad y ayuda
recíproca con el fin de vindicar y defender su nueva condición y de erigir y afianzar su
propia institucionalidad.” (2022, p.113) Una vez afianzada la soberanía desde el exterior,
era necesaria la soberanía al interior, un hecho que sería más complejo de concretar.
Desde la ley fundamental del año 1819, el bando libertador se había comprometido con la
creación de un documento constitucional que se realizaría finalmente en el Congreso de
Cúcuta de 1821. En esta constitución se evidencia como primaron las posturas del
presidente Simón Bolívar, con unos ideales republicanos, una administración centralista y
presidencialista que concedía algunos privilegios especialmente a los militares. Esto último
no gusto a los civilistas de la esfera neogranadina como Vicente Azuero o Florentino
Gonzales, quienes fundamentados en que no se necesitaba un ejercito tan grande en tiempos
de paz, pues le costaba más recursos a la nación, daban una fuerte crítica antimilitarista en
periódicos como “La indicación” o “La Bandera Tricolor”. (Chaparro, 2019).
El descontento aumento debido a que Bolívar dejo como encargado a Santander mientras
continuaba con la guerra de independencia en el exterior, cuando dentro de la república se
estaban cocinando los odios que desquebrajarían la soberanía entre militares venezolanos y
civilistas neogranadinos, entre centralistas y federalistas, y más tarde, entre los bolivarianos
y santanderistas. A su regreso le concedió perdón presidencial a José Antonio Páez, general
venezolano que había sido condenado por reclutamiento ilegal, violando la constitución de
1821 (Chaparro, 2019), lo que aceleró el proceso para que en 1828 se diera la convención
de Ocaña cuyo objetivo era evaluar y [si se daba el caso] decretar una nueva constitución.
El congreso falló debido a que los miembros no llegaban a ningún acuerdo, por lo que
Bolívar, quien había renunciado como presidente, vuelve en agosto de ese año para realizar
Santiago López Cruz
Ciencia Política
del “Decreto orgánico del libertador” con el cual asumía el poder supremo como dictador.
Pero la dictadura no durará mucho pues el monopolio militar no estaba consolidado, e
inmediatamente hay levantamientos de generales en Antioquia, el Caribe y especialmente
en el Cauca y Venezuela (Bushnell, 1993). El dictador renuncia después de la
“conspiración septembrina”, lo que promoverá el congreso constituyente en 1829 que crea
una nueva constitución en 1830, pero esta vez no para la entonces Republica de Colombia,
sino únicamente para la Nueva Granada. Venezuela y Quito se independizarían 1830 como
resultado del fracaso por consolidar una soberanía estatal interna que moriría junto a Simón
Bolívar en ese mismo año. (Uribe, 1977).
Lo que seguiría serian múltiples intentos por consolidar la soberanía en los monopolios de
la violencia legitima, los impuestos, la administración y la moralidad (Uribe & López,
2006), que iniciarían con la dictadura de Rafael Urdaneta quien sentenciaría a Santander
con el exilio por conspirar en contra de Bolívar, pero Santander nuevamente volvería como
presidente para lijar las asperezas de las partes en conflicto. Volvió al sistema democrático
y lideró las nuevas reformas constitucionales que otorgaban autonomía a las cámaras
provinciales y “deberían tener incidencia en la seguridad y mantenimiento del orden
público” (Uribe, 1977, p.119) pero provocaría en 1939 la Rebelión de los supremos (Uribe,
1977).
Esta rebelión comenzó como el levantamiento en el Cauca de generales como José María
Obando en contra de la reforma hecha por el presidente Ignacio Márquez, en que las
iglesias con menos de 8 clérigos se convertirían en escuelas, en lo que se denominó “la
guerra de los conventos”. Esta lucha se exacerbo con los odios manifestados en el discurso
político de los que se denominaban entre ellos “ministeriales” [conservadores] y “radicales”
[liberales] por medio de periódicos como “la bandera nacional” y “la bandera negra”, que
animarían a caudillos como Vicente Vanegas, Salvador Córdoba o José Santofimio a
levantarse contra el gobierno en “la guerra de los supremos”. Este conflicto duraría hasta
1942 cuando se pacificaría las provincias insurrectas y se exiliaría al caudillo principal José
María Obando (Uribe, 1977). Se crea entonces la constitución de 1843, con una mirada
opuesta al proyecto que se llevaba construyendo en la del 32, y que con Pedro Alcántara
Herrán a la cabeza decidiría establecer la soberanía de forma radical con una constitución
centralista, confesional, y con el monopolio tributario, creyendo que fortaleciendo al
ejecutivo se lograría evitar futuros conflictos, pero como diría Uribe: “la historia se encargó
de contradecirlos” (1977, p.124)
Conclusiones
Se puede concluir de este ensayo que las elites obraron por medios como la diplomacia
exterior, los periódicos, los congresos y sus posteriores constituciones, e incluso por la vía
armada para construir la soberanía estatal basada en los monopolios de la fuerza, la cultura
y la administración. Pero esta soberanía estaba fragmentada al igual que las elites,
principalmente por ideales políticos y por los caudillismos regionales, que a la posteridad
permitirán la continuidad de guerras civiles que ahora serán partidarias, pero serán
protagonizadas por los mismos personajes por al menos 30 años más.
Santiago López Cruz
Ciencia Política

También podría gustarte