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DILEXIT ECCLESIAM

Schoenstatt, mañana del domingo 15 de


Septiembre de 1968.
En las alturas del Monte de Schoenstatt tañen las
campanas anunciando el Angelus.
Las Hermanas Marianas, desde diversos puntos, van
convergiendo, en silencio, a la Iglesia de la Adoración. Es
un día especial: Las Hermanas de la provincia
“Providencia” festejan el día onomástico de su Superiora
Provincial.
Era una alegría especial, el Padre Kentenich
celebrará la Eucaristía, por primera vez en esta
Iglesia prometida a la Sma. Virgen en tiempos
del campo de concentración de Dachau en los
años de la segunda guerra mundial.
Al arribar a la Iglesia de la
Adoración, el Padre
Kentenich , subió las
escaleras que conducen al
patio de la misma,
quedándose unos
instantes ante la fuente de
agua, que con sus caídas
simboliza los siete
sacramentos.
Se revistió con los ornamentos
del día y, puntualmente, a las seis
y cuarto, se encamino al altar.
A la luz de lo que iba a
suceder mas tarde, las lecturas
tenían una resonancia
profética. ”Mientras
tengamos aun tiempo,
hagamos el bien a todos”
Apóstol San Pablo.
En la consagración se
arrodillo y, a pesar de
costarle esfuerzos, toco
el suelo con la rodilla.
Repartió la comunión a
mas de 100 hermanas .
Al final dio su bendición
sacerdotal, concluyendo
con el “ Ite Missa
est”.
En la sacristía, el Padre Kentenich se quita los ornamentos
sagrados…eran las siete de la mañana.
De repente el Padre se va de bruces sobre la mesa; al caer
trato de protegerse con las manos.
El Padre Weigand y el Padre Drago inmediatamente lo
tomaron por debajo de los brazos tratando de sostenerlo.

El Padre respiró dos o tres minutos con regularidad. El


Padre Weigand le dio la absolución general. Una pausa…
dos profundas respiraciones…y no dio más señales de vida.
Septiembre 20, 1968 Funerales del Padre Kentenich.
El Padre, es sepultado en la misma Iglesia donde murió, (en
la Capilla del Padre). Su tumba lleva la inscripción:

“Dilexit Ecclesiam,”
(Amó a la Iglesia)
El féretro del Padre Kentenich es sacado de la Iglesia de
la adoración y es llevado en procesión hasta el Santuario
Original.
Concluida la liturgia fue llevado al sepulcro, el coro canto:

Al paraíso te
conduzcan los
Ángeles,
A tu llegada te saluden
los mártires
Y te conduzcan a la
ciudad Santa de
Jerusalén
“Padre yo te doy
gracias. Haz de mí lo
que quieras. 

Padre, quiero expiar los
pecados del mundo y
sobrellevaré con gusto
todo lo que me envíes.

Padre aquí estoy,
delante de ti, en nombre
de mis hermanos y
hermanas. Derrama
sobre ellos tu bondad y
tu amor.’


P. Jose
Kentenich
Libro : “Un profeta de
Maria” P. Esteban J.
Uriburu

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