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Caso Clínico de Acompañamiento Terapéutico Judicial

El Juzgado de Familia indicó un régimen comunicacional asistido con la presencia de un


acompañante terapéutico judicial, con una frecuencia de dos veces a la semana, para una
madre con sus dos hijos (con edades de 1 año y 2 meses, y 5 años).

Durante un año 1 año la mama y los niños no tuvieron contacto, durante ese lapso los niños
permanecieron a cargo de su padre, en la casa donde residía la familia cuando estaban
casados. Diferentes motivos llevó a la pareja a separarse, entre ellos, una depresión post
parto, denuncias por “violencia ejercida de la madre hacia los niños y conflictos entre ellos”.

En la entrevista de admisión, la Sra. Marta manifiesta que su familia de origen es numerosa y


varios de los integrantes no se hablan entre sí. Tiene 3 hermanos. Es la hija menor de 35 años.
Refiere que después de la separación, volvió sola a la casa materna, donde también vive uno de
sus hermanos con la familia. Sus padres están separados desde hace muchos años.

En cuanto al matrimonio, expresa que se fue desgastando con el tiempo, hubo una infidelidad
de parte de su ex. Relata que su ex pareja estaba todo el día fuera trabajando y ella en la casa,
dedicada a la crianza de los niños, donde expresa que había momentos en que “no podía con
todo”. Las discusiones eran periódicas, el dinero no alcanzaba, y la familia de su ex vivía en la
misma cuadra. Por ende, los ex suegros sabían todos los movimientos de la dinámica familiar,
solían participar de decisiones como por ejemplo, en la construcción de la ampliación de su
casa, que es dueño su ex por ser heredada de su familia. Cuando ella decide trabajar afuera,
para generar otra entrada económica y desarrollar planes propios, se entera del tercer
embarazo por ende quedan postergados los planes.

Durante el embarazo, comenta que se sintió muy desganada y triste, “sentía que no tenía otra
salida”; repercutió el clima familiar era muy tenso, discusiones constantes. Al momento de la
admisión estaba bajo tratamiento farmacológico y psicológico. La señora advierte que fueron
meses muy complicados cuando quedó sola sin los niños, que su pilar fue la terapeuta que le
brindó mucho más que apoyó, hasta le referenció un trabajo de niñera.

Por otro lado, Juan el padre, al momento de la admisión manifiesta que el hijo mayor no
quiere ver a su madre, y que le tenía miedo. Refiere que desde el momento que quedó solo
con los niños, tuvo el apoyo de sus padres y hermanas, además contrató una niñera. En cuanto
a la relación marital refiere que ya venía desgastada hace mucho tiempo, que no se entendían,
y que ella estaba muy desorganizada con sus cosas. El Sr. manifiesta que por los amigos
comunes que tiene con su ex, “ella está mejor ahora, pero no tiene una casa donde vivir”. El Sr.
tiene a su cargo una mini empresa metalúrgica propia.

Posteriormente, se realizan entrevistas a los niños para completar el proceso de admisión. De


esta manera, los niños podían conocer la AT a cargo, además de conocer y recorrer el espacio
de la casa. Donde también se le explica para qué estaban allí, qué podría ocurrir junto a su
madre, etc. Se observa buena disposición del niño mayor, que comprendió el mensaje de la AT.
En las primeras semanas de iniciado el proceso de re vinculación materno-filial, media hora
antes de empezar cada encuentro, se disponía un espacio de diálogo con Marta, la mama. De
esta manera, podía expresar ansiedades, angustias y deseos, como, por ejemplo: que las visitas
se acaben rápido a final de año, (donde faltaban dos meses específicamente).
Desde el dispositivo de acompañamiento terapéutico se brindaba escucha, contención y se
ofrecía la posibilidad de pensarse; la mamá se sentía comprendida y validada. Se acompañaba
a transitar las ansiedades generadas por su preocupación y esfuerzo de ocupar y ejercer de la
mejor manera el rol materno, como también, por la necesidad de complacer y alentar a sus
hijos. Se dialogaba sobre inquietudes y/o dudas surgidas por la mamá sobre situaciones dadas
en los encuentros como la compra de juguetes excesivamente costosos, no estando al alcance
de sus posibilidades económicas. El espacio de la casa posibilitó que transcurrieran prácticas
espontáneas y cotidianas como amasar ñoquis, hacer licuados, se festejaron los cumpleaños de
los niños, llegada las fiestas armaron el árbol de Navidad e hicieron cartas para los Reyes,
jugaban con agua en días de temperatura ambiental elevada, etc. En los encuentros, se
presentaban escenas donde ambos niños requerían la atención de su mamá. Por tener
diferentes edades, manifestaban intereses y necesidades distintas entre sí.

El niño mayor (5 años) buscaba una sábana y tomaba el chupete de su hermano para dormir
junto a su mamá, lloriqueaba, solía presentar mayores conductas disruptivas en el transcurso
del encuentro. Preguntaba varias veces el tiempo que restaba del encuentro con el fin de
seguir jugando. En ocasiones, se mostró inquieto y molesto, desarmaba sus juegos; en especial
cuando la mamá interaccionaba con su hermano. Éste (1 año y 2 meses) deambulaba por
diferentes espacios, abría alacenas, cajones, etc. que antes estas acciones, requieren mayor
atención sobre sí. Se denotaba con buen estado anímico. En estos momentos dinámicos de la
relación entre madre e hijos se remarcaba la importancia de la comunicación y la conexión
emocional. También se trabajó con la mamá la puesta de límites y/o pautas para con los niños.
En los primeros inicios del régimen comunicacional asistido se abordó en paralelo con el papa,
Sr. Juan, la importancia de que los niños asistan regularmente a los encuentros, debido que en
varias ocasiones llegado el día del encuentro solía manifestar, complicaciones laborales,
certificados médicos de uno de los niños, etc. Y no se lograba acuerdo para efectivizar
recuperar aquellos encuentros no se llevaban a cabo. Después de transcurrido un año y medio
aproximadamente, el Juzgado de Familia, atento a los informes que se fueron elaborando
sobre la dinámica vincular materno-filial, durante todo ese tiempo y la participación en
audiencias, se implementaron otras estrategias en pos de la evolución del vínculo; de manera
gradual, los encuentros ocurrieron en el hogar materno un día de los fines de semana, y se
alternaba con las visitas asistidas en el espacio de la casa de la Fundación. Y al cabo de 8
meses, considerándose un avance óptimo, el régimen comunicacional, fue ampliado
retirándose el dispositivo del acompañamiento terapéutico de los encuentros vinculares. Cabe
destacar que en este último cambio llevado a cabo, el dispositivo cambió de objetivos
terapéuticos, con el fin de valorar mediante entrevistas a los adultos y a los niños, cómo se
desenvolvió el sistema familiar en el régimen comunicacional ampliado en la casa materna.
Además, de auspiciar un espacio para consensuar y dialogar cuestiones que atañen a la crianza,
y posibilitar con los adultos la construcción de un plan de parentalidad.
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