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Aprender a ser padres en la Argentina.

Grupos de Orientación para Madres de Arminda Aberastury


y Escuela para Padres de Eva Giberti (1955-1968).[1]

Sabrina Imbrogno

I. Introducción.

Este informe va a tratar una temática que fue de suma relevancia para la sociedad
argentina, durante la década de los ’50 y los ’60. El país estaba atravesando
profundos cambios sociales y culturales, lo cuál se vio reflejado, como sostiene
Plotkin, en modificaciones de la concepción tradicional de la familia y en el rol de
la mujer tanto en el hogar como en la sociedad (Plotkin, 2003:118). Esto vino
aparejado por un incremento en el mundo laboral de las mujeres, como así también
se produjo un aumento de las mismas en las universidades. Esto tuvo lugar, entre
otros acontecimientos que lo posibilitaron, a partir del voto femenino en 1947 con
el gobierno peronista. De ahí en adelante la mujer ha ido tomando un rol cada vez
más activo y el problema de la crianza de los niños se convirtió en un debate a
nivel social. Autores como Marie Langer y Arnaldo Rascovsky sostenían que la
mujer debía permanecer en su domicilio encargándose de llevar a cabo
correctamente su maternidad, porque de no ser así nunca iban a encontrar su
satisfacción plena, y en el caso de Rascovsky, iba mucho más allá y “acusaba al
feminismo de ser causa de la proliferación de enfermedades mentales” (Plotkin,
2003: 154-161).
Como se ha mencionado anteriormente, se produjo un progreso en la situación
social de la mujer, provocando también cambios en la relación social entre los
géneros. El psicoanálisis comenzó a tener un mayor prestigio en nuestro país
porque era visto como el encargado de canalizar y legitimar las ansiedades
sociales, entre otras funciones. Esto dio lugar a que profesionales se encarguen de
enseñar y ayudar a los padres con la difícil tarea de la crianza de sus hijos, en
tiempos tan complicados, logrando de esta manera prevenir enfermedades
mentales. Tanto Arminda Aberastury como Eva Giberti se encargaron de ésta
función con Grupos de Orientación hacia Madres en el caso de la primera autora, y
con la formación de Escuela para Padres por parte de la última.

I.I Cambio social y su repercusión en la familia.

Como veníamos viendo los cambios sociales y culturales en el país fortalecieron el


rol de la mujer y esto repercutió significativamente con cambios en la concepción
de la familia. Según Susana Torrado comenzó a haber un aumento en la edad de
casamiento, se produjo un aumento muy marcado de divorcios, pero lo que más
llamo la atención fue un fenómeno que se venía dando en esta época: la
cohabitación de conyugues (Torrado, 2004:89-84). Así también se dio
posteriormente un incremento de nacimientos extramatrimoniales, los cuáles eran
aceptados por los padres inmediatamente desde el momento en que eran
concebidos. Todos estos cambios dieron lugar a una concepción de los hogares y
de la familia muy distinta de la de hace un tiempo atrás. “La secuencia
“unión/separación/reincidencia” (…) produjo el aumento del volumen de adultos
que viven solos; en el incremento de las familias monoparentales; en la emergencia
de las familias ensambladas”. (Torrado, 2004: 88). A causa de todo esto se vieron
cambios en los hogares dentro de los cuales los niños comenzaban a socializarse.

A partir de los cambios sociales y culturales que comenzaban a darse en el país,


comenzaba a surgir la nueva concepción de familia, y los profesionales fueron los
encargados de ayudar a la sociedad con la crianza de los niños. “Si los tiempos
estaban cambiando, las familias necesitaban ayuda para enfrentar estas
modificaciones. Se volvía necesaria entonces la presencia de expertos” (Plotkin,
2003:169). Según Marcela Borinsky, Eva Giberti afirmó que los padres debían ir a la
escuela para aprender a ser padres, la maternidad necesitaba ser reforzada por
otros que les enseñen. (Borinsky, 2005: 118-119). Los niños son modelados según el
ambiente en el que habitan, por tal razón, era de suma importancia tanto para
Giberti como para Aberastury poder utilizar el psicoanálisis como herramienta
para ayudar en ésta tarea.

Giberti no era psicoanalista sino Asistente Social, recibida de la Facultad de


Derecho de la UBA, y en 1956 inició Escuela para padres.

[1] Sin embargo, fue una gran difundidora del psicoanálisis en la Argentina,
aunque muchos psicoanalistas no la aceptaron por no tener relación con el
establishment psicoanalítico. De todos modos sus conocimientos despertaron un
peculiar interés y fueron difundidos en toda la sociedad, ya que sus discursos se
daban para una audiencia más amplia que otros divulgadores como Enrique
Pichon Riviére, Marie Langer y Arnaldo Rascovsky (Plotkin, 2003:168). “Eva
Giberti inició la divulgación del psicoanálisis a partir de una necesidad de la
comunidad que demandaba nuevas pautas para educar a sus hijos”. (Carpintero y
Vainer, 2004: 127).

Por su parte, Arminda Aberastury se dedicó al psicoanálisis de niños, de hecho fue


la responsables de ignagurar el Psicoanálisis de Niños en la Argentina, tomando
muchos de los aportes de Melanie Klein. En 1957 se realizó el primer Simposio de
Psicoanálisis de niños en la APA[2], dentro del cuál tuvo un papel altamente
destacado.

También ella les brindó un lugar muy importante a los padres ya que consideraba
que el trabajo con ellos complementaba el análisis de los niños. Por esta razón
trabajaba las ansiedades de los padres para con sus hijos, logrando así evitar la
neurosis infantil que les podrían provocar.

II. Grupos de orientación para madres.

Arminda Aberastury (1910-1972) se interesó en el psicoanálisis de niños. Como ya


he mencionado tomó muchos de los aportes de Melanie Klein, pero no fue
estrictamente kleiniana ya que combinó éstos con los de Anna Freud y también
propuso sus propios aportes.[3] La recepción del kleinismo en la Argentina fue,
según Alejandro Dagfal, fundamental para los discursos psicológicos que se dieron
en nuestro país durante la segunda mitad del siglo XX (Dagfal, 2009: 115). De
hecho fue la que introdujo las obras de Melanie Klein dentro de la APA, con quién
además mantuvo una correspondencia por trece años, entre 1945 y 1958, en las que
debatían sobre temas profesionales e incluso le fueron cedidos los derechos de la
traducción de sus obras, lo cuál realiza con la colaboración de Elizabeth Goode.

Aberastury, ya en 1937, comenzó a analizar a una niña de ocho años en el Hospicio


de las Mercedes cuando la misma iba a acompañar a la madre a su terapia, cuyo
terapeuta era justamente el entonces marido de Arminda, Enrique Pichon Rivière.
El análisis con la pequeña comenzaron en la sala de espera del hospicio, y al ir
dando resultado, se fue interesando cada vez más por el psicoanálisis de niños[4].
Al comenzar estos análisis se les sugería a los padres concurrir a grupo de
orientación para ayudar en el tratamiento de sus hijos, (en especial era necesario
que asista la madre).

En éstos grupos de orientación se veía claramente las dificultades con que se


encontraban los padres para llevar a cabo la crianza de los niños. Pero no era la
función de los profesionales censurar y castigar a los padres, sino por el contario,
aliviar la culpa de ellos. Esto se lograba cuado los terapeutas se hacían cargo, desde
el comienzo del análisis, de la enfermedad de éstos niños. “Están allí para
comprender y mejorar la situación, no para censurarlos y agravarla aumentando la
culpabilidad”. (Aberastury, 1962: p. 91). Además cabe recalcar que era muy
importante que los niños continuarán con el tratamiento, por lo que no era
adecuado incomodar a los padres haciéndolos sentir responsables por al
enfermedad de sus hijos.

En dichos grupos se analizaba las reacciones de los padres frente a determinados


problemas, como por ejemplo el uso del chupete, el tiempo en que tarda el bebé en
aprender a hablar, a caminar, etc. Se encontró que las dificultades, muchas veces,
no provenían directamente de los chicos sino que eran de los padres. “Muchas
veces un síntoma esta fabricado por la madre o, por lo menos, mantenido o
agravado por ella” (Aberastury, 1962: 131). Era por ende muy importante para la
cura del niño que las madres concurran a los grupos de orientación para resolver
sus problemas y que se les informe sobre las condiciones adecuadas para el
desarrollo normal del niño, logrando así mantener una relación madre-hijo más
adecuado.

También estos grupos constituían una técnica complementaria al análisis de niños


y en aquellos casos en que los recursos económicos de la familia no permitieran
dar curso al mismo, este Grupo de Orientación podía funcionar como reemplazo
provisorio al tratamiento individual del niño siempre y cuando el cuadro del niño
no sea muy severo. De esta manera las madres podían modificar el ambiente
familiar para la pronta recuperación de sus hijos.

Aberastury reconoció dos momentos en su trabajo con el análisis de niños, con


respecto al lugar que debía brindarle a los padres. En un primer momento, ella
recibía a los padres y los aconsejaba a favor de las necesidades del niño.
Posteriormente determinó que no era aconsejable dar consejos a los mismos
porque como ella misma dice “es sólo la mejoría del niño la que condiciona un real
cambio en el medio ambiente familiar” (Aberastury, 1962: 135). Sostuvo que la
forma de actuar que tuvo en un comienzo perturbaba la vida familiar rompiendo
artificialmente su constitución y esto no ayudaba al tratamiento. Por tal razón
comenzó a restringir el papel del terapeuta solamente al trabajo con el niño, para
poder así, solucionar sus problemas, sin perturbar la estructura familiar.
III. Escuela para padres.

Eva Giberti fue una de las divulgadoras de los nuevos saberes y valores en relación
al niño. Fue ella quién, según Borinsky, encontró una demanda creciente de los
padres que necesitaban consejos para educar a sus hijos (Borinsky, 2005:124).
Comunicaba sus conocimientos a un público mucho más vasto, incluso de
condiciones económico-sociales medio-baja, y se refería a temas de los más
diversos órdenes, desde cuestiones de la vida cotidiana que los padres debían
enfrentar diariamente, desde como pasar un día festivo, hasta temas delicados
como la violencia familiar.

“Si bien persisten las vinculaciones sanguíneas y el afecto entre sus componentes,
sus relaciones en cambio, están siendo analizadas con distintos criterios” (Giberti,
1968: 97). La concepción de familia estaba cambiando: se pasó a una familia nuclear
que dejaba al margen a otros parientes diferentes a padres e hijos, donde cada uno
tenía asignado un rol. Ya se venía hablando para este entonces de que los
determinantes de los trastornos mentales pueden ser causados por la relación del
individuo con la sociedad-familia. Como afirma Giberti el niño necesita de estar en
un medio que sea coherente y para que esto pueda darse los padres deben de ser
coherentes, y así lograr obtener un adecuado ambiente familiar. Ese fue el ámbito
donde Eva Giberti intervino. Daba consejos acerca de como debiera ser propicio un
ambiente familiar para que éste no provocase ningún trastorno en el niño. Por
ejemplo: aconsejaba que discusiones violentas en la pareja afectan al niño porque
obligaba a éste a tomar partido por alguno de los padres, como así tampoco era
aconsejable mostrarle un matrimonio sonriente y rozagante porque no sería un
reflejo de la realidad. “..Sucede que cuando la tensión entre mamá y papá es muy
grande, a pesar del disimulo, el niño no solo lo presiente sino que lo integra a su
ritmo de vida” (Giberti, 1968: 251).

Recalcaba que era importante no colocar al niño en un lugar que no le corresponde,


advirtiéndoles a los padres que muchas veces los chicos se convierten en victimas
propiciatorias de sus propias neurosis. El ambiente familiar pasa a ser el lugar en
donde los adultos descargan sus conflictos personales ya que no pueden hacerlo en
donde deberían, como por ejemplo en el trabajo. Así también se da que los niños se
convierten en depositarios de los conflictos conyugales, convirtiéndolo de esta
manera en un instrumento de la pareja.

La llegada de un nuevo miembro a la familia hace que, muchas veces, el adulto


tenga que cambiar su ritmo de vida y con esto cambia toda la familia. Eva Giberti
advierte sobre estas cuestiones y no solamente eso, sino que aconseja a los mismos
para que sepan como actuar para evitar problemas y así evitar cualquier agraviante
provocado en la familia. La autora considera que “estamos siendo padres tal como
entonces fuimos hijos, arrastrando en nosotros lo no resuelto y lo no superado,
desembocamos en la paternidad o al maternidad acompañados del niño feliz o
desaventurador que fuimos” (Giberti, 1968: 257). Entonces con su Escuela para
Padres trata también de impedir que los hijos de estos padres actúen de la misma
manera en un futuro.

IV. Consideraciones finales.


Los desarrollos que llevaron a cabo Arminda Aberastury y Eva Giberti fueron
posibilitados por diversos cambios que estaba atravesando la Argentina de los ’50
y los ’60, a nivel social. El rol de la mujer comenzó a cambiar como así también la
estructura familiar. La sociedad argentina necesitó de la intervención por parte de
los profesionales para poder comprender los mismos. Entonces los aportes de los
expertos fueron vistos como una manera de enfrentar las posibles consecuencias
que ello traería.

Ambas autoras estuvieron interesadas en los niños, en poder mejorar el ambiente


en el que ellos se encuentran, especialmente en el seno familiar, para poder brindar
a los niños un desarrollo normal, evitando la neurosis infantil. Y en el caso de que
ésta ya se hubiera constituido tratarla para llegar a su cura. Aberastury afirmó que
los síntomas infantiles podían ser creados por al propia madre y por tal razón era
necesario intervenir con los Grupos de Orientación, actuando directamente sobre
las ansiedades y los conflictos de las mismas. Del mismo modo Giberti reconocía
que muchas veces se coloca a un niño es una situación que no le corresponde,
descargando en él la neurosis familiar.

Aberastury psicoanalizó a los niños. Ese fue su campo de intervención. El trabajo


con los padres lo consideraba como una técnica complementaria al mismo. Incluso
ella cambió el modo de trabajar con ellos, al darse cuenta que sólo el análisis con el
niño iba a posibilitar su mejoría. En relación a ésto, Giberti operó de un modo
distinto. Ella no analizó a los niños porque su campo de intervención era otro:
aconsejaba a los padres con la crianza de sus hijos, era con los adultos responsables
de estos niños y no con ellos directamente.
Otra divergencia entre las autoras es que si bien Arminda Aberastury pertenecía a
la APA al momento de formular sus desarrollos y era reconocida por el
establishment psicoanalítico como la que introdujo el Psicoanálisis de Niños en la
Argentina, no logró tener mucha relevancia dentro de las disciplinas “psi”. No sólo
le paso a ella sino a todos aquellos que se dedicaban a este psicoanálisis: por
dedicarse a los niños y por ser mujeres en su mayoría. Por el contraste Eva Giberti
logró difundir el psicoanálisis sin ser ella misma psicoanalista. Su formación
académica era de asistente social, por lo que era considerada una improvisada y se
la acusaba de simplificar los discursos de la teoría. De hecho nunca fue reconocida
por el establishment. Otros autores habían intentado la divulgación del mismo
pero su público no traspaso la clase media intelectual.

Este informe hizo un recorrido acerca de los aportes de Eva Giberti y Arminda
Aberastury, en la sociedad argentina. Ambas lo hicieron dentro del ámbito
familiar, pero el centro de interés, como ya ha sido mencionado, fueron los niños y
las relaciones de ellos con sus padres. Insistiendo en el campo de intervención de
cada una de ella se puede decir resumiendo lo expuesto que Aberastury se centro
en los niños, mientras que Giberti lo hizo indirectamente a través de los padres.

No sólo desarrollaron aportes teóricos sino que también los mismos fueron
llevados a la práctica, en un momento en que la sociedad así lo requería.

Una futura investigación que se refiera a la crianza de los niños debería indagar las
causas y/o acontecimientos que dieron lugar a las disciplinas “psi” para ocuparse
de dicha cuestión. ¿Cómo fue que la sociedad argentina vio reflejado en el
psicoanálisis un saber que consideró legítimo? ¿Cómo se fue implementando en
Argentina ese saber? ¿Cómo fue que confiaron en el psicoanálisis para un tema
delicado como lo es la crianza de los niños? Estos interrogantes brindarían una
explicación más exhaustiva y profundizarían en el desarrollo de cuestiones de
suma relevancia, como el que se ha expuesto en este informe.
Bibliografía.

Fuentes primarias

 Aberastury de Pichon Riviére, A. (1957). La inclusión de los padres en el cuadro


de la situación analítica y el manejo de esta situación a través de la interpretación.
Revista de psicoanálisis, Vol. 14, Nº 1-2, 137-146.

 Aberastury, A. (1962). Cáp. 5 “La entrevista inicial con los padres”, Cáp. 8
“Entrevistas posteriores con los padres”. En Teoría y técnica del psicoanálisis de niños.
Buenos Aires: Paidós.

 Giberti, E. (1968). La familia, El niño ante la pareja (Vol. 1). En Escuela para padres
(3 Vols.). Buenos Aires: Esece.

Fuentes secundarias.

 Borinsky, M. (2005). Todo reside en saber que es un niño. Aportes para una
historia de divulgación de las prácticas de crianza en la Argentina. Anuario de
investigaciones. Facultad de Psicología, Vol. 8, Tomo II, 117-126.

 Carpintero, E. y Vainer, A. (2004). Cáp. 1 “El progreso comienza a llamarse el


campo de la Salud Mental”, Cáp. 3 “Psicología: una carrera que organizaron los
alumnos”, Cáp. 4 “La APA: una filial de la internacional psicoanalítica”. En Las
huellas de la memoria. Psicoanálisis y Salud Mental en la Argentina de los ’60 y ’70. Tomo
I: 1957-1969. Buenos Aires: Topía.

 Dagfal, A. (2009). Cáp. 2 “El nacimiento de un psicoanálisis ‘oficial’ y al


recepción de la obra kleiniana (1942-1955)”. Entre París y Buenos Aires. Buenos
Aires: Paidós.

 Plotkin, M. (2003). Cáp. 3 “El cambio social y la expansión del mundo


psicoanalítico”, Cáp. 4 “El papel de los divulgadores en la expansión del mundo
psicoanalítico”. En Freud en las Pampas. Buenos Aires: Sudamericana.

 Torrado, S. (2004). Tercera parte “efectos sobre la organización familiar”. En La


herencia del ajuste. Cambios en la sociedad y la familia. Buenos Aires: Capital
Intelectual.

[1]Trabajo realizado en el marco del seminario de grado ““La familia como objeto
de intervención en la Argentina: tradiciones intelectuales y psicoterapéuticas (1950-
1979)” dictado por la Dra. Florencia Macchioli, abril-julio de 2010.
[1]Comenzó la carrera de Psicología en la década del ’60, en la Universidad de Buenos
Aires.

[2] Asociación Psicoanalítica Argentina.

[3]Su libro teoría y Técnica del Psicoanálisis de Niños es de inspiración kleiniana pero con
sus propios aportes: introdujo una sistemática en la entrevista con los padres, la confección
minuciosa de la historia clínica, la hora diagnostica, la primera sesión, la organización del
consultorio y el cajón de juguetes (Carpintero y Vainer, 2004:156-157).

[4] Fue a parir de entonces, en 1942, que Ángel Garma, su analista, la introduce en los
trabajos de Klein (Dagfal, 2009: 121).

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