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Revision de literatura:

En el transcurso de la segunda mitad del siglo XX, la economía dominicana proyectó un


crecimiento indefinidamente estable, con una tasa de crecimiento promedio de 5,2%
entre los años 1950 y 2000. En efecto, este transcurso de expansión estuvo
acompañado de períodos de inestabilidad y recesión económica, no obstante, fueron
superados sin obstáculo alguno. En definitiva, a lo largo de las últimas cinco décadas,
la República Dominicana percibió cambios significativos en las esferas sociales,
demográficas, políticas y económicas. En la esfera política se enfatiza la evolución de
un sistema político dictatorial hacia la consolidación de un sistema democrático. En ese
sentido, los flujos migratorios han contribuido en la distribución regional de la población
y fuerza de trabajo, lo que ha permitido la vinculación económica y cultural con otros
países. (BID, 2003, P.1)

El Banco Interamericano de Desarrollo (2003) argumenta que uno de los aspectos más
considerables de la economía dominicana durante la segunda mitad del siglo XX, es la
constancia de una tendencia positivo en el producto per cápita. Durante este período el
producto per cápita incrementó a una tasa de 2,4%. Así mismo, en 1977 el producto
per cápita de 1950 se había duplicado y en 2000 se había triplicado. No obstante, el
crecimiento no ha sido lineal. (P.5)

La República Dominicana ha sido considerada históricamente como un país con alto


crecimiento del PIB real y estabilidad macroeconómica. Durante los últimos 20 años, la
tasa de crecimiento económico promedio es de 5.4%, uno de los mayores de la región,
a pesar de haber enfrentado el estancamiento económico en el 2003 y la recesión
económica internacional del 2008. Esta capacidad de recuperarse ante crisis internas y
externas está acompañada en una organización de producción diversificada, pues el
62.2% de su estructura productiva corresponde a Servicios, el 25.4% a Industrias y el
5.4% al sector Agropecuario. Este notable desempeño se ha sustentado en sólidos
fundamentos macroeconómicos y en la implementación de reformas estructurales que
han permitido mejorar aspectos relevantes para el crecimiento de largo plazo como
infraestructura, apertura comercial y capital humano. (BCRD, 2016).

La disminución de la demanda interna y el deficiente desempeño de las economías


más desarrolladas en todo el mundo, han aportado a desacelerar el crecimiento en la
República Dominicana desde el 2011; el producto interno bruto (PIB) se redujo casi a la
mitad, de 7,8% en 2010 a 4,1% en 2013. Se determina que el crecimiento no es
inclusivo en la República Dominicana. (Grupo Banco Mundial, 2017).

Morillo (2012) sostiene que en distintas conceptualizaciones la pobreza ha sido


interpretada como un fenómeno de tipo multidimensional, pues para su medición
existen procedimientos metodológicos que incluyen: el ingreso familiar, capital humano,
salud, nutrición, acceso a bien y servicios, libertad de expresión, etc.

Fernández y Majluta (2020) en su investigación establecen que la dinámica del


mercado de trabajo es primordial para interpretar la evolución de la pobreza. Durante
los años 2010 y 2018 la tasa de promedio de ocupación fue de 3.0% anual.

En el 2020 el país atravesó una crisis generalizada causada por el COVID-19. Para
mitigar los efectos y prevenir la propagación del COVID-19 se aplicaron medidas de
distanciamiento social. Según el Banco Mundial ‘’la pandemia impactó
significativamente a la economía de la RD, provocando una fuerte contracción en el
segundo trimestre de 2020 en sectores críticos como el turismo, la construcción y la
minería. El PIB se contrajo un 6,7 % en 2020, aunque se recuperó muy rápidamente en
el 2021. La pandemia ha ejercido una intensa presión tanto en los ingresos como en los
gastos fiscales, sin embargo, la rápida recuperación económica y las mejoras en la
eficiencia del gasto público contribuyeron para restaurar el déficit fiscal hacia una
trayectoria sostenible. Mientras tanto, mejoras en la gestión de la deuda pública, y en el
desarrollo local de mercados de capital, serán cada vez más importantes para
salvaguardar la sostenibilidad de la deuda a largo plazo y limitar la exposición al riesgo
cambiario.’’ (Banco mundial, 2022)

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