Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La Psiquiatría, como disciplina con entidad propia, tiene un origen legal. Hasta
principio del siglo XX fue una rama de la Medicina Legal, que tenía por
finalidad principal dirimir si el enfermo mental era responsable o no de sus actos.
En los últimos 60 años la Psiquiatría ha hecho esfuerzos importantes para acercarse a las
ciencias médica, habiéndose realizado innumerables estudios genéticos de las
enfermedades mentales, exploraciones de neuroimagen, investigaciones sobre
la neurotransmisión cerebral, etc. Ahora bien, los resultados de todos este esfuerzo
científico son pobrísimos y, a día de hoy, seguimos sin saber prácticamente nada de
cuáles son las bases anatomopatológicas general las enfermedades mentales, ni tampoco
de sus causas. Sólo ha habido algún discreto avance en el conocimiento del papel que
pueden desempeñar los distintos neurotranmisores cerebrales, lo que ha permitido
mejorar un poco los medicamentos que se usan para la ansiedad, la depresión y la
psicosis productiva.
Así pues, en los inicios de la Psiquiatría como disciplina con entidad propia lo
importante era que los peritajes médicos (a comienzos del XIX no eran médicos
psiquiatras, sino médicos legales o forenses) permitiesen a los jueces a determinar si
esas personas padecían “insania” (“locura”) o no y, en consecuencia si
eran imputables o no del delito del que se les acusaba.
Ahora bien, ¿qué hacer con una persona declarada no imputable por “insania” tras haber
cometido, por ejemplo, un homicidio? No podía ser condenada y enviada a la cárcel ya
que no era imputable…. ¡pero tampoco parecía prudente dejarla así, sin más ni más, en
la calle.
Se imponía establecer las debidas medidas para que ese “insano” no cometiese nuevos
crímenes. Solución: el “asylum” o “manicomio”, establecimiento donde los “insanos” o
“locos” eran recluidos. Así nacen en Europa y Estados Unidos los manicomios a
comienzos del siglo XIX.
Ahí sigue radicando el origen de todos los males del actual modelo psiquiátrico: su
naturaleza legal y la consiguiente posibilidad de realizar ingresos hospitalarios y
demás tratamientos psiquiátricos de manera forzosa. En efecto, con este
planteamiento queda abierta la posibilidad de declarar locos a un gran número de
personas, pues todos los profesionales relacionados con la enfermedad mental
(psiquiatras, forenses, jueces, etc.), ante la menor duda de que un paciente psiquiátrico
pueda cometer un delito, determinan su ingreso y tratamiento psiquiátrico involuntario.
¿Y qué a hacer ahora con toda esta pobre gente encerrada, casi siempre de por vida, en
manicomios?
Los antipsiquiatras han propuesto una y otra vez la suya: acabar con la Psiquiatría por
ser una actividad fundamentalmente perniciosa. Tal solución parece inadecuada. En
efecto, ¿qué hacer con todas las personas que desean que un psiquiatra les ayude, con
medicamentos o con otro tipo tratamiento, a superar una depresión o un ansiedad
generalizada e incapacitante? La propuesta antipisquiátrica debe ser rechaza por no
resolutiva.
La única causa que puede alegar el abogado defensor es la existencia de una clara
alteración de la conciencia en el momento en el que su defendido cometió el crimen. Y
los trastornos de la conciencia son trastornos neurológicos y no psiquiátricos.
Con esta sencilla medida se habría puesto fin, de inmediato, al 100% de los ingresos y/o
tratamientos psiquiátricos forzosos, que son la causa de todos los males de la actual
Psiquiatría. Con esa simple normativa al psiquiatra irían ya solamente las personas que
voluntariamente pidan su ayuda. Se acabaron, por tanto, los tratamientos con
psicofármacos en contra de la voluntad del paciente, así como los internamientos
forzosos.
Para quienes piensen que esta solución propuesta por Nuevapsiquiatría es demasiado
atrevida y/o novedosa, les recordamos que la defensa por enfermedad mental está ya
abolida en algunos Estados Occidentales, como por ejemplo Kansas, Montana, Idaho y
Utah.