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COMUNICACIÓN 3

o
GUÍA N. 03

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TALLER DE LECTURA ACADÉMICA:
USO DE MACROESTRATEGIAS (MACRORREGLAS)
Técnica de lectura específica: La red conceptual
Logro de sesión

Al final de la sesión, el estudiante elabora una red conceptual a partir de información recuperada de la
lectura de textos académicos, considerando estrictos criterios lingüísticos de gramaticalidad, coherencia,
solidez y pertinencia.

Integrantes:
1.
2.
3.
4.

El cine del fin del mundo

Hay tres periodos importantes en el desarrollo del cine del fin del mundo. El primero se da
entre la aparición del cine y la década de 1950. En este periodo las catástrofes globales son
pocas en relación con las localizadas. Las primeras dos películas del subgénero apocalíptico
se benefician del miedo que produjo en la población mundial el paso cercano del cometa
Halley en 1910. Tanto la danesa El fin del mundo (Verdens Undergang, 1916) de August
Blom, como la francesa del mismo título (1931) del aclamado director Abel Gance se centran
en las diferentes reacciones de la gente ante la aparición de un cometa que amenaza con
estrellarse contra la Tierra. Pero la película más espectacular de este periodo es sin duda El
diluvio (1933). Producida por RKO Radio Pictures, este film hollywoodense trata sobre una
serie de desastres naturales que llevan a la destrucción de la Tierra. El diluvio contiene
además una secuencia en la que un tsunami inunda Nueva York, la cual sirve de base a
algunas escenas de El día después de mañana (2004), sobre todo a aquella donde las aguas
sepultan la estatua de la libertad. Al parecer, Nueva York ha sido desde siempre una de las
ciudades preferidas por Hollywood para la catástrofe.

El segundo periodo comienza en la década de 1950 con El día que la Tierra se detuvo (1951),
donde un visitante extraterrestre llama la atención al género humano por su gran ímpetu
bélico. En este periodo hay un incremento notable de películas sobre desastres
globalizados. Esto se debe a que el género recoge el temor mundial ante la escalada de
armamento atómico de Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Como lo
señala Stephen Keane, la década de 1950 traen la idea de que el fin del mundo puede
ocurrir si alguien presiona un botón (2001: 11). Pero este periodo cobra realmente fuerza
con la crisis de los misiles cubanos en octubre de 1962; es entonces que empiezan a

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realizarse películas en las que el mundo se ve amenazado o diezmado por una guerra
atómica, entre ellas, Pánico infinito (Panic in the Year Zero, 1962), Dr. Insólito o: Cómo
aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba (Dr. Strangelove…, 1964), Punto límite
(Fail-Safe, 1964), Estado de alarma (The Bedford Incident, 1965) y El juego de la guerra
(1965).

Pasado el punto más tenso de la Guerra Fría, y a raíz del éxito de taquilla de Aeropuerto
(1970), las películas del Apocalipsis atómico ceden paso a las catástrofes localizadas, como
Poseidón (1972), Infierno en la torre (1974) y Terremoto (1974). Según Disaster Online, en la
década de 1970 hubo 56 películas de este tipo; de allí que más de un crítico se refiera a
estos años como la «era dorada» del género de catástrofes. No obstante, en la década de
1980, luego de que Ronald Reagan llamase a la Unión Soviética «el Imperio del Mal»,
reincrementando así la tensión entre ambas potencias, hay un pequeño rebrote en la
pantalla del tema de la guerra atómica con Juegos de guerra (1983) y la película para
televisión El día de mañana (1983).

Además de que el fin del mundo se halla tan lejos (o tan cerca) como el dedo imprudente
del botón, el subgénero apocalíptico introduce la idea de que la debacle atómica es un
destino inevitable. Piénsese en el gran número de películas postapocalípticas durante este
periodo; para mencionar solo unas cuantas: El día del fin del mundo (The Day the World
Ended, 1955), Los últimos sobrevivientes (The World, the Flesh, and the Devil, 1956), El
planeta de los simios (1968) y Mad Max (1979). Podría decirse que, ya para el final de la
década de 1960, cada vez que aparecía en la pantalla un desierto o una ciudad en
escombros donde la civilización humana había regresionado a un estado tribal, aunque
manteniendo algo de su tecnología motriz y bélica, el espectador asumía que había ocurrido
la Tercera Guerra Mundial. Prueba de ello es que, en la escena final de El planeta de los
simios, cuando Taylor (Charlton Heston) descubre las ruinas de la Estatua de la Libertad (y
por tanto también que el planeta habitado por simios es en realidad la Tierra años después
de la catástrofe nuclear), no necesitó decir más que: «Al final realmente lo hicimos. Lo
hicieron explotar. Maniáticos. Los maldigo a todos hasta el infierno», y el espectador ya
sabía lo que había pasado.

Curiosamente, en el tercer periodo –que se inicia con la desintegración de la Unión Soviética


y por tanto con el final de la Guerra Fría– no se dejan de hacer películas apocalípticas, sino
que, por el contrario, ellas se multiplican exponencialmente. Si en el primer periodo la
catástrofe en el cine tiende a ser local y en el segundo oscila entre lo local y lo global, en el
tercero ella es antes que nada global. Lo que era una parte del género se convierte en el
todo, hasta el punto en que hoy podemos hablar del género del fin del mundo.

Adaptado de Ubilluz, Juan Carlos. (2012). “Zoom in. La fascinación con el fin de los tiempos”.
La pantalla detrás del mundo: las ficciones fundamentales de Hollywood (pp. 39-46). Lima:
Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú.

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A partir de lo leído, elabora una red conceptual que sintetice los tres periodos del cine del
fin del mundo.

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