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LECCIÓN 1
SUMARIO. 1. El tema de las obligaciones en el Código civil.- 2. Composición del nuevo Código civil
paraguayo. 3. Antecedentes del Código civil paraguayo. 4. Importancia de la materia. 5. Introducción. 6.
Derechos patrimoniales. 7. Derechos personales o creditorios u obligaciones. 8. Caracteres del derecho
creditorio. 9. Derechos creditorios y los derechos reales. 10. Diferencias entre derechos creditorios y reales. 11.
Diferencias entre los derechos creditorios y los de familia.
Por eso se dice que los derechos civil y comercial paraguayos, por sus fuentes,
continúan siendo parte de la familia jurídica romano-germánica, que aglutina a los
pueblos de la legislación formada sobre la base del derecho romano. 2
1
acciones subrogatoria y revocatoria, daños e intereses por incumplimiento contractual,
cláusula penal, clasificación, transmisión, extinción y modos de ella) y en el Libro
Tercero (las fuentes voluntarias de las obligaciones, los contratos y las promesas
unilaterales, las fuentes no voluntarias de la obligación como la gestión de negocios
ajenos, el enriquecimiento sin causa y el pago de lo indebido, otro de los efectos
secundarios, tal lo es el derecho de retención y, finalmente, la responsabilidad civil de
fuente extracontractual).
Esa ubicación de la materia de las obligaciones y su metodología en nuestro
Código, se inspiraron, básicamente, en las respectivas del Anteproyecto de DE GÁSPERI
La ubicación y sistemática de la materia en nuestro Código es, en efecto, la
misma del Anteproyecto de DE GÁSPERI, a excepción de las fuentes voluntarias y no
voluntarias que en este Anteproyecto se conservan en el Libro II, mientras que el Código
paraguayo las situó en el Libro III. Respecto del anteproyecto del jurista paraguayo, debe
advertirse, que en él las promesas unilaterales, no obstante ser una de las fuentes
unilaterales de las obligaciones, se apartan de las demás y se las inserta como parte
general de los títulos de crédito, en el Título XLVIII del Libro II
Nuestro Código civil difiere del Anteproyecto DE GÁSPERI en cuanto éste
inserta al derecho de retención, las causas de preferencia en el pago dee los créditos
(privilegios) y la prescripción liberatoria en su Libro III que está, fundamentalmente,
dedicado a los derechos reales y las sucesiones.
Por su parte, el Anteproyecto DE GÁSPERI adecuó también y gran medida su
sistemática a la del Anteproyecto de BIBILONI apartándose de éste, sin embargo, en lo
referente a las fuentes, tanto voluntarias (contratos y promesas unilaterales, incluyendo
los títulos de crédito) que conserva en el Libro II.
La técnica de nuestro Código, en materia de obligaciones, se presenta como más
lógica pues se ajusta con bastante rigor a la actual estructura científica de aquella, tanto
como a la clasificación moderna de sus fuentes, voluntarias y no voluntarias.
El actual Código civil paraguayo, sancionado por la Ley No. 1183 de 1985, y
que entró a regir desde el 1º de enero de 1987 posee un título preliminar y cinco libros.
El título preliminar contiene las disposiciones generales sobre el carácter de la
ley, sus efectos temporales, ámbito de aplicación, la regla general y de excepción, el
2
SILVA ALONSO, Ramón, Derecho de las obligaciones, 35, Asunción, 2000.
2
deber del juez como órgano integrador de la ley; la ley según la naturaleza de los bienes,
la capacidad de los sujetos; ley que rige la celebración, forma y ejecución de los actos
jurídicos, y finalmente sobre la sanción a los actos prohibidos por la ley.
El libro primero, legisla sobre las personas y los derechos personales.
El libro segundo, se ocupa de los hechos y actos jurídicos, y de las
obligaciones.
El libro tercero, versa sobre los contratos y otras fuentes de las obligaciones,
tales como las promesas unilaterales, la gestión de negocios ajenos, el enriquecimiento
sin causa y el pago de lo indebido, el derecho de retención, y la responsabilidad civil.
El libro cuarto, que alude a los derechos reales.
El libro quinto, se refiere a las sucesiones por causa de muerte.
Por Decreto No. 200 del 2 de julio de 1959 se creó la Comisión Nacional de
Codificación, con el objeto de proyectar la reforma legislativa en el orden civil,
comercial, criminal, rural, minero, procesal, laboral, militar y sanitario.
La Comisión Nacional de Codificación en su sesión del 27 de setiembre de ese
mismo año 1959, resolvió encomendar la redacción del Código civil paraguayo a Luis
DE GÁSPERI.
Pues bien, sobre la base de dicho anteproyecto de DE GÁSPERI, elaborado por
éste desde 1959 a 1963 –año éste en que lo entregó a la Comisión citada- ésta elaboró el
proyecto definitivo del Código civil paraguayo, que fuera sancionado –repetimos- por ley
del año 1985.
El Anteproyecto DE GÁSPERI consta de 3.597 artículos, habiéndose inspirado
–fundamentalmente- en el Código civil argentino, el Código civil francés, el Esboço de
Teixeira de Freitas, el proyecto de Código civil español de García Goyena, y el Código
civil chileno.
La Comisión Nacional de Codificación, sobre la base del Anteproyecto DE
GÁSPERI, elaboró el proyecto definitivo que logró una mayor síntesis de sólo 2814
artículos, incorporando otras fuentes como, y principalmente, el Código civil italiano de
1942, y el Código civil alemán de 1900, la reforma de BORDAS al Código civil
argentino de 1968, el anteproyecto de reforma del Código civil argentino de Juan Antonio
Bibiloni de 1927, y el proyecto de reforma del Código civil argentino de 1936.
3
El nuevo Código civil paraguayo, era la conclusión de la aspiración nacional
que se inició a partir del gobierno de Carlos Antonio López, quien había formulado su
anhelo en tal sentido en varios mensajes al Congreso.
Dicho nuevo ordenamiento civil del Paraguay tiene por eje sustancial, el de
unificación de las obligaciones, civiles y comerciales, la incorporación de la
responsabilidad civil objetiva, a través de consagración de la teoría del riesgo creado.
Asimismo incorpora institutos modernos del derecho de inspiración solidarista, tales
como la lesión como vicio del acto jurídico. Incorpora, asimismo, la teoría de la
imprevisión.
En el derecho de familia se suprime definitivamente la desigualdad que existía
en los ordenamientos anteriores, respecto de los hijos habidos fuera del matrimonio.
El nuevo Código civil paraguayo, dispuso también la derogación del Código de
comercio, como consecuencia de la unificación de las obligaciones civiles y comerciales,
salvo en lo referente al derecho de la navegación fluvial y marítima, que permanece. El
estatuto del comerciante había quedado reducido a la Ley del Comerciante, mediante la
Ley No. 1034 del año 1983.
En el art. 2811 se derogó, asimismo, el Título I del Libro Tercero sobre las
“Causas de preferencia en el pago de los créditos” (privilegios) de la Ley de Quiebras No.
154 del año 1969.
4. Importancia de la materia
El hombre, ser social por naturaleza convive –casi necesariamente- con otros.
Pero, dicha convivencia, responde –asimismo- a la necesidad de subvenir a sus
necesidades vitales, puesto que individualmente no llega a la plena atención de todas
ellas; requiere del concurso de otros hombres para tal finalidad.
En primer término, la importancia de las obligaciones, se patentiza mediante la
constatación del hecho de que toda la interacción humana de naturaleza económica o
pecuniaria es, necesariamente, de índole obligatoria.
El intercambio de bienes y servicios entre los hombres organizados
socialmente, genera una especial índole de relación, que es aquella que introduce el
elemento coactivo de los vínculos que, de ese modo, se establecen.
El interés que merece el tratado de las obligaciones, uno de los más importantes
del derecho civil, porque en la vida de relación, de respeto y de muto auxilio que informa
el principio de la sociabilidad humana los derechos omnímodos y absolutos del hombre
4
primitivo, o del hombre en aislamiento, así como el interés particular de cada uno de los
constituidos en sociedad, tienen que subordinarse al bien común mediante obligaciones o
limitaciones establecidas por la ley o por la voluntad, expresa o tácita, fuente y origen de
todas ella. 3
5. Introducción
3
GIORGI, Teoría de las obligaciones, I, VII, Madrid, 1977.
4
SILVA ALONSO, op. cit, 77.
5
SILVA ALONSO, ibidem. 77
5
El cambio y la circulación de bienes, engendran bienes y servicios, para generar
riquezas requieren, que tales actividades se viabilicen mediante simultáneas relaciones
obligatorias. La dialéctica de la economía posee, necesariamente, en cada caso, el
ingrediente del vínculo obligatorio, como único medio de solventar el cumplimiento de
los compromisos que incesantemente asumen los actores de ese dinámico tráfico. Es el
modo, pues, en que se establecen los acuerdos de voluntades o contratos, con la finalidad
de reglar esas relaciones económicas individuales de los protagonistas del proceso
económico, genéricamente considerado.
No obstante ello, el contrato, a pesar de ser fuente principalísima de las
obligaciones, reconoce otras, no menos importantes, como el hecho ilícito, que engendra
la obligación de reparar, que se traduce –generalmente- en un crédito a favor de la
víctima, y también en las situaciones de responsabilidad civil sin culpa, en los que el daño
es imputable a alguien, por el sólo hecho de ser dueño, o de servirse de una cosa riesgosa
(responsabilidad objetiva).
O sea, que la propia dinámica de la actividad social económica, la vertiginosa
velocidad de las relaciones que, en virtud, se engendran y desarrolla, resultan ser fuentes
no sólo de contratos, sino también de riesgos y peligros imposibles de definir o delimitar.
Los daños resarcibles, son pues, en el mundo contemporáneo, una importantísima fuente
de obligaciones.
Los daños resarcibles se convierten de esta manera en otra fecunda fuente de
obligaciones. 7
6. Derechos patrimoniales
En general, puede decirse que los derechos patrimoniales son aquellos que
poseen un contenido económico.
Los bienes de una persona, globalmente considerados, constituyen su
patrimonio. El concepto del patrimonio se encuentra expresado en la norma del art. 1873
del Código civil, que utiliza los vocablos conjunto de bienes, mientras que el artículo
8
precedente (el 1872) establece que los bienes o cosas, son los susceptibles de valor.
9
6
LLAMBÍAS, Jorge Joaquín, Tr. de derecho civil, Obligaciones, I, 8, Buenos Aires, 1973.
7
SILVA ALONSO, op. cit 79.
8
Art. 1873 del Código civil paraguayo: Los objetos inmateriales susceptibles de valor e igualmente las cosas, se llaman bienes. El conjunto de los
bienes de una persona, con las deudas o cargas que lo gravan, constituyen su patrimonio.
9
Art. 1872 del Código civil: Se llaman cosas en este Código, los objetos corporales susceptibles de tener un valor.
6
Sintetizando, debemos señalar que los derechos patrimoniales son los que
tienen la calidad de bienes, corporales o inmateriales, susceptibles de valoración
económica.
Siendo el patrimonio el conjunto de bienes de una persona, debe entenderse que
son derechos patrimoniales los que revisten el carácter de bienes, es decir, los que son
susceptibles de tener un valor económico. 10
Se dice, en general, que los derechos personales son los que conciertan
relaciones entre personas determinadas, y en cuya virtud quien sea su titular posee la
facultad de exigir su cumplimiento de la otra.
En cuanto a la naturaleza del derecho personal, consiste en una relación entre
dos personas determinadas. 11
10
LLAMBÍAS, Jorge Joaquín, Tr. de derecho civil, Parte general, II,174, Buenos Aires 2003.
11
LLAMBÍAS, Jorge Joaquín, op. cit. 176.
7
Con relación a la primera característica citada, sobre el objeto del derecho
creditorios, anticipamos su diferencia con los derechos reales, cuyo objeto es siempre un
bien corporal, sea mueble o inmueble.
En cuanto a la segunda característica, debemos destacar otra esencial diferencia
con los derechos reales, que son oponibles a todos o erga omnes, mientras que los
derechos creditorios sólo lo son al otro sujeto de la relación obligatoria
Para identificar con más nitidez al derecho creditorio, es útil confrontarlo con
los demás que componen el abanico del derecho privado. Es decir, con los derechos
reales, y con el derecho de familia.
Los derechos reales, son aquellos que otorgan a su titular el señorío directo e
inmediato con la cosa corporal, que es su objeto; mientras que en el derecho creditorios,
la relación, vínculo o nexo, se establece exclusivamente entre las personas que son sus
sujetos.
8
Esta diferencia se explica del siguiente modo: si respecto de un bien del deudor,
colisionan dos acreedores, uno de ellos en calidad de titular de un derecho real y, el otro
sólo de un derecho personal o creditorios, prevalece el primero, es decir, el del titular del
derecho real.
4º) En cuanto a sus respectivas fuentes
Los derechos reales, tienen su fuente exclusiva en la ley, pues no existen otros
derechos reales que no sean los taxativamente creados por la norma. Es lo que establece
claramente la normadle art. 1953 del Código civil: “Todo derecho real sólo puede ser
creado por la ley. Los contratos o disposiciones de última voluntad que tuviesen por fin
constituir otros derechos reales o modificar los que este Código reconoce, valdrán como
actos jurídicos constitutivos de derechos personales, si como tales pudiesen valer. Son
derechos reales: el dominio y el condominio, el usufructo, el uso y la habitación, las
servidumbres prediales, la prenda y la hipoteca”; mientras que los derechos creditorios, se
crean mediante la voluntad de los sujetos de la relación obligatoria. La fuente de los
derechos creditorios es la voluntad privada de las personas que conforman la obligación;
por lo que el número de ellos -de los derechos creditorios- es ilimitado, y es posible,
además, que difieran entre sí, asumiendo diversa morfología, según el particular interés
práctico de sus otorgantes, de acuerdo con lo que la ley autoriza sobre la autonomía de la
voluntad privada, es decir, respecto de los contratos innominados o atípicos, de los arts.
670 y 715 del Código civil. La fuente de los derechos creditorios no es la ley, por los
12 13
12
Art. 670 del Código civil: Las reglas de este título será aplicables a todos los contratos. Los innominados se regirán por las disposiciones
relativas a los nominados con los que tuvieren más analogía.
9
aunque un tercero los ejerza con su consentimiento o contra su voluntad, a no ser que
haya dejado que un tercero adquiera la cosa por prescripción”; mientras que los derechos
personales o creditorios, pueden quedar privados de acción para ser exigidos, por el
transcurso de tiempo, salvo que medien las situaciones suspensivas o interruptivas que la
ley enumera. En efecto, el art. 633 del Código civil, establece: “Todo aquel que estuviere
obligado al cumplimiento de un hecho o a abstenerse de él, podrá eximirse de su
obligación fundado en el transcurso del tiempo, conforme con las disposiciones de este
Código”.
7º) En cuanto a la existencia actual de su objeto.
Los derechos reales sólo pueden existir respecto de cosas que posean existencia
actual; mientras que los derechos creditorios también pueden referirse a bienes futuros,
sin existencia actual, según se establece en la norma del art. 695 del Código civil: “La
prestación de cosas futuras puede ser objeto de los contratos. Si la existencia de ellas
dependiera de la industria del promitente, la obligación se constituirá pura y simple. Si la
existencia de ellas dependiere en todo o en parte de fuerzas naturales, se considerara
subordinada la eficacia del contrato al hecho de que llegasen a existir, a menos que la
convención fuese aleatoria”.
13
Art. 715 del Código civil: Las convenciones hechas en los contratos forman para las partes una regla a la cual deben someterse como a la ley
misma, y deben ser cumplidas de buena fe. Ellas obligan a lo que esté expresado y a todas las consecuencias virtualmente comprendidas.
10
obligación, que facultado: …b) para procurarla –la prestación debida- a costa del
obligado…”.
3º.) En cuanto a las consecuencias del incumplimiento
El incumplimiento de los deberes de familia –salvo, tal vez, el de asistencia
alimentaria- no autoriza a ejecutar su cumplimiento forzoso, engendrando sólo sanciones
de carácter moral, efectos disolutivos muy particulares, como el divorcio culpable en el
caso de que uno de los esposos incurra en las causales previstas en la ley, tales, por
ejemplo, como las injurias, los malos tratos, o el adulterio; mientras, que en el derecho
creditorios el incumplimiento autoriza al acreedor a obtener –en ciertos casos- el
cumplimiento directo compulsivo o, en caso de resultar ello imposible, a sustituirlo por la
indemnización de daños y perjuicios, tal se autoriza en la norma del art. 420 del Código 14
civil.
14
Art. 420 del Código civil: EL acreedor, como consecuencia de la obligación, queda facultado: a) para emplear los medios legales, a fin de que el
deudor cumpla con la prestación; b) para procurarla por otro a costa del obligado; y c) para obtener las indemnizaciones pertinentes.-
11
LECCIÓN II
LA RELACIÓN OBLIGATORIA
SUMARIO. 12. Concepto de la relación obligatoria. 13.- Evolución histórica. 14. Las fuentes de las
obligaciones. 15. Evolución histórica de las fuentes. 16. Teorías sobre la naturaleza jurídica de la relación
obligatoria. 17. Débito y responsabilidad. 18. La teoría del vínculo jurídico complejo.
El art. 418 del Código civil, explicita alguno –no todos- de los elementos del
concepto de la obligación, diciendo: “La prestación que constituye el objeto de la
obligación debe ser susceptible de valoración económica y corresponder a un interés
personal, aun cuando no sea patrimonial del acreedor”.
Pero, en verdad, nuestro Código civil, carece de una definición
conceptualmente organizada de la obligación.
Obligación, en su acepción más lata, es palabra que significa toda especie de
vínculo o sujeción de la persona, cualquiera que sea su origen y contenido. Pueden, pues
incluirse en tal concepto las obligaciones impuestas la individuo por la moral, la
conveniencia, el honor, los usos sociales. 15
15
DE RUGGIERO, Roberto, Instituciones de derecho civil, I,5, Madrid, 1977.
16
DE RUGGIERO, Roberto, op. cit., 6.-
12
En sentido técnico, pues, obligación (correspondiente a la obligatio de la
terminología romana) expresa principal y normalmente la relación jurídica, en virtud de
la cual una persona (deudor) debe una determinada prestación a otra (acreedor), que tiene
la facultad de exigirla, constriñendo a la primera a satisfacerla. 17
La relación obligatoria tiene dos aspectos, uno pasivo, que se refiere al deber
del deudor, vale decir al denominado débito y, otro, es decir el aspecto activo, para
referirse a la pretensión del acreedor, o sea el crédito.
A esta doble significación corresponden las denominaciones que los escritores
alemanes suelen dar a la doctrina de las obligaciones; Schuldverhältnisse o reldebitarías,
Forderungsrechte o derechos de crédito. Resulta claro, sin embargo, que el indicar uno u
otro aspecto de la relación equivale a indicar éste en su conjunto, porque no puede
concebirse uno de los aspectos sin el otro. 18
Son famosas las definiciones del derecho romano sobre la obligación. Así la de
JUSTINIANO, Obligatio est juris vinculum quo necesitate adstringimur alicuius
solvendae nostrae civitatis iura. .(Vínculo jurídico por el cual se nos constriñe con la
19
17
DE RUGGIERO, Roberto, op. cit. 7.-
18
WINDSCHEID, Pand, II, I, p. 7ª. N. 3; CROME, Obblig., p. 2. N. 4.-
19
INSTITUTAS, 3,13.-
20
DE RUGGIERO, Roberto, op. cit. I, 8.-
21
LACERDA DE ALMEIDA, citado por DE GÁSPERI, Luis, Tratado de las obligaciones, I,5.
13
Como toda institución humana, el concepto de la obligación y,
consecuentemente, el propio derecho de las obligaciones, reconocen un proceso de
evolución y transformación, a través de los tiempos.
La posición entre el acreedor y el deudor ha reconocido diferencias muy
grandes a lo largo de la evolución histórico-jurídica. 22
Primera etapa
En el derecho de la antigüedad se destacaba el hecho de que la persona del
deudor, respondía del cumplimiento de la obligación.
Primitivamente, el concepto de obligación estaba vinculado íntimamente con la
persona. La misma voz “obligación” deriva de obligativo, la que proviene, a su turno, de
obligare, expresión formada de ob –que significa “alrededor”, “en torno”, “por”, “a causa
de”, “ante”- y ligare –que quiere decir ligar, atar. Se da así la idea de ligadura en un
sentido más bien físico o material. 23
22
BOFFI BOGGERO, Luis María, Tr. de las obligaciones, 1, 18.
23
BOFFI BOGGERO, op. cit. 24.
14
Segunda etapa
El proceso de evolución mencionado, fue prolongado, pero paulatino. Un
momento significativo del mismo lo constituyó la ley de Poetelia Papiria, del 428 a.C.,
que suprime el nexus, y prohíbe, además, que se ejerza violencia sobre la persona del
deudor, trasladando la acción del acreedor sobre el patrimonio del deudor. Satisfacía, de
ese modo, los anhelos y reclamos de la clase social de los plebeyos.
Consecuente con dicha ley, el pretor Rutilius, autoriza la ejecución de los
bienes del deudor moroso. La bonorum venditio, atribuida a Julio César, según unos, y a
Augusto, según otros, beneficia al deudor de buena fe, y le faculta a reemplazar -en su
ejecución- su persona por sus bienes. 24
24
GIRARD, F., Manuel élémentaire de Droit Romaní, p. 122 y ss.
15
sustraerse ciertamente a esta ley universal, pues siendo un vínculo que merma la libertad
humana, exige causa proporcionada a tan grave efecto. 25
Todos los hombres son libres e iguales, según los principios respectivos de los
derechos natural y constitucional. Ante ello, la obligación aparece como una
anormalidad, en cuanto comporta un menoscabo a dichos principios, al restringir la
libertad del deudor, en virtud de la facultad que tiene el acreedor de exigir coactivamente
una determinada conducta del primero, para el cumplimiento de la obligación debida.
El mismo GAYO, en otra versión, a las citadas fuentes –es decir el contrato y el
delito- le agrega otra, a la que denomina Varie causarem figurae, que correspondía a
cierta categoría de obligaciones que no se derivaban ni del contrato, y tampoco del delito.
Esta clasificación tripartita, inspira otra en la Instituta de Justiniano, que es la
cuatripartita: el contrato, el cuasicontrato, el delito y el cuasidelito.
Paralelamente, la clasificación cuatripartita había sido preconizada por las
escuelas bizantinas, que lo hicieron por motivos de simetría, según sus propios
expositores.
En las Institutas de JUSTINIANO se hace ya una clasificación in quatuor
species: “aut enim ex contractu aut quasi ex contractu, aut maleficio aut qusi ex
25
GIORGI, Jorge, Teoría de las obligaciones, III, 17.
26
D. L.1, (XLIV,7)
27
KASER, Max, Derecho privado romano, 175
16
maleficio” o sea “las que nacen de un contrato, de un cuasicontrato, de un delito o de un
cuasidelito”. 29
El Código civil francés, en su art. 1370, y todos los que lo tuvieron como
modelo, adoptaron la cuatripartita tradicional, es decir el contrato, el cuasicontrato, el
delito y el cuasidelito.
La clasificación cuatripartita, considerada como clásica, se impuso por largo
tiempo. Pareció olvidada durante la Edad Media, siendo revitalizada mediante la obra de
POTHIER en 1761.
La categoría de los cuasidelitos, alude a los hechos ilícitos consumados sin
dolo, sólo por culpa o negligencia.
Los cuasicontratos, se refieren a obligaciones nacidas también de hechos lícitos
como los contratos, pero a diferencia de éstos, sin el consentimiento del obligado.
Las obligaciones quasi ex contractu, semejantes en su contenido a las
obligaciones contractuales, aunque entre sus hechos constitutivos faltase el elemento
esencial del contrato: el acuerdo de voluntades. Así, a la par del mandato figuraban como
cuasicontratos la negotium gestio y la tutela. 31
28
GIRARD, P.F., op. cit. 408
29
CAZEAUX, Pedro N., y TRIGO REPRESAS, Félix A.) Derecho de las obligaciones, I,62
30
POTHIER, Robert Joseph, Tratado de las obligaciones, 11.
31
VON THUR, A., Tratado de las obligaciones, 1, 31.
17
poseen caracteres comunes, y que, por el contrario, se presentan como institutos que
ofrecen notables diferencias entre sí. 32
Clasificación de Planiol
32
SILVA ALONSO, Ramón, op. cit. 403
33
LLAMBÍAS, op. cit. I, 41
34
PLANIOL, Marcel, Classification des sources des obligation (Rev. Crit. De lég. Et jur., XXXIII, p. 224 y ss), Traité, II, n. 807
18
única fuente de las obligaciones- dado que el contrato sólo existe como tal, porque es la
ley la que le presta sanción, y le provee de la fuerza necesaria para ser exigido y
cumplido.
Clasificación racional
En cuanto a la voluntad, esta propuesta señala que debe ser ella incursada
mediante el acto jurídico, el cual supone el hecho jurídico, como su antecedente
imprescindible. Y, destaca que entre el hecho y el derecho existe una relación causal
inexorable, que le permite concluir con que la afirmación de que ley es la fuente primera
y necesaria de toda relación de derecho.
Clasificación contemporánea
35
PLANIOL, op. cit. II, 807
36
DE GÁSPERI, op. cit. I,112.
19
el enriquecimiento sin causa y el pago de lo indebido; 3) la gestión de negocios ajenos, y
4) la ley.
Con relación a la primera especie de la categoría de las fuentes voluntarias –es
decir, los contratos- no cabe duda que ellos constituyen una ley para las partes que lo
establecieron, en virtud del principio general del art. 715 del Código civil Las
convenciones hechas en los contratos forman para las partes una regla a la cual deben
someterse como a la ley misma.
Dentro de las fuentes voluntarias, se incluyen también las originadas en la
voluntad unilateral, sancionadas en el texto expreso de nuestro Código civil, en su art.
1800. 37
37
Art. 1800 del Código civil: La promesa unilateral de una prestación no produce efectos obligatorios fuera de los casos admitidos por la ley-
38
BOFFI BOGGERO, Tratado de las obligaciones, I, 33.
20
mismo impera el principio de que ellas, el deudor ni su conducta, son coercibles,
conforme se consagra en la norma del art. 478 del Código civil. 39
Teorías objetivas
En las teorías objetivas, el acento está puesto en el patrimonio del deudor, antes
que sobre la persona del mismo. La persona del deudor, reviste un carácter secundario,
con relación a su patrimonio.
Para las teorías objetivas, el factor esencial de la obligación radica en el
sometimiento del patrimonio del deudor al derecho del acreedor. Tal sometimiento, sólo
del patrimonio, se designa como responsabilidad.
Recordemos que durante la etapa más antigua del derecho, las obligaciones
surgían exclusivamente del delito, por lo que la deuda era el deber de su autor de
satisfacer una determinada suma en concepto de compensación, a la que se denominaba
buse. En esta misma época antigua, la responsabilidad estaba configurada por la
posibilidad o facultad que se les reconocía al acreedor de la buse y a su entorno, de
agredir al deudor por la vulneración de la paz.
Tal distinción entre deuda y responsabilidad se patentiza de modo más
destacado, desde que se reconoció que las obligaciones también se originan en los
39
Art. 478 del Código civil: Si el deudor no pudiere o no quisiere ejecutar el hecho, el acreedor puede exigirle la ejecución forzada, a no ser que
fuere necesaria violencia contra la persona del deudor. En este último caso, el acreedor podrá pedir perjuicio e intereses.
40
PIZARRO, Ramón Daniel y VALLESPINOS, Carlos Gustavo, Obligaciones, 1, 59
21
contratos, y no sólo en los delitos. En efecto, la deuda era a partir de entonces, el deber
que asume la persona que se compromete a pagar, o sea por la promesa que formula en
tal sentido, mientras que la responsabilidad, concebida como la sumisión al poder jurídico
del acreedor, solo se originaba por el acto formal de la entrega de un objeto, es decir, por
la entrega de un rehén o una prenda.
La misma distinción rigió en el derecho romano al concebir como
contrapuestas las situaciones referentes al debitum y la obligatio. En efecto, en ese
derecho el obligatus no era la persona deudora, sino aquella dada o entregada como rehén
para asegurar el cumplimiento del debitum.
O sea, el obligatus es una persona colocada en una especial situación de
cautividad (vinculum) que garantiza que el deber será cumplido. 42
41
DIEZ-PICAZO, Luis, Fundamentos del derecho civil patrimonial, Las relaciones obligatorias, II, 59, Madrid, 1996.
42
DIEZ-PICAZO, ibidem, 60.
22
tercero (a costa del deudor), o en los de cesión de crédito y deudas, forzoso es aceptar la
vigencia de las teorías objetivas.
La obligación es un vínculo jurídico complejo que se integra con dos
virtualidades, compenetradas entre sí, que sólo el análisis racional puede disociar. Por lo
pronto hay en la obligación un primer momento vital que se caracteriza por el deber de
satisfacer la prestación que pesa sobre el deudor: es el schuld de la terminología germana,
o deuda, que se traduce para el acreedor en la expectación de la conducta debida. Ese
deber de prestar deriva de un mandato de la ley natural y de la ley positiva, que actúa
como “presión psicológica” sobre el deudor y que lo urge al comportamiento esperad,
con independencia de las sanciones que puedan corresponder a su infracción a lo debido.
En definitiva, la deuda consiste en ese sometimiento del deudor a la necesidad de cumplir
la obligación. De parte del acreedor, como crédito, consiste en la expectativa de la
satisfacción de la prestación, o también en el título para pretender el cumplimiento
voluntario del deudor. Cuando el deudor infringe la conducta debida entra a actuar la
segunda virtualidad de la obligación. Para reducir al deudor al comportamiento adecuado
el acreedor dispone de los medios que le provee el ordenamiento jurídico, que ya no
consisten en una agresión personal contra aquél, como ocurría antiguamente, sino en un
poder de “agresión patrimonial”: el acreedor será satisfecho con los bienes del deudor que
sean suficientes para cubrir el daño experimentado por el acreedor a causa del
incumplimiento del deudor. Es el haftung de los alemanes, o garantía que también suele
denominarse responsabilidad. 43
43
LLAMBÍAS, op. cit. 16.
23
Lección III
SUMARIO. 19. Elementos de la obligación. 20. Los sujetos. 21. Capacidad del sujeto. 22. Determinación. 23.
Obligaciones ambulatorias u ob rem o propter rem. 24. Unidad y pluralidad de sujetos.
44
MOISSET DE ESPANÉS, Luis, Curso de obligaciones, 1,71.
24
Pero, admitiendo –sin embargo- que la condición, el plazo y el cargo sean
modalidades o accidentes, aunque de la causa generadora de la obligación (que es el acto
jurídico), debemos señalar otras que afectan a sus elementos esenciales o intrínsecos. Así
en cuanto al sujeto, serán elementos accidentes, que lo sea individual o plural, que
permiten distinguir a las obligaciones mancomunadas; en cuanto al objeto, que sea
fungible o no, o que consista en una de dar, o de hacer, o de no hacer, etc.
Tradicionalmente, se acepta que los elementos esenciales de la relación
obligatoria son:
1º) Los sujetos, activos y pasivos, de la obligación.
2º) El objeto, y
3º) La causa, que es discutida, según lo examinaremos más adelante.
No puede existir obligación sin la existencia de dos personas; una que sea la
que contrate la obligación, y otra a favor de quien se haya contratado. Aquel a favor de
quien se ha contratado la obligación se llama acreedor, el que la ha contratado se llama
deudor. 48
45
BOFFI BOGGERO, op. cit., 85.
46
MOISEET DE ESPANÉS, Luis, Curso de obligaciones, 1, 72, COLMO, Alfredo, 147.
47
LLAMBÍAS, op. cit. 22
48
POTHIER, Robert Joseph, Tratado de las obligaciones, 75.
49
DE GÁSPERI, op. cit. 27.
25
En los primeros siglos, excepción hecha de la deuda a los dioses, la obligación
romana era, en principio, intrasmisible, como consecuencia de su naturaleza
eminentemente personal. 50
50
DE GÁSPERI, op. cit. 28
51
DE GÁSPERI, Luis, y MORELLO, Augusto, II, 657.
26
La incapacidad de hecho, que es la que impide que las personas ejerciten por si
mismos sus derechos, no es óbice para que constituyan obligaciones, por medios de sus
representantes legales, según la doctrina de los arts. 36 y 37 del Código civil. 53 54
Las personas jurídicas, que se enumeran en los arts. 91 y 92 del Código civil, 55 56
son también personas –de existencia ideal, según la terminología del Código de Vélez- y,
como tales, son igualmente capaces de derecho, pudiendo –consecuentemente- adquirir
derechos y contraer obligaciones, al igual que las personas físicas, según las expresiones
del art. 96 del Código civil.
57
21. Determinación
52
Art. 358 del Código civil: Es anulable el acto jurídico: a) cuando el agente obrare con incapacidad accidental, como si por cualquier causa se
hallare privado de su razón; c) cuando ejecutado por un incapaz de hecho, éste tuviese discernimiento..-
53
Art. 36 del Código civil: La capacidad de hecho consiste en la aptitud legal de ejercer uno por sí mismo o por sí solo sus derechos. Este Código
reputa plenamente capaz a todo ser humano que haya cumplido (modificado por la ley No. 2169/0, que fijó los dieciocho años para adquirir la
capacidad plena de hecho) veinte años de edad y no haya sido declarado incapaz judicialmente.
54
Art. 37 del Código civil: Son absolutamente incapaces de hecho: a) Las personas por nacer; b) los menores de catorce años; c) los enfermos
mentales; y d) los sordomudos que no saben darse a entender por escrito, o por otros medios.
55
Art. 91 del Código civil: Son personas jurídicas: a) el Estado; b) las Municipalidades; c) la Iglesia Católica; d) los entes autárquicos, autónomos
y los de economía mixta y demás entes de Derecho Público, que, conforme con la respectiva legislación, sean capaces de adquirir bienes y
obligarse; e) las universidades; f) las asociaciones que tengan por objeto el bien común (capitulo II); g) las asociaciones inscriptas con capacidad
restringida (capítulo III); h)las fundaciones; i) las sociedades anónimas y las cooperativas; y) las demás sociedades reguladas en el Libro III de
este Código.
56
Art. 92 del Código civil: Son también personas jurídicas los Estados extranjeros, los organismos internacionales reconocidos por la República, y
las demás personas jurídicas extranjeras.
57
Art. 96 del Código civil: Las personas jurídicas poseen, para los fines de su institución, la misma capacidad de derecho que las personas físicas
para adquirir bienes o contraer obligaciones, por intermedio de los órganos establecidos en sus estatutos. Dentro de estos límites podrán ejercer
acciones civiles y criminales y responder a las que se entablan contra ellos.
58
Art. 97 del Código civil: Se reputan actos de las personas jurídicas los de sus órganos.
59
LLAMBÍAS, op. cit. 23, 24; MESSINEO, Manual de derecho civil y comercial, IV, 25, 26;
27
reconocimiento de la obligación (arts. 1800 y 1801 del Código civil), las promesas
60 61
El deudor, cabe también señalarlo, es quien sea dueño de la cosa en cuya virtud
se generó la obligación, al tiempo en que se reclame el pago, aunque la propiedad de ella
se haya transferido varias veces. Dicha calidad, de deudor, se asume al tiempo de adquirir
la cosa fuente de ese particular crédito.
60
Art. 1800 del Código civil: La promesa unilateral de una prestación no produce efectos obligatorios fuera de los casos admitidos por la ley.
61
Art. 1801 del Código civil: La promesa de pago o el reconocimiento de una deuda, exime a aquél a favor de quien se la otorgue de probar la
relación fundamental. La existencia de ésta se presume, salvo prueba en contrario. Para que la promesa se convierta en causa de la obligación,
debe consignársela por escrito.
62
Art. 1802 del Código civil: Aquel que, dirigiéndose al público, promete una prestación a favor de quien se encuentre en una determinada
situación, o lleve a cabo una determinada acción, queda vinculado por la promesa tan pronto como esta se hace pública, aún a favor de quien
procediere sin interés por la recompensa
63
Art. 1806 del Código civil: La recompensa ofrecida como premio en un concurso será válida sólo cuando se fijare un plazo para celebrarlo.
28
En las ofertas al público y en las promesas de recompensa, es el sujeto acreedor
quien no está inicialmente determinado.
64
LLAMBÍAS, op. cit., 24
65
LLAMBÍAS, op.cit., 27
29
Lección IV
EL OBJETO
SUMARIO. 25. Concepto del objeto. 26. Posibilidad. 27. Determinación. 28. Licitud. 29. Patrimonialidad.
30. Interés del acreedor.
66
MOISSET DE ESPANÉS, op.cit., 1, 86.
67
SILVA ALONSO, op. cit. 103
68
MOISSET DE ESPANÉS, op. cit. I,87
30
El objeto de la obligación es la prestación o hecho que el deudor debe cumplir a
favor del acreedor.
Mientras que –en verdad- en rigor técnico, el contrato tiene efectos, pero no
objeto. El efecto del contrato, consiste –precisamente- en engendrar obligaciones.
El objeto de la relación obligatoria, debe reunir los siguientes caracteres que,
algunos autores, denominan requisitos. Es decir, debe ser: a) posible, b) determinado o
determinable, c) lícito y, d) susceptible de apreciación pecuniaria.
26. Posibilidad
69
DE RUGGIERO, op. cit. Vol. II, 1º.31/32.
70
Art. 420 del Código civil: El acreedor, como consecuencia de la obligación, queda facultado: a) para emplear los medios legales, a fin de que el
deudor cumpla con la prestación-, b) para procurarla por otro a costa del obligado; y c) para obtener las indemnizaciones pertinentes.
31
La imposibilidad que interesa es la del momento en que se crea la obligación;
en cuyo caso podrá ella ser nula por falta de objeto. La falta sobreviniente de objeto,
podrá deberse a motivos de fuerza mayor, que provocaría la extinción de la obligación la
cual, no obstante, nació validamente por poseer –al tiempo de su creación- de objeto.
No es tomada en consideración la imposibilidad sobrevenida; la imposibilidad
originaria es la que impide la generación obligacional y también la existente o previsible
al tiempo de producirse el vínculo; que la que sobreviene no anula la relación, la extingue
o transforma solamente según las reglas sobre el incumplimiento por dolo, culpa, o caso
fortuito. 71
En el sentido señalado las cosas futuras pueden ser objeto de los contratos,
según se establece en la norma del art. 695 del Código civil. , sujetas a la condición de 72
27. Determinación
71
DE RUGGIERO, op. cit. I, 32/33.
72
Art. 695 del Código civil: La prestación de cosas futuras puede ser objeto de los contratos.
73
CASEAUX, Pedro N, y TRIGO REPRESAS, Félix A.,I, 52.
74
Art. 693 del Código civil: La cantidad se reputa determinable cuando su fijación se deja al arbitrio de un tercero, cuya decisión será definitiva.
Si éste no cumpliere por cualquier causa su cometido dentro del plazo fijado, o del que razonablemente sería suficiente para hacerlo, el contrato
quedará sin efecto. Cuando se señalaren al tercero designado pautas para proceder a dicha determinación, su decisión será recurrible ante el juez si
se apartare de las directivas impuestas por los contratantes. Si no procediere a la determinación en el plazo fijado, ella se hará por el juez,
atendiendo a la intención común de aquéllos.
32
La obligación de dar cosas ciertas, es el ejemplo de aquellas en que la
prestación debida se encuentra, desde su inicio, determinada, individualizada o
identificada, según se establece en el art. 463 del Código civil. 75
Las pautas que deben darse para que el objeto se considere determinable son: a)
su género, especie, o calidad, y b) su peso, número o cantidad.
En el caso que se deje al arbitrio de un tercero la fijación de la cantidad, que no
lo estuviera desde el inicio de la obligación, su decisión, en torno a la determinación,
tendrá el carácter de definitiva; salvo que se haya apartado de las pautas o directivas que
le fueron impuestas por los contratantes; en cuyo caso, su decisión será recurrible ante el
juez. Éste, el juez, deberá determinar la cantidad además, en los casos en que –por
cualquier motivo- el tercero no se expidiera dentro del plazo establecido, o del que
razonablemente sería suficiente para hacerlo, quien –para el efecto- atenderá a la
intención común de ambas partes, según la norma del art. 693 del Código civil . 77
28. Licitud
75
Art. 463 del Código civil: Si la prestación tiene por objeto cosas individualmente determinadas.-
76
Art. 469 del Código civil: El obligado a dar cosas inciertas debe entregarlas de la especie y calidad determinadas en el título constitutivo.
Cuando sólo estuviere fijada la especie, debe dar cosas de calidad media. Si la elección correspondiere al acreedor, se ceñirá a la misma regla.
77
Art. 693 del Código civil: La cantidad se reputa determinable cuando su fijación se deja al arbitrio de un tercero, cuya decisión será definitiva.
Si éste no cumpliere por cualquier causa su cometido dentro del plazo fijado, o del que razonablemente sería suficiente para hacerlo, el contrato
quedará sin efecto. Cuando se señalaren al tercero designado pautas para proceder a dicha determinación, su decisión será recurrible ante el juez si
se apartare de las directivas impuestas por los contratantes. Si no procediere a la determinación en el plazo fijado, ella se hará por el juez,
atendiendo a la intención común de aquéllos.
33
imposibles, contrarios a la moral y a las buenas costumbres, que no pueden ser impuestos
como condición de los actos jurídicos.
El requisito de licitud propiamente dicha o de licitud sensu stricto comprende
los casos de objeto prohibido y de objeto inmoral. Las disposiciones referidas al objeto
del acto son siempre imperativas. Por tanto, o están impregnadas del concepto de orden
público (principios fundamentales de la organización social, interés de la comunidad u
otro criterio) o, con una mira diferente, el legislador creyó más justo o más valioso que el
contrato –o el negocio- no prevalezca sobre la ley. 78
29. Patrimonialidad
78
BUERES, Alberto, en Código civil comentado de Bueres- Highton, 2B,580
79
DIEZ-PICAZO, op. cit., 83/84.
34
30. Interés del acreedor
La última parte del art. 418 del Código civil dice que la prestación que es
objeto de la obligación a pesar de poseer valoración económica, aunque corresponda a un
interés del deudor que no sea patrimonial. O sea, que la prestación debe satisfacer
siempre el interés del acreedor, pero, dicho interés no siempre puede o debe ser
patrimonial.
La utilidad es otro requisito que debe satisfacer la prestación. Significa que ésta
debe brindar provecho al acreedor. No confundamos este requisito con el de la
patrimonialidad, porque el acreedor, en infinidad de casos, puede no proponerse una
ventaja económica y obrar impulsado por otros móviles, de carácter puramente
humanitario, artístico y científico. 80
80
MOISSET DE ESPANÉS, op. cit. I, 90.
35
Lección V
LA CAUSA
SUMARIO. 31. Concepto. 32. Dificultad de la materia. 33. La causa en el derecho francés. 34. El
anticausalismo. 35. La reacción neocausalista de CAPITANT, MAURY y JOSSERAND. 36. La causa en el
Código civil paraguayo.
31. Concepto
81
MAURY, Jacques, voz Causa en el Repertorio de derecho civil de Dalloz, Paris, 1951, No. 173
82
PIZZARRO, VALLESPINOS, op. cit. 158.
36
Aquí la palabra causa está tomada en una acepción teleológica. Significa la
finalidad inmediata, el objetivo próximo perseguido por las partes al contratar. La palabra
fin en esta acepción no significa todos los objetivos que todas las partes han tenido en
mira, al celebrar el negocio jurídico, sino los más inmediatos, los que se refieren al
momento de concluir el acuerdo, los que forman parte de la estructura del mismo y son
por lo tanto conocidos de antemano por los contrayentes. En una compraventa, por
ejemplo, la causa fin sería la que más inmediatamente persiguen las partes al consentir
obligarse: el comprador, que el vendedor se comprometa a entregarle la cosa vendida; y
el vendedor, que el comprador se obligue pagarle el precio. La causa, así concebida, está
íntimamente ligada a la estructura de cada contrato, es siempre la misma para cada tipo
de ellos y no varía aunque cambien las personas que intervengan en el acto. Es, por lo
tanto, objetiva, abstracta, intrínseca, impersonal e inmutable. 83
La causa lícita, es una categoría propuesta por el Código civil francés en su art.
1108 , sin significación ontológica o de fuente, y si puramente teleológica, en cuanto
85
83
CASEAUX, TRIGO REPRESAS, op. cit. 69.
84
CASEAUX, TRIGO REPRESAS, op. cit. 70.
85
Art. 1108 del Código civil francés: Cuatro requisitos son esenciales para la validez de las convenciones: El consentimiento de la parte que se
obliga; Su capacidad de contratar; Un objeto que forme la materia del compromiso; Una causa lícita en la obligación.
37
Las contiendas se han debido, en gran medida, a la diversidad terminológica
utilizada para explicar el concepto de la causa.
La expresión causa es evidentemente una voz multívoca. Se la emplea, así, con
los sentidos más diferentes, no sólo en el campo general de las aceptaciones, sino también
en el plano de lo estrictamente jurídico. 86
Pero, en verdad, si se organiza esa densa terminología, las dificultades son más
aparentes que reales.
El tema de la causa es útil en cuanto contribuye a hacer inteligible el hecho
generador de la obligación. Es decir, que en cuanto contribuya a ese cometido, examinar
el tema de la causa será siempre, provechoso e incluso apasionante.
La causa en el derecho romano
En Roma, el cumplimiento de las formalidades señaladas en la ley para cada
acto, era la fuente de las obligaciones.
Conviene recordar que en ese derecho, la observancia de las formas era
absolutamente necesario para la validez de los actos jurídicos y de los contratos, y
conforme con ello, era secundario saber la causa que originó a obligación (causa-fuente),
o si los contratantes obtuvieron los beneficios ambicionados al tiempo de celebrar el
contrato (causa-fin). En otros términos, el acto era abstracto.
Un formalismo de extremado rigor vestía los actos jurídicos. Si las partes
actuaban con error o dolo pero las formas eran respetadas in totum, el acto era válido.
Pero aunque éste se hubiese celebrado sin vicio interno alguno, bastaba con una ligera
desviación formal para que el acto se anulara. La forma, pues, era más esencia que
epidermis. 87
86
BOFFI BOGGERO, Tratado de las obligaciones, 2, 1.
87
BOFFI BOGGERO, op. cit., 2, 3.
38
además del convenio (D.2, 14, 7, 4: quum nulla subest causa praeter conventionem, hic
constant non posse constitui obligationem: igitur nuda pactio obligationem non parit,
sed parit excepcionem). 88
De ese modo, la voluntad prevalece sobre la forma, pero ella sola –la voluntad-
no es suficiente –según los canonistas- requiriendo que se funde –principalmente- sobre
verdaderas causas, que fueran –además- lícitas. Así entonces, si la causa era falsa, o
ilícita, la obligación devenía inexistente o nula.
Como consecuencia de esa base de profunda moralidad, los canonistas
acuñaron dos fundamentales principios éticos:
1) El obligado no se encuentra constreñido a mantener la palabra empeñada,
si la otra parte no mantiene la suya . A este principio se lo conoce como de la vinculación
91
88
PUIG BRUTAU, José, Fundamentos de derecho civil, II, I,118
89
PUIG BRUTAU, op. cit. 121/122, y DÍEZ-PICAZO, Luis, El concepto de causa en el negocio jurídico, 148.
90
LACRUZ BERDEJO, J. L., Elementos de derecho civil, II-1º, 111 y ss.
39
El respeto a la palabra empeñada de los canonistas, la habría expresado ya
Inocencio IV en oportunidad del juramento y se dice que ha sido creada por Vicente de
España, el primero de los decretalistas, allá por el año 1235. 92
En el siglo XVIII, Jean Domat, bajo el influjo del principio que aseguraba la
equidad del contrato, elaborado por los canonistas, propone –en su libro Leyes civiles- el
concepto de la causa, sosteniendo que ella –la causa- es un requisito indispensable para la
existencia de la obligación nulla obligativo est sine causa.
Para este autor, sin embargo, el concepto de causa es distinto según sea la clase
de relación que se suscite entre las personas, por razón de servicios de ellas, o del uso de
ciertas cosas.
DOMAT marca una era en la historia de la causa y su notoriedad deriva
precisamente de este tema, que es una de tantas materias que recopila, cuyo origen está
principalmente en BALDO. Examinando los textos clásicos, DOMAT llega a la
91
Suma del Hóstiense (Siglo XIII, libro 2º. No. 3.)
92
BOFFI BOGGERO, op cit. 2, 6.
93
Art. 719 del Código civil: En los contratos bilaterales una de las partes no podrá demandar su cumplimiento, si no probare haberlo ella
cumplido u ofreciere cumplirlo, a menos que la ora parte debiere efectuar antes su prestación. Cuando ésta deba hacerse a varias personas, puede
rehusarse la entrega de la parte que les corresponda hasta que se haya recibido la contraprestación íntegra. Si un contratante ha efectuado
40
conclusión de que la causa es un requisito esencial de toda obligación y que, por
consiguiente, no hay obligación sin causa. 94
Así:
prestaciones parciales puede negarse la contraprestación, a menos que, según las circunstancias, deba juzgarse que es contrario a la buena fe
resistir la entrega, por la escasa importancia de la parte adeudada.-
94
DUALDE, Joaquín, Concepto de la causa de los contratos, 72.
95
POTHIER, Roberto Joseph, Tratado de las obligaciones, 32/33.
41
1108) y que la obligación sin causa o cuya causa sea falsa o ilícita no produce efecto
96
(art. 1131). 97
Por sus métodos y por sus conclusiones, la construcción clásica era de carácter
racionalista. La realidad quedaba reducida a esquemas que eran considerados como la
realidad misma. Sobre esas bases se perseguía la obtención de verdades abstractas y
permanentes con valor universal. 99
34. El anticausalismo
96
Art. 1108 del Código civil: Los administradores deben entregar a los liquidadores los bienes y documentos sociales y presentarles la cuenta de
la gestión relativa al período siguiente a la última rendición de cuentas. Los liquidadores deben hacerse cargo de los bienes y documentos sociales,
y redactar y firmar juntamente con los administradores, el inventario del cual resulta el estado activo y pasivo del patrimonio social.
97
BUSSO, Eduardo B., Código civil comentado III, 117.
98
ALTERINI, Atilio Aníbal, Curso de obligaciones, I,60.
99
BUSSO, Eduardo B., Código civil comentado, III, 119.
42
los clásicos. Así se demuestra dicha falsedad, pues la causa siempre debe preceder al
efecto. No pueden ser ambos exactamente contemporáneos; b) Con relación a los
contratos reales PLANIOL critica a los causalistas porque, a su respecto, confunden a la
fuente con el objeto, dado que si la causa es la entrega de la cosa –como sostienen los
causalistas- se trata, en verdad, de su hecho generador o fuente; c) Respecto de los
contratos gratuitos, la doctrina clásica afirma que su causa es la abstracta voluntad de
donar, y los anticausalistas dicen que, en tal caso, es falsa por carecer de contenido real.
También los anticausalistas afirman que es inútil el concepto de causa de los
clásicos, porque en los contratos bilaterales, confunden la causa con el objeto de la
obligación; mientras que también es inútil en cuanto a los contratos reales, porque si
consiste en la entrega de la cosa, ello equivale a decir la forma. Finalmente, concluyen
que también es inútil en cuanto a los contratos gratuitos, dado que la intención abstracta
de donar de los clásicos, se asimila a los sentimientos, y éstos son elementos externos a la
obligación.
43
Este neocausalista, defiende la posición de los causalistas, con relación a los
contratos reales, sosteniendo que éstos son en un principio, consensuales, pues suponen
un previo acuerdo, configurado éste por la idea que tiene el contratante, de que la cosa le
ha de ser efectivamente entregada.
En cuanto a los contratos gratuitos, CAPITANT, reconoce que la concepción
causalista no es del todo acertada, pues –en tal clase de contratos- el ánimus donandi no
debe ser considerado in abstracto, como sostenían los de la doctrina clásica, sino in
concreto, vale decir, dirigido a la específica persona a quien se quiere beneficiar. No es el
propósito o ánimo de liberalidad considerado como un estereotipo meramente ideal, sino
personalizado.
JOSSERAND agregó algunas propuestas a la corriente neocausalista, en su
libro Los móviles en los actos jurídicos, publicado en 1928.
Inicia este autor su exposición neocausalista, rebatiendo la afirmación de los
anticausalistas, en el sentido de que la causa sea una noción falsa e inútil.
a) Con relación a los contratos bilaterales, señala que es totalmente posible que
las respectivas obligaciones de las partes, aun nacidas contemporáneamente, resulten ser
unas causas de las otras, pues en el mundo de la realidad física, sucede que dos
electricidades, al ser coincidentes, reaccionan la una contra la otra, no obstante hacer
nacido juntas. A este argumento agrega otro, que la exigencia de que la causa preceda al
efecto, sería válida si se estuviera ante la causa fuente, pero no ante la causa fin, que es de
lo que se trata. Tratándose de este último sentido, las personas al representarse
mentalmente el objetivo futuro perseguido inclinan su voluntad, en determinada
orientación. De ahí que la consideración del beneficio que se va a obtener pueda ser causa
de la obligación, aunque sea posterior en el tiempo.
b) Con respecto a los contratos reales, el cuestionamiento anticausalista es
incorrecto, pues no existe en verdad el reparo de estos, al no estar impedido que lo que es
causa final, sea igualmente causa eficiente o fuente. La misma prestación puede
representar los dos papeles.
c) JOSSERAND en cuanto a los contratos gratuitos, señala que la crítica
anticausalista no es justa, al considerar que el ánimus donandi es una noción vacía de
contenido, puesto que ese propósito es el que –precisamente- permite efectuar la
distinción entre actos de beneficencia y actos onerosos.
Asimismo controvierte JOSSERAND, que la causa sea inútil, como afirman los
anticausalistas, pues: a) permite invalidar cierta clase de contratos bilaterales que por vía
del objeto no se obtiene, como el contrato de entregar un dinero a alguien para se
44
abstenga de cometer un delito. Las obligaciones de cada parte, son perfectas desde el
punto de vista del objeto. Pero lo que las hace repugnantes, es la relación de causalidad,
vale decir, la vinculación que se establece entre los factores contractuales del caso lo
cual, sólo es posible si se los refiere a la causa; y b) también resulta que no es inútil, por
que -por la aplicación del principio de interdependencia entre las prestaciones del
contrato bilateral- se derivan consecuencias de gran importancia, como la exceptio de non
adimpleti contractus, o de rescisión de los contratos bilaterales, por falta de cumplimiento
de las obligaciones por una de las partes.
Para este mismo autor, se debe ser causalista, pues el problema, en verdad, no
es de la causa, sino de la pobreza del concepto con el que se la definió en la doctrina
clásica, a la que critica por haberse limitado sólo a la finalidad inmediata, ignorando los
móviles mediatos, cuya enorme riqueza contribuye a diseñar, con mayor precisión.
En el art. 417 del Código civil paraguayo, la causa es considerada como fuente
o eficiente de la relación obligatoria: Las obligaciones se derivan de algunas de las
fuentes establecidas por la ley.
También se refiere a la causa fuente o eficiente, la norma del art. 1819 del
Código, respecto del derecho a repetir el pago de lo indebido: El que paga lo que no debe
tiene derecho a repetir lo pagado…-
En el enriquecimiento sin causa del art. 1817 del Código civil, la causa está
considerada como fuente, puesto que traduce la idea de que toda obligación debe poseer
siempre un fundamento jurídico que la sustente.
Asimismo, se trata de la causa fin o móvil inmediato, en diversas disposiciones
del Código, referentes los efectos de los contratos bilaterales, como la del art. 722 cuando
autoriza a la parte afectada por el incumplimiento de la otra, a cumplir con la suya y
ejercer, en consecuencia, el derecho a reclamar indemnización de daños y perjuicios; y en
la del art. 725 cuando confiere a la parte afectada por el incumplimiento la opción de
exigir el cumplimiento, o reclamar daños y perjuicios. En estas normas resulta evidente
que se considera a las prestaciones recíprocas de un contrato bilateral, como causas
respectivas las unas de las otras.
Pueden considerarse, igualmente, como situaciones referidas a la causa fin, o
causa final, las de las condiciones ilícitas, inmorales, prohibidas por la ley, o que sean
45
contrarias a la moral y a las buenas costumbres que se puntualizan en el art. 319 del 100
Código civil y, la que se contempla en el art. 2774 del mismo Código, sobre la
revocabilidad de los legados en el supuesto de inejecución del cargo impuesto al mismo,
cuando éste fue el motivo determinante dicha liberalidad.
En las promesas abstractas, o reconocimiento de obligación, que se consagra en
la norma expresa de los arts. 1800 y 1801 del Código civil, nuevamente se alude a la
101 102
100
Art. 319 del Código civil: Las condiciones de un hecho imposible, contrario a la moral o las buenas costumbres, o prohibidos por las leyes,
deja sin efecto el acto jurídico. Quedan especialmente prohibidas las siguientes condiciones: a) habitar siempre un lugar determinado, o sujetar la
elección de domicilio a la voluntad de un tercero; b) mudar o no mudar de religión; c) casarse con determinada persona, o con aprobación de un
tercero, o en cierto lugar o en cierto tiempo; pero será válida la de contraer matrimonio; y d) vivir célibe perpetua o temporalmente, o no casarse
con persona determinada, o divorciarse.
101
Art. 1800 del Código civil: La promesa unilateral de una prestación no produce efectos obligatorios fuera de los casos admitidos por la ley.
102
Art. 1801 del Código civil: La promesa de pago o el reconocimiento de una deuda, exime a aquél a favor de quien se la otorgue de probar la
relación fundamental. La existencia de ésta se presume, salvo prueba en contrario. Para que la promesa se convierta en causa de la obligación,
debe consignársela por escrito.
46
La noción de causa ilícita es posible hallarle en el nuevo Código en
disposiciones como las que establecen que no procede la repetición de la prestación
cumplida con finalidad contraria a la ley o a las buenas costumbres (art. 1820). 103
103
Art. 1820 del Código civil: No produce la repetición de lo pagado espontáneamente cumpliendo deberes morales o sociales, salvo caso de
incapacidad del que pagó. Tampoco procede la repetición de la prestación cumplida con finalidad contraria a al ley o a las buenas costumbres.
47
LECCIÓN VI
EFECTOS DE LA OBLIGACIÓN
SUMARIO. 37. Introducción. 38. Clasificación de los efectos de la obligación. 39. Efectos normales o
cumplimiento normal. 40. Modos de cumplimiento normal o específico. 41. Cumplimiento voluntario o
espontáneo. 42. Cumplimiento forzado. 43. Cumplimiento por un tercero .
37. Introducción
Los efectos de las obligaciones son los medios con los que se satisface el
derecho del sujeto activo de ellas, o acreedor.
Los efectos de la obligación consisten en la necesidad jurídica en que se halla el
deudor de cumplir la prestación. A tal fin la ley proporciona al acreedor los medios
adecuados tendientes a obtener en lo posible la prestación a que el deudor se obligó . 105
104
MOISSET DE ESPANÉS, Luis, Curso de obligaciones, II, 223, Buenos Aires, 2004.
105
BUSSO, Eduardo B., Código civil anotado, III, 208, Buenos Aires, 1949.
106
Art. 1101 del Código civil francés: El contrato es una convención por la cual una o más personas se obligan, hacia otra o varias más, a dar, a
hacer o a no hacer alguna cosa.
48
Estudiar los efectos de la obligación, equivale al del conjunto de los fenómenos
jurídicos que se derivan como consecuencias de las obligaciones.
ingresar bienes al patrimonio del deudor que es su objetivo directo, lo cual –de obtenerse-
redundará en favor de los acreedores al contribuir a la optimización del patrimonio de su
deudor.
Dentro de esta categoría de efectos secundarios o auxiliares se encuentran
agrupados por una parte las medidas cautelares (embargo, secuestro, inventario,
inhibición general de vender y gravar, prohibición de innovar y de contratar, etc.) y por
otra las acciones y medidas otorgadas al acreedor para la tutela y conservación del crédito
(derecho de retención, acción de simulación, acción revocatoria, acción subrogatoria, la
acción de separación de patrimonios y las acciones directas).
Los efectos principales a su vez, se vuelven a clasificar en: 1) efectos normales,
también denominados necesarios porque se tratan de aquellos que se derivan de todas las
obligaciones, según sea su naturaleza respectiva, y de ellos no puede carecer la
obligación. Se trata, en concreto, de las facultades que la ley concede al acreedor para
lograr la satisfacción de su interés, las cuales se encuentran contempladas en el texto
expreso de la norma del art. 420 del Código civil: El acreedor, como consecuencia de la
obligación, queda facultado: a) para emplear los medios legales, a fin de que el deudor
cumpla con la prestación; b) para procurarla por otro a costa del obligado, y 2) efectos
anormales, también denominados subsidiarios, y se trata de aquellos que se producen
107
Art. 446 del Código civil: Los acreedores, aun eventuales, pueden ejercer todos los derechos y acciones de su deudor, relativos a los bienes de éste,
pero sólo cuando el obligado dejare de hacerlo y con citación del mismo, para que tome parte en el juicio.
49
cuando al acreedor le ha resultado infructuoso obtener el cumplimiento normal de la
obligación. Se trata de aquel cumplimiento traducido por reemplazo de la prestación
verdaderamente debida por otra que sea equivalente a la prometida, pero no de ésta
propiamente. Es la indemnización o resarcimiento a que el acreedor tiene derecho para
restablecer la plenitud de su patrimonio vulnerado por causa de la resistencia del deudor a
satisfacer en especie o in natura la prestación prometida y para cuya obtención aquel
había realizado una inversión.
Efectos con relación al deudor
La obligación también produce determinados efectos respecto del deudor, no
obstante que el mismo sea el sujeto pasivo de ella.
El deudor goza del indisputable derecho a liberarse de la deuda, y en atención
al mismo la ley le confiere las consiguientes facultades para exigir que el acreedor acepte
la satisfacción de la obligación de su parte.
El cumplimiento oportuno de la obligación tiene consecuencias para el deudor
pues, por ejemplo, impide que se debiten intereses a cargo del mismo.
En cuanto el deudor efectivamente dé o haga lo que se ha indicado y solamente
cuando lo dé o haga, consigue para él la liberación de la obligación. 108
108
MESSINEO, Francesco, Manual de derecho civil y comercial, IV, 204, Buenos Aires, 1979.
109
Art. 584 del Código civil: El pago por consignación debe hacerse judicialmente y sólo es posible en las obligaciones de dar. Procede en los casos
siguientes: a) si el acreedor incurre en mora o se niega a recibir el pago; b) si es incapaz para aceptarlo y carece de representante; c) si se
50
b) Al tiempo del cumplimiento.- El deudor cuando satisface la obligación tiene
derecho a exigir el pertinente recibo u otro instrumento en que se constate el
cumplimiento, de acuerdo con las disposiciones de los arts. 569 , 570, 571 y 572 110 111 del
Código civil. El art. 570 citado expresa: El acreedor que reciba el pago debe librar
recibo y hacer anotación de dicho pago sobre el título, si éste no se restituye al deudor.
Agrega el art. 571: El recibo designará el valor y la especie de la deuda pagada, el
nombre del deudor, o el del que pagó por el deudor, el tiempo y lugar del pago, con la
firma del acreedor, o de su representante.
c) Posteriores al cumplimiento.- Puesto que el cumplimiento propio de la
deuda extingue la obligación, el deudor está facultado a rechazar cualquier pretensión de
pago o semejante por parte del acreedor.
encuentra ausente; d) si es desconocido, o su derecho resulta dudoso, o concurren otras personas a reclamar el pago; e) si la deuda ha sido embargada, o
retenida en poder del deudor y éste quiere exonerarse del depósito; f) si el acreedor perdió el título de la obligación; g) si el que adeuda el precio de un bien
gravado, quiere redimirlo de la garantía real; y h) si el acreedor se rehúsa a presentar el documento o alega no tenerlo en su poder.
110
Art. 569 del Código civil: Cuando por la naturaleza de la obligación el pago requiera la intervención del acreedor, se probará en la forma establecida
para los contratos.
111
Art. 572 del Código civil: Si el acreedor pretende haber perdido su título, el deudor que paga le puede obligar a otorgarle una declaración auténtica, en
la cual se haga constar la anulación del título y la extinción de la deuda.
112
LLAMBÍAS, Jorge Joaquín, Tr. de derecho civil, Obligaciones, I, 81, Buenos Aires, 1973.
51
obligado, sin ser forzado por el acreedor, compelido sólo por la fuerza de sus
convicciones morales. Este es el modo que generalmente utilizan los deudores para el
cumplimiento de sus obligaciones.
En defecto del cumplimiento voluntario por parte del deudor, la ley (art. 420
del Código) le faculta al deudor para emplear los medios legales, a fin de que el deudor
cumpla con la prestación.
Tales medios legales son las pertinentes demandas y acciones judiciales
regladas en los códigos procesales, enderezadas a obtener coercitivamente el
cumplimiento mediante el auxilio de la autoridad pública que prestan los jueces que
operan el servicio de justicia. Y esto porque el acreedor, por cierto, tiene vedado forzar
por sí mismo y de modo directo al deudor para lograr el cumplimiento. No se puede hacer
justicia por manos propias según el clásico principio constitucional consagrado en el art.
15 de la Carta magna.
113
113
Art. 15 de la Constitución Nacional: Nadie podrá hacer justicia por sí mismo ni reclamar sus derechos con violencia, pero se garantiza la
legítima defensa.
114
Art. 628 del Código civil: La obligación se extingue cuando por una causa física o jurídica no imputable al deudor, anterior a su constitución en mora,
se hace imposible la prestación que constituye el objeto de ella. Si la imposibilidad es solo temporal, el deudor, en tanto ella exista no es responsable
del retardo de su cumplimiento. No obstante, la obligación se extingue si la imposibilidad perdura hasta que, en relación al título o a la naturaleza de su
objeto, el deudor no puede ser considerado obligado a ejecutar la prestación o el acreedor no tenga ya interés en conseguirla.
52
extinción de la obligación por imposibilidad de pago por pérdida de la cosa sin culpa del
deudor. Si la cosa se pierde por culpa del deudor, la obligación no se extinguirá pues es
reemplazada por la indemnización de daños e intereses.
Tampoco podrá obtenerse la cosa cierta debida si ella al tiempo en que deba ser
entregada no se encuentra ya dentro del dominio del deudor, porque las facultades del
acreedor no pueden extenderse fuera del patrimonio de su deudor.
Los poderes de agresión patrimonial del acreedor se hacen efectivos sobre el
patrimonio de su deudor y no sobre el patrimonio de un tercero. Por eso no corresponde
hacer lugar a la escrituración de un inmueble que ha sido enajenado por el vendedor a un
tercero, debiéndose declarar la resolución de la obligación de transmitir el dominio de la
cosa en la de pagar daños y perjuicios . 116
Otro tanto ocurrirá cuando al tiempo de entregar la cosa cierta debida haya
salido de la posesión del deudor y pasado a la de un tercero, aunque se halle aún en el
dominio del primero. Es el caso de boletos de compraventa de un mismo lote de terreno
que el propietario haya celebrado con dos compradores, dando la posesión del lote
comprado a uno de ellos. El otro comprador, obviamente, no podrá obtener el
cumplimiento forzado porque el terreno comprado no se halla ya bajo la posesión del
vendedor, que es el obligado a su entrega, y ello a pesar de estar aún en el dominio del
último nombrado. Estamos describiendo una situación teórica, sin entrar a otras
cuestiones como las facultades que puedan corresponderle al acreedor para impugnar el
título mediante el cual se materializó la entrega de la posesión a otro adquirente.
Si, por el contrario, se trata de obligaciones de dar cosas genéricas, atendiendo
a su fungibilidad, pueden ellas obtenerse –vía ejecución forzadas- del propio patrimonio
del deudor si en él existen, o adquiriendo –vía convención- de un tercero.
Si se trata de una obligación de dar sumas de dinero, mediante la pertinente
acción judicial, el acreedor podrá acceder al cumplimiento específico de los fondos que
existieran depositados a nombre del deudor, o realizando los bienes del mismo que
hubiera embargado.
Obligaciones de hacer
En principio, también en las obligaciones de hacer el acreedor puede exigir del
deudor el cumplimiento específico, según se establece en la norma del art. 478 del
Código: Si el deudor no quisiere o no pudiere ejecutar el hecho, el acreedor puede
exigirle la ejecución forzada.
115
Art. 629 del Código civil: La prestación que tiene por objeto una cosa determinada se considerará imposible también, cuando la cosa desapareciese
sin que pueda probarse su perecimiento.
116
LLAMBÍAS, op. cit., 85.
53
Se trata, repetimos, de un principio que pierde vigor cuando, ante la oposición
del deudor a ejecutar voluntariamente el hecho, deba ejercerse violencia de manera
directa sobre su persona, por lo que el citado art. 478 del Código agrega: a no ser que
fuere necesaria violencia contra la persona del deudor. En este último caso, el acreedor
podrá pedir perjuicios e intereses.
Resultará, en consecuencia, posible la ejecución forzada de una obligación de
hacer cuando el hecho debido pueda válidamente ser realizado por un tercero, por
ejemplo el otorgamiento de una escritura pública por el Juez en nombre del deudor,
cuando no éste se negare a ello.
Excepción hecha de tales supuestos el derecho moderno, por respeto a la
dignidad humana, no admite el cumplimiento forzado mediante violencia ejercida sobre
la persona del deudor; actitud condensada en un adagio del antiguo derecho francés:
nemo potest praecise cogi ad factum (nadie puede ser compelido a prestar su hecho).
Obligaciones de no hacer
En orden al cumplimiento forzado rigen respecto de las obligaciones de no
hacer los mismos principios básicos examinados respecto de las de hacer.
En esta clase de obligaciones puede, sin embargo, el acreedor oponerse
coactivamente o por medio de la fuerza a la realización del hecho a cuya abstención se
comprometió el deudor, siempre que ello no implicare vulnerar la libertad del mismo.
Debe señalarse, empero, que comparándose con las de hacer, las de no hacer
pueden con mayor frecuencia ser coativamente cumplidas, pues para ello resulta
suficiente impedir su realización con auxilio de la fuerza pública. Por ejemplo,
clausurando el negocio cuando su dueño se obligó previamente a no vender un
determinado producto dentro de determinados límites, pues con ello no se ejerce fuerza
sobre la persona del obligado.
Pero resultará infructuosa la obligación de no hacer en los casos que su
cumplimiento exija violentar la persona del deudor como, por ejemplo, cuando un
docente se obligó a dictar clases exclusivamente en una determinada universidad, y lo
hace también en otras instituciones; en tal caso el acreedor no puede lograr la pertinente
abstención sin emplear fuerza contra aquel.
Según sea la naturaleza de la prestación, se podrá exigir que se destruya lo que
se hubiere hecho, o se autorice al acreedor a destruirlo a costa del deudor, conforme con
la norma del art. 481 del Código civil.
117
117
Art. 481 del Código civil: Si el hecho fuere ejecutado por culpa del deudor, el acreedor tendrá derecho a exigir que se destruya lo que se hubiere
hecho, o que se le autorice para destruirlo a costa del deudor.
54
43. Cumplimiento por un tercero
Así, por ejemplo, cuando la prestación sólo pueda ser ejecutada por el deudor
como ocurre con las obligaciones de dar cosa cierta (art. 463 del Código civil). En ellas, 119
encontrándose la cosa cierta debida en el patrimonio del deudor, será éste quien
exclusivamente podrá disponer de ella para entregarla al acreedor. Un tercero obviamente
no podrá hacerlo.
El mismo razonamiento precedente, nos lleva a admitir que este cumplimiento
por otro, es perfectamente factible en las obligaciones de género y, en general, en
aquellas de objeto fungible, como las pecuniarias.
Las obligaciones de hacer pueden ser ejecutadas por terceros siempre que
tengan por objeto un hecho susceptible de ser realizado por otro, lo cual no ocurrirá en las
obligaciones de hacer intuitu personae que se contrajeron teniendo en cuenta las
especiales aptitudes o cualidades del deudor quien, en consecuencia podrá negarse a
solventar una prestación distinta que sea mas onerosa. A la inversa si el acreedor
gestionara el cumplimiento por un tercero con costo igual o menor al de la prestación
debida, el deudor no tendrá motivos para oponerse a tal ejecución.
118
BUSSO, ibidem, 216.
119
Art. 463 del Código civil: Si la prestación tiene por objeto cosas individualmente determinadas, comprende todos los accesorios de ellas al tiempo de
constituirse la deuda, aunque no hubiesen sido mencionados en el título. Los frutos percibidos antes de la entrega pertenecen al deudor y los pendientes al
acreedor.
55
Si se trata de un hecho fungible -que es aquel ejecutable por otro- podrá ser
coactivamente ejecutado, sea por el mismo acreedor o por un tercero, conforme se
estipula en la norma del art. 479 del Código: Si el hecho pudiere ser ejecutado por otro, el
acreedor podrá ser autorizado a ejecutarlo por cuenta del deudor, por sí o por un tercero,
o demandar los perjuicios e intereses por la inejecución de la obligación.
Cuando el hecho debido sea infungible, el acreedor -en cuyo favor se encuentra
consagrada la fungibilidad- puede renunciar a ella. En efecto, la infungibilidad de la
prestación produce sus efectos en interés exclusivo del acreedor, y el derecho
correspondiente es, sin duda, renunciable . 120
Sin embargo, para viabilizar legalmente esta opción, será menester requerir la
pertinente autorización judicial pues, lo contrario significaría hacerse justicia por mano
propia, expresamente prohibida por el art. 15 de la Constitución: Nadie podrá hacer
justicia por sí mismo ni reclamar sus derechos con violencia. Es lo que además se
establece en la ya citada norma del art. 479 del Código: el deudor podrá ser autorizado a
ejecutarlo por cuenta del deudor.
En casos de urgencia y sólo en el supuesto que no implicara el uso de violencia,
el acreedor puede prescindir de la previa autorización judicial.
Estando pues el deudor en mora del cumplimiento de su obligación de hacer, el
acreedor puede ser autorizado a ejecutarla por sí mismo o por otro, en casos tales como
cuando el deudor se comprometió a refaccionar una vivienda en el inmueble del acreedor
o, en el del concesionario de un servicio público que, por su naturaleza no admite
demoras, a riesgo de perjuicios incalculables a la colectividad.
Puesto que esta facultad conlleva la de obtener la ejecución por otro a cuenta
del deudor incumpliente, va de suyo que el acreedor tiene el derecho a exigir el
reembolso de lo gastado.
De cualquier modo, existe una importante diferencia entre la ejecución por un
tercero, con o sin autorización judicial. En el primer caso, como promedia un presupuesto
del costo de la intervención del tercero, que ha sido aprobado por el juez que dio la
autorización, el acreedor tiene derecho al reembolso, a expensas del deudor, de lo que él
hubiese satisfecho al tercero. En cambio, si actúa sin autorización, sólo tiene derecho al
reintegro de lo que fuese justo, a título de resarcimiento de daños y perjuicios . 121
La aceptación por parte del acreedor del pago que de la deuda quisiera hacerle
un tercero, configura igualmente un caso de cumplimiento por otro, en cuyo supuesto
120
BUSSO, ibidem, IV, 370.
121
LLAMBÍAS, ibidem, 92.
56
dicho tercero pagante se subroga en los derechos del acreedor a quien desinteresa,
conforme con la disposición del art. 594 , inc. 3º., del Código. 122
122
Art. 594 del Código civil: La subrogación legal se opera de pleno derecho a favor: a) del acreedor que paga la deuda del deudor común a otro
acreedor que le es preferente; b) del que paga por tener legítimo interés en cumplir la obligación; y c) del tercero no interesado en la obligación que paga
con aprobación expresa o tácita del deudor, o ignorándolo éste.
57
LECCIÓN VII
Generalidades
SUMARIO. 44. Diversas denominaciones. 45. Concepto. 46. Clases. 47. Presupuestos de la responsabilidad
contractual. 48. Presupuestos de la responsabilidad extracontractual. 49. Diferencias entre ambas clases de
indemnización.
123
MESSINEO, Francesco, Manual de derecho civil y comercial, IV, 240, Buenos Aires, 1979.
124
LLAMBÍAS, op. cit. I, 119.
58
El efecto anormal, también llamado cumplimiento indirecto, que se traduce en
el derecho que tiene el acreedor a ser indemnizado, se encuentra autorizado en la norma
del art. 420 Inc. c/ del Código civil: El acreedor, como consecuencia de la obligación,
queda facultado: …c) para obtener las indemnizaciones pertinentes.
Responsabilidad personal y patrimonial
Se entiende por responsabilidad personal a la consecuencia del incumplimiento
de la prestación prometida.
Responsabilidad (personal) es el efecto de la inobservancia de un deber . 125
45. Concepto
125
MESSINEO, Francesco, Manual de derecho civil y comercial, IV, 49, Buenos Aires, 1979.
126
MESSINEO, ibidem, 49.
59
patrimonio, por el incumplimiento imputable al deudor y, ello sólo cuando resulta
definitivamente constatado que éste no la habrá de satisfacer realizando la misma
prestación prometida, vale decir el cumplimiento normal o directo.
El cumplimiento indirecto constituye un modo imperfecto de ejecutar la
obligación, dado que no suministra al acreedor la misma prestación que fuera su objeto
La indemnización es el resarcimiento de los daños y perjuicios causados a otra
persona, en ella, o en sus bienes materiales o no, sea por incumplimiento de un contrato o
por otros hechos. 127
46. Clases
127
SILVA ALONSO, op. cit. 133.
60
El Código civil consagra, en efecto, un doble régimen indemnizatorio, el de la
responsabilidad contractual, por un lado, y el de la responsabilidad extracontractual, por
el otro.
A pesar de tal división metodológica, en la doctrina civilista moderna prevalece
la opinión de que existe una unidad de responsabilidad, comprensiva de ambos aspectos,
aunque admitiendo que poseen respectivamente, determinadas zonas de especialización,
de cualidades distintivas propias.
La unidad de tales categorías de la responsabilidad, resulta posible de ser
entendida, si se considera que ambas, la contractual y la extracontractual, constituyen la
infracción de un genérico deber de responder del acto dañoso o perjudicial. 128
128
SILVA ALONSO, op. cit. 131.
61
Es la solución que se desprende de los arts. 421 , 423 , y 426 del Código 129 130 131
civil.
Los presupuestos o requisitos, entonces, de la indemnización contractual son: a)
el incumplimiento de la obligación; b) imputabilidad, vale decir que el incumplimiento
sea atribuible a culpa o dolo del deudor; c) daño sufrido por el acreedor; y d) relación de
causalidad entre el daño sufrido por el deudor, y el incumplimiento de la obligación.
129
Art. 421 del Código civil: El deudor responderá por los daños y perjuicios que su dolo o culpa irrogare al acreedor en el cumplimiento de la
obligación. Habrá culpa cuando se omitieren aquellas diligencias exigidas por la naturaleza de la obligación y que correspondan a las
circunstancias de las personas, tiempo y lugar. La responsabilidad por dolo no podrá ser dispensada de antemano.
130
Art. 423 del Código civil: El deudor será responsable por los daños y perjuicios que su morosidad ocasionare al acreedor en el cumplimiento de
la obligación.
131
Art. 426 del Código civil: El deudor no será responsable de los daños e intereses que se originan al acreedor por falta de cumplimiento de la
obligación, cuando éstos resultaren de caso fortuito o fuerza mayor, a no ser que el deudor hubiere tomado a su cargo las consecuencias del caso
fortuito, o éste hubiere ocurrido por su culpa, o ya hubiere incurrido en mora, que no fuese motivada por caso fortuito o fuerza mayor.
62
Sólo –según vimos- las obligaciones contractuales suponen la existencia de un
deber preexistente, vale decir, la promesa de cumplir con una prestación por parte del
deudor.
Mientras que en las obligaciones extracontractuales, no se trata de la
inejecución de una obligación previa, sino de obligaciones que nacen con motivo de la
comisión de un hecho antijurídico.
Las primeras, se rigen por las disposiciones de los arts. 421, 423 y 425 del 132
Código civil.
Las segundas, por las de los arts. 1834 y concordantes del mismo Código.
133
132
Art. 425 del Código civil: Si la inejecución de la obligación fuese maliciosa, los daños e intereses comprenderán también las consecuencias
mediatas.
133
Art. 1834 del Código civil: Los actos voluntarios sólo tendrán el carácter de ilícitos: a) cuando fueren prohibido por las leyes, ordenanzas
municipales, u otras disposiciones dictadas por la autoridad competente. Quedan comprendidas en este inciso las omisiones que causaren perjuicio
a terceros, cuando una ley o reglamento obligare a cumplir el hecho omitido; b) si hubieren causado un daño, o produjeren un hecho exterior
susceptible de ocasionarlo; y c) siempre que a sus agentes les sea imputable culpa o dolo, aunque se tratare de una simple contravención.
134
Art. 426 del Código civil: El deudor no será responsable de los daños e intereses que se originan al acreedor por falta de cu mplimiento de la
obligación, cuando éstos resultaren de caso fortuito o fuerza mayor, a no ser que el deudor hubiere tomado a su cargo las consecuencias del caso
fortuito, o éste hubiera ocurrido por su culpa, o ya hubiere incurrido en mora, que no fuese motivada por caso fortuito o fuerza mayor.
63
LECCIÓN VIII
64
El denominado incumplimiento material u objetivo, despojado de atribución
valorativa, es el que resulta de la comparación entre dos parámetros: el del
comportamiento observado, y el comportamiento comprometido o conducta debida.
El incumplimiento material, producto de la aludida confrontación, resultará
imputable al deudor, recién cuando se lo refiere al otro elemento de la responsabilidad,
que es la imputabilidad. El comportamiento material, así determinado, tiene una
significación meramente objetiva. Y devendrá en subjetiva, cuando se lo aprecie
relacionándolo con el de atribución de la responsabilidad.
El incumplimiento imputable es, pues, el presupuesto esencial de la
indemnización de daños e intereses contractual, teniendo en cuenta el principio de que las
obligaciones se extinguen normalmente por el cumplimiento.
El incumplimiento material u objetivo consiste en la infracción de un deber; su
carácter objetivo deriva de que se trata de una observación previa y sumaria del acto,
ajena a toda consideración de la subjetividad del agente. 135
135
ALTERINI, op. cit. I, 174/175.
65
Al respecto de la distinción precedente, entre incumplimiento completo o total,
por una parte, e incumplimiento relativo o parcial, debe señalarse el principio de que,
según la ley, el deudor no le puede constreñir al acreedor para que acepte un
cumplimiento parcial o defectuoso. Sólo puede hacerlo éste voluntariamente.
Producido el cumplimiento parcial o defectuoso, el acreedor tiene las siguientes
alternativas, a su opción: o negarse a recibir tal clase de pago; o aceptarlo sin reservas; o
aceptarlo con reservas de reclamar indemnización por el segmento de la prestación mal o
defectuosamente cumplida.
Incumplimiento provisorio e incumplimiento definitivo
El incumplimiento también puede clasificarse en provisorio y en definitivo.
Existe incumplimiento provisorio o mora, cuando la obligación aún puede
producirse o ser satisfecha, mediando sólo media un retardo en el cumplimiento,
conforme con lo que se preceptúa en los arts. 423 y 424 del Código civil. 136
La mora puede ser del deudor, en cuyo recibe el nombre de mora debendi o,
más ampliamente, mora solvendi que incluye a las obligaciones de hacer. A la mora del
deudor se alude en el art. 423 del Código civil: El deudor será responsable por los daños
y perjuicios que su morosidad ocasionare al acreedor en el cumplimiento de la
obligación.
O puede provenir del acreedor, en cuyo caso se le denomina mora accipiendi y
a ella se refiere el art. 428 del Código civil: El acreedor quedará constituido en mora si
rehusare recibir la prestación ofrecida, a pesar de reunir ésta los requisitos del pago; o
cuando, intimado al efecto, no realizare los hechos que le incumben para verificarlo, o
siempre que no estuviere en condiciones de cumplir con su contraprestación. No incurrirá
en mora el acreedor si el deudor que hiciere el requerimiento no pudiese ejecutar el pago
en esa oportunidad.
136
Art. 423 del Código civil: El deudor será responsable por los daños y perjuicios que su morosidad ocasionare al acreedor en el cumplimiento de
la obligación.
66
En sentido lato o amplio, la mora es el retardo en el cumplimiento de la
obligación.
La mora es un estado en el que incumplimiento material se torna jurídicamente
trascendente, por concurrir para ello el elemento subjetivo de la imputabilidad de su
conducta culposa o dolosa.
En otros términos, el simple hecho de la demora o el retardo constituye sólo un
incumplimiento material de la obligación, pero cuando tal situación –puramente objetiva-
se conjuga con el elemento subjetivo de la imputabilidad, tendremos que el retardo se
convierte en mora.
La demora o retardo es, así un elemento material de la mora, pero no la mora
misma. 137
Que la deuda sea líquida significa que debe encontrarse determinado el monto
de ella. Claramente especificados su cantidad, peso o medida; que el monto no esté
supeditado a cálculos previos. 142
137
ALTERINI, op. cit. I, 181.
138
BUSSO, Eduardo, Código civil anotado, III, 247; ENNECCERUS, Tratado de derecho civil, 2,I, p. 257; VON THUR, Obligaciones, II, 112;
PLANIOL y RIPERT, II, No. 167.
139
MESSINEO, op. cit., 334.
140
CASTÁN TOBEÑAS, José, Derecho de las obligaciones, 413, Madrid, 1967; PUIG BRUTAU, José, Fundamento de derecho civil, I, II, 413,
Barcelona, 1988.
141
GAUTO BEJARANO, Marcelino, El acto jurídico, p…..?.-
142
CAZEAUX, TRIGO REPRESAS, op. cit. II, 300.
67
plazo o no subsistentes civilmente, como las obligaciones imperfectas (también
143
Tanto como puede haber retardo –culposo o doloso- por parte del deudor en el
cumplimiento de la obligación, puede ocurrir que haya demora –no necesariamente
dolosa o culposa- del acreedor en recibir la prestación debida por el primero, o abstención
de parte de aquél de ejecutar lo imprescindible para que el deudor pueda satisfacer su
deuda. A esa actitud del acreedor, retardo en recibir el cumplimiento por parte del deudor
o, abstención de proporcionar lo necesario para posibilitar tal cumplimiento, se denomina
mora del acreedor, o mora accipiendi, o credendi o creditoris.
Para entender la situación planteada con la mora del acreedor, es importante
advertir lo que ordinariamente sucede: fue él quien celebró el acuerdo obligatorio con la
obvia finalidad de concluir esa relación mediante la obtención efectiva de la prestación
que se le prometió. Tal la finalidad normal de la concertación del negocio y para cuya
consecución la ley le provee de diversos medios encaminados a vencer la resistencia de
su deudor.
Planteada la mora del acreedor será ella el medio que posibilite la liberación del
deudor.
143
CAZEAUX, TRIGO REPRESAS, op. cit., II, 301.
144
Art. 424 del Código civil: En las obligaciones a plazo la mora se produce por el solo vencimiento de aquél. Si el plazo no estuviere
expresamente convenido, pero resultare de la naturaleza y circunstancias de la obligación, el acreedor deberá interpelar al deudor para constituirlo
en mora. Si no hubiere plazo, el juez, a pedido de parte, lo fijará en procedimiento sumario, a menos que el acreedor opte por acumular las
acciones de fijación de plazo y de cumplimiento, en cuyo caso el deudor quedará constituido en mora en la fecha indicada en la sentencia para el
cumplimiento de la obligación. Para eximirse de la responsabilidad derivadas de la mora se producirá sin interpelación.
68
La reacción contra la mora del acreedor se funda en el presupuesto de que el
deudor tiene, no sólo el deber, son también el derecho, de cumplir para conseguir la
liberación. En efecto, la mora del acreedor produce el efecto de impedir la liberación del
deudor. 145
Para que se configure la mora del acreedor debe ser ilegítima la negativa de
éste a recibir el cumplimiento por parte del deudor.
Ello es así, porque existen situaciones en las que el acreedor se encuentra de
hecho impedido de recibir el pago. Por ejemplo, en el caso de su incapacidad
sobreviniente, según se previene en la norma del art. 553 del Código civil: El deudor, que
informado de la incapacidad sobreviniente del acreedor, le hiciere el pago, no extinguirá
la obligación. Otro tanto ocurrirá cuando no pueda recibirlo por encontrarse ausente del
lugar convenido para el cumplimiento, por un motivo legalmente justificado, como el
ejercicio de alguna función pública en otro lugar. O cuando el deudor pretenda satisfacer
la prestación de una manera distinta a la que se establece en la ley o en el contrato
respectivo. O cuando al tiempo del cumplimiento la deuda no fuera aún líquida (su monto
preciso no estuviera aún determinado). O cuando el deudor quiera pagar una prestación
indebida que más tarde el acreedor debe restituir (art. 1819 del Código civil). 147
La mora del acreedor se encuentra establecida en los arts. 428 y 429 del Código
civil.
El art. 428 dispone: El acreedor quedará constituido en mora si rehusare
recibir la prestación ofrecida, a pesar de reunir ésta los requisitos del pago; o cuando,
intimado al efecto, no realizare que le incumben para verificarlo, o siempre que no
estuviere en condiciones de cumplir con su contraprestación. No incurrirá en mora el
145
MESSINEO, Francesco, op. cit., 347.
146
ENNECCERUS, Ludwig y LEHMANN, Henrich, Derecho de las obligaciones, I, 290.
147
Art. 1819 del Código civil: El que paga lo que no debe tiene derecho a repetir lo pagado, con frutos e intereses desde el día de la demanda, si el que
cobró procedía de buena fe; si era de mala fe, desde el día del pago.
69
acreedor si el deudor que hiciere el requerimiento no pudiese ejecutar el pago en esa
oportunidad.
El art. 429: La mora del acreedor producirá los efectos siguientes:
a) el deudor sólo responderá de su propio dolo y por su culpa, que se
apreciará conforme con las reglas establecidas por este Código;
b) si se debieren cosas inciertas, los riesgos serán a cargo del acreedor
mientras no cumpla la intimación para recibir la cosa elegida;
c) la obligación del deudor de restituir los productos de una cosa, o abonar el
importe de los mismos, queda limitada a lo que hubiere percibido efectivamente;
d) el deudor tendrá derecho a que se le indemnicen los gastos de conservación
o guarda, así como los motivados por requerimientos infructuosos; y
e) el deudor estará facultado a pagar por consignación conforme a las reglas
establecidas por este Código.
Las normas del nuestro código proceden directamente del Proyecto de la
Comisión Nacional de Codificación (también arts. 428 y 429), pues no fueron previstas
en el Proyecto de reforma del Código civil argentino de 1936 y tampoco en el
Anteproyecto de BIBILONI. El Proyecto de 1936 sólo contempla el pago por
consignación (arts. 711 a 718).
Tampoco el código argentino tiene normas específicas sobre la mora del
acreedor, aunque Vélez se refiere a ella explícitamente en un párrafo de su nota al art.
509 . 148
Es que los códigos vaciados en los moldes del francés, excepción hecha del C.
alemán, del Federal suizo de las Obligaciones, del brasileño y del italiano de 1942, no
han consagrado a la mora creditoris un capítulo propio, distinto del dedicado a la mora
del deudor, como si no fuesen diferentes, y digna la mora del acreedor de un estatuto
regulador de sus efectos. Esos viejos códigos, entre los que se incluye el argentino,
apenas si le han dedicado a la mora del acreedor un precepto a propósito de la oferta real
y del depósito del pago por consignación.
El código paraguayo se inspiró en el Anteproyecto DE GÁSPERI (arts. 831 a
842) que tuvo por fuente a los códigos italiano (arts. 1206 a 1217) y alemán (arts. 300 a
304, 372, 374, 375, 378, 380 y 381). Este último es, en importante medida, imitación en
la materia del Código Federal suizo de las obligaciones (art. 91).
148
Nota al art. 509 del Código civil argentino: El acreedor se encuentra en mora toda vez que por un hecho o por una omisión culpable, hace
imposible o impide la ejecución de la obligación, por ejemplo, rehusando aceptar la prestación debida en el lugar y tiempo oportuno, no
encontrándose en el Lugar convenido para la ejecución o rehusando concurrir a los actos indispensables para la ejecución, como la medida o el
peso de los objetos que se deban entregar, o la liquidación de un crédito no líquido (se remite el codificador a la cita de MAYNZ, Derecho
romano, No. 264)
70
Nuestro Código civil no tiene una sección separada para la mora del acreedor,
encontrándose insertada en el de las disposiciones generales sobre los efectos de las
obligaciones, juntamente con la mora del deudor. Los códigos italiano y alemán por el
contrario, le dedican una sección propia específica.
Los actos preparatorios son materia propia del instituto de la mora del acreedor
y son aquellos que la ley o el contrato imponen al acreedor con la finalidad de arribar al
cumplimiento de la prestación que se le adeuda.
Así, por ejemplo, si tratándose de entregar cosas inciertas no fungibles se
hubiese estipulado que la elección la hará el acreedor, e interpelado por el deudor a
hacerlo, se negare sin motivo legítimo. Incurrirá igualmente en mora si requerido a recibir
la prestación exigiere arbitrariamente de su deudor otras cosas más de la prometida, o si
al vencimiento del término para el cumplimiento de la prestación estuviere ausente o no
dejare apoderado que le represente para recibirla; o se negare a otorgar recibo al deudor. 149
149
DE GÁSPERI, Luis, Anteproyecto de Código civil, nota al art. 831, 242, Asunción, 1964.
150
ENNECCERUS, op. cit., 292.
71
Los efectos de la mora del acreedor se cuentan desde el momento en que acepta
la oferta del deudor, o desde el día de la oferta cuando luego es declarada legalmente
válida, por no haber sido espontáneamente aceptada por el primero., de acuerdo con las
regla respectiva prevista para el pago por consignación. Al respecto, establece el art. 589
del Código civil: La consignación no impugnada, o que se declare válida, surtirá los
efectos del pago desde el día del depósito.
Del texto del art. 428 del Código civil pueden extraerse los diversos
requerimientos que debe reunir la oferta de cumplimiento para que determine la mora del
acreedor:
1. Debe ser formulada al acreedor o a quien estuviera facultado para ello, de
acuerdo con lo establecido en los arts. 551, 553, 554 y 556 del Código y
fundamentalmente por el primero de estos artículos, el 551, en cuanto dispone: El pago
debe hacerse: a) al acreedor que tuviere la libre administración de sus bienes o a su
representante facultado para el efecto; b) al que presentare el título del crédito, si fuere
al portador o tuviere recibo del acreedor, salvo fundada sospecha de no pertenecerle el
documento, o de no estar autorizado para el cobro; c) al tercero indicado para recibir el
pago, aunque lo resistiera el acreedor, y aunque a éste se le hubiere satisfecho una parte
de la deuda; y d) al que estuviere en posesión del crédito. El pago será válido, aunque
después dicho poseedor fuere vencido en juicio sobre el derecho que invoca.
2. La oferta debe ser hecha por persona que se encuentre en condiciones de
cumplir válidamente la obligación, de acuerdo con lo que se establece en los arts. 548 y
549 del Código civil. La primera de estas normas establece: Pueden hacer el pago: a) el
deudor capaz de administrar sus bienes; b) toda persona interesada en el cumplimiento
de la obligación; c) el tercero no interesado, son asentimiento del deudor o sin él. El
segundo artículo, el 549 agrega: La obligación puede se cumplida por un tercero, aun
contra la voluntad del acreedor, si éste no tiene interés en que el deudor ejecute
personalmente la prestación. Sin embargo, el acreedor puede rechazar el cumplimiento
que se le ofrece por el tercero, si el deudor ha manifestado su oposición.
3. La oferta debe serlo respecto de la totalidad de la deuda incluyendo –en su
caso- los frutos e intereses y gastos líquidos.
4. Cuando se formula la oferta, el plazo para el pago debe encontrarse vencido,
si es que el mismo fue establecido a favor del acreedor.
72
5. Que la deuda fuera líquida o sea, inmediatamente gestionable por no estar
pendiente el cumplimiento de alguna condición suspensiva.
6. Debe ser hecha al acreedor personalmente, o en su domicilio.
151
GAUTO BEJARANO, Marcelino, El acto jurídico, pág. , Asunción, 2010: Se consideran recepticias las declaraciones con las cuales el
declarante hace valer un poder propio, vinculando al destinatario que elige. Son características esenciales de la declaración recepticia el que se
considere como que ella no existe, o que no produce efectos como tal, si no es conocida por su destinatario, o si no ha llegado conocimiento del
mismo.
152
LLAMBÍAS, Jorge Joaquín, Tratado de derecho civil, Obligaciones, I, 175, Buenos Aires, 1973.
73
ofrece la contraprestación (Si lo omite por una causa a él imputable incurre, además, en
mora debendi en cuanto a su contraprestación, ya que en el ofrecimiento que el deudor
hace prestar a cambio de la contraprestación, va implícito también un requerimiento a la
contraprestación. Si el acreedor alega haber ofrecido la contraprestación por haberle sido
exigida, le incumbe probarlo). Así sucede también cuando el acreedor impida la
prestación por no expedir el recibo que le exija el deudor que ofrece la prestación, o por
no devolver el título de la obligación. 153
Los diversos efectos que produce la mora del acreedor son, conforme con el art.
429 del Código civil, los siguientes:
a) el deudor sólo responderá por su propio dolo y por su culpa, que se apreciará
conforme con las reglas establecidas por este Código.
Significa que la mora del acreedor le transfiere a él el riesgo y peligro de la
cosa que, por ello, quedan a su cargo. Consecuentemente, soportará los efectos de la
imposibilidad sobrevenida de la obligación. A este respecto establece el art. 628 del
Código civil: La obligación se extingue cuando por una causa física o jurídica no
imputable al deudor, anterior a su constitución en mora, se hace imposible la prestación
que constituye el objeto de ella. Consecuentemente, después de la mora del acreedor, el
deudor sólo responderá de sus propios dolo y culpa.
Aplicaciones de este efecto pueden encontrarse: en el contrato de obra cuando
ella perece por caso fortuito si el que la encargó hubiere incurrido en mora de recibirla
(art. 857 del Código civil); y en el comodato, cuando el comodatario se encuentre en
154
mora de devolver la cosa prestada aunque ella perezca por una causa que no le sea
imputable al mismo (art. 1278 del Código civil). 155
b) si se debieren cosas inciertas, los riesgos serán a cargo del acreedor mientras
no cumpla la intimación para recibir la cosa elegida.
Se trata de la mora del acreedor, o sea la que se produce después de
individualizada la cosa respectiva, cuya situación se rige por las normas de las
153
ENNECCERUS, op. cit., 294.
154
Art. 857 del Código civil: El precio de la obra deberá pagarse a su entrega, si no hubiere plazo estipulado. Si antes de la entrega, pereciere por caso
fortuito la obra, no podrá el que la ejecuta reclamar el precio de su trabajo, ni el reembolso de sus gastos, a menos que el que la encargó hubiere incurrido
en mora de recibirla. Cuando la obra se destruyese, sea a consecuencia de un defecto del material suministrado, o de la tierra asignada por el que
encarga la obra, sea por efecto del modo de ejecución prescripto por él, podrá el que la ejecuta, si en tiempo útil le advirtió de esos riesgos, reclamar el
precio del trabajo hecho y el reembolso de los gastos no incluidos en ese precio. Podrá además reclamar daños y perjuicios, si el que encargó la obra ha
incurrido en culpa.
155
Art. 1278 del Código civil: El comodatario es igualmente responsable si la cosa perece por un caso fortuito al que podía sustraerla sustituyéndola por
la cosa propia, o si pudiendo salva una de las dos cosas, ha preferido la propia. El comodatario que emplea la cosa para uso diverso o por más tiempo del
convenido, es responsable de la pérdida ocurrida por causa que no le sea imputable, cuando no pruebe que la cosa habría perecido igualmente si no la
hubiere empleado para uso diverso, o la hubiese restituido a su debido tiempo.
74
obligaciones de dar cosas ciertas, conforme se dispone en el art. 472 del Código civil:
Después de individualizada la cosa, serán aplicables las reglas sobre obligaciones de dar
cosas ciertas.
Quiere decir que incurre en mora el acreedor que –intimado por el deudor- no
recibe la cosa ya individualizada.
Tratándose de obligaciones genéricas, el riesgo se transfiere al acreedor cuando
incurre en mora por no aceptar las cosas a él ofrecidas. Por tanto, en todo caso es
indispensable un ofrecimiento, que se haya referido precisamente a las cosas que ahora
han perecido o se han menoscabado, Así, pues, en principio, la transferencia del riesgo no
puedo tener lugar sin separación de las mercancías. 156
156
ENNECCERUS, op. cit., 298.
157
ENNECCERUS, op., cit., 297.
75
los gastos de depósito y guarda de la misma, en virtud de lo que se establece en el art.
1826 del Código civil.
158
e) el deudor estará facultado a pagar por consignación conforme con las reglas
establecidas por este Código.
Se alude a la norma del art. 584 del mismo código: El pago por consignación
debe hacerse judicialmente y sólo es posible en las obligaciones de dar. Procede en los
siguientes casos: a) si el acreedor incurre en mora o se niega a recibir el pago.
Puesto que –según vimos- el deudor tiene el derecho a liberarse, la ley la
faculta para pagar consignado la prestación –sólo de dar- adeudada que el acreedor fue
remiso en recibir. El pago por consignación, en síntesis, en una facultad que la ley
concede al deudor para liberarse de su obligación, ante la mora de su acreedor.
f) en las obligaciones de dar sumas de dinero –también llamadas pecuniarias-
desde la mora del acreedor cesa el curso de los intereses.
Esta consecuencia, omitida entre las enumeradas en el art. 429 del Código civil,
es obvia pues ellos –sean legales o convencionales- no se devengan a cargo del deudor
dado que el retardo o demora en cumplir no le es imputable al mismo, a su culpa o dolo.
56. EL DAÑO
158
Art. 1826 del Código civil: El obligado a restituir una cosa podrá retenerla cuando le correspondiese un crédito exigible en virtud de gastos efectuados
en ella, o con motivo de daños causados por dicha cosa. No tendrá esta facultad quien poseyere la cosa por razón de un acto ilícito. Este derecho podrá
invocarse respecto de cosas muebles o no robadas ni perdidas, si mediase buena fe.
76
57. Concepto del daño
Al respecto establece la norma del art. 450 del Código civil que los daños
comprenden el valor de la pérdida sufrida.
El daño emergente está, entonces, representado por la falta de ingreso de la
prestación debida al patrimonio del acreedor.
Dicho daño, sin embargo, no se reducirá en todos los casos al mero desmedro,
sino que puede extenderse a la privación –por causa del incumplimiento del deudor- de
las ganancias que el acreedor podía haber obtenido de no mediar aquel. Ganancias o
utilidades legítimas, que reciben el nombre de lucro cesante (“lucrum cesans”).
159
ENNECCERUS, op. cit., 299.
160
BUSSO, op. cit., III, 218; PLANIOL, Marcel, Tr. élém 10, II, No. 221; BAUDRY-LACANTINERIE y BARDE, Obl., 3, I, No. 447;
LAURENT, 3, XVI, No. 282; JOSSERAND, Cours, II, No. 602; ENNECCERUS, Obl., 35, No. 10, pág. 61; VON TUHR, Obl. II, No 67; DE
RUGGIERO, Inst., 7, III, No. 93.
161
LLAMBÍAS, Jorge Joaquín, Tr. de derecho civil, Obligaciones, I, 289, Buenos Aires, 1973.
162
LLAMBÍAS, op. cit., 290
77
a) SEGUN SU CAUSA
En compensatorios y moratorios;
b) SEGÚN EL VÍNCULO CON EL PERJUDICADO
En comunes y propios;
c) SEGÚN LA RELACIÓN CAUSAL con el incumplimiento
En inmediatos y mediatos, directos e indirectos;
d) SEGUN SU PREVISIÓN
En previsibles e imprevisibles.
e) SEGÚN SU RELACIÓN CON LA DEUDA
En intrínsecos y extrínsecos.
f) SEGÚN SU EFECTIVIDAD
En actual y futuro
g) SEGÚN SU FUENTE
En contractual y extracontractual
i) SEGÚN LA NATURALEZA DEL BIEN AFECTADO
En patrimonial y moral.
163
CALVO COSTA, Carlos A., Daño resarcible, 251, Buenos Aires, 2005.
78
Puesto que reemplazan al cumplimiento en especie, no pueden –repetimos-
acumularse al mismo.
Inversamente, cuando la reparación cubre sólo la inejecución provisoria, se
denominan daños moratorios. Esta clase de daños se acumulan al cumplimiento
específico de la prestación y también a los daños compensatorios.
El daño moratorio, por su parte, es el que se debe con motivo de la mora del
deudor en el cumplimiento de una obligación. En este caso sí la indemnización es
acumulable a la prestación principal, ya que ésta es aún de posible cumplimiento; por lo
común el daño moratorio es resarcido a través de intereses calculados sobre el capital. 164
Lo dicho significa que cuando se produce la mora del deudor, debe el mismo
satisfacer tanto la prestación objeto de la obligación, como los respectivos daños
moratorios. Vale decir, dos prestaciones.
En las obligaciones de dar sumas de dinero, por excepción, no se originan sino
daños moratorios; en consecuencia se excluyen los daños compensatorios. Quiere decir,
en otros términos, que en las obligaciones pecuniarias el único resarcimiento por la
tardanza en cumplirlas es el interés moratorio.
La regla fue plasmada en el art. 1153 del Código francés por influjo de las
165
El fundamento de esta limitación tenía sin duda una base racional innegable.
Antiguamente, privado el acreedor del goce de su capital, a causa de la mora del deudor,
siempre podía recurrir a un tercero solicitándole en préstamo un capital equivalente al
suyo; cuando el deudor, finalmente, pagaba la deuda, podía, a su vez el acreedor restituir
el préstamo recibido del tercero. Con lo cual el efectivo daño soportado por el acreedor
consistía en los intereses pagados por él al tercero . 167
164
CALVO COSTA, op. cit., 251
165
Art. 1153 del Código civil francés: El fiduciario puede ser removido sin causa por resolución de la asamblea de debenturistas. También puede serlo
judicialmente, por causa grave a pedido de un debenturista. Se sustanciará en juicio sumario con audiencia del fiduciario y recepción de las
pruebas que el juez estime del caso. El fiduciario no puede renunciar al cargo sin causa justificada, que el juez resolverá sumariamente.
166
DOMAT, Jean, Lois civiles, libro III, tít. V, t. II, p. 95; POTHIER, Robert Joseph, Oblig., N. 169 y 170.
167
LLAMBÍAS, op. cit., II, 220.
79
lucrativos se convierten en moratorios, de acuerdo con lo preceptuado en el segundo
párrafo del art. 44 de Ley 489/95 Orgánica del Banco Central del Paraguay (texto
modificado por Ley 2339/03): El interés compensatorio se convierte, a partir de la mora,
en interés moratorio.
Pero esta regla que limita a los intereses moratorios el resarcimiento de los
daños sufridos por el acreedor de una obligación pecuniaria, no tiene carácter absoluto,
puesto que se admite que convencionalmente se establezca el resarcimiento de un daño
más importante, tal ocurre con la cláusula penal que imponga adicionalmente el
denominado interés punitorio.
Respecto de estos últimos –los intereses punitorios- se señala que lo que podría
ocurrir si además de los intereses moratorios se estipulara una cláusula penal con una
prestación definida que en su acumulación con los intereses fuese excesiva en
comparación con el efectivo daño experimentado por el acreedor. Por allí, no podrá ser
esta convención, por la previsión de un daño determinado, una manera de burlar la
prohibición de los intereses usurarios . 168
168
LLAMBÍAS, op. cit. II, 225.
80
Debe recordarse que las consecuencias mediatas son las que resultan de la
conexión de la consecuencia inmediata con un hecho distinto. Estas consecuencias son
también previsibles (art. 1856 del Código civil). De las consecuencias mediatas sólo
169
responde el autor del hecho doloso. De las inmediatas responde siempre el autor del
hecho, sea éste culposo o doloso.
En el ámbito contractual, los daños moratorios serán adeudados desde la
constitución en mora del deudor. En la órbita extracontractual, por su parte, el daño
moratorio estará ocasionado por la tardanza en la asunción oportuna del deber de
indemnizar, y los intereses correrán –en tal caso- desde la fecha de producción de cada
perjuicio. 170
169
Art. 1856 del Código civil: El obligado a indemnizar el daño que le sea imputable resarcirá todas las consecuencias inmediatas, y las mediatas
previsibles, o las normales según el curso natural y ordinario de las cosas, pero no las causales, salvo que éstas deriven de un delito y debieran resultar
según las miras que el agente tuvo al ejecutar el hecho.
169
Citado por LLAMBÍAS, op. cit., I, 294.
170
CALVO COSTA, op. cit., 251/252.
81
Por regla en la indemnización de daños y perjuicios sólo se contemplan los
daños comunes pero, excepcionalmente podrán reclamarse los daños propios cuando eran
sabidos por el deudor al tiempo de constituirse la obligación. Lo cual significa que no
serán reclamables esta clase de daños cuando el acreedor hiciere saber de ellos en un
momento posterior al de la constitución de la deuda.
Son directos los daños que sufre la propia víctima del incumplimiento. Son
indirectos los perjuicios propios que experimenta una persona distinta de la víctima.
En la órbita contractual el daño resarcible debe ser directo, en tanto en la
aquiliana puede resultar indirecto . Esto último resulta de la norma del art. 1840 del
171
Código civil: La obligación de reparar el perjuicio causado por un acto ilícito existe, no
sólo respecto de aquél a quien se ha dañado personalmente, sino también respecto de
todas las personas directamente perjudicadas por consecuencia del acto.
El daño moral, por excepción, sólo le corresponde al damnificado directo, y en
caso de muerte del mismo, exclusivamente a sus herederos forzosos, según lo que
dispone el art. 1835 del Código civil: La acción por indemnización del daño moral sólo
competerá al damnificado directo. Si del hecho hubiere resultado su muerte, únicamente
tendrán acción los herederos forzosos
171
ALTERINI, Atilio Aníbal, Responsabilidad civil, 126, Buenos Aires, 1999.
82
58.6. Daños intrínsecos y extrínsecos
Son daños intrínsecos (daños circa rem) aquellos que afectan a la propia
prestación objeto de la obligación, por ejemplo, si carece de motor el automóvil que
entrega el vendedor al comprador.
Son extrínsecos (daños extra rem) los que experimenta el acreedor en otros
bienes suyos, diferentes al de la prestación debida. En el ejemplo de POTHIER , la vaca 172
Mientras que se entiende por daño futuro aquel no producido aún al tiempo de
dictarse sentencia existiendo sin embargo, en este momento, su causa generadora. Por
ejemplo, las grietas en la pared de una vivienda producidas por las profundas
excavaciones en el inmueble del vecino; grietas que por su importancia ocasionarán –más
tarde o más temprano- el derrumbe de la pared afectada, por lo menos.
El daño futuro puede, a su vez, clasificarse en cierto e incierto o eventual.
Cierto es aquel que indudablemente ocurrirá o que tiene un alto margen de
probabilidad de producirse. En el caso del ejemplo anterior, la grieta en sí misma
representa un daño actual, y mientras que el derrumbe será un daño futuro, dada la
importancia de las grietas. El daño futuro cierto es susceptible de ser resarcido.
172
Citado por LLAMBÍAS, op. cit., I, 294.
173
DE CUPIS, Adriano, Il danno, 155, Milano, 1954.
83
Incierto o eventual, o sea aquel daño puramente conjetural o hipotético. No es,
en principio, resarcible; pero si la sola posibilidad de su ocurrencia provoca daños, se
estará ante un daño actual. Por ejemplo: la desvaloración de los inmuebles de un barrio
residencial al instalarse en el mismo un depósito de artículos inflamables pues, en tal
caso, no ocurrió aún un accidente o explosión, se produjo sin embargo la referida
depreciación por la sóla posibilidad de que pudiera aquella acaecer.
Se trate de daño actual o de daño futuro, interesa que exista o subsista al tiempo
de dictarse la sentencia.
Puede ser presente tanto el daño emergente como el lucro cesante. Según lo que
habíamos dicho, este último ha de tener por objeto un interés futuro, o sea interés relativo
a un bien aún en expectativa en el tiempo en que es causado . 174
174
DE CU8PIS, ibidem, 155.
175
Art. 596 del Código civil: La subrogación legal o convencional, traspasa al nuevo acreedor todos los derechos, acciones o garantías del antiguo
acreedor, tanto contra el deudor principal y codeudores, como contra los fiadores y terceros poseedores de bienes afectados al crédito, con las restricciones
siguientes: a) el subrogado no puede ejercer los derechos y acciones del acreedor, sino hasta la concurrencia de la suma que el ha desembolsado realmente
para la liberación del deudor; b) el efecto de la subrogación convencional puede ser limitado a ciertos derechos y acciones por el acreedor, o por el deudor
que la consiente, y el de la subrogación legal por acuerdo del acreedor, o del deudor, con el tercero; c) la subrogación legal establecida en
provecho de los que han pagado una deuda a la cual estaban obligados con otros, no los autoriza a ejercer los derechos y las acciones del acreedor contra
sus coobligados, sino hasta la concurrencia de la parte por la cual cada uno de estos últimos estaba obligado a contribuir para el pago de la deuda; d) la
84
misma situación que el damnificado por quien pagó la reparación para quien, según
vimos, el daño se considera subsistente cuando fue él quien la solventó.
1872 y 1873 del Código civil, es decir el conjunto de cosas y bienes de una persona,
177 178
subrogación a favor del tercero poseedor de bienes hipotecarios por el deudor principal no lo autoriza para perseguir al fiador aunque la hipoteca se
hubiere constituido después de la fianza. El fiador que paga la deuda garantizada con hipoteca por el deudor, queda subrogado contra el tercer poseedor
del bien gravado; e) la subrogación a favor del tercero poseedor de uno de varios bienes hipotecados en garantía del crédito pagado; no le autoriza a ejercer
los derechos del acreedor contra los otros poseedores sino por la parte proporcional al beneficio que ha producido el pago de cada uno de ellos; f) la
subrogación a favor del tercero poseedor de un bien hipotecado por uno varios deudores solidarios, no le autoriza a usar de las acciones del acreedor, sino
en la medida en que el deudor constituyente podría ejercerlos contra sus coobligados; y g) cuando uno de los herederos a quien se ha adjudicado un bien
hipotecado por el causante, se subroga al acreedor, no podrá usar de sus derechos sino por la parte que corresponde a cada uno de los otros en la sucesión.
176
ORGAZ, Alfredo, El daño resarcible, 40, Buenos Aires, 1952.
177
Art. 1872 del Código civil: Se llaman cosas en este Código, los objetos corporales susceptibles de tener un valor.
178
Art. 1873 del Código civil: Los objetos inmateriales susceptibles de valor e igualmente las cosas, se llaman bienes. El conjunto de los bienes de una
persona, con las deudas o cargas que lo gravan, constituye su patrimonio.
85
afectan de manera conjunta intereses patrimoniales e intereses de pura afección. Nosotros
entendemos que el daño moral tiene repercusión patrimonial, se trata en verdad de un
daño patrimonial indirecto, y que el daño moral puro es el que sólo afecta los bienes
jurídicos no patrimoniales . 179
Puesto que por daño patrimonial debe entenderse todo perjuicio al patrimonio,
no es daño inmaterial, sino patrimonial, el perjuicio indirecto al patrimonio.
Daño inmaterial es, en cambio, todo perjuicio originado directamente a la
persona el denominado daño moral puro sin afectar, ni inmediatamente, ni tampoco
mediatamente, el patrimonio de ella, o a la persona misma, en capacidad productiva 180
58.10. Metodología
179
MOISSET DE ESPANÉS, Luis, Curso de obligaciones, III, 276/277, Buenos Aires, 2004.
180
MESSINEO, op. cit., VI, 566, Buenos Aires, 1979.
86
Inspirándose en el código francés, daños e intereses es la denominación que
utilizan el código argentino (arts. 506 y concordantes), el Anteproyecto de BIBILONI
(II, 8) y el Anteproyecto DE GÁSPERI (arts. 843 y concordantes).
La doctrina no es pacífica respecto del significado de las mencionadas
expresiones; pues, en efecto, algunos sostienen que con ellas se aluden respectivamente
al daño emergente y al lucro cesante ; mientras que otros sostienen que aluden en
181
58.11.1. Pecuniaria
Pues así lo establece clara y expresamente la norma del art. 450 del Código
civil para la responsabilidad contractual: Su monto será fijado en dinero, con lo que se
ajusta a los lineamientos de la tradición romana y francesa al respecto de que la
indemnización se materializará directamente en dinero. El código alemán (arts. 249 a
251) establece que la indemnización se traducirá, en primer lugar y por regla, a la
reposición en especie y sólo cuando ésta no sea posible, se materializará con dinero.
Para la indemnización por responsabilidad extracontractual se dispone la
reparación directa o en especie a favor de la víctima y a expensas del victimario, si -por la
naturaleza del daño- fuere ello posible, restableciendo la situación anterior al hecho
ilícito, conforme se establece en el primer párrafo del art. 1857 del Código civil: Cuando
por la naturaleza del daño sea posible su reparación directa, la indemnización debida
por aquél a quien su comisión fuere imputable será cumplida con el restablecimiento a
sus expensas del estado de cosas que habría existido de no haber ocurrido la
circunstancia que le obligue a indemnizar. Ejemplo: el que por torpeza rompe un jarrón
de cristal debe reponerlo por otro semejante, lo cual revela que la prestación adeudada
debe ser fungible.
181
REZZÓNICO, Luis María, Estudio de las obligaciones, I, 206: Agreguemos que atento al significado gramatical de las palabras “daño” e
“intereses”, puede decirse, con MARCADÉ (t. 4, Nro. 514) y otros autores que los “daños” se refieren al detrimento, perjuicio o menoscabo
patrimonial, al daño emergente; y los “intereses” o “perjuicios”, según la expresión corriente en nuestro país, se refieren al provecho, utilidad,
beneficio o ganancia, al lucro cesante que el acreedor experimente.
87
Subsidiariamente, para el caso de que la reparación directa fuera imposible, el
deudor indemnizará con una prestación en dinero que le permita a la víctima procurarse
la reparación, según los términos del segundo párrafo del art. 1857 del Código civil: Si la
reparación directa fuese imposible, el deudor de ella indemnizará el daño mediante una
prestación en dinero que permita al acreedor procurársela.
La fuente del art. 1857 del Código es el art. 2470 del Anteproyecto DE
GÁSPERI el cual difiere sustancialmente de la disposición del art. 1083 del Código civil
argentino en cuanto ésta consagra la opción a favor del acreedor entre la reposición
directa de lo dañado y una prestación en dinero que le permita procurarse dicha
reparación. Entonces, nuestro Código en su art. 1857 reproduce al Anteproyecto DE
GÁSPERI el cual, al respecto, se inspiró en los arts. 249 a 251 del Código alemán.
Volveremos sobre esta cuestión al tratar específicamente la indemnización de fuente
extracontractual.
58.11.2. Resarcitoria
58.11.3. Subsidiaria
182
BUSSO, Eduardo B., Código civil anotado, III, 395: Sin embargo, no sería correcto considerar que la palabra “daño” sólo se refiere al damnum
emergen, y el “interés” también al lucrum cessans. Las dos expresiones son equivalentes en nuestro derecho, en el sentido de que abarcan las dos
formas posibles de la disminución del patrimonio; LLAMBÍAS, op. cit., I, 301.
183
ORGAZ, Alfredo, El daño resarcible, 230/231, Buenos Aires, 1952: Lo que dejamos dicho, estaca ala vez que la reparación del agravio moral
no se concede a título de pena contra el responsable. Lo mismo que la indemnización de daños materiales, la de los morales tiene un estricto
carácter de reparación, al menos en el derecho moderno: (En el derecho romano, al contrario, las acciones de resarcimiento eran, sobre todo,
acciones penales. Confr. V. TUHR, vol. III-2, pág. 160; WINDSCHEID, II, No. 236) una y otra, en efecto, no se proponen inmediatamente
imponer un mal al responsable, infligirle un castigo, sino tan solo procurar a la víctima una satisfacción o compensación de los daños que ha
sufrido, en su patrimonio o en sus valores morales a raíz del acto ilícito.
184
LLAMBÍAS, op. cit., 305: Cuando se trata de la reparación de daños morales la indemnización no tiene carácter resarcitorio sino punitorio.
88
Este carácter significa que la indemnización de daños y perjuicios se encuentra,
al tratarse del cumplimiento indirecto o anómalo. En una prestación que el deudor debe
satisfacer al acreedor en reemplazo de aquella a la que específicamente se había
comprometido, es el cumplimiento in natura o en especie. Con ésta debía cumplirse en
primer término, por lo que indemnización surge como sucedáneo, o sea en sustitución de
la verdaderamente debida.
A diferencia de los casos posibles de cumplimiento en forma específica, se
puede señalar que la obligación del resarcimiento del daño, aun ocupando el puesto del
deber de prestación que ha quedado incumplido, constituye una obligación autónoma,
también desde el punto de vista del contenido, puesto que es el equivalente en dinero de
la prestación no cumplida (la denominada prestación vicaria); el mismo sirve para
restaurar el patrimonio del acreedor que ha quedado perjudicado por la falta de
cumplimiento . 185
Para que el daño se considere resarcible debe reunir las siguientes condiciones:
a) Debe ser, en principio actual y cierto, y no meramente eventual o hipotético,
según explicamos más arriba al aludir a las clases o especies del daño. Esto es, en
principio, repetimos, pues el daño futuro es también resarcible cuando se trata de una
ganancia probable (chance).
La certeza del daño significa, simplemente, que éste debe existir¸ es decir, ser
real, efectivo y no meramente posible, eventual o hipotético. Daño “cierto” no equivale a
daño “actual”; también los perjuicios futuros deben ser ciertos, en el sentido de que sea
razonablemente previsible que ocurrirán . 186
185
MESSINEO, op. cit., IV, 246.
186
ZAVALA DE GONZÁLEZ, Matilde, Personas, Casos y cosas en el derecho de daños, 33/34, Buenos Aires, 1991.
89
oportunidad de un beneficio, malograda por el hecho lesivo (pérdida de “chance”). En el
segundo caso, la materia resarcible no equivale a la pérdida de la ventaja misma, sino a la
pérdida de la ocasión que se tenía para lograrla. Se está aquí en una zona gris o a mitad de
camino entre el daño cierto y el incierto, representada por la frustración de “chance” . 187
pérdida sufrida como en la utilidad dejada de percibir por el acreedor como consecuencia
de la mora o del incumplimiento de la obligación pues la amplitud de esta última frase
permite considerarla como comprensiva tanto del lucro cesante propiamente como de las
ganancias probables de las que se vio privado el acreedor por causa del incumplimiento
imputable del deudor.
b) El daño debe ser subsistente al tiempo en que se lo juzga. No se considerará
entonces resarcible el daño que para dicho momento resulte que ha sido reparado por el
deudor. Si la reparación fue hecha por el acreedor o un tercero (caso de la aseguradora),
se lo tendrá por subsistente, según vimos al examinar esta clase de daños supra y
resarcible, por supuesto.
c) Daño personal del acreedor, pues nadie más que él tiene la facultad de exigir
el resarcimiento. O sea, nadie está legitimado para demandar el resarcimiento de daños
sufridos por un tercero.
El daño además debe haber vulnerado el interés directo del acreedor.
d) Daño a un interés legítimo, lo cual significa que debe el mismo afectar a un
bien valioso del acreedor que se encuentre además tutelado por la ley; por ejemplo, no
será resarcible el incumplimiento del contrato de transporte por parte de un taxista cuyo
servicio se convino por el ladrón para el traslado los electrodomésticos robados de un
domicilio particular.
187
ZAVALA DE GONZÁLEZ, ibidem, 34.
188
Art. 450 del Código civil: Los daños comprenden el valor de la pérdida sufrida y el de la utilidad dejada de percibir por el acreedor como
consecuencia de la mora o del incumplimiento de la obligación. Su monto será fijado en dinero, a menos que la ley dispusiere otra forma.
90
La evaluación del daño debe tener la finalidad de resarcirlo integralmente para
restablecer el patrimonio del acreedor menoscabado por el incumplimiento del deudor.
Ahora bien, cuál es el valor que deba atribuirse a las cosas o bienes objeto de la
prestación, que fueron dañados cuando se trata de un daño patrimonial directo?
Pues el denominado valor de uso, que es aquel que tienen las cosas para su
dueño (id quod interest), y no precisamente el valor de cambio que es el que le atribuye
en el mercado (aestimatio rei).
El valor de uso es pues subjetivo, siendo objetivo el de cambio. El valor de uso
es el de cambio u objetivo pero modificado por las circunstancias personales del
damnificado . 189
189
ORGAZ, op. cit., 145.
190
Art. 800 del Código civil: El permutante, si ha sufrido la evicción y no quiere recibir de nuevo la cosa que dio, tiene derecho al valor de la cosa cuya
evicción sufrió, según las normas establecidas para la venta, salvo, en todo caso, el resarcimiento del daño.
191
Art. 939 del Código civil: El daño derivado de pérdida o avería se calcula según el precio corriente de las cosas transportadas en el lugar y en el
tiempo de la entrega al destinatario.
192
Art. 1861 del Código civil: En los casos de muerte o de lesiones, quienes tuvieren derecho a exigir alimentos al damnificado, podrán reclamar
directamente la indemnización del perjuicio sufrido por tal causa. Esta regla comprende también a la persona concebida antes de la fecha en que fue
perpetrado el acto ilícito. De ese derecho no gozarán quienes participaron en el hecho, o no lo impidieron, pudiendo hacerlo.
91
En otras palabras, de ordinario, la liquidación del daño tiene el efecto de
convertir la obligación incumplida (si no era ya de naturaleza pecuniaria) en obligación
pecuniaria, que expresa el valor concreto (expresado en moneda) de la prestación no
realizada y, por consiguiente, que sea adecuada ala entidad cualitativa y cuantitativa del
daño. 193
193
MESSINEO, op. cit., 251.
92
Con posterioridad a la ocurrencia del hecho perjudicial pueden también las
partes evaluar el daño, de común y recíproco acuerdo, por medio del contrato de
transacción (art. 1495 del Código civil).
194
debe ser equitativo, porque no puede el juez proceder de otro modo a pesar de sus
facultades discrecionales. O sea, tal discrecionalidad no le autoriza a fijar montos que no
sean razonablemente relacionados con el efectivo daño sufrido por el acreedor.
El monto de la indemnización podrá ser moderado en su monto por el juez, de
acuerdo con el principio consagrado en el art. 1857, tercer párrafo, del Código civil si
hubiese evidente desproporción entre la acción ejecutada con intención, o por culpa, y el
daño efectivamente sufrido. El juez, en tales situaciones, se encuentra facultado incluso a
dispensar la indemnización, en tales casos semejantes.
Dicha facultad moderadora del juez está prevista, por ejemplo, para la gestión
de negocios en el art. 1811 del Código civil tomando en cuenta las circunstancias que
196
194
Art. 1495 del Código civil: Por el contrato de transacción las partes, mediante concesiones recíprocas, ponen fin a un litigio o lo previenen. Por medio
de ella se pueden crea, modificar o extinguir, además, relaciones jurídicas diversas de las que fueron objeto del litigio o motivo de la controversia.
195
Art. 452 del Código civil: Cuando hubiese justificado la existencia del perjuicio, pero no fuese posible determinar su monto, la indemnización será
fijada por el juez.
196
Art. 1811 del Código civil: El gestor queda sujeto a las obligaciones inherentes al mandatario. Sin embargo, podrá el juez, tomando en cuenta las
circunstancias que indujeron al autor a asumir esa responsabilidad, moderar el resarcimiento de los daños a los que estaría obligado por efecto de su culpa.
93
59.4. Evaluación legal
Se trata de aquellos casos en que la propia ley es la que evalúa y tasa del monto
de los daños.
En la responsabilidad contractual sólo existe evaluación legal del daño en el
caso del incumplimiento de las obligaciones de dar sumas de dinero (obligaciones
pecuniarias).
En las obligaciones de dar sumas de dinero la ley, en efecto, establece de
antemano el monto de la indemnización bajo la forma de los intereses, los que asumirán
el carácter de moratorios por la demora o tardanza en el cumplimiento y que se adeudan
desde la fecha de la mora según el los arts. 424 y 475 del Código civil, por un monto fijo
predeterminado (también conforme con los arts. 475 del Código y 44 de la Ley 489 del
Banco Central del Paraguay), y aunque el acreedor no justifique el perjuicio, según el
segundo párrafo del citado art. 475 del Código.
El concepto de que parte la ley al establecer la obligación de abonar los
intereses de la mora, independientemente de la prueba del daño del acreedor es que el
dinero, si se entrega oportunamente al acreedor, es siempre apto para producir frutos; y
los intereses, como sabemos, son precisamente uno de las figuras de frutos civiles. De
ahí, la consecuencia de que el deudor debe en cada caso los intereses moratorios como
resarcimiento del daño (frutos que faltan), que se presume iuris et de iure sufrido por el
acreedor, por el solo hecho del retardo del deudor en la entrega de la suma-capital . 198
197
Art. 1860 del Código civil: Cuando no fuere posible establecer en el momento de la sentencia, con precisión suficiente, las ulterioridades del daño, el
juez determinará en forma provisional, y a petición de parte, los perjuicios, con cargo de hacerlo con carácter definitivo, dentro del plazo improrrogable de
dos años, contados desde aquella fecha.
94
indemnización en virtud de haber sufrido un perjuicio superior a la inejecución de la
obligación, según se dispone en el art. 475 del Código civil.
Debemos señalar, puesto que nos encontramos –repetimos- en el ámbito de la
responsabilidad contractual de obligaciones no pecuniarias, que el incumplimiento puede
ser motivado por culpa o por dolo del deudor, cuyo principio se encuentra establecido en
la norma del art. 421 del Código civil: El deudor responderá por los daños y perjuicios
que su dolo o culpa irrogare al acreedor en el cumplimiento de la obligación.
Si hubo culpa en el incumplimiento, el deudor responderá sólo de las
consecuencias mediatas. Si, por el contrario, el incumplimiento fue doloso o malicioso, el
deudor responderá también de las consecuencias mediatas. Es lo que se previene tanto en
el transcripto art. 421 como, especialmente, en la del art. 425 del Código civil: Si la
inejecución de la obligación fuese maliciosa, los daños e intereses comprenderán también
las consecuencias mediatas.
Las consecuencias inmediatas son el efecto propio y ordinario de una
determinada causa o las que se derivan normalmente de un hecho según el curso natural y
ordinario de las cosas tal se señala en la norma del art. 1856 del Código civil. 199
198
MESSINEO, op. cit., IV, 339.
199
Art. 1856 del Código civil: El obligado a indemnizar el daño que le sea imputable resarcirá todas las consecuencias inmediatas, y las mediatas
previsibles, o las normales según el curso natural y ordinario de las cosas, pero no las causales, salvo que éstas deriven de un delito y debieran resultar
según las miras que el agente tuvo al ejecutar el hecho.
200
ALTERINI, op. cit., I, 283.
95
consecuencias casuales que son las mediatas imprevisibles, según puede deducirse de la
conjugación de las disposiciones de los arts. 421, 425 y 1856 del Código civil.
Se considera doloso el incumplimiento cuando el deudor no lo realiza a pesar
de poder hacerlo.
La agravación del daño por incumplimiento doloso del deudor se produce
también respecto de las obligaciones pecuniarias, por cuyo motivo responderá tanto de las
consecuencias inmediatas como de las mediatas
201
Art. 470 del Código civil: Antes de la individualización de la cosa, no podrá el deudor eximirse del cumplimiento de la obligación por pérdida o
deterioro de la misma, por fuerza mayor o caso fortuito, en tanto la prestación sea posible.
202
Art. 159 inc. e) del Código Procesal Civil: La sentencia definitiva de primera instancia, destinada a poner fin al litigio, deberá contener, además:..e) la
decisión expresa, positiva y precisa, de conformidad con las pretensiones deducidas en el juicio, calificadas según correspondiere por la ley, declarando el
derecho de los litigantes, y, en consecuencia, condenado o absolviendo de la demanda o reconvención, en su caso, en todo o en parte.
203
Art. 451 del Código civil: Cuando la obligación no cumplida proviniere de actos a título oneroso, y en todos los demás casos en que la ley lo autorice,
habrá lugar a resarcimiento, aunque el perjuicio no fuera patrimonial, debiendo el juez estimar su importe con arreglo a las circunstancias.
204
Art. 452 del Código civil: Cuando hubiese justificado la existencia del perjuicio, pero no fuese posible determinar su monto, la indemnización será
fijada por el juez.
205
Art. 475 del Código civil: En las obligaciones de dar sumas de dinero no podrán estipularse intereses moratorios o compensatorios ni comisiones
superiores a las tasas máximas establecidas por el Banco Central del Paraguay, bajo pena de nulidad de la cláusula respectiva, cualquiera sea la
96
Debe, en todo caso, acreditarse el nexo causal entre el hecho o evento y el
consecuente daño.
Por excepción en las obligaciones que tengan por objeto la entrega de una suma
de dinero (art. 474 206 del Código civil) el acreedor no tiene el deber de probar el daño
porque la ley lo presume a partir de su mero incumplimiento, conforme se establece en la
norma del art. 475 del Código civil: Los intereses se deben por el hecho de la mora.
Esta fórmula se impone pues el pago de los intereses es la incuestionable
consecuencia del incumplimiento del obligado a dar dinero; consecuencia que se ajusta al
marco general de los arts. 421 y 425 del Código civil dado que el deudor no ignora que al
incumplir el pago de la suma debida, el acreedor o deberá obtenerla pagando a su vez
intereses o, se verá impedido de invertirla lucrativamente.
denominación que se asigne a la prestación accesoria a cargo del deudor. Los intereses que deben por el hecho de la mora, aunque no se justifique el
perjuicio. El acreedor no puede exigir mayor indemnización en virtud de haber sufrido un perjuicio superior a la inejecución de la obligación y en ningún
caso el interés compensatorio sumado al moratorio podrá exceder la tasa máxima. Los intereses en los créditos bancarios se regirán por su legislación
especial.
206
Art. 474 del Código civil: Las deudas pecuniarias se extinguen por el pago hecho con el signo monetario que tenga curso legal y fuerza cancelatoria a
la fecha de su vencimiento y por su valor nominal.
97
La culpa implica la existencia de voluntad. El acto culpable es voluntario, como
lo es también el acto doloso, aun cuando en uno y otro caso se trate de voluntades que
tienen con relación a los efectos del acto un contenido y una dirección diferentes. 207
Pero, para que el acto voluntario acarree una sanción para su autor, es menester
que configure una conducta que produzca un sentimiento negativo de rechazo o
reprobación o, en general, reproche, que es, precisamente, el fundamento ético de tal
sanción. Y, en ello, consiste la imputabilidad.
207
BUSSO, Eduardo B., Código civil anotado, III, 277, Buenos Aires, 1949.
208
GOLDENBERG, Isidoro H., La responsabilidad civil, Ensayo de sistematización, LL, 156-1316.
98
Los factores subjetivos de atribución de responsabilidad son la culpa y el dolo.
Los factores objetivos de atribución de responsabilidad son, principalmente, el
riesgo creado y el abuso del derecho . Sectores determinados de la doctrina argentina
209
209
MAZEAUD, Henri y León, TUNC, André, Tr. teórico y práctico de la responsabilidad civil delictual y contractual, I, Vol. I, 16, Buenos
Aires, 1977: Gracias, especialmente, a la teoría del abuso del derecho, los principios de la responsabilidad civil han permitido “regularizar” el
ejercicio de los derechos, moderarlos, ponerles un freno. El que “abusa de un derecho” compromete su responsabilidad. Se advierte entonces el
ilimitado campo de acción de nuestra esfera, por ser susceptibles de abuso casi todos los derechos; se descubre qué maravilloso instrumento de
control constituyen las reglas de la responsabilidad civil.
210
DIEZ-PICAZO, Luis, Fundamentos del derecho civil patrimonial, II Las relaciones obligatorias, 586, Madrid, 1996.
99
un hecho determinante del incumplimiento en sí mismo. La culpa juega evidentemente en
este tipo de obligaciones, pero juega porque culpa es igual a incumplimiento. 211
211
DIEZ-PICAZO, ibídem, 586/587.
212
BUERES, Alberto J., Objeto del acto jurídico, Buenos Aires, 1998, citado por PIZARRO,
100
obligación de indemnizar sino demuestra que el incumplimiento se debió a caso fortuito o
fuerza mayor; es decir, la prueba del denominado casus.
Según la conocida clasificación de las obligaciones de DEMOGUE en las
obligaciones de “medio” y las obligaciones de “resultado”, la prueba de la culpa es
independiente de la fuete de la obligación y la carga correspondiente pesa sobre el actor
o demandado, según la diferente naturaleza de la prestación: sea ésta de medio o de
resultado. En la obligación de medio incumbe al actor la prueba de la culpa; en la
obligación de resultado, es a cargo del demandado probar el caso fortuito o la fuerza
mayor liberatoria.
Tratándose de la prueba de la culpa en las obligaciones de resultado, llegamos a
la necesaria conclusión de que en ellas basta al acreedor comprobar el incumplimiento,
pero no porque la culpa se presuma, como vulgarmente se afirma, sino porque estando
ella fuera de cuestión, no solamente no le incumbe al actor la prueba, sino que resulta
inoperante la prueba de la falta de culpa que eventualmente pretendiese producir el
demandado. El deudor solamente se libera con la prueba del “casos”. 213
213
BUSTAMANTE ALSINA, op. cit., 255.
214
Art. 1846 del Código civil: El que crea un peligro con su actividad o profesión, por la naturaleza de ellas, o por los medios empleados, responde por
el daño causado, salvo que pruebe fuerza mayor o que el perjuicio fue ocasionado por culpa exclusiva de la víctima, o de un tercero por cuyo hecho no
deba responder.
101
Código civil referentes a las situaciones de responsabilidad sin culpa (arts. 1847, dueño o
guardián de la cosa inanimada, 1853 y 1854 , propietarios de animales, etc.).
215 216
215
Art. 1853 del Código civil: El propietario de un animal, o quien se sirve de él, durante el tiempo que lo tiene en uso, es responsable de los daños
ocasionados por el animal, sea que estuviese bajo su custodia, o se hubiese escapado o extraviado, si no probase caso fortuito, o culpa de la víctima o de
un tercero.
216
Art. 1854 del Código civil: El daño causado por un animal feroz, será siempre imputable al dueño o guardián, aunque no le hubiese sido posible
evitar el daño, y aunque el animal se hubiere soltado sin culpa de ellos.
217
RIPERT, BOULANGER, op. cit., 35.
218
BUTAMANTE ALSINA, op. cit., 254.
219
MESSINEO, op. cit., 238
102
Bajo este título se trata del incumplimiento voluntario del deudor y, por tanto,
imputable al mismo.
Tal incumplimiento puede más concretamente haberse originado en la
intención de no cumplir o dolo. O puede el incumplimiento ser el resultado de la
conducta negligente o displicente del deudor, despojada de malicia o intencionalidad, lo
cual se entiende como culpa.
Ocurre también una situación semejante cuando la prestación de torna
imposible por culpa del deudor; es decir, imposibilidad objetiva como cuando se destruye
la cosa objeto de la prestación por culpa del deudor estando en mora el mismo.
En el segundo párrafo del art. 421 se la define diciéndose que habrá culpa
cuando se omitieren aquellas diligencias exigidas por la naturaleza de la obligación y que
correspondan a las circunstancias de personas, tiempo y lugar.
En la citada norma se alude a la culpa en concreto que es la que se establece
para caso de incumplimiento en particular, pues se indica que: Habrá culpa cuando se
omitieren aquellas diligencias exigidas por la naturaleza de la obligación y que
correspondan a las circunstancias de personas, tiempo y lugar.
Para que sea nítido el concepto de la culpa contractual es importante vincularla
con el consiguiente deber de diligencia –también contractual- que asume el deudor en el
sentido de cuidar de la incolumidad de la cosa o hecho objeto de la prestación debida
durante el intervalo que media entre la fecha del contrato y su cumplimiento. O sea dicho
cuidado o diligencia se orienta a que el deudor despliegue una conducta tal que le sitúe en
condiciones de ejecutar adecuadamente la prestación debida. En este orden de ideas el art.
419 del Código civil establece: La obligación de entregar una cosa determinada cierta
(obligación de dar cosa cierta) incluye la de cuidarla hasta su tradición.
La culpa exige inexcusablemente una valoración del comportamiento humano,
y allí donde pueda hacerse un juicio de reproche puede existir una culpa. La valoración
debe versar sobre la diligencia y prudencia en el actuar. La diligencia consiste en prever
lo que era previsible y en adoptar las providencias necesarias para evitar un daño. La
220
GIORGI, Jorge, Teoría de las obligaciones, II, 53, Madrid, 1977.
103
prudencia consiste en actuar con cautela cuando el daño se ha previsto. El juicio de
reproche determinará la negligencia o la imprudencia en la conducta, o sea la existencia
de culpa. 221
propia de un buen padre de familia (diligens paterfamilias). Este paradigma está tomado
de la filosofía griega. 224
221
BUSTAMANTE ALSINA, Teoría general de la responsabilidad civil, 245, Buenos Aires, 1973.
222
KASER, Max, derecho romano privado, 170, Madrid, 1982.
223
MOISSET DE ESPANÉS, Luis, Curso de obligaciones, II, 264, Buenos Aires, 2004.
104
cumplimiento de la obligación- aquellos cuidados que habitualmente tendría en la
ejecución de sus propios negocios. O sea, el deudor podía exonerarse de responsabilidad
si se conducía tal lo haría con relación a sus propios asuntos, aunque éste no fuera el
comportamiento que caracterizara al del buen padre de familia.
En ocasiones, la medida de la responsabilidad no es determinada por este
modelo abstracto, sino que al deudor le es impuesta la diligencia que suele emplear en los
propios asuntos diligentia quam suis rebus adhibere solet (responsabilidad por culpa in
concreto). De este modo, la responsabilidad por culpa se suaviza por regla general; quien
entabla relación con un deudor que no emplea en sus propios asuntos la máxima
diligencia, debe sufrirlas consecuencia si este deudor, en la relación obligatoria con aquél
concertada, se muestra tan poco diligente como en sus propios asuntos.
Posteriormente los glosadores reformularon la gradación romana de la culpa, y
la clasificaron del siguiente modo: culpa grave, culpa leve y culpa levísima.
En esta clasificación la culpa grave consiste en no observar las diligencias que
adoptan la mayor parte de las personas; culpa leve consiste en omitir los cuidados propios
de un buen padre de familia y, culpa levísima cuando no se observa la conducta propia de
un diligentísimo padre de familia.
Según esta teoría, también elaborada por los romanos, el deudor era
invariablemente responsable de su culpa grave porque ésta se asimilaba al dolo, según
vimos más arriba.
Dicha gradación de la culpa se aplicaba en el derecho romano mediante el
denominado sistema de prestación de la culpa para aquella clasificada como leve,
tomando en consideración el interés o provecho que respectivamente tenían o esperaban
del cumplimiento el acreedor y el deudor.
Así, el deudor respondía de su culpa leve cuando se trataba del incumplimiento
de un contrato ventajoso para él; contrato cuya existencia, consecuentemente le
interesaba.
A la inversa no respondía de su culpa leve, cuando se trataba del
incumplimiento de un contrato que no le significaba beneficio alguno, como el caso del
comodante, atento a la gratuidad del comodato; y, otro tanto ocurre con el depósito
gratuito que no le reporta beneficios al depositario.
224
KASER, ibídem.
105
En este sistema romano de la prestación de la culpa leve era ella establecida por
lo general mediante el criterio de la culpa en abstracto y sólo excepcionalmente por el
concreto, considerado más moderado para el deudor.
Si la utilidad es común para deudor y acreedor, se presta sólo la culpa leve. Si
únicamente es de utilidad para el acreedor, el deudor presta sólo la culpa grave; pero si es
de utilidad sólo para el deudor, éste presta la culpa levísima. El tipo que se tomaba para la
graduación de las culpas era el buen padre de familia, más o menos diligente. Pero toda
esta ciencia de nada servía al juez, cuando en los juicios era preciso aplicarla. Barbeyrac
lo había juzgado así y decía: “La división de las culpas es más ingeniosa que útil en la
práctica, pues a pesar de ella, será necesario a cada culpa que ocurra, poner en claro si la
obligación del deudor es más o menos estricta, cuál es el interés de las partes, cuál ha sido
su intención al obligarse, cuáles son las circunstancias todas del caso. Cuando la
conciencia del juez se halle convenientemente ilustrada sobre estos puntos, no son
necesarias reglas generales para fallar conforme a la equidad. La teoría de la división de
las culpas en diferentes clases, sin poder determinarlas, sólo sirve para derramar una luz
falsa y dar pábulo a innumerables contestaciones. 225
225
VELEZ SARSFIELD, Dalmacio, Nota al art. 512 del Código civil argentino.
106
A la inversa, la culpa se considera determinada o apreciada en concreto o
subjetivamente cuando se la establece por consideración, en cada caso, de la omisión de
aquellas diligencias exigidas por la naturaleza de la obligación y que correspondan a las
circunstancias de las personas, tiempo y lugar, según la norma del art. 421 del Código
civil. Es el sistema del Código civil argentino y del nuestro, inspirados en la culpa leve en
concreto de los romanos.
Para apreciar y determinar la culpa en concreto, se analiza la confluencia de las
diversas circunstancias que concurren en cada caso de incumplimiento referentes a los
sujetos que son o parte de la relación obligatoria o terceros afectados por ella, el tiempo
de cumplimiento, incluyendo aquel en que fue aquella constituida, tanto como el
precedente y el que pudiera mediar entre el de la celebración y el del cumplimiento,
tanto como aquellos que se refieren al lugar de pago cumplimiento o ejecución. A este
modo de determinar la culpa se lo considera subjetivo.
La culpa, a la inversa, puede ser determinada en abstracto mediante la
confrontación de la conducta observada respecto del cumplimiento con un estereotipo o
cartabón de comportamiento ideal: el del buen padre de familia, el del muy buen padre de
familia, el de la persona razonable, diligencia exigible en el tráfico etc. Se trata del
sistema objetivo de apreciar la culpa del deudor en el incumplimiento.
Este sistema de apreciación en abstracto, que es el tradicional, no toma en
consideración la particular actitud que tiene el deudor ante su específico incumplimiento,
puesto que sólo atiende a la del sujeto deudor del paradigma, es decir, la actitud que
respecto del incumplimiento tendría por ejemplo, el buen padre de familia.
El Código civil alemán se adhiere al sistema de apreciación de la culpa leve en
abstracto, art. 276 (diligencia exigible en el tráfico), al igual que el francés, art. 1137
226 227
226
Art. 276 del Código civil alemán: El deudor, en tanto no esté determinada otra cosa, ha de responder del dolo y de la culpa. Obra culposamente
quien desatiende la diligencia exigible en el tráfico. Se aplican las disposiciones de los parágrafos 827 y 828. La responsabilidad a causa de dolo
no puede ser anticipadamente dispensada al deudor.
227
Art. 1137 del Código civil francés: La obligación de velar por la conservación de la cosa, ya sea que la conservación no tenga por objeto más
que la utilidad de una de las partes, ya tenga por objeto su común utilidad, somete a quien tiene la carga de ella a prestarle todos los cuidados de
un buen padre de familia. Esta obligación es más o menos extensa con relación a ciertos contratos, cuyos efectos, a este respecto, se explican en
los títulos que les conciernen.
228
Art. 421 del Código civil: El deudor responderá por los daños y perjuicios que su dolo o su culpa irrogare al acreedor en el cumplimiento de la
obligación. Habrá culpa cuando se omitieren aquellas diligencias exigidas por la naturaleza de la obligación y que correspondan a las circunstancias de las
personas, tiempo y lugar. La responsabilidad por dolo no podrá ser dispensada de antemano.
107
La adopción de la culpa en concreto por nuestro código no es total pues admite
la culpa en abstracto en determinadas normas como la del art. 1245: En el depósito debe
el depositario obra de buena fe y poner en la guarda de la cosa depositada la misma
diligencia que en la custodia de la cosa propia.
Aludiéndose a la culpa en concreto adoptada por el Código civil argentino
como por el nuestro, se comenta que no cuadra encasillar la conducta del deudor en dos o
tres moldes prefijados, para concluir si es culpable y cuál es la intensidad de su culpa;
menos todavía ha de pensarse que la culpa constituye un tipo de conducta uniforme, un
rasero común con el que deben medirse las acciones de cualesquiera deudores. Por el
contrario el Código ha multiplicado, por así decir, indefinidamente, las posibles culpas
para que en cada situación concreta y según las particularidades de cada obligación y las
circunstancias de cada deudor, sea dable concluir si este deudor, cuyo comportamiento se
enjuicia “hic et nunc”, es culpable . 229
229
LLAMBÍAS, op. cit., 200/201.
230
BUSSO, op. cit., 281.
108
A la doctrina clásica de la dualidad de la culpa adhieren AUBRY Y RAU,
DEMOLOMBWE, LAURENT J., HUC, COLMET DE SANTERRE, BAUDRY-
LACANTINERIE ET BARDE, BEUDANT, SAINCTELETTE, CHIRONI, COLIN Y
CAPITANT, y DE RUGGIERO, entre otros, que sostiene que son distintos los conceptos
de culpa, según se trate de responsabilidad contractual o extracontractual.
En efecto, en la primera, en la responsabilidad contractual, la culpa supone el
incumplimiento de una obligación preexistente, generalmente de origen contractual
(puede tratarse también del incumplimiento de una promesa abstracta, o de la ley);
mientras que en la segunda, en la responsabilidad extracontractual, no existe una
obligación previa incumplida.
Definida la culpa como la violación de una obligación preexistente, la
responsabilidad es de la misma naturaleza, ya provenga la obligación de la ley o de un
contrato. La idea de una distinción entre culpa delictual y la culpa contractual reinó como
soberana en la doctrina francesa del siglo XIX. Esa teoría de la dualidad de las culpas
parece haber sido abandonada en la actualidad. 231
231
RIPERT, Georges, y BOULANGER, Jean, Tratado de derecho civil, V, 34, Buenos Aires, 2002
232
LLAMBÍAS, op. cit., I, 193.
109
de la regla del efecto relativo de los contratos consagrada en la norma del art. 717 233 del
Código civil.
81. DOLO.
a) Como vicio del consentimiento; b) como elemento del acto ilícito, es decir la
intención del agente de causar un daño a la víctima y c) como elemento del
incumplimiento imputable, es decir con la intención maliciosa de no cumplir la
obligación.
El dolo contractual no debe confundirse con el dolo en la formación del acto
jurídico, concebido este último como vicios del consentimiento y que se encuentra
conceptualizado en la norma del art. 290 del Código civil: Acción dolosa para conseguir
la ejecución de un acto, es toda aserción falsa o disimulación de lo verdadero, cualquier
astucia, artificio o maquinación que se emplee con ese fin.
233
Art. 717 del Código civil………………..
234
MESSINEO, op. cit., IV, 234.
110
Para que se consigue el dolo, no es menester que el deudor consume su
incumplimiento con la intención de perjudicar a su acreedor.
Al respecto, establece el art. 423 del Código civil el deudor será responsable
por los daños e intereses que su morosidad ocasionare al acreedor en el cumplimiento de
la obligación.
La responsabilidad que se deriva de la conducta dolosa tiene mayor entidad
resarcitoria que aquella que resulta de la mera culpa.
En efecto, el autor del incumplimiento doloso debe indemnizar todos los daños
que sean su consecuencia, tanto inmediata como mediata de aquel. Mientras que el
incumplimiento culpable tornará indemnizables sólo los daños que sean su consecuencia
inmediata.
el contrato, es decir, de modo previo, la dispensa del dolo o culpa de los representantes
legales del deudor, o de las personas que el mismo hubiera utilizado para el cumplimiento
de la obligación.
Respecto de las partes, debe señalarse que la regla alude a la dispensa
anticipada del dolo, es decir de aquella que s conviene en el contrato, con lo que se
autoriza a entender que el dolo ulterior en el cumplimiento del contrato, si lo puede ser.
Así ocurrirá, desde luego, mediante la transacción entre el acreedor y el deudor
incumpliente dentro del ámbito de la demanda judicial respectiva de cobro con daños y
perjuicios, o de la renuncia expresa o tácita por parte del perjudicado.
Respecto de la dispensa anticipada del dolo de los dependientes, existen críticas
en la doctrina pues, dicen, que no parece saludable que, en un ambiente social en el cual
cada vez con mayor frecuencia el carácter de deudor lo inviste alguien –persona de
235
Art. 422 del Código civil: El deudor responderá por el dolo o culpa de sus representantes legales, o de las personas que hubiera utilizado en el
cumplimiento de la obligación. Podrá convenirse la dispensa de esta responsabilidad.
111
existencia visible o ideal- que llena esa función por medio de dependientes suyos, que
pueda aceptarse que el principal se escude contractualmente en la conducta dolosa del
subordinado. Si este último pudo cumplir la obligación y no quiso hacerlo, pero
manteniéndose como subordinado, parece lógicamente imposible aceptar que el deudor
sea ajeno al dolo de su dependiente, y siempre queda la sospecha de que la conducta de
éste se haya ajustado a la verdad, a las instrucciones recibidas. 236
236
LLAMBÍAS, Jorge Joaquín, Tr. de derecho civil, Obligaciones, I, 187,….. (copiar demás autores de esta nota…)
112
El resarcimiento que corresponde por incumplimiento obligacional, es menor al
de la responsabilidad extracontractual.
En la responsabilidad contractual, el deudor que por su culpa no cumple con la
obligación, sólo responde de las consecuencias inmediatas-necesarias, según la norma del
art. 421 y 423 del Código civil. Los daños que sean sólo consecuencia mediata del
incumplimiento, no están comprendidos en la indemnización debida por el deudor
incumpliente.
El obligado a indemnizar el daño, por la comisión de un hecho ilícito, según la
norma del art. 1856 del Código civil, resarcirá todas las consecuencias inmediatas, y las
mediatas previsibles, o las normales según el curso natural y ordinario de las cosas.
Plazo de prescripción de la acción
La acción de resarcimiento por responsabilidad contractual no tiene previsto un
plazo especial concreto, por lo que le corresponde el de la ordinaria o decenal del art. 659
inc. (e) del Código civil.
La acción para reclamar indemnización derivada de los de hechos ilícitos
prescribe a los dos años contados desde la fecha de la comisión de hechos, según se
establece en la norma del art. 663 inc. (f) del Código civil.
Respecto de la constitución en mora
En la responsabilidad extracontractual, en todos los casos, la mora se produce
sin interpelación, según se establece en el último párrafo del art. 424 del Código civil si la
obligación se deriva de un hecho ilícito, la mora se producirá sin interpelación.
En cambio en la responsabilidad contractual, la mora –en aquellas
convenciones u obligaciones sin plazo o sin plazo determinado, sólo se produce previa
interpelación. En las que posean plazo, la mora se produce sin interpelación.
La obligación puede resultar incumplida por alguna causa o motivo que por
inevitable no sea imputable al deudor.
Entonces, la imposibilidad de cumplimiento no determinará la responsabilidad
del deudor a condición que él no haya causado tal imposibilidad.
Para que se considere que tal causa no sea imputable al deudor es necesario que
consista en un hecho absolutamente impeditivo del cumplimiento por ser invencible e
imprevisible.
Se tiene como invencible el hecho irresistible o inevitable.
113
Tal hecho debe ser además por completo imprevisible. Se deriva de ello que el
deudor no podrá exonerarse de la imputabilidad de un hecho previsible que por serlo,
podía ser evitado.
Para que la imprevisibilidad se tenga como no imputable, debe ser ella juzgada
atendiendo a dos direcciones, o sea a la del objeto de la prestación adeudada, o a la del
motivo del incumplimiento propiamente.
En las obligaciones de dar, la imposibilidad debe estar motivada por una causa
que no sea imputable al deudor o a la persona por cuyo hecho debe él responder. Esa
causa no imputable es el hecho impeditivo del cumplimiento.
237
Art. 469 del Código civil: El obligado a dar cosas inciertas debe entregarlas de la especie y calidad determinadas en el título constitutivo. Cuando sólo
estuviere fijada la especie, el deudor deberá cosas de calidad media. Si la elección correspondiere al acreedor, se ceñirá a la misma regla.
238
Art. 470 del Código civil: Antes de la individualización de la cosa, no podrá el deudor eximirse del cumplimiento de la obligación por pérdida o
deterioro de la misma, por fuerza mayor o caso fortuito, en tanto la prestación sea posible.
114
Ese hecho impeditivo deberá además conjugarse con el objeto de la prestación
debida en el sentido de que él consista en una cosa comprendida dentro de un género
limitado que se encuentre agotado.
Puede tratarse por cierto de una situación de imposibilidad sólo temporal que
obra como justificativo del incumplimiento, exonerando de responsabilidad al deudor por
el retardo en tanto la imposibilidad subsista según así se establece en la norma del art.
628 del Código civil: Si la imposibilidad es sólo temporal, el deudor, en tanto ella exista
no es responsable del retardo de su cumplimiento.
La imposibilidad de cumplimiento ocurre en las obligaciones de hacer
infungibles (intuitus personae debitoris) por interposición de un hecho impeditivo como,
por ejemplo, cuando el deudor muere o se incapacita definitivamente o, cuando medie
una disposición legal prohibitiva del cumplimiento (por ejemplo, cuando las cosas con
debía pagarse son incautadas por la autoridad pública, a la que no lícito resistirse).
Respecto del primer caso se dispone en el art. 476, segundo párrafo, del Código civil: El
hecho podrá ser ejecutado por otro, a no ser que la persona del deudor hubiere sido
elegida para hacerlo por su industria, arte, o cualidades personales.
Por el contrario, no habrá imposibilidad de cumplimiento en las obligaciones de
hacer fungibles, es decir en aquellas cuyo hecho pueda ser realizado por otro sujeto
distinto del deudor, según se le faculta al acreedor en la norma del art. 479 del Código
civil: Si el hecho pudiere ser ejecutado por otro, el acreedor podrá ser autorizado a
ejecutarlo por cuenta del deudor, por sí o por un tercero, o demandar los perjuicios e
intereses por la inejecución de la obligación.
115
Difieren en que la primera –incumplimiento por imposibilidad no imputable-
posee un sentido negativo (el hecho impeditivo que torne imposible el cumplimiento),
que no emana de la voluntad del deudor, mientras que el caso fortuito se trata de un
hecho positivo que –a objeto de eximir al deudor de su responsabilidad por el
incumplimiento- debe, necesariamente, reunir determinadas y taxativas circunstancias.
Pero si bien en teoría la fuerza mayor implica algo más que la simple falta de
culpa, en la práctica los casos en que el juez no llega a establecer culpa alguna del deudor
están equiparados al casus. Como la ley, en principio , no hace responder a nadie sin 239
puede cumplir, pese a todas las diligencias necesarias del deudor, porque una causa ajena
lo impide, es evidente que no hay culpa. En consecuencia, según unos, los conceptos de
ausencia de culpa y de causa ajena que imposibilita la ejecución) coinciden
necesariamente. 243
239
Esta cita de BUSSO dice correctamente en principio pues en la responsabilidad objetiva se responde efectivamente sin culpa.
240
BUSSO, op. cit., 300.
241
Art. 813 del Código civil: La obligación a que se refiere el inciso a) del artículo precedente, comprende las reparaciones que exigiere el deterioro
causado tanto por caso fortuito o fuerza mayor como por la calidad propia de la cosa, vicio o defecto de ella, cualquiera que fuere, o el derivado del uso o
goce normal, o el que sucediere por culpa del locador, sus agentes o dependientes. Se considera como fortuito, a los efectos de este artículo, el deterioro de
la cosa originado por hecho de tercero, aunque sea por motivos de enemistad u odio al locatario.
242
BUSTAMANTE ALSINA, Jorge, Teoría general de la responsabilidad civil, 223, Buenos Aires, 1973; MAZEAUD, Henri y Léon y TUNC,
André, Responsabilidad civil, II, 147, Buenos Aires, 1977.
243
BUSSO, op. cit., 300; SAVATIER, René, Traité de la responsabilité civile en droit français, I, n. 181 183, París, 1939.
116
Nuestro código, a diferencia del argentino , no define el caso fortuito. El 244
244
Art. 514 del Código civil argentino: Caso fortuito es el que no ha podido preverse, o que previsto, no ha podido evitarse.
245
CARAMÉS FERRO, José M., Curso de derecho romano, 433, Buenos Aires, 1976.
117
consideración de las particulares condiciones del deudor o del responsable del
incumplimiento obligacional dado que, en efecto, no se le podrá exigir al albañil el
mismo grado de previsión que aquél que corresponda esperar de un ingeniero civil.
La imprevisibilidad propia del caso fortuito se determina al tiempo del hecho
dañoso en la responsabilidad extracontractual y, al del nacimiento de la obligación en la
responsabilidad contractual.
La imprevisibilidad del caso fortuito se vincula con la noción del nexo causal
adecuado o eficiente.
Se requiere igualmente –para que haya caso fortuito- que el hecho que lo
constituye sea extraño o ajeno al deudor; vale decir que no pertenezca al ámbito de su
actuación personal y no sea –por supuesto- un hecho por el que deba responder o que –en
cualquier supuesto- pudiera serle imputable (arts. 421, 422 y 423 del Código civil) como
por ejemplo los acontecimientos que se produzcan dentro del ámbito del deudor (de su
empresa, por ejemplo, la explosión del horno de su panadería, daños producidos –en
general- por los dependientes del deudor).
Algunos autores 246
han agregado que el hecho constitutivo del caso fortuito
requiere que sea el mismo excepcional o extraordinario porque de lo contrario, si fuera
habitual o corriente no podría, obviamente, considerarse como fortuito.
Respecto de la responsabilidad contractual se exige asimismo que el hecho
fortuito sea sobreviniente o posterior a la creación de la obligación, pues si fuera
contemporáneo la obligación simplemente no habría llegado a formarse o existir por
imposibilidad de objeto.
Los hechos que constituyen caso fortuito pueden ser: a) naturales como, por
ejemplo, el terremoto, las sequías, caída de rayo, etc.; b) ajenos como una guerra, una
revolución; y c) o de la autoridad pública (factum principis) que emanan de su poder
soberano (expropiación por causa de utilidad pública, requisa, desmonetización de alguna
clase de dinero, etc.).
246
PIZZARO, Ramón Daniel y VALLESPINOS, Carlos Gustavo, Obligaciones, III, 296, Buenos Aires, 1999; EXNER, Adolfo, De la fuerza
mayor en el derecho mercantil romano y actual, Madrid, 1905.
118
Cuando se trata de obligaciones recíprocas –las prestaciones que nacen de un
contrato a cargo de ambas partes - por su particular régimen, ante el incumplimiento
247
247
MESSINEO, Francesco, Manual de derecho civil y comercial, IV, 472/473, Buenos Aires, 1979: respecto del número de las prestaciones que
traen su origen del contrato, éste puede ser con prestaciones recíprocas, o con prestaciones por una sola parte. Esa distinción no toma como
punto de partida, ni el número de las partes (que son necesariamente dos), ni el número de las declaraciones de voluntad (que son, igualmente,
siempre dos). Desde este último punto de vista, el contrato recibe una particular impronta, como negocio jurídico, puesto que es siempre negocio
bilateral, en cuanto concurren, a su formación, dos partes, que emiten dos declaraciones de voluntad; pero esto no sirva para caracterizarlo como
contrato. Por el contrario, la distinción antes expuesta concierne al contrato como tal, como fuente de efectos jurídicos para las partes; y está
fundada –como se ha dicho- en el número de las prestaciones (y de las obligaciones) que nacen del contrato, o sea, sobre un elemento que tiene
relevancia a los efectos y en el momento de la ejecución del contrato. El contrato con prestaciones recíprocas está caracterizado por el hecho de
que cada una de las partes está obligada a una prestación (hay prestación y contraprestación); el contrato engendra dos obligaciones
contrapuestas. Pero no basta: se establece, entre las dos prestaciones (y las dos obligaciones), un nexo especial, que se denomina de
correspondencia o reciprocidad, y que consiste en la interdependencia (o causalidad recíproca) entre ella, por el cual, cada parte no está
obligada a la propia prestación, si no se debe la prestación de la otra: la una prestación es el presupuesto indeclinable de la otra.
248
Art. 863 del Código civil: Si el contrato se resuelve porque la ejecución de la obra se ha hecho imposible, a consecuencia de una causa no imputable a
alguna de las partes, el que la encomendó debe pagar la parte ya realizada de la obra, dentro de los límites en que para él sea útil, en proporción al precio
pactado de la obra entera.
119
Si el hecho constitutivo del caso fortuito fuere un acontecimiento público y
notorio, de conocimiento general indudable, el deudor estará exonerado de probarlo, por
aplicación de la norma del art. 249, último párrafo, del Código Procesal Civil: Los hechos
notorios no necesitan ser probados; una guerra, un terremoto, por ejemplo. No obstante
tal exoneración de prueba, el deudor tendrá que demostrar, sin embargo, de qué modo en
concreto, tal acontecimiento público incidió para impedirle el cumplimiento.
La prueba de la existencia de caso fortuito debe ser apreciada con criterio
restrictivo. Consecuentemente, en caso de duda, se estará por la responsabilidad del
deudor, teniendo en cuenta el carácter excepcional del caso fortuito.
En la vida de los negocios es frecuente insertar en los contratos un pacto
especial de exención de responsabilidad, que se presentaría como una reiteración del
efecto legal propio del caso fortuito y, por tanto, innecesario. Se considera, sin embargo,
que este pacto tiene el particular efecto de invertir la regla del rigor de la apreciación de
la prueba del caso fortuito; es decir si fuera ella de algún modo dudosa o no concluyente,
se estará por la exoneración de responsabilidad al deudor. Pero sólo funciona si tal prueba
fuera dudosa, lo que significa que el pacto no puede ser invocado cuando aquella fuera
categórica.
120
fortuito. Se trata de un compromiso jurídicamente posible en virtud del principio de la
autonomía de la voluntad y que no vulnera además normas imperativas de la ley (art.
669 del Código civil).
249
Se permite al deudor que asuma por convenio la carga de los casos fortuitos y
de fuerza mayor. Los romanos decían ya que si el deudor había asumido la custodia,
respondía del periculum, pero se trataba entonces de los riesgos de la cosa vendida. Hoy
sería necesaria una garantía especial de los riesgos que en cierto modo haría del deudor el
asegurador del acreedor. 252
249
Art. 669 del Código civil: Los interesados pueden reglar libremente sus derechos mediante contratos observando las normas imperativas de la ley, y
en particular, las contenidas en este título y en el relativo a los actos jurídicos.
250
LLAMBÍAS, op. cit., 256;
251
BUSTAMANTE ALSINA, op. cit., 227.
252
RIPERT, Georges y BOULANGER, Jean, Tratado de Derecho Civil, 485/6, Buenos Aires, 1988.
253
MAZEAUD, Henry y León y TUNC, André, Responsabilidad civil, 232/3, Buenos Aires, 1977.
121
El segundo supuesto de excepción mencionado en la norma del art. 426 del
Código es el del caso fortuito ocurrido por culpa del deudor. Se trata por cierto de un
caso fortuito impropio pues no será un hecho ajeno al deudor si se produjo por su culpa
(hemos visto, en efecto, que uno de los requisitos del caso fortuito es que se trate de un
hecho extraño al deudor o a su esfera de acción).
Se entiende que el deudor no puede invocar la fuerza mayor o el caso fortuito si
éste hubiera ocurrido por su culpa, de suerte que casi no era necesario decirlo. La 254
segunda excepción legal, no es tal. En efecto, si el caso fortuito ocurre por culpa del
deudor, faltará precisamente uno de los caracteres que definen el “casus” como hecho
ajeno al deudor. 255
254
BUSSO, Eduardo B., Código civil anotado, III, 326, Buenos Aires, 1949
255
BUSTAMANTE ALSINA, ibídem, n. 721, 227.
256
PIZARRO, op. cit., 306.
257
Art. 892 del Código civil argentino: El deudor cuando no es responsable de los casos fortuitos sino constituyéndose en mora, queda exonerado
de pagar daños e intereses, si la cosa que está en la imposibilidad de entregar a consecuencia de un caso fortuito, hubiese igualmente perecido en
poder del acreedor.
258
Este principio expresado, repetimos, en la norma del art. 892 del Código civil argentino: “El deudor cuando no es responsable de los casos
fortuitos sino constituyéndose en mora, queda exonerado de pagar daños e intereses, si la cosa que está en la imposibilidad de entregar a
consecuencia de un caso fortuito, hubiese igualmente perecido en poder del acreedor” y en la del art. 789: “Si la cosa se ha deteriorado o
destruido, aunque sea por caso fortuito, el que la recibió de la fe en pago, debe reparar su deterioro o su valor, a no ser que el deterioro o pérdida
de ella hubiera también de haber sucedido, estando en poder del que la entregó”, fue igualmente contemplado por BIBILONI dentro de la
122
la norma del art. 2429: “El poseedor de mala fe será responsable dela ruina o deterioro de
la cosa, aunque fuere causado por caso fortuito, a no ser que hubiese ocurrido igualmente
en poder del reivindicante.
Existen casos en los que la ley, de modo expreso, por motivos de orden moral
vinculados con la mala fe y con propósito punitivo, no permite invocar el efecto propio
del caso fortuito que es el de exonerar de responsabilidad al deudor. Tales casos son los
del que de mala fe recibió el pago de lo que no le era debido (art. 1822 259 del Código
civil), y el poseedor de mala fe condenado a restituir la cosa ajena (art. 2429 260 del Código
civil).
sección respectiva del enriquecimiento sin causa y concretamente en la responsabilidad de quien de mala fe recibió un pago que no le era debido
(Anteproyecto, II, pág. 477); pero omitido por el Proyecto de reforma del Código civil argentino de 1936 en su capítulo de “enriquecimiento sin
causa y pago de lo indebido” (arts. 852 a 863) Este Proyecto de 1936 lo incluyó sin embargo en la norma de su art. 1840 inc. 4º. “El poseedor de
mala fe será responsable de la ruina o deterioro de la cosa, aunque fueren motivados por caso fortuito, a no ser que hubieren ocurrido igualmente
en poder del reivindicante”. El Anteproyecto DE GÁSPERI lo insertó dentro del capítulo del “Incumplimiento de las obligaciones”, en el art. 847
que en lo pertinente dice: “El deudor que está en mora no queda liberado por la imposibilidad sobrevenida de la prestación que derive de causa no
imputable a él, si no prueba que el objeto de la prestación habría perecido igualmente en poder del acreedor”, cuyo principio lo reitera en el art.
2461 (mala fe del que recibió el pago de lo que no le era debido): “Si ha habido mala fe en el que recibió el pago, debe restituir la cantidad o la
cosa, con los intereses o los frutos que hubiere producido o podido producir desde el día del pago. Debe ser considerado como el poseedor de
mala fe. Si la cosa se ha deteriorado o destruido, aunque sea por caso fortuito, el que la recibió de mala fe en pago, debe reparar su deterioro o su
valor, a no ser que el deterioro o la pérdida de ella hubiese también de haber sucedido, estando en poder del que la entrego”
259
Art. 1822 del Código civil: La restitución de una cosa cierta recibida indebidamente debe hacerse en especie. Quien la recibió de buena fe no
responde de su perecimiento o destrucción sino en los límites de su enriquecimiento. El que la recibió de mala fe debe pagar su valor, aunque mediare
caso fortuito, y si estuviere deteriorada, el que la entregó podrá exigir su equivalente o la cosa deteriorada más una indemnización por la disminución de su
valor.
260
Art. 2422 del Código civil: Notificada la demanda, no puede el poseedor efectuar impensas ni construcciones, por útiles que sean. Sólo podrá cobrar
las mejoras necesarias. Si conociendo el reivindicante los nuevos trabajos o gastos útiles, los tolerare, deberá abonar el mayor valor que haya adquirido la
cosa, como resultado de los mismos.
123
incumplimiento deviene del hecho de una persona distinta del deudor por la cual éste
debe responder (por ejemplo, la empresa transportador responde al pasajero por el hecho
del conductor). 261
austriaco.
Con un texto distinto al de BIBILONI y el Proyecto de 1936, el principio es
igualmente consagrado en el art. 855 del Anteproyecto DE GÁSPERI.
266
261
KEMELMAJER DE CARLUCCI, Aida, La responsabilidad por el hecho de otro, en Responsabilidad civil, de MOSSET ITURRASPE, Jorge
(Director), 336, Buenos Aires, 1997
262
Art. 570 del Proyecto de reforma del Código civil argentino de 1936: ………………….
263
BIBILONI, Juan Antonio, Anteproyecto de reformas al Código civil argentino, Obligaciones, II, pág. 10, art. 7: ……………….
264
-art, 278 del Código civil alemán: …………………
265
Art. 101 del Código federal suizo de las obligaciones: …………….
266
Art. 855 del Anteproyecto DE GÁSPERI: …………………….
267
Art. 1228 del Código civil italiano: …………………
124
Por qué es responsable el deudor del incumplimiento de su obligación cuando
ese incumplimiento es el hecho de un tercero encargado de cumplirlo? Se esta siempre en
presencia de las dos tesis adversas: la teoría clásica de la culpa y la teoría del riesgo.
268
AGOGLIA, María M., BORAGINA, Juan C., y MEZA, Jorge A., Responsabilidad por hecho ajeno, 22, Buenos Aires, 1995.
269
BIBILONI, Juan Antonio, Anteproyecto de reformas al Código civil argentino, Obligaciones, II, 10, en el comentario de este autor se
menciona un texto de ENNECCERUS, I, 2, No. 267 cuya transcripción sin embargo no es literal. El texto auténtico de este párrafo de
ENNECCERUS es el siguiente: la obligación de diligencia no es un deber especial de conducta personal diligente, paralelo al deber de realizar la
prestación, sino más bien una cualificación del propio deber de prestación. Si el deudor debe una prestación propia, debe una prestación diligente
de éste. Si un comerciante de arte se ha obligado, a cambio del pago de 10.000 marcos, a que el célebre pintor X decore la pared de un comedor
pintando un paisaje alpino, debe una diligente ejecución de la pintura por X. Responde, pues, de la diligencia de éste. El que debe una prestación
propia, debe una prestación propia diligente. El que debe una prestación ajena, debe una prestación ajena diligente. Pero el que, como ocurre
corrientemente, debe una prestación que debe hacerse por una persona no determinada previamente, responde de la prestación diligente de aquel
mediante el cual realizará la prestación.
125
demuestra que no ha habido dolo o culpa del auxiliar, no responde; mientras que
respondería en todo caso, si hubiese responsabilidad (contractual) objetiva. 270
270
MESSINEO, op. cit., 240.
271
AGOGLIA, op. cit., 24; PLANIOL, Étude sur la responsabilité civile, cit., reproducido en “Revista Crítica de Jurisprudencia”, t. I, p. 64;
Arturo Acuña Anzorena, Estudios sobre la responsabilidad civil, cit., p. 260; Kemelmajer de Carlucci, Código Civil…, cit, t. V, p. 425 y notas;
Bustamante Alsina, Teoría general de la responsabilidad civil, cit., p. 332.
272
POTHIER, Robert Joseph, Tratado de las obligaciones, 74, Buenos Aires, 1978: De la misma manera se hace responsable a los amos del daño
causado por los delitos o cuasi-delitos de los criados u obreros que tengan en su servicio. Y lo son aun en el caso de que no hayan podido impedir
el delito o el cuasi-delito, cuando los delitos o cuasi-delitos son cometidos por los dichos servidores u obreros en el ejercicio de las funciones a las
cuales están empleados por sus amos, aunque sea en ausencia de éstos; lo que se ha establecido par hacer a los amos precavidos en no servirse
sino de buenos domésticos; DEMOLOMBE, t. XXXI, nº 610; LAURENT, t. XX, nº 571; HUC, t. VIII, nº 444; COLMET DE SANTORRE, t. V,
nº 365 bis; BAUDRY-LACANTINERIE et BARDE, t. IV, nº 2911.
126
extraña al comitente; poco importa, ella le es imputable por haber hecho una mala
elección. 273
273
LAURENT, François, Principios de derecho civil, XX, No. 571, La Habana, 1917.
274
RICCI, Francisco, Tratado teórico práctico de derecho civil, XIII, 149, Madrid.
275
PLANIOL, Marcel, Etude sur la responsabilité civil, en “Révue critique”, 1909, pp. 292 y sigs.; reproducido en: “Revista crítica de
jurisprudencia”, t. I, p. 63.
276
MESSINEO, op. cit., 236.
127
se da a la responsabilidad del comitente una sólida base moral, porque se descubre en su
conducta una culpa que le es personal y que consiste en su complicidad o en su
negligencia: la conducta del encargado depende de la voluntad del comitente; sus actos se
cumplen con el permiso y la vigilancia de este último, de suerte que la culpa del uno llega
a ser la culpa propia del otro. 277
277
ACUÑA ANZORENA, Arturo, Estudio sobre la responsabilidad civil, 260, La Plata, 1963.
278
BUSTAMANTE ALSINA, op. cit., 187.
279
MESSINEO, Francesco, Manual de derecho civil y comercial, IV, 247, Buenos Aires, 1979
128
94. Concepto de la relación de causalidad
Proyecto de reforma del Código civil argentino de 1936- omitió el requisito de que deba
tratarse de una consecuencia directa e inmediata. La técnica de nuestro código no es
objetable pues surge claramente que alude al daño emergente y al lucro cesante que sean
el efecto de la mora o del incumplimiento del deudor. O sea, nada hay en los términos
empleados que permita inferir una interrupción en la relación causal que vincula a ambos
factores, es decir, el hecho del incumplimiento (causa) y el daño (efecto). Quiere decir
que nuestro código al suprimir que la consecuencia generadora del daño deba ser la
directa e inmediata abandonó ciertamente la teoría de la causa próxima a la que se habían
adscripto tanto el derecho inglés como el francés, el italiano y el argentino.
280
MESSINEO, Francesco, Manual de derecho civil y comercial, II, 323, Buenos Aires, 1979
281
Art. 595 del Proyecto de reforma del Código civil argentino de 1936:…………….
129
El derecho no se satisface con una pura relación de causalidad material, puesto
que no es una física de las acciones humana. Aún averiguado que tal hecho deba
aceptarse como causa de tal efecto dañoso, esto sólo no basta para concluir que el autor
de aquel hecho tenga que afrontar la reparación del daño producido. Antes de ello, el
derecho se preguntará si es justo que así sea, pues todas las conclusiones a que él llega
están contempladas bajo el prisma de la justicia. De ahí que, según la índole del hecho
originario del daño, y especialmente de acuerdo al reproche o censura que merezca la
conducta en cuestión, será menester dilatar o restringir aquella relación de causalidad
material, para que resulten o no comprendidas en ella tales o cuales consecuencia del
hecho originario. 282
Esta teoría se formula a partir de denominada condición sine qua non, dice que
la causa de un determinado daño es la suma de las condiciones positivas o negativas que
lo produjeron. Considera que tales condiciones o causas son todas equivalentes entre sí, al
poseer el mismo valor causal, por lo que cada una de ellas es considerada como causa del
resultado dañoso.
Para esta teoría, entonces, son causa de un resultado dañoso concreto todos los
hechos que lo condicionaron. Es decir, toda condición es causa del resultado.
Es la teoría principalmente adoptada por el derecho penal alemán, y fue
formulada por VON BURI, entre 1860 y 1885, a partir del concepto de causalidad
propuesto por JOHN SUART MILL, filósofo y economista inglés (1806-1873), para
quien la causa es la suma total de las condiciones positivas o negativas tomadas en
conjunto, que una vez realizadas son invariablemente seguidas por efecto. 283
282
LLAMBÍAS, Jorge Joaquín, Tr. de derecho civil, Obligaciones, I, 368/369, Buenos Aires, 1973; El derecho no es un física de las acciones
humanas, Rev. La Ley, t. 107, p. 1015.
283
STUART MILL, John, A system of logic, I, 739, Londres, 1835.
130
Para Von BURI cada condición comunica la vida a la masa, sin ella inerte. La
existencia del daño depende de tal manera de cada condición, de modo que si se suprime
una sola de ellas, el fenómeno desaparece. 284
En esencia para von Buri todas las condiciones son equivalentes. Todas y cada
una de ellas –sine qua non- determinan el resultado, provocan el efecto. Correlativamente
éste debe atribuirse a todas y cada una de las condiciones encadenadas en la sucesión de
acontecimientos que en él derivan. 285
Fue criticada esta teoría porque el todo no puede definirse simplemente por la
suma de las partes.
Según esta teoría todo el mundo es culpable de todo y cometería adulterio no
solo el que yace con la mujer de otro sino también el carpintero que hizo la cama, que es
el ejemplo de BINDING. 286
Sostiene que entre los varios sucesos que precedieron al resultado, es su causa
aquel más inmediatamente situado a él. El último de los acontecimientos encadenados es
el que determina directamente el resultado, es decir el daño.
En seguimiento del pensamiento de BACON, se atribuye el efecto al último
suceso, con el cual aparece conectado de manera inmediata. 287
Todos los otros hechos antecedentes serán condiciones pero no causa del daño,
y al derecho le es imposible examinar todas esas circunstancias históricas remotas.
Esta teoría no resulta del todo aceptable pues no siempre el último
acontecimiento, el más cercanamente ubicado al daño es el que lo precipitó realmente,
sino otro anterior.
Es concepción merece la crítica decisiva, sin duda, de que no siempre la
condición última es la verdadera causante del daño –en sentido jurídico- sino alguna
anterior: por ejemplo, si una persona, dolosa o culposamente, cambia el remedio que debe
suministrarse a un enfermo por una sustancia tóxica y la enfermera, ignorando esa
sustitución, se la da al enfermo y éste muere, causante o autor de la muere no es, por
cierto, la enfermera –que puso la condición más próxima- sino aquella otra persona que
realizó el cambio. 288
284
DEMOGUE, René, Traité des obligations en géneral, IV, 11, Nota No. 7, París, 1925.
285
ALTERINI, Atilio Aníbal, Responsabilidad civil, 144/145, Buenos Aires, 199, quien alude a una cita de JIMÉNEZ DE ASUA, El criminalista,
pág. 117.
286
ALTERINI, Atilio Aníbal, ibidem, 144.
287
ALTERINI, op. cit., 147; ORGAZ, Alfredo, La relación de causalidad entre el acto ilícito y el daño, La ley, Tomo 55, pág. 66.
288
ORGAZ, Alfredo, El daño resarcible, 69, Buenos Aires, 1952.
131
La teoría de la causa próxima se impuso en Gran Bretaña por mucho tiempo,
gozando aún de bastante aceptación en esa nación. Fue acogida por el código francés,
tanto como el anterior italiano y el código argentino, habiéndose sin embargo abandonado
en el derecho contemporáneo.
La causa del daño es según esta teoría aquella que quebrando el equilibrio entre
los diversos factores positivos y negativos que inciden en un resultado dañoso, se destaca
como decisiva y preponderante entre tales factores. Fue sostenida por autores alemanes. 289
Esta teoría sostiene que no todas las causas son eficaces para producir el
resultado dañoso del que en concreto se trate. Pueden ser existir varias causas que sean
más o menos eficientes para provocar el daño.
Dentro de esta teoría existen variantes tales como la que señala que es causa
eficiente del daño aquélla que posee mayor poder generador para dicho efecto. 291
Y
también otra que atiende a que las causas tengan mayor o menor eficacia interna para
producir el daño. 292
Es la teoría más aceptada en la actualidad y fue propuesta por VON KRIES y 293
según ella no todas las condiciones del hecho dañoso son equivalentes. Será la verdadera
causa aquella que corrientemente –según el curso natural y ordinario de las cosas- se
juzgue como adecuada para producir el resultado dañoso en cuestión.
289
BIDING y OERTMANN, citados por SPOTA, Alberto G., en el: Problema de la causación
290
SPOTA, Alberto G., El problema de la causación en la responsabilidad aquiliana, J.A., 1942, II, 978/9.
291
BIRKMEYER, citado por MARTY G., en Revue Trimestrielle de droit civil, 1939, p. 696.
292
ANTOLISEI, Francesco, Il rapporto di causalitá nel diritto penale, Cap. III, Pádova, 1943, quien cita a STOPPATO y MAYER.
293
BUSTAMANTE ALSINA, op. cit., 189 que cita a MARTY, en revue Trimestrielle de croit civil, p. 696, 1939.
132
El curso natural y ordinario de las cosas es la explicación que la propia ley le
confiere a las consecuencias inmediatas en la norma del art. 1856 del Código civil: “El
obligado a indemnizar el daño que le sea imputable resarcirá todas las consecuencias
inmediatas, y las mediatas previsibles, o las normales según el curso natural y ordinario
de las cosas. 294
Esta teoría sostiene que el caso en estudio debe examinarse en abstracto lo que
permitirá diferencias el hecho que constituye la verdadera causa de otros que no son sino
meras condiciones. Y la verdadera causa será la comúnmente ocurra según el curso
natural y ordinario de las cosas o experiencia de vida, que es así y entonces el criterio
abstracto que permitirá aislar e identificar a aquélla.
Considerado en concreto, que era el punto de vista de la teoría tradicional,
todas las condiciones son, sin duda, equivalentes.
Dicha propuesta originaria de esta teoría fue posteriormente ajustada para
suprimir las objeciones que se le formularon. El ajuste consistió en señalar que la
adecuación no se obtendrá sólo en considerar el acto del pretendido responsable y el
consiguiente daño, sino tener también en cuenta simultáneamente los diversos anillos
intermediarios que relacionan un determinado acto con su resultado dañoso. De tal modo,
o sea mediante la consideración simultánea y global de tales elementos, podrá obtenerse
la causa adecuada del daño.
Esto quiere decir, por consiguiente, que no basta establecer que la acción era en
general idónea para producir el daño, sin la intervención de factores anómalos o
extraordinarios: por ejemplo, una persona coloca un poderoso explosivo debajo del lecho
de otra, con el designio de causar la muerte de ésta; pero antes de que se produzca la
explosión, la víctima elegida fallece por un síncope cardíaco. Aunque la acción de quien
294
Art. 1856 del Código civil: El obligado a indemnizar el daño que le sea imputable resarcirá todas las consecuencias inmediatas, y las mediatas
previsibles, o las normales según el curso natural y ordinario de las cosas, pero no las causales, salvo que éstas deriven de un delito y debieran resultar
según las miras que el agente tuvo al ejecutar el hecho.
133
puso el explosivo era indudablemente idónea, en general, para producir la muerte, ésta no
le es objetivamente imputable. Se trataría de lo que se ha llamado interrupción del nexo
causal o, más correctamente, de proceso causal atípico o inadecuado. 296
295
ORGAZ, Alfredo, El daño resarcible, 72, Buenos Aires, 1952.
296
ORGAZ, op. cit., 74.
297
BUSTAMANTE ALSINA, op. cit., 189 que cita a SANTOS BRIZ, Jaime, La responsabilidad civil, 192/193, Madrid, 1970.
298
Art. 1843 del Código civil: Los padres son responsables de los daños causados por los hijos menores cuando habitan con ellos. Los tutores y
curadores lo son de los perjuicios causados por los menores o incapaces que están a su cargo y habitan con ellos. Los directores de colegios y los artesanos
son responsables de los daños causados por sus alumnos o aprendices, menores de edad, mientras permanezcan bajo su custodia. La responsabilidad de
que trata este artículo cesará si las personas mencionadas en él prueban que no pudieron prevenir el daño con la autoridad que su calidad les confería, y el
134
pupilo menor autor del hecho perjudicial y, otro mediato que es la del padre, tutor,
curador o director de colegio.
En tal caso, la relación de causalidad vincula al padre, tutor, curador o director
de colegio o establecimiento con el daño producido, por entender que han sido
negligentes en el deber de vigilancia de los menores a su cargo. Consecuentemente, la
constatación del vínculo causal estará dirigida a verificar que el daño en cuestión fue
provocado efectivamente por el menor, y de modo tal que establecido ello se presumirá
que existe la relación de causalidad legalmente exigida.
3. En el caso de las responsabilidades objetivas por el hecho de otra persona
(art. 1842 299 del Código civil), tales como accidentes de trabajo, daños causados por
animal feroz (art. 1854 300 del Código civil) la relación de causalidad se orientará a
constatar si el daño fue producido efectivamente por el dependiente o subordinado y
determinado tal extremo, se considera que existe el nexo causal pertinente con soporte en
el deber de garantía del principal respecto de los actos de su subordinado.
4. Respecto de los daños causados por cosas animadas o no, responde el dueño
o quien se sirva de ella, pues la ley presume que se debió a su negligencia. O sea,
presume que existe un nexo causal entre la conducta del dueño de la cosa inanimada o de
quien se sirva de ella y el denominado hecho de la cosa. Es la fórmula de los arts. 1847 301
y 1853 302 del Código civil. Consecuentemente, para que exista relación de causalidad en
tales supuestos, será suficiente demostrar que el daño provino de la cosa inanimada o del
animal.
O sea, tratándose de daños causados por el riesgo o vicio de la cosa, la ley
dispone que responden frente a la víctima, concurrentemente, el dueño y el guardián de la
misma. Debe, en primer lugar, indagarse si el daño ha sido provocado por el riesgo o
vicio de la cosa. Establecida la vinculación material entre la cosa y el perjuicio, la ley
presume la relación de causalidad entre el daño y el riesgo creado por el dueño o el
guardián de la cosa, quienes sólo pueden liberarse acreditando la ruptura del nexo
causal. 303
cuidado que era de su deber emplear. Cesará también cuando los incapaces hubieren sido puestos bajo la vigilancia y autoridad de otra persona, caso en el
que la responsabilidad será de cargo de ella.
299
Art. 1842 del Código civil: El que cometiere un acto ilícito actuando bajo la dependencia o con autorización de otro, compromete también la
responsabilidad de éste. El principal quedará exento de responsabilidad si prueba que el daño se produjo por culpa de la víctima o por caso fortuito.
300
Art. 1854 del Código civil: El daño causado por un animal feroz, será siempre imputable al dueño o guardián, aunque no le hubiese sido posible
evitar el daño, y aunque el animal se hubiere soltado sin culpa de ellos.
301
Art. 1847 del Código civil: El dueño o guardián de una cosa inanimada responde del daño causado por ella o con ella, si no prueba que de su parte no
hubo culpa, pero cuando el daño se produce por vicio riesgo inherente a la cosa sólo se eximirá total o parcialmente de responsabilidad acreditando la
culpa de la víctima o de un tercero por quien no debe responder. El propietario o guardián no responderá si la cosa fue usada contra su voluntad expresa o
presunta.
302
Art. 1853 del Código civil: El propietario de un animal, o quien se sirve de él, durante el tiempo que lo tiene en uso, es responsable de los daños
ocasionados por el animal, sea que estuviese bajo su custodia, o se hubiese escapado o extraviado, si no probase caso fortuito, o culpa de la víctima o de
un tercero.
303
PIZARRO y VALLESPINOS, op. cit., 105.
135
Del examen precedente resulta que en el ámbito de la responsabilidad civil –de
origen contractual o extracontractual- no media invariablemente una directa relación de
causalidad entre el daño y su autor inmediato, a diferencia de lo que sucede en la esfera
del derecho penal en el que –por su particular naturaleza- debe darse estrictamente el
nexo causal entre la conducta del autor y su resultado.
En materia civil existe pues responsabilidad sin causalidad, a diferencia del
derecho penal en que la causalidad es presupuesto invariable de la responsabilidad. 304
304
ORGAZ, op. cit., 79.
305
SPOTA, Alberto G., El problema de la causación en la responsabilidad aquiliana, J.A. 1942-II, 980, Buenos Aires, 1942.
306
ORGAZ, op. cit., 82/83.
136
sus derechos o facultades, o en las cosas de su dominio o posesión”, cuya norma tiene
asimismo por fuente al Proyecto de 1936 (art. 866).
En dichos artículos del Anteproyecto de BIBILONI y del Proyecto de 1936 que
son la fuente literal de las citadas disposiciones del código paraguayo, no se suministra
una regla que, de modo concreto y específico, permita determinar con precisión la
relación de causalidad entre el hecho y el daño, quedando ello librado al análisis
doctrinario, en la opinión de SPOTA . 307
Se sigue de ello que, si el acto es inadecuado, esto es, si no existe una notable
verosimilitud, o idoneidad, para producir el evento, el sujeto no responde de tal evento.
En otras palabras, el acto inadecuado (o no-adecuado) resulta indiferente, a los fines de la
causalidad, respecto del evento dañoso. Si Ticio, que solía transitar por la acera de mi
casa, un día cambia de itinerario, porque se está reparando (en virtud de disposición dada
por mí) el pavimento de la acera, y al pasar por la contraria, le cae una teja sobre la
307
Autor y op. cit., 973.
308
ORGAZ, op. cit., 89/90.
309
MESSINEO, Francesco, Manual de derecho civil y comercial, VI, 499, Buenos Aires, 1979.
137
cabeza, que le produce una herida, éste es un evento que, según la teoría de la causalidad
simple, debería imputárseme; pero, según la teoría de la causa adecuada, no, puesto que
se trata de un accidente que no puede hacerse remontar a mi comportamiento, sino a la
casualidad. Y cualquiera comprende que la segunda solución es más razonable y
socialmente más aceptable. 310
Importa la adecuación objetiva entre acto y evento dañoso, según las normales
reglas de experiencia y el normal cálculo de probabilidades; reglas y cálculo, que deben
tener en cuenta las circunstancias, no sólo existentes, sino además reconocibles por el
agente que ocasiona el daño. 311
Que son las que se derivan directamente del propio acto, según el curso natural
y ordinario de las cosas y a ellas alude en primer término el art. 1856 del Código civil.
No es inmediatez la vinculada a la proximidad espacial o temporal con el hecho
que engendró el daño. La inmediatez que verdaderamente interesa se produce porque
entre el hecho y el daño, no se interpuso ninguno extraño o distinto.
La previsibilidad está implícita en el concepto, pues aquella consecuencia
aquella consecuencia que sigue natural y ordinariamente a un hecho, debe necesariamente
representarse en la mente de un hombre normal por la fuerza de una experiencia
constante y regular. Por el acaecer natural y ordinario de la consecuencia inmediata ella
es la aparece en la cadena causal ligada al hecho quela produce de una manera directa e
inmediata, sin conexión, con otro hecho. 312
Que son las que se producen por la vinculación del hecho originario con otro
distinto, que impide que sea directa la relación engendrada por el primero. Hecho
310
MESSINEO, ibídem, 499.
311
MESSINEO, ibídem, 499
312
BUSTAMENTE ALSINA, op. cit., 191.
138
interpuesto, sin embargo, que coadyuva con el resultado y, que es asimismo previsible,
por ser habitualmente conexo con aquél. 313
A estas consecuencias, mediatas, alude en
segundo término el art. 1856 del Código civil.
El concepto de causalidad indirecta quiere solamente subrayar que, en la
posible serie causal, puede considerarse causa un acto (o un hecho) que no esté ligado al
evento por un nexo de inmediación. 314
Es una categoría de las consecuencias casuales, sólo que en ningún caso se las
toma en consideración por estar excesivamente alejadas del hecho que constituye la
consecuencia inmediata o directa. Fue incorporada al art. 906 del código argentino por la
reforma de 1968, no estando –sin embargo- incorporada a nuestro Código civil.
313
ORGAZ, op. cit., 83.
314
MESSINEO, op. cit., 500.
315
Art. 425 del Código civil: Si la inejecución de la obligación fuese maliciosa, los daños e intereses comprenderán también las consecuencias mediatas.
139
a) De las consecuencias inmediatas, responde siempre el autor del hecho, sea éste
culposo o doloso, lo cual representa la teoría de la adecuación en toda su excelencia;
b) De las consecuencias mediatas previsibles, responde sólo el autor del hecho
antijurídico doloso, según se establece en la norma del art. 425 del Código, en
concordancia con la del art. 1856 y c) De las consecuencias casuales, por regla, no
responde el autor del hecho, salvo que éste constituya un delito y ella –la consecuencia
casual- haya estado en la mira de su autor al tiempo de consumar el hecho, según se
desprende del párrafo final del art. 1856 del Código civil.
140
1847 del Código civil: El dueño o guardián de una cosa inanimada responde del caño
causado por ella o con ella, sino prueba que de su parte no hubo culpa, pero cuando el
daño se produce por vicio o riesgo inherente a la cosa sólo se eximirá total o
parcialmente de responsabilidad acreditando la culpa de la víctima o de un tercero por
quien no debe responder.
Otro tanto ocurre en materia de responsabilidad por los daños causados por
animales, en virtud de lo que se establece en el art. 1853 del Código civil: El propietario
de un animal, o quien se sirva de él, durante el tiempo que lo tiene en uso, es responsable
de los daños ocasionados por el animal, sea que estuviere bajo su custodia, o se hubiere
escapado o extraviado, sino probase caso fortuito, o culpa de la víctima o de un tercero.
3. Por consiguiente, en todos los casos de responsabilidad objetiva o por riesgo
y entre ellas la del dueño o guardián del animal feroz (conforme, por ejemplo, con la
doctrina que surge del art. 1846 del Código civil) se presume que la responsabilidad le
corresponde al dueño de la cosa riesgosa; presunción relativa o juris tantum, pues éste se
encuentra autorizado a demostrar –prueba que está a su cargo suministrar- que el daño se
produjo por caso fortuito, culpa exclusiva de la víctima o de un tercero por cuyo hecho no
deba responder.
En estas situaciones en que el perjuicio proviene de la cosa misma, no cabe
prueba exonerativa alguna de inculpabilidad: sólo se acepta la demostración de la causa
extraña –culpa de la víctima o de un tercero por quien no se tiene que responder o caso
fortuito externo a la cosa-; en consecuencia, no hay aquí responsabilidad porque no hay
causalidad. 316
316
GOLDENBERG, Isidoro H., La relación de causalidad en la responsabilidad civil, 227, Buenos Aires, 1984.
317
MESSINEO, op. cit., 501.
141
142
LECCIÓN IX
LA INDEMNIZACIÓN PREDETERMINADA
CLÁUSULA PENAL
SUMARIO. 96. Concepto. 96.1. Historia. 96.2. Régimen legal y metodología. 97. Funciones. 97.1. Función
compulsiva. 97.2 Función indemnizatoria. 98. Caracteres. 98.1. Es accesoria. 98.1.1. Excepciones a la regla de
accesoriedad 98. 2. Es subsidiaria 98.3. Es inmutable 98.4 Es condicional 98.5. Es de interpretación estricta
98.6. Es definitiva 99. Especies 99.1. Cláusula penal compensatoria 99.2. Cláusula penal moratoria 100.
Diferencias de la cláusula penal con institutos afines 100.1. Con las obligaciones alternativas 100.2. Con las
obligaciones facultativas 100.3. Con las obligaciones condicionales 100.3. Con la señal o arras 101. Sujetos de
la pena 101.1. Tercero obligado a la pena por nulidad de la obligación principal. 102. Pluralidad de sujetos
102.1. Pluralidad de deudores 102.2. Pluralidad de acreedores 103. Objeto de la pena 103.1. La pena es una
deuda de valor 104. Tiempo y forma de constitución de la cláusula penal 105. Efectos de la cláusula penal
96. Concepto
318
VON TUHR, Andreas, Tratado de las obligaciones, II, 2w35, Madrid, 1999.
319
DE RUGGIERO, Roberto, Instituciones de derecho civil, II, 1, 157, Madrid, 1977.
143
compromete en el convenio respectivo a entregarlo terminado en el plazo de dos años, y
al cabo de los cuales, se obliga a pagar al contratante el importe de 30 jornales mínimos
por cada día de atraso en la aludida entrega.
Se denomina cláusula penal a la estipulación accesoria a una obligación
principal por la cual el deudor deberá satisfacer una cierta prestación si no cumpliere lo
debido, o si lo cumpliere tardíamente. 320
320
LLAMBÍAS, op. cit. I, 417.
321
GIORGI, op, cit. IV, 468/469.
322
CAZEAUX, TRIGO REPRESAS, op. cit., I, 239.
323
MESSINEO, Francesco, Doctrina general del contrato, I, 218, Buenos Aires, 1986.
324
VON TUHR, Andreas, Tratado de las obligaciones, II, 235, Madrid, 1999.
325
ENNECCERUS, op. cit., I, 187.
144
La cláusula penal es una liquidación convencional de los daños y perjuicios que
es hecha “forfait” pues no se sabe por adelantado cuál será el daño real. 326
96.1. Historia
En efecto, en esa época del derecho romano sólo las obligaciones pecuniarias
estaban dotadas de acción para que su cumplimiento pudiera ser coactivamente exigido,
por lo que stipulatio poenae se convenía para dotar de exigibilidad a aquellas otras
obligaciones desprovistas de tal cualidad, como las de hacer y las de dar cosas que no
consistieran en dinero.
Durante ese mismo período y, dado que el juez no estaba autorizado a
determinar indemnizaciones por inejecución de obligaciones que no fueran igualmente
pecuniarias, la stipulatio poenae funcionaba como una multa dineraria previamente
establecida para la hipótesis de incumplimiento; multa a cuyo pago se encontraba
constreñido el deudor.
Consecuentemente, durante esa primera época el carácter de la cláusula penal
era principalmente coactivo.
Más tarde, en el derecho clásico se desvaneció dicho carácter compulsivo, y fue
reemplazado por una concepción básicamente indemnizatoria de la cláusula penal que
aparecía así utilizada con el fin de que el acreedor se exonerara de la carga de probar el
daño experimentado por el incumplimiento, tanto como de la necesidad de acudir al
arbitrium del juez para reclamar la fijación del respectivo resarcimiento.
El uso de las cláusulas penales conocidas ya en Derecho romano, fue muy
amplio en el Derecho provincial y en la Edad Media. Y no solamente en los contratos,
326
BARBERO, Doménico, Sistema del derecho privado, Obligaciones, III, 101, Buenos Aires, 19567
327
ALTERINI, Atilio Aníbal, Curso de obligaciones, I, 302.
328
DI PIETRO, Alfredo, derecho privado romano, 227, Buenos Aires, 1996: Estipulación penal. En una stipulatio se puede agregar una cláusula
que establezca una pena para el caso de incumplimiento. Así, si alguien estipular que otro haga alguna cosa, puede añadir lo siguiente: “Prometes,
para el caso que no se hiciera, darme 100 áureos a título de pena.?” (Pap., D.45.1.126.3).De este modo, existe la prestación principal, y en forma
condicionada, para el caso de que no se cumpla, figura la obligación de tener que pagar la pena. La stipulatio poenae tenía una gran ventaja
cuando, p. ej., se había estipulado un facere o dar otra cosa que no fuera dinero. La pena fijada era una especie de prefijación de los daños y
perjuicios que se ocasionarían. El acreedor no quedaba expuesto al arbitrium del juez (Inst., 3.15.7; Ulp., D.45.1.69).
145
sino también en los testamentos: las disposiciones testamentarias poenae nomine,
conocidas en el Derecho romano, tienen por objeto constreñir a la persona del heredero o
legatario a realizar un determinado acto con la amenaza de un perjuicio patrimonial. 329
El Código civil regula la cláusula penal en el libro segundo, entre los efectos de
las obligaciones, arts. 454 a 462 (título II, capítulo I, sección II). Su redacción es
originaria del Proyecto de la Comisión Nacional de Codificación, pues no se ajusta al del
Anteproyecto DE GÁSPERI, ni al del Proyecto de reforma del código civil argentino de
1936 y tampoco al del Anteproyecto de BIBILONI.
La ubicación de la cláusula penal en nuestro código, entre los efectos de las
obligaciones, es la misma del Proyecto de reforma del Código civil argentino de 1936,
inspirada en la del Anteproyecto de BIBILONI . 331
329
DE RUGGIERO, Roberto, Instituciones de derecho civil, II, 1, 157/158, Madrid, 1977.
330
RIPERT, op. cit., IV 1, 495/496.
331
BIBILONI, Juan Antonio, Anteproyecto de reformas al Código civil argentino, II, 70, señala al respecto: Se traslada aquí todo lo establecido
por los artículos 652 a 666. Las obligaciones con cláusula penal no constituyen una especie particular. La prestación accesorio no modifica la
naturaleza de la relación jurídica. Produce efectos que extienden o restringen los generales de toda obligación. Su sitio natural por razón de ellos,
y siguiendo el método de los pandectistas modernos, es el que se proyecta.
146
El Código civil italiano la inserta en el capítulo de los efectos de los contratos,
compartiendo la sección II con la señal. Otro tanto ocurre con el Código civil alemán que
la contempla dentro de su libro segundo, en la sección también segunda correspondiente a
las relaciones obligatorias derivadas del contrato, cuyo título cuarto comparte con las
arras.
El Código civil paraguayo, adoptó una postura más propia en términos
científicos, pues la incluye en el capítulo de los efectos de las obligaciones, en el Libro
2º, Título II, Capítulo I, Sección II, que lo correcto lo cual decimos porque la cláusula
penal es en esencia una indemnización incumplimiento de la obligación y éstos –
cumplimiento e incumplimiento- constituyen el principal efectos de aquellas.
97. Funciones
Son dos las principales funciones que posee la cláusula penal, a saber:
332
CASEAUX, op. cit., 240.
333
MESSINEO, op. cit., 219.
147
La cláusula penal hace también de medida reforzadora del cumplimiento,
puesto que el deudor, estipulada ya la cláusula, no tiene ya interés en tergiversar –o lo ha
perdido-, buscando pretextos o sacando partido de las dificultades que el acreedor pueda
encontrar en juicio para dar la prueba del daño; en efecto, la cláusula penal desvincula
derecho, tanto del daño efectivo como de la prueba de él, y hace, por tanto, un poco más
cauto al deudor para encarar el juicio. 334
98. Caracteres
....escribir….
98.1. Es accesoria
334
BARBERO, Doménico, Sistema del derecho privado, Obligaciones, III, 130, Buenos Aires, 1967.
335
DE RUGGIERO, op. cit., 158.
148
Lo cual significa, por aplicación del principio respectivo del art. 427 336 del
Código civil (accesorium sequitur principale), que la cláusula penal, en su calidad de
accesoria de una obligación principal, depende de la existencia de ésta. O sea la nulidad
de la cláusula penal no provoca la de la obligación principal pero, a la inversa, la de ésta
produce la invalidez de la cláusula penal. Es lo que dispone el primer párrafo del art. 455
del Código civil: La nulidad de la cláusula penal no afecta la validez del acto jurídico.
Para que esta excepción tenga efecto no ha menester atender a cuál sea la clase
de nulidad que afectó a la obligación principal, pues no debemos distinguir donde la ley
336
Art. 427 del Código civil: Los derechos y obligaciones accesorios quedan subordinados a la existencia de los principales.
337
Art. 1833 del Código civil: El que comete un acto ilícito queda obligado a resarcir el daño. Si no mediare culpa, se debe igualmente indemnización en
los casos previstos por la ley, directa o indirectamente.
338
Art. 1834 del Código civil: Los actos voluntarios sólo tendrán el carácter de ilícitos: a) cuando fueren prohibidos por las leyes, ordenanzas
municipales, u otras disposiciones dictadas por la autoridad competente. Quedan comprendidas en este inciso las omisiones que causaren perjuicio a
terceros, cuando una ley o reglamento obligare a cumplir el hecho omitido; b) si hubieren causado un daño, o produjeren un hecho exterior susceptible de
ocasionarlo; y c) siempre que a sus agentes les sea imputable culpa o dolo, aunque se tratare de una simple contravención.
149
no lo hace y, porque, además, la finalidad de la pena es la de indemnizar precisamente el
daño causado por el hecho de que la obligación principal carezca de efectos.
Esta excepción fue concebida por BIBILONI 339 quien mediante el art. 1063 de 340
su Anteproyecto la propuso como agregado al art. 663 del código argentino. Pero la
redacción del art. 455 de nuestro código y de todos sus párrafos, incluyendo el de la
excepción que nos ocupa, es copia literal del art. 640 del Anteproyecto DE GÁSPERI. 341
98. 2. Es subsidiaria
339
BIBILONI, Juan Antonio, Anteproyecto de reformas al Código civil argentino, II, 75, Buenos Aires, 1929: Pero hay casos en que la nulidad
engendra responsabilidades, -artículos 1172, 1178, 1056, etc.-, y la pena, si por sí misma no es nula, debe substituir a la indemnización Así lo
resuelve el artículo 1189, en una hipótesis de ese género. Véase Demolombe, 26, número 642.
340
Art. 1063 del Anteproyecto de BIBILONI: La nulidad de la cláusula penal no afecta la validez del acto jurídico. Las nulidad de éste causa la de
la pena, a menos que de la invalidez nazca la obligación de indemnizar. (Destaque nuestro).
341
Art. 640 del Anteproyecto DE GÁSPERI: ……………………….
150
Lo cual significa que en las obligaciones con cláusula penal, lo que
verdaderamente se debe es la prestación que constituye el objeto de la principal, por lo
que el deudor no podrá liberarse pretendiendo satisfacer directamente la pena, conforme
con la norma del art. 457 342 del Código civil, salvo que ello fuera expresamente
establecido en el contrato respectivo.
En lo que se refiere al acreedor, tampoco puede exigir la cláusula penal antes
de producirse el incumplimiento de la obligación principal; pero acontecida la
inejecución de ésta, si puede optar, a su arbitrio entre el cumplimiento de la principal o el
de la cláusula penal, conforme se establece en el art. 458 del Código civil: El acreedor no
podrá pedir el cumplimiento de la obligación y de la pena, sino una de las dos cosas, a su
arbitrio, a menos que aparezca haberse estipulado la pena por el simple retardo, o que se
haya pactado que por el pago de la pena no se entienda extinguida la obligación principal.
Puede, sin embargo, exigirse la cláusula penal antes del incumplimiento de la
principal, cuando fue pactada para indemnizar el simple retardo; o cuando se convino que
el pago de la pena, no tenía el efecto de extinguir la obligación principal.
Siendo una liquidación de los daños de incumplimiento, la “cláusula penal” no
significa sustitución del resarcimiento al cumplimiento. Es decir: el hecho de la
estipulación de la cláusula penal no impide a la parte que tenga interés en ello, exigir el
cumplimiento, ni da derecho a la otra parte a sustraerse de él declarando u ofreciendo
ejecutar la cláusula. Aunque el acreedor, salvo en el caso de que la penal haya sido
estipulada para el simple retardo, no pueda acumular el requerimiento de la prestación –o
sea, del cumplimiento- conjuntamente con el de la penal –estos es, del resarcimiento- no
pierde la acción para obtener la primera, es decir, precisamente el cumplimiento, sino
quiere resignarse al resarcimiento convenido. En una palabra, la cláusula se establece en
su favor para el caso de que no quiera instar en orden a la consecución del cumplimiento,
pero no se vuelve en su daño, constriñéndolo a sufrir la voluntad del deudor que prefiera
no cumplir, ofreciendo la penal. 343
98.3. Es inmutable
342
Art. 457 del Código civil: El deudor no podrá eximirse de cumplir la obligación principal por el pago de la pena, sino en el caso en que
expresamente se hubiere reservado este derecho.
343
BARBERO, op. cit., 101/102.
151
obligado a probar que ha sufrido perjuicio, ni el deudor se eximirá de satisfacerla
probando que el acreedor no ha sufrido perjuicio alguno.
Puede entonces señalarse que en virtud de este carácter, el importe de la
cláusula penal no está ligado al del daño, pues la pena se debe con prescindencia de la
prueba de aquél e incluso en el caso que el deudor demuestre que no hubo perjuicio.
Las disposiciones de nuestro código transcriptas sobre la inmutabilidad de la
cláusula penal se relacionan con la función compulsiva de ésta; cuyo énfasis le distancia
de la función indemnizatoria que también posee. A este respecto, recordemos que la
cláusula penal puede ser convenida para el incumplimiento de deberes que –en rigor- no
son obligaciones por carecer de significación económica (como la deuda alimentaria, por
ejemplo). 344
344
LLAMBÍAS, op. cit., 444; BUSSO, op. cit., 459: Interés del acreedor. Interés de afección: El interés que el acreedor tenga en obtener la
prestación principal es el presupuesto que justifica la inclusión de cláusulas penales en la obligación, y que sirve a de base o fundamento para
pretender la prestación penal en caso de incumplimiento. No es necesario que exista un interés económico o pecuniario: válidamente pueden
estipularse penas en garantía de intereses simplemente de afección.
345
VON TUHR, op. cit., 241.
346
Art. 656 del Código civil argentino: ………………..
152
Entonces, el art. 459 de nuestro código, en su redacción, es originaria de la
Comisión Nacional de Codificación (art. 459 ), pues autoriza la reducción equitativa de
348
la pena tanto para la desproporción, como para los supuestos de cumplimiento parcial e
irregular.
La relatividad de la regla de la inmutabilidad se funda en motivos morales,
puesto que la ley no puede respaldar el despojo irracional del deudor; situación que
indudablemente se produce cuando la pena es notoriamente superior a la verdadera
significación económica de los daños sufridos por el acreedor.
El legislador de 1968 creyó conveniente sancionar expresamente esta solución,
no sólo porque al consagrar una jurisprudencia con fuerza de ley se le confiere mayor
precisión y autoridad, desechando dudas o vacilaciones, sino porque se adecua al
concepto del Derecho, impregnado de la idea de equidad, que ha inspirado la reforma. 349
98.4 Es condicional
347
Art. 998 del Esboço de TEIXEIRA DE FREITAS : ……………..
348
Art. 459 del Proyecto de la Comisión Nacional de Codificación: …………………
349
BORDA, Guillermo A., La reforma de 1968 al Código civil, 313, Buenos Aires, 1971.
350
Art. 343 del Código civil alemán: …………………………..
351
DE RUGGIERO, op. cit., 238.
153
Esto significa –en la interpretación constante de la doctrina - que la pena 352
98.6. Es definitiva
99. Especies
352
BUSSO, op. cit., 463/464; COLMO, Alfredo, De las obligaciones en general, 138, Buenos Aires, 1944: El distingo es útil sobre todo en el
sentido siguiente: la pena estipulada para el caso de mora no es trasladable al caso del incumplimiento y viceversa. Esto es de verdad elemental,
por lo mismo que todo cuanto importe una penalidad, aunque civil, debe ser interpretado restrictivamente, en obsequio a la libertad y no en el
sentido de la obligación; CHIRONI, Giampietro, La culpa en el derecho civil moderno, 665/666, Madrid, 1907: Cosa ésta que se ve mejor cuando
se repara en los dos hechos cuya realización puede ser referida a la cláusula penal: el incumplimiento absoluto o la mora; en los convenios, las
154
En tal sentido, el art. 454 del Código civil previene que “Podrá estipularse una
pena para el caso de incumplimiento, total o parcial, o retardo en la ejecución de la
obligación..” y, en concordancia, agrega el art. 458 del mismo código: “..a menos que
aparezca haberse estipulado la pena por el simple retardo..”.
Cuando se pactó la cláusula penal moratoria podrá siempre reclamarse el
cumplimiento de la prestación que configura la obligación principal, tal como se autoriza
en dicha norma del art. 458 del Código civil. 353
partes pueden haber considerado uno u otro, y aunque en la estipulación por el incumplimiento pueda contenerse también el caso de mero retraso,
es menester, para no incurrir en dudas o contradicciones graves, ver como distintas las dos hipótesis.
353
Art. 458 del Código civil: El acreedor no podrá pedir el cumplimiento de la obligación y de la pena, sino una de las dos cosas, a su arbitrio, a menos
que aparezca haberse estipulado la pena por el simple retardo, o que se haya pactado que por el pago de la pena no se entienda extinguida la obligación
principal.
155
podrá eximirse de cumplir la obligación principal por el pago de la pena, sino en el caso
en que expresamente se hubiere reservado ese derecho.
La facultad de optar le corresponderá al acreedor, sólo en caso de mora del
deudor, según se previene en el art. 458 del Código civil: El acreedor no podrá pedir el
cumplimiento de la obligación y de la pena, sino una de las dos cosas, a su arbitrio, a
menos que aparezca haberse estipulado la pena por el simple retardo, o que se haya
pactado que por el pago de la pena no se entienda extinguida la obligación principal.
156
En la obligación condicional la existencia del vínculo queda subordinada al
cumplimiento de la condición. En cambio, en la obligación con cláusula penal la relación
jurídica es cierta y definitiva desde el primer momento. 354
de una obligación.
354
BUSSO, op. cit., 456.
355
BUSSO, op. cit., 458.
356
GIORGI, Jorge, Teoría de las obligaciones, IV, 481, Madrid. 1977.
357
VON TUHR, Andreas, tratado de las obligaciones, II, 243, Madrid, 1999.
358
Art. 723 del Código civil: Si se hubiere dado una señal para asegurar el contrato o su cumplimiento, quien la dió puede arrepentirse del contrato o
dejar de cumplirlo, perdiendo la señal. Puede también arrepentirse el que la recibió, y en tal caso debe devolver la señal, con otro tanto de su valor. Si el
contrato se cumpliere, la señal debe devolverse en el estado que se encuentre. Si ella fuere de la misma especie que la que por el contrato debía darse, la
señal se tendrá como parte de la prestación.
157
La señal o arras y la cláusula penal se asemejan por cuanto ambas son
obligaciones accesorias de sus respectivas principales y porque están –además- las dos
concebidas con función indemnizatoria.
Pero esa función indemnizatoria opera de modo distinto en cada una de ellas.
En efecto, la cláusula penal es exigible cuando el incumplimiento es imputable al deudor,
mientras que la señal se impone para los casos en que la obligación se disuelve por
arrepentimiento de una de las partes; en tal caso, no se habla de imputabilidad del
incumplimiento.
Las diferencias entre la cláusula penal y la señal, en concreto, son las
siguientes: a) la cláusula penal se encuentra establecida a favor, exclusivamente, del
acreedor; mientras que la señal se halla concebida para beneficiar a ambas partes; b) El
deudor de la cláusula penal no puede obviar el cumplimiento de la obligación principal
mediante el pago de la pena; mientras que la señal permite, en caso de arrepentimiento,
que la pierda quien la entregó o la doble, si quien desiste es la otra parte; c) El acreedor
que tenga una seña a su favor, está facultado a rechazar el cumplimiento pretendido por el
deudor, devolviendo la seña recibida y más un tanto igual (art. 723); mientras que el
acreedor que tenga otorgada una cláusula penal a su favor, no puede rehusarse al pago
que le ofrece su deudor al tiempo del vencimiento del plazo respectivo.
359
ENNECCERUS, op. cit., 187: Pero si el que promete es una persona distinta del deudor, o si se promete a otra persona que no sea el acreedor,
no se tratará de una pena convencional, sino de un contrato de garantía.
158
La factibilidad de la cláusula penal pactada por un tercero para el caso del
incumplimiento de la obligación principal por parte del deudor es una disposición
propuesta por BIBILONI en el art. 1072 de su anteproyecto y reiterada en el art. 606
360 361
del Proyecto de reforma del Código civil argentino de 1936, tanto como en el art. 648 362
La pena a que se obliga un tercero no es, ciertamente, una fianza desde que no
asume el pago de la obligación principal. La estipulación se rige por las reglas de la
cláusula penal. Pero siendo un tercero a la obligación misma, deben aplicarse
subsidiariamente las disposiciones de la fianza, en cuanto sean procedentes, desde que es
el contrato con que presenta mayor afinidad. 364
360
Art. 1072 del Anteproyecto de BIBILONI: un tercero puede comprometerse a abonar una pena para el caso de inejecución de la obligación por
el deudor. En tal supuesto se aplicarán subsidiariamente las reglas de la fianza. Puede también obligarse a pagarla en caso de que el deudor
invocase la nulidad del crédito, cuando el tercero conociese la causa de esa nulidad, y esta no proviniese de una contravención a lo dispuesto por
el artículo 952.
361
Art. 606 del Proyecto de reforma del Código civil argentino de 1936:…………………
362
Art. 648 del Anteproyecto DE GÁSPERI: ………………………
363
DE GÁSPERI, Luis, Anteproyecto de Código civil, nota al art. 648, pág. 192.
364
BIBILONI, op. cit., 80.
365
Art. 299 del Código civil: No podrá ser objeto de los actos jurídicos: a) aquello que no esté dentro del comercio; b) lo comprendido en una
prohibición de la ley; y c) los hechos imposibles, ilícitos, contrarios a la moral y a las buenas costumbres, o que perjudiquen los derechos de terceros. La
159
objeto de la prestación estuvieren fuera del comercio, fueran prohibidos por las leyes,
perjudicaran a terceros, sean ilícitos, imposibles o fueren contrarios a la moral y las
buenas costumbres o se opusieren a libertad de las acciones o de la conciencia.
Sobre este particular, es relevante advertir que la nulidad reconoce dos
principales categorías, o sea la nulidad propiamente dicha y la anulabilidad (arts. 357 y 366
La norma que estamos examinando del último párrafo del art. 462 del Código
se inspiró en las enseñanzas de WINDSCHEID que establecía como regla general, que,
cuando el promitente de la pena, sea quien sea -pues no distingue-cree que es válida la
obligación nula, la cláusula penal es también nula; cuando sabe que la obligación
principal es inválida, la cláusula penal implica una renuncia a oponer la invalidez, y
valdrá en tanto cuanto valga como renuncia, es decir, será nula si la invalidez es de orden
público. 369
inobservancia de estas reglas causa la nulidad del acto y de igual modo, las cláusulas accesorias que, bajo la apariencia de condiciones, contravenga lo
dispuesto por este artículo.
366
Art. 357 del Código civil: Es nulo el acto jurídico: a) cuando lo hubiere realizado un incapaz por falta de discernimiento; b) si el acto o su objeto
fueren ilícitos o imposibles; c) en caso de no revestir la forma prescripta por la ley; d) si dependiendo su validez de la forma instrumental, fuese nulo el
instrumento respectivo; y e) cuando el agente procediese con simulación o fraude presumidos por la ley.
367
GAUTO BEJARANO, Marcelino, El acto jurídico, 638/639, Asunción, 2010.
368
Autor y op. cit., 82.
369
WINDSCHEID, Bernardo, Diritto delle Pandette, II, No. 286, Torino, 1925.
160
invalidación de la obligación principal, y que sólo es verdad para las nulidades relativas
(actual anulabilidad de nuestro código), con lo que no resuelve el caso, puesto que, si se
invocan, todo el acto será anulado en lo principal y en lo accesorio. Agrega, sin embargo,
que es perfectamente exacta para el caso en que puede funcionar y que, tal vez, se tenía
en vista por aquel escritor, por lo que él, BIBILONI, proyectó el art. 1072 de su
anteproyecto respecto del que explica: “la facultad reconocida de estipular una pena para
la obligación ajena nula, no debe llegar hasta garantizar el cumplimiento de actos cuyo
objeto sea prohibido, contrario a la moral y a las buenas costumbres, sea o no conocida la
prohibición en el acto de celebrarlos”. 370
370
BIBILONI, ibídem.
161
102.1. Pluralidad de deudores
371
Art. 515 del Código civil: Cuando se hiciere imposible la prestación por culpa o durante la mora de algunos de los codeudores solidarios, subsistirá
para todos la obligación de pagar su valor; pero por los daños o intereses a que hubiere lugar, sólo responderá el culpable o el moroso.
372
Art. 519 del Código civil: La mora de uno de los acreedores solidarios produce también sus efectos respecto de los demás y a favor de todos los
deudores.
162
2) A la inversa, si la obligación principal es indivisible, mientras que divisible
la pena, ocurrido el incumplimiento, cada acreedor esta facultado a exigir la parte que le
corresponda en la pena. Pero, en caso de que el incumplimiento lo sea respecto de un
acreedor, se adeudaría sólo la parte que en la pena le corresponda a éste. Es ya clásico el
ejemplo que sobre este caso específico se propone: en una servidumbre de paso negada a
uno de los titulares, solamente éste tendría derecho a reclamar del obligado la parte
proporcional de la pena divisible que se hubiera convenido. 373
Puesto que la pena es –en esencia- una obligación, su objeto deberá ser el
mismo de éstas, o sea una prestación susceptible de valoración económica, tal se
establece en la norma fundamental del art. 418 del Código civil: La prestación que
constituye el objeto de la obligación debe ser susceptible de valoración económica y
corresponder a un interés personal, aunque no sea patrimonial del acreedor.
El código paraguayo, siguiendo al Proyecto de reforma del Código civil
argentino de 1936, omitió en el capítulo específico de la cláusula penal (arts. 454 a 462)
toda alusión al respecto del objeto de ella.
Dicho proyecto de 1936 aceptó así la propuesta de BIBILONI, su
anteproyectista, al recomendar tal supresión: “El texto actual (se refiere al art. 653 del
código argentino) dispone que la pena deba consistir en dinero “o cualquier otra
prestación que pueda ser objeto de las obligaciones”, sin dua porque según el artículo
1169 la prestación en los contratos debe consistir o en una cosa o en hechos susceptibles
de apreciación pecuniaria. Hemos proyectado su supresión, y fijado como principio el de
que las convenciones producen efectos en todo caso de prestación lícita aunque su objeto
no sea pecuniario. Por consiguiente, la disposición del artículo 653 debe ser reformada,
porque es claro que la pena, sino ha de ser ilusoria, debe consistir en un valor que pueda
ser realizado por vía de la ejecución forzada. 374
373
CASEAUX, op. cit., 259; SALVAT, Raymundo M., y GALLI, Enrique V., Tratado de derecho civil argentino, Obligaciones en general, I,
260, Buenos Aires, 1963: En el caso de ser la obligación principal indivisible, la cuestión ha dado lugar a algunas dificultades. Pongamos el
ejemplo elegido por la generalidad de los autores: Pedro concede a Pablo una servidumbre de pasaje sobre su campo, con la cláusula penal de
pagar mil pesos si lo impide.; Pablo muere dejando cuatro herederos y Pedro consiente el pasaje a tres, pero lo niega al cuarto. ¿Cuál es el derecho
de los acreedores con relación a la pena? ¿Pueden exigir todos los herederos el pago de ella o sólo el último, es decir, aquel a cuyo respecto la
obligación no ha sido cumplida? En este último caso, ¿puede exigir la totalidad de la pena o sólo una parte proporcional a su haber hereditario? En
nuestra opinión, esta cuestión debe resolverse con prescindencia absoluta del carácter indivisible de la obligación principal y aplicarse, por
consiguiente, el principio de división de al pena consagrado en el artículo 661: el derecho de reclamar el pago de ella debe serle reconocido
exclusivamente al acreedor a cuyo respecto no se cumplió la obligación y sólo por una parte de la pena proporcional al monto de su haber. Po una
parte, los otros acreedores, aquellos a cuyo respecto la obligación se había cumplido, no podrían exigir la pena porque ésta sólo se debe en caso de
faltarse al cumplimiento de aquélla y esta condición faltaría. Por otra, siendo la pena divisible, no se alcanza a comprender qué razón habría para
que ella no se dividiese entre los acreedores, lo mismo que cualquier otro crédito.
374
Autor citado, Anteproyecto de reformas al Código civil argentino, II, 71, Buenos Aires, 1929.
163
Establecían que el objeto de la cláusula penal sólo podía ser una suma de
dinero, el Código francés (art. 1152) y el Código alemán (art. 339 ), y no así en el
375 376
derecho romano en el que la pena estipulada podía consistir en cualquier otra cosa que no
sea dinero . 377
375
Art. 1152 del Código civil francés: ………………..
376
Art. 339 del Código civil alemán: ………………
377
HULOT, M., Les cinquante libres du Digeste ou Des Pandectes, I, 333, Metz, 1803: Cuando el Pretor habla de un compromiso por el cual se
hubiese estipulado una pena, debe entendérselo no sólo referido al caso en que las dos partes hubiesen estipulado una multa de cierta suma de
dinero, sino también al de que la pena estipulada consistiese en otra cosa que no sea dinero.
378
CASEAUX, op. cit., 248/249.
379
CÁMARA DE APELACIONES de Mar del Plata en el juicio “Cabrera de Williams de Duborg c/ Granoni”.
164
se requiere la forma escrita, no admitiéndose la demostración por testigos, según se
dispone en el art. 706 del Código civil.
381
Al respecto, es de observar igualmente la regla del art. 700 inc. h) del Código
civil sobre las obligaciones accesorias de actos otorgados mediante escritura pública, en
cuanto deben ajustarse a la forma de éstos.
Los efectos de la cláusula penal son los que le corresponden por su carácter de
ser una obligación respectivamente subsidiaria y accesoria. Consecuentemente, hacemos
remisión a lo expuesto más arriba sobre el particular, en el desarrollo de sus principales
caracteres.
380
Art. 474 del Código civil: Las deudas pecunarias se extinguen por el pago hecho con el signo monetario que tenga curso legal y fuerza cancelatoria a
la fecha de su vencimiento y por su valor nominal. Las obligaciones y el pago en monedas distintas se rigen por las leyes especiales.
381
Art. 706 del Código civil: Los contratos que tenga por objeto una cantidad de más de diez jornales mínimos establecidos para la capital deben hacerse
por escrito y no pueden ser probados por testigos.
165
LECCIÓN X
SUMARIO. 106. La cuestión del resarcimiento por daños causados. 106.1. Acepciones del hecho ilícito.-
107. Evolución del sistema de exclusión de responsabilidad 107.1. Cláusulas eximentes y cláusulas
limitativas.- 107.2. Exclusión de responsabilidad por dolo.- 107.3 Dolo de los representantes o de
terceros.- 107.4 Renuncia del acreedor, posterior al hecho doloso. 107.5 Exclusión de responsabilidad por
culpa.- 107.6 Excepciones a las cláusulas excluyentes de responsabilidad.- 108. Causas de justificación.
108.1 Daños causados en ejercicio de un derecho propio.- 108.2 Daños causados al ejercitar un deber
legal.- 108.3 Estado de necesidad.- 108.4 Legítima defensa.- 108.5 Consentimiento del damnificado.-
108.6 Obediencia debida.- 109. Presupuestos de responsabilidad.- 109.1 El daño. Concepto.- 109.1.2
Estimación del daño. Remisión.- 109.1.3 Solidaridad pasiva del acto ilícito.- 109.1.4 Moderación judicial
del monto de la indemnización.- 109.1.5 Liquidación del daño.- 110. Imputabilidad en el agente.- 110.1
Responsabilidad.- 110.2 Factores atributivos de responsabilidad.- 110.2.1 Factores subjetivos.- 110.2.2 La
culpa.- 110.2.3 El dolo.- 110.2.3.1 Teoría de la representación.- 110.2.3.2 Teoría de la voluntad.-
110.2.3.3 Clasificación del dolo.- 110.2.3.3.1 Dolo directo.- 110.2.3.3.2 Dolo eventual.- 111. Factores
objetivos.- 111.1 El riesgo creado.- 111. 2 El factor objetivo de garantía.- 111.3 El factor objetivo de la
equidad.- 111.4 Factor objetivo del abuso del derecho.- 112. Responsabilidad por hecho propio.- 113.
Responsabilidad por hecho ajeno.- 113.1 Culpa de la víctima.- 113.2 Culpa concurrente.- 114.
Responsabilidad por el hecho del dependiente.- 114.1 Relación de dependencia.- 114.2 Antijuridicidad.-
114.3 Factor de atribución del hecho del dependiente.- 114.4 Daños a tercero.- 114.5 Relación de
causalidad.-
382
-art, 1833 del Código civil: El que comete un acto ilícito queda obligado a resarcir el daño. Si no mediare culpa, se debe igualmente indemnización en
los casos previstos por la ley, directa o indirectamente.
383
Art. 1834 del Código civil: Los actos voluntarios sólo tendrán el carácter de ilícitos: a) cuando fueren prohibidos por las leyes, ordenanzas
municipales, u otras disposiciones dictadas por la autoridad competente. Quedan comprendidas en este inciso las omisiones que causaren perjuicio a
terceros, cuando una ley o reglamento obligare a cumplir el hecho omitido; b) si hubieren causado un daño, o produjeren un hecho exterior susceptible de
ocasionarlo; y c) siempre que a sus agentes les sea imputable culpa o dolo, aunque se tratare de una simple contravención.
384
ENNECCERUS, Ludwig, y LEHMANN, Heinrich, Derecho de las obligaciones, II2, 1021.
166
menoscabo económico en sus bienes. Tal compensación representa en este supuesto una
exigencia de la justicia conmutativa (justitia conmutativa, a diferencia de la justicia
distributiva, justitia distributiva) cuando una persona distinta al perjudicado puede ser
declarada responsable del acontecimiento dañoso. Es consustancial al ser humano el que
éste responda de sus acciones y de las consecuencias de éstas necesaria u objetivamente
previsibles; ello significa que no puede desligarse de su acción ni de las consecuencias a
él imputables considerándolas como algo externo a él, sino que en su propia conciencia
las ha de admitir como suyas y ha de “tomarlas a su cargo”, ha de responder de ellas. Y
ello porque todos sus actos están sometidos a una ley, o más exactamente a varias, como
la de la propia estimación, el respecto a la persona de otro y a la comunidad, cuya
observancia o inobservancia de él depende. El que infringe las leyes de la moral o del
ordenamiento jurídico y mediante esta violación daña a otro, está obligado conforme a la
moral y al Derecho natural a reparar el daño causado. Por lo tanto, el fundamento de la
obligación de indemnizar los daños está en este caso en el acto propio culpable y
antijurídico. 385
385
LARENZ, Karl, Derecho de las obligaciones, I, 190/191, Madrid, 1958,.
386
MESSINEO, Francesco, Manual de derecho civil y comercial, VI, 475, Buenos Aires, 1979.
167
El hecho ilícito tiene, principalmente, dos acepciones, una amplia y otra
restringida.
La acepción amplia es la que considera como hecho ilícito a todo acto contrario
al ordenamiento jurídico, globalmente considerado.
Se considera acción a la que se configura por el hecho humano positivo o
negativo que produce efectos en el mundo exterior (consecuencias jurídicas).
En virtud de su contrariedad con el derecho, el acto ilícito determina
necesariamente una sanción de la ley, ya que el orden jurídico es por esencia un orden
coactivo. 387
El acto ilícito “lato sensu” sólo se distingue por esa nota característica, la
infracción a la ley, que rae aparejada una sanción para el infractor, esto es, un proceder
que se impone a éste coactivamente, en razón de esa infracción. 388
La acepción restringida del hecho ilícito es aquella que lo concibe como una
acción antijurídica dañosa y es, además, imputable a alguien, subjetiva u objetivamente.
387
ORGAZ, Alfredo, El daño resarcible, 19, Buenos Aires, 1952, 19.
388
LLAMBÍAS, Jorge Joaquín, Tratado de derecho civil, Obligaciones, III, 498, Buenos Aires, 1973.
389
PIZARRO, Ramón Daniel y VALLESPINOS, Gustavo Daniel, Obligaciones, IV, 197/198, Buenos Aires, 2008.
168
dispensada de antemano, cuya interpretación conduce a concluir, sin lugar a dudas, que
por convenio puede el obligado excluir anticipadamente su responsabilidad por culpa.
390
ALTERINI, Atilio Aníbal y LÓPEZ CABANA, Roberto M., Invalidez de las cláusulas limitativas en la responsabilidad profesional, en
Derecho de daños, 287, Buenos Aires, 1992.
391
BUSSO, Eduardo D. Código civil anotado, III, 297, Buenos Aires, 1949.
392
Art. 5 del Código civil: Las leyes que establecen excepción a las reglas generales o restringen derechos, no son aplicables a otros casos y tiempos que
los especificados por ellas
393
PAULO (Dig. II, XIV, 27, 3) y ULPIANO citando a CELSO (Dig. L, XVII, 23).
169
esencial es que la cláusula en virtud de la cual se eximiera de responsabilidad por dolo el
deudor no tuviera ningún valor. 394
Cosa vieja es la nulidad del pactum de dolo non praestando, por ser contra
bona fidem y contra bonos mores el asegurarse preventivamente la irresponsabilidad por
la inejecución dolosa de la obligación contraída. 395
Sobre este particular debe destacarse que la primera parte de la norma citada
establece que la regla al respecto es que el deudor responde del dolo o culpa de sus
representantes y las personas que haya utilizado para el cumplimiento de la obligación.
En la segunda parte, se autoriza a dispensar tal responsabilidad.
El art. 422 de nuestro Código tiene por fuente al art. 570 399 del Proyecto de
reforma del Código civil argentino de 1936, y éste reconoce la suya en el Anteproyecto
394
CARAMES FERRO, José M., Curso de derecho romano, 427, Buenos Aires, 1976.
395
DE GÁSPERI, Luis, Anteproyecto de Código civil, nota al art. 856, p. 249, Asunción, 1964
396
GIORGI, Jorge, Teoría de las obligaciones, 81, Madrid, 1977.
397
CASEAUX, op. cit., 1, 143.
398
Art. 422 del Código civil (véase nota 229).
399
Art. 570 del Proyecto de reforma del Código civil argentino de 1936: …………….
170
de BIBILONI . La misma norma, pero con una redacción distinta se encuentra en el art.
400
BIBILONI en la nota respectiva reconoce como fuentes al art. 278 del Código
alemán, el art. 101 del Código Federal suizo de las Obligaciones y el art. 1313 del Código
austriaco.
El Código civil italiano insertó las disposiciones comentadas en su art. 1228. 402
Es importante advertir que las mismas carecen de norma expresa en el Código civil
argentino.
La culpa del representante legal y de otras personas de las cuales se sirve el
deudor para el cumplimiento de su obligación le es imputable a éste, de la misma manera
que su propia culpa, pero con la excepción de que incluso la responsabilidad por dolo de
estas personas puede ser excluida de antemano por contrato, pues aquí no hay reparos de
índole moral que se opongan a semejante limitación. 403
Puesto que la ley (art. 422) no distingue, entiende que al aludir simplemente a
representantes, se refiere a todas las clases de ellos, tanto los legales como
convencionales o voluntarios.
La ley deja a los interesados más amplio margen para descartar de antemano
por medio de un pacto la responsabilidad por el personal auxiliar que tratándose de la
nacida de culpa propia. 404
400
Anteproyecto de BIBILONI: El deudor responde del dolo o culpa de sus representantes legales, o de las personas que ha empleado en la
ejecución de la obligación, en los mismos casos en que sería responsable por su propio hecho. Puede convenirse de antemano la dispensa de esta
responsabilidad.
401
Art. 855 del Anteproyecto DE GÁSPERI: Salvo voluntad contraria de las partes, el deudor que en el cumplimieno de la obligación se vale de la
obra de terceros, responde también de los hechos dolosos o culposos de ellos.
402
Art. 1228 del Código civil italiano: Salvo voluntad diversa de las partes, el deudor que en el cumplimiento de la obligación se vale de la obra
de terceros, responde también de los hechos dolosos o culposos de ellos.
403
ENNECCERUS, op. cit., 282/283.
404
VON TUHR, Andreas, Tratado de las obligaciones, II, 107, Madrid, 1999.
405
COLAGROSSO, Enrico, Il libro delle obbligazioni, Parte Generale, 98, Milano, 1943.
171
107.4 Renuncia del acreedor, posterior al hecho doloso
solamente, permiten inferir a contrario sensu que está autorizada la dispensa previa de la
culpa del deudor y, ello es así, porque en tal caso no se halla comprometido el orden
público.
En derecho francés y en otros ordenamientos jurídicos como el suizo y el
peruano la culpa grave no puede excusarse, pero como en nuestro derecho la culpa es por
principio una sola, tal distinción de culpa grave y leve, o culpa grave, leve y levísima no
tiene relevancia y en principio la culpa puede ser dispensada en todo o en parte. 407
No media en los casos de culpa, la razón de orden moral que impide convalidar
las cláusulas excluyentes de responsabilidad en caso de dolo. La culpa supone siempre
buena fe. 409
406
Art. 421 del Código civil: El deudor responderá por los daños y perjuicios que su dolo o su culpa irrogare al acreedor en el cumplimiento de la
obligación. Habrá culpa cuando se omitieren aquellas diligencias exigidas por la naturaleza de la obligación y que correspondan a las circunstancias de las
personas, tiempo y lugar. La responsabilidad por dolo no podrá ser dispensada de antemano.
407
BOFFI BOGGERO, Luis María, Tratado de las obligaciones, II, 209, Buenos Aires, 1973.
408
BUSSO, Eduardo B., Código civil comentado, III, 295, Buenos Aires, 1949.
409
SALVAT, op. cit., 143.
172
Cabe asimismo desentrañar la intención del legislador, comparando el régimen
legal en el dolo y en la culpa. La existencia de un texto expreso que prohíbe dispensar el
dolo, permite sostener que el silencio respecto de la culpa importa su autorización. 410
Existen daños que no son ilícitos, motivados por conductas que no son
antijurídicas. Significa, entonces, que –aunque dañoso- no es antijurídico un hecho que
410
SALVAT, ibídem, 143.
411
MESSINEO, Francesco, Manual de derecho civil y comercial, IV, 250, Buenos Aires, 1979.
173
tiene un motivo que legalmente lo justifique. A estos, la doctrina denomina causas de
justificación.
Las causas de justificación enervan la antijuridicidad de la conducta y, bajo
ciertas circunstancias, pueden actuar como eximentes de responsabilidad. 412
412
PIZARRO, Ramón Daniel y VALLESPINOS, Carlos Gustavo, Obligaciones, II, 500, Buenos Aires, 1999.
413
CASEAUX, op. cit., 675.
414
ENNECCERUS, Ludwig y NIPPERDEY, Hans Carl, Derecho civil, Parte general, II, 2º, 895, Barcelona, 1981
415
MESSINEO, op. cit., VI, 496.
416
MESSINEO, ibidem, 487/488.
174
Puede insistirse, por lo tanto, en que la transgresión de un derecho ajeno,
especialmente toda intervención sobre el objeto del derecho, es suficiente, por regla
general, para poder afirmar la antijuridicidad, y así no son raros los casos en que falta la
antijuridicidad porque la violación del derecho está justificada por una causa especial.
Estas causas especiales de justificación que pueden dar lugar a la transgresión de un
derecho ajeno el carácter distinto al de una acción antijurídica, pueden derivarse del
consentimiento de aquel cuyo derecho es atacado, de la salvaguardia de un interés del
afectado, de los preceptos legales que autorizan la legítima defensa, ciertas acciones
realizadas en estado de necesidad y los casos de autoayuda y de una autorización legal. 417
417
LARENZ, Karl, Derecho de las obligaciones, II, 590, Madrid, 1959.
418
MOSSET ITURRASPE, Responsabilidad civil, 75, Buenos Aires, 1997
419
ORGAZ, Alfredo, La ilicitud, 47/48, Buenos Aires, 1973
175
legalmente –lo cual es su incuestionable derecho- le perjudica, en cierto modo, a los
demás.
Si el deudor se limita a ejercer un derecho legítimo contra el acreedor, sea un
derecho fundado en la ley, sea un derecho derivado del contrato, es evidente que, por
regla general, no incurre en culpa, aunque su actitud implique el incumplimiento de la
obligación (p. ej.: exceptio non adimpleti contractus). 420
Son daños no queridos que se han causado al ejecutar las facultades propias de
una función legal: las lesiones que el guardia le ocasiona al ladrón en oportunidad de
sorprenderlo y reducirlo; los del cuidador de un parque nacional al darle un empellón a
alguien a punto de caer por descuido a un precipicio, etc.
Se juzgarán como causas justificantes sólo cuando y en la medida que no hayan
excedido de su finalidad como –por ejemplo- el juez que pronuncia una sentencia
fundado sólo en su odio o malicia, y sin el menor fundamento válido, el policía que
tortura salvajemente al sospechoso, etc.
Por causas del derecho público está en gran parte excluida la antijuridicidad
siempre que el autor ha obrado en el ejercicio legítimo de la autoridad pública o en
cumplimiento de un deber de su cargo o del servicio. Si no se dan estos supuestos,
aunque exista un mandato de obrar no puede excluir la antijuridicidad. Esto vale también
cuando el mandato antijurídico tiene fuerza de obligar al agente. 421
420
BUSSO, op. cit., 298.
421
ENNECCERUS, op. cit., 896.
176
Se trata de los daños que se causan de parte de la eventual víctima para evitar
un mal inminente y grave respecto de su persona o de sus bienes. También puede
provenir del Estado para impedir daños de la misma mencionada naturaleza –inminentes
y graves- a la persona o bienes de los integrantes de la colectividad que aquél custodia.
Estado de necesidad es la situación de violencia en la cual se está facultado
para influir sobre una cosa ajena en tanto en cuanto sea necesario para evitar un daño que
amenaza. 422
Otra situación hay que puede excluir la ilicitud en la violación de los derechos
patrimoniales, y es el estado de necesidad; es decir, una situación apremiante en que sólo
cabe escapar de un peligro a que se halla expuesta la vida o el patrimonio de una persona
invadiendo la órbita patrimonial de otro; la ley exige que estos actos se realicen en
función y ejercicio de un derecho, el cual, para justificarlos, habrá de reunir
necesariamente un requisito, a saber: que el daño que trata de evitarse sea
incomparablemente mayor que el perjuicio que se le produce al patrimonio ajeno. Este
desequilibrio de intereses es la base sobre la que descansa el régimen jurídico del estado
de necesidad. El Derecho civil no admite los ataques contra los derechos de la
personalidad ajena, sobre todo contra el cuerpo y la vida de otros, para salvarse de un
peligro propio, y estos hechos son antijurídicos aún cuando el Derecho penal mitigue la
sanción contra el agente en gracia a su situación. 424
422
ENNECERUS, op. cit., 1097.
423
ORGAZ, Alfredo, La ilicitud, 127, Buenos Aires, 1973.
424
VON TUHR, Andreas, Tratado de las obligaciones, I, 273, Madrid, 1999.
177
deterioro o la destrucción sea exigido para alejar el peligro, y el daño no sea
desproporcionado con éste. Si el agente ha tenido la culpa del riesgo estará obligado a
la indemnización del daño; 1839: El que deteriore o destruya la cosa de otro, o hiera o
mate al animal de otro, para evitar un peligro inminente propio o ajeno, resultante de
esta cosa o de este animal, no obrará ilegalmente si el deterioro o la destrucción fueren
necesarios para evitar el peligro, si el daño no es desproporcionado con éste y si la
intervención de la autoridad no puede obtenerse en tiempo útil. Si el autor del daño ha
causado el peligro, estará obligado a indemnizar daños y perjuicios y, 1958 del Código
civil: el propietario no puede prohibir a otro que use de la cosa suya, si esto es
indispensable para evitar un peligro presente mucho más grave que el perjuicio que
pudiere resultarle al propietario y 1839.
La norma del art. 374 del Código alude al estado de necesidad defensivo,
mientras que la del art. 1958 al denominado agresivo.
Para que el estado de necesidad tenga el carácter de causa de justificación de la
responsabilidad por daño, deben concurrir los siguientes requisitos: 1. Una situación
actual que apeligre un determinado bien jurídico de otro; 2. La evitación del daño de que
se trate, sólo será posible mediante la intervención sobre la cosa ajena. Esto significa que
no habrá justificación si el daño puede evitarse eficazmente por otro medio igualmente
seguro que produzca daños menores; 3. El daño no estará justificado si el que se intenta
evitar es desproporcionadamente menor que aquél que se producirá al ajeno,
desproporcionado con éste, según los propios términos del art. 374; 4. No será exigido el
requisito de la desproporción, cuando el peligro o amenaza proviniera de la cosa que se
daña para evitarlo. Por ej.: cuando se constata por peritos que una construcción de
importante valor económico está a punto de desplomarse –en cuestión de horas- sobre mi
vivienda, sin que pueda evitarse ese desenlace de ningún modo. La demolición
programada de esa costosa construcción será el único medio de evitar la destrucción
inminente de mi vivienda.
En algún sector de la doctrina italiana, se ha sostenido que la amenaza
constitutiva del estado de necesidad debe ser la que apeligre a la persona afectada o a la
de terceros, pero no puede invocarse para salvar cosas. 426 La doctrina alemana, tanto
como la argentina la conciben, sin embargo, para la persona del afectado, de los terceros
y los bienes jurídicos de ellos, en general. 427
425
ENNECERUS, I, 2, 2, 1096, Barcelona, 1981.
426
MESSINEO, Francesco, Manual de derecho civil y comercial, VI, 488, Buenos Aires, 1979: Diversa, pero afín, es la situación determinada a
quien origine daño por verse constreñido a ello por la necesidad de salvar a si mismo o a otro, del peligro actual de grave daño a la persona (no
justifica el acto dañoso la necesidad de salvar cosas).
427
CASEAUX, Pedro N., y TRIGO REPRESAS, Félix A., Obligaciones, I, Buenos Aires, 1977: La existencia de un peligro actual o inminente de
sufrir un daño en la persona o en las cosas; MOSSET ITURRASPE, Jorge, Responsabilidad civil, 78, Buenos Aires, 1997. ENNECERUS, op. cit.,
178
Respecto del requisito de la desproporción de los daños respectivos, es
importante señalar que cuando está la vida humana en peligro, se supone esa
desproporcionalidad, dado que comparado con ella, resultan inferiores todos los valores
de los demás bienes materiales.
Para apreciar la responsabilidad en las hipótesis de coacción, interesa averiguar,
como en cualquier otro problema, si un individuo normal, colocado frente a la amenaza
del daño, habría obrado como el demandado: si habría causado un perjuicio para desviar
esa amenaza. Si el valor del bien salvado es inferior al del bien sacrificado, es evidente
que existe culpa: por ejemplo un individuo normal no mata voluntariamente a alguien
para salvar su fortuna. Si el bien salvado y el bien sacrificado son del mismo orden, la
cuestión es más delicada; sin embargo, debe decidirse, también aquí, que hay culpa: un
individuo consciente de sus deberes no sacrifica la vida de su prójimo para salvar la suya,
como tampoco lesiona los intereses de sus semejantes para que los suyos queden
indemnes. Pero si el bien sacrificado es de valor inferir al del bien salvado, cabe ver en el
estado de necesidad una causa de irresponsabilidad. 428
Cuando se trate de una situación que configure estado de necesidad por estar
reunidos para ello los requisitos exigidos por la ley, es legítimo intervenir la cosa ajena
según se autoriza expresamente en las aludidas disposiciones de los arts. 374 y 1958 del
Código. Esta facultad de intervenir sobre el derecho ajeno, no se extiende sin embargo
sobre la vida y la persona física de otro, porque se tratan de actos ilícitos injustificables
en cualquier caso y pasibles siempre de indemnización.
El que actúa en estado de necesidad puede romper la resistencia del propietario
conforme a los principios del derecho a la acción directa. 429 Eliminando la resistencia
contra un acto, por ejemplo, se constriñe al obligado a soportar la entrada en su finca, el
registro en su morada, el cierre de su presa en caso de peligro de crecida de las aguas o a
no oponer resistencia a que reiremos las cosas de nuestra pertenencia de la habitación
arrenda por él. 430
Mientras que en el lenguaje del derecho común acción directa significa toda
protección de los derechos por la propia fuerza, ya tenga lugar en forma de defensa o en
1098: Un peligro actual que amenace un bien jurídico. No es menester que el peligro amenace al propio agente, como no es menester en la
legítima defensa. La facultad de realizar un acto en estado de necesidad se otorga también para proteger al tercero. Tampoco es menester que el
peligro sea para la vida o para la integridad corporal, sino que basta el riesgo de cualquier bien jurídico; PIZARRO, op. cit., 502; ORGAZ, op. cit.,
129 Desde otro punto de vista, el derecho comparado muestra una gran desarmonía en lo concerniente a los bienes jurídicos que pueden ser
salvados mediante el sacrificio de bienes ajenos. He aquí un esquema de las distintas posiciones: a) La más amplia es la que admire que todos los
bienes personales y patrimoniales, propios o ajenos, pueden justificar el sacrificio de cualquier bien personal o patrimonial de un tercero, en las
condiciones legales: no solamente la salud y la integridad corporal, sino también la libertad, el honor, el pudor, etc., así como todos los bienes
patrimoniales; b) Un régimen menos amplio, reduce la justificación del acto necesario a los casos de peligro grave a la persona, con exclusión
total del que amenace a bienes patrimoniales.
428
MAZEAUD, op. cit., 143.
429
ENNECCERUS, op. cit., 1099
430
ENNECCERUS, ibídem, 1107.
179
forma de ataque, el C. civ. limita la expresión acción directa a la protección mediante
ataque. En los demás casos hablaremos adecuadamente de auto-defensa. 431
La norma del art. 374 del Código que alude al estado de necesidad tiene sus
fuentes en el art. 699 del Anteproyecto de DE GÁSPERI, inciso 3º del art. 226 del
Proyecto de reforma del Código civil argentino de 1936; éste la reconoce en el art. 413
del Anteproyecto de BIBILONI. Ese anteproyecto se fundó en el art. 228 del Código
alemán.
El art. 1839 del código tiene por fuente al art. 2474 del Anteproyecto DE
GÁSPERI, el cual la reconoce en los arts. 228 y 904 del Código alemán y 2045 del
Código civil italiano.
El Anteproyecto de BIBILONI siguió el modelo alemán en el sentido de
insertar un capitulo especial sobre el ejercicio de los derechos en el libro II, y en la
sección de los hechos y actos jurídicos; capitulo y norma de la que carece el código
argentino.
Contempla el presente artículo el daño causado en el llamado estado de
necesidad, análogo, pero no idéntico al de legítima defensa, en cuanto el autor del
perjuicio obra en ambos casos para evitar la realización de un mal, que puede dañarle a él
o a un tercero, con la diferencia de que en el primer caso la víctima no ha atacado a nadie,
sino que se ha reducido a una función puramente pasiva, al paso que en el segundo, o sea
de la legítima defensa, el que la ejerce no ha podido defenderse ni contraatacar a su
agresor o al agresor de un tercero. 433
431
ENNECCERUS, op. cit., 1087.
432
BIBILONI, Juan Antonio, Anteproyecto de reformas al Código civil argentino, I, 217, Buenos Aires, 1929.
433
DE GÁSPERI, Luis, Anteproyecto de Código civil, 772, Asunción, 1964.
180
108.4 Legítima defensa
Es otra de las causas de justificación. Se trata del daño causado como reacción
de quien es injustamente agredido o atacado. También se le denomina auto-defensa o
justicia privada.
La legítima defensa como causa de justificación se encuentra prevista en la
norma del art. 373 del Código civil: Un hecho impuesto por la legítima defensa no es
contrario a derecho. Esta defensa tiene lugar cuando es exigida para apartar de sí o de
otro un ataque actual ejercido en violación del derecho. También en la norma del art.
1838 del mismo código: El que obra en legítimo defensa no es responsable del perjuicio
que en tales circunstancias cause al agresor.
La noción de la legítima defensa se infiere, como se ha observado, del Código
penal; la misma consiste en la circunstancia de cometer un acto por haber sido
constreñido a ello por la necesidad de defender un derecho propio o ajeno, contra el
peligro actual de una ofensa injusta; y siempre que la defensa sea proporcionada a la
ofensa. En las condiciones ahora dichas, la legítima defensa, aun originando daño, es
eximente respecto de la obligación legal de resarcimiento del daño, indudablemente
ocasionado a terceros; y, por tanto, el haber obrado en legítima defensa hace indiferente
la presencia de otros elementos; y exonera de responsabilidad civil, en cuanto no importe
desproporción de la defensa, respecto de la ofensa; no da lugar a responsabilidad, puesto
que el daño inferido a otro en la persona, es daño justo. 434
434
MESSINEO, op. cit., VI, 497/498.
435
ENNECCERUS, op. cit., 1088.
181
La norma del art. 373 del Código civil tiene las siguientes fuentes: el Proyecto
de reforma del Código civil argentino de 1936 (art. 225), el Anteproyecto de BIBILONI
(art. 412), el Anteproyecto DE GÁSPERI (art. 698), el Código civil argentino (arts. 2470
y 3944), el Código civil italiano (art. 2044) y el Código civil alemán (art. 227). La
redacción de nuestro art. 373 es, en esencia, la de BIBILONI y el proyecto de 1936.
La legítima defensa como causa de justificación del daño es, en principio, una
especie del estado de necesidad, regida por disposiciones propias. La diferencia, empero,
radica en que en el estado de necesidad el tercero afectado no consumó ilicitud alguna,
mientras que la legítima defensa consiste en la reacción contra un acto ilícito del agresor.
Los requisitos para que la defensa se considere legítima y causa –en
consecuencia- de justificación de responsabilidad son los siguientes: a) Ataque mediante
una acción positiva consumada por el sujeto agresor, apta para vulnerar o poner en
peligro la integridad de una persona, su libertad, su honor o su patrimonio (bienes
jurídicos en general); ataque contra la persona –física o jurídica- que ejecuta la defensa,
pero también a favor de otro; b) Ataque injusto o ilícito: O ataque que el atacado no tenga
por qué tolerar. Teniendo en cuenta esta explicación, no será legítima la defensa opuesta
436
a actos habituales de la vida social impuesta por los ordenamientos que regulan la
convivencia colectiva; cierta limitaciones a la libertad individual como las que rigen el
tráfico de los diversos medios de transporte, sea aéreo, terrestre, marítimo o fluvial, sus
controles respectivos de seguridad; c) El ataque debe ser, además, actual o presente, pues
no es justificado aquel que se realiza luego de haberse consumado o, preventivamente,
para evitarlo. O sea tiene que haber empezado y no haberse terminado aún
definitivamente. 437
La agresión tiene que ser ilícita. No cabe, por tanto, ejercitar legítima defensa
cuando la otra parte obra lícitamente en defensa de su interés o en estado de necesidad, o
bien ejerciendo una función pública, dentro de los límites de su competencia y con
sujeción a las formas prescritas. Para justificar la legítima defensa, basta con que el
ataque sea objetivamente ilícito; puede, por tanto, ejercitarse contra incapaces, y
asimismo contra agresores que obren movidos por un error disculpable o provocados por
el agredido. 438
La agresión debe ser tanto ilícita como ilegítima por lo que la defensa no estará
justificada cuando el hecho provenga de la ley o de la autoridad pública y sean
regularmente cumplidos.
436
ENNECCERUS, op. cit., 1089.
437
ENNECCERUS, op. cit., 1091
438
VON TUHR, op. cit., 272.
182
La defensa habrá de estar, además, estar en concordancia o proporción con el
ataque que se intenta detener. O sea, debe tener racionalidad en lo referente a la
necesidad de la propia defensa y en cuanto al medio utilizado para ejercerla.
La primera requiere una racional proporción entre los bienes en pugna, el del
agredido, que se defiende, y el del agresor, que aquél puede legítimamente lesionar al
repeler la agresión. Es a todas luces indudable que un bien patrimonial de poca
importancia no puede autorizar la muerte o la lesión grave del agresor, aun cuando esta
muerte o lesión haya sido, en las circunstancias del caso, la única posibilidad práctica
para impedir el ataque. 439
La jurisprudencia civil, guiada por esos principios, admite una concepción más
amplia de la legítima defensa. Una amenaza a los bienes es suficiente para legitimar la
defensa, con la condición, bien entendido, de que esa defensa no sea excesiva; una simple
amenaza a la reputación puede ser evitada causándole un daño al que trata de empanar
esa reputación: así, la jurisprudencia admite que quien se entrega, para defenderse contra
ataques en la prensa, a otros ataques del mismo género, no compromete su
responsabilidad. 440
439
ORGAZ, op. cit., 119
440
MAZEAUD, Henri y León y TUNC, Andrés, Tratado Teórico y práctico de la Responsabilidad civil delictual y contractual, 1II, 139, Buenos
Aires, 1977.
441
ORGAZ, op. cit., 111.
183
108.5 Consentimiento del damnificado
442
VON TUHR, op. cit., 271.
184
persona perjudicada quita toda ilicitud al acto arbitrario de invasión de una órbita jurídica
ajena. 443
443
VON TUHR, op. cit., 270
185
Además, parece ser cierto que un subordinado o un particular honrado y
consciente de sus deberes no debe aceptar la ejecución de cualquier orden de un superior
o de un agente de la autoridad, incluso legítimo.los penalistas oponen con frecuencia al
sistema de la obediencia pasiva el denominado de “las bayonetas inteligentes”. 444
Los presupuestos esenciales de la responsabilidad por los hechos ilícitos son los
siguientes: a) daño; b) antijuridicidad o ilicitud; c) imputabilidad o factores de atribución
de responsabilidad; y d) relación de causalidad.
444
MAZEAUD, op. cit., 146.
445
ORGAZ, El daño resarcible, 38, Buenos Aires, 1952.
186
inmateriales representados por las afecciones legítimas del sujeto agredido. Así se
establece en la norma del segundo párrafo del art. 1835 del Código: La obligación de
reparar se extiende a toda lesión material o moral causada por el acto ilícito.
En nuestro derecho actual daño y perjuicio son expresiones que tienen el
mismo significado jurídico; pero ello no siempre fue así. 446
Cuando el acto, aunque ilícito, resulte inocuo desde el punto de vista del daño,
no da lugar al resarcimiento; tal es, por ejemplo, el caso del delito penal que no provoque
daño patrimonial. Para que surja el derecho al resarcimiento, es necesario que el acto
ilícito sea también dañoso; se perfila, así, un ulterior –y esencial- elemento del acto
ilícito, o sea el daño. 449
446
MAZEAUD, op. cit..: En el lenguaje jurídico moderno se emplean como sinónimas las expresiones perjuicio y daño. En un principio no
tuvieron el mismo significado: el “damnum” de la ley Aquilia era el ataque a la integridad de una cosa. Ese ataque era sancionado sin que se
averiguara
447
VON TUHR, op. cit., 57.
448
VON TUHR, ibídem, 58.
449
MESSINEO, op. cit., 490.
450
MAZEAUD, Henri y Léon, y TUNC, André, Tratado teórico y práctico de la responsabilidad civil delictual y contractual, I, 1, 293, Buenos
Aires, 1977.
187
consecuencias inmediatas, y las mediatas previsibles, o las normales según el curso
natural y ordinario de las cosas.
La diferencia radica en que el autor del hecho ilícito que sea delito, debe
también responder de las consecuencias causales, siempre que éstas debieran resultar
según las miras que el agente tuvo al ejecutar el hecho, conforme con lo dispuesto en el
último párrafo del mismo citado art. 1856 del Código.
Las consecuencias casuales son, en principio, objetivamente imprevisibles. Y,
lo que ocurre entonces, con el agente del delito es que él, sin embargo, previó y buscó
intencionalmente dicho efecto. Se configura, entonces, una circunstancia que importa una
excepción al aludido principio de la imprevisibilidad objetiva de la consecuencia casual.
Y tal es el motivo por el que, precisamente, se produce la extensión de las consecuencias
al autor del delito, es decir, cuando lo consumó calculando específicamente ese particular
efecto.
Se trata de aquel acto ilícito singular imputable a varias personas, en cuyo caso
todas responden solidariamente, según lo que se dispone en el art. 1841 del Código civil:
Si el acto ilícito es imputable a varias personas, responden todos solidariamente. El que
pagó la totalidad del perjuicio tendrá acción de repetición contra cada copartícipe en la
medida determinada por la gravedad de la respectiva culpa y la importancia derivada de
ella. En la duda, las culpas individuales se presumen iguales. La sentencia dictada
contra uno de los responsables sólo será oponible a los otros cuando éstos hayan tenido
la oportunidad de ejercer su defensa.
Esta norma de nuestro Código, inspirándose en el Anteproyecto DE GÁSPERI
(art. 2476), el Anteproyecto de BIBILONI (art. 1389) y el Proyecto de reforma del
Código civil argentino de 1936, consagró la acción recursoria a favor del copartícipe del
delito que hubiera pagado el total del daño, con lo que abandonó la tradición de la
codificación anterior, por ejemplo, la impuesta en el art. 1082 451 del Código civil
argentino que vedaba la acción de regreso, lo cual hacía que se considerara que se trataba,
en tal caso, de una solidaridad imperfecta. La redacción del art. 1841 es la misma
utilizada por el respectivo del Proyecto de la Comisión Nacional de Codificación y es
copia, casi literal, del art. 2055 del Código italiano.
451
Art. 1082 del Código civil argentino: Indemnizando uno de ellos todo el daño, no tendrá derecho para demandar a los otros, las partes que les
correspondieren.
188
Se trataba, en esos códigos anteriores, de las denominadas obligaciones in
solidum, o solidarias imperfectas, por cuando el copartícipe del daño causado con otros,
que pagó el total del daño, no gozaba del derecho a la acción de regreso , que era y es, 452
regla común de nuestro derecho en materia de de solidaridad pasiva (art. 523 del Código
civil). 453
En coherencia con el principio según el cual los que tienen una misma
obligación deben cumplirla solidariamente, dispone la ley que los co-autores responden
todos solidariamente del resarcimiento; y, por consiguiente, cada uno de ellos –o uno
solo, si no son convocados a juicio los otros- puede ser llamado a responder de la
totalidad del daño y a abonar el resarcimiento entero. Frente al perjudicado, no hay lugar
a distribución del resarcimiento debido por los responsables singulares. 455
452
BIBILONI, Juan Antonio, anteproyecto de reformas al Código civil argentino, II, 509, Buenos Aires, 1929: No se trata siquiera de una
aplicación del aforismo de que no puede invocarse la propia torpeza para fundar una acción, porque la solución comprende el caso de culpa, y la
culpa es siempre falta de diligencia y no de buena fe. Y, además, porque la regla de nuestro código asegura la impunidad a los coautores, y hasta a
los autores independientes de causas concurrentes, contra los que tratan de recuperar lo que han pagado por cuenta de otros. Creemos deber ajustar
nuestro Código a la doctrina predominante universal. Basta con la seguridad que se da al damnificado de que cada partícipe o autor le abonará el
perjuicio, sin exonerar a los demás de él, en el caso de que uno de ellos lo haya abonado.
453
Art. 523 del Código civil: En las relaciones internas la obligación solidaria se divide entre los diversos deudores, y el crédito solidario entre los
distintos acreedores, por partes iguales, salvo que haya sido contraída, según el título, en interés exclusivo de alguno de ellos en proporciones distintas. El
deudor que ha desinteresado al acreedor, o en quien se ha operado la confusión, y tiene la acción de regreso contra los demás codeudores, pero solo por su
parte en la obligación. La cuota de los insolventes, se divide entre los demás deudores originarios, incluyendo a los exonerados de la solidaridad o de la
obligación, o de su parte en la deuda, por el acreedor. Se exceptúa de la acción de regreso la extinción del crédito por remisión gratuita¸ DE GÁSPERI,
Luis, Anteproyecto de Código civil, 774, Asunción, 1964: En substancia, Segovia estaba en lo cierto, al preconizar la acción recursoria del coautor de un
hecho ilícito del Derecho civil que paga toda la indemnización, contra sus copartícipes en la comisión del hecho imputado a todos, no tanto porque tal sea
la decisión punto menos que de Derecho uniforme en la mayor parte de los códigos civiles de las naciones cultas, sino porque si con la negación de dicho
recurso se pretende sancionar económicamente y con mas intensidad al coautor solvente del delito que paga el monto total de la indemnización debida a la
víctima, se premia con la impunidad a los coautores del mismo delito que, aun siendo solventes, recurren a artilugios para eludir el pago de su obligación.
Lo mejor es dejar expedita la vía para que el que pagó toda la indemnización se encargue de constreñir a sus coautores, cómplices o consejeros a
contribuir con su cuota parte a enjugar la deuda; COLMO, Alfredo, De las obligaciones en general, 370/371, Buenos Aires, 1944: está determinado hoy
que en ese derecho toda obligación que podía ser reclamada íntegramente por cualquier de los acreedores a contra cualquiera de los deudores,
independientemente de la calidad divisible o indivisible de la prestación, era in solidum. Era simplemente in solidum aquella en que se debía una
prestación por título independiente: ya jurídicos, como cuando dos o más personas se obligaban por separado a lo mismo, según acontece hoy en materia
cambiaria; ya punitorios (la ley obligaba a los coautores de un delito, o los comanditarios de violaban el mandato, etc., a una reparación, etc.), de tal
manera que el cumplimiento de la obligación por uno solo de los deudores la extinguía con respecto a todos éstos, sin derecho de repetición.
454
MESSINEO, op. cit., 506.
189
En la redacción amplia del art. 1841 se comprenden todas las clases de actos
ilícitos, por lo que no cabe hacer distinciones entre el ilícito doloso y el meramente
culposo, tal como ocurría en el Código argentino cuyo art. 1081 456 circunscribía la
solidaridad sólo para los delitos.
En el segundo párrafo del art. 1841 se establece que en caso de duda sobre la
proporción de las respectivas culpas individuales, se presume que son iguales. Se trata de
una presunción juris tantum pues es susceptible de prueba en contrario.
Todavía diversa de la pluralidad de autores de un acto único culposo, causa de
daño, es la figura de varios actos ilícitos separados que determinen unidad de
consecuencia dañosa, y donde, tratándose, precisamente, de pluralidad de actos, no opera
la solidaridad, sino, en todo caso, la indivisibilidad. 457
El último párrafo del art. 1841: La sentencia dictada contra uno de los
responsables sólo será oponible a los otros cuando éstos hayan tenido la oportunidad de
ejercer su defensa, es un agregado originario de la Comisión Nacional de Codificación
(art. 1842 ) y consiste en la aplicación del principio del derecho de defensa, garantizado
458
por la Constitución (art. 16 ) que, por obvio, bien pudo ser omitido.
459
En la norma del tercer párrafo del art. 1857 se establece: El juez podrá
moderar la indemnización, y hasta dispensar de ella, si hubiese evidente desproporción
entre la acción ejecutada con intención, o por culpa, y el daño efectivamente sufrido.
Esta facultad conferida al juez de moderar la indemnización, es harto
explicable, porque siendo de su deber examinar la ilicitud de los hechos invocados en
fundamento de la acción de indemnización y verificar para ello las pruebas rendidas en
autos, lógico es que él pueda moderar el monto de la demanda si hubiera evidente
desproporción entre la acción ejecutada con intención o por simple culpa, y el daño
efectivamente sufrido, aun cuando al hacerlo tuviese que apartarse de la conclusión de los
peritos. 460
455
MESSINEO, ibídem, 506.
456
Art. 1081 del Código civil argentino: La obligación de reparar el daño causado por un delito pesa solidariamente sobre todos los que han
participado en él como autores, consejeros o cómplices, aunque se trate de un hacho que no sea penado pro el derecho criminal.
457
MESSINEO, op. cit., 507.
458
Art. 1842 del Proyecto de la Comisión Nacional de Codificación: Si el acto ilícito es imputable a varias personas, responden todos
solidariamente. El que pagó la totalidad del perjuicio tendrá acción de repetición contra cada copartícipe en la medida determinada por la gravead
de la respectiva culpa y la importancia derivada de ella. En la duda, las culpas singulares se presumen iguales. La sentencia dictada contra uno de
los responsables sólo será oponible a los otros cuando éstos hayan tenido la oportunidad de ejercer su defensa.
459
Art. 16 de la Constitución Nacional: La defensa en juicio de las personas y de sus derechos es inviolable. Toda persona tiene derecho a ser
juzgada por tribunales y jueces competentes, independientes e imparciales.
460
DE GÁSPERI, Luis, Anteproyecto de Código civil, 771, Asunción, 1964.
190
La norma del art. 1857 se encuentra en el art. 2470 461 del Anteproyecto DE
GÁSPERI; éste se inspiró en el Anteproyecto de BIBILONI (arts. 1385 y 192 in fine).
Esta disposición se vincula con el tema de la relación de causalidad, es decir
sobre la extensión de los efectos del hecho dañoso y la polémica doctrinaria 462 que se
perfiló en torno a la limitación de aquellas derivaciones, que se presentaban casi como
indefinidas y que, por lo mismo, se consideraban injustas, pues se llegaba al absurdo de
tener que responsabilizarse por lo que no se había hecho.
La disposición en estudio representa la solución más eficiente que se ha
concebido para restringir la excesiva e injusta extensión de las consecuencias del hecho
ilícito e impedir la consiguiente injusticia.
Las normas sobre la liquidación daño en la esfera contractual son –en esencia y,
en cuanto sean pertinentes- aplicables a la responsabilidad extracontractual, conforme se
previene en la norma del art. 1855 del Código civil: Para apreciar la culpa o el dolo del
responsable del daño, así como para la liquidación de éste, se aplicarán, en cuanto sean
pertinentes.
461
Art. 2470 del Anteproyecto DE GÁSPERI: Cuando por la naturaleza del daño sea posible su reparación directa, la indemnización debida por
aquel a quien su comisión fuere imputable, será cumplida con el restablecimiento a sus expensas del estado de cosas que habría existido de no
haber ocurrido la circunstancia que le obligue a indemnizar. Si la reparación directa fuese imposible, el deudor de ella indemnizará el daño
mediante una prestación en dinero que permita al acreedor procurársela. El juez podrá moderar la indemnización y hasta dispensar de ella, si
hubiese evidente desproporción entre la acción ejecutada con intención, o por culpa, y el daño efectivamente sufrido.
462
BIBILONI, Juan Antonio, Anteproyecto de reformas al Código civil argentino, II, 486, Buenos Aires, 1929: La medida de la responsabilidad
en los actos ilícitos por el daño causado, y podríamos agregar, en todos los casos de obligación, es una de las más difíciles en el derecho moderno.
Se experimenta sorpresa ante la completa anarquía de las opiniones que han informado las legislaciones recientes, y que se exponen por los
escritores más autorizados. No es exagerado decir que es esta la materia más oscura del derecho privado, y hasta podríamos pensar que las
soluciones legislativas han sido adoptadas por razones puramente negativas, esto es, por no condensarse el pensamiento jurídico en conclusiones
definidas. El análisis más sutil sólo ha dado por resultado la destrucción de todo lo existente. Nada se ha edificado. La ley no sabe qué decidir. El
Juez resolverá: es su última conclusión. Otras ideas informaban la opinión jurídica formada bajo la inspiración de los intérpretes del derecho
romano. Se sentía que era injusto imponer a una persona todas las consecuencias de los hechos en que ni siguiera podía pensar. Paulo, lo
calificaba de inicuo. (L. 43, 19, 1, D.). Pero sí creemos fuera de duda que los daños deben limitarse en la cadena de las consecuencias, si no
pensamos que debe abandonarse al criterio arbitrario del Juez –última palabra de la impotencia de las teorías de responsabilidad total-, para fijar el
máximo, la naturaleza misma de las cosas, impone la restricción que nuestro artículo contiene. El sastre de Enneccerus, Rümelin y Planck, que no
entregó el abrigo, los trabajadores del “Mosel” que dejaron caer por torpeza el barril que cargaban, el que dio la bofetada de que nos habla
Dernburg, el fumador, que en nuestros campos, produce el incendio que causa daños considerables, cometen actos de que resultan
indemnizaciones que pueden ser enormes, por las consecuencias inmediatas. Pero, como lo decía v. Jhering, no hay proporción entre la acción,
ligera, casi accidental, de simple descuido, con los resultados. Hay que ajustar la indemnización a la naturaleza de la falta cometida. Lo exige la
justicia misma inmanente: la que existe en la conciencia humana, y ante la cual deben doblegarse las teorías. Y esto, hasta para los delitos. Todo el
derecho penal, se funda en la proporción de la pena. Y no hay que olvidar que hay delito civil, por simples infracciones a reglamentos de policía,
municipales, fiscales. El que caza en tiempo de veda, comete un delito. Hay que proporcionar la indemnización por el incendio que ha causado, a
la entidad de la acción que ha ejecutado. Pero, no admitimos lo arbitrario en el Juez. No disminuirá la indemnización evidente, para que no pueda
castigarse como homicida al que dio una bofetada en un momento de cólera, como, según Dernburg, lo juzgó en una acción de indemnización el
Supremo Tribunal de Alemania.
191
En lenguaje jurídico, lo mismo en el derecho civil que en el penal, imputar es
atribuir a una persona un delito o una acción u omisión contrarias a la ley, con el objeto
de hacer a aquélla responsable de las consecuencias (si se dan, generalmente otras
condiciones). En derecho civil la imputación puede corresponder tanto en materia
contractual (por incumplimiento doloso o culposo de las obligaciones) como en la
extracontractual. 463
Ya se vio que a los fines de la responsabilidad civil, no basta que una persona
sea autora material de un daño, sino que también debe ser considerada “culpable” del
mismo; y, para esto último es necesario que la autoría material del hecho se cumpla por
persona que, en razón de gozar de discernimiento, intención y libertad al tiempo de
ejecutarlo, hubiese estado en condiciones de prever y evitar sus resultados. Dicho más
brevemente, se puede afirmar que hay imputabilidad “cuando el acto procede de una libre
voluntad”. 465
La conducta voluntaria del agente del hecho, debe ser culposa o dolosa, como
condición para suscitar la responsabilidad civil, a menos que se traten de situaciones
propias de la responsabilidad objetiva en las que no se atiende a dichos factores
subjetivos de la imputabilidad. Se trata, entonces, en el primer caso, de la responsabilidad
subjetiva prevista en la norma del art. 1834 del Código civil: Los actos voluntarios sólo
tendrán el carácter de ilícitos: c) siempre que a sus agentes les sea imputable culpa o
dolo, aunque se tratare de una simple contravención. En el segundo, de las varias
situaciones de la denominada responsabilidad sin culpa u objetiva, repetimos.
463
ORGAZ, Alfredo, La culpa, 31, Córdoba, 1981.
464
AGUIAR, Henoch, Hechos y actos jurídicos, II, 206/207, Buenos Aires, 1950.
465
CAZEAUX, Pedro N., y TRIGO REPRESAS, A., Derecho de las obligaciones, 709, La Plata, 1977.
192
La voluntariedad del acto consiste en la libre determinación del agente. La
libertad moral es la condición de la imputabilidad y de la responsabilidad. 466
Según la doctrina clásica sólo producen efectos jurídicos los actos voluntarios,
se trate de lícitos o ilícitos, pues los involuntarios no producirán por sí efecto alguno,
conforme se establece en la norma del art. 277 del Código civil. 468
466
DE GÁSPERI, Luis, Tratado de las obligaciones, III, 613, Buenos Aires, 1946.
467
LAROMBIERE, L., Théorie et practique des Obligations, V, 698, Paris, 1885.
468
Art. 277 del Código civil: Los actos voluntarios previstos en este Código son los que ejecutados con discernimiento, intención y libertad determinan
una adquisición, modificación o extinción de derechos. Los que no reuniesen tales requisitos, no producirán por sí efecto alguno.
469
Art. 1842 del Código civil: El que cometiere un acto ilícito actuando bajo la dependencia o con autorización de otro, compromete también la
responsabilidad de éste. El principal quedará exento de responsabilidad si prueba que el daño se produjo por culpa de la víctima o por caso fortuito.
470
Art. 1843 del Código civil: Los padres son responsables de los daños causados por los hijos menores cuando habitan con ellos. Los tutores y
curadores lo son de los perjuicios causados por los menores o incapaces que están a su cargo y habitan con ellos. Los directores de colegios y
los artesanos son responsables de los daños causados por sus alumnos o aprendices, menores de edad, mientras permanezcan bajo su custodia. La
responsabilidad de que trata este artículo cesará si las personas mencionadas en él prueban que no pudieron prevenir el daño con la autoridad que su
calidad les confería, y el cuidado que era de su deber emplear. Cesará también cuando los incapaces hubieren sido puestos bajo la vigilancia y autoridad de
otra persona, caso en el que la responsabilidad será de cargo de ella.
471
MESSINEO, Francesco, Manual de derecho civil y comercial, VI, 487/488, Buenos Aires, 1979.
193
culpa. En razón de ello se enuncia la regla de que los actos ilícitos son siempre
imputables, porque se parte de la premisa de que son actos voluntarios. La imputabilidad
–repetimos- es la regla y, consecuentemente, la inimputabilidad la excepción.
La generalidad de los códigos civiles no dice positivamente quiénes son
personas imputables: el principio es, por tanto, que lo son todas, salvo las que se hallan
en alguna situación de inimputabilidad. 472
Así el orden penal y el orden civil, a los fines de la responsabilidad del agente –
que se traduce en la imputación de una pena o en el deber jurídico de resarcir el daño
causado- adicionan a la ilicitud objetiva el requisito de la culpabilidad, desde que en
ambos casos se valora la conducta del sujeto teniendo en vista la voluntariedad del acto
materia del juzgamiento. 473
472
ORGAZ, Alfredo, La culpa, 35, Córdoba, 1981
473
GOLDENBERG, Isidoro H., Indemnización de daños y perjuicios, Buenos Aires, 1993.
474
Art. 1837 del Código civil: No incurren en responsabilidad por actos ilícitos: a) los afectados de transtornos generales y persistentes de sus facultades
mentales, que les priven de discernimiento. Si la turbación de las facultades mentales del autor del perjuicio fuere debida al uso de bebidas alcohólicas o
de drogas, quedará obligado a indemnizarlo, a menos que pruebe haber sido puesto involuntariamente en este estado; y b) los menores de catorce años.
475
GAUTO BEJARANO, Marcelino, El acto jurídico, 49, Asunción, 2010.
194
sin embargo- la responsabilidad indirecta de sus representantes legales (padres, tutores
etc.), cuando ella fuere procedente. Sobre este particular en concreto se refiere la norma
del art. 1843 del Código civil: Los padres son responsables de los daños causados por
los hijos menores cuando habitan con ellos, cuyo último párrafo agrega: La
responsabilidad de que trata este artículo cesará si las personas mencionadas en él
prueban que no pudieron prevenir el daño con la autoridad que su calidad les confería.
Cesará también cuando los incapaces hubieren sido puestos bajo la vigilancia y
autoridad de otra persona, caso en el que la responsabilidad será a cargo de ella.
Quiere decir entonces que la ley presume –sin admitir prueba en contrario- que
el menor de catorce años de edad carece de discernimiento respecto de sus actos ilícitos
dañosos.
Desde un punto de vista práctico, la fijación de un tope de edad, a partir del
cual la ley presume, sin admitir prueba en contra, que el agente tiene discernimiento,
libera a la víctima del hecho ilícito del onus probandi, en la acreditación de una
circunstancia que, a no dudar, no habría de ser de fácil prueba, ni estaría exenta de
dificultades. 476
Los arts. 278 y 1837 del Código civil aluden a la inimputabilidad de los actos
de la personas con trastornos mentales. El art. 278, en lo pertinente, dispone: Los actos se
juzgarán ejecutados sin discernimiento: b) cuando sus autores, por cualquier causa
estuvieren privados de razón; c) si procedieren de personas sujetas a interdicción o
inhabilitación, salvo los casos previstos por este Código. El art. 1837, en términos
semejantes, establece: No incurren en responsabilidad por actos ilícitos: a) los afectados
por trastornos generales y persistentes de sus facultades mentales, que les priven de
476
CAZEAUX, op. cit., 711.
477
ORGAZ, op. cit., 34
195
discernimiento. Si la turbación de las facultades mentales del autor del perjuicio fue
debida al uso de bebidas alcohólicas o de drogas, quedará obligado indemnizarlo, a
menos que pruebe hacer sido puesto involuntariamente en ese estado.
110.1 Responsabilidad
110.2.2 La culpa
Sin que medie culpa o dolo el hecho simplemente dañoso no será imputable al
autor del mismo. Es lo que se establece en el art. 1834 inc. c/ del Código civil: Los
196
hechos dañosos sólo tendrán el carácter de ilícitos siempre que a sus agentes les sea
imputable culpa o dolo, aunque se tratare de una simple contravención.
El factor previo para que se considere la culpabilidad del agente del daño es que
se trate se trate el mismo de un sujeto imputable. Si no lo es se agota abruptamente la
proyección de la responsabilidad, sea contractual o extracontractual.
La culpabilidad en el sentido lato indaga entre dos extremos: lo querido por el
autor y su acto. Procesando tal operación puede constatarse o, que quiso conscientemente
las consecuencias dañosas derivadas de tal acto suyo, en cuyo caso se tratará del
denominado dolo o, que omitió los cuidados y previsiones imprescindibles para evitar
tales efectos perjudiciales lo cual se denomina culpa. Cuando la labor de constatación
concluye con que no medió lo primero ni la segunda, no habrá ciertamente lugar a la
responsabilidad.
El concepto de culpa, entendido en un sentido amplio, es común al derecho penal
y al civil, y alude a un comportamiento reprobado por la ley, ya consista en la violación
de un contrato o en la comisión de un acto ilícito. Lo que la ley reprueba es la voluntad
maligna o negligente del individuo. Caben, por tanto, dos modalidades: la del dolo y la de
la negligencia o culpa en sentido estricto. La distinción tiene en Derecho civil menos
importancia que en la ley penal, toda vez que aquel suele sancionar los casos de simple
culpa con el deber de indemnización, que es también la sanción más importante que
provoca el delito civil. Hay casos, sin embargo, en que sólo constituye en responsabilidad
el dolo, es decir, el daño causado intencionadamente. 478
110.2.3 El dolo
478
VON TUHR, Andreas, Tratado de las obligaciones, I, 275, Madrid, 1999.
479
ORGAZ, Alfredo, La culpa, 61, Córdoba, 1981; VON TUHR, Andreas, Derecho civil, VI, No. 89, Buenos Aires, 1946.
197
El dolo consiste en la intención de dañar. El hecho dañoso consumado con dicha
intención, se denomina delito y más concretamente, delito civil.
El concepto del dolo no se encuentra específicamente definido en el Código civil
y sólo se alude a él en disposiciones tangenciales, para enumerarlo entre los demás
presupuestos de la responsabilidad civil y, para dimensionar las consecuencias, en los
ámbitos contractual y extracontractual. Así, en efecto, en la norma del art. 421 se expresa:
El deudor responderá por los daños y perjuicios que su dolo o culpa irrogare al acreedor
en el cumplimiento de la obligación. También en el art. 422: El deudor responderá por el
dolo o culpa de sus representantes legales, o de las personas que hubiera utilizado en el
cumplimiento de la obligación: el 425: Si la inejecución de la obligación fuese maliciosa,
los daños e intereses comprenderán también las consecuencias mediatas; el 1834: Los
actos voluntarios sólo tendrán el carácter de ilícitos: c) siempre que a sus agentes les sea
imputable culpa o dolo, aunque se tratare de una simple contravención.
Ante esa carencia de una definición explícita en el Código, el concepto del dolo
ser deducido de las reglas comunes que orientan la ciencia del derecho y de las
respectivas pautas.
Para diseñar el concepto del dolo es importante advertir que se trata de una
especial clase de conducta que pertenece al ámbito de las circunstancias subjetivas del
agente del daño delictual.
En cuanto al dolo que acompaña al acto ilícito, baste observar que debe
entenderse, en lugar de como deslealtad de conducta, como intención perversa, o
intención de perjudicar, o sea, como voluntad de daño en cuanto tal; el mismo se
aproxima al dolo entendido en el sentido penalístico del término; y es diverso del dolo en
la formación del negocio, o del contrato. Más propiamente, el dolo, en relación al acto
ilícito, es voluntad del acto y, al mismo tiempo, previsibilidad y voluntad del evento
dañoso. 480
480
MESSINEO, op. cit., VI, 482/483.
481
ENNECCERUS, Ludwig y NIPPERDEY, Hans Carl, Derecho civil, Parte general, I, 2º, 880/881, Barcelona, 1981.
198
Dolo es el querer un determinado hecho con conocimiento de todas las
circunstancias del mismo. 482
Para que sea indemnizable el daño como resultado del acto ilícito –contrario a
derecho- es necesario que haya sido previsto o, por el contrario se exige además que su
agente lo haya deseado.? La respuesta a esta interrogación fue ensayada por la teoría de
la representación, y la teoría de la voluntad, respectivamente.
Resulta relevante el estudio de estas teorías para separar las fronteras que median
entre la culpa y el dolo, y decantar el concepto exacto del dolo.
Esta teoría fue principalmente expuesta por ZITELMANN y afirma que para que
483
haya dolo no se requiere que el daño haya sido querido por el agente, pues es suficiente
que tal desenlace fuera previsible. En ámbito del derecho penal por FRANK, GERLAND,
v. LISZT-SCHMIDT y SCHWARZ, pero que con respecto a la delimitación del dolus
eventualis llegan prácticamente al mismo resultado. 484
482
ENNECCERUS, op. cit., 883.
483
ZITELMANN, Ernst (1852.1923) en su obra Irrtum und Rechtsgeschäft.
484
ENNECCERUS, op. cit., 884
199
Esta teoría es la prevaleciente en los derechos penal y civil.
Para que exista dolo no basta que el culpable haya previsto las consecuencias
antijurídicas del acto, por ejemplo, la muerte o la lesión de una persona –esta manera de
concebir se llama en Derecho penal teoría de la representación-, sino que ha de
proponerse el conseguir precisamente ese resultado –es la llamada teoría de la voluntad-;
cabe también que adopte una actitud indiferente ante la posibilidad de que se produzca,
apeteciendo las consecuencias eventualmente, para el caso de que llegasen a ocurrir
(dolus eventualis). En cambio, no existe dolo cuando el culpable, aun habiendo previsto
los resultados como posibles, confía y desea que no se produzcan, y sobre todo cuando
adopta precauciones que resulten vanas. En tales casos, estamos dentro del terreno de la
negligencia consciente. 486
485
ENNECCERUS, ibidem, 884.
486
VON TUHR, op. cit., II, 275.
200
resultado querido, se halla indisolublemente unido otro resultado contrario a derecho, no
querido, pero voluntariamente afrontado con la acción. 487
Para AUSTIN, en Inglaterra, el delito existe desde que el responsable haya tenido
“la creencia (belief), por débil que sea –en el momento en que haya obrado-, de la posible
realización del resultado; incluso si una persona piensa que no se producirá una
consecuencia posible de su acto, con tal que “sospeche”, en cualquier grado que sea,
aunque esa suposición sea infundada, ha tenido aquella “la intención” de producir la
consecuencia en cuestión; con la sola condición de que haya habido una probabilidad
cualquiera de que esa consecuencia, que aquella conocía, siguiera a su iniciativa. 492
487
ORGAZ, op. cit., 65.
488
ORGAZ, op. cit., 65.
489
Art. 112 del Código penal: ……………….
490
MAZEAUD,
491
VON LISTZ, Franz, Droit pénal, I, No. 39, 54 y sgtes., Madrid, 1926
201
Cuando la atribución de la consecuencia del hecho dañoso no está referida a la
culpa, o sea no es imputable moralmente al sujeto autor del hecho, el factor de
responsabilidad es objetivo. 493
492
AUSTIN, John, Sobre la utilidad del estudio de la Jurisprudencia, y traducción y estudio preliminar, de Felipe González Vicén, Madrid,
Centro de Estudios Constitucionales, 1981.
493
BUSTAMANTE ALSINA, Jorge, Teoría general de la responsabilidad civil, 285, Buenos Aires, 1973
202
ocasionado por culpa exclusiva de la víctima, o de un tercero por cuyo hecho no deba
responder.
El art. 1846 del Código tiene por fuente directa al art. 2050 494 del Código italiano,
pues el art. 1847 495 del Proyecto de la Comisión Nacional de Codificación es trasiego casi
literal del mismo. No existe precedentes de una disposición semejante en el Anteproyecto
DE GÁSPERI, en el Proyecto de reforma del Código argentino de 1936 y tampoco en el
Anteproyecto BIBILONI.
La responsabilidad objetiva fue instalada en la Argentina mediante la
modificación del art. 1113 y la derogación los arts. 1133 y 1134 de su Código civil por la
Ley 17.711 de 1968.
El proyectista de dicha reforma señaló que ella se propuso asentar la
responsabilidad por hecho ilícito sobre bases más realistas, veraces y modernas. De esta 496
manera se ha puesto fin a estériles sutilezas, consagrando la solución reclamada por una
sociedad altamente mecanizada y tecnificada, en la que el riesgo derivado del uso de la
cosas exige una protección eficaz de las víctimas. 497
494
Art. 2050 del Código civil italiano: Aquel que ocasiona daño a otro en el desarrollo de una actividad peligrosa, por su naturaleza o por la
naturaleza de los medios empleados, está obligado al resarcimiento, si no prueba haber adoptado toda las medidas idóneas para evitar el daño.
495
Art. 1847 del Proyecto de la Comisión Nacional de Codificación: El que crea un peligro con su actividad o profesión, por la naturaleza de ellas,
o por los medios empleados, responde por el daño causado, salvo que pruebe fuerza mayor o que el perjuicio fue ocasionado por culpa exclusiva
de la victima, o de un tercero por cuyo hecho no deba responder.
496
BORDA, Guillermo A., La reforma de 1968 al Código civil, 213, Buenos Aires, 1971.
497
BORDA, ibidem, 214.
498
Art. 277 del Código civil: Los actos voluntarios previstos en este Código son los que ejecutados con discernimiento, intención y libertad determinan
una adquisición, modificación o extinción de derechos. Los que no reuniesen tales requisitos, no producirán por sí efecto alguno.
499
Art. 284 del Código civil: Cuando por hechos involuntarios se causare a otro algún daño en su persona o bienes, sólo se responderá con la
indemnización correspondiente, si con el daño se enriqueció el autor del hecho, en la medida en que se hubiere enriquecido.
203
que en la doctrina ordinariamente se denomina daño imputable, y que se encuentra
previsto en los arts. 421 , 1833 y 1834 del Código civil.
500 501 502
500
Art. 421 del Código civil: El deudor responderá por los daños y perjuicios que su dolo o su culpa irrogare al acreedor en el cumplimiento de la
obligación. Habrá culpa cuando se omitieren aquellas diligencias exigidas por la naturaleza de la obligación y que correspondan a las circunstancias de las
personas, tiempo y lugar. La responsabilidad por dolo no podrá ser dispensada de antemano.
501
Art. 1833 del Código civil: El que comete un acto ilícito queda obligado a resarcir el daño. Si no mediare culpa, se debe igualmente indemnización en
los casos previstos por la ley, directa o indirectamente.
502
Art. 1834 del Código civil: Los actos voluntarios sólo tendrán el carácter de ilícitos: a) cuando fueren prohibidos por las leyes, ordenanzas
municipales, u otras disposiciones dictadas por la autoridad competente. Quedan comprendidas en este inciso las omisiones que causaren perjuicio a
terceros, cuando una ley o reglamento obligare a cumplir el hecho omitido; b) si hubieren causado un daño, o produjeren un hecho exterior susceptible de
ocasionarlo; y c) siempre que a sus agentes les sea imputable culpa o dolo, aunque se tratare de una simple contravención.
503
LARENZ, Derecho de las obligaciones, II, 562/563, Madrid, 1959.
504
MOSSET IRURRASSPE, Jorge, La recepción de la teoría del riesgo creado por el Código civil a través del art. 1113, LA LEY, 1979-D-713.
204
tráfico, explicables por riesgos especiales y propios de determinadas industrias o
actividades que de suyo son perfectamente lícitas. Tales daños, cuando son inevitables, es
decir, consecuencias de aquellas actividades permitidas aunque peligrosos que no pueden
ser eliminadas por más que se observe la debida diligencia (por ejemplo, canteras, minas,
industrias químicas, tráfico de carreteras, ferroviario y aéreo), no pueden incluirse en la
categoría de la antijuridicidad; son el riesgo permitido de una actividad permitida. Por
consiguiente, el traspaso del daño debe hacerse según otros principios de imputación que
los de la antijuridicidad culposa. Estos casos sitúan al legislador ante la necesidad de
liberarse de los principios de la responsabilidad delictual y crear criterios de afectación
complemente nuevos, basados todos ellos en la idea de que aquel que ocasiona un riesgo
para la vida social, por desarrollar una actividad conforme a derecho pero que implica
peligros típicos, debe responder también de esta peligros (principio de la responsabilidad
por riesgo). En especial nadie debe explotar una industria a riesgo de otro, pues su
responsabilidad por riesgo es sólo una parte del coste de explotación de su industria. 506
505
LARENZ, op. cit., II, 563.
506
ENNECCERUS, op. cit., 929.
507
MESSINEO, Francesco, Manual de derecho civil y comercial, VI, 483, Buenos Aires, 1979.
205
acto, sino sólo algo sobre la relación con el riesgo y la responsabilidad; la responsabilidad
no se funda en que el responsable haya obrado injustamente, sino en que está obligado a
soportar en virtud de la ley el riesgo de producir un daño para otro unido a una actividad
autorizada. Responsable es, en principio, aquel que conoce y domina en general la fuente
u origen del riesgo –aunque no necesariamente el curso del acontecimiento productor del
daño. Se le impone la responsabilidad por los riesgos unidos generalmente para oros por
dicha explotación, por la tenencia de un animal o por la utilización de un vehículo,
porque aparece socialmente justificado que cargue con el riesgo del daño. Lo cual se
funda en el pensamiento de que el que obtiene la ventaja ha de tomar también sobre sí los
perjuicios que a ella van unidos para otros. Se puede decir que la persona que emprende
una actividad permitida que puede crear o mantener una fuente de peligros para otros
carga sobre sí por ello una responsabilidad especial y, como consecuencia, ha de
responder del peligro. 509
La formula del “obrar a propio riesgo, llamada también del “riesgo creado”,
puesto que, en el caso particular, no se incurre por causalidad en el riesgo, como ocurre
de ordinario, sino que se da ocasión a él, o de los determina, mediante el propio
comportamiento, esto sirve para significar que quien realice una determinada actividad o
se sirva de una determinada cosa, lo hace asumiendo la responsabilidad; y por eso debe
sentir también todos los efectos de ella, o sea, que debe soportar el peso del resarcimiento
del daño que aquella actividad suya, eventualmente, procure al tercero; y esto, aun
508
MESSINEO, ibidem, 483.
509
LARENZ, op. cit., II, 664.
510
MOSSET ITURRASPE, ibidem, 713.
206
cuando su actividad esté inmune de culpa y por el solo hecho de que se trata de actividad
que corresponde a él. 512
Resulta razonable que quien provocó el daño aún sin culpa, en una actividad
lícita y además útil para él, cargue con las consecuencias del riesgo que creó. Aquí no es
ya cuestión de juzgar conductas sino de repartir los daños que la actividad necesaria y útil
de los hombres va produciendo, y parece justo que soporte el daño quien obtiene el
beneficio inmediato de esa actividad.
En la práctica, la aplicación de las disposiciones de la responsabilidad objetiva
se traduce al resultado de invertir la carga de la prueba que, en la doctrina clásica
subjetiva, pesa sobre la víctima. El art. 1836 del Código civil bien lo establece al decir
con respecto al que crea un peligro con su actividad o profesión que responde salvo que
él pruebe fuerza mayor o que el perjuicio fue ocasionado por culpa exclusiva de la
víctima, o de un tercero por cuyo hecho no deba responder.
Los supuestos de responsabilidad por riesgo, tienen carácter subsidiario en
relación a la responsabilidad de derecho común o subjetiva. 513
511
MESSINEO, ibidem, 483.
512
MESSINEO, ibidem, 484/484.
513
ORGAZ, Alfredo, La culpa, 229, Córdoba, 1981.
514
Art. 1842 del Código civil: El que cometiere un acto ilícito actuando bajo la dependencia o con autorización de otro, compromete también la
responsabilidad de éste. El principal quedará exento de responsabilidad si prueba que el daño se produjo por culpa de la víctima o por caso fortuito.
207
Se trata de aquellos casos de indemnización por motivos de equidad. Es decir,
de daños ocasionados por actos involuntarios pues, cabe recordar, ellos -por regla- no
engendran responsabilidad.
Este factor de responsabilidad es también de carácter objetivo pues prescinde
de la culpa para atribuir responsabilidad, desde que no puede considerarse culpable a
quien no es capaz de voluntad y por lo tanto es inepto para determinar su conducta. 515
Esta alternativa cobró vigencia efectiva mediante las disposición del art. 1850
del Código civil: en caso de daño causado por una persona privada de discernimiento, si
el perjudicado no ha podido obtener reparación de quien la tiene bajo su cuidado, los
jueces pueden en consideración a la situación de las partes, condenar al autor del daño a
una indemnización equitativa.
Para que se configure el supuesto previsto por la norma es menester que exista
un acto involuntario, que cause un daño a un tercero y que medie relación causal
adecuada entre ambos elementos. Conviene recordar que es facultativo del juez ordenar el
resarcimiento; y que la procedencia y cuantía de la indemnización es determinada por
éste discrecionalmente, en base parámetros de equidad, ponderando la importancia del
patrimonio del autor del hecho y la situación personal de la víctima. Puede, por ende, y
generalmente ello es así, no ser plena e integral. 516
515
BUSTAMANTE ALSINA, op. cit., 353.
516
PIZARRO, Ramón Daniel y VALLESPINOS, Carlos Gustavo, Obligaciones, II, 631, Buenos Aires, 1999.
208
Se habla de ejercicio abusivo de los derechos subjetivos, cuando su
implementación desborda las fronteras de sus fines institucionales.
Cada derecho le concede las respectivas prerrogativas a su titular, por lo que
habrá abuso cuando se excede en ocasión de ejercitarlas.
La inclusión del abuso del derecho como factor objetivo de atribución no fue
considerada en el Código francés, siendo elaborada recién a principios del siglo XX por
la doctrina de JOSSERAND 518 y SALEILLES 519 quienes la expusieron de modo a erigirla
en un instrumento importante para vigilancia jurisdiccional del funcionamiento de los
derechos subjetivos.
Para la determinación de cuándo un derecho subjetivo ha sido abusivamente
ejercido, se han ensayado varias propuestas, desde el enfoque del sujeto autor del abuso,
es decir todas subjetivas.
Ante ello, surgieron otras actitudes doctrinarias que situaron la explicación
desde enfoques objetivos. Hay abuso dijeron, cuando se persigue un fin diverso al que
tuvo en cuenta el legislador al consagrar el respectivo derecho, o cuando se lo ejercita 520
contra la moral y las buenas costumbres, 521 advirtiéndose que la determinación del abuso
del derecho no debe ser desplazada desde este parámetro moral al de la relatividad de los
derechos y a los fines sociales de su institución, por lo peligroso de ello pues se tiende así
a destruir la idea del derecho subjetivo; sin embargo, la concepción del derecho
individual, lejos de ser antisocial, es indispensable para el mantenimiento de la
civilización amenazada por el estatismo o el comunismo. Desde que se quita a la teoría
del abuso de los derechos su fundamento moral, se cae en las más peligrosas fantasías de
la sumisión social. 522
517
Art. 364 del Código civil: Los actos nulos y los anulables que fueron anulados, aunque no produzcan los efectos de los actos jurídicos, pueden
producir los efectos de los actos ilícitos, o de los hechos en general, cuyas consecuencias deben ser reparadas.
518
JOSSERAND, Louis, De l´abus des droits, 14/15, París, 1905.
519
SALEILLES, Raymond, De l´abus des droits, 305, París, 1905.
520
PORCHEROT, J., De l´abus des droits, 124, Dijón, 1901.
521
SAVATIER, René, Des effets et de la sanction du devoir moral, 23, París, 1916.
209
Los términos en que se encuentra redactada la norma del art. 372 fuerzan el
reconocimiento de que, en tal caso, el abuso se trata de la atribución de responsabilidad al
margen de toda culpa; o sea, de una situación objetiva de atribución.
En consecuencia, incurrirá en responsabilidad todo aquel que en el ejercicio de
su derecho se desvía de los fines que tuvo en mira el legislador al reconocerlo, y que la
hacerlo causa un perjuicio a otro. También será abusivo el ejercicio del derecho cuando
se ataquen principios de moral y buenas costumbres o se excedan los límites de la buena
fe que debe imperar en las relaciones jurídicas. La función del juzgador consistirá en
realizar una valoración del acto frente a una concepción objetiva de la moral y de las
buenas costumbres, y las pautas compatibles con la buena fe. 523
522
RIPERT, Georges, La régle moral dans les obligations civiles, 182, Paría, 1949.
523
BUSTAMANTE ALSINA, op. cit., 362.
524
BUSTAMANTE ALSINA, ibidem, 362.
525
AGOGLIA , María M., BORÁGINA, Juan C. y MEZA, Jorge A., Responsabilidad por incumplimiento contractual, 124/125, Buenos Aires,
1993.
210
Este tipo de responsabilidad objetiva que asume el deudor se limita a
determinada clase de contratos, tales como el de prestación de servicios médicos,
enseñanza, comercialización de productos elaborados, etc., en los que la actividad del
deudor proyectada para la ejecución de la prestación a su cargo, por la índole de ellas,
compromete o pone en riesgo a otros bienes del acreedor.
La obligación de seguridad alude siempre a las denominadas obligaciones de
resultado o fines.
En efecto, si en todo negocio jurídico el deudor garantiza la indemnidad del
accipiens en lo atinente a bienes diferentes al que constituye su objeto, ese tipo de
obligación resulta ser, necesariamente, de fines. 526
todas las situaciones de responsabilidad objetiva (riesgo creado, garantía, equidad, etc.).
526
AGOGLIA, op. cit., 172; Stiglitz, El deber de seguridad en la responsabilidad por productos elaborados, LL, 1985-D-18 y nota 10; ídem, Zannoni, “
Responsabilidad por productos elaborados”, en Seguros y responsabilidad civil, nº 5, p. 289 y ss.; Kemelmajer de Carlucci, Código Civil y leyes
complementarias. Comentado, anotado y concordado, dir. Belluscio, coord. Zannoni, t. 5, p. 538.
527
MESSINEO, op. cit., VI, 481.
528
ORGAZ, Alfredo, La culpa, 225, Córdoba, 1981.
211
La que por costumbre se denomina “la responsabilidad por el hecho personal”
constituye, en cierto modo, el derecho común de la responsabilidad. Las reglas que rigen
en esta esfera son las reglas de principio tanto en materia delictual y cuasi delictual como
en materia contractual. Por consiguiente, no resulta útil deslindar desde ahora su esfera de
aplicación exacta; se encontrará puntualizada en sí misma cuando se fijen los casos en los
que se aplican los preceptos legales que rigen la responsabilidad por el hecho ajeno y la
responsabilidad a causa de las cosas. La responsabilidad por un hecho personal puede ser,
o bien delictual o cuasidelictual, o bien contractual. 529
529
MAZEAUD-TUNC, op. cit., T.I, Vol.2, 26.
530
Art. 1842 del Código civil: El que cometiere un acto ilícito actuando bajo la dependencia o con autorización de otro, compromete también la
responsabilidad de éste. El principal quedará exento de responsabilidad si prueba que el daño se produjo por culpa de la víctima o por caso fortuito.
531
Art. 1846 del Código civil: El que crea un peligro con su actividad o profesión, por la naturaleza de ellas, o por los medios empleados, responde por
el daño causado, salvo que pruebe fuerza mayor o que el perjuicio fue ocasionado por culpa exclusiva de la víctima, o de un tercero por cuyo hecho no
deba responder.
532
Art. 1847 del Código civil: El dueño o guardián de una cosa inanimada responde del daño causado por ella o con ella, si no prueba que de su parte no
hubo culpa, pero cuando el daño se produce por vicio riesgo inherente a la cosa sólo se eximirá total o parcialmente de responsabilidad acreditando la
culpa de la víctima o de un tercero por quien no debe responder. El propietario o guardián no responderá si la cosa fue usada contra su voluntad expresa o
presunta.
533
Art. 1853 del Código civil: El propietario de un animal, o quien se sirve de él, durante el tiempo que lo tiene en uso, es responsable de los daños
ocasionados por el animal, sea que estuviese bajo su custodia, o se hubiese escapado o extraviado, si no probase caso fortuito, o culpa de la víctima o de
un tercero.
212
comete un acto culposo por imprudencia o descuido. En cambio, si un peatón se arriesga
en la calzada en igual circunstancia para salvar a un niño en trace de ser atropellado,
comete un acto de abnegación asumiendo conscientemente el riesgo. 534
Pero en estricto derecho no puede hablarse acá de “culpa”, lo que alude a una
conducta reprochable frente a los demás, sino más bien de un accionar inoportuno o
desacertado “contra sí mismo”, lo que no es objetable jurídicamente, ya que cada cual es
dueño de sus actos. 536
534
BUSTAMANTE ALSINA, op. cit., 216.
535
ENNECCERUS, Derecho de las obligaciones, I, 79/80, Barcelona, 1954.
536
CAZEAUX, op. cit., 698.
537
BUSTAMANTE ALSINA, op. cit., 217.
213
Se trata de aquellos casos en que el hecho dañoso es resultado de la conducta
culposa tanto de la víctima como del demandado, y está prevista en el norma del art.
1836, segundo párrafo, del Código civil: Si en la producción del daño hubieren
concurrido su autor y el perjudicado, la obligación y el monto de la indemnización
dependerán de las circunstancias, y en particular, de que el perjuicio haya sido
principalmente causado por una u otra parte.
La fuente del art.1836 del Código civil es el art. 2471 538 del Anteproyecto DE
GÁSPERI, que reconoce las suyas en el art. 1111 del Código argentino, 832 inc. 3º del
Esboço, 254 y 846 del Código alemán, 43 y 44 del Código federal suizo de las
obligaciones, 1386 del Anteproyecto de BIBILONI y 869 del Proyecto de reforma del
Código civil argentino de 1936.
El concurso de responsabilidades en el nacimiento del daño presupone que el
perjudicado ha cooperado a él mediante su propia conducta culposa. 539
sostiene que deben distribuirse las consecuencias en partes iguales, entre víctima y
victimario. 541
538
Art. 2471 del Anteproyecto DE GÁSPERI: El hecho que no cause daño a la persona que lo sufre, sino por una falta imputable a ella, no
engendra responsabilidad alguna. Si la producción del daño hubieren concurrido su autor y el perjudicado, la obligación y el monto de la
indemnización dependerán de las circunstancias, en particular de que el perjuicio haya sido principalmente causado por una de las partes.
539
LARENZ, op. cit., II, 219.
540
Acogida por el derecho penal alemán, a partir de las obras de John Stuart Mill y Von Buri
541
MAZEAUD, H. L., y J., Traité, II, No. 594.
214
El evento interruptor de la fluida y directa relación de causalidad es la
denominada causa ajena, o sea y, principalmente, la culpa de la víctima en la
responsabilidad extracontractual y, del acreedor, en la contractual.
En efecto, es corriente que el propio reclamante de resarcimiento es quien, en
verdad, causó el daño de que se lamenta.
Esa directa relación de causalidad puede también diluirse cuando se trata de
hechos dañosos ejecutados por terceros. O de acontecimientos en cuya producción no
intervino sujeto alguno (caso fortuito).
A la responsabilidad por hecho ajeno se la denomina también indirecta.
La regla sobre la responsabilidad por el hecho ajeno se encuentra consagrada en
la norma del art. 1842 del Código civil: El que cometiere un acto ilícito actuando bajo la
dependencia de otro, compromete también la responsabilidad de éste. El principal
quedará exento de responsabilidad si prueba que el daño se produjo por culpa de la
víctima o por caso fortuito.
En materia indemnizatoria, el principio es que nadie puede ser responsable de
un daño respecto del que es por completo extraño, por estar ausente el requisito de la
autoría. En consecuencia, la responsabilidad por el hecho ajeno, es excepcional. Se deriva
de esto que la interpretación de si se trata de responsabilidad por hecho ajeno o no, es
siempre restrictiva.
El vínculo de causalidad falta cuando el daño es el resultado de una “causa
ajena”; se entiende por ello un acontecimiento ajeno al demandado, un acontecimiento
que no es un hecho suyo. 543
Aquel que es legalmente responsable del hecho ajeno, en los supuestos que la
ley la admite y contempla, se le llama civilmente responsable.
En cierta doctrina se sostiene que si la culpa es requisito esencial de la
responsabilidad por el hecho propio o personal, su ausencia –para los partidarios de la
teoría del riesgo- significa que la denominada “responsabilidad por el hecho ajeno” es
una especie de la “responsabilidad sin culpa”. 544
En tales casos, se toma en cuenta el estado subjetivo del autor del daño; no el
estado subjetivo del responsable. 545
Quiere decir que –por regla- tampoco habrá responsabilidad indirecta cuando el
tercero obró dañosamente en estado de necesidad (art. 373 y 1838 del Código civil), o
542
PIZARRO, op. cit., 118.
543
MAZEAUD-TUNC, op. cit., T.II, Vol.2, 10.
544
JOSSERAND, Louis, Cours de droits positif français, II, Nros. 492 y 513, París, 1938.
215
involuntariamente (arts. 277, 278 y 1837 546 del Código), a menos que –en el primer caso-
se trate de situaciones en que el autor del daño haya causado el respectivo peligro (art.
1839 547 del Código civil) o, en el segundo, de aquellas situaciones en el que perjudicado
no pudo obtener la reparación de parte de quien tiene a su cuidado al incapaz privado de
discernimiento, en las que el juez está facultado a condenar al autor a una indemnización
equitativa (art. 1850 del Código civil).
548
545
MESSINEO, op. cit., VI, 508.
546
Art. 1837 del Código civil: No incurren en responsabilidad por actos ilícitos: a) los afectados de transtornos generales y persistentes de sus facultades
mentales, que les priven de discernimiento. Si la turbación de las facultades mentales del autor del perjuicio fuere debida al uso de bebidas alcohólicas o
de drogas, quedará obligado a indemnizarlo, a menos que pruebe haber sido puesto involuntariamente en este estado; y b) los menores de catorce años.
547
Art. 1839 del Código civil: El que deteriore o destruya la cosa de otro, o hiera o mate al animal de otro, para evitar un peligro inminente, propio o
ajeno, resultante de esta cosa o de este animal, no obrará ilegalmente si el deterioro o la destrucción fueren necesarios para evitar el peligro, si el daño no
es desproporcionado con éste, y si la intervención de la autoridad no puede obtenerse en tiempo útil. Si el autor del daño ha causado el peligro, estará
obligado a indemnizar daños y perjuicios.
548
Art. 1850 del Código civil: En caso de daño causado por una persona privada de discernimiento, si el perjudicado no ha podido obtener reparación de
quien la tiene bajo su cuidado, los jueces pueden en consideración a la situación de las partes, condenar al autor del daño a una indemnización equitativa.
549
MESSINEO, op. cit., VI, 509.
216
deber emplear. Cesará también cuando los incapaces hubieren sido puestos bajo la
vigilancia y autoridad de otra persona, caso en el que la responsabilidad será de cargo
de ella.
550
CAZEAUX, op. cit., II, 724.
217
pues éstos no desenvuelven el interés propio de aquél aunque sea quien impartió o puede
impartir las órdenes e instrucciones.
Las órdenes, instrucciones y directivas del comitente deben ser lícitas, porque
en caso contrario –de ser ilícitas- será directa y no indirecta su responsabilidad.
114.2 Antijuridicidad
Se trata de la ilicitud del acto o hecho atribuido al dependiente. O sea, debe ser
un hecho o una omisión del subordinado prohibido por el ordenamiento.
Se trata de la relación causal que debe vincular al daño con la función asignada
al dependiente.
Para establecer el nexo causal, se han propuesto varias teorías: 1) restringe la
responsabilidad del comitente al daño que el comitente haya consumado ejercitando la
función que específicamente le fuera confiada. Si el dependiente estando en el trabajo,
produjo el daño ejecutando otras tareas distintas a las que específicamente el encomendó
su comitente, no habrá responsabilidad para este último; 2) El comitente responderá
siempre que el dependiente ocasionó el daño ejercitando sus funciones en general
218
115. Responsabilidad de los padres
sistema que consagraba que al padre le correspondía en primer término la plenitud de las
facultades y obligaciones derivadas de la patria potestad.
El citado y transcripto art. 1843 de nuestro código, se adecua al dispositivo
nacional en cuanto el art. 70 del Código de la Niñez y la Adolescencia establece que: El
padre y la madre ejercen la patria potestad sobre sus hijos en igualdad de condiciones.
Esta responsabilidad de los progenitores se funda en la culpa in vigilando en
que pudieran haber incurrido, al omitir sus respectivos deberes de cuidar el
comportamiento de sus hijos menores que habitan con ellos y, en oportunidad de ejercer,
en general, el contralor de sus actividades.
Esa culpa in vigilando de los padres se explica también por consideración a los
deberes y obligaciones que la ley les confiere, así, por ejemplo en el art. 71 del Código 552
551
Art. 264 del Código civil argentino: El que debe suministrar los alimentos puede hacerlo mediante una pensión alimentaria o recibiendo y
manteniendo en su propia casa al que tiene derecho a los alimentos. El juez decidirá cuando estime conveniente admitir o no esta última forma de
prestarlos.
552
Art. 71 del Código de la Niñez y Adolescencia: De los derechos y deberes del padre de la madre. Quienes ejercen la patria potestad están
obligados a prestar alimentos a sus hijos. La obligación de alimentar comprende proveerles lo necesario par la subsistencia, habitación y vestido,
en condiciones no inferiores a las que disfrutan los obligados. La patria potestad implica además los siguientes deberes y derechos: a) velar por su
desarrollo integral; b) proveer su sostenimiento y su educación; c) dirigir su proceso educativo y su capacitación par el trabajo conforme a su
219
causado por dolo o culpa propia, que concuerda con la del art. 1844, en cuanto establece:
El incapaz queda obligado por sus actos ilícitos, siempre que haya obrado con
discernimiento.
La responsabilidad de los padres se tiene por verdaderamente subsidiaria o
refleja, cuando el hijo autor del daño, aunque menor es mayor de catorce años, en cuya
situación aquellos tienen el derecho a la acción de regreso aludida, de acuerdo con las
disposiciones examinados en el párrafo precedente.
Entonces, y recapitulando, cuando se trata de daños provocados por un menor
de catorce años, para la víctima sólo existe la responsabilidad indirecta pero personal del
padre y, cuando el victimario siempre menor, es –sin embargo- mayor de catorce años, la
víctima poseerá la doble responsabilidad del menor-mayor de catorce años, y la del padre
en virtud de las disposiciones generales que rigen la responsabilidad por el hecho ajeno.
Al respecto, reiteramos, cuando se trate del hecho dañoso de un menor de
catorce años, su padre que pagó la indemnización respectiva, no tendrá acción recursoria,
salvo que aquél se hubiere enriquecido con el daño, por aplicación en tal caso de la norma
del art. 284 del Código.
553
vocación y aptitudes; d) vivir con ellos; e) representarlos en los actos de la vida civil mientras no adquieran la capacidad y responsabilidad civil;
y, f) administrar y usufructuar sus bienes, cuando los tuvieren.
553
Art. 284 del Código civil: Cuando por hechos involuntarios se causare a otro algún daño en su persona o bienes, sólo se responderá con la
indemnización correspondiente, si con el daño se enriqueció el autor del hecho, en la medida en que se hubiere enriquecido.
554
BUSTAMANTE ALSINA, Jorge, Teoría general de la responsabilidad civil, 270, Buenos Aires, 1973: Aunque con el daño no se hubiese
enriquecido el autor del hecho involuntario, puede admitirse la acción recursoria del personalmente responsable contra aquel que causó el daño,
teniendo en cuanta la importancia de su patrimonio y la situación personal del que pagó la indemnización a la victima. Las razones de equidad que
inspiran la fórmula del art. 907 son aplicables también en este supuesto.
555
GAUTO BEJARANO, Marcelino, El acto jurídico, 206/207, Asunción, 2010: La emancipación actualmente posible, según la legislación
vigente, es decir conforme con lo establecido en la Ley 2169/03, es la que se refiere, en primer término a los menores varones de diez y seis años
de edad y las mujeres de catorce de años, cumplidos en ambos casos, que contraen matrimonio y, en segundo, a los menores que no tengan aún
dieciocho años, pero que obtengan un título universitario. La emancipación de los menores mediante sentencia judicial, ha sido suprimida por la
aludida ley 2169/03, al derogar el inc. a/ del art. 39 cód. civ., y el art. 7o. de la Ley del Comerciante No. 1034/83. En consecuencia, la
emancipación de los menores, ha quedado, actualmente, limitada a las que se producen por motivo de matrimonio, y por obtención de título
universitario.
220
3) que los hijos menores habiten con sus padres, pues éstos, en caso contrario,
no podrían materializar su deber de vigilancia que constituye el fundamento de la culpa
respectiva. Los padres de hijos menores son legalmente responsables de los hechos
dañosos consumados por ellos aún cuando estuvieran alejados del hogar, si esa
circunstancia –el alejamiento- tuviera por causa, precisamente, su falta de vigilancia, que
explica la pertinente atribución de culpa (caso de menor abandonado, o de hijos
vagabundos). El alejamiento que excuse de responsabilidad a los padres del menor, debe
obedecer a motivos legítimos.
Los padres son responsables de los daños provocados por sus hijos menores de
catorce años, que la ley considera inimputables. Esto significa que la responsabilidad en
tal caso, prescinde de la culpa o dolo de tales menores, pero podrá demostrar en cambio
la interrupción del nexo causal (caso fortuito o fuerza mayor, culpa de la víctima o de un
tercero), las circunstancias objetivas que justifiquen el daño por la defensa propia, el
estado de necesidad, etc., con relación al menor. 556
556
BUSTAMANTE ALSINA, op. cit., 273.
221
b) Tampoco existirá responsabilidad de los padres cuando ellos probaren que
no pudieron prevenir el daño con la autoridad que su calidad les confería, y el cuidado
que era su deber emplear.
Puesto que ante un hecho dañoso de los hijos menores, surge la presunción de
culpa (in vigilando) de los respectivos padres –presunción, por lo demás, juris tantum-
pueden estos demostrar –prueba a cargo de ellos porque, en tal caso, se invierte la carga
respectiva- que se condujeron con riguroso celo en el cumplimiento de sus deberes de
cuidado y vigilancia.
La referida prueba en se apreciará con criterio riguroso, en atención a la calidad
excepcional de esta clase de responsabilidad. Así se señala en la doctrina. 557
Sobre esta clase de responsabilidad, se expide el art. 1843, segundo párrafo, del
Código civil: Los tutores y curadores lo son –responsables- de los perjuicios causados por
los menores e incapaces que están a su cargo y habitan con ellos.
En cuanto a los tutores –en cuanto reemplazan a los padres en la guarda y
representación de los menores- su responsabilidad es semejante a la de los padres con
relación a los perjuicios provocados por sus hijos menores, teniendo el mismo
fundamento de la culpa in vigilando, y le son, consecuentemente, aplicables las mismas
reglas.
Los curadores, sin embargo como representantes legales y guardadores de los
interdictos, tienen –aunque siempre indirecta- una responsabilidad propia permanente,
puesto que carecen de la acción recursoria contra sus representados, al no darse en su
caso la situación del menor adulto, es decir, cuando el mismo cumple catorce años y se
presume que posee discernimiento, de conformidad con lo establecido en los arts. 278 y
1837 inc. a/ del Código civil.
La responsabilidad es indirecta, desde luego, pero propia o personal del
curador; éste carece, por lo tanto, de acción recursoria contra su representado excepto si
con el daño se hubiere enrique el autor del hecho y en el caso que fuera aplicable la
solución de equidad. 558
557
BORDA, Guillermo A., Tr. de derecho civil, Obligaciones, II,
558
BUSTAMANTE ALSINA, op. cit., 275/276.
222
Aunque interdictos y sujetos a curatela (art. 73 559
del Código civil), los
sordomudos que no saben darse a entender por escrito, son responsables personalmente
de sus hechos ilícitos pues poseen discernimiento. En efecto, no están incluidos en la
enumeración de los citados arts. 278 y 1837 del Código. Por ello el perjudicado podrá
reclamar la indemnización tanto al sordomudo como a su curador; y, este último, de
satisfacerla, tendrá acción recursoria contra aquél.
Los requisitos para que funcione esta categoría de responsabilidad indirecta son
que se traten, por supuesto de incapaces, que tengan representante legal, es decir tutor o
curador a quien se haya discernido tal cargo y que el curador sea –además- definitivo y,
por último es menester que el incapaz de que se trate habite con sus tutores o curadores.
El designado circunstancialmente como curador especial o ad litem, no asume
responsabilidad alguna por los daños que pudiera causar el interdicto, en razón de la
provisoriedad de sus funciones.
Tampoco el curador será responsable –porque sus obligaciones se fundan en la
denominado culpa in vigilando- de los daños que pudiera causar el interdicto, cuando
éste estuviera en prisión por una condena penal, dado que tal situación, obviamente, no
podrá ejercer su deber de vigilancia. Las obligaciones, en tal caso, del curador subsisten
sólo en cuanto a los bienes del interdicto.
559
Art. 73 del Código civil: .- Serán declarados incapaces y quedarán sujetos a curatela los mayores de edad y los menores emancipados que por causa
de enfermedad mental no tengan aptitud para cuidar de su persona o administrar sus bienes, así como los sordomudos que no sepan darse a entender por
escrito u otros medios, que se hallen en las mismas circunstancias.
223
cuidado que era de su deber emplear, conforme se dispone –como regla general para las
situaciones de responsabilidad refleja o indirecta- en el párrafo final del art. 1843 del
Código civil.
Se trata de la responsabilidad de los actos dañosos de los alumnos y aprendices
menores de edad, consumados contra terceros y no se extiende, por supuesto a los de
aquellos que perjudiquen a los aludidos menores. En este último caso, habrá –sin
embargo- culpa in vigilando de los directores y maestros artesanos que omiten los
cuidados que permitan evitar que los menores sean víctimas de daños inferidos por
terceros y ello por aplicación de las normas ordinarias de la responsabilidad
extracontractual (arts. 1833 y 1834 del Código civil).
La norma en su expresión literal alude, simplemente, a los alumnos y
aprendices que sean menores de edad, lo cual puede conducir a interpretaciones
equivocadas en el sentido de considerar que los menores adultos, es decir aquellos que
tengan catorce años, no sean responsables de sus actos ilícitos lo cual –sin embargo- no
es así ante el carácter de regla general que se consagra en las disposiciones de los arts.
278 y 1837 del Código civil, en cuanto no hacen distinciones que permitan excluir a tal
categoría de menores y, la conclusión categórica del art. 1844 del Código civil: El
incapaz queda obligado por sus actos ilícitos, siempre que haya obrado con
discernimiento.
Consecuentemente, los menores alumnos y aprendices que cumplieron catorce
años de edad, son responsables de los daños derivados de sus actos ilícitos, pues desde
entonces la ley presume que poseen discernimiento pues, en efecto, no están
contemplados en los casos excepcionales de los incapaces por falta de discernimiento. En
tal caso, es aplicable la norma del art. 5 del título preliminar del Código civil: Las leyes
que establecen excepción a las reglas generales o restringen derechos, no son aplicables a
otros casos y tiempos que los especificados en ellas.
Cuando la norma alude a directores de colegio debe entenderse que –en
realidad- se refiere en general a las personas que tengan a su cargo y bajo su dirección las
instituciones diversas cuyo objeto se la enseñanza a condición –claro está- que posean la
función de vigilar a sus educandos.
Es por ello que existe consenso general en la doctrina en el sentido de que esta
responsabilidad no alcanza a las autoridades universitarias, por la modalidad de la
enseñanza superior que se imparte caracterizada precisamente por la independencia con
que los alumnos cumplen sus deberes en la universidad. 560
560
BUSTAMANTE ALSINA, op. cit., 281.
224
Fuera de la salvedad indicada respecto de las universidades, la norma del art.
1843 se extiende a todas las instituciones de enseñanza, cualquier sea su nivel o
especialidad profesional o técnica.
Es requisito para la aplicación de la presunción de culpa que estamos
analizando, que el hecho dañoso se haya producido durante el tiempo en que los menores
alumnos o aprendices se encuentren confiados a la custodia y vigilancia de los directores
y maestros artesanos.
Las disposiciones de los arts. 1382 y 1383 (del Código civil francés) son ajenas
a las faltas cometidas en la ejecución de un compromiso contractual o de una obligación
resultante de un cuasi contrato. Pero ellas deben ser aplicadas, salvo las modificaciones
que resultan de disposiciones especiales, a las faltas que los funcionarios públicos y los
561
CIDSEP (Centro interdisciplinario de Derecho social y Economía Política, Universidad Católica, Hacia una Constitución democrática,
Fundamentos del Proyecto de reforma constitucional, II, 457, Asunción, 1992.
225
oficiales ministeriales cometen en el ejercicio de sus funciones, cumpliendo sólo de
manera irregular las obligaciones que le son impuestas. 562
562
AUBY et RAU, Cours de droit civil français, III, N. 446, pág. 194, Strasbourg, 1839.
563
LEGUINA VILLA, Jesús, El fundamento de la evolución de la responsabilidad de la Administración, Apéndice II, de la responsabilidad civil
de la Administración pública, 296, Madrid, 1983, citado por TRIGO REPRESAS, Félix A. y LÓPEZ MEZA, Marcelo J., Tr. de la
Responsabilidad civil, IV, 3, Buenos Aires, 2004.
564
VIDELA ESCALADA, Federico, La responsabilidad civil del Estado y de los funcionarios públicos, EL DERECHO, 116-756/757, Buenos
Aires, 1986.
226
recién en el siglo XIX se llegó a reconocer la responsabilidad del Estado, cuando actuaba
en ejercicio de sus prerrogativas de poder público. 565
En la Edad Media colisionaron, por una parte, la prédica cristiana que imponía
a los gobernantes el respeto de los preceptos divinos en el sentido de dar a cada uno lo
suyo y, por otra, las ideas políticas helenas que sostenían el dogma de la prioridad
suprema de la ciudad y de su consiguiente soberanía plena e irrestricta; todo lo cual
explica que la soberanía del Estado no llegara a situaciones sobredimensionadas.
Con el advenimiento, en el siglo XVI, de los estados nacionales en torno al
principio absolutista de la monarquía, la idea de la soberanía estatal se agudizó, arribando
a los más altos niveles de irresponsabilidad de la Administración pública.
Esa situación no varía con la Revolución francesa pues la soberanía del estado
monárquico es reemplazada simplemente por la del pueblo o Común.
Era, en síntesis, una situación notablemente injusta y, por lo mismo
incompatible con la evolución jurídica de la sociedad moderna y que explica y justifica la
puesta en marcha de un proceso que evolucionaba hacia la idea más razonable de
responder, sin exclusiones, por los daños causados. Proceso que culmina con la decisión
del Consejo de Estado francés que admitió la responsabilidad del Estado por faltas
objetivas en la prestación de los servicios públicos.
Desde este hito, la evolución se orienta hacia aspectos publicistas articulados
que entendían que la responsabilidad del Estado se fundamenta en la diferenciación entre
la falta de servicio y falta personal, que abandonó la noción de culpa, como presupuesto
inexcusable de la responsabilidad de la persona jurídica Estado, para hacerlo responsable
siempre la ejecución irregular o defectuosa de la función administrativa, cuando ello
ocasionare perjuicios a los administrados. 566
565
CASAGNE, Juan Carlos, Derecho administrativo, I, 479, Buenos Aires, 2002.
566
CASSAGNE, op. cit., 481.
567
ACUÑA ANZORENA, Arturo, Estudios sobre responsabilidad civil, 166, La Plata, 1963.
227
pública por las faltas y delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones, de acuerdo con
el art. 14 de la Constitución sancionada por la Convención constituyente de 1870: Todas
las autoridades superiores, empleados y funcionarios públicos de la República son
responsables individualmente de la faltas y delitos cometidos en el ejercicio de sus
funciones. Todos sus actos deben ajustarse estrictamente a la Ley y en ningún caso
pueden ejercer atribuciones ajenas a su jurisdicción.
La responsabilidad extracontractual del Estado por los cuasidelitos de sus
funcionarios, fue consagrada por la disposición del art. 1112 del Código civil argentino
que el Paraguay adoptó en 1876: Los hechos y las omisiones de los funcionarios públicos
en el ejercicio de sus funciones, por no cumplir sino de una manera irregular las
obligaciones legales que les están impuestas, son comprendidos en las disposiciones de
este Título. Pues bien, y a propósito, las disposiciones de dicho título IX del libro
Segundo del Código, se refieren a los actos ilícitos que no son delitos, es decir a los cuasi
delitos, o –igualmente- a las consecuencias dañosas de las ilicitudes consumadas sólo con
culpa, conforme con el marco de la tradicional responsabilidad subjetiva diseñado en la
norma del art. 1109: Todo el que ejecuta un hecho, que por su culpa o negligencia
ocasiona un daño a otro, está obligado a la reparación del perjuicio. Esta obligación es
regida por las mismas disposiciones relativas a los delitos del derecho civil.
Se trataba, entonces, de una situación de responsabilidad indirecta pues era la
que correspondía al principal o comitente por los hechos dañosos culposos, o
cuasidelitos, de sus dependientes en virtud de lo establecido en el art. 1113 de ese mismo
título IX: La obligación del que ha causado un daño se extiende a los daños que causaren
los que están bajo su dependencia, o por las cosas de que se sirva, o que tiene a su
cuidado.
Fue esa la situación jurídica de la responsabilidad extracontractual del Estado
en el Paraguay hasta la sanción, en el año 1935, del estatuto del funcionario público (Ley
1506), en cuanto suprimió dicha responsabilidad indirecta de la Administración pública al
establecer en su art. 32: “El Estado no es responsable por hechos o actos de los
funcionarios que importen delitos o cuasidelitos.
Ese estado de cosas no varió sustancialmente en la Constitución de 1940 cuyo
art. 17 dispuso que: “Todas las autoridades superiores, funcionarios y empleados públicos
son responsables individualmente por las faltas y delitos que cometieren en el ejercicio de
sus funciones, sin perjuicio de la responsabilidad indirecta del Estado, que podrá ser
establecida en la ley. En ningún caso podrán ejercer atribuciones ajenas a su jurisdicción
228
y sus actos deben ajustarse siempre a la ley. Queda prohibida la huelga de los
funcionarios públicos, así como el abandono colectivo de los cargos”.
Analizando los tiempos verbales del artículo transcripto de dicha Carta de
1940, debemos aceptar que en virtud de ella sólo adquirió vigencia actual la
responsabilidad extracontractual personal y directa de los funcionarios públicos, pues la
indirecta del Estado –si bien autorizada- quedó sujeta a una ulterior instauración por ley.
La Constitución de 1940 no instituyó la responsabilidad del Estado pero sí
abrió la posibilidad de instituirla por ley. Como que no llegó a dictarse la ley que la
estableciera, siguió vigente el régimen general de la irresponsabilidad del Estado de la ley
1506. 568
(extracontractual) del Estado por los actos ilícitos de sus funcionarios cometidos en el
568
VILLAGRA MAFFIODO, Salvador, Principios de derecho administrativo, 302, Asunción, 1981.
569
Art. 1845 del Código civil: Las autoridades superiores, los funcionarios y empleados públicos del Estado, de las Municipalidades, y los entes de
Derecho Público serán responsables, en forma directa y personal, por los actos ilícitos cometidos en el ejercicio de sus funciones. Los autores y
copartícipes responderán solidariamente. El Estado, las Municipalidades y los entes de Derecho Público responderán subsidiariamente por ellos en caso de
insolvencia de éstos.
229
ejercicio de sus funciones. Esta norma fue diametralmente opuesta a la del art. 41 de la
Constitución entonces vigente -la sancionada en el año 1967- en cuanto ésta instituía,
recordemos, la responsabilidad indirecta del Estado por los actos ilícitos de sus
funcionarios. Prevalecía, por supuesto, la norma constitucional, por aplicación del
principio de jerarquía de las leyes establecido en el art. 8º de esa misma Constitución:
Esta Constitución es la ley suprema de la Nación. Los tratados, convenios y demás
acuerdos internacionales, ratificados y canjeados, y las leyes, integran el derecho positivo
nacional en el orden de prelación enunciado.
Debe señalarse, entonces, que esas fueron las circunstancias por más de diez
años pues, recién con la sanción en 1992 de la actual Constitución se estableció la
concordancia y armonía entre los dos instrumentos legales, es decir, el art. 1845 del
Código civil y el 106 de la Constitución, en cuanto ambos suprimen la responsabilidad
civil indirecta del Estado (extracontractual) por los actos ilícitos de sus empleados
cometidos le haya dificultado la acción de los dueños de dichas fincas para perseguirla.
Tanto de la actividad lícita como de la ilícita puede surgir la responsabilidad
extracontractual del Estado. La Constitución no hace distinción alguna al respecto. 570
570
MARIENHOFF, op. cit., 4.
230
sea, de los actos en que el Estado ha asumido, sobre la base de la voluntad jurídica,
obligaciones frente al otro sujeto del acto. 571
118.3 Responsabilidad civil extracontractual del Estado por los actos lícitos
de sus agentes o funcionarios.
571
VIDELA ESCALADA, op. cit., 758.
572
BIELSA, op. cit., LA LEY 24-82.
573
MARIENHOFF, Miguel S., Tratado de derecho administrativo, IV, 657, Buenos Aires, 1992.
574
MARIENHOFF, Miguel, op. cit., III-A, 468, Buenos Aires, 1968. Este autor agrega: El poder de la Administración Pública para “rescindir”
por sí y ante sí, un contrato administrativo, presenta dos modalidades: a) cuando dicho poder no está expresamente previsto en el contrato; b)
cuando dicho poder está previsto en el contrato. En ambos supuestos, la rescisión implicará una sanción por “culpa” o “falta” cometidas por el
cocontratante. Jamás procederá la rescisión “unilateral de un contrato, dispuesta por la Administración Pública, sino ante la existencia de “culpa”
o “falta” del cocontratante en el cumplimiento de sus obligaciones. Los autores que hablan de rescisión unilateral” del contrato cuando en la
especie no mediare culpa o falta del cocontratante, sino razones de interés general, confunden “rescisión unilateral” con “revocación por razones
de oportunidad, mérito o conveniencia”. Op. cit., 404.
231
Se trata de los daños a terceros producidos por la actividad lícita o regular de
los empleados o agentes estatales, y su resarcibilidad es indudable a la luz del principio
constitucional consagrado en la norma del art. 39. Así, por ejemplo, los daños que a un
ciudadano le causa el mal funcionamiento de un servicio público.
Cuando se trata de daños causados por actos lícitos de los agentes del Estado, la
responsabilidad de éste es directa. Ello es así a pesar de que todo lo actuado por el Estado
es, en realidad, obra de la conducta de sus empleados, por el hecho de que tales
funcionarios no son mandatarios o representantes del Estado, sino –propiamente- sus
órganos. O sea, el empleado público que ejercita sus funciones propias, lo hace como
órgano del Estado o parte del mismo, y no como un mandatario o representante pues
éstos, en efecto, según las definiciones respectivas de estas figuras, conservan su
condición de terceros cuando desenvuelven las instrucciones del respectivo mandante o
representado.
Para que haya representación se precisa que se dé en la voluntad misma la
sustitución de una persona por otra, de modo que sea la voluntad propia del representante
la que actúa y no la del representado; la voluntad que el primero declara es la suya propia,
con el efecto particular de ser considerada voluntad del segundo. 575
575
GAUTO BEJARANO, Marcelino, El acto jurídico, 302, Asunción, 2010; DE RUGGIERO, Roberto, Instituciones de Derecho civil, I,
274/275, Madrid, 1979.
576
MARIENHOFF, Miguel S., Responsabilidad del Estado, LA LEY 1993-E, 912, Responsabilidad civil, Doctrinas esenciales, IV, 01/01/2007,
1417; ENTRENA CUESTA, Rafael, Curso de derecho administrativo, 672, Madrid, 1965; CASSAGNE, Juan Carlos, Derecho administrativo, I,
221, Buenos Aires, 1991.
232
modo que no obstante esa licitud y esa perfección del acto o hecho realizado, las
consecuencias que de ello se derivan pueden implicar o aparejar responsabilidad para
quien realiza esa actividad que, por tanto, dada su índole, sería “objetiva”, pues aquí se
prescinde de la manera cómo se comporta el Estado (aspecto subjetivo) y se atiende
exclusivamente al hecho material del daño o perjuicio ocasionado. 577
577
MARIENHOFF, op. cit., 2.
578
FOSSATI, op. cit., 204
579
Art.106 de la Constitución Nacional: ……………….
233
La responsabilidad del Estado por los hechos ilícitos de sus funcionarios, se
encuentra reglada en la norma del art. 1845 del Código civil: Las autoridades superiores,
los funcionarios y empleados públicos del Estado, de las Municipalidades, y de los entes
de Derecho Público serán responsables, en forma directa y personal, por los actos ilícitos
cometidos en el ejercicio de sus funciones. Los autores y copartícipes responderán
solidariamente. El Estado, las Municipalidades y los entes de Derecho Público
responderán subsidiariamente por ellos en caso de insolvencia de éstos.
La redacción de esta norma es originaria de la Comisión Nacional de
Codificación, según se constata con el art. 1846 del proyecto.
El transcripto art. 1845 del Código civil se armoniza con la norma del art. 106
de la Constitución, que expresa: Ningún funcionario o empleado público está exento de
responsabilidad. En los casos de transgresiones, delitos o faltas que cometiesen en el
desempeño de sus funciones, será personalmente responsable, sin perjuicio de la
responsabilidad subsidiaria del Estado, con derecho de éste a repetir el pago de lo que
llegase a abonar en tal concepto.
Constatamos, entonces, que en estas dos disposiciones se consagra,
coincidentemente, la denominada responsabilidad subsidiaria, la cual implica,
fundamentalmente, un orden sucesivo en el llamamiento a satisfacer la condena
resarcitoria pecuniaria originada en los actos ilícitos de los funcionarios públicos.
Porque es evidente que se trata de no dejar sin indemnización al que por culpa
de los agentes del Estado (funcionarios y empleados) sufre un daño injusto. 580
Ese llamamiento sucesivo, propio del aludido carácter subsidiario, significa que
el obligado a indemnizar, en primer término, es el funcionario público, en su condición de
responsable personal y directo del hecho ilícito por él consumado y, en segundo término,
el Estado, por la responsabilidad refleja que igualmente le vincula a las consecuencias del
hecho ilícito de su agente. En el caso de las citadas normas de nuestro ordenamiento, arts.
106 de la Constitución y 1845 del Código, se establece, efectivamente, el derecho del
Estado a repetir lo pagado en concepto de indemnización por los hechos ilícitos de sus
funcionarios.
La responsabilidad es, en primer lugar, del funcionario (o dependiente); a la del
Estado se llega por efecto de una extensión; lo que significa que para que el Estado
responda, es necesario que, ante todo, sea responsable su funcionario (o dependiente). 581
580
BIELSA, Rafael, La responsabilidad del Estado y la responsabilidad de los funcionarios, Rev. LA LEY 24-82, Buenos Aires, 1941.
581
MESSINEO, Francesco, Manual de derecho civil y comercial, VI, 519, Buenos Aires, 1979.
234
Pero ese carácter de subsidiaria que tiene la responsabilidad en el supuesto
examinado, no implica –bueno es aclararlo- una necesaria reflexión o reflección,
entendida ésta como la atribución de las consecuencias del acto de un sujeto a otro, sino
más bien una cuestión de orden –repetimos- en el llamamiento a satisfacer
pecuniariamente la responsabilidad civil admitida. De modo tal que el responsable
subsidiario solo será llamado a saldar la condena, una vez que se haya desinteresado el
patrimonio del obligado primero, es decir, el funcionario responsable directo y personal.
Esa facultad de repetir que, de modo expreso, reiteramos, consagran las
referidas normas, carecería de sentido si no existiera, en tales casos, una obligación de
indemnizar a cargo del Estado, aunque subsidiariamente; pero, obligación al fin.
Es bueno aclarar que la especial categoría mencionada de responsabilidad
refleja, hace relación a la que se deriva para un sujeto como consecuencia del acto de
otro. Por tal motivo, debe señalarse que la responsabilidad del Estado por los actos
ilícitos de sus funcionarios, consumados en el ejercicio de sus funciones, es también
refleja. Se trata de la misma responsabilidad que tienen los padres por los actos dañosos
de sus hijos menores, y las de los tutores, curadores, directores de colegio y maestros
artesanos por los perjuicios causados por quienes tienen bajo su cuidado y vigilancia.
Además, la responsabilidad del Estado en las situaciones que estamos
examinando es, incluso, indirecta, por el contenido procesal que posee el concepto de esta
particular clasificación, al suscitar la necesidad de integrar la litis con un cierto sujeto
determinado a fin de determinar la responsabilidad de otro sujeto, tal como ocurre con la
aseguradora que responde por los daños de su asegurado. Este carácter –de responsable
indirecto- hace menester que la demanda resarcitoria respectiva contra el funcionario –
responsable personal y directo- deba ser dirigida también contra el Estado.
En tales condiciones, va de suyo –desde luego- que la responsabilidad refleja
es, a menudo, también indirecta y, así ocurre, cuando procesalmente no es posible
establecer la responsabilidad que la ley atribuye a un sujeto por el acto de otro, sin citarle
a estar en juicio al primero.
Y así como se amplían las fronteras de los hechos, para comprender a los lícitos
y a los ilícitos, se abre la posibilidad de accionar contra el Estado tanto de manera directa
como indirecta; ello sobre la base de distinguir entre el obrar de quienes integran el
órgano, que comprometen a la persona jurídica, y el actuar de los dependientes o
subordinados, que sólo la responsabilizan de manera refleja. 582
582
MOSSET ITURRASPE, Jorge, Responsabilidad de la administración pública, Rev. LA LEY, 1982-A, 525, Buenos Aires, 1982.
235
En la práctica, y de modo operativo pues, la víctima de un hecho dañoso
producido por culpa o dolo del empleado público en el desempeño de sus funciones,
deberá promover su demanda resarcitoria respectiva contra el responsable directo y
personal de aquél y, subsidiariamente contra el responsable indirecto que es el Estado.
Este último deberá satisfacer la condena sólo en el caso de que el primero fuera
insolvente y, con derecho, en tal caso, de repetición contra dicho responsable directo.
Pero, reiteramos, la demanda deberá ser dirigida contra ambos, pero en las calidades
respectivas indicadas, por la necesidad de que el responsable subsidiario, también reflejo
e indirecto, según vimos, ejerza su derecho de defensa, puesto que –eventualmente- se
verá obligado a solventar el monto de la condena dictada en este juicio.
La subsidiaridad consagrada en el dispositivo nacional no importa –por
supuesto- mancomunidad, y si sólo una obligación de segundo grado. Consecuentemente,
en todo lo demás que no sea tal orden en el pago, la deuda se comporta como una
obligación in solidum , por cuyo motivo no le está permitido a los obligados invocar
583
Esa responsabilidad civil subsidiaria del Estado que se consagra en las veces
citadas normas de los arts. 106 de la Constitución y 1845 del Código, tiene sus fuentes
en: el art. 30 del Código penal mexicano, art. 121 del Código penal español y 1927
584 585 586
583
GIRARD, P. F., op. cit. 790; LLAMBÍAS, Jorge Joaquín, Tratado de derecho civil, Obligaciones, III-A, 455, Buenos Aires, 1975: Los
romanos distinguían las obligaciones correales de las obligaciones in solidum. Las primeras provenían de una convención y originaban una
solidaridad perfecta o plena de efectos; las segundas constituían un fenómeno jurídico ajeno a toda idea de convención, consistente en el deber de
reparar el daño acusado por varios, a cargo de cada culpable “obligado a reparar por el todo, porque la responsabilidad de cada uno no debe
disminuirse en razón de la falta de los demás”. Se veía ahí una solidaridad imperfecta, que nacida a propósito de los delitos se la extendió al
supuesto en que varias personas incurrían en responsabilidad contractual o extracontractual, por un dolo o culpa común, por ejemplo, con motivo
de la obligación de administrar una tutela, o de vigilar una cosa recibida por varios en comodato o depósito, o de ejecutar un mandato. En esos
casos, se podría demandar la reparación integral del perjuicio a cualquiera de los responsables porque la culpa de los otros no debía disminuir su
responsabilidad; “ pero no se puede demandar a ninguno cuando la reparación ha sido ya efectuada, porque un perjuicio no se repara más que una
vez”.
584
Art. 32 del Código Penal mexicano: Están obligados a reparar el daño en los términos del artículo 29: I.- Los ascendientes, por los delitos de
sus descendientes que se hallaren bajo su patria potestad: II.- Los tutores y los custodios, por los delitos de los incapacitados que se hallen bajo su
autoridad; III.- Los directores de internados o talleres, que reciban en su establecimiento discípulos o aprendices menores de 16 años, por los
delitos que ejecuten éstos durante el tiempo que se hallen bajo el cuidado de aquéllos; IV.- Los dueños, empresas o encargados de negociaciones o
establecimientos mercantiles de cualquier especie, por los delitos que cometan sus obreros, jornaleros, empleados, domésticos y artesanos, con
motivo y en el desempeño de su servicio; V.- Las sociedades o agrupaciones, por los delitos de sus socios o gerentes directores, en los mismos
términos en que, conforme a las leyes, sean responsables por las demás obligaciones que los segundos contraigan. Se exceptúa de esta regla a la
sociedad conyugal, pues, en todo caso, cada cónyuge responderá con sus bienes propios por la reparación del daño que cause, y VI.- El Estado,
solidariamente, por los delitos dolosos de sus servidores públicos realizados con motivo del ejercicio de sus funciones, y subsidiariamente cuando
aquéllos fueren culposos.
236
119. Responsabilidad sin culpa. Remisión
Se trata del nexo causal entre el hecho dañoso del agente y el daño
experimentado por la víctima de dicho evento, a cuyas propuestas doctrinarias y
filosóficas nos hemos referido en supra 93 y siguientes a las que nos remitimos.
Para ambos órdenes de responsabilidad, contractual o extracontractual, siempre
será menester que exista el correspondiente nexo causal dotado de verdadera relevancia
jurídica. Pero tal relación causal no será exactamente igual en los aludidos campos.
En el de la responsabilidad contractual pueden identificarse, como propiamente
vinculadas a ella –próxima o remotamente- las siguientes enunciaciones de la relación de
causalidad.
En efecto, aplicando el principio de la de causalidad adecuada, que es aquella
que conecta al hecho que antecede con el que le sucede, cabe adjudicar al autor del hecho
realizado con culpa, las consecuencias normales o inmediatas o, las que invariablemente
se siguen o engendran de todo hecho, según el curso natural y ordinario de las cosas,
conforme con los términos del art. 1856 del Código civil. Esta categoría de causalidad
585
Art. 121 del Código Penal español: El Estado, la Comunidad Autónoma, la provincia, la isla, el municipio y demás entes públicos, según los
casos, responden subsidiariamente de los daños causados por los penalmente responsables de los delitos dolosos o culposos, cuando éstos sean
autoridad, agentes y contratados de la misma o funcionarios públicos en el ejercicio de sus cargos o funciones siempre que la lesión sea
consecuencia directa del funcionamiento de los servicios públicos que les estuvieren confiados, sin perjuicio de la responsabilidad patrimonial
derivada del funcionamiento normal o anormal de dichos servicios exigible conforme a las normas de procedimiento administrativo, y sin que, en
ningún caso, pueda darse una duplicidad indemnizatoria.
586
Art. 1927 del Código civil mexicano: El Estado tiene obligación de responder del pago de los daños y perjuicios causados por sus servidores
públicos con motivo del ejercicio de las atribuciones que les estén encomendadas. Esta responsabilidad será solidaria tratándose de actos ilícitos
dolosos, y subsidiaria en los demás casos, en los que sólo podrá hacerse efectiva en contra del Estado cuando el servidor público directamente
responsable no tenga bienes o los que tenga no sean suficientes para responder de los daños y perjuicios causados por sus servidores públicos.
237
posee, invariablemente, trascendencia jurídica, cuando se trata de responsabilidad
extracontractual (por hechos ilícitos) pues, en virtud de ella, siempre responde el autor del
daño provocado por su culpa. Esta culpa es impuesta al autor del hecho ilícito por no
haber previsto lo que era el efecto ordinario de aquél.
En virtud del mismo principio de la causalidad adecuada, el autor del hecho
realizado con culpa debe cargar también con las consecuencias mediatas previsibles, que
es la que sucede de la vinculación del hecho antecedente con un hecho distinto y, posee
incidencia en el ámbito de la responsabilidad extracontractual si su autor la previó cuando
ejecutaba el hecho o, cuando pudo haberla previsto empleando una razonable diligencia.
Consecuentemente, al damnificado le incumbe el onus probandi la existencia de esta
clase de relación causal dada su distancia del hecho antecedente (mediatez) y, la
consiguiente culpa del agente.
Por su carácter excepcional, sin embargo, dentro del principio de la causalidad
adecuada, no encuentran aplicación las denominadas consecuencias casuales. La
consecuencia casual es la que se deriva de la conexión del hecho antecedente con otro
que es imprevisible. Estas consecuencias serán cargadas al autor del hecho que configure
un delito del derecho criminal y, cuando, además, su autor las haya tenido especialmente
en mira al tiempo de su consumación, conforme con lo que dispone en el párrafo final del
art. 1856 del Código civil.
587
587
Art. 1856 del Código civil: El obligado a indemnizar el daño que le sea imputable resarcirá todas las consecuencias inmediatas, y las mediatas
previsibles, o las normales según el curso natural y ordinario de las cosas, pero no las causales, salvo que éstas deriven de un delito y debieran resultar
según las miras que el agente tuvo al ejecutar el hecho.
238
los de responsabilidad indirecta (padres por sus hijos menores, tutores, curadores,
comitentes por sus dependientes y maestros artesanos).
Pero en aquellos casos específicos en que, existe una presunción relativa de
culpa (presunción juris tantum u hominis) que se refiere a los padres de menores adultos
(mayores de 14 años), aquellos se podrán exonerar de responsabilidad probando la
ausencia de culpa, como cuando el hecho se produjo por culpa exclusiva de la víctima
(arts. 278, 1837 y 1844 del Código civil).
En los demás casos de responsabilidad indirecta y respecto de loa padres de
hijos menores de 14 años, por aplicación de las citadas disposiciones del Código civil,
habrá una presunción juris et de jure o presuntio re y, por lo tanto, los padres o los
principales considerados responsables, solo se exonerarán de las respectivas
consecuencias que no le son ajenas, probando que el menor, el pupilo o el dependiente no
son autores del hecho ilícito dañoso, es decir que el hecho de esas personas por quienes
deben responder no fu el que produjo el daño, que no existe –en síntesis- la
imprescindible relación causal entre el hecho dañoso y el hecho del menor de 14 años y
demás personas subordinadas.
Otro tanto ocurre con el dueño o guardián de una cosa inanimada peligrosa por
los riesgos inherentes a ella (art. 1847 588
del Código civil) que –con prescindencia de
culpa- tiene la obligación de resarcir el dueño causado. Éste, sólo se exonerará de
responsabilidad probando (onus probandi a su cargo) la ausencia de causalidad o sea, que
la causa del hecho dañoso le es ajena. Por ejemplo, si el daño no fue producido por la
cosa de la que es dueño o guardián.
588
Art. 1847 del Código civil: El dueño o guardián de una cosa inanimada responde del daño causado por ella o con ella, si no prueba que de su
parte no hubo culpa, cuando el daño se produce por vicio o riesgo inherente a la cosa sólo se eximirá total o parcialmente de responsabilidad
acreditando la culpa de la víctima o de un tercero por quien no debe responder.
239
autoridad competente. Quedan comprendidas en este inciso las omisiones que causaren
perjuicio a terceros, cuando una ley o reglamento obligare a cumplir el hecho omitido.
En la ilicitud se trata –en concreto y excepcionalmente- de la consumación de
un hecho prohibido por la norma, pues la regla es que el hombre puede conducirse
libremente, ejercitando todo cuanto no se halle vedado por la ley.
Esa regla común de la conducta del hombre ciudadano, se encuentra
consagrada en el art. 9 de la Constitución: Nadie está obligado a hacer lo que la ley no
ordena ni privado de lo que ella no prohíbe.
No es menester, sin embargo, que la prohibición de la ley sea expresa, pues
será suficiente que ella exija, en términos preceptivos, una determinada conducta para
inferir, a partir de ello, que su inobservancia se considera ilícita.
Cuando una acción es objetivamente antijurídica, ello sólo puede deducirse de
la totalidad de las normas del ordenamiento jurídico, el cual casi siempre decreta la
prohibición de ciertas acciones únicamente en forma indirecta, de modo que su
desaprobación sólo puede reconocerse indirectamente estableciendo una pena para el
caso de realización del acto o un deber de indemnización de daños o confiere al
perjudicado otra clase de protección jurídica. 590
La ilicitud puede consumarse tanto por acción como por omisión. En este
último caso, será ilícita la abstención de un hecho que causare perjuicio a terceros y que
la ley o reglamento obligare a cumplir (art. 1834 inc. a/).
Esa omisión perjudicial puede resultar del propósito deliberado de provocar
daño a otro por parte del obligado a realizar el hecho (abstención maligna o dolosa) o
causada por negligencia o desatención, simplemente. En el primer caso se tratará de un
delito por omisión y, en el segundo de un cuasidelito, también por abstención.
589
VON THUR, Andreas, Tratado de las obligaciones, I, 264/265, Madrid, 1999.
590
LARENZ, op. cit., 566.
591
LARENZ, op. cit., 566
240
La antijuridicidad, sin embargo, no engendrará el deber de resarcir cuando la
conducta se encuentre comprendida dentro de las denominadas causas de justificación
que, sabemos, la excluyen (estudiadas supra No. 108 y ss.).
Unos de los problemas de la antijuridicidad consiste en plantear si posee ella,
en sus dos enfoques principales, un idéntico significado. En otros términos, si en esencia,
son equivalentes el incumplimiento del deudor, y el hecho ilícito, en cuanto sean
imputables, y engendren daños que correspondan ser resarcidos.
Generalmente, el acto ilícito no sólo viola una norma jurídica, sino que
quebranta a la par un derecho subjetivo de otra persona. Trátase, por lo común de
derechos de los llamados “absolutos”; es decir, de aquellos que confieren a su sujeto
titular un poder jurídico que todo el mundo está obligado a respetar. Así, por ejemplo, el
derecho de propiedad puede violarse destruyendo la cosa sobre que recae, etc. 592
Los derechos relativos, entre los que se cuentan muy principalmente los de
créditos, sólo son eficaces respecto a una determinada persona, que es la del deudor,
razón por la cual sólo esta persona puede generalmente infringirlos, al dejar incumplida la
obligación. 593
592
VON TUHR, op. cit., 265.
593
VON TUHR, ibidem, 265.
594
FOSSATI, Giuseppe, Antijuridicidad y tipicidad en el sistema del ilícito civil, breves nota comparativas entre los sistemas paraguayo e
italiano, en Revista de RESPONSABILIDAD CIVIL, La Ley, 204, Asunción, 2.008, quien cita a: DE CUPIS, Adriano, Il danno…,12; CIAN,
Giorgio, Antigiuridicità e colpovelezza, Padova, CEDAM, 55, 1966.
241
italiano. La injusticia del daño, así, ya no es una remisión a la antijuridicidad, sino el
“daño no justificado”: la ausencia de justificación de la conducta dañosa por una norma o
en el ejercicio de un derecho. De este modo, la disposición del art. 2043 del Código civil
italiano vendría a configurar la expresión normativa del alterum non laedere, por lo que
ya no se requiere la antijuridicidad deducida de otra norma distinta. En otras palabras, el
mero hecho de causar un daño no justificado normativamente genera responsabilidad. 596
Esta propuesta se explica mejor cuando apunta que desde la vertiente de la Teoría
del Derecho, y al poder ser calificada como jurídica toda conducta humana intersubjetiva,
debe concluirse que no cabe utilizar la expresión de “antijurídica” para referirse a una
específica o determinada conducta humana intersubjetiva y que, en definitiva, debería
eliminarse la expresión de “antijuridicidad” del léxico jurídico desde que no existe
relación intersubjetiva alguna en el mundo del derecho que corresponda a este vocablo.
Existe lo jurídicamente permitido y lo jurídicamente prohibido. Es decir, en el primer
supuesto se comprenden las conductas humanas valiosas, fundamentalmente justas y, en
el segundo, aquellas disvaliosas por injustas. 598
Creemos que es, sin embargo, conveniente advertir que la propuesta precedente se
ubica dentro de una visión amplia y totalizadora de lo jurídico; visión que –de tal modo-
permite comprender o englobar las ideas respectivas de lo que es conforme a derecho y
también, lo contrario o antijurídico.
La idea de antijuridicidad resulta descartada cuando la cuestión se enfoca desde
el ángulo de daño causado a la víctima.
595
FOSSATI, op. cit., 204, quien cita a SALVI, Cesare, La responsabilitá civile, en Trattato di Diritto Privato, bajo el cuidado de Giovanni Iudica
y Paolo Zatti, 2, Milano, 2005; CASTRONOVO, Carlo, La nuova responsabilitá civile, 18, Milano, 2006.
596
FOSSATI, ibidem, 204, quien cita a SACCO, Rodolfo…copiar…
597
FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos, La “antijuridicidad como problema, Revista “Lumen” de la Facultad de Derecho de la Universidad
Femenina del Sagrado Corazón, Año 1, No. 1, 6, Lima, 2.000.
598
FERNÁNDEZ SESSAREGO, op. cit., 19
242
La calificación de “antijurídica” sólo es aplicable a la conducta, pero no al daño,
puesto que éste será únicamente resarcible o no (en la medida que sea reputado o no
como injusto). La conducta generadora del daño, puede consistir en una acción o en una
omisión. 599
Si bien la regla general es que el daño injusto proviene de una conducta ilícita,
existen supuestos de injusticia en el caño aun cuando el mismo se derive de un accionar
lícito del agente. Sin embargo, aun cuando la conducta previa sea lícita, en cuanto
deviene dañosa de torna antijurídica, al violar el principio general de alterum non
laedere. En el derecho de daños actual, el contenido de la antijuridicidad principalmente
en el desvalor del resultado, relegando al desvalor de la acción a un plano secundario. 600
599
CALVO COSTA, Carlos A., Daño resarcible, 491, Buenos Aires. 2005.
600
CALVO COSTA, op. cit., 492,
601
CALVO COSTA, op. cit., 494/495.
243
produce por causa de omitir las diligencias exigidas por la naturaleza de la obligación y
que correspondan a las circunstancias de las personas, tiempo y lugar (art. 421 del
Código civil): en este último caso el daño no es el resultado de una conducta intencional.
El ilícito penal es el delito, o sea el hecho dañoso intencional que se encuadre,
además, en un tipo previsto como tal en el Código Penal.
En mérito de lo expresado, cabe señalar que el delito civil puede ser
simultáneamente delito penal, y ello cuando el ilícito intencional equivalga a un
hecho tipificado como delito en el Código Penal.
En consecuencia, y recapitulando, es correcto decir que todo ilícito
dañoso, sea civil o penal, genera daños resarcibles o la responsabilidad civil del
respectivo autor. Y, sabemos, además, que el daño resarcible es una de las
fuentes –no voluntarias- de las obligaciones.
En otros términos, todo acto ilícito dañoso, engendra –en principio- la
obligación de reparar, o de restaurar la incolumidad menoscaba del universo patrimonial
y moral de la víctima.
La obligación de indemnizar el daño causado por un acto ilícito se genera en el
momento mismo en que éste se realiza y, en consecuencia, con tal obligación, nace el
derecho correlativo parta exigir su cumplimiento. 602
Hay que resolver el tema de las distintas sanciones aplicables cuando el ilícito
civil sea también un delito del derecho criminal.
En efecto, en cuanto el acto ilícito sea un delito penal se verán afectados bienes
indisponibles para los particulares: el orden público y el interés superior de la
colectividad en general, y su sanción será de índole represiva; mientras que el daño
producido, engendrará el derecho de reclamar el correspondiente resarcimiento a favor
del particular perjudicado, exclusivamente.
Si bien una y otra sanción corresponden a una misma conducta antijurídica,
ésta constituye dos diferentes ilicitudes cuando la acción ilícita se integra
conceptualmente con las consecuencias que en cada hipótesis le vienen impuestas. No es
ésta, desde luego, una mera distinción teórica, sino que de ella deriva el diverso
tratamiento legislativo de cada una de estas ilicitudes, inspirado sea en el mero interés
602
AGUIAR, Henoch D., Hechos y actos jurídicos, V, 183, Buenos Aires, 1952.
603
DE GÁSPERI, Luis, Tratado de las obligaciones, II, 562, Buenos Aires, 1946.
244
particular que tiene en vista la ilicitud civil, sea en el interés público que compromete la
ilicitud penal. 604
604
BUSTAMANTE ALSINA, op. cit., 447/448.
605
Art. 29 del Código de Procedimientos penales: La acción civil podrá ser ejercida en el procedimiento penal, conforme a las reglas establecidas
por este Código, o intentarse ante los tribunales civiles, pero no se podrá promover simultáneamente en ambas jurisdicciones.
606
MORALES PRATS, Fermín, Las administraciones públicas y la responsabilidad civil subsidiaria derivada de las infracciones penales
cometidas por autoridades, agentes o funcionarios públicos. Referencia especial a la responsabilidad civil subsidiaria en materia de faltas,
Barcelona, http: / / seminari.fmc.cat/ARXIUS/autors06_07/Decembre_03.pdf.
245
delincuente. Ella, por oposición de la ley civil, sólo puede ser ejercida por la victima o
por el Ministerio Público en su caso y no puede recaer sino sobre el agente del hecho. La
acción civil, por el contrario, procede solidariamente contra todos los que han participado
en la comisión del hecho ilícito, sea como autores, consejeros o cómplices, aunque se
trate de un hecho que no sea penado por el derecho criminal. 608
607
MORALES PRATT, op. cit., 2.
608
DE GÁSPERI, Luis, op. cit., II, 562.
609
Art. 882 del Proyecto de reforma del Código civil argentino de 1936: ……………..
610
Art. 1096 del Código civil argentino: ………………..
611
DE GÁSPERI, Luis, Anteproyecto de Código civil, nota al art. 2486, 779, Asunción, 1964.
246
Esta norma clásica de nuestro derecho, fue consagrada a partir de lo establecido
en el art. 3637 del Esboço de FREITAS: La indemnización del daño causado por el delito
sólo puede ser demandada por acción civil, e independiente de la acción criminal.
La acción civil resarcitoria hace valer una pretensión de derecho privado; el
interés en juego es el de la víctima; a diferencia de la acción penal, que hace valer una
pretensión represiva que se gasa en el derecho público. 612
El art. 29 613
del Código de Procedimientos Penales faculta a ejercer en el
procedimiento penal la acción civil de indemnización de los daños ex delito; cuya norma
se complementa con la del art. 439 del mismo cuerpo legal: Dictada la sentencia de
condena o la resolución que imponga una medida de seguridad por inimputabilidad, el
querellante o el Ministerio Público podrán solicitar al juez que ordene la reparación del
daño causado o la indemnización correspondiente.
De ahí que un importante sector de la doctrina nacional, siguiendo las
enseñanzas de Aguiar, afirma que el art. 1096 (equivalente al art. 1865 del Código
paraguayo) ha consagrado la independencia sustancial, no la adjetiva; en consecuencia,
no ha sido derogado por el art. 29 del Cód. Penal, que dispone sobre un problema
netamente procesal. Por lo cual los contenidos de ambas normas no son incompatibles.
Esta fue también la interpretación de Bibiloni y los autores del Proyecto de 1936, quienes
a pesar de conocer la disposición del art. 29 del Cód. Penal, mantuvieron la norma del art.
1096. 614
hayan sido engendrados por un hecho ilícito doloso, que configure, además, un delito del
derecho criminal.
Conforme hemos expuesto, existen actos ilícitos civiles que –en determinados
casos- son también delitos penales, es decir, hechos ilícitos dolosos tipificados como
delitos en el Código Penal.
612
MOSSET ITURRASPE, Jorge, Responsabilidad por daños, I, 286, Buenos Aires, 1979.
613
Art. 29 del Código de Procedimientos Penales: ……………………
614
KEMELMAJER DE CALUCCI, Aída, en Código civil comentado, anotado y concordado, Director BELLUSCIO, Augusto C., V, 284, Buenos
Aires, 1984.
615
ESTRELLA GUTIERREZ, Mesina, en Código civil comentado, Director BUERES, Alberto J., 3ª, 289, Buenos Aires, 1999.
247
Pues bien, nuestro dispositivo legal faculta a la víctima o, en general, a quien
sea el legitimado activo de la indemnización, a optar por iniciar la acción civil de daños
independientemente de la acción penal represiva del delito ante los jueces de ese mismo
fuero o, a acumular la pretensión resarcitoria a su querella penal en el respectivo fuero.
Si un mismo hecho dañoso admite una doble calificación –como ilícito
generador de la obligación civil de reparar el daño causado y como delito penal
merecedor de una sanción represiva- se sigue de ahí una necesaria dualidad de acciones
cuya regulación compete, parece obvio decirlo, al respectivo código civil o penal.
Empero la posibilidad de que haya distintas jurisdicciones que juzguen un mismo hecho,
tenía que conducir a una cierta vinculación entre los pronunciamientos de ambos fueron
para que no sobreviniera el escándalo jurídico consistente en que un tribunal dijese
blanco allí donde otro hubiese dicho negro. Para evitar semejante absurdo es que,
primeramente, se ha supeditado el dictado de la sentencia civil al previo pronunciamiento
de la jurisdicción penal, y luego se ha condicionado el ejercicio de la magistratura civil,
bajo ciertos aspectos, a las conclusiones arribadas en el proceso penal. 616
616
LLAMBÍAS, Jorge Joaquín, Límite de la cosa juzgada penal en materia de responsabilidad civil, en ED 84-771, Buenos Aires, 1979.
248
Esta disposición patentiza, además, la preeminencia o prioridad de la acción
penal sobre la civil, materializando el antiguo principio del derecho francés le criminel
tient le civil en état.
Cuando el mismo hecho origina la tramitación de dos procesos, uno ante la
justicia penal y otra ante la justicia civil –lo que es perfectamente posible por al
diversidad de las acciones en juego- no hubiese sido discreto que las sentencias a dictarse
se ignorasen enteramente. Por lo demás, como en ciertos supuestos la sentencia penal
hace cosa juzgada con respecto a la acción civil, ello hacía necesario suspender el dictado
de al sentencia civil hasta el pronunciamiento de la sentencia penal . 617
Resulta irrelevante que la civil haya sido promovida antes o después que se
inició la penal. Lo importante es que la segunda haya sido intentada y que esté
pendiente. 620
617
RAFFO BENEGAS, Patricio J., en LLAMBÍAS, Jorge Joaquín, Código civil anotado, IIB, 399, Buenos Aires, 1979
618
AGUIAR, Henoch D., Hechos y actos jurídicos, V, 430, Buenos Aires, 1952.
619
MOSSET ITURRASPE, Jorge, op. cit., 292.
620
VÉLEZ MARICONDE, Acción resarcitoria, 207, Córdoba, 1965.
249
exclusiva del pronunciamiento de sentencia y, no un impedimento para iniciar y tramitar
dicha demanda civil.
122. 5. Legitimación
621
Art. 136 del Código Procesal Penal: ………………..
622
Art. 19 del Código de Procedimientos Penales: ………………..
623
Art. 20 del Código de Procedimientos Penales: ……………….
250
La acción penal concluye o se extingue con la muerte del encausado; pero no
ocurre lo mismo con la acción civil resarcitoria de los daños causados por el hecho ilícito
que, en tal caso, incidirá sobre los herederos del procesado penal fallecido, tal se previene
en tercer párrafo del art. 1865 del Código: Puede también promoverse o proseguirse la
acción civil contra los sucesores universales de los autores y copartícipes del delito ,
conforme a lo dispuesto sobre la aceptación de las herencias con beneficio de inventario.
Recuérdese, en efecto, que la obligación no se extingue por muerte del deudor,
conforme con la regla general enunciada en el art. 2444 del Código civil: La herencia
comprende todos los bienes, así como los derechos y obligaciones del causante que no se
hubieren extinguido por su fallecimiento.
La subsistencia de la acción civil resarcitoria que trasciende la muerte del
penalmente imputado, es un principio elaborado por el antiguo derecho francés que –al
respecto- se fundó en las enseñanzas de DOMAT; influido éste, a su vez, por el derecho
canónico. Adviértase que en el derecho romano, la muerte del criminal extinguía también
la acción civil.
Esta cuestión se encuentra reglada por la norma del art. 1866 del Código civil:
No se juzgará renunciada la acción civil por no haberla intentado los ofendidos durante su
vida, o por haber desistido de la acción penal. En esta disposición se materializa el
principio de la independencia, en lo sustancial, de las acciones civiles y penales, tal lo
expusimos.
Esta norma del Código se inspiró en la del art. 2487 del Anteproyecto DE
624
624
Art. 2487 del Anteproyecto DE GÁSPERI: ………………….
625
Art. 1097 del Código civil argentino: ………………………..
251
señalada en la ley, tal ocurre en su prescripción según lo establecido en el art. 663 inc. f)
del Código civil.
En este art. 1866 de nuestro código, se ha suprimido las disposiciones del art.
1097 del código argentino referentes a la presunción de renuncia de la acción penal,
motivadas por otro tanto de la acción civil.
Al desistimiento de la acción penal se alude, sin embargo, en el párrafo final
del citado art. 1866 cuando dispone que el desistimiento de la acción penal no hace
presumir la renuncia de la acción civil.
En el art. 1867 del Código se enuncia, como regla, la renunciabilidad de acción
resarcitoria derivada de los actos ilícitos en general, es decir, civiles y penales, por parte
del titular de ella, en los términos siguientes: La acción de indemnización derivada de un
acto ilícito, se extingue por la renuncia de la persona directamente ofendida, sin perjuicio
de la subsistencia de la acción que otra persona perjudicada por el mismo acto ilícito
pueda ejercer contra el causante del daño.
La norma requiere así una rotunda distinción entre los efectos que produce la
renuncia por parte de la víctima o damnificado directo y, el mantenimiento, en tal
supuesto, de la facultad de accionar que, por su parte, conservan –iure proprio- los
damnificados indirectos.
En el último párrafo de este artículo se alude a los terceros que tienen derecho a
reclamar la reparación del daño. Se trata, entonces, de los denominados daños indirectos;
es decir, de aquellos perjuicios propios que experimenta una persona distinta de la
víctima. Es, como ejemplo, el caso de los hijos menores de la víctima de los delitos de
626
homicidio o de lesiones que, por tal motivo, se ven privados de los alimentos y asistencia
que les eran brindados por aquél, según se previene en el art. 1861 del Código civil: en
los casos de muere o de lesiones, quienes tuvieren derecho a exigir alimentos al
damnificado, podrán reclamar directamente la indemnización del perjuicio sufrido por tal
causa. Esta regla comprende también a la persona concebida antes de la fecha en que fue
perpetrado el acto ilícito.
No debe perderse de vista, va de suyo, que la renunciabilidad de la acción penal
es predicable sólo respecto de los delitos dependientes de instancia privada. Esa renuncia
627
o transacción de la acción civil es posible, por estar de por medio un interés privado;
situación diferentes es la de la acción penal, que compromete al interés público, y de allí
626
Véase el parágrafo 58.4. de esta misma obra.
627
SAUX, Edgardo, op. cit., 300;
252
que no pueda ser objeto de una transacción. Hacen excepción a esta regla los “delitos
dependientes de acción privada”. 628
628
MOSSET ITURRASPE, op. cit., I, 291.
629
Art. 327 del Código de Procedimientos Penales: ………………….
253
excluirse su relación con la cesación de pagos o la quiebra, propiamente dicha. Es lo que
se previene en el inc. 2 de las normales penales señaladas.
Planteada la cuestión prejudicial, y aceptada su existencia mediante la
pertinente resolución del órgano, debe disponerse también la suspensión del proceso
penal, recobrando su libertad si hubiere algún detenido, según se previene en el ya citado
art. 327 del Código de Procedimientos Penales.
Fuera de los casos de prejudicialidad que, conforme con la norma del art. 1870,
hemos examinado, la sentencia civil no incide en modo alguno sobre la sentencia penal.
O sea, la situación es totalmente inversa a la incidencia preeminente que tiene la penal
respecto de la civil, según la fórmula de los ya estudiados arts. 1868 y 1869 del Código.
Así se dispone expresamente en la norma del art. 1871: Salvo lo dispuesto en el
artículo anterior, o en otros casos que sean exceptuados expresamente, la sentencia civil
sobre el hecho no influirá en el juicio criminal, ni impedirá ninguna acción penal
posterior sobre el mismo hecho, o sobre otro que con él tenga relación.
Esta norma recapitula el principio enunciado en todas las disposiciones
precedentes, en cuanto regulan las relaciones de la acción civil resarcitoria y la penal
respectiva; principio general que consagra la preeminencia de ésta respecto de la primera
y que se grafica diciendo que lo que resuelve el juez civil es indiferente para el juez
penal. 630
630
KEMELMAJER DE CARLUCCI, Aída, en Código civil comentado de BELLUSCIO, Augusto C., V, 323, Buenos Aires, 1984
254
Código civil: Cualquiera sea la sentencia sobre la acción criminal, el fallo anterior
pronunciado en el juicio civil pasado en autoridad de cosa juzgada, conservará todos sus
efectos.
La norma transcripta fija, en cuanto prescribe el efecto de cosa juzgada que
engendra la sentencia civil firme, un principio procesal obvio. Se admite así una
excepción al régimen de orden público que vincula el resultado de ambos procesos
cuando se refieren a un mismo hecho, privilegiando la seguridad jurídica y la
intangibilidad de la res iudicata cuando ella ha sido expedida regularmente. 631
631
SAUX, Edgardo, op. cit., 342.
255
participación en un hecho, no puede el juez civil afirmar que si la tuvo, aunque ello no
significa negar que fue otro el autor; en sede civil podrá cuestionarse por el responsable
indirecto o reflejo la relación de dependencia del encargado o la existencia de un
guardián o encargado de la vigilancia, respecto del hijo de familia, etc. 632
curadores, los directores de colegio y maestros artesanos, así como el principal por sus
632
MOSSET ITURRASPE, Jorge, Responsabilidad por daños, I, 296/297, Buenos Aires, 1979.
633
SAUX, Edgardo I., en Código civil comentado, de BUERES, Alberto J., e HIGHTON, Elena I., 3A, 319, Buenos Aires, 1999.
634
DE GÁSPERI, Luis, Tratado de las obligaciones, II, 587, Buenos Aires, 1946.
635
Art. 1843 del Código civil: …………..
256
subordinados o dependientes, establecida en el art. 1842 636
del Código. Recordemos a
estos terceros que responden por los hechos dañosos de otros, se designa también como
civilmente responsables.
En consecuencia, no habrá cosa juzgada de la sentencia penal condenatoria,
cuando se trate de reclamar indemnización de terceros, civilmente responsables, que no
participaron del juicio penal respectivo, en los que no pudieron ejercer su derecho de
defensa.
En la doctrina argentina existen posiciones contrarias a la contenida en la
norma comentada de nuestro código. 637
Este tema se encuentra enmarcado en la norma del art. 1869 del Código civil:
En caso de sobreseimiento libre o absolución del encausado, tampoco se podrá alegar en
el juicio civil la existencia de hecho principal sobre el cual hubiese recaído el
sobreseimiento libre o la absolución, si la sentencia hubiese declarado su inexistencia.
Esta disposición no se aplica cuando en la sentencia se ha decidido que el hecho no
constituye delito penal, o cuando el sobreseimiento libre, o la absolución, se ha fundado
en que el agente está exento de responsabilidad criminal.
La norma alude, tanto a la sentencia absolutoria como al sobreseimiento. En
este último caso, es necesario aclarar que el actual Código de Procedimientos Penales
abandonó la categoría de sobreseimiento libre, reconociendo exclusivamente el definitivo
(art. 359 ) y el provisional (art. 362 ). El primero de ellos se dicta luego de la audiencia
638 639
636
Art. 1842 del Código civil: ………………….
637
RAFFO BENEGAS, Patricio J., en el Código civil anotado, de LLAMBÍAS, Jorge Joaquín, IIB, 404, Buenos Aires, 1979: La autoridad de
cosa juzgada de la sentencia penal condenatoria, con respecto a los puntos indicados se extiende a todas las personas que puedan verse afectadas
por el pronunciamiento. Es indiferente que se trate del condenado, de la víctima del hecho o de un tercero, como también que éstos hayan podido
tomar intervención en la causa penal. En este asunto no juega la triple identidad clásica de la cosa juzgada –de partes, de objeto y de causa- sino
que la ley ha hecho una regulación especial y por motivos de bien público ha dejado al margen de toda discusión ulterior por quien quiera que
fuere, lo relativo a la existencia del hecho principal que ha admitido el juez penal así como la culpa del condenado. Por ello el tercero civilmente
responsable de lo obrado por éste, no puede discutir esas calificaciones del juez penal, pese a ser ajeno a la causa en la cual esas calificaciones se
formularon.
638
Art. 359 del Código de Procedimientos Penales: ……………….
639
Art. 362 del Código de Procedimientos Penales: ………………..
640
Art. 352 del Código de Procedimientos Penales: ………………
257
hecho punible o, cuando, finalmente, el imputado no hubiera participado en él, en el
supuesto aún de haber ocurrido aquél.
El art. 401 del Código de Procedimientos Penales se refiere a la sentencia
641
641
Art. 401 del Código de Procedimientos Penales: ………………
642
Art. 397 del Código de Procedimientos Penales: ……………….
643
Según hemos dicho en el parágrafo 80 precedente de esta misma obra: La doctrina unitaria, propiciada por PLANIOL, sostiene que la culpa es un
concepto unívoco que se aplica con el mismo sentido en esos ámbitos, es decir, de la responsabilidad contractual y extracontractual, que será la concreta
del incumplimiento obligacional preexistente en el primero de ellos, y el genérico de no dañar a otro (alterum non laedere), en el segundo.
Modernamente, se ha propuesto conciliar ambos extremos bajo la siguiente explicación: que la culpa es, efectivamente una noción unívoca, que
jurídicamente es tratada bajo dos regímenes diferentes de responsabilidad, según se trate del incumplimiento de una obligación previa, o de la
consumación de los hechos ilícitos. Ello es así, en efecto, porque en ambos casos, la culpa tiene el común elemento de ser un hecho reprobable o
reprochable desprovisto de intención maliciosa. Hay una sola culpa y un doble régimen de responsabilidad culposa.
258
constituye o no un delito del derecho civil o un cuasidelito. Si, pues, un tribunal criminal
juzgara, cuando no hay parte, que el hecho de que el acusado es reconocido autor, es
completamente irreprensible, y que no puede dar lugar ni a la aplicación de una pena, ni
a una condenación de daños e intereses, la sentencia sería sin valor respecto a este último
punto, y la persona perjudicada podría ocurrir ante la jurisdicción civil, y entrar en la
cuestión de la existencia de un delito del derecho civil o de un cuasidelito, cuestión que el
tribunal criminal no había tenido derecho de decidir. Así también, el que hubiese sido
declarado no culpable de un incendio en su propia casa, podría sin embargo, sobre la
demanda de una compañía de seguros, ser juzgado que había ocasionado el incendio por
imprudencia y no tener derecho a indemnización alguna. 644
644
VÉLEZ SARSFIERLD, Dalmacio, Nota a los arts. 1102 y 1103 del Código civil argentino.
259
LECCIÓN XI
260
Son así efectos principales los que se comprenden dentro de las atribuciones
que tiene el acreedor para obtener el cumplimiento y consiguiente satisfacción de su
crédito, según las facultades que la ley le otorga en el art. 420 del Código civil. 646
646
Art. 420 del Código civil: El acreedor, como consecuencia de la obligación, queda facultado: a) para emplear los medios legales, a fin de que el
deudor cumpla con la prestación; b) para procurarla por otro a costa del obligado; y c) para obtener las indemnizaciones pertinentes.
647 LLAMBÍAS, op. cit., I, 499.
261
patrimonio. Se encuentra el mismo consagrado en normas tales como las de los arts. 109 648
De modo muy específico se establece en la norma del aludido art. 431 del
Código civil: La existencia de una obligación no priva al deudor de la facultad de
disponer y administrar sus bienes, salvo el caso de que se hayan dictado medidas
restrictivas, de acuerdo con las normas procesales.
En virtud de dicho principio, no es admisible la intromisión del acreedor en los
actos de su deudor, a condición de que éste los realice conforme con la buena fe. Es, en
otros términos, inconcebible que se obstruyan los emprendimientos del deudor dirigidos a
acrecentar su patrimonio; alternativa que –en última instancia- beneficiará fecundamente
a todos, al deudor, a la comunidad a la que le interesa la explotación integral de los
recursos y de las energías de todos los ciudadanos, y obviamente, al propio acreedor, al
asegurarle la satisfacción de su acreencia.
Todas las cosas del deudor (incluso si están gravadas con vínculo real a favor
de los acreedores) siguen siendo enajenables. 650
civil).
El patrimonio, universalidad de Derecho, presenta unidad de masa y unidad de
gestión; lo primero, asegurado a su vez por la continuidad que supone la sustitución de
bienes por subrogación real, y la transmisibilidad “mortis causa”. Es una masa orgánica,
648
Art. 109 de la Constitución Nacional: Se garantiza la propiedad privada, cuyo contenido y limites serán establecidos por la ley, atendiendo a su
función económica y social, a fin de hacerla accesible para todos. La propiedad privada es inviolable. Nadie puede ser privado de su propiedad
sino en virtud de sentencia judicial, pero se admite la expropiación por causa de utilidad pública o de interés social, que será determinada en cada
caso por ley. Esta garantizará el previo pago de una justa indemnización, establecida convencionalmente o por sentencia judicial, salvo los
latifundios improductivos destinados a la reforma agraria, conforme con el procedimiento para las expropiaciones a establecerse por ley.
649
Art. 1954 del Código civil: La ley garantiza al propietario el derecho pleno y exclusivo de usar, gozar y disponer de sus bienes, dentro los límites y
con la observancia de las obligaciones establecidas en este Código, conforme con la función social y económica atribuida por la Constitución Nacional al
derecho de propiedad. También tiene facultad legítima de repeler la usurpación de los mismos y recuperarlos del poder de quien los posea injustamente. El
propietario tiene facultad de ejecutar respecto de la cosa todos los actos jurídicos de que ella es legalmente susceptible; arrendarla y enajenarla a título
oneroso o gratuito, y si es inmueble, gravarla con servidumbres o hipotecas. Puede abdicar su propiedad y abandonar la cosa simplemente, sin transmitirla
a otra persona.
650 MESSINEO, op. cit., 51.
651
Art. 28 del Código civil: La persona física tiene capacidad de derecho desde su concepción para adquirir bienes por donación, herencia o legado. La
irrevocabilidad de la adquisición está subordinada a la condición de que nazca con vida, aunque fuere por instantes después de estar separada del seno
materno.
652
Art. 96 del Código civil: Las personas jurídicas poseen, para los fines de su institución, la misma capacidad de derecho que las personas físicas para
adquirir bienes o contraer obligaciones, por intermedio de los órganos establecidos en sus estatutos. Dentro de éstos límites podrán ejercer acciones civiles
y criminales y responder a las que se entablen contra ellos.
262
tratada unitariamente por el ordenamiento jurídico, sometida al poder de su titular para
satisfacer la perspectiva del bien individual. Pero, simultáneamente, garantía común para
los acreedores, a los fines de posibilitar la satisfacción de sus créditos, en orden al bien
común.
263
contraídas por el segundo. Tal el fundamento tradicional del privilegio que alude,
empero, a los de fuente convencional, exclusivamente.
Existe pues lógica en el principio mencionado, en cuanto sostiene que la
incolumidad del patrimonio del deudor es condición que respalda de manera trascendente
la seguridad del acreedor en torno a la obtención del cumplimiento al que tiene legítimo
derecho.
El patrimonio del deudor, definido legalmente (art. 1873 653
del Código civil)
como el conjunto de los bienes de una persona con las deudas o cargas que lo gravan es,
pues, la garantía del cumplimiento de las obligaciones que afectan a su titular;
obligaciones configuradas, en el caso, precisamente por las deudas o cargas que los
gravan, reiteramos.
Dentro de dicho concepto totalizante –ya lo hemos dicho- del patrimonio, de
conjugan perfectamente, comprendiéndose y complementándose, esas dos situaciones
jurídicas, sólo aparentemente contradictorias, que son el activo y el pasivo las que, en
verdad interactúan entre sí, pues la primera respalda a la segunda, mientras que ésta
reduce y traduce el verdadero haber positivo del deudor.
Es un principio indiscutido en derecho civil que la parte activa del patrimonio,
o sea los bienes, es la prenda común de los acreedores. Esta palabra prenda no está
empleada aquí en el sentido estricto que tiene el vocablo en los derechos reales, sino con
el significado general de garantía. El conjunto de los bienes del deudor, está afectado y
responde por las deudas del mismo. 654
653
Art. 1873 del Código civil: Los objetos inmateriales susceptibles de valor e igualmente las cosas, se llaman bienes. El conjunto de los bienes de una
persona, con las deudas o cargas que lo gravan, constituye su patrimonio.
654 CAZEAUX, op. cit., I, 267.
264
Ese derecho del acreedor de materializar el cumplimiento de su crédito
insatisfecho sobre todos los bienes comprendidos dentro de la garantía común se halla
así, expresamente reconocido en la citada norma del art. 430, derecho éste que tiene la
índole de una norma de carácter general, en cuanto las limitaciones a ella sólo son
admitidas en los casos específicamente establecidos en la ley, recordándose al efecto la
disposición, también general, del art. 5º del Código civil. 655
655
Art. 5º del código civil: Las leyes que establecen excepción a las reglas generales o restringen derechos, no son aplicables a otros casos y tiempos que
los especificados por ellas.
656 CAZEAUX Pedro N., y TRIGO REPRESAS, Félix A., Obligaciones, I, 268, La Plata, 1977.
265
128.2. Limitaciones con relación a ciertos bienes
la Constitución.
Derecho cuyo especial y superior rango determina su preeminencia sobre aquél
que tienen los acreedores para cobrar sus créditos del producto de los bienes de su deudor
(art. 434 del Código civil).
658
657
Art. 9 de la Constitución Nacional: Toda persona tiene el derecho a ser protegida en su libertad y en su seguridad. Nadie está obligado a hacer
lo que la ley no ordena ni privado de lo que ella no prohíbe.
658
Art. 434 del Código civil: Los acreedores tienen derecho igual a ser satisfechos en proporción a sus créditos sobre el producto de los bienes del
deudor, salvo las causas legítimas de prelación. Fuera de los casos expresamente determinados por la ley, ningún crédito tendrá preferencia en el pago.
659
LLAMBÍAS, Jorge Joaquín, Tr.de derecho civil, Obligaciones, I, 505. Buenos Aires, 1973.
266
a) El bien de familia (art. 59 660
de la Constitución Nacional y arts. 2072 661
y
siguientes del Código civil), cuya normativa ha sido modificada por la Leyes 1/92 y
2170/03.
b) El crédito por alimentos (art. 262 662 del Código civil, art. 97 del Código de 663
la Niñez y de la Adolescencia, e inc. d/ del art. 716 del Código Procesal Civil, según
modificación de la Ley 1493/00). El Código Laboral, en su art. 245, establece los límites
excepcionales de embargabilidad del salarios de los trabajadores: hasta un 50% para el
pago de pensiones alimenticias; hasta el 40% para pagar la habitación donde vive el
trabajador, o los artículos alimenticios que haya adquirido para su consumo o el de su
esposa o compañena y familiares que vivan o dependan económicamente de él, y hasta el
25% en los demás casos.
c) Usufructo de los padres sobre los bienes de sus hijos menores, en la medida
necesaria para el mantenimiento y educación de aquellos (art. 88 del Código de la Niñez 664
y de la Adolescencia).
d) Los bienes del dominio público del Estado Nacional o Municipal (art. 1898,
último párrafo del Código civil).
665
(art. 92 del Código Laboral), la asinación familiar (art. 268 del Código Laboral) y las
668 669
267
prestaciones otorgadas por el seguro social (art. 80 del decreto ley 1860/70 del Seguro
670
social).
c) Los campos comunales (art. 30 de la Ley 1863/01, Estatuto Agrario), las
671
tierras del dominio privado, sometidas al régimen de colonización privada (art. 75 del 672
Código Laboral);
d) Los bienes y rentas del Estado, de las entidades autárquicas o autónomas o
de los departamentos o municipalidades (art. 716 del Código Procesal Civil);
e) La reserva monetaria, bienes y rentas que posea el Banco Central del
Paraguay (art. 716 inc. e/ del Código Procesal Civil);
268
Lo que, expresado con otras palabras, significa que todos los acreedores son colocados
entre sí en un pie de igualdad, con la doble consecuencia de que: a) todos concurren
(principio del concurso de acreedores) a la par, en la satisfacción de los respectivos
créditos, sin consideración al momento del nacimiento de cada crédito y están expuestos
a sufrir, proporcionalmente, la eventual insuficiencia de los bienes del deudor,
sometiéndose, en tal caso, a la falcidia del respectivo crédito (satisfacción por
contribución, o por concurso, o por porcentaje); b) cada acreedir oyede afectar (para
satisfacerse de sus derechos) cualquier bien del deudor, salvo que ese bien sea objeto de
garantía específica; en efecto, a diferencia del derecho real, que importa un poder directo
sobre la cosa, el derecho del acreedor no impide que los bienes del deudor continúen
perteneciendo íntegramente a este último. 675
269
materializarse también respecto del momento de ejercitar su derecho, tanto como por la
facultad de poder percibir la totalidad de su crédito.
El privilegio es exactamente un título de prelación otorgado por la ley en
consideración a la causa del crédito. 676
676 BARBERO, Doménico, Sistema del derecho privado, III, 178, Buenos Aires, 1967
677 BULLÓ, Emilio H., El derecho de seguros y de ottos negocios vinculados, II, 471, Buenos Aires, 2001.
678 DIEZ-PICAZO, Luis, Fundamentos del derecho civil patrimonial, II, 751, Madrid, 1996.
270
En el sistema jurídico actual el otorgamiento de este derecho de preferencia que
importa el privilegio se refiere a una situación especial que atañe al crédito de que se
trate, ya sea teniendo en cuenta una situación especial del acreedor, referido no a su
persona sino a la causa que dio nacimiento al crédito, o bien a una situación especial del
deudor que requiere una adecuada atención de la ley. En síntesis los privilegios son
causales y no personales. 680
Así el privilegio de los tributos y créditos del Estado, tienen por fundamento el
interés superior de la colectividad, por cuanto su recaudación permite contar con medios
para atender las necesidades impostergables de la población, como los salarios de los
funcionarios y el mantenimiento de las vías de acceso y comunicación, educación, salud,
etc. Esos ingresos estan previstos en la programación presupuestaria que básicamente
funciona en base a un equilibro con los egresos, destinados éstos últimos a sostener la
organización de la nación.
La necesidad de vigorizar los negocios crediticios que configuran el principal
sustento del sistema financiero, es el fundamento del privilegio reconocido a ciertas
operaciones de préstamo pues, en efecto, es obvio el interés prevaleciente que la
comunidad tiene en contar con un régimen de sólido respaldo a su economía.
No son pocos, por otra parte, aquellos créditos cuyo privilegio reconoce
motivos de justicia y equidad como, por ejemplo, los gastos realizados en el
271
mejoramiento de un fundo agrícola, en concepto de infraestructura básica, insumos,
semillas, etc., cuya satisfacción prioritaria es explicable por el citado motivo de equidad.
Motivos de bien público, explican el privilegio establecido a favor de los gastos
funerarios, por la necesidad social de higiene que existe en inhumar expeditivamente el
cadáver de las personas fallecidas.
Es, por último, innegable el privilegio reconocido a favor de los sueldos,
pensiones, jubilaciones, crédito por alimentos y otros de naturaleza semejante, por cuanto
están dirigidos a la inaplazable necesidad del sustento vital, lo cual es de interés tanto
individual como colectivo.
El conflicto de intereses que todo concurso implica no es asunto que haya de
resolverse por un mero y caprichoso favor dispensado por el legislador a tal o cual de los
créditos en pugna, sino por un afinado y hondo sentido de la justicia mediante el cual
pueda darse la satisfacción de los preferidos sin queja ni protesta de los relegados o
pospuestos. 684
272
La singularidad que tienen la hipoteca y la prenda como derechos reales de
garantía, no es fundamento suficiente para distraer a los privilegios de su más relevante
carácter, como efecto secundario de la obligación de filiación personal, por lo tanto.
El método de nuestro Código se ajustó al del Anteproyecto de BIBILONI –
fuente también, en este aspecto, del Proyecto de reforma del Código civil argentino de
1936-, en cuanto a la ubicación de los privilegios en el libro de las obligaciones.
esa nación el 5 de octubre de 1889. A partir de esta adopción, los privilegios reconocieron
en el Paraguay una doble legislación, civil y comercial.
Consecuentemente, repetimos, desde la adopción en 1891del Código de
Comercio argentino, en el Paraguay tuvimos un doble régimen de privilegios, o sea, los
previstos en el Código civil adoptado en 1876 y los del Código de comercio, también
adoptado en 1903
La materia de los privilegios del Código de Comercio de 1891 fue modificada
juntamente con la referente a la quiebra, al sustituirse, por Ley del 5 de octubre de 1903,
su Libro Cuarto conforme con la Ley del juicio de quiebras, sancionada y promulgada
686
el Libro IV del Código de Comercio de 1903 y el Libro IV, Sección II, Título I y II del
Código civil entonces vigente –que era el argentino adoptado en 1876- referente a la
preferencia de los créditos y a los privilegios.
En el Título I del Libro tercero, “De las disposiciones varias” de esta Ley
154/69 de Quiebras, se insertó el tema “De las causas de preferencia en el pago de los
273
créditos” y de los privilegios, consagrándose un nuevo sistema sobre dicha materia que
reemplazó al hasta entonces vigente, que era el del Código de Comercio argentino, pero
de acuerdo con la modificación de 1903.
Este capítulo de la nueva Ley de Quiebras se incorporó de manera transitoria , 688
o sea, hasta tanto se sancionara el nuevo Código civil que se encontraba en elaboración
sobre el Anteproyecto DE GÁSPERI. De modo que –según lo apunta la propia Comisión
Nacional de Codificación en su exposición de motivo del proyecto de la Ley de Quiebras-
su capítulo sobre los privilegios fue tomado, con muy pocas reformas, del Anteproyecto
de Código civil de DE GÁSPERI.
En los argumentos del dictamen de la Comisión de Legislación y Codificación
de la Cámara de Diputados se señala, sin embargo, “que en reuniones con los proyectistas
vuestra Comisión dictaminante rehízo todo el Capítulo relativo a privilegios, incluyendo
normas de fondo relativas al derecho civil, pero absolutamente necesarias en la Ley de
Quiebras en este momento en transición. En consecuencia se establece un capítulo
completo sobre privilegios, con disposiciones sustantivas y adjetivas, que unifica toda la
legislación sobre la materia y que el día en que sea sancionado el nuevo Código Civil,
dicho Capítulo desaparecerá de la Ley de Quiebras e integrará la legislación general.
Interín ello acontezca, quedará en esta Ley de Quiebras la Sección II, Título I y II del
Libro IV del Código Civil sobre privilegios”. 689
El Código civil de 1985 derogó, finalmente, en su art. 2811 el título I del Libro
Tercero sobre “Causas de preferencia en el pago de los créditos” de la Ley 154/69 de
Quiebras, unificando en él los privilegios, en armonía con la técnica adoptada de hacerlo
con respecto a las obligaciones y contratos en general.
El nuevo código paraguayo se ocupa del tema de los privilegios en los
parágrafos II y II I, del Título II del Libro segundo, bajo las denominaciones “De la
garantía común para los acreedores” y “De las causas de preferencia en el pago de los
créditos”. Sus normas han tenido, fundamentalmente, como fuentes, a la Ley de Quiebras
No. 154/69, al Anteproyecto DE GÁSPERI y al Código civil italiano de 1942.
688 En la exposición de motivos presentada en 1965 respecto del proyecto de la Ley de Quiebras (la que se sancionaría en 1969 con el No.
154) la Comisión Nacional de Codificación, efectivamente, señalaba: “En materia de privilegios, la Comisión resolvió –conforme lo habían
acordado los profesores De Gásperi y Gross Brown, autores de los Anteproyectos de Código Civil y de la Ley de Quiebras, respectivamente-
que ellos fuese regulados en Código Civil a promulgarse. Como la nueva Ley de Quiebras no puede entrar en vigencia, sin embargo sin un
régimen actualizado en custión tan importante, se arbitró la solución de incorporarle provisoriamente un Título especial, que es el Libro
Tercero, entre tanto se promulga el nuevo Código Civil. Esta circunstancia explica su ubicación entre las disposiciones varias, que han de
ser derogadas a la aparición de aquel código sin mengua de la numeración corrida del articulado del presente proyecto. A lo dicho debe
agregarse que se ha tomado del trabajo del profesor De Gásperi este Capítulo referente a las cauas de prelación en el pago de los créditos,
introduciéndole la Comisión muy pocas reformas”.
274
Para explicar la naturaleza jurídica de los privilegios se han formulado diversas
propuestas, a saber:
1) La que asimila los privilegios a los derechos reales, para lo que toma en
cuenta la fuente legal de ambos, y la circunstancia de que ambos inciden sobre las cosas a
las que aluden. Esta propuesta se encuentra actualmente con pocos adeptos, no obstante
haber sido aceptada por el codificador argentino. 690
Esa asimilación surgió a causa de algunas semejanzas entre los privilegios y los
derechos reales de garantía, al otorgar ambos al acreedor una preferencia para obtener la
satisfacción del crédito al que acceden. No obstante esta semejanza, la confusión se disipa
si se tiene en cuenta que la mayoría de los privilegios no se fundan u originan en derechos
reales.
En Francia, por ejemplo, los privilegios eran considerados derechos reales, de
donde viene que primasen sobre las hipotecas, porque los exégetas del Código Civil
francés creían ver reunidos en ellos la doble prerrogativa de estar impresos en la cosa,
como la hipoteca, y contener en su causa originalun favor de que carece este último
derecho. 691
Los privilegios no son derechos reales pues carecen de los elementos esenciales
de estos, tales como la relación directa del dueño con su cosa (inmediación), la facultad
de persecución o jus persequendi de la que goza el titular del derecho real para hacerlo
prevalecer aún cuando se haya transferido a terceros.
En los privilegios nada ocurre que pueda considerarse como una
desmembración del dominio, el cual, no obstante aquellos, se conserva inalterado en el
patrimonio de su dueño.
El concepto de los privilegios es común para todas las clases de ellos, generales
y especiales. Es inaceptable que los privilegios generales sean considerados derechos
reales, pues éstos no pueden versar sobre cosas ajenas que, además, no se encuentran
invididualizadas.
2) La que considera que los privilegios son derechos personales, por el carácter
–uno de los esenciales- que tienen de ser accesorios de un crédito de carácter personal, y
teniendo en cuenta que aquél no puede ser de naturaleza diversa del principal al que
acceden.
275
Tuvo VÉLEZ SARSFIELD el mérito de discernir la verdadera naturaleza de
los privilegios. Inspirado en las leyes romana decidió que la prioridad que llos implican
fuesen inherentes a la cualidad o a ola causa del título, y que por consiguiente participase
de la naturaleza personal del crédito al cual acceden, transmisible por vía de cesión. 692
Los privilegios son derechos personales, y sólo por excepción los derechos
reales imporan privilegios, cuya situación no puede confundirse con la de los otros
privilegios. Doctrinalmente, los privilegios sólo son preferencias otorgadas a
determinados créditos para fortificar su poder dentro del patrimonio del deudor. 693
3) Una tercera propuesta sostiene que los privilegios no son derechos reales ni
personales, al no otorgar facultades al acreedor sobre su deudor. Su naturaleza consiste en
la particular cualidad que posee un determinado crédito de poder ser efectivizado con
prelación a otros que carecen de él.
134. Caracteres
Los rasgos propios de los privilegios, comunes a todos ellos y, que los
singularizan son:
1. Son de fuente legal exclusivamente conforme se prescribe en la norma del
artículo 4343, segundo párrafo del Código civil: Fuera de los casos expresamente
determinados por la ley, ningún crédito tendrá preferencia en el pago.
Es, desde luego, un principio lógico requerido para la seguridad y seriedad de
las transacciones y negocios, cuyas ventajas desaparecían por completo si la creación de
los privilegios quedara librada a la voluntad del acreedor.
En ocasiones, el privilegio es atribuído por la ley a ciertos derechos que sólo
pueden ser constituídos por contrato, tales como la prenda y la hipoteca; mas de aquí no
debe inferirse que pueda ser engendrado por la convención. Como derechos reales que
son, deben su institución exclusivamente a la ley. Lo que las partes pueden hacer por sus
contratos es "constituirlas" como garantía de un crédito. Por su sóla naturaleza, ambos
derechos reales son "causas legales de preferencia", concepto genérico en que va inclusa
la idea de "privilegio", sin que por eso haya manera de confundirlos. 694
276
Los privilegios, por el hecho mismo de ser de origen legal, constituyen, como
todas las figuras legales sustraídas a la libre iniciativa privada, una serie cerrada y, por
tanto, un número definido, aunque sumamente vasto, de casos típicos. 695
695 BARBERO, Domenico, Sistema del derecho privado, III, 200, Buenos Aires, 1967.
696 MESSINEO, op. cit., IV, 64.
697 MESSINEO, op. cit., IV, 64.
277
De allí que el privilegio es consustancial al crédito y no podría ser mageria de un acto
jurídico independiente, sin involucrar al propio tiempo el crédito que funciona como
obligación principal. 699
Código civil), dado que, en efecto, el acreedor que convino en novar puede, por una
reserva expresa, impedirla extinción de los privilegios, prenda o hipoteca del antiguo
crédito, que así pasan a garantizar el nuevo. Si el deudor es el mismo, y los bienes
gravados son de su pertenencia, la reserva no exige su intervención.
3. Son excepcionales y de interpretación estricta, lo cual se explica recordando
que ellos, los privilegios, son siempre una excepción a la regla general de igualdad de
todos los acreedores ante el patrimonio de su deudor, según expusimos más arriba.
Este carácter aparece explícitamente establecido en la norma del segundo
párrafo del art. 434 del Código civil: Fuera de los casos expresamente determinados por
la ley, ningún crédito tendrá preferencia en el pago.
Por ello, y atento a lo dispuesto en el art. 5 del Código, la interpretación de los
privilegios, de si existen o no, es de interpretación estricta y no admite su institución por
mera analogía. Significa así que no pueden ser reconocidos y aplicados a situaciones que
sean sólo semejantes o parecidas con aquellas para las que se contemplan
específicamente.
Es doctrina predominante en el país que, siendo los privilegios de derecho
excepcional, toda disposición que los cree debe interpretarse restrictivamente. 701
278
mayor antigüedad del origen del crédito que garantizan, pues la prioridad se funda en la
causa de ellos.
A diferencia de la hipoteca, no cuenta a los efectos del privilegio, la
anterioridad cronológica de un derecho de crédito respecto de otro (o respecto de los
otros); cuenta solamente la casua del crédito, por la cual un crédito, nacido después, es
preferido a un crédito anterior, si el privilegio por el cual el crédito más reciente está
asistido, goza de rango preferente respecto deñ crédito cronológicamente anterior.
6. Prelación en el pago. Este carácter significa que, en virtud del privilegio, el
acreedor tiene sólo un derecho de prelación en el pago, y ninguno directamente sobre las
cosas mismas. Ello es así, porque el privilegio no importa un derecho real.
En efecto, el acreedor –aunque su crédito tenga un privilegio especial sobre una
cosa determinada, mueble o inmueble- no podrá jamás hacer efectivo su derecho
directamente sobre la cosa misma, sino que deberá recurrir a la justicia para que se
efectúe la llamada liquidación, es decir se reduzca a dinero, y recién entonces actuará el
privilegio, acordándole una preferencia sobre el precio obtenido en la liquidación, que le
permitirá cobrar antes que otros acreedores. 702
702 MOISSET DE ESPANÉS, Luis, Curso de obligaciones, II, 173/174, Buenos Aires, 2004.
703 MOLINARIO, op. cit., 187.
704 LLAMBÍAS, op. cit., 634
279
Por nuestra parte, entendemos que se trata de una cuestión más terminológica
que conceptual, pues la idea surge nítida, sea que el enfoque recaiga sobre sobre las cosas
o sobre el precio obtenido mediante su realización.
Sabemos que, en general, todos los créditos y, entre ellos, los privilegiados,
pueden debitar intereses, sean ellos convencionales o legales. Existen, además, gastos que
el acreedor se ve constreñido a realizar para lograr el cobro de sus acreencias, a los que se
denomina costas o gastos causídicos. Al respecto, cabe dilucidar si el privilegio se
extiende a tales rubros de intereses y gastos causídicos o, si el acreedor, por el importe de
ellos, es simplemente quirografario
En efecto, al hablar de la extensión de los privilegios, se trata de establecer si
ellos se limitan sólo al crédito de los que son accesorios o, si por el contrario, puede
considerarse que se extienden a sus demás accesorios, es decir, a los intereses y las costas
del juicio deducido para obtener el cobro.
Sobre el particular, la doctrina se dividió, asumiendo -principalmente- dos
posiciones, una restrictiva que considera que el privilegio sólo alcanza al crédito
respectivo y, otra amplia, que lo extiende a los accesorios (intereses y costas).
Cabe mencionar, que en los casos de privilegios de origen convencional, como
son la hipoteca y la prenda, la ley misma, de modo expreso, autoriza la extensión a los
intereses y costas, tal como puede verificarse con lo que se dispone en los arts. 2374 y 705
No ocurre lo mismo con los privilegios de fuente legal, pues respecto de ellos
no existen normas semejantes específicas y, en la doctrina prevalece la opinión
restrictiva, en el sentido de que sólo se extienden al capital.
La tesis amplia ha entendido que la inclusión de los intereses es una
consecuencia de la regla según la cual lo accesorio sigue la suerte de lo principal . 707
Si para nosotros los privilegios son seguridades otorgadas por la ley, con
independencia de toda estipulación particular que pueda concernirles, se comprende
fácilmente que consideremos lógico y natural aplicar a éstos, en principio, el mismo
criterio que inspira las reglas que rigen las preferencias convencionales. 708
280
La cuestión fue resuelta en el ámbito del derecho concursal mediante la norma
del art. 92 de la Ley de Quiebras No. 154/69: El auto de quiebra suspende, sólo respecto
de la masa, el curso de los intereses convencionales o legales de todos los créditos, con
excepción de aquellos que tuviesen garantía real. Entonces, no debitándose intereses en
la quiebra, no se plantea la necesidad de extender el privilegio a ellos.
Esa solución, del derecho concursal, como es natural, se refiere a los privilegios
especiales, por cuanto a los privilegios generales sólo actúan en caso de liquidación
colectiva del patrimonio del deudor y, por lo tanto, desde el momento en que se dicta la
declaración de concurso o quiebra dejan devengarse intereses, razón por la cual los
intereses de un año que propicia como solución ideal para todos los créditos privilegidos
se contarían desde la apertura del concurso ode la quiebra para atrás, ya que en adelante
todos los intereses quedan automáticamente suspendidos. 709
137. Clasificación
281
G Sobre todo el patrimonio: El art. 433 concede Inc. 1: Gastos de justicia
privilegios sobre todo el Patrimonio del deudor: Inc. 2: Gastos de administr. de la masa
E Inc. 3: Obl. Contraídas por el Síndico o el
muebles e inmuebles
Administrador de la sucesión
N Inc. 4: Contratos cuyo cumplimiento
corresponde a la masa
E Inc. 5: Emergente por enriquecimiento indebido
R de la masa sucesoria o concursal.
P A
Inc. 1: Gastos funerarios
Sobre todos los muebles: El art. 444 establece
L Inc. 2: Gastos de la última enfermedad
R
privilegios sobre la generalidad de los bienes
Inc. 3: Gastos de inhumación y sepulcro
E MUEBLES del deudor
Inc. 4: Créditos del Estado y Municipio por
tasas, impuestos y contribuciones
I S
Sobre determinados muebles: El art. 437 Inc. 1: Gastos de justicia para la realización de
V E
los bienes y la distribución de su precio
Inc. 2: Créditos del Estado y Municipio
Inc. 3: Crédito del acreedor prendario
I Inc. 4: Gastos de conservación, reparación,
S fabricación y mejora de las cosas muebles
L
Inc. 5: Créditos por suministro de semillas,
fertilizantes, plaguicidas, aguas para riego, por
P trabajos de cultivo y recolección
E Inc. 6: Créditos del Estado por tributos
indirectos
E Inc. 7: Créditos por hospedajes y suministros en
G hosterías, fondas y hoteles
Inc. 8: Créditos dependientes del contrato de
C transporte terrestre
I Inc. 9: Créditos derivados de la ejecución del
mandato
I Inc. 10: Créditos derivados del depósito
O Inc. 11: Crédito del dueño de la cosa depositada
Inc. 12: Crédito por un año de alquiler
L
Sobre determinados inmuebles: El art. 438 Inc. 1: Gastos de justicia para realizar el
inmueble y distribuir su precio
Inc. 2: Impuestos y tasas fiscales y municipales
E
Inc. 3: Crédito por construcción de muro
medianero
Inc. 4: Créditos hipotecarios
S
1. Los privilegios generales, a excepción del que accede a los gastos de justicia,
sólo pueden hacer valer en el ámbito de juicios universales de concurso o quiebra del
deudor, también denominados de ejecución colectiva; mientras que los privilegios
especiales se oponen tanto en procesos singulares o individuales -a través del incidente de
tercería de mejor derecho- como en los concursales.
2. En materia de intereses cesa el curso de todos ellos, de la clase que sean,
respecto de los créditos con privilegios generales, cuando se admite la convocatoria de
acreedores o se declara la quiebra, conforme se establece en los arts. 27 y 85 de la Ley 710 711
282
Finalmente, mientras el crédito dotado de privilegio general no devenga
intereses a partir de la apertura del concurso o de la declaración de quiebra, tratándose de
un crédito con seguridad real o con privilegio especial, los intereses continúan
devegándose hast el día en que se hacen efectivos los créditos respectivos. 712
El primero de estos establece que el privilegio especial sobre cosas muebles e inmuebles
se extendrá a la indemnización debida por el asegurador de la cosa y a toda otra
inmdenización que se adeudare en razón de la misma.
Por su parte, el segundo, agrega que cuando la cosa afectada a un privilegio
especial fuese enajenada, el privilegio se ejercerá sobre el precio que se adeudase y
pudiese individualizarse.
4. En cuanto a los rangos respectivos, los especiales tienen una orden
preeminente o superior sobre los generales. Es decir, los primeros prevalecen sobre los
segundos. Es la fórmula clara de la norma del art. 435 del Código civil: Los créditos con
privilegio especial prevalecen sobre los créditos con privilegio general.
Los privilegios generales se ejercitan sobre todos los bienes del deudor.
Los privilegios generales, recaen siempre sobre todo el patrimonio del deudor,
que constituye su asiento. 715
Cuando el crédito surge sin que tenga atingencia a una cosa mueble o inmueble
perfectamente determinada de pertenencia del deudor, el privilegio debe incidir sobre la
generalidad del patrimonio; en cambio, cuando el crédito ha nacido con ocasión o por
motivo de una cosa que, como lo acabamos de establecer, puede ser perfectamente
individualizada, entonces, el privilegio revestirá el carácter de especial. 716
712 MOLINARIO, Alberto, los privilegios en el derecho civil argentino, 139, Buenos Aires, 1949.
713 Art. 440 del Código civil:……………..
714 Art. 441 del Código civil: ………………..
715 HIGHTON, op. cit., 236
716 MOLINARIO, op. cit., 141.
717 KEMELMAJER DE CARLUCCI, op. cit., 276/277.
283
Según lo hemos señalado, los acreedores con privilegio general cobran luego de
satisfechos los créditos con privilegio especial y los acreedores de la masa. Asi se
establece en la norma del artículo 439, segundo párrafo del Código civil: "Previa
deducción, en todos los casos, del importe de los gastos de justicia realizados en el
interés de todos los créditos concurrentes y cubiertos que sean los créditos especiales, el
remanante del producido de los muebles e inmuebles ingresará en la masa".
Los privilegios generales son de dos clases
a) Privilegios generales sobre todo el patrimonio (generalidad de muebles e
inmuebles) (art. 443 del Código civil), con prelación.
b) Privilegios generales sobre la generalidad del patrimonio del deudor, sin
prelación (art. 444 del Código civil).
Son extensivos a todos los bienes del patrimonio del deudor, sean muebles o
inmuebles. Se encuentra esta categoría enumerada en la norma del artículo 443 del
Código civil, cuando alude a los acreedores de la masa sucesoria o concursal, como
titulares de los créditos que en aquella se enumeran.
284
En efecto, el concursado ha dejado de ser propietario de esos bienes y acreedor
de los créditos que pudiera haber tenido a su favor, a partir del instante mismo del
desapoderamiento. 718
3548 y 3549 ), el Proyecto de reforma del Código civil argentino de 1936 (arts. 782 ,
723 724 725
285
Esta categoría de privilegios de los acreedores de la masa, con la distinción
entre gastos y deudas de ella, se originó en la ley alemana de concursos de 1898 (arts.
57 , 58 . 59 y 60 ). También la ley francesa hace la distinción entre deudas y gastos de
731 732 733 734
la masa. 735
Acreedores de la masa son aquellos que representan una relación surgida con
posterioridad a los créditos de todos los otros acreedores. Todos los acreedores del
concursado o del fallido se presentan a cobrar sus créditos; pero, para que esos acreedores
puedan cobrar sus créditos, necesitan los servicios de diversos profesionales –llámense
728 Art. 1282 del Anteproyecto de BIBILONI: Los gastos y deudas de la masa son pagos por preferencia sobre los bienes que la constituyen.
729 Art. 1284 del Anteproyecto de BIBILONI: Son deudas de la masa: 1º. Las obligaciones contraídas legítimamente por el Síndico, o
derivadas de sus actos autorizados; 2º. Las que resultan de los contratos que han de ser ejecutados por la masa; 3º. Las nacidas del
enriquedimiento indebido de éstas. Las deudas de la masa tienen prelación sobre los gastos de ella.
730 Art. 1283 del Anteproyecto de BIBILONI: Son gastos de la masa: 1º. Los gastos de justicia causados por el procedimiento común;2º. Los
gastos de administración, realización y repartición de la masa.
731 Art. 57 de la ley alemana de concursos: Con la masa del concurso deben pagarse ante otodo las costas y las deudas de la masa.
732 Art. 58 de la ley alemana de concursos: Son costas de la masa: 1º) Las costas judciiales hechas para el procedimiento colectivo; 2º) Los
gastos de la administración, realización y reparto de la masa; 3º) Los gastos de manutención acordada al deudor y a su familia.
733 Art. 59 de la ley alemana de concursos: Son deudas de la masa: 1º) Los derechos que surgen de los negocios o actos del adminisrador
del concurso; 2º) Los derechos emergentes de los contratos bilaterales cuyo cumplimiento a favor de la masa del concurso se exige, o que
deban tener lugar en un tiempo posterior a la apertura del concurso; 3º) los derechos emergentes de un enriquecimiento ilegítimo de la
masa.
734 Art. 60 de la ley alemana de concursos: Ni bien se revele que la ma masa del concurso no alcanza a satisfacer a todos los acreedores de
la masa, tendrá lugar un pago preferencia de los mismos, de tal forma que primeramente han de pagarse las deudas de la masa, luego las
coastas de la masa, de éstas, primeramente los gastos efectivos, y por último la manutención acordada al deudor y su familia.
735 GARCÍA MARTÍNEZ, Francisco, El concordato y la quiebra, 236, Buenos Aires, 1953: La división no es una novedad en la legislación de
quiebras. Hace tiempo que esta terminología es conocida en Alemania y en Francia. La legislación alemana de quiebras distingue con toda
precisión unos y otros acreedores; a los acreedores de al masa los llama Massegäubiger, a los acreedores en la masa Konkursgläubiger; a su
vez, opone los gastos de la masa (Massekosten) a las deudas de la masa (Masseschulden). En Francia, donde la masa de acreedores es
considerada como una persona moral, provista de patrimonio propio, también se considera muy natural que esa entidad responda
directamente de las obligaciones que contraigan legalmente en su nombre sus representantes: de ahí que los autores dividan a los
acreedores en acreedores de la masa (Créanciers de la masse) y en acreedores en la masa (Créanciers dans la masse).
736 THALLER, E., Traité élémentaire de droit commercial, No. 1804, París, 1887.
737 Autor y op. cit., 99.
286
contadores, síndicos, liquidadores, etc.- que deberán trabajar en liquidar los bienes del
deudor. Estos profesionales, con motivo de esos servicios prestados, tienen derecho a
cobrar sus honorarios; esos honorarios son otros tantos créditos que deben pagarse con el
activo liquidado. Estos créditos, desde luego, son posteriores al hecho del concurso o de
la quiebra, como que han nacido con motivo de la apertura de ambos. En cambio, todos
los otros acreedores representan un crédito originado con anterioridad al hecho del
concurso ode la quiebra, han contratado con el deudor cuando éste tenía la administración
de sus bienes. 738
De este modo, resulta que hay dos órdenes de relaciones jurídicas de crédito:
unas, nacidas con el deudor, antes de su presentación, cuyos créditos son contra el fallido
o el concursado y otras, nacidas con posterioridad a esa situación, por trabajos y servicios
efectuados a favor de la masa de acreedores, cuyos créditos son ésta. Los primeros,
simples acreedores del fallido o del concursado, se rigen según los privilegios
establecidos en la ley; los segundos, los acreedores de la masa, los que prestaron servicios
a esta entidad nueva constituída, no tienen porqué entrar en conflicto con los acreedores
del fallido, ya que su deudor no es éste, sino la masa de acreedores: de este modo vienen
a ser esencialmente, acreedores de los acreedores, representados por esa entidad ideal que
se llama la masa. 739
287
En el art. 76, siguiente, de la misma Ley de Quiebra, se excluyen de la masa:
"a) las asignaciones que tengan carácter alimenticio, las jubilaciones, las pensiones y las
indemnizaciones provenientes de los seguros personales y lo que el fallido gane con su
actividad lucrativa dentro de los límites de cuanto fuese necesario para su manutención y
la de su familia; b) Los bienes provenientes de donación o legados hechos bajo la
condición de no estar sujetos al desapoderamiento; c) Las ropas del fallido y las de su
familia, el moblaje y utensilios necesarios para el hogar; los sueldos y salarios en la
proporción que las leyes declaren inembargables: Los bienes que las leyes especiales
declaren inembargables.
Los privilegios de los acreedores con créditos contra la masa concursal o
sucesoria, son los siguientes:
Quiere decir que este privilegio comprende a cuantos créditos se originen con
motivo de la liquidación de toda clase de masa de bienes comunes, sea ella concursal,
sucesoria o societaria.
Puesto que el privilegio reconocido a los gastos de justicia, se extienden a los
que se debiten por toda masa –concursal, sucesoria y sucesoria- que opere para el
mantenimiento de los bienes en ella comprendidos, forzoso es considerar las normas
respectivas.
Así, en las sucesiones, se formará la masa, de pleno derecho, y, hasta que
produzca la partición, cuando dos o más personas fueran llamadas a la herencia,
conforme se establece en la norma del art. 2516 742
del Código civil. Los bienes que
741 GARCIA MARTÍNEZ, Roberto y FERNANDEZ MADRID, Juan C., Concursos y quiebras, II, 1380, Buenos Aires, 1976.
742 Art. 2516 del Código civil: Cuando dos o más personas fueren simultáneamente llamadas a la herencia, la masa pertenecerá
en común a todas ellas, hasta que se verifique la partición.
288
componen esta masa son todos los dejados por el causante, los adquiridos en virutd de un
derecho de la herencia, o como indemnización de un daño experimentado por ella, o por
un acto jurídico referenre a ella, así como por los frutos de los bienes sucesorios, según lo
dispuesto en el art. 2517 del Código civil.
743
Todos los gastos hechos por la masa sucesoria, gozan del privilegio establecido
en el art. 443 del Código civil, dado los términos claros del art. 2477 del Código civil:
Los gastpos a que dé lugar el inentario, la administración de los bienes hereditario, o la
seguridad y defensa de ellos serán a cargo de la herencia.
Por gastos de justicia se entienden los ocasionados por los actos que tengan por
objeto poner los bienes del deudor y sus derechos, bajo la mano de la justicia.
El privilegio es establecido para todos los gastos que los acreedores, a efecto de gozar de
743 Art. 2517 del Código civil: Forman parte de la masa hereditaria: a) los bienes dejados por el causante; b) lo adquirido en
virtud de un derecho de la herencia, o como indemnización de un daño experimentado por ella, o por un acto jurídico
referente a ella; y c) los frutos de los bienes sucesorios.
744 Art. 2473 del Código civil: El heredero beneficiario debe depositar a la orden del juez las sumas que recaude. No puede
retenerlas para pagarse a sí mismo. Los frutos y rentas de los bienes hereditarios forman parte del caudal. El juez puede
autorizar el pago de los sueldos, y gastos que determine la gestión de los bienes hereditarios después de la aceptación del
heredero, siempre que esa gestión haya sido previamente aprobada por el juez.
289
sus derechos, no habrían podido dispensarse de pagar, si otros no hubiesen hecho la
anticipación, o los trabajos indispensables a ese fin. Así, son gastos de justicia los de
inventario, conservación, liquidación y realización de los bienes del deudor; los pleitos
seguidos por los administradores para repeler las pretensiones de terceros, o para
demandar las condenaciones de los deudores, y los que cause la administración durante el
concurso. 745
Los gastos de justicia fueron en el Código civil francés (art. 2102 ) insertados
747
Son a cargo de la masa los honorarios de los abogados que sean eventualmente
necesarios, los de los expertos en contabilidad o de otra índole y los demás funcionarios
que se requieran en casos determinados, siempre que sean contratados por la Corte
Suprema de Justicia, a propuesta del síndico general.
745 VÉLEZ SARSFIELD, Dalmacio, Nota al art. 3879 del Código civil argentino.
746 CORDEIRO ÁLVAREZ, op. cit., 70.
747 Art. 2102 del Código civil francés: ……………………….
748 MARTOU, op. cit., 20.
749 TRIGO REPRESAS, op. cit., 299.
750 DE GÁSPERI, Luis, Tratado de las obligaciones, 418, Buenos Aires, 1946.
290
Deben, igualmente, ser soportados por la masa, los honorarios de los abogados que
representaron al apertor de la convocatoria de acreedores y al solicitante de la quiebra, aunque
éstos sean los propios deudores, porque lo fueron en beneficio de todos los acreedores.
En efecto, la doctrina señala que gozan de la preferencia los créditos provenientes de
los honorarios devengados por toda labor profesional que redunde en beneficio de la masa, y no
sólo los regulados con motivo de la petición de quiebra.751
La preferencia de los gastos de justicia debitados por gestiones a favor de la masa de
acreedores, se sustenta en el principio del enriquecimiento sin causa; principio que no es aplicable
en los casos de trabajos inútiles al beneficio común.
En tal sentido, los honorarios del abogado de la parte vencida en una controversia
contra la masa, no gozan del privilegio que estudiamos, por cuanto no favorecieron a ésta, que –
por lo demás- resultó victoriosa en dicho conflicto.
Sobre los gastos de justicia –honorarios y gastos- causados en el juicio que favoreció
a un solo acreedor, prevalecen –obviamente- los respectivos de la parte victoriosa de cada pleito.
Cabe aclarar, empero, que el crédito por gastos de justicia –gastos y honorarios del
abogado- se pagan antes del crédito que –en cada caso- le corresponde al cliente.
En definitiva, cuando los gastos de justicia se hicieron en beneficio de todos los
acreedores, gozan de un privilegio general sobre todo el patrimonio del deudor, y cuando se
realizaron en provecho de alguno o algunos acreedores, tienen privilegio especial sobre los bienes
obtenidos mediante la gestión que devengó tales gastos y con respecto, únicamente, a los
acreedores beneficios por ellos.752
Se consideran comprendidos dentro del rubro de los gastos de justicia, imputables a la
masa sucesoria y, revestidos como tales del privilegio del que gozan los acreedores de la masa,
los honorarios profesionales de los abogados que intervienen en los juicios sucesorios,
considerándose como tales, la apertura del juicio, la publicación de edictos, la facción de
inventarios, la denuncia de bienes, la elaboración del cálculo para el pago de los impuestos y la
proposición para designación de adminisrador, de acuerdo con lo que se establece en el art. 48753
de la Ley 1376/88 de Aranceles de abogados y procuradores.
Así, el privilegio que asiste a los gastos de justicia debe ser necesariamente
meritado en relación al espectro de acreedores que han beneficiado, pudiendo funcionar
como privilegio general si la utilidad es aprovechada por todos los acreedores que han
benefciado, o como especial si la gestió es útil con respecto a uno o varios, en cuyo caso
existe con relación a éstos. De acuerdo a lo expuesto, el privilegio de los gastos de
justicia siempre puede oponerse a determinados acreedores a quienes esos gastos han sido
751 CÁMARA, Héctor, La continuación de la empresa enla quiebra y el Anteproyecto de ley de Concursos mercantiles, JA, doctrina, 38,
Buenos Aires, 1972.
752 HIGHTON, op. cit., 246.
753 Art. 48 de la Ley 1376/88 de Aranceles de abogados y procuradores, primera parte:
291
útiles. El principio no tiene excepción y siempre son preferidos por lo menos a un
acreedor a quien han beneficiado, es decir, al cliente de quien los efectuó. 754
la obligación de tomar todas las medidas que sean necesarias para la defensa y
conservación del activo de la quiebra.
754 HIGHTON, Elena I., en BUERES, Alberto J., e HIGTON, Código civil comentado, 6B, 245, Buenos Aires, 2001.
755 CORDEIRO ÁLVAREZ, op. cit., 76.
756 FASSI, Santiago C., y GEBHARDT, Marcelo, Concursos y quiebras, 470, Buenos Aires, 2001.
757 Art. 164 de la Ley 154/69 de Quiebras: …………………………
292
La implementación de los consiguientes deberes de este funcionario, se inician,
pues, con el inventario y avalúo de los bienes que compongan el activo de la quiebra (art.
133 de la Ley de Quiebras).
El síndico se encuentra, también, expresamente facultado para: a) proceder al
cobro de los créditos que se le adeuden al fallido; b) realizar todos los gastos que sean
necesarios para la conservación de los bienes del activo de la quiebra; c) ejecutar las
acciones y derechos de la masa; d) administrar los bienes inmuebles; e) percibir los
frutos y productos generados por los bienes del deudor; y f) depositar diariamente en el
Banco el dinero y los valores –del fallido- que recogiere, cualquierasea su origen (art. 134
L.Q.); g) tendrá, asimismo, el deber de tomar las mencionadas medidas con los bienes
que se encuentren fuera del domilio del deudor fallido, en los lugares en que se
encontraren, pudiendo designar como depositarios a los tenedores de aquéllos, siempre
que sean personas de notoria responsabilidad (art. 136 L.Q.); h) con la autorización del
juez, podrá proceder a la venta inmediata de aquellas cosas perecederas o deteriorables, o
que estén expuestas a una grave disminución de sus precios, o que sean de conservación
costosa en comparación con la utilidad que puedan producir (art. 137 L.Q.).
La ley faculta a los albaceas testamentarios para proceder al inventario de los
dejados por el testador, cuyas tareas pueden generar gastos que gozan del privilegio
establecido en el inciso b) del art. 443 del Código civil.
293
Pues bien, en dicho art. 240 de la Ley de Quiebras, se disponía (esta norma fue
derogada al sancionarse el Código civil, siendo reemplaza por la del art. 443 de éste): Son
acreedores de la masa sucesoria o concursal los titulares de los siguientes créditos:1)
Los de justicia, originados por el procedimiento concursal o sucesorio; 2) Los de
administración, realización y distribución de los bienes;3) Los provenientes de
obligaciones legalmente contraídas por el síndico del concurso o del administrador de la
sucesión y las derivadas de sus actos.
Respecto de la liquidación de los bancos y entidades financieras, existen
normas semejantes a las estudiadas precedentemente. Así, el art. 139 de la Ley 861/96
General de Bancos, financieras y otras entidades de crédito, dispone: El liquidador
pagará de los fondos de la entidad a su cargo todos los gastos del proceso de
liquidación. La atención de dichos gastos tendrá prioridad respecto del pago de los
créditos a que se refiere el art. 131. A fin de propenderé a una mejor marcha del
proceso, el liquidador, con cargo a los recursos de la entidad, estará facultado para
contratar personal en apoyo de sus funciones o retener con tal objeto los trabajadores de
la entidad que estime necesario. Igualmente podrá contratar los servicios de terceros que
estime indispensables para la liquidación.
El art. 131 de la citada Ley de Bancos, preceptúa sobre el orden de prelación
758
de los acreedores de la entidad fallida (acreedores en la masa) que se regirá por las
disposiciones del Código civil, es decir, según sean privilegiados o quirografarios.
En las sucesiones, el albacea testamentario tiene, según el art. 2782 759
del
Código civil, todos los poderes que, según las circunstancias sean necesarios para la
ejecución de la voluntad del testador. En el mismo sentido, el art. 2799 que la gestión de
los derechos de la masa cuya administración tiene el albacea, el corresponde
exclusivamente. Lo cual significa que puede efectuar gastos con cargo a la masa
sucesoria, siempre que sean necesarios y útiles para su fín específico que es, obviamente,
la ejecución de la voluntad del testador y, así, desde luego se previene en el art. 2807 del
Código: Los gastos hechos por el albacea en el ejercicio de sus funciones serán a cargo
de la sucesión.
Esta prelación de los gastos de liquidación encomendados al albacea, tiene el
régimen del respectivo del inciso b) del art. 443 del Código civil, por lo que el crédito
generado en tal concepto está revestido de privilegio sobre la generalidad de los bienes
758 Art. 131 de la Ley No. 861/96 General de Bancos, entidades financieras y demás entidades de crédito: Los créditos a cargo de una
entidad del sistema financiera en disolución y liquidación serán pagados en el orden establecido en el Código civil.
759 Art. 2782 del Código civil: Las facultades del albacea serán las que le otorgue el testador con arreglo a las leyes; y si no las
hubiere determinado, tendrá todos los poderes que, según las circunstancias, sean necesarios para la ejecución de la
voluntad del testador.
294
del acervo sucesorio y, así efectivamente, se dispone en el art. 2783 del mismo Código:
El testador puede disponer que el albacea tome posesión de los bienes de la masa, y los
liquide en la medida necesaria para la ejecución del testamento y el pago de las deudas y
cargas hereditarias.
Complementando la norma transcripta en el párrafo precedente, agrega el art.
2784: La posesión de los bienes corresponde a los herederos, pero quedará en poder de
los albaceas la parte necesaria para cumplir el testamento y pagar las cargas, legados y
deudas, salvo disposición contraria del testador.
El art. 2789 del Código, dispone que los acreedores de los herederos, no podrán
hacer efectivos sus derechos en los bienes de la masa sucesoria, sin observar el orden de
prelación que le corresponde a las cargas y deudas hereditarias. Esta norma se
complementa con la del art. 2798: Los herederos no pueden disponer de los bienes de la
masa antes de estar cubiertos los legados y deudas que deben ser satisfechos por el
albacea.
Los gastos que sean necesarios para distribuir las sumas obtenidas de la
liquidación del activo, serán también imputables a la masa con el privilegio pre3visto en
el art. 443 del Código civil. Obviamente, se trata de gastos que sean imprescindibles a tal
fin. Por ejemplo, las eventuales comisiones bancarias por servicios de cajero, etc.
Los gastos de pago, según doctrina unánime , son a cargo del deudor, por lo
760
que la masa, al reemplazar al deudor, debe asumirlos. En efecto, el síndico realiza los
pagos (según lo dispuesto en el artículo 148 de la Ley de Quiebras) a los acreedores del
deudor fallido, sustituyendo a éste en el cumplimiento de de sus obligaciones.
Los que irrogue pues el pago de las deudas del fallido, son gastos de la masa
que gozan del privilegio establecido en el art. 443 del Código civil.
En la quiebra, el art. 134 de la Ley 154/69 le autoriza al síndico hacer todos los
gastos necesarios para la conservación de los bienes, acciones y derechos de la masa.
760 LLAMBÍAS, Jorge Joaquín, Tr. de derecho civil, Obligaciones, IIB, 256, Buenos Aires, 1975.
295
Se trata de una facultad amplia para celebrar los contratos y asumir todas las
obligaciones que sean menester para la conservación bienes, acciones y derechos de la
masa.
Quiere decir que todo lo que al respecto concierte el síndico, será una deuda de
la masa, con el sólo requisito de que sean indispensables para el aludido mantenimiento
de los bienes comunes y, comprendida, por lo tanto dentro de los privilegios reglados en
el art. 443 del Código civil.
La norma citada estatuye una regla general respecto de todos los contratos con
prestaciones recíprocas celebrados por el fallido antes de su quiebra y, que, al tiempo de
ser ésta declarada, tengan obligaciones pendientes.
El principio es que cualquier gestión que contribuyó para que la masa pueda ser
integrada, mantenida y conservada, debe retribuída. Cuando no ocurre esto, se producirá,
296
obviamente, un enriquecimiento sin causa de la misma, en los términos en que este
instituto se encuentra diseñado en la norma del art. 1817 del Código civil. 763
763Art. 1817 del Códgio civil: El que se enriquece sin causa en daño de otro está obligado, en la medida de su enriquecimiento,
a indemnizar al perjudicado la correlativa disminución de su patrimonio. Cuando el enriquecimiento consiste en la
adquisición de una cosa cierta, corresponderá la restitución en especie, si existe al tiempo de la demanda.
764 FASSI, Santiago C. y GEBHARDT, Marcelo, Concursos y quiebras, 471, Buenos Aires, 2001.
765 FASSI, ibidem, 471.
297
y en la necesidad de evitar –fundado en el enriquecimiento sin causa- que ciertos
acreedores se enriquezcan a expensas de aquellos que desembolsaron los fondos
necesarios para poner los bienes del deudor común en manos de la justicia. 766
Estos privilegios se encuentran previstos en la norma del art. 444 del Código 767
a) Los gastos funerarios del deudor realizados con moderación, así como los
de su cónyuge e hijos que viviesen con él;
298
La ventaja, que remonta a los primeros tiempos del derecho, se funda en
razones de humanidad y orden público, aunque cabe señalar que el criterio va perdiendo
la gravitación que tenía en otros tiempos. 768
Son los gastos que se efectúan para la curación del deudor enfermo, durante un
plazo de seis meses antes de su deceso.
Dado el texto de la ley, que no hace enumeración ni excepciones de ninguna
especie, debemos interpretar que son todos aquellos que han contribuído
Dentro de este rubro se comprenden los honorarios de los médicos y demás
profesionales de la salud que sean requeridos a tal objeto; gastos por medicamentos e
insumos diversos, los tratamientos y terapias especiales, traslado a sitios especiales por
sus condiciones climáticas (lugares secos, montañas, etc.) y permanencia en ellos y, todo
ello aplicado con el mismo criterio de razonabilidad.
Respecto del traslado a otros sitios especiales por sus condiciones climáticas
favorables para el deudor enfermo, la doctrina no es unánime, pues, se opina que los
gastos de un viaje de descanso recomendado por los medicos, no están revestidos del
privilegio
Este privilegio se hace extensivo al cónyuge y a los hijos que viven con el
deudor.
299
El privilegio al que se alude en este inciso tiene su antecedente en el Proyecto
de Código civil de la Comisión Nacional de Codificación, pues no se le menciona en el
Código argentino, y tampoco en los Anteproyectos DE GÁSPERI y BIBILONI, ni en el
Proyecto de reforma del Código civil argentino de 1936, que los engloban en el ítem de
los gastos funerarios.
Por obvias razones de conexidad, lo dispuesto en este inciso se vincula con lo
previsto en el inciso a) de este mismo artículo.
El privilegio, en este caso, alude a los gastos de inscripción de la defunción,
tasas y demás derechos municipales para la inhumación y entierro o, en su caso,
cremación, los de compra o adecuación del sitio de la sepultura, panteón o mausoleo. En
el inciso que estudiamos, se dice específicamente la erección de un sepulcro.
El monto de los gastos que se empleen en este caso, se encuentra precisamente
definido en la norma, de acuerdo con la importancia del caudal hereditario y,
específicamente limitado al diez por ciento del valor actualizado de los bienes del deudor
causante, al tiempo de realizarse el inventario en su sucesión.
Este privilegio se justifica si se tiene en cuenta que los ingresos por impuestos,
tasas y contribuciones constituyen los recursos con que el Estado cumple su gestión de
administrar el país: paga a sus funcionarios, implementa y mantiene los servicios
públicos, satisface las exigencias propias de sus relaciones internacionales, etc.
Esta norma, mediante su redacción amplia, comprende a los créditos por toda
clase de contribuciones que se adeuden al Estado.
El fundamento de este privilegio es por lo tanto obvio: la consecución de los
fines del Estado insume importantes gastos, que benefician a todos los habitantes y se
costean con los impuestos, siendo entonces la formación del tesoro fiscal indispensable
para que el poder público pueda realizar su gestión; de ahí que el código organícela
necesaria portección de la ley y que el crédito por impuestos tenga prioridad de cobro
respecto de otros acreedores, ya que lo contrario resultaría pernicioso para la
colectividad. 769
300
El precepto legal ha sido considerado comprensivo de toda clase de tributos
fiscales, sean propiamente impuestos, tasas o contribuciones de mejoras; estando en
cambio excluídos otros créditos del Estado distintos lato sensu de los impuestos, como
pueden ser, entre otros, las multas y los intereses punitorios por falta de pago de aquellos
tributos en su tiempo propio. 770
Este privilegio se encuentra reglado en la norma del art. 437 del Código civil, y
se ejerce según el orden de su enumeración, tal lo establece el art. 439 772
del mismo
código, mientras que los de igual categoría –según la misma denominación- se liquidan a
prorrata.
Este privilegio se ejercita sobre el producido de la venta de bienes muebles del
deudor, específicamente determinados.
La fuente de este artículo es el art. 234 de la Ley 154/69 de quiebras, el
Anteproyecto DE GÁSPERI (art. 3544). Éste, a su vez, la tuvo en el Proyecto de reforma
301
del Código civil argentino de 1936 (art. 778) que, por su parte, se inspiró en la redacción
del Anteproyecto de BIBILONI del art. 1278.
Los gastos de justicia poseen privilegio sobre la generalidad de los bienes del
deudor, tal lo vimos precedentemente, en cuyo caso se ejercen en procesos universales,
siempre que se han efectuado en el interés común de todos los acreedores del fallido o del
deudor fallecido.
Pero también funcionan revestidos de privilegio especial si tuvieron por objeto
solo una porción determinada del patrimonio del deudor.
Así, el privilegio que asiste a los gastos de justicia debe ser necesariamente
meritado en relación al espectro de acreedores que han beneficiado, pudiendo funcionar
como privilegio general si la utilidad es aprovechada por todos los acreedores, o como
especial, si la gestión es útil con respecto a uno o varios, en cuyo caso existe con relación
a éstos. De acuerdo a lo expuesto, el privilegio de los gastos de justicia siempre puede
oponerse a determinados acreedores a quienes estos han sido útiles. El principio no tiene
excepción y siempre son preferidos por lo menos a un acreedor a quien han beneficiado,
es decir, al cliente de quien los efectuó. 773
b) Los créditos del Estado y de las municipalidades por todo tributo, impuestos
y tasas, que graven los objetos existentes, retenidos o secuestrados en las aduanas, o
establecimientos del Estado o Municipio, o autorizados o vigilados por ellos por
derechos de importación, extracción o consumo, mientras sigan en poder del acreedor. Si
éste fuera desposeído de ellos contra su voluntad, se procederá como caso de prenda;
302
reconoce en el inc. 2º del art. 1278 de BIBILONI y el inc. 4º del art. 778 del Proyecto de
reforma del Código civil argentino de 1936.
BIBILONI informa haberse inspirado, respecto de este inciso, en el art. 49
inciso 1º, y párrafo final de la Ley alemana de concursos; artículo 48, inciso 1º de la Ley
austriaca de concursos; el artículo 1958 del Código italiano (de 1865). Este autor, dice, en
efecto: "Como se advierte, nuestras redacciones, incisos 2º y 3º, se ajustan a la doctrina
alemana, y si distinguimos de casos es, para dejar claro el pensamiento, pero sin
apartarnos de la doctrina: es siempre la detención prendaria de las cosas la causa
determinante de los privilegios especiales sobre cosas muebles".
Los bienes muebles de origen extranjero que sean ingresados al país, mediante
importaciones, están gravados por diversos impuestos aduaneros y tasas portuarias, los
cuales están revestidos de privilegio especial sobre esos bienes que son su asiento.
La condición para que funcione este privilegio es que los bienes se encuentren
retenidos en depósitos del Estado o de los municipios, o –en sitios semejantes- que estas
instituciones autoricen o vigilen.
La prenda confiere privilegio en los bienes muebles. El Estado no puede, ni
debe, ser constituído en situación diversa de los particulares. No hay privilegios
personales: la organización social económica, no lo consiente. 774
303
Así la Ley 3180/07, de Minería, define la explotación como el conjunto de
operaciones, trabajos y labores mineros destinados a la preparación y desarrollo de la
extracción de sustancias minerales su refinación y comercialización.
El art. 45 de la citada Ley de Minería establece el canón que debe al Estado el
concesionario de la explotación (extracción) minera.
En los arts. 42, 43, 44, 45 y 46 de la Ley 779/96 de Hidrocarburos, se
establecen los cánones y regalías que deben abonar al Estado los concesiones de la
explotación de hisdrocarburos y gas natural.
Quiere decir que para la invocación de este privilegio se requiere: a) que los
muebles se encuentren en poder del Estado (Aduanas y Puertos) o de los Municipios, en
sus depósitos y demás lugares habilitados con la finalidad de albergar a aquéllos y b) que
el dueño de tales bienes adeude por impuestos, tasas y demás tributos que, en general,
graven su importación, extracción o consumo.
Cuando se trata de cosas que han de abonar impuestos para disponerse su
entrega, el Estado puede exigir el pago previo de ellos, y así lo dispone la ley de
Warrants. Es, pues, preferente el impuesto sobre la prenda, porque el Estado tiene bajo su
poder efectivo las cosas. Y a la inversa, si por cualquier razón hubiera permitidola
extracción de ellas, habría hecho crédito, como lo hace el prendario en tales supuestos, y
con la pérdida de su poder sobre ellas, pierde, o debe perder, la preferencia que no se
apoya en la tenencia, o apoderamiento de los objetos, que los ha separado de la acción
autónoma del deudor. 775
Quiere decir que la regla general de la prenda, la del poder directo sobre las
cosas mientras están en poder del acreedor, se aplica al Fisco y municipalidades. Y los
prendarios sobre documentos, se someten a esa regla general. 776
304
El privilegio acordado al acreedor pignoraticio se extiende a las costas
judiciales por la intervención en el proceso de ejecución, a los intereses debido por el
año en curso a la fecha de la pignoración y por los del año anterior;
305
El privilegio que tiene el acreedor prendario se materializa sobre el precio de la
cosa dada en garantía, con preferencia a otros acreedores. Pueden aquél –de conformidad
con lo establecido en el art. 2303 del Código civil- y ante la falta de pago del crédito
778
considera nula la convención que autorice esa apropiación directa, antes de que el crédito
garantizado sea exigible.
778 Art. 2303 del Código civil: No efectuando el deudor el pago de la obligación y sus accesorios a su vencimiento, podrá el
acreedor pedir la venta en remate público de la cosa dada en prenda. El juez deberá oir previamente al deudor, y al tercero
propietario, en el caso de que la prenda se hubiere constituído por éste. Si el valor de la cosa no excediere de diez jornales
mínimos legales establecidos para trabajadores de actividades no especificadas de la capital, podrá el juez autorizar la venta
en privado. El acreedor podrá adquirir la cosa prendada por la compra en remate, o en venta privada autorizada, o por
adjudicación judicial, en caso de no existir postores.
779 Art. 2298 del Código civil: Es nula la convención hecha antes de la exigibilidad de la deuda, por la que el acreedor prendario
puede apropiarse la prenda aunque su valor sea menor que el crédito, o que permita disponer de ella fuera de los modos
establecidos por este Código. Serán igualmente nulos el pacto comisorio y la convención que prive al acreedor del derecho de
solicitar la venta de la cosa y la que impida al deudor oponer las excepciones de pago y falsedad extrínseca del título. El
dueño de la cosa puede convenir con el acreedor que le pertenecerá ella con la estimación que se haga al tiempo del
vencimiento de la deuda, pero no al tiempo de la celebración del contrato.
306
Esta prohibición, sin embargo, no cuenta si se conviene que la cosa dada en
prenda le pertenezca al acreedor pero con la estimación de su valor hecha al tiempo del
vencimiento de la deuda, pero no al tiempo de celebrarse el contrato de prenda.
Según lo autoriza expresamente la norma del art. 2313 del Código civil, se 780
puede constituir nueva prenda sobre el mismo objeto a favor de otro acreedor, a
condición de que éste obtenga la posesión de la cosa conjuntamente con el primero, o que
se ponga el objeto prendado en posesión de un tercero.
Recuérdese que la posesión de la cosa dada en garantía por parte del acreedor,
es esencial para la prenda común, que ella es con desplazamiento.
Al respecto de la prenda con pluralidad de acreedores, tiene prioridad el más
antiguo de ellos según el orden de su constitución y, si fueren de la misma fecha, se
dividirán el precio a prorrata, según se establece en el inciso c) del art. 437 del Código
civil.
así como a los conocimientos que se expiden al recibir mercaderías en un buque, según se
reglamenta en el Código de comercio (Libro 3º. Título VII). Se incluye en esta categoría
a las cartas de porte que se expiden en el contrato de transporte de cosas, conforme con lo
establecido en los arts. 926 y 927 del Código civil.
782 783
780 Art. 2313 del Código civil: No efectuando el deudor el pago de la obligación y sus accesorios a su vencimiento, podrá el
acreedor pedir la venta en remate público de la cosa dada en prenda. El juez deberá oir previamente al deudor, y al tercero
propietario, en el caso de que la prenda se hubiere constituído por éste. Si el valor de la cosa no excediere de diez jornales
mínimos legales establecidos para trabajadores de actividades no especificadas de la capital, podrá el juez autorizar la venta
en privado. El acreedor podrá adquirir la cosa prendada por la compra en remate, o en venta privada autorizada, o por
adjudicación judicial, en caso de no existir postores.
781 Art. 1268 del Código civil: Los propietarios de almacenes generales son responsables de la conservación de las mercaderías
depositadas a menos que prueben que la pérdida, disminución o avería proviniere de caso fortuito, de la naturaleza de las
mercaderías, o bien de vicios de ellas o del embalaje
782 Art. 926 del Código civil: En el transporte de cosas el remitente debe indicar con exactitud al porteador el nombre del
destinatario y el lugar de destino, la naturaleza, el peso, la cantidad y el número de las cosas que deben ser transportadas y
los demás datos necesarios para realizar el transporte. Si para la ejecución del transporte son necesarios documentos
especiales, el remitente debe entregarlos al porteador juntamente con las cosas que tienen que ser transportadas. Son de
cargo del remitente los daños que deriven de la omisión o de la inexactitud de las indicaciones o de la falta de entrega o
irregularidad de los documentos.
783 Art. 927 del Código civil: El remitente debe entregar al porteador una carta de porte con su firma, en la que deberá
consignar las indicaciones enunciadas en el artículo anterior y las condiciones convenidas para el transporte. A pedido del
remitente debe el portador entregarle un duplicado de la carta de porte con su firma o, en su defecto, un recibo de carga, con
307
O sea, el inciso en estudio alude, en general, a la entrega de documentos que
instrumentan diversas situaciones o formas de depósito y, éste, sabemos, supone un
depositario que reconoce en otro –el depositante- el dominio o la posesión sobre la cosa o
derechos que sean su objeto (arts. 1242 y 1268 del Código civil). 784
La prenda puede ser constituída sobre las cosas, no solamente por la tradición
efectiva en poder del prendario, sino además, por la entrega del instrumento por el cual
pueda exigirse la de las cosas o acreditar su afectación: conocimientos, warrants, etc. 785
Ese crédito preferente que tienen los almacenes generales –que prevalece sobre
el privilegio del prendario- se encuentra establecido en la norma del art. 10, primer
párrafo, de la Ley 215/70 de Almacenes generales: Los almacenes generales de depósito
tendrán privilegio especial sobre las mercaderías almacenadas en su depósito y pueden
negarse a la entrega de las mismas, mientras no se abone la retribución a que tiene
derecho.
las mismas indicaciones. Salvo disposiciones contrarias de la ley, el duplicado de dichos documentos puede ser librado con
la cláusula "a la orden".
784 Art. 1242 del Código civil: El contrato de depósito obliga al depositario a guardar y restituir la cosa que le hubiese sido
entregada.
785 BIBILONI, Juan Antonio, Art. 1278 inc. 3º del Anteproyecto de reformas al Código civil argentino, II, 334, Buenos Aires, 1929.
786 BIBILONI, op. cit. 337.
787 BIBILONI, en efecto, proyecta es inciso en los siguientes términos: …………..
308
El privilegio tiene efecto también en perjuicio de los terceros que tienen
derecho sobre las cosas, cuando el que hizo las prestaciones o los gastos haya procedido
de buena fe.
El acreedor puede retener la cosa sujeta a privilegio mientras no sea satisfecho
de su crédito y podrá venderla según las normas establecidas para la venta de la cosa
dada en prenda.
Este privilegio especial reconoce su origen remoto en el derecho romano , pero 789
Este privilegio especial puede ser opuesto también por el detentador de la cosa
ajena que hizo gastos para su conservación, en contra del dueño o del que tenga derecho a
ella, siempre que su posesión o tenencia sean de buena fe (segundo párrafo del inciso d)
del art. 437 del Código civil). No la tiene, evidentemente, el reducidor de una cosa
robada, que conocía la procedencia ilícita de la misma, conforme con los tipos penales
descriptos en los arts. 194 791
y 195 792
del Código Penal. En esta última disposición se
castiga con una pena al que con intención de obtener para sí o para otro una beneficio
patrimonio indebido, recibirá la posesión de una cosa obtenida mediante un hecho
antijurídico contra el patrimonio ajeno.
La disposición que estamos comentando, concuerda con lo dispuesto en el art.
2295 del Código civil, respecto del acreedor de la prenda civil: El acreedor que de buena
fe ha recibido del deudor o de un tercero un objeto del cual éstos no eran propietarios,
309
puede negar su entrega al verdadero propietario si no hubiere sido robado o perdido, o
si hubiere recibido el crédito de quien sólo estaba en posesión de él.
La cuestión tiene que ser referida a la primera parte de la misma norma citada,
que regla sobre la capacidad y legitimación del constituyente de la prenda civil,
facultándosele para ello al dueño de la cosa dada en garantía que goza de la capacidad de
disponer de sus bienes: Sólo puede constituir prenda el que dueño de la cosa, o acreedor
del crédito afectado, y goza de capacidad de disponer de sus bienes.
Las situaciones hasta aquí expuestas sobre el segundo párrafo del inciso d) del
art. 437 del Código, se explican al recordar el principio tradicional que se expresa
diciendo que la posesión de buena fe una cosa mueble equivale a título sobre ella, salvo
que sea robada o perdida. El principio alude, obviamente, a los bienes muebles no
registrables y así, desde luego, se establece en el último párrafo del art. 2058 del Código:
Esta disposición no se aplicará a las universalidades ni a los bienes que deben
registrarse por exigencia de la ley.
Dicho principio se encuentra consagrado en la norma del art. 2058 del Código
civil: Se adquiere la propiedad de cosas muebles por su posesión de buena fe, no siendo
robadas o perdidas. La buena fe debe existir al tiempo de la adquisición.
Otro tanto ocurre en la transmisión de la propiedad de cosas muebles por
contrato pues, de acuerdo con lo establecido en el art. 2063 la posesión constituye en
propietario al adquirente de buena fe, aunque la cosa no pertenezca al tradente, salvo el
caso de fuese robada o perdida.
En el tercer párrafo de este inciso d) del art. 437 del Código, se reconoce
privilegio especial a favor del acreedor que ejerce su derecho de retención sobre un
objeto mueble sometido a privilegio, conforme se regula ese derecho en el art. 1826 del
Código: El obligado a restituir una cosa podrá retenerla cuando le corresondiese un
crédito exigible en virtud de gastos efectuados en ella, o con motivo de daños causados
por dicha cosa. No tendrá esta facultad quien poseyere la cosa por razón de un acto
ilícito. Este derecho podrá invocarse respecto de cosas muebles no robadas ni perdidas,
si mediase buena fe.
Quiere decir, según dicho tercer párrafo del inciso d), que el retenedor de buena
fe tiene reconocido un privilegio especial sobre el mueble que detenta legítimamente y
que prevalece sobre, el también especial, de otros acreedores. Lo cual se explica
perfectamente, si atiende a la norma del primer párrafo del art. 1827 del mismo Código:
Aquel que retenga con derecho una cosa y fuere demandado por la devolución de ella,
310
sólo deberá restituirla cuando el demandante efectúe la contraprestación a que estuviera
obligado, oa afianzare su cumplimiento.
En la oración final de este tercer párrafo del inciso d) del artículo 437, se
faculta al acreedor que ejerce su derecho de retención para proceder, en caso de
incumplimiento, a la venta de la cosa retenida, de acuerdo con las reglas respectivas de la
prenda, a las que aludimos al estudiar el anterior inciso de este mismo artículo (venta en
subasta pública, como reglar general, y en determinados casos mediante venta privada, o
por adjudicación judicial, directa.
Este inciso reconoce como antecedentes al inciso 5º del art. 234 de la Ley
154/69 de Quiebras, al Anteproyecto DE GÁSPERI (art. 3544, inciso 6º), el Proyecto de
reforma del Código civil argentino de 1936 (art. 778 inc. 7º), el Anteproyecto de
BIBILONI (art. 1278 inciso 7º), el Código civil italiano (art. 2757) y el Código civil
argentino (arts. 3888, 3911 y 3912). Pero la norma del inciso que estamos comentando,
tiene una redacción original y propia de la Comisión Nacional de Codificación, inciso e)
del art. 437, compuesta de elementos tomados de los antecedentes mencionados.
Este privilegio especial puede ser invocado por los que suministraron semillas,
materias fertilizantes, plaguicidas, agua para riego, trabajo para el cultivo y la
recolección, siendo su asiento los frutos obtenidos con tales inversiones, siempre que
permanezcan en poder del deudor o en depósito público.
Respecto de las semillas, el privilegio debe entenderse concedido a favor del
titular de un crédito consistente en el precio de las semillas vendidas o suministradas o de
un crédito derivado de un préstamo en especie de las propias semillas. 793
311
consiguiente, extenderse más allá ni ser aplicado a otras cosechas anteriores o
posteriores. 794
Este inciso e) concluye estableciendo que al respecto del privilegio especial que
consagra, se aplican las disposiciones del segundo y tercer apartado del inciso d)
precedente. O sea, de este privilegio gozan quien hizo los mencionados suministros a un
tercero, a quien de buena fe creía dueño del emprendimiento agrícola, tanto como el
acreedor que retiene legítimamente los frutos cosechados.
f) Los créditos del Estado por los tributos indirectos tienen privilegio sobre los
muebles a los cuales los tributos se refieren.
Este inciso fue propuesto en el art. 234 inciso 6º de la Ley 154/69 de Quiebras,
en el Anteproyecto DE GÁSPERI que tuvo por fuente al art. 2758 del Código italiano, y 796
312
excluídos los de carácter personal que se presten en relación de dependencia y c) la
importación de bienes.
del Código argentino, equivalentes a los arts. 1263 y 1264 del Código paraguayo).
800 801 802
ingreso de divisas.
313
Por eso es que este privilegio tiene su asiento en el producido de todos los
efectos que el huésped haya introducido en el hotel o posada, aún cuando no le
pertenezcan; en este caso el posadero debe ser de buena fe para conservar su privilegio;
buena fe que consiste en ignorar que dichos efectos fueran robados o perdidos al tiempo
de ser ingresados a su establecimiento.
El ejercicio de este privilegio se encuentra condicionado al hecho de que los
efectos introducidos por el viajero, se encuentren aún en el establecimiento al tiempo en
que aquél se ejercite, que es el requisito común para esta clase privilegios sobre
determinados muebles.
Este privilegio lo tiene el posadero, o sea la persona que profesionalmente da
alojamiento a otros, que puede ser alojamiento solo o alojamiento y suministros
habituales: alimentos, bebidas, etcétera. Por lo tanto, si no reviste el carácter de posadero,
no funciona el privilegio; así, en el caso de un restaurante al que una persona tenga el
hábito de concurrir, el crédito del propietario de esa casa donde se sirva comida no goza
de este privilegio, porque no se trata de un lugar donde se le brinda alojamiento. 804
El privilegio del posadero es semejante al que tiene el locador sobre los efectos
introducidos por el inquilino en el inmueble arrendado, conforme señalan algunos
autores. 807
804 MOISSET DE ESPANÉS, Luis, Curso de obligaciones, II, 196, Buenos Aires, 2004.
805 LLAMBÍAS, op. cit., 730.
806 LLAMBÍAS, op. cit., 730.
807 LLAMBÍAS, op. cit., 728.
314
Este privilegio se ejerce sólo cuando los efectos ingresados por el huésped,
permanezcan en el hotel, cuyo dueño carece de facultad reipersecutoria una vez que
aquellos hubieren salido del establecimiento, dado que éste es un derecho excepcional y
que, como tal, debe estar expreso en la ley, de acuerdo con el principio restrictivo que
rigen en todo lo atingente a los privilegios.
La norma del inciso que estamos comentando, tiene como antecedentes al
inciso 7º del art. 234 de la Ley 154/69 de Quiebras, al art. 3544 inciso 8º del
Anteproyecto DE GÁSPERI , art. 778 inciso 5º del Proyecto de reforma del Código civil
808
argentino de 1936 , art. 1278 inciso 5º del Anteproyecto de BIBILONI , art. 3886 del
809 810
Código civil argentino y, principalmente a la del art. 2760 del Código civil italiano.
811 812
Sin embargo, es bueno advertir que el llamado privilegio del posadero fue
inicialmente tratado en el Código francés (art. 2102, inciso 5º ) que lo tomó el art. 175 de 813
la Costumbre de París.
Vélez para el Código argentino, respecto de este privilegio, tuvo en
consideración la norma del art. 2474 inc. 1º del Código civil chileno, inspirado éste en la
ley belga de concursos de 1851, comentada por el jurista MARTOU. 814
Los antecedentes de este inciso son el oinciso 8º del art. 234 de la Ley 154/69
de Quiebras, el Anteproyecto DE GÁSPERI (art. 3544 inciso 9º), el Anteproyecto
BIBILONI (art. 1278, inciso 6º), el Proyecto de reforma del Código civil argentino de
1936 (art. 778 inc. 6º), el Código civil argentino (art. 3887), el Código civil italiano (art.
2761) y el Código civil francés (art. 2102 inciso 6º).
El codificador argentino denomina a este privilegio como del acarreador , 815
315
ley belga de concursos de 1851, reconociendo además la influencia del jurista
MOURLON.
El contrato de transporte se encuentra legislado en el Código civil, en el libro
tercero, título segundo. El art. 922 lo define en los siguientes términos: Por el contrato de
transportee el porteador se obliga, mediante una retribución en dinero, a trasladar
personas o cosas de un lugar a otro.
Este privilegio es de antigua raigambre pues ya se lo conocía en el derecho
romano, del que se transmitió a los antiguos derechos francés y español.
816
que le obliga al que explota el servicio de transporte de personas o de cosas, a aceptar los
pedidos de transporte que sean compatibles con los medios ordinarios de la empresa. De
modo que es razonable que se reconozca privilegio a un crédito que se originó en
circunstancias impuestas al porteador por la ley. Esta norma destaca, igualmente, el
carácter de servicio público que tiene el transporte.
En el inciso analizado, no se hacen distinciones, por lo que el privilegio alcanza
al crédito del transportador habitual como al del accidental.
El privilegio del transportador subsiste, según este inciso, hasta entrega de lo
transportado y durante los quince días que sigan a la entrega.
De aquí se sigue que, en principio, el privilegio dura todo el tiempo que perdure
la tenencia del acarreador sobre los efectos trasnportados; plazo que puede ser bastante
316
largo cuando aquél no se desprende de las cosas, sino las deposita a su nombre en el lugar
de destino, a falta de reclamo del consignatario. 818
Depende de la posesión de las cosas, porque se trata de una garantía que el que
efectúa el servicio, tiene, de hecho, en los bienes transportados, y su derecho de retención
le permite considerarlos como asegurando su crédito. Es el fundamento general del
privilegio del prendario. 819
Y, sin embargo, existe una razón grave para prolongar la subsistencia del
privilegio. Es ésta: hay que efectuar la entrega de los muebles transportados, en las
mismas condiciones de cantidad y estado en que se recibieron. Hay, pues, que verificarlo,
y esto en el acto de al entrega, que cuasa la desposesión. Se comprende, además, que no
se reclame el pago instantáneo: las consideraciones más elementales explican cierta
tolerancia. 820
317
Consecuentemente, el segundo párrafo del art. 899 establece que hasta el pago
de los gastos y la pertinente retribución, el mandatario podrá retener los bienes y valores
del mandante que se hallaren en su poder. Bienes y valores recibidos de su mandante, o
por el mandatario para entregar al mandante.
El asiento de este privilegio se encuentra precisamente en esos bienes o valores
que se encuentre en poder del mandatario y que pertenezcan al mandante o, bienes o
valores sobre los que éste último tuviera alguna clase de derecho.
j) Los créditos derivados del depósito a favor del depositario tienen igualmente
privilegios sobre las cosas que detenta por efecto del depósito;
Este privilegio tiene por antecedentes art. 234 inciso 10º de la Ley 154/69 de
Quiebras, el Anteproyecto DE GÁSPERI (art. 3544 inciso 11º) y al Código civil italiano
(art. 2761, tercer párrafo). No se encuentra en el Proyecto de reforma del Código civil
argentino de 1936, y tampoco en su fuente habitual, el Anteproyecto de BIBILONI.
El contrato de depósito está reglado en el Libro tercero del Código civil que, en
sus normas, establece los derechos y obligaciones respectivos de depositante y
depositario.
El artículo 1254 del Código, establece: El depositario tiene el derecho de
retener la cosa depositada, hasta el pago íntegro de lo que se le deba por razón del
depósito.
Si bien el depósito se presume gratuíto (art. 1243 del Código), no se aplica la
824
Código).
En el art. 1245 se previene que si el depósito es remunerado, el depositario
responderá por su dolo o culpa, incluso.
Según el art. 1254, el depositario tiene derecho a retener la cosa depositada,
hasta que se le pague todo lo que se le adeuda por razón del depósito, pero no por otra
causa extraña.
318
El inciso que estamos estudiando, aparte de la seguridad que para el depositario
resulta del derecho de retención de la cosa depositada, le añade este privilegio especial
que prevalece sobre el derecho de crédito que otros acreedores pudieran tener sobre las
cosas entregadas en depósito.
Entonces, el depositario –por razón del depósito- es acreedor de la retribución
convenida o la que esté tarifada, y por lo invertido para solventar los gastos de
conservación de la cosa de propiedad del depositante. Estos son los créditos del
depositario, revestidos de privilegio especial sobre las cosas depositadas en su poder, que
prevalecen sobre los créditos de otros acreedores del depositante.
Este privilegio tiene por antecedentes al inciso 11º del art. 234 de la Ley 154/69
de Quiebras, el Anteproyecto DE GÁSPERI (art. 3544 inciso 12º), el Proyecto de reforma
del Código civil argentino de 1936 (art. 778 inciso 9º), el Anteproyecto BIBILONI (art.
1278 inc. 8º), y el Código civil argentino (art. 3897).
El derecho romano no lo contemplaba, y tampoco en el derecho posterior,
porque el propietario depositante tenía siempre la acción reivindicatoria para recuperar
sus bienes muebles que hubieran sido dispuestos o enajenados por el depositario.
Pero, al consagrarse en los códigos modernos el principio de que la posesión de
cosas muebles vale título (art. 2058 del Código civil), se hizo necesario este privilegio
826
para preservar los derechos del dueño-depositario, dado que -por regla- el dueño de la
cosa mueble no la puede reivindicar de un poseedor de buena fe.
El depósito es un contrato reglado en detalle en el Código civil (Libro tercero,
título II, capítulo XIII). En su artículo 1242 se establece que el contrato de depósito
827
obliga al depositario a guardar y restituir la cosa que le hubiese sido entregada. En el art.
1245 se prescribe que el depositario debe obrar de buena fe y poner en la guarda de la
cosa depositada la misma diligencia que en la custodia de la cosa propia. En el art. 1250,
se le impone al depositario los deberes de guardar la cosa depositada con igual diligencia
que las suyas y se restituir al depositante la misma cosa entregada con sus accesorios.
319
El art. 1251 del Código, preceptua: Los herederos del depositario que hubiesen
vendido de buena fe la cosa mueble cuyo depósito ignoraban, sólo están obligados a
devolver el precio que hubieren recibido. Si la cosa no ha sido pagada todavía, el
depositante se subroga en el derecho de los enajenantes.
La situación contemplada en el inciso que estamos estudiando, es la del abuso
que se consuma por parte del depositario o sus herederos, al vender la cosa que le fuera
confiada por el depositante.
Por el hecho de la enajenación, nace para el depositante un crédito en concepto
de daños y perjuicios contra el depositario enajenante, o sus herederos. Si no se pagó aún
el precio por parte del adquirente, el depositante burlado tiene un derecho de preferencia
sobre esa suma aún adeudada. Es una situación, entonces, de subrogación real.
Este privilegio especial funciona en los casos de enajenación a título oneroso,
pues si fuera a título gratuíto, el depositante puede ejercer plenamente su acción
reivindicatoria del mueble de su propiedad.
El privilegio se opone a los acreedores del depositario enajenante que es el
titular del crédito por el precio, pese a no haber sido dueño de la cosa. La norma se aplica
sólo en el caso de depósito regular, en el que el depositario debe devolver la misma cosa
entregada. 828
320
del inmueble, el locador podrá embargarlas, dentro del término de treinta días, sin
perjuicio de los derechos adquiridos por terceros de buena fe;
La redacción de este inciso tuvo por fuente al inciso 12º del art. 234 de la Ley
154/69 de Quiebras, el inciso 14º del art. 3544 del Anteproyecto DE GÁSPERI, el art.
778 inc. 8º del Proyecto de Reforma del Código civil argentino de 1936, el art. 1278 inc.
8º del Anteproyecto BIBILONI, el art. 2764 del Código civil italiano, los arts. 3883 y
3884 del Código civil argentino.
Para el derecho romano, este privilegio reconoce su fundamento en la prenda
tácita, pues el locatario introduce sus muebles en la cosa locada, entendiendo que los está
dando al locador en garantía de la deuda que se originare a su favor en concepto de precio
del arrendamiento. Esta posición es criticada porque plantea lo que no es sino la voluntad
presunto del inquilino, la que no cabe suponer había su consecuencia de constituir un
gravoso desprendimiento de su dominio. 830
830 LLAMBÍAS, op. cit., 703; MAYNZ C., t. I, nº 244; AUBRY Y RAU, t. III, nº 261, p. 138; PLANIOL, RIPERT Y BECQUÉ, t. XII, nº 142, p.
144; SALVAT R., t. II, nº 2902.
831 LLAMBÍAS, op. cit., 705.
321
Cuando hubo sublocación, en los términos previstos en la norma del art. 830 832
del Código civil –es decir, fundamentalmente, cuando ella no estuviere prohibida en el
contrato- los derechos del locador primitivo sobre los efectos introducidos por el
833
locatario, se extiende a los muebles que haga ingresar en el precio el sublocatario. Asi lo
dispone el art. 835 del Código civil: Los derechos y privilegios del locador sobre las
cosas introducidas en el predio, se extiende a las que lo fueren por el subarrendatario,
pero sólo hasta donde alcanzaren las obligaciones que incumben a éste. Por su parte, el
sublocador gozará por el precio del subarriendo, de los derechos y privilegios del
834
322
locatario tiene instalada una casa de préstamos prendarios en el predio arrendado, o un
taller de reparación de autómoviles y afines, en el que los clientes entregan sus unidades,
etc.).
Al establecer la norma que no son asiento de este privilegio las cosas que se
encuentren sólo accidentalmente y deban ser retiradas del inmueble locado, nos está
diciendo que los muebles afectados son aquellos introducidos con carácter de
permanencia.
Las mercaderías, no obstante, que tiene el inquilino en su tienda o depósito
instalados en el predio arrendado, se consideran permanentes porque el locador las tuvo
en cuenta como garantía del pago de los alquileres al formalizar el contrato respectivo. Y,
porque además, forman un conjunto que se mantiene relativamente igual y estable, por el
incesante juego de la venta y consiguiente reposición del stock.
En cuanto al dinero existente en el inmueble locado, se lo considera que no está
afectado al privilegio, por entender que se encuentra allí sólo accidentalmente, dado que
lo propio y corriente es que se encuentren depositados en bancos o cajas que funcionan
para tal efecto.
Los títulos de crédito están también excluidos de este privilegio, porque se
tratan de instrumentos que constatan derechos personales sin vinculación con la finca
locada en que se encuentren depositados.
Están afectadas, reiteramos, todas las cosas muebles que se encuentren en el
predio arrendado, incluso las ajenas, a condición que no sean robadas o perdidas, con lo
que se reitera la presunción de titularidad que se engendra a partir de la posesión de
buena fe de las cosas muebles, cuya regla se consagra en la norma del art. 2058 del
Código civil.
El conocimiento que interesa para el caso, es aquel que tenga el locador sobre
el ingreso del mueble al predio arrendado, al tiempo en que ello se produzca.
Dicho conocimiento puede ser expreso, si el locatario comunica al locador
sobre el carácter de la tenencia de los muebles depositados en el inmueble arrendado y,
tácito, cuando la naturaleza de la tenencia de los muebles de que se trate, surja de la
profesión o comercio ejercido por el inquilino.
Por encima de la regla que estable que el privilegio inmobiliario se efectiviza
sobre los bienes del deudor hasta tanto permanezcan en su poder, el del locador goza del
particular derecho de persecución (jus persequendi) para embargar las cosas muebles que
son su asiento, por treinta días después que salir de la finca que fuera locada.
323
Entonces, aunque limitado en el tiempo, este privilegio del locador tiene
semejanza al que se reconoce al acreedor prendario.
Lógicamente, no se trata de una recuperación para obtener la posesión de la
cosa sacada del inmueble, sino para hacer posible el ejercicio del privilegio: ello
autorizaría al locador, para evitar la reiteración de nuevos episodios similares, a solicitar
el embargo y aun el secuestro de las cosas de que se trate, si su crédito no fuese exigible
todavía, p. ej., si el locatario está al día en cuanto a los alquileres. 835
Este inciso tiene por fuente al art.234 inc. 13º de la Ley 154/69 de Quiebras, al
Anteproyecto DE GÁSPERI (art. 3544 inciso 15º) que, a su vez, se inspiró en el art. 778
inciso 10º del Proyecto de reforma del Código civil argentino de 1936, en el inciso 10º
del art. 1278 del Anteproyecto de BIBILONI y el art. 2767 del Código civil italiano.
BIBILONI, por su parte, agrega que, con relación a su inciso 10º, también
fueron fuentes suyas el art. 60 de la ley federal suiza de 1908, el art. 157 de la ley
alemana de concursos de 1908, el art. 2102, inciso 7º del Código civil francés, según la
modificación por ley de 1913, los informes de Mr. Darras y Capitan sobre el proyecto de
la ley de seguros de 1905 y 1906 respectivamente en el Bulletin de la societé d' études
legislatives.
El seguro de responsabilidad civil es una de sus especies particulares, que se
encuentra reglada en el parágrafo XI del capítulo XXIV de la sección V del Libro III
título II del Código civil.
El seguro de responsabilidad civil está definido en la norma del art. 1644 del
Código civil: Por el seguro de responsabilidad civil, el asegurador se obliga a
indemnizar, por el asegurado, cuando este llegue a deber a un tercero en razón de la
324
responsabilidad prevista en el contrato, a consecuencia de un hecho acaecido en el plazo
convenido.
Según un concepto generalizado, en el seguro de responsabilidad civil, el
asegurador se obliga a mantener indemne al asegurado de cuanto este debiera pagar a un
tercero por efecto de una responsabilidad civil prevista en el contrato, y que deriva de un
hecho ocurrido durante el plazo estipulado. 836
836 BULLÓ, Emilio H., El derecho de seguros y de otros negocios vinculados, II, 282, Buenos Aires, 2001.
837 BULLÓ, op. cit., 362.
838 BULLO, op. cit., 475.
325
introduce en el efecto de cosa juzgada que la sentencia tendrá contra el asegurador citado
en garantía, único caso que admite la ejecución a su respecto. 839
La demanda indemnizatoria debe ser interpuesta ante el juez del lugar del
hecho dañoso, o del domicilio del asegurador, conforme con el mismo art. 1652, lo cual
importa una excepción a la regla ordinaria de la competencia en materia de acciones
personales (art. 17 del Código de Organización Judicial), en cuanto establece que éstas se
planteen ante el juez del lugar del cumplimiento de la obligación o, a falta de éste, a
elección del demandante, el del lugar del contrato o del domicilio del deudor o
demandado.
Tanto el damnificado como el asegurado, están facultados para realizar la
citación en garantía al asegurador, según establece en la norma del aludido artículo 1652
del Código civil.
Citado en garantía el asegurador y, habiendo tenido en consecuencia la
aoportunidad de ejercer ampliamente su defensa en la demanda resarcitoria promovida
por la víctima del suceso dañoso, la sentencia dictada en este proceso hara cosa juzgada a
su respecto, y será –por supuesto- ejecutable contra él, en la medida del seguro otorgado.
El crédito del damnificado y el privilegio que se le reconoce en las normas
comentadas, se harán efectivos sobre el importe de la cobertura del seguro de
326
responsabilidad civil, siempre que el importe de aquél y sus accesorios respectivos sea
menor o igual a la de ésta. El importe del crédito pagado por el aseturador a la víctima del
hecho dañoso, será así el tope de la obligación del asegurador hacia su asegurado.
En la aludida demanda resacitoria, tanto como en la ejecución de la sentencia
pronunciada en ella, el asegurador tiene vedado oponer excepciones nacidas después del
siniestro o hecho dañoso.
Esta prima técnica que, como queda dicho, es el precio asimismo técnico del
costo previsto del riesgo individual asumido, no es el precio definitivo que debe pagar el
tomador de un contrato, pues a dicho concepto hay que añadirle otros componentes que,
en definitiva, configuran la llamada prima comercial, o sea el precio real de "venta" del
seguro, que se conoce como premio. Esos componentes que transforman la prima pura o
técnica en premio son, en general, de dos orígenes: uno está constituido por la tributación
directa o indirecta que bajo la forma de impuestos o tasas corresponde incluir en el
precio. Otro, representa el costo comercial del asegurador, que incluye comisiones de
adquisición del contrato, gastos de explotación empresarios y también la ganancia
esperada. 843
327
El asiento de este privilegio es la prima que la aseguradora en quiebra debe
devolver.
La obligación de devolver la prima, a la que se alude en este caso, no se halla
explícita en las disposiciones vigentes de nuestro ordenamiento, puesto que el art. 48 de
la Ley 827/95 de Seguros, excluye la facultad de solicitar la convocatoria o quiebra de la
empresa aseguradora, tanto por parte de ella como de los terceros.
La misma disposición establece que en los casos de insolvencia de la empresa
aseguradora, previstos en el Código civil y en la Ley de Quiebras o, en situaciones
semejantes según criterio de la autoridad de control (Superintendencia de Seguros), lo
que corresponde es su liquidación su forzosa.
Cuando se suscite la insolvencia de la empresa aseguradora, la
Superintendencia la comunicará al Juez competente para la quiebras, y éste –por su parte-
designará a uno o varios liquidadores, elegido entre los funcionarios de dicha autoridad
de control.
En estas disposiciones referentes a la liquidación forzosa de la empresa de
seguros, no se contempla –de modo expreso, por lo menos- la obligación de devolver las
primas. El art. 53 de esta ley dispone a cambio, que en la quiebra o liquidación de una
empresa aseguradora que en su cartera tenga contratos de seguros cuyas obligaciones
consistan en el pago de prestaciones periódicas futuras ya reconocidas o que se
reconozcan, el liquidador las pueda pagar, sin necesidad de verificación previa.
En las normas del Código civil, referentes al seguro, sólo la del art. 1594 alude
a la devolución de primas por parte del asegurador, en el supuesto de siniestro parcial, y
en tal caso, cuando éste –el asegurador- opte por rescindir el contrato de seguro.
En conclusión, el privilegio instituido en este inciso, es inaplicable por no
existir norma vigente alguna que imponga la obligación de devolver las primas en los
casos de insolvencia del asegurador.
El privilegio no grava los muebles con tanta energía como los inmuebles.
Si se trata de estos últimos, el carácter eminente de la carga que los grava, es de
seguirlos por cualesquiera transmisiones que pasen. La duración de la posesión por el
deudor, es al contrario, la medida general de la eficacia del privilegio sobre los
muebles. El principio de que, en cuanto a muebles, la posesión vale por título, impide
328
que el acreedor privilegiado los persiga en las manos de un tercer tenedor, con sólo
las excepciones expresas en las leyes. 844
La fuente del art. 438 del Código civil es el art. 235 de la Ley de Quiebras
154/69. Los privilegios previstos en dicha norma son:
844 MARTOU, Edouard, Des privilèges et hypothèques ou commentaire de la loi du 16 decembre 1851 sur la revisión de regime hipothecaire,
II, 19, No. 311, Bruxelles-Paris, deuxieme tirage, 1863; VELEZ SARSFIELD, Dalmacio, Nota al art. 3878 del Código civil argentino.
329
Remediando el confuso panorama que reinaba en el Código argentino,
como derivación de esa misma e idéntica situación del Código francés, nuestro
Código posee reglas bastante claras sobre el orden de los privilegios.
1. Así, en el art. 435 del Código civil, se establece: "Los créditos con
privilegio especial prevalecen sobre los créditos con privilegio general". De este
modo, se consagra una primera regla sustancial relacionada con la principal
clasificación de los privilegios, generales y especiales, determinando la prevalencia
de los segundos respectos de los primeros.
2. Respecto de los privilegios especiales, sobre muebles o inmuebles
determinados, se ejercen, entre sí, en el orden de su numeración. Los de la misma
categoría o numeración, se liquidarán a prorrata. Es lo que se preceptúa en el art. 439
del Código civil: "Los créditos privilegiados que concurran sobre muebles o
inmuebles determinados se ejercerán en el orden de su numeración. Los de igual
categoría se liquidarán a prorrata".
330
El embargo crea, de tal modo, una suerte de preferencia de pago frente a
embargantes posteriores, salvo que el deudor esté concursado. La declaración en
concurso provoca la extinción de los embargos. 845
331
Se encuentran reglados en el título XVI del Libro tercero del Código de
Comercio, referente al derecho de la navegación (arts. 1368 a 1378).
Los denominados privilegios marítimos se clasifican en créditos
privilegiados sobre las cosas cargadas (arts. 1373/1374), créditos privilegiados sobre
el flete (art. 1375) y créditos privilegiados sobre el buque (arts. 1376 a 1378).
Ahora bien, determinados créditos gozan de privilegio tanto sobre la carga,
como sobre el flete y el buque. Ello son los gastos de justicia hechos en el interés
común de los acreedores, los gastos, indemnizaciones y salarios de asistencia y
salvamento debido por el último viaje, las sumas debidas por contribución en las
averías comunes y, por último, las sumas de capital e intereses debidos cuando le
falten fondos al buque que se encuentra en viaje.
Los privilegios marítimos tienen la singular característica de que dentro de
un mismo rango u orden de preferencia, prevalecen los créditos posteriores sobre los
anteriores.
Es que, viniendo los créditos contraídos posteriormente y durante la
expedición, a llenar las necesidades del viaje, concurren a que éste termine
felizmente, que es el interés de todos y son, entonces, a modo de gastos de
conservación. Así lo establece el art. 1371 del Código de Comercio.
849 850
332
El art. 869 del Código de Comercio, sienta una regla que singulariza a los
créditos marítimos: Ningún buque puede ser detenido ni embargado, a no ser en el
puerto de su matrícula, por crédito que no sea privilegiado.
Si los intereses de la navegación, en cuanto ella necesita del crédito, han
llevado al régimen especialde los privilegios que hemos examinado, esos mismos
intereses, en la medida en que pueden éstos verse comprometidos por la detención y
embargo de los buques, han determinado la existencia, en todas las legislaciones, de
reglas de excepción a ese respecto. 853
El art. 1373 del Código de Comercio establece que son privilegiados sobre la
carga embarcada, y concurrirán sobre su precio en el orden que están enumerados en el
mismo, los siguientes créditos:
1º Los gastos de justicia hechos en el interés común de los acreedores;
2º Los gastos, indemnizaciones y salarios de asistencia y salvamentos debidos
por el último viaje;
3º Los derechos de aduana debidos por las mismas cosas en el lugar de
descarga;
4º Los gastos de transporte y los de carga;
5º El alquiler de los depósitos de las cosas descargadas;
6º Las sumas debidas por contribución en las averías comunes;
7º Los préstamos a la gruesa y los premios del seguro;
8º Las sumas del capital y los intereses debidos por las obligaciones contraídas
por el capitán sobre la carga, en los casos de gastos hechos por el capitán durante la
travesía, cuando careciese de fondos.
Estos privilegios, según el art. 1374 del Código de Comercio, se perderán si la
acción no fuere ejercida dentro de los quince días de terminada la descarga y antes que
las cosas cargadas hayan pasado a manos de tercero.
853 MALAGARRIGA, Carlos C., Tratado elemental de derecho comercial, III, 219, Buenos Aires, 1952.
333
la nave, en los términos del convenio diseñado en la norma del art. 1018 del Código de 854
Comercio.
El concepto del flete, se explica en el inciso 6º del art. 1020 855
del mismo
Código de Comercio, como el precio que ha de pagarse por el convenio de fletamento.
Este privilegio se extingue con el pago del flete, salvo –excepcionalmente- el
que accede a los salarios de la tripulación del buque, cuando se revoca el viaje luego de
haber salido del puerto de su matrícula; privilegio que –en tal caso- se extiende por seis
meses desde la revocación, según la dispuesto en los arts. 998 y 1375 , último párrafo,
856 857
334
Según el art. 1376 del Código de Comercio, el asiento de este privilegio
marítimo es el buque propiamente dicho como sus partes, estando en poder del deudor e
incluso en el de un tercer poseedor.
Conforme se dispone en el art. 1378 del Código de Comercio, los privilegios
858
de los acreedores sobre el buque se extinguen tanto por los modos generales de extinción
de las obligaciones (capítulo IV del libro segundo del Código civil) comolos
específicamente previstos en dicha norma, a saber:
1º Por la venta judicial del buque, hecha a instancia de los acreedores o por otra
causa, en la forma establecida, y
2º Por la expiración del plazo de tres meses, en el caso de enajenación
voluntaria.
Dicho plazo de tres meses mencionado en el último numeral, corres desde la
fecha de la inscripción del acto de enajenación si el buque se encuentr al tiempo de la
inscripción en la circunscripción marítima del puerto de la matrícula.
El cómputo de dicho plazo se suspende si el buque se encuentra fuera la
circunscripción de su puerto de matrícula, y se lo cuenta desde la fecha de su vuelta a la
mencionada circunscripción, si la inscripción se hubiera hecho después que el buque
partiera, y contal que la enajenación se notifique dentro del mes de la fecha de inscripción
a los acreedores privilegiados, cuyos títulos se encuentren inscriptos y anotados en el acto
de nacionalidad o sean conocidos del enajenante o del adquirente.
En todos los casos, la enajenación se hará conocer del público en general,
mediante la publicación correspondiente de veinte días consecutivos en dos diarios
locales por lomenos, de los que tengan mayor circulación, y empezará a hacerse dentro
del mes de la fecha de la inscripción susodicha.
Tratándose de buques cuyo porte no exceda de diez metros cúbicos, bastará que
la publicación se haga en un solo diario.
Son, según el art. 1377 del Código de Comercio, privilegios sobre el buque,
que concurrirán sobre su precio, en el orden de la siguiente enumeración, los siguientes
créditos:
1º Los gastos de justicia hechos en le interés común de los acreedores;
2º Los gastos, indemnizaciones y salarios de asistencia y salvamento, debidos
por el último viaje;
3º Los impuestos de navegación establecidos por las leyes;
335
4º Los salarios de prácticos, de guardianes, y los gastos de guarda del buque
después de su entrada al puerto;
5º El alquiler de los depósitos de los aparejos y otros accesorios del buque;
6º Los gastos de conservación del buque y sus accesorios después de su último
viaje y entrada al puerto;
7º Los salarios, emolumentos é indemnizaciones debidas, en conformidad á las
disposiciones del presente Libro, al capitán y demás individuos de la tripulación por el
último viaje;
8º Las sumas debidas por contribución en las averías comunes;
9º Las sumas del capital é intereses debidos por las obligaciones contraídas por
el capitán para las necesidades del buque, en los casos previstos en el art. 947 con las
solemnidades debidas;
10º Las cantidades tomadas á la gruesa sobre el casco del buque y aparejos,
para los pertrechos, armamento y apresto, si el contrato ha sido celebrado y firmado antes
que el buque saliera del puerto donde tales obligaciones se contrajeron; y los premios del
seguro con sus accesorios por el último viaje, sea el seguro por viaje ó por tiempo
limitado, y en cuanto á los vapores que hacen periódicamente sus viajes y están
asegurados por tiempo limitado, los premios correspondientes á los seis últimos meses y
además, en las sociedades de seguros mutuos, las reparticiones ó contribuciones por los
seis últimos meses;
11º Las indemnizaciones debidas á los cargadores y pasajeros por falta de
entrega de las cosas cargadas ó por averías de éstas, sufridas por delito ó culpa del capitán
ó de la tripulación en el último viaje;
12º Las deudas provenientes de la construcción del buque;
13º El precio de la última adquisición del buque con los intereses debidos desde
los dos últimos años.
336
Este privilegio se traslada, en efecto, de pleno derecho, a los importes que
sustituyen a la aeronave, sea por indemnización, precio o cualquier otro concepto que
permita la subrogación real, conforme se establece en el art. 31 de la ley citada. Se trata
de los que se conoce como subrogación real, que también se produce en caso de
destrucci´n o inutilización del bien objeto del privilegio, en cuyo el mismo será ejercitado
sobre los materiales o efectos recuperados o sobre el valor que se obtenga de ellos (art. 32
de la Ley 1860/02).
El asiento de este privilegio es, repetimos, la aeronave, tanto como sus motores,
partes componentes e, incluso, la indemnización del seguro.
El privilegio alcanza, excepcionalmente, a la carga y el flete en los casos en que
éstos se beneficiaron directamente con los gastos provenientes de la búsqueda, asistencia
y salvamento de la aeronave.
Este privilegio tiene preferencia sobre cualquier otro, sea especial o general,
salvo los reconocidos a favor del Estado (impuestos, tasas, tributos aduaneros, etc.), y de
los trabajadores, según el art. 29 de la referida ley.
Es condición expresa en el art. 30 que, para ejercer este privilegio, debe ser el
mismo previamente inscripto en el Registro Aeronáutico Nacional, dentro del plazo de
tres meses contados a partir del término de las operaciones, actos o servicios que
originara el crédito respectivo.
Los créditos revestidos del privilegio aeronáutico son los siguientes:
a) Los créditos o gastos causídicos hechos en interés del acreedor hipotecario.
Según el art. 39 de la Ley 1860/02 de "Código aeronáutico" son susceptibles de
ser hipotecadas la aeronave, en todo o en parte, los motores y las que se encuentren en
construcción cuyos proyectos hayan sido aprobados. A este último respecto, debe tenerse
en cuenta que el art. 8º de la misma ley establece que: A los efectos de la aplicación de
las disposiciones de este Código, se considerará aeronave a toda construcción, máquina
o aparato capaz de transportar personas o cosas, que puedasustentarse en el espacio
aéreo sin conexión material conla superficie terrestre.
En este inciso se establece que el privilegio del acreedor hipotecario se extiende
a los gastos causídicos hechos para efectivizar el crédito del mismo, comprendiendo, en
consecuencia, los honorarios del abogado de dicho acreedor, y todo otro desembolso
hecho en el proceso ejecutivo para su respectivo cobro. Esta excepción resulta
excepcional, puesto que los privilegios, ordinariamente, se limitan sólo al capital
337
adeudado. Esta extensión es, sin embargo, la regla en materia de hipoteca y prenda, según
estudiamos más arriba,
b) Los gastos extraordinarios indispensables para su conservación, durante el
proceso.
Se refiere, en este inciso, a aquellos desembolsos imprescindibles para el
mantenimiento de la aeronave embargada pues, según el art. 52 de la Ley 1869/02, el
embargo trae aparejada su inmovilización cuando éste lo dispone expresamente, en virtud
de una ejecución de sentencia, un crédito acordado para la realización del viaje y aun la
aeronave esté lista para partir, un crédito del vendedor de la aeronave por incumplimiento
del contrato de compraventa; créditos por derechos de utilización de aeronaves, de los
servicios accesorios o de los servicios complementarios de la aeronavegación y una
sentencia o medida cautelar dictada por tribunales extranjeros por incumplimiento de un
contrato de locación o de financiación de aeronaves omotores, cuando se ellas se basen en
un contrato que contemple la prórroga de jurisdicción, según los términos del art. 52 de la
citada ley de aeronáutica.
En tal caso, entonces, cuando se inmovilizara la aeronave, puede requerir de
gastos para su conservación y mantenimiento y, a ellos, precisamente, alude este inciso
que, por tal motivo, le reviste del privilegio aeronáutico que estamos estudiando.
c) Los créditos por derecho de utilización de aeródromos, servicios
complementarios a la navegación aérea, tarifas o tasas, multas e impuestos dewrivds
delas operaciones aéres, por su orden, limitándose al período de un año anterior a la
fecha del reclamo del privilegio.
Gozan, igualmente, de este privilegio aeronáutico todos los créditos que se
generen para la operación de una aeronave: utilización de las intalacciones y diversos
recintos de los aeropuertos y aeródromos de todas clases y categorías, de propiedad
estatal o de terceros, servicios de radar, de operaciones para despegue y aterrizaje de las
mismas, arrendamiento por utilización de hangares y depósitos de las aeronaves, créditos
por servicios técnicos a la aeronave para su reparación y mantenimiento.
Se comprenden, asimismo, en este privilegio, a las deudas por tarifas o tasas
por las diversa operaciones aéreas y servicios auxiliares, tales como los servicios de
tránsito aéreo (art. 78 de la Ley 1860/02), de control, radiocomunicaciones aeronáuticas,
sistemas satelitales, balizamiento de búsqueda, asistencia y salvamento de aeronaves,
servicios de radar, información meteorológica, servicios de apoyo y facilidades, tanto
como los demás que sean necesarios para la seguridad y eficacia de la navegación aérea
(art. 79, ley citada).
338
d) Los créditos provenientes de la búsqueda, asistencia y salvamenteo de
aeronaves;
Los gastos que se efectúen para la búsqueda –situación y lugar que se
encuentra una aeronave- cuando no se tenga noticias de ella, gozan de privilegio
aeronáutico, conforme se preceptúa en el art. 284 del Código aeronáutico.
A este respecto, se establece expresamente en la norma del art. 291 de este
Código: Los explotadores de las aeronaves que hayan prestado asistencia a otra o que
hayan colaborado en la búsqueda o salvado a alguna persona, tendrán derecho a ser
retribuidos o indemnizador por los gastos y daños emergentes de la operación producida
como consecuencia directa de ésta. Las retribuciones o indemnizaciones estarán a cargo
del explotador de la aeronave socorrida y no podrán exceder en conjunto el valor que
tenía la aeronave, antes de producirse el hecho.
Respecto del salvamento, se prescribe en el art. 292 del Código Aeronáutico:
Los explotadores de las aeronaves que hayan salvado bienes tendrán derecho a una
remuneración que será pagada teniendo en cuenta los riesgos corridos, los gastos y
averías sufridas por el salvador, las dificultades del salvamento, el peligro al que estuvo
expuesto el socorrido y el valor de los bienes salvados.
Según el segundo párrafo de dicho art. 284, se entiende por asistencia, el
auxilio o ayuda que una aeronave presta a otra que se encuentra en situación de peligro,
con el propósito de evitar un siniestro.
Se considera salvamento la acción dirigida a rescatar o socorrer a personas o
cosas que se encuentran a bordo de una aeronave accidentada.
La dirección y organización de la búsqueda, asistencia y salvamento, estarán a
cargo del ente público de aeronáutica civil el que, para tal finalidad, se halla legalmente
autorizado para requerir a los explotadores –sean éstos personas físicas o jurídicas- la
prestación de la ayuda que sea necesaria, en materia de recursos humanos, o de sus
sistemas de comunicación, tanto como el de sus comandantes de aeronaves.
Agrega el art. 290 del Código Aeronáutico, que serán responsables del
cumplimiento de los deberesde socorro, además del comandante de la aeronave, el
propietario, el explotyador, el locatario o el fletador de una eronave que fuesen requeridos
para ello.
339
La empresa o compañía de transportes por vía aérea tiene privilegio sobre la
carga transportada, por el valor del transporte. En el art. 38 de la Ley 1860/02 se
previene que su inscripción no es obligatoria.
Este privilegio caduca si la acción de la transportadora no se ejercita dentro de
los sesenta días de la descarga o, cuando –por cualquier motivo- la carga haya pasado
legítimamente a manos de terceros. Este plazo de caducidad se computa desde el
momento en que concluya la operación de descarga.
859 CABANELLAS DE TORRES, Guillermo, Compendio de derecho laboral, I, 812, Buenos Aires, 1992; CAPITANT y CUCHE, Cours de
législation industrielle, 256/257, París, 1921.
860 CABANELLAS, op. cit., 813.
340
insolvencia, concurso, quiebra, embargo, sucesión u otros similares, el síndico, el
administrador judicial, depositario o ejecutor testamentario, una vez verificados dichos
créditos, estará obligados a pagarlos dentro de los 30 (treinta) días siguientes al
reconocimiento formal que hiciere la autoridad competente de dichos créditos, o en el
momento que haya fondos, si al vencimiento del mencionado plazo no los hubiese".
Esta disposición coincide casi totalmente con la del art. 154 de la Ley 154/69
de la Ley de Quiebras: "El síndico, con autorización del juez, estará obligado a pagar a
los trabajadores sus créditos devengados total o parcialmente en los seis últimos meses
anteriores a la declaración de quiebra, y las indemnizaciones en dinero, a que tengan
derecho a la terminación de sus contratos de trabajo. Efectuará dichos pagos dentro de
los treinta días siguientes a la verificación de dichos créditos en el concurso, o en el
momento en que haya fondos, si al vencimiento del mencionado plazo no los hubieren".
341
LECCIÓN XII
EL FRAUDE PAULIANO
BIBLIOGRAFIA ESPECIAL: ALBALADEJO, Manuel, Instituciones del derecho civil, I, Parte general y
derecho de obligaciones, Barcelona, 1960; ARAUZ CASTEX, Manuel, Derecho civil, Parte general, II, Buenos
Aires, 1974; BORDA, Guillermo A., Tr. de derecho civil, Parte general, II, Buenos Aires, 1955; BREBBIA,
Roberto H., Hechos y actos jurídicos, Buenos Aires, 1979; CIFUENTES, Santos, Negocio jurídico, Buenos
Aires 1986; DE GÁSPERI, Luis, Anteproyecto de Código civil, Asunción, 1964; GARIBOTTO, Juan Carlos,
Teoría general del acto jurídico, 179, Buenos Aires, 1991; KASER, Max, Derecho privado romano, Madrid,
1982; MOSSET ITURRASPE, Jorge, Negocios simulados, fraudulentos y fiduciarios, II, Buenos Aires 1975;
ZANNONI, Eduardo A., Ineficacia y nulidad de los actos jurídicos, Buenos Aires, 1986.-
238. Concepto
Del latín "fraus", "fraudis", que equivale a engaño que produce o prepara
un daño.
En este capítulo nos interesa estudiar al fraude como causa de revocación
del acto jurídico perjudicial.
Se trata de uno de los vicios del acto jurídico, juntamente con la
simulación y la lesión.
Difiere del error, el dolo y la violencia, que son -como hemos visto- vicios
de la voluntad, es decir de uno solo de los elementos del acto jurídico.
Se tiene por acto fraudulento un acto jurídico real de enajenación de
bienes o de renuncia al derecho de adquirirlos, realizado a sabiendas de que causa o
agrava la insolvencia del agente en perjuicio de sus acreedores. Fraude es el vicio de
que adolece el acto 861
861
ARAUZ CASTEX, Manuel, Derecho civil, parte general, tomo II, pág. 407
342
Se entiende por fraude el acto ilícito cometido sin engaños mediante el
cual se pretende eludir una prohibición legal o causar un daño a terceros, realizando
un acto jurídico real, en principio lícito, que le sirve de cobertura. 862
Es también acertado definir al fraude como un vicio del acto jurídico que
vulnera el principio de la buena fe al causar el deudor –por medio de dicho acto- su
propia insolvencia o, agravándola, con el propósito de sustraer su patrimonio de la
acción de los acreedores que intenten efectivizar sus créditos.
El fraude es la provocación o agravación de su insolvencia, mediante actos
u omisiones del deudor, en perjuicio de sus acreedores, sustrayendo bienes de su
patrimonio 864
862
BREBBIA, Roberto H., Hechos y actos jurídicos, II, 846
863
MOSSET ITURRASPE, Jorge, Negocios simulados, fraudulentos y fiduciarios, Tomo II, págs. 121/122, Bs. As. 1975.-
864
GARIBOTTO, Juan Carlos, Teoría general del acto jurídico, pág. 238
343
La naturaleza jurídica del fraude es la de consistir el mismo en un vicio del
acto jurídico, lesivo de la buena fe negocial.
El carácter de vicio que se le atribuye al fraude se deriva de la
circunstancia de que al consumarse se vulnera el principio moral y jurídico de que el
patrimonio del deudor es la prenda común de sus acreedores.
Habrá, entonces, fraude cuando el deudor, eventualmente en connivencia
con terceros, celebre actos que lo empobrezcan, disminuyendo su patrimonio,
provocando su insolvencia o agravándola.
Se sostiene que el fraude, en verdad, es un concepto genérico, que
comprende el que se consuma en perjuicio de los acreedores, pero no se limita al
mismo.
Pero, como se anticipó, y aunque se está aquí ante un supuesto específico
de fraude, la noción no puede –ni debe circunscribirse a él. Por el contrario, existen
múltiples casos de fraude que escapan al fraude en perjuicio de los acreedores
quirografarios y que, a la postre, introducen a éste en la teoría general del acto
jurídico. 866
240. Caracteres
865
CIFUENTES, Santos, Negocio jurídico, 547.
866
ZANNONI, Eduardo A., Ineficacia y nulidad de los actos jurídicos, 411/12.
344
Es la que se otorga a los acreedores perjudicados por los actos
fraudulentos de sus deudores, con la finalidad de que tales actos les sean
inoponibles.
La acción pauliana, también conocida como acción revocatoria, tiene por
finalidad suprimir los efectos perjudiciales del acto fraudulento, haciéndolo
inoponible al acreedor que la ejercita, de prosperar su ejercicio, permitiéndole
ejecutar su crédito sobre el bien que fuera objeto del acto reputado fraudulento, y a
través de cuyo mecanismo el deudor lo había excluido de su patrimonio. 867
867
ALBALADEJO, Manuel, Instituciones del derecho civil, I, 592.
868
ZANNONI, Eduardo A., Ineficacia y nulidad de los actos jurídicos, 416.
869 MESSINEO, op. cit., IV, 52.
870
Art. 207 del Código Procesal Civil: Las contiendas judiciales que no tengan establecido un procedimiento especial, se tramitarán conforme a
las normas del proceso de conocimiento ordinario.
871
Art. 316 del Código civil: Obtenida la revocación, el acreedor puede promover contra el tercero las acciones ejecutivas o conservatorias
respecto de los bienes que constituyen el objeto del acto revocado. El cómplice del fraude debe devolverlos con todos sus frutos como poseedor de
mala fe.
345
Nuestro codificador, en la nota al art. 961 (semejante al art. 311 del
Código civil paraguayo), señala el carácter personal de esta acción, la cual, indica,
no tiene por objeto hacer reconocer un derecho de propiedad a favor de quien la
ejerce ni a favor del deudor, sino salvar el obstáculo que constituye la enajenación de
los bienes a favor de un tercero. 872
se limitarán a lo que sea necesario para satisfacer el interés del acreedor que
demandó, agregando que cesarán dichos efectos, si el adquirente paga la deuda del
acreedor defraudado, u otorga garantía para el caso de que el patrimonio de aquel no
fuera suficiente para satisfacer el interés en cuestión, es decir, el del acreedor
demandante. Todo lo cual, por cierto, no se concilia con las consecuencias normales
propias de la nulidad.
872
CIFUENTES, Santos, Negocio jurídico, 557.
873
Art. 315 del Código civil: La revocación será pronunciada exclusivamente en interés del acreedor que la pidió, y hasta el importe de su crédito.
Cesará la acción del acreedor si el tercero efectuare el pago o constituyese garantía para el caso de ser insuficiente el patrimonio del deudor.
346
Justiniano fusiona la in integrum restitutio y el interdicto en una acción
única, la cual en un pasaje de Paulo (D.22,I, 38,4) es llamado actio pauliana. Con
esta acción entronca la moderna anulación promovida por los acreedores. 874
874
KASER, Max, Derecho romano privado, 57.
875
Art. 312 del Código civil: Serán igualmente revocables los actos onerosos practicados por el deudor insolvente, cuando la insolvencia fuera
notoria, o hubiese fundado motivo para ser conocida del otro contratante, y el crédito en virtud del cual se intenta sea anterior al acto fraudulento.
Si por virtud del acto se tratare de eludir la responsabilidad derivada de la comisión de un delito penal, no hará falta que el crédito sea anterior a
dicho acto.
876
MOSSET ITURRASPE, Jorge, Negocios simulados fraudulentos y fiduciarios, II, 194.
877
CIFUENTES, Santos, Negocio jurídico, 558.
347
Y, consecuentemente, dicho perjuicio será la consecuencia de la
impotencia patrimonial del deudor a propósito de satisfacer una determinada
acreencia que lo grava.
La insolvencia, en rigor técnico, surgirá de la circunstancia de que el
pasivo sea superior al activo del patrimonio del deudor.
La insolvencia se presenta como una situación deficitaria en sentido
contable. El activo contabilizado o valor en cuenta de los bienes y derechos es
inferior al pasivo o conjunto de deudas. 878
878 DIEZ-PICAZO, Luis, Fundamentos del derecho civil patrimonial, II, 748, Madrid, 1996.
879 DIEZ-PICAZO, ibidem,
880
MOSSET, op. cit., II, 168
348
El pedido de convocatoria de acreedores por parte de un deudor, y la
declaración de quiebra, hacen presumir su insolvencia, de acuerdo con lo que se
establece en los arts. 1º .y 12 de la Ley de quiebras No. 154/69.
881 882
del Código argentino, que resolvía la cuestión a favor del criterio objetivo. A pesar
de ello, entendemos que es el que resulta más recomendable en cuanto al propósito
conservatorio del crédito que tiene la acción revocatoria, y porque además, en la
generalidad de los casos, no es creíble, en términos de razonabilidad, que un deudor
desconozca las consecuencias de sus actos de disposición.
881
Art. 1o de la Ley de quiebras No. 154/69: La declaración de quiebra presupone el estado de insolvencia del deudor. El estado de insolvencia se
manifiesta por uno o más incumplimientos u otros hechos exteriores que a criterio del juez demuestren la impotencia patrimonial para cumplir
regularmente las deudas a su vencimiento, sin consideración al carácter de las mismas.
882
Art. 12º de la Ley de quiebras No. 154/69: “…La presentación de la solicitud del deudor prevista en el articulo 9º bastará para considerar como
producida la insolvencia…”
883
Ar. 969 del Código civil argentino: El ánimo del deudor de defraudar a sus acreedores por actos que les sean perjudiciales, se presume por su
estado de insolvencia. La complicidad del tercero en el fraude del deudor, se presume también si en el momento de tratar con él conocía su estado
de insolvencia.
349
delito, se trate de eludir la responsabilidad civil emergente de la comisión de un
ilícito del derecho criminal, según la norma del segundo párrafo del art. 312 885 del
Código civil.
Sabemos que todo delito penal hace nacer, a favor de la víctima, un
crédito en concepto de responsabilidad civil, vale decir, en concepto de
indemnización por los daños causados a la misma, derivados, repetimos de dicha
ilicitud, según la norma general del art. 1833 del Código civil: el que comete un acto
ilícito queda obligado a resarcir el daño, y sus concordantes, entre ellos el art.
1865. 886
Sin embargo, el art. 963 (equivalente al art. 312 del Código civil
paraguayo) deja a salvo el caso en que el autor de un delito, antes de cometerlo, y
para sustraerse a las consecuencias de la responsabilidad emergente de él, haya
884
CIFUENTES, op. cit., 560.
885
Art. 312 del Código civil: Si por virtud del acto se tratare de eludir la responsabilidad derivada de la comisión de un delito penal, no hará falta
que el crédito sea anterior a dicho acto.
886
Art. 1865 Código civil: La acción civil para el resarcimiento del daño causado por un acto ilícito podrá ejercerse independientemente de la
acción penal. Si ésta la hubiere precedido, o fuere intentada pendiente aquella, no se dictará sentencia en el juicio civil mientras no fuere
pronunciada en lo criminal, salvo en los siguientes casos: a) si el encausado hubiere fallecido antes de dictarse el fallo penal, la acción civil podrá
ser iniciada continuada contra sus herederos; b) si el proceso penal estuviese paralizado por ausencia o enfermedad mental del encausado. Puede
también promoverse o proseguirse la acción civil contra los sucesores universales de los autores y copartícipes del delito, conforme a lo dispuesto
sobre la aceptación de las herencias con beneficio de inventario. La acción civil puede ser ejercida por la víctima o por sus herederos forzosos.
887
BORDA. Guillermo M., Parte general, II, 311.
350
enajenado bienes de su patrimonio quedando en la insolvencia. Para ese supuesto lo
damnificados por el delito, es decir los que tienen derecho a ser indemnizados por los
daños y perjuicios que aquél les ha irrogado, pueden ejercer la acción revocatoria.
Acción revocatoria que afectará literalmente, enajenaciones del deudor anteriores a la
fecha del crédito, pero que se impone en razón de la deliberada conducta del autor
del delito que, al planearlo, sustrajo los bienes de su patrimonio para escapar a la
responsabilidad por daños. 888
- que produzcan
1. Actos la insolvencia del
deudor
Actos a título gratuito - o agraven
Actos a título oneroso 2. Fecha del título del acreedor anterior al acto
3. Mala fe
888
ZANNONI, op. cit. 426.
889
Art. 313 del código civil: Si el deudor renunciare derechos, aunque no fueren irrevocablemente adquiridos, con lo que pudo mejorar el estado
de su fortuna o impedir la disminución de ella, podrá el acreedor obtener la revocación de dicha renuncia y ejercer los derechos y acciones
renunciados
890
Art. 314 del Código civil: También procederá la revocación cuando el deudor constituyere derechos reales de garantía sobre sus bienes en
perjuicio de sus acreedores.
351
inherentes a las personas, como la acción civil por el agravio moral, causado por las
injurias y la difamación, del art. 1099 del C. argentino, y la revocación por causa de
ingratitud del donatario del art. 1858 de ese cuerpo legal, no están sujetos a la acción
revocatoria de los acreedores, porque no son bienes afectados al pago de las
deudas. 891
891
DE GÁSPERI, Luis, Anteproyecto de Código civil, nota al art. 576.
892
DE GÁSPERI, op. cit. nota mencionada, 179.
352
LA SIMULACIÓN
BIBLIOGRAFIA ESPECIAL: ACUÑA ANZORENA, Arturo, Grados de ineficacia del acto simulado y necesidad de declaración de simulación,
JA, 47-381; ACUÑA ANZORENA, A., La simulación de los actos jurídicos, 14; ANDRIOLI, Vittorio, Contradichiarazione, en Nuevo Digesto
Italiano, No. 2, en CÁMARA, Buenos Aires 1958; ARAUZ CASTEX, Manuel, Derecho civil. Parte general, Buenos Aires, 1968; AUBRY y
RAU, Cours de droit civil francais. D’après l’ouvrage allemand de C.S. Zachariae, Strasbourg París 1839; BETTI, Emilio, Teoría general del
negocio jurídico, Madrid 1959; BIBILONI, Juan Antonio, Reformas al Código civil argentino, I, Buenos Aires 1929; BOFFI BOGGERO, Luis
María, Tratado de las obligaciones, II, Buenos Aires 1973; CÁMARA, Héctor, Simulación en los actos jurídicos, Buenos Aires 1958;
CARNELUTTI, Sistema del derecho procesal civil, I, Buenos Aires 1944; CIFUENTES, Santos, Negocio jurídico, 511, Buenos Aires 1986;
COLMO, Alfredo, Obligaciones, sus votos en JA, 8-294 y 12-91; COVIELLO, Nicolás, Manuale di dirito civile italiano, 426; DE GASPERI,
Luis, Tratado de las obligaciones, I, Buenos Aires, 1945; DEMOLOMBE, Charles, Cours du Code Civil, III, París 1879; Digesto., 1.44, t.7;
FERRARA, Francesco, La simulación de los negocios jurídicos, Madrid 1953; FERRARA, Francisco, La simulación de los negocios jurídicos,
Madrid 1926; GALGANO, Francesco, El negocio jurídico, Valencia 1992; GARIBOTTO, Teoría General del Acto Jurídico, Buenos Aires, 1991;
LAFAILLE, Héctor, Apuntes de Derecho civil, II, pág. 228; LLAMBIAS, Jorge Joaquín, Tratado de derecho civil. Parte general, II, Buenos
Aires, 2003; LLAMBÍAS. Jorge Joaquín, Estudio de la reforma del código civil Ley 17.711, JA, 65, Buenos Aires 1969; LLERENA, Baldomero,
Concordancias y comentarios del Código Civil argentino, III, Buenos Aires, 1989; MACHADO, José O., Exposición y comentarios del Código
civil argentino, Buenos Aires, 1915; MESSINEO, Francesco, Manual de derecho civil y comercial, II, Buenos Aires, 1979; MOSSET
ITURRASPE, Jorge, Negocios simulados, fraudulentos y fiduciarios, II, Buenos Aires 1975; MULLER, Enrique C., en BUERES-HIGTON,
Código civil comentado, 2B, Buenos Aires 1998; SALVAT, Obligaciones, núm. 2517, pág. 1036; ZANNONI, Eduardo A., Ineficacia y nulidad
de los actos jurídicos, 355, Buenos Aires 1986.-
248. Generalidades
La naturaleza jurídica tradicionalmente atribuida a la simulación, es la de
consistir en un vicio del acto jurídico. Esta naturaleza que se le atribuye no es exacta
ni prolija, puesto que no toda simulación debe ser traducida en términos de un vicio o
defecto o, de una conducta jurídicamente reprochable.
Ello es así porque -ciertamente- en la realidad de la vida, se realizan actos
fingidos o simulados que están totalmente despojados de un propósito ilícito o de la
intención de consumar un hecho contrario a la ley o, que perjudique los intereses de
terceros. Es, ciertamente, muy frecuente simular actos jurídicos por muy diversos
motivos, que nada tienen de ilícitos o antijurídicos.
Por eso es que se señala muy lúcidamente que: a veces la simulación no tiene
nada de reprensible y hasta suele ser una manifestación de pudor, de auténtica
modestia. 893
353
249. Concepto de simulación
El art. 955 del derogado Código de Vélez describía las situaciones por medio
de las que podía exteriorizarse la simulación sin dar un concepto que permitiera
definir, en términos abstractos a la simulación. 894
893
BORDA, Guillermo A., Tratado de Derecho civil argentino, Parte General II, Bs. As. 1955, pág. 282.-
894
Art. 955 Código civil argentino: “La simulación tiene lugar cuando se encubre el carácter jurídico de un acto bajo la apariencia de otro, o
cuando el acto contiene cláusulas que no son sinceras, o fechas que no son verdaderas, o cuando por él se constituyen o trasmiten derechos a
personas interpuestas, que no son aquellas para quienes en realidad se constituyen o trasmiten”.-
895
GALGANO, El negocio jurídico, 335, Valencia 1992.
896
COVIELLO, op. cit., 402.
897
BETTI, Emilio, Teoría general del negocio jurídico, 297, Madrid 1959.
898
FERRARA, Francisco, La simulación de los negocios jurídicos, 74, Madrid 1926.
354
intención y libertad, plenos. La voluntad, sin embargo, no fue la de celebrar un
negocio sincero sino la de aparentarlo.
De este modo se patentiza que en la simulación no se consuma un vicio de
consentimiento sino, en los casos de simulación ilícita, un vicio del acto jurídico. En
otros términos, no media defecto en los elementos internos de la voluntad, sino un
defecto del acto jurídico, integralmente considerado.
Es importante, entonces, destacar que intrínsecamente la simulación nada
tiene de reprochable, por naturaleza.
Puede, no obstante, constituir un vicio o defecto cuando por medio de ella se
persigue la finalidad de engañar a otros para perjudicarlos o, cuando configura un
acto ilícito, prohibido por la ley.
En el primer supuesto, cuando se formaliza una venta aparente para fingir una
insolvencia que impida que los acreedores quirografarios liquiden el bien, ejecutando
sus créditos contra el deudor propietario de aquel, quien es –además- el aparente
vendedor.
En el segundo, cuando, por ejemplo, se expresa en un contrato de servicio la
prestación de una actividad lícita (mucama, empleada doméstica, etc.) la cual, sin
embargo, en verdad lo es para ejecutar conductas penalmente reprochables y
punibles (trata de blancas, prostitución, etc.).
Hay simulación toda vez que exista una disconformidad intencional entre la
voluntad y su declaración, acordada entre las partes con el fin de engañar a
terceros. 899
Acto simulado es aquel que tiene una apariencia distinta a la realidad. 900
899
ACUÑA ANZORENA, A., La simulación de los actos jurídicos, p. 14
900
BORDA, Guillermo, Tr. de derecho civil, P. gral. II, p. 283
901
ARAUX CASTEX, Manuel, Derecho civil, P. gral. II, p. 389
355
En su primera etapa histórica el derecho romano –el quiritario- se encontraba
rígidamente sujeto al cumplimiento de las formas del acto. Consecuentemente, para
la validez del mismo, no era esencial determinar la verdadera intención de los sujetos
que lo otorgaban, pues era suficiente que la forma fuera observada.
En tal situación no se planteaba el problema de la discordancia de la
verdadera intención con lo exteriormente manifestado. De tal modo, la simulación
resultaba legal, pues –de hecho- surgía del sistema de derecho, en ese entonces,
vigente, que reconocía validez al acto aparente, sin importar el auténtico querer de
los contratantes.
Ese sistema que se adhería exclusivamente a la formalidad material del acto,
valorando sólo la solemnidad, se humaniza y espiritualiza gradualmente, con lo que
aparecen los primeros actos simulados, es decir, cuando se relaja el rigorismo
instrumental.
La doctrina del acto simulado se forma, en un proceso lento, a partir de la
actividad jurídico-judicial del pretor, paralelamente con la irrupción de los
denominados contratos consensuales, que otorgaban preeminencia a la voluntad por
sobre la mera manifestación en lo concerniente a la formación y a los efectos del
acuerdo de voluntades.
En esa etapa incipiente de la formulación de la teoría del acto simulado, éste
no era concebido como motivo de nulidad, salvo que mediara un fraude a la ley. Esa
evolución desemboca al preconizarse que la verdad real debía prevalecer sobre lo
escrito, y en virtud de ello sólo vale lo que realmente se hace y no lo que se simula.
El jurista romano MODESTINO, en el Digesto al tratar de las ventas
ficticias, dice contractus imaginarii iuris vinculum non obtinent, cum fies facti
simulator, non intercedente veritate. 902
902
Digesto., 1.44, t.7.
903
Ley 46, Dig. de locat conducti, I, t.II; ley 10, Dig. de acquir., l. 42, t.2.
904
CÁMARA, op. cit., 68
356
la verdad debía prevalecer sin que la oscureciera la ficción, el acto fingido no debía
tener eficacia alguna”. 905
Los efectos de la nulidad por simulación absoluta, entre los romanos, eran
singularmente intensos y graves, pues lo producían sin respetar a los terceros, aunque
fueran de buena fe, y hubieran adquirido onerosamente.
905
CÁMARA, op. cit. 67: FERRARA, Francesco, La simulación de los negocios jurídicos, 156, Madrid 1953.
357
La declaración de voluntad carente de seriedad es considerada nula en el
Código civil alemán, cuyo art. 118 expresa: “Una declaración de voluntad no
pensada seriamente que es emitida en la esperanza de que la falta de seriedad no será
desconocida, es nula”.
c) También hay semejanza entre la simulación y los negocios denominados
indirectos, entre los que se incluyen los fiduciarios e, incluso fraudulentos.
Los negocios que se conocen como indirectos no son simulados sino reales,
pero ésta –la realidad- está revestida de una apariencia distinta a la ostensible. El
negocio fiduciario constituye en la actualidad un contrato típico o nominado,
perfectamente legal y reglado, por las disposiciones de la Ley 921/96, DE LOS
NEGOCIOS FIDUCIARIOS, cuyo art. 1º enuncia el concepto de esa clase de
negocios. 906
906
Art. 1º Ley Nº 921/96: Concepto de negocio fiduciario. “Por el negocio fiduciario una persona llamada fiduciante, fideicomitente o
constituyente, entrega a otra, llamada fiduciario, uno o más bienes especificados, transfiriéndole o no la propiedad de los mismos, con el propósito
de que ésta los administre o enajene y cumpla con ellos una determinada finalidad, bien sea en provecho de aquella misma o de un tercero llamado
fideicomisario o beneficiario. El negocio fiduciario que conlleve la transferencia de la propiedad de los bienes fideicomitidos se denominará
fideicomiso; en caso contrario, se denominará encargo fiduciario. El negocio fiduciario por ningún motivo podrá servir de instrumento para
realizar actos o contratos que no pueda celebrar directamente el fideicomitente de acuerdo con la ley”.-
358
e) La simulación tiene similitud también con el error.
Pero la diferencia capital entre el error y la simulación está en lo deliberado
de la disconformidad entre la declaración del querer y el querer mismo. El que yerra,
enseña FERRARA, dice lo que no quiere, sin advertirlo y sin la intención de producir
en otro una falsa representación de su querer, al paso que el que simula dice
deliberadamente lo que no quiere, con la conciencia de lo que hace y la intención de
engañar a los demás. 908
voluntario, y además lícito, que se otorga con el fin de engendrar relaciones jurídicas.
2º) Debe mediar un convenio simulatorio entre las partes que celebraron el
acto, en el sentido de acordar aparentar un acto distinto de lo verdadero o, que en
verdad, no existe realmente.
El otro requisito exigido por la doctrina es el “concierto de las partes” para
emitir una declaración deliberadamente divergente de lo realmente querido. No
mediando este acuerdo, no habría simulación, porque si es una sola de las partes la
que lo quiere, habría reserva mental, figura que tienen analogías con el dolo y con la
broma. 910
3º) Debe tener la finalidad de engañar a terceros. Este engaño, sin embargo,
no necesariamente debe tener la connotación maliciosa o perversa que
ordinariamente se le atribuye a dicho vocablo. Pero, para que haya simulación debe,
por medio del acto respectivo, haber un engaño o fingimiento de la realidad, sin que
éste sea necesariamente malicioso.
Caracteres
de la debe mediar un acuerdo simulatorio
Simulación
907
COVIELLO, op. cit., 403.
908
DE GÁSPERI, Luis, Tr. de derecho civil, Obligaciones, I, 452.
909
Art. 277: Los actos voluntarios previstos en este Código son los que ejecutados con discernimiento, intención y libertad determinan una
adquisición, modificación o extinción de derechos. Los que no reuniesen tales requisitos, no producirán por sí efecto alguno.
910
DE GÁSPERI, op. cit., 453.
359
253. Objeto de la simulación
En términos generales, la simulación es admitida en toda clase de actos. Sólo
excepcionalmente no está permitido respecto de algunos determinados:
a) como los que pertenecen al derecho público, puesto que al intervenir en
ellos la autoridad administrativa que lo hace ejercitando funciones legalmente
regladas, no cabe su formalización mediante engaños o ficciones;
360
acto realizado no fue más que una exteriorización formal, despojada de toda realidad.
Vale decir, se crea una apariencia sin relevancia material.
Simulación relativa
En esta clase de simulación se declara exteriormente un acto que no es
realmente el verdadero. Puede decirse que existe en la simulación relativa un acto
aparente que es fingido pero encubre a otro que es el realmente verdadero. Por
ejemplo cuando en la transferencia de un inmueble se expresa que se trata de una
compraventa, vale decir de un convenio a título oneroso, cuando que en verdad no se
trata sino de una donación o acto a título gratuito. En este ejemplo resulta elocuente
la clasificación de ser relativa la simulación, puesto que la apariencia esconde a otro
acto que realmente fue celebrado.
Simulación lícita e ilícita
Esta clasificación se encuentra presente en el interés de nuestro legislador de
modo destacado. La ilicitud de la simulación o, en su caso, su licitud, constituyen el
interés principal que prevalece en todas las normas del capítulo del Código que regla
la simulación.
Simulación lícita
Respecto de ella estipula expresamente el art. 305 del Código civil la
simulación no es reprobada por la ley cuando a nadie perjudica ni tiene un fin
ilícito.
La norma transcripta, en su redacción, tiene como fuente al Anteproyecto del
Código civil de DE GÁSPERI (art. 566), que –por su parte- se inspiró en el art. 957
del Código civil argentino, y éste en el art. 523 del Esboço de Freitas. Esta
disposición, redactada en términos semejantes, se encuentra asimismo en el art. 308
del Anteproyecto de BIBILONI y en el art. 136 del Proyecto de reforma del Código
civil argentino de 1936.
Hemos visto, que la finalidad de la simulación consiste en el propósito de
engañar a terceros, con la aclaración de que este vocablo –engañar- no tiene en todos
los casos la connotación maliciosa que ordinariamente se le atribuye. En otros
términos, el engaño puede ser irrelevante desde el punto de vista de la
reprochabilidad ética. Pero, puede también ese engaño vulnerar una prohibición de la
ley o, perjudicar los derechos de terceros. Esta explicación es útil para discriminar
911
Art. 956 del Código civil argentino: La simulación es absoluta cuando se celebra un acto jurídico que nada tiene de real, y relativa cuando se
emplea para dar a un acto jurídico una apariencia que oculta su verdadero carácter.
361
entre la simulación lícita y la ilícita, en los términos que se señalan en el transcripto
art. 305 del Código civil.
Existen autores que sostienen que la simulación, sea lícita o ilícita, configura
siempre un vicio del acto jurídico; circunstancia que invariablemente acarrea su
nulidad: de la nota de Vélez Sarsfield al art. 957 –que transcribe a Favard- surge
que sólo cuando la simulación es ilícita constituye una causa de invalidez del acto
jurídico, pero ello no es así, y el párrafo del autor francés denota una confusión
conceptual: la simulación, por el engaño que entraña, siempre es causa de invalidez
del negocio jurídico, porque se erige en vicio de éste, más allá de su licitud o
ilicitud. 912
912
GARIBOTTO, Teoría General del Acto Jurídico, Bs. As. 1991, pág. 216.-
913
BETTI, Teoría general.., 298.
362
Puede haber simulación tanto completa como parcial dentro de la categoría
de simulación relativa, pues en la absoluta –en que no existe acto disimulado o
oculto- sólo es posible la completa o total.
La simulación es completa cuando el acto, en todas sus cláusulas o
menciones, es ficticio.
El estudio de esta clasificación de la simulación, es de escasa importancia. 914
1) absoluta y relativa
Clasificación
de la 2) lícita e ilícita
Simulación
3) completa y parcial
914
CÁMARA, Héctor, Simulación en los actos jurídicos, 113, Buenos Aires 1958.
915
CIFUENTES, Santos, Negocio jurídico, 511, Buenos Aires 1986.
916
ZANNONI, Eduardo A., Ineficacia y nulidad de los actos jurídicos, 355, Buenos Aires 1986.
363
Este reemplazo puede obedecer a diversos motivos, no siempre lícitos, tales como
evadir una tributación más importante, o una determinada normativa legal más
exigente, etc. De cualquier manera, se trata de un caso de simulación relativa.
Simulación en alguno de los elementos o contenido del acto
La simulación puede limitarse a algunos de los elementos del acto: a los
sujetos, o al objeto. Por ejemplo se consigna un precio inferior o superior al
verdadero, para satisfacer alguna finalidad particular, como la pagar un impuesto de
monto menor. O cuando se constituyen sociedades, y se necesita para ello del
concurso de más de una persona.
Simulación por interposición de sujetos
Se trata de aquellos actos en los que interviene una persona distinta a los
verdaderos sujetos o partes.
Ese tercero, que toma el lugar de una de las partes del contrato, es conocido
ordinariamente como testaferro. También se le designa como hombre de paja.
Formas
de la
2) Simulación en alguno de sus elementos o
Simulación
contenido del acto
364
judicialmente la inexistencia del acto ostensible, y con ello queden desvanecidos los
efectos que imputaban a dicho acto. 917
Otro sector de la doctrina, 921 asegura que los efectos de la simulación, cuando
ella es declarada, son aquellos propios de los actos nulos. Sostiene que la inexistencia
no es una clasificación específica de los modos de ineficacia de los actos y contratos,
apoyándose en el concepto legal de la nulidad, en cuanto en él se concibe a la
nulidad para aquellos supuestos en los que el acto carece de uno de sus elementos
esenciales.
917
LLAMBÍAS, op. cit. 460.
918
ZANNONI, Eduardo A., op. cit., 387: No se deduce la acción de simulación sólo para comprobar la existencia de ella, sino para evitar, para
impedir, que una de las partes prevaliéndose del negocio simulado y de los efectos que produce en virtud de su causa típica, lesione intereses que
compromete el negocio disimulado, cuando éste es, por supuesto, lícito.
919
CARNELUTTI, Sistema del derecho procesal civil, I, 161, Buenos Aires 1944.
920
DE GÁSPERI, Luis, Obligaciones, cit. 460; COLMO, Alfredo, Obligaciones, sus votos en JA, 8-294 y 12-91; LLAMBÍAS, Tr. de derecho
civil, P. general II, No. 1802; ACUÑA ANZORENA, Arturo, Grados de ineficacia del acto simulado y necesidad de declaración de simulación,
JA, 47-381.
921
CÁMARA, Héctor, Simulación de los actos jurídicos, p. 222, Buenos Aires 1958; BORDA, Tr. de derecho civil, P. general II, No. 1181;
MOSSET ITURRASPE, Jorge, Negocios simulados, I, 193 ss.
365
Los preconizadores de la tesis de la inexistencia empiezan por admitir que
ésta constituye una clase de ineficacia distinta a la nulidad. Con base al material
doctrinal de los juristas clásicos franceses, señalan que el acto que carece de sus
elementos esenciales no debe considerarse nulo, sino más aún, inexistente. 922
Quienes por esa vía sostienen la tesis de la inexistencia, consideran que las
partes no han realizado un negocio jurídico, pues era ajeno a sus propósitos –fin
inmediato- lograr los efectos reales sino aparentarlos. El objeto de la acción se
cumpliría comprobando que el negocio no existe, pues no se trataría de dejar sin
efecto un acto, sino de restablecer la realidad oculta. 923
922
AUBRY y RAU, Cours.., I, 66, París 1839: El acto nulo difiere esencialmente del acto inexistente. El acto inexistente es aquel que no reúne
las condiciones esenciales; DEMOLOMBE, Charles, Cours.., III, 239 ss., París 1879.
923
CIFUENTES, Santos, Negocio jurídico, 517, Buenos Aires 1986.
924
Art. 2547 del Código civil: La colación comprende: a) el valor de las donaciones que el causante hubiere hecho en vida a favor del heredero
obligado a colacionar; b) lo invertido por el causante para el establecimiento independiente de sus hijos, sea con motivo de matrimonio, sea para
permitirles explotar una empresa de carácter económico, y también para mejoras en sus bienes; c) las liberalidades encubiertas bajo la apariencia
de actos a título oneroso, de los que resultó enriquecimiento; d) el crédito cedido gratuitamente; e) la obligación del heredero a favor del causante,
que éste hubiere renunciado en forma desinteresada; y f) lo pagado por el autor de los que no se debía al heredero, con ánimos de beneficiarle.
366
Es, igualmente, un caso de simulación presumida por la ley, que no admite
prueba en contrario, la contemplada en el art. 2605 925 del Código civil, en cuanto
también se presume tratarse de liberalidades en aquellos contratos en que el causante
entregó en plena propiedad algunos bienes a uno de sus herederos forzosos, con
cargo a una renta vitalicia o con reserva de usufructo. La colación en estos casos no
será admitida por parte de los demás coherederos forzosos que hubiesen consentido
dicha enajenación. En esta situación la ley presume que a pesar de la aparente
onerosidad (acto simulado), se encubre verdaderamente una donación (acto
disimulado).
No es seguro que se trate de una situación de simulación presumida por la
ley, sin admitir prueba en contrario, la que se contempla en el caso de los contratos
de locación que celebrare uno de los cónyuges, sin la conformidad del otro o la
judicial, luego que el juez decrete la disolución de la comunidad de gananciales, y
disponga en tal oportunidad la prohibición de innovar respecto de los bienes de dicha
sociedad conyugal, que es el supuesto previsto en el art. 210 926 del Código civil, que
se encuentra vigente por no haber sido derogado por la Ley 1/92, y no siendo,
además, ninguna de las disposiciones de aquél contrarias a la de ésta. O, en el caso de
que en dicha situación, de haberse decretado la disolución de la sociedad conyugal,
uno de los esposos unilateralmente otorgue recibos anticipados de rentas o alquileres
no admitidos por el uso. Esta disposición del art. 210 del Código alude al primer
decreto judicial, es decir el que se dicte al proveer la presentación inicial respectiva,
conforme con lo previsto en el inc. a/ del art. 614 del Código Procesal Civil. 927
925
Art. 2605 del Código civil: Si el causante ha entregado por contrato en plena propiedad, algunos bienes a uno de los herederos forzosos,
cuando sea con cargo de una renta vitalicia o con reserva al usufructo, el valor actualizado de los bienes será imputado sobre la porción disponible
del testador, y en excedente será traído a la masa de la sucesión. Esta imputación y esta colación no podrán ser demandadas por los herederos
forzosos que hubiesen consentido en la enajenación, y en ningún caso, por los que no tengan designada por la ley una porción legítima.
926
Art. 210 del Código civil: Desde que el juez decrete la disolución de la comunidad no podrá innovarse el estado de los bienes de ella, y se
reputarán simulados y fraudulentos, tanto los contratos de locación que celebrare uno de los cónyuges, sin la conformidad del otro o la judicial,
como los recibos anticipados de rentas o alquileres no admitidos por el uso.
927
Art. 614 del Código Procesal Civil: Presentado del pedido, el juez, sin más trámite: a) decretará la disolución de la comunidad; b) dispondrá la
facción de inventario y tasación de los bienes, si se solicitare, procediéndose de acuerdo con lo dispuesto para la sucesión por causa de muerte. En
el inventario no se incluirán el lecho, las ropas y los objetos de uso personal de los cónyuges y de sus hijos; y c) ordenará la publicación de
edictos, convocando a todos los que tengan créditos o derechos qeu reclamar contra la comunidad, para que, en el plazo perentorio de treinta días,
comparezcan a ejercer sus acciones, bajo apercibimiento de no poder hacerlo en adelante, sino contra los bienes propios del deudor. Los edictos se
367
2. Las partes del acto simulado ilícito, si bien pueden demandarla, de
conformidad con lo establecido en los arts. 306 928 y 307 929 del Código, carecen, sin
embargo, de derecho a las restituciones y devoluciones que se autorizan como efecto
común de la declaración de nulidad en los arts. 361 930 y 363 931 del Código civil. Ellas
sólo tienen derecho a reclamar las eventuales restituciones de lo que dieron en virtud
del acto ilícitamente simulado, por la vía de la acción de enriquecimiento sin causa,
conforme se establece en la norma del art. 306 del Código civil, con arreglo –dice
esta norma- a lo dispuesto sobre el enriquecimiento sin causa.
Lo que la ley (art. 306 del Código civil) no quiere es que los autores del acto
ilícito simulado obtengan beneficios de su nulidad, vía acción de simulación. Es
decir, pueden, entonces, ejercer entre sí la acción de nulidad para privar a aquel de
eficacia, sin obtener, en cambio, las restituciones y devoluciones que normalmente se
le depararía: los autores de aquella dice esta norma- sólo podrán ejercer entre sí la
acción para obtener la nulidad con arreglo a lo dispuesto por este Código sobre el
enriquecimiento sin causa.
Entonces, cuando se trató de una simulación ilícita, sus autores estarán
legitimados para demandarla, a objeto de que ella sea declarada, pero no para obtener
que se le restituyan los bienes en su exclusivo beneficio, salvo que tal restitución
tuviera el objeto probado se hacer ingresar los bienes para que los acreedores del
simulante puedan cobrar sus créditos. 932
publicarán durante quince días en un diario de gran circulación. Esta resolución será notificada al otro cónyuge en la forma prevista en el artiículo
133 y siguientes y se inscribirá en el registro respectivo para que produzca efectos contra terceros.
928
Art. 306 del Código civil: Se podrá anular el acto jurídico, cuando por la simulación se perjudica a un tercero o se persigue un fin ilícito. En tal
caso, los autores de aquélla sólo podrán ejercer entre sí la acción para obtener la nulidad, con arreglo a lo dispuesto por este Código sobre el
enriquecimiento sin causa.
929
Art. 307 del Código civil: Si hubiere un contradocumento firmado por alguna de las partes, para dejar el acto simulado, cuando éste hubiere
sido ilícito; o cuando fuere lícito, explicando o restringiendo el acto precedente, los jueces pueden conocer sobre él y sobre la simulación, si el
contradocumento no contuviese algo contra la prohibición de las leyes, o contra los derechos de un tercero.
930
Art. 361 del Código civil: La nulidad pronunciada por los jueces vuelven las cosas al mismo o igual estado en que se hallaban antes del acto
anulado, e impone a las partes la obligación de restituirse mutuamente todo lo que hubieren recibido en virtud de él, como si nunca hubiere
existido, salvo las excepciones establecidas en este Código.
931
Art. 363 del Código civil: Todos los derechos reales o personales transmitidos a terceros sobre un inmueble por una persona que ha llegado a
ser propietaria en virtud del acto anulado, quedan sin ningún valor y pueden ser reclamados directamente del poseedor actual.
932
ZANNONI, Eduardo A., en BELLUSCIO y ZANNONI, Código civil comentado, IV, 415, LLAMBÍAS. Jorge Joaquín, Estudio de la reforma
del código civil Ley 17.711, JA, 65, Buenos Aires 1969.
368
se vieran afectados por el acto simulado, y permitiendo obtener mayores beneficios
aún del ilícito. 933
933
MULLER, Enrique C., en BUERES-HIGTON, Código civil comentado, 2B, 657, Buenos Aires 1998.
934
DE GÁSPERI, Obligaciones, cit., 459; MACHADO, Olegario, Exposición y comentario del Código civil argentino, t. III, nota al art. 959, pág.
185; LLERENA, Baldomero, Concordancias y comentarios del Código civil argentino, t. III, pág. 480; SALVAT, Obligaciones, núm. 2517, pág.
1036 y LAFAILLE, Héctor, Apuntes de Derecho civil, t. II, pág. 228.
935
BIBILONI, Juan Antonio, Reformas al Código civil argentino, I, 137 ss., Buenos Aires 1929.
936
GALGANO, op. cit., 343.
369
La prueba de la simulación, se sujeta a las siguientes reglas generales: a)
Cuando ella es intentada por las partes, en principio, sólo se prueba por el
contradocumento; b) cuando lo es por terceros interesados, pueden ellos valerse de
toda clase de pruebas y, especialmente, las de indicios y presunciones; y c) cuando el
contradocumento es utilizado por alguna de las partes del acto simulado ilícito, los
jueces podrán hacer mérito de él, sólo para dejar sin efecto el acto simulado, sin que
puedan autorizar, empero, las restituciones normales que se derivan de la declaración
de invalidez.
Prueba entre las partes. El contradocumento.
Cuando se trata de las partes, ellas tienen limitada la prueba a la escrita del
contradocumento, y también al impedimento del art. 706 del Código civil referente al
monto del contrato, en cuanto no pueden demostrarlo sino por escrito, y no por
testigos, y a la forma designada, según se previene en el at. 704 del mis código.
En razón de esto último, el contrato no se juzgará probado si no revistiere la
forma prescripta, salvo imposibilidad de obtener dicha prueba, en cuyo caso se
admitirá lo que se conoce como principio de prueba por escrito.
El denominado principio de prueba por escrito está conceptualizado en la
norma del art. 705, segundo párrafo, del Código civil: se considerará principio de
prueba por escrito cualquier documento público o privado que emane del
adversario, de su causante o de parte interesada en el asunto, o que tendría interés
si viviera y que haga verosímil el hecho litigioso. 937
937
La posibilidad de utilizar supletoriamente el principio de prueba por escrito dependerá que se justifique la imposibilidad de obtener la prueba
designada por la ley, según lo determina el art. 705 del Código civil: Se juzgará que hay imposibilidad de obtener o de presentar prueba escrita del
contrato, cuando hubiese sido celebrado en circunstancias imprevistas en que hubiese sido imposible formularlo por escrito. Se considerará
principio de prueba por escrito cualquier documento público o privado que emane del adversario, de su causante o de parte interesada en el asunto,
o que tendría interés si viviera y que haga verosímil el hecho litigioso.
938
MESSINEO, Francesco, Doctrina gral..., II, 54.
370
civil cuando establece que: el contenido de un instrumento público puede ser
modificado o dejado sin efecto por un contradocumento público o privado que los
interesados otorguen.
El contradocumento es la constancia escrita del verdadero carácter del acto
simulado. 939
939
LLAMBÍAS, Tr. de derecho civil, p. general II, 463.
940
ANDRIOLI, Vittorio, Contradichiarazione, en Nuevo Digesto Italiano, No. 2, en CÁMARA, op. cit. 139, Buenos Aires 1958; BORDA,
Guillermo, Tr. de derecho civil, P. general II, No. 1184.
941
BOFFI BOGGERO, Luis María, Tratado de las obligaciones, II, 495/6, Buenos Aires 1973.
942
BETTI, op. cit., 303/304.
371
simultaneidad intelectual, vale decir clara relación entre el contradocumento y el
acto simulado.
Los sucesores universales, cuyos derechos o intereses fueron vulnerados por
el acto simulado, se consideran en tales casos, como terceros, concerniéndoles, en
consecuencia el derecho ilimitado de probarla, configurándose así una clara
excepción a la regla de la relatividad de los efectos del acto jurídico, que se consagra
en la norma del art. 717 del Código civil.
943
Las pruebas de la simulación por terceros es, por regla, ilimitada. De hecho,
sin embargo, ella resultará acreditada por la de presunciones, compuesta por indicios
o pruebas circunstanciales, los cuales –según la doctrina procesal tradicional-
deberán reunir los caracteres de ser graves, precisas y concordantes.
943
Art. 717 del Código civil: Los efectos de los contratos se extienden activa y pasivamente a los sucesores universales, a no ser que las
obligaciones que nacieren de ellos fueren inherentes a la persona, o resultare lo contrario de una disposición expresa de la ley, de una cláusula del
contrato, o de su naturaleza misma. Los contratos no pueden oponerse a terceros ni ser invocados por ellos, salvo los casos previstos en la ley.
944
Ar. 310 del Código civil: La prueba de la simulación será admisible sin limitación si la demanda fuere promovida por terceros y cuando fuere
destinada a invocar la ilicitud del acto simulado, aunque fuere promovida por las partes
945
MESSINEO, F., op. cit., II, 54.
946
MESSINEO, op.cit., II, 54.
372
La presunción es en sí una prueba débil y, ante la evidencia, los autores y los
tribunales han exigido que ellas sean graves, precisas y concordantes. Lo primero
significa que debe tener envergadura y no ofrecer superficialidad; lo segunda entraña
que no deben ser vagas; y lo tercero que sean afines, que su sentido armonice. 947
947
BOFFI BOGGERO, op. cit. II, 504.
948
Art. 706 del Código civil: Los contratos que tengan por objeto una cantidad de más de diez jornales mínimos establecidos para la capital deben
hacerse por escrito y no pueden ser probados por testigos.
949
BETTI, op. cit., 307, concordando con la regla del art. 706 de nuestro Código.
373
En la simulación absoluta, por efecto de la nulidad del acto simulado, es
decir del aparente, las partes que lo celebraron se sitúan en el mismo lugar que tenían
al tiempo en que lo formalizaron, por la propia consecuencia de la nulidad según se
previene en la norma general del art. 361 950 del Código civil: La nulidad pronunciada
por los jueces vuelve las cosas al mismo o igual estado en que se hallaban antes del
acto anulado.
Consecuentemente, y también de conformidad con lo que se agrega en el
último párrafo del citado art. 361 se impone a las partes la obligación de restituirse
mutuamente todo lo que hubieren recibido en virtud del acto simulado, cuya nulidad
se decretó, y como si el mismo nunca hubiera existido.
Tales restituciones y devoluciones que las partes tienen la obligación de
cumplir, desde el punto de vista jurídico, se producen sin más trámite y de pleno
derecho. 951
Sin embargo, debe recordarse, que la nulidad del acto simulado ilícito
decretada a pedido de una de las partes que lo otorgaron, no tiene el efecto inmediato
de restituir las cosas, es decir, directamente. Tales restituciones, en todo caso,
deberán ser reclamadas por vía de la acción de enriquecimiento sin causa, según se
establece en la norma del art. 306 del Código civil. Habíamos visto, en efecto, que
los otorgantes de la simulación ilícita sólo están legitimados para demandarla a
objeto de dejarla sin efecto, pero no gozan del derecho a las restituciones, como
derivación normal de la declaración de nulidad.
Esa consecuencia directa e inmediata de restitución, que se deriva de la
nulidad del acto absolutamente simulado, significa que no se requerirá de ningún
acto o trámite especial para que ello se produzca, pues, obviamente renace la
situación anterior, tal como si jamás se hubiera cambiado o alterado, según se
establece, desde luego, en la norma del art. 361 del Código civil.
En virtud del mismo razonamiento, el acto nulo por simulación absoluta, no
es susceptible de confirmación, luego de que dicho carácter, de absolutamente
simulado, fuera reconocido y declarado judicialmente, pues el art. 366 del Código
civil, reserva esta posibilidad para los actos anulables, y no –obviamente- para los
nulos.
Efectos de la simulación contra terceros
950
Art. 361 del Código civil: La nulidad pronunciada por los jueces vuelve las cosas al mismo o igual estado en que se hallaban antes del acto
anulado, e impone a las partes la obligación de restituirse mutuamente todo lo que hubieren recibido en virtud de él, como si nunca hubiere
existido, salvo las excepciones establecidas en este Código.
951
CÁMARA, Héctor, op. cit.: Declarada la simulación de la escritura que trasmitió el dominio, deben volver las cosas a su estado anterior sin
más trámite...., ya que aquella sentencia de pleno derecho lleva implícitamente tal efecto.
374
Decretada la nulidad de un acto por simulación absoluta, sus efectos no
perjudicarán los actos de administración o de enajenación onerosos que se hubieren
celebrado con terceros de buena fe.
Se trata de la reiteración de un principio de nuestro Código, claramente
consagrado en la norma del art. 363, cuando, como regla, autoriza que todos los
derechos reales o personales transmitidos a terceros sobre un inmueble por una
persona que ha llegado a ser propietaria en virtud del acto anulado, quedan sin
ningún valor y pueden ser reclamados directamente del poseedor actual; principio
éste que es la materialización de otro, también general, que se enuncia en el art. 361.
Esos principios reconocen, no obstante, una excepción –que es una constante
del derecho moderno- en el sentido de limitar dicho efecto restitutorio cuando los
bienes o derechos se hubieran transmitido a terceros adquirentes de buena fe y a
título oneroso, como –expresamente- se señala en la norma del último párrafo del
citado art. 363 del Código: los terceros podrán siempre ampararse en las reglas que
protegen la buena fe en las transmisiones.
El Código, sobre el particular, es coherente en la materia específica de los
efectos de la nulidad del acto absolutamente simulado, pues en el art. 308, luego de
autorizar a los terceros a reivindicar las cosas enajenadas, previene que los efectos de
dicha sentencia no afectarán la validez de los actos de administración o enajenación
celebrados a título oneroso con otras personas de buena fe.
En cuanto al derecho de reclamar los frutos, productos y mejoras de los
bienes transmitidos en virtud de un acto declarado nulo por simulación absoluta, se
regirá por las normas comunes de los poseedores de buena o mala fe (arts. 2413 y sus
concordantes del Código civil).
En cuanto a la simulación relativa -que es aquella en que existe un acto
simulado, que es el aparente, el ostensible o exterior, no verdadero; y otro acto
disimulado, que está oculto, siendo, sin embargo, el verdaderamente querido por las
partes- resultará que es nulo el primero, es decir, el simulado, quedando –
consecuentemente- intacto el disimulado, siempre que reúna las pertinentes
condiciones legales de validez.
En estas situaciones, únicamente el acto secreto tiene ejecución y no el
ostensible del cual se prescinde. El acto oculto es ley entre las partes, constituye la
expresión real de la voluntad y debe ejecutarse porque, como sabemos, la simulación
no es por sí causa de nulidad. Descorrido el velo que ocultaba el vínculo jurídico real
contraído clandestinamente por las partes, éste será indudablemente válido si llena
375
las condiciones legales formales y sustanciales para su plena existencia y tendrá los
mismos efectos que si se hubiera realizado abiertamente. 952
En primer lugar, debe recordarse que –en general- todos los terceros
interesados, afectados por el acto simulado, están legitimados para demandar su
declaración y nulidad, haya sido ella lícita o ilícita.
Tales terceros interesados pueden ser los acreedores de las partes, los
respectivos cónyuges o, en su caso, los herederos forzosos.
Las reglas enunciadas precedentemente, tienen igualmente vigencia en esta
situación, y especialmente aquella que se refiere a la nulidad del acto simulado, y a la
consiguiente plenitud de la existencia del acto disimulado, que puede así ser
ejecutado inmediatamente; todo ello en el caso de tratarse de una simulación relativa.
Cuando prospera la acción de declaración de simulación, el tercero
perjudicado tiene derecho a ser indemnizado de los daños y perjuicios sufridos,
contra los autores de la simulación.
952
CÁMARA, op. cit., 235.
953
GALGANO, op. cit. 340
376
LECCIÓN XIV
CESIÓN DE DEUDAS
281. Fuentes
El capítulo de la cesión de deuda de nuestro código, en lo referente a su
reglamentación puntual, tiene por fuente al Anteproyecto DE GÁSPERI (arts. 926 al
934). Se aparta, sin embargo, de la metodología de éste que la inserta dentro en el
capítulo VII de la sección II bajo el acápite De los modos de extinción de las obligaciones
distintas del incumplimiento. El nuestro ubica a ambas clases de cesión dentro del
capítulo específico de la transmisión de las obligaciones, siguiendo al de clasificación de
éstas y exactamente antes del referente a su extinción.
377
El Anteproyecto DE GÁSPERI omite la denominación de cesión de deuda,
para caratularla solamente como De la delegación, la expromisión y la responsabilidad
de tercero, tal lo hace exactamente el Código civil italiano.
El Anteproyecto DE GÁSPERI, por su parte, tuvo por fuente principalísima al
Código civil italiano, cuyas disposiciones reproduce casi literalmente (arts.1268 a 1276).
También reconoce influencias de Código federal de suizo de las obligaciones (art. 175);
Anteproyecto BIBILONI 8art. 214) y Proyecto de reforma del Código civil argentino de
1936 art. 680).
La denominación de cesión de deudas con una acepción obviamente genérica le
ha sido impuesta al respectivo capítulo de nuestro código por la Comisión Nacional de
Codificación, pues no es la que sirve de títulos a las respectivas secciones de los Códigos
precursores, es decir, el alemán, el suizo y el italiano de 1942.
La cesión de deuda, propiamente dicha, es un acto triangular que se sustenta en
el consentimiento del deudor o cedente, del cesionario y del acreedor, por el cual éste
acepta que el cesionario quede en calidad de deudor. El acreedor puede reservar su
derecho contra el deudor primitivo, pero en tal caso no puede exigirle el pago si haberlo
requerido previamente al cesionario de la deuda. 954
954
LLAMBÍAS Jorge Joaquín, Tratado delas obligaciones, Obligaciones, II.B, 65, Buenos Aires, 1975, quien agrega en su nota respectiva:
Consideramos como lo disponen esos ordenamientos, que el si el acreedor consiente la cesión de la deuda , aunque reserve su derecho contra el
primitivo deudor , sería un abuso de su pare permitir a ése, en primer término, el cumplimiento, porque ello obliga a mantener una disponer,
porque ello obliga al demandado a mantener una disponibilidad de pago que agrava su condición. Paraqué habrá hecho el sacrificio de dar al
acreedor un nuevo deudor, lo que supone una erogación del primero porque de lo contrario no sería explicable la actitud del segundo, si el
acreedor puede ignorar la cesión de deuda que ha consentido.? Lo justo es atribuir al primer deudor la función de un fiador , que el acreedor ha
querida
955
378
LECCIÓN XXII
379
del art. 683 del Código procesal civil, corresponde incursarlo en las normas del proceso
956
de conocimiento sumario, dado que éste se encuentra autorizado para los casos en que por
la naturaleza de la cuestión resulta evidente que debe gestionarse por sus respectivas
reglas.
No obstante ello, la práctica común de los tribunales adopta el trámite del juicio
ordinario por aplicación de la norma general del art. 207 del Código procesal que
establece que las contiendas que no tengan establecido un procedimiento especial, se
tramitarán conforme a las normas del proceso de conocimiento ordinario.
956
Art. 683 del Código civil: En la subasta el contrato queda concluido por la adjudicación. Si ésta no se realiza, la oferta caduca, lo mismo que
cuando se formula una oferta mayor.
380
LECCIÓN XXIII
LA COMPENSACION
220. Concepto
Se trata de un modo de extinción en el que dos personas que se adeudan
recíprocamente prestaciones de naturaleza fungible (cada uno de ellos adeuda al otro
distintas cantidades de soja, o de sumas de dinero), quedan respectivamente liberadas, en
su virtud, y pro fuerza de ley, hasta el monto de la menor.
Como consecuencia de tal modo de extinguir, cada deudor queda dispensado de
realizar el efectivo pago de lo que respectivamente adeuda en cuanto las obligaciones que
se compensan sean fungibles, expeditas, líquidas y exigibles. El efectivo pago será hecho
sólo de la eventual diferencia o saldo que resulte luego de producirse la compensación.
El concepto legal de la compensación está enunciado en la norma del art. 615
del Código civil la compensación tiene lugar cuando dos personas reúnen, por derecho
propio y recíprocamente, la calidad de deudor y acreedor de una suma de dinero o de
otras prestaciones de la misma especie, siempre que ambas deudas sean civilmente
subsistentes, líquidas, exigibles, expeditas, de plazo vencido, y si fuesen condicionales, se
halle cumplida la condición. Opuesta la compensación, extinguirá con fuerza de pago las
dos deudas, hasta donde alcance la menor, desde el tiempo en que ambas comenzaron a
coexistir, sin que a ello obste la impugnación del acreedor, si concurren las circunstancias
requeridas por la ley.
221. Importancia
Mediante la compensación se evita el traslado material de las remesas en que
consistan las prestaciones adeudadas, pues, sus considerables volúmenes se reducen a los
saldos resultantes, luego de hacerse previamente las compensaciones que correspondan.
El uso de la compensación se encuentra generalizado en las operaciones
bancarias y de bolsa, que de tal modo de simplifican y agilizan. Los bancos diariamente,
y a veces en varias oportunidades dentro de un mismo día, tienen funcionando cámaras
compensadoras que intercambian cheques y demás valores financieros. Otro tanto, ocurre
con las operaciones bursátiles entre agentes y casas de bolsas. Las cámaras
compensadoras están, desde luego, autorizadas y reglamentadas en las leyes especiales
que las rigen.
En el comercio internacional, tanto privado como público, la compensación es
de uso ordinario, y de modo tal que es escaso el efectivo y material traslado de numerario
381
y de metales preciosos. Todo se materializa mediante compensaciones que se viabilizan a
través de asientos informáticos.
222. Elementos
Para que se produzca la compensación que nos interesa, que es la legal,
también llamada como de pleno derecho, deben las prestaciones respectivamente
adeudadas ajustarse a los siguientes requisitos o elementos: a) debe haber reciprocidad; b)
las prestaciones deben ser fungibles; c) líquidas; d) exigibles y e) expeditas.
Reciprocidad
Deben confluir dos personas, por lo menos, que simultáneamente sean deudores
y acreedores.
Fungibilidad
Las citadas prestaciones de las que ambas partes sean, respectivamente,
acreedoras y deudoras, deben ser equivalentes en especie. Sus individuos deben ser
canjeables unos por otros. La fungilibidad significa que cada unidad adeudada por una de
tales partes, debe ser de la misma especie que la adeudada por la otra.
En la fungibilidad un individuo de una especie equivale exactamente a otro
individuo de la misma especie.
Este elemento o requisito es denominado igualmente como el de
homogeneidad.
Ejemplo de este elemento habrá en los casos en que A debe a B la suma de un
millón de guaraníes, mientras que contemporáneamente B le adeuda a A la suma de
ochocientos mil de la misma moneda.
Liquidez
Este requisito existe cuando el monto de lo adeudado se encuentra
precisamente determinado. Por ejemplo, un millón de guaraníes. Es líquida la deuda
cuando se sabe a cuanto, concretamente, asciende lo que los sujetas se deben.
En tal sentido, no pueden compensarse 10 toneladas de soja con cantidades de
la misma especie que vayan a resultar de las próximas entregas que haga el deudor, es
decir, aún no determinadas en su cantidad al tiempo en que se pretenda realizar la
compensación.
Exigibilidad
Significa que ambas prestaciones deben ser susceptibles de gestionarse
compulsivamente o de inmediato, para su cumplimiento. Es decir, ambas prestaciones
deben poseer su plazo vencido, no encontrarse pendientes del cumplimiento de una
condición suspensiva, y ser, por último civilmente subsistentes.
382
Respecto de lo último, por ejemplo, no pueden ser compensadas las
obligaciones imperfectas o naturales.
Expeditas
Este requisito significa que las prestaciones que vayan a compensarse, deben
estar, respectivamente, libres de gravámenes que obstaculicen su canje
Como ya se anticipara, créditos expeditos son aquellos que se encuentran libres
de todo estorbo o traba legal, y que por lo tanto pueden disponerse libremente o ser
hechos efectivos sin afectación de los derechos de terceros. 957
Embargables
Los créditos que se pretendan compensar deben ser ambos embargables, pues
hay algunos que no lo son. Por ejemplo, el crédito por alimentos, no es embargable.
957
TRIGO REPRESAS, Félix A.,y CAZEAUX, Pedro N., Obligaciones, 2, 303.
383
Según el art. 621, tampoco son compensables las deudas y créditos que tengan
los particulares con el Estado, cuando: 1) las deudas de los particulares proviniesen del
remate de bienes del Estado o de las Municipalidades, sea por rentas fiscales,
contribuciones directas o indirectas, tasas u otros pagos que deben efectuarse en las
Aduanas, como derechos de almacenaje o depósito; 2) cuando las deudas y los créditos
no fuesen del mismo Ministerio o departamento, y 3) si los créditos de los particulares
estuviesen comprendidos en la consolidación ordenada por ley.-
225. Admisibilidad de la compensación
Leer art. 618.
226. Compensación
En la solidaridad pasiva, la compensación hecha a favor de uno de los
deudores, propaga sus efectos hacia los demás codeudores.
227. En caso de quiebra
Leer el art. 618 incs. B, C, Y D.
958
Art. 815 del Código civil: Si la cosa arrendada fuere inmueble, compete al locador acción ejecutiva para el cobro del precio del arrendamiento.
El inquilino no será condenado al pago si tuviere que compensar mejoras o gastos necesarios, o autorizados según lo prescripto en el artículo
anterior.
384
LA NOVACION
229. Concepto
Existe novación cuando una obligación se convierte en otra, extinguiéndose la
primera, que la sustituye
La segunda reemplaza a la primera mediante la incorporación de alguno de sus
elementos como nuevo, lo cual configura su causa.
En el art.602 959
del Código civil se enuncia el concepto de la novación,
diciéndose que las obligaciones pueden extinguirse pro novación.
Hay novación cuando se extingue una obligación por la creación de otra que la
sustituye y que se diferencia de la primera por algún elemento nuevo. 960
959
Art. 602 del Código civil: Las obligaciones pueden extinguirse por novación. La voluntad de novar no se presume.
960
Trigo Represas, 2, 247
385
extingue la obligación; mientras que en la segunda, ese cambio de sujeto, tiene el efecto
de extinguir la obligación, naciendo un nueva.
232. Elementos.
Son elementos necesarios para que se produzca la novación, los siguientes: a)
extinción de una obligación; b) Obligación que, consecuentemente, se crea o nace; c) la
voluntad de novar o ánimus novandi, y d) capacidad de los sujetos.
Extinción de una obligación
Por motivo de mera lógica, ha de existir –necesariamente- una primera
obligación, también llamada obligación primitiva, que sea renovada, que sea el
precedente de la nueva que nace o se crea. Dicha obligación anterior que se extingue será
así la causa o fuente de la nueva. Se requiere que la primitiva sea válida al tiempo en que
se realiza la novación.
Pero no es requisito que dicha anterior obligación sea exigible, pues las
obligaciones naturales o imperfectas, desprovistas de acción para ser exigidas, pueden ser
novadas, salvo aquellas provenientes de deudas de juego, porque se tratan de
obligaciones de objeto ilícito. Esta es una conclusión elaborada por la doctrina
mayoritaria –no unánime, sin embargo- en base a las notas de Vélez a los arts. 515 y 802
del Código civil argentino. 961
961
TRIGO REPRESAS, Félix A., y CAZEAUX, Pedro N., Obligaciones, 2, 250: “Sobre la base de lo manifestado por el codificador en sus notas
a los artículos 515 y 802, en donde admite que una obligación natural puede ser convertida en civil mediante novación, la mayoría de nuestra
doctrina sostiene la posibilidad de que una obligación natural sea novada, con la sola excepción de la deuda de juego, que conforme al articulo
2057 del Código civil: “no puede ser conversita por novación en una obligación civilmente eficaz”. Por nuestra parte, ya hemos sostenido en otra
oportunidad que ello no es así.”En efecto, la única consecuencia reconocida legalmente a las obligaciones naturales es la irrepetibilidad de su pago
efectuado voluntariamente; lo que vale decir que las mismas adquirirían el carácter de obligación civil, en el mismo momento en que son
cumplidas, y por ende, se extinguen en cuanto obligaciones. Y esta extinción ha de ser total, ya que el cumplimiento parcial de una obligación
natural producirá los efectos de la solutio retentio en cuanto a la parte pagada, mas no da al saldo pendiente de la obligación el carácter de civil, ni
consecuentemente derecho alguno al acreedor para reclamar el pago de lo restante (art. 517, cód. civ.). Ahora bien, la obliga nueva creada por la
novación tiene por principal efecto extinguir una precedente relación obligatoria (arts. 724, 803 y concs. Código civil); pero si la obligación
primigenia era carente de toda fuerza jurídica, salvo el derecho de retener lo pagado en su virtud, cómo podría extinguírsela ..?.: nadie resultaría
liberado por la novación, desde que nadie estaba civilmente obligado”. Además, para que exista novación la nueva obligación debe diferir de la
antigua en cierto punto, en cierta medida; y en el supuesto de las obligaciones naturales no habría en la obligación nueva nada distinto en cuanto a
los sujetos, al objeto, a las modalidades y a la causa, todo lo cual subsistiría invariable.
962
Art. 606 del Código civil: La novación es nula si lo fuese la obligación originaria, pero no lo será si, conociendo el deudor el vicio de ésta,
asumiera la nueva deuda
386
expresamente por la ley, conforme con la inferencia que surge del texto del art. 603 del
Código civil. 963
963
Art. 603 del Código civil: El libramiento de un documento o su renovación, la adición o eliminación de un vocablo y cualquier otra
modificación accesoria, como las alteraciones relativas al tiempo, lugar o modo de cumplimiento sólo modifican la obligación, pero no la
extinguen.
964
Art. 524 del Código civil: El acreedor puede transferir a título oneroso o gratuito su crédito, aun sin consentimiento del deudor, siempre que el
crédito no tenga carácter estrictamente personal, o que su transferencia no esté prohibida por la ley. Las partes pueden excluir la cesibilidad del
crédito, pero el pacto no es oponible al cesionario, si no se prueba que él lo conocía al tiempo de al cesión.
965
Art. 528 del Código civil: La notificación debe hacerse, bajo pena de nulidad, por disposición judicial, por medio de notario, por telegrama
colacionado u otro medio auténtico, y se transcribirá en ella la parte substancial del contrato.
966
Art.533 del Código civil: La notificación y aceptación de la transferencia causan el embrago del crédito a favor del cesionario,
independientemente de la entrega del título constitutivo del crédito, aunque un cesionario anterior hubiese estado en posesión del título, pero no es
eficaz respecto de otros interesados si no es notificada por acto público.
387
accidentales, tales como el libramiento de un nuevo instrumento o cuando éste sea
materialmente renovado; cuando se agregue o adicione o se elimine un vocablo que no
altere el contenido sustancial de la obligación; o se modifique lo primitivamente
establecido sobre el modo de cumplimiento, lugar y tiempo del pago, en los términos del
ya citado art. 603 del Código civil.
Voluntad de novar o “ánimus novandi”
La voluntad de novar o ánimus novandi de los romanos debe surgir dela
declaración positiva y expresa de los sujetos de la obligación primera, pues no se
presume, de acuerdo con lo que se establece en el art. 602 del Código civil.
Capacidad de los sujetos
Tal es la regla respecto de todos los actos jurídicos, ellos para que produzcan
efectos válidos, deben ser otorgados por sujetos que tengan capacidad que es, en
concreto, la de contratar.
No basta que acreedor y deudor tenga capacidad para recibir pagos, pues la
novación tiene el efecto de crear una nueva obligación, por lo que los sujetos que la
otorgan deben ser capaces de obligarse.
233. Efectos
La novación tiene, en primer término, un doble efecto: extingue la obligación
primitiva, y al mismo tiempo, hace nacer la nueva.
Dichos resultados no se obtienen sino en virtud de una necesaria relación entre
dicha extinción, y el nacimiento de la nueva obligación. No pueden suceder tales efectos
los unos sin los otros. Existe una imprescindible interdependencia de tales efectos.
El efecto extintivo de la obligación originaria es igual al que produce el pago,
pues los garantes y fiador de ella quedan liberados, a no ser que el acreedor hubiera hecho
reserva expresa de mantener tales garantías accesorias (art. 604 del Código civil) . Este 968
967
TRIGO REPRESAS, op. cit. 255.
968
Art. 604 del Código civil: La novación no sólo extingue la obligación principal sino también las accesorias contraídas para asegurar su
cumplimiento. El acreedor, sin embargo, puede, por una reserva expresa, impedir la extinción de los privilegios, prenda o hipoteca del antiguo
crédito, que así pasan a garantizar el nuevo. Si el deudor es el mismo y los bienes gravados son de su pertenencia, la reserva no exige su
intervención. El acreedor no puede reservarse el derecho de prenda o hipoteca de la obligación extinguida, si los bienes hipotecados o empeñados
pertenecieren a terceros que no hubieren tenido parte en la novación llevada a cabo por cambio de deudor, a menos que los terceros lo consientan.
969
Art. 605 del Código civil: Si la novación se efectúa entre el acreedor y uno de los deudores solidarios con efecto liberatorio para todos, los
privilegios y garantías reales del crédito anterior pueden reservarse solamente sobre los bienes del deudor que hace la novación.
388
Arts. 607, 608 y 609 del Código civil
La transacción
235. Concepto
Es el contrato por el cual las partes, haciéndose concesiones recíprocas
extinguen obligaciones dudosas o provenientes de litigio (art. 1495 del Código civil) . 970
necesario que ambas partes abdiquen de algunos derechos de los que se consideraban
titulares, pues si ello proviniera solo de parte de una de ellas, habría renuncia y no
transacción.
Tal reciprocidad, que es nota distintiva esencial de este elemento, no requiere,
sin embargo, que los respectivos renunciamientos sean de significación equivalente. Una
parte puede abdicar de un derecho de mayor valor respecto de aquel sobre el cual re caiga
la renuncia de la otra.
970
Art. 1495 del Código civil: Por el contrato de transacción las partes, mediante concesiones recíprocas, ponen fin a un litigio o lo previenen. Por
medio de él pueden crear, modificar o extinguir, además, relaciones jurídicas diversas de las que fueron objeto del litigio o motivo de al
controversia.
971
Art. 1496 del Código civil: Para transigir, las partes deben tener capacidad para disponer del derecho que es objeto de controversia. En caso
contrario, la transacción será nula.
972
LLAMB1AS, Jorge Joaquín, Tr. de derecho civil, IJI,75
389
Obligaciones litigios as o dudosas
Vale decir que es necesario, para que se produzca la transacción, que a se
encuentre precedida o de una situación de derechos respectivamente reclamados en un
conflicto judicial o, por lo menos, una situación de duda firmemente exteriorizada. La res
dubia de los romanos.
El objeto propio de la transacción lo constituye, entonces, el de poner fin a un
litigio o, el de prevenirlo.
Todo objeto que está dentro del comercio es susceptible de transacción, pero no
pueden serlo las cuestiones que versen sobre el derecho de familia o que se refieran a
poderes (de la patria potestad, por ejemplo) o estado derivados de esas relaciones de
familia (el estado de hijo, de esposo, etc.) ni sobre derechos o cosas que no pueden ser
objeto de los contratos, arts. 692, 693 694, 695, 695, 696, 697 Y 698 del Código civil), o
que interesen al orden público o las buenas costumbres (art. 299) . 973
239. Efectos
973
Art. 299 del Código civil: No podrán ser objeto de los actos jurídicos: a) aquellos que no esté dentro del comercio; b) lo comprendido en una
prohibición de la ley; y c) los hechos imposibles, ilícitos, contrario a la moral y a las buenas costumbres, o que perjudiquen los derechos de
terceros. La inobservancia de estas reglas causa la nulidad del acto, y de igual modo, la cláusulas accesorias que, bajo la apariencia de
condiciones, contravengan lo dispuesto por este artículo.
974
Art. 700 del Código civil: Deben ser hechos en escritura pública: a) los contratos que tengan por objeto la constitución, modificación,
transmisión, renuncia o extinción de derechos reales sobre bienes que deban ser registrados…..
975
Art. 1500 del Código civil: La transacción debe probarse por escrito, sin perjuicio de lo dispuesto respecto a derechos sobre inmuebles, pero la
que versare sobre derechos ya litigiosos deberá presentarse al juez de la causa. Cuando constare en escritura pública, tendrá efecto respecto de
terceros, sólo después de su agregación a los autos.
390
La transacción extingue las obligaciones cuya renuncia recíproca ha sido su
objetivo, y con el efecto de la cosa juzgada, traducida ésta en una excepción que impide
que en adelante pueda volver a reclamarse el derecho renunciado y transigido. (art.
1501) . 976
976
Art. 1501 del Código civil: La transacción extingue los derechos y obligaciones que las partes hubieren renunciado, y tiene para con ellas y sus
sucesores la misma autoridad que la cosa juzgada.
977
Art. 1502 del Código civil: La transacción entre el acreedor y el deudor puede ser invocada por el fiador que expresamente se hubiere obligado
a pagar previa excusión de los bienes del deudor principal, y puede ser opuesta al fiador solidario que se hubiere obligado sin esta limitación.
978
Art. 1503 del Código civil: La parte que en la transacción hubiere transferido a la otra alguna cosa como suya propia, estará sujeta a la
indemnización de pérdidas e intereses si el poseedor de ellas fuere vencido en juicio; pero la evicción sucedida no hará revivir la obligación
extinguida en virtud de dicho contrato.
391
LECCION XXIV
LA CONFUSIÓN
242. Concepto
La confusión es un modo de extinción de las obligaciones que, en su acepción
específica, significa la reunión en una misma persona de las calidades de acreedor y
deudor de una determinada relación obligatoria, designándose también con dicho nombre
a la consolidación que se produce cuando el dominio y sus desmembraciones confluyen
en un solo sujeto.
Ese es el concepto legal contenido en la norma del art. 623 del Código civil
Cuando la calidad de acreedor y deudor, o el dominio y una de sus desmembraciones, se
reuniesen en una misma persona, quedará extinguida la obligación y su garantía en el
primer caso; y en el segundo, consolidado el derecho real. La confusión podrá producirse
en todo o en parte.
El ejemplo clásico de la confusión, como modo extintivo, es el caso en que el
deudor resulta ser, en un momento dado, heredero de su acreedor, respecto de una
determinada obligación que vinculaba a ambos.
243. Naturaleza jurídica
En la doctrina se discute respecto de la naturaleza jurídica de la confusión, es
decir, de si se trata verdaderamente de un modo extintivo, puesto que luego de
producirse, es posible que renazca y se restablezcan las respectivas calidades opuestas de
deudor y acreedor, tal como se previene en la norma del art. 627 del Código civil. O, si 979
979
Art. 627 del Código civil: Cesará la confusión siempre que por un acontecimiento ulterior se restablecieren las calidades originarias de las
partes, y revivirán los derechos que en un principio correspondían a las mismas. Si se tratare de derechos cuya extinción se hubiere inscripto en el
Registro Público correspondiente, la reintegración no se producirá sino después de al cancelación de la toma de razón, y sin perjuicio de los
derechos que en el tiempo intermedio se hubieren constituido a favor de terceros.
392
En la Argentina la doctrina mayoritaria, con base en la norma del art. 867 del 980
Código de Vélez, se pronuncia por la tesis de que la confusión es sólo una situación
impeditiva del cumplimiento de la obligación y no un modo auténticamente extintivo. Así
se ha dicho que la doctrina de mayor predicamento entiende que la confusión no es un
modo de consunción del crédito, como el pago, la novación o la compensación, sino un
impedimento u obstáculo material para el pago, que redunda en una paralización de la
acción respectiva mientras esa acumulación de la condición de acreedor y deudor se
mantenga en la misma persona, pero que no obsta a que la obligación subsista “en un
estado larvado o latente, pero con aptitud para reasumir su verdadera eficacia tan pronto
se modifiquen las circunstancias fácticas –reunión en una sola persona de las dos
calidades de acreedor y deudor- y que motivaran la imposibilidad de obrar. 981
además- innegable que cuando ella se produce no se tiene como presente el hecho
posterior que le permitirá, eventualmente, revitalizar la obligación. Este particular modo
de extinguir no tiene, sin embargo, el efecto consuntivo que posee, por ejemplo, el pago,
el cual, una vez que es efectivamente realizado, consume y agota por completo la
obligación. En tal caso, en el del pago, la obligación queda irremediablemente extinguida.
244. Requisitos
1. Contrariamente a lo que sucede en la compensación, en la confusión debe
tratarse de una sola obligación que vincule a determinados sujetos activos y pasivos.
2. Además, dicho crédito y su consiguiente débito, deben necesariamente
corresponder, por efecto de la confusión, a la misma masa patrimonial, lo que no ocurrirá
en los casos en que el sucesor acepta la herencia con beneficio de inventario.
245. Efectos
La confusión puede ocurrir como consecuencia de cualquier caso de
transmisión de derechos, y la consiguiente sucesión o desplazamiento de ellos, sea a
título singular o universal. Será el primer caso, es decir, como efecto de una sucesión
singular, el de un artesano que compra un negocio que explota el ramo de artículos
típicos, y del que era acreedor por la provisión de manteles de ao-poí de su producción.
980
Art. 867 del Código de Vélez: Si la confusión viniese a cesar por un acontecimiento posterior que restablezca la separación de las calidades de
acreedor y deudor reunidas en la misma persona, las partes interesadas serán restituidas a los derechos temporalmente extinguidos, y a todos los
accesorios de la obligación.
981
LLAMBÍAS, Jorge Joaquín, Tr. de derecho civil, Obligaciones, III, 261., CAZEAUX, Pedro N., y TRIGO REPRESAS, Félix A., Obligaciones
2, 362.
982
Art. 623 de Código civil: Cuando la calidad de acreedor y deudor, o el dominio y una de sus desmembraciones, se reuniesen en la misma
persona, quedarán extinguidas la obligación y su garantía en el primer caso; y en el segundo, consolidado el derecho real. La confusión podrá
producirse en todo o en parte.
393
El segundo, cuando fallece el acreedor, y el deudor resulta su único heredero, y cuya
herencia éste la aceptó pura y simplemente, es decir expresando que lo hacía sin beneficio
de inventario (art. 2457 del Código civil) . 983
Código civil.
En primer lugar, y por simple lógica, la confusión del derecho del acreedor con
el del deudor, tiene el efecto de extinguir la fianza accesoria del crédito extinguido.
Pero, si se confunden la obligación del acreedor con la del fiador, no se
extinguirá la obligación del deudor principal, también llamado afianzado.
Ahora bien, cuando se reúnen en la misma persona las calidades de fiador y
deudor principal, la fianza subsistirá a condición de que el acreedor tenga interés en ello.
Esta solución, que no se encontraba en el Código de Vélez, es la que adoptan el Código
civil italiano, y el Anteproyecto De Gásperi.
Estos efectos se desprenden de la norma clara del art. 625 del Código civil.
Efectos respecto de terceros que sean usufructuarios o titulares de prenda
Cuando terceros extraños a los acreedores o deudores cuyos derechos se
confunden, tengan adquiridos el usufructo o de prenda respecto sobre el respectivo
crédito, la confusión no producirá efecto respecto de ellos, según se resuelve en la norma
del art. 624 del Código civil . 986
246. Especies
La confusión puede ser total o parcial, según que el desplazamiento de la
calidad de acreedor o deudor lo sea respecto de todo lo adeudado, o de sólo parte de él.
Ejemplo de esto, es en el supuesto del fallecimiento del acreedor, del que el deudor es
sólo uno de sus herederos, entre varios otros. Así entonces, la confusión se producirá sólo
983
Art. 2457 del Código civil: La aceptación pura y simple debe ser siempre expresa en el juicio sucesorio. Ella resultará también por haber
cesado el beneficio de inventario, por hecho del heredero, en los casos previstos por este Código.
984
Art. 626 del Código civil: La confusión entre uno de los acreedores solidarios y el deudor, o entre uno de los codeudores solidario y el
acreedor, extingue la obligación principal y sus accesorios con el efecto del pago.
985
Art. 625 del Código civil: La confusión del derecho del acreedor con la obligación del fiador no extingue la obligación del deudor principal. Si
en al misma persona se reúnen las calidades de fiador y de deudor principal, la fianza subsiste, siempre que el acreedor tenga interés en ello.
986
Art. 624 del Código civil: La confusión no produce efectos en perjuicio de terceros que hayan adquirido derechos de usufructo o de prendas
sobre el crédito.
394
en la porción de la obligación que por sucesión del acreedor le corresponda al citado
coheredero deudor.
Dice al respecto el art. 623 del Código civil la confusión podrá producirse en
todo o en parte.
247. Extinción de la confusión
Luego de estar consumada la confusión, si por cualquier hecho válido posterior
se restablecieran las calidades originarias de la obligación, revivirán los derechos que
originalmente le correspondían a éstas. Por ejemplo, si en la sucesión mortis causa del
acreedor, que tuviera varios herederos, el bien locado a uno de ellos que estuviera
adeudando el respectivo canon de arrendamiento, fuera adjudicado a otro heredero por
efecto de la partición, producirá el renacimiento de la obligación a favor del heredero
adjudicatario y a cargo del heredero locatario, a quien no se le adjudicó el inmueble
sucesorio en cuestión. 987
REMISION DE DEUDA
248. Concepto
La renuncia es el género, y la remisión una especie de ella.
En el art. 610 del Código civil se dice que la obligación se extingue cuando el
acreedor remite gratuitamente la deuda. Este concepto legal utiliza para definirlo el
mismo vocablo que se utiliza para identificar a este modo de extinguir la obligación, con
lo que –en verdad- no se contribuye para dilucidar su significado.
No obstante ello puede decirse que la remisión es un modo de extinguirse la
obligación que se produce cuando el acreedor desiste voluntariamente de su derecho a
exigir el cumplimiento de la prestación que le es debida.
La remisión de deuda es el acto por el cual una persona voluntariamente
abandona, abdica o desiste de un derecho de crédito que tiene contra un deudor 988
987
LLAMBÍAS, Jorge Joaquín, Tr. de derecho civil, Obligaciones, III, 280 y ss.
988
SILVA ALONSO, op. cit. 390.
395
sujeta una forma determinada, pudiendo, en consecuencia, ser hecha por medio escrito,
oral, en instrumento privado o público, según se indica en la norma del art. 611 del
Código civil . 989
Es tácita
Cuando la voluntad de abdicar del acreedor, puede conocerse con certidumbre
de lo que surge de determinadas situaciones que se derivan de la conducta de las sujetos
de la obligación. Tales conductas que configuran una manifestación tácita de remisión,
son: a) La entrega voluntaria del título de la obligación por parte del acreedor, a deudor,
según se establece en la norma del art. 612 del Código civil la entrega del instrumento
original que justifica el crédito, realizada voluntariamente por el acreedor al deudor
constituye prueba de liberación; b) La posesión del título por el deudor, autoriza a
presumir que hubo remisión de la obligación. También de acuerdo con lo establecido en
la segunda parte de dicho art. 612, y c) La destrucción del título de la obligación, hecha
voluntariamente por el acreedor. La voluntad de suprimir el título debe reunir todos los
elementos internos de ella, es decir, con discernimiento, intención y libertad.
250. Elementos
a) Se requiere un sujeto, que es quien otorga la remisión, cuya voluntad debe
estar revestida de todos sus elementos esenciales de validez, es decir, discernimiento,
intención y libertad; b) También se requiere el objeto, que lo será cualquier clase de
créditos, que lo serán todos aquellos en los que no se afecten normas imperativas de la
ley, es decir, normas de orden público, No se puede, por ejemplo, la remisión no puede
ser hecha respecto de un crédito por alimentos, y c) una forma que permita conocer con
certidumbre la voluntad de remitir del acreedor que la realiza. Dicha forma no se halla
específicamente determinada por la ley, pero debe ser escrita, vale decir, excluyéndose la
de testigos, si el crédito cuyo cobro se desiste es superior a diez jornales mínimos (art.
706 del Código civil) 990 o, por escritura pública si el crédito remitido constare en tal clase
de instrumento, por aplicación de lo dispuesto en el art. 700, inc, j/ del Código civil. 991
251. Efectos
El efecto propio de la remisión, es la extinción de la respectiva obligación. Sus
efectos particulares, serán:
Respecto de la fianza
989
Art. 611 del Código civil: La remisión de la deuda no está sujeta a forma alguna, salvo que el crédito o sus derechos accesorios constaren en
escritura pública. En este caso la remisión, para que pueda ser opuesta a tercero, deberá hacerse en la misma forma e inscribirse en el Registro
Público correspondiente.
990
Art. 706 del Código civil: Los contratos que tengan por objeto una cantidad de más de diez jornales mínimos establecidos para la capital deben
hacerse por escrito y no pueden ser probados por testigos.
396
La renuncia hecha a favor del deudor principal, aprovecha a los fiadores. En
otros términos, en tal caso se resuelve la fianza.
A la inversa, la remisión hecha por el acreedor a favor del fiador, no aprovecha
al deudor principal.
Cuando existen varios cofiadores, la remisión que hace el acreedor a favor se
sólo uno de ellos, no libera a los demás. En tal caso, si los cofiadores consintieron la
remisión, quedarán ellos obligados por la totalidad.
Todo ello se encuentra reglado en la norma del art. 614 del Código civil . 992
así, porque la voluntad de remitir no se presume, y debe resultar de hechos que permitan
conocer con certidumbre la voluntad de efectuarla, según vimos más arriba.
IMPOSIBILIDAD DE PAGO
253. Concepto
Se trata de situaciones impeditivas, que se producen luego de la constitución
de la obligación.
Tales situaciones pueden estar motivadas por hechos imputables a la conducta
del deudor, vale decir, por culpa del mismo o, por causas externas a el, como aquellos
provocados por caso fortuito o fuerza mayor. Sólo en el primer caso, se generará la
obligación de indemnizar, de dicho deudor.
Entonces, la imposibilidad que interesa a este modo de extinción es,
exclusivamente la sobreviniente, la que se produce luego de estar constituida la
obligación.
La imposibilidad de pago es, pues, un modo de extinción de la obligación, que
se produce cuando el cumplimiento de una obligación, luego reconstituida, resulta
impedido por circunstancias imputables a él, o extrañas al mismo
Disposición legal
Este modo de extinción se encuentra caracterizado en la norma del artículo 628
del Código civil, la obligación se extingue cuando por una causa física o jurídica no
imputable al deudor, anterior a su constitución en mora, se hace imposible la prestación
que constituye su objeto.
991
Art. 700 del Código civil: Deben ser hechos en escritura pública: j) los pagos de obligaciones consignadas en escritura pública, con excepción
de los parciales y de los relativos a intereses, canon o alquileres.
992
Art. 614 del Código civil: La remisión hecho al deudor principal libera a los fiadores, pero la que se ha concedido a éstos no aprovecha al
deudor principal. La remisión acordada a uno de los fiadores no libera a los otros más que en cuanto a la parte del fiador liberado. Sin embargo, si
los otros han consentido la liberación, quedan ellos obligados por la totalidad.
993
Art. 613 del Código civil: La renuncia del acreedor a las garantías de la obligación no hace presumir la remisión de la deuda.
397
254. Especies de imposibilidad
La imposibilidad tendrá distintas consecuencias, según sea la clase de
obligación que se vea afectada por la aludida circunstancia.
Si se trata de la obligación de dar una cosa cierta, la obligación se extinguirá, si
la cosa se destruyere o se extraviare, sin culpa del deudor.
Si la cosa se perdiera o se extraviara, por culpa del deudor, deberá el mismo
indemnizar al acreedor.
El deudor deberá asimismo la indemnización, cuando la imposibilidad se
produjera, después de encontrarse en mora.
Si se trata de obligaciones de género, es decir de entregar cosas inciertas no
fungibles, el pago o cumplimiento nunca se considerará imposible, pues en esta clase de
obligaciones, el individuo debido puede, perfectamente, ser reemplazado por otro
individuo de la misma especie, dentro del género respectivo (art. 632) 994
994
Art. 632 del Código civil: Cuando la obligación fuere de entregar cosas inciertas no fungibles, determinadas sólo por su especie, el pago nunca
se juzgará imposible y la obligación se resolverá en indemnización de pérdidas e intereses.
398
Cuando la imposibilidad de cumplir, fuera sólo temporal, será ella considerada
como motivo legítimo que excuse al deudor quien, por ello, no será considerado como
responsable del retardo. Es decir, cuando existiendo un hecho impeditivo temporal no
imputable al deudor, y no encontrándose éste en mora, se considerará que el retardo no le
es imputable al mismo.
Cuando dicha imposibilidad temporal se extendiere en el tiempo, se producirá
el efecto extintivo, si por la naturaleza del objeto, o por motivo vinculado al título mismo,
el deudor no puede ser considerado obligado a ejecutar la prestación o el acreedor no
tenga ya interés en cumplirla. Es lo que se establece en el segundo párrafo del artículo
628 del Código civil si la imposibilidad es sólo temporal, el deudor, en tanto ella exista
no es responsable del retardo de su cumplimiento. No obstante, la obligación se extingue
si la imposibilidad perdura hasta que, en relación al título o a la naturaleza de su objeto, el
deudor no puede ser considerado obligado a ejecutar la prestación o el acreedor no tenga
ya interés en conseguirla.
El caso señalado de que la prestación temporalmente imposible, que luego, por
la extensión del tiempo de imposibilidad, se extingue, por motivos relativos al título,
tiene como ejemplo el de que en se ínterin prescriba la acción que le es propia, puesto que
tal imposibilidad temporal, no se encuentra prevista dentro de los supuestos de
suspensión del curso de la prescripción (artículos 642, 643 y 644 del Código civil).
Con la relación a la naturaleza, tiene por ejemplo aquellas prestaciones que
requieren ser cumplidas para determinados acontecimientos, tal el traje de novia, o los
arreglos navideños, etc.
399
PARTE QUINTA
TRANSMISIÓN DE LAS OBLIGACIONES
LECCIÓN XIX
CESION DE CRÉDITOS
265. Concepto. Caracteres
LECCION XXV
MODOS DE EXTINCIÓN (cont.)
LA PRESCRIPCIÓN LIBERATORIA
258. Concepto
La facultad que la ley le confiere al acreedor para exigir del deudor el
cumplimiento de la obligación, tiene vigencia por un lapso limitado de tiempo, y no
puede extenderse indefinidamente.
El concepto legal de la prescripción extintiva se encuentra expresado en la
norma del artículo 633 del Código civil todo aquel que estuviere obligado al
cumplimiento de un hecho o abstenerse de él, podrá eximirse de su obligación fundado en
el transcurso del tiempo, conforme con las disposiciones de este Codigo
De modo que transcurrido el plazo designado por la ley, en particular, para
cada clase determinada de derecho creditorios, sin que fuera ejercido por el acreedor, o
quien legitimación para hacerlo, es la propia ley la que determina el retiro de dicha
facultad que se había otorgado al acreedor para reclamar el cumplimiento respectivo.
Entonces, la prescripción es un modo de extinción de las obligaciones –o al
menos, de las acciones que aquellas engendran- que nace de la falta de ejercicio del
derecho durante el lapso de vigencia que la ley reconoce. 995
259. Fundamento
La prescripción se instala en el derecho, por la necesidad social de agilizar la
vida de los negocios, y aumentar dinámicamente la actividad económica general,
mediante transacciones intensas y permanentes que movilicen los valores patrimoniales.
995
SILVA ALONSO, Derecho de las obligaciones, 393.
996
RIPERT, Georges, y BOULANGER, Jean, Tratado de deredho civil, según el tratado de PLANIOL, Obligaciones 2ª. parte, 614, Buenos Aires
2002.
400
Las operaciones y actos que permanecen inactivos perjudican a la sociedad por
no generar ganancias constantes y fluidas.
Por tales motivos, la ley sanciona al acreedor lento que no tiene afán de obtener
el rendimiento económico de los derechos creditorios de los que es titular, castigando su
desidia e incuria al despojarle de la facultad de accionar para obtener el cumplimiento de
lo que se le adeuda.
260. Antecedentes
En una primera etapa del derecho romano, las acciones se consideraban
perpetuas, por lo que, por regla general, no se agotaban por la prescripción; salvo unas
pocas que por excepción se consideran temporales.
Recién más tarde, y durante la época del bajo impero, en el año 424 d.c. una
constitución imperial de Teodosio II estableció la proescriptio triginta annorum como
invocable para defenderse de las acciones perpetuas. 997
997
Código Teodosiano, 4,14, 1.I; Código de Justiniano, 7, 39, 1. 3.
401
obviamente comprendido dentro de la sección precedente dedicado al plazo, como
modalidad del negocio jurídico.
Nuestro código, en su normativa, es trasiego del Proyecto de Reforma del
Código civil argentino de 1936, coincidiendo incluso en cuanto as la ubicación, pero no
exactamente, pues el nuestro si bien lo ubica entre los hechos y actos jurídicos, lo hace
precediendo a las obligaciones, lo cual no ocurre en el proyecto de 1936.
262. Elementos
Son elementos requeridos para que se opere la prescripción extintiva; a) la
inacción del titular del derecho que tiene la facultad de reclamar el cumplimiento, y b) el
transcurso del plazo designado en la ley para el derecho determinado, de que se trate.
Inacción del acreedor
Para que se configure la prescripción extintiva, es menester la total inactividad
del acreedor; inactividad que se computa desde el momento en que nace su derecho de
exigir el cumplimiento, tal lo establece el artículo 635 del Código civil. 998
998
Artículo 635 del Código civil: La prescripción empieza a correr desde el momento en que nace el derecho de exigir. Si éste tiene por objeto una
omisión, la prescripción comienza desde que se ha efectuado un acto contrario. La prescripción de la acción de garantía o saneamiento, la de los
derechos condicionales, y la de los sometidos a plazo, se computan desde el día de la evicción, del conocimiento del vicio redhibitorio, desde el
cumplimiento de las condiciones, o del término cierto o incierto, respectivamente.
402
Según lo dispone el artículo 640 del Código civil, no está permitida la renuncia
anticipada de la prescripción, o a una futura.
Es posible, empero, en virtud de la misma citada norma, renunciar a una
prescripción ya cumplida u operada.
La renuncia de la prescripción operada, puede ser expresa o tácita.
Será expresa cuando el deudor, de modo positivo, expresa en términos
indubitables su decisión de renunciar a la prescripción operada.
Será tácita, cuando el deudor no opone la excepción respectiva al tiempo en que
el acreedor acciona exigiendo el cumplimiento.
263. La prescripción contra el estado y las municipalidades
El art. 641 establece que la prescripción liberatoria corre a favor y en contra del
Estado y las Municipalidades, y demás personas jurídicas de derecho público
264. Suspensión
La suspensión es un estado durante el cual no corre el cómputo del plazo de la
prescripción señalado en la ley para cada acción en particular.
Hay suspensión cuando su término deja de correr por razón de circunstancias
de distinto orden, que en principio se resuelven, en la imposibilidad de obrar. Más
estrictamente es el favor que en tal sentido concede la ley a las incapaces. 999
Es excepcional
En muy contados casos se suspende la prescripción, es decir, sólo en aquellos
que la ley expresamente indica, debiendo apreciarse, en consecuencia, con espíritu
retrictivo, pues la regla general en materia de prescripción es que ella corre contra todo el
mundo, salvo que la ley, de modo expresa, disponga lo contrario.
Efecto de la suspensión en relación con el plazo
El tiempo en que se prolongó la suspensión se descuenta, simplemente, del
plazo de la prescripción. El tiempo que hubiera corrido hasta el monto en que se produce
la circunstancia suspensiva se volverá a contar y tener en cuenta para establecer el tiempo
acumulado de la prescripción, Ese tiempo que corrió hasta el momento de la suspensión ,
se agregará al tiempo que nuevamente corra desde que desaparece el motivo de la
suspensión. Es lo que expresa la norma del artículo 646 del Código civil el efecto de la
suspensión es inutilizar para la prescripción el tiempo por el cual ella ha durado.
Su efecto es que no cuenta todo el tiempo que dura la suspensión; es necesario
hacer abstracción de ésta. Se cuenta solamente el tiempo anterior a ala suspensión, que
sigue siendo útil y que sumará más tarde al que corra cuando haya cesado la causa de la
999
COLMO, Alfredo, Obligaciones, 635, Buenos Aires, 1944.
403
suspensión. Por eso, la suspensión se distingue de la interrupción que destruye la
prescripción iniciada. 1000
Efectos de la suspensión
a) El primer efecto, es el estudiado en el párrafo precedente, en el sentido de
que el tiempo que se prolongó la suspensión, no cuenta para el cómputo del plazo de la
prescripción extintiva.
b)
Interrupción.
Plazos en particular
1000
RIPERT, op. cit., V, 625.
404
LECCION XXVI
FUENTES VOLUNTARIAS
405
La teoría general de las fuentes de las obligaciones alude a lo que también se
conoce como causa fuente o causa eficiente de ellas.
La fuente, para dicha teoría general, es el antecedente necesario de toda
obligación, atento al hecho de que –en verdad- nadie se obliga sin causa o sin motivo.
La obligación, reconoce, pues, invariablemente, como uno de sus elementos
esenciales, a la fuente, o causa fuente, o hecho que le dio origen.
Desde un punto de vista rigurosamente científico, la causa de la obligación se
entiende como todo hecho jurídico generador de la relación obligacional. 1001
a) Que históricamente, en las etapas más remotas del derecho romano, las
únicas fuentes de las obligaciones eran, respectivamente, el contractus y el delictum. . 1002
Posteriormente, y siempre en Roma, en época del derecho clásico, Gayo formula una
primera clasificación en sus Institutas, estableciendo dos fuentes: ex contractu y ex
delicto. 1003
Más adelante, el propio Gayo señaló que dicha clasificación no era completa,
pues existían cierta clase de obligaciones, que no nacían ni del contrato, y ni del delito,
como la obligación de devolver en el pago de lo indebido. Por ello propuso una nueva
clasificación, agregándole a la anterior las ex variis causarum figuris.
Modestino, jurista romano, propuso las siguientes fuentes, diciendo que las
obligaciones nacían: a) o por una cosa, o b) por palabras, o c) al mismo tiempo de unas y
otras: o d) por la ley.
En el derecho postclásico, Justiniano tomando como base a la clasificación de
Gayo, le agregó otras fuentes, descomponiendo para ello las catalogadas bajo el título de
ex varris causarum figuris, en dos grupos, a saber aquellas que más se asemejaban a los
contratos por una parte, y, por la otra, aquellas que más se relacionaban con los delitos,
1001
DE RUGGIERO, Roberto, Instituciones de derecho civil, II, 96.
1002
DIEZ PICAZO, Luis, Fundamentos de derecho civil patrimonial, II, Madrid, 1993, 133); TRIGO REPRESAS, Félix A., y CAZEAUX, Pedro
N., Obligaciones, I, 62
1003
GAYO, Institutas, III, 88.
406
con lo que se originaron las fuentes conocidas como quasi ex contractus, y quasi ex
maleficio.
En ese derecho justinianeo se consideraban que nace quasi excontractu: a) las
obligaciones que nacen entre comuneros en virtud de la comunidad de bienes; b) las que
nacen entre el tutor y curador con sus pupilos; c) las que se derivan de la aceptación de la
herencia; d) las que nacen de la gestión de negocios ajenos, y e) las que se derivan del
pago de lo indebido.
Más tarde, mediante la paráfrasis de Teófilo, durante la época del derecho
bizantino, dicha clasificación postclásica de Justiniano, por causa de un error inadvertido
según unos, pero con el propósito claro, según otros de cristalizar las instituciones, quedó
expresada, respectivamente, como cuasi excontractu y cuasi exdelicto. 1004
1004
DIEZ-ÌCAZO, Fundamentos de derecho civil patrimonial, II, Relaciones obligatorias, 135, Madrid, 1996.
1005
DIEZ PICAZO, op. cit. 136.
1006
PLANIOL, Marce, Traité élémentaire de dorit civil, Tome Deuxiémé, París, 1912, 348.
407
No es otro el criterio de PLANIOL, que hasta llega a equiparar los
cuasicontratos con los delitos y cuasidelitos, en cuanto, como éstos, son actos ilícitos, y
por cuanto aquel que se enriquece sin causa a costa de otro (y tal es el supuesto de los
cuasicontratos) lo hace ilegítimamente, y está poe eso obligado a la respectiva
indemnización o reparación. 1007
Contratos
Voluntarias
Voluntad unilateral
Fuentes de la Obligaciones
(Clasificación actual)
Daños imputables (daños resarcibles)
Enriquecimiento sin causa
Involuntarias Pago de lo indebido
Gestión de negocios
La ley
1007
COLMO, Alfredo, Obligaciones, 31.
1008
DIEZ PICAZO, Luis, Fundamentos del derecho civil patrimonial, Madrid, 1996, II, 137
408
LARENZ, señala que las obligaciones pueden nacer: 1) de los negocios
jurídicos; 2) de la conducta social típica; 3) de los hechos legalmente reglamentados. Y 4)
de una acto de soberanía estatal con efectos constitutivos en la esfera privada.
Para BETTI, las obligaciones derivan de los negocios jurídicos o de la ley.
Como resumen, debe admitirse que aún hoy persisten las dificultades que en el
pasado de suscitaron para establecer una clasificación de las fuentes que resulte
unánimemente aceptada, por la dificultad de encasillar los cuasicontratos, por una parte, y
de uniformar la tipificación de las diversas especies comprendidas dentro de las
obligaciones legales.
Además, ocurre que cuando hablamos de obligaciones pensamos siempre en un
fenómeno químicamente puro, como es la relación entre un acreedor y un deudor. Sin
embargo, en la realidad los créditos y las deudas se presentan siempre integrados en
relaciones jurídicas de perfiles más amplios, de carácter complejo y de naturaleza diversa.
Hay obligaciones que se incorporan a relaciones jurídicas que en cuanto tales son
relaciones jurídicas reales, como pueden ser las derivadas del condominio o del
usufructo. Hay, igualmente, obligaciones que se presentan dentro de relaciones jurídicas
del Derecho de familia, como son la obligación de prestar alimentos entre parientes y las
obligaciones derivadas de la tutela. Y hay obligaciones que surgen como consecuencia de
un fenómeno de sucesión mortis causa, como pueden ser las obligaciones que pesan sobre
el heredero frente al legatario. 1009
1009
DÍEZ-PICAZO, op. cit., 141.
409
FUENTAS NO VOLUNTARIAS
269. El daño resarcible
410
GESTIÓN DE NEGOCIOS AJENOS
305. Concepto
En la denominada gestión de negocios ajenos se trata de una figura
tradicionalmente considerada como un cuasicontrato, criterio, sin embargo, que
modernamente está siendo abandonado.
Hay gestión de negocios cuando una persona capaz de obligarse asume la
atención o la administración de un negocio ajeno, aunque su dueño, también llamado
dóminus, sea incapaz. 1010
La disposición legal, artículo 1808 del Código civil, expresa el que sin estar
obligado a ello, asume a sabiendas la gestión de negocio ajeno, debe continuarla y
conducirla a término, conforme con el interés y la voluntad presumible de su dueño,
mientras éste no esté en condiciones de hacerlo por sí mismo.
Es distintivo de la gestión de negocios que en ella no media un acuerdo de
voluntades que faculte a una persona a actuar en nombre y representación de otra.
Pero los efectos de la gestión de negocios con relación al gestor son los mismos
que el mandato engendra con relación al mandatario, pues el artículo 1811 del Código
civil establece el gestor queda sujeto a las obligaciones inherentes al mandatario., pero
con la salvedad en caso de culpa del gestor, de que el juez se encuentra autorizado a
moderar la gravedad e sus consecuencias, al considerar las circunstancias que indujeron
al gestor a asumir la responsabilidad.
La obligación del dueño del negocio de reembolsar los gastos necesarios y
útiles realizados por el gestor, con intereses (art. 1812) cuando la gestión ha sido
conducida útilmente, el interesado debe cumplir las obligaciones asumidas por el gestor
en su nombre y reembolsarle los gastos necesarios y útiles que haya efectuado, más
intereses, desde el día en que se hicieron, se inspira en el principio del enriquecimiento
sin causa.
Este principio, el del enriquecimiento sin causa, se encuentra explícitamente
establecido como fundamento de la restitución de lo gastado útilmente por el gestor, en
aquellos casos en que la gestión se haya realizado contra la prohibición lícita del dueño
del negocio, según se establece en la norma del artículo 1813 del Código civil las
disposiciones del artículo precedente no se aplican cuando la gestión se cumplió contra la
prohibición lícita del interesado, en cuyo caso las relaciones entre gestor y dueño se
regirán por las normas que regulan el enriquecimiento sin causa.
306. Requisitos
1010
ALTERINI, Atilio Aníbal, Contratos, 321.
411
1) Capacidad de las partes (debe tenerla el gestor, pues el dueño puede ser un
incapaz. Para el primero, debe ser la capacidad para contratar, según la norma del artículo
1809 del Código civil el gestor debe tener capacidad para contratar; 2) Debe tratarse de
un negocio ajeno, no perteneciente al gestor; 3) Animo de obligar al dueño o dóminus,
pues en caso contrario se trataría de una liberalidad, que no lo es, ciertamente; 4) El
negocio debe preexistir a la gestión, pues ésta no puede crearlo
1011
Artículo 2294 del Código de Vélez: El gestor responde aun del caso fortuito, si ha hecho operaciones arriesgadas, que el dueño del negocio no
tenía costumbre de hacer, o si hubiese obrado más en interés propio que en interés del dueño del negocio; o si no tenía las aptitudes necesarias
para el negocio; o si por su intervención privó que se encargara del negocio otra persona más apta.
1012
Artículo 426 del Código civil: El deudor no será responsable de los daños e intereses que se originan al acreedor por falta de cumplimiento de
la obligación, cuando éstos resultaren de caso fortuito o fuerza mayor, a no ser que el deudor hubiere tomado a su cargo las consecuencias del caso
fortuito, o éste hubiere ocurrido por su culpa, o ya hubiere incurrido en mora, que no fuese motivada por caso fortuito o fuerza mayor.
412
Es asimismo obligación del gestor comunicar al dueño del negocio la gestión
que asumió, aguardando su respuesta para continuarla, si es que la consiguiente demora
no resultare perjudicial, según el artículo 1810 del Código civil.
308. Obligaciones del dominus
A condición de que el negocio haya sido conducido útilmente por el gestor, el
dueño o dominus está obligado, de acuerdo con lo dispuestos en el art. 1812 1013
del Código
civil a: a) cumplir con las obligaciones asumidas por el primero en su nombre, y b) al
reembolso de todos los gastos necesarios y útiles efectuados por el gestor, más los
intereses respectivos, desde el día en que se realizaron. No existe obligación de
reembolsar los gastos suntuarios.
Art. 1812 del Código civil: Cuando la gestión ha sido conducida útilmente, el interesado debe cumplir las obligaciones
1013
asumidas por el gestor en su nombre y reembolsarle los gastos necesarios o útiles que haya efectuado, más lo intereses,
desde el día en que se hicieron.
413
LA LEY COMO FUENTE DE LAS OBLIGACIONES
308. Concepto
La ley puede ser considerada, desde varios enfoques.
Y así, en sentido amplio, se considera como la causa eficiente de toda
obligación.
Se dice que la ley es fuente de las obligaciones, cuando directamente las crea. 1014
1014
TRIGO REPRESAS, Félix A., y CAZEAUX, Pedro N., Obligaciones, 1,65, La Plata, 1977.
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