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Plegamiento y fracturación ─ J. Lillo & R.

Oyarzun

2. PLEGAMIENTO Y
FRACTURACIÓN: PRINCIPIOS
FUNDAMENTALES

2.1 Fuerzas y esfuerzos, o el origen de la deformación

Muchas de las ideas aquí expuestas se derivan de los importantes y en muchos


casos cruciales aportes de Ramsay (1967), Hobbs et al. (1976), Nicolas y
Mainprice (1987), Weijermars (1997), Twiss y Moores (2007), así como del ya
clásico trabajo de González de Vallejo et al. (2002). La lista es muy larga, y he aquí
sólo algunos nombres entre muchos más.

Las rocas que constituyen la corteza terrestre están sometidas a un gran número
de fuerzas, relacionadas con diferentes procesos tanto exógenos como
endógenos. De forma que sobre esos materiales rocosos siempre van a existir
fuerzas actuando, a todas las escalas, desde la estructura cristalina a las grandes
unidades orogénicas. Pero, independientemente de la escala que estemos
considerando y del tipo de fuerzas implicadas, de forma general, los efectos que
estas provocan en las rocas son desplazamientos y la deformación de ellas. Así,
un desplazamiento tiene lugar cuando las fuerzas que actúan sobre el material
rocoso producen un cambio de posición de este.

El cambio de posición o desplazamiento del material rocoso con respecto a un punto de


referencia implica que este habrá recorrido una distancia con respecto a su posición original, en
una, dos o las tres direcciones del espacio, Adaptada de González de Vallejo et al. (2002).

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Dependiendo de la trayectoria del desplazamiento, este puede ser homogéneo


(solidario), rotacional o inhomógeneo (heterogéneo).

En el desplazamiento homogéneo, las trayectorias de todas las partes del material rocoso son
iguales; en el desplazamiento rotacional, las trayectorias son proporcionales y paralelas, y en el
caso de desplazamiento inhomogéneo, las trayectorias son erráticas.

La deformación ocurre cuando al actuar una fuerza sobre el material rocoso, este
cambia su forma y/o tamaño.

Cuando las fuerzas que actúan sobre la roca son convergentes (compresión) se produce la
deformación por aplastamiento. En el caso de que las fuerzas sean divergentes (distensión) se
produce la deformación por elongación o estiramiento.

Si consideramos la fuerza en un punto, entonces hablamos de carga. Si


consideramos la fuerza aplicada sobre un área, entonces hablamos de esfuerzo.

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El esfuerzo es un parámetro que representa la fuerza aplicada por unidad de área.

Como veremos más adelante, las estructuras de deformación que encontremos en


la roca y su posible reactivación en diferentes etapas dependerán de la magnitud
del esfuerzo y su orientación. El esfuerzo es una magnitud vectorial que se puede
descomponer en tres componentes ortogonales xx, xy, xz, según las direcciones
principales del espacio cartesiano XYZ. Así, el estado de esfuerzos de un
volumen de roca está definido por las fuerzas por unidad de área, referidas a los
tres planos X, Y, Z.

Descomposición de las fuerzas actuantes sobre un volumen de roca en sus componentes en el


espacio cartesiano. Adaptada de Department of Aerospace Engineering Sciences (2012).

Si consideramos un volumen infinitesimal (esto es, lo que sería equivalente a un


punto) el esfuerzo resultante podemos escribirlo como una matriz, conocida como
tensor de esfuerzos, de manera que este tensor representaría el esfuerzo
resultante en ese punto. Las componentes ortogonales a las superficies son los
llamados esfuerzos normales (σn). Las componentes paralelas a las superficies,
son los esfuerzos tangenciales o de cizalla ().

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Para pares de fuerzas de igual magnitud (F = F´), los esfuerzos de cizalla en los
planos se compensan (si no fuera así, se produciría la rotación del volumen de
roca). Teniendo en cuenta que el estado tensional1 de un punto estará definido por
todos los esfuerzos actuando en todos los planos que pasan por dicho punto, será
posible encontrar tres planos ortogonales entre sí en los que los esfuerzos
tangenciales son inexistentes. A los esfuerzos normales a esos planos se les
conoce como tensiones1 o esfuerzos principales σ1, σ2, y σ3 en ese punto y
definen el elipsoide de esfuerzos, el cual representa el estado de esfuerzos
tridimensional en un punto del macizo rocoso (p.ej., Hobbs et al., 1976,
Weijermars, 1997). Los esfuerzos principales σ1, σ2, y σ3 corresponden al esfuerzo
máximo, intermedio y mínimo, respectivamente; es decir no existe en ese punto un
esfuerzo mayor a σ1 ni inferior a σ3.

El elipsoide de esfuerzos está definido por tres ejes que corresponden a los esfuerzos
principales σ1, σ2, y σ3 y los planos ortogonales que los contienen.

En los casos más generales, la relación entre los esfuerzos principales es σ1 > σ2 >
σ3, definiendo así un elipsoide poliaxial. Si σ1 = σ2 = σ3, entonces el elipsoide es
una esfera, y se trata de un estado tensional isótropo o hidrostático, caracterizado
por la ausencia de esfuerzos de cizalla. El mejor ejemplo del estado tensional
isótropo es la presión que ejerce el agua intersticial sobre las partículas en un
medio (por ejemplo, un sedimento) saturado en agua en condiciones de ausencia
de flujo (si hay flujo, se generan diferencias en esfuerzos, y con ello, esfuerzos de
cizalla). La elipse de esfuerzos es una sección del elipsoide de esfuerzos que

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En geología, los términos “esfuerzo” y “tensión” son equivalentes, aunque el término “tensión” se
utiliza más en aquellos casos donde las fuerzas son divergentes.

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contiene a dos de los tres ejes. Generalmente se utiliza la elipse σ1 - σ3, como
simplificación 2-D del elipsoide de esfuerzos.

La elipse de esfuerzos está definida por dos ejes que corresponden a dos esfuerzos principales y
el plano que los contiene.

Conocida la magnitud y direcciones de los esfuerzos principales σ1 y σ3, se puede


calcular σn y  para cualquier plano si se conoce su orientación:

σn = ½(σ1 + σ3)+½(σn - σ3) cos 2θ (1)

 = ½(σ1 - σ3) sen 2θ (2)

Donde θ es el ángulo que forma la normal de dicho plano con el plano de la elipse.
Esto es interesante, porque nos permite saber donde se producirán los mayores
esfuerzos tangenciales. El máximo esfuerzo tangencial es ½(σ1 - σ3) y ocurre
cuando θ es igual a 45º (sen 2θ = 1), es decir los máximos esfuerzos normales y
tangenciales se ejercen sobre planos a 45º entre sí. Y así, por ejemplo, sí
relacionamos la elipse de esfuerzos con la deformación que daría lugar en una
roca isótropa, lo más probable es que se produzcan superficies de rotura a 45º de
los esfuerzos normales. O si hay discontinuidades o roturas previas, se reactiven
las que tienen una orientación más próxima a 45º.

Dado que las ecuaciones (1) y (2) corresponden a un círculo, las relaciones del
estado de esfuerzos pueden ser visualizadas gráficamente mediante el llamado
Círculo de Mohr (p.ej., Hobbs et al., 1976), de radio es ½(σ1 - σ3) y cuyo centro se
sitúa sobre el eje de abcisas (que representa σn) a una distancia ½(σ1 + σ3) del
origen. De esta manera, dados los esfuerzos σ1 y σ3, se pueden calcular
gráficamente los valores de σn y  para cualquier plano; e igualmente a partir de
unos valores de σn y  dados podrán obtenerse la magnitud y la orientación de los
esfuerzos principales.

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El círculo de Mohr permite visualizar geométricamente las relaciones entre los esfuerzos
normales principales, y el esfuerzo normal y los esfuerzos tangenciales para cualquier plano.

Además, el círculo de Mohr permite representar y comparar diferentes estados de


esfuerzos. La excepción es el caso de esfuerzo hidrostático, donde σ1 = σ3, y el
radio del círculo es 0.

Representación del círculo de Mohr para distintos estados de esfuerzos. Adaptada de González
de Vallejo et al. (2002).

En definitiva, el Círculo de Mohr es una herramienta gráfica que nos permite


visualizar las relaciones entre los esfuerzos normales y de cizalla, y calcular estos
para cualquier plano.

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