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Parcial Derecho del Tributo Primer Corte

Análisis Proyecto de Reforma Tributaria en Materia de Beneficios Tributarios para


Hoteles
Integrantes: Miguel Ángel Sierra y Mateo Estrada

El presente escrito tiene por objeto explicar a grosso modo en qué consiste la propuesta de
reforma tributaria en materia de sector hotelero, y a partir de ello determinar cuáles son las
consecuencias jurídicas que se derivan de estas eventuales y nuevas disposiciones
tributarias, en relación con el beneficio o exención tributaria que actualmente tienen los
empresarios de hoteles, así como la afectación que ello produciría al principio constitucional
tributario de irretroactividad de la ley y a la teoría de la situación jurídica consolidada.

En el documento sobre el nuevo proyecto de reforma tributaria presentado por el gobierno


entrante de Gustavo Petro, se estableció como eje principal el dinero que se pretende
recaudar, para lo cual se fijó como objetivo la recaudación de $25 billones de pesos para
2023, es decir el 1,72 % del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que para los años del
2024 al 2033 se espera un recaudo de 1,39 % del PIB en promedio.

Para dar cumplimiento de lo anterior, en materia de empresas y sector productivo, el


gobierno optó por limitar a como dé lugar los beneficios tributarios que estos tienen. Por lo
tanto, si bien no subirá el impuesto de renta para las empresas, sí se limitarán los beneficios
tributarios. El texto plantea que se eliminen beneficios tributarios que son “asimétricos” y
que reciben sólo algunos sectores o territorios y que se establezca un máximo a los
beneficios que pueden obtener las empresas. Se redistribuirán los beneficios que generan
los altos precios del petróleo, el carbón y el oro a través de un impuesto del 10% sobre un
precio base a la exportación de estos bienes. Adicionalmente, y en lo que esencialmente
nos concierne para el presente escrito, se pretende eliminar totalmente las rentas
especiales para los servicios hoteleros.

Dicho esto, de ser que se apruebe en el congreso la reforma tributaria, lo cual objetivamente
hablando es de altísima probabilidad, se derogaría el parágrafo 5 del Art. 240 y los
numerales 3, 4 y 5 del Art. 207-2 del Estatuto Tributario, en donde aún se establece una
tarifa especial de renta de 9% para quienes construyan o remodelen hoteles en el país, así
como la exención total de rentas para los Servicios hoteleros prestados en nuevos hoteles
que se hayan construido dentro de los quince (15) años siguientes por un término de 30
años a partir de la promulgación del vigente estatuto tributario. En este sentido, la aplicación
de la disposición propuesta en la reforma implicaría la eliminación por completo de las
exenciones de renta que están contempladas para los servicios hoteleros y para la
construcción y remodelación de los mismos, por lo cual aquellas personas naturales o
jurídicas que construyeron un hotel en virtud de la vigencia de estas normas, y que podían
ser beneficiarias de la exención durante treinta (30) años (término que fue ampliado durante
la reforma tributaria de 2018), perderían esa garantía y tendrían que comenzar a tributar.

Ahora bien, resulta pertinente hacer la aclaración que en el listado de normas a derogar que
contempla el proyecto de reforma, se adujo que “los contribuyentes que hubieren
acreditado las condiciones para acceder a las tarifas diferenciales y demás beneficios
tributarios derogados o limitados mediante la presente ley, podrán disfrutar del respectivo
tratamiento durante la totalidad del término otorgado en la legislación bajo la cual se
consolidaron las respectivas situaciones jurídicas”. Para nosotros esta estipulación es
fundamental y trascendental para la temática en cuestión, toda vez que ello significa que los
constructores y remodeladores de hoteles que tengan aprobados a la fecha todos los
requisitos de ley para ser beneficiarios de la exención o de la tarifa especial del 9%, podrán
seguir conservando sus derechos adquiridos, además que esto iría en línea con lo
estipulado por la jurisprudencia constitucional, especialmente mediante la sentencia C-235
de 2019, en la cual se sostiene la necesidad de garantizar los derechos adquiridos en el
marco del tratamiento diferencial tributario.

En concordancia con lo anterior, y sin perjuicio de la aclaración hecha al respecto, la


consecuencia jurídica directa que advertimos con la introducción de las mencionadas
nuevas disposiciones tributarias es que, en definitiva, se ve transgredido el principio de
irretroactividad de la ley tributaria, toda vez que de conformidad con el At. 363, inc. 2 de la
Constitución, no es posible que una norma que establezca o modifique un tributo, pueda ser
aplicada respecto a hechos ocurridos antes de su vigencia, considerando que el único
escenario en el que se permite y se ha hecho viable la retroactividad de las normas
tributarias, es en los casos que sean favorables para el contribuyente, lo cual es poco
común. Así, desde un comienzo, el presente gobierno no tuvo que haber siquiera concebido
la introducción de normas que modifiquen las situaciones jurídicas de aquellos que
actualmente gozan de beneficios tributarios y que se pudiesen ver afectados por derechos
adquiridos en el pasado, toda vez que esto suscita una trascendencia social y económica de
suma relevancia, en el sentido que los empresarios de hoteles comenzarían a percibir
automáticamente una disminución de utilidades o dividendos, lo que conllevaría a una
disminución de gastos y por ende a la reducción de la nómina empresarial, lo que a la larga
se traduciría en un mayor desempleo.

En este mismo sentido, vale la pena tener en cuenta lo que se conoce como situaciones
jurídicas consolidadas. Con referencia a este aspecto debemos tener en cuenta que la
reforma tributaria apunta a establecer una nueva tarifa de renta para el sector hotelero y
turístico, lo cual, además de ser una medida irrisoria al pasar de 9% a 35%, es una medida
que transgrede las situaciones jurídicas consolidadas. La ley 2068 de 2020, por la cual se
modifica la Ley General de Turismo y se dictan otras disposiciones, es clara en su artículo
41 al darle el beneficio de renta del 9% a los nuevos hoteles, a los que entran a
remodelarse, a los parques temáticos y a otros beneficiarios por un plazo de 20 años. El
lapso de tiempo impuesto por está ley no solo permite reconocer que quienes hayan
cumplido con los requisitos luego de su entrada en vigencia podrán ser beneficiarios, sino
que también aquellos que en los 20 años siguientes decidan poner un hotel o remodelar el
que tienen también adquieran ese beneficio. Es por esta razón que la reforma estaría
desconociendo las posibles situaciones jurídicas consolidadas en lo referente a la renta del
sector hotelero.

Al respecto se refirió la Corte Constitucional en sentencia C-089-18: “En cambio, las


situaciones jurídicas no consolidadas, en los términos explicados, constituyen una mera
expectativa. Por lo tanto una vez entra en vigencia la nueva ley, la mera expectativa podrá
alcanzar la categoría de situación jurídica consolidada pero con sujeción a las condiciones
de la nueva normativa.” Como se evidencia, lo que se interpretó de la ley en su momento
fue una mera expectativa, sin embargo, por tratarse de una regulación en materia tributaria
los contribuyentes tienen a su favor una expectativa legítima que es la que se da “cuando
logre consolidar una situación fáctica y jurídica concreta en virtud de la satisfacción de
alguno de los requisitos relevantes de reconocimiento del derecho subjetivo” (T-832A/13),
por lo que basta con que se cumpla con los requerimientos legales para llegar a consolidar
esa situación jurídica y aplicar a la tarifa del 9%. Ante esto, apreciamos que la propuesta de
reforma tributaria del actual gobierno desconoce el principio de la confianza legítima al
aumentar la tarifa de renta en 26 puntos porcentuales e iría en contravía de los derechos y
la favorabilidad de los contribuyentes.

A manera de conclusión podemos constatar dos puntos importantes. El primero en lo


relativo a la salvedad que realizó el gobierno en el proyecto de ley, pues es allí donde se
concibe explícitamente el respeto a las situaciones jurídicas consolidadas con respecto a la
renta. Es, en consecuencia, la forma en que se materializa realmente el principio de la
irretroactividad, dado que se le respeta su situación de beneficiarios a aquellos
contribuyentes que cumplieron el lleno de requisitos que la ley en su momento estableció y
que les permite pagar renta sobre el 9%. El segundo punto estriba en que la ley que
estableció la tarifa del 9% no solo permitió que muchos constructores y dueños de hoteles
que remodelaran sacaran provecho a dicho porcentaje, sino que también creó una
expectativa legítima para los contribuyentes, pues estableció un plazo de vigencia de 20
años del tan mencionado beneficio. Al crear esta expectativa en los contribuyentes, el
Estado debe corresponder amparando la confianza legítima; permitiendo así que quienes
construyan o remodelen hoteles durante el plazo de 20 años a partir de la entrada en
vigencia de la ley, puedan rentar con la tarifa del 9%. Lo que plantea la reforma tributaria
desconoce por completo la confianza legítima que se da entre el Estado y los asociados, lo
cual deviene en un perjuicio injustificado y una serie de vulneración de derechos a los
contribuyentes.

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