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Democracia, ciudadanía y rol de la educación | Seminario 1
UNIDAD TEMÁTICA 1
La democracia
Introducción
En esta primera unidad se aborda el concepto de democracia ya que el mismo, junto con el de
ciudadanía, son centrales en el pensamiento político de nuestro tiempo. Además se puede afir-
mar que dichos conceptos se encuentran estrechamente vinculados. Esto se debe a que sin
democracia, no puede haber ciudadanía ya que la misma implica el goce de ciertos derechos,
que sólo en un régimen democrático, pueden ser ejercidos. Si bien el concepto de ciudadanía
es bastante complejo y se abordará en la próxima unidad, se puede decir que se haya vincula-
do a una serie de derechos establecidos históricamente, pactados socialmente y legalmente
los mismo, son producto de la historia de la humanidad, se han constituido y conquistado de
manera diferente en cada lugar del mundo y además están sujetos a constantes debates y
transformaciones.
Por otro lado, la relación existente entre derechos y sistema político de un país es un fenómeno
contingente, ya que varía en cada momento histórico y de nación en nación. Por lo tanto, la
relación conceptual que se puede establecer entre la ciudadanía y la democracia se expresa en
la historia particular de cada tiempo y espacio.
En términos actuales, la ciudadanía implica la conformación de espacios públicos para el
debate, la reflexión y la propuesta de instituciones que den respuesta a los requerimientos de
los ciudadanos de hoy, sujetos de derechos que los ejercen en forma conjunta con las respon-
sabilidades que detentan con respecto a su comunidad. Es decir, sin la participación activa del
individuo, el concepto de ciudadanía pierde su sentido original, de ahí la pertinencia de abordar
la relación de la ciudadanía con la concepción, construcción y permanencia de la democracia
y en la democracia.
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1. La concepción de democracia
En esta unidad se analiza la democracia no sólo como forma de gobierno, sino además, como
forma de vida.
Antes de comenzar el recorrido teórico, cabe aclarar que aunque la democracia sea uno de los
sistemas políticos más difundidos en todo el planeta, no en todo Estado esto es garantía de la
vigencia de los derechos. Hay algunos que vulneran estos derechos, por ejemplo cuando en
sus constituciones se admiten y justifican las desigualdades jurídicas entre varones y mujeres,
como así también cuando se establecen limitaciones a la libertad de expresión o de circula-
ción.
A partir de lo expuesto, surge la necesidad importante definir lo que se entiende por Estado de
Derecho, es aquel estado que consagra jurídicamente la existencia de los derechos humanos,
se caracteriza por el imperio de la ley, la división de poderes, la legalidad de la administración
y consagración constitucional.
En el momento de su surgimiento histórico, quienes promovían la creación de las instituciones
del Estado de Derecho pensaban en garantizar los derechos civiles frente a las monarquías
absolutas. Posteriormente, el reconocimiento de los derechos sociales condujo a una modifi-
cación profunda en las cuestiones en las que los Estados debían intervenir y en las formas en
que podían hacerlo.
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ciudadanos su capacidad de asociarse y organizarse de tal modo que puedan ejercer una
influencia directa en las decisiones públicas. Por último, hay una democracia directa, cuando
la decisión es adoptada directamente por el pueblo, mediante plebiscitos vinculantes, eleccio-
nes primarias, facilitación de la iniciativa legislativa popular y votación popular de leyes, con-
cepto que incluye la democracia líquida.
Las tres formas de democracia mencionadas, no son excluyentes y suelen integrarse como
mecanismos complementarios en algunos sistemas políticos, aunque siempre suele haber un
mayor peso de una de las tres formas en un sistema político adecuado.
Rousseau, el gran teórico de la democracia, consideraba que la misma sólo podía ser directa.
Según este autor, la soberanía no puede ser representada, por la misma razón que no puede
ser enajenada. La misma consiste esencialmente en la voluntad general, que no se representa:
es ella misma o es otra, no hay término medio. En concordancia con lo expuesto, para Rous-
seau, los diputados del pueblo no son ni deben ser representantes, son solo comisionados, no
pueden decidir nada. En tal sentido, toda ley que el pueblo en persona no ha ratificado es nula,
no es una ley.
Actualmente se reconoce otro tipo de democracia, que se denomina semidirecta o mixta, se
da cuando la representativa se combina con ciertas formas de democracia directa como el
referendum, la iniciativa, el veto y el plebiscito.
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ble. Muchas veces se dice que un sector tiene mayoría simple cuando es el más numeroso
pero no alcanza a superar el 50% del total. Sin embargo, cuando un sector o partido supera el
50% del total de votantes, se dice que logró mayoría absoluta.
• Respeto por las minorías y tolerancia de ideas y creencias. En el concepto actual de democra-
cia el predominio de las mayorías debe complementarse con la protección de los derechos de
las minorías. Este principio se refiere a las minorías políticas y a las minorías sociales, cultura-
les o religiosas.
• Vigencia del pluralismo político. La plenitud de la democracia sólo es posible a través de la
libre existencia de partidos políticos.
• Vigencia de la libertad y respeto por los derechos humanos. Ésta es una de las características
que define a la democracia moderna como algo más amplio que un sistema político, es tam-
bién una forma de vida.
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A lo largo del tiempo y de los distintos espacios, las culturas han señalado cuáles son los idea-
les en relación con la educación, es decir, qué tipo de hombre se querría formar, de acuerdo con
los ideales, valores y costumbres, en función de los cuales, cada cultura ha fijado los fines y
objetivos de la educación.
En la antigüedad, en las culturas orientales, los modelos educativos más representativos han
sido: el utilitario de los egipcios, el militar de los persas, y el de los hebreos basado en la
religión, sin embargo, los herederos en cuanto a los valores educativos predominantes actuali-
dad, provienen de la cultura griega y romana fundamentalmente, debido a que su educación
griega y romana constituye el modelo educativo de las culturas occidentales.
En la cultura griega surge un ideal de formación llamado paideia, término que hace alusión al
niño a quien se orienta la educación, y que expresa el ideal de formación de hombre. Este ideal
comprende la areté (virtud), es decir la apertura a los valores humanos explayados en la vida
civil, en las asambleas democráticas del agora y en la participación de los ciudadanos en el
gobierno de las ciudades-estado libres. El mismo constituía la meta a conseguir por parte de
los ciudadanos de la polís. Este ideal se transformó a través el tiempo.
Sócrates (469-399 a. C.) plantea el problema de la educación sobre la base de los auténticos
valores humanos y del intelectualismo. Por otro lado también plantea el método socrático, es
decir, la mayéutica² socrática y la escuela del diálogo. Mientras que Platón (428-348 a. C.), le
otorga a la educación una orientación social y política, y Aristóteles (384-322 a. C.) aporta un
carácter más concreto y realista a la pedagogía y coloca como fundamento de la obra educati-
va tres factores: naturaleza, costumbre, discurso.
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² La mayéutica que proviene del griego y significa "dar a luz". Se le da este nombre pues Sócrates tenía como ideología que el
saber era dar a luz un nuevo conocimiento. Es el conocimiento a través del cuestionamiento. Es una técnica que consiste en
interrogar a una persona para hacer que llegue al conocimiento a través de sus propias conclusiones y no a través de un cono-
cimiento aprendido y concepto pre conceptualizado. La mayéutica se basa en la capacidad intrínseca de cada individuo, la
cual supone la idea de que la verdad está oculta en el interior de uno mismo.
La técnica consiste en preguntar al interlocutor acerca de algo (un problema, por ejemplo) y luego se procede a debatir la
respuesta dada por medio del establecimiento de conceptos generales. El debate lleva al interlocutor a un concepto nuevo
desarrollado a partir del anterior.
La mayéutica cree que el conocimiento se encuentra latente de manera natural en el alma y que es necesario descubrirlo. Este
proceso de descubrimiento del propio conocimiento se conoce como dialéctica y es de carácter inductivo.
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Con la conquista de Grecia por parte de Roma (siglo II a. C.), se efectúa la transposición de la
paideia al mundo romano y de ahí a toda la humanidad. El ideal romano se basa en la figura del
orator. Este ideal requiere una vasta cultura intelectual, una gran habilidad oratoria y una com-
petencia jurídico-política. En Roma, aparece la figura de Quiltiliano (35-95 d. C.), considerado
el educador por excelencia del clasicismo romano. Él marcó la importancia de la educación
desde la primera infancia, la valoración de la familia y la necesidad de una formación moral y
cultural, con el fin de conseguir un buen orator.
Los griegos educaban para desarrollar la virtud, que era ser ciudadano o sabio, los romanos
educaban para formar al orador, y el modelo educativo cristiano se basa en la virtud cristiana
que prepara al hombre para su doble destino terrenal y eterno.
En la Edad Media, a partir del siglo XIII, lo más importante es el surgimiento de las universida-
des (Bolonia y La Soborna). Se rompe el círculo de las siete artes liberales y se llega a la insti-
tución estable de distintas facultades (teología, filosofía, derecho, artes, medicina).
La Edad Moderna se inicia con el Renacimiento (siglo XV) y se caracteriza por la renovación de
la cultura clásica, de los estudios humanísticos, y el culto por la antigüedad que se denominó
Humanismo.
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En la misma época, Montesquieu, al referirse a la educación, expresaba, entre otras cosas, que
las leyes de la educación son las primeras que se reciben en la familia y en cada forma de
gobierno, y que éstas son las que preparan a los hombres para ser ciudadanos.
En el siglo XIX se plantea el gran desafío de la alfabetización universal. Disciplinas como la
física, la biología, la historia, en claro detrimento de la filosofía, van a surgir como modelos
ejemplares de conocimiento. De aquí nace el positivismo, que desdeña la metafísica y valoriza
racional. A su vez, aparecen nuevas concepciones políticas y económicas, como los ideales de
democracia, igualdad, libertad y así el Estado comienza a dirigir y supervisar la política educa-
tiva.
En la historia de la educación argentina, también se encuentran distintos modelos de hombres
a formar. Según Ramallo³ se la puede dividir en seis etapas:
Dominación hispánica
(1516 -1810)
La revolución
(1810 -1819)
La Argentina organizada
(1852 -1910)
La Argentina moderna
(1910 -1930)
La Argentina Alterada.
(1930 -1966)
Sería imposible en este trabajo referirse a cada una de ellas, pero se puede hacer algunas
observaciones relevantes de la historia de nuestra educación que pueden llegar a ser útiles.
Primeramente se analiza el período de la Argentina organizada, que a su vez, se puede dividir
en dos períodos: el primer sub-período (1852/1880) correspondiente a la organización nacio-
nal, y el segundo sub-período (1880/1910) que se puede denominar “época de la nueva Argen-
tina”.
En el primer sub-período, la caída de Rosas y la inmediata sanción de la Constitución Nacional,
perfila el nuevo modelo de hombre argentino, de acuerdo con una concepción liberal de la
³ Ramallo, Jorge María, Historia de la educación y política educacional argentina, Buenos Aires, Braga, 1989.
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época anterior. El objetivo era, según Esteban Echeverría, formar al futuro ciudadano para que
se desempeñara en la nueva sociedad democrática.
Juan Bautista Alberdi, en su obra Bases4, dedica varios puntos a llamar la atención acerca de
la importancia de la educación –a través de la inmigración como medio de progreso y de cultu-
ra– para organizar la República. Sólo a través de la educación, decía Alberdi, se conseguiría
elevar la capacidad de los pueblos a la altura de las constituciones y de los principios procla-
mados por ellas.
Durante el transcurso de las llamadas presidencias históricas, de Bartolomé Mitre
(1862-1868), Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874) y Nicolás Avellaneda (1874-1880), se
llevó a cabo la organización de un nuevo sistema educativo. Predominan las ideas provenien-
tes de la Ilustración, del positivismo, de la educación utilitaria, se introducen las nuevas
corrientes de la pedagogía francesa y de la norteamericana.
Los principios que orientaron la acción educativa durante la presidencia de Mitre fueron prin-
cipalmente el fomento de la enseñanza primaria y secundaria (se funda en 1863 el Colegio
Nacional de Buenos Aires y los Colegios Nacionales de Catamarca, Salta, Tucumán, San Juan
y Mendoza).
Mitre sostenía que era necesario, que la inteligencia gobierne, que el pueblo se eduque para
gobernarse mejor, para que la razón pública se forme, para que el gobierno sea la imagen y
semejanza de la inteligencia, y esto sólo se conseguiría al elevar el nivel intelectual y moral de
los más instruidos y al educar al mayor número posible de ignorantes para que la barbarie no
venza5. Por lo tanto aquí predomina una educación eminentemente elitista y aristocrática.
Los colegios nacionales, creados durante la presidencia de Mitre, tenían como objetivo formar
a los hijos de la elite de Buenos Aires y de las grandes ciudades para formar futuros dirigentes
políticos.
Durante la presidencia de Sarmiento, se fundaron la Escuela Normal de Paraná (1870), la
Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta (1874) y más tarde la Escuela Normal de Profe-
sores Mujeres (Normal nro. 1), el Colegio Militar, la Escuela Naval y numerosas escuelas de
enseñanza primaria. Si bien Sarmiento coincidía en cierta medida con algunos de los aspectos
de la educación planteada por Mitre, su modelo era menos elitista. Sarmiento estaba obsesio-
nado por la Educación Popular6, por lo cual sentó las bases para la creación de los colegios
normales para la preparación de maestros. En 1874, también se funda la Facultad de Derecho
de la Universidad de Buenos Aires.
4 Alberdi, Juan Bautista, Bases y puntos de partida para la organización de la República Argentina, Buenos Aires, Platero, 1991.
5 Citado por Manganiello, Ethel M. y Violeta E. Bregazzi, op. cit., p. 281.
6 Domingo Faustino Sarmiento escribió el libro “De la educación popular” en el año 1848 al regresar de un viaje por Estados
Unidos y Europa que había realizado por encargo del gobierno chileno –en particular del ministro de Educación Pública de ese
país–, entonces interesado en obtener información sobre la educación escolar, financiamiento y métodos pedagógicos en uso
en aquellos países antes de encarar la legislación correspondiente en Chile. Este texto posee un tinte político, recuerdos y
memorias de su juventud, de su gestión en San Juan y un gran espacio destinado a la transcripción de normativas y regulacio-
nes escolares, pero también a las innovaciones pedagógicas de alcance mundial en aquel entonces. Sarmiento constituye un
sistema completo de educación popular comenzando por las llamadas cunas, las salas de asilos y la escuela primaria. Se
trata de un sistema que ofrece formación tanto en materia de conocimientos como de moral y ciudadanía. Este libro contiene
el espíritu de nuestro sistema educativo. Sarmiento considera que la instrucción debe cumplir con cuatro características para
impartir una buena enseñanza: el espacio físico –remite a precisiones tales como cuánto debe medir un aula, cuál es la super-
ficie que tiene que tener y cómo debe ventilarse–, el material completo, la formación de los docentes y un sistema general de
enseñanza y métodos particulares para cada área.
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En 1875 se sancionó la Ley de enseñanza primaria 988 en la Provincia de Buenos Aires que
estableció que la educación común era gratuita y obligatoria. La obligación sería de 8 años
para los varones y de 6 para las mujeres. La instrucción primaria podía ser recibida en las
escuelas comunes, establecimientos particulares o en la casa de los padres, tutores o perso-
nas en cuyo poder se encontraran los niños. La ley dividió a la provincia en distritos escolares.
Esta ley fue precursora de la Ley Nacional sancionada en 1884.
En 1878 se sancionó la Ley Nacional 934, impropiamente llamada de libertad de enseñanza, en
que se estableció que los alumnos de los colegios particulares tendrían derecho de presentar-
se a examen parcial o general de las materias que comprendía la enseñanza secundaria de los
Colegios Nacionales.
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de la conquista del desierto; con la sanción de la Ley Láinez 4874 de 1905 se extendió a las
escuelas nacionales fundadas en las provincias. Bajo dicha ley, se fundaron escuelas naciona-
les y solventadas económicamente por el estado nacional, ya que existían provincias que aún
no podían sostener su propia educación.
En 1885 se dictó la Ley 1597, denominada Ley Avellaneda en homenaje a su autor, el entonces
senador nacional, rector de la Universidad de Buenos Aires y ex presidente de la Nación, Dr.
Nicolás Avellaneda. El eje de los debates de esa ley estuvo centrado en la autonomía de las
universidades.
A esta fecha sólo existían las Universidades de Córdoba y Buenos Aires. Se establecía que el
rector sería elegido por la asamblea universitaria y su mandato duraría 4 años en el cargo,
pudiendo ser reelecto. La asamblea universitaria estaba formada por los miembros de todas
las facultades. La Ley Avellaneda obró como instrumento para la organización plena de la UBA
y en el año 1886 se sancionó su primer estatuto.
Entre 1910 y 1930, tuvo lugar la reacción antipositivista y el resurgimiento del pensamiento
católico. Se renovaron la pedagogía y la didáctica, dando lugar a la llamada escuela nueva, su
principal representante fue John Dewey (1859-1952).Esta nueva corriente basa su filosofía de
la educación sobre la experiencia como reemplazante de las lecciones estrictamente intelec-
tualistas. Pero el modelo de hombre argentino no se modificó demasiado respecto al perfilado
por la generación del 80.
En 1918, en la Universidad de Córdoba se creó la Federación Universitaria de Córdoba y más
tarde, en la de Buenos Aires, la Federación Universitaria de Buenos Aires. La reforma universi-
taria se manifestó como una prolongación de la reforma política contra el régimen. Los radica-
les adhirieron a la misma. Producto de la reforma, se modificaron los estatutos universitarios
y se logró la participación estudiantil en el gobierno universitario y la docencia libre y por con-
curso.
En el período de la Argentina alterada, se desarrolló, sobre todo, la educación técnica y prospe-
ró la enseñanza privada. Cobró importancia la educación de adultos. Se fundó la Universidad
Obrera Nacional (1948), luego transformada en Universidad Tecnológica (1956), y se crearon
las Universidades del Sur, Nordeste, Rosario, Río Cuarto, La Pampa, Jujuy, Comahue. Las Uni-
versidades privadas que se crearon fueron: la Católica de Córdoba, del Salvador, del Museo
Social Argentino, Pontificia Universidad Católica Argentina, entre otras.
En esta etapa, se intentó vincular la educación con el sistema productivo. Hasta la llegada del
peronismo, la educación tenía un carácter liberal, humanístico, con escaso contenido técnico.
Debido a la demanda de personal capacitado técnicamente para la industrialización por susti-
tución de importaciones, se crearon escuelas técnicas y la Universidad Obrera Nacional. En
este sentido, podemos afirmar, que fue la única etapa histórica en que se crea una educación
vinculada al sistema productivo y al desarrollo económico7. Desde 1955, la alternancia de los
gobiernos civiles y militares marcó la oscilación del modelo de hombre argentino.
7 Tesis expuesta en: Tedesco, Juan Carlos, Educación y sociedad en Argentina (1880-1945), Buenos Aires, Solar, 1986.
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El Diseño Curricular vigente, sostiene que uno de los grandes propósitos de la educación
primaria es garantizar la participación de los estudiantes en una experiencia escolar-institu-
cional pluralista y democrática que les permita crecer en el pleno ejercicio de la ciudadanía8.
Para llevar a la práctica el propósito dentro de las aulas, los estudiantes deben tener claras y
concretas posibilidades de aprender a usar y de hacer uso del lenguaje, a lo cual se llega a
partir de acuerdos de trabajo y de convivencia, por medio del diálogo y la palabra. Pero,
además, deben aprender a renovar y reformular dichos acuerdos en búsqueda del el bien
común.
Muchas veces, la escuela es el primer espacio público que lleva a los niños a tomar decisiones,
asumir consecuencias, plantear argumentos, hacer conjeturas o tomar la palabra frente a sus
pares, entre otras cosas. Y es aquí donde se genera el verdadero concepto de ciudadanía: par-
ticipando, debatiendo, haciendo oír su voz, compartiendo ideas, produciendo conocimientos.
En concordancia con lo expresado por Rodino9, el camino educativo para construir prácticas
democráticas se realiza a través de impartir ciertos conocimientos, valores-actitudes y des-
¿Cómo educar para este tipo de prácticas? La cuestión metodológica es medular. La teoría, la
investigación y las experiencias exitosas muestran que una estrategia educativa eficaz debe
incluir tres componentes complementarios entre sí, que se corresponden con los grandes
objetivos o metas de la Educación Democrática. Se trata de trabajar simultáneamente en la
enseñanza y el aprendizaje de:
1. Saberes
2. Valores y actitudes.
3. Habilidades o destrezas (que, por mi parte, desde un enfoque de psicología cognoscitiva,
prefiero llamar competencias).
Se le sugiere remitirse a la sección citas textuales donde encontrará un fragmento del texto: La
educación y los nuevos desafíos de la formación del ciudadano de Juan Carlos Tedesco.
SINTESIS
AUTOEVALUACIÓN
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1. Lee el fragmento del artículo de José Dominguez, titulado “Democracia y Escuela” que apa-
rece a continuación y responda:
• ¿Cuáles de los puntos de la educación democrática, según Rousseau, le resultan más impor-
tantes y más actuales, según su criterio?
• ¿Cuál o cuáles de los puntos que aparecen en el artículo coinciden con lo expuesto en la
unidad?
• Realice una breve conclusión de lo leído en el artículo.
2. Lea el Texto de Tedesco que aparece en el próximo apartado y responda:
• ¿Cuál fue el rol histórico de la escuela?
• Compare lo leído en el fragmento con lo analizado en el recorrido histórico que se ofrece en
la unidad.
CITAS TEXTUALES
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3. Es una educación que trata de superar la instrucción como asimilación acrítica de los sabe-
res clasificados y ordenados.
Se trata de aprender a pensar por sí mismos, es decir, lo que hoy se llama “aprender a apren-
der”, “aprendizaje autónomo”, “autoaprendizaje”. Se enseña y se aprende partiendo de los pro-
blemas que nos plantea hacernos cargo de las cosas. Rousseau levantó un gran escándalo por
su crítica del saber libresco. Esta crítica influyó en el principio educativo de las Escuelas
Nuevas de la globalización del aprendizaje.
5. La educación básica de todos los ciudadanos, para ser democrática, debe ser igualitaria en
sus fines, en sus contenidos y en sus métodos.
Lo primero que hay que suprimir es la educación clasista y elitista. Un estado democrático no
puede establecer una educación básica diferente para las distintas clases sociales, ni organi-
zarla en sus fines, contenidos y métodos, exclusivamente desde los intereses económicos,
sociales y políticos de las clases hegemónicas. Esto chocaba con la tradición escolar y educa-
tiva de las Iglesias y de las élites.
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llamaron “laica”, que es sinónimo de “pública”, porque “laikós” viene del griego “laós”, que
significa “pueblo”.
Esto generó dos polémicas encarnizadas, que continúan hasta hoy. “Escuela pública” se inter-
pretó como “escuela estatal” y se empezó a discutir la estatalización de la enseñanza y si el
Estado tiene derecho a dirigir la educación, etc. La otra polémica fue la de la “laicidad”, que
cuestionaba que el Estado pudiera organizar escuelas, aplicando el principio de neutralidad
religiosa e ideológica. Estos dos malentendidos siguen generando debates interminables,
enconados y estériles. […].
La escuela pública no es la escuela estatal, sino la escuela del “populus” o pueblo, la escuela
“laica” del “laós” o pueblo, la escuela “democrática”; es decir, la que está organizada y contro-
lada por el “demos” o pueblo y, consecuentemente, está abierta a todos los miembros del
pueblo por igual sin distinción de raza, de credo, de sexo o de ideología.
Para ser pública, la escuela debe practicar el principio de neutralidad religiosa e ideológica, en
el sentido de que no puede estar subordinada ni promover una determinada creencia religiosa
o una determinada ideología. Esto debe ser compatible con la libertad para expresar pública-
mente las propias creencias, convicciones y opiniones con una tolerancia respetuosa a los
demás. Los centros financiados con fondos públicos o “populares” no prestan un auténtico
servicio público o popular, si no son democráticos en sentido fuerte y si, consecuentemente,
no practican el principio de neutralidad religiosa e ideológica. […]
7. Una educación democrática debe formar a los educandos como ciudadanos para desarrollar
la convivencia democrática en todos los ámbitos de la sociedad civil y para el control demo-
crático del Estado. Esto implica que los contenidos y los métodos educativos sean en sí
mismos democráticos.
• Tedesco, Juan Carlos. (1996). La educación y los nuevos desafíos de la formación del ciuda-
dano, Revista Nueva Sociedad Nro. 146. Noviembre-Diciembre 1996, pp.74-89.
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instrumento a través del cual operó la integración política y, como lo muestran los análisis
históricos del proceso de construcción nacional, la formación de la ciudadanía implicó una
adhesión a la nación por encima de cualquier otro vínculo de tipo ya sea religioso, cultural o
étnico.¹0
La nación y la democracia son construcciones sociales y, por lo tanto, deben ser enseñadas y
aprendidas. […]. En este sentido, lo propio de la formación del ciudadano en el período de cons-
trucción y consolidación de los Estados nacionales y la democracia fue el énfasis en los
aspectos simbólicos, en los rituales y en la autoridad con la cual fueron dotados los actores y
las instituciones encargadas de difundir las pautas de cohesión social, es decir, de aceptación
de las reglas de la disciplina social.
[…]Si bien éste no es el lugar para una larga exposición histórica, parece importante recordar
aquí que la escuela, especialmente la escuela pública obligatoria, como institución social
encargada de socializar al conjunto de la población dentro de ciertos códigos culturales, fue
diseñada y se expandió como una institución que reemplazaba a las agencias tradicionales de
socialización: la familia y la Iglesia. […]
En el momento que la escuela fue diseñada como una institución especializada y cuya respon-
sabilidad no era de todos los actores sociales sino responsabilidad fundamental del Estado en
tanto institución que asume la representación de la voluntad y los intereses generales, el men-
saje socializador de la escuela tuvo un carácter innovador muy importante. Dicho mensaje
representaba lo que se entendía como la modernización frente al tradicionalismo de las otras
agencias socializadoras. La historia de la educación nos muestra que el proyecto educativo
democrático tuvo en sus orígenes una fuerte capacidad socializadora. Esta capacidad de
incorporar al conjunto de la población no sólo desde el punto de vista cuantitativo sino cualita-
tivo estuvo asociada a la concepción transformadora con la cual los actores del proceso edu-
cativo, los maestros, los directores de escuela, los profesores, enfocaban su tarea y con la
manera como la sociedad en su conjunto percibía esta función. La literatura pedagógica de la
época refleja claramente esta concepción de la educación como regeneración, como re-
socialización, en el sentido sociológico del término.¹¹
Buena parte de la eficacia socializadora del proceso de formación del ciudadano, tal como fue
concebido y aplicado especialmente en algunos países europeos en el proceso de construc-
ción de los Estados nacionales democráticos, se debe justamente al carácter innovador de sus
mensajes y a sus potencialidades integradoras. La confianza en la educación y en la educabili-
dad de las personas eran elementos fundamentales del éxito de la empresa de resocialización.
En síntesis, la formación del ciudadano basa- da en las categorías de democracia y nación
tuvo un contenido específico, actores claves y un diseño institucional y curricular coherente.
La fertilidad socializadora de este proyecto radicaba en que era portador de un sentido, en la
triple dimensión de su significado: fundamento, unidad y finalidad. El fundamento de la pro-
puesta estaba dado por el principio de la Nación como eje articulador sobre el cual se apoya el
proyecto colectivo; la unidad se basaba en el nivel significativamente alto de articulación de
las «imágenes del mundo» que brindaba una propuesta ideológica capaz de ofrecer a todos la
visión de un sistema donde había un lugar para cada uno en la estructura social; la finalidad,
por último, estuvo basada en la proyección de la posibilidad de un futuro siempre mejor, de una
ampliación progresiva de los espacios de participación, de libertad y de justicia.¹²
¹0 Pierre Rossanvallon: Le sacré du citoyen. Histoire du sufragge universel en France, Gallimard, París, 1994.
¹¹ Berger y Luckman: La construcción social de la realidad, Amorrortu, Buenos Aires, 1968.
¹² Zakï Laïdi: Un monde privé de sens, Fayard, París, 1994. | página 16
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BIBLIOGRAFÍA OBLIGATORIA
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Velázquez de Hanón, Olga. (1994). Guía didáctica. Educación para la democracia, Managua,
Programa de Educación para la Democracia-Centro de Educación para la Democracia.
Rodino, Ana María. Educación para la vida en democracia: Contenidos y orientaciones meto-
dológicas. Disponible en:
http://www.derechoshumanos.unlp.edu.ar/assets/files/documen-
tos/educacion-para-la-vida-en-democracia-contenidos-y-orientaciones-metodologicas.pdf
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