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Tratamiento polí co de la emigración exterior española en el tardofranquismo (1974-1977)

José Manuel Azcona


Tratamiento político de la emigración exterior española en el tardofranquismo (1974-1977)

sus peculiaridades, Suiza ha sido el único país europeo de fuerte inmigra- ción española, en el que la colonia his-
pana, lejos de decrecer, aumentó desde 1973 hasta 1980 20.
El panorama de relaciones exterio- res desplegado por el IEE se completa con la actividad migratoria de los es-
pañoles en Bélgica, Países Bajos y Rei- no Unido. En el primer país, el reclu- tamiento o cial se centra en las
minas, la industria y en el servicio domésti- co, adquiriendo su cenit en 1970 con 67.585 emigrantes (sin
perjuicio de la emigración irregular, que Fernández Asperilla cifra en un 80%).
El movimiento migratorio se de- sarrolló entre 1956 (tras la rma del acuerdo bilateral hispano-belga, el primer
convenio rmado por España en la posguerra mundial) y 1973, año en que el gobierno belga deniega más
permisos de trabajo a los extranjeros.
Respecto del segundo destino, la cota máxima de españoles emigrados a los Países Bajos se alcanzó en 1974,
con una colonia de 31.790 residentes, atraídos por los empleos vacantes en la industria textil, naviera o en la mi-
nería del carbón. Para el IEE, la rma del acuerdo con esta nación incorporó
20El control sanitario de la frontera fue, por ejemplo, un asunto de gran controversia, en tanto el Acuerdo bilateral hispano- suizo del 2 de
marzo de 1961 contempla- ba dos tipos de examen médico: uno en España y otro en Suiza. Tanto es así que el IEE decidió realizar una
supresión provisional del envío de emigrantes a este país en junio de 1970, como medida de protesta ante la situación. Véase Vilar, J., La
emigración..., p. 70 y ss.; y VV.AA., Historia..., p. 198 y ss.

novedades positivas que no había con- seguido en ningún convenio anterior, tales como cobertura —por parte de
empresarios holandeses— de los gas- tos de viaje hasta el lugar de trabajo, gastos de retorno y los desplazamien-
tos de vacaciones a España, y la ma- yor garantía de control sobre el ujo migratorio, obligando a los empresa-
rios a presentar sus ofertas de traba- jo a la administración holandesa. No obstante, el Instituto tuvo que luchar
contra las restricciones en materia de reagrupación familiar y la emigración irregular del panorama neerlandés.
En tercer lugar, acontece en Reino Unido un movimiento migratorio eco- nómico, poco estudiado por situarse
mayoritariamente al margen de los cau- ces del sistema de emigración asistida. Además, la inexistencia de un
acuerdo bilateral hispano-británico limitó la actividad del IEE y, en la práctica, su función quedó reducida a la de
una agencia de colocación alternativa. Los años 1963-1966 fueron los de mayor salida de españoles hacia este
país, con viajes irregulares. En los años ochenta acontece la paralización casi total del ujo tradicional al Reino
Unido, susti- tuido por procesos migratorios profe- sionales, de estudiantes, de au-pairs, et- cétera, que poco
tenían que ver ya con el tipo de emigración laboral surgida a nales de los cincuenta. Además, a di- ferencia del
resto de países europeos, la recluta o cial operó en muy pocas regiones de España; dominó el sector terciario —
con especial relevancia en la hostelería y en el servicio hospita- lario y doméstico— y la emigración
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asistida por el IEE al Reino Unido fue la más feminizada de las continentales, donde dos de cada tres emigrantes
asis- tidos eran mujeres en 196221. En 1970, el 73,5% de los españoles que trabaja- ban en Alemania lo hacían en
la meta- lurgia; en el caso de las mujeres la pro- porción de empleo industrial era aún más alta, el 75,5% 22. Sin
embargo, en Francia el sector de actividad laboral que más atrajo a los españoles fue la construcción y la obra
pública donde, por ejemplo, en 1968 se desempeñaba el 34,8% de los españoles. Por su parte, un 14,5% se
dedicaba a la agricultu- ra de forma permanente, a los que hay que añadir los que lo hacían en calidad de
temporeros23. En cuanto a las muje- res, fue el servicio doméstico (47%) el sector más apetecido. También se
asen- taron en otros empleos del sector servi- cios (10%) y especialmente en el ámbi- to de la limpieza y en las
porterías o en el cuidado de personas dependientes. En la agricultura se empleaba el 4,5% y en el sector
manufacturero el 22%24.
En Suiza, en 1968, el 20% de los hombres trabajaba en la industria y

21. VV.AA., Historia..., p. 211 y ss.


21  

22. Datos aportados por Babiano, José, y Fernández Asperilla, Ana, art. cit., p. 11.
22  

23. 23  Sobre la mano de obra femenina en Ale- mania, véase Sanz Lafuente, Gloria, «Mujeres españolas emigrantes y

mercado laboral en Alemania», en Migraciones & Exilios, No 7, 2006, pp. 27-59. Lo que decimos ahora sobre Alemania y
después sobre Francia y Suiza, tomado de Fernán- dez Asperilla, Ana, «La emigración como exportación de mano de obra...»,
art. cit. También Fernández Asperilla, Ana, Mine-

ros, sirvientas y militantes..., art. cit.

24. Cfr. Misma fuente, p. 11.


24  

en una proporción similar en la hos- telería. En la construcción se incluía alrededor del 25%. Las mujeres te-
nían, igualmente, una fuerte presencia en hostelería (37,4%) así como en el servicio doméstico, donde se
ocupaba el 14,5%25.
En Bélgica, a partir del Acuerdo para el Reclutamiento de Mineros, suscrito al mismo tiempo que el Convenio
Bilate- ral de Emigración, en 1956, las minas de carbón acapararon la mayor parte de la mano de obra española
inmigrada. En las minas de este país, los españoles sustituyeron a los italianos, después de que se produjese una
serie de accidentes mortales, a consecuencia de los cuales el gobierno de Roma detuvo el envío de mineros. Es
decir, en este caso también se produce esa especie de circuito de sustitución, en el que está implicada la mano de
obra de la Europa latina y que hemos visto que tenía lugar en la agri- cultura y, sobre todo, en la construcción en
el país galo. Sin embargo, en Bélgica, a pesar de que el acuerdo obligaba a los españoles a trabajar durante cinco
años en las minas antes de cambiar de profe- sión, su estancia media de presencia en los pozos no fue más allá de
un año. Una década después de los acuerdos y tras una grave crisis del sector carbonífero, que llevó al cierre de
muchos pozos, la mano de obra española ya se había di- versi cado. Las minas ya no ocupaban a la mayoría de
los españoles, ahora ocupados en sectores como la construc- ción y diversas industrias, como la me- talúrgica, la
química o el sector textil26.

25. Cfr. Misma fuente, p. 12.


25  

26. Art. cit., p. 12.


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Todo ello generaría problemas de con- vivencia sociolaboral y, en ocasiones, la intervención de la autoridad
española a través del servicio diplomático27.

Cifras reglamentadas en el tardofranquismo


Como ya hemos indicado en el arranque de este artículo, hemos toma- do como fechas extremas de nuestro
estudio el período comprendido entre los años 1974 y 1977, es decir, desde la agonía del franquismo a la víspera
de la promulgación de la Constitución de 1978 que, adelante, iba a regular la convivencia democrática de los
españo- les. Así, en el primer informe de carácter institucional por nosotros consultado 28, se sustenta que el
número de ofertas de trabajo que se ofrecieron para trabaja- dores españoles fuera de nuestro país fue de
100.985, cifra inferior, sin duda, a la del año anterior (1973), que estuvo en 161.295. La baja fue casi en un 60%.
Los países que reclamaron con más inci- dencia la mano de obra española fueron Suiza (54.309) y Francia
(41.449), con lo que recogen casi la totalidad de lo demandado. Las razones de esta bajada

27. 27  Véase el artículo que aporta cuantiosos e interesantes datos al respecto, de Babiano, José, y Farré, Sebastián, «La

emigración a Europa durante los años sesenta. Fran- cia y Suiza como países de acogida», en Historia Social, No 42, 2002, p.
82 y ss.

28. 28  Archivo de la Dirección General para la Ordenación de las Migraciones, Ministe- rio de Trabajo, Informe del

director gene- ral del IEE sobre la emigración española en 1974 y su coyuntura actual, Madrid, 17 de febrero de 1975.

las ve claras el director del IEE:


La emigración española durante 1974, particularmente la dirigida a Europa, ha sido afectada por un dato básico y particularmente grave:
la decisión de varios países industriali- zados del área europea de frenar, por lo menos por un determinado período de tiempo, la
contratación de mano de obra extranjera, como solución a sus problemas de paro motivados por la crisis energética y económica que les
ha afectado particularmente29.

La distribución por sexos muestra una diáspora masculina que sobrepa- sa el 90% de los efectivos. Los sectores
a los que se dirigían fueron, por este orden: construcción, agricultura, hos- telería y servicios. Se insiste en los
ex- cedentes de mano de obra en el sector primario de la economía nacional y en cómo las provincias que
enviaron ma- yor volumen de emigración, en 1974, fueron: Jaén, Granada, Orense, Cádiz, Sevilla, Málaga, Santa
Cruz de Teneri- fe, Murcia y Madrid. Los destinos más apetecidos por los españoles que inicia- ron la aventura
migratoria eran Alema- nia, Suiza y Francia, por este orden.
El analista o cial avala que la «emi- gración permanente» (se diferencia así de la estacional o «golondrina») ha-
cia Europa había sido declinante. Se daba como pauta de comportamiento clave de este hecho los estragos de la
crisis energética de 1973, pese a que, por ejemplo en Suiza, el sector de la construcción, en el que se alojaban
29 Informe del director general del IEE..., 1974, p. 1.

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nuestros emigrantes en número con- siderable, había registrado un buen comportamiento. Este declive también
se hacía notar en el número de emi- grantes asistidos en el Viejo Continen- te, que había sido de 50.803 en 1974,
frente a los 96.088 de un año antes30, siendo los originarios de las provin- cias de A Coruña, Orense, Pontevedra
y Granada los más asistidos, por uti- lizar la terminología de la época. Por su parte, la emigración de temporada,
que producía los desplazamientos ha- cia Francia de trabajadores españoles que se dirigían a las campañas de la
recogida de uva y remolacha, no se vio prácticamente afectada en 1974, por el fenómeno general de depresión
eco- nómica, por lo que casi cien mil perso- nas se trasladaron al país vecino.
El informe o cial del IEE de la Me- moria de 1975, insiste en que el número exacto de españoles que vivía fuera
de España era de 3.275.233, distribuidos así:
El informe o cial del IEE que esta- mos siguiendo, de 1975, insiste en la resultante en función de la cual se pre-
dica la productividad mayor del obre- ro español cuando traspasa su propia nación. Así que, en términos
generales, la laboriosidad del emigrado, tanto en Europa como en América 31, era más elevada que la que había
desarrollado en España32. Por otro lado, al nal del franquismo aparece en escena un nue- vo tipo de emigrante:
En nuestros días se está mol- deando en España un nuevo tipo de emigrante, el emigrante científico, delineado por los profesores, médi-
cos, arquitectos o cultivadores de las diversas ramas de la ciencia que, cada vez con mayor intensidad, se trasladan a las universidades
americanas para explicar las materias de su especiali- dad, para profesar cursos de lengua y literatura española o para seguir un ciclo de
formación en un determinado campo del saber y así una estadística
31. Véase Fernández Asperilla, Ana, «De Amé- rica a Europa. El cambio de ciclo migrato- rio», ponencia presentada al
31  

III Congreso de la Asociación de Historiadores del Presente, Salamanca y León, noviembre 2007. Los datos de los acuerdos
bilaterales de emigración con Francia y Suiza en Fer- nández Asperilla, Ana, «La emigración como exportación de mano de
obra. El fenómeno migratorio a Europa durante el franquismo», en Historia Social, No 30, 1998, p. 75. Sobre el acuerdo de
emigra- ción con Bélgica, en Fernández Asperilla, Ana, Mineros, sirvientas y militantes. Medio siglo de emigración española a
Bélgica, Madrid, Fundación 1o de mayo, 2006, pp. 7 y 11.

32. Informe del director general del IEE..., 1975, p. 176.


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Cuadro 1

Número de españoles en el extranjero (1975)

Países Total

América
África
Europa 2.081.523 13.866 1.150.942 23.465 5.417
Oceanía
Oriente Medio y Asia

Total 3.275.233

Fuente: Memoria del ICEE, 1975, elaboración propia.

30 Informe del director general del IEE..., 1974, p. 3.

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reciente y realmente sugestiva publica- da en Méjico, señala que el número de intelectuales nacidos en España y en la actualidad
residenciados en tierras de América, es de cuatro mil ocho, sin contar los pintores, escultores, artistas de radio, televisión y otras artes
liberales33.

La Memoria de 1976 del IEE, la pri- mera tras la muerte del general Franco, sustenta rmemente cómo, desde
1973 y a largo plazo, los países de la Comu- nidad Económica Europea (CEE) «se han decidido a poner en
marcha una política de restricción y selección de los ujos migratorios, apuntando sus estructuras de producción y
empleo a este hecho»34. Además:
Toda una serie de razones econó- mico-sociales [...] han llevado a los países de acogida a poner en marcha su actual política de limitación
y con- trol de la mano de obra inmigrada. Entre ellas se destacan las siguientes: 1) La mano de obra extranjera ha ace- lerado la
aglomeración regional y la concentración industrial, intensi can- do las de ciencias de infraestructura social; 2) El aumento de los costos
sociales de la inmigración (recluta, transportes, infraestructuras); 3) Finalmente, las evidentes di cultades de adaptación de la mano de
obra extranjera, sometida a rotación y de carácter «temporal», ha motivado que

33. Informe del director general del IEE..., 1975, pp. 180-181. La cifra resulta sor- prendente por su elevado número.
33  

34. 34  Archivo de la Dirección General para la Ordenación de las Migraciones, Ministe- rio de Trabajo, Informe del

director gene- ral del Instituto Español de Emigración sobre la emigración española, 1976, p. 1.

los países de inmigración europeos hayan tomado conciencia de estas di - cultades y de los problemas sociales de toda índole que se les
pueden derivar, con un aumento de los contingentes de población inmigrada, cuyas espe- ranzas de retorno les impide integrarse en las
estructuras sociales de los países de residencia35.
Esta restricción o cial de los tra- dicionales países de acogida europeos venía acompañada de otras medidas
como los programas de integración que realizaban en destino, por un lado, pero por otro con las iniciativas
encaminadas a promover el retorno de los colectivos de inmigrantes, en- tre ellos de españoles, claro. También se
buscaba evitar problemas de agi- tación política sociolaboral 36. Pese a

35. Informe del director general del IEE..., 1976, p. 2.


35  

36. A este respecto pueden consultarse los siguientes trabajos: Farré, Sebastian, Spa- nische Agitation: emigración
36  

española y antifranquista en Suiza, Madrid, Funda- ción 1o de Mayo, Documento de Trabajo 3/1002, 2001. Sanz Díaz, Carlos,
«Emi- gración económica, movilizaciones polí- tica y relaciones internacionales. Los trabajadores españoles en Alemania», en
Cuadernos de Historia Contemporánea, No 23, 2001, pp. 5-34. Sobre la crisis de UGT en la emigración, nos remitimos a
Muñoz Sánchez, Antonio, Entre dos sin- dicalismos. La emigración española en la RFA, los sindicatos alemanes y la UGT,
1960-1964, Madrid, Fundación 1o de Mayo, Documento de Trabajo 1/2008. También es interesante el trabajo de Gas- cón,
Emiliano, en Vidas de emigrantes (colección de biografías), CDEE, Funda- ción 1o de Mayo. Asimismo es imprescin- dible la
consulta de Babiano, José, y

21

que las autoridades franquistas insis- tían en:


La necesidad de seguir acudiendo a la emigración, en un cierto número de años, por haberse convertido esta en factor estructural de
nuestro mo- delo de desarrollo37.

En 1976, el volumen de oferta la- boral procedente del extranjero que llegó a España ascendió a 43.621, cifra
Fernández Asperilla, Ana, «Algo más que trabajo, algo más que ahorro: emigración española a Europa, acción colectiva y protesta
político-social», en Alted, Alicia, De la España que emigra a la España que acoge, Madrid, Fundación Largo Caba- llero, 2006, pp. 352-
353; Fernández Es- perilla, Ana, «La emigración española en Suiza. La Asociación de Trabajadores Emigrantes Españoles en Suiza
(ATEES)», en V Encuentro de Investigadores del Franquismo, Albacete, Universidad de Castilla-La Mancha, 2003, (formato Cd- Rom).
Puede verse el volumen conmemo- rativo editado por el PCE, Julián Grimau. El hombre, el crimen, la protesta, París, Editions Sociales,
1963; Alba, Susana, Babiano, José, y Fernández Asperilla, Ana, Miradas de emigrantes. Imágenes de la vida y cultura de la emigración
española en Europa en el siglo XX, Madrid, Fun- dación 1o de Mayo, 2005; Babiano, José, «El vínculo del trabajo. Los emigrantes
españoles en la Francia de los treinta gloriosos», en Migraciones & Exilios, No 2, 2001, pp. 9-37; Lillo, Natacha, «El PCE en Francia:
relaciones con el PCF y evo- lución (1945-1977)», en Papeles de la FIM, No 22, 2a época, 2004, pp. 127-146; Babiano, José,
«Ciudadanía y exclusión», en Pérez Ledesma, M. (Comp.), en Ciuda- danía y democracia, Madrid, Fundación Pablo Iglesias, 2000, pp.
237-255.

37 Informe del director general del IEE..., 1976, p. 3.

que resultó inferior en 11.603 puestos de trabajos del año anterior, un 21% menos, lo que mostraba la tendencia
descendente. El número de ofertas más elevado, al igual que en 1975, co- rrespondió a Francia y Suiza, por este
orden, con 26.602 y 15.685 contratos de trabajos, respectivamente, reunien- do en la práctica totalidad de los em-
pleos ofertados. Reino Unido, al otro lado, aceptó solo a 31 trabajadores de nuestro país, y Holanda envió un
solo contrato en 1976. Alemania, ninguno.
Por otra parte, los hombres seguían protagonizando las salidas con un 94,2% y las provincias con mayores
salidas eran Madrid, Murcia, Santa Cruz de Tenerife, Granada, Ponteve- dra, Lugo, Sevilla, Orense y Badajoz.
Por sectores de ocupación, aquel año predominó también la construcción, después venían los trabajos del sector
primario, la hostelería y los servicios.
En lo que a emigración de tempo- rada se re ere, en 1976 las salidas fue- ron de 97.993 españoles con destino,
fundamentalmente, a Francia38.
En 1977 ya se hablaba de regula- ción de las migraciones por parte de las naciones europeas receptoras y los
incentivos formativos que estas reali- zaban para provocar el retorno. Por ello se preveía que, en el futuro, países
como Suiza, Alemania o Francia bus- carían una inmigración de carácter rotativo y fuertemente controlada, a la
vez que más selectiva. Sin embargo:
38 Informe del director general del IEE..., 1976, p. 8.

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La aplicación a fondo de esta política restrictiva y selectiva a la importación de mano de obra por parte de los países industrializados de
Europa, ha incidido de manera fundamental sobre los niveles de nuestra emigración a Europa en 1976. En términos concretos, esta
restricción ha oscilado, según los países, entre una sensible reducción de los cupos anuales de permisos de entrada hasta la suspensión
total de la contratación de mano de obra extranjera 39.

Durante 1977, el volumen de ofer- tas de empleo procedentes del extran- jero se elevó a 140.991 contratos, lo
que supuso un decrecimiento del 8% respecto de 1976. De esta cifra, 124.313 correspondieron a contratos
procedentes del continente europeo; 3.143 para países de Ultramar; 13.371 para barcos de bandera extranjera, y
164 para trabajar en plataformas pe- trolíferas situadas en el Mar del Norte y en la costa occidental africana.
Francia suministraba el 77,8% del total de las ofertas recibidas, aunque la mayoría eran trabajos de tempora- da,
siguiéndole a gran distancia Suiza con el 10,3%. Por su parte:
La contratación procedente de Suiza se caracteriza por estar cons- tituida por contratos cuya duración oscila entre un mínimo de 3 a 4
meses y un máximo de 9 meses. Dado que, estando en posesión de un contrato de trabajo anual y el subsiguiente per- miso de residencia,
se puede acceder, después de cinco años de trabajo inin- terrumpido, al permiso de residencia

39 Informe del director general del IEE..., 1977, p. 3.

de nitivo, la explicación de esta escasa duración de los contratos –siempre inferiores a los 12 meses– habría de encuadrarla dentro del
marco de la política xenófoba seguida por el Gobierno suizo que trata de evitar el asentamiento de la población extran- jera en el país 40.

El 94% de las salidas lo protago- nizaron los hombres y los países por los que habían mostrado preferencia eran
Suiza, Francia, Holanda, Ale- mania y Gran Bretaña. Asimismo, construcción, agricultura, hostelería y servicios,
acogían los sectores ocupa- cionales de nuestra diáspora en 1977.
El volumen total de solicitudes de empleo por provincias trajo la siguien- te jerarquía: Cádiz, Orense, Granada,
Jaén, Pontevedra, A Coruña, Madrid y Sevilla41.
La emigración de temporada a Francia, especialmente para la ven- dimia y la recolección de remolacha, agrupó
83.714 salidas, un 13,9% me- nor que en el ejercicio anterior.

Ultramar
A partir de la década de los cuarenta los ujos migratorios españoles ha- cia América se minimizan, salvo para
aquellos que se ven forzados al exilio. La emigración se con gura en la retó- rica franquista como un vehículo de
la Hispanidad, hasta nales de los años

40. Informe del director general del IEE..., 1977, pp. 6-7.
40  

41. Informe del director general del IEE..., 1977, pp. 8-9.
41  

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sesenta, cuando el compromiso his- tórico y el espíritu de la cooperación al progreso de América Latina serán los
argumentos que legitimen la emi- gración ultramarina de personal cua- li cado. Emigración que, en realidad,
tenía la función de contribuir a forta- lecer el comercio exterior español, no obstante, siempre acatando las condi-
ciones de los países iberoamericanos que orientaron el tratamiento de la emigración asistida 42.
Si entre 1950 y 1959 las salidas de españoles hacía América se do- blan respecto de la década anterior (560.000
por año), las cifras comien- zan a descender signi cativamente entre los años sesenta (190.000 entre 1960 y 1969
y 50.000 entre 1970 y 1979), en los que la emigración tran- satlántica apenas superaba los 5.000 españoles por
año43. Serán las di cul- tades económicas, sociales y políticas de esas tierras las que modi quen la corriente
migratoria intercontinental por la europea. Con todo, entre 1950 y 1979 emigraron a América Latina en torno a
830.000 personas, princi- palmente hacia Venezuela, Argentina, Brasil, Chile y Uruguay 44. Sin embar- go, tras la
Segunda Guerra Mundial la emigración hacia América dejó de ser libre: los gobiernos iberoamericanos optaron
por hacer selectivo el pro- ceso de entrada para no acentuar el desequilibrio social entonces existen-

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