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1.

El desbordamiento mundial de la basura

La basura en todo el mundo se ha convertido en una catá strofe social y ambiental de


magnitudes descomunales. En las ú ltimas décadas, la producció n en masa, el Libre
Mercado y el consumismo frenético que alienta el neoliberalismo han logrado que las
ciudades, e incluso algunos espacios rurales del mundo se hayan vuelto productores
incontrolados de enormes cantidades tó xicas de basura, cada vez menos digerida por la
naturaleza y por nuestra tecnología. Como el planeta ya no puede reciclar tantas y cada
vez má s sustancias venenosas, éstas invaden progresivamente todos nuestros espacios
vitales.

En 2008 se generaron a nivel mundial alrededor de 10 mil millones de toneladas de


basura; y má s de la mitad de esta masa de desperdicios no es siquiera recogida. Estados
Unidos, Canadá , China, India, Japó n, Corea del Sur y las naciones de la Unió n Europea son
los principales productores de basura del mundo, ya que generan entre uno y dos
kilogramos y medio de basura diariamente por habitante. En 25 añ os las principales
ciudades de los países desarrollados han incrementado su generació n de basura en un
600 por ciento y se calcula que dichos países, para 2025, habrá n quintuplicado su
producció n de desperdicios.

No casualmente, en la ciudad de Nueva York se encontraba el basurero má s grande del


mundo, hasta que en marzo de 2001 las protestas vecinales obligaron al gobierno a
clausurarlo por los dañ os que provocaba en la salud de la població n y el medio
ambiente.

Pero también en los países industrializados del sur como India, China, Sudá frica, Nigeria,
Ghana, Argentina o México se ha incrementado dramá ticamente la generació n de
desechos. China sobrepasa hoy a Estados Unidos como el principal productor de basura
municipal y receptor de basura electró nica en el mundo y para 2030 estará generando
500 millones de toneladas anuales. Como só lo puede absorber 60% de la basura que
genera este país asiá tico ya padece una severa crisis sanitaria.

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Las mujeres de la regió n de Guiyu en China queman sobre fuegos de carbó n el plá stico
que recubre los circuitos de las basuras microelectró nicas, extrayendo chips y vertiendo
la soldadura de plomo. La contaminació n de este metal ya ha arruinado la ciudad. El
agua potable es llevada en camiones. Científicos que han estudiado el á rea descubrieron
que Guiyu tiene los má s altos niveles del mundo de dioxinas que causan cá ncer. Es seis
veces má s probable que los embarazos terminen en abortos y que siete de diez niñ os
tengan demasiado plomo en su sangre.

En México se generaron 35.4 millones de toneladas de basura só lo en 2005 y la Ciudad


de México, la segunda má s grande del mundo por sus 22 millones de habitantes, genera
30 mil toneladas de basura al día, lo que equivale a un promedio de 1.4 kg por persona
cada día. Basuras que paran en el basurero municipal a cielo abierto má s grande del
mundo: el Bordo de Xochiaca. Entre 1985 y 2004 se acumularon en ese sitio, de só lo 721
hectá reas de tierra, má s de 67 millones de toneladas de basura, por lo que su olor ya es
perceptible algunos días en casi toda la ciudad.

Como los países industrializados del Norte producen cada vez má s basura, aprovechan
la pobreza e indefensió n de otras naciones para exportarles legal o ilegalmente una
buena parte de sus desperdicios. Durante décadas los países europeos han exportado
sus desechos nucleares, industriales y hospitalarios a varios países de Á frica, que
también son importantes receptores de basura electró nica.

Estas mismas diná micas se presentan en todo el planeta a nivel regional donde las
grandes ciudades ensucian los entornos campesinos o donde los desechos de los barrios
ricos son depositados en los barrios pobres o racialmente discriminados, lo cual
confirma que la ló gica territorial de la distribució n de la basura es una ló gica de clases y
de injusticia ambiental.

Durante dos siglos de desarrollo capitalista se ha considerado que el planeta Tierra era
suficientemente amplio y poderoso como para poder arrojar las crecientes masas de
basuras urbanas e industriales en todos los rincones en los cuales las complejas fuerzas
de la tierra y el sol, los gases de la atmó sfera y todas las aguas dulces y de los mares

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actuarían y se encargarían de digerir los desperdicios para reconvertirlos en la
naturaleza original. Pero lo cierto es que la enorme medida de las ciudades y los
dispositivos técnicos, pero sobre todo las cualidades tó xicas extraordinarias que hoy
tienen los diversos desperdicios han terminado por rebasar a la fuerza natural
metabó lica del planeta.

No casualmente el peor basurero del mundo ya no se encuentra en tierra firme sino


flotando a unos 10 metros por debajo de la superficie del mar. Una masa de basuras
arrastradas hasta los mares está integrada por má s de 100 millones de toneladas de
desechos plá sticos que viajan decenas de miles de kiló metros arrastrados por las
corrientes marinas en una extensió n dos veces má s grande que el territorio de Estados
Unidos. Ni la acció n de las corrientes marinas, la sal y el calcinante sol logran disolver
por completo estos plá sticos, propiciando que la peor nata de desechos se concentre en
un Vortex al noreste de las islas Hawai, que alcanza una superficie dos veces mayor al
estado de Texas. Aproximadamente una quinta parte de este basurero marino está
constituida por desperdicios plá sticos que son arrojados por los contaminados ríos que
vienen de tierra firme, así como por barcos o plataformas petroleras.

Y má s allá de tierras y mares, la industria espacial esta generado un cinturó n de por lo


menos 10 mil objetos chatarra que se incrementan con el tiempo y viajan en diversos
planos orbitales a má s de 20 mil kiló metros por hora, amenazando con hacer colapsar la
red mundial de satélites.

2. La calidad tóxica de la basura municipal

Antes de la era del petró leo, a principios del siglo XX, existían ya graves expresiones de
la explotació n social y ambiental de la gran industria, pero la mayor parte de los
desechos que se generaban podían ser degradados o absorbidos por el metabolismo
natural del planeta.

Actualmente, entre el 30 y 40% de la basura tiene como materia prima al petró leo; la
cantidad y composició n química artificial de los desechos han provocado que las nuevas

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sustancias artificiales sean altamente dañ inas para la reproducció n de la vida en su
conjunto, contaminando la tierra, el agua, el aire, el subsuelo y la estratosfera,
provocando la destrucció n de los recursos naturales, la deformació n genética de las
personas, animales y plantas e incluso la muerte de millones de seres vivos.

La basura concentrada en grandes tiraderos y rellenos sanitarios genera jugos


venenosos y biogas. Se llama lixiviado al líquido que escurre de la basura por el agua que
se cuela a través de los desechos cargando a su paso microorganismos y sustancias
tó xicas: químicas, minerales y orgá nicas que se filtran a la tierra contaminando el suelo
mismo y los mantos acuíferos de la regió n.

En un informe de 2006, el Instituto Nacional de Ciencias de Salud Ambiental de Estados


Unidos indica que en los lixiviados provenientes de los modernos basureros municipales
se han encontrado altos niveles de metales pesados como plomo, cadmio, arsénico y
níquel, minerales que provocan enfermedades sanguíneas y de los huesos, así como
dañ os en el hígado y las neuronas.

Los gases que emanan de los basureros contaminan el aire que todos respiramos, dos de
sus principales compuestos: el metano y el dió xido de carbono generan alrededor del
4% de los gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global. Pero
este biogas contiene también má s de 100 distintos gases traza que, aunque representan
un porcentaje muy bajo de los gases emitidos por los basureros, le dan a la basura el olor
putrefacto que la caracteriza, pero ademá s, en la basura se encuentran Compuestos
Orgá nicos Volá tiles —como el benceno y los clorobencenos, el tetracloroetileno, el
tricloroetileno, el xileno, el cloruro de vinilo y tolueno—, que son sustancias causantes
de cá ncer, leucemias, dañ os neuronales y hepá ticos.

La quema de los plá sticos, ya sea en un pequeñ o tiradero o en un “moderno” incinerador


genera sustancias sumamente peligrosas para la salud humana y el medio ambiente.
Estas sustancias son conocidas como dioxinas y furanos, las cuales, al entrar en contacto
con los seres vivos, los intoxican y pueden alterarlos hormonal y genéticamente.

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Existen evidencias que sugieren que las dioxinas y los furanos afectan los ó rganos
sexuales de los hombres provocando una menor producció n de espermatozoides,
ademá s de estar asociadas a la presencia de malformaciones, problemas de desarrollo
en fetos, problemas de aprendizaje en niñ os y el deterioro general del sistema
inmunoló gico de los mamíferos.

Eso es lo que ocurre con muchos de los plá sticos que se queman, pero la industria
petroquímica ha desarrollado materiales cada vez má s resistentes al fuego y a la
biodegradació n, ocasionando que su existencia como desecho se prolongue por má s
tiempo y genere problemas de salud cada vez má s inesperados. Por ello, la naturaleza
artificial y tó xica de las nuevas mercancías está llevá ndonos a una situació n que pone en
riesgo a todas las formas de vida en el planeta.

3. El tratamiento de la basura es cada vez más irracional

Cuando generamos basura en nuestras casas, industrias o campos, la primera “solució n”


es tirarla donde no moleste, por lo que después de sacar la basura fuera de nuestras
casas, barrios, campos o ciudades, la població n y las autoridades municipales botan los
desperdicios en barrancas, arroyos, bosques, lotes baldíos, minas abandonadas, canales
del desagü e o las calles de pueblos y ciudades. Pero sobre todo en tiraderos a cielo
abierto pequeñ os o grandes que crecen continuamente, contaminando brutalmente todo
el entorno natural.

Otra actitud es la de esconder los desechos “bajo el tapete”, enterrá ndolos en las
periferias urbanas sobre las cuales después se construyen viviendas, escuelas, mercados
y muchas otras infraestructuras urbanas.

Para supuestamente corregir los grandes problemas de salud que las anteriores
opciones representan, muchas autoridades optan por construir mega basureros, ya sea a
cielo abierto, semicontrolados o supuestamente “controlados”. El deterioro ambiental y
el dañ o a la salud de la població n pretenden ser maquillados hablando de depó sitos
municipales porque los tapan con tierra, los cercan con bardas que evitan que la

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població n arroje basura directamente en ellos o porque los convierten en sitios para uso
exclusivo de municipios y grandes empresas.

Pero en realidad estos vertederos no cumplen con las especificaciones en cuanto a la


infraestructura de un relleno sanitario (las geomembranas de impermeabilizació n, la
alberca de lixiviados, etc.) se convierten en gigantescos focos de contaminació n del
ecosistema, el aire y los mantos acuíferos de la regió n. En Estados Unidos, dos terceras
partes de los basureros se encuentran en esta situació n.

Como la producció n de basura es un proceso general, en el capitalismo, la sociedad


delega su gestió n al Estado. Pero durante el neoliberalismo el capital ha realizado dos
distorsiones bá sicas sobre el servicio de la basura, a las cuales se ciñ e disciplinadamente
la nueva gestió n estatal. Primero, se ve envuelto en la construcció n de una serie de
tecnologías fallidas para la gestió n de un volumen creciente de desperdicios que
dependen de un consumismo desenfrenado, así como de una industrializació n y
urbanizació n salvajes, en vez de desarrollar ciencias y tecnologías para una verdadera
reutilizació n integral de los desperdicios. Pero, en segundo lugar, pone todo cabeza
abajo cuando termina convirtiendo al servicio de la basura en un negocio privado. Al
transformar los basureros municipales en negocios lucrativos, lo que el Estado
neoliberal ha creado son centros de acopio en los cuales lo ú nico que interesa es
concentrar cada vez má s y má s basura.

De ahí que para mantener en pie los ritmos crecientes de industrializació n, consumo y
desperdicio que exige el sueñ o de las sociedades que se modernizan y supuestamente
progresan, se han diseñ ado los llamados rellenos sanitarios, que supuestamente
resuelven los problemas de los tiraderos a cielo abierto. Los nuevos megarellenos
tecnificados requieren mayores espacios, uso de sustancias químicas y sofisticadas
instalaciones para aprovechar la quema del gas metano generando energía eléctrica, con
un alto costo de construcció n y mantenimiento. Todo para que, a fin de cuentas, resulte
en lo mismo, pues como se ha observado en diversos países, al acumular la basura, ésta
produce lixiviados que ninguna geomembrana es capaz de contener.

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En muchos países del norte la opció n del relleno sanitario ha sido abandonada hace añ os
pues cuando han culminado su vida ú til es casi imposible remediarlos, ya que el costo
econó mico es demasiado alto, y dado que ninguna empresa privada está dispuesta a
absorber ese costo, el Estado lo asume generando nuevas injusticias contra la població n.

La actual “alternativa” tecnoló gica a los rellenos sanitarios son los incineradores de
basura que, aunque reducen notablemente la masa de los desperdicios, concentran
peligrosas sustancias toxicas que se liberan al ambiente como cenizas y humos que van a
parar a aires, aguas y tierras vecinas. Al quemar los desechos se concentran metales
pesados y má s de 200 sustancias químicas orgá nicas causantes de cá ncer
(principalmente las perniciosas dioxinas y furanos), alteraciones hormonales,
mutaciones genéticas y enfermedades cardio-pulmonares.

Las sustancias tó xicas emitidas por los incineradores son bioacumulables, lo que
significa que estos residuos entran en la cadena alimenticia por medio de raíces, pastos o
algas que comienzan a concentrar los venenos. Cuando estos alimentos primarios son
devorados por peces, roedores, insectos, pequeñ os anfibios, reptiles o aves, los nuevos
huéspedes recolectan en sus cuerpos cantidades superiores de toxinas. Ocurre así un
fenó meno de escalamiento en la concentració n de los venenos que se repite, por
ejemplo, cuando las aves y otros animales se alimentan de peces altamente
contaminados o huevos, llegando los niveles de intoxicació n a generar mutaciones
genéticas. Siguiendo esta cadena de intoxicació n, la cú spide de la pirá mide de la
contaminació n suele encontrarse en la grasa de la leche materna que se les brinda a los
lactantes.

De ahí que aunque las incineradoras cumplan los límites previstos por las mejores
legislaciones, eso no impide que los trabajadores de estas instalaciones y los habitantes
de las comunidades vecinas se expongan a riesgos extraordinarios. No casualmente, las
normatividades internacionales reconocen que este tipo de plantas incineradoras de
basura violan los derechos establecidos en 1990 por la Comisió n de las Naciones Unidas
sobre Derechos Humanos, así como el Convenio de Estocolmo, que es el acuerdo
internacional por el que se comprometieron 151 gobiernos del mundo a minimizar y

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eliminar los riesgos a la salud humana provocados por los Compuestos Orgá nicos
Persistentes, que proliferan en los residuos urbanos, industriales y tó xicos.

Por esto, la estrategia de la industria incineradora consiste en ocultarse tras la forma de


una nueva generació n de tecnologías de tratamiento de basura con fachada ecoló gica, en
tanto recuperan energía. Estas nuevas plantas incineradoras, denominadas de piró lisis y
de arco de plasma queman la basura a mayores temperaturas —entre 400 y 880 grados
centígrados y entre 3,000 y 20,000 grados respectivamente—, empeorando los efectos
de las incineradoras tradicionales pues no só lo producen dioxinas y furanos sino que
producen innovadoras nanopartículas, las sustancias má s toxicas e imprevisibles que se
conocen actualmente.

La desesperació n que hoy reina entre las autoridades urbanas municipales y estatales
por la forma en que actualmente se desborda el amontonamiento desproporcionado de
basuras, hace que este tipo de funcionarios pú blicos se vuelvan devotos clientes de los
vendedores de megarellenos sanitarios, plantas de incineració n de basura,
incineradores de arco de plasma, programas de remediació n ambiental, venta de bonos
de carbono y, sobre todo, de la privatizació n del servicio, entregá ndolo a manos de las
grandes empresas transnacionales que pueden invertir gigantescas masas de capital en
este tipo de negocios. No obstante, estas tecnologías só lo engañ an a la població n
prometiéndoles una imposible desaparició n del problema, lo que evidencia la
irracionalidad global y perversidad tecnoló gica en la actual gestió n de la basura.

La forma en que constantemente se prueba este rotundo fracaso está en la manera en


que los países má s ricos se mantienen enviando de forma clandestina sus basuras a los
países del tercer mundo o bien al mar. Mercado mundial clandestino de basura que
desde hace tiempo es gestionado por las crecientes mafias criminales (como los Yakuza
de Japó n) que mantienen alianza con los miembros má s importantes de la clase política
de Estados Unidos, Europa, China o México.

La irracionalidad es completamente visible cuando se tiene en cuenta que ninguna de


estas propuestas aplica con seriedad los principios verdaderamente ecoló gicos de las

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cinco erres: 1. reciclar, 2. reducir, 3. reusar, 4. reemplazar y 5. responsabilizar a los
industriales de los materiales que producen y a los Estados por la política de
materiales que aplican.

4. Conclusiones

Los actores responsables del problema de la basura son diversos, dependiendo del país,
de la época y la política econó mica que se aplique, del nivel de degradació n de los
gobiernos, los tipos de tratados de libre comercio que han suscrito y del tipo de
regulació n que desde el gobierno se aplica a las empresas para operar. Los principales
culpables de esta problemá tica son entonces las diná micas de lucro que los diversos
Estados nacionales han fomentado durante el capitalismo de la posguerra y sobre todo
durante el neoliberalismo, así como las grandes empresas transnacionales que
comandan una sociedad consumista, basada en la producció n de derivados del petró leo
y el infinito desperdicio de todo tipo de objetos desechables que promueven las grandes
cadenas comerciales.

La industria del petró leo diseñ a combustibles, agroquímicos, fá rmacos y lubricantes,


pero también miles de tipos de plá sticos venenosos, hules y cauchos cuyo volumen hoy
es equiparable a la producció n total de metales en el mundo. Lo cual se acompañ a de la
producció n de numerosas sustancias químicas industriales cada vez má s peligrosas.
En las ú ltimas dos décadas, el comercio mundial de derivados del petró leo ha crecido
como nunca antes y sus actividades diarias incrementan la cantidad de basura y toxinas
que se generan.

Este modelo se sostiene principalmente porque los países industrializados privilegiaron,


durante el siglo XX, la superurbanizació n de las poblaciones y el despilfarro de energías
y materias primas, en lugar del uso racional de los desperdicios, el desarrollo científico y
técnico precavido y sustentable. Con la implantació n del modelo neoliberal, hace
aproximadamente 30 añ os, se apostó al derroche de petró leo en todo el planeta como
base de la producció n.

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En este proceso se ha despojado a numerosas comunidades de sus formas de vida,
siendo éstas consideradas por el sistema econó mico como basura.

El libre mercado y el desdén por la vida humana han dado lugar a que las empresas de
alta tecnología se comporten cruelmente con las poblaciones que sufren la desgracia de
vivir al lado de los modernos pero letales basureros. Este es el caso reiterado de
numerosas empresas transnacionales dedicadas al manejo de redes de infraestructuras,
que aunque emplean la tecnología (o tal vez por que la utilizan), afectan a las
comunidades vecinas, propiciando entre la població n serios problemas de cá ncer,
malformaciones congénitas y otras enfermedades relacionadas con los rellenos
sanitarios sin que las empresas ni las autoridades se responsabilicen de estas
agresiones.

La creciente crisis mundial de la basura es, por lo mismo, un apestoso y letal espejo en
donde puede mirarse reflejada la suciedad del actual proceso mundial de producció n,
consumo, acumulació n de capital y desarrollo econó mico, así como las políticas pú blicas
de la sociedad neoliberal. El mundo entero está preso en esta crisis dada la magnitud
alcanzada por los desechos, su alta toxicidad, los dañ os que provocan en la naturaleza y
salud humana, la irracionalidad administrativa con la que se maneja la basura y por la
ló gica perversa con que se simula dar “solució n” a su confinamiento. Pues a pesar de los
problemas econó micos y sociales mundiales que se escalan y convergen con otros
problemas ambientales globales ningú n poder econó mico o político quiere cuestionar la
diná mica de consumo neoliberal, particularmente las empresas privadas cuyo interés es
exacerbarlo aú n má s.

Como en cada vez má s países los Estados neoliberales se corrompen de forma cada vez
má s intima, mientras la dilapidació n de desperdicios no cesa de crecer, la crisis de la
basura ya no só lo es estructural, sino estratégica. Los desechos se convierten no só lo en
mercancías clave de la economía legal y criminal, pues ahora se tornan en armas
geopolíticas en manos de poderes municipales, estatales, nacionales o internacionales.
Los gobiernos y empresas consideran a la basura ya no só lo como la gran oportunidad
para hacer gigantescos negocios, privatizando y especulando con los servicios sanitarios

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o la remediació n ambiental. Ahora, la crisis de la basura también sirve para monopolizar
servicios, estrangular a los enemigos políticos que no han resuelto el problema, para
derrumbarles políticamente o venderle al pú blico la imagen de administraciones
eficientes. Por esto, la crisis de la basura se integra orgá nica y catastró ficamente no só lo
con el crecimiento de las economías especulativas y criminales sino también con las
demá s crisis ambientales y econó micas que caracterizan al nuevo siglo.

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