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EL JARDINERO Plan Lector
EL JARDINERO Plan Lector
LOS TORIBIANITOS
Cuarto grado de primaria
EL JARDINERO
Durante una reunión social, escuché a un grupo de señoras que comentaban sobre lo bien
cuidado que se encontraba el jardín de la casa. Me alejé del grupo y pude apreciar que efectivamente
se trataba de un jardín muy bien conservado. Después de permanecer un largo rato en ese jardín
llegué a la conclusión de que era uno de los mejores que había visto en mi vida. Me quedé tan
impresionado que decidí conocer al jardinero.
La dueña de la casa me dijo que venía los jueves así que dos días después lo conocí conversamos
largamente sobre su trabajo: era enamorado de la jardinería y conocía su oficio desde chico. Al
terminar le ofrecí llevarlo a su casa, y fue así como conocí dónde vivía: en un pueblo joven. No podía
creerlo: el jardinero viviendo en el arenal. El
enamorado de las plantas, rodeado de arena y tierra.
El artista de las plantas, viviendo en una casa de
esteras y cartones.
Me encontraba en la casa del jardinero, con un vaso
de gaseosa que me había ofrecido (porque el humilde
jardinero, como todo trabajador, era siempre muy
atento, muy amable con su huésped) y al mismo
tiempo me imaginaba el jardín, fruto de su esfuerzo,
verdadera obra de su creación. ¡Qué hermoso era el
jardín! ... y .... ¡Qué pobre era el jardinero!
Aún con mi vaso de gaseosa, vi representada a toda
la humanidad en estos tres personajes: el jardín, el
jardinero y la dueña del jardín. Los ojos se me iban
abriendo, me encontraba ante el drama del mundo,
ante mí desfilaban la injusticia, la falta de sensibilidad social, la riqueza, la pobreza, la belleza, las
flores, las arenas.
Cuando me despedí del jardinero, yo ya me había propuesto hacer algo práctico, tal vez muy pequeño,
pero al menos algo era. Días después regresé y conversé con la dueña, sobre la situación de su
jardinero, traté de abrirle los ojos. Le pedí que ayudara a su jardinero. Le hablé sobre las necesidades
que tenían los hijos del jardinero.
Tengo que admitir que fracasé. Ella me dijo que su jardinero era pobre porque era ocioso, borracho, no
sabía ahorrar, no tenía educación. Ella continuó diciendo que se le pagaba al jardinero por lo que
trabajaba, con lo cual nada más tenía que darle.
No hubo manera de hacerle entender que podía, y debía, hacer mucho más que darle un sueldo.
Como no había nada más que decir, me retiré, más antes de hacerlo contemplé por última vez el jardín:
era una obra maestra.
Al salir de la casa ya no dije: "Hermoso jardín, pobre jardinero", sino exclamé: ¡Hermoso jardín, pobre
señora ...!
Julio Corazao (Adaptación)
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