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Paz Menoni

30 RELATOS CON
RECETAS HERBALES
y un lugar para escribir las tuyas
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Autoría: María Paz Menoni


Ilustraciones: María Dolores Menoni
Diseño de tapa e interior: Facundo Menardi

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caminolibrearg@gmail.com

Ediciones Camino Libre


Impreso y encuadernado por Camino Libre.

Concordia, Entre Ríos, Argentina.

Primera edición: Agosto 2021


30 Relatos con
Recetas Herbales
1-Mburucuya/Pasi o nari a
Passiora caerulea
La Pasionaria es, que yo sepa, una de las primeras plantas que
vinculé con un nombre. Un recuerdo muy vago y alejado en los
años de mi infancia me lleva a un pequeño parquecito cuyos
juegos estaban rodeados de rejas para que los niños no se
escapen. Mi papá metió las manos en una enredadera que
estaba creciendo silvestre agarrándose del alambrado y me
mostró la flor: “mirá lo que es, una belleza, ésta es la flor de la
pasión”. Tengo grabado en mis ojos la sensación de
maravillarme absolutamente con la Creación y su detallismo al
hacer posible semejante cosa. Creo recordar que lo conté en la
escuela y sé con certeza que busqué por muchos años ver de
nuevo esa flor, parando y escudriñando en cada enredadera que
veía en la calle y pidiendo para volver al parquecito, pero no
volví a tener suerte y la imagen de la planta flotó en mi
inconsciente por varios años.
Los designios del camino me toparon con ella nuevamente a
los 21 años. Una mañana de invierno que se me presentó
desgarradoramente luminosa, sospechosamente feliz…
(tiempo más tarde entendí) mi hija estaba durmiendo y
tomábamos mates con Facu en la paz más abrumadora que he
sentido, un aire mágico de expectativa por quién-sabe-qué se
respiraba, cuando escuchamos la voz lejana de un hombre que
pregonaba por la calle: “¡hierbas medicinales! ¡hierbas
medicinales!”.
Ninguno de los dos sabía nada sobre hierbas medicinales.
Ocurría que estábamos aprendiendo sobre árboles y yuyos para
enseñarle los nombres a nuestra hija, y al mismo tiempo
preguntándonos si era tan bueno vivir tomando pastillas y
remedios comprados en farmacia. Los gritos de ese hombre que

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arrastraba su bolsa por la calle unió ambas inquietudes y las
soldó para siempre, forjando lo que pronto se convertiría en
nuestro estilo y sostén de vida.
Abrimos las ventanas y lo llamamos. El hombre se acercó y
dejó la bolsa blanca en el suelo, desanudando su equipaje abrió
también un mundo nuevo en nuestros corazones. Comenzó a
sacar paquetitos acomodados en tiras repletos de yuyos secos y
cortados. La punta de la tira estaba coronada por un cartoncito
donde rezaba el nombre de la planta, sus usos y proporciones.

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Aún recuerdo aquél precio tan módico y a la vez inaccesible
para nuestra economía, $30 pesos la tira de yuyos. "Le rinde
muchos tés, señora" me aseguraba el hombre, mientras sacaba
un librito de tapas dobladas y me iba contando para qué servía
cada planta y dónde la encontraba él. Nos contó todo: que él y la
mujer salían a recolectar en el monte, que luego secaban,
cortaban y empaquetaban en sus casas, que él salía caminando
con la bolsa blanca y su pregón por toda la ciudad.
Me costó mucho decidirme por una planta en particular, no
me daban los ojos para observar todo y forzaba mi memoria
para recordar los nombres y particularidades que el
bienhadado hombre me explicaba. Me vio un poco obnubilada
con la cantidad de hierbas y humildemente me preguntó:
“Señora, ¿qué es lo que le pasa a usted, qué quiere que la hierba
le de?”. Suspiré hondísimo y le dije que simplemente
necesitaba dormir y relajarme, que el mal del insomnio no
dejaba de asediar mi mente, permanentemente en alerta.
Sonrió y desenvainó una tirita de hierbas cuyo cartón decía
“mburucuyá, passiflora”. Me dijo que tome tres hojitas o apenas
una cucharadita en una taza de agua caliente y que pruebe qué
tal me iba, me avisó que si pasaba las tres tazas quizás me afecte
demasiado y advirtió que bajo ningún concepto debo tomarla
cuando beba alcohol.
Esa misma noche probé la infusión y dormí exquisitamente,
con menos peso en mis hombros y el nombre de la planta en la
cabeza. Cuando desperté la googleé y me encontré cara a cara
con aquélla flor maravillosa que había pasado años buscando
entre los alambrados. De ahí en más logré localizarla muy cerca
de mi casa, la recolecté (hojas, tallos y zarcillos, evito flores y
capullos para lograr que la planta se siga reproduciendo), la
sequé y la uso hasta el día de hoy, agradeciéndole por
adormecer un poco mi sensiblísimo sistema nervioso. También
como sus frutos cuando están maduros, si logro que los pájaros
y las moscas dejen alguno sin abrir.

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2-Cola de Caballo Equisetum hyemale,
Equisetum giganteum,
Equisetum arvense.
Algunos veterinarios se muestran reticentes a incorporar
medicina natural en la vida de las mascotas, y hay otros que
saben que los animales traen incorporada una farmacopea
herbolaria brindada por su instinto. De éstos últimos es
Mariela, quien se dedica a curar animales domésticos pequeños
en Paysandú, Uruguay. Ella da recomendaciones naturistas a
los dueños de perros y gatos que llegan a su consultorio, pero
sabe que no siempre están dispuestos a seguir el camino de las
plantas para sanar. Un día acudieron un hombre y su perro
mestizo, que estaba en una situación desesperada: al pobre
animal se le había dado por ingresar al terreno del vecino, lugar
custodiado por dos ovejeros que le abrieron el cuerpo sin
piedad. Un tajo enorme a la altura del lomo lo hacía gemir
constantemente, echado entre unas plantitas a la sombra para
que no lo encuentren las moscas. La herida no cedía, el perro se
negaba a tragar pastillas y, para colmo, se mostraba agresivo a
causa del dolor.
Mariela fue a visitarlo y observó que el perro se había echado
justamente entre las colas de caballo, en la zona más húmeda
del terreno, y consideró que eso era una señal de cómo tenía que
sanarse. Conversó un poco con el dueño para conocer las
preferencias del perro y le consultó si estaba dispuesto a hacer
algo poco convencional pero muy efectivo.
A los veinte minutos el perro estaba felizmente sumergido en
una palangana que tenía una tibia decocción de cola de caballo,

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preparada a las apuradas y con la planta fresca pero de forma
correcta: colocando unos 20-25 gramos de cola de caballo en
una olla grande, cubriendo con aproximadamente 600ml de
agua e hirviendo por 15 minutos. Pasado ese rato se cuela la
planta y en el caso del perrito se añadió agua más templada para
poder sumergirlo por completo.
En los días siguientes el dueño se ocupó de hacer la misma
decocción y aplicársela con un lienzo empapado en el
preparado, sin rebajar. La cola de caballo en uso externo es
excelente para heridas abiertas, también varices, úlceras,
hongos, hemorroides e inflamaciones.
Al cabo de una semana de continuos baños y aplicaciones la
herida se había cerrado considerablemente y el perro se dejaba
manipular más fácil. Entonces Mariela me escribió
preguntádome por alguna pomada especial cicatrizante que se
pueda utilizar en mascotas y yo le recomendé una basada en
grasa vacuna y yerba carnicera, que simplemente consistía en
derretir 250gr de grasa a baño maría y colocar adentro todos
los puñados de yerba carnicera fresca que encuentre, como
mínimo cinco, pues es una planta sumamente fácil de hallar
caminando un poco en el barrio. Lo dejás a baño maría unos 90
minutos y después la colás bien, tratando de que no queden
pedacitos de planta en la grasa. Una vez que el preparado se
solidifica se puede aplicar una capa gruesa directamente sobre
la herida, ella le llevó un frasco al dueño del perro y me escribió
a los meses contándome que la herida apenas se notaba cuando
pasabas la mano sobre el cuero del animal. Por añadidura ahora
preparaba kilos y kilos de pomada porque las recomendaciones
de ese dueño le llenaron el consultorio de entusiastas de la
medicina con plantas, y el perrito ya no volvió a meterse en
terrenos ajenos.

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3-Palo Amarillo/
Cedron del Monte Aloysia Gratissima
Atrás de mi casa hay un monte vasto repleto de palmeras,
tierra colorada y marcelas en flor. Allá lejos se ven algunas
casitas, parecen cercanas pero hay varios kilómetros entre esos
hogares y el nuestro, con un denso pastizal en el medio que mi
cabeza miedosa imagina lleno de yararás. Nunca permito que
mi hija se vaya corriendo sola demasiado lejos, justamente por
el acuciante respeto que tengo a esas víboras, por eso me
sorprendí cuando apareció un gurisito corriendo con unas
ramas de eucaliptus en las manos. En ese monte nunca hay
nada: nosotros buscando plantas, algunos teros enojadísimos y
en ocasiones una máquina aplanadora pasa por arriba de los
caraguatá intentando apaciguar su poderosa vida.
El niño y mi hija enseguida se estaban contando todo: cómo se
llamaban, cuántos años tenían, para qué estaban ambos
llenándose los brazos con palos, piedras y pastos. Explicaron
mutuamente sus tesoros: que ésta tijera usa mi mamá para
cortar las plantas, que yo solito uso esta gomera para tumbar
las cotorras de las palmeras. Yo observé la charla de reojo, en
ese instante no deseaba observar la destreza del niño para tirar
piedrazos, pero él se calló de repente y caminó directo hacia mí.
Tocó con la yema de los dedos las gruesas espinas del palo
amarillo que yo estaba cortando y me preguntó:
-Señora, ¿cómo se llama el arbolito?
-A éste le dicen Palo Amarillo.
-Mi mamá también lo junta, a veces me manda a mí a juntarlo.
Me dice que busque uno que huele a jazmín, pero que pincha.

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-Sí, es que huele muy rico. Contame, ¿para qué lo junta tu
mamá?
-Cuando se marea, señora… se hace un tesito con esa planta y
se le pasa.
Después de jugar un rato nos saludó y enfiló hacia las casitas
que están cruzando el pastizal, todavía con los eucaliptus en los
brazos.
Volvimos a nuestra casa con varias ramas de palo amarillo y
mi hija con los resultados de sus búsquedas arqueológicas: un
cadáver de cotorra que estaba semienterrado y no del todo
descompuesto, con un olor indescifrable. Cuando se secan los
blanquea, los cepilla y los coloca sobre su cómoda, una
pintoresca exhibición de huesos de fauna local.
Mi cabeza quedó rumiando lo que el niño me había dicho, el
extraño uso que su madre le daba al palo amarillo. ¿Cuando se
mareaba? ¿Qué tenía que ver el palo amarillo con los mareos?
¿Se habría confundido? Hasta ese entonces yo usaba el palo
amarillo como un potente digestivo, bastante relajante, para los
resfríos y la tos… pero no se me ocurría un uso de la planta que
se corresponda con los mareos. Abrí todos los libros y me puse
a buscar como loca el dato que le de sentido a ese uso, ¡hasta que
lo encontré!
El palo amarillo es fabuloso para subir la presión arterial.
¡Bingo! La baja presión conduce a insoportables mareos, y el
palo amarillo te ayuda a disiparlos elevándola. Cuán
providencial me pareció ese niño y su conocimiento algunos
meses después, cuando la baja presión del verano y el embarazo
eran obstáculos hasta para ducharme. Lo bebí mucho, tiene un
sabor espectacular y aquí en el Litoral abunda, 20 gramos de
hojas secas por un litro de agua en infusión. La recolección es
un poco engorrosa porque las ramas tienen grandes espinas y
las hojas son diminutas, pero lo compensa el exquisito aroma
de sus flores blancas.

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4-Culandrillo/Culantrillo
Género Adiantum
La cascadita de Dri es un lugar mágico. Un balneario de
arroyo perfectamente cuidado y con una densa vegetación
nativa. Los molles y espinillos se entremezclan dejando ver la
hermosura de mi zona: un poco palustre y un poco llana, algo de
agua voluptuosa y algo de pastizal de apariencia seca. La
primera vez que fui yo ya era adulta, lo cual encuentro
asombrosamente ridículo… un paraíso a 15 minutos de la
ciudad, espléndidamente agreste, ¿por qué no pude acceder a él
antes? Como sea, la gloria es que ya puedo ir por mis propios
medios. Si tienen un paraíso cercano no duden en ir cuantas
veces puedan, sobretodo si tienen niños, la experiencia es única
y la conexión irremplazable.
Un buen trecho del arroyo se recorre caminando, el agua es
prístina y helada, parecieran hechas por el Creador para las
tardes decembrinas. Todo es sol y alegría mientras se recorre el
arroyo hasta que se ingresa en un cauce muy acotado, donde el
terreno se eleva pero el arroyo queda allá abajo. La tierra
proyecta su sombra en el agua, produciendo cambios
instantáneos en el aire y la energía que se respira. La humedad
y el frío son más obvios, incluso los cardúmenes de mojarras se
apuran en atravesarlo para no enfriarse las escamas. En esos
rincones indómitos me detuve no-pensar, en compañía de un
perrito que había salido de la nada y caminaba a nuestro lado.
Me sorprendí gratamente al descubrir que en esas barrancas
sombrías crece apasionadamente el culandrillo (también lo
llaman culantrillo, cambiándole una consonante), planta de
milenaria tradición medicinal, se sabe que la planta completa es
espectacular para expectorar los mocos, el catarro y la tos. De
yapa es un buen diurético y por sobre todas las cosas es aliada

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femenina: calma los dolores uterinos y ayuda a regular la
menstruación y las hormonas. Rico para beberlo en infusión,
unas tres cucharada soperas del helechito seco en cada taza de
agua, tomando hasta 3 por cada día.
¡Qué alegría! Tomé unas ramitas prestadas para llevar a mi
casa. Adoro los helechos, son plantas cuyas características nos
remontan a tiempos donde la tierra tenía otros habitantes y
perseguía rumbos muy distintos a los actuales. Considero que
son una excelente conexión con la ancestralidad y el tiempo,
aportando minerales fantásticos y antiquísimos a nuestro
cuerpo. Por algo crecen en los recovecos húmedos y sombríos
de la naturaleza, quien decide descansar en la oscuridad
encontrará compañeros verdes con una historia profunda.

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5- Citrus limon
En una oportunidad me topé con una casa antigua con el
frente repleto de árboles frutales, entre ellos un majestuoso
limonero cuyas ramas se arqueaban por el peso de los frutos.
Era claro que los propietarios de la casa creían en la
generosidad y abundancia de la naturaleza, pues dejaban
colgando las frutas frescas en pequeñas bolsitas enganchadas
del portón.
Me acerqué y descolgué una bolsita con 5 limones
resplandecientes para llevar a mi casa, pero no me fui sin
dejarle anotados con letra apurada pero clara los usos más
nobles que tiene el limón, para que puedan aprovecharlo en su
totalidad y a modo de agradecimiento para que quede
restaurada la armonía de lo recíproco.
Les copio también los usos que mi cabeza recordó en aquel
momento y que dejé anotados a esa noble familia:
-Una cucharada de cáscara de limón recién rallada en ayunas
te quita los parásitos, tómela durante algunas semanas.
-Hierva un limón entero junto con 6 tazas de agua por media
hora y bébalo en caso de fiebre, tos, resfrío, gripe o profundo
malestar.
-El jugo de limón recién exprimido es un excelente
desodorante para aplicar directo sobre las axilas, también se
coloca y masajea la cabeza para evitar la caída del cabello, y
poniéndolo directamente sobre heridas sangrantes o
hemorragias las detiene rápidamente.
Nunca supe si los dueños hallaron el papelito y pusieron mis
ideas en práctica. Sí sé que volví a mi casa y le conté a una amiga
-que también andaba en la búsqueda de limones sin tóxicos-
sobre la casa antigua que obsequiaba limones a quien los
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necesite. Ella fue y buscó dos bolsas, usó una y la otra la preparó
en conserva, exprimiendo algunos limones en jugo y cortando
otros en gajos de 8 por limón (con cáscara y todo, bien lavada).
Acomodó los gajos en frascos de mermelada, espolvoreándolos
con bastante sal gruesa y vertiendo jugo de limón hasta
dejarlos completamente sumergidos en líquido. Me regaló uno
a mi por haberle pasado el dato, tocó el timbre y le obsequió tres
frascos a la señora de los limoneros, quien le agradeció
profundamente el detalle. Esos limones en conserva duran
años en perfecto estado y son muy fáciles de hacer.
Aún me pregunto sobre el destino final de mi papelito, si lo
han podido leer y poner en práctica o si se perdió
definitivamente a causa de mi poca valentía para tocar el
timbre.
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6-Paraiso Melia azedarach
Una furiosa discusión se generaba en la casa de Pía cada vez
que alguien sacaba el tema del paraíso del patio. El abuelo se
enojaba porque era un árbol venenoso, el padre de Claudia
quería cortarlo para poner una parrilla más ostentosa (para
qué, si nunca asaba nada, se preguntaban todos), y la abuela
defendía ferozmente su altísimo compañero porque le daba
sombra, abejitas y medicina. Ella quería saber la posta, ¿al final
era medicinal o era venenoso? Me hizo la pregunta un domingo
mientras estábamos comprando las facturas de la tarde. Pensé
en decirle que después le mandaba un mensajito explicándole
todo con más tiempo, más la fila era bien larga y teníamos
tiempo de sobra.
Escuchame, le dije, tus abuelos son tozudos pero ambos
tienen un poquito de razón. Los frutos son tóxicos, hasta les
dicen “venenitos”, pero las hojas son una medicina muy noble,
yo la he usado .
Bueno, me contestó, pero decime un poco más, así los
tranquilizo a todos en casa.
Tomé aire y le expliqué que la infusión de las hojas (a razón de
1 cucharada grande seca por cada taza de agua) es genial para
menstruaciones atrasadas, dolorosas, hemorroides e
inflamaciones. También las hojas frescas se machacan y se
frotan sobre los rostros con acné, la piel lastimada o cualquier
dermatitis. Los frutos, que son los tóxicos, obvio que no los vas
a consumir, pero si hervís un taza llena de esas bolitas en dos
litros de agua por un buen rato…
El panadero me interrumpió para atenderme. Pedí las
carasucias que necesitaba mientras Pía me sonreía y se

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aguantaba las ganas de decirme algo.
Cuando terminé de pagar se me acercó y me dijo que ya sabía,
que esos frutos se usaban para ponerte en la cabeza contra los
piojos.
Recordaba a su abuela ponerle el líquido con olor feíto por un
rato, para después lavarle la cabeza enérgicamente y despedir a
los piojos por una buena temporada.
Asentí contenta, adoro cuando la memoria herbal de la niñez
aflora. Espero que el matrimonio de ancianos deje de
confrontar y comprendan que ambos tienen un poco de razón,
así pueden oponerse a su infame hijo que sigue presionando
para sacar el amado paraíso del patio.
Al día siguiente la conversación todavía rebotaba en mi
cabeza y le escribí un mensaje a Pía para ofrecerle alguno de
mis árboles nativos, en caso de que decidan retirar el paraíso
por falta de espacio supongo que un reemplazo autóctono, más
pequeño e idóneo con el lugar podría contentar a todos.

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7-Borraja Borago ofcinalis
Y sí, ¿para qué lo vamos a ocultar? A veces uno está invadido
de melancolía. La abuelita Nelia me enseñó que la Borraja te
saca de ese sopor de tristeza, ¿conocés la Borraja? Es una
planta que brota y crece en el otoño e invierno, generalmente
florece en primavera y se llena de abejitas zumbonas. Tiene
unas flores preciosas, con forma de estrella de cinco puntas,
generalmente violetas y en ocasiones blancas. No la confundas
con la Viborera, son parecidas pero bastante diferentes en sus
usos (¡y sobretodo sus flores!). Yo siempre comí sus hojas y
flores hervidas en tartas o tortillas, también la buscaba cerca de
las vías para guardarlas y hacer infusiones para la tos o la fiebre.
Un día, caminando por las calles de Santa Clara, me sorprendió
encontrar un jardín donde la Borraja estaba lustrosa,
hermosamente cuidada, con un lugar de honor en el cantero de
las flores. Es raro, la gente suele arrancarla... me quedé
admirándola y esta señora Nelia (le dicen abuelita porque
aunque no es abuela de Nadie, parece que oficia de abuela de
Todos) sale de su casa y me cuenta que es suya, que se llama
Borraja y la usa para hacerse tés. Le cuento que ya conozco la
planta, que me la como... y ahí me devela su magia.
La Borraja la acompañó toda su vida, "ésta es la planta de la
alegría, te levanta de la cama y te hace caminar". Durante las
etapas más sórdidas de tristeza, ansiedad y dolor; las infusiones
de Borraja bien cargadas de flores y hojas le aquietaban la
mente y calmaban el corazón. Durmió feliz siempre que bebió
sus bondades. Nunca me dijo en qué proporciones, pero yo lo he
probado a razón de dos cucharadas grandotas por cada taza de
agua, y doy fe de sus gentiles efectos. También ensayé una

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tintura madre que me dio lindos resultados, la preparo con
150gr de planta seca (uso todo lo aéreo, hojas, tallos, flores) y
250ml de vodka, ron o vino blanco. La dejo macerando un mes
entero, luego la cuelo y la envaso. Una persona adulta puede
tomar una cucharada sopera de esta tintura en casos de
tristeza, tos o necesidad de diuréticos, pudiendo repetir la toma
hasta 3 veces en el día.

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8-Menta Mentha spicata
Mentha pulegium
Las personas estamos atravesadas por ambigüedades.
Poderosas combinaciones de lo que traemos desde antes de
nacer, las circunstancias que nos han rodeado y lo que
decidimos crear nosotros, claro. Patricia entendía esto en su
propia historia. Llevaba el mismo nombre que su abuela
paterna, una mujer que había aparecido en algunos períodos de
su infancia y juventud para arruinar la calma violentamente.
Maltrataba a Patricia, a su madre y hermanos; les propinaba
severas golpizas y reinaba el terror en las épocas en las que
convivía con ellos, incluso les prohibía salir de la casa.
Ella siempre se sintió bajo el yugo de su propio nombre,
reflejándose obligadamente en una abuela odiada. Lo
sorpresivo fue descubrir -cuando su abusiva abuela pasó al otro
plano- que la anciana guardaba en una caja de herramientas un
montón de frascos con preparados hechos con plantas, piedras
y bichos. Decenas de brebajes con los que teñía sus lanas crudas
y algunas botellas con aceites medicinales. Abrió una botellita
color ámbar que tenía un olor a menta increíble y el alma se le
inundó de paz. Halló muy cerca un papelito amarillento que
decía:
“Aceite de mentas. 200ml de aceite girasol/maíz. Cinco o seis
puñados de hojas de menta ya secas. Poner a baño María un
poco más de media hora. Colar.”
Con otro color de tinta había añadido debajo “puse la menta
de atrás y la de adelante”. Patricia hirvió de curiosidad por todo
ese asunto. Indagando un poco a su padre y otro poco en un
libro botánico fue que develó que la “menta de atrás” era nada

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más y nada menos que Mentha spicata, la planta que
popularmente llaman hierbabuena, mietras que “la de
adelante” era Mentha pulegium, que aún crecía en el jardín del
frente de la casa de su abuela.
Usó el aceite como decía en internet: para hacerse masajes
relajantes, desinflamantes, trayendo armonía y equilibrio con
su sabroso aroma. Además le tiraba chorritos a las ensaladas, a
decir verdad el aceite tenía sus añitos pero todavía estaba
óptimo. Un lujo. Por último, Patricia admitió que compartía
con esa abuela el amor por las plantas. Sólo que no lo dejó
oculto en una caja, se ocupó de cultivarlo, regalarlo y esparcir
sus buenos deseos con preparados amorosos. En eso sí que no
se parecían en nada.

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9-Albahaca Ocimum basilicum
Entrar a la casa de Fabio es sinónimo de respirar albahaca. Él
tiene unos cuantos árboles de palta en el fondo y vende la
producción a los vecinos, así fue como lo conocí. Tiene una
pequeña habitación al lado de la puerta de entrada con un sillón
de mimbre estupendo, ahí te hace sentar mientras va a la cocina
a preparar las paltas. Desde allá te charla: grita preguntando
cómo estás, cómo está el gurisaje, que quién es tu mamá y de
qué trabajaba tu papá. Yo suelo responder con monosílabos, no
porque me caiga mal o por malhumorada, sucede que no
encuentro las palabras adecuadas para tener una conversación
trivial. Pero la curiosidad me pudo y la cuarta vez que me senté
en su sillón de mimbre a esperar las paltas le pregunté por qué
olía todo tan fuerte a albahaca.
Fabio se rió y empezó a hablar de su mujer, quien tiene que
viajar muchísimo por trabajo. Resulta que se va dos o tres
meses, vuelve a descansar unas semanas y se vuelve a ir.
-No va a ser siempre así, es por un tiempo no más. -metía más
paltas mientras conversaba-, pero a mí me pone triste. La
albahaca la uso porque es el símbolo del amor, siempre tengo un
florero con unas ramas en la cocina y cuando se seca la hago
polvo y la tiro alrededor de las puertas, es el hechizo para que
podamos amarnos a pesar de las adversidades.
-¡Mirá vos!
-Sí, eso es cuento de viejos… pero en todos los cuentos hay
algo de cierto. Si te regalan una albahaca y se muere enseguida
es porque no hay mucho amor en tu casa. La planta se da cuenta
cuando el amor corre lindo y florece, crece altísima. También
ato los tallos cuando los corto, los seco y los quemo,

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especialmente cuando sé que ella está pronta a volver del viaje.
Es mi forma de prepararme para el gran momento, le pongo
mucha expectativa, no quisiera que sienta que no la he
extrañado.
Asentí enérgicamente, agarrando la bolsa con paltas.
-¡Esperá! llevate unos ramitos de albahaca para la comida de
hoy. A mí me sobran, tengo como veinte plantas en el fondo.
Agradecí los ramitos y los dejé secar colgando cerca de la
estufa con la intención de armar atados de sahúmo con ellos.
Mientras anudaba las plantas me esforzaba en recordar qué tal
me había ido las veces que intenté cultivar albahaca.

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10-Carqueja Baccharis articulata
Vas camino al Lago de Salto Grande y te inundan
sentimientos encontrados: la belleza del paisaje y la tristeza de
lo que fue. Para hacer una represa -como la que hay emplazada
en la ciudad de Concordia, sobre el río Uruguay- se deben
inundar unas cantidades inconmensurables de terreno, zonas
habitadas por seres humanos, tatús mulita, zorros, ñandubays,
espinillos… hectáreas y hectáreas de biodiversidad cubiertas
de agua, por el simple capricho humano de hacer la naturaleza
“aprovechable”. No intenten convencerme, a mí la idea de la
civilización arrasante no me agrada. Ese “aprovechamiento” de
los saltos naturales para hacer una central energética se
terminará en algunas décadas. Es probable que termine en
forma trágica, ¡recemos que no! Me lastima saber cuán a
merced estamos de los deseos ajenos, que nunca tienen en
cuenta la vida de los lugares depredados.
Al monte arrasado por agua le sigue el monte arrasado por
deporte nomás: plantaron cientos de pinos y eucaliptus
foráneos que hoy, 40 años después, se arrepienten de haber
colocado en absoluto detrimento de la flora y fauna local. Entre
esos bosques de árboles exóticos hay mucho silencio y
oscuridad, cuesta divisar algún pajarito o encontrar un
pequeño ibirá pitá haciendo fuerza por brotar en el asfixiante
suelo. Ahí mismo andábamos cuando vi un destello verde, una
señal de vida salvaje que cegó mis ojos, siempre atentos a esas
señales. “¡Aquéllo es carqueja!” grité y salí corriendo,
esquivando troncos caídos y pisando un colchón de agujas de
pino, hasta que llegué sin aliento a la amorosa carqueja. Mi
vista no me falla, ¡gracias carqueja por resistir salvaje entre

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tanto ecosistema artificial! No quise recolectar de ahí porque
no junto plantas si están creciendo en lugares donde hace falta,
pero sí fui al día siguiente al campo donde sé que hay de sobra,
porque sentí ese encuentro como un llamado para fusionarme
con su medicina.
La amadísima carqueja es una increíble diurética,
hepatoprotectora, desintoxicante, depurativa, vigorizante y
estimulante nervioso. Podemos emplearla seca a razón de 25gr
por cada litro de agua, si queremos resultados contundentes
haremos una decocción: hervimos todo junto durante 10
minutos, colamos y bebemos durante el día. Es amarga pero
sabe recompensar a quien aguanta su sabor, y siempre es
preferible no endulzarla pues el azúcar interviene con la
protección gástrica que nos ofrece la planta.

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11-Tilo Tilia cordata
Me mandó un audio Gabriela contándome su alegría. Hace
cuatro meses había encontrado el remedio definitivo para sus
palpitaciones, el insomnio y la necesidad ansiosa de rascarse
continuamente la cabeza: la tintura madre de tilo.
-Ahh, ¡lo amo!, hasta adopté un gatito y le puse de nombre
Tilo-, me decía mientras se oía claramente la radio a todo
volumen de fondo.
Yo sonreí, el tilo es un excelente compañero para relajar y
sedar el sistema nervioso central. Descargué la foto que me
envió de su cara sonriente abrazando al gato desde la otra punta
del país… ¡pará, pará!
-Gabriela, cruzá la calle y mandame más fotos de ese árbol
que se ve desde tu ventana.
Muy obediente cruzó y me envió unas 19 fotos que incluían la
corteza, las ramas, las hojas, las flores. Apuntó con el celular a
cada detalle de la planta y me las envió, pidiéndome que le
cuente por favor qué era.
-Gabriela, no lo vas a creer. ¡Frente a tu casa tenés un tilo!
Escuché gritos y festejos por audio, entremezclados con
preguntas y agradecimientos. Le expliqué que tenía que
recolectar las flores completas: sí, incluida esa “hojita” fina que
viene con ellas. Esa misma tarde fue con unas bolsitas de
plástico y juntó un montón, recibí las fotos de las florcitas y
brácteas secándose sobre una mesa empapelada con rollos de
cocina.
-Menos mal que ya los sacaste de esa bolsa de plástico -le dije-
, sino me iba a dar algo.

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Se rió. Constantemente le recomiendo que use frascos de
vidrio o bolsas de papel para almacenar plantas, pero esta vez la
sorpresa y el apuro la vencieron.
Preparó una tintura madre con mis indicaciones: 30 gramos
de flores secas hundidas en 300ml de vodka o ron. Hay que
dejarlas macerando un mes entero, colar y utilizar. Yo a ella le
recomendé 40 gotas diarias porque así de fuerte lo venía
tomando, quizás si alguien no ha tomado nunca le aconsejaría
intentar con 25 gotas antes de dormir y ver cómo cae en el
cuerpo.
Además de sus poderes relajantes es un gran
hepatoprotector, y una especie muy común en el arbolado
urbano, ¡fijate bien, no vaya a ser que tengas uno frente a tu
propia casa!

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Buddleja globosa
A mí se me pone una planta en la cabeza y hasta verla in situ
no puedo dejar de tenerla en mente. El matico es una que hace
años probé de un poquito que me convidó una chilena en
Catamarca, pero nunca pude darme el gusto de ir caminando
desprevenida y hallarla creciendo en algún baldío perdido.
Igual, sé que no la voy a encontrar nunca caminando por el
Litoral, pues crece en la Patagonia. Adoro la mágica forma de
sus flores, los colores contrastantes de sus partes aéreas y la
inigualable potencia medicinal que posee. El matico me tiene
prendada, desde su curioso aspecto hasta su emblemático
nombre, uno de mis mayores deseos es poder verla en vivo y en
directo, olerla, recolectarla.
Es un efectivísimo cicatrizante, frena hemorragias, suaviza
dolores, cólicos estomacales y menstruales, te hace sentir
mejor cuando estás con gripe. ¡Te cura de todo! Se lo bebe en
infusión, una cucharada rasa de planta seca (hojas y flores) para
cada taza de agua. Procuraré cumplirme el sueño viajando al
sur en algún tiempo próximo. Sé que en cuanto tenga la
oportunidad, el matico y yo tendremos la dicha de conocernos
en persona.

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13-Higuera Ficus carica
Don Alonso es el típico místico de pueblo: un viejo solo como
perro malo, hablarín con algunos y extremadamente huraño
con otros. Él elegía cuidadosamente a quién confiar sus
secretos. No, a mí nunca me dirigió la palabra, yo sólo lo veía
sentado en una reposera amarilla que se veía en el fondo del
patio. Se notaba que estaba a la sombra pero no lograba ver qué
clase de árbol la proyectaba.
La verdulera parece que tiene algo de aprendiz de mística
adentro suyo, porque Don Alonso le charla de lo lindo. Yo
estaba cargando en una bolsita unos higos maduros cuando me
dice:
-Chica, sabe que esos higos me los trae el Alonso, el que vive
pegado al baldío.
-Ah, ¿tiene una higuera?
-¿No lo ha visto nunca sentadito en la higuera cuando pasa
por la casa?
Asentí con la cabeza, ¡claro, ése era el árbol! La verdulera vió
que obtuvo mi atención y se despachó con todo lo que le dijo el
viejo ermitaño, ansiosa por descargarse.
- Dice el Alonso que esa planta había venido ya con la casa y él
la respetó porque ahí paraba siempre una lechuza, le dio lástima
sacarle el lugar. Luego resulta que el cuñado de él, un tal
Humberto, andaba loco por el cigarro del tabaco que el médico
le había prohibido, y se le pasó cuando empezó a fumar las hojas
secadas del árbol, al tiempo ya no fumaba ni quería siquiera
fumar. También me dijo que la mujer de él se curó la diabetes
tomando en té las hojas de esa higuera, lo tomó por un montón
de meses, dice que seguía tomando hasta que se murió.

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-¿Se murió de diabetes la mujer?
-No, de un accidente en la capital.
Me quedé callada mientras cerraba la bolsita con los higos, yo
ni siquiera sabía que el hombre había sido casado.
-¿Y sabe qué? Cuando se murió la mujer casi tuvo que retirar
el árbol del patio.
-¿Le traía recuerdos tristes?
-No, dice que se secaron todas las hojas y no volvió a salir ni
una por muchos meses. Años pasaron, dice. Ni un pájaro se
acercaba. Lo que le daba lástima era sacarla, por eso dejó el
árbol hecho un palito. Hasta que un día se sentó abajo, así como
lo vemos ahora todas las tardes, antes no hacía eso.
-Mirá vos. ¿Y qué pasó?
-Empezó a dar hojas y florecer de nuevo, parece, porque el
viernes pasado vino a ofrecerme los frutos para venderlos.
Apenas le alcanza para vivir, pobre hombre. Estaba contento
por la plata que le dan los higos.
Agradecí, pagué y me fui. Pensé en la singular historia en
todo el trayecto hacia mi casa, la noble compañía que un árbol le
hace a un hombre a lo largo de los avatares de su vida. Cuando
llegué me sumergí investigando la especie, y resulta que tener
una higuera en tu jardín es una bendición. Es uno de los árboles
frutales más añejos en su relación con el hombre, aparece en
muchos mitos fundantes (por ejemplo, la loba amamanta a
Rómulo y Remo debajo de una higuera) o en textos sagrados de
varias religiones (Buda tuvo importantes revelaciones bajo la
sombra de una higuera, también la Biblia menciona que fue el
primer árbol del Edén).
Acerca de sus usos, sí: las hojas de higuera se pueden secar,
picar, liar en un cigarro o en una pipa y fumar; no contienen
nicotina entonces desaparece la adicción que genera el
tabaco.Las hojas de la higuera se secan y se emplean para bajar
el azúcar en sangre. Se hierven unas 3 o 4 hojas para una taza de
agua durante diez minutos, se cuela y se bebe. No sé si don

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Alonso lo sabe, pero también el látex que larga cuando se corta
una hoja se llama "leche de higuera" y se aplica sobre verrugas,
callos o durezas de la piel para hacerlos desaparecer. El fruto
por supuesto es riquísimo y sumamente nutritivo, comiéndolos
en ligero exceso obtenés un efecto purgante muy bueno para
depurar el organismo.

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14- Aguaribay, Ruda
y Artemisia vulgaris
-Los pies te sostienen, te llevan, te traen, te encaminan. Todo
te entra por los pies, es lógico que te duelan.- me explicaba
Norma, la señora que me hace masajes cuando mi cuerpo
parece desarmarse. Yo le conté que a veces me los masajeo con
mis aceites herbales, pero que no alcanza.
-Te iba a decir una receta, pero seguro ya la sabés.
-Contame Norma, me gusta aprender recetas nuevas. En una
de esas no la conozco.
-Bueno, pero si la compartís algún día en tu página poné que
te la dije yo, que siempre te estoy leyendo. En una palangana
echás agua hirviendo, un chorro de vinagre, un puñado de ruda,
otro de artemisa y algún otro yuyo que tengas… No sé, vos
sabrás, mi mamá a veces ponía perejil o apio. Ahi metés los pies
cuando el agua no queme tanto y los sacás recién cuando el
agua esté fría. Te juro que te descarga al 100%, te deja
planchada, muda, sedada.
Le agradecí el dato y esa misma noche lo hice, sumándole un
puñado de aguaribay y un poco de sal gruesa. Resultó
fantástico, un cariño hacia los pies que tanto usamos y poco
cuidamos.

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15- Pitanga/Nangapiri Eugenia uniora
La Aurora es un punto en el mapa donde convergen varios
caminos esotéricos. Oficialmente hay una ermita del Padre Pío
(ese santo que aparecía en varios lugares al mismo tiempo
mediante el fenómeno de bilocación), en el extra-oficialismo
allí se aparecen entes de otros planos e incluso otros planetas.
Hay círculos de tierra quemada, árboles lastimados y cientos de
historias sobre encuentros de alto voltaje energético.
En esos extensos terrenos hay mucha manzanilla y achicoria,
árboles de pitanga que podés comer mientras descansás a la
sombra de anacahuitas, y unos arroyitos divinos que se forman
cuando llueve mucho. También hay palo amarillo, piedras
hermosas y una sensación etérea que flota en el ambiente.
Cuando voy siento un olor dulce que me envuelve, y lo sigo

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sintiendo durante varias semanas después de la visita.
La segunda vez que fui encontré unas ramas de pitanga
tiradas a los pies de los mismos árboles, imagino que
arrancados por la tormenta del día anterior. Fue provindencial.
Abrí mi mochila y lo llené de hojas que llegaron a mi casa
completamente desecas, aunque estaban todavía algo frescas
cuando las guardé. Me preparé una infusión que explotaba de
energética y medicinal, llené una taza con dos cucharadas de
hojas secas, resultando en un espectacular diurético, tónico
digestivo y depurativo. Tal vez con menos mística, más con
idénticos poderes medicinales puedas hallar alguna pitanga
cerca tuyo, pues es un árbol nativo de Sudamérica.

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16- Nispero Eriobotrya japonica
Juan es un loco de los frutales, en su amplio fondo citadino
tiene varios bananos, dos mangueiras, un mamón, cuatro
cítricos y está buscando adquirir algunos nogales con vistas a
futuro. Ah, sí, eso tiene Juan… no le llama la atención criar una
planta de semilla o intercambiar macetas con algún pariente, él
llama al vivero y encarga con la tarjeta de crédito los árboles
frutales que encuentra en Internet, sin preocuparse demasiado.
No pienses que estoy juzgando sus métodos, ¡está bien si quiere
comprar árboles! Sucede que él estaba obsesionado con que
sólo crezcan los frutales que él quería, cómo y cuándo él lo
decidía. Y a veces la naturaleza tiene otros planes para ese
pedazo de terreno que creemos nuestro, pero que en esencia no
nos pertenece.
Juan descubrió un sábado de otoño una ramita rebelde que
estaba creciendo en el suelo, peligrosamente cerca de su
mamón. La arrancó, enojado, insultando a los pájaros que vaya
a saber qué porquería de semillas traían en su caca. A la
semana, ¡pum! otra ramita más, ésta vez cerca de la mesa de
mármol. Buscó la pala enojado y sacó hasta el último trocito de
raíz, no vaya a ser que quede un poquito y rebrote con más
fuerza. Embravecido, continuó retirando todo lo foráneo que
crecía en su prolijísimo jardín hasta que se agotó y se metió a
dormir la siesta.
Despertó volando de fiebre y allí en la cama quedaría
postrado por tres larguísimas semanas, dijo el médico que era
una hepatitis galopante y le recetó decenas de medicinas para
contrarrestar los síntomas. En ese lapso de tiempo su prima fue
a hacerle las compras, pagar las facturas y ¡claro!, regar sus

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amados árboles. “Sacá todo, sacá todos los yuyos Carina, no
dejes que me ahoguen los bananos” le insistía Juan, estirando el
cuello por la ventana, intentando ver si su prima estaba
desempeñando exitosamente sus tareas de cuidado.
Un miércoles abrió los ojos sintiéndose bien. Sin demoras se
puso un abrigo liviano y enfiló con paso lento a su patio. Diez
minutos después estaba llamando enojado a su prima, ¡había
dejado crecer dos de esas inmundicias verde oscuro muy cerca
de la medianera! La respuesta de Carina fue corta: "Juan, no
seas boludo. Son dos árboles de Níspero. Te va a venir bien usar
las hojas ahora que te cocinaron el riñón con remedios".
Dicho y hecho. Comenzó a tomar infusiones con 20 gramos
de hojas en un litro de agua… sí, las primeras semanas se bajó
un litro entero cada día. Se recuperó rápido, pues las hojas de
nispero son excelentes depurativas y desintoxicantes. Para la
segunda semana le dio lástima seguir arrancando las hojitas de
los árboles jóvenes, de modo que caminó por el barrio hasta
encontrar otro más crecido que sufriera menos el saqueo de
hojas. Las infusiones de níspero también sanaron su tozudez:
ahora mira con más cariño las plantas que crecen solas, incluso
dejó que un mburucuyá se apoye sobre su limonero para ver si
come algunas frutitas este verano.

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17- Incayuyo Lippia integrifolia
Anduve por Córdoba dando talleres de plantas en el año 2018,
tomándome varios colectivos, trenes y caminando muchísimo.
Llevaba siempre a mi hija de entonces 2 años atada sobre mí,
lavando y secando los pañales de tela en los distintos parajes
que nos hospedaban. Una tarea titánica que supongo jamás
tendré la energía para repetir.
Mientras andaba las ciudades y los pueblos reuniendo
personas en torno a las plantas medicinales mi espalda y mi
c u e l l o f u e r o n e n d u r e c i é n d o s e a c a d a k i l ó m e t r o,
inmovilizándome en la misma postura por horas. En uno de
esos talleres emplazado en un diminuto parque de Salsipuedes
acudió una jovencita con gran voluntad de aprender, iba
anotando cada palabra en una libreta casera, prestando
atención absoluta a las descripciones. Una vez terminado el
curso se acercó al verme intentando estirar el cuello (sin éxito)
y me tendió una bolsita de tela blanca cerrada con un hilito
sisal, mientras me explicaba las espléndidas cualidades de su
contenido.
-Adentro tiene Incayuyo, una planta serrana que se fuma para
sacarte las contracturas y los aires malos que te quedan en la
espalda. Es parecida el Poleo, yo me las confundo siempre, pero
mi tío sabe bien cuál es cuál y me las junta cuando voy a
visitarlo. Te regalo esta bolsita, a mí me saca hasta el dolor de
cabeza.
Esa misma tardecita, mientras miraba con vértigo las casas
que hacen equilibrio en el terreno irregular de Salsipuedes,
coloqué un poco de Incayuyo en una pipa de cerámica y fumé
manteniendo unos cuantos segundos el humo en la boca, para

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luego exhalarlo soplando despacio, sin tragar. Ese modo de
fumar es el que más extendido está en los libros medicinales
antiguos y me ha dado excelentes resultados.

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18-Romero y Tomillo Salvia rosmarinus
Thymus vulgaris
Tengo una receta especial para cuando estoy profundamente
cansada, con poca claridad mental, sin energías y desconectada
de las energías sutiles. Me la dieron de forma sorpresiva, te lo
cuento.
Hace dos años tuve que pasar una temporada cansadora
tomándome varios colectivos por día, con una mochila
pesadísima que me paralizaba los hombros y el zumbido
constante de la ciudad partiéndome la cabeza. Ese estado
mental nebuloso que no te lo saca ni un sueño reparador ni unos
buenos mates amargos, donde necesitás una ayudita extra.
De uno de esos colectivos me bajé un miércoles, según
recuerdo, y vi en el canterito que estaba al lado de la parada una
bellísima planta de romero florecida y rozagante, de unos 70
centímetros de alto. Me acerco y la huelo con los ojos cerrados
por largos segundos. La froto un poco para que largue más olor
mientras medito si cortar o no una ramita, pensando que sería
una gran compañía para la yerba mate de esa tarde; en eso
escucho unos pasos y veo una señora que se me acerca a paso
seguro. Enseguida pongo las manos atrás y sigo caminando,
olvidando mi intención de cortar algunas hojas para
llevármelas; pero la señora me llama y me habla.
Saca unos manojos de tomillo que tenía en el bolsillo del
delantal mientras arranca diestramente algunas ramitas
florecidas del romero. Me explica que vio en mis ojos el
agotamiento y que creía tener el remedio seguro para curarlo.
"Poné en cualquier taza una cucharada grandota de éste, que es
el tomillo; y otra cucharada igual del romerito bien picado.

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Tirale agua hirviendo arriba y tomátelo al despertar, después
de comer, antes de irte a dormir, muchas veces a lo largo del día.
Prontito vas a sentir el alivio”
Éso hice, y me fue muy bien. También redoblé la apuesta y las
preparé en tintura madre para tenerlas más a mano, secando
50gr de romero y 50 gr de tomillo, mezclándolos y
sumergiéndolas en 250ml de alcohol de cereal o vodka,
macerando por 2 meses y empleándola de a 20 gotas disueltas
en un vaso de agua.
Otro dato que me tiró la señora es que la vida en la ciudad hace
muy mal a los cuerpos y almas; pero tal mal no se cura con
infusiones de tomillo y romero.

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19-Melisa Melissa ofcinalis
En mi ciudad (Concordia, Entre Ríos) hay un convento de
Carmelitas Descalzas. Allí convive un grupo de monjas que
viven en el silencio, la clausura y la oración. Cuidan su huerta y
comen de ella, fabrican artesanías con barro y amasan
humildemente las hostias que comen todos los concordienses
en las misas domingueras. Representan el lado más místico y
completo de las experiencias religiosas católicas: permanecen
calladas y sin contacto con el mundo exterior, están
desconectadas de los avatares mundanos de la vida occidental e
incluso suscriben a prácticas de autoflagelación. Siempre me ha
despertado mucha curiosidad visitarlas y conocer un poco más
de su cotidianidad, en la medida de lo posible de sus votos, claro.
Hace unos años Facu descubrió y elaboró este preparado
exquisito llamado “Agua del Carmen”, que fue muy exitoso en
España en los años ‘60. Al parecer la receta fue creada en el
siglo XVII por la Orden de las Carmelitas Descalzas, quienes
conocían en profundidad los secretos boticarios para apaciguar
el alma nerviosa.
Para prepararla habitualmente empleo: 12 gramos de hojas
secas de Melisa, 4 gramos de cáscara seca de limón, 1 gramo de
canela, 1 gramo de nuez moscada, 1 gramo de clavo de olor. Si
tengo a mano añado unas hojitas de eucaliptus blanco o algunas
florcitas secas de manzanilla, no más de 5gr cada una. Se
mezclan todos los ingredientes y se dejan macerando en 200ml
de alcohol etílico durante 9 días. Al preparado no deben
alcanzarlo los rayos solares, mejor si se hace dentro de una
alacena.Se guarda en un frasco cerrado de vidrio o cerámica y
se consumen unas gotas (máximo 1 cucharita) para estados de

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ansiedad, depresión, angustia, nerviosismo, estrés. En España
cuentan que las madres lo prescribían para dolores de panza, de
cabeza, malestar general, tos, ¡de todo! También se le pueden
agregar algunas gotas a otras tisanas relajantes.
Además de mi curiosidad se ha sumado ahora la imperante
necesidad de obsequiarles a las hermanas del convento una
botellita de Agua del Carmen… una bien linda, tapada con
corcho, rotulada con una piolita y un cartón. Hace 8 días hice
dos tandas: una para mí y otra para ellas, es probable que
mañana las visite por primera vez, tras colar y envasar el
preparado. Después les cuento qué tal me fue y qué descubrí.

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20-Ajo Allium sativum

Esta receta la preparaba don Hugo, el vecino que atendió


durante décadas el almacén del barrio. Pasaba largas horas de
pie y empleaba una eficaz medicina para piernas cansadas,
várices y mejorar la circulación en general. Un día lo vi
metiendo cosas en un frasquito detrás del mostrador y le
pregunté qué estaba preparando, te lo detallo:
-Sumergí una cabeza de ajo cortada en rodajas en jugo de
limón y aceite de oliva. Que repose por un día entero. Con ese
líquido masajeate las piernas. Los ajos comelos en la comida,
que te hacen circular mejor la sangre por dentro.
El preparado me dio óptimos resultados durante el embarazo,
pero luego perdí la necesidad de hacerlo pues mis piernas no se
cansan ni se hinchan tan seguido. Me quedó sí la costumbre de
consumir ajos crudos enteros a modo terapéutico, los lunes por
la mañana me como uno, dos o hasta tres dientes completos,
bajándolos con ayuda de un poco de agua. Confío en ellos para
empezar la semana con actitud enérgica, sangre limpia y por
las dudas espantando posibles gusanos intestinales.

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21-Hinojo Foeniculum vulgare

Pensar en los caminos de Santa Clara de Saguier me trae


directamente el viento en la cara y una vista embebida
completamente en la llanura. Imagina estirar tu ojo lo más que
puedas, alargar la mirada hacia todas las direcciones y sólo ver
pasto, llano, alguna vaca, un ombú perdido por ahí y dos o tres
algarrobos juntos. ¡Qué inconmensurable belleza! Todo el
mundo encuentra muy poetizable la vida en la montaña, las olas
del mar y cualquier otro paisaje marketinero, mientras la
llanura es injustamente ninguneada de los versos soñadores.
Quizás por eso me gusta tanto ese poema de Héctor Viel
Temperley que dice muy sencillamente:

“He vuelto, Dios, he vuelto


La paz sea con tu pampa
y conmigo un momento”.

Me estoy yendo por las ramas. Les iba a contar que pura
gramínea y terreno llano no es lo único que se encuentra, que
los caminos también tienen sus adornos. Al borde de los
alambrados de los campos crece silvestre una planta que nadie
reconoce como la misma que descansa en la góndola del super:
el hinojo. Una explosión de flores amarillas y aroma dulzón a
anís, sus tallos, hojas y flores se utilizan como condimento,
ayudando a digerir mejor cualquier tipo de plato. Siempre tuve
mucho cuidado de recolectar los hinojos que estaban más lejos
de los campos sojeros (sutil intento de evitar el veneno),
especialmente los que estaban en flor o semillando, porque las

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semillas y las flores son la parte más activa de la planta. Estos se
utilizan en decocción, hirviendo durante 10 minutos, un
puñado de semillas por taza de agua. Este cocimiento tiene
muchísimos usos: se bebe a sorbos para expeler gases
acumulados en nuestros intestinos; aumenta la producción de
leche materna e induce a la menstruación; es afrodisíaco y
fortalece nuestro sistema inmunológico. También se aplica de
forma externa, para curar ojos con conjuntivitis, tónico
dérmico o para fortalecer el cabello, mojándolo en el cuero
cabelludo con ayuda de una gasita.
Prestá atención si ves al borde de la banquina flores amarillas
con aspecto de paragüita, en caso de que huela a anís da por
hecho que es hinojo.

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22-Laurel Laurus nobilis
El Pocho era loco del laurel. Cuando digo loco me refiero a
obsesivo: guiso con laurel, milanesas con laurel molido, hasta
tenía la maña de ponerle, en ocasiones, una hojita de laurel al
café. No he conocido a nadie en mi vida que sepa recopilar
tantos usos (¡y tan diversos!) del laurel, pero ahí van dos de los
mejores:
-Secaba ramas y hojas colgándolas cerca de la salamandra,
hasta que quedaban crujientes y de un verdecito oscuro divino.
Cuando estaban en el punto óptimo de secas las quemaba,
según él nadie peleaba, nadie gritaba y nadie pegaba en una
casa donde el humo del laurel penetraba. Tenía razón, porque
yo nunca lo escuché exaltado. El humo del laurel relaja y alegra
el ambiente, simplemente hay que quemarlo y dejar que actúe.
-Preparaba un quemadillo para la tos y el resfrío estupendo.
Primero ponía al fuego tres cucharadas de azúcar hasta que se
formaba el caramelo. Cuando quedaba hecho añadía tres tazas
de agua, ocho hojas grandes de laurel, unas rodajas limón o
naranja y dejaba hervir por varios minutos, revolviendo cada
tanto. Cuando se disolvía todo el caramelo lo colaba y te lo
servía en unas jarritas de acero preciosas, muy vintage. Al
primer trago ya sentías alivio en la garganta, ¡riquísimo!

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23-Oregano Origanum vulgare
“Ninguna pena se resiste al orégano” dice una frase de un
libro de poesías amarillento que compré de oferta. A juzgar por
el aroma y el estado, el librito es de decimoquinta mano. Esa
enseñanza siempre me quedó rondando la cabeza y la
comprobé años después, cuando me sumergí en los libros de
plantas medicinales. La gente da un respingo y suelta un
sonidito cuando se entera de las cualidades medicinales del
orégano, ¡estamos tan acostumbrados a usarlo de condimento!
Y ése es uno de los problemas actuales del ser humano,
anestesiados con el trabajo en serie y rechazando lo múltiple,
nos sorprende saber que una hierba que usamos para
condimentar carnes también puede resultar buena en una
tisana, hasta rica para añadirla en el mate. “Ni loca me tomo un
té de orégano, ¡si yo se lo pongo a la pizza!” me han llegado a
decir, ¡y sí, no existe contradicción alguna! Al orégano
podemos molerlo y condimentar una pizza con él, podemos
dejarlo crecer en una maceta principal para que nos alegre y
ornamente el jardín, podemos secar sus hojas y hacer aceites
medicinales, tinturas, tisanas, decocciones, emplastos,
jarabes… ¿cuál es el problema?
Quememos las estructuras rígidas que no nos permiten ver
más allá del condimento. Usemos el orégano en infusión, un
puñadito pequeño para cada taza de agua, vá perfecto para
calmar los nervios, los dolores menstruales y de estómago.
También para masajes desinflamantes, ¡es exquisito para
aflojar el dolor de cintura! 300gr de orégano a baño maría con
medio litro del aceite vegetal de nuestra preferencia, en fuego
lento durante una hora y media. Lo colás y lo usás, te lo
recomiendo para contracturas de origen nervioso, es
espectacular.
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24-Malvavisco Sphaeralcea bonariensis
El malvavisco es una planta generalmente chiquita, pero
cuando se la deja tranquila se pone alta. Como en la casa de
Graciela, que dejó crecer un malvavisco exactamente en el
medio de su cantero, al lado de un soberbio rosal blanco y una
palmera enana. La planta salió sola y a ella le gustó, sobretodo
porque florece con ese colorcito salmón tan intrigante, tan
bello. Así que la dejó crecer, no quisiera mentirles pero según
las mediciones aéreas de mis ojos ese malvavisco llegaba a
medir un metro de alto.
Pasé un día por su casa y observé que un malvavisco bebé
había nacido a pocos centímetros de la planta madre. Me tenté y
aplaudí enérgicamente hasta que su hija salió a atenderme. Le
pregunté si podía llevarme ese yuyito y me dijo que sí, un poco
divertida por la ocurrencia, y volvió a entrar rápido a su casa.
Quizás Graciela no lo sabía, pero en su cantero tenía una
farmacia completa con esa sola planta, pues el malvavisco es
digestivo, depurativo, calma los dolores de garganta y te cura
de los peores empachos, además tiene una gran acción diurética
que te ayuda en casos de cistitis o infecciones urinarias graves.
Por ahí da lástima recolectarlas porque la parte más activa son
las flores, pero las hojitas también sirven. Una cucharada
sopera de hojas y/o flores en cada taza de agua en infusión ya
bastan para sentir su medicina. Hasta te podes tomar unas tres
tazas al día y con eso ir tirando, viendo cómo evolucionás. Si
necesitaras de más potencia podés hervir todo diez minutos en
vez de infusionarlo.
Ésa es la grandeza de dejar crecer plantas nativas

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espontáneas. El precioso malvavisco no sólo tiene usos
medicinales y nos asombra con su belleza única, también es
hospedera de varias especies de mariposas que la buscan
incansablemente para poner sus huevos en ella, restaurando el
equilibrio en el ecosistema. Así como hizo Graciela,
deberíamos esperar y ver qué sucede con las plantas que nacen
solas en los canteros, quizás nos llevemos una gratísima
sorpresa.

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25-Pelosilla Chaptalia nutans
Marcela tomó uno de mis cursos de reconocimiento de
plantas silvestres. Me mandó un montón de fotos cuyas
identificaciones eran correctas, pero insistió varias veces con
un dizque diente de león que no era. Para ser bien precisa me
mandó 8 fotos: del envés de la hoja, de la hoja del derecho, de la
planta de lejos, de cerquita, del tallo… ¡no me creía que no era
diente de león!
-María, te juro que por fotos te confunde, porque estoy
segurísima de que es diente de león. Crece desde que soy chica
en el fondo de mi casa y mi mamá tomaba infusiones para
adelgazar, porque su amiga le había recomendado diente de
león y ella sabía muy bien qué era…
-Es muy parecida, Marcela, pero el diente de león no es así,
observa el contorno de sus hojas y verás que no coincide.
Tampoco tienen el envés de la hoja blanco ni la flor mirando
hacia abajo, como si estuviera triste o decaída. La planta de la
foto es una pelosilla. Sé que tu mamá lo usaba con buenos
resultados porque su efecto también es diurético y te
deshincha, además es muy bueno para las afecciones
respiratorias y el dolor de garganta. Pensá en esto, el diente
tiene flores amarillas que abren grandes por la mañana
¿Alguna vez le viste la flor amarilla?
-No recuerdo haberle visto flores amarillas, pero es porque
siempre están cerradas, quizás si me levanto temprano y la
miro…
-Es porque así es la flor de la pelosilla. Da la impresión de ser
un diente de león a punto de abrir, pero así de estrecha y

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equeña es su flor rosada.
No tuve respuesta inmediata. Dos días después me escribió:
-Tenías razón. Es una flor rosada y siempre está deprimida,
cabizbaja.Le mandé un emoticón sonriente. Dos semanas
después me envió:
-Sequé unas cuántas hojas. ¿Me contás cómo la tomo?
Sonreí y le conté que es muy buena en decocciones, tomando
una planta enterita e hirviéndola en un litro de agua, por unos
diez minutos, y añadí que con una cucharadita de miel el sabor
es más agradable. Ya no está ofendida conmigo por poner en
duda las plantas que crecen en su propio fondo.

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26-Tutia/
Espina colorada
Solanum sisymbriifolium

El papá de mi vecino estuvo a punto de morir unas cuántas


veces. Una vez, cuando chico, una víbora de coral le picó el
tobillo. De joven tuvo peritonitis aguda, quedó postrado por
varias semanas y abandonó la escuela en ese interín. Y hace
poco, hará unos 15 años, tuvo unas piedras en los riñones de
tamaño galáxico, algo impresionante.
Los médicos no hallaban solución y un cura se acercó para
ofrecerle la extremaunción. Los hijos lloraban y los perros
aullaban, todo indicaba que el final estaba cerca. Pero su mujer,
obstinada y sin intenciones de convertirse en viuda, lo sacó de
la cama y lo sentó en un sillón de plástico frente al televisor.
Miraron completo el mundial de Alemania 2006, cada partido
de cada grupo, sin descanso. Festejaron, aplaudieron y
lloraron, claro. En el medio la mujer le preparaba decocciones
con raíces y hojas de Espina colorada, que crecía en grandes
matorrales en el terreno baldío de la cuadra. Fuertísimas y bien
cargadas: hervía 25gr en un litro y le daba de tomar hasta un
litro por día al hombre, tratando de que olvide su dolencia y
beba con esperanza el brebaje. “Lo que no te mata te fortalece
viejo, con probar no perdemos nada”. Dos meses después de
tomar un litro por día el hombre se paró de su sillón, apagó la
tele y salió a buscar el diario del domingo. Nadie volvió a hablar
de las piedras en el riñón, excepto mi vecino, que hace unos
meses me contó la historia de su padre, quien hace poco se hizo
estudios que constataron que sus riñones estaban perfectos.

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¡Bendita Espina colorada!, da miedo con sus espinas
recubriendo tallos y hojas por igual, pero cuánta bondad tiene.
Su decocción también es buena para hacer la digestión, para
problemas hepáticos y para depurar la sangre en general. Los
frutos son deliciosos cuando están bien maduros y rojos.
Algunos también la llaman “revienta caballos”, nombre
común que comparte con otros parientes tóxicos. Asegurate de
utilizar la especie correcta cuando la encuentres, esta tiene
flores blancas o violáceas, y su fruto inmaduro está
completamente cubierto en una cápsula verde sumamente
espinosa.

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27-Brotal Anredera cordifolia
En calle 1° de mayo hay un puesto de diarios y revistas
tradicional, viejísimo, de esas casitas de chapa pintadas de color
naranja. Su dueño dejó crecer -un poco porque le gustó, otro
poco porque le dio pereza sacarla- una enredadera magnífica de
color verde oscuro, que explota en flores blancas y aromáticas
cuando llega el verano. Yo pasé por ahí un día de cuarentena,
saqué un pedacito de planta y logré reproducirla en apenas
horas de sumergirla en el agua, pues al día siguiente ya tenía
raíces.
Me puso muy triste oír hace poco la queja generalizada y el
acoso al vendedor para que saque la enredadera. “Es una
mugre, trae abejas que son peligrosísimas cuando paso por ahí
con mis hijos, cuando vienen turistas no pueden encontrarse
semejante desprolijidad en el medio del centro comercial”.
Lo que me enojé no tiene nombre. Desenvainé los mejores
fundamentos que encontré: el Brotal es nativo, se comen sus
hojas, crece rápido dando sombra, alimenta las abejas, ¡y tiene
espectaculares usos medicinales! Las hojas, los tallos y las
flores se pueden hacer en infusión, a razón de unos 20gr por
litro de agua, para casos de bronquitis, tos, laringitis. A nadie le
importó, coseché unas cuantas burlas y risas. Siguieron con su
discurso: “es mugre, es basura, urgente que la municipalidad se
encargue”. La rebeldía de una planta que sólo quiso nacer y la
estúpida diatriba de quienes creen que las abejas hacen daño en
la vía pública.
Ya no quise seguir discutiendo, era en vano. Me intriga el
funcionamiento neuronal de ciertas personas, ¿qué es lo

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gracioso de que una planta sea comestible o se use como
medicina?¿Acaso nunca comieron una lechuga o tomaron
mate? Cuando algo desconocido se les presenta la reacción
inmediata es burlarse, en lugar de abrir la mente al aprendizaje.
Más tarde se me ocurrió pintar un cartel para colgarlo cerca
del puesto de revistas, añadiendo a los otros usos que el Brotal
tiene unas raíces tuberosas que machacadas son excelentes
analgésicos externos, especialmente para fracturas. Un poco
con fines educativos y otro poco por protestar contra el sistema
establecido que fabula peligros y desprolijidades donde sólo
hay vida.

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28-Palan Palan Nicotiana glauca
Beatriz había sufrido una infancia trágica. Nacida en 1968, su
mamá murió en el parto y tuvo la dicha de ser criada por su
abuela paterna hasta que cumplió 5 años. La abuela fue un ser
amoroso, que ella recuerda enfundada en faltas verdes,
agachada y curándole las heridas de las piernas con hojas
afelpadas de Palán Palán.
Poco duró la felicidad y pronto llegó el fatídico año 1973,
cuando su abuela enfermó gravemente y ella quedó al cuidado
de Sandra, una prima de su madre. La prima Sandra vivía en
Chubut, un clima totalmente distinto al de su Entre Ríos natal.
Beatriz vivió conforme con ella hasta su adolescencia… no le
faltó nada, excepto quizás un poco de cariño. Ella enseguida se
corrige cuando recuerda su vida en el frío chubutense, “¡no me
puedo quejar! pan y abrigo jamás me faltaron”. Sólo que ella
sentía en su corazón un dejo tristísimo de nostalgia por su
abuela, que falleció pocos meses después de su partida.
Al cumplir 18 años se despidió de su prima agradeciéndole los
cuidados prodigados y se marchó a la capital a conseguir
trabajo y buscar nuevas suertes. Se casó, tuvo un hijito y ahí
andaba, peleando la vida, cuando recibió el sorpresivo llamado
de un abogado. Casi se desmaya cuando le notificaron que el
hermano de su padre había muerto, y con su tío bajo tierra la
casa de su abuela quedaba en manos de ella. “Podemos
colaborar con la gestión de la venta, si desea” le dijeron del otro
lado del teléfono, (¡y ella estuvo tentada!) pero decidió que
quería volver a visitarla una vez más.
En este punto la historia se pone predecible, ¿no? Cuando se
bajó del auto lo primero que vió en la vieja casa de ladrillos a la
vista fueron las esplendorosas plantas de Palán Palán naciendo

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de las hendijas de la pared, del techo, de la vereda, ¡de todos
lados! Las más altas estaban florecidas de un amarillo tono
glorioso. Las lágrimas brotaron de sus ojos y no quiso
contenerlo, sintió que su abuela vivía aún en el recuerdo de esas
mágicas plantas, que con sólo machacarlas un poco y aplicarlas
sobre la piel te curan las lastimaduras, quemaduras, forúnculos,
heridas y dermatitis.
Así concluye la historia de Beatriz: viviendo feliz con su
familia en la ciudad que la vio nacer y la casa que la acompañó a
crecer. Pero antes de despedirme me veo en la obligación de
decirte que el Palán Palán es un amor en uso externo, ¡pero
infernalmente tóxico en interno! No vaya a ser que se te ocurra
experimentar cosas raras.

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29-Malvon Pelargonium hortorum
Los abuelitos saben tener bajo la manga remedios naturales
para sanarte casi casi cualquier cosa, y da la casualidad que
siempre tienen malvones o geranios en sus jardines.
El abuelito de Teté le recetaba y preparaba un cocimiento con
tres puñadotes de hojas de malvón o geranio en abundante
agua, lo hervía por unos 10 o 20 minutos y le hacía beber ese
preparado sazonado con un poco de miel, cuando ella tenía tos,
dolor de garganta, inflamaciones en la boca, llagas, catarro y
cualquier dolorcito que sintiera en la boca o al respirar.
Usaba cualquier malvón peludito o geranio brillante, siempre
las hojas y nunca las flores, acompañándolo con un sentido beso
en la frente de su nieta, quien ahora es una adulta que aún
guarda en su corazón las recetas herbales y el amor de su
abuelo.

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30-Burrito Aloysia polystachya
La familia de Ana vivió toda su vida en España. Su tío Paco, en
cambio, había ido a buscar suerte a la Argentina hace unos 50
años. La historia que me contó es increíble: viajó porque no
tenía forma de afrontar la vida en su país y le llegaban buenos
rumores del rumbo económico de Sudamérica. Consiguió
trabajo en una panadería a los 3 días de desembarcar en Buenos
Aires, y eso no es todo, ¡tuvo su propia panadería 4 años después
de llegar al país! Le enviaba asiduamente a su hermana y su
cuñado cartas, obsequios y ocasionalmente algún dinerillo para
colaborar con su creciente familia. Ana vivió hasta su juventud
sin conocerlo en persona, el tío Paco no viajaba nunca a la tierra
que lo vio nacer, hasta que cumplió exactamente 67 años y dijo
“listo, ya está”. Se embarcó con su mujer y su hija mayor -los dos
menores quisieron quedarse en Buenos Aires-, y se volvió a
vivir al pueblo natal. Hicieron una gran fiesta con motivo de su
regreso, ¡tanto había suspirado la madre de Ana extrañando a
su hermano!
El meollo que nos interesa es que el tío Paco trajo consigo un
plantín de burrito. Lo cuidó con esmero los primeros meses,
solía decir que si el burrito se moría se vería en obligaciones de
volver a Argentina a buscar otro ejemplar. No fue necesario, el
burrito se aclimató divino al solcito español, vivió muchos años
más que el tío Paco y hoy recolecta sus hojas Ana, quien visita a
sus primos con asiduidad. No olvida las enseñanzas de ese
personaje de dos naciones que fue su tío: una tacita al día
después del almuerzo, preparada con una cucharada generosa
del burrito seco. Te baja la comida, calma la acidez, propicia la
digestión, calma los humores y deshincha el vientre. Con una
cucharadita de miel disuelta en el agua el sabor es
sencillamente inigualable.
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60
¡Ahora te toca
escribir tus
propias recetas!

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62
Indice
5
8
Mburucuyá / Pasionaria
Cola de Caballo
10 Palo Amarillo/Cedrón del Monte
12 Culandrillo / Culantrillo
14 Limón
16 Paraíso
18 Borraja
20 Menta
22 Albahaca
24 Carqueja
26 Tilo
28 Matico/Pañil
29 Higuera
32 Aguaribay, Ruda y Artemisia vulgaris
33 Pitanga / Ñangapirí
35 Níspero
37 Incayuyo
39 Romero y Tomillo
41 Melisa
43 Ajo
44 Hinojo
46 Laurel
47 Orégano
48 Malvavisco
50 Pelosilla
52 Tutiá / Espina colorada
54 Brotal
56 Palán Palán
58 Malvón
59 Burrito
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