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Poder Judicial de la Nación

"KRESZES DAVID JULIO c/ BANCO PATAGONIA S.A. s/ ORDINARIO"

Sala D de la Excelentísima Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial

1. Describa los hechos del caso

2. Distinga los argumentos del actor y el demandado

3. ¿De qué manera debe ponderarse la prueba en los casos relativos al contrato

de Caja de Seguridad? ¿Por qué?

En Buenos Aires a los seis días del mes de mayo de 2011, reúnense los señores Jueces de la Sala

D de la Excelentísima Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial de la Capital Federal, con

el autorizante, para dictar sentencia en la causa "KRESZES DAVID JULIO c/ BANCO PATAGONIA

S.A. s/ ORDINARIO" registro N° 45.393/2005, procedente del JUZGADO N° 23 del fuero

(SECRETARIA N° 46), donde está identificada como expediente N° 52.468, en los cuales como

consecuencia del sorteo practicado de acuerdo con lo previsto por el art. 268 del Código Procesal,

resultó que debían votar en el siguiente orden, Doctores: Vassallo, Heredia y Dieuzeide.

Estudiados los autos la Cámara planteó la siguiente cuestión a resolver:

¿Es arreglada a derecho la sentencia apelada?

El señor Juez Gerardo G. Vassallo dice:

I. David Julio Kreszes dedujo demanda contra el Banco Patagonia S.A. pretendiendo ser

resarcido de los daños y perjuicios que dijo haber padecido sufridos como consecuencia del robo

de la caja de seguridad 38, módulo 4, de la cual era titular y que se hallaba ubicada en la sucursal

de Cabildo 1161 de la entidad demandada (ver anexo fs. 43/53).

La parte actora mensuró el reclamo en U$S 214.000 (ver fs. 255).

En su escrito de demanda, con una peculiar diagramación, dedicó el escrito sustantivo (luego

de indicar la cuantía del reclamo y enunciar no sólo el contenido de la caja sino los daños que dijo

sufridos), a referirse sobre la naturaleza del contrato de caja de seguridad, referir el derrotero de la

jurisprudencia en la materia y destacar la prueba de indicios y el daño moral.


Luego, en presentaciones separadas, integró los demás recaudos del artículo 330 del código

procesal en diversos anexos.

En el “anexo hechos” refirió las diferentes mudanzas que debió realizar del contenido de su

caja de seguridad frente a sucesivos traslados de la sucursal bancaria. Luego indicó las

circunstancias en las cuales advirtió el faltante en una de sus cajas de seguridad (al tiempo de

concurrir a ella, la que no presentaba signos de violación), para luego referir lo actuado en sede

penal donde se habría comprobado el hurto y procesado a los autores.

De seguido, describió los bienes que habrían sido sustraídos y su origen.

a. Así respecto de los U$S 119.000 que dijo se encontraban allí depositados, señaló que U$S

49.000 provenían de un retiro de fondos hecho por él, su madre y hermano de la sociedad

Provemet S.A. que integran.

Los U$S 70.000 eran propiedad de su madre, el cual se originó en: 1) la venta de una

propiedad (Boulogne Sur Mer 659, piso 3 “A”); 2) la mensualidad que recibía de Alemania como

reparación de los sufrimientos padecidos en la época del nazismo; 3) los ahorros que su padre

fallecido pudo reunir como empresario textil, en una primera etapa y luego modificando su rubro por

el metalúrgico.

b. También denunció haber sufrido el hurto de un grupo de joyas que describió mediante un

listado que se encuentra glosado en fs. 53, y que valoró en un mínimo de U$S 40.000.

Estas alhajas dijo eran de su madre, y provenían en parte de regalos de su padre y

mayoritariamente de herencia familiar.

c. Ciertas monedas, que en el escrito de inicio identificó como 50 mexicano de oro, que valuó

en la suma de U$S 25.000.

Respecto de las mismas dijo también que habían sido regalados a su madre por su marido.

En un nuevo anexo “Daño moral y daño psíquico” (fs. 254), desarrolló un breve fundamento

de su petición y mensuró el primero en U$S 20.000 y el restante en la suma de U$S 10.000.

En el “Anexo Liquidación” (fs. 255), resumió su pretensión económica, agregando a lo ya

descripto, un resarcimiento por lucro cesante que dijo debía traducirse en los intereses tasa activa

en dólares, sin indicar sobre que base (dólares hurtados, mexicano de oro, joyas), calculados

desde la fecha del robo o en que fue descubierto.


Luego repitió el reclamo de intereses, aunque como colofón de la indicada descripción y

sobre todos los ítems.

En fs. 267 modificó nuevamente el monto del reclamo pues respecto de los mexicano de oro

robados, solicitó su valor de mercado al tiempo del efectivo pago.

II. El Banco Patagonia S.A. contestó demanda en fs. 336/350.

Pidió el rechazo de la pretensión en su contra, y para así fundamentarlo utilizó distintos

argumentos: 1) hizo referencia al prolongado período durante el que se habrían mantenido

depositados los valores sin efectuar inversión alguna, 2) resaltó diferencias en cuanto al detalle de

las joyas hurtadas según las denuncias iniciales presentadas en el Banco y en la Comisaría, y las

declaraciones posteriores; 3) destacó que la madre era titular de otra caja de seguridad en la

misma sucursal y se preguntó por qué guardaría sus joyas en una caja de seguridad a la que no

tenía acceso. Con relación a ello, alegó que el actor tenía a su disposición el contenido de ambas

cajas de seguridad cuando descubrió el robo y podría haber pasado el contenido de una caja de

seguridad a la otra “para poder reclamarlos con posterioridad o para reforzar su teoría”.

Dejó planteado en forma subsidiaria el caso fortuito, para la hipótesis que fuera probado el

robo, como argumento para eximirse de responsabilidad.

Sostuvo haber tomado todas las medidas de seguridad y que el supuesto hurto habría de

tener características extraordinarias.

Entendió improcedentes los rubros reclamados. Y en relación a los intereses reclamados,

alegó que no procedían en tanto los valores en una caja de seguridad se encontraban

inmovilizados y en consecuencia, no generaban lucro ni intereses de ninguna índole.

El Banco negó la pertinencia de la indemnización por daño moral; amén que el mismo se

superponía con el daño psicológico.

Por último destacó que no procedía el reclamo por daño moral y/o psíquico de la madre del

actor quien no se había presentado en las actuaciones. Finalmente, manifestó que en el hipotético

caso de que prosperara el reclamo por este rubro, no debía ser valorado en dólares

estadounidenses.

III. La sentencia de la anterior instancia (fs. 1088/1101) hizo lugar parcialmente a la demanda.
Estimó probada la existencia en la caja de la suma de dinero denunciada (U$S 119.000) y su

robo, por lo cual condenó al Banco a restituirlos con más sus intereses.

También entendió pertinente admitir la restitución de los mexicano de oro al valor de

mercado, pero los limitó a 25 y no a los 50 denunciados, al estar a la denuncia inicial hecha por el

aquí actor. Ello sin intereses.

Denegó todo resarcimiento por la pérdida de joyas, al entender no acreditada su existencia.

También desestimó la indemnización por daño psíquico, por entender, con base en el peritaje

de fs. 697/702, que no podía concluirse que el episodio fuera causa única ni determinante de la

minusvalía que allí se ponderó.

Finalmente hizo lugar a la indemnización por daño moral, que estimó en $ 30.000, con más

los intereses calculados a la tasa que cobra el Banco de la Nación Argentina en sus operaciones

de descuento a treinta días, desde la fecha en que el actor descubrió el robo y hasta el efectivo

pago.

Impuso las costas al demandado por ser sustancialmente vencido.

Ambas partes apelaron el fallo.

El Banco demandado expresó sus agravios en fs. 1117/1122, los que fueron contestados en

fs. 1151/1157; mientras que el actor lo hizo en fs. 1142/1148, pieza que fue refutada en fs.

1161/1166.

IV. La extensión de las impugnaciones deducidas por las partes torna lógico iniciar el estudio

por la articulada por el Banco demandado. Es que su eventual progreso, total o parcial, podría

tornar abstracto en igual medida a la queja del actor.

A. Recurso deducido por la parte demandada:

De la lectura del escrito mediante el cual el Banco fundó su apelación resulta evidente que la

entidad ha consentido, en rigor tácitamente reconocido, el hurto de la caja de seguridad de la

actora en tanto no controvirtió ese extremo.

Sus agravios, desarrollados en cinco capítulos (reitera el título “tercer agravio”), se orientan a

criticar el modo como fue ponderada la prueba por la sentencia, que llevó a entender acreditada la

existencia en la caja de seguridad de los U$S 119.000 que denunció el actor en su demanda; haber
autorizado liquidar un 6% de interés anual sobre el importe de la condena anterior; haber admitido

la restitución de 25 mexicanos de oro o su valor de mercado; indemnizar el daño moral; y por

último, imponer las costas del proceso.

a) Legitimación del actor:

Aún cuando el tema no integra el catálogo de los agravios antes descriptos, entiendo que

existe un aspecto del conflicto que no ha sido tratado en la causa (en rigor ni siquiera fue

planteado), que por constituir uno de los presupuestos de la acción, debe ser analizado con

prioridad en tanto su conclusión podría hacer variar el resultado del pleito.

Es que debe ser decidido, en primer término, si el aquí actor está o no legitimado para

demandar como lo hace, toda vez que si bien los tribunales de alzada deben actuar dentro de los

carriles del recurso, ello no les impide revisar de oficio la concurrencia de los presupuestos

procesales (Hitters, J., Técnica de los recursos ordinarios, La Plata, 2000, p. 394, n° 225; Rivas, A.,

Tratado de los recursos ordinarios, Buenos Aires, 1991, T. 2, p. 851, n° 420); revisión que,

lógicamente, es preliminar a la consideración de los agravios, en atención al carácter excluyente

que la solución puede alcanzar respecto de éstos (Hitters, J., ob. cit., p. 395, n° 225), y que -entre

otras hipótesis posibles concierne a la legitimación para obrar-, que puede ser investigada

oficiosamente al momento de ser dictada la sentencia, dado que la calidad de titular de derecho de

la parte actora -o la calidad de obligado de la parte demandada- es necesaria para la validez del

pronunciamiento (conf. Palacio, L. y Alvarado Velloso, A., Código Procesal Civil y Comercial de la

Nación, explicado y anotado jurisprudencial y bibliográficamente, Santa Fe, 1993, T. 7, p. 356;

Rivas, A., ob. cit., loc. cit.; Carlo Carli, La demanda civil, página 231; Morello, A., Códigos

Procesales en lo Civil y Comercial de la Provincia de Buenos Aires y de la Nación, T. IV-B, ps.

346/347, La Plata, 1991; esta Sala, 5.6.2007, “Larregui, Mariano c/Banco Itaú Buen Ayre y otro

s/ordinario”; íd. Sala D, 8.3.2007, “Mohamed, José Luis c/Vidal, José María s/ordinario”; íd. Sala D,

22.5.2009, “Frávega Guillermo Horacio y otro c/Poder Ejecutivo Nacional y otro s/sumarísimo”; íd.

Sala D, 17.5.2010, “Andrade Alfredo c/Poder Ejecutivo Nacional y otros s/amparo”; íd. Sala D,

4.5.2009, “Maiorano, María Cristina c/Poder Ejecutivo Nacional y otro s/Sumarísimo”; íd. Sala D,

11.11.2008, Uriarte María del Carmen y otros c/Banco HSBC Bank Arg. S.A. s/amparo”; esta Sala,
1.9.2010, “Allaría Ledesma & Compañía Sociedad de Bolsa S.A. c/ Administración Gómez Vidal

S.A. y otro s/ ordinario” e “Interfly Tour S.A. c/ Vigilante S.A. y otro s/ ordinario”; esta Sala,

25.9.2009, “Díaz, Carlos Alberto c/ Obra Social del Personal de la Actividad Perfumista s/

ordinario”; esta Sala, 7.8.2007, “Intergrabo S.R.L. c/ Acción por la República s/ ordinario”; esta

Sala, 11.2.2009, “Viggiano de Fabregas, Norma y otro c/Banco BNP Paribas y otro s/ordinario”;

esta Sala, 12.10.2010, “Meini Nelly Elba contra Banco Patagonia S.A. y otro s/ordinario”; CNCom,

Sala E, 4.5.2004, “Velischec, Delma c/ Edificio Uriarte SRL”).

En igual sentido, la Corte Nacional en la causa “Mata Peña, José Rafael”, reiteró la facultad

de los jueces de examinar, aún de oficio la legitimación de quienes promueven una acción en tanto

requisito jurisdiccional, “…pues su ausencia o desaparición importa la de juzgar y no puede ser

suplida por la conformidad de quienes intervienen en el proceso o su consentimiento por la

sentencia” (Fallos: 308:1489 y sus citas; 325:2982; considerando 4 del voto de la mayoría; CSJN,

11.12.2007, “Mata Peña José Rafael y otro c/Estado Nacional y otro s/amparo”, Fallos. 330:5111).

Con fundamento en lo hasta aquí dicho, ingresaré en el estudio de la legitimación del actor

para demandar como lo hace y en la medida de su específica pretensión.

En el “Anexo Hechos” que obra glosado en fs. 43/47, específicamente al denunciar el origen

de los fondos y bienes presuntamente guardados en la caja de seguridad violada dijo que:

a. los U$S 119.000 estaban compuestos por: 1. U$S 49.000 que provenían de “retiros que los

socios (el actor, su hermano Elías y su madre Sara Matys) de la primera sociedad…” (Provemet

S.A.) “…hemos realizado a los fines de separar de la actividad habitual una cierta cantidad de

dinero destinada a comprar un galpón auxiliar que facilitará el desenvolvimiento y crecimiento

actual y futuro, lo cual acredito con la documentación adjunta” (fs. 45); 2. La suma de dólares

setenta mil –U$S 70.000-…” “…eran propiedad de mi madre Sara Matys…”. Luego describe el

origen de estos fondos, que fincan en la venta de un inmueble, una mensualidad abonada por

Alemania y los ahorros del esposo de la titular.

b. las monedas de oro (50 mexicanos), también dijo ser de propiedad de su madre; su origen,

un regalo hecho, en su tiempo, por su esposo.


c. al igual que lo ocurrido con otros bienes ya descriptos, indicó que las joyas también eran

de su madre (fs. 45), y fueron en parte obsequio de su esposo y en buena medida alhajas

familiares que fueron traídas de Europa por su madre y abuela, al emigrar a nuestro país.

La descripción que acabo de realizar, que se corresponde puntualmente con los dichos del

actor, revela que él no es propietario de buena parte de los bienes cuya restitución es pedida

(porción mayoritaria de la moneda extranjera, mexicanos de oro y las joyas).

Como ya dije, con base en la descripción realizada por el señor Kreszes, los dólares

contenidos en el cofre de seguridad pertenecían en buena medida a su madre (U$S 70.000),

mientras que los U$S 49.000 restantes habrían derivado de un retiro de fondos que concretaron los

tres socios (el actor, su hermano y su madre) de la sociedad Provemet S.A., sin precisar y menos

probar, en qué medida lo hizo cada uno.

En cuanto a los mexicanos de oro y las alhajas, han sido atribuidas como de propiedad de la

madre del actor, señora Sara Matys.

Sin embargo debo descartar la existencia de tal óbice procesal como causa de rechazo

parcial de la pretensión en estudio.

Como dijo mi colega el Dr. Heredia en su voto en la causa “Crossnet S.A.”, al que adherí, “si

bien el uso de una caja de seguridad es 'personal' en el sentido de que solamente aquél que ha

estipulado el contrato puede requerir su apertura (si se trata de un contrato suscripto por una

persona jurídica, ese derecho lo ejerce la persona investida de la facultad de apertura pertinente) y

que, por ello mismo, el usuario no puede ceder a otro la utilización de la caja (conf. Molle, G., ps.

617 y 619, nº 5 y 6), nada impide, sin que por ello exista cesión alguna de ese uso, que el usuario

titular deposite en el cofre efectos o valores ajenos de los que, no obstante, tuviera su

disponibilidad. Ello es así, porque no hay obligación de que en una caja de seguridad bancaria

solamente se alojen bienes del contratante del servicio. Todo contratante de una caja de seguridad

puede, en efecto, alojar en ella efectos o valores de propiedad de terceros de los que, como se dijo,

se tuviera su disponibilidad”.

“Y ocurriendo esto último, no es inapropiado que frente a la sustracción ilícita de esos bienes

de terceros de la caja de seguridad, sea el usuario titular del contrato a quien correspondía la

disponibilidad de ellos, el que ejerza el reclamo pertinente contra el banco”.


“Así lo ha resuelto, precisamente, la jurisprudencia de esta Cámara, con el aval de la

doctrina, al legitimar al usuario titular del contrato para reclamar el resarcimiento de los perjuicios

sufridos con motivo del robo del contenido de una caja de seguridad, aunque no fuera propietario

de los bienes en ella depositados (conf. CNCom. Sala D, 13/9/00, “Szulik, Héctor y otro c/ Banco

Mercantil Argentino S.A.”, ED 195-566; íd. Sala A, 12/4/99, “Toscano, Carmen c/ Banco Mercantil

Argentino S.A.”, LL 2000-A, p. 66; Rouillón, A. y Alonso, A., Código de Comercio, Comentado y

Anotado, T. II, página 579, n° 10)”.

“Cabe destacar, para disipar dudas, que tampoco se ha invocado en autos la existencia de

regla convencional alguna que hubiese prohibido el ingreso de bienes de terceros en la caja de

seguridad, y que lo dispuesto por el art. 2215 del Código Civil excluye -desde una visión conceptual

del tema- la adecuación de la defensa que aquí se considera (CNCom. Sala D, causa “Szulik”,

cit.).

En tales condiciones, es lógico que el titular contractual legitimado para demandar ofrezca y

produzca prueba tendiente a acreditar la existencia de tales bienes atribuidos a terceros, su origen

y el depósito de ellos en la caja de seguridad” (CNCom Sala D, 8.7.2010, “Crossnet S.A. c/ Banco

Río de la Plata S.A. s/ ordinario”; en igual sentido, CNCom Sala A, 15.11.2000, “Fridman, Jacobo c/

Banco Mercantil Argentino S.A. s/ ordinario”).

Despejada esta duda, cabe ingresar específicamente en el recurso deducido por el Banco

demandado.

A tal fin separaré en capítulos los diferentes agravios que realizó según los bienes que, según

la condena, debe restituir al actor o, en su defecto, su precio en dinero.

b) Fondos en dólares depositados en la caja de seguridad:

En uno de los tantos anexos en que el actor dividió, o mejor dicho, “desguazó” su demanda,

pues además los presentó en forma separada y en un período de alrededor de cinco meses, el

señor Kreszes describió el contenido de la caja de seguridad violada para luego describir el origen

de los bienes robados.

Como anticipé, afirmó que la suma de U$S 119.000 reclamada se componía de 1. U$S

49.000 retirado por los tres socios de Provemet S.A. (el actor, su hermano Elías y su madre Sara
Matys), mientras que 2. los U$S 70.000 restantes provenían a. de la venta de un inmueble

(Boulogne Sur Mer 659 piso 3° “A”); b. de una mensualidad que la señora Matys recibía de la

República de Alemania desde 1965 como resarcimiento por los padecimientos que sufrió durante el

régimen nazi y c. de los ahorros colectados por su padre ya fallecido. Debo recordar aquí, pues ya

lo consigné más arriba, que esta suma (U$S 70.000) fue atribuida por el actor como de propiedad

exclusiva de su madre.

1. Entiendo acreditada la existencia de los U$S 49.000 denunciados, en tanto ha sido

acreditado el predicado retiro de fondos de la sociedad Provemet S.A.

Para así concluir me he basado en el peritaje contable obrante en fs. 795/800.

De tal dictamen resulta que los únicos socios de Provemet S.A. son el actor, Elías Kreszes y

Sara Matys de Kreszes (fs. 797v); que según el cuadro allí plasmado, los dos hermanos poseen

cada uno el 38,45% del paquete accionario, mientras que su madre el titular del 23,10%.

Al no haber sido indicado cuál fue el importe, del retirado de la sociedad, que fue depositado

por cada uno en la caja de seguridad siniestrada, aparece razonable asignar a cada uno el

porcentual que poseen en el ente, tanto más cuando una buena parte de los retiros han sido

calificados como dividendos.

Así, David y Elías Kreszes habrían ingresado cada uno la suma de U$S 18.840,5, mientras

que su madre sería titular de los U$S 11.319 restantes.

Al haber ocurrido el robo en junio de 2005 (cuanto menos en esa fecha fue descubierto), es

pertinente evaluar los retiros que, por todo concepto, realizaron los socios durante 2004 y los

primeros cinco meses de 2005.

David Kreszes extrajo en concepto de honorarios, dividendos y retiros de cuenta particular, la

suma de $ 374.074,85 mientras que Sara Matys de Kreszes extrajo $ 88.568,05.

Tomando una cotización promedio de $ 2,90 por dólar, vigente durante el primer semestre de

2005, es razonable concluir que los mentados David y Sara Matys de Kreszes han demostrado

largamente la existencia de los fondos denunciados, pues los importes que derivan de la causa

invocada (retiro de una sociedad que integran) son por demás superiores al porcentual de moneda

extranjera asignado a cada uno.


En este punto, entiendo útil recordar, como fue referido en varios fallos de esta Sala (entre

ello mi voto en “Chimatti”), que por las características del contrato de caja de seguridad, que en lo

que aquí interesa, es esencial el secreto y, por tanto, la ausencia de inventario o control de

contenido por parte del Banco, tornan dificultosa la prueba del daño.

Esta dificultad no soslaya la necesidad de acreditar los perjuicios. Tampoco invierte la carga

de la prueba que, como principio general, reposa sobre quien invoca el faltante (cpr. 377).

Pero esta característica esencial del contrato, sumado al reconocido incumplimiento del

Banco a su deber de seguridad, permiten que en estos casos el juez pueda recurrir a las

presunciones (CNCom Sala E, 19.9.2003, “Saccone, María c/ Banco Caja de Ahorro”, DJ 2004-1,

40; esta Sala, 12.8.1998, “Gordon Claudio y otro c/ Banco Mercantil Argentino S.A.”; LL 1999-A,

48).

Reitero, frente a las características del contrato de caja de seguridad, donde la

confidencialidad en punto al contenido de la caja constituye su nota tipificante, no es pertinente

exigir en su acreditación una prueba acabada y precisa, pues ello llevaría a tornar de cumplimiento

imposible la carga de quien peticiona resarcimiento (CSJN, 15.2.2000, “Recurso de hecho

deducido por Héctor Horacio García y Héctor Oreste García en la causa “García Héctor Oreste y

otros c/ Banco de Quilmes S.A.”, Fallos 323:76; CNCom Sala B, 26.3.1993, “Sucarrat, Gustavo A.

c/ Banco de Galicia y Buenos Aires S.A.”, LL 1994-E, 437; CNCom Sala B, 4.10.1996, “Quisquisola,

Roberto H. c/ Banco Mercantil Argentino S.A.”, LL 1997-B, 80; CNCom Sala B, 27.12.2006,

“Buffagni, Miriam c/ Banco Patagonia Sudameris S.A.”, La Ley Online, AR/JUR/9704/2006;

CNCom Sala B, 7.12.2007, “Feldman, Néstor y otro c/ Banco de Crédito Argentino S.A.”; La Ley on

line, AR/JUR/8454/2007; Moeremans, Daniel, Contrato de caja de seguridad. Prueba de contenido,

LL 2005-E, 232).

Aquí cabe reparar que la presunción, al decir de Barbier, “…es una consecuencia que se

obtiene por el establecimiento de los caracteres comunes de los hechos. Luego, las presunciones

no constituyen un medio especial de prueba, sino que son obtenidas por el juez de los medios de

prueba” (Barbier, Antonio Eduardo, Contratación Bancaria, T. 1, página 579).

Como fue dicho, de exigirse al peticionario de resarcimiento por violación de su caja de

seguridad una prueba rigurosa e inequívoca, se le impondría una carga cuyo cumplimiento sería
impracticable, dada la ausencia de toda exteriorización que se sigue respecto de los objetos

ingresados en ese ámbito.

De allí que sea menester que el presunto damnificado demuestre indiciariamente que tenía

los valores que denunció o, mejor dicho, que por sus condiciones personales y/o económicas

estaba en condición de poseerlos (CNCom Sala E, 19.9.2003, “Saccone” ya citado; CNFed Civil y

Comercial Sala II, 9.10.2007, “B., C. A. c/ Banco de la Nación Argentina”; La Ley on line

AR/JUR/10699/2007; Moeremans, Gustavo, obra citada).

Así, de tratarse de dinero efectivo, el pretensor deberá acreditar, por ejemplo, la operación

comercial de la que derivó, o si esta no ha sido invocada, simplemente que su nivel de vida es

compatible con la magnitud de los ahorros que denunció guardados en la caja de seguridad (esta

Sala, 7.3.2007, “Chimatti José Mateo y otro c/ Banco Sudameris Argentina S.A.”).

Para ello “...el juez para su determinación, de conformidad con lo previsto por el cpr. art. 386,

deberá estar a la secuencia fáctica referenciada por el peticionante corroborada por las

concordantes diligencias probatorias traídas al pleito y la ausencia de probanzas que degraden el

valor de aquéllas. (CNCom., Sala B, in re, "Sucarrat, Gustavo c/ Banco de Galicia y Buenos Aires

S.A. s/ ordinario", del 26.03.93). En igual sentido: CNCom., Sala A, "Aramendi de Pittaluga, María

c/ Banco Mercantil Argentino S.A. s/ ordinario"; CNCom Sala C, “Rodo, Jorge c/ Banco Galicia y

Buenos Aires s/ ordinario" del 25.08.97; CNCom Sala B, "Caricati, Héctor c/ Banco Mercantil S.A. s/

ordinario", del 18.11.97 y "Unger, Leonardo y otro c/ Banco Mercantil Argentino S.A. s/ ordinario",

del 15.05.01; y CNComercial, Sala D, “Szulik, Héctor y otro c/ Banco Mercantil S.A. s/ ordinario",

del 15.05.01”. (esta Sala,, 7.3.2007, “Chimatti”, ya citado; Kemelmajer de Carlucci, A., Luces y

Sombras de la Responsabilidad Bancaria por el incumplimiento o cumplimiento defectuoso del

servicio de cajas de seguridad, página 800, del Homenaje al Profesor Manuel Laquis).

En el caso, el actor no se limitó a una prueba de indicios, sino con base en la contabilidad de

la sociedad, acreditó haber retirado del ente, él y su madre, sumas superiores a las que dijo

depositadas en la caja de seguridad.

Invocado el origen de los fondos, la prueba producida ha demostrado la solvencia de los

David y Sara Matys de Kreszes compatible con su afirmación de poseer en su caja de seguridad la

moneda extranjera que derivó del retiro de la sociedad, aún cuando pudiera detraerse de tales
ingresos una porción que pudiera seguir otro destino. De todos modos tal hipótesis debería ser

acreditada por el Banco, lo cual ni siquiera ha intentado.

Que tanto David como Sara Matys de Kreszes no hubiesen declarado, en su presentación

impositiva dichos fondos (fs. 799 y vuelta), no obsta a la conclusión anterior. Es que bien puede

tratarse de una infracción impositiva, que no enerva la prueba referida.

Tampoco incide en la solución anticipada, que esos fondos hubieran tenido como destino

eventual, la compra de un galpón.

No ignoro que la decisión empresaria parece haber sido adoptada luego del robo, lo cual

parecería descartar tal destino (fs. 798v). Pero aún soslayando ello, no es desacertado pensar que

la compra la harían los socios por sí y no la sociedad, para luego prestar o alquilar el inmueble al

ente.

De todos modos, cualquiera fuere el destino del dinero lo real es que, conforme la prueba

valorada, puede presumirse que el mismo se encontraba en la caja de seguridad al tiempo del

robo.

Ello justifica la admisión de este rubro, y por consiguiente el rechazo del presente agravio

respecto de David como Sara Matys de Kreszes, y respecto de los importes retirados de la

sociedad que integran.

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