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"Puedes derribar todos los monumentos del mundo,

pero eso no cambia necesariamente lo que ocurrió.


Estamos obligados a aprender de ese pasado"
Gerardo Lissardy
BBC News Mundo, Nueva York
14 julio 2020

Una estatua de Cristóbal Colón en St. Paul, Minnesota, fue derribada por manifestantes.

Estatuas de Cristóbal Colón han sido derribadas en Estados Unidos. Lo mismo


ocurrió con monumentos de líderes confederados. Y en Portland llegaron a tirar
estatuas de padres fundadores de este país, como George Washington y Thomas
Jefferson.

La reciente ola de protestas contra la brutalidad policial y el racismo que se desató tras
la muerte del afroestadounidense George Floyd a manos de la policía en Minneapolis
ha incluido una serie de ataques a monumentos que manifestantes vinculan con la
esclavitud y el colonialismo.
El movimiento alcanzó a Europa. En Reino Unido, los manifestantes derribaron una
estatua del esclavista británico Edward Colston en la ciudad inglesa de Bristol, y en
Bélgica dañaron y removieron monumentos a Leopoldo II, el rey del siglo XIX cuyo
régimen contribuyó a la muerte de millones de personas en África.
Pero a medida que esto ocurre, surgen de modo inevitable preguntas sobre cuál es el
límite entre lo aceptable e inaceptable como obras en memoria pública de alguien, o
cuánto se puede lograr con este movimiento.
"Puedes derribar todos los monumentos del mundo, pero eso no cambia
necesariamente lo que ocurrió. Aún estamos obligados a aprender ese pasado",
advierte David Blight, profesor de Historia en la Universidad de Yale experto en la Guerra
Civil, la Reconstrucción y estudios afroamericanos, durante una entrevista con BBC
Mundo.
Blight se lanzó al debate al apoyar la remoción de monumentos a los confederados en
EE.UU., por entender que intentaron destruir el país al lanzar una guerra de secesión
en 1861 para mantener la esclavitud en el sur, pero se opuso al retiro de un monumento
a la Emancipación que él mismo dice que proyecta una imagen racista.
Lo que sigue es una síntesis del diálogo telefónico con Blight, quien en 2019 ganó el
premio Pulitzer en Historia por su biografía del abolicionista afroestadounidense
Frederick Douglass y la semana pasada firmó una carta abierta junto a unos 150
intelectuales y artistas advirtiendo sobre un debilitamiento del "libre intercambio de
información e ideas".

¿Cómo observa, como historiador, el debate actual sobre los monumentos?


Surgió en el momento inmediato de la resistencia y la protesta contra la brutalidad
policial y los asesinatos policiales en las calles estadounidenses.
Estas protestas han sido tan grandes que gente en nuestro país, e incluso el extranjero,
ha decidido que los símbolos del pasado que de alguna manera representan la
esclavitud y el racismo en el caso de EE.UU. deberían derribarse.
Esa es una categoría muy amplia.

David Blight es un reconocido experto en la Guerra Civil, la Reconstrucción y estudios afroamericanos.

Pero debe entenderse que este gran debate y lucha en EE.UU. sobre los monumentos
confederados y toda la ideología confederada de la causa perdida transcurre desde
hace cinco años.
Comenzó con la masacre de nueve afroestadounidenses en una iglesia negra de
Charleston, en junio de 2015. Fue a raíz de eso que en Carolina del Sur se bajó
oficialmente la bandera confederada.
Después hubo muchos intentos de cuestionar o eliminar monumentos confederados en
todo el país. Algunos comenzaron a concretarse.
Y en 2017 hubo esa marcha de supremacistas blancos en Charlottesville, Virginia,
supuestamente por la amenaza de derribar otra estatua de Robert E. Lee.
Este debate ha tenido lugar durante cinco años. Pero nada tan raudo y agresivo como
lo que estamos experimentando ahora y básicamente en el último mes.

Al referirse recientemente sobre este debate, usted advirtió que "no podemos
purificar la historia". ¿Puede explicar esta idea?
Lo que quiero decir es que a veces tenemos que tener cuidado con nuestras creencias,
nuestras actitudes y nuestros sentimientos de hoy sobre el pasado.
Yo no estoy a favor de preservar los monumentos confederados.
La estatua del presidente confederado Jefferson Davis fue derribada en Richmond, Virginia.

Hay algunos monumentos que habré defendido, como el Memorial de Freedmen, una
estatua de Lincoln de pie y un esclavo arrodillado en Washington D.C.
Pero no podemos purificar el pasado. Y lo que quiero decir con eso es que no puedes
volver atrás y simplemente hacer del pasado algo que sea más aceptable y que se ajuste
mejor a nuestros deseos de hoy.
Ni siquiera puedes purificar la memoria pública de eso.
Los seres humanos siguen siendo seres humanos. La condición humana todavía existe.
Y nuestra historia, como la historia de todos los demás, está llena de tragedia y buenos
finales.
Ya sea aquí o en cualquier otro lugar del mundo, tenemos derecho a debatir cómo
queremos que nos represente nuestro paisaje conmemorativo público.
Esas decisiones siempre se toman en un tiempo presente, a menudo relacionado con
la política.

El movimiento llegó a Europa. En Bristol, la estatua del esclavista Edward Colston fue derribada y
lanzada a la bahía.

Pero quienes creen que pueden tener una mejor historia o un mejor sentido de la
memoria por abolir ciertos tipos de monumentos y, con suerte, imaginar nuevos, eso no
va a purificar el pasado.
Puedes derribar todos los monumentos del mundo, pero eso no cambia necesariamente
lo que ocurrió.
Aún estamos obligados a aprender ese pasado.

¿Ve un riesgo acerca de este movimiento por la remoción de estatuas históricas?


Hay riesgos. Nuestra propia indignación justificada contra la brutalidad policial, o contra
el poder que la trata de esclavos representó con el tiempo... Podemos deshacernos
justificadamente de algunos de esos símbolos. Pero la justificación sola no es suficiente.
Tenemos que aprender esa historia y estar preparados para imaginar un nuevo paisaje
conmemorativo. Tal vez no serán estatuas, sino otras representaciones.

La estatua del rey belga Leopoldo II en Amberes fue quemada y pintada antes de ser retirada.

Sí, creo que hay un riesgo.


Las personas pueden derribar 100 monumentos en un mes. ¿Pero qué haces
después? ¿Qué planeas ahora como forma de decir, "eso no es lo que somos"?
Bueno, ¿quiénes somos entonces?
Ese es un proceso desordenado.
Mi recomendación es que una comisión podría comenzar imaginando formas de
conmemorar la Emancipación de los esclavos en EE.UU., reemplazando la
conmemoración confederada.

¿Existe una frontera clara entre lo que debe ser aceptado y removido como
monumentos en nuestras sociedades de hoy?
Es una gran pregunta y depende de a quién la formules.
A veces las personas reaccionan a un monumento en un nivel de moralidad. A veces
en un nivel de estética. A veces reaccionan con emoción: se conmueven u ofenden. Y
luego está la política.
En otras palabras, hay muchas fronteras diferentes.

Manifestantes escribieron mensajes en un monumento al general confederado Robert Lee en Virginia.


Pero necesitas un proceso deliberativo. No podemos simplemente dejar que las turbas
derriben monumentos.
Va a suceder y ha sucedido a lo largo de la historia: cuando los regímenes caen,
generalmente sus monumentos caerán con ellos.
Turbas, multitudes o protestas: como sea que queramos llamarlos, hemos derribado
muchos monumentos en las últimas semanas.
Pero es mucho mejor tener algún tipo de proceso deliberativo, ya sea en la legislatura,
un consejo municipal, un grupo de trabajo.
Y debería haber algunos principios aplicados según los cuales decidimos eliminar,
mantener, contextualizar, o cualquiera que sea la decisión final.

Pero, por ejemplo, en EE.UU. algunos monumentos a George Washington y


Thomas Jefferson se volvieron parte de la controversia, porque esos
expresidentes eran dueños de esclavos. ¿Deberían también ser eliminados o esto
sería una afrenta a la historia, como señalan otros?
Estos son algunos de los más difíciles. Washington y Jefferson, o incluso James
Madison, fueron personas que literalmente fundaron el país, la república, el gobierno
que salió de la revolución.
Eran esclavistas, virginianos, y eso no se puede separar. Ambas cosas son ciertas.
Estos hombres, a través de su coraje y su experiencia filosófica, lograron crear una
república americana. Y también escribir esa Constitución que era cómplice con la
esclavitud.
Ahora, la diferencia entre esos fundadores y los líderes de la Confederación unos 80
años después, es que estos intentaron derrocar a esa república, destruirla, dividirla y
entablar una guerra civil para ello.

Supremacistas blancos desfilaron en Charlottesville en 2017, supuestamente contra la remoción de una


estatua de Lee, aunque mostraron símbolos nazis y cantaron consignas contra los judíos.

Washington, Jefferson, Madison y otros que fundaron EE.UU. salieron de un siglo en el


que la tenencia de esclavos no solo era legal, sino ampliamente aceptada.
Eran criticados aún en los comienzos del abolicionismo. Pero este es un caso en el que
no se puede separar la historia en partes que nos gustan y que no nos gustan.
Sin Washington, Jefferson, Madison y otros, no habría habido un EE.UU. Fundaron el
gobierno y, por lo tanto, son honrados de la manera más grande posible.
Personalmente, no creo que los monumentos de Jefferson y Washington de alguna
manera deban ser derribados o sacados de nuestro paisaje conmemorativo.
Lo que hemos hecho es escribir historias profundas, fascinantes y serias de estas
personas.
Podemos aprender acerca de ellas, tanto su genio como sus terribles defectos, sin dejar
de recordarlos.

Otro ejemplo que viene de Europa: Cristóbal Colón…


¿Alguien ha contado cuántas estatuas de Cristóbal Colón hay en EE.UU.? Debe haber
una en cada estado al menos…

En toda América…
Bueno, esa es otra difícil en cierto sentido. Esto no tiene casi nada que ver con el hombre
en sí mismo, pero el símbolo de Colón obviamente se ha asociado con la conquista de
los pueblos indígenas de América.
Por lo tanto, toda celebración de Colón es resentida por los americanos nativos y
muchos otros.
Es posible que hayamos exagerado al celebrar a Colón, pero eso tiene más que ver con
los italoamericanos y sus afirmaciones de ser estadounidenses a fines del siglo XIX y
principios del siglo XX.

La estatua de Colón en Boston fue decapitada por manifestantes y luego removida por las autoridades.

Por lo que entiendo, muchos de esos monumentos de Colón fueron promovidos por
italoamericanos que intentaban declarar cuán estadounidenses eran en comparación
con los anglosajones.
No estaban conmemorando la conquista de los americanos nativos, ese fue un resultado
de Colón y todos esos otros exploradores.
Otra cosa que se pierde en este debate es que cualquier navegante que navegó en el
Atlántico en el siglo XV para tratar de descubrir nuevos lugares lo hacía para explotar
esos lugares. Eso es lo que hacen los imperios.
Y el hecho de que él vino y encontró las islas del Caribe, y por lo tanto las Américas, lo
supiera o no, fue un resultado natural de la exploración.
Ahora, ¿deberíamos estar hablando del heroísmo de un explorador? No, deberíamos
estar hablando de sus consecuencias a lo largo del tiempo, a qué condujo.
Pero es imposible ir atrás e incluso sugerir que de alguna manera los europeos no
debería haber salido.
Todos los pueblos se aventuraron si tuvieron la oportunidad y eso conduce a violencia,
conflictos.
Por lo tanto, no culpo a algunas personas por estar molestos con tantos monumentos
de Colón.
Pero culpar a Cristóbal Colón por la explotación de las Américas por parte de los
europeos es un poco ridículo.
La muerte de George Floyd a manos de la policía en mayo desató grandes protestas contra el racismo en
EE.UU. y otros paises.

Es todo el proyecto del imperio que terminó conduciendo a esta conquista.


Entonces, tal vez sea el imperio en sí mismo del que debes tener cuidado al conmemorar
de alguna manera.

Usted ha escrito sobre el monumento a la Emancipación en Washington (que


representa al expresidente Lincoln parado y a un hombre negro arrodillado con
las cadenas rotas), concordando en que es una imagen racista, pero argumentó
en contra de su remoción. ¿No es contradictorio?
Parece que sí, pero no creo que lo sea.
Sí, esa para mí es una imagen racista. El esclavo arrodillado al lado del Lincoln casi
divino, visualmente, sin ningún contexto, es una imagen racista. Lo acepto.
Pero para mí, el monumento en sí es lo suficientemente importante como para preservar
y mantener su ubicación, debido a quién lo creó, y las circunstancias en las que fue
creado y se inauguró (en 1876).
El dinero para construir un monumento, 20.000 dólares, fue recaudado casi en su
totalidad entre estadounidenses negros, exesclavos.
El evento de inauguración de ese monumento fue liderado y promulgado por
afroamericanos.
El día comenzó con un gran desfile de personas negras en el Distrito de Columbia.
Frederick Douglass fue el orador y ese discurso es una obra maestra de honestidad por
la forma en que describió cómo los afroamericanos habían visto a Lincoln durante el
comienzo de la Guerra Civil.

El polémico monumento de Emancipación en Washington,


con Lincoln de pie y un esclavo arrodillado.
Douglass dice: sin embargo, los métodos y la forma en que nos liberamos tuvieron
mucho que ver con el liderazgo de Lincoln, la precaución, el proceso paso a paso para
llegar a la Emancipación...
Así que digo que el monumento debería permanecer allí representando el tiempo, que
es la Reconstrucción.
Al inaugurarse en abril de 1876, Douglass tenía a todo el gobierno sentado a su frente:
el presidente, el gabinete, los jueces de la Corte Suprema y miembros del Congreso.
Lo que he defendido es que debería haber un monumento adicional construido junto a
ese, conmemorando ese día y también la historia de la Emancipación de forma creativa.
Otras personas pueden estar en desacuerdo. Para eso tenemos democracia.

Quienes promueven la eliminación de este tipo de monumentos argumentan que


fueron creados para proyectar una imagen de supremacía blanca, son símbolos
actuales de colonialismo y racismo, y es precisamente por eso que deben
eliminarse como forma de opresión continua. ¿Cuál es su respuesta?
Entiendo el argumento.
Por otro lado, ese argumento evita totalmente la comprensión de las personas que lo
crearon.
Sí, la mayoría de los negros de la época probablemente no hubieran preferido la imagen
del esclavo arrodillado.
Pero en el siglo XIX ese era el símbolo más extendido de la abolición, de la
antiesclavitud.
Viene de un contexto que no debe ser olvidado.
Y no debe olvidarse que, a pesar de lo que piensen de esa imagen ahora, las personas
que la crearon estaban orgullosas de lo que Douglass llamó el primer monumento
nacional en cuya creación realmente participaron estadounidenses negros.
Si lo quitamos y lo dejamos en la esquina de un museo como curiosidad, no creo que la
gente se entere de eso.
Los monumentos fueron destinados a estar al aire libre.
Y ese sigue siendo un monumento a la libertad negra que, incluso si nos ofende hoy,
deberíamos mantenerlo donde está por la forma en que lo crearon.
Voy a perder ese argumento, probablemente porque hay mucho sentimiento para
eliminarlo.
Quién sabe. Estoy a favor de derribar los monumentos confederados. Pero no ese.

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