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EN ABRIL BROTAN LA POESÍA Y LA CULTURA

Comparto el artículo de opinión publicado en el diario Ahora


Arlindo Luciano Guillermo

Abril, mes de poesía y cultura. En abril nacieron o fallecieron escritores de gran


relevancia en la literatura. La fiesta abrileña está presidida, en la mesa de
honor, por César Vallejo, Miguel de Cervantes, William Shakespeare e Inca
Garcilaso de la Vega; también es el Día del Libro y los Derechos de Autor. Sin
estos personajes jamás hubiera existido una poesía de dimensión universal, un
Quijote de La Mancha y Sancho Panza, la tragedia de Romeo y Julieta, Otelo,
Shylock o Macbeth ni la reconstrucción memoriosa del imperio de los incas.

El 23 de abril es el Día del Idioma Castellano, lengua europea que ingresó al


Perú en el siglo XVI con la conquista. Es una de las lenguas habladas en el
Perú: cuatro en los Andes y 43 en la Amazonía. La Constitución del 93 dice:
“Son idiomas oficiales el castellano y, en las zonas donde predominen, también
lo son el quechua, el aimara y las demás lenguas aborígenes, según la ley” El
castellano no es la única lengua. En la provincia de Puerto Inca hay
comunidades nativas con su propia lengua. El Minedu provee docentes
bilingües e interculturales y materiales educativos idóneos. El quechua y el
aimara están vigentes. Hay tantos dialectos castellanos como regiones y
países existentes.

Es también el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor. Aún me causa
gracia la afirmación de un congresista: “Leer libros provoca Alzheimer”, es
decir, ocasiona lesiones cerebrales. De cada diez visitantes a Totus, uno
ingresa a la librería Crisol. El libro es un “bien cultural” para combatir contra la
ignorancia, el analfabetismo funcional, el déficit verbal, la pereza para pensar y,
fundamentalmente, contra la estupidez y la intolerancia. Un ciudadano lector es
ilustrado, no necesariamente sabio ni erudito, con competencias lingüísticas
para una comunicación efectiva y asertiva. Un ciudadano argumental es lector
y activamente pensante. Precisamente, el plagio, el fraude intelectual o la
piratería, es el resultado de la escasa lectura y nulas habilidades para redactar
con originalidad. Hoy existe el Turnitin que detecta el “índice de coincidencia”
de una tesis, un artículo científico o un ensayo académico; a más coincidencia,
mayor es el plagio. El trabajo intelectual (que demanda inversión económica,
tiempo, inferencia e investigación) es propiedad intangible que se debe
respetar dentro de la ética y la ley.

Inca Garcilaso de la Vega nació el 12 de abril de 1539 y murió el 23 de abril de


1616. Junto a Crónica del Perú de Pedro Cieza de León y Nueva crónica y
buen gobierno de Felipe Huamán Poma de Ayala, los Comentarios reales de
los incas es una lectura obligada para reforzar la peruanidad. El 10 de abril
nació el extraordinario Oswaldo Reinoso, el de Los inocentes y En octubre no
hay milagros. El viernes 15 de abril de 1938 fallece en París César Vallejo. El
amauta José Carlos Mariátegui falleció el 16 de abril de 1930, difusor del
socialismo, como en Italia Antonio Gramsci, estudioso de la realidad peruana
como el Manuel González Prada de Horas de lucha, renovador del ensayo y la
advertencia de la vanguardia política y literaria. El José María Eguren de “La
niña de la lámpara azul”, “Los reyes rojos” y “Los robles” murió el 19 de abril de
1942. El 25 de abril de 2007 expira José Watanabe quien dejará para los
lectores célebres poemas: “Mi ojo tiene sus razones”, “La mantis religiosa” o “El
guardián del hielo”. Carlos Oquendo de Amat, amigo de Adalberto Varallanos,
quien escribiera ese novedoso y vanguardista poemario 5 metros de poemas
(libro acordeón), nació el 17 de abril de 1930. El 27 de abril de 1888 nace el
Abraham Valdelomar de “Tristitia”, “El hermano ausente en la cena de pascua”,
“El caballero Carmelo”, El vuelo de los cóndores o “Hebaristo, el sauce que
murió de amor”.

Huánuco también tiene lo suyo. Adalberto Varallanos nació el 23 de abril de


1903; solo vivió 26 años, pero dejó evidencias de talento literario e intelectual
en textos reunidos en Permanencia, recientemente reeditado por la editorial
Condorpasa. Andrés Fernández Garrido, periodista, artista polifacético, difusor
de la música tradicional huanuqueña, fallece el 14 de abril de 1986. Augusto
Cárdich Loarte nació el 2 de abril de 1926; no es escritor, pero tiene un lugar en
la historia: descubrió al Hombre de Lauricocha. Monseñor Rubén Berroa nació
en Moquegua el 2 de abril de 1876; escribió Monografía eclesiástica de la
diócesis de Huánuco y Junín, donde ya había identificado a Amarilis como
María de Rojas y Garay, años más tarde confirmado por Guillermo Lohmann
Villena en Amarilis indiana. Identificación y semblanza, y apareció 25 años
antes que de José Varallanos publicara Historia de Huánuco. Es un libro
precursor. Nació el 1 o 2 de abril de 1939 el gran Vedoco, seudónimo de Víctor
Domínguez Condezo, según L.H. Mozombite, “uno de los más esclarecidos y
serios estudiosos de la cultura andina de la región Huánuco”. Rodolfo
Holzmann Zanger, notable músico académico, etnomusicólogo, compositor,
quien renovó radicalmente la música en Huánuco, fallece el 24 de abril de
1992. Su tumba, lo comprobamos hace poco con Rubén Valdez, en el
cementerio de Cochamarca, es una parcela abandonada, reseca, sin lápida ni
flores; si no fuera por un letrero de madera casi ilegible, no sabríamos que allí
están padre e hijo. Recité a Bécquer: “Dios mío, qué solos se quedan los
muertos”. Así está el maestro de Concierto Calicanto, Sinfonía Huánuco y de la
singular Introducción a la etnomusicología.

Siempre abril será pródigo y oportunidad para recordar y releer a escritores que
han logrado inmortalidad en el tiempo, gratitud y memoria de los lectores donde
viven eternamente. En mi currículo de lector siempre estará registrado el “poeta
maldito” Charles Baudelaire, “poeta incomparable e inimitable”, (ese antecesor
predilecto de Edgard Allan Poe) cuyo libro Las flores del mal fue revelación y
rebeldía contra el canon estético establecido y la hipocresía social; él nació en
París el 9 de abril de 1821. Decía: “Nuestros pecados son testarudos, nuestros
arrepentimientos cobardes”.

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