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Llamamos ‘Inteligencia Emocional’ (Alfabetización Emocional o Escolarización Emocional) a la

habilidad para procesar, comprender y manejar con éxito las emociones humanas.

Desde que los niños son apenas bebés, es necesario educar y entrenar su inteligencia emocional
para que en el futuro sepan comprender y controlar sus emociones y que sus sentimientos no
sean un obstáculo a la hora de resolver problemas, tanto dentro como fuera del aula. La
comunidad educativa, consciente de la importancia de una buena educación emocional, se
preocupa cada vez más por trabajar en los pilares básicos del desarrollo emocional de sus
alumnos. Factores como la empatía, la motivación, la autorregulación, la conciencia de uno
mismo, la asertividad y las habilidades sociales se empiezan a desarrollar a edades muy
tempranas. En este sentido, el rol del profesor está cambiando dejando de ser un mero transmisor
de conocimientos.

¿Cuáles son los objetivos que persigue la implantación de una buena educación emocional en la
escuela?

Conocer cuáles son las emociones y reconocerlas en el resto de compañeros.

Aprender a autorregular esas emociones.

Prevenir posibles conflictos entre alumnos.

Desarrollar una actitud de tolerancia frente a situaciones frustrantes.

Tener una actitud positiva en la vida y desarrollar la capacidad de automotivarse y la habilidad de


generar emociones positivas.

No hay que olvidar en ningún momento que el profesor sigue siendo en todo momento la figura
de autoridad y de referencia dentro del aula; éste debe empezar por autorregular su
comportamiento, ya que debe ser un reflejo de los valores y comportamientos que quiere
transmitir a su clase.

La inteligencia emocional en el aula. Cómo introducirla

En un primer lugar habrá que hacer una valoración de cómo es ‘estado emocional’ de la clase. Es
fundamental conocer la condición desde la que parte el grupo, los posibles puntos débiles a tratar
y las actividades más propicias para el conjunto de alumnos.

A continuación, hay que buscar el mejor momento del día para hablar de las emociones. Estos
suelen ser los primeros minutos del día, cuando los niños están más receptivos a las emociones, y
justo antes de regresar a casa, para hacer un resumen de lo que nos ha pasado durante la jornada
y evaluar cómo lo hemos llevado. Aunque no dudéis en trabajar las emociones cuando se den
circunstancias puntuales que obliguen a ello, sin olvidar que las emociones se pueden trabajar en
el aula desde cualquier edad y la mejor forma de hacerlo con los más pequeños es jugando.

Herramientas para trabajar las emociones en el aula

Son infinitos los recursos que se pueden utilizar para trabajar la Inteligencia Emocional en clase:
libros, cuentos, vídeos, representaciones, películas, actividades en grupo o referencias
específicamente creadas para ello, como los Emotiblocks de Miniland. Este juego, que ha recibido
4 premios a nivel internacional, trabaja las primeras emociones a partir de los dos años de una
manera muy divertida. Incluye seis personajes con tres piezas cada uno -cuerpo, cara y pelo- y
cada uno de los rostros representa una de las emociones básicas, permitiendo intercambiar las
caras para darle a cada muñeco una emoción/personalidad distinta según cada momento y que los
niños vayan reconociéndolas.

Una de las grandes ventajas de los Emotiblocks es que podrás utilizar las herramientas que nos
brinda la tecnología actual utilizando el mejor material posible. En Playminiland tendrás el aliado
perfecto ya que podrás añadir a tus clases un sinfín de juegos de emociones basados en la
metodología Game-Based Learning, donde se unen la destreza física con la digital.

Y en esta aventura que es identificar las emociones principales hay otro recurso fantástico para el
aula: las Emoticapsules, un juego que contiene cinco cápsulas en forma de matrioska de diferentes
tamaños y colores que se relacionan a través de la simbología con las diferentes emociones que
encontrarás en una serie de tarjetas. Con estas divertidas cápsulas sentirás que estás dándole la
mejor educación a tus niños mientras trabajan un área tan importante como es el de la
Inteligencia Emocional.

Y para aprovechar al máximo las ventajas que nos brinda la tecnología, desde Tiching nos
recomiendan 5 sencillas aplicaciones que pueden ser utilizadas por niños de todas las edades, y
otras tantas herramientas son las que menciona Vicens Vives para que el aprendizaje de las
emociones sea tan efectivo como emocionante.

Por otra parte, emplear técnicas como el mindfulness o la psicología positiva contribuye al
bienestar y a la motivación de tus niños. Estas prácticas también ayudan a responder ante los
problemas de forma reflexiva, ayudando a regular las emociones sin reprimirlas. Cuando
descubras la peonza gigante de Mindful Kids una nueva forma de trabajar la autoconsciencia en
tus clases se habrá hecho presente.
Recientes estudios sobre neuroeducación confirman que para que pueda existir el aprendizaje es
vital tener una buena base emocional. Pongámonos pues manos a la obra y no descuidemos la
parte emocional de cada uno de nuestros alumnos.

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