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Ariel
72 ENCRUCIJADAS POLÍTICAS Y DICOTOMÍAS IDEOLÓGICAS
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/bid.• p. 43.
38
Frigerio, Crecimiento económico... , p. 7.
39A . Fron d".1z1, en Luna, Conversaciones... , p. 103.
4opron d"1z1,. en L una, Conversaciones... , p. 152.
41
El título que
. los prop1c1a
· · dores de la nueva edición encontraron para el trabajo de
ª.ed~, uno de los m~;ores que produjo el pensamiento liberal después de Perón, fue más ex
s1vo. El fatal e~t~t1s1no (Buenos Aires, Guillermo Kraft, 1956). "Es corto y sintetiza bi :'
mundo en que v1v1mos", escribió Duhau en el prefacio. en Ill. REVOLUCIONES
E~ 1958 la_ ~olsa de ~omercio, la Sociedad Rural y la Unión Industrial se reunie
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en una entidad, Acc1on Coordinadora de las Instituciones Libres (ACIEL) para Juchar
~odas las f~rm~s ~e intervención estatal en la economía y la vigencia de la i~iciativa priva~~n [.LAS DOS CUESTIONES: PERONISMO, COMUNISMO
1nterferenc1a publica.
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"Dirigismo económico y retroceso en la Argentina", La Prensa, 1212161. En consonancia con su visión de la historia, Frondizi atribuirá las zozobras
44
.. ,.. _ Para el bal.ance de los cuatro años de gobierno frondizista véase el largo edito que arrostró su presidencia y el golpe militar que lo destituyó en marzo de 1962
n..no de profunda cnsis política", La Prensa, 30112162. 3. los intereses opuestos a su programa desarrollista. Sin embargo, tanto en los
4spa. p· continuos sobresaltos que sufrió su gobierno, acosado por las crisis militares, co-
. . ~ enea 1n~do, "La CEPAL y la realidad económica de América latina. Artificios
equ1parac1on de sus paises". La Prensa, 1816163. mo en el desenlace final, gravitaron más dos cuestiones de orden político que el
antagonismo socioeconómico, que él consideraba estratégico, entre el país in-
1963. 46 Raúl Prebisch, Hacia una dinámica del desarrollo latinoamericano, México, FCEi
dustrial y el país agroimportador. 1
¿Qué cuestiones? Por un lado la del peronismo, es decir, las encrucijadas
que planteaba la incorporación de sus contingentes al sistema político y el recha-
zo que cualquier fórmula de compromiso inspiraba en el campo del antiperonis-
mo puro y duro, civil y militar. "El peronismo y el antiperonismo eran dos esta-
dos de espíritu cuyo enfrentamiento excedía los rótulos partidarios para
envenenar todo el proceso nacional", escribirá Félix Luna al evocar el cuadro
político en que Frondizi asumió la presidencia. 2 Pues bien, los cuatro años de
gobierno frondizista no desactivaron la hostilidad. La política llamada "integra-
cionista" fue acusada por sus adversarios de no ser más que una táctica de Fron-
dizi y Frigerio para el retomo disimulado del peronismo y aun de Perón al po-
der. 3 Los peronistas, por su parte, empleando los medios que tenían a su
disposición (el control de los sindicatos, el capital de los votos o la acción direc-
ta), presionarían para que el juego político no se normalizara con su exclusión.
Para escapar a su caída el gobierno frondizista caminará en zig-zag, compensan-
do alternativamente a las fuerzas rivales. No podrá sortear, sin embargo, pese a
sus esfuerzos, el desafío de hacer frente al peronismo en comicios donde se per-
mitiría su participación. El triunfo de los candidatos en las elecciones del 18 de
marzo de 1962 acarreó el final del primer experimento civil posterior a Perón.
El motivo peronista siguió obrando aún después, durante el turbulento pe-
ríodo que siguió al derrocamiento de Frondizi, en que el país, con sus Fuerzas
Armadas divididas, bordeó la guerra civil, y durante el gobierno de Arturo Illia.
En los dos choques armados entre facciones militares (en septiembre de 1962 y
en abril de 1963) el bando derrotado fue el del antiperonismo recalcitrante, dis-
puesto a emplear todos los recursos, aun el de la dictadura militar, hasta extin-
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guir todo legado político y social de la era peronista. El "Comunicado 150" . la guerra comunista revolucionaria, donde el enemigo era un operado~ múlti-
brev~ proclama en que el sector triunfante del Ejército, autoidentificado co' ttp '
0
ipresente que en forma abierta o solapada actuaba en todos los ordenes
le~~hsta o "~zul'', expuso sus propósitos, resumió por un tiempo el pensamienf P·leyomn
'da nacional -en los· partidos los sindicatos, la un1vers1dad-,
· · red efi n1en
· do
delav1 , ,
mI11tar dominante respecto del cauce que debía tomar la vida política nacio · . 'd de fronteras y de "frente" como hnea o zona externa donde se entabla el
El mensaje, emitido el 23 de septiembre de 1962, contenía dos referencias a1:ª, ~1- b t Éste podía librarse eventualmente en un frente externo, pero 1. .
a instancia
vas a lo~ pe~onistas: se patrocinaba un régimen político que, bajo el imperio d com ae. . d
rística de la nueva cont1en a era e
l"fr . ,,9
ente interno .
la Const1tuc1ón, asegurara "la imposibilidad del retomo a épocas ya superad ; carac te , l ··
Esta nueva concepción de la guerra, que sumaba otra razon para eg1ttmar
la solución
~ . política que se apoyaba, por otro lado, no debía marginar "a sectasor el tutelar de las Fuerzas Armadas en el sistema político, halló en el ejem-
autent1camen~e argentinos, que equivocada y tendenciosamente dirigidos en ai e: papbano un factor de consolidación. La política de los Estados Unidos respec-
g~na -~.portun1dad, pue~en ser hoy ~onestamente incorporados a la vida institU: ¡0 ºd~ula seguridad continental en el marco del conflicto Est~/Oeste o~ró en el
c10nal . En muy poco _tiempo se vena que la fórmula no había sanjado el probl. ·
m1sm 0 sentido de ese giro doctrinario. Fundada
. en el pnnc1p10,
~
tamb1en rec1en-
ma nt las d1screpanc1as que al respecto existían en las filas de los mismo' te, de que la amenaza a la seguridad re?1onal no ~rov~n1a'. como en el pasa~~·
4
vencedores. Como lo reveló el "Comunicado 200", transmitido el 6 de abril d del riesgo de una agresión militar exter~~r al hem1s:~no,~ sino. de la sub~ers1on
1963, después del segundo enfrentamiento, más grave que el anterior: ratificaba interna y del ataque indirecto, dicha poht1ca se volv10 mas activa a medid~ que
el "Comunicado 150", pero expresamente fijaba esta vez que no se permitiría e entaba la escalada de tensiones con Cuba. Tras la ruptura de las relaciones
retorno del "régimen peronista", sobre el cual caía una condena que parecía eX.: ªd?~omáticas
IP
con el gobierno de Fidel Castro, a comienzos de 1961, y ya bajo la
, l . d
traída del discurso de los derrotados. 5 esidencia de John Kennedy, los Estados Unidos logranan que e coniunto e
~ . .. 1
El otro hecho que afectó la presidencia de Frondizi, añadiendo un foco más los ejércitos latinoamericanos, el argentino entre ell?s, se conv~rt1eran .ª a con-
de con.tra:1ed~d a sus ya difíciles relaciones con las Fuerzas Armadas, fue el de trainsurgencia y al proyecto de aislar a Cuba, excluyendola del sistema mterame-
Cuba, 1nd1soc1able de la cuestión comunista. ricano mientras estuviera regida por el castrismo.
La Revolución Cubana, el régimen surgido de ella y la posición del gobier- No podía haber contexto más adverso que éste para la política exterior de
no argentmo respecto de ambos fue desde el principio, desde 1959, un tema del Frondizi, sobre todo en lo referente a América latina y, desde 1960,.a Cuba en par-
debate político nacional. 6 Al comienzo, cuando los sectores antiperonistas real~- ticular. El presidente argentino, oficiando de vocero latinoamericano, había formu-
zaron la lucha intransigente de Fidel Castro contra Batista frente a la actitud de lado ya en 1959, ante el congreso de los Estados Unidos, el criterio que regiría su
Fro.ndi~i r~s_pecto del peronismo, vista como claudicante; enseguida, cuando Iá _ enfoque del caso cubano: "La verdadera defensa del continente consiste en elimi-
rad~c~hzac1on del proceso revolucionario hizo de Cuba una bandera del antiim- nar las causas que engendran la miseria, la injusticia y el atraso cultural". La pro-
penal~s.mo Y del rnnjunto de la izquierda argentina, agitada contra el ejemplo de blemática del desanollo, en otras palabras, tenía prioridad respecto de la seguri-
la poh~1ca frond1z1sta, juzgada igualmente como claudicante, aunque en un senti- dad. ¿Y la Revolución Cubana? Las proclamas ideológicas no debían ocultar que
do ca~1 op~esto al anterior. Pero los problemas no surgieron para el presidente - era, antes que nada, una expresión extrema del subdesanollo, el mal que privaba a
argentmo smo cuando el pleito entre Cuba y los Estados Unidos ingresó, a los pueblos atrasados de los beneficios materiales y espirituales de la civilización
de 1960, en el ámbito de la pugna estratégica entre las dos superpotencias Esta- moderna.
dos Umdos _Y la Umón Soviética. La "guerra fría", sus presiones, sus temas y ob- En 1961, cuando se hizo más aguda la presión externa e interna para que el
sesiones se Instalaron de lleno en la Argentina. gobierno argentino rompiera las relaciones con Cuba. Frondizi reformuló leve-
El an~comunismo, por cierto, no era un elemento nuevo en la política nacio- mente su tesis, tratando de persuadir aun al presidente Kennedy: "La agresión
nal ~ el gob~~mo de ~rondizi conoció desde el comienzo la acusación de prestarse comunista, la verdaderamente peligrosa, consiste en que ofrece una esperanza de
ª.la ~?filtrac10~ i::arx1sta.. Pero con la cuestión cubana el tema del "peligro comu- salida de la miseria". El desafío que planteaba el castrismo a quienes adherían a
nista se conv1rt10 en objeto de una prédica alannada e insistente en los medios los valores de Occidente era demostrar que "la democracia, el desanollo y la paz
conservado.res: Cuba indicaba la naturaleza del proyecto comunista y la proximi- social son el mejor camino para la solución de los problemas que nos son c9mu-
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dad del pehgro. Pero más importante, no sólo para la suerte del gobierno de Fron- º
nes" .1 En la medida en que los progresos concretos del crecimiento económico
diz1, smo para todo el curso posterior de la vida pública argentina, fue el efecto del y el bienestar social se verificaran en los otros países del subcontinente -seguía
ejem~lo cubano en las Fuerzas Annadas. Desde fines de los años cincuenta la el razonamiento-- el propio pueblo cubano comprendería las ventajas de la vía
doctnna del Ejército estaba reordenándose, bajo la inspiración de asesores miÚta- democrática. La Argentina "desarrollista" se elevaba como un ejemplo de esta
res franceses, en torno del concepto de guerra antirrevolucionaria 0 antisubversi- alternativa. Emplear Ja fuerza para que Cuba desandara el camino llevaría a la
va.3 Aunque no declarada, decía la doctrina, estaba en curso una guerra de nuevo consolidación de sus lazos con los países comunistas.
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Pero si bien el lanzamiento del programa de la Alianza para el Progreso rar al país de una declinación inevitable. Aferrada a la imagen de un pasado de
podía hacer pensar que la administración Kennedy se inclinaba por una respues-_ prosperidad, se pensaba, Ja Argentina se resistía a entrar en el presente enfren-
ta reformista al desafío de la revolución, el hecho es que fue esa administración tando la crisis general que la afectaba.
la que promovió la estrategia militar que habría de conocerse como "doctrina de fue en este contexto que comenzó a cobrar vuelo, una vez más, la idea de
la seguridad nacional". Y era esta estrategia la que definía, en última instancia, una "revolución nacional" salvadora, aunque ahora no le darán apoyo únicamen-
qué valores privilegiaba Washington. Los enemigos de la política frondizista res- te sus inspiradores perpetuos, los círculos nacionalistas. También le darán respal-
pecto de Cuba, tanto civiles como militares, veían en ella sólo una variante disi- do representantes de la derecha liberal; Frondizi y sus partidarios, reagrupados
mulada del neutralismo ante el gran cisma entre Oriente y Occidente, cuando no, en un movimiento (el Movimiento de Integración Radical transformado después
simplemente, una forma de protección del castrismo. 11 en Movimiento de Integración y Desarrollo) que poco a poco obraría más como
El tema de la amenaza subversiva prosiguió después del gobierno de Fron- fuerza ideológica que como partido político; diversos grupos procedentes de la
dizi. Más aún, dio lugar a diversos entrelazamientos con el otro tema, el del pe- nebulosa social-cristiana y sectores políticos y sindicales del peronismo. Como
ronismo. siempre, la idea de la "revolución nacional" iba al encuentro del mesianismo mi-
litar, que ahora aparecía teñido de espíritu tecnocrático: bajo la hegemonía del
sector "azul", el desarrollismo se había instalado en las filas del Ejército.
2. EL CAMBIO IMPERATIVO El blanco inmediato de cuantos proclamaban el imperativo del cambio es-
trUctural fue la presidencia de Arturo Illia. Desde el comienzo había conspirado
En 1965 la Confederación General del Trabajo difundió un folleto titulado contra ella la débil legitimidad de un mandato obtenido sobre la base de un 26%
Hacia el cambio de estructuras, dando cumplimiento, según se leía en la presen- de los sufragios, en unos comicios que habían llegado después de un período
tación, a un mandato del congreso que la central obrera había celebrado en enero anárquico, muchas intrigas y el naufragio del Frente Nacional y Popular, pensa-
de ese año. El documento, que reflejaba la asistencia intelectual de la sociología do para dar ejecución al "Comunicado 150" y dosificar el ingreso del peronismo
universitaria, se dividía en tres partes -situación social, situación económica y en el juego político legal. La administración del doctor !llia transcurriría enton-
situación política-. El Consejo Directivo, decía el prólogo del folleto, daba a co- ces bajo varios fuegos: enfrentada por el peronismo, que no dejaría de recordar
nocer el estudio para iniciar "un debate nacional con la participación de todos que el gobierno era producto de una elección con proscripciones, tampoco halla-
aquellos que tienen conciencia de que el país no puede estancarse y que es nece- ria apoyo en las asociaciones empresarias, ni en los órganos de prensa del libera-
sario un cambio que permita proyectarlo hacia el futuro. 12 De acuerdo con el lismo, que la atacarán por su indulgencia frente a la acción sindical y por su ad-
diagnóstico de la CGT, la Argentina se hallaba hundida en una grave crisis y pa- hesión al intervencionismo estatal y al nacionalismo económico, esto es, por su
ra salir de ella una transformación profunda resultaba inevitable. Desde el punto fidelidad a lo que había cristalizado como acervo ideológico de la intransigencia
de vista de la central obrera, una estructura social, política y económica tocaba a radical. 15
su fin, y la "etapa de los cambios en el sistema" había terminado. "De ahora en La opinión de que el estilo presidencial -moderado, tolerante, gradualista-
adelante se ocupará fundamentalmente de las políticas que se orienten al cambio no estaba a Ja altura de los retos de la hora se propaló muy tempranamente, y el
del sistema.'' 13 (Las bastardillas en el original.) centro de emisión principal de ese veredicto fue el semanario Primera Plana,
El texto debía a la sociología universitaria -más específicamente: al pensa- por entonces muy influyente. En la columna en que, a lo largo de dos años, reco-
miento sociológico de Gino Germani- la tesis de que la Argentina era un país gerá todos los elementos del humor ideológico que habrá de coagular en el golpe
más modernizado que desarrollado y que esa asincronía estaba en la base de sus de Estado de 1966, Mariano Grandona insinuará ya en agosto de 1964 que se es-
principales problemas. Transplantada al folleto cegetista, la tesis originaria no taba frente a una administración apática y extemporánea: "El gobierno del doc-
permanecía intacta. En efecto, quienes dieron redacción al texto entretejieron la tor Frondizi padeció la tentación del activismo. El gobierno del doctor Illia bor-
interpretación germaniana con otras ideas, extraídas del socialcristianismo y el dea el nihilismo. Y la Argentina herida de 1958 necesitaba cuidados y quietud,
nacionalismo principalmente, y la hicieron parte de otra representación de la di- mientras la Argentina detenida de 1964 requiere inventiva y acicate" . 16 En otras
cotomía social e ideológica. 14 palabras, con la mentalidad radical y la personalidad del presidente, que encara-
El folleto de la CGT salió rápidamente de escena, apartado por la disputa ba los desafíos del presente con ritmo de otro tiempo, el país se estancaba.
que dividía al sindicalismo peronista, bajo cuyo control se hallaba la central La política económica era uno de los terrenos donde, a los ojos de la mayo-
obrera. Eso no le resta, sin embargo, valor sintomático al documento, que consti- ría de los opositores, se verificaba la falta de vocación radical para el cambio. La
tuía un indicio más de la extensión que había cobrado en 1965 la creencia de que opinión dominante en ese lapso, tanto profana como docta, era que la economía
sólo una mutación enérgica, en todos los órdenes de la vida colectiva, podía libe- nacional se hallaba sumida en una crisis. 17 En los casos en que se admitía que el
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desempeño del gobierno de Illia en los años 1964 y 1965 había estado lejos de ser cluido de la esfera política legal, el peronismo hizo de la esfera extra-institucional
un fracaso, que la economía argentina había crecido y que la desocupación había su campo principal, aunque no único, de operaciones. A través de los sindicatos,
bajado pronunciadamente, se reducían esos logros a un efecto de coyuntura, pro- que asumieron, a la vez, la representación gremial y política de los trabajadores,
ducto de una reactivación efímera. La prosperidad, se auguraba, terminaría en la - asediará el débil edificio civil de las administraciones semidemocráticas que na-
siguiente crisis de la balanza de pagos. El desarrollo económico requería una po- cieron después de 1955, sobre todo, el gobierno de Illia."
lítica de largo plazo y ésta era juzgada incompatible con el electoralismo del Par- Ahora bien, el cuestionamiento del sistema de partidos vigente no será ex-
tido Radical -más en general: incompatible con la existencia misma del factor po- clusivo de los peronistas. Los sectores que reclamaban un programa económico
lítico-electoral-.18 y social liberal, la gran burguesía y el vértice de las clases medias, tampoco ha-
La idea de la ineptitud del radicalismo como fuerza de gobierno, sin em- llarán en esa esfera una representación satisfactoria. Es decir, "un partido con-
bargo, no se alimentaba únicamente de estas lecturas de la situación económica. servador fuerte, con posibilidades reales de ganar una elección presidencial o, si-
El crédito de la UCRP se resentía también por efecto de un escepticismo más ge- quiera, de obtener una representación parlamentaria significativa" .24 Esto habría
neral respecto de los partidos políticos, no sólo como agentes eficaces del cam- de llevarlos, reiteradamente, a escoger en cada comicio la opción que considera-
bio necesario, sino también como conductos adecuados de participación y repre- ran el mal menor frente a lo más temido, que por lo general era alguna forma de
sentación de la sociedad nacional. En el ya citado documento de la CGT retomo del peronismo. Más de una vez, desde 1958, el receptor de ese voto ha-
podemos encontrar un registro de este descreimiento: "Las pocas encuestas de bía sido la UCRP. Pero el radicalismo quería los sufragios de la derecha antipero-
opinión pública evidencian que no alcanza a un 20% la población que se siente nista, no su programa, tal como lo mostraría en el ejercicio del gobierno. Y esa
representada por partido alguno". 19 Y, tras una serie de consideraciones respecto derecha no quería ser espectadora del juego político.
de los tipos de partido existentes en el país, agregaba: "Como conclusión, afir- La percepción generalizada de una crisis, la anomalía del sistema político,
mamos que no existen en la Argentina, desde el punto de vista cuantitativo ni el descreimiento respecto de los partidos, la débil legitimidad del gobierno surgi-
cualitativo, partidos políticos que puedan exhibir una representatividad. Esta es do de las elecciones de 1963, el malestar de la derecha social, la cuestión pero-
mínima o nula".2 º nista: todos estos elementos, filtrados y reinterpretados por ideólogos dramatiza-
dores, hallarían acogida en el proyecto de poner fin al orden civil que procedía
El escepticismo respecto de los partidos contrastaba con la percepción del
poderío que mostraban otros participantes del juego político, clasificados como de las reglas establecidas en 1955, "Desde setiembre de 1955 el peronismo es
"grupos de presión" y "factores de poder". Ya en 1960, en el largo volumen que nuestra Argelia: un problema sin resolver que se agrava con el tiempo y frustra y
la editorial Sur consagró al balance de lo ocurrido entre 1930 y 1960 en todos compromete los esfuerzos de la Nación en todos los terrenos", había escrito Ma-
los órdenes de la vida nacional, la sección sobre el sistema político llevaba por riano Grondona en septiembre de 1964.25 Cuando, bajo el rótulo de Unión Popu-
título "Los factores de poder". Junto a las notas dedicadas a los poderes fijados lar, el peronismo venció a la UCRP en los comicios para la renovación de diputa-
por la constitución y los partidos políticos, aparecía una dedicada a las Fuerzas dos el 14 de marzo de 1965, el problema sin resolver se volvió insoslayable. La
Armadas y otra a los sindicatos. Y Roberto Cortés Conde, al concluir el artículo idea de un gran cambio, es decir no un simple golpe de Estado, que pusiera a la
sobre los partidos argentinos, se hacía, entre otras, estas dos preguntas: "¿Qué Nación por encima de sus facciones, se fijó así en el horizonte de una sociedad
papel desempeñan los partidos políticos?" y "¿Somos ahora gobernados por gru- bloqueada entre fuerzas que no podían vencerse ni acordar principios comunes
pos de presión?".21 Las dos cuestiones no podrían desligarse del funcionamiento acerca de cómo gobernarse.
del sistema político surgido de la Revolución Libertadora. El papel de "clase salvadora" lo desempeñaría, una vez más, el Ejército,
La proscripción del peronismo había terminado por engendrar lo que Mar- reorganizado tras los enfrentamientos de 1962 y 1963 bajo la conducción del
celo Cavarozzi describirá como un "sistema político dual", caracterizado por la general Juan Carlos Onganía, quien había emergido como la principal figura
escasa correspondencia entre las formas institucionales de acción política y los militar desde el triunfo de los azules. Tras un breve interregno de "vuelta a los
alineamientos sociales. Por un lado, estaba la esfera del juego político legal, con cuarteles", en el que el arma había adoptado el comportamiento de fuerza pro-
los partidos no peronistas y los mecanismos parlamentarios. Éstos, sin embargo, fesional aplicada a las tareas que le fijaba la Constitución y obediente del go-
no canalizaban "los intereses ni la orientación de los actores sociales fundamenta- bierno civil, el Ejército como actor político retornó poco a poco al primer pla-
les";22 por el otro, coexistiendo conflictivamente con la primera, funcionaría otra no de la escena.
esfera, con modalidades extra institucionales de hacer política. Este segundo ám- El punto de inflexión puede fijarse en la disertación del general Onganía
bito de acuerdos, presiones y compromisos ("parlamentarismo negro" es el símil ante la V Conferencia de los Ejércitos Americanos, celebrada en West Point en
que emplea Cavarozzi) era el fruto involuntario del fracaso de las políticas que agosto de 1964. La composición del discurso había pasado por la mano de varios
desde 1955 se habían llevado adelante con el objeto de la desperonización. Ex- redactores y esa diversidad se reflejaba en la alocución,26 destinada a definir el
80 • ENCRUCIJADAS POLÍTICAS Y DICOTOMÍAS IDEOLÓGICAS Estudio preliminar • 81
creación del Consejo Nacional de Seguridad (CONASE), que debía coordinar su . · r decidió enfrentar Ja política gubernamental de racionalización, que ha-
1nteno • · ·, 1
actividad con el ya existente Consejo Nacional de Planeamiento (CONADE). Al , menzado en Tucumán con el cierre de ingenios azucareros y s1gu10 con e
~00 . . . 1
frente del CONASE, Onganía designó al general Osiris Villegas. Reputado como amiento del trabajo portuario. El gobierno respondió con contundencia a
d
oren del "plan de lucha" aprobado por la central obrera: d · 1a
teórico de la guerra antirrevolucionaria, el general Villegas era uno de los oficia- -desafío ec l
aro' b
su vers1va
les intelectuales del Ejército y escribiría, mientras se desempeñaba como secre-::- huelga general dispuesta para el 1° de marzo d.e 1967 ~ mterv1~0 vanos. smd1ca-
tario del nuevo organismo, un largo trabajo sobre seguridad y desarrollo, los dos tos entre ellos el de los metalúrgicos, el grem10 del pnnc1pal hder smd1cal'. Au-
conceptos básicos del experimento que se había echado a andar en 1966. 32 gu;to Vandor. El 9 de marzo la CGT dio por terminada su escalada y el gobierno
La mayor parte de los partidos pareció hacer suya la definición poco glo- quedó dueño de la escena.
riosa que el régimen hacía de ellos y, sin grandes protestas ante la determinación Entre marzo de 1967 y marzo de 1969 transcurrieron los dos años de brío
de prohibir su existencia y confiscar sus bienes, entraron en estado de reposo. de la Revolución Argentina. La "'vida política nacional pareció reducirse a las ini-
Los dirigentes sólo alterarían el receso con declaraciones esporádicas. Como oh-, ciativas del régimen y a la actuación de sus diferentes líneas, tanto en las Fuer-
servará Carlos S. Fayt, esa actitud "benefició naturalmente al régimen y le pro- s Armadas, como en las esferas del gobierno. A comienzos de 1967, el doctor
porcionó una tregua política como pocas veces -creemos que ninguna- se dio en ~dalbert Krieger Vasena había sido designado al frente del poderoso Ministerio
el país". 33 Neutralizados los partidos, las universidades estatales se convirtieron de Economía y Trabajo. "Lo pedían -escribirá años más tarde un alto funciona-
por breve tiempo en el foco de la oposición pública al nuevo orden. Pero la uni- . del gobierno de Onganía- la banca y el comercio, la industria y el campo, los
0
versidad, reiteradamente señalada como una de las ciudadelas de la indisciplina ~breempresistas y los nacionalistas." 37 Aunque lo pidiera también algún nacio-
y la subversión por todos los sectores civiles y militares que pedían la restaura- nalista, el hecho es que el nombramiento de Krieger Vasena fue visto pública-
ción de la autoridad en el país, tenía el destino anunciado. El gobierno, invocan- mente como un triunfo de los liberales, quienes dieron apoyo expreso al plan de
do un clamor de la opinión pública, decidió rápidamente la intervención, no para estabilización y desarrollo del ministro, si bien no se trataba de un plan ortodo-
avasallar su autonomía, según afirmaba un comunicado del Ministerio del Inte- xamente liberal.
rior, sino para articularla "con el proceso de recuperación que la Nación ha em- Los enclaves de los nacionalistas estarán en las áreas políticas de la admi-
prendido en virtud de la Revolución Argentina". 34 La resistencia a la medida fue nistración. Sus integrantes habían incorporado al repertorio histórico del nacio-
duramente reprimida. nalismo -crítica del individualismo liberal y de la "partidocracia", apología de la
Las proclamas de euforia respecto del orden implantado el 28 de junio es- autoridad, el orden y la unidad del cuerpo nacional-, una nueva veneración por
tuvieron a cargo de las entidades empresarias. A una semana del golpe de Esta- la modernización y el industrialismo. Ya no hacían objeciones de principio a la
do, la asociación identificada con el liberalismo y que nucleaba a las corporacio- democracia representativa, como en el pasado, pero proyectaban corregir sus in-
nes más poderosas, Acción Coordinadora de Instituciones Empresarias Libres suficiencias mediante la creación de nuevas instituciones: consejos que dieran
(ACIEL), emitió una declaración en que comparaba la situación presente con la representación a los grupos de interés y órganos a través de los cuales la comuni-
que reinaba al reunirse el Congreso de Tucumán un siglo y medio atrás; justifi- dad participara sin la mediación de los partidos. De ahí los diversos nombres con
caba la destitución del gobierno civil y saludaba la "nueva esperanza" que se ha- los que la prensa bautizará sus posiciones: "participacionismo", "comunitaris-
bía abierto al progreso argentino. 35 Y la muestra industrial, inaugurada en Paler- mo", "corporativismo" o el que prefiere el politicólogo Guillermo O'Donnell:
mo sólo unos días después, fue una nueva ocasión para que las entidades "paternalismo". Si no un modelo a imitar, la España franquista, que por entonces
concertadas en ACIEL -la Sociedad Rural, la Cámara Argentina de Comercio y la parecía reunir los atributos perseguidos de orden autoritario y desarrollo econó-
Unión Industrial- proclamaran su fe en la "nueva hora nacional".3 6 mico, era vista por quienes integraban este sector del gobierno como una fuente
El comportamiento del sindicalismo, mayoritariamente peronista, fue más de enseñanzas. ¿En qué punto coincidían con sus contrincantes liberales? En la
zigzagueante. Al asistir a la ceremonia de asunción de la presidencia por Qnga- oposición a todo apresuramiento que perturbara el tiempo del reordenamiento
nía, sus dirigentes le dieron un apoyo tácito a la Revolución Argentina y no disi- económico. Tiempo de carácter "técnico", para los nacionalistas: mientras él ri-
mularon su conformidad con el derrocamiento del gobierno radical, al que consi- giera no habría política.
deraban ilegítimo y habían hostigado desde el principio. Los funcionarios Onganía buscaría la compatibilización de las dos almas de su gobierno.
designados por el general Onganía en el Ministerio de Economía y en la Secreta- Por cierto, toda vez que creyó necesario transmitir su visión política del país, sus
ría de Trabajo persuadieron a los jefes sindicales de que había margen para el palabras dejaron ver que consideraba la Argentina liberal como un hecho del pasa-
juego que conocían, de presión y negociación, e incluso para la participación en do. "Veneramos la tradición que forjaron los varones que hicieron nuestra patria
el sistema que estaba gestándose. Pero los movimientos recíprocos de aproxima- -dijo en un discurso ante las Fuerzas Armadas-, pero sabemos que la Argentina
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ción entraron en cortocircuito cuando la CGT, con posiciones encontradas en su campestre, la Argentina fácil, el país del trigo y de la vaca quedó atrás:' Pero él
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era el primer convencido de la necesidad de un "tiempo económico", que debía de la Revolución Argentina y hallaba ejecución en la política económica, por un
preceder a cualquier incursión en el campo social o político, y ésa era la lado, y la revolución que s~ anunciaba en ideas como las del ministro del Inte-
momentáneamente puesta en manos de Krieger Vasena. No ignoraba, por otra rior, por el otro.
parte, que Jos liberales de su ga~inete contaban con el respaldo de gran parte - Las críticas al discurso del ministro político tenían como destinatario últi-
los altos oficiales del Ejército (Alvaro Alsogaray había sido uno de Jos rea1acto< mo a Onganía, obviamente. Pero, aunque la controversia acerca del rumbo polí-
res de Jos documentos básicos de Ja Revolución Argentina) y, sobre todo, que te- tico pareció precipitar una crisis dentro del régimen, donde se activó la ofensiva
nían el sostén de los dueños del poder económico y del influyente diario La del jefe del Ejército, el general Julio Alsogaray, contra los nacionalistas del go-
ción, órgano central de la derecha liberal argentina. bierno, el presidente logró dominar Ja situación y meses después desplazó al ofi-
Estos sectores, a su vez, ¿qué temían? Que el régimen evolucionara, bajo cial de Ja jefatura del arma. Nombró en su lugar a un general "azul", pero de
las consignas del "participacionismo" y el comünitarismo, hacia alguna forma irreprochables antecedentes antiperonistas, Alejando A. Lanusse, lo que equiva-
de orden corporativista que asociara a las cámaras empresarias, los sindicatos, lía también a un mensaje tranquilizador hacia los liberales.
las comunas y las instituciones de fomento. Ese temor se alimentaba de las de- Cuando el 28 de marzo de 1969 Onganía anunció, ante ministros, secreta-
claraciones de algunos funcionarios y de algunos hechos que, por supuesto, no rios y comandantes militares, el comienzo del "tiempo social", la Revolución
podían producirse sin el consentimiento del presidente, como las iniciativas "co- Argentina no parecía tener en el horizonte grandes nubarrones. El "tiempo so-
munitaristas" del nacionalista Raúl Puigbó, a cargo de Ja Secretaría de Fomento, cial" sería el de los cambios estructurales, tras la etapa de coyuntura que había
o la formación de una corriente "participacionista" en el campo sindical. sido el "tiempo económico". Los partidos políticos casi no daban otras señales
A fines de abril de 1968, la disertación ante la Asociación de la Prensa Ex- de vida que esporádicos reclamos de un plan político, solicitud a Ja que los fun-
tranjera del ministro del Interior, Guillermo Borda, desató una controversia que cionarios respondían siempre recriminándoles su pertenencia a un pasado poco
iluminaría bien este cuadro de interacciones entre el gobierno y los sectores que honroso. Un foco de oposición enérgica al gobierno era la CGT de Paseo Colón
lo acompañaban vigilando la marcha. El ministro, jurista destacado y ex funcio- o CGT de los Argentinos, encabezada por Raimundo Ongaro. Fruto de la divi-
nario del gobierno de Perón, había retomado en su discurso lo-que para entonces sión que sufrió el movimiento sindical en marzo de 1968, ella no congregaba,
era ya un leit-motiv del discurso oficial -Ja falta de representatividad de los par- sin embargo, a los principales gremios, que se habían alineado con la otra frac- \'
tidos que habían gobernado hasta 1966: "La Argentina vital marchaba por un la- ción, conocida como CGT de Azopardo, cuyo líder era el dirigente metalúrgico
do Y los partidos por otro"-; se había explayado sobre Ja "participación comuni, Augusto Vandor, quien se oponía a un choque frontal con el gobierno. Las fuer-
taria" (ésta "nace del concepto de sociedad organizada, que se opone a Ja idea · zas sindicales que se distribuían entre vandoristas y participacionistas parecían
individualista que sólo concebía Ja relación Estado-ciudadano"); y señalaba que darle al régimen un amplio margen de juego para administrar la paz social, que
la participación perfeccionaría la vida democrática, "pues organiza la acción del era tanto un objetivo como una promesa de la Revolución Argentina.
ciudadano en más campos que los puramente electorales y desarrolla un civismo En dos meses este escenario cambió drásticamente. En Corrientes, el alza
atento a todas las exigencias del municipio, la provincia, la región, el país". La de Ja tarifa del comedor universitario llevó a los estudiantes a Ja calle y, el 15 de
concepción liberal, en suma, ya no podía regir una sociedad altamente compleja mayo, la represión policial provocó la muerte de un estudiante; la solidaridad es-
y tecnificada: "su desarrollo no puede ya librarse al azar, a los esfuerzos disper- tudiantil trasladó la agitación a la ciudad de Rosario, donde dos días después re-
sos, inorgánicos". Se necesitaba un poder capaz de conducir el cambio en todos sultó muerto otro estudiante universitario. En Rosario las demostraciones contra
los terrenos.3 9 el gobierno se generalizaron y se hicieron más violentas, por lo que Onganía dis-
Una cascada de réplicas siguió al discurso de Borda, quien sólo había am- puso la ocupación militar de Ja ciudad. Las dos CGT declararon entonces un pa-
pHficado fórmulas que ya podían encontrarse en alocuciones de Onganía. El pre- ro general para el día 30 de mayo. En fin, el 29, en Córdoba, donde los sindica-
sidente de ACIEL, en una declaración en que rescataba los logros de la gestión tos habían dispuesto un paro de 48 horas con movilización callejera, estalló la
económica, cuestionaba la expresión misma de "cambios de estructuras" em- revuelta obrero-estudiantil que se conocería como "Cordobazo" y en que los en-
pleada por el ministro, que "puede significar un cambio de nuestro régimen re- frentamientos con la policía y el Ejército dejaron un saldo de más de veinte
publicano, representativo y federal"; el Instituto de Ja Economía Social de Mer- muertos.
cado, que inspiraba el ingeniero Alsogaray, se refirió a la conferencia de Borda Estos hechos, que hicieron ver Ja magnitud del descontento contra el orden
en una solicitada que llevaba por título "¿Cambió de rumbo Ja Revolución Ar- autoritario que se había acumulado tras Ja superficie tranquila de los dos últimos
gentina?", y el diario La Nación Je consagró una larga y alarmada crítica en el años, marcaron el comienzo del fin del gobierno de Onganía y del experimento
editorial del día 27 de abril. En la columna política del mismo diario se habló de iniciado el 28 de junio de 1966. Onganía fue destituido por los comandantes de
"dos revoluciones" en pugna: la que habían anunciado los documentos iniciales las tres fuerzas en junio de 1970 y, tras un breve lapso presidido por el general
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Roberto M. Levingston, asumió la titularidad del poder ejecutivo el nuevo hom- nal, o bien influyen en ellas o bien orientan la opinión pública), estas dos mane-
bre fuerte, el general Lanusse. Con el nuevo presidente, se rehabilitó la actividad ras de ver al país desempeñan un papel importante en el proceso histórico que
. . "42
de los partidos, se admitió al peronismo en el juego político legal y se inició el v1v1mos .
proceso de liquidación de la Revolución Argentina a través de una salida electo- Retomando estas observaciones de 1963 a la luz de lo que ocurrió poste-
ral. Para entonces, la movilización política se había generalizado'ª todo el país y riormente podría decirse que la historia revolvió un poco las cartas, aunque la
un nuevo actor era parte de la escena: el partido armado. alarmada preocupación de Germani no resultó infundada. La Rev.olución Argen-
tina, por ejemplo, entremezcló la elucubración nacionalista acerca de un orden
político orgánico, preservado del comunismo y de orientación antiliberal, con el
4. LA OTRA REVOLUCIÓN paréntesis antidemocrático reclamado por los liberales -paréntesis que sacrifica-
ría momentáneamente la libertad mientras se saneaba la economía y el pueblo se
En un artículo de octubre de 1963, Gino Germani observaba que en la Ar- reponía de las perturbaciones de la demagogia-. 43 La doctrina de la seguridad y
gentina había dos imágenes opuestas del país. "Una de ellas reinó indisputada en el desarrollo, a su vez, actuaría como un operador de la miscelánea. Pero en ella
este siglo desde sus comienzos, hasta los últimos años de su primera mitad. La no buscarian y hallarían puntos de apoyo sólo liberales y nacionalistas, sino tam-
segunda comenzó a circular desde hace aproximadamente unos quince años, lle- bién las elites que solicitaban de Jas Fuerzas Armadas una revolución moderni-
º
gando luego a cobrar singular difusión." 4 La primera correspondía a la tradición zadora.
liberal, con sus variantes y sus dos alas, la de la derecha conservadora y la de la La otra revolución, la que correspondía a la imagen de la Argentina que
"izquierda respetable". De acuerdo con esta visión, la Argentina era un país pro---. cultivaba la izquierda "no respetable", como la designa Germani, con sus dife-
gresista, "europeo", moderno, con un lugar natural en el marco de la división in-- rentes variantes, es la revolución que proclamarán los partidos armados que a
ternacional del trabajo que se asociaba con sus riquezas agropecuarias inagota:- partir de 1969 y durante siete años serán parte de la escena política argentina.
bles. Para quienes identificaban la Argentina con esta imagen, los problemas Sería imposible disociar de la experiencia política nacional la amplia atrac-
provenían de la demagogia, de la acción de los "extremismos" y del empeño por ción que ejerció, en las filas juveniles de las clases medias, la acción insurreccio-
apartar al país del cauce económico que le había dado su prosperidad en el pasa- na! y el precepto de que el poder nace del fusil. En efecto, ¿cómo dar cuenta de
do. Según la otra imagen, que Germani clasificaba como pesimista, el país era ese fenómeno prescindiendo de toda referencia al hecho de que desde 1955 la
una Nación subdesarrollada, de condición casi colonial y estructura agraria "feu- discordia política había ingresado, más de una vez, en el terreno de la guerra ci-
dal". Esta visión catastrófica de la Argentina, de origen más reciente, que atri- vil? ¿Los dos ensayos semidemocráticos que siguieron al derrocamiento de Pe-
buía la perpetuación del atraso económico y social a la obra de los imperialismos rón, el de Frondizi y el de Illia, no expusieron a la vista de todos que los poderes
y la oligarquía "antinacional", reunía "a la izquierda 'no respetable' de diferen- de la Constitución eran frágiles frente a los "factores de poder", o bien, dicho de
tes orientaciones (marxista, nacional, etc.) y también, aunque con matices obvia- otro modo, que representaban sólo el poder "formal" frente al poder "real", cu-
mente distintos, a la derecha totalitaria y 'ultra' nacionalista".41 yos titulares eran otros, en primer término las Fuerzas Armadas? Ya hemos visto
Hostiles entre sí, cada posición condicionaba el modo en que se percibía la que la preponderancia del conflicto peronismo/antiperonismo impidió que se es-
posición rival y respaldaba soluciones igualmente simplificadoras y opuestas. La tabilizara algún sistema de gobierno, fundado en un principio de legitimidad re-
fórmula de quienes se alineaban en torno a la imagen "liberal" era conocida des- conocido por todas, o la mayoría de las fuerzas en presencia. Durante esos años
de 1955: retornar, tanto económica como políticamente, al camino del que el el golpismo fue, en la forma del rumor, de los preparativos ostentosos o de su
país se había desviado en 1943; mientras la democracia no pudiera regir en ple' perpetración efectiva, parte de la vida pública argentina. ¿Por qué los jóvenes
nitud porque la demagogia reciente había deformado el espíritu de las masas, se habían de ser tan insensibles a una ilustración tan abundante de la distancia entre
justificaba un régimen que las educara y las protegiera de sus propios extravíos, el país legal y el país de hecho?
al menos por un tiempo. Para la visión "pesimista", en la Argentina no había Pero, aunque la aparición de los grupos armados que comenzaron a operar
margen para las reformas y el único camino era el de la revolución: "el caminó bajo el gobierno del general Onganía no puede explicarse sin referencia a Ja di-
pasa por las montañas", resumía Germani con una fórmula que sobreentendía, námica de la vida política argentina, que no predisponía al pluralismo nial~ for-
de acuerdo con el lenguaje de esos días, el camino de Cuba, el de las sierras. mación de una cultura cívica democrática, el fenómeno tampoco puede explicar-
Las dos "construcciones imaginarias" eran globalmente irrealistas, aunque se sólo como respuesta a las violaciones continuas del principio de la soberanía
contuvieran elementos verdaderos. Pero lo que inquietaba a Germani no era la popular, a las injusticias que generaba una sociedad de clases, o a las imposturas
veracidad de esas imágenes sino su eficacia política. Respaldadas por una "parte de sus dirigentes. Los partidos armados no brotaron únicamente del descrei-
de las elites (es decir por aquellos que toman decisiones de importancia nacio- miento en las reglas del juego democrático ni de la mortificación que provocaba
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Estudio preliminar • 89
nunca antes el espacio de negociación política de los jefes gremiales. Todas estas los de Álvaro Alsogaray y Mariano Grandona consignados en la Antología, pp. 353 Y 359,
circunstancias que eran adversas para el régimen militar jugaban, en cambio, a fa- respectivamente.
vor de Perón, quien supo emplearlas con gran habilidad para aislar al gobierno y 6 Véase Alain Rouquié, Poder militar y sociedad política en la Argentina 11. 1943-1973,
ampliar el campo de sus aliados. Antes que el fruto de un acuerdo, los comicios Buenos Aires, Emecé, 1982, pp. 156-160 y 181-186; Catalina Smulowitz, Oposición y gobier-
aparecieron cada vez más como la salida de una dictadura en retroceso. no: los años de Frondizi/2, Buenos Aires, Centro Editor de América latina, 1988, pp. 125-137.
El peronismo capitalizó ese hecho y volvió al gobierno el 25 de mayo de 7 En "el plan soviético de conquista de Sudamérica -escribirá, por ejemplo, Bonifacio del
1973, tras haber ganado dos meses antes las elecciones convocadas por el general Carril-, la comunización de la Argentina es pieza esencial y necesaria y es, por lo tanto, uno de
Lanusse. Perón regresó al país el 20 junio de ese año. Sin embargo, ni el triunfo los primeros objetivos actuales de la acción comunista. La situación creada en Cuba demuestra
que ésta no es una mera suposición conjetural" (La crisis argentina, Emecé, 1960, p. 93).
electoral, ni el retomo de Perón detuvieron ya las hostilidades: para el ERP el
combate por la revolución continuaba y las tendencias rivales del peronismo no 8 Ernesto López, Seguridad nacional y sedición militar, Buenos Aires, Legasa, 1987, PP·
se daban tregua en la lucha por el control del movimiento. "Estamos viviendo las 135-160.
consecuencias de una posguerra civil que aunque desarrollada embozadamente, 9 "Por basarse en un concepto ideológico y no patriótico, para la guerra revolucionaria
no por eso ha dejado de existir", dijo Perón en el primer discurso que pronunció a comunista no existen límites geográficos. Puede tener un frente externo en el que se enfrenten
naciones o grupos de naciones, pero siempre tiene un frente interno en los pueblos que busca
su vuelta, tras el enfrentamiento armado que se había producido en Ezeiza entre
sojuzgar. Sus actores están tanto fuera como dentro de los países de nuestra ideología Y mu-
la izquierda y la derecha peronistas. Con ese discurso, en que llamó a la paz y a la
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chas veces vistiendo, aparentemente, nuestras propias divisas." (General Carlos María Túrolo
24 Cavarozzi, op. cit., p. 23.
discurso inaugural del Curso Interamericano de Guerra Antirrevolucionaria, Clarín'.
3/10/1961.) • 25 Ma..1ano Grandona, "La encrucijada'', Primera Plana, 119164.
10 26 Sobre la redacción del discurso de West Point, véase Robert Potasch, El Ejército y la
Arturo Frondizi, Discurso para informar de su viaje a los Estados Unidos y la reunión
con el presidente Kennedy, Clarín, 10/10/99. olítíca en la Argentina 1962-1973. De la caída de Frondizi a la restauración peronista. Pri-
11 :neraparte, 1962-1966, Buenos Aires, Sudamericana, 1994, pp.198-199.
Un compendio de todos los argumentos contra la política exterior frondizista puecte'
leerse en las páginas que le dedica a esos años el manual publicado en 1964 por los profesores 21 Sobre las conientes internas del Ejército, véase Guillenno O'Donnell, 1966-1973: El
de la Universidad del Salvador, Alberto Conil Paz y Gustavo Ferrari, Política exterior argenti- Estado-Burocrático Autoritario. Triunfos, derrotas y crisis, Buenos Aires, Editorial de Belgra-
na 1930*1962, Buenos Aires, Huemul. Los autores dan al capítulo correspondiente un título no, 1982, pp. 89-95.
que lo d~ce todo: "Entre Oriente y Occidente". 28 "Durante el gobierno del general Juan Carlos Onganía, la Argentina se sumó a los paí-
12 ses que aplicaron la doctrina de seguridad y desarrollo, lo que en política exterior significó eri-
Confederación General del Trabajo, La CGT en niarcha hacia el cambio de estnictu-.
ras, Buenos Aires, CGT, 1965, p. l. gir el conflicto interno regional (el comunismo o la subversión) y a las ideologías, en el princi-
13 !bid., pal cartabón para definir amigos y adversarios" (Juan Archibaldo Lanús, De Chapultepec al
p. 77.
Beagle. Política exterior argentina: 1945-1980, Buenos Aires, Emecé, 1984, p.159).
14
El sociólogo nacionalista católico José Luis de Imaz, autor de uno de los best-sellers" 29 La Nación, 119165.
de los años sesenta, Los que mandan (1964), fue parte del equipo redactor de la primera ver-
sión del texto cegetista. José Luis de Imaz, Pron1ediando los cuarenta, Buenos Aires, Sudame- 30 La Nación, 319165.
ricana, 1977, p. 156. 31 A lo largo de varios meses del año 1966, Frondizi escribió en la revista Confirmado y
15 con el seudónimo de Dorrego artículos destinados a definir la orientación del régimen surgido
"El programa económico de la UCRP estaba aún en sus comienzos cuando ya la pren-
sa conservadora del área financiera comenzó a acusar a Illia de precipitar el retomo del desas- el 28 de junio.
tre económico, sosteniendo que repetía los errores de los años del peronismo y abandonaba las 32 Osiris Guillermo Villegas, Políticas y estrategias para el desarrollo y la seguridad na-
teorías económicas sanas" (Gary Wynia, La Argentina de posguerra, Buenos Aires, Editorial cional, Buenos Aires, Círculo Militar, 1969.
de Belgrano, 1986, p. 179).
33
Carlos S. Fayt, El político annado. Dinámica del proceso político argentino !960-
16
Mariano Grandona, "Radiografía del nihilismo", Primera Plana, 18/8/64. 1971 (1971), Eudeba, Buenos Aires, 1995, p. 171.
17
Pablo Gerchunoff y Locas Llach escriben que en la Argentina "se hablaba de una eco- 34 La Nación, 318166.
norrúa en crisis mientras el producto per cápita crecía, en 1963-1973, más rápidamente que en 35 La Nación, 617166.
los grandes centros mundiales" y comentan que un problema "meramente estadístico ---el de las
36 La, Nación, 14/7/66.
series proporcionadas por el Banco Central- probablemente haya sido una de las causas de la
discrepancia entre las percepciones y la realidad". Los desafíos econónlicos argentinos, VII, 37
Roberto Roth, Los alios de Onganía, Buenos Aires, La Campana, 1980, p. 131.
Buenos Aires, Mercado, 1887, pp. 16-17.
38
18
Discurso del general Onganía en la cena de camaradería de las Fuerzas Armadas. La
El economista Carlos García Martínez, columnista de Primera Plana, transmitía este Nación, 7/7/67.
punto de vista en el intercambio de opiniones organizado por el semanario y publicado bajo el
39 La Nación, 2514168.
sugestivo título de "El País: ¿Quién mandará en 1966", Prünera Plana, 411166.
40
19 Gino Gerrnani, "La Argentina: desarrollo económico y modernización'', en 200 1nillo-
La CGT en marcha hacia el can1bio de estructuras... , p. 64.
nes, Nº 10, octubre de 1963, p. 70.
20
!bid., p. 65.
41
!bid.
21
Roberto Cortés Conde, "Partidos políticos'', en Argentina 1930-1960, Buenos Aires, 42
!bid., p. 71.
Sur, 1961, p. 149.
43
22 En un ensayo de 1968, publicado con el patrocinio de todos los clubes intelectuales
Marcelo Cavarozzi, Autoritarismo y democracia (1955-1983), Buenos Aires, Centro
Editor de América latina, 1983, p. 9. del liberalismo argentino, Federico Pineda escribía: "Un gran demócrata francés de renombre
universal dijo alguna vez -a mi juicio con razón- que, después de las grandes convulsiones, el
23
Los años 1962-1966 fueron los del apogeo del líder de los obreros metalúrgicos Au- servicio mayor que se puede prestar a la causa de la libertad es admitir limitaciones a la misma
gusto Vandor. "En lo político, el vandorismo significó el empleo de la fuerza política y la re- que permitan ir restableciendo paulatinamente su impe1io, y nosotros hemos pasado por pertur-
presentatividad que los sindicatos tenían como fuerza dominante del peronismo y que también baciones suficientemente graves de nuestro sistema institucional, de nuestro modo de vida y de
tenían por ser el único sector legal del movimiento, para tratar y negociar con otros 'factores la psiquis colectiva como para que la máxima nos resulte especialmente aplicable" (La Argen-
de poder'." (Daniel James, Resistencia e integración. El peronisn10 y la clase obrera argentina tina en un cono de son1bra, Buenos Aires, CDEL, 1968, p. 244).
1946-1976, Buenos Aires, Sudamericana, 1990, p. 220.) 44
Carlos Altamirano, "Imágenes de la izquierda", en Punto de vista, Nº 21, agosto de 1984.
96 ENCRUCIJADAS POLÍTICAS Y DICOTOMÍAS IDEOLÓGICAS
45
José Rodríguez Elizondo, La crisis de las izquierdas en América latina, Caracas
Nueva Sociedad, 1990, p. 30.
46 A bel Alexis Latendorf, "Me despido de usted muy atentamente, doctor Palacios",
una política de la cultura, Buenos Aires, Procyon, 1956 (2ª ed. aumentada: Ediciones MediO:
Siglo, 1969), pp. 53-63. ANTOLOGÍA
49 Citado en Alejandro A. Lanusse, Mi testünonio, Buenos Aires, Lasserre Editores¡
1977, p. 18. Sobre los precedentes intelectuales del encuentro entre cristianos y marxistas, véa
se Segunda Parte, capítulo 3. -
50 El estudio más completo sobre los Montoneros sigue siendo el de Richard Gillespie;-
campo donde la 'realpolitik' invade la política, tanto en el plano nacional como en el ámbito
sindical o en el interior del endeble aparato político del justicialismo" (Silvia Siga_! y Eliseo_
Verón, Perón o muerte. Los fundamentos discursivos del fenó111eno peronista, Buenos Aires,
Legasa, 1986, p. 122).
52
Véase en la Antología documento consignado en p. 462.