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BEAÑO DOS.

NU- S» MADRID, 28 DE
MERO 119, CRÓ- JULIO DE 1904.
NICA SEMANAL NUMERO SUEL-
ILUSTRADA. TO, 10

LUCHA DE UN TORO Y UN TIGRE EN SAN SEBASTIAN

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TORO «HURÓN» Y EL TIGRE «CESAR» DEVTRO DE LA JAULA ANTES DE LA LUCHA BL TIGRE «CZSAR* CORNEADO Y PATEADO POR EL TORO «HURÓN» EN LA PRIMERA ACOMETIDA
Fots. Resines

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EL TORO «HURÓN» Y EL TIGRE «CESAR» DENTRO DE LA JAULA, VENCEDOR EL PRIMERO Y MALTRECHO EL SEGUNDO, MOMENTOS ANTES DE SALIR AMBOS DE LA-JAULA fi< 1 *

Jeplorable por todos conceptos fue el espec- complacencia en ver, desde donde se creía en se- tuarnos, porque sacamos á relucir la decaden-
táculo que el domingo último se verificó en guro, una lucha sangrienta entre dos seres irra- cia, la barbarie, la degeneración, etc., después de
la Plaza de Toros de San Sebastián. Más deplo- cionales... Nosotros unimos nuestra censura ala la catástrofe, cuando ya no tiene remedio; no an-
rable aún el final de la terrible fiesta. Se ha cen- censura general y nuestra protesta á la de todo tes, cuando el espectáculo y la desgracia podían
surado mucho el espectáculo (eso sí, después de el mundo; pero debemos y queremos ser impar- evitarse. La misma responsabilidad moral que cabe
celebrarse y por las tristísimas consecuencias que ciáles. á los Poderes públicos por haber autorizado el es-
tuvo; si no, puede que hubiera parecido de perlas En nuestro anatema comprendemos al público, pectáculo sin prever sus consecuencias, nos cabe á
y hasta que se estuviese pidiendo la repetición), y del que no puede decirse que lo formaba gente los que con la pluma no pedimos la prohibición y
se ha criticado más: á las autoridades por su debi- á la que con frecuencia se le atribuye toda cla- hasta jaleamos la anunciada función, como se dice
lidad; á los ingenieros que examinaron la jaula— se de excesos y aberraciones; la calidad de la en el argot-del oficio, contribuyendo á que la gen-
«grillera» debería llamársela con más propiedad, y mayoría de las personas heridas demuestra que te sé animase á presenciar el singular combate de
lo prueba la consistencia de sus barrotes, que se do- no es sólo la incultura y el pueblo bajo el que las fieras. Esta es lá verdad neta; y si hemos de
blaban y había que enderezarlos agolpe de marti- busca bárbaras diversiones. Comprendemos á enmendarnos y corregirnos todos, preciso es que
llo,—por su imprevisión; á los miqueletes por dispa- empresarios, á técnicos y á autoridades, y com- comencemos por imponernos cada cual la enmien-
rar imprudentemente sus armas; al público por su prendemos, en fin, á los periódicos, sin excep- da y la regeneración de sí propio.—C.

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