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Cómo mejorar nuestro castellano

El Instituto Cervantes publica Las 500 dudas más frecuentes del español con la intención
de perfeccionar nuestra lengua.

Cuando uno piensa en el uso de nuestra lengua dentro de nuestro entorno, en general,
pensamos que la gente habla muy mal. No es cierto. Hablamos aceptablemente bien, si
tenemos en cuenta que el objetivo fundamental de una lengua es la comunicación entre
humanos. Otro asunto muy distinto es que no tengamos nada interesante que emitir a
través de nuestra habla y que utilicemos esta para reclamar atención de la misma forma
que lo hacen los niños. El libro publicado por el Cervantes deja claro un aspecto que, a
mi entender, confirma que la sintaxis no supone un problema. No hace falta conocer
profundamente la sintaxis de una lengua para expresarse adecuadamente. Nos podemos
fijar en los niños pequeños. Enseguida encajan las palabras donde deben, únicamente
fallan cuando las analogías no funcionan, como ocurre con los verbos irregulares (* andé
por anduve). Lo digo porque aún en España (tanto que se habla superficialmente de
educación en los últimos tiempos) se gasta un tercio del tiempo por curso en los institutos
enseñando las profundidades más profundas de la sintaxis del castellano (hasta ocho
formas distintas de analizar la palabra se). Enseñar sintaxis es inútil para lograr los
grandes objetivos del lenguaje: la comprensión y la expresión.
Las 500 dudas más frecuentes del español recogen los nuevos cambios que se han
dado con la llegada de las últimas obras publicadas por la Academia: la Ortografía y la
Gramática. Además, ordena las consultas más habituales de los hablantes entre las que
se encuentran, fundamentalmente, cuestiones sobre la pronunciación («¿Cómo se
pronuncian las palabras que tienen w?»), sobre la ortografía, sobre la acentuación («¿En
qué casos lleva tilde la palabra ti?»), sobre el uso de las mayúsculas (aquí habría mucho
que discutir y uno debe estar muy atento acerca de las subjetividades de la Academia, y a
su uso sui géneris), sobre si debemos escribir juntas o separadas las palabras, etc.
La puntuación suele ser una de nuestras grandes carencias. Ciertamente, aquí, las obras
literarias no suelen ser un buen ejemplo; las licencias de los escritores, en ocasiones, caen
en el libertinaje. Después, las cuestiones estrictamente gramaticales como el género y el
número en sustantivos o adjetivos, el uso correcto de algunos verbos o el empleo de
ciertos pronombres concretan una serie de dudas que pretenden afinar un poco más
nuestra expresión. El libro se cierra con otras tantas preguntas sobre nuestro vocabulario
(dicen algunos que pobre) y la organización del texto.
La obra es verdaderamente útil. Quizás todos debiéramos someternos voluntariamente a
su inquisición con el ánimo de reciclarnos. A pesar de todo, ciertos especialistas se suelen
poner tiquismiquis a la hora de valorar nuestro conocimiento de la lengua, más
importante, insisto, es el contenido de aquello que decimos y, en esto, me temo, sí que
necesitaríamos un reciclaje profundo.

Instituto Cervantes, Las 500 dudas más frecuentes del español , Espasa, Barcelona, 2013,
510 páginas.

http://www.planetadelibros.com/las-500-dudas-mas-frecuentes-del-espanol-libro-
113614.html

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