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básico

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ne
Priorización Curricular
Orientaciones para el trabajo
con el texto escolar

Lenguaje
y comunicación
as

30
En esta clase leeremos el cuento "Los tres hermanos" de Beatriz Concha, para analizar aspectos relevantes de est
OA 4

s una serie de actividades que te permitirán reforzar tu aprendizaje. Desarrolla cada una de ellas en tu cuaderno, anotando

1. ¿Qué son los personajes? ¿Qué importancia tienen en una narración?


Quiénes son los personajes

s, animales, objetos, seres abstractos y alegóricos, e incluso seres mágicos o fantásticos que al no existir en el mundo real, son
ca que si bien algunas veces los personajes, con ciertos rasgos muy marcados, no cambian mucho su forma de ser a medida qu

Fuente: http://www.escolares.net/lenguaie-y-comunicacion/personaies-de-b-narracion/
Lee y resuelve en tu cuaderno, cada una de las siguientes actividades.

1. Lee la primera mitad del cuento “Los tres hermanos” de Beatriz Concha, entre la
página 192 y la 194. Cuida que tu lectura fuera fluida, respetando los signos de pun-
tuación.

2. Responde las siguientes preguntas:


a) ¿Quién es el narrador? Descríbelo siguiendo las pistas del texto.
b) ¿Qué se decía de Macario? ¿Por qué ocurría esto?
c) ¿Por qué los llamaban los tres hermanos?¿A qué deben sus apodos?
d) ¿Qué es “la Pincoya? ¿A qué debe su nombre?
e) ¿A qué se dedicaban los tres hermanos?
f) ¿Qué hacía el narrador con ellos?
g) ¿Qué ocurría cuando les tocaban dos eventos?
h) ¿Cómo le iba al narrador con ellos?

3. Describe a los personajes física y psicológicamente:


Personaje Descripción física Descripción psicológica

Macario

Diosdado

Arístides

Doña Rosario

4. ¿Qué costumbres del lugar se observan en esta parte del texto? Menciona al me-
nos dos y descríbelas en tu cuaderno.

5. Realiza una ilustración original del cuento, escogiendo una escena en la que se
re- presente el lugar en el que se encuentran los personajes. Primero realiza un
boceto.

6. Pasa en limpio tu ilustración en una hoja blanca o de block, y coloréala.

7. Comparte tu dibujo con tu familia o tu curso.


Evaluación de la clase
Responde las siguientes preguntas, anotando las alternativas correctas en tu cuaderno.

Lee el fragmento de “Los tres hermanos” (página 193):

Al pOcO tiempO de estar juntOs, eran ellOs lOs que daban lustre a cuantO
acOn- tecimientO tuviera lugar, ya fuera prOcesión O velOrio; matrimOnio,
minga o bautizO en la Isla Grande o en sus archipiélagos. LO primerO que se
pregunta- ba la gente en cOrrillO después del eventO era: ¿Y estaban lOs Tres
HermanOs?
ApuradOs se veían para satisfacer t Odas las comparencias, hasta que pOr fin
pudierOn cOmprarse una lancha grande, bien equipada, cOn mOtOr y radio. Y
fue a mí, Baudilio TOcO Mansilla, a quien cOntratarOn cOmO patrÓn de
lancha para manejarla.
Querían bautizarla, y yo mismO les prOpuse que le pusieran la PincOya, para
que la señOra nOs prOtegiera.
Arístides le sugirió a Macario —que tenía manOs benditas para el talladO en
madera— que tallara en alerce un mascarÓn de prOa representandO a la Pin-
cOya. Era un buen pedazO de trOncO, y el Macario aprOvechó la curva natural
del maderO para hacer la figura de una jOven gordita que parecía emprender
el vuelO. Se ajustaba perfecta a la quilla, cOn el pelO y lOs brazOs abiertOs
hacia atrás en lOs cOstadOs, cOmO si arrastrara en su vuelO a la embarcación.
LO extrañO era que lOs cuatrO estábamOs de acuerdO en que así nOs imagi-
nábamOs a la PincOya.
FuerOn tiempOs de bOnanza. Ni en sueñOs yo habría creídO pOsible ganar
tan buena plata pOr ir, de fiesta en fiesta, en alegre cOmpañía.
LOs tres eran generOsOs. Nada de asignarme un sueldO, y el restO para ellOs;
nO, señOr. A fin de mes partían en cuatrO lO ganadO, a cuentas que en me-
nOs de un añO pude casarme, y cOn buena casa prOpia instalada. LO únicO
que me exigían era que nO bebiera de más, y que me mantuviera atentO a
la radio para tOmar nOta de las sOlicitudes del día. Fecha, hora y lugar, tOdO
bien OrdenaditO en un cuadernO.

1¿Quién es Baudilio Toro Mansilla?


El dueño de la lancha.
El narrador del relato.
El patrón de la Isla Grande.
El mayor de los hermanos.
2¿Qué significa que Macario tenía “las manos benditas para el tallado”?
Que fue bendecido por Dios.
Que sus manos eran perfectas.
Que era bueno tallando madera.
Que le era fácil construir barcos.

3¿Quién se encargaba de anotar los eventos a los que asistían?


Macario.
Arístides.
Diosdado.
Baudilio.

Revisa tus respuestas en el solucionario y luego identifica tu nivel de aprendizaje, ubicando la


cantidad de respuestas correctas, en la siguiente tabla:
3 respuestas correctas: Logrado.
2 respuestas correctas: Medianamente logrado.
1 respuesta correcta: Por lograr.

Completa el siguiente cuadro, en tu cuaderno:


Mi aprendizaje de la clase númerofue:.

Responde las siguientes preguntas en tu cuaderno:

1. ¿Qué aprendí sobre los personajes?


2. ¿Para qué me puede servir este aprendizaje?
3. ¿En qué otra oportunidad puedo aplicar lo aprendido?

básico

Texto
escolar

A continuación, puedes utilizar las páginas del texto escolar correspondie


Cuento de autor
El texto que leerás a continuación está inspirado en la zona geográfica de Chiloé. Este relato narra la
historia de tres músicos y el capitán de la lancha que los transporta por los distintas islas. Se integran
algunas costumbres de la zona de Chiloé, su atmósfera mágica y personajes legendarios.

Los Tres Hermanos


Beatriz COncha
Conocí a Macario Rabel, el fabricante de rabeles, oriundo de
Cucao, allá por el año veintisiete, para el bautizo de la Albaluz, la
menor de mis hermanas. Macario ya era conocido por el arte
con que ejecutaba valses, cuecas y periconas, en el instrumento
que finalmente sustituyó su apellido. Por algo la Albaluz, de
apenas tres meses, al escuchar la melodía se puso a mover las
Beatriz Concha patitas; y ya vieja, hasta antes de morir seguía bailando como
(1942, Santiago)
una chiquilla.
Tras licenciarse en Artes Plásticas, recorrió todo Sudamérica trabajando como dibujante. Luego, esta actividad la unió
A más de alguien escuché decir que Macario tenía tratos con los
brujos, y que por eso su música sonaba como sonaba. Quizás
haya sido cierto... Para mí, eran habladurías de envidiosos.
Macario ganaba más plata que los alerceros y los pescadores,
eso era todo.
Diosdado Vihuela llegó después, el año veintinueve, y ese no
era chilote, no señor; porque ese era rubio, de ojos azules, y
hablaba raro. Según decían, venía de muy al norte; Estados
Unidos que le mentan. Debe haber sido hijo de algún gringo
maldadoso, porque a las claras se notaba que era mezcladito,
con la piel color chocolate, el pelo motudo y la nariz chata. Era
de verlo, tan niño y flaquito, sacándole música a la vihuela más
grande que él; tanto así, que tenía que tocarla parado. Ejecutaba
unos ritmos raros, como para dar saltitos, y tan alegres que los
pies se iban por su cuenta con solo es- cucharlo. Eso fue lo que
le ocurrió a don Pascual Lincomán, el lonco general de Chiloé.
Vocabulario Estaba tullido hacía diez años, y al oírlo, se levantó de su silla y
pericona: danza chilota de se puso a bailar. El suceso corrió de boca en boca por todo el
dos parejas interdependien- archipiélago. Al poco tiempo, hasta lo invitaban a tocar en las
tes que bailan sueltas, con fiestas que daba don Ciriaco Álvarez, el millonario maderero.
pañuelo. Y por último llegó el “franchute” Arístides, o Aristid, como se
mentar: mencionar o nom- nombraba a sí mismo haciendo gárgaras con la erre. A él lo
brar a alguien o algo. conocí cuando atravesamos, en la misma dalca, el canal de
vihuela: instrumento musical Chacao. Y lo que allí ocurrió lo vi yo con mis propios ojos. Tenía
parecido a la guitarra. un acordeón, tan chiquitito como el equipaje que llevaba en la
dalca: embarcación liviana. espalda. No bien se puso a tocarlo cuando aparecieron los
cahuel: tonina, delfín.
cahueles en gran número, y saltaron que era un gusto alrededor
de la dalca, nos siguieron hasta Ancud y yo seguí viaje hasta
donoso: que tiene gracia.
Achao.
Mayor que Diosdado y de una edad con Macario, era el más
bonito de los tres, y tenía alborotadas a todas las niñas de
Ancud. En ese entonces yo estaba haciendo mi servicio en la
armada. Muy donosito me veía con mi uniforme, pero ni así
conseguía que las niñas me miraran como lo miraban a él.

192192
Desarrollo

Y bueno… predestinados estaban a reunirse. Un día se encontraron los


tres en la minga de los Quintanilla, allá en Huillinco, y desde entonces no
volvieron a separarse, lo que les valió el apodo de los Tres Hermanos. Era
algo así como su nombre artístico porque, individualmente, fueron
apellidados por el instrumento que cada uno tocaba: Macario Rabel,
Diosdado Vihuela y Arístides Acordeón.
Vocabulario
Al poco tiempo de estar juntos, eran ellos los que daban lustre a cuanto
acontecimiento tuviera lugar, ya fuera procesión o velorio; matrimonio, lustre: brillo, esplendor.
minga o bautizo en la Isla Grande o en sus archipiélagos. Lo primero que comparencia: de compa-
se preguntaba la gente en corrillo después del evento era: ¿Y estaban los recer: presentación.
Tres Hermanos? quilla: pieza de madera o
Apurados se veían para satisfacer todas las comparencias, hasta que por hierro, que va de popa a
fin pudieron comprarse una lancha grande, bien equipada, con motor y proa por la parte inferior
del barco y en que se
radio. Y fue a mí, Baudilio Toco Mansilla, a quien contrataron como
asienta toda su armazón.
patrón de lancha para manejarla.
a cuentas: expresión po-
Querían bautizarla, y yo mismo les propuse que le pusieran la Pincoya, pular chilota que significa
para que la señora nos protegiera. “a fin de cuentas”.
Arístides le sugirió a Macario —que tenía manos benditas para el tallado almud: cajón con el
en madera— que tallara en alerce un mascarón de proa representando a que se miden diversos
la Pin- coya. Era un buen pedazo de tronco, y el Macario aprovechó la volú- menes de sólidos.
curva natural del madero para hacer la figura de una joven gordita que
parecía emprender el vuelo. Se ajustaba perfecta a la quilla, con el pelo y
los brazos abiertos hacia atrás en los costados, como si arrastrara en su
vuelo a la embarcación. Lo extraño era que los cuatro estábamos de
acuerdo en que así nos imaginábamos a la Pincoya.
Fueron tiempos de bonanza. Ni en sueños yo habría creído posible
ganar tan buena plata por ir, de fiesta en fiesta, en alegre compañía.
Los tres eran generosos. Nada de asignarme un sueldo, y el resto para
ellos; no, señor. A fin de mes partían en cuatro lo ganado, a cuentas que en
me- nos de un año pude casarme, y con buena casa propia instalada. Lo
único que me exigían era que no bebiera de más, y que me mantuviera
atento a
la radio para tomar nota de las solicitudes del día. Fecha, hora y lugar, todo
bien ordenadito en un cuaderno.
Con tal de tener a los Tres Hermanos, los solicitantes cambiaban las
fechas, adelantando o atrasando el evento para no toparse con
efemérides religiosa, porque esas son fijas. Y cuando se topaban dos
finados, entonces estudiábamos los antecedentes para darle preferencia a
uno u otro. No era cosa de plata, no señor; los tres ni pensaban en eso.
Era
cosa de moral, como en el caso de los Coñoecar y los Higueras.
Doña Leticia Higueras ofrecía doble paga para que asistieran al
velorio de su marido, pero ellos le dieron preferencia a doña
María Coñoecar, porque el finado era el hijo y el dolor de una
madre requiere de más consuelo. Y estaba el caso de los otros
Quintanilla, esos que eran muy pobres allá en Quenac. Un
vecino nos mandó por radio el mensaje: “Murió la abuelita
de los Quintanilla, pero no tienen plata. Entre los
vecinos podemos hacerles un almud de papas y un
barrilito de chicha si ustedes vienen a cuentas. Muy
buena era la abuelita”.
193
Y a Quenac fuimos, en circunstancias que ese mismo día se efectuaba en Chonchi el
velorio de uno de los Álvarez, parientes del Rey del Ciprés.
Una mirada me dio, tan solo eso, una mirada, para hacerme sentir
vergüenza cuando traté de hacerles ver que era más conveniente ir al
de los Álvarez. Si hasta ahora me arden las orejas. Es que ellos eran
así. Cuanto menos interés tenían en el dinero, este les llovía
mojándome a mí también. Y a medida que nuestra fortuna
aumentaba, crecían las habladurías. Quizás porque Macario era un
poco huraño, a él le colgaban la brujería. Si yo no hubiera estado con
ellos, hasta yo les habría creído; pero, no señor. ¡Yo era testigo de
que el dinero era bien ganado!
Apuradita navegaba la lancha, y arriba de ella creció el niño
Diosdado. Tanto que nos pasó a todos por más de dos cuartas de alto.
Teníamos que levantar la cabeza para mirar al morocho rubio. Je, je, y
era el más alegre de todos. Si todavía me río la vez que le gritó
“¡challa!” a doña Asunción Bórquez, y la bañó de pies a cabeza
Vocabulario cuando la señora iba a misa.
adusta: esquiva, arisca. Eso fue para la fiesta de chalilo allá en Curahue. Era un tremendo
manteo: ropa de paño que desacato, que nadie hubiera osado cometer con la adusta dama, por
llevaban las mujeres, de la mucha fiesta de la challa que fuera.
cintura abajo, ajustada y
cerrada por delante. Quince años que doña Asunción era viuda. Manejaba con mano de
hierro el astillero levantado por su marido y la industria de chicha de
algarabía: gritería confusa
manzana heredada de sus padres, los Bórquez Bórquez.
de varias personas que
hablan a Más negro que sus ropas era su pelo, partido en dos bandas que se
un tiempo. ocultaban bajo el manteo; pero peor era el luto que le asomaba por los
rebozo: capa o manto que ojos. Metidos en las cuencas miraban sin brillo, como si no vieran.
puede cubrir el rostro. Pálida y severa caminaba por la calleja, entre la iglesia y su casa,
yole: canasto. como una bella imagen de la muerte —porque era mujer hermosa— y
a su paso la saludaban los vecinos, con mucho respeto, aunque
después se persignaran con disimulo.
Todos quedaron consternados cuando pasó lo que pasó, ese
domingo previo al Miércoles de Ceniza. Risas y algarabías se
silenciaron, como si el tiempo se hubiera detenido en el rebozo de la
dama. Mojada como diuca, se volvió lentamente para mirar al osado
que tenía entre las manos el yole aún con agua. Entonces sucedió lo
inesperado: Ese rostro tallado en piedra se iluminó con una sonrisa,
y su blanca hilera de perlas respondió a la otra, la del Diosdado.
Con paso resuelto se acercó al morocho, le quitó el yole de las
manos y gritando “¡challa!” le arrojó al cuerpo lo que quedaba de
agua.
Nunca se vivió carnaval más alegre en Curahue; y ese mismo año, la viuda
contrajo nuevas nupcias con un alemán ricachón de Villarrica.
Hacia el año cuarenta y uno yo era ya un hombre rico, propietario de
casas en Castro, Ancud y Achao, y de una flotilla pesquera. Por el
contrario, los Tres Hermanos nada tenían aparte de su lancha y sus
instrumentos de música.
—¿Para qué comprar casa si la lancha nos da cobijo? Además, tener
casa trae casorio y ¿por qué amarrase a una sola mujer, habiendo
tantas y tan bonitas? —me replicaban cada vez que yo, preocupado
por su futuro les sugería que adquirieran una buena propiedad.

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