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Trabajo de Fin de Grado

Egipto: Las mujeres y


el poder en el Imperio
Nuevo.
Autor: Sara Guerrero Lores

Tutor: Dr. D. Francisco Javier Guzmán Armario

Grado en Historia

Curso académico 2016-2017

Fecha de presentación

Facultad de filosofía y letras

Universidad de Cádiz
Índice
1. Resumen: ............................................................................................................................................ 3
2. Introducción metodológica ............................................................................................................... 4
3. Imperio Nuevo: .................................................................................................................................. 5
3.1. Contexto geográfico. ................................................................................................................... 5
3.2. Contexto histórico. ...................................................................................................................... 7
3.3. Contexto social. ........................................................................................................................... 8
4. Las mujeres en la corte: .................................................................................................................... 9
4.1. La monarquía dual. .................................................................................................................... 9
4.2. Per Jeneret. ................................................................................................................................ 11
4.3. Reinas y el Más Allá. ................................................................................................................ 13
4.4. Las mujeres en el ejército ......................................................................................................... 15
5. Dinastía XVIII: ................................................................................................................................ 18
5.1. Contexto histórico. .................................................................................................................... 18
5.2. Ahmose-Nefertari, la esposa del dios. ..................................................................................... 19
5.3. Hatshepsut, la mujer que portó la doble corona. ................................................................... 21
5.3.1. El templo de Deir el-Bahari. Djeser Djeseru.................................................................. 23
5.4. El gineceo de Mi-Ur. ................................................................................................................. 24
6. Dinastía XIX: ................................................................................................................................... 25
6.1. Contexto histórico. .................................................................................................................... 25
6.2. Nefertari..................................................................................................................................... 26
6.3. Tausert. ...................................................................................................................................... 27
7. Conclusión. ....................................................................................................................................... 28
8. Bibliografía. ..................................................................................................................................... 29
9. Apéndice de figuras. ........................................................................................................................ 32

2
1.Resumen:

Este trabajo busca profundizar en el papel de la mujer en las altas esferas de poder
durante el Imperio Nuevo del Egipto faraónico y demostrar que su importancia en este ámbito
fue mayor que la contemplada hasta ahora. La elección del tema viene marcada porque creo
que a lo largo de la historia de la Egiptología no se ha considerado correctamente el papel real
de estas mujeres dentro de la política egipcia y que su aportación a las decisiones políticas hay
que tenerla merecidamente en cuenta. El interés en centrarme en el Imperio Nuevo (1550 a.C.
– 1069 a.C.) es debido a que hay más volumen de información, además de encontramos en
este periodo grandes ejemplos de poder femenino personificado en reinas como Nefertari y
Hatshepsut.

En este trabajo pretendo centrarme en las mujeres fuertes de los distintos reinados:
madres y esposas de reyes del Imperio Nuevo que tuvieron en su poder entronizar al siguiente
faraón y por lo tanto influir en la historia y en las relaciones dentro de la esfera de poder del
Egipto faraónico. Se hará un breve recorrido por los ejemplos más relevantes y una síntesis de
la base ideológica que nutre la monarquía en Egipto. Para ello utilizaré los trabajos previos de
investigadores que han hecho de las mujeres egipcias el centro de sus estudios.

Palabras clave: Mujer, Antiguo Egipto, Imperio Nuevo, Historiografía.

Summary: The target of this work is deepen the woman's role in the high quarters of power
during the New Empire from pharaonic Egypth and to demonstrate that her importance in this
ambit was higher than we believed. The choice of the subject is due to my opinion of the
underrated role of women along the history of the Egypthology regarding to the Egyptian
politics and her contribution to these questions deserves to be considered. The point of be
focused on the New Empire (1550 b.C – 1069 a.C) is due to the higher volume of
information, besides the huge examples of femenine power that we can find personified in
queens like Nefertiti, Nefertari and Hatshepsut.

3
In this work I pretend to focus on strong women from different kingdoms: mothers and
wives of kings of the New Empire who were able to enthrone the next pharaon, so they could
influence in the history and the relationships in the power sphere of pharaonic Egypth. We
will make a brief tour along the most significant temples and a synthesis of the ideologic base
which feeds the monarchy in Egypt.

Key words: Woman, Ancient Egypt, New Kingdom, Historiography.

2. Introducción metodológica

En Europa siempre se ha tenido una atracción muy marcada por la civilización egipcia
ya desde los siglos XVI-XVII, cuando empiezan las primeras expediciones a la tierra de los
faraones. El momento clave en el campo de la egiptología se halla en el descubrimiento de la
Piedra de Rossetta, evento ocurrido durante las expediciones napoleónicas de finales del s.
XVIII. Este descubrimiento, realizado por François Champollion, permitió un hallazgo tal
como descifrar la escritura egipcia, consiguiendo de este modo que el conocimiento sobre este
misterioso país aumentase de manera exponencial y que surgiera la disciplina de la
egiptología como especialidad independiente. Conocer la lengua de una civilización es
esencial para llegar a conocer su cultura a un nivel superior ya que esta queda reflejada en la
escritura.

Durante el s. XX los egiptólogos comenzaron a excavar por todo el territorio para


seguir desentrañando diversos enigmas, además de seguir perfeccionando el conocimiento en
el campo de la ya mencionada lengua egipcia. Actualmente los conocimientos que tenemos
sobre el Antiguo Egipto son muy amplios y los estudios siguen profundizando y descubriendo
nuevos hallazgos. Uno de los temas más investigados en la egiptología son los faraones y sus
reinados, algo tan natural como lógico, ya que es un campo de estudio que goza de una gran
cantidad vestigios que arrojan luz al asunto que estamos tratando. Y es que, a pesar de que se
han acercado mucho a la figura del faraón, apenas se ha trabajado la parte femenina de estos
reinados, dejando a las mujeres relegadas, como se ha venido haciendo hasta hace poco en la
historiografía occidental.

Desde 1960, cuando nació el concepto de género y su uso comenzó a ser bastante
frecuente en los estudios históricos, los estudios sobre la otra mitad de la humanidad han

4
crecido y aportado nuevos datos sobre estas mujeres olvidadas y su contribución a la
civilización desde tiempos remotos. Es en esta línea en la que he tratado de situar este trabajo:
profundizar en las mujeres que formaron parte del pasado de Egipto y en el verdadero papel
que jugaron en el devenir de los acontecimientos de esta cultura. Para ello he recurrido a los
autores que, antes de mí, han elaborados numerosos trabajos sobre esta temática y han
ayudado a desempolvar la verdad sobre las mujeres egipcias.

El objetivo principal de este trabajo es señalar la importancia de las reinas egipcias en


la historia política de Egipto y, más concretamente, en el reinado de los que formaron parte.
Este relevancia busca traducirse en lo que hoy se conoce sobre el Antiguo Egipto y, en un
ámbito más profundo y denso, en la introducción de las mujeres en el estudio del Egipto
faraónico como una parte más de la realidad del momento. También se trata de abrir una
nueva línea de investigación que asimile la perspectiva de género y revise los conocimientos
habidos hasta ahora y en los cuales tan solo aparecen varones. Para ello me he centrado en la
propia institución de la monarquía egipcia, donde la mujer (parte femenina de la misma) tiene
una relevancia derivada de la propia religión.

Dentro de la literatura egipcia encontramos el nombre de Ptahhotep, visir de la V


Dinastía que deja por escrito una serie de máximas. Estos proverbios datan del II milenio
antes de Cristo, y están redactados para dar consejo al hijo de Ptahhotep, Ankhu. En estas
máximas el escriba aconseja a su hijo que trate bien a su futura esposa, que no abuse de ella y
la deje administrar el hogar a su gusto como es su cometido. También destacamos el nombre
de Ani, un escriba de la XIX dinastía, dejó para la posteridad una serie de consejo donde
anima al lector a no olvidar a su madre, que lo crió con amor.

El lugar físico donde habitaban estas mujeres también será objeto de estudio, al igual
que sus tumbas y el papel que desempeñaban en el ejército. Por último, me centraré en
mujeres concretas que destacaron en el contexto del Imperio Nuevo y que, o bien junto a sus
maridos o bien en solitario, han sido relevantes de cara a entender el funcionamiento de
diversos sectores de Egipto.

3. Imperio Nuevo:

3.1. Contexto geográfico.

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Egipto está situado en lo que conocemos actualmente como Creciente Fértil 1, que
comprende las zonas del Levante mediterráneo y Mesopotamia. Al norte limita con el mar
Mediterráneo, donde desemboca el río Nilo (Fig. 1). Esta zona fue siempre un lugar de
encuentro entre la cultura egipcia y las demás culturas mediterráneas. Al este limita con el
Mar Rojo y la Península del Sinaí, donde entró en contacto con las culturas asiáticas que
acabarían convirtiéndose en aliados o enemigos de Egipto. Al oeste limita con una zona
desértica conocida por los egipcios como deshret, en contraposición a la tierra fértil kemet2.
Al sur limita con el país de Kush, actual Sudán.

El elemento más importante de la geografía egipcia es la hidrografía, personificada en


el río Nilo, elemento fundamental en la cultura de los egipcios. El río Nilo es uno de los más
largos del mundo con 6.500 km, nace en Etiopía y en la región de los Lagos de África
Oriental y desemboca, como ya hemos dicho con anterioridad, en el mar Mediterráneo, donde
forma un delta. El Nilo surge de la unión del Nilo Blanco, que nace en el Lago Victoria, y el
Nilo azul, que nace en el Lago Tana; ambos se unen a la altura de la actual Jartum (Sudán)
para formar el Nilo.

El clima egipcio es lo que conocemos como clima desértico, con inviernos templados
y veranos calurosos, donde la temperatura puede variar entre 0º y los 50º. Es una zona con
lluvias muy escasas, pero esto se equilibra con la crecida periódica del Nilo y la pluviosidad
del mes de septiembre que aumenta el caudal del río. La crecida del Nilo nutría las tierras
adyacentes al curso del río con el limo que arrastraba desde su nacimiento hasta el delta,
consiguiendo que una zona árida sea fértil.

Aunque Egipto sea una zona fértil no goza de una gran riqueza en madera, que
siempre tuvo que importar de otros lugares, sin embargo siempre fue prolífica en cuanto a
minería se refiere. Podemos encontrar algo de oro, plata, cobre, algunas piedras semipreciosas
y minerales. La geografía de Egipto lo convirtió desde un principio en un país aislado y difícil
de atacar, por lo que su sociedad siempre fue conservadora y poco dada a los cambios.

1
Término acuñado por el arqueólogo James Henry Breasted a principios del siglo XX para referirse al origen de
la agricultura en las regiones del Levante mediterráneo, Mesopotamia y Egipto.
2
Desheret se traduce como tierra roja en referencia al color de la arena del desierto y Kemet se traduce como
tierra negra en referencia al limo negro que depositaba el Nilo y la hacía fértil.

6
3.2. Contexto histórico.

Este trabajo se centra en el Imperio Nuevo, que comprende desde 1550 a.C. hasta
1069 a. C. Este periodo comienza con el final del primer periodo intermedio en 1550 a.C.,
cuando las élites egipcias tebanas y los hicsos asentados en Avaris, en el delta, entran en
guerra y los príncipes tebanos expulsan a los hicsos. El Imperio Nuevo termina en el 1069
cuando la monarquía pierde su poder y el clero de Amón se hace con la corona y divide el
país en dos.

Este nuevo periodo se caracteriza por la ampliación del territorio egipcio hacia las
zonas de Asia Menor y Nubia. La frontera del sur llegó a ampliarse hasta llegar a Abu Hamid
mientras que hacia el Este las conquistas llegan hasta el Éufrates, hasta el país de Naharina.
Los gobernantes de esta dinastía debieron asegurar los territorios conquistados que, en
muchos casos, protagonizaron revueltas contra el poder egipcio, como podemos ver en los
territorios de Siria, que nunca fueron completamente pacificados. Fuera de las fronteras
egipcias existían países enemigos de Egipto, como lo fueron Mitanni o Hatti y que
protagonizarían guerras contra el imperio egipcio.

Durante este periodo se incrementó el poder del clero de Amón, que poseía una gran
cantidad de tierras cultivables arrendadas a campesinos que le pagaban tributo, por lo que al
final de esta dinastía, Tutmose IV, aprovechando la situación de paz de su reinado, comenzó
una política de erección de templos dedicados al dios Ra para contrarrestar este poder
creciente que en el futuro amenazaría el propio poder real.

El suceso más destacable de esta dinastía lo encontramos en el faraón hereje


Akhenaton, coronado en un principio con el nombre de Amenhotep IV, que cambia en el 5º
año de su reinado. No nos encontramos solo ante un cambio religioso, muy destacable en una
sociedad conservadora como fue Egipto, donde el clero de Amón ostentaba un poder
importante, sino que también fue un cambio de estilo en el arte egipcio y un cambio de
capital, que pasa a ser Akhetaton (el horizonte de Atón), entre Tebas y Menfis.

Después de este periodo que dividió a la sociedad egipcia, el antiguo orden y los
antiguos dioses fueron restaurados con la subida al trono de un joven Tutankhamon que murió
siendo un adolescente y sin descendencia. Ante este hecho Ay, personaje muy influyente
durante el reinado de Akhenaton y Tutankhamon, consiguió la doble corona, pero tampoco le

7
duró mucho siendo su sucesor un general del ejército, Horemheb que nombraría sucesor al
fundador de una de las dinastías más importantes de Egipto: la Ramésida.

Los Ramésidas comprenden los soberanos de las dinastías XIX y XX, personificaron
la época dorada de Egipto y, a su vez, los últimos gobernantes de la XX dinastía suponen el
declive de esta milenaria civilización. El monarca más importante de la dinastía XIX es
Ramsés II, conocido con el sobrenombre de “El Grande”. Este monarca extendió los límites
del territorio luchando contra los hititas, uno de los enemigos del imperio egipcio, y también
llevó a cabo una política de construcción de grandes monumentos que ha pasado a la historia.
Este rey fundó una nueva capital en la zona del delta que bautizó con el nombre Pi-Ramsés y
que se hizo necesaria por la alta actividad militar en la zona de Asia Menor.

En la dinastía XX destacamos a Ramsés III, cuyo reinado vivió el ataque de los


conocidos como Pueblos del Mar. Este nombre reconoce a una serie de pueblos
mediterráneos y de Oriente Próximo que atacaron las fronteras egipcias debido a la mala
situación de sus zonas de origen. Estos pueblos acabaron asentándose en ciudades como Pi-
Ramsés o Menfis. Ramsés III murió por las conspiraciones urdidas en el Harén Real de
Tebas3.

3.3. Contexto social.

No encontramos cambios sustanciales en la sociedad egipcia tras el comienzo del


Imperio Nuevo. En la cima de la jerarquía siguen el faraón y su familia, aunque debemos
añadir que, durante este periodo, el faraón destaca sobre todo por sus habilidades militares
debido a las constantes guerras en las que se ve envuelto Egipto en estos momentos. Otro
cambio significativo, en el que más tarde profundizaremos, es la entrada en el harén de
princesas extranjeras entregadas en matrimonio al faraón para consolidar alianzas y de
mujeres que no portan sangre real4.

Los grandes funcionarios reales desplazan a las grandes familias terratenientes, a estos
puestos acceden militares y extranjeros de provincias bajo el control egipcio. En este apartado
podemos introducir a los grandes sacerdotes de los grandes templos que ya hemos
mencionado anteriormente, cuyo poder va en aumento. También encontramos dentro de este

3
Parra, J.M. (2016). El asesinato de Ramsés III. Madrid. La Aventura de la Historia, Nº 182. Pp. 48-50.
4
Panyella, I. (2010) Las reinas de Egipto Madrid, Revista Historia, Nº 72. p. 46.

8
marco a los generales del ejército y grandes mandos. Bajo estas categorías está el grueso de la
población egipcia formada por una masa heterogénea donde los grupos más destacados son
sacerdotes de menor categoría, escribas, artistas y artesanos además de militares de menor
graduación y, los menos tenidos en cuenta, el gran grupo de campesinos que trabajaban las
tierras de Egipto. Hay un debate asentado sobre la última categoría social: los esclavos. La
esclavitud en Egipto siempre se ha tratado desde la perspectiva greco-romana de la esclavitud
y la libertad. La esclavitud existió durante el Imperio Nuevo y fue fomentada por las
continuas conquistas exteriores, estos esclavos eran vendidos pero no perdían su capacidad de
oseer dinero. Nos encontramos pues con una sociedad que no ha cambiado en lo esencial pero
que comienza a enfrentar hechos que en el futuro harán tambalearse los cimientos de todo el
sistema cultural egipcio y que acabarán con el derrumbe de esta gran civilización.

4. Las mujeres en la corte:

4.1. La monarquía dual.

Egipto tiene una cultura propia y única, para entender la importancia de las reinas en
esta civilización, debemos empezar hablando de un principio muy importante egipcio, en esta
civilización todo presenta un principio femenino y otro masculino. Ambos están fuertemente
relacionados y no existen el uno sin el otro, esto queda reflejado en el panteón donde cada
dios está unido a una diosa5. Sea cual sea el mito de la creación que usemos de referencia en
Egipto, todos concuerdan en que los dioses que han sido creados, pronto se emparejan y dan
vida a otros dioses. Estos mitos, destacando el de Isis y Osiris, son la base ideológica de lo
que será la monarquía egipcia6.

Tenemos en estos mitos creadores la primera referencia que debemos tener en cuenta
en este trabajo; la pareja de dioses compuesta por Osiris e Isis. Si usamos el mito de la
creación de Iunu (Heliópolis) vemos cómo en un principio solo existía el Nun, el mar
primordial del que surgiría Ra. Este dios a su vez engendró a Shu y Tefnu que a su vez
tuvieron dos hijos: Geb y Nut. Estos dioses alumbraron a cuatro dioses, siendo estos: Osiris,
Seth, Isis y Neftis. Hasta aquí hemos comprobado cómo los dioses son creados en parejas, con

5
Graves-Brown, (2010). Dancing for Hathor. Women in Ancient Egypt. Reino Unido, p. 130.
6
Hawass, Z. (2009). Silent Images: Women in Pharaonic Egypt, El Cairo, p. 28.

9
un componente masculino y uno femenino7. Mientras que una mujer en solitario podía llegar
a tomar el papel de faraón, ya que ella encarna una parte masculina desde su feminidad y no
precisa de un marido humano (puede aludir a su unión con un dios)8, no veremos ningún
faraón hombre sin esposa real ya que ella es indispensable para sostener el orden.

Osiris heredó de su padre Geb, la tierra para gobernarla y tomó como esposa a su
hermana Isis, cuyo nombre significa “el trono” o “la sede” para sostener el poder real. Vemos
en este mito no solo la necesidad de un principio femenino y uno masculino en la monarquía,
sino la base para los matrimonios incestuosos que se vivieron comúnmente en la corte de
Egipto910. El mito continúa con el asesinato de Osiris a manos de su hermano Seth llevado por
los celos. Ante el cadáver inerte de su marido, Isis lloró rota por el dolor, y estas lágrimas
devolvieron la vida a su esposo que desde entonces gobernaría el reino de los muertos. Aquí
podemos observar igualmente el don de dar la vida de las mujeres, tan apreciado en la
sociedad egipcia. Isis no solo devuelve a la vida a su marido, sino que también da a luz al hijo
de ambos, Horus. Este dios reclama el trono de Egipto que había sido usurpado por su tío
Seth, Horus lo recuperara en gran medida por la ayuda de su madre, que usa “toda su
sabiduría de mujer”11 para convencer a la asamblea divina a favor de su hijo. Tenemos pues
asentadas las bases del gobierno egipcio: la dualidad y el incesto. Estos dos aspectos están
presentes desde el momento mismo en el que la monarquía se instaura en Egipto, hasta que
muere Cleopatra VII y cae el imperio.

El linaje se transmitía por vía materna, por lo que si alguien quería sentarse en el trono
de Egipto, debía hacerlo de manos de una descendiente de sangre real12. Cuando un hijo varón
del faraón era llamado al trono, lo primero que debía hacer era desposarse con una de sus
hermanas o medio-hermanas para legitimar así su descendencia. El harén real, del que
hablaremos más adelante, estaba poblado por las hermanas del rey, de una de las cuales
nacería el próximo faraón y la próxima Esposa Real. Este sistema no solo era usado por los
herederos legítimos, cuando una nueva dinastía ocupaba el trono lo hacía siempre
desposándose con alguna descendiente de la dinastía anterior, una mujer que portara la sangre
divina y se la transmitiera a sus descendientes.

7
Velasco, J. I. (2007). Egipto eterno 10000 a.C. – 2500 a.C. Madrid, p.53.
8
Jacq, C. (1997). Las egipcias Barcelona, p. 19-20.
9
AA.VV. (2016). Las reinas y la transmisión de poder en el Egipto faraónico Barcelona, vol. 26 p. 1542.
10
Graves-Brown, (2010). Op.cit., Pp. 133-134.
11
Bedman, T. (2007). Reinas de Egipto: el secreto del poder. Madrid, p. 17.
12
Panyella, I. (2010) Las reinas de Egipto Madrid, Revista Historia, Nº 72. p. 38.

10
En el Imperio Nuevo vemos como este hecho se repite, los príncipes tebanos que
fundan la XVII dinastía se desposaron con mujeres con la sangre de los faraones de la XII
dinastía, además de aparecer con un título nuevo: Esposa del dios. Este título será dado a las
primogénitas, aunque hay casos donde las Esposas ejercen estas funciones sin portar el título.
El primer soberano de la dinastía XVIII, Ahmosis, debía desposarse con una princesa de
sangre real para obtener el apoyo necesario para ser faraón, en este caso Ahmosis tenía tres
hermanas siendo Ahmosis-Nefertari la elegida para ser la Gran Esposa Real. Es a partir de
este momento donde se crea una casta de mujeres que serán reconocidas por su nombre y que
quedarán marcadas con él para ser las herederas de la sangre pura. Estos nombres son los de
Ahmosis y Nefertari13.

4.2. Per Jeneret.

Este es el nombre egipcio para el lugar donde vivían las mujeres y los hijos de los
soberanos, no debemos confundir con los harenes musulmanes ya que en este lugar las
mujeres no estaban aisladas del mundo exterior y los hombres podían entrar en él sin
dificultad14. Aunque traduzcamos por comodidad este término por harén, el significado de
ambos términos no debe confundirse, jeneret se refiere al lugar físico donde vive la familia
del monarca15. Las funciones de este lugar son muy claras y pasan por servir como vivienda a
las mujeres relacionadas con el soberano y a los hijos del rey, educar a los hijos del rey y a
algunos hijos de altos funcionarios, otorgar una educación musical a las mujeres16, y por
último, alimentar y aprovisionar a la familia real para lo que contaba con tierras propias. No
existía una sola per jeneret, sino que había varias repartidas por todo Egipto que se dedicaban
a la confección de telas como parte de su sistema económico.

Dentro de este recinto existía una jerarquía, la Gran Esposa Real estaba a la cabeza de
todas las per jeneret de Egipto y las administraba. La Gran Esposa Real era la esposa
principal del soberan pero, a su vez, representaba el papel de diosa junto al faraón.
Acompañaba al monarca durante las ceremonias para mantener la necesaria dualidad
masculino-femenino aunque la reina no está en igualdad absoluta frente al monarca, que

13
Seidel M., Schulz R. et alii (2007). Egipto. El mundo de los faraones. China, p. 143.
14
Muñoz Fernández M. E. (2014). Espacio y mujer en el Antiguo Egipto Universidad da Coruña, pág. 143.
15
Graves-Brown, (2010). Dancing for Hathor. Women in Ancient Egypt. Reino Unido p. 136.
16
AA.VV. (2016). La educación infantil Barcelona, vol. 5 p. 276.

11
ostenta el poder17. Encontramos casos en el que este título es ostentado por más de una mujer,
durante el reinado de Ramsés II serán sus esposas Nefertari e Isis-Nofret quienes porten el
título.

La madre del rey no tenía por qué coincidir con la Gran Esposa Real del reinado
precedente, a causa de la alta mortalidad infantil no siempre el hijo de la Gran Esposa Real
vivía lo suficiente para reinar y el trono lo ocupaba el hijo de una esposa secundaria. La
madre del faraón recibía el título de “Madre del Rey” y una categoría superior dentro del
harén, la mayoría de “Madres del Rey” eran muy apreciadas por sus hijos y recibían honores
durante su reinado. Las esposas secundarias solo ostentaban el título de “Esposa Real” que se
venía usando desde el Reino Antiguo, muchas de ellas acaban convirtiéndose en “Madre del
Rey” como ya hemos visto, esto conllevaba rivalidad entre las esposas para llevar a sus hijos
al trono de Egipto, llegando a ocurrir auténticas conspiraciones como la ocurrida durante el
reinado de Ramsés III, que acabó con la muerte del soberano. Las esposas secundarias tenían
por cometido darle hijos e hijas al monarca, algunas eran extranjeras y eran entregadas al
faraón para sellar alianzas con pueblos vecinos, como vemos en los casos de princesas hititas
en el harén de Ramsés II, aunque muchas de ellas nunca llegaban si quiera a ver a su marido.

Las hijas del rey nacían con el título de “Hija Real” usado desde la III Dinastía, tenían
una serie de privilegios dignos de su estatus como disfrutar de un séquito propio y heredar de
sus madres títulos y cargos. Estos cargos pueden ser títulos de la corte o títulos religiosos que
conllevaban funciones sacerdotales. Estas hijas no tenían la obligación de casarse sino que
podían permanecer solteras y vivir en el harén, si contraían matrimonio lo hacía con alguien
de la familia real o, en pocas ocasiones durante el Reino Nuevo, con altos funcionarios a los
que el faraón concedía estos privilegios para asegurarse su fidelidad. Las hermanas y tías del
rey se asegurarán de añadir estos títulos a su persona durante este periodo, indicando la
cercanía familiar con el monarca, buscando sus favores18. También encontramos mujeres que
no pertenecen directamente a la familia del rey pero que conviven dentro de esta institución.
Comenzamos por los “Ornamentos reales” que pueden ser tanto concubinas como mujeres de
la corte que habían conseguido el favor del rey. Podían llegar a convertirse en esposas
secundarias o ser dadas en matrimonio a altos funcionarios de la corte después de que hayan
dado a luz a un hijo del faraón.

17
Muñoz M. E. (2014) Aproximación a la mujer en el antiguo Egipto. Servicio de publicaciones de la
Universidad da Coruña. p 143.
18
Cubas Contreras M.I. (2015) La casa Jeneret Egiptología 2.0 vol. 1 Pp. 29-39.

12
Es muy probable que solo la madre del rey, la Gran Esposa Real y sus hijos vivieran
en el palacio que habitaba el faraón, el resto de la familia real estaría diseminada por los
distintos harenes de Egipto. Esta cercanía entre la Gran Esposa real y el faraón no era solo
física, este título, en muchas ocasiones, llevaba implícito la importancia que daba el propio
rey a las opiniones de su esposa. Tenemos el ejemplo de la reina Tiyi, esposa de Amenhotep
III, que aconsejaba a su esposo, y más tarde a su hijo, cuando escribía a príncipes extranjeros
llegando incluso a escribir ella directamente. Sabemos que cuando su hijo subió al trono, el
rey Tushratta de Mitanni escribió a la madre del rey para que se mantuvieran las buenas
relaciones entre ambos países19.

Podemos concluir diciendo que el papel de la Gran Esposa Real, además de dar un
heredero y una heredera al trono de Egipto, es apoyar a su esposo en política y, en algunas
ocasiones, tomar parte activa en el mando del país. Este ejemplo se ve con claridad durante
las regencias de los faraones que suben al trono demasiado jóvenes para gobernar. La figura
de madre regente la encontramos desde el Reino Antiguo donde vemos los ejemplos de
Meryre-Ankhemes, esposa de Pepi I y regente de su hijo Merenra I. A comienzos del Reino
Nuevo tenemos a Ahhotep, madre de Ahmose, que fue la regente de este soberano en un
periodo de tiempo convulso20. Este soberano erigió una estela en Karnak elogiando las
virtudes de su madre que consiguió acabar con la oposición a la corona, en su tumba se
encontraron moscas de oro, una condecoración militar al valor, siendo la primera mujer en
recibir una condecoración militar21.

4.3. Reinas y el Más Allá.

Hablar del más allá es hablar de uno de los aspectos más importantes durante el
reinado de un faraón y de cualquier egipcio, fuera del nivel social que fuera. Todos buscaban
tener lista su morada para la eternidad, donde reposaría su cuerpo físico mientras su alma
iniciaba el viaje por el inframundo. El Más Allá de los Egipcios era una prolongación de la
propia vida terrenal, sería un lugar que reflejaría la vida rural que tanto se alababa en Egipto y
donde Osiris gobernaría.22 La muerte es uno de los pilares de la cultura egipcia, donde dejar
este mundo conllevaba una serie de ritos, como la apertura de la boca, que aseguraba que el

19
Desroches Noblecourt, C. (1999). La mujer en tiempos de los faraones Madrid, p. 54.
20
Graves-Brown, (2010). Dancing for Hathor. Women in Ancient Egypt. Reino Unido p. 145.
21
Desroches Noblecourt, C. (1999) op.cit., p. 43-44.
Velasco, J. I. (2007). Egipto eterno 10000 a.C. – 2500 a.C. Madrid, p. 81.
22

13
difunto llegaría a la otra orilla. Conocemos enterramientos desde las primeras dinastías,
encargados de preservar el cuerpo mortal del faraón y altos dignatarios del gobierno. La
muerte era una parte importante de la vida de los egipcios, y no fue menos para sus mujeres.

Durante el Reino Antiguo los soberanos, grandes constructores de pirámides,


mantienen a sus esposas cerca construyéndoles complejos funerarios de menor tamaño como
la tumba de Jentkaus I en Guiza. En el Reino medio las mujeres de la familia real también son
enterradas con gran dignidad, conocemos el ejemplo del complejo funerario de Mentuhotep
II, donde sus esposas e hijas son enterradas junto al soberano23. En el Reino Nuevo, objeto de
este trabajo, nació lo que hoy conocemos como el Valle de las Reinas (Fig. 2), donde se
reúnen las grandes reinas e hijas reales de este periodo. El auge del Valle de las Reinas llega
con la XIX Dinastía cuando Ramsés I decide edificar una tumba para su esposa Sitra, después
de la XX Dinastía no vuelven a enterrarse aquí. Se encuentra al sudeste del Valle de los Reyes
y recibió el nombre de Ta Set Neferu24. El Valle de las Reinas fue descubierto entre los años
1903-1906 por un equipo de arqueólogos del Museo Egiptológico de Turín, dirigidos por
Ernesto Schapiarelli, director del Museo. En el valle se encuentra una gruta con un significado
místico, simularía el útero de Hathor que representaría la resurrección de los allí enterrados25.
Encontramos dos tipos de tumbas: los pozos funerarios, sencillos y sin pintura parietal que
coinciden con las tumbas de la XVIII dinastía y las grandes tumbas de las dinastías XIX y XX
con decoración y arquitectura más compleja. A partir de la dinastía XXI se entierra en este
espacio a personas que no forman parte de la familia real como grandes visires y grandes
funcionarios que son agasajados con este honor.

La tumba de Nefertari nos sirve para hablar de otro aspecto de la cultura egipcia: la
vida después de la muerte. Es uno de los pilares fundamentales de esta civilización milenaria
estando presente en todos los aspectos de la vida de los antiguos egipcios. La vida después de
la muerte es uno de los aspectos más conocidos de los egipcios, conocemos cómo se
enterraban y los mitos que rodeaban esta “travesía” si el juicio les era favorable. El aspecto
que hay que destacar en este punto es la resurrección, que en la mitología egipcia tiene dos
vertientes: la solar y la osiriana, la solar corresponde a un significado cíclico mientras que el
osiriano tiene un componente de regeneración lineal. La regeneración cuenta también con un
aspecto sexual completado por la presencia de una diosa, hija del propio sol, con la que se

23
Desroches Noblecourt, C. (1999). La mujer en tiempos de los faraones Madrid, p. 100.
24
El lugar de la belleza.
25
AA.VV. (2016). El valle de las reinas Egiptomanía. Barcelona, vol. 10 Pp. 568-573.

14
acuesta y de la que vuelve a nacer26. En las tumbas del rey, de hombres de la familia real y de
altos cargos, aparece la asimilación del difunto a Osiris usando el nombre como epíteto de su
propio nombre. Estos difuntos realizan el mismo viaje que realizan la deidad solar y el dios
Osiris para volver a nacer, son las mujeres de la familia (esposas, hijas, hermanas…) las que
toman el rol de diosa solar para tomar parte en la resurrección del difunto.

Pero lo interesante es que también las mujeres son asimiladas al dios Osiris al fallecer
y también realizan el mismo viaje hacia la resurrección, este hecho queda reflejado en la
tumba de Nefertari, antes mencionada, donde debemos destacar la importancia del hecho de
que su esposo, Ramsés II, no aparezca representado ni nombrado en toda la decoración e
inscripciones de la tumba. Anne Roth27 estudia este hecho y da su explicación personal, esta
es que Osiris-Nefertari posee un género fluido coexistiendo en su misma persona un principio
femenino y otro masculino por lo que el papel de diosa solar lo tomaría ella misma a la vez
que es el mismo Osiris que va a renacer. Este explica que no haga falta la figura del esposo en
la tumba ni ninguna otra persona que tome el papel de diosa solar, ya que es la propia difunta
quien encarna los dos principios.

4.4. Las mujeres en el ejército

El Reino Nuevo se caracteriza por su marcado componente militar28, durante este


periodo Egipto se enfrenta a numerosos enemigos tanto fuera como dentro de sus territorios.
Es durante la restauración monárquica egipcia del Segundo Periodo Intermedio que este
enfoque militar tiene lugar, los primeros monarcas de las dinastías XVII y XVIII llegan al
poder por su liderazgo bélico contra el invasor extranjero, a partir de entonces todos los
monarcas, y sus esposas, de esta etapa tuvieron que demostrar este mismo ímpetu y destreza.
No solo cambia el carácter de sus faraones, como ya hemos visto también cambia el papel de
las mujeres gobernantes.

Hasta este momento el faraón es representado con atributos guerreros ya que es en este
periodo cuando esta característica es más importante. Aparecen relatos sobre sus batallas y
victorias, como el relato de la batalla de Qadesh comandada por Ramsés II, que quedó

26
McCarthy, H. L. & McCarthy, H. (2002). The Osiris Nefertari: A Case Study of Decorum, Gender, and
Regeneration. San Antonio, 173-174.
27
Roth A. M. (1999). The absent Spouse: Patterns and Taboos in Egyptian Tomb Decoration, JARCE Pp. 37-
53.
28
Parra, J. M. (Coord.) (2009) El Antiguo Egipto Madrid. Pp. 295-296.

15
reflejada en una de las paredes de su templo en Abu Simbel (Fig. 3). Las dos maneras de
representar al faraón en su faceta de guerrero fueron principalmente dos: la escena donde el
faraón golpea a sus enemigos y la escena del faraón convertido en esfinge que pisotea a sus
adversarios (Fig. 4). A partir del Imperio Nuevo no solo los hombres son representados de
esta manera sino que también mujeres, reinas, se muestran en escenas emulando a sus maridos
y padres, golpeando a sus enemigos y pisoteándolos (Fig. 5).

El papel de las mujeres en relación a lo castrense es más activo en esta civilización que
en otras coetáneas al igual que el propio papel de reina es más amplio que el de otras,
podemos ver a mujeres de la realeza imponiendo un liderazgo fáctico o simbólico, insuflando
valor en las tropas antes de partir, sobre las huestes como veremos a continuación. Esta
actuación puede dividirse en tres vertientes: La participación en batalla, el liderazgo
administrativo y el liderazgo simbólico. Lo más difícil de demostrar es que estas mujeres
lideraron realmente a las tropas, aunque hay ciertos indicios que luego expondremos que
apoyan este hecho, lo que no puede negarse es que estas reinas ejercieron un liderazgo
administrativo y simbólico. Este papel pudo ser representado mientras sus maridos o hijos
estaban batallando fuera de las fronteras o cuando el faraón aún era demasiado joven para
comandar tropas.

El primer ejemplo concreto es el de Iahhotep, esta reina asistió a su hijo Ahmose


durante la minoría de edad del monarca durante la que tuvo que gobernar durante un periodo
de guerra, aunque no se pueda demostrar taxativamente que esta reina entró en combate, al
menos se puede asumir que tomó el control administrativo del ejército. Su hijo le erigió una
estela en Karnak donde refleja la ayuda de su madre durante su reinado y menciona que esta
acabó con las insurrecciones29 dentro del territorio, aunque no se precisa si fue durante la
regencia de su hijo o cuando este se hallaba ausente combatiendo30. No solo este hecho apoya
la teoría antes expuesta, también se menciona que en la tumba de esta mujer, en Tebas,
aparece un collar con moscas de oro, un distintivo militar al valor31 que solo se concedía a
miembros del ejército que demostraron su valor en el campo de batalla (Fig. 6).

Hatshepsut también nos deja una estela de pinceladas sobre su actuación con las
huestes. Esta reina gobernó en solitario como faraón, al asumir este papel masculino también

29
Castro Jiménez, N. (2011) La reina Ahhotep Amigos de la Egiptología.
30
Graves-Brown, (2010). Dancing for Hathor. Women in Ancient Egypt. Reino Unido p. 38-39.
31
Gestoso Singer, G. (2009). Queen Ahhotep and the “Golden Fly” Buenos Aires, Cahiers Caribéens
d’Egyptologie nº 12.

16
debió demostrar su valía en el campo de batalla para legitimar su poder como harían todos los
reyes del Imperio Nuevo. Hay que añadir que muchas representaciones pictóricas de
monarcas en batalla no fueron reales, así que no son una prueba absoluta de la presencia en la
guerra de estos caudillos, son más bien representaciones del faraón-dios reestableciendo el
Maat. Las pruebas que tenemos de la presencia en batalla de esta faraón son dos: primero
tenemos un tesoro del Bajo Egipto conocido como la Inscripción de Ty, se encontró en la isla
de Sehel, en Asuán. En él aparece un texto donde el dueño relata haber combatido junto a un
rey llamado Maatkara, uno de los nombres de coronación de Hatshepsut, y que vio al
gobernante derrotando a los nómadas nubios32. El otro es una inscripción en la tumba de
Djehuty en Dra Abu´l-Naga donde se relata el botín que este soberano consiguió del país de
Kush y habla específicamente de la soberana como mujer. Esta reina, a su vez, aparece
representada como esfinge pisoteando a sus enemigos aunque ya vemos que sirve tanto para
el faraón como para sus esposas, en este caso es una mujer. Aunque estos indicios no son
argumentos absolutos para la presencia real de Hatshepsut en batalla no podemos negar
categóricamente que no formara parte de algún combate.

A veces, aunque las mujeres no aparezcan ataviadas con estos símbolos de guerra
aparecen en las escenas con sus maridos como ocurre con Tutmosis IV que aparece
acompañado de su mujer mientras sujeta la cabeza se sus enemigos (Fig. 7). La esposa de
Amenhotep III aparece sentada en un trono, como su marido, mientras a sus pies se
representan a mujeres cautivas bajo su poder, también es representada como esfinge
destruyendo a sus detractores. Nefertiri, la esposa de Amenhotep IV. Aunque fuera un faraón
hereje y tratara de derribar la religión egipcia, debía seguir respetando estas tradiciones ya que
si el faraón no demostraba su poderío militar podría ser una invitación para que las fuerzas
enemigas amenazaran su posición. Nefertiti también aparece golpeando a sus enemigos y en
forma de esfinge, estos ejemplos apoyan la teoría de que esta reina gobernó en conjunto con
su marido y que, incluso, a su muerte reinara en solitario como ya hizo Hatshepsut años
atrás33.

32
Graves-Brown, (2010). Dancing for Hathor. Women in Ancient Egypt. Reino Unido p. 151.
33
Carney, E. (2001). Women and Military Leadership in Pharaonic Egypt Greek, Roman, and Byzantine
Studies. Pp. 25-41.

17
5. Dinastía XVIII:

5.1. Contexto histórico.

El Segundo Periodo Intermedio fue un momento de inestabilidad, los hicsos se habían


hecho con el control de la zona del Delta, dejando un país dividido y gobernado por dos
dinastías distintas, una de ellas extranjera. Durante años la zona del Alto Egipto se mantuvo
bajo la influencia de caudillos egipcios, aunque subordinados al faraón extranjero, hasta que
la XVII dinastía se lanzó a la reconquista del territorio desde Tebas para recuperar la unidad
de las dos tierras. Fue Sekenenra Tao II con quién inició la guerra abierta entre ambos
extremos de Egipto, el Papiro Sallier nos habla de que la guerra comenzó porque al faraón
hicso mandó una misiva al príncipe tebano porque los hipopótamos de su estanque no lo
dejaban dormir, a pesar de que su palacio estaba a 800 km. Esto solo fue una provocación que
Senkenenra Tao II aprovechó para comenzar la reconquista34. Murió durante la guerra, las
evidencias de su momia no dejan lugar a dudas ya que aparecen heridas violentas por todo el
esqueleto.

Lo sucedió su hijo, Kamose, que también murió pocos años después, sin
descendencia35. Entonces el faraón pasó a ser un niño, Ahmose, hermano y futuro esposo de
Ahmose-Nefertari. Iahhotep gobernó durante la minoría de edad de sus hijos. Ahmose dedicó
su reinado a expulsar a los hicsos del Bajo Egipto que se parapetaban en la ciudad de Avaris,
en el Delta. Durante este periodo se desarrollaron varias dinastías de forma paralela, llegando
a coexistir en el tiempo36. La XV corresponde a gobernantes hicsos y la XVI y XVII a
príncipes tebanos37. Ahmose conquistó Menfis y consiguió que Avaris, la capital de los
hicsos, capitulara, viéndose estos obligados a replegarse en Sharuhen (palestina). Tras un
asedio de tres años también consiguieron tomar la ciudad y recuperar el control de las dos
tierras para volver a unificar el poder, esta vez en Tebas.

Es durante este ciclo cuando Egipto llega a representar una verdadera potencia
mundial. Los reyes del Reino Nuevo se afanan por mantener las tierras que ya tienen y, sobre
todo, en ampliarlas para gloria de su pueblo. La frontera del sur, hacia el interior del

34
Castro Jiménez, N. (2011) La reina Ahhotep Amigos de la Egiptología.
35
Cubas Contreras, M.I. (2016). Las reinas tebanas de la XVII dinastía y la expulsión de los hyksos Egiptología
2.0 vol. 5 p. 62.
36
Íbidem p. 59.
37
Seidel M., Schulz R. et alii (2007). Egipto. El mundo de los faraones. China. p. 528.

18
continente africano, se extiende hasta la quinta catarata, cerca de Abu Hamid; hacia el noreste
llega hasta el Éufrates hasta el país de Naharina. Muchos de estos territorio, aunque siendo
conquistados, no llegan a estar gobernados directamente por el faraón, sino que son príncipes
nativos de confianza quienes se prestan a esta tarea. Este imperialismo estaba orientado a la
adquisición de materias primas que escaseaban en Egipto38.

5.2. Ahmose-Nefertari, la esposa del dios.

Ahmose-Nerfertari fue hija de Ahhotep y Sequenenra Tao II, el rey de la XVII dinastía
que comenzaría la liberación del territorio, además del padre del sucesor al trono, Ahmose.
Fue ella, heredera de una mujer tan importante como lo fue Ahhotep, la elegida para reinar
junto a Ahmose y con la que se instauró una dinastía de reinas que darían a luz a los reyes de
la XVIII dinastía. En algunas ocasiones esta línea se vería interrumpida pero, gracias a los
nombres de los gobernantes, podemos diferenciar los reyes que descienden de la línea de
Ahmose-Nefertari, aquellos con el nombre de Amenhotep, y los de líneas secundarias, de
nombre Tutmosis39.

El título de “esposa del dios” alcanza su máxima importancia durante el Imperio


Nuevo, normalmente designaba a la Gran Esposa Real que, además, era primogénita.
Conocemos los casos de Sat-Amon, de la XVII dinastía, y una princesa llamada Ahmose, la
siguiente en portar este título fue la propia Ahmose-Nefertari. Este título se transmitió a través
de su propia línea sucesoria y se encargaron de una serie de prerrogativas que el título les
otorgara y que tuvieron que ver principalmente con el culto al dios Amón 40. El título les daba
acceso a lugares que, en condiciones normales, solo llegarían hombres, como es el caso del
ritual de Amenhotep I que parece que Ahmose-Nefertari, su abuela, ayudó a redactar41 y estar
a cargo del tesoro del templo. El título nació durante la X dinastía, pero en este caso lo
portaban mujeres que no formaban parte de la realeza, vírgenes que rendían culto a Min,
Amón y Ptah42. Después de la propia Ahmose-Nefertari, este título lo heredaron sus hijas,
SatAmon y MeritAmon.

38
Seidel M., Schulz R. et alii (2007) Egipto. El mundo de los faraones. China, p. 143.
39
Bedman, T (2007) Reinas de Egipto. El secreto del poder. Madrid, p. 94-96.
40
Laporta, V. (2014) Formas arquetípicas. La reina egipcia durante la Dinastía XVIII (Reino Nuevo): Ahmosis-
Nefertari y Hatshepsut. Revista Mundo Antiguo, nº 6, p. 7.
41
Jacq, C. (1997) Las egipcias Barcelona, p. 56-57.
42
Laporta V. & Gestoso, G. (2010) Life and afterlife of Ahmose-Nefertari Papyrus électronique des
Ankhou. P. 1.

19
Hay otro título portado por Ahmose-Nefertari que debemos destacar, es el de
“segundo profeta de Amón”43. Que una reina llevara esta titulatura era poco convencional
debido al hecho que el sacerdocio de Amón está reservado a los hombres44, pero en este caso,
un cargo tan importante como ser sacerdote de uno de los dioses principales de la monarquía,
recae en una mujer. Pero no lo llevó para siempre ya que su esposo, el rey, compró el título a
la reina Ahmose-Nefertari a cambio de tierras, siervos y oro suficiente como para construir
una residencia para las bailarinas y músicos que formaban parte del culto a Amón. Con todos
estos títulos y prerrogativas la reina tendría libertad en ciertos aspectos, como el tesoro del
templo de Amón, que administraba al ser la “Esposa del Dios”45.

A la muerte de Ahmose, Ahmose-Nefertari fue la regente de su hijo, que subiría al


trono con el nombre de Amenhotep I. Durante la minoría de edad del futuro rey se hizo cargo
de administrar el país, como ya hizo su madre Iahhotep, construyó la ciudad de trabajadores
de Deir el-Medina46, donde se la adoró como una diosa junto a su hijo47 (Fig. 8). Ayudó a
Ahmose en su deseo de reformar los templos de Egipto y aparece en la Estela de la Donación
en Karnak, donde ella y su hermano-esposo hablan sobre erigirle una estela a su abuela, la
reina Tetisheri48. La reina Ahmose-Nefertari murió durante el reinado de su nieto, Tutmosis I
y fue enterrada en Dra Abu el-Naga pero después de que su tumba fuera saqueada la
trasladaron, apareció en Deir el-Bahari, junto a Ramsés III.

Esta reina aparece en algunos contextos con la piel negra. En un principio se pensó
que esto indicaba que los ancestros de Ahmose-Nefertari tenían relación con la zona de
Nubia, pero pronto se desmintió al identificarse su tumba y certificarse que la piel de la
momia era clara49. Esta representación de la reina con la piel oscura es una asimilación del
limo que baña Egipto en cada crecida y lo hace fértil. El propio dios Osiris es representado, en
ocasiones, con la piel negra cuando se refieren a él como dios de la fertilidad50, por lo que
sería un atributo divino de la reina.

43
Panyella, I. (2010) Las reinas de Egipto Madrid, Revista Historia, Nº 72. p. 44.
44
Sánchez, N. (2017) Ahmés-Nefertari Boletín Informativo de Amigos de la Egiptología. P. 19.
45
Huertas López, L, (2017). El papel de las reinas de la XVIIª y XVIIIª dinastías Egiptología 2.0. Pp. 57-60.
46
AA. VV. (2016). Deir el-Medina, un poblado de obreros Egiptomanía. Barcelona, vol 15 Pp. 848-852.
47
Gestoso Singer, G. (2011). Ahmose Nefertari, the Woman in Black Pp. 1-5.
48
Jacq, C. (1997). Las egipcias Barcelona, p. 53.
49
Íbidem p. 56.
50
Graves-Brown, (2010). Dancing for Hathor. Women in Ancient Egypt. Reino Unido p. 147.

20
5.3. Hatshepsut, la mujer que portó la doble corona.

La siguiente mujer que vamos a abordar es una de las mujeres más conocidas de la
historia del Antiguo Egipto, no solo fue hija de un faraón y esposa de un faraón sino que ella
misma se ciñó la doble corona. La importancia de esta reina radica, no solo en que reinara
como faraón siendo mujer, sino que lo hiciera en un momento que podemos denominar de
calma, mientras que los otros casos responden a un momento de caos interno51. Hatshepsut
fue hija de Tutmosis I y Ahmose Ta-sherit, vemos como su nombre indica su descendencia de
la propia Ahmose-Nefertari. Esta reina le dio seis hijos a Tutmosis pero solo sobrevivieron
Hatshepsut y Neferu-Bity, dos princesas, por lo que la línea de la Gran Esposa Real no
engendró, tampoco en esta ocasión, al heredero que sería el hijo de una esposa secundaria,
Mut-Nefer. Se vuelve a ver cómo el nombre del faraón dicta de qué línea sucesoria desciende,
este hijo de una esposa secundaria volvería a llevar el nombre de Tutmosis, y no de
Amenhotep como habría hecho siendo descendiente de la estirpe de Ahmose-Nefertari52.
Tutmosis I siempre mostró predilección por su hija Hatshepsut, abriendo la puerta durante su
reinado a que esta mujer le sucediera en el trono y no un varón53.

El que sería Tutmosis II, aun teniendo derecho sobre el trono por nacimiento, debía
desposarse con una princesa de sangre real ya que es la mujer quien daba la legitimidad y, por
tanto, el derecho a reinar sobre las dos tierras54. La princesa elegida fue Hatshepsut que
acompañó a su hermano-marido durante los escasos tres años que duró su reinado, durante
este tiempo la reina usó el título de “Esposa del Dios” como denominación principal. Cuando
Tutmosis II murió se planteó un problema sucesorio ya que Hatshepsut solo había concebido
dos hijas, Neferu-Ra y Merit-Ra, sin embargo el faraón difunto había sido padre de un hijo
con otra mujer. Este heredero no era descendiente de la Gran Esposa Real, ni siquiera era una
esposa secundaria, esta mujer, Isis, portaba el título de “Ornamento Real”55.

Esta situación no había sido inusual en el antiguo Egipto, ya se vería algunos años
después con el propio Tut-Ankh-Amon. La solución tradicional habría sido desposar al futuro
Tutmosis III con una de las hijas de la reina Hatshepsut y que esta misma constituyera una
regencia hasta que los niños cumplieran edad para reinar, pero no siendo Hatshepsut la madre
51
Hawass, Z. (2009). Silent Images: Women in Pharaonic Egypt, El Cairo p. 33.
52
Callendar, G. (1988). A critical examination of the Reign of Hatshepsut Australia, Ancient Egypt Society of
West Australia. p. 90.
53
Gaya Montserrat, M. (2012) Hatshepsur, la reina que fue faraón. Madrid, Revista Historia, Nº 96. p. 36.
54
Di Giacinti, S. M. (2015). Hatshepsut Egiptología 2.0 vol. 1. p. 54.
55
Bedman, T (2007). Reinas de Egipto. El secreto del poder. Madrid, Pp. 98-99.

21
biológica del heredero al trono las cosas se complicaron. Hatshepsut era descendiente directa
por línea materna, su madre era Ahmose Ta-sherit, de la gran Ahmose-Nefertari y a su vez era
“Hija Real” primogénita de Tutmosis I. Estas circunstancias le daban más legitimidad para
ocupar el trono de las que tenía Tutmosis III, siguió la estela de sus antepasadas, que también
portaron la doble corona y le daban un precedente en el que apoyarse para reinar en
solitario56.

Hatshepsut no subió al trono en cuanto murió su hermano-esposo, Ineni, un alto cargo


durante el reinado de Tutmosis II, presenta la sucesión en el trono como algo convencional,
donde el niño rey ocupa el lugar de su padre y la regente se ocupa del gobierno durante la
minoría de edad del faraón. Su coronación debió suceder antes entre el año 2 y el año 7 del
reinado de Tutsmosis III, ya que es en este momento cuando aparecen vasijas con la titulatura
real de Hatshepsut, adoptando los cinco nombres de faraón57. Cuando asume la doble corona
y ordena que se hagan estatuas de ella misma se la representa como un varón (Fig. 9), esto
ocurre porque, a pesar de que la faraón fuera una mujer, el rol es masculino. Para gobernar
debía presentarse en forma masculina, con los atributos normales de un rey como son la barba
o el faldellín58. A pesar de todo, en algunas representaciones se la ve con rasgos femeninos59.

Poco después de subir al trono Hatshepsut, como soberana de las dos tierras, se hizo
construir una morada para la eternidad en el Valle de los Reyes, lugar donde debía residir por
derecho un monarca de las dos tierras. Antes de eso se había construido una tumba para ella,
en calidad de Gran Esposa Real, en un acantilado de un uadi cercano a Tebas, pero cuando
subió al trono la abandonó con el sarcófago que se le había preparado 60. Su tumba en el Valle
de los Reyes, reconocida como la tumba Nº20, no fue terminada ya que aparece sin ningún
tipo de decoración. Se excavó justo detrás del lugar elegido para el templo funerario de Deir
el-Bahari, y junto al sarcófago de Hatshepsut estaba el de su padre, que debió ser trasladado
después del saqueo de su tumba61. Después de su muerte, el nombre de Hatshepsut fue
borrado de muchos monumentos, se descarta el deseo de venganza de Tutmosis III ya que esta
damnatio memoriae62 se hace bastante avanzado el reinado de este faraón63. Una explicación

56
Roth, A. M., (2005). Hatshepsut: From Queen to Pharaoh, Yale University Press p. 13.
57
Graves-Brown, (2010). Dancing for Hathor. Women in Ancient Egypt. Reino Unido Pp. 169-170.
58
Hawass, Z. (2009). Silent Images: Women in Pharaonic Egypt, El Cairo p. 34.
59
Desroches Noblecourt, C. (1999). La mujer en tiempos de los faraones Pp. 139-140.
60
Jacq, C. (1997). Las egipcias Barcelona, p. 60.
61
Graves-Brown, (2010). op.cit., p. 151.
62
Esta expresión es posterior, de la cultura romana, y señala el objetivo de destruir la memoria de un individuo
tras su muerte.

22
que se puede tener en cuenta es la necesidad de borrar la existencia de dos faraones, ya que
esto constituiría una ruptura del orden tradicional donde el poder recae sobre un único
soberano64.

Los egiptólogos que estudian a esta faraón basan sus hipótesis para explicar la subida
al trono de esta mujer en una ambición desmesurada. Esta ambición desproporcionada no
puede demostrarse y, aun siendo cierta, no sería la razón principal para explicar este suceso.
También lo explican con el argumento de que Hatshepsut era la hija primogénita de Tutmosis
I y eso le daba derecho al trono, pero por lo que hemos visto en este trabajo, la sangre de una
descendiente directa de Ahmose-Nefertari, tendría más peso a la hora de subir al trono que el
ser primogénito de un faraón de una línea secundaria. Hatshepsut preparó a su primogénita,
Neferura, para sucederla en el trono e instaurar una monarquía de línea matrilineal, aunque la
muerte prematura de esta princesa derrumbó estos planes65. Hatshepsut no necesitaba un
consorte a su lado dado que las circunstancias eran distintas a las de un faraón. Cuando un
hombre llega al trono debe desposar a una mujer, de esta manera se cumple el principio
masculino-femenino que impera en esta cultura, además de ser necesaria para engendrar al
futuro rey. Pero cuando una mujer llega al trono, en su misma persona viven el principio
femenino y el masculino, por lo que no precisa de un consorte ni nadie a su lado para
legitimar su reinado66.

5.3.1. El templo de Deir el-Bahari. Djeser Djeseru67.

Deir el-Bahari es el lugar donde se edificó el templo funerario del faraón Hatshepsut,
en los acantilados frente a la ciudad de Tebas. El templo fue construido por Senenmut, un
personaje muy destacado del reinado de esta gobernante y de la propia vida privada de la
reina. Hatshepsut llevó a cabo una política de construcciones durante su reinado, dentro del
cual enmarcamos el templo Deir el-Bahari, aunque no fue el único. Construyó dos obeliscos
en la entrada de Karnak, reparó la parte del templo construida en el Reino Medio, construyó la
conocida como Capilla Roja. Además de esto también construyó y reformo edificios por todo

63
Hawass, Z. (2009) op.cit., p. 34.
64
Laporta, V. (2014). Formas arquetípicas. La reina egipcia durante la Dinastía XVIII (Reino Nuevo): Ahmosis-
Nefertari y Hatshepsut. Revista Mundo Antiguo, nº 6, p. 11.
65
Bedman, T (2007). Reinas de Egipto. El secreto del poder. Madrid, Pp. 99-100.
66
Jacq, C. (1997). Las egipcias Barcelona, Pp. 67-68.
67
La traducción más aproximada a nuestro tiempo sería Santo de los santos.

23
el territorio, como el templo de Medinet Habu68. Además de esta energía constructora,
Hatshepsut fue el monarca que lanzó la expedición exitosa hacia el país de Punt, un lugar
mítico que ya sus antepasados habían visitado. Esta expedición queda recogida en las paredes
del templo funerario69, por lo que se puede suponer la gran importancia de este hecho70.

El templo funerario de Deir el-Bahari se construyó para rendir pleitesía a Hatshepsut


después de su muerte, aunque este fuera el principal objetivo, no era el único. El lugar de
erección del templo no fue al azar, la zona de Deir el-Bahari está estrechamente relacionada
con la diosa Hathor, importante para la realeza al ser la consorte del dios Horus. También está
situado justo al lado del templo de Mentuhotep II, uno de los precursores del Imperio Medio
de Egipto, al que se asocia Hatshepsut creando un templo a semejanza del anterior71.

Dentro de las paredes de este templo Hatshepsut deja escrito para la posteridad el
relato de su nacimiento. Como medida de propaganda y de legitimación de su lugar en el
trono la reina crea un relato donde el dios sincrético Amón-Ra tuvo relaciones con su madre,
y de estas nació ella. Si se lee como veraz este relato significaría que la reina y faraón es hija
del propio dios Amón-Ra y por lo tanto la única con derecho a reinar sobre el país de
Kemet72. También queda recogida la teogamia que crea la reina de su propio nacimiento,
donde Amón deja embarazada a su madre y reconoce al vástago, Hatshepsut, como hija suya
y heredera del trono.

5.4. El gineceo de Mi-Ur.

Este palacio, construido por orden de Tutmosis III73, se creó con el objetivo de tener
control sobre las mujeres de sangre real. La relación entre Hatshepsut y Tutmosis III pudo
haber influido en la construcción de este lugar, ya que las mujeres de sangre real habían
acumulado demasiado poder durante este periodo y este monarca quiso diluir este dominio.
Sus esposas vivieron recluidas y controladas en el palacio de Mi-Ur74, además de no aparecer
en documentos oficiales y apenas ser representadas junto al rey como era costumbre.

68
Callendar, G. (1988). A critical examination of the Reign of Hatshepsut Australia, Ancient Egypt Society of
West Australia. p. 99.
69
Fevre, F. (1986) La faraona de Tebas. Hatshepsut, hija del sol. Barcelona. p. 153.
70
AA.VV. (2016). Los templos de Deir el-Bahari Egiptomanía. Barcelona, vol. 7 Pp. 368-372.
71
Desroches Noblecourt, C. (1999). La mujer en tiempos de los faraones p. 146.
72
Seidel M., Schulz R. et alii (2007). Egipto. El mundo de los faraones. China, p. 184.
Klintberg, A. (2011). The Harem at Medinet el-Ghurab. The “Ramesside administrative Documents” Terms
73

and female titles Uppsala University, p.4.


74
Graves-Brown, (2010). Dancing for Hathor. Women in Ancient Egypt. Reino Unido Pp. 138-140.

24
Tutmosis III quiso asegurarse de que ninguna otra mujer tomara la misma vía que la reina
Hatshepsut y para ello las silenció75.

Todas las princesas de sangre real, y mujeres, que a pesar de no serlo, tuvieran el favor del
rey, pasaron a formar parte de este complejo. El rey visitaba el palacio para tener relaciones
con las mujeres y así crear una estirpe que ocupara los puestos de importancia en el reino,
engendraría al heredero al trono y a las princesas que transmitirían la sangre divina a la
siguiente generación. Todas estas mujeres se sometían a la superiora del harén que, aunque no
siempre, solía coincidir con la Gran Esposa Real del momento. Tenían un suministro propio y
el palacio servía como residencia tanto a estas mujeres como a sus hijos y a otros niños de alta
cuna, que se educaban en esta institución. Tutmosis trató de crear un linaje de mujeres que
pudieran transmitir la divinidad de la sangre real, pero que a su vez no la tuvieran en una
proporción demasiado grande para que no tuvieran más legitimidad que sus medio-hermanos
para subir al trono.

6. Dinastía XIX:

6.1. Contexto histórico.

Esta dinastía nace, aproximadamente, en el 1295 a.C. después de la conocida herejía


del faraón Akhenaton. Este faraón trató de erradicar el culto politeísta tradicional de Egipto
para sustituirlo por un culto monoteísta centrado en el dios Atón. Una de las fuerzas más
poderosas de este país eran los sacerdotes de los cultos tradicionales, que se vieron
amenazados con las medidas de este faraón. Tras la muerte de Akhenaton subió al trono un
faraón-niño, Tut-Ankh-Amon, bajo la regencia del sacerdote Ay, que no consiguió calmar el
malestar causado por su predecesor.

El rey-niño murió joven sin haber dejado descendencia y con la línea dinástica
agotada. Egipto pedía sangre nueva. Tras el reinado de Tut-Ankh-Amon subió al trono el
anterior regente Ay, presumiblemente tras casarse con la viuda del faraón o alguna de sus
hermanas, a la muerte de Ay le sucedió el general Horemheb que ya durante el reinado asoció
al trono a un joven general ya con hijos y nietos que asegurarían la sucesión. Este general era

75
Bedman, T (2007). Reinas de Egipto. El secreto del poder. Madrid, Pp. 109-111.

25
Ramsés I, que instauraría una dinastía que haría grande al país y que sería conocida con ese
mismo nombre, los Ramésidas76.

6.2. Nefertari.

Esta reina fue la Gran Esposa Real de uno de los faraones más conocidos de la historia
de Egipto, Ramsés II, el grande. Hay problemas para establecer los orígenes de esta reina, en
un principio se supuso que era debido a un origen humilde pero hay ciertos elementos que
llevan a pensar en otras direcciones. Primero, su nombre, Nefertari ya aparece en el nombre
de la reina Ahmose-Nefertari por lo que su relación con la reina de la XVIII dinastía puede ser
intuida. Además del nombre, era necesario que los Ramésidas contrajeran matrimonio con
una princesa de sangre real, descendientes de la reina Ahmose-Nefertari, para legitimar su
posición en el trono77. Este último punto es muy importante, no hay que olvidar que la
dinastía XX había surgido del ejército y no tenía ningún tipo de conexión con la sangre divina
de los faraones, por lo que necesitaban que sus esposas, quienes darían a luz a los futuros
faraones y de quienes heredarían la sangre, fueran descendientes de faraones.

Varios especialistas, siendo la más destacada Teresa Bedman, creen que el afán por
borrar el origen de estar reina tiene que ver con su relación con Akhenaton y Amarna.
Bedman postula que Ay sería el bisabuelo de Nefertari y que, por lo tanto, la princesa estaba
relacionada directamente con la época oscura de Amarna78. Esta hipótesis se sostiene debido a
un pomo encontrado en la tumba de la reina con el nombre de Ay escrito en él. Se trabaja con
la hipótesis de que Nefertari fue medio-hermana del propio Ramsés debido a que físicamente,
a los dos se les describe ocasionalmente con el pelo pelirrojo, al igual que Seti I79. A pesar de
lo turbio del pasado de la reina, sabemos que se casó con Ramsés antes de que este subiera al
trono y que, al menos, le dio seis hijos.

Nefertari siempre se reconoció como la esposa favorita del soberano, a pesar de que
este poseyera un harén lleno de esposas, el propio faraón el dio el título de “rica en alabanzas,
dulce amor y bello rostro”80. Esta reina vivió la batalla de Qadesh entre los hititas y los
egipcios, que se sucedió con unos años de tensión entre ambas cortes. Fue Nefertari la que

76
Parra, J. M. (Coord.) (2009) El Antiguo Egipto Madrid. p. 389.
77
Bedman, T. (2007). Reinas de Egipto: el secreto del poder. Madrid, p. 171.
78
Jacq, C. (1997). Las egipcias Barcelona, Pp. 67-68.
79
Cubas Contreras M.I. (2016). Nefertari, la amada esposa de Ramsés II Egiptología 2.0 vol. 2 p. 66.
80
Pérez González, P. (2010) La mujer y la realeza en el Antiguo Egipto Amigos de la Egiptología.

26
ayudó a que la paz entre ambos reinos fuera efectiva enviando cartas a la esposa del rey hitita,
Puduhepa. Además de cartas, también intercambiaron regalos y deseos de paz entre ambos
reinos. Acompañó a Ramsés en ceremonias religiosas y también en actos de estado, su marido
se aseguró de plasmar la importancia de la reina en relieves por todo el país, donde la reina
aparecía a su lado. Lo más destacado es la estatua de Nefertari en el frontal del templo de Abu
Simbel, donde la reina aparece del mismo tamaño

La tumba de esta reina es una de las más bellas del Valle de las Reinas, se descubrió
en 1904 y en 1986, el Ministerio de Cultura, la Organización de Antigüedades de Egipto y el
Instituto Getty de Conservación la cerraron durante unos años para proceder a su restauración.
La tumba contiene textos del Libro de los Muertos81 como era tradición en el Egipto antiguo,
estos textos tenían como finalidad ayudar a la difunta a llegar al más allá, donde descansaría
al lado de los dioses por toda la eternidad82. Lo interesante de esta tumba, que ya se ha
mencionado más arriba, es que el nombre de su esposo no consta en ningún lugar de la tumba,
lo que es extraño ya que se puede intuir por los textos de su esposo que había un cariño real
entre ambos.

6.3. Tausert.

La reina Tausert permanece en brumas aun ahora y poco se conoce de ella. La época
en la que enmarcamos a esta mujer es una época de inestabilidad que terminará con la XX
dinastía para dar paso a la siguiente. A pesar de que sabemos poco de esta reina, sí sabemos
que fue Gran Esposa Real de Seti II, el sucesor del faraón Merenptah. La pareja no tuvo
ningún varón que sobreviviera ya que a la muerte de Seti II fue Ramsés Siptah, descendiente
de una esposa secundaria extranjera, quien subió al poder. Este faraón tenía problemas físicos,
a causa de la poliomielitis, que le convertirían en un soberano débil con una salud que
pronosticaba lo corto de su reinado. Tausert aprovechó la debilidad del monarca para actuar
como apoyo en el gobierno, junto al canciller Bay83. No es seguro que Tausert y Siptah
contrajeran matrimonio, pero aparecen en su propia tumba en el Valle de los Reyes llevando
ofrendas a los dioses, escena típica del faraón y su esposa84.

81
AA.VV. (2016). Los textos de la tumba de Nefertari Egiptomanía. Barcelona, vol. 29 Pp. 1688-1692.
82
AA.VV. (2016). La tumba de Nefertari Egiptomanía. Barcelona, vol. 3 Pp. 152-153.
83
Desroches Noblecourt, C. (1999). La mujer en tiempos de los faraones p. 114.
84
Bedman, T (2007). Reinas de Egipto. El secreto del poder. Madrid, p. 186.

27
El reinado de Siptah fue breve, a la muerte de este Tausert tomó el poder por derecho
propio, lo primero que hizo fue ordenar la destrucción del nombre de Siptah de todos los
monumentos y sustituirlo por el nombre de Seti II. Su reinado fue breve, pero sin revueltas
externas ni guerras contra enemigos, llevó a cabo una política de construcciones, estimuló la
actividad minera y retomó el contacto con las potencias vecinas85, también contruyó su propio
templo funerario junto al de Ramsés II86. Al subir al trono lo hizo con el nombre de Sat-ra, el
mismo que el de la esposa del instaurador de la dinastía, Ramsés I, quizá reivindicando su
ascendencia hacia esa reina. Otra de las órdenes que dio al sentarse en el trono de las dos
tierras fue el de construir su morada para la eternidad en el Valle de los Reyes. Su sucesor,
Setnakht, el instaurador de la dinastía XX, mandó profanar la tumba de esta faraón en el Valle
de los Reyes para usarla él mismo87, algunos leales consiguieron salvar algunas joyas y la
momia, que transportaron a una tumba abandonada en el propio Valle de los Reyes.

Vemos, sistemáticamente, cómo los monarcas que suceden a las mujeres que se
sientan en el trono llevan a cabo lo que hoy conocemos como damnatio memoriae, donde se
busca borrar la existencia de estas reinas que osaron tomar el poder. Ya lo hizo en su
momento Tutmosis III y en este caso Sethnajt, no sabemos si este afán destructor responde a
un deseo de borrar el recuerdo de una mujer que osó sentarse en el trono de Kemet, aunque ya
hemos visto que no se tenía un mal concepto de una mujer ejerciendo el poder, como hemos
visto con Iahhotep y Ahmose-Nefertari.

7. Conclusión.

Las mujeres en Egipto han sido obviadas por la historiografía tradicional, la necesidad
de sacar a la luz a estas mujeres ha crecido en la sociedad actual debido a la aparición de la
Historia de Género. Después de profundizar en el tema se puede concluir en que la
importancia de estas mujeres es mayor de lo que se ha dado a entender hasta ahora y por lo
tanto deberían ocupar un lugar destacado en la historiografía egiptológica. A pesar de que
actualmente hay investigadores y líneas de estudio enfocadas en esta dirección aún hay mucho
que hacer para conocer la realidad de las mujeres en la antigüedad, tanto en el Antiguo Egipto
como en cualquier parcela de la historia.

85
AA.VV. (2016). La reina-faraón Tausert Egiptomanía. Barcelona, vol. 17 Pp. 961-962.
86
Cubas Contreras M.I. (2017). Tausert, Señora de las Dos Tierras Egiptología 2.0 vol. 6 p. 60.
87
Hawass, Z. (2009) Silent Images: Women in Pharaonic Egypt, El Cairo p. 35.

28
A pesar de que el poder fáctico en el Imperio Nuevo siguiera recayendo en el faraón y
que fuera este a quien dirigiera la dirección de la política de país, no podemos negar que las
mujeres que gobernaran a su lado, ya fueran madres o esposas, influyeron en los faraones. Las
madres de los faraones tuvieron gran influencia sobre los soberanos, sobre todo cuando el rey
llegaba al trono a corta edad y eran sus progenitoras quienes gobernaban hasta la mayoría de
edad del niño. Contamos, además, con los casos concretos de mujeres que ascendieron a
faraón y acapararon el poder, esto es muy importante debido a que si la propia Hatshepsut
pudo reinar durante décadas a pesar de existir un heredero al trono varón, podemos llegar a
entender que las mujeres en Egipto tenían una mayor consideración de lo que a simple vista
parece.

No podemos negar que faraón fue el referente de esta sociedad y que las mujeres no
ocupaban el mismo estatus que le susodicho en la mayoría de ocasiones. Pero el extremo
contrario, en el cual las mujeres son solo reproductoras de nuevos faraones, tampoco hace
justicia a la realidad. Es entre estos dos extremos donde hay que seguir investigando para
llegar a esclarecer con la máxima precisión posible el rol de estas mujeres en la monarquía
egipcia.

El impacto que este trabajo busca tener en la sociedad radica en que las futuras
mujeres que se acerquen a la historia, y a la egiptología en concreto, lleguen a conocer el
papel destacado de estas mujeres y lo tengan como referencia en su propia vida. Que las niñas
y adolescentes que estudien la antigüedad se sientan identificadas con estas figuras y, de esta
manera, crezcan con la imagen de que las mujeres han cumplido un papel destacado a lo largo
de la historia y deben seguir cumpliéndolo en el futuro.

8. Bibliografía.

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29
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Egiptología. Sitio web: http://egiptologia.com/mujer-realeza-en-el-antiguo-egipto/ 2010.

31
9. Apéndice de figuras.
Figura 1:

Mapa de Egipto. Fuente: http://www.flatsinluxor.co.uk/map-of-egypt/


Figura 2:

Valle de las reinas. Fuente: http://www.lamiradadehorus.com/valle-de-las-reinas/

32
Figura 3:

Ramsés II matando a un hitita, panel de Abu Simbel. Fuente:


http://cajondesastremisterioso.blogspot.com.es/2013/06/ramses-ii-matando-un-hitita-en-
la.html
Figura 4:

Tutankhamon representado como una esfinge pisoteando a sus enemigos. Fuente:


http://www.minube.com/fotos/rincon/80579/395040

33
Figura 5:

Nefertiti golpeando enemigos. Fuente: http://canalgitano.es/?page_id=1436


Figura 6:

Collar de moscas de oro encontrado en la tumba de Iahhotep. Fuente:


http://egiptologia.com/la-reina-ahhotep/

34
Figura 7:

Iaret junto a Tutmosis IV. Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Iaret


Figura 8:

Ahmose-Nefertari en Deir el-Medina. Fuente:


https://es.pinterest.com/pin/10133167885019718/

35
Figura 9:

Hatshepsut ataviada como faraón. Fuente: http://www.ancient-origins.es/noticias-


historia-personajes-famosos/hatshepsut-la-reina-que-se-convirti-en-rey-002372

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