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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS


DEPARTAMENTO DE HISTORIA
HISTORIA ANTIGUA I (ORIENTE) CÁT. “B” (Rodríguez)

Pensar la economía faraónica

Autor: Juan Carlos Moreno García


Título original: Penser l´économie pharaonique
Tomado de: Annales HSS, janvier-mars 2014, nº 1, pp. 7-38.
Traducción: Irene Rodríguez

Cuando se piensa en la civilización del antiguo Egipto, se evocan de inmediato


monumentos majestuosos, objetos lujosos o creencias sofisticadas relacionadas con el
fetichismo de más allá. Sin embargo, las formas de la organización social y económica que explicarían
la arquitectura
monumental tales logros permanecen casi siempre en la sombra. Una anomalía a la que han contribuido
los egiptólogos desde el nacimiento mismo de la egiptología, cuando los descubrimientos
espectaculares, la caza de tesoros y la arqueología romántica orientaban profundamente
sus investigaciones. En efecto, el gusto por los objetos bellos y los monumentos
prestigiosos, la importancia de los mecenas en la elección y el financiamiento de las
la egiptología ha
estado orientada excavaciones, sin olvidar el peso de los centros de investigación extranjeros en Egipto,
más al análisis de
las piezas que competían por los descubrimientos, por los derechos de excavación y por la búsqueda
individuales y
"excepcionales" de prestigio nacional, han estimulado una mentalidad a mitad de camino entre el
que a la definición
de problemas anticuario y el conocedor. De allí la atención dedicada con más énfasis al análisis de las
históricos precisos
piezas individuales y “excepcionales” más que a la definición de problemas históricos
precisos, susceptibles de estimular la colaboración interdisciplinaria, la reflexión
epistemológica y la combinación de tipos de fuentes a menudo aisladas unas de otras en
razón de las vicisitudes de la especialización académica y las particularidades de las
disciplinas científicas que se dedican a ellas (arqueología, papirología, epigrafía, etc.).

Que el análisis teórico, la incorporación de nuevas técnicas o el diálogo con otras


disciplinas hayan experimentado un enfoque tan limitado parece secundario, sobre todo,
por otras dos particularidades de la egiptología: por un lado, el lugar central otorgado al

1
la egiptología se ha centrado sobre todo
en los aspectos espirituales de la
civilización faraónica, aparentemente los
que mejor expresan la excepcionalidad
egipcia

estudio de los aspectos “espirituales” de la civilización faraónica (literatura, bellas artes,


religión), supuestamente lo más prestigiosos y los que mejor expresan la “excepción
egipcia”; por otro, el hecho de que estos especialistas se ocupan simultáneamente de un
vasto espectro de actividades. Aún en nuestros días, el término “egiptólogo” evoca a un
investigador que se mueve en dominios tan diferentes como la arqueología, la filología,
por otro lado, los la historia o la historia del arte. En consecuencia, frente a una investigación en la que la
egiptólogos se
ocupan especialización y la multiplicación de las subdisciplinas revelan la profundización de los
simultáneamente de
un vasto espectro de saberes, el refinamiento de los instrumentos de análisis y la configuración de nuevas
disciplinas (filología,
arqueología, historia agendas de investigación cada vez más sofisticadas, la figura romántica y un tanto
del arte,
antropología social), anticuada del egiptólogo posee siempre un aura de excepcionalidad, fortalecida por los
lo cual descuida un
poco su formación medios, que apenas oculta las insuficiencias epistemológicas, la ingenuidad
epistemológica e
historiográfica historiográfica y las reticencias en cuanto al diálogo interdisciplinario que aún limitan a
la egiptología.

La economía faraónica: un campo de investigación descuidado

No hay dominio que padezca de más lagunas de investigación que la historia social y
económica del antiguo Egipto. Aún muy minoritarias en egiptología, estas temáticas
apenas conocen la renovación metodológica que ha llegado, por ejemplo, a la filología y
a los estudios literarios.1 Las razones de este retraso son diversas. El así llamado
No hay dominio
que padezca de “materialismo” intrínseco a las aproximaciones económicas y sociológicas parecía
más lagunas
historiográficas difícilmente aplicable a una civilización de la que se ha exaltado la perfección artística,
como la historia
económica y so- la profundidad religiosa y los valores espirituales. Podría agregarse la persistencia de
cial.
- el materialismo ciertos mitos historiográficos, que se remontan al fin del siglo XIX, que alimentan la
parecía poco
adecuado para ilusión de que las grandes líneas de la organización social y económica de la tierra de los
una civilización
tan adepta al arte
y la espiritualidad
faraones son muy conocidas, que las lagunas en nuestros conocimientos pueden
- las grandes
líneas de
completarse a partir de comparaciones (apresuradas) con los períodos mejor
organización so-
cial y económica
documentados, y que los nuevos descubrimientos no aportarían más que algunos matices
parecían alcanzar
como trama insignificantes a una trama narrativa sólidamente establecida. La idea subyacente es la
narrativa inmóvil
para los 3
milenios: los
nuevos 1
descubirmientos
No debemos asombrarnos de que la obra reciente de Richard H. WILKINSON (ed.), Egyptology Today,
aportarían matices Cambridge, Cambridge University Press, 2008, incluya capítulos dedicados a la religión, la literatura, la
insignificantes epigrafía, la arqueología, el arte, etc., pero ninguno a la economía o a la sociedad.

2
del supuesto inmovilismo y conservadurismo del “Egipto eterno”, cuyas estructuras
permanecerían inmutables en el transcurso de los milenios.

Por lo tanto, no resulta extraño que la narración bíblica de José, las fórmulas
estereotipadas como “he dado pan al hambriento y vestido al que encontré desnudo”, o

se ha cristalizado
el hecho de que el Estado y sus instituciones otorgaran raciones a los trabajadores a
la idea de un
Estado cambio de sus servicios, sean interpretados como la prueba de un Estado benefactor en el
centralizado y
todopoderoso, en que el faraón velaba por la prosperidad de sus súbditos. La popularidad de la idea de un
la que el faraón
velaba por la Estado centralizado y todopoderoso, que controlaba todos los aspectos de la vida
prosperidad de
sus súbditos económica del reino, se refuerza con otros dos elementos: por un lado, la existencia de
mediante la cesión
de raciones y el una administración muy desarrollada, que produce una cantidad innumerable de papiros
desarrollo de un
sistema y descansa sobre un ejército de eficaces escribas; por otro, el lugar central atribuido al
centralizado de
irrigación Estado en la creación y mantenimiento de un sistema de irrigación que habría asegurado
la riqueza agrícola de la región. Finalmente, al papel esclarecido y previsor del faraón y
de sus funcionarios correspondería, en contrapartida, un campesinado sumiso y laborioso
(con el fellah como ícono), asegurándose de ese modo, gracias a una especie de pacto
social, la estabilidad y la longevidad de la civilización egipcia.

No resulta difícil detectar, detrás de este cuadro idílico, las huellas de cierto pensamiento
económico, muy conservador pero popularizado a mediados del siglo XX, que hizo del
campesino y de la agricultura la base de la prosperidad y de las cualidades morales de las
naciones. En cambio, las actividades comerciales, la búsqueda de ganancia, o
Redistribución,
autosuficiencia simplemente los intercambios “monetarios” eran vistos como actividades marginales,
agrícola,
intercambios incluso corruptoras. Centralismo de Estado, papel fundamental de la agricultura,
limitados y
comercio exterior autosuficiencia, intercambios limitados y comercio exterior prácticamente reducido a las
controlado por el
Estado: imagen expediciones organizadas por la Corona delinearían, en consecuencia, los contornos en
idílica de la
economía cuyo seno habría evolucionado históricamente la economía faraónica. Por otra parte, esta
faraónica
imagen se ha visto fortalecida, desde mediados del siglo XX, por los aportes de las
corrientes de mayor influencia de la historia y de la antropología económica del mundo
antiguo, a saber, el primitivismo de cepa finleyana y la noción de economía redistributiva
propuesta por Karl Polanyi. Egipto compartiría así los rasgos comunes a las sociedades
antiguas, “orientales” o no, tanto por su carácter eminentemente rural y autosuficiente,
con intercambios limitados, como por el papel central desempeñado por el Estado en la
organización de las actividades productivas y en la circulación de bienes, gracias a sus
redes de redistribución. Tales serían las características esenciales de la economía egipcia,

3
Incluso John Wilson o Hans Wolf-
gang han llegado a hablar de una
"civilización sin ciudades"

cuya abrumadora ruralidad llevó a egiptólogos como John Wilson o Hans Wolfgang
Helck a hablar de una civilización sin ciudades.2

Podría afirmarse, entonces, que hasta fines de los años ´70 se dedicaron pocos estudios
serios a la economía faraónica. En general, no hacían más que reproducir, a grandes
rasgos, las conclusiones de autores de fines del siglo XIX y comienzos del XX, como
Eduard Meyer, Eugène Revillout, Wilhelm Spiegelberg y otros. Tomando en cuenta el
papel marginal reservado a la historia en la egiptología, los progresos realizados fueron
sobre todo obra de los filólogos que trabajaban con documentos de naturaleza económica.
Podrían recordarse las consideraciones de Jaroslav Czerny sobre los precios y su
evolución durante el Imperio Nuevo, los trabajos de Alan Henderson Gardiner sobre
agricultura ramésida, el clásico estudio de Klaus Baer sobre el precio de la tierra o la
compilación de textos del Imperio Nuevo susceptibles de análisis económico realizada
por H. Helck.3 Los comentarios filológicos y lexicográficos estaban frecuentemente
acompañados por observaciones de notable agudeza sobre los problemas económicos,
administrativos, agrarios, etc., a partir del análisis de los textos tomados en forma aislada.
Sin embargo, ante la carencia de estudios sectoriales, era grande la tentación de
generalizar a partir de una cantidad muy restringida de documentos considerados
representativos, bastante más escasos en el Egipto faraónico que en otras regiones del
Cercano Oriente. Si a esto se agrega que la mayor parte de estos documentos se refieren
únicamente a las actividades de las instituciones que los produjeron (templos, tierras de
la Corona, bienes pertenecientes a la élite), no resulta extraña la excesiva importancia
atribuida a estas instituciones, al punto de considerar que controlaban prácticamente todos
los aspectos de la vida económica egipcia y que lo que no se mencionaba en estos textos
no existía. El caso de los mercaderes (shouti) resulta significativo para este fin: dado que
la mayor parte de los documentos que los mencionan está conformada por papiros e
inscripciones provenientes de los templos o de la administración central, se ha supuesto

2
John A. WILSON, «Egypt Through the New Kingdom: Civilization Without Cities», en C. H. KRAELING et
R. M. ADAMS (ed.), City Invincible, Chicago, University of Chicago Press, 1960, p. 124-136.
3
Jaroslav CÊRNY, «Fluctuations in Grain Prices During the Twentieth Dynasty», Archív orientalní, 6, 1934,
p. 173-178; Id., «Prices and Wages in Egypt in the Ramesside Period», Cahiers d’histoire mondiale, 1-4,
1954, p. 903-921; Alan H. GARDINER (ed.) ,Ramesside Administrative Documents, Londres/Oxford,
Griffith Institute/Oxford University Press, 1948; Alan H. GARDINER (ed.), The Wilbour Papyrus, Oxford,
Oxford University Press, 1941-1952, 4 vol.; Klaus BAER, «The Low Price of Land in Ancient Egypt»,
Journal of the American Research Center in Egypt, 1, 1962, p. 25-46; Wolfgang HELCK, Materialen zur
Wirtschaftsgeschichte des Neuen Reiches, Wiesbaden, Harrassowitz, 1960-1969, 6 vol.

4
muchas de estas conclusiones parten de un sesgo documental: al faltar
estudios económicos serios, los pocos documentos que se estudiaban daban
pie a generalizaciones abusivas. Si un documento de un templo mencionaba a
un mercader (shouti), se suponía que los mercaderes trabajaban
necesariamente para la corona y los grandes santuarios

que trabajaban exclusivamente para la corona y los grandes santuarios y que el comercio
privado era, a lo sumo, de poca monta.

Por otra parte, la concentración de las excavaciones en monumentos prestigiosos,


mientras se descuidaban los hábitats urbanos y rurales, explica que la arqueología no haya
por otra parte, se contribuido sino hasta una fecha reciente a reequilibrar este cuadro y a echar luz sobre
descuidaron
enormemente aspectos sin embargo capitales, como la distribución del espacio rural, las formas de
estudios agrarios que
en otros espacios del producción campesina, la organización de la irrigación, las actividades económicas
mundo antiguo sí
avanzaron: urbanas o las modalidades de consumo de las diversas categorías de la población. Cuando
distribución de la
tierra, organización se considera el auge de los estudios agrarios del mundo antiguo en la primera mitad del
de la irrigación,
modalidades de
consumo
siglo XX, no puede menos que observarse la marginalidad de las contribuciones
egiptológicas, salvo para los períodos helenístico y romano. Incluso las escasas tentativas
de integrar los datos de época faraónica en esos debates fueron obra de historiadores y
sociólogos, como Eduard Meyer o Max Weber, o de especialistas en derecho antiguo, que
no dudaban en abordar, a menudo desde el exterior de la disciplina, una documentación
difícil con las herramientas jurídicas a su disposición (el derecho romano, pero también
el comparatismo etnográfico), cuya pertinencia para el antiguo Egipto es muy discutible.
No obstante, investigadores como M. Weber hicieron observaciones de gran profundidad
que podrían haber estimulado la reflexión de los egiptólogos. La indiferencia hacia la
economía faraónica perduró, sin embargo, durante los decenios posteriores a la Segunda
Guerra mundial, pese a un ambiente intelectual favorable al análisis de las formas de
producción de las sociedades preindustriales. Fue a fines de los años ´60 que se notaron
las señales de un cambio de actitud, gracias a obras aisladas como Prestige-Wirtschaft im
alten Ägypten, de Sigfrid Morenz, The Labour Population in Egypt in the Middle
Kingdom (en ruso), de Oleg Berlev, o Wirtschaftsgeschicht des alten Ägypten im 3. und
2. Jahrtausend von Chr., de Wolfgang Helck.4

pero el año El año 1975 marca un giro para los estudios económicos en egiptología. El coloquio
1975 marca un
giro radical al “Antiguo Egipto: Problemas de historia, fuentes y métodos”, celebrado en El Cairo,
respecto
manifestó la preocupación de un grupo de egiptólogos respecto de su disciplina, cada vez
más aislada en el campo de las ciencias sociales, anclada a metodologías a menudo

4
-Siegfried MORENZ, Prestige-Wirtschaft im alten Ägypten, Munich, C. H. Beck/Verlag der Bayerischen
Akademie der Wissenschaften, 1969; Oleg D. BERLEV, The Labour Population in Egypt in the Middle
Kingdom, Moscou, Nauka, 1972; Wolfgang HELCK, Wirtschaftsgeschichte des Alten Ägypten im 3. und 2.
Jahrtausend vor Chr., Leyde/Cologne, Brill, 1975.

5
obsoletas e insensible al estudio de cuestiones fundamentales, como el urbanismo, la
administración del territorio y la economía.

Las conclusiones de este encuentro dieron lugar a un puñado de publicaciones a la vez


esenciales e influyentes; recordemos sobre todo el artículo fundamental de Jacob Janssen,
en el que abordaba el estado de la cuestión, las posibilidades y los ejes de investigación a
desarrollar5. El itinerario de este último recuerda al del asiriólogo Ignace Gelb, porque la
familiaridad con los textos administrativos llevó a ambos especialistas a preguntarse por
los fundamentos económicos y sociales de las civilizaciones que habían producido esos
documentos.6 Sus afirmaciones justas y precisas (“La historia económica del antiguo
Egipto (…) es virtualmente inexistente” y “Está claro que se ha subestimado la influencia
de la economía en la historia política y cultural de Egipto”) 7 fueron seguidas por
numerosos estudios referidos a cuestiones como el crédito, los precios, el comercio o los
términos fiscales, estudios cuya perspicacia en las conclusiones mostraba la importancia
de fuentes por largo tiempo subestimadas, que presentaban sin embargo un considerable
potencial para los fines del análisis económico.

Otras valiosas contribuciones provinieron de la arqueología, gracias a los trabajos de


KEMP Barry Kemp. Interesado en el estudio del urbanismo y su impacto en la administración
del territorio y por el análisis de las actividades productivas desde una perspectiva
interdisciplinaria, fue uno de los colaboradores de un libro innovador que contrastaba
netamente con las historias habituales del Egipto faraónico. En efecto, Ancient Egypt: A
Social History, publicado en 1985 y reeditado muchas veces desde entonces, combinaba
con inteligencia la arqueología y los textos para proponer una interpretación que se
hallaba en las antípodas de la pretendida “excepción egipcia”. 8 Por el contrario, la
importancia otorgada a los contactos con el África y el Cercano Oriente, a la integración

5
Jacob J. JANSSEN, «Prolegomena to the Study of Egypt’s Economic History During the New Kingdom»,
Studien zur Altägyptischen Kultur, 3, 1975, p. 127-185
6
Ignace J. GELB, «Comparative Method in the Study of the Society and Economy of the Ancient Near
East», Rocznik Orientalistyczny, 41-2, 1980, p. 29-36, cita en p. 29: «Hace veinte años, preparando un
trabajo sobre estratificación social en el período acadio, para el 25º Congreso de Orientalistas en Moscú,
hice un descubrimiento que estaba destinado a influir en mi orientación académica en los años
siguientes. Por extraño que parezca, me di cuenta de repente que los antiguos textos acadios que había
estudiado por tantos años desde el punto de vista de la escritura, la gramática y el léxico no sólo tienen
una forma, sino también contenido, y su contenido es de fundamental importancia para comprender la
historia social y económica de la antigua Mesopotamia, y con ella, la historia de la humanidad.»
7
J. J. JANSSEN, «Prolegomena...», art. cit.; Id., «Ancient Egyptian Economics», Commodity Prices in the
Ramessid Period: An Economic Study of the Village of Necropolis Workmen at Thebes, Leyde, Brill, 1975,
p. 539-562.
8
Bruce G. TRIGGER et al., Ancient Egypt: A Social History, Cambridge, Cambridge University Press, 1985.

6
los estudios de Kemp rompieron la imagen habitual de
una civilización con estructuras inmóviles: enfatizó los su sitio arqueológico fue El-Amarna
vínculos con Cercano Oriente y las transformaciones
económicas, sociales y administrativas a lo largo de los
siglos

de Egipto a las redes de intercambio de la edad del Bronce y del Hierro o al análisis de
las transformaciones económicas, sociales y administrativas a lo largo de los siglos abría
nuevas vías de investigación y rompía la imagen habitual de una civilización con
estructuras inmóviles. Demostraba también que podía escribirse una historia inteligible
del Egipto faraónico, reemplazando el “caso egipcio” en el contexto de las sociedades
antiguas, abriendo el camino para los estudios comparativos sobre bases y problemáticas
comunes9. Por otra parte, la experiencia sobre el terreno de B. Kemp, a partir de la
excavación del sitio urbano de El Amarna, le permitió interrogar de manera inteligente y
fecunda los vestigios arqueológicos recuperados y consagrar una parte de sus esfuerzos a
la arqueología del hábitat y de la producción doméstica10. Su obra maestra, El antiguo

Kemp: los Egipto: Anatomía de una civilización incluye un capítulo con una excelente síntesis de la
mecanismos de
redistribución economía faraónica, en el que se abordan cuestiones fundamentales como la agricultura,
coexistían con
los mercados el comercio, la circulación de metales preciosos o el artesanado.11 Además, frente a los
enfoques sustantivistas habituales en la egiptología, B. Kemp propuso una visión más
matizada, según la cual los mecanismos de redistribución coexistían con los mercados y
atrajo la atención sobre las actividades económicas de categorías sociales que no
pertenecían a la élite.

A partir de esos primeros estudios, la historia económica y la reflexión acerca de la


naturaleza de la economía faraónica han comenzado a abrirse camino en la egiptología,
a partir de estos
estudios, la aunque tímidamente, y recientemente se han dedicado dos simposios a esta temática.12
reflexión sobre la
economía Pueden percibirse varias tendencias según las publicaciones que aparecieron en los
faraónica se ha
vigorizado. últimos treinta años, que revelaron la influencia de los debates sobre la historia económica
Persisten sin em-
bargo los debates de la antigüedad y se preguntaban acerca de los enfoques más adecuados para
entre sustantivistas
y no sustantivistas conceptualizar la economía faraónica. Por un lado, el impacto de las corrientes
sustantivistas explica que algunos investigadores todavía sostengan la tesis de la

9
John BAINES et Norman YOFFEE, «Order, Legitimacy, and Wealth in Ancient Egypt and Mesopotamia»,
in G. M. FEINMAN et J. MARCUS (dir.), Archaic States, Santa Fe, School of American Research Press,
1998, p. 199-260; Janet RICHARDS et Mary van BUREN (ed.), Order, Legitimacy, and Wealth in Ancient
States, Cambridge/New York, Cambridge University Press, 2000.
10
-Ver, por ejemplo, Barry J. KEMP y Gillian VOGELSANG-EASTWOOD, The Ancient Textile Industry at
Amarna, Londres, Egypt Exploration Society, 2001; Barry J. KEMP y Anna STEVENS, Busy Lives at
Amarna: Excavations in the Main City (Grid 12 and the House of Ranefer, N49.18), vol. I, The
Excavations, Architecture and Environmental Remains, Londres/Cambridge, Egypt Exploration
Society/Amarna Trust, McDonald Institute for Archaeological Research, 2010.
11
Barry J. KEMP, Ancient Egypt: Anatomy of a Civilization, Londres, Routledge, 1989, p. 232-260.
12
Martin FITZENREITER (dir.),Das Heilige und die Ware. Zum Spannungsfeld von Religion und Ökonomie,
Londres, Golden House Publications, 2007; András HUDECZ ; Máté PETRIK (ed.), Commerce and
Economy in Ancient Egypt, Oxford, Archaeopress, 2010.

7
Liverani: sustantivista para afuera
reconoce el mercado adentro

preeminencia de una economía redistributiva controlada por el Estado, cuyos principales


defensores son J. Janssen, Edward Bleiberg, Renate Müller Wollermann, Manfred
Gutgessell y Pierre Grandet.13 Siempre en esa línea, pero atemperada por un enfoque
marxista, Mario Liverani propone un modelo para los intercambios internacionales en el
que la reciprocidad de cuño polanyiano habría regulado las transacciones diplomáticas
entre Estados, en tanto que el comercio y las relaciones tributarias aseguraban otras vías
de circulación de los bienes, tanto entre los Estados como dentro de cada reino.14
Finalmente, los enfoques más críticos postulan la validez de la obra de K. Polanyi y de
las tesis institucionalistas para interpretar los intercambios en el antiguo Egipto. Alejado,
a la vez, de una visión exclusivamente agraria y autosuficiente de la economía antigua,
pero también de un modelo centralista y redistributivo caricaturesco, Jerôme Maucourant
destaca la importancia de las prácticas monetarias y de los fenómenos de intercambio en
el Egipto faraónico al evaluar los derechos, bienes y servicios. Por otra parte, señala que
la actividad redistributiva constituye una forma de integración entre otras, que contribuye
a la producción de particularidades institucionales de la economía faraónica, y que se
inscribe en un esquema social alejado del modelo del “despotismo oriental” que niega
toda libertad a las iniciativas individuales. Finalmente, el antiguo Egipto habría conocido
el principio de mercado, a menudo (aunque no siempre) en la forma del “lugar de
mercado”, como también los intercambios mercantiles signados por la búsqueda de
ganancia, sin que un conjunto de marcados autorregulados estructurase la economía y sin
definir a Egipto como sociedad de mercado.15

Por otra parte, se ha iniciado desde los años ´80 una reacción en la historia económica de
la antigüedad, cuyos ecos se han hecho sentir también en la egiptología. Frente al papel

13
J. J. JANSSEN, «Prolegomena...», art. cit.; Id., «Die Struktur der pharaonischen Wirtschaft», Göttinger
Miszellen, 48, 1981, p. 59-77; Edward BLEIBERG, «The Redistributive Economy in New Kingdom Egypt:
An Examination of b3kwt», Journal of the American Research Center in Egypt, 25, 1988, p. 157-168; Id.,
The Official Gift in Ancient Egypt, Norman/Londres, University of Oklahoma Press, 1996; Renate
MÜLLERWOLLERMANN,«Waren Austauch im Ägypten des Alten Reiches»,Journal of the Economic and
Social History of the Orient, 28-3, 1985, p. 121-168; Manfred GUTGESELL, «Die Struktur der
pharaonischen Wirtschaft–eine Erwiderung»,Göttinger Miszellen,56,1982, p. 95-108; Id., «Die
Entstehung des Privateigentums an Produktionsmitteln im alten Ägypten», Göttinger Miszellen, 66,
1983, p. 67-80; Id., «Wirtschaft, Landwirtschaft und Handwerk», en A. EGGEBRECHT (dir.), Das Alte
Ägypten. 3000 Jahre Geschichte und Kultur des Pharaonenreiches, Munich, C. Bertelsmann, 1984, p. 197-
225; Pierre GRANDET, Le papyrus Harris I (BM 9999), Le Caire, IFAO, 1993-1999, p. 58-66 et 70-76.
14
Mario LIVERANI, Prestige and Interest: International Relations in the Near East ca. 1600-1100 BC,
Padoue, Sargon, 1990, p. 205-282.
15
Jérôme MAUCOURANT, Pour une économie historique de la monnaie. Recueil de travaux, Wetteren,
Cultura, 2008.

8
central atribuido al estado y a la redistribución en la organización de la economía, otros
especialistas insisten en la debilidad de estos mecanismos de intervención en la esfera
local, de modo que las iniciativas privadas, la negociación entre los diversos actores de la
vida económica y la delegación de responsabilidades caracterizarían de un modo más
realista la estructura productiva de Egipto. El principal representante de esta corriente es
Christopher Eyre. Mediante el uso inteligente de la antropología y de la historia agraria,
postula un modelo más descentralizado de las relaciones económicas en el antiguo Egipto,
en el que ocupan un lugar importante la iniciativa privada y la producción para el
mercado.16 Podría sumarse también a Mark Lehner, autor de un importante estudio en el
que se trata de aplicar a Egipto el modelo de Estado patrimonial, cuyo rasgo fundamental
es el lugar que se atribuye al hogar como unidad social y productiva autónoma de base.17
La suma de estas unidades habría concluido por formar un Estado un tanto informal, que
reproduciría en varios niveles el modelo de organización social y económica de la “casa”,
con la per âa, la “casa grande”, es decir, el Estado, en la cúspide. Esta idea es retomada
y profundizada por Malte Römer,18 pero discutida por investigadores como Max Wegner.
Se halla, finalmente, más cercana a las tesis de Ben Haring, para quien los templos
funerarios de los reyes del imperio Nuevo funcionaban como “casas” diferenciadas en
independientes unas de otras, no integradas en una estructura administrativa superior,
cuyo único vínculo era puramente ritual y ceremonial.19

Finalmente, otros investigadores proponen visiones radicalmente diferentes de la


economía faraónica. Allí donde M. Römer considera que las herramientas de la economía
moderna no son válidas para explicar la economía egipcia y que la insuficiencia de fuentes
transforma de facto en ilusión toda tentativa de elaborar un modelo, David Warburton,
por el contrario, sostiene que la importancia de los mercados y de los intercambios, pero
también del Estado, de sus tributos y del trabajo forzado, relaciona al antiguo Egipto con

16
Christopher J. EYRE, «Peasants and ‘Modern’ Leasing Strategies in Ancient Egypt», Journal of the
Economic and Social History of the Orient, 40, 1997, p. 367-390; Id., «The Market Women of Pharaonic
Egypt», en N.GRIMA; B.MENU (dir.), Le commerce en Égypte ancienne, Le Caire, IFAO, 1998, p. 173-191;
Id., «The Village Economy in Pharaonic Egypt», en A. K. BOWMAN et E. ROGAN (dir.), Agriculture in
Egypt: From Pharaonic to Modern Times, Oxford, Oxford University Press, 1999, p. 33-60.
17
Mark LEHNER, «Fractal House of Pharaoh: Ancient Egypt as a Complex Adaptive System, a Trial
Formulation», in T. A. KOHLER et G. J. GUMMERMAN (ed.), Dynamics in Human and Primate Societies:
Agent-Based Modeling of Social and Spatial Processes, New York/Oxford, Oxford University Press, 2000,
p. 275-353.
18
Malte RÖMER, «Hauswirtschaft — Häuserwirtschaft — Gesamtwirtschaft. ‘Ökonomie’ im
pharaonischen Ägypten», Orientalia, 78, 2009, p. 1-43.
19
Ben J. J. HARING, «Ramesside Temples and the Economic Interests of the State: Crossroads of the
Sacred and the Profane», en M. FITZENREITER (dir.), Das Heilige und die Ware..., op. cit., p. 165-170.

9
otras sociedades preindustriales y descalifica el recurso a un modelo redistributivo que
estima ya obsoleto.20 Aunque M. Römer concuerda con D. Warburton en el hecho de que
la existencia de la propiedad privada, la circulación de los metales preciosos y el comercio
Warburton: no había
redistribución no implican de ninguna manera que en el antiguo Egipto se haya desarrollado una
alguna. Los tributos
eran usados para economía de mercado, su insistencia sobre la importancia de los mecanismos de
exportar, no para
redistribuir redistribución lo separa de Warburton, para quien los productos acumulados por las
grandes instituciones gracias a los tributos recolectados no habrían alimentado los
circuitos de redistribución; por el contrario, tales excedentes se habrían consagrado a la
exportación, con el fin de obtener plata u otros bienes. Los bajos niveles productivos y de
ingresos, ocasionados, respectivamente, por el exceso de oferta de trabajo y la existencia
de un sistema de reparto de raciones, habrían desalentado la inversión productiva en el
Römer y
Warburton reino y desarrollado, en cambio, actividades de exportación regidas por la lógica de la
parecen resucitar
el debate entre ganancia. Más que una resurrección del antiguo debate entre “primitivismo” y
"primitivismo" y
"modernismo" “modernismo”, las posturas de M. Römer y D. Warburton constituyen, al fin y al cabo,
respuestas saludables -aunque diferentes- a la pregunta fundamental de saber si es posible
imaginar la economía faraónica. La creciente importancia de los enfoques neo-
institucionalistas en la historia económica de la antigüedad ya es perceptible en los
trabajos de ciertos investigadores del período ptolemaico,21 y sin duda es sólo cuestión de
tiempo para que ellos hagan su entrada en las discusiones referidas a períodos precedentes
de la historia egipcia.

esta La heterogeneidad de los enfoques esbozados se comprende mejor si se considera que las
heterogeneidad
de miradas se fuentes escritas de naturaleza económica y jurídica son mucho más escasas en Egipto que,
entiende mejor si
tenemos en por ejemplo, en Mesopotamia. En consecuencia, dichas fuentes son susceptibles de
cuenta la
escasez y lecturas e interpretaciones muy diversas, y las traducciones de términos claves permiten
dispersión
geográfica y plantear modelos radicalmente diferentes. Otra dificultad proviene de la distribución
temporal de las
fuentes desigual de las fuentes en el plano geográfico, cronológico y de contenido, con el riesgo
administrativas
en Egipto de fundamentar los análisis económicos sobre una amalgama de documentos muy
diversos. De este modo, para el tercer milenio, los archivos administrativos más antiguos

20
David A. WARBURTON, «The Egyptian Economy: Sources, Models and History», en A. HUDECZ ; M.
PETRIK (ed.), Commerce and Economy in Ancient Egypt, op. cit., p. 165- 175, constituye un buen
resumen de sus posturas teóricas con una bibliografía de sus numerosos trabajos.
21
Joseph G. MANNING, «The Relationship of Evidence to Models in the Ptolemaic Economy (332-30
BC)», en J. G. MANNING y I. MORRIS (dir.), The Ancient Economy: Evidence and Models, Stanford,
Stanford University Press, 2005, p. 163-186; Id., «HellenisticEgypt»,e n W.SCHEIDEL, I.MORRIS y
R.P.SALLER (ed.),The Cambridge Economic History of the Greco-Roman World, Cambridge, Cambridge
University Press,2007, p. 434-459.

10
(siglo XXVI a.C.) registran, respectivamente, las obligaciones fiscales de los habitantes
de varias aldeas en la región de Gebelein (situada aproximadamente a 550 km. al sur de
El Cairo) y las actividades de un equipo de trabajadores de Wadi el- Jarf (un puerto del
Mar Rojo a 120 km. al sur de Suez). Fue necesario esperar un siglo para disponer de
nuevos archivos, pero de un contenido totalmente diferente: se descubrieron en Abusir,
en la región de El Cairo, datados alrededor de 2475-2450 a.C., y contienen listas de
personal, de ofrendas y de material litúrgico destinado al culto de dos faraones. Si a esto
se agrega una veintena de decretos reales, en general datados a fines del tercer milenio

por ello, se ha a.C., provenientes en su mayor parte de la ciudad de Coptos (a 510 km. al sur de Cairo),
dado importancia
a las fuentes se percibe la dificultad de analizar la economía faraónica en este período de mil años.
iconográficas o
arquitectónicas
para extraer
De allí la desmesurada importancia atribuida a la iconografía, a la literatura, incluso a la
análisis
económicos
retórica de las inscripciones monumentales o a las fórmulas litúrgicas (como las de los
Textos de las Pirámides22), como si ellas transmitieran informaciones confiables listas
para ser inmediatamente utilizadas por los historiadores. Lo que es más grave aún, las
trayectorias regionales permanecen en sombras debido a las vicisitudes de la
conservación de los documentos y las prioridades de investigación de los egiptólogos. En
el caso de los papiros, las condiciones de mayor humedad del Delta explican la
por otra parte, los destrucción de la mayor parte de los documentos administrativos redactados sobre este
papiros se han
conservado frágil soporte. Por el contrario, las condiciones de mayor sequedad del Alto Egipto
muchísimo mejor en
la sequedad del Alto favorecen su conservación, pero las investigaciones arqueológicas se han concentrado, en
Egipto, región que
por lo tanto está esta región, en las tumbas y en los templos, de modo que los papiros funerarios (como el
sobrerrepresentada
en los estudios célebre Libro de los Muertos) o relacionados con la administración de los bienes de los
económicos
templos (aunque limitados a la segunda mitad del segundo milenio a.C.) están
representados en exceso. Por lo tanto, no podemos asombrarnos de que, por ejemplo, las
actividades económicas desarrolladas en el medio urbano sean muy poco conocidas, y lo
mismo sucede con las transacciones privadas. Tomemos un ejemplo: los contratos de
arrendamiento entre particulares están documentados en Egipto hacia el 700 a.C.; estos
documentos son conocidos hoy porque sus protagonistas eran los sacerdotes ritualistas,
encargados de llevar a cabo los rituales para las momias, que tenían el hábito, en esta
región tan seca, de guardar sus archivos en las tumbas donde celebraban sus ritos. Dado
que la excavación de tumbas ha sido tradicionalmente una prioridad de los egiptólogos,

22
Los Textos de las Pirámides constituyen el corpus más antiguo de textos religiosos del Egipto
faraónico, presentes en las pirámides de los reyes desde 2350 a.C. aproximadamente.

11
la combinación de la elección de los egiptólogos y las condiciones favorables de
conservación explica la abundancia de los contratos de arrendamiento en el Alto Egipto
para este período.

En la misma época, el Bajo Egipto desarrolló un tipo de escritura cursiva, el demótico,


cuyos testimonios más antiguos se encuentran en algunas estelas de piedra, en tanto que
los documentos de esta práctica no han sobrevivido a la humedad. Las fuentes más
abundantes relacionadas con la economía redactadas en demótico, sin embargo, no se
remontan más que a la época en la que esta escritura llegó al Alto Egipto, o a regiones
con condiciones de conservación muy favorables (como el Fayum). Finalmente, otros
indicios revelan, a veces, desarrollos regionales diferenciados. Es el caso de las “estelas
de donación” escritas en jeroglíficos y en escritura cursiva, que recuerdan la donación de
campos (principalmente) en beneficio de los templos. Muy numerosas en el Bajo Egipto
durante la primera mitad del primer milenio, están prácticamente ausentes en el Alto
Egipto en la misma época. Tal diferencia indica, entonces, diferentes estrategias respecto
de la tierra, que obedecen a condiciones económicas, sociales y políticas específicamente
regionales.23
dada esta escasez
textual, no
sorprende que un En este contexto de escasez textual, no es extraño que un papiro o una estela aislados se
papiro o una estela
aislados se hayan consideren como representativos de las condiciones económicas predominantes en un
considerado
representativos de período o en una región precisa, incluso para la totalidad de Egipto. Por otra parte, el peso
la economía de la
totalidad del país de los textos (sobre todo, de naturaleza oficial e institucional) en la mayor parte de las
tentativas de establecer modelos económicos se exacerba más aún por la ayuda
insuficiente de la arqueología. Así se explica la tendencia a sobreestimar las actividades
de sectores en los que era frecuente el empleo de documentos y a ignorar a aquéllos que
se desarrollaban en el ámbito rural o al margen de las grandes instituciones (incluyendo
las aldeas y las poblaciones nómades), detectables solamente por las huellas que dejaron
sobre el terreno, en la cultura material o por las menciones marginales en los textos
producidos por las instituciones. Los desequilibrios de interpretación que resultan de estas
circunstancias perjudican gravemente toda reconstrucción seria de la vida económica de
los antiguos egipcios. A ello se suma la dificultad de los egiptólogos para entablar un
diálogo con los especialistas de otras disciplinas, ya sea para analizar las problemáticas

23
-Juan Carlos MORENO GARCÍA, «L’évolution des statuts de la main-d’œuvre rurale en Égypte de la fin
du Nouvel Empire à l’époque Saïte (ca. 1150-525 av. J.-C.)», en J. ZURBACH (dir.), Travail de la terre et
statuts de la main-d’œuvre en Grèce et en Méditerranée archaïques,VIIIe-Ve s. Cadre et problématiques,
Athènes, École française d’Athènes (en prensa).

12
comunes, para poner en perspectiva sus puntos de vista o para nutrir sus reflexiones e
interrogar sus fuentes de una manera renovada, un proceso esencial si se desea terminar
el supuesto
con la imagen falsa y perniciosa de la “excepción egipcia”. Investigadores como Manfred inmovilismo de la
economía faraónica
Bietak o B. Kemp han mostrado adecuadamente el potencial de un diálogo obedece sobre
todo
interdisciplinario para la interpretación de los hábitats y de las actividades económicas - a la escasez
documental , que
tanto como de los intercambios que de ello se derivan. Finalmente, los estudios obstaculiza una
reconstrucción tem-
diacrónicos de la economía faraónica adolecen de una particularidad de la egiptología, a poral y
regionalmente
saber, la división de la historia en períodos cronológicos rígidos y en tipos de fuentes precisa
- a los prejuicios de
(epigráficas, documentos en hierático o en demótico, etc.), que han terminado por los egiptólogos,
encerrados en una
consolidar las especialidades científicas e históricas en compartimientos relativamente cronología rígida y
reacios a diálogos
herméticos.24 A la luz de estas consideraciones, el supuesto inmovilismo de la economía interdisciplinarios

faraónica obedece más a los prejuicios de los egiptólogos que al conservadurismo de sus
estructuras.

Sería en vano esbozar, en un reducido espacio, un cuadro exhaustivo de las características


y de las perspectivas de investigación para todos los sectores de la economía faraónica.
Por consiguiente, se trata de precisar, en las páginas que siguen, varios ejes de reflexión
que se desprenden de los estudios más recientes y que me parecen los más prometedores,
destacando el hecho de que presentan notables paralelismos con otras sociedades
antiguas, que pueden enriquecer los debates contemporáneos sobre la economía antigua
y que revelan el dinamismo y las transformaciones históricas de las estructuras
económicas faraónicas en el transcurso del tiempo.

El Estado y las instituciones: una preeminencia que debe matizarse

24
- Véase al respecto, la división de la historia faraónica en “imperios”, según una tradición
historiográfica que se remonta al siglo XIX: período Tinita (c.3000-2686 a.C.), Imperio Antiguo (2686-
2125), Imperio Medio (2055-1650), Imperio Nuevo (1550-1069). Por el contrario, el primer milenio antes
de nuestra era, considerado como un período de decadencia, no merecería la categoría de “Imperio”, de
allí su división en “Tercer Período Intermedio” (1069-664) y “Baja Época” (664-332 a.C.). En lo que
respecta a los sistemas de escritura, el jeroglífico se reserva sobre todo para los textos monumentales,
mientras que el hierático es la forma cursiva restringida a los documentos de la práctica y a la literatura.
Hacia el 700 a.C., el demótico (y brevemente el hierático “anormal”) reemplazó al hierático en la
redacción de documentos administrativos antes de ser utilizado en la composición de textos literarios,
religiosos (con el hierático), etc. Durante el período greco-romano, los sistemas jeroglífico, hierático y
demótico coexistieron, antes de ser reemplazados gradualmente por el griego y el copto.

13
Si los enfoques “primitivistas” y “sustantivistas” han perdido su carácter estructurante,
ocurre algo similar con el papel central atribuido al Estado. Frente a las tesis que
enfatizaban la importancia de la agricultura y de las redes de intercambio y distribución
controladas por el Estado y por las grandes instituciones, tanto en Egipto como en el
Cercano Oriente antiguo, las investigaciones recientes revelan un escenario económico
los estudios
recientes revelan más matizado. Una parte de las actividades agrícolas, comerciales y, en general,
un escenario
económico más productivas, se hallaban en manos de actores privados que conducían sus asuntos a veces
matizado que el
sustantivista: como intermediarios y socios de las instituciones, a veces de manera independiente, de
ciertas actividades
productivas y tal modo que la delimitación entre las esferas pública y privada resulta a menudo difícil
comerciales
estaban en manos de establecer.25
de actores
privados
Esto no significa, evidentemente, que los palacios, los templos o los grandes dominios de
los dignatarios no hayan sido pilares de la economía. Lo prueban el volumen de los
recursos a su disposición, sus medios de financiamiento, su capacidad de emprender

ello no niega la intercambios a larga distancia y el impacto sobre la población de los trabajos que
redistribución
estatal; pero ella no ordenaban y de las raciones que distribuían. Pero sus actividades dejaban libres ciertos
alcanzaba a todos
los intersticios de la espacios que a partir de allí eran ocupados ya fuera por “emprendedores” que podían
vida económica
egipcia. Ciertos trabajar parcialmente al servicio de las instituciones, o por grupos sociales (pastores,
espacios eran
ocupados por pescadores, mercaderes itinerantes, etc.) cuya movilidad hacía difícil un control eficaz, o
"emprendedores" o
por iniciativas finalmente, por una producción orientada hacia los mercados y por la iniciativa de los
comerciales de los
campesinos campesinos (como complemento de sus actividades habituales), los artesanos, los
mercaderes y el personal de las instituciones. En consecuencia, la valoración del papel
que jugaron los sectores no institucionales de la economía faraónica permitiría realizar
análisis más finos acerca de problemas fundamentales: las diferencias regionales en la
organización de las actividades productivas, la articulación territorial de los flujos
económicos (agricultura, trashumancia, redes de circulación de bienes y de poblaciones,
posibilidades de explotación de los recursos naturales) o incluso la evolución cronológica
de los ciclos económicos (ocupación/abandono de los sitios, auge/declive del
pastoralismo, captura/liberación de flujos de riqueza por parte del aparato fiscal de los
Estados, por ejemplo). Tales investigaciones, muy consolidadas en historia antigua,

25
A.C.V.M.BONGENAAR (ed.),Interdependency of Institutions and Private Entrepreneurs, Leyde, NINO,
2000; Michael JURSA et al., Aspects of the Economic History of Babylonia in the First Millennium BC:
Economic Geography, Economic Mentalities, Agriculture, the Use of Money and the Problem of Economic
Growth, Münster, Ugarit-Verlag, 2010; Steven J.GARFINKLE, Entrepreneurs and Enterprise in Early
Mesopotamia: A Study of Three Archives from the Third Dynasty of Ur, Bethesda, CDL Press, 2012

14
contribuirían a la comprensión del medio y de las poblaciones nilóticas y permitirían
enriquecer la investigación comparativa.26

Por lo tanto, se deben contraponer las interpretaciones “miserabilistas”, según las cuales
las sociedades “primitivas” vivían en el límite de la subsistencia, y las denominadas
“modernistas”, para las que la comprobación de la circulación de los metales preciosos,
la existencia de las redes de intercambio o de “emprendedores” probaría que las
economías del Cercano Oriente antiguo obedecían a los mismos principios que las del
mundo contemporáneo. Se impone una postura más matizada, capaz de integrar a
modelos más sutiles una diversidad de actividades cuyas características (público/privado,
integrado/marginal, agrícola/comercial, doméstico/institucional, sedentario/pastoril, etc.)
variaban en el transcurso del tiempo y al arbitrio de las circunstancias políticas,
económicas, sociales o geopolíticas. Por otra parte, la ayuda de la arqueología se muestra
es un error indispensable para compensar las lagunas que presenta la documentación escrita.
negar aquello
que no figura en Investigadores como Govert van Driel han insistido con justa razón sobre el error de negar
los textos
la existencia de lo que no figura en los textos.27 Muchos objetos que eran parte de
transacciones comunes no han dejado rastros materiales (debido a su naturaleza
perecedera o transformable, como los alimentos, la sal, las telas, las especias o los
metales) ni textuales (porque circulaban al margen de las instituciones o por su naturaleza
modesta), aunque su peso económico no puede desdeñarse. De allí la importancia, entre
otros factores, de los descubrimientos arqueológicos de naves dedicadas al intercambio
que naufragaron, de textos que mencionan los pagos fiscales efectuados por pescadores o
productores de sal, de restos de granos, animales o fibras vegetales, y sobre todo para
otros períodos, de huellas de producción preindustrial, como las que se preservaron en los
hielos de Groenlandia.

26
Ver, por ejemplo, Tony J. WILKINSON, Archaeological Landscapes of the Near East, Tucson,The
University of Arizona Press,2003; Susan E. ALCOCK ; John F.CHERRY (dir.), Side-by-Side Survey:
Comparative Regional Studies in the Mediterranean World, Oxford, Oxbow Books,2004;
GlennM.SCHWARTZ; JohnJ.NICHOLS (dir.), After Collapse:The Regeneration of Complex Societies, Tucson,
The University of Arizona Press, 2006; Jeffrey SZUCHMAN (ed.), Nomads, Tribes, and the State in the
Ancient Near East: Cross-Disciplinary Perspectives, Chicago, The Oriental Institute of the University of
Chicago, 2009. Para el antiguo Egipto, véase Juan Carlos MORENO GARCÍA, «The Limits of Pharaonic
Administration: Patronage, Informal Authorities, Mobile Populations and ‘Invisible’ Social Sectors», en
M. BÁRTA; H. KÜLLMER (dir.), Diachronic Trends in Ancient Egyptian History: Studies Dedicated to the
Memory of Eva Pardey, Prague, Czech Institute of Egyptology,2013,p. 88-101.
27
Govert van DRIEL, «Land in Ancient Mesopotamia: ‘That What Remains Undocumented Does not
Exist’», en B. J. J. HARING ; R. de MAAIJER (dir.), Landless and Hungry? Access to Land in Early and
Traditional Societies, Leyde, Research School CNWS, 1998, p. 19-49.

15
Importancia de los mercados

Las evidencias del uso de metales preciosos en los intercambios, como los desembolsos
de oro y de plata al fisco por parte de los mercaderes, los agricultores, los pescadores o

hay evidencia de los artesanos, son otros tantos índices que alegan en favor de la existencia de mercados
mercados en los
que circulaban los en los que circulaban los metales, también, al margen de las instituciones y de las
metales, al margen
de las instituciones transacciones, redes de redistribución y sistemas de recompensas que ellas alimentaban.28

Estos mercados permitían entonces la transformación de productos en oro o en plata, que


sugieren la existencia de una demanda, como también la posibilidad de acumulación de
metales preciosos. Estos últimos eran objeto de retenciones fiscales, atesoramiento e
inversiones en diversos sectores. Así, por ejemplo, el famoso papiro Harris I indica que
el peso de “la plata correspondiente a los bienes que provienen de las contribuciones de
siervos que han sido entregados al dominio del dios”, llegaba hasta 328 y 382 kg., según
dos pasajes del texto.29 Considerando que estos repartos de plata se acompañan con otros
repartos en grano, ganado, verduras y productos diversos, parece que efectivamente se
correspondían con entregas de metal y no a evaluaciones de oro productos en plata. Por
otra parte, las cifras se refieren únicamente a la producción de una cantidad reducida de
templo; dado que Egipto no producía plata, estos pasajes revelan que los siervos al
servicio de estas instituciones podían obtener cantidades considerables, probablemente a
cambio de una parte de su producción.

Sin embargo, aún quedan por definir los límites tanto de la demanda como de la
lo que está hoy en
discusión no es dimensión de estas operaciones comerciales, límites que dan testimonio del volumen de
tanto la existencia
de mercados, sino los intercambios realizados en los mercados y del peso global de los mismos en la
la existencia de
mecanismos de economía. Más generalmente, lo que está en el centro de los debates es el problema de la
mercado
existencia o no de “mecanismos de mercado” (¿comparables con los que existen hoy?),
más que la existencia misma de mercados.30 El enfoque más realista es aceptar que los

28
-Jan G. DERCKSEN (ed.), Trade and Finance in Ancient Mesopotamia, Leyde, NINO, 1999, passim;
Govert van DRIEL, Elusive Silver: In Search of a Role for a Market in an Agrarian Environment, Aspects of
Mesopotamian’s Society, Leyde, NINO, 2002, p. 1-30; M. JURSA et al., Aspects of the Economic History...,
op. cit., p. 469-753 et 772-783.
29
P. GRANDET, Le papyrus Harris I..., op. cit., vol. I, p. 238 et 325.
30
-Yves ROMAN ; Julie DALAISON (ed.), L’ économie antique, une économie de marché?, Lyon/Paris,
Société des amis de Jacob Spon/De Boccard, 2008; Gary M. FEINMAN ; Christopher P. GARRATY,

16
mercados aseguraban la transformación de las materias primas en metales preciosos y
viceversa, y que alimentaban circuitos de intercambio que ponían en contacto a
productores, mercados e instituciones. A comienzos del segundo milenio, la
correspondencia de Heqanakhte, que se refiere sobre todo a sus asuntos agrícolas, da
testimonio de una mentalidad “racional” y “moderna”, en el sentido de que sus
operaciones y sus elecciones con vistas al arrendamiento de las tierras y la producción de

existía el deseo de
ciertos productos en determinadas parcelas estaban inspirados por el deseo de lucro.31 Los
lucro?
y un campesinado
préstamos de cereales a sus vecinos y la posesión de una cantidad importante de ganado
rico?
qué tan fluido era el
bovino también dan cuenta de su prosperidad y confirman la existencia de un
tráfico fluvial?
campesinado rico, cada vez más visible gracias a la arqueología. Un poco después,
Khnumhotep II, gobernador de la localidad de Beni Hassan a principios del siglo XIX
a.C., menciona la creación de peajes en el Nilo, índice de un tráfico fluvial bastante
importante como para transformarse en una fuente de ingresos fiscales. Un pasaje del
papiro Lansing, que se remonta al imperio Nuevo, menciona efectivamente a los
mercaderes que transportan bienes a lo largo del Nilo, de una aldea a otra. Sin embargo,
existían límites severos que restringían el alcance de estas transacciones y el desarrollo
de una “economía de mercado”.

En primer lugar, en cuanto a la demanda, ésta se hallaba estructuralmente limitada por el


débil crecimiento demográfico a largo plazo y la existencia de un campesinado
amenazado periódicamente por las malas cosechas y el endeudamiento. De todos modos,
la demanda del campesinado más pobre era de por sí muy escasa porque su producción,
la demanda estaba
estructuralmente en el límite de la subsistencia, no permitía la acumulación de excedentes, el
limitada:
por el débil mantenimiento de circuitos mercantiles o el recurso a los metales preciosos en las
crecimiento
demográfico transacciones (lo usual era el trueque). El peso del sistema de raciones a cambio de trabajo
y porque el
campesinado no también restaba productos y consumidores potenciales a los circuitos comerciales y
acumulaba
excedentes salariales. Pese a ello, las construcciones, el transporte, el trabajo estacional en los
pese a ello, había dominios de las instituciones o de los vecinos más ricos, la recolección de miel y de
ciertas
oportunidades de productos del campo, incluso el artesanado ocasional, también abrían posibilidades de
ingresos
adicionales : la trabajo e ingresos para la población rural y, en consecuencia, hacían frente a su demanda.
consutrcción, el
trabajo agrícola Existen ejemplos en los que hogares modestos producían telas, verduras, intercambiaban
estacional en tierra
estatal, tareas
artesanales
ocasionales, venta «Preindustrial Markets and Marketing: Archaeological Perspectives», Annual Review of Anthropology,
de excedentes en el 39, 2010, p. 167-191; Christopher P. GARRATY ; Barbara L. STARK (ed.), Archaeological Approaches to
mercado... Market Exchange in Ancient Societies, Boulder, University Press of Colorado, 2010.
31
James P. ALLEN, The Heqanakht Papyri, New York, Metropolitan Museum of Art, 2002.

17
regalos y productos agrícolas y alimentaban redes de intercambios y de pequeños
créditos.32 En lo que concierne a las exportaciones, resulta difícil saber si la demanda
externa era suficientemente importante y sostenida en el tiempo y en el espacio para
suscitar en Egipto estrategias duraderas de inversión y especialización productivas, cuyos
beneficios habrían alimentado la demanda y los intercambios, como también los ciclos
regulares de acumulación (ya sea por la intensificación agrícola o por la producción
artesanal, tanto por parte de las instituciones como de los simples particulares). En cuanto
a la demanda de las ciudades, dependía de un urbanismo fluctuante, afectado por ciclos
de contracción, incluso de abandono de los sitios urbanos, cuyo impacto sobre la demanda
global y, en consecuencia, sobre las elecciones productivas de los campesinos, no debería
subestimarse. No obstante, la multiplicación de ciudades, aldeas y templos locales, como
por ejemplo en el Delta durante la primera mitad del primer milenio a.C., da testimonio
del vigor de un mundo rural que tiene poco que ver con la idea de decadencia a menudo
asociada con este período, pero únicamente a partir del análisis de los monumentos
prestigiosos y los logros de la realeza.

Desde el punto de vista de la oferta, por otro lado, una demanda limitada e incierta podía
impulsar alternativas diferentes a la expansión sostenida de las actividades mercantiles,
sobre todo en ausencia de una “política mercantilista” por parte de los Estados. El abanico
de posibilidades que se abría era considerable: la inversión en la renta extraída de sectores
estables a largo plazo, como el inmobiliario o los templos, sea por medio de la adquisición
de prebendas y de sacerdocios o donaciones de tierras a los santuarios contra la
no entendí conservación de su usufructo por el donante; la compra de huertos de dimensiones
reducidas para realizar cultivos intensivos (palmeras, frutales, viñedos, olivares, flores),
o incluso préstamos (de cereales, de plata, de animales). Por otro lado, factores como el
impacto del atesoramiento, el tributo exigido a los países conquistados y el botín obtenido
en ocasión de las guerras retiraban de la circulación enormes cantidades de metales
preciosos; al mismo tiempo, los puntos de concentración de esas riquezas (capitales de
imperios, templos) alimentaban circuitos salariales y mercantiles, principalmente gracias
a las obras arquitectónicas, el artesanado de lujo, los talleres que equipaban al ejército,
los gastos suntuarios de los cortesanos y de la élite, incluso los gastos efectuados por los

32
Aikaterini KOLTSIDA, Social Aspects of Ancient Egyptian Domestic Architecture, Oxford, Archaeopress,
2007, p. 142.

18
soldados que regresaban de las campañas militares con su botín.33 La dislocación
periódica de los circuitos internacionales de intercambio a causa de las guerras, el
bandidaje y los desplazamientos de población, se sumaba a la presión fiscal de los Estados
sobre los mercaderes, lo que podía desalentar las inversiones en operaciones comerciales
o precipitar la ruina de los emprendedores. Finalmente, otros factores favorecían la
demanda, como las obligaciones sociales y los gastos de los jefes de las grandes casas
para sus familias extendidas, sus redes de clientes, sus siervos, sin contar los consumos
suntuarios relacionados con la afirmación del prestigio social. Los textos se refieren con
frecuencia al ideal de autosuficiencia de las élites, posible gracias a la producción de sus
grandes dominios, sin embargo, también mencionan el envío por parte de las élites de
embarcaciones hacia el Levante para procurarse diversos bienes, en tanto que el empleo
de mercaderes a su servicio se vuelve habitual en el Imperio Nuevo. 34En lo que respecta
al Estado, sus crisis periódicas tenían efectos en sus consumos, suntuarios o no.

El papel del comercio internacional

el comercio exte- El comercio exterior egipcio ha sido tradicionalmente considerado como una iniciativa
rior egipcio ha sido
tradicionalmente del estado y de sus instituciones, en el marco de intercambios diplomáticos o de
considerado como
una iniciativa operaciones de aprovisionamiento de ciertos productos muy codiciados. Los intercambios
estatal
externos serían, entonces, limitados, por su carácter ocasional (expediciones oficiales),
por los peligros e incertidumbres ligados a las comunicaciones (bandidos, estado de las
rutas, régimen de los vientos y de las corrientes marítimas), por su costo (derechos de
paso, sobornos), por la cantidad de los recursos “financieros” y del personal empleado o
el tipo de productos solicitados (valiosos y de pequeño volumen). Indudablemente, los
fundamentos de este modelo se encuentran en el estado de aislamiento que se atribuye al
antiguo Egipto, como también en la naturaleza de las escasas fuentes conservadas, que se
refieren casi exclusivamente a los intercambios de bienes de prestigio organizados por los

33
-Véase el caso del soldado Haânkhef, que adquirió dos parcelas con el oro obtenido por seis años de
servicio: Donald B. REDFORD, «Textual Sources for the Hyksos Period», en E.D.OREN (ed.),The Hyksos:
New Historical and Archaeological Perspectives, Philadelphie, The University Museum, 1997, p. 1-44, ici
p. 12, n. 63.
34
Ricardo A. CAMINOS, Late-Egyptian Miscellanies,Oxford, G. Cumberlege/Oxford University Press,
1954, p. 138; Aristide THÉODORIDÈS, Vivre de Maât. Travaux sur le droit égyptien ancien,
Bruxelles/Louvain-la-Neuve, Société belge d’études orientales, 1995, vol. I, p. 613-615.

19
templos y la Corona. Por el contrario, el Cercano Oriente ofrece una imagen más matizada
y diversificada por la abundancia de archivos privados, especialmente por las actividades
de los mercaderes asirios en Anatolia en el segundo milenio a.C. y por los Egibi o Murasû,
entrepreneurs (“emprendedores”) del primer milenio. Gracias a estos textos
excepcionales, se pueden seguir las actividades de mercaderes particulares muy activos,
con intereses diversos, que organizaban operaciones comerciales complejas y de largo
alcance.

Los descubrimientos epigráficos y arqueológicos recientes modifican, en el mismo


sentido, la percepción tradicional del comercio faraónico. Los contactos con el exterior
pero parece que el
Egipto faraónico fue revelan, en realidad, una voluntad de intervención que nada tiene de aislacionista y que
menos aislacionista
de lo que se creía. El es inseparable de las consideraciones geopolíticas. No sólo el aprovisionamiento de
aprovisionamiento
de bienes externos bienes de prestigio jugaba un papel importante en la política exterior del país
jugaba un papel
importante en la (especialmente en las relaciones con Nubia, el Mar Rojo y el Levante) sino también el
política exterior del
país. Muchas de las dominio de las rutas comerciales muy lucrativas dictaba también las intervenciones fuera
conquistas del
Imperio Nuevo de las fronteras. P. Grandet ha sugerido que las conquistas de los faraones del Imperio
estuvieron
aparentemente Nuevo estuvieron inspiradas por el deseo de controlar productos estratégicos como el
inspiradas por el
deseo de controlar estaño.35 Sin duda, deben sumarse aquí las preocupaciones por dominar las rutas
productos
estratégicos comerciales que vinculaban el África nor-oriental, el Mar Rojo y Arabia con el
Mediterráneo, en el marco de un “Gran Juego” que involucraba a diversos actores según
las épocas (egipcios, nubios, habitantes del Punt, anatólicos y mesopotámicos en la
segunda mitad del segundo milenio; kushitas, egipcios, asirios y neobabilonios en la
primera mitad del primer milenio). Un “Gran Juego” en el que las conquistas, las
expediciones militares y las misiones diplomáticas y comerciales coexistían o se sucedían
según las relaciones de fuerza y los intereses geopolíticos del momento. La costa
levantina, por ejemplo, donde convergían las rutas de intercambio que venían del África,
de Arabia y de la Mesopotamia, constituían el punto de concentración de fabulosas
riquezas -de las que se hacen eco las listas de tributos asirias y egipcias-, sobre todo
después del desarrollo de la ruta del incienso. No resulta extraño, entonces, que esta
región haya sido objeto de ásperas luchas. Los descubrimientos recientes de “tesoros” de
plata, ocultos en ámbitos domésticos en numerosas localidades de Palestina, que se
remontan al período ubicado entre los siglos IX a VI a.C., brindan testimonio de esta

35
Pierre GRANDET, Les pharaons du Nouvel Empire, 1550-1069 av. J.-C. Une pensée stratégique,
Monaco, Éd. du Rocher, 2008.

20
riqueza y han reinstalado el debate sobre los orígenes de la moneda en el Mediterráneo
oriental. La correspondencia diplomática, por su parte, menciona con frecuencia la
Los intercambios
internacionales protección otorgada a los mercaderes que recorrían esta región o las compensaciones que
nacieron por las
necesidades de las debían otorgarse en caso del asalto a una caravana o el asesinato de un mercader.36
grandes potencias?
o las grandes
potencias nacieron ¿Fueron las necesidades de las grandes potencias imperiales el motor de los intercambios
por el deseo de
controlar el flujo de internacionales o, por el contrario, los imperios nacieron, precisamente, a partir de
riquezas?
Estados que habían intentado controlar el flujo de las riquezas que circulaban a su
alrededor? M. Liverani ha sugerido que la crisis de los sistemas palaciales y el
surgimiento de ciudades -estados desde el fin de la edad del Bronce Tardío, se explicaban
por la rigidez de las estructuras económicas de los viejos poderes imperiales, incapaces
de reaccionar en un mundo de contactos más descentralizados o de nuevas rutas de
intercambio que florecían fuera de su control.37 En otros contextos históricos, la
expansión imperial de ciertos Estados parece haber obedecido a la voluntad de controlar
las rutas más lucrativas que prosperaban al margen de sus iniciativas. Sin embargo, nada
indica que el ciclo de crisis de los imperios, seguido por el surgimiento de ciudades-
Estados y que finalmente desemboca en el nacimiento de nuevos imperios, sea específico
del fin del Bronce tardío y del comienzo de la Edad de Hierro. En el caso de Egipto, los
últimos descubrimientos sugieren la repetición periódica de un movimiento pendular: los
intercambios comerciales y la participación en las redes de mercaderes del Levante fueron
iniciadas por pequeñas entidades que florecieron en el delta (como Tell el- Farkha, a fines
del 4º milenio, Tell el-Dab`a hacia 1700- 1600 a.C., el principado saíta hacia 650 a.C.,
hay evidencia de
tráfico marítimo luego conquistados o integrados por Estados exteriores a esta región (faraones de Abidos,
privado en
tiempos de de Tebas y de Kush) que continuarían su impulso hacia el Levante. Resulta notable, en
fragmentación
polítiac y territo- este punto, que los textos egipcios mencionen un tráfico marítimo privado floreciente en
rial del país
tiempos de fragmentación política y territorial del país. Esto contribuye a matizar el papel
central tradicionalmente otorgado a la Corona como motor del comercio internacional.38
En esta perspectiva, la expedición organizada por la reina Hatshepsut hacia el País de

36
M.LIVERANI, Prestige and Interest..., op. cit., p. 95-101.
37
-Mario LIVERANI, «Ramesside Egypt in a Changing World: An Institutional Approach», en G. COLONNA
(ed.), L’impero Ramesside. Convegno internazionale in onore di Sergio Donadoni, Rome, Università degli
studi di Roma «La Sapienza», 1997, p. 101115. Véase también Susan SHERRATT, «Potemkin Palaces and
Route-Based Economies», en S. VOUTSAKI; J. KILLEN (dir.), Economy and Politics in the Mycenaean
Palace States, Cambridge, Cambridge Philological Society, 2001, p. 214-238.
38
Christophe BARBOTIN, Âhmosis et le début de la XVIIIe dynastie, Paris, Pygmalion, 2008, p. 177;
Miriam LICHTHEIM, Ancient Egyptian Literature, vol. II, The New Kingdom, Berkeley/Los
Angeles/Londres, University of California Press, 1976, p. 226.

21
Punt con el propósito de obtener bienes de prestigio (mirra, productos exóticos, etc.)
opone dos formas de intercambio. Allí donde sus ancestros debieron procurarse estos
productos por medio de intermediarios y de cuantiosos pagos, la reina logró obtenerlos
directamente gracias a una expedición organizada por el Estado.39 Una inscripción de
Ramsés II menciona, por su parte, a mercaderes que transportaban oro, plata y cobre en
esta misma ruta de Punt, pero obedeciendo órdenes del rey. Estos dos ejemplos
testimonian claramente la lógica de control estatal de los circuitos de intercambio.40

Por cierto, las conquistas imperiales perturbaban el comercio debido a las exacciones
fiscales y a las guerras que llevaban a cabo contra potencias rivales. Se trataba de
campañas inspiradas por el deseo de controlar tanto las regiones que producían bienes
asimismo, la
expansión imperial estratégicos como el flujo de riquezas en manos de pequeños Estados (pensemos en los
podía estimular el
comercio , por Estados fenicios, levantinos o sud arábigos del primer milenio).
ampliar el mercado a
nuevas zonas y por
la seguridad que Pese a ello, la demanda de los poderes imperiales ofrecía posibilidades excepcionales para
otorgaban a las vías
de comunicación el intercambio, sin contar la seguridad que otorgaban a las vías de comunicación y a los
mercaderes. El intercambio, por lo tanto, podía prosperar con o sin ellos; las
en definitiva, el transformaciones deben buscarse en las modalidades, la escala y la naturaleza de la
intercambio podía
prosperar con o demanda y de los bienes involucrados en el tráfico. Los mercaderes privados tenían un
sin ellos
papel importante, mejor adaptados a las oportunidades que se presentaban por la “gran
demanda” de los estados imperiales como por la “pequeña demanda” proveniente de una
los mercaderes
privados podían población urbana en aumento (sobre todo en las grandes capitales), de los sectores
atender tanto a la
"gran demanda" de económicos estimulados por los mercados urbanos (ganadería, horticultura intensiva,
los estados
imperiales, como a pesca, caza, recolección, producción de carbón vegetal, actividades mineras, transporte,
la "pequeña
demanda" de la artesanado, construcción, etc.) o de las periferias incorporadas a las redes imperiales que
población urbana en
aumento deseaban obtener los bienes de prestigio que servían como indicadores culturales. Así, un
papiro del Imperio Nuevo se refiere no sólo a los mercaderes que transportaban bienes a
lo largo del Nilo, de una ciudad a otra, sino también a los que, al servicio de las “casas”
(¿“firmas” comerciales, templos, grandes dominios?)41 circulaban entre Egipto y el

39
Kurt SETHE, Urkunden der 18. Dynastie, Leipzig, J. C. Hinrichs’sche Buchhandlung, 1927, p. 319-340.
40
Kenneth A. KITCHEN, Ramesside Inscriptions: Historical and Biographical, vol. II, Ramesses II, Royal
Inscriptions, Oxford, B. H. Blackwell, 1969-1979, p. 332-333.
41
R.A. CAMINOS, Late-Egyptian Miscellanies, op.cit., p. 384; Edward W. CASTLE, «Shipping and Trade in
Ramesside Egypt», Journal of the Economic and Social History of the Orient, 35-3, 1992, p. 239-277, p.
256-257.

22
Levante. Otro papiro de la misma época menciona a varios mercaderes al servicio de
instituciones que intercambiaban oro por productos alimenticios.42

Esta “pequeña demanda” tenía, probablemente, mayor capacidad de sobrevivir al


desmoronamiento de los poderes imperiales, puesto que se fundamentaba en bienes de
calidad mediana (pensemos, por ejemplo, en las imitaciones de bienes de lujo), y de poco
esta "pequeña
demanda" de valor agregado, mejor adaptados a las necesidades y a los ingresos de amplias franjas de
bienes de calidad
mediana era la la población y a las actividades de los mercaderes ambulantes abiertos a todos los
que mayor
capacidad tenía de intercambios.43 Por otro lado, con frecuencia se trataba de una demanda de poca monta.
sobrevivir al
desmoronamientos El relato de Wenamón revela que los productos egipcios codiciados en el Levante
de los poderes
centralizados abarcaban, por cierto, recipientes de oro y de plata, pero también telas, lino, papiro, cueros
de bovinos, cuerdas, pescado y lentejas.44 De hecho, ya desde el fin del cuarto milenio y
el inicio del tercer milenio a.C., una gran parte de las exportaciones egipcias al Levante
no consistían en productos de lujo, sino en grano, carne y pescado a cambio de cobre,
aceite, vino, madera, resinas y betún.

Este tipo de demanda es, sin embargo, menos visible, más difícil de identificar en el
registro arqueológico. En el caso egipcio, sus huellas pueden encontrarse en las viviendas
de fines del Reino Medio en Balat, los intercambios con extranjeros realizados por
poderes locales al margen del Estado,45 la existencia de viviendas de mercaderes egipcios
en el Levante,46 los indicios de redes comerciales que relacionaban en ambos sentidos la
región de Anatolia y el valle del Nilo en la época de los hicsos, los pequeños sellos de

42
T. Eric PEET, «The Unit of Value S ˇty in Papyrus Boulaq 11», en Mélanges Maspero, vol. I-1, Orient
ancien, Le Caire, IFAO, 1934, p. 185-199.
43
SusanSHERRATT,«The Mediterranean Economy:‘Globalization’at the End of the Second Millennium
B.C.E.», en W. G. DEVER; S. GITIN (dir.), Symbiosis, Symbolism, and the Power of the Past: Canaan,
Ancient Israel, and their Neighbors from the Late Bronze Age Through Roman Palestina, Winona Lake,
Eisenbrauns, 2003, p. 37-62; Christoph BACHHUBER ; R. Gareth ROBERTS (dir.), Forces of
Transformation: The End of the Bronze Age in the Mediterranean, Oxford, Oxbow Books, 2009.
44
M. LICHTHEIM, Ancient Egyptian Literature, vol. I, The Old and Middle Kingdoms, Berkeley, University
of California Press, 1973, p. 227-228.
45
Irene FÖRSTNER-MÜLLER; Dietrich RAUE, «Elephantine and the Levant», en E.-M. ENGEL, V. MÜLLER y
U. HARTUNG (ed.), Zeichen aus dem Sand. Streiflichter aus Ägyptens Geschichte zu Ehren von Günter
Dreyer,Wiesbaden,Harrassowitz,2008,p. 127-148.
46
David WENGROW,«The Voyages of Europa: Ritual and Trade in the Eastern Mediterranean circa 2300-
1850 BC», en W. A. PARKINSON; M. L. GALATY (dir.), Archaic State Interaction: The Eastern
Mediterranean in the Bronze Age, Santa Fe, School for Advanced Research Press, 2009, p. 141-160,
especialmente p. 156-159; John S. HOLLADAY, «Toward a New Paradigmatic Understanding of Long-
Distance Trade in the Ancient Near East: From the Middle BronzeII to Early Iron II—A Sketch», en
P.M.M.DAVIAU, J. W. WEVERS y M. WEIGL (ed.), The World of the Arameans: Studies in Language and
Literature in Honour of Paul-Eugène Dion, Sheffield, Sheffield Academic Press, 2001, vol. II, p. 136-198,
en especial p. 143 y 166-174.

23
plata de fines del Bronce tardío, descubiertos en un ámbito doméstico en la guarnición
faraónica levantina de Bet Shean, donde el pescado seco también se traía desde Egipto,
los vestigios hallados en las casas de la isla de Bates y en las tumbas de Marsa Matruh,
en la costa libia, alrededor de 300 km. al oeste de Alejandría, que revelan la existencia de
un comercio informal en pequeña escala, aparentemente controlado por los libios, que
implicaba la fabricación de productos metálicos sencillos (agujas, alfileres, etc.) y
contactos con Egipto, Canaán, Chipre, Creta y el mundo micénico. Finalmente, las
poblaciones nómades también participaban en la producción y difusión de metales, al
la evidencia
reciente revele la margen de los Estados y de las grandes instituciones.47 Observemos que estos
existencia de un
comercio de descubrimientos son difícilmente compatibles con las interpretaciones “primitivistas”,
bienes ordinarios
en un marco no pero, sin caer en excesos “modernistas”, revelan la existencia de un comercio de bienes
institucional, y
comercializado ordinarios susceptible de ser producidos en un marco no institucional y de
por parte de
mercaderes comercialización por parte de mercaderes particulares. Este tipo de comercio aseguraba
particulares
la circulación de productos en grandes distancias, como también la acumulación de
riquezas reinvertidas en Egipto según modalidades a especificar, sin olvidar las nuevas
pistas que dichos productos sugieren para explicar la geopolítica del estado faraónico.48

En definitiva, la importancia del comercio privado permite una interpretación más fina de
ciertos aspectos de la vida económica, como el comercio, la circulación de metales
preciosos o las redes que vinculaban a las poblaciones pastoriles y sedentarias. Aspectos
que atañen a una pregunta clave: ¿el antiguo Egipto experimentó un crecimiento
económico?

Las condiciones del crecimiento económico

47
Thomas E. LEVY, Erez BEN-YOSEF; Mohammad NAJJAR, «New Perspectives on Iron Age Copper
Production and Society in the Faynan Region, Jordan», en V. KASSIANIDOU et G. PAPASAVVAS (ed.),
Eastern Mediterranean Metallurgy and Metalwork in the Second Millennium BC, Oxford, Oxbow Books,
2012, p. 197-214.
48
Neal SPENCER, «Sustaining Egyptian Culture? Non-Royal Initiatives in Late Period Temple Building», en
L. BARE ˇS, F. COPPENS ; K. SMOLÁRIKOVÁ (dir.), Egypt in Transition: Social and Religious Development
of Egypt in the First Millennium BCE, Prague, Czech Institute of Egyptology, 2010, p. 441-490.

24
Se trata, indudablemente, de una de las cuestiones más polémicas y debatidas en la
historia económica de la antigüedad, y no es extraña a las problemáticas egiptológicas.49
Pensemos, por ejemplo, en los inmensos recursos consagrados a la construcción de
pirámides, templos y tumbas decoradas, construcciones cuya racionalidad ha sido objeto
de interpretaciones diversas. Allí donde algunos ven un estímulo a la actividad económica
- gracias a la movilización de recursos, el reclutamiento de numerosos trabajadores, la
distribución de raciones- y un incentivo para la división del trabajo y la especialización
artesanal, otros, por el contrario, lo consideran como un factor de estancamiento, la
hubo crecimiento imagen de una civilización eminentemente agrícola, de intercambios limitados, y que
económico en el
Egipto faraónico? prefería el atesoramiento de la riqueza en vez de la inversión productiva. La clave reside,
Las pirámides,
tumbas y templos sin ciertamente, en lo que se consideraba “productivo” para los habitantes de una sociedad
duda quitaban
riquezas de preindustrial como la del antiguo Egipto, cuando las fuentes del poder social, político,
circulación :
podríamos decir, eran simbólico y económico pasaban, por ejemplo, por tener grandes clientelas, obtener
riquezas atesoradas,
y no invertidas prebendas de los templos, por los contactos con instituciones o por la adquisición de un
Pero esta pregunta no
puede responderse equipamiento funerario de calidad, que, aunque fuera costoso, reafirmara el status social
atendiendo a las
nociones modernas
de racionalidad y
del propietario y su pertenencia a la élite.. Dicho de otro modo, sería equivocado analizar
ganancia.
lo que era productivo según nuestras consideraciones modernas de “racionalidad” y
“ganancia”, como si los criterios de producción, inversión y consumo debieran obedecer
necesariamente a los principios de una actividad económica autónoma, desprendida de lo
social.
había
posibilidad de Podríamos preguntarnos, sin embargo, si existían posibilidades de crecimiento
un crecimiento
intensivo ? económico a largo plazo debido a factores intensivos y no solamente extensivos (como el
sabemos que sí
extensivo, por el
aumento
crecimiento de la población y la puesta en cultivo de nuevos espacios). Cuando la
demográfico y de
tierra cultivable
arqueología revela que las ciudades florecían, que los intercambios comerciales
prosperaban y que los bienes de lujo se volvían accesibles a grupos más amplios de la

49
Paul MILLETT, «Productive to Some Purpose? The Problem of Ancient Economic Growth», en D. J.
MATTINGLY; J. SALMON (ed.), Economies Beyond Agriculture in the Classical World, Londres,
Routledge, 2000, p. 17-48; Richard SALLER, «Framing the Debate Over Growth in the Ancient Economy»,
en W. SCHEIDEL ; S. von REDDEN (dir.), The Ancient Economy, Édimbourg, Edinburgh University Press,
2002, p. 251-269; Alan K. BOWMAN ; Andrew WILSON, «Quantifying the Roman Economy: Integration,
Growth, Decline?», en A. BOWMAN ; A. WILSON (dir.), Quantifying the Roman Economy: Methods and
Problems,Oxford,Oxford UniversityPress,2009,p. 28-46; Andrew WILSON, «Indicators for Roman
Economic Growth: A Response to Walter Scheidel», Journal of Roman Archaeology, 22-1, 2009, p. 71-82;
Peter TEMIN, The Roman Market Economy, Princeton, Princeton University Press, 2013, p. 195-219. Para
el Cercano Oriente antiguo, ver Govert van DRIEL, «Capital Formation and Investment in an Institutional
Context in Ancient Mesopotamia», en J. G. DERCKSEN (ed.), Trade and Finance..., op. cit., p. 2542; M.
JURSA et al., Aspects of the Economic History..., op. cit., p. 800-802

25
población durante los períodos de colapso de la monarquía, ¿se debe ver allí un
crecimiento global de la economía, o, por el contrario, la simple redistribución de la
riqueza, favorecida por la ausencia temporal de un sistema fiscal (por lo tanto, ¿una
especie de juego de suma cero a largo plazo)? De todos modos, la combinación de ambas
circunstancias sugiere que existían márgenes para un crecimiento limitado, fundamentado
sobre la demanda acumulada de las categorías sociales que habían mejorado su condición
durante los períodos recurrentes de crisis estatales y de su aparato fiscal, una demanda
que habría estimulado el comercio, una producción agrícola especializada y un artesanado
adaptado a los gustos y a las posibilidades de est nueva clientela. Las transformaciones
así generadas habrían creado un nuevo escenario, más rico social y económicamente, al
que la monarquía restablecida después de cada episodio de crisis habría sabido
acomodarse, aunque sólo fuera por las exacciones fiscales crecientes que podía obtener,
un escenario al que ella contribuiría posteriormente, gracias a la reinversión de sus
ingresos fiscales en la economía.

Un escenario así parece más verosímil, especialmente porque la multiplicación y la


intensificación de los intercambios durante las épocas de crisis eran seguidos, de manera
significativa, por tentativas de control de los flujos comerciales por parte del Estado
reconstituido. El desarrollo de Tell el- Dab`a como base comercial y logística, como
también las intervenciones militares egipcias en el Levante o la creación de una red de
fortalezas (¿factorías?) en Nubia (rodeadas de verdaderas aglomeraciones urbanas)
acompañaron, en los inicios del segundo milenio, el restablecimiento de la monarquía
unida del Reino Medio.50 Del mismo modo, la conquista del Levante y de una gran parte
de Sudán durante el Imperio Nuevo siguió a la expansión del comercio internacional y
del flujo de mercaderías que caracterizó al período precedente de los hicsos y que abarcó,
al menos, la cuenca oriental del Mediterráneo, el África nor-oriental y el Oriente Cercano/
parece que Medio. Finalmente, el apogeo de los templos, de los sitios urbanos y de los principados
existió
efectivamente del Delta en la primera mitad del primer milenio, es coincidente con la multiplicación de
una tendencia
general al los intercambios en un área muy vasta, desde el Atlántico hasta el Indo. Se comprueba
crecimiento
secular entonces una tendencia general de crecimiento a lo largo de los siglos, que no se limitaría
únicamente a factores tales como el aumento de la población, la puesta en cultivo de
nuevos espacios o la intervención del Estado. Los motores y las modalidades de este

50
Se han recuperado numerosas pesas utilizadas para pesar el oro en la fortaleza de Uronarti: Dows
DUNHAM, Second Cataract Forts, vol. II, Uronarti, Shalfak, Mirgissa, Boston, Museum of Fine Arts, 1967,
p. 35-36, pl. 35B.

26
crecimiento difieren según los períodos y las circunstancias políticas, pero la agricultura
y el comercio parecen haber sido sus pilares esenciales y permiten visualizar el flujo de
riqueza.

En el caso de la agricultura, los dominios considerables de la Corona, los dignatarios y


los templos constituían un elemento fundamental del paisaje rural, pero resulta difícil
seguir el camino recorrido por los excedentes agrícolas, una vez deducidos los costos de
explotación. Además de la circulación interna, los textos mencionan que los templos
recaudaban los impuestos a menudo en metales preciosos, lo que sugiere que una parte
del excedente se intercambiaba por oro o plata, y prueba que existían mercados y
circulación de riquezas al margen de los circuitos institucionales.
pero conocemos
poco sobre los
resortes de este La agricultura, por lo tanto, hacía posible que se concretaran hechos de los que se ignora
crecimiento. Las
instrucciones de prácticamente todo, salvo que el objetivo de sus promotores no se limitaba solamente a
Heanakhte sugieren
, para la agricultura, la subsistencia. Las instrucciones que Heqanakhte dirige a sus subordinados demuestran,
una voluntad de
maximización de por el contrario, una voluntad de aprovechamiento óptimo de los recursos a su
ganancias. Parece
ser que no toda disposición. Los numerosos deudores que le debían cantidades variables de cereales
agricultura era de
pura subsistencia sugieren que los préstamos constituían una de las formas de reinversión de los excedentes
agrícolas. Las fuentes posteriores, de mediados del segundo milenio, mencionan
igualmente las entregas de dátiles a cambio de cereales, realizadas por particulares ante
representantes del granero real, lo que demuestra que la inversión en palmerales y huertos
podía resultar productiva para los arrendatarios que disponían de los medios necesarios
para su irrigación. Esta circunstancia se debe relacionar, sin dudas, con la introducción
contemporánea del shaduf (un dispositivo de báscula utilizado para sacar agua) en Egipto
y con el apogeo de las huertas urbanas, comprobable por la arqueología y la literatura.

Siempre en la misma época, se comprueba en el sector institucional la llegada de


numerosos esclavos y prisioneros de guerra, asignados sobre todo a los templos y a los
dominios de la Corona (especialmente en las “islas nuevas”, después de la crecida anual).
Esta circunstancia coincide con la creación de grandes plantaciones especializadas,
grandes rebaños y el desarrollo, en el ámbito del cultivo de cereales, de un sistema de
labradores -ihouti.51 Dicho de otro modo, la abundancia de la mano de obra servil, en

51
Ver nuestro artículo en este dossier; ver también Juan Carlos MORENO GARCÍA, «Les jhwtjw et leur
rôle socio-économique au IIIe et IIe millénaires avant J.-C.», en J. C. MORENO GARCÍA (dir.), Élites et
pouvoir en Égypte ancienne, Villeneuve-d’Ascq, UniversitéCharles-de-GaulleLille3,2010,p. 321-
351;Id.,«Lesmnhw.Sociétéettransformations agraires en Égypte entre la fin du IIe et le début du Ier

27
ciertos períodos, favorece el surgimiento de fuerzas productivas en sectores muy
especializados, orientados en parte hacia la exportación, de manera que la relación entre
esclavitud, plantación y comercio, habitual en el Mediterráneo greco-romano, encuentra
en Egipto de la segunda mitad del segundo milenio a.C. una variante precoz.52 En cuanto
al interés de los entrepreneurs rurales para explotar los campos de las instituciones (sin
olvidar el de los arrendatarios de las tierras de los templos), obedecía a la posibilidad de
obtener una renta de la tierra o un porcentaje de la cosecha, como lo demuestran los
contratos del primer milenio,53 pero con ejemplos que datan de fines del Bronce tardío.
Incluso los templos practicaban cultivos comerciales destinados en parte a la venta.

Ignoramos prácticamente todo sobre la demanda campesina, pero los papiros de Gebelein,
de mediados del tercer milenio a.C., revelan que la población de numerosas aldeas del sur
de Egipto incluía no solamente a los campesinos y a los pastores, sino también a
especialistas que se encargaban de actividades artesanales o de transformación (alfareros,
molineros, panaderos, etc.), del transporte (porteadores, remeros) y de explotación de los
recursos naturales (pajareros, apicultores), lo que implica una división del trabajo y la
existencia de una demanda capaz de ocupar una parte significativa de la población de esas
aldeas en actividades distintas de la producción agrícola.54 El templo de ´Ayn Manâwir,
situado en el oasis de Kharga y datado en el siglo V a. C., ha revelado 400 estatuillas y
pequeños objetos de bronce probablemente depositados como ofrendas votivas por los
habitantes de los alrededores. Esto revela un cierto grado de riqueza y de demanda local
que han permitido no solamente la construcción y el mantenimiento de un pequeño templo
en un área marginal, sino también el acceso de la población local a objetos artesanales
costosos que constituían signos de status55. Sin duda, no es casual que el uso precoz de la
moneda en esta localidad sea un hecho relacionado con las categorías más acomodadas
de la población, en un contexto de producción agrícola especializada y, en parte,

millénaire», Revue d’égyptologie, 62, 2011, p. 105-114; Id., «L’évolution des statuts de la main-d’œuvre
rurale...», art. cit.
52
Para un análisis detallado, ver Juan Carlos MORENO GARCÍA, «La dépendance rurale en Égypte
ancienne», Journal of the Economic and Social History of the Orient, 51-1, 2008, p. 99-150, sobre todo p.
129-134.
53
Koenraad DONKER VAN HEEL, Abnormal Hieratic and Early Demotic Texts Collected by the Theban
Choachytes in the Reign of Amasis, Leyde, NINO, 1995.
54
Paule POSENER-KRIÉGER, I papiri di Gebelein. Scavi G. Farina1935, Turin, Ministero per i beni e le
attività culturali/Soprintendenza al Museo delle antichità Egizie, 2004.
55
Michel WUTTMANN, Laurent COULON; Florence GOMBERT, «An Assemblage of Bronze Statuettes in a
Cult Context: The Temple of ‘Ayn Manâwir», en M. HILL (dir.), Gifts for the Gods:Images from Egyptian
Temples, New York/New Haven,The Metropolitan Museum of Art/Yale University Press, 2007, p. 167-
173

28
la existencia de un campesinado
estratificado, alimentaba
probablemente una demanda
campesina

exportada hacia el valle del Nilo. Aunque la arqueología todavía deba aportar más
abundantemente al debate, la existencia de un campesinado estratificado, que abarcaba
sectores acomodados y también posibilidades de empleo “asalariado” (estacional o
permanente) por parte de una población rural, alimentaba probablemente una demanda
campesina, sin duda variable según las épocas, las regiones y el nivel de presión fiscal.
En todo caso, las perspectivas de las categorías superiores de campesinos superaban la
mera autosuficiencia. Estos ejemplos prueban, en efecto, que la autosuficiencia no era el
único objetivo de la agricultura y que existía una demanda satisfecha por los mercados
que utilizaba metales preciosos en sus transacciones y que permitía la realización de
negocios e inversiones por los individuos. La misma idea se vislumbra a través del interés
de las instituciones para extender la agricultura y la producción de excedente, una política
que sería incomprensible si una parte de tales excedentes no fuera comercializable y
transformada en riquezas, gracias a los mercados, y gravada con impuestos por parte del
Estado. Las exportaciones de cereales a los heteos (a cambio de la entrega de plata y otros
productos) realizadas por los reyes ramésidas son prueba contundente de ello.56

En lo que respecta al comercio y a los intercambios de mercado en contextos no


institucionales, ofrecen alternativas y medios complementarios de enriquecimiento para
ciertos sectores de la población. Aunque el Estado se apropiara de una parte de ese
excedente por medio de la fiscalización, queda por dilucidar el destino de las riquezas
acumuladas por los mercaderes: ¿atesoramiento o (re)inversión? El paralelismo con
Mesopotamia sugiere algunas respuestas. La compra o alquiler de casas, los préstamos,
la compra de huertos con el fin de producir cultivos comerciales, la participación en
operaciones comerciales diversificadas, la adquisición de prebendas en los templos, la
producción de telas para las instituciones, pero también para los mercados y la
exportación, sin olvidar los gastos suntuarios como la compra de tumbas o de papiros
funerarios. El hecho de que algunos mercaderes hayan podido ocupar una posición social
muy elevada se puede comprobar por el matrimonio del príncipe Simontou, hijo de
Ramsés II, con la hija de un propietario de naves sirio. Finalmente, también el artesanado
también podía enriquecerse al margen de los encargos institucionales, gracias a los
estratos de población deseosos de adquirir los símbolos de status (que incluían las
imitaciones de los productos de lujo), a la demanda de los centros urbanos y a la

56
M. LIVERANI, Prestige and Interest..., op. cit., p. 235-236. La afluencia de plata en Egipto habría
contribuido a la devaluación transitoria de este metal (alrededor del 40%).

29
exportación (como ocurría con los marfiles u otros bienes).57 Incluso las familias
modestas podían acceder a fuentes de ingresos complementarios en la producción de telas,
hortalizas o en actividades de transporte y de construcción. En cuanto a la metalurgia en
el ámbito campesino, Thilo Rehren y Edgar Pusch distinguen claramente entre las
actividades artesanales y de aprovisionamiento del metal de los grandes talleres
institucionales y, por otra parte, los artesanos que trabajan en el medio rural; en este
último caso, el reciclado (scrap metal economy) alimentaba circuitos económicos que
escapaban al control de las instituciones, dominados en parte por poblaciones nómades,
y por ello difíciles de detectar en las fuentes escritas.58 Los descubrimientos de hornos y
de rastros de una producción de metal en la isla de Bates serían un indicio de ello.59 Las
grandes cantidades de plata entregadas al fisco por los pescadores o las actividades de un
pequeño mercader itinerante como el protagonista del relato del Habitante del Oasis
reflejan también las posibilidades que ofrecía un tráfico local del que ignoramos
prácticamente todo.

¿Hubo tendencias a la intensificación de la producción, más allá de la simple extensión,


que permitiera un proceso sostenido de crecimiento? Nuevamente, la respuesta debe
matizarse. En circunstancias históricas particulares, el desarrollo de las ciudades, la
creación de astilleros y la ejecución de grandes construcciones habrían estimulado la
oferta agrícola y artesanal, sobre todo en las áreas vecinas, con el propósito de satisfacer
las necesidades de esos centros. No obstante, el escaso crecimiento de la población habría
impuesto límites a la demanda, estimulada por el Estado por razones demográficas y de
ingresos fiscales evidentes, de tal modo que la misma habría experimentado una tendencia
a la estabilidad en tiempos de paz y a sufrir alteraciones en circunstancias de guerra y de
problemas políticos. La ciudad de los trabajadores de Gizeh es un ejemplo de esta
demanda por parte del Estado. Albergaba alrededor de 20.000 trabajadores y artesanos, y

57
George MUMFORD, «Egypto-Levantine Relations During the Iron Age to Early Persian Period
(Dynasties late 20 to 26)», en T. SCHNEIDER ; K. SZPAKOWSKA (ed.), Egyptian Stories: A British
Egyptological Tribute to Alan B. Lloyd on the Occasion of His Retirement, Münster, Ugarit-Verlag, 2007,
p. 225-288; Elon HEYMANS; Gert J. van WIJNGAARDEN, «Low-Value Manufactured Exotics in the Eastern
Mediterranean in the Late Bronze and Early Iron Ages», en A. VIANELLO (dir.), Exotica in the Prehistoric
Mediterranean ,Oxford/Oakville, Oxbow Books/David Brown BookCo.,2011,p. 124-136.
58
Thilo REHREN ; Edgar B. PUSCH, «Alloying and Resource Management in New Kingdom Egypt: The
Bronze Industry at Qantir—Pi-Ramesse and its Relationship to Egyptian Copper Sources», en V.
KASSIANIDOU; G.PAPASAVVAS(ed.),Eastern Mediterranean Metallurgy..., op. cit., p. 215-221.
59
Donald WHITE, Marsa Matruh: The University of Pennsylvania Museum of Archaeology and
Anthropology’s Excavations on Bate’s Island, Marsa Matruh, Egypt 1985-1989, vol. II, The Objects,
Philadelphie, Institute for Aegean Prehistory Academic Press, 2002, p. 4753 et 168-174.

30
estaba provista de centros de aprovisionamiento e instalaciones diversas, cuyas
dimensiones parecen haber sido estables durante el período de construcción de las grandes
pirámides. También se puede pensar en la aldea de Deir el -Medina, que era habitada por
los artesanos ocupados en la construcción y decoración de las tumbas de los faraones del
Imperio Nuevo, en el complejo de talleres metalúrgicos del Reino Medio descubierto en
el puerto de ´Ayn Soukhna, en la costa del golfo de Suez, utilizados para el tratamiento y
la fundición de mineral de cobre,60 o aún en los grandes complejos artesanales de Pi-
Ramsés, que incluían talleres para la producción masiva de bronce, armas, piezas para los
carros de guerra, hornos para la producción de vidrio, etc.61 Por cierto, la expansión
externa durante el Imperio Nuevo estimuló la demanda egipcia de ciertos productos
utilizados en las actividades artesanales en crecimiento y que no estaban limitados al
equipamiento del ejército. Tal es el caso del vidrio y la resina de pistacho, que se empleaba
no sólo para aromatizar y embalsamar, sino también para la producción de barnices
aplicados a los sarcófagos y para la elaboración de cosméticos y perfumes. La producción
textil también fue, probablemente, otro sector en expansión.62 De hecho, se comprueba la
evolución hacia una producción “industrial” en algunos sectores de la actividad artesanal
a partir del reinado del gran conquistador Tutmosis III.63 Estas actividades nutrían un
tráfico comercial del que da testimonio el naufragio de Uluburun, tanto por el volumen
como por el tipo de bienes encontrados (resinas, metales, etc.).

En consecuencia, la posibilidad de un crecimiento sostenido debía estar ligada sobre todo


a la exportación de bienes agrícolas y artesanales producidos en las explotaciones, los
dominios y las plantaciones de las instituciones y de los particulares, como también a la
demanda interna del sector no institucional. Sin embargo, el acceso de sectores más
amplios de la población a los bienes de lujo parece una característica recurrente de las
fases de madurez del Estado faraónico y traduce, posiblemente, un aumento de sus

60
Mahmoud ABD EL-RAZIQ et al., Ayn Soukhna, vol. II, Les ateliers métallurgiques du Moyen Empire, Le
Caire, IFAO, 2011.
61
Anna K. HODGKINSON, «Mass-Production in New Kingdom Egypt: The Industries of Amarna and
Piramesse», en J. CORBELLI, D. BOATRIGHT et C. MALLESON (ed.), Current Research in Egyptology 2009,
Oxford, Oxbow Books, 2011, p. 81-98.
62
B.J. KEMP; G. VOGELSANG-EASTWOOD, The Ancient Textile Industry at Amarna, op. cit., p. 427-438.
63
Margaret SERPICO,«Quantifying Resin Trade in the Eastern Mediterranean During the Late Bronze
Age», en K. P. FOSTER; R. LAFFINEUR (ed.), Metron: Measuring the Aegean Bronze Age, Liège/Austin,
Annales d’archéologie égéenne de l’université de Liège/University of Texas,2003,p. 223-230;
Id.,«Natural Product Technology in New Kingdom Egypt», en J. BOURRIAU; J. PHILLIPS (ed.), Invention
and Innovation: The Social Context of Technological Change, vol. II, Egypt, the Aegean and the Near East,
1650-1150 BC, Oxford, Oxbow Books, 2004, p. 96-120.

31
ingresos. Tal es el caso al final del reino Antiguo, Medio y del Imperio Nuevo, y no es
azaroso, sin duda, que estos períodos sean seguidos, paradójicamente, por una crisis
estatal, pero también por el surgimiento de actividades comerciales. Una circunstancia
inexplicable, salvo si se acepta el vigor de una demanda privada, a escala local, capaz de
nutrir los circuitos de intercambio y de ofrecer posibilidades para hacer negocios en
ausencia de los encargos del Estado, pero que resulta prácticamente invisible en las
fuentes oficiales. Los índices de entrega e intercambio de productos en los que
participaban los particulares, en el marco del tráfico fluvial, durante el período ramésida,
asociados a la existencia de pequeñas élites locales vinculadas al ejército y a los templos,
reflejan el potencial de una demanda rural difícil de detectar salvo por medio de la
arqueología,64 o por documentos excepcionales, como el papiro Louvre E 3226, el papiro
Wilbour y otros.65 Las fuentes ramésidas aportan, además, alguna información sobre
grupos relativamente acomodados de la población, que vivían más allá de la mera
subsistencia, propietarios de barcos, de siervos, de huertos o de ganado, con la capacidad
el crecimiento de entregar sus tributos en oro o que podían procurarse los objetos de lujo normalmente
económico fue una
realidad, pese a reservados a la élite.66
algunos obstáculos:
escasos excedentes,
consumo insuficiente, El crecimiento económico en el Egipto faraónico fue una realidad, pese a algunos
vicisitudes
ambientales, obstáculos. Algunos de ellos eran comunes a las sociedades preindustriales: dificultad en
interrupción mercantil
en épocas de las comunicaciones, vicisitudes ambientales, disponibilidad de escasos excedentes para
inestabilidad, baja
productividad del la mayoría de la población, con la consecuencia de un consumo insuficiente, la
trabajo...
interrupción de los circuitos de intercambio en épocas de inestabilidad, las crisis
periódicas del Estado y de su demanda, un desarrollo técnico limitado, una división del
trabajo insuficiente debido a las escalas reducidas de la producción y de la circulación y,
finalmente, una baja productividad del trabajo.

En esas condiciones, la inversión en la “renta” constituía una alternativa para la riqueza


acumulada en el comercio. A estos factores pueden agregarse otros, de índole socio-
cultural, en los que el prestigio provenía también de la posesión de clientelas numerosas,
de los contactos con la corte real y de la protección recibida de grandes dignatarios

64
Koichiro WADA, «Provincial Society and Cemetery Organization in the New Kingdom», Studien zur
altägyptischen Kultur, 36, 2007, p. 347-389.
65
Un ejemplo de tráfico fluvial aparece en Jacob J. JANSSEN, Two Ancient Egyptian Ship’s Logs: Papyrus
Leiden I 350 verso and Papyrus Turin 2008+2016, Leyde, Brill, 1961.
66
Jean-Marie KRUCHTEN (ed.), Le Décret d’Horemheb. Traduction, commentaire épigraphique,
philologique et institutionnel, Bruxelles, Éd. de l’université de Bruxelles, 1981.

32
(costosa en términos de presentes que debían otorgarse)67, de la construcción de capillas
y de templos locales. En cuanto a las “empresas”, los paralelismos mesopotámicos
revelan que se eran de carácter familiar, y por lo tanto, sometidas a las vicisitudes de la
fragmentación del patrimonio debido a la herencia, lo que complicaba la formación de
fondos de capitales privados a largo plazo; además, sus objetivos no eran dictados por la
especialización, sino por las oportunidades que surgían aquí o allá.68 Finalmente, el peso
del sector institucional y de su sistema de raciones limitaba las posibilidades del
desarrollo de los asalariados y por lo tanto, del crecimiento de los mercados. En lo que
respecta al impacto del subempleo rural y urbano sobre la demanda total, resulta difícil
de precisar, pero también allí los paralelismos con la Mesopotamia sugieren que
instituciones tales como los templos, los talleres del Estado, las instalaciones y los
dominios de la Corona contribuían, precisamente, a incorporar, disciplinar y asignar a
diversos trabajos a las categorías más vulnerables y desprovistas de la población, un
modelo que también se aplicaba a los deportados y prisioneros de guerra.

Sin embargo, se hace cada vez más evidente que los intercambios aceleraron la
integración (en un sentido muy matizado) de las economías del Mediterráneo, del noreste
de África y del Cercano y Medio Oriente desde fines del tercer milenio a.C., y que
fenómenos que aún no se comprenden totalmente, como los ciclos de expansión y
contracción de las ciudades, de consolidación y colapso de los Estados en relación con
los desplazamientos de población y con el auge de los intercambios, del desarrollo del
pastoralismo o la sedentarización de los nómades, la aparición de nuevas rutas
comerciales, etc., se hallan vinculados a los vaivenes de esta integración. El crecimiento
se manifiesta de la misma manera a nivel local en Egipto, sobre todo en el primer milenio,
por la expansión del urbanismo, los recursos destinados a una arquitectura de calidad, la
difusión de productos costosos entre franjas más amplias de la población, la fundación de
templos y de ciudades en el delta, como también por el refuerzo de los contactos con
Nubia y el Levante. Aunque estos fenómenos todavía resulten oscuros, parecen haber
contribuido al crecimiento de la economía a muy largo plazo.

67
Günther VITTMANN, Der demotische Papyrus Rylands 9, Wiesbaden, Harrassowitz,1998.
68
Peter F. BANG, The Roman Bazaar: A Comparative Study of Trade and Markets in a Tributary Empire,
Cambridge, Cambridge University Press, 2008.

33
Las trampas de una lectura evolucionista

Las interpretaciones antropológicas e históricas neo-evolucionistas consideran que lo más


complejo sucede a lo más simple, en una línea ininterrumpida de progreso, en la que se
decide arbitrariamente qué es lo complejo y qué es lo simple. En lo que respecta a los
Estados de la antigüedad, se ha abusado de tipologías según las cuales a los períodos
caracterizados por el predominio de las familias extendidas han sucedido otros
caracterizados por la preeminencia de la familia nuclear; el comercio organizado por las
instituciones habría cedido el paso a las intervenciones cada vez más importantes de los
comerciantes particulares; las redes comerciales y las relaciones diplomáticas cada vez
más densas habrían reemplazado a los contactos ocasionales y sacado a los Estados de su
aislamiento original; la urbanización y el cultivo de cereales significaron el progreso y la
complejidad, en tanto que el pastoralismo evidenciaría el regreso a una economía más
primitiva; finalmente, el Estado habría reemplazado a las jefaturas.69 En realidad, estos
fenómenos han coexistido muy a menudo en grados diversos y según las regiones,
contribuyendo así a la diversidad política, social y económica del Cercano Oriente
antiguo. Por otra parte, como lo ha subrayado acertadamente Peter Bang, la
transformación no necesariamente implica evolución.

No obstante, las explicaciones evolucionistas corren el riesgo de preservar, detrás de la


lógica de su discurso, modelos de razonamiento y prejuicios que sirven de base a relatos
los prejuicios son
más fácilmente e interpretaciones históricas preconcebidas, preferentemente aplicadas a épocas para las
aplicables a las
épocas en que la que la documentación es escasa. Estas interpretaciones se caracterizan, además, por su
documentación
es escasa. carácter lineal, ya sea de progreso hacia una complejidad creciente o de decadencia a
partir de un período del pasado considerado brillante. Contribuyen así a la persistencia de
prejuicios que perjudican el análisis de las fuentes. Es por eso que, según una lectura
tradicional, a la centralización y al extremo absolutismo del Reino Antiguo habría
sucedido una oposición entre los templos y sus sacerdocios, por un lado, y la monarquía,
por otro, en el Imperio Nuevo, antes de entrar en el declive definitivo de la monarquía en
la “Baja Época”. Tales trampas también están presentes en el análisis de las actividades
comerciales en Mesopotamia y en Egipto. En el caso mesopotámico, la intensificación de

69
Norman YOFFEE, Myths of the Archaic State: Evolution of the Earliest Cities, States, and Civilizations,
Cambridge, Cambridge University Press, 2005.

34
los intercambios unida a la fragmentación de los Estados muy centralizados (como Ur III)
habría permitido que los “emprendedores” y los mercaderes particulares ganaran en
autonomía y poderío, cosa imposible en Egipto, pues según las interpretaciones al uso,
las iniciativas privadas habrían tenido una importancia menor frente a las expediciones y
encargos organizados por un Estado fuertemente centralizado.

Un enfoque de esta naturaleza se ha vuelto insostenible a medida que se publican archivos


no hay que caer
en la trampa
y se descubren nuevas fuentes. Ellas revelan no solamente la importancia de los negocios
evolucionista
según la cual el
privados en el tercer milenio a.C., sino también la existencia de una densa red de
comercio privado
sucede intercambios que vinculaba grandes espacios, desde los Balcanes hasta la India.70
necesariamente a
una etapa de Además, el pastoralismo ya no se interpreta como un modo de vida primitivo y opuesto a
comercio
organizado desde la sedentarización y a la economía urbana, sino como inseparable de ésta, con un papel
el estado. Ambas
cosas pudieron de actividad productiva especializada capaz de organizar la producción en vastos
coexistir
territorios y asegurar la circulación de ideas, productos y tecnología, a tal punto que su
papel como vector de las redes de intercambio se vuelve cada vez más evidente.71 El
idea fuerte comercio privado y el comercio institucional habrían coexistido, en realidad. 72 El
pastoralismo sería incomprensible si se ignora su estrecha relación con la economía y los
mercados de las poblaciones sedentarias. Por otro lado, los ciclos de expansión y

podría decirse
contracción de los Estados y de su fiscalidad abrían nuevas oportunidades para los
incluso que la
centralización
intercambios. Tomando en cuenta que la circulación de productos y la apertura de rutas
estatal perjudicó al
comercio privado;
comerciales no estaban inevitablemente ligadas a las iniciativas estatales, se podría
es decir, que este
preexiste a la
contemplar la hipótesis contraria, es decir, que los Estados hubieran sido perjudiciales
centralización
para el comercio, que su expansión haya sido en parte dictada por la voluntad de
apropiarse de los recursos y de las riquezas en circulación, pero al actuar así, crearan
nuevas oportunidades, sobre todo para los sectores vinculados con las actividades
institucionales. Posibilidades de las que los mercaderes particulares habrían obtenido
beneficios.73

70
Toby C. WILKINSON, Susan SHERRATT; John BENNET (ed.), Interweaving Worlds: Systemic Interactions
in Eurasia, 7th to the 1st Millennia BC, Oakville, Oxbow Books, 2011.
71
J. SZUCHMAN (ed.), Nomads, Tribes, and the State..., op. cit.; Anne PORTER, Mobile Pastoralism and
the Formation of Near Eastern Civilizations: Weaving Together Society, Cambridge, Cambridge University
Press, 2012.
72
J. G. DERCKSEN (ed.), Trade and Finance..., op. cit.; A. C. V. M. BONGENAAR (ed.), Interdependency of
Institutions..., op. cit
73
Juan Carlos MORENO GARCÍA, «Egypt, Old to New Kingdom (2686-1069 BC)», en P. F. BANG, C. A.
BAYLY; W. SCHEIDEL (ed.), The Oxford World History of Empire, Oxford, Oxford University Press (en
prensa).

35
Lo mismo podría decirse de la agricultura. La aparición de contratos agrarios en Egipto
desde fines del siglo VIII a. C. no implica necesariamente el surgimiento de una práctica
novedosa. Tales acuerdos bien pudieron existir en forma oral durante siglos antes de ser
fijados por escrito. En realidad, se comprueba que, en lugar de sucederse históricamente,
diversas modalidades de explotación de la tierra han coexistido durante siglos,
especialmente en las grandes instituciones (arrendamiento, corvea, aparcería, etc.). Es
solamente su proporción lo que ha podido variar según las circunstancias políticas,
sociales e históricas particulares, como por ejemplo la afluencia de numerosos siervos y
prisioneros de guerra, la disponibilidad de trabajadores agrícolas suficientes para las
labores en los dominios de las instituciones, los proyectos de colonización agrícola de
algunas regiones, la existencia o no de ricos campesinos que cultivaban las tierras de las
instituciones como “emprendedores” rurales, etc. La misma impresión se desprende de
la lexicografía, en la medida en que prácticas idénticas se designan con términos
diferentes según las épocas, o inversamente, cuando una misma palabra designan
prácticas muy diferentes. Dicho de otro modo, las innovaciones léxicas a veces ocultan
las continuidades en la esfera económica.74

Más que una tendencia inexorable hacia la complejidad a partir de lo más simple, se
comprueba la coexistencia de un conjunto diverso de actividades y de posibilidades
productivas cuyo crecimiento, estancamiento o la desaparición de alguna de sus partes
constitutivas era inseparable del conjunto. Un conjunto modelado por circunstancias
históricas tales como la relación de fuerzas entre los distintos actores de la vida
económica, la naturaleza de sus elecciones económicas y de sus intereses a lo largo del
tiempo, sus fuentes de ingresos ( y la proporción entre las de origen institucional y las de
origen patrimonial), el peso de la presión fiscal y de las posibilidades de redistribución o
de inversión que ella otorgaba, o incluso la importancia de los factores geopolíticos (con
sus oportunidades y sus tensiones), por citar sólo algunas.

Integrar la arqueología

74
Véase la nota 46.

36
Se impone la colaboración interdisciplinaria para producir una historia económica
equilibrada del Egipto faraónico. La filología no es suficiente y los textos, como se ha
dicho, no nos informan más que sobre actividades y actores de la vida económica muy
precisos, y para épocas y lugares muy particulares. De allí la práctica habitual de rellenar
las insuficiencias de las fuentes con extrapolaciones documentales y generalizaciones
precipitadas, reforzando el mito de una sociedad con bases inmutables durante milenios.
Una auténtica arqueología de la producción, con ámbitos esenciales como la arqueología
hidráulica, la arqueogeografía, la arqueología de los asentamientos, la paleobotánica y la
arqueozoología, aún debe extenderse a la egiptología. No solamente para completar las
informaciones muy limitadas y selectivas transmitidas por los textos sino, sobre todo,
para delimitar las problemáticas y las agendas de investigación indispensables para la
producción de conocimientos históricos de calidad. Los trabajos de M. Bietak en el sitio
de Tell el- Dab`a, de B. Kemp en El- Amarna, los proyectos de arqueología extensiva en
el Delta occidental o las investigaciones en curso en sectores del oasis de Kharga son, al
respecto, ejemplares.

En lo que respecta más específicamente a los intercambios comerciales, la arqueología


siempre ha tenido un papel fundamental por razones evidentes. Pero ella también debe
diversificar sus puntos de vista con la finalidad de evitar la creencia de que los objetos
hechos de materiales no perecederos, fácilmente recuperables en las excavaciones,
constituían lo esencial del tráfico, o que los intercambios organizados por las grandes
instituciones, bien documentados además por los textos, abarcaban lo principal de las
operaciones comerciales realizadas tanto en el interior del país que fuera de sus fronteras,
al punto de ser suficientes para satisfacer las necesidades de la población. Así como se
habla de mercados “silenciosos”, sobre todo en zonas rurales y difíciles de detectar por la
ausencia de vestigios arquitectónicos, se puede hablar de un tráfico “silencioso”,
conformado por productos artesanales sencillos, de materiales modestos y perecederos,
garantizado por mercaderes, pero también por poblaciones pastoriles, pequeños
productores especializados o no, y campesinos que llevaban una parte de su producción
al mercado (el célebre hombre del Oasis es un ejemplo de ello). Sin embargo, un tráfico
conectaba las localidades, las regiones y el país gracias a redes informales, más atento a
las transformaciones de la demanda, y alimentaba las redes de mercaderes y la circulación
de metales preciosos que ofrecía posibilidades de acumulación de riquezas.

37
hay que abandonar En definitiva, es necesario escapar a las limitaciones impuestas por cierta egiptología, que
la egiptología de los
objetos bellos y la la arqueología de los objetos bellos y de los sitios “prestigiosos” encasilla en perspectivas
mitología. Son los
problemas estrechas, muy particularistas, para iniciar un diálogo fecundo con una historia económica
históricos
claramente de la Antigüedad en pleno auge. Como si la verdadera “maldición faraónica” condenara
definidos los que
deberían guiar las a los egiptólogos a no poder hablar más que de divinidades, tumbas, rituales funerarios o
investigaciones de
forma faraones. Por el contrario, son los problemas históricos claramente definidos los que
interdisciplinaria
deberían guiar las investigaciones, con la movilización de los saberes y disciplinas
necesarios para abordarlas. Esperar que el descubrimiento de una nueva estela o de otro
papiro, sobre todo en una tumba o en un templo, pueda producir informaciones
económicas de calidad, de las que la egiptología tiene tanta necesidad, no hará otra cosa
que perpetuar tanto el aislamiento de nuestra disciplina en comparación con otras ciencias
sociales como la superficialidad de buena parte de sus contribuciones en este campo. La
historia económica del antiguo Egipto está llamada a transformarse en un campo
científico por derecho propio en el seno de la egiptología, aunque más no sea por los
estímulos venidos de las disciplinas vecinas y las nuevas perspectivas ofrecidas por los
recientes descubrimientos arqueológicos. Este trabajo pretende ser un primer paso en esta
dirección. Lejos de justificar la “excepción egipcia”, tan cara a los egiptólogos, las fuentes
hay que
abandonar la faraónicas revelan, por el contrario, que las realidades productivas del antiguo Egipto
idea de una
"excepción presentan muchos paralelismos con las sociedades del Cercano Oriente y del mundo
egipcia"
antiguo y que, de este modo, Egipto puede enriquecer y abrir nuevas vías para la historia
económica antigua. A la inversa, las prácticas y los enfoques desarrollados en otras
disciplinas y en otras regiones pueden dar lugar a análisis más exhaustivos de las fuentes
faraónicas, explotar su potencial e impulsar el diálogo interdisciplinario y la precisión de
los conceptos y de la metodología utilizada.

Tal es nuestra ambición. Tal es también, el desafío que se presenta ante nosotros. En
consecuencia, los artículos que forman parte de este dossier analizan algunos aspectos de
la economía faraónica, cuya pertinencia nos parece particularmente útil para las
discusiones en curso sobre la historia económica de la Antigüedad. En primer lugar, la
organización social de la agricultura, las dinámicas sociales, económicas y territoriales
que ella estimuló y las transformaciones que experimentó a lo largo de los milenios. A
continuación, el impacto social de la monetización de los intercambios y de las
actividades económicas en una comunidad oasiana. La documentación del sitio de `Ayn
Manawîr, en el oasis de Kharga, revela así que la difusión de piezas de plata era parte de

38

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