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Es que Dios nos pregunta siempre a donde se nos hundió el proyecto de nuestra
vida no porque no sepa sino porque quiere que reflexionemos en que hizo que nos
hundiéramos.
Dios quiere que pensemos que fue lo que hizo irnos para abajo, si las críticas, si las
burlas o si nuestra falta de interés con Dios.
Parte fundamental para esperar el milagro de Dios es adquirir conciencia de en qué
momento la cosa se desvió.
Debemos tener la capacidad para decir cuando fue nuestra perdición, ya que desde
allí cambiará la cosa.
Quienes quieran ver el poder de Dios deben identificar en que momento la cosa ya
no caminaba como debía de caminar.
Porque solo cuando el hombre le señaló el lugar al hombre de Dios se pudo hacer
el milagro. Si no queremos reflexionar en lo que nos aparta de la bendición nunca
cambiaremos nuestra realidad.
Cuando se le indicó el lugar, Eliseo cortó un palo y, echándolo allí, hizo que el hacha
saliera a flote.
Nada hay imposible para Dios. Pudo ser el hierro hundido, pero cuando señalamos
a Dios el lugar nada lo detiene para obrar. Y solo toma un palo y contra toda lógica
el hacha comienza a flotar. ¿Qué tan grande y pesado es nuestro problema?
Nuestro Dios hace flotar lo que sea. Pero hay un camino. hay que ser esforzado y
pedir la Presencia. Hay que gritarle al único que si puede. Y también debemos de
reconocer las cosas que nos hicieron que se hundiera lo que teníamos.
Esta es la verdad con la que tenemos que ampararnos a la Palabra. Y debemos de
entender que el problema para que las cosas salgan a flote no está en Dios porque
para él nada es imposible; el problema está en que no queremos descubrir el
sendero que nos lleve a la manifestación del poder de Dios que hace flotar lo que
se ha hundido.