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Kera Faire El Joyero

Serie Isla mortal 02 1


Kera Faire El Joyero

Kera Faire

El Joyero

Serie Isla mortal 02

Serie Isla mortal 02 2


Kera Faire El Joyero

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Kera Faire El Joyero

Sinopsis
Los asesinos no se enamoran...

Kirsten pensaba que su vida había terminado cuando conoció a


Mac, "El Joyero", un despachador autorizado por el gobierno. En vez de
eso, su vida sólo estaba empezando.

Es cierto que ser secuestrada, atada y torturada con placer sexual


puede no ser el mejor comienzo para una relación, pero su conexión
instantánea no podría ser negada.

Sólo faltaba considerar el no-tan-pequeño asunto del trabajo de


Mac. Él no podía condenar a Kirsten a una vida entre sombras, porque
nunca habría posibilidad de escapar. La elección tenía que ser suya para
tomarla...

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Capítulo Uno
Con sus botas de agua verdes fluorescentes por sus piernas, sus
tobillos llenos de mugre y sus manos y brazos con guantes de goma rosas
buscando en la mugre, Iain MacMillan no era un conejo feliz.

O un ex-dentista feliz, antiguo joyero alternativo, o un asesino.

Borra eso, pensó mientras que un zurullo untuoso se pegaba a sus


botas, un despachador de mugre completamente enojado. No es que
pareciera estar despachando mucho en ese momento.

Oh, no eran los brillantes guantes rosas. No le importaba una


mierda el color mientras hicieran su trabajo. Ni siquiera era el hecho de
que estaba exhausto, necesitaba un polvo, como si fuera el agua de la
vida o, en su defecto, una botella doble de malta.

No, era la incompetencia de otros lo que lo hacía y por eso estaba


donde estaba.

—Esto es una mierda. Jodida mierda —refunfuñó Mac—. Si la


gente hiciera bien su trabajo, yo podría haber hecho esto de otra manera,
y no estar hurgando en esta maldita pocilga.

—No es cierto. —Darke, su jefe inmediato, mentor y amigo asintió


con la cabeza y se metió un chicle en la boca—. Mierda de cerdo y estás
hasta los tobillos en ella. Crece un par y haz el maldito trabajo.

Mac dijo algo muy poco halagador en voz baja, levantó la vista y
miró fijamente.

—¿Desde cuándo masticas chicle?

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Darke se encogió de hombros y sopló una burbuja increíble de lo


que sea que hubiera mordido.

—Desde que Astrid me persuadió para que dejara de fumar. —Miró


su reloj—. Hace tres días, cuatro horas y diez minutos más o menos. Ella
insinuó que estaba reduciendo mi resistencia. —Se sacó el chicle de la
boca y lo tiró—. Y odio el maldito chicle.

Ahora que lo pensaba, Mac no había visto un Gitane en manos de


Darke por un día o algo así. Se echó a reír y casi se cae en la mierda en
la que estaba parado.

—Oh, ¿bajo el pulgar estamos?

Darke sonrió, no se avergonzó en absoluto.

—Cómo si no... Ella no regaña ni pregunta. Sólo me mira de cierta


manera.

—Y lanza calumnias sobre tu resistencia. —Eso animó un poco a


Mac.

Darke se encogió de hombros.

—Le mostré lo equivocada que estaba.

—¿Pero aún así te deshiciste de los cigarros?

—Ah bueno, fue el viejo anuncio de cine sobre besuquearse con un


tipo que olía y sabía a cenicero lo que lo hizo. Por no hablar de la mierda
de cigarrillos y cáncer que ella dejó por todos lados. Me dio un ataque de
nervios, te lo aseguro.

—Mujer inteligente, tu Astrid.

Darke asintió.

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—Oh sí. Dios, Mac, ¿no has terminado todavía? Tengo una mujer
caliente y un escenario interesante con cera esperándome.

Bastardo. Mac se conformaría con cualquiera de las dos cosas en


ese momento. Algo brillaba en el estiércol de sus pies y Mac lo sacó
triunfante.

—Te tengo, cabrón. Eso es todo.

—Felicidades. Ve adelante y haz una joya o como sea que lo llames.

—Sí, sí, ve adelante y jódete.

—No es necesario. Tengo una mujer que lo hace por mí. —Darke
sonrió de la manera desdeñosa que tenía, saludó y se puso en marcha.

—Espero que te caigan gotas de cera en las pelotas, cabrón —le dijo
Mac mientras salía de la pocilga y dejaba entrar a los cerdos. Podrían
haber sido alimentados, pero las malditas cosas nunca estaban llenas y
no tenía intención de ser su próxima comida.

Darke se volvió, un contorno sombrío con el sol a sus espaldas.

—No... me toca a mí ser el jefe esta noche.

Como había pensado, Mac meditó mientras cogía la bolsa llena de


dientes y volvía a la casa, colocado y jodidamente afortunado. Mientras
tanto, iba a tener que hacerse amigo de su mano si quería ver algo de
acción.

*****

El teléfono sonó y Mac apareció, caliente, cachondo y de mal


humor. ¿Quién demonios era a esta estúpida hora? Un brazo tatuado
salió de debajo del edredón de Superman, su regalo de cuarenta

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cumpleaños de sus colegas la semana anterior, se revolvió y encontró lo


que buscaba.

—Qué. —Gruñó el teléfono y entrecerró los ojos ante su reloj.


Mierda, ni siquiera eran las ocho de la tarde. Sólo había estado fuera de
turno una hora. Hecho polvo, harto de traidores llorones que realmente
necesitaban una mordaza así como grilletes, y un encuentro con un
guardia novato gilipollas, que no tenía ni idea de que el arrepentimiento
de un prisionero significaba, “Te veo como un tonto”. Bueno, el prisionero
había calado al tipo, y ambos estaban ahora en otra parte.

El traidor estaba siendo digerido por los cerdos un par de días


antes de lo previsto. Por su propia culpa había pensado en esconderse en
la pocilga. Pero ahora eso significaba más trabajo para Mac. Bonitos
collares de dientes para ser hechos y enviados a su contacto en el
Pacífico. Porquerías turísticas. Cosas brillantes y tontas, con un pasado
oscuro. ¿Cuántos de los destinatarios serían felices sabiendo de dónde
vienen sus “genuinos” collares de dientes falsos?

¿O que habían sido cosechados de caca de cerdo? Normalmente


Mac hubiera preferido sacarlos antes de que el tipo entrara en la pocilga,
pero no tuvo la oportunidad. Vivo o muerto, no era diferente para el
Despachador y su equipo la forma en que se deshacían del cuerpo. Cada
traidor fue juzgado por su propio mérito o el de Mac.

El imbécil casi se encontró en la misma situación, excepto que el


sentido común, también conocido como Darke, su jefe inmediato,
intervino. Así que en lugar de ser una bazofia, se fue en un avión de vuelta
con Crabtree, el “highheidyin1”, como le llamaban burlonamente, y sin
duda con su próximo trabajo cuidando un armario.

1“Highheidyin” o “El Jefe” es un dicho típico escocés para alguien en la alta dirección.
Consiste en “Alto” (High) que significa el hombre/mujer en la cima de la jerarquía, “heid”
que significa “cabeza de”, por lo tanto el mismo significado que “Alto”, y “yin” significa

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—A la mierda, ¿quién está ahí? —Mac gruñó y se frotó la polla


distraídamente, mientras recordaba las últimas palabras del gilipollas de
“vigilad vuestras espaldas, os cogerán de alguna manera. Ninguno de
vosotros está a salvo”.

—Habla o vete a la mierda y volveré a lo que estaba haciendo.

—Mac, lo siento pero te necesito. —Era Milo, el tercer miembro del


comité que controlaba la isla, maldita sea. ¿Se estaba cumpliendo la
profecía del imbécil? Mac tenía la incómoda sensación de que Milo no le
habría llamado a menos que tuviera que hacerlo. Sabía que Mac estaba
cansado, y sin duda cachondo, y tenía una cita caliente con su
imaginación.

—Vete a la mierda a menos que la isla se esté hundiendo. Estoy en


medio de un sueño húmedo que endurece la polla sobre una autora rubia
de erótica alemana que está de rodillas delante de mí y dice que es mía,
toda mía.

La risa de Milo estaba teñida con algo más que un poco de simpatía.

—Si es quien creo que es, está atrapada y felizmente casada.

—¿Y? Un hombre puede soñar, ¿no? Ah, diablos, ahora se ha


levantado y se ha alejado. Sub mocosa. —Mac suspiró y se quitó las
mantas a patadas. Unas mantas algo húmedas y no sólo había sudor en
ellas.

Bueno, había sido un sueño jodidamente excitante.

“uno” es decir, el de la cabeza alta. Si tienes un problema y hablas con alguien sobre
ello y no puede ayudarte, te dirán que vayas y hables con el High Heid Yin.
Sin embargo, es jerga, así que no es recomendable llamar a la persona así a la cara (¡a
menos que estés en muy buenos términos con ellos!).

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—Bien —dijo, resignado a tener un orgasmo o a dormir algo—.


¿Qué quieres que haga?

Media hora más tarde, vestido de negro y con la cara camuflada,


Mac se puso de pie junto a Milo y señaló la pantalla de seguridad que
tenían delante.

—Así que, dos cosas que no deberían estar ahí. ¿Alguna pista de
qué?

Milo se encogió de hombros y ennegreció su propia cara.

—No, pero no estaban lejos de la bahía en el continente cuando lo


vi. Ahora se están acercando demasiado para sentirme cómodo, así que
tenemos que clasificarlos. ¿Cuál quieres?

Mac se encogió de hombros.

—No hay diferencia, ¿verdad? Me enfadaré con cualquiera que


tenga en mis manos. Era un sueño jodidamente excitante en el que
estaba. Mi polla se siente privada y lista para la venganza. Que Dios
ayude a quien sea que atrape. Con el humor que tengo, me follaría a
cualquier cosa que encontrara, sea hombre o mujer. Que se joda. Estoy
a tu izquierda, así que iré por la de la izquierda. Quien creo que se dirige
a Graveyard Bay2, así que eso servirá como punto de partida. Cuidado —
se quejó más porque podía que porque lo necesitara. El trabajo era el
trabajo a cualquier hora del día o de la noche—. La maldita niebla lo hará
difícil.

Milo le golpeó en la espalda.

2
Bahía Cementerio.

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—No para ti, oh ojos de águila. Bien, tú ve por la izquierda y yo iré


a ver qué es lo otro.

Mac asintió.

—Revisaré las cámaras de seguridad de la isla mientras estoy en


ello.

Cinco minutos después dejó a Milo y el cobertizo para botes y remó


silenciosamente su canoa desde su escondite al sur de la isla hacia
Graveyard Bay. Llamada así por su espeluznante esqueleto de árboles y
rocas que parecían lápidas.

Si quienquiera que fuese tenía la intención de llegar a la isla de


Eilean Bàs, traducido como Isla Oscura, sin ser detectado, habría sido
mejor elegir una noche en la que el viento y las olas estuviesen en alza.
Entonces sería mucho más probable que no fueran detectados. Se rió
entre dientes mientras una ráfaga de viento errante ondulaba el agua. Y
probablemente se ahogaría, pero entonces eso sería hacer un favor a
todos.

Mac se movió rápidamente en su nave elegida. Baja, silenciosa y


rápida, le funcionó más que cualquiera de las otras embarcaciones que
tenía a su disposición. Al menos en la neblina-rápidamente-
convirtiéndose-en-niebla habría poca probabilidad de que hubiera otros
barcos alrededor, especialmente de noche. El lago podía parecer bonito y
tranquilo para los turistas que se sentaban en las orillas y comían
helados o tiraban palos para su perro, con sólo uno o dos barcos de
turismo y alguna que otra embarcación de recreo para perturbar la paz,
pero aquellos conocedores comprendían sus secretos y corrientes
subterráneas.

Mac era uno de ellos. Remaba silenciosamente mientras se


esforzaba por escuchar cualquier otro sonido que no fuera su respiración.

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Una garza volaba en algún lugar por encima de él en la oscuridad, la


única indicación de su presencia era el lento batir de sus alas. Un pato
graznó y él levantó el remo para ir a la deriva y escuchar. Otro graznido
respondió y Mac quedó satisfecho de que fuera realmente un ave acuática
y no una imitación humana. Se movió lentamente buscando algo que no
debería estar ahí.

¿Dónde estaba esa maldita mancha? ¿Qué era?

Mierda, necesitaba un cigarrillo.

Dios todopoderoso, ¿qué estaba pensando? Lo dejó hace años.

*****

—Sabía que era estúpido. Que me parta un rayo, ¿por qué hicimos
esa loca apuesta? —Kirsten no tenía ni idea de dónde estaba, y menos
aún de cómo llegar a un lugar que pudiera conocer, y así cambiar ese no
tan pequeño problema. Aparte de eso, estaba hablando en voz alta,
haciéndose una pregunta y ni siquiera la respondía. Caótico lo resumía
todo. Loco o trastornado funcionaba aún mejor.

Parecía tan simple en el pub unas noches antes. Animadas por un


par de copas de vino de celebración, ella y su mejor amiga Emma se
jactaron de que les había gustado aprender a navegar en canoa y
obtuvieron los certificados para demostrarlo. Su hermano Graeme y sus
compañeros, todos jugadores de rugby, las desafiaron a remar en sus
canoas hasta la Isla Frog para hacer una barbacoa y dormir fuera. Los
chicos llevaban las tiendas, el equipo y la comida en el coche de Graeme
y prometieron remolcarlas si lo necesitaban.

Ella y Emma habían ignorado las burlas sobre “no olvides por
dónde vas, los remos te impulsan hacia adelante si lo necesitas” y
“asegúrate de tener tus manguitos a mano”.

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Emma les había enseñado el dedo corazón cuando le dijeron que


trajera unas flores para decorar la mesa. Era florista. Kirstin había
sonreído dulcemente cuando su hermano le dijo que no se olvidara de las
magdalenas y las mollejas3.

—Creía que teníais pelotas, pero si necesitáis más, ¿por qué no? —
Además de su carrera como panadera, ayudaba a Graeme a trabajar en
la granja familiar, donde acababan de castrar el último lote de bueyes.
Cada uno de ellos palideció. Cada uno de ellos había cubierto sus
cojones. Casi se meaba con sus expresiones.

Esa conversación había llevado a donde estaba ahora. Todo había


ido bien hasta que la maldita neblina bajó tan rápido, se hizo más espesa
y pudo llamarse correctamente niebla y no tuvieron oportunidad de
volverse atrás. Entonces Emma fue bombardeada en picado por un
pájaro, maldijo, chilló y dejó caer su remo. Cuando Kirstin se dio cuenta
de que Emma no estaba situada en su popa, se habían alejado lo
suficiente como para no poder encontrarse.

Ahora Emma podía estar Dios sabrá dónde, ella estaba en otro Dios
sabrá dónde, hacía frío y más allá de la niebla se estaba haciendo de
noche.

Entonces, ¿qué hora era?

Kirstin miró dónde debería estar su reloj y maldijo. No lo había


recogido del tocador después de ducharse. ¿Qué más podría salir mal?
Casi todo. Había perdido a Emma, no tenía ni idea de dónde estaban, a
menos que contara con un lago de cuarenta kilómetros de largo salpicado
de islas, la mayoría deshabitadas y las que no eran necesariamente
acogedoras.

3
Juego de palabras. Sweet bread es pan dulce, y todo junto (sweetbread), mollejas.

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Idiota. Se estremeció. Hacía frío, estaba húmedo y era deprimente,


y tuvo que admitir que daba más que un poco de miedo. Puede que
disfrutara de la soledad en ocasiones, pero no en esta. Lo que no daría
por que su teléfono sonara y...

—Yee haa, mi precioso y encantador teléfono, ven con mamá.

Su teléfono estaba escondido en un bolsillo impermeable y ¿por qué


no se le había ocurrido antes? Podría llamar a su hermano y decirle lo
que había pasado. Dejar que él se encargara del rescate del lago o de
quien sea que esté en su camino. Por primera vez desde que perdió de
vista a Emma, Kirstin se sintió un poco más optimista. Dejó su remo,
abrió el bolsillo y sacó su teléfono.

Luego maldijo. Ni una maldita señal. No hay red. Típico. Dios, estoy
jodida. Tristemente pensó, no, eso era algo que no estaba, no
últimamente. Desde que le dio pasaporte a Nigel el de la polla colgante.
Él la dejaba colgando en cualquier sitio con demasiada frecuencia para
su gusto. Sin embargo, algo diferente le llamó la atención.

Dios todopoderoso, su cerebro estaba confundido. La cosa tenía


una brújula. Si se dirigía al sur, llegaría a algún lugar cerca de la ciudad,
y el puerto deportivo y las islas en el camino seguramente eran lo
suficientemente grandes para evitarlas. Especialmente la que tenía todos
esos avisos de “No entrar”. La que llamaban Isla Oscura. Incluso el
nombre la hacía temblar. Ahora, con la brújula, le podía dar un amplio
espacio. Eso esperaba. Kirsten casi chocó los cinco hasta que la canoa se
balanceó cuando una brisa se levantó y le hizo agarrar los lados y el remo
a toda prisa. Lo último que necesitaba era volcarse y sumergirse ella
misma o el teléfono. Cuidadosamente encendió el móvil, encontró la
brújula y comprobó en qué dirección estaba el sur.

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—Gran cosa McAllister, anótalo y muévete. —Esta vez no le


importaba si hablaba en voz alta. Incluso podría cantar cuando viera
luces a través de la niebla.

Kirsten se metió el teléfono en el sujetador, para poder cogerlo


rápidamente, cogió el remo y giró la canoa. O lo intentó. Por alguna razón
no estaba funcionando bien y se quedó exactamente donde estaba.

¿Qué...? Se sumergió en el agua con más fuerza.

La canoa se balanceó, más fuerte que antes y un lado se hundió.


Trató de balancearse para ver qué pasaba, pero de alguna manera un
trapo maloliente sobre su nariz y una mano sobre su tráquea acabaron
con esa idea.

Joder, estoy en la mierda.

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Capítulo Dos
¿Y ahora qué? Que Dios le diera fuerzas. ¿Qué demonios hacía un
puñetero crío con este tiempo husmeando en una canoa? Debería estar
de vuelta en casa con una taza de cacao, babeando por la última estrella
de rock con granos o leyendo historias estúpidas sobre... Mierda,
escúchate. Abuelo. A pesar de su situación, Mac se rió mientras
amarraba las dos canoas y maniobraba torpemente al crío fuera de
combate en sus brazos.

Joder, es una chica. Eso o los chicos han cambiado mucho de forma
desde que él fue uno. Además su propia polla mostraba más que un poco
de interés en su paquete, y Mac no iba por los chicos, a pesar de lo que
le había dicho antes a Milo.

La empujó al fondo de la canoa para que no se cayera de lado.


Puede que fuera un asesino a ultranza, pero de ninguna manera iba a
ser responsable de su muerte, aparte de, según decidió, la pequeña
muerte, a menos que lo justificara. La muerte innecesaria le molestaba,
mucho.

Si había algo de ironía en esa declaración, Mac no la vio. Todo lo


que tenía que hacer era sacarlos a él y a su equipaje no deseado del agua
y llevarlos a tierra firme. A algún lugar. No tenía tiempo de volver al
recinto sin asegurarla más de lo que lo había hecho, y en esta niebla, no
sería un viaje fácil.

Malditos niños.

Empezó a remar. La niebla se redujo hasta convertirse en una


neblina espesa, lo suficiente para que viera el contorno de una pequeña

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entrada y sonrió mientras remaba algo desviado hacia ella. Era


Graveyard Bay.

Aparte de las extrañas formas de las rocas esparcidas alrededor,


no había razón para que se llamara así. De hecho, el día que la revisó
para asegurarse de que no fuera un problema para él o sus colegas, ni
siquiera encontró el esqueleto de un ratón y mucho menos una tumba.
Sin embargo, los lugareños dijeron que solía estar embrujado y eso les
convenía a Darke, Mac y Milo. Su trabajo ya era bastante difícil sin los
entrometidos locales o cazzies... abreviatura de casuales y fortuitos
utilizada por los locales para los turistas que acudían a la zona...
husmeando por ahí.

La isla tenía que ser segura, y aparte del extraño chiquillo que
intentaba pasar las vallas para ver si funcionaban y si realmente era un
campo de pruebas para los sistemas de seguridad según ellos decían, la
mayoría de las cosas eran buenas. Si no, bueno, lo arreglaban. Más de
un crío en los primeros días se había “ido” sin saber dónde había estado.
La mini pérdida de memoria permanente era la especialidad de Darke.

Mac no se hacía ilusiones sobre sí mismo o sus colegas. Podrían


trabajar para el gobierno, ser aceptados encubiertamente como males
necesarios, y hacer el trabajo sucio que nadie más haría, pero una
insinuación de ese trabajo y estarían solos y les dejarían colgados.

No tenía la intención de que eso sucediera.

Un gemido de su paquete le hizo echarle un vistazo rápido. Ella


todavía estaba anestesiada, pero tal vez debería haber usado algo más
que el cloroformo. Como fuera, sólo necesitaba un par de minutos más
antes para poderla preparar y luego la necesitaba coherente.

Ancló las canoas, saltó para subirlas a la pequeña zona de guijarros


que no se encontraba por casualidad y recogió a la chica.

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Era sorprendentemente pesada y Mac gruñó mientras la subía y


caminaba entre las rocas escarpadas hasta un pequeño claro que había
descubierto. Como la isla... “jodida roca” era la descripción que él
prefería... no tenía más de un kilómetro y medio de ancho, muy inclinada
y arbolada, este espacio sin árboles de metro y medio por tres era la única
zona razonablemente plana en este extremo. No se atrevió a arriesgarse
a llevarla a la casa o al complejo todavía. No hasta que supiera qué lugar
sería el mejor. Un pequeño interrogatorio improvisado estaba en las
cartas. Deseaba que fuera una follada improvisada en su lugar.

—¿Qué...?

Mierda, eso era todo lo que necesitaba. Mac presionó sus pulgares
a cada lado de su cuello, sólo lo suficiente para dejarla inconsciente el
tiempo necesario para que él volviera a la canoa, agarrara el paquete de
emergencia que tenía allí, y viera lo que su acompañante llevaba con ella.

No encontró mucho. Descubrió una botella de agua, un sándwich


de huevo a medio comer y un chaleco salvavidas. Entonces, ¿por qué
demonios no lo había llevado puesto? Malditos niños tontos. Mac ignoró
el sándwich y recuperó el chaleco salvavidas y el agua, comprobó que
ambas canoas estaban seguras, y se llevó su mochila y las cosas de ella
por encima del hombro. No tenía sentido dejar las cosas ahí por si alguien
venía a husmear.

Ella seguía donde él la había dejado, en posición de seguridad. Mac


dejó caer sus paquetes, sacudió una manta espacial y una sábana, y se
dispuso a revivirla. Mientras la levantaba sobre la sábana, la luna hizo
todo lo posible por atravesar la niebla y darle una mejor visión de su
prisionera.

Casi la dejó caer. No era una cría, sino una mujer. Una mujer con
curvas, tetas y culo para morirse, con pelo corto y oscuro y uñas rojas.
Dios, le encantaba el esmalte de uñas rojo. Y la ropa interior de encaje

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rojo que podía quitarle y usar para atar sus manos antes de sumergirse
en su bonito y, con suerte, depilado coño y...

Abajo chico, averigua qué coño está pasando, no cómo follarla. Con
un poco de suerte, eso puede venir después.

Mac la envolvió en una manta y la estudió por un segundo o dos.


Ella podría estar fuera de sí ahora pero... sacó unas esposas de su bolsillo
y le sujetó las muñecas y los tobillos. Mejor perder un segundo ahora que
buscarla por todas partes más tarde.

En el lago, donde el clima puede cambiar en minutos, nunca se


sabe cuándo hay que buscar refugio. De ahí su paquete de emergencia
de tienda y sábana, manta, comida, agua y una estufa para acampar.
Puede que fuera soso y aburrido pero le había salvado del frío y el hambre
más de una vez cuando hizo sus rondas para comprobar que toda la
seguridad estaba en su sitio y funcionando. Ahora iba a usarlo a menos
de un kilómetro de su casa.

Silbó mientras doblaba los postes de la tienda y levantaba el


material sobre ellos. Los llevaría a un lugar donde refugiarse, y luego
averiguaría quién era y por qué estaba husmeando. Mac agarró una
estaca de la carpa y buscó a tientas detrás de él el martillo.

—¿Es esto lo que estás buscando, capullo?

*****

Ahora bien, esto era realmente una pesadilla, ¿no? ¿Por qué estaba
mareada con la garganta irritada, la cabeza golpeada y la necesidad de
orinar? Kirsten se movía con cautela y retorcía su trasero en lo que fuera
que estuviera estirada. No era una cama, eso era seguro. Era demasiado
incómoda para eso. Abrió un ojo y parpadeó.

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Definitivamente no era una cama a menos que se hubiera acostado


fuera, y en Escocia con mosquitos y bichos espeluznantes era tan
probable como que ganara un concurso de horneado en la televisión. No
había ni una posibilidad en el infierno, no había manera de que se
pusiera a sí misma en una prueba como esa.

Un silbido extrañamente poco melódico vino de un lado de ella. No


conocía a nadie que pudiera hacer un silbido tan horrible. Con mucho
cuidado, Kirsten levantó la cabeza hasta que pudo ver quién lo hacía.
Sonaba como un cerdo atascado o un pájaro con amigdalitis.

La silueta de un tipo grande, ella asumió que era un tipo porque


seguramente ninguna mujer tendría los hombros construidos como la
proverbial casa de mierda de ladrillo, bloqueó su visión. ¿Qué estaba
haciendo? Kirsten frunció el ceño cuando se dio cuenta de lo que había
detrás de él.

¿Por qué una tienda de campaña? Vale, este escenario tenía serios
defectos. No era su hermano o sus compañeros, seguramente, porque no
había forma de que se subieran a su canoa o la noquearan o lo que fuera.
No había habido mención de juegos de espías o de atrápame si puedes.

Una mosca aterrizó en su mejilla y Kirsten levantó su mano para


asustarla. O lo intentó, ya que su brazo no estaba cooperando. ¿Qué
demonios? Alguien le había atado las manos juntas. Un rápido
movimiento confirmó que sus pies estaban en el mismo estado. ¿Quién?
¿El del contorno? Si es así, ¿a qué coño estaba jugando? No era el Día de
los Inocentes o el truco o trato. Kristen se acercó, rodó y se las arregló
para ponerse de rodillas. Gracias a Dios por las lecciones de gimnasia
cuando era niña.

El tipo alcanzó detrás de él, y ella notó la clavija de la tienda por su


rodilla, y el martillo a unos centímetros de distancia de él. Se estiró y
recogió el martillo, y lo sopesó con cuidado. Puede que funcionara. Contó

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hasta tres y se preparó mentalmente para lo que podría pasar a


continuación. Luego respiró profundamente y abrió la boca.

—¿Es esto lo que estás buscando, capullo?

El tipo se dio la vuelta mucho más rápido de lo que ella pensaba,


mientras Kirsten bajaba el martillo en dirección a su cabeza. Se agachó
y se lanzó hacia ella. Ella trató de rodar, pero el tipo tenía altura, peso y
dos manos útiles sobre ella. Aún así, le dio una buena patada en las
pelotas usando ambos pies juntos, y un golpe en el hombro antes de que
cogiera el martillo, lo tirara y se aplastara sobre ella. Una salpicadura le
dijo dónde había caído la herramienta. En su mente se preguntaba si
participaba en los Juegos de las Highlands lanzando algo.

Una vez lanzador, siempre lanzador.

—Quítate, maldito mono pesado. —Kirsten hizo todo lo posible para


levantarse y desalojarlo. Lo mejor de ella no fue suficiente. Podría haber
sido una mosca tratando de desplazar una pared—. ¿Qué demonios crees
que estás haciendo? —Más tarde, en retrospectiva, podría preguntarse
por qué no fue más circunspecta y menos conflictiva, pero en ese
momento estaba tan furiosa que si él hubiera tenido un hacha, un arma
y trece tipos de apoyo a su lado, aún habría sido arisca.

—Protegiendo mis pelotas y asegurándome de que no soy un


eunuco —dijo con gravedad—. Ahora ríndete antes de que te obligue.

Algo duro excavó en el montículo de su coño.

¿Y se excita con esto? Dios todopoderoso, ¿por qué yo? Oh Señor,


¿con qué se había tropezado?

—¿Quién eres?

Sus ojos brillaban bajo la débil luz de la luna.

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—No necesitas saberlo. Pero necesito saber quién eres. —Él estiró
sus brazos por encima de su cabeza y se rió cuando sus tetas parecieron
sobresalir otros diez centímetros. Señor, pero ella no necesitaba eso. Con
una talla 95E, sobresalían lo suficiente cuando sólo medías metro
sesenta. No es que ella pensara que su cuerpo estuviera
desproporcionado, todo lo contrario. Kirsten era feliz en su propia piel y
sabía que tenía la forma y el tamaño adecuados para un veinteañera sana
y curvilínea.

—Bonitas tetas —dijo con una risa áspera—. Estoy deseando ver si
el resto de ti coincide.

—Vete a la mierda. —Señor, ¿iba a violarla? Bueno, podría


intentarlo pero que se jodiera lo que decían los manuales de defensa
personal; lucharía con él hasta el final.

El agarre de sus muñecas se apretó y de alguna manera se las


arregló para bordear una rodilla entre sus muslos, así que su pierna
vestida de tela vaquera le rozó el coño.

—Eso, dulzura, garantizará que te lave la boca si no te comportas.


Las palabrotas son un signo de falta de vocabulario e imaginación.

Por la forma en que su cuerpo palpitaba, podría ser lo primero, pero


ciertamente no lo segundo. El torrente de líquido que cubría su piel era
una indicación de ello. ¿Cómo diablos podría estar excitada? Los libros
de secuestros y torturas no eran lo suyo, y mucho menos lo que pasaba
en la vida real. ¿Por qué entonces sus pezones sobresalían tanto y el
pulso palpitante entre sus piernas pasaba de normal a frenético en tres
segundos? Tragó mientras su captor le miraba las tetas y la dureza se
hizo insoportable.

Él se rió, inclinó la cabeza y le mordió el pezón a través de su


delgado top.

Serie Isla mortal 02 22


Kera Faire El Joyero

Mieeeerda. Oh Dios, oh Dios, oh... Señor, eso es bueno. Demonios,


su abuela le golpearía el culo por pronunciar el nombre del Señor en
vano, especialmente por algo como esto.

Después de una rápida mirada a su cara, él sacudió su cabeza.

—No digas que no estás dispuesta a ello, esto no miente. Apuesto


a que si pongo mi dedo en tu clítoris te correrías ahora mismo.
Empaparías mi mano y rogarías por más, ¿eh? —Sumergió su cabeza una
vez más y alternativamente pellizcó y chupó las protuberancias y la piel
circundante, mientras que todo el tiempo frotó su rodilla sobre el coño de
ella.

¿Podrías correrte así como así? Tenía la sensación de que estaba a


punto de averiguarlo. Kirsten se sumergió en esos sentimientos eróticos
y dejó que se apoderaran de todo. Cada mordisco o succión la hacía caer
más dentro de sí misma. Así que cuando él retrocedió fue un shock para
su sistema, ya que fue traída rudamente de vuelta al aquí y ahora. Abrió
los ojos y los entrecerró mientras su mente se negaba a dejarla
concentrarse claramente.

—¿Qué...?

—No te corras hasta que yo lo diga, dulzura, y después de este


truco que has hecho, no esperes que sea pronto. Me lo debes.

¿Qué? ¿Ese gemido de decepción realmente vino de ella? ¿Qué


truco? Seguramente no pensó que se había separado de Emma y se había
perdido en la niebla a propósito, ¿verdad?

—Yo er... —Señor, ¿por qué no funcionaba su mente?

Él se rió y no fue un sonido agradable. Kirsten se dio cuenta de que


el miedo empezó a superar a la agresividad y mordió la siguiente réplica
automática. Planea y traza. Cuando sepa contra qué planeo y conspiro,

Serie Isla mortal 02 23


Kera Faire El Joyero

aparte de un tipo caliente de mierda y jodidamente aterrador. ¿Y tal vez


no maldecir? No le gustaba que le lavaran la boca y algo del tipo le decía
que no hacía amenazas ociosas. Se retorció experimentalmente para ver
si se podía mover de forma independiente. Como ella pensaba, no lo hizo.

—Ohh, pobre nena, ¿estás al límite entonces? —Esa voz caliente


como el caramelo de hades y el chocolate continuó—. ¿Esperando
permiso para correrte? Duele, ¿verdad? Ah, bueno, te lo mereces. Me
apartaste de una bomba rubia y me dejaste con una polla tan dura como
para cortar troncos.

Sacudió la cabeza. ¿Quién era él para decir esas cosas? Más aún,
¿por qué estaba tan mojada que tenía que escurrir su tanga?

—Jod... —Kirsten recordó que pensó que tal vez templar su


lenguaje podría funcionar a su favor. Valía la pena intentarlo—. Vete.

Hizo lo mejor que pudo para mover sus manos y antes de que
tuviera tiempo de reaccionar, él levantó su cuerpo de ella lo suficiente
como para anudar las ataduras de las manos sobre algo y ella no pudo
moverlas. Entonces, que el Señor la ayudara, le desató los tobillos, los
separó y los ató para que sus piernas estuvieran separadas. Gracias a
Dios por los vaqueros. Los vaqueros podían rozar un coño empapado,
pero era mejor que tener la evidencia en exhibición.

La miró fijamente durante un largo momento, e inesperada y


suavemente pasó un dedo por su mejilla, su cuello y por la hinchazón de
sus pechos, justo por encima del escote de su camiseta.

—Vamos, trabaja conmigo aquí, dulzura. Porque no te correrás


hasta que me digas quién eres y qué estás haciendo aquí. —Le abofeteó
suavemente la mejilla—. Dime qué está pasando y te follaré de cinco
maneras hasta el viernes si eso es lo que quieres. Y te dejaré gritar. De lo
contrario, puedes quedarte como estás. A mí no me importa.

Serie Isla mortal 02 24


Kera Faire El Joyero

Se aclaró la garganta.

—Necesito hacer pis.

Levantó una ceja.

—Entonces, a menos que quieras mojarte, será mejor que confieses


y rápido. —Kirsten lo miró fijamente y tragó. ¿Cómo diablos podía ser
así? ¿Suave y gentil un minuto, duro como el granito al siguiente?—.
Estoy esperando, y tengo un lapso de atención muy corto. Señor,
mascota, no quiero ser duro contigo, pero necesito esa información
ahora. Así que dámela, déjame compartirla donde sea necesario y
podremos negociar lo que ambos prefiramos, ¿eh? —A la tenue luz de la
luna, ella vio cómo sus ojos se estrechaban. Señor, él miró con atención—
. ¿Quizás es eso lo que quieres? ¿Una buena paliza para que puedas
soltarte y derramar todo? ¿Una paliza de placer o un poco de cera en tu
coño? Dímelo y te complaceré. Una vez que me hayas contado todo.
¿Hasta entonces? Oh, créeme, dulzura, será el dolor por el dolor, no el
placer. Tú eliges, pero no por mucho tiempo.

¿Qué...? Oh, vaya, es uno de ellos.

¿Cómo finges que te desmayas?

Serie Isla mortal 02 25


Kera Faire El Joyero

Capítulo Tres
Mierda, casi podía oír los engranajes rodando mientras ella se
mordía el labio y lo miraba fijamente. Nunca se había acercado a nadie
tan agresivamente, especialmente a alguien que no estuviera felizmente
en una escena y con sus límites establecidos y palabras de seguridad
acordadas. No tenía ni idea de por qué tenía que hacerse el macho ahora.
Excepto que la quería de la manera más visceral posible.

Pero incluso más que eso, necesitaba verla. Beber en cada


centímetro y saborear lo que él esperaba que fuera. Por favor, dime.
Porque si no lo hacía, él tendría que sacarle la información de alguna
manera. Y ese “de alguna manera” no sería agradable para ninguno de
los dos.

Ese pensamiento lo sacudió con fuerza. ¿Desde cuándo le


importaba tanto infligir dolor?

—Piensa en lo que dije —aconsejó Mac bruscamente—. No iremos


a ninguna parte hasta que consiga lo que quiero. Depende de ti.

—No sé lo que quieres decir. —Su voz era ronca, e insinuaba cosas
en las que no tenía derecho a pensar en ese momento. Si tenía que soñar
con la cera no debería ser por placer.

—No te muevas. Voy a buscar una linterna —dijo abruptamente


mientras se levantaba y se elevaba sobre ella.

—Me gustaría tener la oportunidad. Estoy atada, vigilada y a tu


merced. ¿Cómo crees que me voy a mover? —Se rió. Se rió mucho—.
¿Levitación? Cielos, hombre.

Serie Isla mortal 02 26


Kera Faire El Joyero

¿Quién en su sano juicio encontraría humor en este tipo de


situación? Maldita sea. Era luchadora. A su merced y aún así capaz de
ser insolente con él.

Mac se agachó sobre sus caderas.

—¿Sabes algo, dulzura? —Le sostuvo la barbilla entre el pulgar y


el índice y la pellizcó no muy suavemente mientras esperaba que ella
respondiera. Sin duda, pensó, con descaro y malicia. No quedó
decepcionado.

—Muchas cosas. ¿A cuál te refieres?

Mac se rindió a los impulsos. Algo inusual, ya que no era un


hombre impulsivo, sino todo lo contrario. Tenía una mente analítica y la
usaba sin piedad. Esta vez decidió que sin escrúpulos, el sentido común
podría irse a la mierda. Prefería joder a la belleza que tenía delante.

Guau, abajo, chico. Puso sus labios sobre los de ella y metió su
lengua entre ellos. Ella hizo una especie de quejido... gemido... que hizo
que sus sentidos se elevaran y su polla intentara hacer un agujero en sus
vaqueros, antes de que ella empezara a devolverle el beso.

Mac se hundió en él, mientras que tanteaba la cremallera de sus


vaqueros con una mano e intentaba subirle la camisa con la otra. La
lengua de su chica dejó de jugar con la suya. Su cuerpo se puso rígido y
entonces ella empezó a retorcerse frenéticamente e intentó apartar su
boca de su insistente lengua. Finalmente se hundió en su cerebro
aturdido que ella ya no era una compañera dispuesta. Mac levantó la
cabeza.

—¿Qué pasa?

—¿Qué pasa? ¿Qué pasa? —Su voz se elevó a un chirrido—.


¿Puedes forzarme cuando no puedo hacer nada para detenerte y me

Serie Isla mortal 02 27


Kera Faire El Joyero

preguntas eso? —Cerró los ojos y sacudió la cabeza—. Las palabras me


fallan.

No, no lo hacen, realmente no lo hacen.

—Pareces ser razonablemente inteligente. Creo que has captado la


idea —comentó mientras hacía todo lo posible por mantener su furia bajo
control. Tener una insoportable erección más un temperamento furioso
no era un buen escenario—. Hablar o ser forzado. Tu elección y si no te
apuras y te decides, yo lo haré por ti. —Por mucho que le gustara la idea
de eso... después de todo no había tenido escenarios forzados en los que
jugar por Dios sabía cuánto tiempo... esta era una misión seria para
averiguar lo que estaba haciendo. Necesitaba recordar eso. No una sesión
en un calabozo improvisado para apaciguar su molestia y correrse. Dejó
sus vaqueros subidos aunque su polla se apretó tanto contra la
cremallera metálica que se imaginó esos dientes clavados dentro de él en
vez de en ella.

—¿En serio? ¿Qué tal si en vez de eso me dices de qué va todo esto?
—dijo ella fríamente—. Un minuto estoy perdida en la niebla, y al
siguiente estoy fuera de combate. Luego estoy atada, y tú decidiste que
es hora de... —Ella debió ver la mirada de advertencia en sus ojos porque
dejó de hablar de repente—. De recordarme quién es el jefe otra vez —
terminó—. Supongamos que me dices cuál va a ser mi destino y puedo
preocuparme por lo que sea necesario.

A la mierda, ¿alguna vez aprenderá cuándo callarse?

Mac contó hasta diez.

—Bueno ahora, creo que una pequeña demostración podría estar


en orden. —Sus ojos se abrieron de par en par y él sonrió. Nervios. Le
gustó eso. Observó el pulso delator en su cuello latir erráticamente.
Miedo. Aún mejor—. ¿Quieres saber qué?

Serie Isla mortal 02 28


Kera Faire El Joyero

Sacudió la cabeza.

—Pasaré de todo, gracias. —Su voz se elevó en el medio y se mordió


el labio una vez que dejó de hablar.

—Oh no, lo siento. No puede ser. Ahora, por última vez, ¿vas a
decirme voluntariamente por qué estás aquí y de qué se trata, o te lo saco
a golpes? —Mac se levantó y se estiró hasta que supo que aparecería
como una sombra oscura y amenazante para ella.

—No, estaba perdida, vale. —Ella le tiró de las correas y él vio cómo
sus preciosas tetas se movían de arriba a abajo—. Estaba tratando de
dirigirme al sur hacia la civilización cuando me asaltaste. —Entonces,
¿por qué apuntaba hacia Eilean Bàs?

—No mientas, joder. —Le dio una bofetada en el coño, lo


suficientemente fuerte para que le picara y mostrara que iba en serio.

Ella gritó.

—No hagas eso, tú, pervertido. Duele. Tendré la ley sobre ti.

Eso fue todo, ya había tenido suficiente. Puede que fuera muchas
cosas, pero pervertido no era una de ellas.

—Dulzura, yo soy la ley. —Bueno, casi. Mac se puso en marcha y


fue a su mochila. Lo suficientemente lejos para que se sintiera aislada y
tal vez dejada sola, pero aún vigilada.

La observó mientras revisaba las dos cámaras de seguridad


cercanas y notó que funcionaban como debían. Hizo un barrido de la isla
con ellas, y no vio nada malo en ninguna de las otras. Satisfecho, Mac
fue a su mochila, justo cuando el teléfono sonó. Un mensaje de Milo. No
hubo problemas en mi extremo, todo despejado. No hay ninguna brecha en
ninguna parte. ¿Y tú?

Serie Isla mortal 02 29


Kera Faire El Joyero

Eso no significaba que hubiera llegado al fondo de los problemas.


Y se lo debía. Había tenido que dejar su sueño húmedo y entrar en esta
pesadilla. Es hora de darle la vuelta. Su mensaje a Milo fue corto.
Ordenándolo.

Mac sacó lo que pensó que podría ser útil. Maldita sea, ¿por qué no
podía decirle lo que necesitaba saber? No era reacio a un poco de
coacción, le excitaba, pero era lo suficientemente sabio para saber que
ella nunca le perdonaría después.

Oh bueno, ella podría no estar viva después y entonces no


importaría. Mac volvió a la mujer.

—Eres la mayor carga de... —Su voz se apagó cuando puso una
linterna a su lado y se aseguró de que pudiera ver qué más había llevado
hasta donde ella estaba—. ¿Qué... qué demonios es todo eso? —Ahora su
voz tenía un miedo real.

—Déjame ver. —Mantenía su tono suave y poco amenazador—. Un


cuchillo afilado, una fusta, un juego de pinzas, una venda, una vela de
cera, lamentablemente no una que se quema suavemente, sino una que
se apaga y se enciende, no muy adecuada para el juego de cera. —Ella
jadeó. Mac no tenía intención de decirle que estaba en su mochila junto
con una bolsa impermeable de fósforos en caso de que la necesitara para
la luz, no para una sesión improvisada de BDSM. De la misma manera,
la mayoría de las otras cosas. Bueno, acordó, todo funcionaba para la
tortura cuando era necesario—. Y una mordaza —terminó—. Que si no
dejas de hablar con mierda que no necesito oír, usaré contigo. —La
sostuvo bajo su nariz—. ¿Es eso lo que quieres, dulzura, atada,
amordazada y follada? Estoy feliz de complacerte.

Serie Isla mortal 02 30


Kera Faire El Joyero

—Mierda no, por favor, sin mordaza. —Su voz se elevó.


Curiosamente no mencionó el resto—. Tendría arcadas. Arcadas en una
mordaza4, oh Dios. —Empezó a reírse histéricamente.

Mac le dio una bofetada lo suficientemente fuerte como para forzar


su cabeza. Su expresión de sorpresa le hizo sonreír.

—La mejor manera de parar la histeria, dulzura. Y esta es una


buena forma de hacerte sentir mejor. —Puso una mano en cada mejilla,
se inclinó y empujó su lengua entre los labios de ella.

Se suavizaron.

*****

Era una pesadilla de la que no podía despertarse, Kirsten decidió


mientras quienquiera, lo que fuera que jugara con su lengua, le
acariciaba el pecho y le destrozaba el cerebro. Para cuando él retrocedió
y se elevó sobre ella, no podía ver bien y... Necesitaba despertar y atender
un asunto muy urgente.

—Realmente necesito hacer pis —soltó.

—¿Alguna vez te has meado encima? —le preguntó él conversando.


Cualquier suavidad que ella pensaba que había sentido había
desaparecido—. Ya sabes, sólo tienes que dejarlo ir. Gotear por tu...

—Basta, basta. —Se obligó a no sollozar. No iba a dejarle ver lo


asustada que estaba—. Sólo quiero ir a casa. Después de hacer pis. Todo
lo que hice fue perderme y separarme de mi compañera. Podría estar
muerta y me estás torturando y... oh demonios, mátame ahora y termina
con esto.

4Tanto tener arcadas como mordaza es —gag— en inglés. Esa frase sería “Gag in a
gag”.

Serie Isla mortal 02 31


Kera Faire El Joyero

Entonces, al menos si se meaba, no sabría nada al respecto.

Se rió, un ruido peligroso, con un trasfondo amenazador, que


sonaba como si los sabuesos del infierno estuvieran a sus pies y
salivaran.

—Si crees que esto es una tortura, dulzura, te vas a llevar una
sorpresa en un minuto —dijo suavemente—. Cuando trace mi nombre
con este cuchillo en tus tetas, quizás sangres lo suficiente para que me
lo beba... Oh no soy un vampiro, pero oye, la sangre de tu mujer es algo
malditamente excitante. —Se lamió los labios y sacudió la cabeza—. Oh,
sí.

—No soy tu mujer. —Pero sus palabras la mojaron, y tampoco se


estaba meando encima. Kirsten gimió mientras sus pezones se apretaban
y él golpeó cada uno con su dedo. Incluso a través de su blusa envió ese
zumbido de conciencia de sus tetas a su coño, a través de su clítoris.

—Demonios, esos ruidos que haces me están acelerando. Ahora mi


polla está tan dura que voy a tener que dejarla salir a jugar. Y tengo que
mirarte a ti. —Levantó el cuchillo y lo movió para que brillara a la luz de
la lámpara.

—Y por favor, tengo que... —Ni siquiera podía cruzar las piernas.
Iba a ser embarazoso demasiado pronto.

—Oh, yo también. —Puso la punta del cuchillo debajo de su


barbilla y lo empujó lo suficiente para pinchar su piel. Kirsten apenas se
atrevió a respirar. Todo pensamiento de orinar, moverse o pensar la
abandonó.

El tipo acarició el cuchillo hacia abajo hasta la V de su blusa. Lo


invirtió y lo empujó hasta que su blusa y su sostén estuvieron a ambos
lados de su cuerpo.

Serie Isla mortal 02 32


Kera Faire El Joyero

—Bonitas tetas. Sabía que lo serían. —Inclinó la cabeza y mordió a


cada una lo suficientemente fuerte como para hacer que sus ojos
lloraran—. Te gusta, mira. —Acarició la parte plana de la hoja sobre sus
tetas y cavó la punta en la hendidura de su vientre.

Confía en mí para usar jeans de tiro bajo y un tanga. Ella juró que
si salía de esto iba a llevar pantalones de abuela y vaqueros de cintura
alta de ahora en adelante.

Levantó el cuchillo y besó la punta.

—Ahora es mejor que no te muevas si no quieres que abra tu dulce


coño. Podrías, por supuesto, hacértelo fácil y decirme tu nombre. Me
gusta saber con quién follo. Lo hace más personal.

Kirsten cerró los ojos y contó hasta tres. ¿Qué tenía que perder? Si
el sexo estaba en su agenda, podría aceptarlo y hacer lo de “hazte amiga
de tu captor”. Por si acaso vivía para contarlo.

Aún así, hizo lo mejor que pudo para mover las caderas. Él le puso
el cuchillo entre las piernas y ella se mantuvo rígida.

—Me llamo Kirsten McAllister —dijo rápidamente sin darse tiempo


a pensar—. Soy panadera. Pasteles principalmente. Mi compañera Emma
y yo íbamos en dos canoas remando a la Isla Frog para encontrarnos con
mi hermano y sus compañeros para una barbacoa. Nos separamos y me
atrapaste.

La miró impasible.

—¿La hermana de Rob?

Sacudió la cabeza.

Serie Isla mortal 02 33


Kera Faire El Joyero

—No, mi hermano se llama Graeme. Es un granjero que juega al


rugby y él y sus compañeros se burlaban de Em y de mí. Nunca
superaremos la vergüenza de esto. Bueno, siempre y cuando la
encuentren.

—Ella está a salvo y te creo. He oído hablar de ti y de tu hermano.


¿Y? —No dijo cómo o con respecto a qué.

—¿Y qué? —preguntó ella, desconcertada—. Eso es todo, excepto


que todavía necesito mear. —¿La creería? Sabía que su aliento venía en
diminutas respiraciones rápidas y su piel estaba cubierta de piel de
gallina. Probablemente parecía tan culpable como el infierno por algo,
pero excepto por un libro de la biblioteca atrasado, ella no era culpable
de ningún delito menor hasta donde sabía.

—Entonces en ese caso no tienes nada de qué preocuparte.


Quédate quieta. —Bajó los jirones de sus pantalones para que la cintura
estuviera alrededor de sus caderas—. Oh el cielo de mis sueños húmedos,
un tanga rojo. Un tanga rojo, mojado, empapado. No te muevas.

¿Cómo podría? El brillo de sus ojos hablaba del hecho de que


esperaba que ella se mostrara descarada. No se atrevería mientras él
sostuviera el cuchillo en el borde de su tanga y tan cerca de su clítoris.

—En una escala del uno al diez, ¿cuánto necesitas aliviarte?

Eso era lo último que ella esperaba que él dijera.

—Diez. —Era cierto que estaba casi en el punto de no retorno—. Y


de inmediato.

Su captor se rió.

—Pobre nena. Agradece que no me gusten las lluvias doradas, así


que vamos a solucionarlo.

Serie Isla mortal 02 34


Kera Faire El Joyero

En segundos estaba de pie. Cojeando pero con suficiente cuerda


para poder arrastrar los pies, esposada y en posición vertical. ¿Y ahora
qué? Su ropa estaba medio encima y medio fuera donde él la había
cortado.

—Tienes mi palabra de que puedes usar cualquier arbusto siempre


que pueda ver tu cabeza y no me acercaré. En el momento en que
desaparezca, las cartas están echadas.

Kirsten asintió.

—Vale, puedo vivir con eso. Voy a ir por ahí. —Levantó las manos
para saludar a un denso grupo de arbustos que consideraba que estarían
a la altura de sus hombros cuando se pusiera en cuclillas... oh, quién
fuera un tío... y los últimos hilos de su blusa y sostén cayeron al suelo.

Vale, ¿mortificada o qué? Demonios, mientras pueda mear los


vaqueros también se pueden caer. En realidad no se cayeron de ella, pero
por toda la cobertura que le dieron, bien podrían haberlo hecho. Se
arrastró unos treinta o sesenta centímetros y se detuvo, antes de
aclararse la garganta.

—Ah, ¿crees que en el interés de un fácil acceso podrías terminar


de cortarme los vaqueros, por favor?

Cruzó los brazos y se apoyó en el tronco de un árbol.

—¿Por qué debería hacerlo?

Kirsten se estremeció. Nunca antes había oído una voz tan dura y
plana, sin ninguna emoción.

—Me has estropeado la noche, me has molestado y has sido


malcriada —continuó en ese mismo tono—. ¿Por qué debería hacértelo
más fácil?

Serie Isla mortal 02 35


Kera Faire El Joyero

Abrió la boca y la cerró de nuevo. No tenía ninguna defensa. Esa


descripción se ajustaba a ella a la perfección.

—¿Porque te lo pedí amablemente?

—¿Llamas a eso amable? Tienes mucho que aprender, dulzura.


Arrástrate y lame mi polla y puede que te ayude.

¿Por qué eso hizo que su coño bailara y se pusiera frenética? Fue
perverso y malditamente desagradable. Nada de “¿quieres?”, nada de
delicadeza, sólo hacerlo directamente o te enteras.

—Si creyera que puedo hacerlo sin mearme, lo haría —dijo


francamente antes de tener la oportunidad de pensarlo. ¿Síndrome de
Estocolmo o estupidez? Probablemente ambos. Él era todo lo que ella
disfrutaba leyendo y que nunca había conocido.

Levantó una ceja.

—No es mi problema.

Cabrón.

—No, no lo es, ¿verdad? Pero es tu erección.

Esperó con la boca seca su reacción. Ella estaba realmente


tentando a su suerte.

Él miró con asombro y se bajó del árbol para empujar su cabeza


hacia arriba para mirarlo, y sus dedos se apretaron en su barbilla.

—Realmente te gusta vivir peligrosamente, ¿no? —dijo


suavemente—. Hmm... te lo puedes creer, estoy asombrado.

La miró fijamente hasta que ella quiso ponerse nerviosa, pero no


tuvo el sentido común de no hacerlo, ni de responder.

Serie Isla mortal 02 36


Kera Faire El Joyero

Finalmente, asintió con la cabeza.

—Si me deshago de tus vaqueros, te arrastrarás de vuelta y me


harás una mamada. —No era una pregunta.

Kirsten tragó.

—Yo…

—Se acabó el tiempo. —Se dio la vuelta.

—Vale, maldita sea, lo haré —dijo rápidamente—. Sólo sácame de


ellos y déjame cojear.

El cuchillo destelló.

—Ahí tienes.

Le dio una palmadita en el trasero y Kirsten frunció el ceño. Sin


embargo, no en su dirección, ya que se movía tan rápido como el metro
de cuerda le permitía. Una vez que se puso detrás de los arbustos se las
arregló para mover su tanga a un lado y aliviarse con un suspiro de pura
satisfacción. Ahora todo lo que tenía que hacer era tratar de salir de este
lío en el que se había encontrado sin querer. Puede que no fuera fácil y
que muriera en el intento, pero...

Ah, diablos, es mejor morir tratando de no morir, que morir sin tratar
de no hacerlo. O algo así.

Serie Isla mortal 02 37


Kera Faire El Joyero

Capítulo Cuatro
¿Cómo diablos puede una mujer pavonearse con cuerdas? Mac vio
a Kirsten acercarse a él vestida, o desnuda, con un pequeño tanga rojo
que apenas cubría su coño depilado y que se detenía en la parte superior
de su raja, hasta que estuvo al alcance de su mano.

Sí, hay un dios de los asesinos y él, ella, o eso me tiene cubierto.

—Detente ahí.

Se quedó quieta, meciéndose en sus talones y lo miró de arriba a


abajo.

—De rodillas.

Sus ojos se entrecerraron al asentir con la cabeza y se hundió en


sus rodillas.

—Arrástrate.

Se mordió el labio. Mac dejó que el silencio se extendiera hasta que


ella aclaró su garganta.

—Es espinoso.

—¿Tu punto es...? ¿Cambiaste de opinión ahora, dulzura? Me


divertiré cambiándolo de nuevo. —No estaba bromeando, porque esta
noche ya había dado suficientes vueltas. Mac tomó los pasos necesarios
para alejarse unos centímetros de ella y le tiró de su pelo corto. Ella jadeó
y miró hacia arriba.

—Eso duele.

Serie Isla mortal 02 38


Kera Faire El Joyero

Asintió con la cabeza. Tal vez, pero ella no parecía estar sufriendo.

—Bien. Entonces, ¿qué va a ser? Puedo forzarte a que te pongas de


espaldas y follarte ahora aquí, o podemos tomarlo despacio, dejar que te
mojes lo suficiente para que me metas en tu coño y no te hagas
magulladuras. —Le pateó la rodilla lo suficiente como para hacerla
temblar—. ¿O puedo tomar tu trasero? Eso sería jodidamente increíble
para mí y sin lubricante no tanto para ti. —Mac se desabrochó los
vaqueros, dejó caer un condón en el suelo cerca, y dejó que su polla se
soltara, para agitarse a unos centímetros de su nariz. Se preguntaba si
ella haría un “Loreena Bobbit5” y le arrancaría la polla en ese momento,
o si jugaría el juego que le habían preparado antes.

Sus ojos se abrieron de par en par.

—Nunca conseguirás eso en ningún sitio —dijo con voz ronca—.


Sería como usar la perforación del Eurotúnel para decorar uno de mis
pasteles.

Rugió a carcajadas con sus palabras.

—¿Con mi semen para la decoración? Me parece bien. Una tarta


para cortar y volverse a correr. Oh sí, eso suena bien. —Se puso sobrio y
le tiró del pelo otra vez—. Sin el corte, sólo mucha corrida. Ahora decídete.
—Él dejó caer su cabeza de repente—. Nada de perder el tiempo ahora,
sólo follar6. De una manera u otra.

Kirsten balbuceó.

—Tú, yo... esto... —Ella jadeó y comenzó a reírse—. Yo…

5
John Wayne Bobbitt y Lorena Leonor Bobbitt fueron un matrimonio que se hizo famoso
por el incidente ocurrido en Manassas, Virginia, el 23 de junio de 1993 en que Lorena
cortó el pene a John con un cuchillo mientras este dormía.
6
Perder el tiempo es “fuck around” y follar es “fuck”.

Serie Isla mortal 02 39


Kera Faire El Joyero

—¿Sí? —dijo con voz de “no me jodas”—. ¿Tú, yo, esto...? —Mac se
agarró a su polla y la acarició lentamente mientras bajaba sus vaqueros
con los pulgares. El prepucio brillaba a lo largo de su longitud y lo usaba
para lubricar sus dedos—. Aquí. —Le puso dos dedos en la boca—. Yo,
para ti. Abre y pruébalo —ordenó.

Kirsten hizo lo que le ordenaron. Joder. No esperaba eso, y aunque


ella no lo sabía, no la forzaría o coaccionaría a hacer nada. Mientras
sonara como si fuera en serio cada palabra que decía, eso normalmente
funcionaba para su beneficio.

—Chupa. —Ella chupó—. Buena chica, ahora mi polla. Muéstrame


que lo dices en serio. —Ella parpadeó, pero obedientemente puso sus
labios alrededor de su polla y la chupó. ¿Hasta dónde llegaría ciegamente
y haría lo que él le indicara? ¿Estaba siendo justo? Esperaría y vería—.
Ahora, dame tu culo para azotar, dulzura. Has sido tan descarada que
creo que un buen culo rojo para combinar con ese tanga será perfecto.

Ella le abrió la boca, y su polla salió de su boca con un ruido sordo


que le sacudió desde la raíz hasta la punta.

—Joder, tan dulce que duele jodidamente. ¿Te gusta el dolor, eh?
—Le tiró del pelo con fuerza—. Puedo darte eso y más.

—No me gusta.

¿No? No se había perdido la forma en que sus ojos se dilataban y


su piel brillaba tan bonita.

—Creo que estás mintiendo. Vamos a intentarlo, ¿eh? —La movió


lo suficiente para hacerla girar, la puso a cuatro patas y le dio cinco
bofetadas antes de que tuviera tiempo de hablar. Entonces ella encontró
su voz.

—Qué... eso duele.

Serie Isla mortal 02 40


Kera Faire El Joyero

—Bien, se suponía que iba a ser así. Eso es lo que hacen los
castigos. ¿Quieres más? —¿Qué estaba haciendo? No había diálogo sobre
palabras de seguridad, ni límites, nada. ¿Joder, había perdido la cabeza
por completo?

Ella sacudió la cabeza antes de que él tuviera la oportunidad de


dar marcha atrás.

—Vocaliza, mascota.

—¿Mascota? —Ella gritó—. Oh no, yo no. Leerlo y disfrutar de la


lectura es una cosa. ¿Hacerlo? Ni idea. Mira, acaba de una vez, luego
mátame o lo que sea para que pueda morir en paz.

Señor, estaba balbuceando, y de alguna manera no parecía ni la


mitad de preocupada de lo que intentaba proyectar. Le encantaba.
Luchadora, caliente, y todo para él. Repitió sus palabras en su mente.

—¿Morir? —¿Qué sabía ella que no estaba diciendo?—. No es una


posibilidad. Excepto la pequeña muerte una vez que haga esto. —Agarró
el condón, rompió el paquete con los dientes y se puso la goma más
rápido de lo que se puede decir sexo seguro.

El sentido común prevaleció el tiempo suficiente para que él hiciera


la pregunta oh tan importante.

—¿Sí? ¿Lo hacemos o no lo hacemos?

Maldita sea, ¿quién sabía que tenía conciencia?

Ella lo miró como si hablara un idioma extranjero y luego sonrió.

—Será mejor que lo hagamos.

Mac le empujó la polla entre las piernas, encontró la entrada al


canal del coño y la empujó hasta que tocó fondo y esperó.

Serie Isla mortal 02 41


Kera Faire El Joyero

Ella gritó mientras se estiraba para acomodarlo y jadeaba


frenéticamente.

—Ohdiosohdiosohdios... —Mac se mantuvo a raya hasta que su


respiración se hizo más lenta y suspiró—. Oh Dios. —Lo tomó para
entender que ella seguía siendo feliz, aceptando al menos su polla, y
empezó a moverse.

Para su deleite, después de un breve segundo ella se movió con él.


Se apoyó en una mano y le pellizcó el pezón. Ella gimió profundamente
en su garganta. Lo que sea que pensara sobre el dolor, ese corto y agudo
pellizco obviamente no contaba.

Mac aceleró su ritmo. Hacía tanto tiempo que no tenía un coño que
no iba a ser una follada larga y lenta. Movió su mano desde su pezón
hasta su clítoris y lo pellizcó con fuerza.

—Córrete ahora, dulzura, grita por mí.

Los familiares desencadenantes de un clímax lo bombardearon. La


piel estirada, su polla hinchada aún más, los escalofríos y el sudor. Mac
se contuvo hasta que ella se estremeció debajo de él y gritó.

Entonces fue muy fácil hacer lo mismo.

*****

Kirsten regresó a la tierra en un capullo de felicidad de ensueño,


bienvenido y reconfortante, donde era sostenida firmemente en fuertes
brazos.

—Me siento toda segura y cómoda —murmuró mientras una mano


encontraba el pecho de un hombre con pelo enredado sobre él. Eso era
extraño. ¿Pecho peludo? Kirsten movió su mano hacia abajo tan
casualmente y tocó una polla. Larga, dura y...

Serie Isla mortal 02 42


Kera Faire El Joyero

—Santo cielo, no eres Nigel, gracias a Dios. —Abrió los ojos y


parpadeó—. No, definitivamente no eres Nigel. —Los recuerdos se
precipitaron y ella jadeó—. Tú, yo, nosotros... oh Dios, soy una zorra.

—No hables así, o te lavarás la boca de verdad. ¿Quién es Nigel? —


dijo el señor no Nigel severamente.

Sí, lo recordaba. Esa voz, esa maldita, caliente, voz de “tómame


ahora por favor o me derrumbaré en un charco de baba”.

—Un gilipollas con una polla colgante que solía conocer.

Se rió.

—¿Lo mato por ti? Entonces, ¿ya no colgará más su polla en tu


dirección?

—No, él es historia. Yo soy... —La conciencia la golpeó como un


mazo—. Soy una prisionera. No sé por quién, por qué o dónde. Cielos, es
una locura. Por favor, ¿quién eres? —Toda su satisfacción post-sexual se
desvaneció como un fanático en un partido de fútbol que su equipo había
ganado—. ¿Dónde estoy?

Él sonrió, y todas sus impresiones de un Ned de Glasgow, un


hombre duro, se desvanecieron. Este era un tipo caliente, fundidor de
bragas y creador de hormigueo en el clítoris, que tenía la habilidad de
hacerla olvidar su prepotencia y sus exigencias.

—Si tengo que decírtelo, tendría que matarte —dijo con un brillo
en los ojos. Lamentablemente, ella no estaba convencida de que no
hubiera un grano de verdad en su declaración.

—Ah, pero he visto tu cara de todos modos —señaló Kirsten—.


Joder, soy una idiota. No debería haber dicho eso, ¿verdad? Ahora me
matarás de todas formas. Puedo señalarte en una fila.

Serie Isla mortal 02 43


Kera Faire El Joyero

—Así que podrías pero, ¿por qué necesitarías hacerlo? —preguntó,


con toda la razón y dulzura—. Soy un tipo inocente que te encontró
perdida en el lago, se las arregló para traernos aquí, y te cuidó hasta que
fue seguro poder llevarte a casa.

—¿Y no sabes dónde estamos? —Sacudió la cabeza—. A riesgo de


morir, prueba otra vez.

Se rió y la acercó hasta que ella pudo oír su corazón retumbando


bajo su mejilla.

—¿Quieres morir, dulzura?

—Ya lo hice —señaló con una sonrisa—. Bueno, la pequeña muerte


de todos modos. —Kirsten suspiró con el recuerdo—. Fue malditamente
bueno, también. Aparte de eso, ya conoces a mi hermano, así que puede
que seas un “hombre desagradable”, pero debes tener algo bueno o
Graeme lo habría notado.

—Maldita sea —dijo con tristeza—. Olvidé que había dicho eso.
Bien, ¿y ahora qué?

Podría haber llorado por las emociones que perseguían en su cara.


¿Arrepentimiento? ¿Remordimiento? ¿Qué más? No parecía ser un
hombre que llevara su corazón en la manga. O incluso lo abrió mucho,
más fue la lástima. Kirsten tenía la sensación de que estaba demasiado
metida en el fondo para sacar el corazón entero y no tenía ni idea de por
qué. Había conocido al tipo unas horas, la había amenazado, la había
dominado y se la había follado sin sentido, sin un permiso o más que un
breve “eres feliz” y ahora odiaba la idea de dejarlo.

¿Estúpido o qué?

—¿No es esa mi pregunta? —dijo ella con una sonrisa—. Sabes que
eres tú quien tiene todas las cartas aquí, no yo. —Señor, ella quería llorar,

Serie Isla mortal 02 44


Kera Faire El Joyero

no sonreír. Enfréntate a la vida y di por qué ella y por qué de esta manera.
No es malditamente justo.

—Bien. —Se encogió de hombros—. Podría ir en cualquier


dirección. Vale, vamos a sacarte de aquí. Después de todo nos
encontramos donde quiera que estemos, no sabemos dónde estamos y no
tenemos necesidad de volver de nuevo. Fin del asunto.

Su corazón se hundió como un globo de plomo y unos


desagradables y espeluznantes bichos bailaron sobre su piel. ¿Así que él
podría decir gracias por el polvo y adiós? Que le den. Si eso era todo,
estaba segura de que tendría algo más que recordar. Haría que le
examinaran la cabeza más tarde.

—Si tú lo dices, Señor —dijo el título deliberadamente y esperaba


que lo leyera correctamente.

Sus ojos se abrieron de par en par y se rió.

—¿Sí, mascota?

Gracias al Señor por eso.

—¿Primero?

Levantó una ceja.

—Continúa.

Kirsten movió la mano a donde los primeros rayos de sol se


mostraban sobre los árboles.

—Es un nuevo día. Haz el amor conmigo, por favor, antes de


enviarme lejos. Me iré, lo prometo. No porque yo quiera, sino porque tú
quieres que lo haga. Así que danos algo bueno para recordar. No un
festival de sexo. No sexo, pero bueno, honesto o no, haz el amor conmigo.

Serie Isla mortal 02 45


Kera Faire El Joyero

Se levantó y la arrastró con él y ella se dio cuenta de que habían


estado acostados en una especie de colchón.

—¿Como Señor y Sub, o iguales?

—Bueno, esta vez... Como Kirsten y...

—Y Mac.

—Y Mac, cuyo nombre no sé.

—Bien. —La hizo girar en círculo y ella chilló mientras el mundo


giraba y los árboles y arbustos se fundían en un borrón verde y marrón.

Cuando él la apoyó de nuevo en el colchón, ella se rió.

—Oye, la tierra ya se ha movido para mí.

—Hará más que eso —dijo con certeza mientras se estiraba a su


lado y comenzaba a acariciar su piel.

Pequeños y delicados toques, suaves pellizcos y suaves caricias


asaltaban su mente de la manera más agradable posible. Cuando le pasó
un dedo por el interior del muslo, Kirsten estaba mojada y deseosa. Era
hora de rogar si fuera necesario.

—Mac, por favor, ven dentro de mí. Lléname y finge que soy todo lo
que quieres. —En cualquier otro momento ella se habría encogido ante
su tono de necesidad. Esta vez no. Este hombre en pocas horas había
hecho algo que nadie más había hecho. Capturó su corazón. Y si eso
sonaba como una heroína de la Regencia, así eran las cosas.

Suspiró.

—No habrá ninguna pretensión, y mi deseo es tu deseo, mi amor.


—Puso sus tobillos sobre sus hombros, dobló y besó cada pezón por

Serie Isla mortal 02 46


Kera Faire El Joyero

turnos, y le metió la polla en el coño—. Desearía poder darte más, pero


por ahora, no sé cómo diablos hacerlo, pero estás bajo mi piel, dulzura.
Más cerca de lo que nadie ha estado nunca. Y desearía poder ofrecerte
más.

Fue tan repentino que debería haber dolido. No lo hizo. Tenía la


sensación de que así debía ser, como tenía que ser. Ella tomaría lo que
pudiera conseguir.

—Sin pretensiones, dulzura. —Empezó a moverse.

Kirsten se derritió y se adaptó a sus movimientos suavemente.


Estaba más que lista para él. Sus piernas estaban húmedas, su piel
pegajosa y sus dedos le picaban por tocar y sostener. Le agarró por la
cintura, apretó con fuerza los músculos del coño para sujetarle en lo más
profundo de su ser y le instó a seguir adelante sin decir una palabra.

Mac se rió a carcajadas.

—Normalmente diría que no te corras hasta que te lo diga, pero,


diablos, córrete cuando estés lista porque argh... —Su voz se alejó y su
aliento se hizo corto, con respiraciones fuertes—. A la mierda Kirsten,
tengo que...

—Córrete... —sollozó, mientras él se endurecía y la llenaba de


calor—. Oh Dios, sí, córrete. —Su cabeza era demasiado pesada para ella,
las estrellas se disparaban a través de su visión y ella se unió a él en el
abismo con el clímax más cataclísmico que jamás había experimentado.

Cuando abrió los ojos estaba sola, de vuelta en el continente,


escondida bajo una manta espacial.

—Era de esperar.

*****

Serie Isla mortal 02 47


Kera Faire El Joyero

—Hermana mía, estás de un humor horrible estos días —dijo


Graeme mientras compartían un pastel de chocolate y una botella de vino
tinto—. No estás embarazada, ¿verdad? —Se rió, obviamente viendo que
era tan probable como que su equipo de Rugby ganara la liga, sin tener
ni idea.

—¿Qué? Dios, no. —Había tenido pruebas de ello una semana


antes, dos semanas, un día y alrededor de once horas después de la mejor
y peor noche de su vida, y no sabía si estar feliz o triste—. Estoy, no sé,
¿aburrida? ¿Cansada? ¿Necesitando un cambio de escenario? Elige dos
de tres.

Graeme se rió.

—¿Quieres venir al pub mañana y jugar a los dardos?

Kirsten lo pensó durante medio minuto.

—No, gracias. No, viendo que Emma me envió un mensaje diciendo


que se había ido por unos días. No es divertido sin ella para ayudarme a
burlarme de ti.

Puso los ojos en blanco.

—Esa es una menos, ahora déjame ver. ¿Te tiñes el pelo de verde?

—Por favor, ¿por qué verde?

—Dios, eres difícil de complacer —murmuró Graeme. No estaba


segura de que estuviera bromeando—. Naranja con mechas de color azul
celeste y rosas, entonces. ¿No? Ah, bueno, eso sólo deja un cambio de
escenario.

Se encogió de hombros.

Serie Isla mortal 02 48


Kera Faire El Joyero

—No voy a salir a esparcir estiércol, así que ni se te ocurra. —Era


el trabajo más sucio, oloroso y desagradable de la granja, y ella había
hecho su parte en el pasado. Esa era una de las desventajas de ser la hija
de un granjero que podía conducir un tractor tan bien como su
hermano—. O —dijo antes de que Graeme lo sugiriera como alternativa—
, hacer cualquier cosa por tus malditos cerdos, a menos que sea hacerles
salchichas y comerlas.

Se rió.

—Salchichas la próxima semana. ¿Y el resto? Me maltratas. Ni lo


sueñes. ¿Seguro que no quieres vestirte como un tío y ser la quinta del
equipo de dardos el jueves? Es un partido de rencor contra los forestales,
y nuestro mejor jugador está fuera de él.

—Lástima, pero no. ¿Quién es el mejor jugador entonces? —


preguntó sin mucho interés—. Pensé que era Dod McDougal. No se va a
ir, ¿verdad?

—¿Quién? —Graeme dijo asombrado—. Oh, Dios mío, no, ha sido


superado por un tipo llamado Mac.

Maldita sea si el nombre no le hizo palpitar el coño. Estúpida, es


un nombre bastante común. ¿Pero no había dicho que conocía a Graeme?

—¿Mac qué? ¿Lo conozco? —preguntó ella tan casualmente como


pudo—. Conocí a un tipo llamado Mac que dijo conocerte, pero nunca
supe su apellido ni dónde vivía.

—¿Ah? Sí, dijo algo sobre que te conoció no hace mucho tiempo.
No sé su otro nombre, nunca me molesté en preguntar.

Hombres. ¿Y ahora qué?

Serie Isla mortal 02 49


Kera Faire El Joyero

—Podría ser el mismo —dijo despreocupadamente—. ¿Vive en


Balloch?

Graeme se encogió de hombros.

—No... espera, creo que trabaja en La Isla. Cuida de los cerdos. Así
es como nos conocimos. En la subasta. Le superé en la oferta de algunos
Gloucester Old con manchas.

Oh Dios, ¿se marchaba? Pensó febrilmente.

—Es una pena para el equipo que lo vayáis a perder, porque


estabais en racha, ¿no? ¿A dónde va a ir, lo sabes?

—Nop. ¿Por qué? —La miró con perplejidad—. Me lo dijo cuando


dijo que te conocía, y preguntó cómo estabas en estos días.

—Oh, nada en realidad. Soy una vaca entrometida, lo sabes, pero


pensé que si no se iba muy lejos todavía podía aparecer y jugar.

Graeme se rió.

—Lo dudo. Se despidió y nos compró a todos una pinta. Entonces,


¿no hay dardos para ti?

—No, lo siento. Creo que las chicas serían un poco una señal
reveladora. —Sacó el pecho y se dio una palmadita. Graeme rugió y sacó
la lengua—. Que te den, querido hermano. Pensé en ir a visitar a Jenny
en Edimburgo por unos días. No tengo nada especial para la semana que
viene. —Se levantó, se puso la chaqueta al hombro y besó a su hermano—
. Graeme, sabes que te quiero, ¿verdad?

Parpadeó.

—Eh, por supuesto que sí, idiota. ¿Qué lo provocó?

Serie Isla mortal 02 50


Kera Faire El Joyero

—No lo decimos con suficiente frecuencia. —Sacudió la mano—. Te


veré cuando te vea.

Kirsten se subió a su coche y condujo a casa, su mente girando


mientras conspiraba y planeaba. Tenía cosas que hacer.

*****

Mac extendió su mano hacia la sub de pelo puntiagudo que lo


miraba. Su tanga rojo estaba manchado con sus jugos y sus ojos
brillaban con una mezcla de temperamento y excitación. Le encantaba.
Mac suspiró y rodó hacia ella.

—Mascota, Dulzura, yo... Joder y maldición. —Se despertó con un


tirón cuando su codo y su culo golpearon el suelo. Maldita sea, otro sueño
húmedo, ¿no? Mac sintió la pegajosidad en su muslo y golpeó el suelo
con frustración. Sucedía todas las noches y sus ojos estaban rojos por la
falta de sueño.

Juraría que tenía una lesión por esfuerzo repetitivo por


masturbarse, eso sería bueno explicárselo a Darke, que en teoría seguía
siendo médico y atendía todas sus necesidades. Además, su polla estaba
en peligro de contraer el equivalente a la masturbación del sarpullido del
pañal. Tenía que hacer algo, pronto, o sería un loco de atar, y sería el
siguiente en la fila de los cerdos.

El áspero sonido del teléfono le hizo jurar de nuevo. ¿Dónde diablos


estaba?

Bajo tres camisetas sucias, y un plato de lo que podrían haber sido


macarrones en una vida pasada. Lo miró con desagrado y agarró el
teléfono. Le quitó una hebra de algo nocivo.

—¿Sí? Más vale que sea bueno.

Serie Isla mortal 02 51


Kera Faire El Joyero

—Oh, lo es. —La voz de Darke le llegó por los aires—. Siento si tu
bomba rubia alemana ha vuelto a estallar en un suspiro, pero esto es
importante. —Milo había tenido el gran placer de contarle a Darke sobre
eso.

—Oh, no, ha sido usurpada por una harpía de pelo puntiagudo que
no hace nada de lo que yo digo. ¿Qué pasa? —Se miró la polla con
tristeza—. No soy yo.

—Bueno... o malo. Elige. Problemas tal vez. ¿Puedes venir?

Hablando de déjà vu. Excepto que esta vez era Darke y no Milo con
él, y era una mancha blanca en la pantalla, no dos.

—Oh, que se joda un pato. ¿No tienes idea de qué o quién es?

Darke sacudió la cabeza y se metió un chicle en la boca.

—Mierda, esto sabe a mierda. ¿Por qué no puede tener sabor a


Gitane? Tendrás que ir a comprobarlo. Se dirige al norte de la isla. Milo
ha tenido que tomarse unos días de permiso y los novatos están bien para
hacer guardia en el recinto pero no mucho más. Me quedaré aquí.
Asegúrate de que tienes comunicación.

Mac asintió.

—En camino. —Maldita sea, ¿por qué yo? Agarró su mochila, se


dirigió a su canoa y comenzó a remar en silencio alrededor de la isla.

Graveyard Bay parecía el lugar obvio al que, fuera lo que fuera, se


dirigía. Si sus cálculos estaban bien encaminados, llegaría a la bahía, se
escondería y esperaría allí mucho antes de que la cosa llegara. Si no
llegaba a la bahía... se cruzaría con ese problema si se presentaba.

Serie Isla mortal 02 52


Kera Faire El Joyero

Diez minutos después, su canoa estaba metida en una grieta que


nunca se vería a menos que lo supieras. Estaba detrás de un conveniente
grupo de hierbas y sus binoculares estaban preparados...

Malditos cabrones. Los mosquitos estaban sueltos con fuerza y


hasta el repelente obligatorio sólo hacía la mitad del trabajo. Mataría a
quien le hiciera pasar por esto. Estúpidos bastardos, ¿qué parte de “no
entrar” no entendían? ¿No era suficiente el peligro de muerte?
¿Necesitaba añadir “por cerdos hambrientos”?

Cinco minutos más tarde una canoa se dirigió hacia la pequeña


playa de guijarros. Mac levantó sus binoculares y se concentró. Bueno,
fóllame con una pluma. Si no supiera que eso delataría su escondite,
habría chocado los cinco.

—Joder, Mac, debes estar aquí. Él tiene que estar aquí. No puede
estar en ningún otro lugar. Ah, ja.

Sonrió. Había valido la pena preparar la escena, por más burda que
fuera.

Kirsten se agachó y le dio una vista perfecta de su trasero. ¿Se


atrevía a esperar que hubiera un tanga rojo bajo sus vaqueros?
Manchado con su excitación.

Él lanzó un pequeño martillo de juguete para que cayera detrás


suyo y ella giró tan rápido que casi perdió el equilibrio. Miró a la tierra,
vio lo que había lanzado y se echó a reír.

—Mac, bastardo, si estás aquí, muéstrate antes de que haga algo


drástico. Está jodidamente húmedo, los malditos mosquitos me están
comiendo para la cena, y necesito hacer pis.

Se puso de pie.

Serie Isla mortal 02 53


Kera Faire El Joyero

—¿Drástico como qué? ¿Mearte encima?

Ella sonrió.

—No tan drástico. Más bien tirar un martillo por todas partes. Traje
un par conmigo para eso. Los adecuados.

—Bueno, podrías, pero tengo una idea mejor. ¿Por qué no te


arrastras hasta aquí y me chupas la polla y luego puedes hacer pis en
paz? —Sonrió—. Mientras pueda ver tu cabeza no te molestaré.

—Mac, siempre me molestas. —Se puso a cuatro patas, lo miró y


se lamió los labios de forma muy provocativa—. Nunca te detienes. —
Lentamente, sin apartar la vista de él, se arrastró por el claro.

—Demonios, dulzura. —Dio un paso alrededor del arbusto y se


paró frente a ella con los brazos cruzados—. ¿Por qué tardaste tanto? —
Abrió los brazos y ladeó la cabeza al preguntar—. Pensé que nunca
llegarías aquí. Puse las pistas hace una semana. Pensé que debía haberte
leído mal y que no estabas interesada.

Ella sollozó, se levantó y corrió a sus brazos.

—Por supuesto que estoy jodidamente interesada, cabrón.

La abrazó con fuerza y le besó la parte superior de la cabeza.

—Kirsten, dime honestamente. ¿Por qué estás aquí, ahora?

—Te vas. Llévame contigo. —Agarró su camiseta y la apretó en sus


manos—. Oh, sé que sólo fue una noche pero significó algo para mí, y
pensé que también para ti.

—Por supuesto, pero no es tan sencillo. Diablos, cariño, si estás


aquí y te quedas conmigo, eso es todo. Nunca podré dejarte ir. Y no sólo

Serie Isla mortal 02 54


Kera Faire El Joyero

porque te quiero, creo que te amo, y quiero explorar lo que podríamos


tener. Es por quién soy y por lo que soy.

Ella olfateó.

—¿Un criador de cerdos? Está bien. Puedo vivir con eso. Me gustan
los cerdos, pero no voy a limpiar la pocilga. O entrar en ella. Son unos
malditos caníbales.

—Oh, puedes decirlo otra vez. Pero es más que eso. Esta es tu
elección, quedarte o irte. Quédate, y lo que te diga significará que nunca
jamás podrás dejarme.

—¿Sí? Eso suena como una buena opción. ¿Pero por qué? ¿Eres
un asesino espeluznante y yo sabría demasiado para que me dejaran
libre?

—Algo así.

—¿En serio? —Parecía tan despreocupada como si dijera que era el


cazador furtivo local—. Ah, bueno, incluso ahora sé que es mejor que me
lleves y me mantengas bajo vigilancia, ¿eh?

—¿No te importa?

—Bueno, es un poco tarde para eso, ¿no?

Sacudió la cabeza.

—No, podría decir que te golpeaste la cabeza y te lo inventaste todo.


Estate muy segura, dulzura, porque si vienes, cariño, es una sentencia
de por vida.

—Sí. —Ella pensó por un segundo—. ¿Así que eres tú y tú para


siempre, o estar sin ti para siempre?

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Kera Faire El Joyero

—Eso es todo. Piénsalo bien. Es oscuro, apretado y a menudo


retorcido. Pero es honesto y por el bien del país. Y créeme, dulzura, eres
la única que puede levantar esa oscuridad por mí.

—Y tú por mí. Una noche de perfección convertida en el resto de mi


vida, o nada más. No hay duda. ¿Dónde están las esposas? Átame a ti,
Señor.

Fin

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Kera Faire El Joyero

Staff
Traductora: Auxa
Diseño: Lelu
Lectura Final: Auxa

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Kera Faire El Joyero

Serie Isla mortal

01 – El Despachador
Cuando Astrid Mickelson se enteró de que el hombre
que amaba era el Despachador… un agente del
gobierno, que mata sin remordimientos para vivir...
se fue para evitar traicionarlo accidentalmente. Sin
embargo, Orlando Darke, el único hombre que ella
siempre ha querido, es imposible de olvidar, y
parece que una vez más vuelve a su vida.
Por su parte, el Despachador nunca había olvidado
al amor de su vida. Cuando es enviado a traerla por
ser una traidora, hace lo que mejor sabe hacer...
enviarla a un lugar seguro, para poder encontrar al
verdadero culpable.
A medida que la amenaza aumenta, también lo hace
la tensión sexual entre ellos. ¿Pero puede haber un
felices para siempre en su futuro?

02 – El Joyero
Los asesinos no se enamoran...
Kirsten pensaba que su vida había terminado
cuando conoció a Mac, "El Joyero", un
despachador autorizado por el gobierno. En vez de
eso, su vida sólo estaba empezando.
Es cierto que ser secuestrada, atada y torturada
con placer sexual puede no ser el mejor comienzo
para una relación, pero su conexión instantánea
no podría ser negada.
Sólo faltaba considerar el no-tan-pequeño asunto
del trabajo de Mac. Él no podía condenar a Kirsten
a una vida entre sombras, porque nunca habría
posibilidad de escapar. La elección tenía que ser
suya para tomarla...

Serie Isla mortal 02 58


Kera Faire El Joyero

Próximamente

02 – El Joyero

Serie Isla mortal 02 59


Kera Faire El Joyero

Sobre la autora
Es una autora escocesa con amor por lo
inesperado,

Kera escri be historias para hacer que tu


corazón pierda su ritmo.

Serie Isla mortal 02 60

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