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Kera Faire
El Joyero
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Sinopsis
Los asesinos no se enamoran...
Capítulo Uno
Con sus botas de agua verdes fluorescentes por sus piernas, sus
tobillos llenos de mugre y sus manos y brazos con guantes de goma rosas
buscando en la mugre, Iain MacMillan no era un conejo feliz.
Mac dijo algo muy poco halagador en voz baja, levantó la vista y
miró fijamente.
Darke asintió.
—Oh sí. Dios, Mac, ¿no has terminado todavía? Tengo una mujer
caliente y un escenario interesante con cera esperándome.
—No es necesario. Tengo una mujer que lo hace por mí. —Darke
sonrió de la manera desdeñosa que tenía, saludó y se puso en marcha.
—Espero que te caigan gotas de cera en las pelotas, cabrón —le dijo
Mac mientras salía de la pocilga y dejaba entrar a los cerdos. Podrían
haber sido alimentados, pero las malditas cosas nunca estaban llenas y
no tenía intención de ser su próxima comida.
*****
1“Highheidyin” o “El Jefe” es un dicho típico escocés para alguien en la alta dirección.
Consiste en “Alto” (High) que significa el hombre/mujer en la cima de la jerarquía, “heid”
que significa “cabeza de”, por lo tanto el mismo significado que “Alto”, y “yin” significa
La risa de Milo estaba teñida con algo más que un poco de simpatía.
“uno” es decir, el de la cabeza alta. Si tienes un problema y hablas con alguien sobre
ello y no puede ayudarte, te dirán que vayas y hables con el High Heid Yin.
Sin embargo, es jerga, así que no es recomendable llamar a la persona así a la cara (¡a
menos que estés en muy buenos términos con ellos!).
—Así que, dos cosas que no deberían estar ahí. ¿Alguna pista de
qué?
2
Bahía Cementerio.
Mac asintió.
*****
—Sabía que era estúpido. Que me parta un rayo, ¿por qué hicimos
esa loca apuesta? —Kirsten no tenía ni idea de dónde estaba, y menos
aún de cómo llegar a un lugar que pudiera conocer, y así cambiar ese no
tan pequeño problema. Aparte de eso, estaba hablando en voz alta,
haciéndose una pregunta y ni siquiera la respondía. Caótico lo resumía
todo. Loco o trastornado funcionaba aún mejor.
Ella y Emma habían ignorado las burlas sobre “no olvides por
dónde vas, los remos te impulsan hacia adelante si lo necesitas” y
“asegúrate de tener tus manguitos a mano”.
—Creía que teníais pelotas, pero si necesitáis más, ¿por qué no? —
Además de su carrera como panadera, ayudaba a Graeme a trabajar en
la granja familiar, donde acababan de castrar el último lote de bueyes.
Cada uno de ellos palideció. Cada uno de ellos había cubierto sus
cojones. Casi se meaba con sus expresiones.
Ahora Emma podía estar Dios sabrá dónde, ella estaba en otro Dios
sabrá dónde, hacía frío y más allá de la niebla se estaba haciendo de
noche.
3
Juego de palabras. Sweet bread es pan dulce, y todo junto (sweetbread), mollejas.
Luego maldijo. Ni una maldita señal. No hay red. Típico. Dios, estoy
jodida. Tristemente pensó, no, eso era algo que no estaba, no
últimamente. Desde que le dio pasaporte a Nigel el de la polla colgante.
Él la dejaba colgando en cualquier sitio con demasiada frecuencia para
su gusto. Sin embargo, algo diferente le llamó la atención.
Capítulo Dos
¿Y ahora qué? Que Dios le diera fuerzas. ¿Qué demonios hacía un
puñetero crío con este tiempo husmeando en una canoa? Debería estar
de vuelta en casa con una taza de cacao, babeando por la última estrella
de rock con granos o leyendo historias estúpidas sobre... Mierda,
escúchate. Abuelo. A pesar de su situación, Mac se rió mientras
amarraba las dos canoas y maniobraba torpemente al crío fuera de
combate en sus brazos.
Joder, es una chica. Eso o los chicos han cambiado mucho de forma
desde que él fue uno. Además su propia polla mostraba más que un poco
de interés en su paquete, y Mac no iba por los chicos, a pesar de lo que
le había dicho antes a Milo.
Malditos niños.
La isla tenía que ser segura, y aparte del extraño chiquillo que
intentaba pasar las vallas para ver si funcionaban y si realmente era un
campo de pruebas para los sistemas de seguridad según ellos decían, la
mayoría de las cosas eran buenas. Si no, bueno, lo arreglaban. Más de
un crío en los primeros días se había “ido” sin saber dónde había estado.
La mini pérdida de memoria permanente era la especialidad de Darke.
—¿Qué...?
Mierda, eso era todo lo que necesitaba. Mac presionó sus pulgares
a cada lado de su cuello, sólo lo suficiente para dejarla inconsciente el
tiempo necesario para que él volviera a la canoa, agarrara el paquete de
emergencia que tenía allí, y viera lo que su acompañante llevaba con ella.
Casi la dejó caer. No era una cría, sino una mujer. Una mujer con
curvas, tetas y culo para morirse, con pelo corto y oscuro y uñas rojas.
Dios, le encantaba el esmalte de uñas rojo. Y la ropa interior de encaje
rojo que podía quitarle y usar para atar sus manos antes de sumergirse
en su bonito y, con suerte, depilado coño y...
Abajo chico, averigua qué coño está pasando, no cómo follarla. Con
un poco de suerte, eso puede venir después.
*****
Ahora bien, esto era realmente una pesadilla, ¿no? ¿Por qué estaba
mareada con la garganta irritada, la cabeza golpeada y la necesidad de
orinar? Kirsten se movía con cautela y retorcía su trasero en lo que fuera
que estuviera estirada. No era una cama, eso era seguro. Era demasiado
incómoda para eso. Abrió un ojo y parpadeó.
¿Por qué una tienda de campaña? Vale, este escenario tenía serios
defectos. No era su hermano o sus compañeros, seguramente, porque no
había forma de que se subieran a su canoa o la noquearan o lo que fuera.
No había habido mención de juegos de espías o de atrápame si puedes.
—¿Quién eres?
—No necesitas saberlo. Pero necesito saber quién eres. —Él estiró
sus brazos por encima de su cabeza y se rió cuando sus tetas parecieron
sobresalir otros diez centímetros. Señor, pero ella no necesitaba eso. Con
una talla 95E, sobresalían lo suficiente cuando sólo medías metro
sesenta. No es que ella pensara que su cuerpo estuviera
desproporcionado, todo lo contrario. Kirsten era feliz en su propia piel y
sabía que tenía la forma y el tamaño adecuados para un veinteañera sana
y curvilínea.
—Bonitas tetas —dijo con una risa áspera—. Estoy deseando ver si
el resto de ti coincide.
—¿Qué...?
Sacudió la cabeza. ¿Quién era él para decir esas cosas? Más aún,
¿por qué estaba tan mojada que tenía que escurrir su tanga?
Hizo lo mejor que pudo para mover sus manos y antes de que
tuviera tiempo de reaccionar, él levantó su cuerpo de ella lo suficiente
como para anudar las ataduras de las manos sobre algo y ella no pudo
moverlas. Entonces, que el Señor la ayudara, le desató los tobillos, los
separó y los ató para que sus piernas estuvieran separadas. Gracias a
Dios por los vaqueros. Los vaqueros podían rozar un coño empapado,
pero era mejor que tener la evidencia en exhibición.
Se aclaró la garganta.
Capítulo Tres
Mierda, casi podía oír los engranajes rodando mientras ella se
mordía el labio y lo miraba fijamente. Nunca se había acercado a nadie
tan agresivamente, especialmente a alguien que no estuviera felizmente
en una escena y con sus límites establecidos y palabras de seguridad
acordadas. No tenía ni idea de por qué tenía que hacerse el macho ahora.
Excepto que la quería de la manera más visceral posible.
—No sé lo que quieres decir. —Su voz era ronca, e insinuaba cosas
en las que no tenía derecho a pensar en ese momento. Si tenía que soñar
con la cera no debería ser por placer.
Guau, abajo, chico. Puso sus labios sobre los de ella y metió su
lengua entre ellos. Ella hizo una especie de quejido... gemido... que hizo
que sus sentidos se elevaran y su polla intentara hacer un agujero en sus
vaqueros, antes de que ella empezara a devolverle el beso.
—¿Qué pasa?
—¿En serio? ¿Qué tal si en vez de eso me dices de qué va todo esto?
—dijo ella fríamente—. Un minuto estoy perdida en la niebla, y al
siguiente estoy fuera de combate. Luego estoy atada, y tú decidiste que
es hora de... —Ella debió ver la mirada de advertencia en sus ojos porque
dejó de hablar de repente—. De recordarme quién es el jefe otra vez —
terminó—. Supongamos que me dices cuál va a ser mi destino y puedo
preocuparme por lo que sea necesario.
Sacudió la cabeza.
—Oh no, lo siento. No puede ser. Ahora, por última vez, ¿vas a
decirme voluntariamente por qué estás aquí y de qué se trata, o te lo saco
a golpes? —Mac se levantó y se estiró hasta que supo que aparecería
como una sombra oscura y amenazante para ella.
—No, estaba perdida, vale. —Ella le tiró de las correas y él vio cómo
sus preciosas tetas se movían de arriba a abajo—. Estaba tratando de
dirigirme al sur hacia la civilización cuando me asaltaste. —Entonces,
¿por qué apuntaba hacia Eilean Bàs?
Ella gritó.
—No hagas eso, tú, pervertido. Duele. Tendré la ley sobre ti.
Eso fue todo, ya había tenido suficiente. Puede que fuera muchas
cosas, pero pervertido no era una de ellas.
Mac sacó lo que pensó que podría ser útil. Maldita sea, ¿por qué no
podía decirle lo que necesitaba saber? No era reacio a un poco de
coacción, le excitaba, pero era lo suficientemente sabio para saber que
ella nunca le perdonaría después.
—Eres la mayor carga de... —Su voz se apagó cuando puso una
linterna a su lado y se aseguró de que pudiera ver qué más había llevado
hasta donde ella estaba—. ¿Qué... qué demonios es todo eso? —Ahora su
voz tenía un miedo real.
Se suavizaron.
*****
4Tanto tener arcadas como mordaza es —gag— en inglés. Esa frase sería “Gag in a
gag”.
—Si crees que esto es una tortura, dulzura, te vas a llevar una
sorpresa en un minuto —dijo suavemente—. Cuando trace mi nombre
con este cuchillo en tus tetas, quizás sangres lo suficiente para que me
lo beba... Oh no soy un vampiro, pero oye, la sangre de tu mujer es algo
malditamente excitante. —Se lamió los labios y sacudió la cabeza—. Oh,
sí.
—Y por favor, tengo que... —Ni siquiera podía cruzar las piernas.
Iba a ser embarazoso demasiado pronto.
Confía en mí para usar jeans de tiro bajo y un tanga. Ella juró que
si salía de esto iba a llevar pantalones de abuela y vaqueros de cintura
alta de ahora en adelante.
Kirsten cerró los ojos y contó hasta tres. ¿Qué tenía que perder? Si
el sexo estaba en su agenda, podría aceptarlo y hacer lo de “hazte amiga
de tu captor”. Por si acaso vivía para contarlo.
Aún así, hizo lo mejor que pudo para mover las caderas. Él le puso
el cuchillo entre las piernas y ella se mantuvo rígida.
La miró impasible.
Sacudió la cabeza.
Su captor se rió.
Kirsten asintió.
—Vale, puedo vivir con eso. Voy a ir por ahí. —Levantó las manos
para saludar a un denso grupo de arbustos que consideraba que estarían
a la altura de sus hombros cuando se pusiera en cuclillas... oh, quién
fuera un tío... y los últimos hilos de su blusa y sostén cayeron al suelo.
Kirsten se estremeció. Nunca antes había oído una voz tan dura y
plana, sin ninguna emoción.
¿Por qué eso hizo que su coño bailara y se pusiera frenética? Fue
perverso y malditamente desagradable. Nada de “¿quieres?”, nada de
delicadeza, sólo hacerlo directamente o te enteras.
—No es mi problema.
Cabrón.
Kirsten tragó.
—Yo…
El cuchillo destelló.
—Ahí tienes.
Ah, diablos, es mejor morir tratando de no morir, que morir sin tratar
de no hacerlo. O algo así.
Capítulo Cuatro
¿Cómo diablos puede una mujer pavonearse con cuerdas? Mac vio
a Kirsten acercarse a él vestida, o desnuda, con un pequeño tanga rojo
que apenas cubría su coño depilado y que se detenía en la parte superior
de su raja, hasta que estuvo al alcance de su mano.
Sí, hay un dios de los asesinos y él, ella, o eso me tiene cubierto.
—Detente ahí.
—De rodillas.
—Arrástrate.
—Es espinoso.
—Eso duele.
Asintió con la cabeza. Tal vez, pero ella no parecía estar sufriendo.
Kirsten balbuceó.
5
John Wayne Bobbitt y Lorena Leonor Bobbitt fueron un matrimonio que se hizo famoso
por el incidente ocurrido en Manassas, Virginia, el 23 de junio de 1993 en que Lorena
cortó el pene a John con un cuchillo mientras este dormía.
6
Perder el tiempo es “fuck around” y follar es “fuck”.
—¿Sí? —dijo con voz de “no me jodas”—. ¿Tú, yo, esto...? —Mac se
agarró a su polla y la acarició lentamente mientras bajaba sus vaqueros
con los pulgares. El prepucio brillaba a lo largo de su longitud y lo usaba
para lubricar sus dedos—. Aquí. —Le puso dos dedos en la boca—. Yo,
para ti. Abre y pruébalo —ordenó.
—Joder, tan dulce que duele jodidamente. ¿Te gusta el dolor, eh?
—Le tiró del pelo con fuerza—. Puedo darte eso y más.
—No me gusta.
—Bien, se suponía que iba a ser así. Eso es lo que hacen los
castigos. ¿Quieres más? —¿Qué estaba haciendo? No había diálogo sobre
palabras de seguridad, ni límites, nada. ¿Joder, había perdido la cabeza
por completo?
—Vocaliza, mascota.
Mac aceleró su ritmo. Hacía tanto tiempo que no tenía un coño que
no iba a ser una follada larga y lenta. Movió su mano desde su pezón
hasta su clítoris y lo pellizcó con fuerza.
*****
Se rió.
—Si tengo que decírtelo, tendría que matarte —dijo con un brillo
en los ojos. Lamentablemente, ella no estaba convencida de que no
hubiera un grano de verdad en su declaración.
—Maldita sea —dijo con tristeza—. Olvidé que había dicho eso.
Bien, ¿y ahora qué?
¿Estúpido o qué?
—¿No es esa mi pregunta? —dijo ella con una sonrisa—. Sabes que
eres tú quien tiene todas las cartas aquí, no yo. —Señor, ella quería llorar,
no sonreír. Enfréntate a la vida y di por qué ella y por qué de esta manera.
No es malditamente justo.
—¿Sí, mascota?
—¿Primero?
—Continúa.
—Y Mac.
—Mac, por favor, ven dentro de mí. Lléname y finge que soy todo lo
que quieres. —En cualquier otro momento ella se habría encogido ante
su tono de necesidad. Esta vez no. Este hombre en pocas horas había
hecho algo que nadie más había hecho. Capturó su corazón. Y si eso
sonaba como una heroína de la Regencia, así eran las cosas.
Suspiró.
—Era de esperar.
*****
Graeme se rió.
—Esa es una menos, ahora déjame ver. ¿Te tiñes el pelo de verde?
Se encogió de hombros.
Se rió.
—¿Ah? Sí, dijo algo sobre que te conoció no hace mucho tiempo.
No sé su otro nombre, nunca me molesté en preguntar.
—No... espera, creo que trabaja en La Isla. Cuida de los cerdos. Así
es como nos conocimos. En la subasta. Le superé en la oferta de algunos
Gloucester Old con manchas.
Graeme se rió.
—No, lo siento. Creo que las chicas serían un poco una señal
reveladora. —Sacó el pecho y se dio una palmadita. Graeme rugió y sacó
la lengua—. Que te den, querido hermano. Pensé en ir a visitar a Jenny
en Edimburgo por unos días. No tengo nada especial para la semana que
viene. —Se levantó, se puso la chaqueta al hombro y besó a su hermano—
. Graeme, sabes que te quiero, ¿verdad?
Parpadeó.
*****
—Oh, lo es. —La voz de Darke le llegó por los aires—. Siento si tu
bomba rubia alemana ha vuelto a estallar en un suspiro, pero esto es
importante. —Milo había tenido el gran placer de contarle a Darke sobre
eso.
—Oh, no, ha sido usurpada por una harpía de pelo puntiagudo que
no hace nada de lo que yo digo. ¿Qué pasa? —Se miró la polla con
tristeza—. No soy yo.
Hablando de déjà vu. Excepto que esta vez era Darke y no Milo con
él, y era una mancha blanca en la pantalla, no dos.
—Oh, que se joda un pato. ¿No tienes idea de qué o quién es?
Mac asintió.
—Joder, Mac, debes estar aquí. Él tiene que estar aquí. No puede
estar en ningún otro lugar. Ah, ja.
Sonrió. Había valido la pena preparar la escena, por más burda que
fuera.
Se puso de pie.
Ella sonrió.
—No tan drástico. Más bien tirar un martillo por todas partes. Traje
un par conmigo para eso. Los adecuados.
Ella olfateó.
—¿Un criador de cerdos? Está bien. Puedo vivir con eso. Me gustan
los cerdos, pero no voy a limpiar la pocilga. O entrar en ella. Son unos
malditos caníbales.
—Oh, puedes decirlo otra vez. Pero es más que eso. Esta es tu
elección, quedarte o irte. Quédate, y lo que te diga significará que nunca
jamás podrás dejarme.
—¿Sí? Eso suena como una buena opción. ¿Pero por qué? ¿Eres
un asesino espeluznante y yo sabría demasiado para que me dejaran
libre?
—Algo así.
—¿No te importa?
Sacudió la cabeza.
Fin
Staff
Traductora: Auxa
Diseño: Lelu
Lectura Final: Auxa
01 – El Despachador
Cuando Astrid Mickelson se enteró de que el hombre
que amaba era el Despachador… un agente del
gobierno, que mata sin remordimientos para vivir...
se fue para evitar traicionarlo accidentalmente. Sin
embargo, Orlando Darke, el único hombre que ella
siempre ha querido, es imposible de olvidar, y
parece que una vez más vuelve a su vida.
Por su parte, el Despachador nunca había olvidado
al amor de su vida. Cuando es enviado a traerla por
ser una traidora, hace lo que mejor sabe hacer...
enviarla a un lugar seguro, para poder encontrar al
verdadero culpable.
A medida que la amenaza aumenta, también lo hace
la tensión sexual entre ellos. ¿Pero puede haber un
felices para siempre en su futuro?
02 – El Joyero
Los asesinos no se enamoran...
Kirsten pensaba que su vida había terminado
cuando conoció a Mac, "El Joyero", un
despachador autorizado por el gobierno. En vez de
eso, su vida sólo estaba empezando.
Es cierto que ser secuestrada, atada y torturada
con placer sexual puede no ser el mejor comienzo
para una relación, pero su conexión instantánea
no podría ser negada.
Sólo faltaba considerar el no-tan-pequeño asunto
del trabajo de Mac. Él no podía condenar a Kirsten
a una vida entre sombras, porque nunca habría
posibilidad de escapar. La elección tenía que ser
suya para tomarla...
Próximamente
02 – El Joyero
Sobre la autora
Es una autora escocesa con amor por lo
inesperado,