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Los Ángeles
Departamento de Lengua y Literatura
2. Como volvía a sentirme incó modo, busqué el pedazo de remo en el fondo de la balsa para
recostarme. Nunca he podido dormir con una almohada demasiado dura. Sin embargo, buscaba
con ansiedad un pedazo de palo destrozado por los tiburones para apoyar la cabeza.
3. El remo estaba en el fondo, todavía amarrado a los cabos del enjaretado. Lo solté. Lo ajusté
debidamente a mis espaldas doloridas, y la cabeza me quedó apoyada por encima de la borda.
Entonces fue cuando vi claramente, contra el sol rojo que empezaba a levantarse, el largo y
verde perfil de la costa.
4. Iban a ser las cinco. La mañ ana era perfectamente clara. No podía caber la menor duda de
que la tierra era una realidad. Todas las alegrías frustradas en los días anteriores –la alegría de
los aviones, de las luces de los barcos, de las gaviotas y del color del agua– renacieron entonces
atropelladamente, a la vista de la tierra.
5. Si a esa hora me hubiera comido dos huevos fritos, un pedazo de carne, café con leche y pan –
un desayuno completo del destructor– tal vez no me habría sentido con tantas fuerzas como
después de haber visto aquello que yo creí que realmente era la tierra. Me incorporé de un
salto. Vi, perfectamente, frente a mí, la sombra de la costa y el perfil de los cocoteros. No veía
luces. Pero a mi derecha, como a diez kiló metros de distancia, los primeros rayos del sol
brillaban con un resplandor metá lico en los acantilados. Loco de alegría, agarré mi ú nico
pedazo de remo y traté de impulsar la balsa hasta la costa, en línea recta.
6. Calculé que habría dos kiló metros desde la balsa hasta la orilla. Tenía las manos deshechas y
el ejercicio me maltrataba la espalda. Pero no había resistido nueve días –diez con el que estaba
empezando– para renunciar ahora que estaba frente a tierra. Sudaba.
7. El viento frío del amanecer me secaba el sudor y me producía un dolor destemplado en los
huesos, pero seguía remando. Pero ¿dó nde está la tierra?
8. No era un remo para una balsa como aquella. Era un pedazo de palo. Ni siquiera me servía de
sonda para tratar de averiguar la profundidad del agua. Durante los primeros minutos, con la
extrañ a fuerza que me imprimió la emoció n, logré avanzar un poco. Pero luego me sentí
agotado, levanté el remo un instante, contemplando la exuberante vegetació n que crecía frente
a mis ojos, y vi que una corriente paralela a la costa impulsaba la balsa hacia los acantilados.
9. Lamenté haber perdido mis remos. Sabía que uno de ellos, entero y no destrozado por los
tiburones como el que llevaba en la mano, habría podido dominar la corriente. Por instantes
pensé que tendría paciencia para esperar a que la balsa llegara a los acantilados. Brillaban bajo
el primer sol de la mañ ana como una montañ a de agujas metá licas. Por fortuna estaba tan
desesperado por sentir la tierra firme bajo mis pies que sentí lejana la esperanza. Má s tarde
supe que eran las rompientes de Punta Caribana, y que de haber permitido que la corriente me
arrastrara me habría destrozado contra las rocas.
10. Traté de calcular mis fuerzas. Necesitaba nadar dos kiló metros para alcanzar la costa. En
buenas condiciones puedo nadar dos kiló metros en menos de una hora. Pero no sabía cuá nto
tiempo podía nadar después de diez días sin comer nada má s que un pedazo de pescado y una
raíz, con el cuerpo ampollado por el sol y la rodilla herida. Pero aquella era mi ú ltima
oportunidad. No tuve tiempo de pensarlo. No tuve tiempo de acordarme de los tiburones. Solté
el remo, cerré los ojos y me arrojé al agua.
11. Al contacto del agua helada me reconforté. Desde el nivel del mar perdí la visió n de la costa.
Tan pronto como estuve en el agua me di cuenta de que había cometido dos errores: no me
había quitado la camisa ni me había ajustado los zapatos. Traté de no hundirme. Fue eso lo
primero que tuve que hacer, antes de empezar a nadar. Me quité la camisa y me la amarré
fuertemente alrededor de la cintura. Luego, me apreté los cordones de los zapatos. Entonces sí
empecé a nadar. Primero desesperadamente. Luego con má s calma, sintiendo que a cada
brazada se me agotaban las fuerzas, y ahora sin ver la tierra. [...]
12. Ya me sentía sin fuerzas y, sin embargo, aú n no veía la tierra. Entonces volvió a invadirme el
terror: acaso, ciertamente, la tierra había sido otra alucinació n. El agua fresca me había
reconfortado y yo estaba otra vez en posesió n de mis sentidos, nadando desesperadamente
hacia la playa de una alucinació n. Ya había nadado mucho. Era imposible regresar en busca de
la balsa».
4. De acuerdo con el inicio del fragmento, ¿por qué para el personaje el nuevo día era un
enemigo?
A. Porque la aparició n del sol le daba indicios de que sería un día caluroso.
B. Porque el amanecer le anunciaba que debía seguir soportando su sufrimiento.
C. Porque la aparició n del sol no le permitía seguir durmiendo.
D. Porque los días soleados le recordaban su mala suerte.
E. Porque el amanecer era el momento cuando má s hambre y sed sentía.
TEXTO 2
El pañuelo azul
1. Inventó lo del pañ uelo azul porque la idea de morir sin haber conocido una noche de amor le
atormentaba aú n má s que el terror a quedar en la indigencia: la crisis había dejado a tantos
jubilados en la calle, que ella vivía con miedo y cada vez que se acordaba, se levantaba y
apagaba las luces de la casa.
2. Pero lo otro era imposible de aceptar. Salir todas las tardes, a la hora de la siesta, a limpiar la
vereda y encontrarse con las otras mujeres solas del barrio. No, no acabaría así su vida:
recogiendo hojas secas en el otoñ o, limpiando la vereda en el invierno y podando los á rboles
del jardín en la primavera. No podía acordarse cuando empezó a estar atada a esa noria; y, sin
embargo, el primer signo de rebeldía se produjo de forma inesperada una mañ ana de verano en
que agarró las agujas de tejer y las tiró al tacho de basura: ya todas sus hermanas y sobrinas
tenían abrigo suficiente para los fríos venideros de no sabía cuá ntos añ os. Y, definitivamente,
estaba harta de inventar puntadas y combinar colores.
3. Atrá s también había quedado el tiempo de dar forma a la cerá mica; no podía má s con lo de
mostrar a cuanto visitante pasaba por su casa las figuras de estilo griego que había creado con
sus manos, ¿para que terminaran con aquellas frases de siempre sobre su talento innato para la
escultura?
4. ‘Y, claro, —se decía— tomando en cuenta la vida que he llevado, todas esas reacciones son
normales, hasta comprensibles. Pero lo que sucede con el pañ uelo azul es algo má s que extrañ o,
vergonzoso.’
5. Quizá s todo se debía a que, a pesar de sus sesenta y cuatro añ os, todavía tenía la esperanza
de volverlo a encontrar y ser feliz. Y lo del pañ uelo azul era lo ú nico que le acercaba a él.
6. Una noche en que la soledad le oprimía el alma, sacó el pañ uelo de la có moda y lo puso sobre
la cama. Formó con él una silueta humana —de hombre—, lo miró con ternura y empezó a
charlar.
7. —Ansaldo —le dijo con voz suave—, ¡al fin has vuelto! No imaginas có mo esperé este
momento. Cierra los ojos y escú chame. No mires mientras me saco la ropa; sabes que nunca me
he desvestido delante de un hombre y siento vergü enza. No abras los ojos, te ruego. ¡Al fin está s
conmigo, querido mío! ¡Tenía tanto miedo de morir sin volver a verte! Ya está . Espera un
segundo, me pongo el camisó n. No vayas a abrir los ojos.
8. Cuando ella le dijo que podía abrir los ojos, estaba acostada a su lado. Llevaba el camisó n
impecablemente blanco y se había cubierto con las frazadas hasta el borde del labio inferior.
9. Habló con él un rato má s sobre cosas intrascendentes. Le contó del bicho que había
encontrado en el jardín y del nuevo brote de las siemprevivas. "Ansaldo", "Ansaldo", repetía
una y otra vez, hasta que se fue quedando dormida con la sensació n muy clara de una mano
descansando sobre su cintura. Durmió sin necesidad de pastillas —y sin suspirar—. Y soñ ó ”.
María del Carmen Garcés (fragmento)
6. ¿Cuál es el sentido del término INDIGENCIA en el primer párrafo del texto leído?
A. PRIVACIÓ N, porque la protagonista temía tener que bajar su estatus de vida producto de la
crisis.
B. ESCASEZ, porque la crisis hacía que las reservas de los bienes de primera necesidad se
fueran acabando en los hogares de los ancianos.
C. INSOLVENCIA, porque temía no poder cumplir sus compromisos econó micos, producto de la
crisis.
D. POBREZA, porque temía sufrir los efectos de la crisis econó mica que afectaba a muchos
jubilados.
E. CARESTÍA, porque la crisis podría provocar un alza de precios que la afecta, como ya lo había
hecho con muchos jubilados.
Texto 3
1. Te invitan a una fiesta de ú ltima hora, abres tu cló set y ¡no sabes qué ponerte! Muchas
personas, ante esa situació n, comparan una prenda nueva, muy probablemente una prenda
econó mica, con un buen sentido de la moda. Esa prenda seguro lucirá muy bien en la tienda, se
verá bien la primera vez que te la pones y luego de una o dos lavadas se deteriorará
rá pidamente. Quizá s la usas como ropa para estar en la casa, quizá s la regalas, quizá s hasta la
deseches. Esto no le pasa solo a la prenda que compraste para la fiesta. En general, la ropa se ha
vuelto desechable, y no es por casualidad, sino por los procesos de producció n que se usan. Y
para proteger el medioambiente no nos queda otra opció n sino prohibir los materiales
sintéticos en la ropa.
2. En primer lugar, los materiales sintéticos han agudizado el problema medioambiental que
genera la producció n de ropa. Se calcula que hacer 1 kilo de tela produce 23 kilos de gases de
efecto invernadero. En vez de hacer menos kilos de ropa, estamos haciendo muchos má s. De
hecho, entre los añ os 2000 y 2014, la producció n de ropa en el mundo se duplicó : los ciclos de
la moda pasan má s rá pido, los precios han bajado y la gente usa ropa durante menos tiempo (la
vida ú til de todas las prendas bajó la mitad en los ú ltimos 15 añ os) Usar elementos sintéticos de
bajo costo como el poliéster, ha reducido los precios de la ropa, y así ha aumentado el ciclo de
“usar y desechar” que representa un problema ambiental muy delicado.
3. En segundo lugar, los materiales sintéticos recortan el tiempo ú til de las prendas. Los
materiales sintéticos generalmente producen prendas de calidad inferior a las de los materiales
naturales, como el algodó n. Por lo tanto, duran menos en el closet de las personas. ¿Qué pasa
con la ropa después de que el comprador original la descarta? Durante añ os, ha habido
campañ as para recoger esta ropa y donarla o revenderla. Pero la ropa sintética no se presta
para esto: ante el deterioro, no se puede ni donar ni revender.
4. Para agravar el problema, la ropa sintética, luego de usada, difícilmente se puede reciclar.
Este tipo de ropa suele tener una mezcla de materiales. El primer paso para reciclar estos
materiales es separarlos. Hacerlo mecá nicamente es muy difícil porque, al ser materiales de
baja calidad, se suelen deteriorar o destruir en el proceso de separarlos. No se han descubierto
formas de separarlos químicamente de manera eficiente.
5. Así que, si queremos preservar el medioambiente, debemos prohibir el uso de materiales
sintéticos en la ropa. El precio de los materiales sintéticos fomenta ciclos de corta duració n de
la vida ú til de las prendas y dificultan el reciclaje. Algunas compañ ías han tomado acció n:
Patagonia invita a los usuarios a comprar solo las prendas que necesiten y ofrece programas de
apoyo para reparar las prendas. Pero la mayoría de las compañ ías se ha enfocado en aumentar
las ventas. En tu caso, y en tu casa, empieza por revisar las etiquetas de las prendas que
compras y fijate má s en los materiales. Y, antes de comprar una prenda nueva para la fiesta,
pregú ntate si no habrá otra ya en tu armario que te hará lucir igual de bien.
Ambrosio, M.
11. ¿Cuál es la tesis del texto?
A. Debemos tomar medidas para alargar la vida ú til de la ropa.
B. Se debe limitar el uso del poliéster en las prendas de vestir.
C. El empleo de materiales sintéticos en la ropa se debe prohibir.
D. La ropa debe cumplir con está ndares mínimos de calidad.
E. El precio de las prendas sintéticas perjudica el ambiente.
12. La mala calidad de la ropa sintética dificulta su reciclaje, porque
A. el uso de material sintético dobla la cantidad de producció n de estas prendas.
B. el poliéster genera una disminució n en el precio de la ropa nueva.
C. los ciclos de la moda se suceden de manera mucho má s rá pida.
D. las prendas se deterioran rá pidamente al intentar separarlas.
E. la vida ú til de este tipo de prendas se redujo a la mitad.
13. ¿Cuál es uno de los factores que explican la masificación en el uso de prendas
sintéticas?
A. El gusto de los consumidores por innovar.
B. La disminució n en el valor de las prendas.
C. El rá pido trá nsito desde una moda a otra.
D. La facilidad para combinar calidad con precio.
E. La posibilidad de armonizar distintos materiales.
Texto 4
[Este texto fue adaptado de Andrés Oppenheimer, ¡Sá lvese quien pueda! El futuro del trabajo en
la era de la automatizació n (Penguin Random House,2018), capítulo 7]
14. En el primer párrafo, la alusión a la fallida entrevista con un robot educativo permite
al autor del texto
A. establecer una advertencia para quienes sobrestiman el aporte de los robots.
B. relativizar el aporte que significaría incluir robots en la educació n formal.
C. introducir un antecedente para plantear la desaparició n de los docentes.
D. refutar a quienes sostienen que los robots sustituirá n a los docentes.
E. contextualizar la inminente llegada de robots al á mbito educacional.
16. De acuerdo con el tercer párrafo, en el futuro, la labor de los docentes consistirá en
A. resguardar el cumplimiento de las tareas asignadas por los robots.
B. trabajar con los estudiantes en el desarrollo de habilidades para la vida.
C. aportar junto con los robots en la transmisió n de conocimientos esenciales.
D. enfocarse en el trabajo administrativo que los robots son incapaces de realizar.
E. cumplir con tareas menores alejadas de su labor habitual de entregar lecciones.
Texto 5
“¿Qué hacer para evitar los celos de sus hijos ante el nacimiento de un hermano? Actú e con
naturalidad, sin regalonear a la guagua a escondidas del hermano mayor. Enséñ ele con claridad
al niñ o su papel de hermano mayor y no lo trate con severidad cuando le ha hecho algo a la
guagua”
18. En el texto anterior el enunciado “¿Qué hacer para evitar los celos de sus hijos ante el
nacimiento de un hermano?” cumple la función de
A. concluir.
B. definir.
C. introducir.
D. comparar.
E. describir.
Texto 6
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
A A A A A A A A A A
B B B B B B B B B B
C C C C C C C C C C
D D D D D D D D D D
11 12 13 14 15 16 17 18 19 20
A A A A A A A A A A
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