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Revista Observaciones Filosóficas


art of article Identidad, cuerpo y saber. Metamorfosis y
modernidad en la obra de F. Kafka
Dra. Teresa Aguilar García - Universidad de Castilla
La Mancha
Resumen
En este texto se analizan los conceptos de identidad, cuerpo y saber
encontrados en la narrativa de Franz Kafka como componentes del
proceso de modernidad. A través de una descomposición de la figura
del sujeto y del yo, presente en las metamorfosis de la obra kafkiana,
también asistimos a un nuevo concepto del cuerpo según el
concepto de “flujo de estados” y consecuentemente a una diferente
concepción sobre el saber que inaugurará el mundo filosófico del
siglo XX.

Abstract
In this text the concepts of identity, body and knowledge founded in
Franz Kafka's narrative are analyzed like components of the process
of Modernity. Through a decomposition of the self and the individual’s
figure, presents in the Kafka´s metamorphoses, we also attend a new concept of the body according to the
concept of flow of states and consequently to a different conception on the knowledge that it will inaugurate the
philosophical world of the XX century.

Palabras clave
Metamorfosis, Identidad, Cuerpo, Flujo de estados, Saber, Modernidad, Posmodernidad

Keywords
Metamorphosis, Identity, Body, Flow of states, Knolewdge, Modernity, Posmodernity

1. La metafísica kafkiana, ¿moderna o posmoderna?


Porque somos como troncos de árboles en la nieve. Aparentemente sólo están
apoyados en la superficie, y con un pequeño empellón se los desplazaría. No, es
imposible, porque están firmemente unidos a la tierra. Pero atención, también esto
es pura apariencia1
F. Kafka
La obra kafkiana en su conjunto nos brinda un excepcional ejemplo de los procesos
de gestación de la modernidad como aquél paradigma idiosincrásico caracterizado
por la ausencia de fundamentación de la razón. La identidad de ese sujeto que se
dibuja en el panorama del siglo veinte es descrita por Kafka especialmente en sus
relatos sobre animales, cuya temática gira en torno a la idea de una identidad rota,
transformada y deshumanizada que repercute directamente en el cuerpo
En la mayoría de sus cuentos, los protagonistas son seres metamorfoseados que han
sufrido cruzamientos con animales o que ellos mismos se han transformado en
animales. La lectura fundamental se basa en la idea explícita en el título de una de
sus obras más famosas, lectura que inmediatamente nos remite al concepto de
identidad humana. En este trabajo pongo de manifiesto cómo Kafka expresa el
sentimiento del individuo moderno gestante2. Las diferencias con la intención ilustrada
de los fabulistas o del mismo Cervantes en el coloquio de los perros son obvias. Los
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animales de las fábulas, cuyas características típicas servían para construir un


arquetipo moral ejemplificante, claramente situados en el reino animal a cuya esfera
el hombre no pertenecía, dan un paso de gigante en la obra kafkiana hasta situarse
en el mismo nivel, difícilmente discernible, que el ser humano.
Este ser animal denuncia el sentimiento de desubicación del sujeto moderno, tal y
como expresa en Compañeros de viaje: “Estoy en la plataforma del tranvía,
completamente en ayunas en lo que respecta a mi posición en este mundo, en esta
ciudad, en mi familia. Ni siquiera puedo justificar por qué estoy en esta plataforma...
Nadie me exige justificación, pero eso no importa”
El sujeto de la modernidad sentía que su existencia estaba sin fundamentar. El sujeto
ya no está en el centro del mundo, sino que ha caído en el abismo del tiempo
después de la muerte de Dios, después del descubrimiento de las falsas
legitimaciones teoréticas con el que Nietzsche destruirá la metafísica occidental,
aparece un sujeto desnudo de referencias fundamentadoras, que experimenta
drásticamente una disociación proporcionándole un aumento de punto de vista. Se
hace necesaria la palabra Weltanschauung porque lo que se pretendía real ha
perdido su trasparencia y univocidad y el sujeto antropocéntrico pasa a ser
antropomorfo. Este paso que conduce a la conciencia de la modernidad es explicado
por Kafka a través de sus relatos. La disolución del sujeto se produce cuando el
hombre ya no es centro de sí mismo, compacta visión de integradora unidad sobre el
mundo. Kafka realiza en la praxis literaria, camino por donde la filosofía irrumpe como
modo de expresión, la disociación del sujeto. El perro, simio o insecto, siguen
ofreciendo un relato de lo que está pasando. Es posible que el sujeto disociado hable
y nos comunique la visión del mundo por la que ha penetrado abriéndose paso en la
brecha abierta. Así, una voz nueva, la del individuo, emerge en un espacio vaciado de
fundamentos. La pérdida de identidad sufrida como consecuencia de tal proceso de
disociación hace que el sujeto se experimente como ser en el tiempo: el ser humano
no es propiamente humano, su identidad anatómica, que le hacía reconocerse como
tal, ha desaparecido en anatomías distintas, no imputables a la exclusividad “ser
humano”. De él sólo queda su ser que está suspendido en un tiempo, porque el lugar
se transforma en tiempo mismo3. Kafka expresa esa localidad no localizable, espacio
en el que se desarrolla el pensamiento moderno. Como Heidegger hará en filosofía,
Kafka propone pensar el ser por sí mismo, pensarlo en el tiempo, y como él, lleva a
cabo la tarea de pensar lo impensado: nuevas situaciones existenciales en las que
está inmerso el sujeto y cuya explicación requiere un pensamiento que se piense a sí
mismo. La filosofía de Heidegger tiene una sola pregunta: el sentido del ser en el
tiempo, que también Kafka formula en sus metáforas-obra. En ellas denuncia la
situación del humano en el mundo y pregunta por el papel de ese nuevo sujeto en
escena que es el individuo moderno. ¿Cómo acometer la certeza de que un poder
anónimo (proceso) pende sobre nosotros? Tal instancia puede identificarse con la
técnica, la industrialización y burocratización de la sociedad emergente del XX, pero
Kafka no hace de ninguno de estos elementos el responsable directo del mal que

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aqueja al individuo moderno. La pregunta está abierta y la metáfora con la que se


viste nos sugiere. Se coloca en una posición travestida desde la que cualquier lectura
es en principio posible, pues la ambigüedad del sujeto disociado provoca la pérdida
de identidad compacta y del lenguaje transparente que le caracterizaba. ¿Qué camino
y con qué procedimientos llegaremos a alcanzar el castillo? Los contornos de la
realidad se borran y aparece esta como insoslayablemente inquietante, por eso los K
vacilan y están a la expectativa. Han desarrollado una capacidad de espera infinita.
Es la paradoja existencial ante la que el moderno se sitúa: el ser está en el mundo sin
poder justificar por qué está en esa plataforma y de qué forma está. Los otros están
ahí también pero monádicamente: el individuo queda recluido en un espacio propio
personal con el que se mueve y desde donde ve a los demás hacer lo mismo. La
metamorfosis constituye también una metáfora de la incomunicación, pues el
individuo no puede superar una anatomía nueva. El insecto piensa pero su familia no
sabe qué ni tan siquiera si sigue haciéndolo en su nuevo estado. Sólo a través de las
acciones puede señalar lo que quiere, por ejemplo la obtención de la comida
putrefacta que le proporciona la hermana, pero esto no es suficiente porque surgen
malentendidos, Samsa trepa para distraerse y la hermana lo interpreta como la
necesidad de sacar los muebles del cuarto. El lenguaje ha sido borrado del sujeto que
ya sólo es pensante y la incomunicación radical ha de ser sustituida por todo el
ingenio del cerebro que contra la incomprensión de los demás nada puede. El
fundamento de todo es ahora el ego pensante, el lenguaje se ha vuelto sospechoso.
La pregunta es si es posible someterlo a una reescritura en el texto postmoderno. Una
reescritura de Kafka buscando la identidad entre modernidad y postmodernidad. El
texto kafkiano como fragmento, porque su obra es fragmentaria en cuanto que es una
producción no sujeta a demanda a editorial. Pero sobre todo fragmentaria por la
ausencia de principio conceptual u origen. Un fragmento tachado de la novela “El
proceso”, la duda del texto que también podría ser, que está en el fragmento no
tachado y lo leemos al final del libro como “no publicado”, constituye la
intertextualidad de la obra kafkiana y su destino.
Jameson entiende que el texto postmoderno es en el que
No hay comienzos conceptuales y que la doctrina de los fundamentos es de algún
modo insostenible como testimonio de las insuficiencias de la mente humana 4
El texto kafkiano abre a una nueva dimensión metafísica que abandona todo intento
de desplazarse hacia abajo en busca de fundamentos. Nos demuestra que la realidad
objetiva no es la suma de dos realidades distintas, sino que la perspectiva de visión
decide lo que mirar; sabemos que los árboles están fuertemente unidos a la tierra,
pero nuestro conocimiento no deja de ser una hipótesis, porque la mirada sólo puede
recorrer las superficies, no excava. Así, el saber es pura ilusión, mirada o punto de
vista y las vidas humanas fragilidad virtual, que la diferencia apariencia/esencia se
resuelve en el puro juego visual de lo aparente: la profundidad es superficie y ésta
profundidad. Por eso Kafka no es un moderno aferrado al modelo dialéctico de
apariencia / esencia. Sin embargo, es plenamente moderno en muchos aspectos, que
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pueden leerse en el status que confiere al sujeto-mónada en la vasta realidad o la


visión pascaliana del individuo como el grano de arena perdido en el universo pero sin
referencia divina, y la sensación de soledad que ello provoca, así como la angustia de
no poder rebasar la realidad y la consiguiente pérdida de identidad que supone el
cambio de punto de vista. La lectura de la obra kafkiana en estas coordenadas, aleja
al autor de la temática postmoderna cuyo texto se define por la ausencia de
profundidad.
En Kafka hallamos ciertos rasgos de la modernidad ausentes en su obra y
encontramos otros que lo hacen plenamente postmoderno. La falta de alusión al
decorado como seña de identidad moderna en los espacios, prefigura una nueva
estética que retomarán escritores como Becket. Tampoco puede ser inscrito en el
modelo de profundidad basado en la falsa distinción apariencia/realidad, pero sí en el
basado en la diferencia interior/exterior, la proyección al exterior del flujo de
conciencia como un estallido mental invadiendo el espacio físico, típico de los
escritores que fundan la modernidad literaria. Pero, en cualquier caso, los límites
modernidad-postmodernidad se ensamblan en su obra y como afirma Jameson
Una organización postmoderna donde la originalidad se ha vuelto sospechosa,
pero en la que muchos rasgos postmodernos básicos: autoconciencia,
antihumanismo, descentramiento, reflexividad, textualización, son
sospechosamente indistinguibles de los rasgos modernistas. 5
El título de este ensayo hace referencia al estudio de los conceptos de identidad,
cuerpo y saber en la obra de Kafka. Obra que configura coordenadas claramente
metafísicas, una nueva forma de filosofar narrando. Defender esta tesis es considerar
la obra de Kafka como una metafísica en sí misma.
La aparición de la dimensión metafísica en la novela, dimensión que Dostoiewsky
inicia, marca el tránsito de una posición naturalista a otra en que el escritor produce
activamente una Weltanschauung, una intuición de la existencia del sujeto en el
mundo. Después de Dostoiewski, será Kafka quien aluda a la condición humana o
totalidad concreta, como la llamarían los existencialistas. Se consigue atraparla en la
obra de arte allí donde no parece ser alcanzable por el pensamiento concreto, y así
es como la metafísica es retratada cuando los sistemas de la razón fallan. Con tal
pretensión totalizante se refleja el “estar” del espíritu contemporáneo, para quien la
partimentalización de los saberes y la imposibilidad de alcanzar lo metafísico
mediante el solo uso de la razón, son expresadas a través del campo narrativo que
demuestra que tal cosa es posible.
El salto desde la lectura fotográfica-realista hasta la lectura metafísica, es un gran giro
que nos sugiere cómo la Weltansghauung del sujeto del XX se pone en
funcionamiento con una labor de depuración de mensajes colaterales y un deseo de
captación del mensaje único, del significado por sí mismo. El lenguaje kafkiano deja
de ser estrictamente literario y es más asimilable a uno científico o técnico de
reminiscencias legales, frondoso, seco, en el que los adjetivos sonoros y las
referencias a un mundo conocido susceptible de provocar placer, han sido borradas.
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Una estética nueva irrumpe en lo narrativo, que muchos han calificado como
deshumanizada. Cuando la identidad propiamente humana se viste de identidad
animal y borra toda posible conexión a un pasado familiar o histórico cuya función sea
la de localizar a los personajes.
El sentido de lo estético contemplativo y poblado de formas dirigidas a agradar el
espíritu, es invertido por otro que apunta a encontrar el placer estético en la otra cara
de esa realidad externa. Nos señala que el placer lector se obtiene de una forma que
valora el mundo no amable y objetivamente burgués, sino colocado desde la
perspectiva interior del hombre moderno capaz de superar la visión unívoca de
superficie. El placer y el dolor conforman esta nueva estética que traduce lo
problemático en arte y designa una nueva función para el lector. La novela deja de ser
una forma de expresión y aspira a la expresión total: la aprehensión del significado del
hombre puesto en el mundo. Lo literario se expande y la metáfora y el símbolo se
salen de los estrechos márgenes del interior de la obra y se coloca en el nivel de la
obra misma. El proceso, El castillo, América y La metamorfosis, las cuatro únicas
novelas de Kafka, pasan a ser metáforas en sí mismas del hombre moderno. La
macrometáfora así resultante explica una nueva concepción de a obra, pues ha
ascendido a un plano superior, el de la obra como recurso estilístico.
Si pudiéramos hablar de una generación de escritores europeos en torno a 1925, en
ella incluiríamos a Kafka, Musil, Joyce y Herman Hesse. Todos ellos tienen el mérito
de romper con la concepción del mundo del siglo XIX e iniciar una narrativa cuya
técnica y contenido son radicalmente distintas al realismo, que escribe desde una
Weltanschauung que concibe el mundo como estable y objetivo. Estos autores que
publican entre 1900 y 1930 plantean una nueva visión del mundo que ostenta una
perspectiva subjetiva e inquisitoria: ¿qué es el hombre?, ¿cual es su destino?, un
trasfondo netamente metafísico el de la novela contemporánea.
Las temáticas de El hombre sin atributos, Ulises o El Lobo estepario, presentan
personajes anónimos, sin pasado ni lazos familiares, colocados directamente en un
mundo de pocas referencias donde se han suprimido los contextos racional-social,
psicológico y político; lo que Alberes llama “mutilación de la realidad” y lo que los
existencialistas denominarían “situación fenomenológica” y que ha sido llamado
“novela del ahí” (Faye). Son novelas simbólicas pues lo que se lee en ellas nos remite
a la búsqueda que se quiere profunda y cuya interpretación resulta plurívoca y
abierta. Como una interrogación sobre el sujeto-mundo. Estos autores apelan a la
situación del sujeto en el mundo, tema que será retomado ya como plenamente
6
filosófico-literario por el existencialismo francés fenomenológico . La novela
existencial practica una estética pesimista, solitaria y subjetiva. Solitaria y subjetiva de
la condición humana, derivada de la concepción heideggeriana del hombre como un
ser sin propiedades individuales y sin verdad particular, en la que está consolidada
una imagen de individuo mónada de la sociedad del siglo XX, atravesada de falta de
identidad y reconocimiento de un origen o centro.

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2. Espacio y tiempo
Estoy separado de las cosas por un espacio vacío, a cuyos confines ni siquiera
intento acercarme. 7
F. Kafka
El proceso por el cual la identidad es un constructo que se tambalea en la obra
kafkiana, reflejo del estar del hombre en el mundo de la modernidad, corre paralelo o
se inscribe en las características idiosincrásicas espaciotemporales en las que se
configura la modernidad, espacio que se quiere vaciado de las coordenadas
ilustradas de un espacio y un tiempo ilustrados. El espacio y el tiempo en la obra de
Kafka marcan la situación existencial del individuo moderno: su soledad, el
sentimiento de vacío, su incomunicabilidad, la incertidumbre, el protagonismo del ser
humano y al mismo tiempo el pequeño lugar que ocupa en el cosmos...
Para mostrar cómo es el espacio y el tiempo de la obra kafkiana, vamos a detenernos
en una obra pictórica que ilustre los escenarios de la narrativa kafkiana. La pintura
metafísica de De Chirico: lugares vacíos donde formas no humanas pero con claras
referencias a ello, se exponen como si siempre hubieran estado abandonadas allí, y
al hacerlo nos interrogan sobre ello, su posible humanidad remota o futura, el rastro
de un hálito que hable de vida en la escena, que explique esa existencia inexistente.
Todo está vacío: la arquitectura es ajena y su luz espectral, diferente. En esta
atmósfera, sin embargo, la vida se siente porque se vislumbra y se supone, pues toda
referencia a una identidad ha sido borrada del espacio que es aséptico y de las
formas que lo habitan. Entonces sólo queda el tiempo, suspendido o congelado.
Vemos el tiempo en absoluto, porque vemos un sujeto y un objeto en estado puro,
desnudo de toda referencia identificativa. ¿ Se trata de escenarios futuristas o son
edificios del pasado, esquematizados?. ¿ Los personajes quieren ser humanos o no
hacen sino interrogarnos con sus cuerpos inidentificables?.
El objeto y el sujeto de las telas de De Chirico se identifican, han llegado a ser uno
mismo, o exponen su descarnada existencia habitando un mismo mundo que no
pueden transgredir?. Un sujeto separado por un objeto, por un espacio vacío que
provoca vértigo, distanciamiento.
El espacio kafkiano expresa tiempo, como en De Chirico, vemos el tiempo
emergiendo de un espacio de inquietante soledad, notamos el paso del tiempo a
través de los largos parágrafos que consiguen sustraernos del espacio físico donde
se desarrolla el argumento y concentrarnos en el tiempo, bien como si se hubiera
encapsulado de forma absoluta, bien como si alcanzáramos a vislumbrar la relatividad
que encierra bajo su apariencia encapsulada. Analiza lo absoluto de un tiempo que no
puede atraparse, a pesar de que se estira y concentra en un punto aumentándolo
como si con una lente lo hiciera varias veces superior al tamaño real. Y así, el espacio
se transforma en tiempo, todo el que el agrimensor tiene que pasar hasta alcanzar el
castillo, siendo que el espacio está ahí y K como una forma en él, a veces entrelazado
de otras formas (Frieda), pero sin llegar a estar muy seguros de qué es lo que nos

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está diciendo tal imagen. El significado de sos dos maniquíes. ¿ nos está sugiriendo
proximidad, amor?. ¿ Siente K. algo por Frieda? Las emociones han sido succionadas
y asistimos al espectáculo de unas formas en un espacio, sin casi referentes: la
arquitectura se distingue por hitos simples, la iglesia, el castillo, el mesón. Los lugares
son sólo puntos de referencia sin demasiadas alusiones descriptivas
Por este lado se va al castillo, por este otro a la aldea, y K se quedó solo en
medio de la nieve que lo envolvía 8
Ante este espectáculo de soledad hay un atisbo de paso a las emociones que es
inmediatamente racionalizado por K
Ocasión seria esta para una ligera desesperación, se le ocurrió, si solo
casualmente y no intencionadamente, estuviera yo aquí parado
El espacio físico que describe en El castillo se aleja y se acerca como si fuera visto a
través de un espejo cóncavo
Y así echó a andar otra vez, camino adelante, largo camino fue, sin embargo.
Porque esta carretera, esa calle principal de la aldea, no conducía hacia el cerro
del castillo, tan solo acercaba a él: y luego, como si lo hiciese adrede, doblaba, y
si bien no se alejaba del castillo, tampoco llegaba a aproximársele 9
Parece la descripción de uno de los edificios imposibles de Escher: caminos que
parecen conducir a alguna parte pero que giran sobre sí mismos como una cinta de
Moebio y conducen a espacios no explicables euclidianamente. La descripción del
castillo a lo lejos
Una planta extensa que se componía de pocas construcciones de dos pisos, y de
muchas construcciones bajas en cambio, que se estrechaban unas contra otras.
El mundo onírico está en la realidad, el espacio se aleja y se acerca y en él las
construcciones humanas son difíciles de definir
No era ni un antiguo burgo feudal, ni un suntuoso palacio nuevo,
Los interiores de tales construcciones son absolutamente minimalistas y la luz es
siempre escasa
Halláronse en el umbral de una habitación grande que estaba casi a oscuras,
pues sólo por encima de la mesa a la izquierda y al fondo, colgaba una
pequeñísima lámpara de aceite.10
Esta es la casa de Barnabás a la que K llega como un secuestrado, inmerso en el
laberinto espacial de increíble simpleza sin embargo. La cantina posee un aspecto
similar
En la cantina, un recinto grande, completamente vacío en el centro, estaban
sentados algunos paisanos sobre unos barriles dispuestos a lo largo de las
paredes11.
Se destaca la forma en el esencialismo espacial que la envuelve violentamente, es el
punto donde detener la mirada que al mismo tiempo podría perderse en los grandes
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espacios desnudos. El individuo aparece obvio en un decorado minimalista, como en


las obras de Becket en las que el escenario es el propio actor y como en El puente,
relato en el que Kafka realiza la identificación plena escenario/protagonista. Así hay
un interrogante persona que aparece en el escenario metafísico, el mínimamente
pensable, donde quizá las respuestas sean las mínimamente explicables o las únicas
imprescindibles. K es una pregunta en sí mismo que deambula en el espacio de
Escher, metido éste en el espacio de De Chirico, pretendiendo alcanzar una
construcción que se dilata y encoge, desde una posición laberíntica que no logra
transgredir.
El espacio ha dejado de ser absoluto y tampoco puede ser explicado
euclidianamente. Los interiores provocan angustia porque el sujeto no se reconoce en
la obviedad de su cuerpo en el espacio desnudo, es decir, en su soledad resaltada
violentamente en el espacio vacío.12 Pero esa angustia provocada por el espacio
vacío de De Chirico, es igualmente suscitada por el laberíntico escheriano, increíble e
inconexo.
Siguiendo la tesis de Jameson que afirma que el espacio era la dominante en el
análisis de la modernidad, las palabras precedentes ilustran la importancia dada por
el autor a las categorías espaciales o la casa del hombre, experimentada como un
vasto paisaje en el que el individuo es punto difuso. La importancia que adquiere el
espacio lo dota de movimiento y vida, como intentando reflejar el espacio newtoniano
y su relativismo intrínseco. Pero en la fórmula espacial no falta el tiempo, elemento
característico de la postmodernidad según Jameson y que ha reemplazado al
concepto espacial propio de lo moderno, un tiempo espeso que se mastica en la
densidad de los escenarios metafísicos kafkianos y que en este sentido sí difiere del
tiempo fugaz y fragmentario de la postmodernidad.

3. Identidad y cuerpo
Hemos aprendido que el hombre no es, deviene: somos ante todo transformación,
metamorfosis. La modernidad nos ha enseñado lo ilusorio de las creencias en
formas pretendidamente sustantivas de identidad.13 J. Jiménez

Mirar a los demás con al mirada de un animal.14


F. Kafka

El cuerpo en la narrativa de Kafka aparece en sentido foucaltiano, como lugar donde


se produce la marca, inaugurado con su relato En la colonia penitenciaria, cuyo
mensaje es aquél que sostuvo Nietzsche al afirmar que las leyes y las normas se
inscriben en el cuerpo mismo del acusado, y que después amplió Foucault con sus
estudios del efecto del poder sobre los cuerpos. Sin embargo, lo que nos interesa
destacar ahora es la forma en que el cuerpo no es para Kafka una identidad fija
intransgredible, sino su plasticidad y cyborgización con el mundo animal. Este
proceso ocurre según un flujo de estados, o mecanismo por el que la identidad se

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eclipsa en su idiosincrásica humanidad y reaparece en una nueva identidad


animalizada que simboliza la disociación del sujeto moderno. Según Deleuze se
trataría de un devenir animal que acabaría con la máquina binaria hombre-animal, de
la misma forma en que Haraway entiende la figura del cyborg, como un ente real y
ficticio simultáneamente, humano hibridado con una máquina o un animal.
En las líneas que siguen se analizan los relatos en los que aparece la metamorfosis
como elemento protagonista y cómo esta transformación que puede aparecer de
forma implícita o claramente explícita, retrata la situación existencial del sujeto
moderno. El flujo de estados es el proceso mediante el cual se produce la disociación
del sujeto, situación en la que el individuo moderno se sitúa, similar a una escisión del
yo en la que da cabida a otro yo que se cuestiona la situación existencial. Esta
disociación moderna preludia la disolución del sujeto que caracterizará a la
postmodernidad desde la conocida frase foucaltiana.
Los relatos kafkianos de animales son antropológicos, Kafka sabe que para analizar
un discurso humano lo mejor es salirse de él y describirlo como un antropólogo de
campo, lo que supone una ganancia en objetividad de la situación desde el
subjetivismo más extremo y ajeno: la conciencia de un no-humano parlante. Así los
discursos desde ambos estados son indiscernibles e intercambiables y el paso de uno
a otro, metamorfosis involuntaria, salvo que esa búsqueda sea deseada como en el
caso del simio. Ambos son estados cuestionables y no definitivos desde los que se
oye la voz de un razonador cuya condición física, lo que conforma su anatomía de
insecto, cánido, no es más que mero sustento del fluido de conciencia para quien es
indiferente la forma. Ésta es receptáculo transformable de un flujo de conciencia que,
aunque limitado por una anatomía peculiar que condiciona sólo ‘parcialmente el
contenido de tal flujo, mana ante el espectáculo de vivir, la sensación de estar vivo.
El pensamiento es implacable sea puesto en boca de quien sea porque quien lo dice
ha perdido su identidad y sus referencias, es un sujeto plurimorfo obligado a hablar
siempre sea cual sea su estado físico, porque quizá sea éste el que le impulse, la
sensación de vivir sin saber por qué, viviendo en una piel, en una comunidad de, con
un lenguaje x. Tema que adelanta al existencialismo. Pues el razonamiento del
animal, aunque posee la idiosincrasia de la comunidad a la que pertenece, puede ser
modificado, o al menos existe esa esperanza, al encontrar una salida desde ese
sistema hasta el otro. La identidad es pura ilusión, nadie es completamente algo, ya
sea este algo Gregorio Samsa o el humano que fue simio, pues el insecto fue humano
y está hablando como tal, porque otra cosa sería imposible, aunque perciba que su
cuerpo es abultado y negro siente igualmente el dolor de la manzana incrustada en su
cuerpo, porque el cuerpo liberado de los condicionantes de su forma es el que siente.
Hay una conexión íntima, vía conciencia, entre el cuerpo sentido amorfamente,
sustraído de su forma y la mente pensante receptora de sensaciones. La pregunta
“¿Quién es Gregorio Samsa? Pasa a ser “¿Qué es Gregorio Samsa?. Entonces
podemos aplicar la forma “yo es otro” de Rimbaud y sostener con Imre Kértész15: “Yo:
una ficción de la que a lo sumo somos coautores”. La disolución del sujeto no es otra

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que la disolución del yo, categoría propiamente humana que deshace ante la
imposibilidad de mantener una coherencia o un hilvanamiento entre los diversos
conceptos que hasta entonces permitían hablar de ser humano. Las metamorfosis
suponen el desmembramiento del yo coherente, aspecto plenamente postmoderno
desarrollado por autores Como J. Butler o D. Haraway y que recorre el panorama de
la postmodernidad que pretende alejarse del manido “yo coherente” de la razón
ilustrada. Lo que ambas autoras afirman en común es la tendencia del sujeto hacia la
desidentificación, la primera exponiendo cómo la afiliación sexual de los individuos es
un proceso enteramente sociocultural, quedando el “yo” reducido a un constructo
teórico de difícil sostenimiento en nuestras actuales sociedades, y la segunda
señalando que la salida de la propia condición humana es la garantía de la
emancipación del ser humano. En este sentido la alianza del humano con la técnica a
través de la figura del cyborg emblematiza la salida definitiva de un yo estanco
idéntico a sí mismo incapaz de sostenerse en la era tecnológica.
El flujo de estados se da normalmente entre los estados animal y humano, pudiendo
darse también el paso del estado humano al inorgánico como sucede en el relato El
puente. En trece de los relatos los protagonistas son animales pero la presencia de la
metamorfosis aparece en muchos de ellos, bien como explícita o como implícita, en la
que suponemos que ya ha tenido lugar. Son pocos los relatos en que el animal es
contemplado como tal, y cuando esto sucede, posee características excepcionales: es
gigante, como en El topo gigante, o es un híbrido de gato con cordero en Un
cruzamiento. En el resto de los relatos los animales razonan desde un principio, lo
que nos hace suponer una metamorfosis implícita.
En las metamorfosis explícitas asistimos al flujo de estados desde el humano al
animal como en el caso de La metamorfosis y también en cierto sentido en Un artista
del hambre, aunque el cuerpo físico humano no sea transformado en el cuerpo físico
de la pantera, pero sí es sustituida por ésta. El paso inverso se produce cuando el
animal pasa al estado humano como en Informe para una academia en la que no
asistimos a la transformación, pero esta es explicada por el simio. Y el hecho de que
ni siquiera podamos identificar la naturaleza de la voz narradora en La construcción
nos da idea de hasta qué punto tales estados pueden ser intercambiables.
Suponemos que esa identificación subterránea que el protagonista nos describe es
obra de un topo, pero en ningún momento la voz se identifica como tal, la
metamorfosis es implícita. La referencia a la naturaleza del animal puede resultar útil
cuando ejercen una labor antropológica de análisis de sí mismos enfrentados al
humano real, como en Josefina la cantora o informe para una academia, pero
continúan haciéndola cuando se ha obviado por completo el mundo humano y
aparece en su lugar un mundo animal en el que no existe la palabra hombre. Sin
embargo, el protagonista de Investigaciones de un perro nos habla de su jauría de tal
forma que los individuos que describe podrían ser perfectamente hombres
Un perro viejo, aun más pequeño que yo a pesar de ser mi talla solamente
mediana, castaño, de pelo corto, de cabeza cansada, abatida, de paso deslizante,

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que además arrastra la pata izquierda posterior a consecuencia de una


enfermedad 16
Pero al mismo tiempo nos habla de perros voladores y de perros músicos,
deshaciendo la referencia lineal y nominal humano-animal, es decir, no son una
comunidad de perros que simbolizan la comunidad humana, sino que constituyen una
comunidad de seres. Desvincula e intercambia las identidades para intentar
aprehender la esencia de ese ser, ya sea este humano o animal. Estas metamorfosis
suponen una ganancia de realidad a base de despojar a ésta de sus atributos
esenciales como el de identidad y el sentido de pertenencia a lo real. Denuncia el
puro nominalismo de correspondencia entre significado y significante. Si nos
atenemos a lo que leemos, descubrimos que no hay identidad en la voz que narra su
estado y tampoco sentido de pertenencia al grupo. Realiza una explicación del
funcionamiento de su comunidad y la hace extraña al describirla, la hace aparecer
desde fuera estando dentro. Tal comunidad es extraña para el propio perro.
El proceso de análisis antropológico es doble: tanto el de Kafka por colocar una voz
en una comunidad no humana, como lo que esa voz comunica entre su grupo. Todo
intento de análisis identificativo se hunde: el perro no simboliza al hombre porque el
propio perro no sabe que está relatando la vida de los hombres. Este doble juego
hace que las historias de animales kafkianas o sean leídas con la conciencia de que
en todo caso es la voz humana escondida en la piel del animal, al modo de las
fábulas, sino que una voz despojada de sus atributos humanos sigue siendo voz que
dice desde fuera mismo de lo humano. Si quisiéramos rastrear la identidad que
vincula lo humano con el contenido de lo humano, la encontramos rota y tenemos el
mismo porcentaje de posibilidades para pensar que el hombre ha dejado de
reconocerse en los atributos que le hacían serlo, como de que verdaderamente ha
descubierto lo más esencial de sí mismo, reconociendo que el razonamiento pervive
por encima de cualquier forma y que el lenguaje no es más que un receptáculo
intercambiable y plurimorfo.
El flujo de estados permite la pérdida de identidad en un mundo que permanece
intacto, quizá en busca de la identidad misma, el ser uno mismo transfigurado o el
hallar el ser de uno mismo a pesar de la transformación, expresando lo que pasa
como un portavoz muy escondido en una apariencia distinta. La metamorfosis
explícita es involuntaria e inexplicable, pero hay que asimilarla tanto como si hubiera
sido deseada. Se trata de un hecho ineludible el acatamiento de este proceso
biológico, en los mismos términos que el otro proceso jurídico que atenaza al K de El
castillo. En todo proceso se pierde una identidad pero se alcanza otra. Kafka se
pregunta cuál, no quién es Samsa, sino qué es Samsa, cual es el significado de su
existencia deshumanizada, su nuevo estado natural que continúa siendo explicable.
El conjunto de su obra puede ser considerado como la explicación de un único
proceso en su doble vertiente biológica, como referida al estado ontológico del sujeto,
y jurídica, haciendo alusión a su estado social.

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Un tercer tipo de metamorfosis que trasciende el nivel de lo orgánico lo encontramos


en El puente. Aquí se produce el paso de un estado humano a otro inorgánico. El
puente nos dice como experimenta su cuerpo
Yo era rígido y frío, yo era un puente, tendido sobre un precipicio estaba yo.
La mejor forma de expresar los estados de ánimo es considerarlos literalmente como
estados físicos, pasar a formar parte del paisaje como en el surrealismo pictórico: el
sujeto se diluye en el ambiente, ha materializado su deseo de ser piedra que no
siente. Sin embargo, tal ilusión s e desvanece cuando alguien decide cruzar el puente
Saltó, cayendo con ambos pies en mitad de mi cuerpo. Me estremecí en medio
del dolor salvaje, ignorante de todo.17
Es un puente de carne, un hombre tendido que espera. “así yacía yo y esperaba,
debía esperar”.
En Un artista del hambre se da una metamorfosis implícita, sugerida, que es la
sustitución del animal por el hombre. Una hermosa pantera “que parecía llevar
consigo la propia libertad”, ocupa el lugar del ayunador en la jaula donde se exhibía.
Kafka ha equiparado las condiciones animal y humana: la belleza, la fuerza y la
libertad en contraposición a la debilidad y fragilidad de la voluntad humana y esta
facultad que es la capacidad de ayunar, le hace ser menos digno, hermoso, salvaje
que el animal. La voluntad humana empequeñece y debilita al humano que termina
dejándose morir bajo un montón de paja.
La metamorfosis es el primer relato donde se produce la disociación del sujeto, ese
otro sujeto que sale del interior, que sigue siendo, deja de ser humano y sigue
poseyendo no obstante la capacidad humana de pensar. Para J.Jiménez
La fuerza del hombre/insecto de Kafka, en la metamorfosis, reside precisamente
en que es la expresión poética de un vacío: el yo pensante que se contempla en
el espejo no ve ninguna forma estable, sino un proceso radical y no determinable
de transformación18
En este sentido las metamorfosis de la modernidad difieren del concepto original
surgido en el mundo griego, como bien apunta J. Jiménez la metamorfosis griega está
sujeta a la divinidad en un mundo sensible que se percibe en continuo cambio. Para
la modernidad, y más concretamente la obra de Kafka, la transformación del individuo
común, que antes estaba reservada a los dioses, apuntaría a la relevancia del hombre
como protagonista en el mundo cuyas facultades divinas son ahora ejercidas por sí
mismo. Entonces, no sólo recuerda la máxima nietzscheana de la muerte de Dios sino
que preludia la apertura a un horizonte de incertidumbre que se perfila tras dicha
caída en el que el hombre adquiere status diferentes del propiamente humano. Así, la
animalidad, más que estado monstruoso o despreciable al que el humano no debe
tender, se explica como estado que inquiere sobre la dimensión metafísica de su
estancia en un mundo que comienza a aparecer como extraño, en el que la quiebra
del yo pensante cartesiano se hace real y por consiguiente su identidad.

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En El topo gigante es el animal, exterior al hombre, el que suscita interés por sí


mismo y ello da lugar a todo un entramado especulativo sobre la autoría del
descubrimiento del animal que por otra parte carece de interés
Por fin que si habéis hecho un descubrimiento, éste no es más importante que
todo lo demás y que, por tanto, tampoco la injusticia que se os hace es lo más
importante del mundo19
En Informe para una academia, el protagonista es humano pero está informando a los
que ahora son sus congéneres de su pasado simiesco. Sufrió tal transformación
porque deseaba ser humano
Rompí a gritar: ¿Hola! Con voz humana. Ese grito me hizo entrar de un salto en la
comunidad de los hombres, y su eco “Escucha, habla”, lo sentí como un beso en
mi cuerpo chorreante de sudor.20
En Josefina la cantora o el pueblo de los ratones, es el pueblo ratonil el que se
expresa frente a la humana Josefina que desaparece y lo abandona. En
Investigaciones de un perro, el último relato que escribió Kafka, un perro nos cuenta
su situación en la jauría.
La voz narradora de todos ellos razona humanamente aunque describa las
características propias de su especie: fecundidad elevada de los ratones, las
costumbres simiescas, las imposibilidades físicas de Gregorio Samsa en su nuevo
estado o las leyes de las perradas y sus costumbres. La disociación del sujeto se
deriva hacia otros estadios evolutivos y se coloca allí para desde esa perspectiva
observar al humano, cómo un mono ve al hombre siendo mono y después siendo
humano.
En Informe para una academia el metamorfoseado puede hablarnos de sus
experiencias animal y humana, consiguiendo una perspectiva completa. Este
desdoblamiento no puede interpretarse como pérdida de realidad, sino que al
contrario, Kafka aumenta la información sobre el ser humano, y sólo colocándose en
perspectivas no humanas puede ser posible dar repuesta a las preguntas sobre éste.
Pero tales preguntas incluso llegan a ser cuestionadas, la función que poseen cae en
el abismo del preguntar mismo. Así se expresa el perro que investiga sobre el saber
total, no solamente el humano
Todo el saber, la totalidad de las preguntas y de las respuestas está contenido en
los perros.21
¿ qué se logra con las preguntas?; yo he fracasado con ellas; tal vez mis
compañeros sean más inteligentes que yo y empleen medios más efectivos para
soportar la existencia22

4. Saber.
La concepción del saber que se desprende de la narrativa de Kafka se aproxima a
aquélla que precisara Lyotard y que inauguró la posmodernidad. El saber no satisface

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y el proceso de pensamiento basado en la indagación queda reducido a ineficaz, pues


la existencia es implacable e insoportable. El saber en su conjunto no es exclusivo de
la raza humana, es más, se encuentra fuera de ella, dado que el procedimiento que
utiliza para conocer no conduce a ninguna parte. Renunciar a las preguntas, renunciar
al mecanismo propio de conocimiento humano. La verdad es una meta a la que ya no
se pretende dar alcance, así: ”Si bien no se llega a la verdad (con el mecanismo de
preguntar)- nunca se llegará a ella-, por lo menos se descubre parte de la confusión y
de la mentira” 23dice el perro que investiga en Investigaciones de un perro.
Ni el hombre es el centro del universo y su animalidad intercambiable por cualquier
otro ser del repertorio natural tampoco le confiere de privilegio por el uso de la razón.
Cuestiona qué cosa es eso llamado razón, infinitamente más pequeña que la
evidencia del cuerpo, fácilmente instalable, además, en cualquier cuerpo.
La identidad, primera en sufrir las consecuencias de la perplejidad del sujeto
moderno, sufre una distorsión real, que afecta al cuerpo, hasta entonces entendido
como apariencia, exhibiendo una anatomía propia de otro ser, también real, también
localizable en la naturaleza y todo ese proceso pone en tela de juicio el sistema de
conocimiento del ser humano. Qué es el saber y quién lo genera, por qué es privilegio
de determinados animales y si acaso lo es, cual es su mecanismo.
De esta forma, mediante la imbricación de la identidad que afecta al cuerpo y que
involucra al conocimiento, se expresa la transformación que el sujeto del siglo XX
sufre, esa afectación del individuo particular que vive un tiempo. En este sentido la
universalidad de la propuesta kafkiana solo así puede ilustrar el proceso de un mundo
industrial y capitalista en su nacimiento, recogiendo el prototipo de sujeto que genera.
La incertidumbre iniciada por la certeza de un poder fantasmagórico, extrañamente
acusador, invisible por la incapacidad de saber por qué estamos condenados, qué es
necesario saber de aquello que saben sobre nosotros. Entonces preguntamos si no
es de esta organización social en la que se dibuja el ser individual monádico y al otro
extremo la sombra de un poder anónimo que se cierne sobre él, de dónde surge el
resquebrajamiento de la identidad y su metamorfosis. Entonces preguntamos qué
papel juega la transformación, esconderse de una identidad sospechosa, demasiado
evidente, para evitar rechazando y huyendo a otro plano, la amenazante realidad
incómoda o insoportable. Como consecuencia el cuerpo es el único lugar posible
donde refugiarse, él nos permite la huída, plásticamente dispuesto a adoptar formas
que desidentifican.24 Sin embargo el Samsa cucaracha abomina de su condición una
vez que esta es real además de inexplicable. Demuestra que la realización de los
deseos (no ir a la oficina, huir de su mundo estrecho) sumerge al individuo en otro
plano de realidad del que tampoco puede escapar, los deseos están condenados a
ser insatisfechos, la realidad nos atrapa como seres, independientemente de cual sea
nuestra apariencia. De esta manera, el cuerpo, que en principio era el agente plástico
facilitador del cambio y de la satisfacción de los deseos, se convierte en la cárcel de
la que no puede salirse. El resultado de la metamorfosis tras el viaje exploratorio de la

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búsqueda de la libertad es finalmente condenatorio, quedándose la identidad


atrapada en un cuerpo ajeno.
El razonamiento humano del perro que desespera de las preguntas y se cuestiona su
utilidad nos muestra la imposibilidad de rebasar nuestro conocimiento. Y no es que
leamos un mensaje en el que se nos coloca al mismo nivel que el resto de las
especies, que no resulta discutible en su discurso, sino la idea de que la facultad de
pensar es sólo una herramienta que sale por la boca de alguien que en principio no
puede hacerlo
No razonaba tan humanamente entonces, pero bajo la influencia de mi medio
ambiente actué como si hubiera razonado.25
No tenía salida, pero tenía que procurarme una: sin ella no podía vivir. Temo que
no se comprenda bien lo que yo entiendo por salida. Intencionadamente no digo
libertad.26
Los estados animal-humano son rebasables y llegan a ser indiscernibles. El mono
informador sabe más que los académicos a quienes remite su informe, sabe sobre su
experiencia animal, y en ese estado lo que busca no es la libertad que poseen los
humanos, sino una salida de lo que es para poder ser otra cosa distinta. No puede
afirmar que busca la libertad porque ya ha estudiado a los humanos desde su
condición animal y su comportamiento no le convence. La salida es un flujo que
permite el paso de un estado a otro, ninguno por sí mismo más apetecible que otro:
salir se convierte en meta por sí mismo
¿Hacia dónde cabalga el señor?
No lo sé- respondí-. Sólo quiero irme de aquí. Partir siempre, salir de aquí, sólo
así puedo alcanzar mi meta.
¿Conoce, pues, su meta?- preguntó él.

Sí- contesté yo-. Lo he dicho ya. Salir de aquí, esa es mi meta.27


La salida es la metáfora del cambio y de la salvación, la búsqueda del flujo de estados
que permita escapar de la condición presente. “A la imagen de la estabilidad del yo,
Kafka opone la de su transformabilidad” nos dice J. Jiménez. La ineficacia del
procedimiento cartesiano en búsqueda de la certeza ha sido sustituida por la
incertidumbre de lo desconocido que nos espera tras la transformación.
La imagen del yo pensante, con su carácter excluyente, desde el punto de vista
de la filosofía de la cultura, nos parece hoy como un intento fallido, de aquietar el
profundo desasosiego del hombre moderno, su abierta inquietud28
El yo pensante arrastrado en el flujo de conciencia de los protagonistas
metamorfoseados, que aún siguen pensando en anatomías ajenas, por tanto, pone en
entredicho el poder y alcance de la razón ilustrada exclusiva de lo humano,
rompiendo el esquema identitario que une a lo humano con un cuerpo bípedo
haciendo del cuerpo humano el blanco de la razón y cuerpo pensante, haciendo

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efectiva así la fórmula nietzscheana de la primacía del cuerpo sobre la razón, cuando
en Así hablaba Zaratustra habla de los “maltratadores del cuerpo” y del cuerpo como
de “la gran razón”.

Teresa Aguilar García

Doctora Cum Laude en Filosofía y licenciada en Psicología y Filosofía por la UNED. Su línea de
investigación se centra en el cuerpo, tanto en su vertiente histórica como en sus manifestaciones
actuales en conjunción con el arte contemporáneo y la tecnología. Es autora de los libros: Ontología
cyborg. El cuerpo en la nueva sociedad tecnológica. Barcelona, Gedisa, 2008; que ha sido Premio de
Ensayo Eusebi Colomer 2007, y Cartografías de la tecnosociedad a través del cine. Valencia, Alfons el
Magnánim (en prensa). Ha asistido como ponente a una veintena de congresos nacionales e
internacionales de Filosofía y tiene en su haber una veintena de publicaciones en revistas de filosofía
electrónicas y en papel. Ha realizado estancias de investigación en las universidades de Utrecht,
Holanda y San Juan, Puerto Rico

Actualmente es profesora de Psicología en la UCLM (Universidad de Castilla La Mancha)

Fecha de recepción: 15 de noviembre 2009

Fecha de aceptación: 15 de enero de 2010

1 F. Kafka: “Los árboles” en La condena. Alianza Editorial, Madrid, 1980. p.57.


2 En la actualidad, la filmografía de David Cronenberg plantea el problema de la identidad de los seres humanos
en el mundo tecnológicamente avanzado en el que nos encontramos intentando mostrar la radiografía del yo
humano tecnologizado a través del interfaz con la máquina, o hibridado con un animal. Películas como eXistenZ
y La mosca dan cuenta de ello. En el mismo sentido se desarrollan los trabajos de D.Haraway Ciencia, cyborgs
y mujeres, la reinvención de la naturaleza. Cátedra, Madrid, 1995
3 El uso del espacio y el tiempo en la obra de Kafka hace que podamos calificar su narrativa de metafísica.
Pues ambas coordenadas dominan su obra de manera absoluta, límpida y esencial. Los escenarios por donde
se mueven sus personajes nos recuerdan a las telas de de Chirico: todo está vacío, la arquitectura es
minimalista y su luz espectral porque lo que le interesa es resaltar la presencia de lo humano sobre el escenario
metafísico donde se desarrolla su existencia. Pretende mostrar la exaltación de la soledad del sujeto en el
exterior y en el interior de los edificios: la soledad de K el agrimensor en medio de la nieve como un grano
pascaliano en el inmenso espacio blanco, y la soledad en el interior de su conciencia que es vertida al exterior
como un torrente de subjetividad.
4 F. .Jameson, Teoría de la postmodernidad. Madrid. Trotta. 1998.p.314
5 F. Jameson, op. Citada; p. .319.
6 Escritores suramericanos como Borges o Cortázar, europeos como Becket o españoles como Pere Calders,
pueden ser considerados sucesores de Kafka. Todos ellos partícipes en algún modo del legado kafkiano. Sin
embargo, el propio Kafka, artífice de esta Weltanschauung renovadora, no pretendía más que escribir de
manera realista, no incluía en sus propósitos un afán de renovación técnica, como harían Sarraute, Robe-Grillet
o Cortázar. Kafka hace una literatura experimental como resultado, no con intención estilística renovadora, sino
como autor alquimista que practica el acto de escribir como ascesis, violenta sacudida al mundo exterior del
mundo interno. Así dice en sus Diarios: “Esta noche me he arrancado violentamente el deseo de escribir. Me he
mantenido apartado por la violencia de la actividad de escribir”.Diarios (1910-1913), Bruguera, Barcelona,
1983.p.262.

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7 F. Kafka, Diarios (1910-1913).Barcelona, Bruguera, 1983.p.171.
8 F. Kafka, El castillo. Alianza, Madrid, 1982. p.22.
9 Idem. p.18.
10 Idem. p.39
11 Ibid. p.45
12 Para El castillo, Kafka escribió una variante del comienzo que no publicó, en la que aparece directamente la
referencia a la angustia: “Era un cuarto grande, con dos ventanas separadas por una puerta de vidrio; un cuarto
angustiosamente grande en su desnudez. Los pocos muebles diseminados en él, como al azar, tenían patas
extrañamente delgadas: hubiera podido creerse que eran de hierro, y eran sin embargo de madera”. El castillo
Alianza, Madrid, 1982 p. 359.
13 J. .Jiménez. La vida como azar. Complejidad de lo moderno. Mondadori, Madrid, 1989.p.24
14 F. Kafka, “Resoluciones”, en La condena, Alianza Editorial, Madrid, 1980, p. 47
15 I. Kértész, Yo, otro. Crónica del cambio. El acantilado, Barcelona, .2000
16 F. Kafka, La muralla china. Alianza, Madrid, 1983. p.227.
17 Idem. p.98
18 J. Jiménez. La vida como azar. Complejidad de lo moderno. Mondadori, Madrid, 1989.p.178
19 Idem. p.203.
20 F. Kafka, La condena. Alianza, Madrid, 1980. p. 108
21 F. Kafka. “Investigaciones de un perro” en La muralla china. p.218
22 Ibid. p.226
23 Íbid. p.223.
24 En este sentido el cyborg descrito por D.Haraway como híbrido de animal y humano, es una de las
propuestas posibles para salir del callejón sin salida de la modernidad. La desidentificación como baluarte de
emancipación.
25 F. Kafka: “Informe para una academia” en La condena, Alianza, Madrid, 1980. p.105.
26 Íbid.p.103.
27 F. Kafka, La muralla china. Alianza, Madrid, 1983. p.99.
28 J. .Jiménez. La vida como azar. Complejidad de lo moderno. p.178.
Revista Observaciones Filosóficas - Nº 9 / 2009

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