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RAFAEL ARGULLOL
1) Lo kafkiano
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fenómeno central de la civilizacíón contemporánea: la escisión
entre un «mundo exterior•, cosificado, fetichizado, y un «YO»
expulsado hacia sí mismo.
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El «Aparato» kafkiano es, entonces, mostración del Poder,
pero, sobre todo, es de-mostración de la infinitud del Poder,
de la ausencia de márgenes en el siempre amenazante río del
castigo. Frente a él el hombre se ve sometido a un proceso de
incertidumbre que cercena su propio poder; es decir, su cons-
ciencia, su concepción del mundo, su identidad. En aparien-
cia es libre, pero ha sido convertido en funcionario de su
libertad.
2) Lo kakánico
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gio· fatídico cerniéndose sobre los tiempos futuros. Y basta
la opinión de Musil de que «la grotesca Austria no es más que
un caso, singularmente claro, del mundo moderno», para
evidenciar su conciencia de ello.
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mo tiempo; con·una precisión admirable, la función fetichista,
«kakánica», de la organización democrática · propuesta por
Montesquieu: ·«(La división del poder estatal en legislativo y
ejecutivo hace) del portador del Poder del Estado un . ente.
fantástico, a base de remiendos, como si uno quisiera com-,
poner un hombre con distintos cuerpos, de los cuales uno no
tiene más que ojos, otro nada más que brazos, otro sólo
pies».
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mi1ndo. Su valor era otro: reflejaba; ' en forma exacerbada y
microcós·mica,. la · relación que, tendencialmente, observan in-
dividuo y Poder• en la ·sociedad capitalista ·más . avanzada. La
relación entre el moderno ciudadano K. y lamederna Kakania:
el destierro del hombre hacia la miserabilidad psíquica por
medio del extremo alejamiento de sí mismo .. ·nicho en otras
palabras y desde la otra ·dimensión: , su sumisión a una orga-
nización fraseológica, travestista, de -la ·vida social, mediante
la corrupción de ?a acción, de la idea y de la palabra misma..
-
tona » seescribe de forma- distintaa coiñOSe" vive. -
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ciente de ellos pare:ce haber sustituido· a -los -antiguos. ·El fran~
quismo · retrasó; ciertamente a través de . wia maquinaria t<>r
davía más monstruosa, nuestra incorporación plena al «hábi~
tat psíquico» del hombre contemporáneo. No éramos ciuda-
danos K. ni nuestro contorno político-estatal se nos presen-
taba como kakánico. Todo lo contrario: los ·contornos de la
frustración, colectivos pero también individuales, aparecían de-
masiado nítidos, como también lo era ·el corazón aberrante
de donde partía el flujo sanguíneo que los alimentaba. En la
España franquista la mostración exagerada y permanente de
la fuente, estructura y derivaciones del Poder abría, al ciuda~
dano, el camino de la operación inversa: el reconocimiento de
los límites del Poder.
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/ ele tanta importancia para la colectividad que el origen
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de su dictamen se pierde en la cúspide del «Aparato,. que les
representa. O en las raíces, de indeterminada ramificación, que
alimentan el árbol del Poder.
S) La dificultad de Solón
si~
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De la araña generadora de poder. A la que, en justicia,
embargo, habría que exterminar.
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