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Decidir un recorrido
Escena uno
En 1931, el Gobernador de la provincia china de Hunan no recibió
con tanta naturalidad como Alicia las palabras del Conejo Blanco:
prohibió el libro, porque “las bestias no deben hablar el lenguaje
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Todas las referencias de Alicia en el País de las Maravillas corresponden a la edición de Eduardo
Stilman, Buenos Aires, de la Flor, 2008
Escena dos
Desde el Renacimiento la cuestión del cambio horario supuso un
problema: considerar qué hora era y cuándo cambiaba el día resultaba
casi un acertijo. Se transformó en desconcierto con los viajes de Colón y
los del resto de los conquistadores lanzados al mar. ¿Cuándo un día
cambia y se hace otro día? ¿Qué indica que este sábado deje de ser sá-
bado y empiece a ser domingo? Esta preguntas dio vueltas hasta que
recién en 1885 se le encontró una solución práctica, cuando el primero
de enero “se adoptó la Línea Internacional de Cambio de Fecha, y los 24
husos horarios con un tiempo fijo para cada uno, propuestos por Stan-
ford Fleming algún tiempo atrás. Esta línea coincide (salvo irregularida-
des convenidas) con el meridiano de los 180º: pasa por Greenwich,
Londres y también por Teveuni, una isla del archipiélago Fiji, en uno de
cuyos parajes un cartel informa al viajero de qué lado está “ayer”, de
qué lado, “mañana”, como Lewis Carroll hubiera querido”
Escena tres
Hace varios años supervisé una práctica de enseñanza de lengua y
literatura en una escuela media de la ciudad. La practicante propuso a
sus alumnos trasponer Alicia en el País de las Maravillas al género dra-
mático y representarla. Concurrí a algunas de esas clases y vi, como
después de escribir algunas escenas –pero no estuve en el proceso total
así que no vi cómo se resolvían todas- el grupo iba asumiendo distintas
responsabilidades y empezaban a ensayar. La profesora titular del curso
no participaba demasiado, dejaba hacer salvo cuando tenía alguna idea
que le parecía buenísima: fue ella la que resolvió la caída del Alicia por
Postítulo docente: Literatura Infantil y Juvenil.
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Escuela de Capacitación - CePA
el túnel de la conejera explicando que era muy fácil: solo había que en-
redarse en una sábana y hacer que se caía moviéndose más o menos
rítmicamente y jugando con la sábana. Todos estuvieron de acuerdo en
que efectivamente era una buena idea.
Volví a la escuela una semana más tarde, para el estreno de Alicia
en el salón de video de la escuela. Estaban otros cursos y los directivos
invitados como público.
Lo que los chicos habían decidido para esta teatralización era que
habría diferentes escenas en las que Alicia se encontraría con el conejo
blanco, con la oruga, con el sombrero loco y el lirón, con la reina y el
rey de corazones. Pero en cada escena, la chica que se ocuparía de re-
presentar a Alicia sería diferente. Si bien mantenían, como una decisión
de vestuario, algunas ropas similares, lo que indicaba sin lugar a dudas
que Alicia era Alicia era un gran moño rojo en la cabeza de la actriz. Ese
día, el del estreno, se fueron sucediendo las escenas y se fueron suce-
diendo las Alicias hasta la última Alicia y escena, en la que todos, la Ali-
cia, la reina, el rey, el conejo blanco gritaban al mismo tiempo: no y
no, que el jurado considere su veredicto, absurdo y sin sentido, la sen-
tencia primero y el veredicto después,…hasta que de pronto, de la últi-
ma fila de la sala de video, se levantó la profesora titular del curso gri-
tando más fuerte que todos qué es este desorden, qué pasa, esto es la
escuela…la última Alicia intentó explicarle lo que sucedía, pero en segui-
da apareció la primera Alicia y después la segunda y la tercera diciendo
que Alicia eran ellas. La profesora titular del curso las mandó callarse
diciéndoles que ninguna de ellas era la verdadera Alicia porque –y en-
tonces sacó de su bolsillo un enorme moño rojo y mientras se lo coloca-
ba decidida en la cabeza, dijo, mirando al público: -Alicia soy yo.
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En el caso de las dos primeras escenas puede corrobarse su “realidad” de notas en la edición de
Alicia mencionada. Respecto de la tercera, solo puedo insistir en que efectivamente sucedió. Nada
más.
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Thomas Pavel, Mundos de ficción, Caracas, Monte Ávila, 1991
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Obviamente no todos creemos en lo mismo, pero sea lo que sea aquello en lo que creamos, lo
consideramos verdad más allá de que no consideremos verdadero lo que piensan otros, que creen
otras cosas.
Un pacto incómodo
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Y sin embargo, parece que nadie se pregunta de qué tipo de bolsillo se trataba: ¡es un bolsillo en
el que entra un premio para cada uno de los participantes de la carrera!
Este autor que simula ser dos personas produce una obra que da a
leer a un lector real, histórico. De la lectura del texto, los lectores suelen
deducir una imagen del autor. Estas construcciones son variables y suje-
6
Montes, Graciela, El corral de la infancia. Acerca de los grandes, los chicos y las palabras, Bue-
nos Aires, del Quirquincho, 1990.
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En Roberto Cueto (comp) Frankenstein . Otros relatos inéditos sobre el mito de Mary Shelley,
Madrid, Letra Celeste, 2000.
8
Elvio Gandolfo, “Polvo de estrellas. Hoy: el caso del dado egocéntrico”, en El Péndulo, número
12, tercera época, 1986
9
Montes, Graciela, El corral de la infancia. Acerca de los grandes, los chicos y las palabras, Buenos Aires,
del Quirquincho, 1990.
Me alegra haber visto hacer esto –pensó Alicia-. Tantas veces leí
en los periódicos que “al terminar el proceso hubo algunos inten-
tos de aplausos que fueron inmediatamente suprimidos por los ofi-
ciales de la corte” y hasta hoy nunca supe lo que eso quería decir
(cap. 11, p. 106)
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Thomas Pavel, obra citada.
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Filinich, Ma. Isabel, “La escritura y la voz en la narración literaria” en En Signa. Revista de la Aso-
ciación Española de Semiótica, nº 5, 1996
12
En La mujer ducha, Buenos Aires, Sudamericana, 2001.
Qué desastre.
A quién le cuentan
A veces los relatos tienen un receptor primero, anterior al lector:
ese receptor es el narratario.
Este modelo de narración es muy antiguo, podemos pensar en Las
mil y una noches. Es el califa el narratario de todas las historias que
cuenta Sherezada para prolongar su propia vida. Esos relatos (relatos
enmarcados) tienen distintas funciones: detener el relato-marco, dar
explicaciones que lo ayuden a avanzar, reforzar la historia del relato
principal con una historia análoga…e incluso crear la ilusión de puesta en
abismo cuando el relato enmarcado cuenta la mismísima historia que
cuenta el relato-marco.
En Alicia aparecen cuatro relatos enmarcados. O quieren aparecer.
El primero es la historia secante que el ratón intenta contar para, preci-
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Los conceptos que propone la narratología para pensar los textos ficcionales literarios son retra-
bajados también para pensar los textos ficcionales que utilizan otros códigos, además del lingüísti-
co y ayudan a pensar los modos de construcción de otros relatos como los cinematográficos, las
historietas, los libros-álbum, etc.
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Gérard Genette, Nuevo discurso del relato,Madrid, Cátedra, 1998.
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En la introducción a Nuevo discurso del relato, Genette señala que la insistencia excesiva en las
cuestiones de tiempo que analizó en Figures III se debe a la obra de Proust con la que trabajaba
mientras sistematizaba las categorías de la narración. Por eso mismo, declara haber prestado me-
nor atención a cuestiones relacionadas con el monólogo interior o con el discurso indirecto libre.
Haremos lo mismo en esta conferencia (por otros motivos) y dejaremos estos aspectos relaciona-
dos con la voz para otras conferencias.
desde los versos que le salen diferentes hasta quién es ella mis-
ma:
Portales
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Matrix (Larry y Andy Wachowski (1999), El laberinto de fauno (Guillermo del Toro (2006), Mons-
ter, Inc. (Peter Docter, 2001), El extraño mundo de Jack (Henry Selick, 1993), Harry Potter y la
piedra filosofal (J.K. Rowling (1997), Chris Columbus (2001), El león, la bruja y el ropero (primer
volumen de Las crónicas de Narnia, C.S. Lewis (1949) Andrew Adamson (2006), El túnel (Anthony
Brown, 1993), Coraline (Neil Gaiman, 2002; Henry Selick, 2009), ¿Quieres ser John Malkovich?
(Spike Jonze, 1999), El maravilloso mago de Oz (Frank Baum,1900) /El mago de Oz (Victor Fle-
ming, 1939), El túnel del tiempo (1967) y Volver al futuro (Robert Zemeckis (1985).
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César Aira, Edward Lear, Buenos Aires, Beatriz Viterbo, 2004.
Otro tanto podemos decir del viaje de Alicia al país de las maravi-
llas: un viaje que, sea el lector un adulto o un niño, lo enfrenta -
¿jugando? ¿soñando?- a lo más complejo de los mundos de la ficción.