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Abrimos y cerramos estas válvulas cuando decidimos qué pensar y que sentir,
y cuando escogemos el filtro perceptivo a través del que queremos
experimentar el mundo que nos rodea. Los chakras no son físicos. Son
aspectos de nuestra conciencia, como las auras. Los chakras son más densos
que las auras, pero no tanto como el cuerpo físico. Interaccionan con el
cuerpo físico a través de dos vehículos principales: el sistema endocrino y el
sistema nervioso.
Cada uno de los siete chakras está asociado a una de las siete glándulas
endocrinas, y a su vez con un grupo de nervios llamado plexo. De este modo,
cada chakra puede asociarse a partes y funciones concretas del cuerpo
controladas por el plexo o por la glándula endocrina asociada a dicho chakra.
Todos tus sentidos, todas tus percepciones, todos tus posibles estados de
conciencia, cualquier cosa que puedas experimentar, puede dividirse en siete
categorías. Cada categoría puede asociarse a un chakra en concreto. Así
pues, los chakras no solo representan partes concretas de tu cuerpo físico,
sino también zonas concretas de tu conciencia.
Cuando sientes tensión en tu conciencia, la sientes en el chakra asociado a
esa parte de la conciencia y a su vez, en las zonas del cuerpo físico, que están
relacionadas con ese chakra. Donde sientas el estrés depende de porqué
sientes ese estrés. La tensión del chakra la detectan los nervios del plexo
relacionados con ese chakra y la transmiten a las zonas del cuerpo que están
controladas por ese plexo.
Esto demostró al Dr. Reich que los músculos rígidos en forma involuntaria
contenían una emoción encerrada, por lo cual la musculatura servía de
defensa contra las emociones (coraza muscular). Al ablandar la musculatura
salía la emoción aprisionada, que no era ni más ni menos que energía
aprisionada durante mucho tiempo. Pero esa contractura no había nacido
con el sujeto, en cierta parte de su vida tuvo que contener la emoción que
ahora salía, ya sea porque en aquel momento no podía, por temor a algún
castigo, o pues era mal visto.
Viendo estos hechos clínicos se daba cuenta que las defensas, tanto
somáticas (coraza muscular) como las psicológicas (coraza caracterial)
trabajaban en el mismo sentido, contener emociones guardadas en la
musculatura de la persona, la cual cuando se podía expresar libremente, la
energía contenida se ponía a disposición de la libido. Lo cual permitía al
sujeto disponer de más energía para sus actividades cotidianas.
Esta idea se resume en el principio básico de la bionergética de que “tú eres
tu cuerpo”. Tu cuerpo es tu modo de ser en el mundo. No hay persona que
exista separada del cuerpo vivo en que tiene su ser y a través del cual se
expresa y se relaciona con el mundo que lo rodea. “Cuanta más vida tenga tu
cuerpo, más estás en el mundo”.
Las zonas localizadas son consideradas como la proyección o el reflejo del
sistema nervioso de una viscera o de un órgano: estomago, hígado, riñón,
útero, próstata, intestino delgado, colon, vesícula biliar, pulmón, corazón,
etc. El mal funcionamiento del órgano es lo que va a dar origen a una
disminución de la circulación sanguínea local a nivel de la zona refleja, y de
ahí deriva un estancamiento del tejido conjuntivo mal vascularizado, con el
consiguiente espesamiento de la piel, formando adherencias que impiden
que los dedos circulen libremente entre los pliegues de la piel.