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Dafne Alexa González Castelan

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Este principio fue propuesto por el filósofo John Rawls, como parte de su teoría de
justicia. Básicamente, el principio dice que una desigualdad solo está justificada si le es
benéfica a la parte que se encuentra desfavorecida. De cualquier otro modo, la
desigualdad es inadmisible.

En principio parece una regla loable, pero puede ser utilizada para justificar situaciones
evidentemente injustas. Por ejemplo, en las economías neoliberales como las de Thatcher
y Reagan, el llamado “efecto derrame” responde a este principio: los más ricos de la
sociedad son los más beneficiados, y esto de alguna manera, indirectamente, será bueno
para todos. Pero el bien general, si es que existe, es mínimo, por lo que difícilmente se
puede hablar de una economía justa que funcione así.

Aun así, el principio no es completamente desechable. Su intención es muy buena, y en


otras situaciones puede ser aplicado con mejores efectos, o para guiarnos de mejor
manera. Por ejemplo, que algunas personas tengan ciertos privilegios u ocupen
posiciones de poder puede estar justificado si las utilizarán para procurar un bien general.

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