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Dios en Su Palabra menciona varias veces al respecto del sacrificio echo por
los hombres del pasado. La Biblia nos muestra en 2 crónicas 29, que el rey
Ezequías comenzó a reinar en una época muy difícil, porque el pueblo estaba
oprimido, en una gran miseria, por causa delrey Acaqz, que se había
prostituido espiritualmente trayendo dioses de palo, de piedra, de metal para
dentro del templo del Señor.
La verdad es que, cuando estamos en pecado no sobreviene la maldición,
desgracia, miseria, e toda clase de problemas. Muchas son las personas que
viven bajo una gran opresión y sufriendo mucho debido a sus pecados. Para
que Dios pueda revertir esta situación, haciendo que el pueblo se levante y
tornándolo vencedor, es preciso que haya un arrepentimiento sincero, que
abandone definitivamente sus pecados, como el adulterio, los vicios, engaños,
mentiras e idolatría.
Dice la Biblia que Ezequías: “... hizo venir a los sacerdotes y levitas, y los
reunió en la plaza oriental. Y les dijo: ¡Oídme, levitas! Santificaos ahora, y
santificad la casa del Señor el Dios de vuestros padres, y sacad del santuario la
inmundicia (2 Crónicas 29: 4-5).
Ahora, pues, yo he determinado hacer pacto con el Señor, el Dios de Israel,
para que aparte de nosotros el ardor de su ira (2 Crónicas 29: 10).
Siendo el rey Ezequías un hombre temeroso de Dios, sabía que el único
camino para que el pueblo se levantara sería un avivamiento espiritual, una
renovación. La primera medida que él tomó fue abrir las puertas del templo y
purificarlo, tirando los ídolos y el pecado. Y entonces el rey Ezequías, de
madrugada, ofreció sacrificios, restaurando el culto solamente al Dios de
Israel; después de esta actitud, Él pudo avivar a Su pueblo restituyéndole la
vida.
Para que Dios haga lo mismo en los días de hoy, levantando a los caídos, es
necesario sacar de dentro de nosotros todo pecado. Es preciso que saquemos
todo aquello que no agrada al Señor. Los ídolos de palo, piedra, papel, que tal
vez usted mantiene colgados en casa, o carga en la cartera, constituyen una
corrupción espiritual. Cada vez que una persona se curva delante de uno de
esos ídolos es una traición, ella deja de servir a Dios para servir al diablo.
Ahora, la primera actitud de Ezequías fue buscar a Dios, procuró moldear su
vida de acuerdo con la Palabra del Señor y es eso lo que cada una de nosotros
debe hacer, andar de acuerdo con Su Santa Palabra y no de acuerdo con
nuestra voluntad, aunque tengamos que renunciar a todo en este mundo. Ese,
en verdad es el sacrificio que el Padre espera de nosotros. La cosa más
importante en la vida del cristiano es el sacrificio, es aprender que la voluntad
del Señor encima de todo.
Nosotros encontramos en las Escrituras Sagradas más de ocho mil promesas
de bendiciones para nuestra vida, pero ellas tienen que ser conquistadas. Dios
quiere que su pueblo sea victorioso, fuerte y próspero, pero, para que eso
acontezca nosotros precisamos seguir la orientación del Espíritu Santo, y si así
no fuere, Él queda imposibilitado para bendecirnos.
Eso no es fácil, pues hay un precio a pagar. Vea que Dios sacó al pueblo que
estaba esclavizado en Egipto y le mandó que caminase en el desierto rumbo a
la tierra prometida: Canaán.
En el camino ellos tuvieron que luchar para conquistar la ciudad de Jericó
cercada de enemigos, y llegando a Canaán, todavía enfrentaron a los
adversarios que se encontraban allí. O sea, Dios prometió la tierra, la victoria,
la bendición, pero ellos tuvieron que hacer el sacrificio para que pudiesen
conquistarla.
La vida del cristiano es así. En la medida que luchamos, sacrificamos en la
misma proporción que nos damos a Dios, recibimos las promesas, somos
fortalecidos y renovados día tras día.
Así, venceremos los problemas y las dificultades de la vida. Por lo tanto, no
piense que creyendo en Jesús las bendiciones caerán del cielo sin que usted
tenga que luchar, sacrificar. No se eluda con las falsas doctrinas del
“evangelio de facilidades”, porque el Reino de Dios se conquista con esfuerzo,
y solamente aquellos que se esfuerzan se apoderan de él: (Mateo: 11:12).
Prédica obispo Paulo Roberto (ed24)
Domingo 3/01/99 – 10 hs.
Nosotros, obispos y pastores, vamos a subir la cuesta del Monte Sinaí para
clamar a Dios, y para traer la respuesta para su vida, porque creemos en este
Dios, que nunca dejó a un siervo fiel mendigar el pan, que sacó al pueblo de
Israel de la esclavitud, y abrió el Mar Rojo para que pasase.
Tal vez usted esté viviendo como lo hacía el pueblo de Israel, en la época de
Moisés. Era esclavo en Egipto, y allí no valía nada, porque era oprimido y
nada poseía, viviendo una vida de miseria.
Y Dios sacó al pueblo de Israel de la tierra de Egipto porque ellos clamaron y
Lo buscaron. Pero hasta que no tomaron la decisión de obedecer a la Palabra
de Dios y ponerla en práctica, nada sucedió.
Dios quiere hacer milagros y manifestarse en este mundo, haciendo cosas
grandes en su vida, pero mientras usted no se lance de todo corazón en las
manos del Señor y practique la Palabra de Dios, tomando actitudes de fe, El
no podrá hacer nada.
Imagine que el pueblo era esclavo en Egipto y quería salir de allí, pero, ¿cómo
escapar de aquella situación y vencer a Faraón? Este era el hombre más
poderoso de Egipto, y era quien oprimía al pueblo. Humanamente hablando,
no había solución. Pero ellos clamaron, Dios descendió sobre el Monte Sinaí y
mandó a Moisés a hablar con Faraón, para que dejara ir a Su pueblo. Faraón se
resistió, hasta que el Señor mandó que el pueblo de Israel Le ofreciera un
cordero en sacrificio.
La Pascua, además de simbolizar el sacrificio de Jesús, fue instituida cuando
Dios mandó a los hijos de Israel tomar un cordero, sacrificarlo, y pasar un
hisopo con la sangre por las puertas de las casas, para proteger a los que
moraban allí, del paso del Angel de la Muerte.
Así, cuando nos ofrecemos a Dios como sacrificio vivo y santo, satanás no
puede tocarnos. Por eso él trabaja por medio de la duda, tratando de colocarla
dentro del corazón de cada persona, para que ésta no sacrifique a Dios. Porque
el sacrificio es el mayor acto de fe.
El pueblo de Israel era esclavo y no poseía nada, pero aún así, Dios requirió de
ellos un sacrificio. Ellos tendrían que dar aquel “poco” que habían conseguido
guardar: cada familia sacrificaría un cordero.
Lo hicieron, y el Angel de la Muerte pasó, matando a cada primogénito de la
familia de los egipcios, y el pueblo de Israel fue sacado de allí con mano
poderosa, con riquezas en oro y plata. Los egipcios, ante lo que sucedía,
quedaron tan confundidos, que con tal que los israelitas se fueran, les daban
sus cosas más valiosas. El pueblo de Israel confió en Dios, y por esto salió de
la esclavitud siendo además, prosperado.
Ellos clamaron a Dios, y Él se acordó de su pacto con Abraham. Le había
jurado por Sí mismo que bendeciría su descendencia, porque le había sido fiel.
Abraham no conocía a Dios, y vivía en una tierra pagana, pero cuando Él lo
llamó, le obedeció sin vacilar.
Dios también le pidió que sacrificara a su hijo, y Abraham, por la fe, lo tomó,
y casi lo había sacrificado, cuando Dios lo detuvo, diciéndole que en ese
momento había entendido que Le temía. El Señor sólo pudo ver la fidelidad de
Abraham, cuando éste estuvo dispuesto a sacrificar lo más grande que poseía:
su propio hijo. Él tenía otro hijo, hijo de su esclava, pero de Sara, su mujer,
solamente uno, Isaac. Y era el hijo de la promesa, el que llevaba en su
corazón.
Las pruebas no son fáciles. Dios nos pide un sacrificio, para probar nuestra fe,
para ver dónde está nuestro corazón.
Yo ya he visto muchas personas bendecidas en la iglesia. Sanadas, liberadas,
prosperadas, que han conquistado cosas en la vida. Pero también he visto
cosas imposibles, que les han cambiado completamente la vida a quienes las
han experimentado, y la razón es que éstas se han lanzado, de todo corazón, en
las manos de Dios.
En la Biblia hay varios ejemplos de hombres de Dios que conquistaron cosas
grandes, y puede observar que todos ellos hicieron también grandes
sacrificios. El Señor, a su vez, nos probó Su amor dando Su propio Hijo,
porque es a través del sacrificio que vemos el amor de una persona.
Por causa del sacrificio de Abraham, Dios prometió bendecir toda su
descendencia, y nosotros somos descendencia de Abraham.
“Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham... Y si
vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos
según la promesa” (Gálatas 3:7,29).
Abraham fue prosperado, y conquistó todo lo que quiso, cada deseo de su
corazón. Y usted también puede conquistar todo. Al que cree en Jesús, nada le
es imposible. No sé lo que usted necesita, cuál es el deseo de su corazón, pero
le digo una cosa. No importa lo que quiera conquistar: Dios puede dárselo.
Quizás usted piense: ¿Cómo voy a conquistar yo, si no tengo condiciones para
nada y no soy nadie? Abraham no era nadie, y Dios lo engrandeció. El mismo
pueblo de Israel era esclavo, y Dios lo sacó de Egipto con riquezas.
Si usted se considera pequeño y sin capacidad, es expresamente para usted que
el Señor Jesús ha venido. El poder de Dios se perfecciona en la debilidad,
porque es cuando usted confiesa que no es nada, que Dios manifiesta Su
poder.
Le estoy hablando de un Dios que realiza imposibles y, quizás, lo que está
leyendo le parezca una locura, pero la fe es locura. El apóstol Pablo dijo que el
hombre natural no puede percibir las cosas de Dios, y no las puede entender,
porque se disciernen espiritualmente.
Hay testimonios extraordinarios. Personas que estaban en la miseria, viviendo
en la calle, y hoy están con casa propia, auto, siendo incluso empresarias. Pero
claro, hay mucha gente que no cree. Pero quien conoce a Dios, sabe que Él
hace cosas grandes.
No pensé que iba a emprender nuevamente la subida del Monte Sinaí en esta
oportunidad, pero Dios habló en mi corazón. Él me hizo comprender que si yo
deseaba conquistar algo grande para Su obra aquí en la Argentina, debía subir
al Monte.
Lo voy a hacer, porque tengo la certeza absoluta que la respuesta será grande,
y el sacrificio valdrá la pena.
Quizás el sacrificio que usted hará va a costarle, porque el verdadero sacrificio
duele, pero la respuesta será grandiosa.
Prédica obispo Paulo Roberto (Ed25)
Domingo 10/01/99 (ED25)
Nuestro Señor Jesús es poderoso. Y nada cambió, porque los
mismos milagros del pasado, Él los realiza hoy. Y si usted necesita
un milagro en su vida, sólo depende de una manifestación de fe de
su parte. El Señor Jesús fue muy claro en sus palabras, cuando dijo:
“Tened fe en Dios. En verdad os digo que cualquiera que le diga a
este monte: Sé quitado de ahí y arrojado al mar; y no dude en su
corazón, sino que crea que lo que está hablando sucede, lo tendrá”
(Mr 11:22-23).
El Señor Jesús ha dado potestad a “cualquiera”. No es sólo al
obispo, al pastor, sino a usted también, que es un cristiano. Usted
también tiene esta autoridad. Lo único que es necesario, es que haga
todo sin dudar. Tiene que estar seguro que Dios está con usted.
Veamos el caso de Abraham. Él tenía fe, como todos, que la
poseemos por don de Dios. Pero no todos ponen la fe en acción, por
medio de las obras. Si usted le pregunta a cualquier persona si tiene
fe en Dios, ella dice que sí. Puede ser católica, evangélica, o incluso
hechicera, y ella cree en Dios. Hasta los demonios creen en Dios,
pero por eso no dejan de ser malvados.
Por eso no basta sólo “creer” en Dios, sino también hay que poner
esta fe en práctica. Abraham creyó y, por eso, puso en acción su fe.
Abraham fue justificado por la fe, porque creyendo en Dios, llevó a
su hijo Isaac para ser sacrificado. Pero no es que el Señor estaba
interesado en la vida de Isaac, sino que quería ver el nivel de la fe de
Abraham. Y éste demostró una fe verdadera, siendo fiel y no
haciendo su propia voluntad y, por eso, fue llamado “amigo de
Dios”.
Como expliqué en la pasada edición, quien es de la fe, es
descendiente de Abraham y heredero según la promesa. Así que
todas las promesas de Dios para Abraham, son para nosotros
también. Pero no es por ser heredero de Abraham que vamos a
obtener la posesión de las promesas sin hacer ningún sacrificio.
Observe, por ejemplo, a Isaac, hijo de Abraham, que fue a vivir a
una tierra extraña por obedecer la voz de Dios. Él permaneció allí y
sembró en aquel lugar, sin esperar la bendición con los brazos
cruzados. Él hizo su parte, sembrando para poder cosechar.
Isaac cosechó en ese entonces el ciento por uno, mucho más que
todos los demás, y todo lo que sembró fructificó. Dios le bendijo, y
se engrandeció hasta hacerse muy poderoso.
Jacob, hijo de Isaac, hizo algo malo: robó la primogenitura de su
hermano Esaú. Por eso sufrió mucho, yéndose de la casa de su padre
sin nada, para trabajar como empleado en la casa de su tío. Pero allí
él trabajó, sacrificó y así Dios le bendijo, prosperando la obra de sus
manos, pero sólo cuando éste se arrepintió y puso su confianza en
Él. Mientras Jacob intentó hacer las cosas por medio de trampas, el
Señor no pudo hacer nada por él, pero cuando finalmente se entregó,
Dios le dio todo.
Jacob tuvo 12 hijos, y uno de ellos era José. Este fue vendido como
esclavo, porque sus hermanos le tenían envidia. Pero el Señor
bendijo a José, y él fue a trabajar a la casa de un oficial de Faraón,
llamado Potifar. Dios estaba con él, aún cuando fue vendido como
esclavo. El Señor permite que pasemos por determinadas situaciones
para manifestar Su poder. No podemos desanimarnos, porque todo
el mundo puede abandonarnos, pero Dios nunca lo hará. Por eso no
podemos rebelarnos contra Dios por las cosas que suceden, sino
contra satanás.
El Señor prosperaba todo lo que José hacía. Pero hay un detalle
importante: él trataba de hacer todo lo mejor posible. Y así debe
actuar usted. No es porque sea empleado y su sueldo sea bajo, que
hará las cosas de cualquier manera. ¡No! Debe ver a su jefe en el
trabajo como si fuera el mismo Dios. Debe procurar hacer lo mejor,
y el Señor honrará su fe, haciendo que su jefe lo mire con buenos
ojos y su trabajo sea reconocido. Usted, que es de Dios, tiene que
hacer siempre lo mejor. Debe ser un testimonio de Jesús
permanentemente.
José prosperaba en todo, y su jefe, viendo todo eso, le hizo
mayordomo de su casa, poniéndolo sobre todo lo que tenía. Y a
causa de José, Dios bendijo toda la casa del oficial egipcio.
Observe que este mismo José, que terminó siendo gobernador de
Egipto, comenzó como esclavo. No empezó por arriba, porque para
ser grande, primero hay que ser pequeño. Nadie nace adulto, sino
que va creciendo.
Pero, a José le sucedió algo. Cuando Potifar le puso sobre todas sus
posesiones, su propia mujer puso los ojos sobre José. satanás es
astuto, y sabe que normalmente el punto débil de los hombres son
las mujeres. Pero cuando la sinceridad y el temor de Dios están en el
corazón de una persona, ella no cae en las trampas del diablo.
José, en una ocasión fue presionado por la mujer, a tal punto que
ésta lo tenía tomado por la ropa; pero él huyó, para no pecar contra
Dios. Ella lo acusó, mintiendo, y José fue a parar a la cárcel.
Observe lo que a veces pasa: que por ser fieles a Dios, debemos
pagar un precio alto. ¿Por qué? Porque la bendición de Dios no es
“barata”, hay que conquistarla.
A pesar de todo, José siguió siendo fiel, y el rey de Egipto vio que él
era distinto. Y cuando tuvo la oportunidad, lo puso por encima de
todo, como gobernador de la nación.
Pero José tuvo que renunciar para obtener todo esto, resistiendo la
tentación. Él era hombre, y se negó a satisfacer sus propios deseos.
Y esto también es un sacrificio.
El cristianismo comenzó con el sacrificio del mismo Hijo de Dios. Y
si usted quiere agradar al Señor, debe negar su propia vida día tras
día, siendo fiel en todo y dando lo mejor. Y cuando una persona es
fiel a Dios, es imposible que no sea bendecida por Él.
Prédica obispo Paulo Roberto (ED26)
Domingo 17/01/99 – 10:00 hs.
A veces no entendemos por qué, si hicimos tanto mal, Dios nos puede
bendecir. Quizás, usted piense: “Yo he pecado tanto, he fallado muchas veces,
hice cosas malas en esta vida, yendo a brujos y hechiceros...”. Y, como
muchos, no recibe la bendición de Dios, porque le cuesta comprender que
somos socorridos y recibimos contestación de El por medio de la fe. No es por
las buenas obras o la caridad que somos bendecidos, sino por la fe en el
sacrificio de nuestro Señor Jesús.
La palabra “satanás” quiere decir “acusador”. satanás trabaja con la palabra de
duda; está constantemente mostrando a cualquier persona sus pecados y sus
fallas, para que ella sienta que no merece nada, para que dude de las promesas
de Dios. Pero usted siempre recuerde el sacrificio del Señor Jesús, porque, en
la cruz, sacrificándose por nosotros, El compró nuestra salvación, cargando
todos nuestros sufrimientos. Y a través de Su sangre, somos purificados. En
Su cuerpo, cargó con nuestras enfermedades, y con Su sangre, nos lavó de
nuestros pecados.
Cuando usted participa de la Santa Cena, y come del pan que representa el
cuerpo de Cristo, está tomando la vida, la fuerza y la salud del Señor Jesús,
independientemente de sus merecimientos. Cuando bebe el jugo de uva, de la
copa de la sangre de Jesús, usted es lavado, tornándose una persona limpia y
santa delante de Dios. No importa los errores que usted haya cometido, porque
lo que el Señor observa, es la condición actual. Dios no vive en el pasado, sino
en el presente. Si usted se ha arrepentido de los pecados y de los malos
caminos, y acepta a Jesús como su único Salvador, entregando su vida a El, El
le dará una nueva vida. Eso no significa que su vida cambiará totalmente de la
noche a la mañana, ni que sus problemas serán resueltos de la misma manera.
A veces, algunas personas se decepcionan porque no ven una respuesta
inmediata, pero las cosas no son así. Hay situaciones en las cuales se observa
rapidez, como por ejemplo pueden ser la liberación o la sanidad, pero, en otros
casos, las personas deben saber esperar con paciencia, perseverando en la fe,
confiando en que Dios les dará la victoria, sin permitir que ninguna duda entre
en sus corazones, porque esta última es la que impide los milagros.
En Hebreos 6:10 en adelante, el apóstol Pablo nos dice que, aunque usted
tenga la promesa de Dios, tiene que luchar por conquistarla, perseverando en
la fe, practicando la Palabra de Dios y obedeciendo a El. Luchar y, sobre todo,
tener paciencia. La palabra “paciencia” es algo complicada, porque es el gran
problema de muchas personas. Cuando alguien es impaciente, tiene una gran
dificultad para conquistar algo.
Muchos echan todo por la borda y pierden la oportunidad de ser bendecidas
por falta de paciencia. ¿Cuántas son las personas que quizás hoy se alejaron de
los caminos de Dios y desmayaron, solamente porque no tuvieron paciencia?
No supieron esperar en Dios, aguardando el cumplimiento de Su promesa.
Dios ya nos ha dado Su Hijo para salvarnos y ha hecho todo por nosotros.
Ahora, nos toca vivir confiando, por fe, considerándonos conquistadores en
Cristo. Aunque usted pase por dificultades, no puede desmayar delante de las
luchas.
A Abraham, Dios le hizo un juramento, jurando por Sí Mismo. Prometió que
lo bendeciría con abundancia, y que lo multiplicaría grandemente.
“Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa” (He 6:15).
Abraham recibió lo prometido por Dios.
Una persona, cuando cree, no duda. Vive segura y tranquila, porque lleva en
su corazón la certeza de que ya conquistó. Usted no puede vivir ansioso y
preocupado, porque tal vez la respuesta no ha llegado. No puede tampoco
compararse con nadie, porque quizás otro haya recibido antes. Debe aprender
a esperar en Dios, y estar seguro que El no fallará con usted.
Digo esto porque satanás intentará hacerle dudar de la Palabra de Dios. Tal
vez le hará escuchar: “Si aún no has recibido la bendición, no la recibirás
más...” o “Dios no te ha escuchado...”.
Pero usted debe reprender todas estas palabras negativas, y confiar en este
Dios vivo, que puede tornar posible todas las cosas.
Usted tiene que vivir tranquilo, porque Dios, además de hacer la promesa, juró
por Sí Mismo que cumpliría, mostrando que es Su interés bendecirnos. Y aún
en medio a las tribulaciones, podemos sentirnos tranquilos, porque sabemos
que las luchas son como nubes pasajeras.
Jesús es el Sumo Sacerdote para siempre. Hizo un sacrificio perfecto, y nos
compró con Su sangre. Murió, descendió al infierno, y derrotó al diablo, por lo
cual éste ya no puede más destruirnos. El único que puede dañarle es usted
mismo, a través de la duda. Por allí, satanás encuentra lugar. Así, usted
comienza a flaquear en la fe, y termina perdiendo la bendición de Dios.
Muchos hijos de Israel perecieron en el desierto, y solamente Josué y Caleb
pudieron llegar a la Tierra Prometida. Ellos dos se mantuvieron firmes, aún en
medio a las tribulaciones, y permanecieron fieles a Dios, conquistando así
dicha tierra.
No es tan fácil. Vea que en medio a aquella multitud, sólo dos hombres
conquistaron la promesa. Pero usted, debe ser fuerte, y luchar. Manténgase
firme, fortaleciéndose en Dios. ¿Cómo? A través de la lectura y la meditación
de la Palabra de Dios, de la confianza en las promesas de Dios. Éste será el
sustento de su fe.
Dios quiere que sea un conquistador, pero usted debe hacer su parte.
El Señor Jesús sacrificó Su propia vida como una ofrenda por nuestros
pecados, y vive hoy intercediendo por nosotros. Por eso, cuando por la fe, nos
acercamos a Dios invocando el nombre de Jesús, los cielos se nos abren.
Por eso, cuando hemos clamado a Dios en el sepulcro de Jesús y en el monte
Sinaí, estamos seguros que se ha oído también un clamor mayor que el
nuestro. Fue el del mismo Jesús clamando por nosotros.
Prédica obispo Paulo Roberto (ED28)
Domingo 31 enero – 10:00 hs. (Versión diario)
Vencedor es el que llega hasta el fin
Nosotros hablamos mucho acerca de “victoria”. Pero hay gente que tiene una
idea equivocada con respecto a lo que es un “vencedor”.
El pueblo de Israel, cuando salió de Egipto, tuvo que atravesar el
desierto, pasar dificultades, enfrentar a sus enemigos y derrotarlos, y
tomar posesión de las tierras, hasta poder que llegar a la tierra que
Dios había prometido. Ellos tuvieron muchas conquistas, pero la
victoria la obtuvieron cuando tomaron posesión de la tierra
prometida.
Haciendo una comparación, nuestra vida es como la del pueblo de
Israel, porque cada uno de nosotros salió del “Egipto” espiritual.
Quizás usted vivía en la esclavitud, sirviendo a los espíritus o
siguiendo a otros dioses, en el dolor y el sufrimiento, pero Dios lo
sacó de esta vida de engaños, rescatándolo de las garras del diablo y
trayéndolo hacia Su luz maravillosa. Tal vez, hoy usted vive en la
presencia de Dios, pero todavía tiene, igual que todos nosotros, una
gran caminata por delante, hasta tomar posesión de la Tierra
Prometida: nuestra vida eterna. No crea que el camino que tenemos
por delante es fácil. Jesús dijo que la puerta que conduce a la
perdición es espaciosa, pero aquella que conduce a la vida es
angosta, y solamente los que se esfuerzan podrán pasar por ella.
“Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la Vida eterna...” (1
Timoteo 6:12).
Para tomar posesión de la vida eterna, debe pelear la buena batalla,
siendo valiente, esforzado, y una persona determinada. Deberá estar
muy apegado a las cosas de Dios, viviendo por la fe y en obediencia
a la Palabra de Dios para librarse de los ataques del diablo. Satanás
querrá intentar de todo con tal de hacerle perder su salvación. Usará
a sus propios familiares y amigos, tratará de sembrar dudas en su
corazón, lo desanimará o hará que se impaciente. Pero, manténgase
firme, porque, de aquellos que salieron de Egipto para ir hacia la
Tierra Prometida, muchos cayeron en el desierto. La promesa era
para todos, pues Dios había prometido la tierra de abundancia para
el pueblo entero. Pero, desafortunadamente, pocos fueron los que
conquistaron, porque pocos fueron los que perseveraron,
renunciando y manteniendo la fe.
El secreto para que usted pueda tomar posesión de la victoria es que
no deje abatir su fe por nada. Nosotros vivimos en un mundo malo,
muy negativo. Su escala de valores está totalmente cambiada: lo
erróneo es correcto, y lo correcto, equivocado. A veces, por ser
cristiano, una persona es llamada “loca”, “fanática”, y muchas
palabras por el estilo. Pero el cristiano no puede ser una persona
sensible, que vive preocupada por la opinión de los demás, porque
comenzará a hundirse y perder la fe.
Los ataques de satanás son tremendos, como un verdadero
bombardeo. Pero tenemos que estar cubiertos con “el escudo de la
fe”, estando en espíritu y apegados a Dios, manteniendo nuestros
pensamientos en El. Para esto, usted necesita leer la Biblia, porque
es así que alimenta su espíritu. Tiene que leer y meditar en la
Palabra, porque esto mantendrá su corazón de la presencia de Dios,
fortaleciendo su fe. No es fácil, por ejemplo, para quien es
convertido a Jesús, pero convive con personas que van a consultar a
brujos, o que sirven a los espíritus. Se encuentra rodeado, y
solamente Jesús y Su Palabra pueden fortalecer a esta persona.
Cuando yo me convertí a Jesús, a veces tenía que leer la Biblia u
orar en el baño, porque en mi casa el ambiente no era el propicio.
Algunas veces lloraba delante de Dios, pero El me fortalecía, porque
yo luché sin entregarme a los problemas, creyendo que Dios me
daría la victoria. En ciertas oportunidades escuché: “¿Dónde está tu
Dios?”. Seguramente usted a veces escucha esta frase, y no sabe qué
decir. Pero tiene que clamar a Dios, y creer que El está con usted y
que la lucha pasará. Sé que son palabras que duelen, pero no debe
desmayar ante ellas, porque si no mantiene su fe, no podrá ser un
vencedor. Es más, terminará perdiendo aún lo que ha conseguido.
Por ejemplo, el secreto de la prosperidad es ser fiel en el diezmo, y
satanás sabe esto, por lo cual trata por todos los medios de hacer que
la persona erran en esto. Este diez por ciento es sagrado, porque
pertenece a Dios, y muchas personas son atacadas en esto. Dudan
con respecto a él, y fallan con Dios por debilidad, pero lo que tienen
que hacer es perseverar, confiar y mantenerse fuertes, porque lo que
el Señor hará en sus vidas será muy grande. Otras personas
comenzaron a ser fieles a Dios, y por eso conquistaron lo que
necesitaban. Pero, por haber ya recibido lo que buscaban y por no
ser fuertes para enfrentar las luchas de la fe, terminaron
abandonando los caminos de Jesús, y perdieron todo, porque satanás
devoró todo lo que habían obtenido.
A veces, el precio de la salvación es alto. Pero piense que todas las
facilidades y toda la belleza que nos presenta satanás son falsas.
Usted tiene que perder aquí, hoy, para ganar allá, mañana. A veces,
su “carne” le pide una cosa, pero su espíritu le muestra otra. Y usted
tiene que seguir siempre la orientación del Espíritu Santo, y así
vencerá. Yo no me refiero a las bendiciones físicas, sino de Vida
Eterna. Y si usted comprende que en este mundo todo es ilusión, y
quiere conquistar “lo que no perece”, hay un sólo modo: entregarse a
Jesús, renunciando a sí mismo.
“Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que
posee, no puede ser Mi discípulo” (Lc 14:33).
Prédica obispo Paulo Roberto (ed29)
Domingo 07/02/99 – 10:00 hs.
El Señor Jesús dijo: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra
que sale de la boca de Dios” (Mt 4:4).
Mucha gente piensa que el hombre vale por el dinero que tiene en su bolsillo.
Pero el dinero no lo es todo. Con él se puede comprar el confort, pero no la
paz. Se pueden pagar buenos médicos, pero no la salud. Con dinero puede
adquirir una casa, pero nunca un hogar.
La Palabra de Dios es la que produce vida. Dios ha creado todas las cosas a
través del poder de Su Palabra. En la Biblia, en Génesis, capítulo 1, podemos
leer: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba
desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la superficie del abismo, y
el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas...” (Gn 1:1-8).
La Palabra de Dios produce vida, porque es una palabra de fe, de certeza. Y es
en esta palabra que usted debe estar apoyado.
Vivimos en un mundo malo, negativo, un lugar donde satanás, muchas veces,
usa la palabra para destruir. Y nosotros debemos tener muchísimo cuidado,
porque a veces basta una palabra para producir la muerte.
Algunas personas van al médico, y reciben una palabra que destruye. Creemos
firmemente que la medicina es un instrumento del cual Dios también se vale,
pero, desafortunadamente, tampoco podemos saber cuál es el estado espiritual
de ciertos médicos, y éstos se dejan “usar” por el diablo.
Hace muchos años atrás, yo tuve un problema en el ojo izquierdo. Veía muy
borroso, y concurrí a hacer un estudio para verificar qué sucedía. Cuando fui
al oftalmólogo, mientras él me observaba, comenzó a decir un montón de
cosas negativas. Decía que era un virus gravísimo, el cual había ocasionado
una herida profunda en el ojo, y no recuerdo cuántas cosas más. Salí de allí
escandalizado, pensando: “Ese médico fue usado por satanás. ¡El diablo está
atado, en el Nombre de Jesús!...” Y comencé a confesar la Palabra de Dios,
diciendo que Jesús ya se había llevado nuestros dolores, nuestras
enfermedades, y que por sus llagas ya fuimos sanados.
Me dirigí a otro oftalmólogo, el cual, después de hacerme una revisión, me
dijo que no me preocupara, que no era algo tan grave.
Es claro que mientras tanto yo clamaba a Dios por mi sanidad, y pasados casi
dos meses, regresé a hacer otra consulta. Al mirar, se sorprendió, y llamó a
varios médicos para que observaran también. La herida que yo tenía en el ojo
estaba cicatrizada, como si alguien la hubiera cosido. El médico confesó que
nunca había visto algo así. Y, desde allí, nunca más tuve necesidad de regresar
a un oculista, porque mi vista no tiene problemas.
Gracias a Dios, yo supe rechazar en ese momento aquella palabra negativa de
aquel médico, apegándome aún más a la Palabra de Dios, y por eso el Señor
me ha honrado, realizando el milagro. Por eso Jesús dijo que al que cree todo
le es posible.
La palabra tiene fuerza. Por eso, siempre tenemos que estar apegados a la
Palabra de Dios, tomando actitudes de acuerdo a ella. Y si así hacemos, Dios
siempre se manifestará en nuestras vidas.
En cierta ocasión, el Señor Jesús subió a una barca para enseñar desde allí a la
multitud que se agolpaba en la orilla.
“Cuando cesó de hablar, le dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad
vuestras redes para pescar. Simón le respondió, diciendo: Maestro, toda la
noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas, en Tu palabra,
echaré la red”(Lc 5:4-5).
El que sabe algo de pesca, sabe perfectamente que el horario de pique es por la
madrugada, y que si no ha podido pescar durante ese período, una vez que el
sol ha salido, aún menos pescará.
Pedro podría haber dicho a Jesús: “Señor, yo soy un profesional de la pesca, y
tengo experiencia. Si no capturamos nada durante la noche, no será ahora que
vamos a pescar”. Pero, al contrario, Pedro hizo algo que iba contra sus
conocimientos, que quizás sería un motivo de burla para los demás: creyó en
la palabra de Jesús, y tomó una actitud de fe, echando la red.
Y cuenta la Biblia que, después de hacer aquello, la red encerró gran cantidad
de peces, y ésta se rompía, por lo cual debieron llamar a sus compañeros para
que los ayudasen. El Señor Jesús les dio una pesca maravillosa, aún después
de no haber esperanza alguna, por lo cual debemos aprender esta enseñanza:
siempre tenemos que actuar de acuerdo a la Palabra de Dios.
Yo no sé si usted tiene un problema, o varios, o si el único que tiene es
considerado imposible. Tal vez fue desahuciado por los médicos, o está al
borde de la separación con su pareja, o está desempleado y no consigue
trabajo en ningún lugar, o quizás esté endeudado.
Pero hay algo que yo sé: por la fe, usted puede lograr la solución. El secreto
del milagro es estar apoyado en la Palabra de Dios, porque lo que es imposible
para los hombres, es posible para Dios.
“...Si puedes creer, todo es posible para el que cree” (Mc 9:23).
Prédica obispo Paulo Roberto (Ed30)
Domingo 14/02/99 - 10:00 hs.
“Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os
indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que al
edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la
roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra
aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre
la roca. Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que
edificó su cosa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río
dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella
casa” (Lc 6:47-49).
Nosotros somos la “invención” de Dios. Todos los inventores, que
por supuesto saben qué hay que hacer para que su invento funcione
bien, otorgan junto a él un manual de instrucciones, para su buen
uso. Si la persona que adquiere dicha invención, no sigue las
instrucciones que se recomiendan en el manual, corre el riesgo de
dañar el objeto, llegando éste, quizás, a dejar de funcionar.
La Biblia es donde se encuentra la orientación correcta para tener
una buena vida, sana y fuerte. Y así, si una persona no cuida bien de
su vida, dejando de seguir las instrucciones del “Manual” (la Biblia)
donde está escrita la Palabra de Dios, llegará un momento que tendrá
problemas. No podrá progresar y las cosas le saldrán mal, incluso en
su casa y su familia, porque el hombre necesita de Dios, de vivir en
comunión con El. La presencia de Dios en nuestras vidas es
fundamental para que podamos permanecer fuertes.
Usted puede observar, en la historia del pueblo de Israel en el
Antiguo Testamento, que toda vez que obedecían la voz de Dios, sea
una persona o una comunidad, eran bendecidos por El. Vencían los
enemigos, prosperaban y conquistaban. Pero, cuando alguna persona
o comunidad desobedecía la voz de Dios, la miseria, la derrota y la
aflicción, venían sobre ellos.
Israel tuvo reyes buenos y malos. Dios siempre los orientó para que
buscaran mujeres de su propia nación para unirse, mujeres que
sirviesen al Dios de Israel, para que no se corrompiesen y perdiesen
la fe, ya que no existe comunión entre la luz y las tinieblas.
Por ejemplo, el rey Acab, según lo que está escrito en la Biblia (1 R
16:31-33), se unió a Jezabel, una mujer que adoraba al dios Baal. El
servía al Dios de Israel, y ella servía a un dios falso, un espíritu
malo. Y esta unión perjudicó mucho la vida de Acab y también la
del pueblo de Israel, ya que por querer satisfacer a su esposa, edificó
altares a Baal en medio al pueblo y permitió que ingresara de esta
manera el culto a este dios. La Biblia dice que servimos adorar a un
único Señor: el Dios de Israel.
Nuestra fe es monoteísta, pues servimos a un sólo Dios. Muchas
personas vienen a la iglesia y no se liberan, o tardan mucho en
sanarse, o no cambian de vida, porque viven sirviendo a dos señores.
Quizás consultan brujos o se hacen “tirar” las cartas los días viernes,
y los domingos concurren a la iglesia. ¿Cómo podrá Dios cambiar
estas vidas? Tienen que tomar una decisión...
Usted, amigo lector, que ya estuvo muchos años buscando solución
en otras religiones, yendo a los brujos, involucrándose con espíritus,
consultando adivinadores, recorriendo prácticamente todos los
caminos de este mundo, y no encontró respuesta alguna, piense esto:
es momento de detenerse y darle una oportunidad a Dios de actuar
en su vida.
Cuando usted se vuelve a Dios, El se vuelve a usted. Y si se entrega
a Dios con sinceridad, dejando todo lo demás y si usted se lanza
hacia las manos de Dios confiando en Su Palabra, El obrará un
milagro. Usted progresará, prosperará, y todo cambiará.
Pruebe a Dios, y vea si funciona. Pero debe practicar Su Palabra,
siguiendo a Jesús como dice la Biblia.
“El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán
ríos de agua viva” (Jn 7:38).
Por causa del pecado de Acab, vino una gran miseria sobre Israel.
Hubo una terrible sequía, la gente estaba muriendo, y los animales
desaparecían. Y Dios mandó al profeta Elías ir a Sarepta, pues allí
había una viuda que le sustentaría (1 R 17:8:16).
Al llegar allá, vio a a la viuda, la cual estaba recogiendo leña. El se
le acercó, y le pidió de comer. Ella le confesó que lo único que tenía
era un poco de harina y aceite, porque ya nada le había quedado, y
que después de comer junto a su hijo lo que cocinara con estos
elementos, se dejaría morir, porque no habría más qué comer.
Elías le dijo que hiciera como ella pensaba, pero que primero le
cocinara a él una torta, y que después comieran ellos dos.
Si alguien hubiera estado escuchando aquella conversación, pensaría
seguramente que Elías era un mentiroso, que trataba de engañar a la
pobre viuda. Pero él había sido enviado por Dios para bendecir a
esta mujer, con una condición: ella tendría que confiar.
Y así, ella hizo como el profeta le mandaba, y tuvo abundancia hasta
que culminó la sequía que imperaba en aquellas tierras.
El milagro que Dios quería hacer dependía sólo de una cosa: de la
obediencia de la viuda a Su Palabra. Sus vidas estaban en sus
propias manos, porque su futuro y el de su hijo dependían de la
actitud que ella tomara.
Su futuro, estimado lector, está en sus manos. Su vida depende de su
actitud hacia Dios. Usted está cosechando hoy lo que sembró ayer, y
por lo tanto, cosechará mañana lo que siembre hoy. Y este es el
secreto de la victoria: sembrar la obediencia a la Palabra de Dios.
Prédica obispo Paulo Roberto (ED32)
Domingo 29/02/99 – 10:00 hs.
La Biblia nos relata que, cuando el Señor Jesús fue muerto, hubo
una gran tristeza en toda la gente. Sus discípulos huyeron, porque
tuvieron miedo, y se ocultaron de todos, romanos y judíos. Y esto
fue porque su Señor estaba clavado en la cruz.
Pero el Señor Jesús había hecho una promesa. Debería cumplir
todo lo que el Padre le había encomendado, por eso moriría para
pagar por nuestros pecados y llevarse nuestras enfermedades, pero
resucitaría al tercer día.
A veces, cuando una persona lee las promesas que están escritas
en la Biblia, y está pasando dificultades, le cuesta confiar en ellas.
Y es porque no encuentra fuerzas para mantenerse firme y creer
que las cosas cambiarán.
Los discípulos escucharon la promesa de Jesús con respecto a su
resurrección, pero mientras El estaba en la cruz, y aún cuando fue
sacado de allí y puesto en el sepulcro, la desesperación invadía
sus corazones.
Y hay muchas personas que leerán estas palabras, que tienen fe en
Dios, pero están pasando por problemas. Quizás usted mismo esté
afligido, o aún desesperado... Y para que pueda vencer las
dificultades, no puede vivir según lo que sus ojos ven.
Si vivimos así, no conquistamos nada. Por eso, tenemos que vivir
por fe. Por la fe en la Palabra de Dios, y en sus promesas.
El primer domingo después de la muerte del Señor Jesús, las
mujeres que lo seguían fueron a su sepulcro, para llevar especias
aromáticas, y hallaron removida la piedra que cubría la entrada.
Cuando corrieron dentro, se pararon junto a ellas dos varones con
vestiduras resplandecientes. “...y como tuvieron temor, y bajaron
el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos
al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado...” (Lc 24:5-6).
Y esta es la noticia más importante que en ese momento las
mujeres, y luego toda la humanidad, han podido recibir. ¡Nuestro
Señor resucitó y está vivo, porque la muerte no ha podido
prevalecer sobre él!
Por eso, si usted quiere ser un vencedor, ser victorioso y
bendecido en todo lo que emprenda, su fe tiene que estar
únicamente en el Señor Jesús, pues sólo El puede darle vida.
“¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun,
el que también resucitó, el que además está sentado a la diestra
de Dios, el que también intercede por nosotros” (Ro 8:34).
Pero no es porque nuestra fe está en el Señor Jesús que no
pasaremos por luchas. Ellas vendrán, pero “antes, en todas estas
cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos
amó” (Ro 8:37).
Usted, estimado lector, por su fe en el Señor Jesús, se convierte en
más que un vencedor, porque puede conquistar aún lo que parece
imposible para su vida.
Yo no sé cómo vive usted. Tampoco conozco su aflicción. Pero
una cosa le puedo asegurar, con total convicción en mi corazón:
todo lo que hasta ahora ha sido imposible para usted, para este
Jesús vivo, es totalmente posible.
Si Abraham y Sara tuvieron un hijo en su vejez, teniendo él 100
años y ella 90; si Josué derribó las murallas de Jericó; si David
derrotó al gigante Goliat; si Gedeón derrotó los enemigos de
Israel; y todo esto en el pasado, antes que el Señor Jesús fuera
entregado por nosotros, ¡cuánto más ahora existe la posibilidad
que se produzcan milagros!
En la época de Gedeón, el pueblo de Israel estaba viviendo una
gran miseria. Todo lo que el pueblo sembraba, se lo llevaban los
madianitas. Había hambre, y el pueblo comenzó a clamar a Dios,
y Dios envió su ángel a Gedeón, “y el ángel del Señor se le
apareció, y le dijo: El Señor está contigo, varón esforzado y
valiente” (Jue 6:12).
Dios le hizo una promesa a Gedeón, pero él estaba enojado por la
situación que todo el pueblo de Israel estaba atravesando, así que
enfrentó a Dios y le preguntó: “...¿Y dónde están todas sus
maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No
nos sacó el Señor de Egipto? Y ahora el Señor nos ha
desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas”
(Jue 6:13).
El estaba totalmente disconforme con los acontecimientos. Y es
así como usted también debe proceder. Usted debe hablar con
Dios, reclamando un cambio en su vida. No puede resignarse,
pensando, quizás, que le toca sufrir... ¡No! Rebélese contra la
situación, y así lograra cambiarla, por la fe.
Dios le dijo a Gedeón: “... Vé con esta tu fuerza, y salvarás a
Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?” (Jue
6:14).
Si Dios está con nosotros, podemos todo. Pero para que el Señor
pueda manifestar su poder, tenemos que entregarnos de cuerpo,
alma y espíritu a El. Y, si es así, usted no puede desesperarse,
pues debe confiar que su vida está en las manos de Dios.
Jesús ha dicho que ha venido para dar vida y vida en abundancia.
Y esto significa que tendrá victoria en todo, que usted será sano,
fuerte, próspero...
Quizás usted diga: “Obispo, pero a mí los médicos me han
desahuciado...” Pero, recuerde esto: donde finalizan los recursos
humanos, comienzan los divinos. Y es en esta fe que tenemos que
vivir. Tendrá que luchar, pero con la fe en Jesús, Dios le abrirá
todas las puertas, y será siempre un vencedor.
“Estas cosas os he hablado para que tengáis paz. En el mundo
tendréis aflicción; pero confiad, Yo he vencido al mundo” (Jn
16:33).
Prédica obispo Paulo Roberto (ed38)
Domingo 11/04/99 – 10:00 hs.
“Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, los hijos de
Israel, que gemían a causa de la servidumbre, clamaron; y subió a Dios el
clamor de ellos desde lo profundo de su servidumbre. Dios oyó el gemido de
ellos y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. Y miró Dios a los
hijos de Israel, y conoció su condición” (Ex 2: 23-25).
La oración es una conversación con Dios, pero el clamor es un pedido de
ayuda, el grito de una persona que ya no soporta las aflicciones y la
desesperación, pidiendo al Señor con todas sus fuerzas para que cese el
sufrimiento.
Dios había hecho un pacto, pues había prometido que haría de la descendencia
de Abraham un pueblo próspero y numeroso. Pero, mientras el pueblo de
Israel estuvo en Egipto, aceptando la situación y sin rebelarse contra la
opresión de la que eran víctimas, Dios no pudo librarlos.
Dios quiere bendecirnos y darnos la victoria en todo. Lo único que desea es
que Sus hijos sean personas fuertes, sanas y prósperas, y que nos convirtamos
en la luz del mundo. Pero, ¿cómo se puede ser luz, si se vive fracasado,
hundido en la derrota?
Estimado lector, usted solamente puede ser “luz” en este mundo, si su vida es
un ejemplo, un testimonio vivo del poder de Dios.
¿Por qué hablamos tanto de Abraham, Isaac, Jacob o David? Porque estos
hombres fueron un ejemplo de fe, y se transformaron en conquistadores.
Dios no tiene “hijos privilegiados”, a los cuales quiere bendecir, pues no hace
acepción de personas. No es un Dios injusto, pues delante de El todos somos
iguales. El no observa el nivel cultural, la condición económica, o su
apariencia, sino que lo más importante para Dios es la fe. Y si usted, amigo
lector, manifiesta esta fe, volviéndose a El con todas sus fuerzas y lanzándose
en Sus brazos, Dios se manifestará en su vida, haciendo cosas grandes. Pero,
usted debe hacer su parte, pues existen cosas que dependen exclusivamente de
cada uno de nosotros. Es a través de nuestra actitud que nos convertiremos en
vencedores, o derrotados...
El pueblo de Israel reaccionó, clamando, y el Señor los escuchó. Se apareció
delante de Moisés, en medio a una zarza que ardía sin consumirse, y dijo:
“...Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su
clamor a causa de sus opresores, pues he conocido sus angustias. Por eso he
descendido par librarlos de manos de los egipcios y sacarlos de aquella
tierra a una tierra buena y ancha, a una tierra que fluye leche y miel...” (Ex
3:7-8).
Dios ya estaba al tanto del sufrimiento que estaba viviendo el pueblo de Israel
pero, hasta que ellos no clamaron pidiendo ayuda, volviéndose a El, no pudo
hacer nada. Esto nos demuestra que, aunque Dios conozca nuestras
necesidades, pues El sabe todo, nosotros tenemos una vital participación en la
realización de un milagro. Si no nos volvemos a El, buscándolo, sacrificando
y clamando, no podemos conquistar nada.
Dios, por medio del profeta Moisés, en aquella época sacó a Su pueblo de
Egipto, que caminó en el desierto hacia la Tierra Prometida. En el desierto,
tuvieron que enfrentar numerosas luchas, porque satanás intentó de muchas
maneras impedir que ellos conquistaran la promesa de Dios. Muchos se
rebelaron, quejándose porque no entraron de inmediato al lugar que el Señor
los había enviado. Y no fueron todos los que luego tomaron posesión de
aquella tierra, sino solamente los que se mantuvieron firmes en la fe, los que
confiaron y perseveraron hasta el fin.
Dios no hace las cosas de la noche a la mañana... Estimado lector, no crea que
una vez que comience a buscar a Dios, sus problemas quedarán
automáticamente resueltos. Usted habrá dado un paso importante al comenzar
a clamar, a sacrificar, a sembrar... Pero toda semilla tiene un tiempo para
germinar, crecer y dar sus frutos. Nadie siembra hoy y cosecha hoy. Todo
tiene su tiempo. Por eso, amigo lector, si usted también vive por la fe, debe
saber esperar ese momento.
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su
hora...” (Ec 3:1).
El pueblo de Israel siguió en el desierto, creyendo firmemente en que tomaría
posesión de la tierra que Dios había prometido. Aquellos que tuvieron dudas,
que no perseveraron, no consiguieron lo que esperaban; pero aquellos que
confiaron hasta el fin, entraron en este lugar.
“De esta manera dio el Señor a Israel toda la tierra que había jurado dar a
sus padres... No faltó ni una palabra de todas las buenas promesas que el
Señor había hecho a la casa de Israel. Todo se cumplió” (Jos 21:43-45).
Y así como lo hizo con el pueblo de Israel, lo hará con nosotros. Dios quiere
cumplir cada una de sus promesas en nuestras vidas. Por eso es necesario que
vivamos confiados, descansando en El, tomando posesión de las bendiciones
por la fe, seguros de ser ya conquistadores.
Prédica obispo Paulo Roberto (ED53)
Domingo 25/07/99 – 10:00 hs.
Cuando el Señor Jesús murió, quitaron su cuerpo de la cruz, y José de Arimatea, hombre
rico y discípulo del Señor, lo colocó en el sepulcro que pertenecía a su familia. Al tercer
día, domingo por la mañana, María Magdalena y otras mujeres que servían a Jesús, fueron
al sepulcro. “Hallaron removida la piedra del sepulcro y, entrando, no hallaron el cuerpo
del Señor Jesús. Aconteció que estando ellas perplejas por esto, se pararon junto a ellas
dos varones con vestiduras resplandecientes; y como tuvieron temor y bajaron el rostro a
tierra, les dijeron: - ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino
que ha resucitado” (Lc 24:2-6).
Fue la noticia más importante y gloriosa que recibieron. El Señor Jesús resucitó, venciendo
la muerte...
Nosotros, los cristianos, por este hecho podemos vivir seguros y en paz, sin temer a nada y
a nadie. Tenemos un Dios poderoso y omnipotente, que puede también resucitar a aquellos
que están en este mundo como muertos vivientes. Y quizás, amigo lector, esta sea su
situación actual...
¿Cuántas personas están viviendo así, aunque su corazón siga latiendo y su mente
trabajando, están enfermas, viviendo a base de medicamentos y gimiendo por los dolores?
Existen personas que prefieren estar en la calle con los amigos, jugando o tomando, porque
en sus casas no hay paz... Existen matrimonios, que conviven como amigos, durmiendo en
habitaciones separadas, o quizás en la misma, pero dándose la espalda... Muchas personas
viven un tormento en su hogar, peleándose y agrediéndose, o estando bajo el mismo techo
como extraños... ¿Todo esto es vida?
¿Cuántas personas están viviendo en la más cruel de las miserias, no teniendo qué comer, o
con qué cubrirse?
El Señor Jesús vino para darnos vida, para hacernos prósperos, fuertes y sanos, con paz en
la familia... Él tiene toda autoridad y poder sobre los cielos y la tierra, y para cambiar su
vida y la de sus familiares, estimado lector.
Desgraciadamente, existe mucha gente que no sabe lo que es vivir... No valoran la vida,
porque no la conocen. Pero Dios puede cambiar esta situación, porque cuando el Señor
Jesús venció la muerte, nuestros problemas se terminaron. Tenemos un Dios con el que
podemos contar en todo momento, que está siempre alerta a nuestras necesidades y quiere
ayudarnos. Pero, el Señor no puede hacer nada si no lo buscamos y procuramos vivir de
acuerdo a Su Palabra y Sus enseñanzas. Debemos dejar nuestras antiguas costumbres, y los
caminos errados y volvernos a Él de corazón. Si el Señor Jesús murió y resucitó, no
podemos estar postrados delante de un Dios muerto, pidiendo bendiciones... ¿Cuántas
personas están buscando aún entre los muertos a Aquel que vive? Y no consiguen respuesta
a sus problemas, aún cuando se derramen en llanto delante de él.
Es sumamente triste ver que las personas hacen filas interminables, esperando horas, para
ver a alguien que está muerto, esperando un milagro. Pero, estimado lector, sepa que, si el
Señor Jesús no hace, nadie puede hacer...
No tenemos la mínima intención de hablar en contra a alguna religión o persona en
particular, sino que simplemente deseamos enseñarles la verdadera Palabra de Dios, que es
la única que otorga libertad. Si usted vive en el engaño, nada podrá conquistar. Usted
elige...
¿Escuchó hablar del fanatismo? El fanático no piensa... Pero aquí, en la Iglesia Universal,
las personas no son fanáticas, porque se les enseña a pensar, mostrándoles la verdad con
respecto a la Palabra de Dios, y cada uno toma su propia decisión.
El Señor Jesús es Espíritu y Vida, por eso no podemos verlo. La cruz vacía es apenas un
símbolo, que habla de Su resurrección...
Por eso, amigo lector, usted debe invocar al Señor en espíritu y en verdad, buscándolo con
todo su corazón, porque Él es el único que puede cambiar su vida.
Yo no puedo salvar mi propia vida, ni tampoco ninguno de los pastores. Solamente Jesús
puede. Tampoco somos sanadores, sino hombres de Dios, que enseñamos Su Palabra e
invocamos el nombre de Jesús, porque quien realiza los milagros es Él. Imponemos
nuestras manos sobre los enfermos, pero es el Señor Jesús quien cura. Clamamos en favor
de los afligidos, pero el Señor Jesús los libera. Solamente Él... No hubo otro que haya
vencido la muerte.
Nuestra fe no está en los hombres de Dios del pasado. Seguimos sus consejos sí, al igual
que sus ejemplos relatados en la Biblia, pero ellos también invocaban solamente el nombre
de Jesús.
El Señor Jesús cargó en su cuerpo herido nuestras enfermedades y derramó Su sangre
preciosa en la cruz, para que fuéramos perdonados y purificados, y por Su sacrificio
tenemos acceso al Padre.
Por eso, estimado lector, cuando tenga alguna necesidad, tiene que clamar a Dios Padre en
el nombre de Jesús.
Si usted, estimado lector, se entrega de todo corazón al Señor, cumpliendo con todos sus
mandamientos, Él le otorgará todo lo que necesita y desea. La única exigencia es que
dependamos totalmente de Él. Si usted abre su corazón, volviéndose a Dios y creyendo en
Jesús como dicen las Escrituras, tendrá vida, y la tendrá en abundancia.
“Si alguien tiene sed, venga a Mí y beba. El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su
interior brotarán ríos de agua viva” (Jn 7:37-38).
Prédica obispo Paulo Roberto (ed54)
Domingo 01/08/99 – 10:00 hs.
“De cierto, de cierto os digo: El que en Mí cree, las obras que yo hago, él también las
hará; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre. Todo lo que pidáis al Padre en Mi
nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo” (Jn 14:12-13).
Dios sólo es glorificado cuando somos vencedores y bendecidos. Un padre no puede ser
glorificado cuando su hijo es fracasado, ¿no es verdad? Si usted, amigo lector, tuviese un
hijo que vive enfermo, envuelto en las drogas, o en la miseria, ¿no se sentiría avergonzado
y humillado también? Lo mismo sucede con Dios, porque si nosotros estamos llenos de
problemas, de vicios, de sufrimientos y miseria, Él no es glorificado, porque lo es en
nuestra fuerza, y no en nuestra debilidad.
Jesús dijo que haría todas las cosas que le pidiéramos al Padre en Su nombre. Y esto
implica “todo”: su sanidad, su liberación espiritual, la salvación de su familia, de su
matrimonio... El único requisito es pedir en el nombre de Jesús, porque este es el nombre
que es sobre todos los nombres, porque es el único que murió y resucitó, y hoy está vivo.
Él quiere que usted, estimado lector, sea un vencedor en todos los aspectos de su vida, y
que reciba todo lo que anhela su corazón. Pero, existen muchas cosas que Dios no puede
hacer, si nosotros no hacemos nuestra parte, ya que tenemos una participación en el
milagro. Y cuando me refiero a un milagro, hablo de cosas grandes, porque la sanidad de
alguna enfermedad es sólo una gota de agua en comparación con lo que Dios quiere hacer
en nuestras vidas.
El quiere que usted sea una persona próspera, que sea “cabeza”, pero para obtener esto,
amigo lector, debe obedecer a la Palabra de Dios, y ser fiel a las enseñanzas del Señor
Jesús.
En una ocasión, el Señor Jesús envió a sus discípulos delante de él, en una barca, mientras
despedía a la multitud. Luego se retiró a orar, y la barca, en el medio del mar, estaba siendo
azotada por las olas. Entonces Jesús fue andando sobre las aguas hacia ellos, y sus
discípulos, cuando lo vieron, se asustaron, pensando que era un fantasma. Pero el Señor los
tranquilizó, diciéndoles que era Él. Pedro le dijo que le permitiera ir a su encuentro sobre
las aguas, y Jesús lo llamó, pero al comenzar a caminar, Pedro hizo caso al viento fuerte y,
temiendo, empezó a hundirse. El Señor Jesús, extendiéndole su mano, le preguntó por qué
había dudado. Y cuando los dos subieron a la barca, el viento se calmó. Y todos admitieron
que Él era el Hijo de Dios (Mt 14:22-33).
Mientras los discípulos estaban con Jesús, todo estaba tranquilo y el viento era favorable.
Pero cuando se alejaron de Él, el viento se volvió contrario, comenzando los problemas.
Tuvieron miedo, y Pedro, al ver a Jesús, le pidió algo imposible, como caminar sobre las
aguas, y el Señor se lo concedió. Pero, una vez sobre el mar, cuando desvió su mirada de
Jesús para depositar su atención sobre el viento que arreciaba, comenzó a hundirse. ¿Y
cuántas personas están hundiéndose en este mundo, fracasando y siendo destruidas en todos
los aspectos, porque han desviado su mirada del Señor Jesús? Muchas de ellas tienen fe, y
concurren a una iglesia o pertenecen a una religión, pero no por esto sus vidas cambiarán, si
no obedecen la Palabra de Dios.
Estimado lector, le voy a ser sincero. Usted puede concurrir a la Iglesia, pero si no cumple
con las enseñanzas de la Palabra de Dios, Él no puede ayudarle. Somos ramas de una vid y,
para que podamos dar frutos, debemos estar apegados a la Vid. ¿Alguna vez observó alguna
rama desgajada dar frutos? No, porque está muerta. Y así son muchos, que están fuera de la
Vid, y no pueden dar frutos...
Nuestra Vid es el Señor Jesús, y solamente podemos dar frutos de victoria, si estamos
apegados a Él, constantemente en Su presencia.
“Permaneced en Mí, y Yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí
mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en Mí. Yo soy
la Vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en Mí y yo en él, este lleva mucho fruto,
porque separados de mí nada podéis hacer” (Jn 15:4-5).
Quizás usted, amigo lector, intentó hacer tantas cosas en la vida, luchando hasta el
cansancio, y no conquistó nada, porque estaba separado de Jesús... Tal vez siempre tuvo
una religión, pero esto no le sirvió, porque no sabía que tenía que estar apegado a la Vid,
que es el Señor Jesús... Es muy probable que muchas veces haya pensado que su sabiduría e
inteligencia o su formación profesional le iban a otorgar lo que necesitaba, pero no fue así,
porque usted confió en la fuerza de su propio brazo, y nunca consiguió nada...
Le confieso una cosa: personalmente, cada vez que he intentado hacer algo por mi propia
fuerza, no he logrado nada. Muchas veces intenté usar mi propia inteligencia para hacer
determinadas cosas, pero he fallado, porque quien hace la obra, es el Espíritu Santo. Él es
quien abre las puertas, y por eso todos debemos aprender a vivir en dependencia con
respecto a Dios.
Dios puede todo, y para Él no hay nada imposible. Usted, amigo lector, puede estar en estos
momentos viviendo en la peor de las miserias pero, el día de mañana, podrá ser muy
próspero. Tal vez hoy esté viviendo de préstamos, pero mañana podrá prestar a muchos, sin
tener que pedir a nadie. Hoy puede estar desahuciado por los médicos, pero mañana puede
ser una persona completamente sana. Quizás usted esté hoy con su matrimonio destruido,
pero mañana Dios lo recompondrá.... El único requisito es obedecer la Palabra de Dios, y El
lo bendecirá.
“Si permanecéis en Mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis
y os será hecho” (Jn 15:7).
Palabra Obispo Paulo Roberto (Ed55)
Fortalecidos en Dios
Cuando Moisés, bajo el liderazgo de Dios, condujo al pueblo de Israel para
fuera de Egipto, fue con la promesa de que irían a tomar posesión de una tierra
que manaba leche y miel. Una tierra donada por Dios. Una tierra donde se
pudiese permanecer libre de las agruras por las cuales habían pasado en la
tierra del faraón.
Ahora, 40 años después, prontos a pasar el río Jordán y conquistar la tierra
prometida, Moisés, el gran líder de Israel estaba muerto, y Josué, juntamente
con el pueblo, estaba abatido.
Vea bien: Moisés estaba muerto y Dios no podría usarlo más, justamente
porque el Altísimo no puede usar a quien está muerto. Los muertos no pueden
responder a nuestras oraciones, no pueden hacer nada por nosotros. Eso deja
claro que no sirve invocar a quien está muerto. Entonces Dios le dijo a Josué,
“así seré contigo; no te dejaré, ni te desampararé” (Josué 1:5).
Dios le dijo a Josué que no debería abatirse, ya que estando Moisés muerto,
era él quien estaría con la incumbencia de conducir al pueblo para cruzar el
Jordán, para tomar posesión de la tierra que había sido prometida a los
patriarcas, y también a Moisés.
Hoy en día Dios no habla más con Josué o con Moisés, sino que con cada
cristiano en particular. El Señor prometió a Josué que nadie podría resistirlo
por todos los días de su vida. Entonces, si usted confía en las promesas de
Dios, nadie tendrá fuerzas para importunarlo, pues el Altísimo estará a su lado
constantemente.
Cuando vivimos por la fe, confiados en la protección divina, no hay magia,
brujería, ningún enemigo que nos puede vencer. Estamos fortalecidos por la
Palabra de Dios. Estamos en las manos del Creador.
El siervo fiel no puede ser una persona insegura, miedosa, que no se fortalece
en Dios. Cuando el Señor le dijo a Josué: “Sé fuerte y valiente”, Él dijo que
Josué debía fortalecerse en Sus promesas, creer que él estaría guardándolo y
guiándolo en todos sus emprendimientos.
Pueden surgir luchas, dificultades, el enemigo levantar falsas acusaciones, que
el siervo fiel estará fortalecido en las grandiosas promesas de Dios.
¿Qué es fortalecerse en Dios? Es creer, de todo corazón, en lo que está escrito
en la Biblia. Es vivir seguro y convencido de que la Palabra del Señor se
cumplirá en la vida de cada persona que lo busca en espíritu y en verdad.
El salmista dice que el Señor es nuestra luz y nuestra salvación. Esta es la
confianza que todo cristiano debe tener. El Señor mismo dice: “Nadie podrá
resistir todos los días de tu vida… no te dejaré ni te desampararé” (Josué 1:5)
Prédica obispo Paulo Roberto (ED56)
Domingo 15/08/99 – 10:00 hs.
Nosotros hoy somos la Iglesia del nuevo testamento, la Iglesia del Señor
Jesús, que tiene una semejanza grande con la Iglesia del antiguo testamento,
una gran semejanza con el pueblo de Israel que estaba esclavizado en Egipto.
Nosotros también vivíamos en el Egipto espiritual. Egipto para el pueblo de
Israel significaba la opresión, la miseria, el dolor; el pueblo no tenía libertad
para nada. Y hay muchas personas que antes de conocer al Señor Jesús
estaban viviendo en la miseria, fracasadas, en la opresión, en la esclavitud,
tenían una vida destruida.
Aún hay muchas personas que están viviendo con problemas, están luchando
para vencer a los problemas, y así como Dios libró a Su pueblo, Dios nos
liberó también a nosotros. Y usted, que está oprimido, Dios quiere liberarlo,
pero es necesario que esté firme en las promesas de Dios, usted no puede dejar
que la duda entre en su corazón; la duda no es de Dios, es de satanás. Toda
palabra negativa, todo pensamiento negativo, de derrota, de fracaso es del
diablo. Pero cuando Ud. sólo tiene oídos para la Palabra de Dios entonces, Ud.
esta capacitado para vencer. Para esto Dios nos ha dado las condiciones.
Todos nosotros podemos ser vencedores, no importa el nivel cultural, Dios no
hace acepciones, lo que a Él le importa es la fe, que Ud. esté confiado en su
palabra, que persevere, que luche.
El apóstol Pablo dijo (Ef 6:10): “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en
el Señor y en su fuerza poderosa”.
Esto quiere decir que hay que estar firme en las promesas del Señor Jesús.
Nosotros tenemos que fortalecernos de lo que dice la Palabra de Dios.
Vivimos en un mundo malo, en un mundo negativo, lleno de dudas, de
problemas, de sufrimientos, donde Satanás trabaja para destruir a las personas,
para alejarlas de al lado de Dios, y la única manera para vencer es estar
fortalecidos en lo que dice Su Palabra. Es vivir por la fe, porque si nosotros
vivimos por la vista, si miramos hacia las dificultades, hacia las aflicciones,
entonces vamos a flaquear, no vamos a conseguir nada; porque hay muchos
problemas y situaciones que pasamos en los que nosotros no vemos una
salida, no sabemos cómo vencer. Hay momentos en los cuales no tenemos la
situación humana para cambiar nuestra realidad, no tenemos fuerzas ni
capacidad, no tenemos ninguna posibilidad humana de vencer. Muchas veces,
los enemigos y las situaciones son más fuertes que nosotros, entonces siempre
tenemos que mirar lo que dice la Biblia, fortalecernos en Dios, cerrar los oídos
para las palabras negativas, de dudas que escuchamos constantemente en este
mundo.
Satanás va a usar a íntimos, personas cercanas cuya palabra tiene peso, tiene
valor para usted. El es espíritu, no descansa, no tiene feriados, satanás no
duerme, trabaja las 24 hs por días. Nosotros muchas veces necesitamos
descansar, necesitamos dormir, pero mientras tanto satanás está trabajando,
maquinando, buscando una manera para destruir a las personas. Y sólo es
posible vencer si estamos firmes en las palabras del Señor Jesús.
Pablo continuó diciendo: “vestios de toda la armadura de Dios, para que
podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos luchas
contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, sino contra
los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de
maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios,
para que podáis resistir en el día malo y, habiendo acabado todo, estar firmes”.
Todos tenemos ese día malo, ese día más difícil, de mayor lucha, en los que
enfrentamos una mayor tentación, en los que nos encontramos un poco
bajoniados, debilitados, desanimados.
Normalmente son en esos días que satanás ataca más, entonces debemos tener
toda la armadura de Dios. La Biblia dice: “estad pues firmes, ceñidos vuestros
lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia”. Por esto, tenemos
que ser verdaderos. La persona que quiere seguir a Jesús, que quiere vencer
pero vive en la mentira no logrará su objetivo. Esta es la razón por la muchas
personas tardan en conquistar la bendición de Dios. Si bien hay personas que
no comprenden por qué participan de campañas, de votos, hacen sus
sacrificios pero no conquistan nada, es decir no sucede lo que las personas
esperan. Ellas dicen: “yo hice mi sacrificio, mi voto, mi ofrenda, y por qué no
encuentro una respuesta para mi vida”. Mucha gente piensa que solamente
haciendo un voto, una petición, que todo cambiará, que el milagro sucederá en
su vida. Lo que ocurre es que la persona sigue engañando a sus semejantes, a
su mujer, a su marido, engañando a sus padres, a su jefe. Es decir, vive en la
mentira, lamentablemente hay personas que tienen placer al mentir, les
encanta inventar historias. Son muchos los que viven buscando dioses falsos,
viven en la mentira. Por lo tanto, es muy importante estar ceñidos de la verdad
para poder vencer, andar en la verdad; esto significa estar vestido con la
coraza de justicia. Uno tiene que tratar de ser justo en las cosas que hace ya
que Dios no se agrada de la injusticia; Ud. tiene que ser justo con sus
compañeros, con las personas, con sus familiares, hasta tiene que ser justo
consigo mismo. Dios es amor, pero sobre todo es justicia.
Tenemos que estar preparados con el evangelio, para que podamos caminar de
acuerdo con la voluntad de Dios, para no seguir el curso de este mundo, no
seguir su visión sino encaminarnos en las pisadas de nuestro señor Jesús. Este
mundo nos presenta muchos caminos, y una de las mayores mentiras de
satanás es decir que todos los caminos llevan a Dios. No! Caminos distintos
llevan a lugares distintos. Jesús dijo: “yo soy el camino, la verdad y la vida.
Nadie viene al padre sino por mí”(Juan 14:6).
Si sólo Jesús es el camino, entonces tenemos que seguir los caminos de Él,
andar de acuerdo con Sus enseñanzas, andar encaminados según el evangelio.
Usted tiene que estar con el casco de la salvación, usted necesita estar con sus
pensamientos inclinados en las cosas de Dios, porque si su pensamiento está
dirigido hacia otras cosas, usted estará desprotegido. Ese casco que da la
protección es para que usted mantenga sus intenciones siempre de acuerdo con
las cosas de Dios. No se puede pensar en las cosas de Dios sólo cuando se está
en la Iglesia, hay mucha gente que sólo se acuerda de Dios cuando concurre a
la Iglesia; cuando esta afuera está ocupada en otras cosas. No es que la
persona no tenga fe, no es que no le guste la Palabra de Dios, tampoco es
porque no cree en Dios; lo que pasa es que ella no ocupa sus pensamientos
con las cosas de Dios, y de esta manera ella se convierte en una persona
desprotegida, débil, que puede ser convencida fácilmente por Satanás para que
se desvíe de los caminos de Dios. Es decir, esta persona puede encontrar a
alguien (usado por Satanás) que le “hará la cabeza” y la convencerá para que
se aleje de Dios, que no sirve para nada, que no mejorará nada, que no vale la
pena, que luchara en vano. Muchas palabras son las que la bombardearán, y
ella caerá en ese ataque del diablo, porque está desligada de las cosas de Dios,
su pensamiento no tiene nada que ver con Dios. Ella vive pensando en los
placeres de este mundo.
Nosotros tenemos que estar siempre apoyados en la palabra de Dios, porque es
por ella que podemos vencer a satanás, que podemos resistirlo. Jesús resistió
al diablo usando la Palabra de Dios, después de ayunar 40 días y 40 noches,
naturalmente tuvo hambre, y Satanás le dijo que si Él era hijo de Dios, que
dijera a las piedras que se convirtieran en pan.
Jesús, por supuesto era el hijo de Dios, era el propio Dios; pero en este mundo
estaba como hombre y no podía usar Su poder en su propio beneficio. Jesús no
podía aceptar esa sugerencia de Satanás, él tendría que resistir; pero él estaba
como hombre, tenía hambre, estaba débil. Pero venció usando la espada del
espíritu: “Satanás, está escrito, no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda
Palabra que sale de la boca de Dios”. Por tres veces Jesús usó la palabra de
Dios, usó la expresión está escrito’. Esto hizo que Satanás lo dejara y que no
pudiera prevalecer sobre Él. Amigo mío, amiga mía, nosotros tenemos que
estar siempre llenos del Espíritu, nosotros tenemos que estar siempre firmes en
la Palabra de Dios.
El apóstol Pablo dijo que en Cristo somos más que vencedores, la victoria es
nuestra. Ud. es un vencedor. Quizás usted diga: ¿Pero yo estoy sufriendo,
estoy con tantos problemas en mi vida, en el trabajo de salud?
Sí, usted también es un vencedor. Jesús compró nuestra victoria dando Su vida
en la cruz. Compró nuestra liberación, nuestra salvación. Él ya derrotó al
diablo por nosotros, pero eso no significa que la victoria vendrá
automáticamente sobre su vida, no significa que las bendiciones caerán del
cielo, sin que Ud. haga su parte, sin que luche.
Hay mucha gente que piensa que si Jesús compró la victoria, ésta va a suceder
naturalmente, sin que ellos tengan que esforzarse. “Si Jesús ya hizo su
sacrificio, entonces yo no tengo que sacrificar”, esto es una equivocación, hay
mucha gente que está sufriendo, y muchos son cristianos, hay personas que
concurren a las iglesias, personas que creen en Dios pero que están sufriendo,
que están fracasadas, que no conquistan nada porque piensan que Dios va a
hacer todo sin que ellas tengan que luchar. Nosotros tenemos que luchar, el
Espíritu Santo es quien nos ha dado las condiciones para vencer; nosotros no
tenemos condición de nada, si miramos para nuestra condición no vamos a
conquistar, el Espíritu Santo da poder para que uno pueda conquistar, pero uno
tiene que hacer su parte. Dios no trabaja solo, trabaja junto con el hombre,
para que el milagro acontezca, el 50 % depende de nosotros y el 50 % restante
depende de Dios.
Cuando Dios mandó a Gedeón a luchar en contra de los enemigos, Gedeón
dijo: “Señor con qué salvaré a Israel, yo soy de la familia más pobre de
Manaces, yo soy el menor de la casa de mi padre”.
Si nosotros miramos para la condición de Gedeón él no era nadie, era un
hombre como cualquier otro. Pero Dios le dijo: “yo estoy contigo y derrotaras
a los madianitas como a un sólo hombre”. Gedeón no tenía condición para
vencer, pero Dios prometió que estaría con él. Que fuera a la batalla confiando
en Él, porque Él estaría a su lado. Dios iba a actuar a partir del momento que
Gedeón hiciera su parte: salir a la lucha. Dios no iba a luchar en su lugar. Cada
uno de nosotros tiene que hacer su parte.
También Dios cuando entregó a Josué la tierra de Canaá, Él dijo: “Josué,
nadie te podrá ser frente en todos los días de tu vida, se fuerte, se esforzado y
valiente”.
Él tenía que tomar posesión de la tierra, tendría que caminar por la fe, tendría
que poner su fe en acción para que aconteciera el milagro.
El hecho de ser cristiano, de estar en la Iglesia, no significa que se va a vencer
sí o sí. Se va a vencer si se lucha, si se persevera, si se permanece firme en la
Palabra de Dios, si no se desanima, no desmaya delante de las luchas. Se va a
vencer si no pierde la fe si la bendición no viene en el momento que uno
quiere. Hay mucha gente que no tiene paciencia, la gente quiere que la
bendición venga de un día para el otro, y no es así.
Nosotros vamos a viajar hacia la tierra santa, a la fuente de Gedeón y vamos a
llevar grabada su petición, y Ud. va a clamar a Dios. Y Dios va a escuchar su
clamor, pero no significa que Ud. despertara al otro día con sus deudas
canceladas. No despertará prosperado con su negocio. ¡No!. Usted va a tener
que trabajar, y Dios le dará sabiduría para que Ud. pueda desarrollar su
trabajo, el Espíritu Santo le dará visión para que las cosas progresen en su
vida; pero Ud. tendrá que trabajar, nadie prosperara sin trabajar.
Haga la experiencia de confiar en Dios, quedándose en su casa sin hacer nada.
¿Sabe lo que ocurrirá? Usted morirá de hambre. Sí, porque usted tiene que
hacer su parte, tiene que actuar la fe, tiene que luchar. Dios le dará sabiduría
para que pueda conquistar.
Zanzón tuvo que luchar con un león, después de matarlo, recién ahí, sacó la
miel que estaba adentro del animal. Es decir Zanzón para poder comer de la
miel, tuvo que matar su león. Así nosotros tenemos que matar nuestro león a
cual matar; un león que impide que tomemos posesión de la miel, de la
bendición de Dios, usted tiene que vencer su león para disfrutar de la miel.
Este león que hay que vencer es satanás, él vive alrededor de las personas,
impidiendo que ellas conquisten, poniendo trabas para que la persona no
conquiste, y si nosotros desmayamos delante de las luchas no vamos a lograr
nada.
Si nosotros miramos para nuestra condición no haríamos nada. Porque... ¿por
qué condición tendríamos nosotros? Yo no soy mejor que nadie, yo no soy
perfecto, yo fallo, cometo errores, soy humano también.
Yo pido ayuda a Dios, dependo de Él, y voy por la fe, yo doy la cara.
Caminamos por la fe y Dios tiene que dar la condición. Nosotros estamos en
la radio, en la televisión; no tenemos condiciones de pagar los medios de
comunicación porque son muy caros. Pero nosotros entramos por la fe, y
vencemos este compromiso todos los meses también por la fe. Es Dios que
obra, nosotros luchamos, trabajamos, sacrificamos; ustedes también sacrifican.
Pero Dios bendice para que eso acontezca, nosotros vamos conquistando día
tras día por la fe. Muchas Iglesias fueron abiertas sin que tuviéramos
condiciones, entramos por la fe. Este lugar es envidiado por muchos. Todo es
obra de Dios, pero también sacrificamos, luchamos, actuamos por la fe, y Dios
bendijo, nos ha dado la gracia. Todo es por la fe.
Abraham (romanos 4: 18) creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a
ser padre de mucha gente, conforme de lo que se le había dicho, así será tu
descendencia.
Esto quiere decir que Abraham quería tener un hijo, pero el tiempo paso.
Abraham era grande y su mujer también, además era estéril. Pero Dios dijo
que él sería padre de muchas personas. Dios hizo una promesa a Abraham,
entonces por eso, el no dijo nada, él creyó. Dios estaba dando la promesa y el
se calló.
Dice también la Biblia: “... y no se debilito en la fe al considerar su cuerpo,
que estaba casi como muerto; o de la esterilidad de la matriz de Sara”.
No consideró su cuerpo, su condición, si él lo hubiese tomado en cuenta no
hubiese logrado nada.
Eso es lo que usted tiene que comprender: no podemos mirar para la condición
humana, tenemos que mirar para el poder de Dios.
“Tampoco dudo por incredulidad en la promesa de Dios, sino que se fortaleció
en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también
poderoso para hacer todo lo que le habían prometido”. Esto quiere decir que el
se fortaleció en fe, estando convencido que él podía hacer todo lo que se le
prometio. Usted debe estar convencido que Dios es fiel en todo lo que
prometio en su Palabra.
Pablo dijo: “en Cristo Jesús somos mas que vencedores”. Y yo soy mas que
vencedor. Usted tiene que ser mas que vencedor. No tiene que preocuparse por
macumbas, por brujerías, hechicerías. Si usted encuentra algo tirado en la
puerta de su casa, como por ejemplo aceite negro, tiene que decir “esta
amarrado en el nombre de Jesús”
No tiene que tener miedo a las amenazas, al diablo. No hay nada ni nadie que
pueda destruirlo, la única persona que puede destruirlo es usted mismo. Solo
usted tiene autoridad de destruirse. ¿Cómo? Si deja que la duda entre en su
corazón, si usted no cree en la promesa de Dios, si no lucha, si tiene un
espíritu derrotado, fracasado.
Hay el espíritu de Dios que actúa, pero también esta el del hombre. Cuando se
da oídos al espíritu de uno, a la carne, entonces se mete la pata. Cuando
dejamos que el espíritu de Dios actúa, se vence. Si mi espíritu es flojo nada se
conquistara, pero si el espíritu esta determinado, se conquistara.
Usted debe practicar la Palabra de Dios, y por la fe tomar posesión. Dios va a
dar la victoria sobre todos sus enemigos.
Abraham no tuvo sus hijos de la noche a la mañana, él tuvo que esperar, pero
él conquistó. Y cuando Dios pidió una prueba de fe, pidió un sacrificio
(porque en la iglesia, el sacrificio es una prueba de fe. Dios esta siempre
probando nuestra fe). Dios pidió el único hijo de Abraham, ese que espero
durante toda su vida, Abraham no vaciló, no dudo, él llevó a su hijo para que
fuera sacrificado. Entonces, Dios vio que el corazón de Abraham estaba
preparado para cosas grandes. Y Dios engrandeció a Abraham, multiplicó su
descendencia en la tierra.
Cuando la persona esta entregada en las manos de Dios, el milagro acontece.
Usted tiene que lanzarse. Fe es lanzarse a dios, es poner su vida en la
dependencia de Dios. Ahí es cuando Dios tiene que hacer la obra, cuando el
espíritu santo tiene que hacer el milagro en su vida. Porque Dios nunca
desampara a aquellos que confían en Él.
La Biblia esta llena de ejemplos de fe (hebreos 11), de hombres que
conquistaron en sus épocas porque actuaron su fe, y así como ellos
conquistaron, también nosotros podemos conquistar. Dios no cambio, su poder
es igual, Dios no se ha envejecido.
Lo que Dios quiere hacer es tan grande que no alcanzan las palabras para
explicarlo. Dios quiere hacer lo mismo que hizo en el pasado, pero Dios
cuan5te con nosotros. Él no va a usar la fe de los grandes hombres del pasado.
El no usara la fe del profeta Elías, que estaba solo y enfrento a 450 profetas de
Baar, el habló con el pueblo podía vivir entre dos pensamientos. Si el Señor es
Dios, seguidle; si es Baar, entonces ir en pos de él.
Él estaba llevando al pueblo a tomar una decisión, y nosotros estamos
queremos que Ud. tome la decisión que le cambiara la vida. Llega un
momento en el que hay que tomar su vida. Hay mucha gente que esta
convencida que Jesús es el Señor, que Él es el camino. Pero no esta
convertida, la conversión es una entrega total, cuando usted se lanza
totalmente a Dios en sus manos, cuando se pone en practica la Palabra de Dios
sin vacilar. Hay mucha gente que viene a la Iglesia Universal pero sigue
visitando a los pai de santos, a los brujos, se tira las cartas, lee los horóscopos,
que sigue prendiendo velas para los santos, que siguen postrándose ante una
imagen que no puede hacer nada (tiene oído y no oye, tiene ojos y no). Solo
Dios puede hacer, tenemos que invocar a ese Dios que es Espíritu, Él no es de
piedra, de yeso, usted no necesita postrarse ante una imagen. Si usted cree, si
cierra sus ojos y dice “Señor Jesús”, puede estar seguro que Dios esta ahí a su
lado, este donde este. Él hace la obra pero usted tiene que hacer su parte,
tomar una actitud de fe, seguir sus pasos, pasar a vivir totalmente de acuerdo
con lo que dice la Santa Palabra.
Hay mucha gente que tiene fe en su religión, esto no salva a nadie. Si usted
tiene fe en la Iglesia universal, en el obispo, usted no recibirá nada, usted tiene
que tener fe en Jesús. Si tiene fe en el hombre está totalmente perdido, porque
nosotros no podemos salvarnos ni a nosotros mismos.
Tiene que conocer la verdad, Jesús dijo que conoceríamos la verdad y la
verdad nos haría libres. Es usted y Jesús y nadie más. Usted y Dios. Usted
tiene que entregarse cuerpo, alma y espíritu.
Palabra Obispo Paulo Roberto (ED61)
Una prueba de fe
La victoria es algo que depende únicamente de su fe, de su determinación. Dios quiere bendecirlo, quiere que
usted sea un vencedor, quiere curar sus enfermedades, su vida; pero Dios depende de una actitud de fe, Él
espera que nosotros tengamos una fe firme, una certeza. Fe es certeza en el corazón, es convicción.
En el libro 2 Reyes, capitulo 18, dice que el pueblo de Israel estaba viviendo oprimido bajo el dominio de los
asirios, porque el pueblo había hecho lo malo ante los ojos de Dios. Y en esta época se levantó un rey bueno,
un rey que tenía a Dios, un rey que fue fiel a Dios, un rey llamado Ezequias.
La Biblia dice: “Ezequías hizo lo recto ante los ojos del Señor, conforme a todas las cosas que había hecho
David, su padre”
Hacer lo recto es obedecer lo que dice la Biblia, hacer conforme según lo que está escrito en la Palabra de
Dios, es uno ser fiel a la Palabra.
También dice la Biblia que Ezequias quitó los lugares altos, quebró las imágenes y cortó los símbolos de
Asera e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés. En el Señor, Dios de Israel, puso sus
esperanzas. Ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá.
Él puso en Dios su confianza, él acabó con uno de los mayores problemas del pueblo de Israel, la idolatría. En
el pueblo del antiguo testamento, se ve que el pueblo de Israel, siempre se inclinaba a otros dioses. Eso es el
pecado más grave, lo peor que hay para Dios es cuando usted adora una cosa o a alguien que no sea Dios.
Nosotros tenemos que adorar sólo a Dios, tenemos que buscar sólo a Dios, tenemos que invocar a aquel que
es nuestro único Señor, aquel que venció la muerte, que es Señor Jesús. No hay otro.
Por supuesto, que para que usted siga a Jesús, para que le sirva, para serle fiel, usted tendrá que pagar un
precio, y este es la renuncia que tendrá que hacer. Es abandonar los pecados, la idolatría, los caminos
equivocados, las cosas malas que practicaba. El precio es el sacrificio que usted tiene que hacer. Muchas
veces es decir no con su carne, cuando ella quiere decir sí, su carne a veces se inclina para lo que es malo,
nosotros no podemos dejarnos influenciar por la carne, por los sentimientos, por las emociones, tenemos que
vivir únicamente por fe. Por lo que dice la Palabra de Dios.
Ezequías hizo lo recto ante los ojos de Dios, destruyó todo lo que no agradaba a Dios y puso su confianza
completamente en el Dios de Israel. Ezequías se rebeló contra el rey de Asiria que oprimía a Israel en aquella
época. Así pasó a guardar los mandamientos del Señor y a donde quiera que él salía él prosperaba.
Satanás (que no duerme, que no descansa, que no tiene feriados) trabaja con la palabra de duda, la palabra
negativa, la palabra de muerte. Satanás intentó a través de los reyes de asirios poner dudas en el corazón de
Ezequías y quitar la confianza que pueblo había puesto en él. El pueblo confiaba en Ezequías, aceptó la
palabra de Ezequías, pero satanás intentó poner la duda en el corazón del pueblo, y mandó que Rabsaces,
oficial de los asirios, fuera a hablar en contra Ezequias al pueblo, fue para amenazar a Ezequías. A veces
cuando aceptamos a Jesús, satanas se levanta en contra de nosotros para intentar quitar la fe nuestro corazón.
Usted muchas veces vence algunos problemas y encuentran otras luchas, y que usted también vencerá si se
pone firme, si confía, si está seguro de lo que usted está haciendo, si usted está siendo sincero con Dios.
Los asirios sabían que Ezequías no tenía ninguna fuerza, ninguna capacidad humana para vencerles y dijeron
mas para el pueblo, dijo que este iba a comer su propio estiércol y beber su propia orina. Y dijo que no
escucharan a Ezequias, y que el rey de asiria les decía: “haced conmigo las paces y rendíos ante mí; que cada
una coma de su vid y de su higuera, y beba cada uno de las aguas de su pozo hasta que yo venga y los lleve a
una tierra como la vuestra, tierra de grano y de vino, tierra de pan y de viñas, tierra de olivas, de aceite y
miel. Viviréis y no moriréis. No oigas a Ezequías, porque os engaña cuando dice: “Señor nos librará”...
Él estaba prometiendo que el pueblo no iba a morir si seguían a los reyes de asiria, les decías que no hicieran
caso a las palabras de Ezequias. Es decir satanás engaña a través de las palabras. Muchas veces satanás
promete muchas cosas si la persona lo sigue, él promete que la persona no tendrá problemas, que encontrará
la solución; satanás quiere que la persona no crea en la Palabra de Dios, en lo que dice la Biblia.
Y continuó diciendo: “¿Acaso algunos de los dioses de las naciones han librado su tierra de manos del rey de
Asiria?”
Entonces los asirios mandaron una carta nombrando todas las naciones que ya habían sido destruidas, y de las
cuales sus dioses habían sido tirados al fuego por las manos asirias. Desafiaron el poder del Dios de Ezequías.
Ezequías en aquel momento tenía solamente dos opciones: se corvaba delante de los enemigos, o seguía
enfrentaba y confiaba en Dios, es decir mantenía su fe firme. ¿Qué era más fácil para Ezequías? ¿Humillarse
ante los enemigos, reconocer que se había equivocado para que Jerusalén no sea destruida, o poner en Dios su
confianza? Nosotros tenemos que aprender que muchas veces tenemos que escoger lo que aparentemente es
más difícil, tenemos que ser fuertes, valientes, determinados, no podemos corvarnos delante de las luchas de
las dificultades.
Ezequías tomó las cartas de mano de los embajadores y después que las leyó, subió a la casa del Señor y
clamó a Dios. Su fuerza fue la oración; llegó un momento en el que Ezequías no sabía más que hacer,
reconocía que no tenía capacidad para vencer a los enemigos, pero él creía en el Dios de lo imposible, en el
Dios vivo. Él subió a la casa del Señor para clamar. Entonces oró Ezequías delante del Señor diciendo:
“Señor, Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos, de la tierra. Tu
hiciste el cielo y la tierra. Inclina Señor, tu oído y oye, abre tus ojos y mira. Oye las palabras de Senaquerib
ha enviado a decirme para blasfemar contra el Dios viviente”. ( 2 R 19: 15).
Ezequías comenzó su oracion alabando a Dios, exaltando a Dios, es así como nosotros también debemos orar.
¿Usted entiende por qué los reyes prevalecieron sobre las naciones a las anteriormente se habían enfrentado?
Ellos prevalecieron, echaron sus fuegos a los dioses de esas naciones porque no eran dioses, porque eran obra
de manos de hombre, de piedra y de palo. Por eso fueron destruidos. Un dios de palo, de piedra, tiene odios
pero no oye, tiene boca pero no habla, tiene ojos pero no ve. No tiene espíritu, no tiene vida, no se mueve, no
puede dar un paso solo.
No es mi intención hablar mal de nadie, no quiero criticar a nadie; yo lo único que estoy haciendo es
enseñando la Palabra de Dios, yo no puedo dejar de que ustedes vivan equivocados. Jesús dijo conoceréis la
verdad y la verdad os hará libre”.
Dios quiere hacer cosas grandes, quizás usted viene a buscar a la Iglesia Universal una bendición que es
infinitamente más pequeña de la que Dios quiere hacer en su vida. Usted se tiene que entregar el 100% a
Jesús, no sirve entregarse por la mitad. Es como el matrimonio, la entrega tiene que ser total. Si no hay una
entrega total, el matrimonio tiene muchos problemas, así acontece con Jesús, hay que entregarse a Él de todo
corazón. Dios quiere toda su vida. Si Ud. da todo de usted Dios dará todo de Él también.
Ezequías también dijo: “Es verdad, Señor, que los reyes de Asiria han destruido las naciones y sus tierras, y
que han echado al fuego a sus dioses, por cuanto ellos no eran dioses, sino obra de manos humanas, de
madera o de piedra, y por eso los destruyeron. Ahora, pues, Señor sálvanos, te ruego, de sus manos, para que
sepan todos los reinos de la tierra que sólo tu, Señor, eres Dios”. (2R 19: 19)
En aquel momento Dios se inclinó a la oracion, en ese momento envió a su ángel y destruyó a todo el ejército.
Cuando Senaquerib despertó había sólo muertos. Dios envió a su ángel para pelear con los enemigos, Dios dio
la victoria atendiendo al clamor de Ezequías. Pero él tuvo que hacer su parte, tomar la decisión, mantenerse
firme, tuvo que clamar a Dios. Dios quería salvar a Ezequias, pero Dios no hizo nada mientras Ezequías no se
volvió a Dios y puso su confianza en Él. Así como Dios sabe cuales son sus necesidades, y así como Él quiere
bendecirlo, Él sólo se puede manifestar, si Ud. se vuelve a Él de corazón. Si usted hace del Señor Jesús el
único Dios de su vida, y tenga la certeza que su vida va a cambiar.
Obispo Paulo Roberto (Ed62)
Versión reducida de la palabra del Domingo
Fe: el paso para la victoria
¿Cuántos son los que llaman “Señor, Señor...” y no hacen nada de lo que
dice Su Palabra? No están viviendo de acuerdo con la Palabra de Dios. Es
por eso que se puede ver la diferencia entre cristianos y cristianos. Por un
lado se ven muchas personas, en la Iglesia Universal, prosperadas, sanadas,
victoriosas en todos los aspectos de la vida; y por el otro lado se ven a otras
personas que están fracasadas, que siempre están con problemas, trabas,
derrotadas, siempre están llorando, sufriendo. Muchas veces vienen a
hablar con nosotros y nos dicen: “Yo estoy haciendo las Cadenas, yo vengo
a la Iglesia, soy ofrendante, hago mis votos, pero mi vida no cambió... ¿Por
qué Dios no me escucha?”
Hay mucha gente que culpa a Dios. Pero antes de culpar a alguien, tenemos
que mirar hacia adentro de cada uno, tenemos que evaluar nuestras vidas,
ver cómo está nuestra relación con Dios, ver si de verdad practicamos la
Palabra de Dios. Porque venir a la Iglesia, hacer las Cadenas, dar una
ofrenda, hacer un voto con Dios, no es muy difícil, implica un poco de
sacrificio, pero no es lo más difícil. Lo que es difícil es someter nuestras
vidas a la Palabra de Dios, lo que más cuesta es renunciar a nuestras vidas.
No piense que de la noche a la mañana su vida cambiará, luego de haber
tomado la decisión de seguir lo que dice la Palabra de Dios, no piense que
en poco tiempo estarán resueltos todos sus problemas. Hay que ser fiel a lo
que el Señor dice en Su Palabra, hay que practicarla día tras días, y
conforme a la actuación de su fe, Ud. irá conquistando día tras día.
Cuanto más nos aferramos al Señor Jesús, más vamos logrando Sus
bendiciones y más van sucediendo los milagros.
Nosotros tenemos que tener bien definido lo que queremos en la vida. ¿Qué
es lo que Ud. quiere? ¿Ud. quiere la salvación? ¿Quiere el Reino de Dios?
¿Ud. quiere agradar a Dios? Entonces tiene que pagar un precio, porque la
puerta que conduce a la salvación es estrecha, apretada, y solamente
aquellos que se esfuerzan pueden pasar por ella. Ancha es la puerta que
lleva a la perdición, que conduce a la muerte. Si alguien le dijo que es fácil
seguir a Jesús, entonces le mintieron, porque la vida cristiana exige siempre
sacrificio. El sacrificio es siempre un acto de fe, a través de éste, Dios ve
nuestro corazón, nuestra sinceridad.
Recuerda la historia del joven rico, aquel que fue a ver a Jesús, porque
quería heredar la vida eterna. Jesús le dijo que guardara los mandamientos:
no hurtar, no mentir, no defraudar a nadie, no adulterar. Pero el joven
respondió que todo eso lo había guardado desde su juventud, y Jesús le
dijo: “Sólo una cosa te falta, ve y vende todo lo que tienes y dalo a los
pobres, y tendrás tesoro en los cielos”.
¿Por qué Jesús lo mandó a vender sus bienes? ¿Será que Jesús quería que
viviera en la miseria? ¿Será que para seguir a Jesús hay que ser pobre?
¿Será que la riqueza es de satanás y la pobreza de Dios? Dios no es pobre,
Dios es rico, Dios es el dueño de todo oro y plata. Lo que Jesús quería era
que el joven quitara su corazón de sus posesiones; Jesús vio que era un
buen muchacho, pero su corazón no estaba el 100% entregado a Él; tenía
que quitar su corazón de sus posesiones. La única manera sería aceptar esta
prueba, era una prueba de fe. A lo mejor si él hubiese hecho eso, Jesús le
hubiese dicho: “No hagas nada, porque ahora se que temes a Dios”. No
sabemos cómo sería si hubiese sido fiel, lo único que sabemos es que él
falló: se rebeló y se fue.
Así como hay muchas personas que se rebelan y se van de la Iglesia,
cuando el pastor pide el diezmo. Hay mucha gente que escucha la
programación de la radio o ve la programación televisiva y se maravilla de
todo esto. Pero cuando viene a la Iglesia y el pastor pide la ofrenda (con la
que se mantienen los medios de comunicación), hay mucha gente que se
molesta y dice: “no estoy de acuerdo”, “pide mucho dinero”. Son personas
que por cosas insignificantes pierden la oportunidad de salvarse, de
cambiar de vida. ¿Hay algún mal en pedir ayuda, en pedir una ofrenda? La
verdad es que el corazón de la persona no está en Dios, sino que está en sus
posesiones. Porque si estuviese en Jesús, la persona sabría que es una cosa
perfectamente normal, natural.
Nadie es obligado a nada, ni a ser diezmita ni ofrendante, Ud. en el Reino
de Dios no es obligado a nada; nunca haga alguna cosa obligado, porque de
esta manera no tendrá ningún valor. Yo estoy enseñando la Palabra de
Dios, pero es Ud. quien tiene que tomar la decisión. La bendición de Dios,
así como la salvación, es personal; todo depende de su fe, de su corazón, de
su actitud. Si usted no quiere, amén. Usted recibirá nuestra oración, vamos
a ayudarlo en todo lo que necesite. Puede ser sanado, por su fe, sin ser
diezmista; puede ser bendecido en su familia; puede encontrar tranquilidad
en su corazón... lo único que no sucederá es la bendición hasta que
sobreabunde, lo único que Dios no podrá darle es la prosperidad, porque
usted no está actuando su fe de acuerdo con su Palabra. La bendición hasta
que sobreabunde es algo que está reservado sólo para aquellos que son
fieles, si Ud. no tiene la fe de actuar de acuerdo con la Palabra de Dios no
podrá prosperar.
El señor Jesús se acercó a Pedro que estaba guardando las redes y le dijo:
“Echad vuestras redes al mar”. Y Pedro le dijo: “Señor habiendo trabajado
toda la noche nada hemos pescado. Más en tu palabra echaré la red” (Lucas
5: 5) Es decir que Pedro echó las redes basado en la Palabra de Jesús. Y fue
una pesca increíble, encerró tanta cantidad de peces que las redes se
rompían y tuvo que pedir ayuda. ¿Por qué Pedro tuvo una pesca
maravillosa? Porque tuvo una actitud de fe. Pedro era un pescador
profesional y sabía que si toda la noche no había pescado nada, no sería
después del amanecer que podría hacerlo. Pedro parecía un tonto para
mucha gente que lo veía. Pero lo que fue locura para los otros, fue
bendición para Pedro. Y si Ud. es fiel en lo poco, Dios lo pondrá sobre lo
mucho. Las cosas espirituales no se pueden explicar, se aceptan por la fe.
Yo le estoy dando la llave de la prosperidad, yo quiero que Ud. prospere.
No sé si Ud. quiere eso, yo pienso que quiere todas las bendiciones de
Dios, el pueblo de la Iglesia Universal tiene que ser un pueblo próspero.
Porque un pueblo de “panza vacía”, desesperado, endeudado no puede
glorificar a Dios. Si usted quiere, dé un paso de fe y Dios lo bendecirá.
Palabra Ob. Paulo Roberto
Domingo 3 de Octubre
Una prueba de fe
Hay mucha gente que hace tiempo que concurre a la Iglesia Universal pero su
vida no cambia. Esto se debe a que la persona no comprende la Palabra de Dios, o
en otras palabras, no abre su corazón. Consecuentemente cuando sucede esto es
difícil que la persona tenga una vida de bendiciones y victorias, una vida como la
que Dios nos quiere dar.
La verdad es que Dios nunca nos abandona, sino que Él respeta nuestra libertad.
Nosotros somos los que nos alejamos de Dios al no escuchar Su Palabra, Su voz.
Siempre encontraremos en Él alguien que nos ayudará, que nos escuchará, que
nunca nos abandonará; pero somos nosotros quienes tenemos que buscarlo, ya que
Él nos da todas las oportunidades para que cambiemos nuestras vidas, para que
tengamos siempre la victoria.
Esto, lo ejemplifica la Biblia en Marcos 5:21: “...Y vino un dignatario de la
sinagoga, llamado Jairo. Al verlo se postró a sus pies y le rogaba mucho,
diciendo: - Mi hija está agonizando; ven y pone las manos sobre ella para que sea
salva, y viva”.
Muchas personas se acercaban a Jesús y les pedían cosas, pero la particularidad de
este ejemplo es que Jesús concurría al igual que Jairo a la sinagoga. Seguramente
que este último veía los milagros que el Señor realizaba; pero esperó a estar en el
fondo del pozo... cuando su hija enferma estaba a punto de morir fue que Jairo
reconoció la autoridad del Señor Jesús. A pesar de tener muchos conocimientos,
éstos no fueron capaces de darle una solución a sus problemas. Él, un hombre
muy instruido, con mucha letra, estaba desesperado.
Al igual que Jairo, a nosotros de nada nos sirve poseer toda la sabiduría del
mundo si no tenemos un encuentro con Jesús. No quiero decir que no sea
importante estudiar, sino todo lo contrario; aquí el gran problema radica en que
hay muchas personas que cuando adquieren muchos conocimientos de las cosas
de este mundo, lamentablemente se consideran superiores e independientes, y
piensan que sólo con su sabiduría lo pueden todo.
Pero la realidad es otra: nosotros separados del Señor no somos nada de nada.
Nosotros somos seres espirituales y necesitamos de Jesús; y tanto los
conocimientos como el dinero no son suficientes para comprar la salvación, la
paz, la salud, para tener vida y ser feliz.
Desgraciadamente las personas sólo reconocen que dependen de Dios cuando
llegan al fondo, cuando están gimiendo de dolor, cuando pierden a alguien o algo,
cuando su matrimonio está a punto de separarse, cuando un hijo se mete en las
drogas, etc.
Retomando el ejemplo de Jairo, éste todos los días había estado al lado de Jesús,
pero fue cuando su hija estuvo al borde de la muerte que se lanzó en las manos del
Señor, y se humilló diciendo: “Señor, mi hija se está muriendo”. Ahora, mi
pregunta es: ¿Será también que nosotros esperamos lo peor para después
lanzarnos en las manos de Dios, para entregar nuestras vidas a Él? ¿Es esto una
actitud inteligente de nuestra parte?
No, no es una respuesta inteligente en absoluto. Nosotros debemos vivir una vida
basada en Su Palabra y así podremos vencer las luchas. Es verdad que los
problemas vendrán pero también es cierto que estaremos capacitados para
vencerlos. Y de esta forma nada podrá prevalecer en nuestras vidas porque
estamos apoyados en Jesús.
El versículo 35 continúa diciendo que mientras Jairo hablaba con Jesús se
acercaron a ellos unas personas de la casa de Jairo y le dijeron: “Tu hija ha
muerto, ¿para qué molestas más al Maestro?” Pero Jesús, luego que oyó lo que se
decía, dijo al alto dignatario de la sinagoga: “No temas, cree solamente”.
A usted que ya tocó fondo, que cuenta con una situación imposible, una
enfermedad incurable para la medicina o problemas en su familia; le repito lo que
Jesús dijo: “No temas”. El miedo y la duda impiden la acción de Dios, entonces
no hay que temer, sino que hay que creer que Dios dará la victoria, pero es muy
importante que permanezcamos firmes en la Palabra de Dios.
En otras palabras, lo que le dijo Jesús a Jairo fue que siguiera confiando aunque
todo pareciera perdido, al desanimarnos lo único que conseguimos es empeorar la
situación. Una cosa que quiero acotar y con lo que hay que tener mucho cuidado
es que, cuando la persona se está volviendo a Dios, satanás busca algo o alguien
para que ella pierda su fe, y consecuentemente se aleje del Señor. Y es justamente
en esos momentos cuando más nos tenemos que lanzar de cuerpo, alma y espíritu
en las manos de Jesús, buscar un encuentro real con Él, y seguir hasta el final.
Cuando una persona pone toda su vida en las manos de Dios, el Espíritu Santo
comienza a obrar y dará la victoria.
Jairo fue con Jesús a su casa, él no desmayó; ambos entraron y Jesús fue a donde
estaba la niña, la tomó en sus manos y le ordenó que se levantará, diciendo:
“Niña, a ti te digo, levántate”. Inmediatamente la niña se levantó y anduvo...
En ese momento el poder de Dios penetró en el cuerpo de la niña que no tenía
vida, y ella resucitó. Ese mismo Espíritu que resucitó a la hija de Jairo, resucitará
a su familia, pero para eso hay que creer que sus problemas ya están en las manos
de Dios.
24/10/99
Santo Culto
Primero hay que asumir un compromiso, después llegan las bendiciones.
Jesus es el unico que puede salvarnos
Cristianos disfrazados
Entregar la vida es un acto cristiano.
El hombre que oye la Palabra, la practica y la vive, es como el hombre prudente que
edifica la casa sobre la roca. Puede caer la lluvia y soplar los vientos pero ella no se caerá,
porque estará firme. Cuando nosotros vivimos una vida de acuerdo con la Palabra de Dios,
obedeciéndola, estamos siendo firmes, y las tempestades de la vida no podrán
derrumbarnos. Siempre pasaremos por luchas y tormentas porque satanás buscará
destruirnos, desviarnos; pero cuando estamos apoyados en la Escritura Sagrada, él nunca
podrá prevalecer sobre nuestras vidas. Las luchas vendrán pero se irán, y nosotros
permaneceremos firmes. Muchos cristianos hoy están fracasados, caídos, porque no
escucharon la Palabra de Dios. Simplemente pensaban que teniendo una religión y yendo a
la iglesia, iban a cambiar sus vidas, que solamente eso iba a garantizar una vida
abundantemente.
La verdad es que la religión no puede garantizar nada, la religión no puede salvarle la vida
a nadie. Sólo Jesús puede y quiere dar una vida y en abundancia. Una vida próspera, sana,
feliz; una vida de victorias en todos los aspectos. Pero es necesario que estemos aferrados
al Señor Jesús. Esto es lo más importante porque no hay otro que pueda salvarnos. La
Biblia dice en Hechos 4: 12: “Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre
bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”.
Sólo hay salvación en Jesús, no hay otro. Esto no es una doctrina de la Iglesia Universal, es
la Palabra de Dios. ¿Por qué? Porque fue el Señor Jesús quien compró nuestra salvación en
la cruz, quien compró nuestras vidas, fue Jesús quien derramó su sangre preciosa para
lavarnos de nuestros pecados, fue Él quien resucitó y venció a satanás por nosotros, subió
al cielo y está sentado a la derecha de Dios intercediendo por nosotros. Él está vivo.
Hay mucha gente sufriendo porque no guardó una comunión con Él. Hay mucha gente que
concurre a la Iglesia Universal pero no está en contacto con Jesús. Adentro de la Iglesia las
personas son una cosa, y afuera son otras. Adentro se las ven con una Biblia grande en la
mano para mostrar que son cristianos. Pero afuera no viven una verdadera vida cristiana,
están viviendo en el engaño, en la mentira, en la prostitución, en el adulterio, en los vicios,
haciendo muchas cosas malas. Después vienen a la Iglesia y participan de las reuniones, de
las campañas, levantan sus sobres, claman, piden; pero la vida de esas personas no está en
contacto con la Palabra de Dios.
Esas personas son las que después nos buscan y nos preguntan por qué sus vidas no
cambian si ellas hacen tantas cosas. Es como si ellas pensaran que Dios es el responsable
por los problemas que ella está pasando. Pero ¿Será que Dios es injusto? O ¿Será que en
verdad la persona esta haciendo lo que dice la Palabra de Dios? ¿Será que Dios no le
contestará siendo que ella clama tanto? O ¿Será que verdaderamente está totalmente
entregada a Dios? Lo que sucede es que hay mucha gente que está interesada solamente en
las bendiciones de Dios, y no quieren asumir un compromiso. El verdadero cristiano si
quiere un compromiso y se entrega, se lanza y se preocupa en vivir las 24 hs apegada a
Jesús.
Y en el momento que la persona se entrega a Él, Dios se manifiesta en su vida, supliendo
cada una de sus necesidades. La verdad es que nuestra vida en este mundo es una reflejo de
nuestra vida espiritual. Si estamos bien con Dios, si somos fieles al Señor entonces, todo
nos saldrá bien, estaremos bien en todos los aspectos de la vida.
El Señor dijo al respecto (Joel 2: 12): “...convertios a mí con todo nuestro corazón, con
ayuno, llanto y lamento. Rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos, y convertios al
Señor. Nuestro Dios; porque es misericordioso y clemente, tardo para la ira y grande en
misericordia, y se duele del castigo”.
Es decir cuando la persona se entrega, se convierte de todo su corazón. Conversión
significa cambio de dirección, cuando se hace un giro de 180º grados. Antes las personas
pueden haber vivido en el adulterio, en la hechicería, en los pecados, en las mentiras, pero
cuando ellas se convierten a Jesús, ella abandona completamente los pecados. Cuando Ud.
ama a Dios sobre todas las cosas y se lanza en sus manos, entonces viene la respuesta de
Dios en sus vidas.
El Señor dijo que nos convirtiéramos a Él reconociendo nuestra humillación, no hay que
rasgarse los vestidos como los judíos en la antigüedad, sino hay que rasgarse los corazones.
Hay que quebrarse delante de Dios, reconocer que somos pequeños delante de Él.
El versículo 19 continua diciendo: “Responderá el Señor y dirá a su pueblo: yo os envío
pan, mosto y aceite, y seréis saciados de ellos; y nunca más os pondré en oprobio entre las
naciones”. El pan representa la prosperidad. El mosto representa el gozo, la alegría, y por
último el aceite representa el Espíritu Santo. Cuando la persona se entrega a Dios ella tiene
prosperidad, gozo y el Espíritu Santo. Porque Dios da y da con abundancia.
Nosotros tenemos que tener un encuentro con Dios, que será lo único que nos dará la
garantía de la victoria en todos los sentidos.
Solamente con venir a la Iglesia Universal, no le garantizará una vida abundante, feliz,
próspera. La única persona que puede cambiar su vida es Ud. a través de su fe en señor
Jesús.
El versículo 28 dice: “Después de esto derramaré mi espíritu sobre toda carne”. Dios
prometió esto pero sólo sucederá en el momento que entreguemos nuestra vida al Señor
Jesús. Satanás está trabajando para destruirlo, para poner dudas en su corazón, para sacar la
fe que Ud. tiene. Guarde estas palabras, Ud. pasará por persecuciones, pero lo que Ud.
tiene que hacer es aferrarse más, luchar más, para que cuando vengan las luchas esté
preparado y así podrá resistir y vencer. Ud. que quiere de una vez por toda seguir a Jesús y
abandonar los malos caminos, los pecados, debe entregarse de todo corazón. Esta es lo
única solución.
Luciana por favor, entregale esta palabra al pastor Víctor y al obispo.
Nosotros encontramos una vez más el pueblo de Israel siendo derrotado y afligido debido a
sus pecados. El pecado es lo que nos aleja de la presencia de Dios. El Señor quiere que Su
pueblo sea bendecido y fuerte, en todo porque solamente así Él será glorificado. Dios no es
glorificado cuando somos derrotados, cuando estamos enfermos, débiles, viviendo en la
miseria. ¡NO!
Dios sólo es glorificado cuando somos fuertes, prósperos y vencederos. Pero, si nosotros
nos apartamos de Él, entonces Él no puede hacer nada por nosotros. Observe que el pueblo
de Israel es un pueblo escogido por Dios, pero Dios no pudo librarlos de la aflicción,
porque ellos habían pecado contra el Señor. Es por eso que, hoy, también hay mucha gente
sufriendo en este mundo, y quizás ésta sea la razón de su sufrimiento, quizás Ud. está
enfermo, desahuciado por la medicina, está pasando por un problema serio en su familia, su
matrimonio está apunto de deshacerse, o quizás está viviendo un gran problema económico,
está en la miseria; pero todo esto se debe nada más y nada menos a que Ud. se encuentra
lejos de la presencia de Dios. Esté seguro que en el momento en el que Ud. se acerque a
Dios, entonces Él se volverá hacia Ud., y así las cosas comenzarán a cambiar en su vida.
Es como dijo el profeta Samuel al pueblo que había sedo derrotado por los filisteos: “Si de
todo vuestro corazón os volvéis al Señor, quitad los dioses ajenos y a Astarot de entre
vosotros, y preparad vuestro corazón al Señor, y sólo a Él servid, y os librará de la mano de
los filisteos.
Entonces, los hijos de Israel quitaron a los baales y a Astarot, y sirvieron sólo al Señor. Y
se reunieron en Mizpa, y sacaron agua, y la derramaron delante del Señor, y ayunaron aquel
día. Y cuando oyeron a los filisteos que los hijos de Israel estaban reunidos en Mizpa,
subieron los príncipes de los filisteos contra Israel; y al oír esto los hijos de Israel tuvieron
temor de los filisteos. Entonces dijeron los hijos de Israel a Samuel: No ceses de clamar por
nosotros al Señor, nuestro Dios, para que nos guarde de las manos de los filisteos.
Y Samuel tomó un cordero de leche y lo sacrificó entero en holocausto al Señor, y el Señor
oyó. Y aconteció que mientras Samuel sacrificaba el holocausto, los filisteos llegaron para
pelear con los hijos de Israel. Mas el Señor tronó aquel día con gran estruendo sobre los
filisteos, y los atemorizó, y fueron vencidos delante de Israel” (1 Samuel 7: 3-10).
Como podemos ver en este texto, después que el pueblo se volvió hacia Dios, clamaron a
Dios y sacrificaron al Señor, Dios los liberó de las manos de los enemigos. Observe que
ellos no solamente clamaron, sino que también hicieron el sacrificio; que es lo que
demuestra la fe de uno. Dios ve nuestra fe exactamente a través del sacrificio que hacemos.
Es solamente cuando sacrificamos que Dios puede ver la entrega de uno y que hemos
puesto nuestra vida en Su total dependencia, en las manos de Dios.
Esto fue lo que sucedió con Zaqueb cuando el Señor Jesús entró en su casa: “El resto de pie
le dijo: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado
a alguno, se lo devuelvo multiplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa;
por cuanto él también es hijo de Abraham.” (Lucas 19: 8-9)
El Señor vio que hubo salvación simplemente porque hubo renuncia, hubo sacrificio.
Ya no fue el caso del joven rico que no quiso sacrificar, no quiso vivir en la dependencia de
Dios, y que se fue triste al escuchar las Palabras de Jesús. (Marcos 10: 17-22)
Cuando uno se vuelve a Dios de todo el corazón, esa actitud siempre es acompañada de
sacrificio, y el sacrificio es el camino más corto entre el querer y el hacer.
Amigo lector, abra su corazón a la Palabra de Dios y ponga en práctica su fe, porque de esta
forma, será también partícipe de las cosas grandes que Dios tiene preparadas para Su
pueblo.
Tiempo al tiempo.
Confiar en la Palabra.
Confianza, perseverancia y tiempo
Hay que perseverar en la fe. Hay que mantenerse firme en lo que dice la Palabra de
Dios. Hay que confiar y no dejar espacio a la duda y creer que lo que pedimos al
Padre en el nombre de su hijo Jesús, Él lo escuchará y lo cumplirá. Seguramente que
Ud. pensará que lo difícil de todo esto es ponerlo en práctica. Pero por eso hay que
estar en comunión con Jesús.
En la reunión del domingo pasado hablamos sobre la desconfianza de Pedro al ver
caminar a Jesús sobre las aguas. Pedro pensó que Jesús era un fantasma y tuvo miedo
al igual que todos aquellos que se encontraban en la barca con él. ¿Cómo es posible
que Pedro, un hombre de Dios haya desconfiado de la Palabra de Jesús?
Simplemente porque Pedro también era hombre, y fallaba y tenía sus debilidades. Es
decir no importa si uno es miembro de la Iglesia, si es discípulo, si es obrero, pastor
u obispo; si uno deja de confiar, uno se hunde. Hay que mantenerse firme, confiados
en lo que dice la Biblia y recordar que Dios no es hombre para poder mentir.
En cambio, cuando Pedro solicitó una prueba a Jesús, y pidió caminar sobre las
aguas, él pudo hacerlo, sencillamente porque estaba basado en la Palabra de Jesús
que le había dicho “ven”. El caminó confiado en que no se hundiría porque Jesús,
hijo de Dios, así lo había dicho. Pero cuando Pedro comenzó a mirar a su alrededor
el agua y las circunstancias que estaban en torno a él, gritó. En ese momento, él había
dudado y perdido su confianza.
Pedro gritó para que Jesús lo salvara, así como ud. habrá clamado tantas veces en
busca de una solución. ¿Sabe lo que sucedió con Pedro? Jesús le extendió las manos
y lo sacó de las aguas.
Le repito a Ud. amigo lector, lo que repetí el domingo pasado frente a todas las
personas que asistieron a la reunión, y a Ud. que fue se lo repito nuevamente: hay
que confiar y perseverar en la Palabra de Dios.
Otras de las Palabras que también fue leída en la anterior reunión dominical, es la
que está expresada en el libro de Hebreos 10:35-38: “No perdáis, pues, vuestra
confianza, que tiene grande galardón, pues os es necesaria la paciencia para que
habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. ‘Porque aún poco y el
que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; pero si retrocede, no
agradará a mi alma”.
Hay personas que concurren a la Iglesia y que piensan que tendrán inmediatamente
sus problemas resueltos, que habrá una magia que solucionará todo al regresar a sus
casas después de cada reunión. Y no es así.
Por el contrario, para ver la gracia de Dios en nuestras vidas, tenemos que perseverar,
tenemos que vivir por la fe, tenemos que luchar. Todo aquel que confía, que se
mantiene firme en su fe, ve la manifestación del poder de Dios.
Sino, mire el caso de una mujer que gracias a que no decayó en su fe y que perseveró
confiante en la Palabra de Dios, hoy tiene la bendición que tanto ella quería.
El domingo pasado una señora dio un testimonio muy emotivo. Ella contó que luchó
mucho por su familia, sobre todo para que su marido llegara a la presencia de Dios.
Imagínese que grande fue la lucha que su marido cuando llegaba a su casa tiraba todo
lo que tenía relación con Jesús y que estuviera a su alcance: Biblia que volaba, vasos
de aguas tirados y hasta la radio muchas veces era tirada. Imagínese, o quizás,
lamentablemente no haga falta utilizar su imaginación porque Ud. lo está viviendo en
este momento. Para Ud. que lo está viviendo o para Ud. que tiene otros problemas y
piensa que no tienen solución, sólo le voy a decir quiénes estaban sentado en la
primera fila el domingo: los dos hijos de esta mujer y además su marido, el mismo
que estaba tan en contra de ella.
Ahí lo ve, para Dios no hay nada imposible, para el hombre son los imposibles, y
sólo porque no sabe esperar, porque no tiene paciencia. Yo creo que unas de las
cosas que más nos cuenta a los seres humanos es esperar. Paciencia es ser
perseverante. La gente no quiere esperar, ellas buscan una solución inmediata. Y ésta
no existe, Ud. tiene que esperar el momento cierto, la hora cierta, y el milagro
acontecerá.
Así como ya lo dije lo confirmo ahora, no hay magia en nada que haga la Iglesia
Universal, nosotros solamente ponemos en marcha la fe en el Señor Jesús, la
confianza y la perseverancia en que las cosas que Él prometió se cumplirán.
Tenga en cuenta esto: El cristiano puede tener problemas, pero no puede mirar para
las circunstancias que hay en sus problemas. Ud. tiene que ver con los ojos de la fe,
ver a su familia bendecida, transformada, ver sus deudas saldadas, a sus hijos
liberados, etc., porque si mira para las circunstancias, se hundirá.
Lo ultimo que yo dije y que me gustaría que Ud. lo guarde siempre es que puede ser
que su deseo suceda pronto, pero Ud. no debe poner su corazón en que él sucederá en
la hora en que lo desee y cómo Ud. quiera. Porque Ud. estará esperando, estará
ansioso y hasta podrá llegar desanimarse. Porque ud. tiene que vivir por la fe. Ud.
tiene que creer que Dios ya está obrando en su vida. Quizás Ud. no lo verá el cambio
que Ud. espera en ese mismo instante, pero lo importante es que Ud. tenga y
conserve la convicción de su victoria.
Si Ud. cree vera la gloria de Dios. hasta la próxima semana y que Dios lo bendiga
mucho
Palabra Ob Paulo Roberto (ed70)
¿A quién sirve Ud.?
¿Cuántas veces nos hemos sentido solos en el mundo? ¿Cuántas veces nos
hemos sentido desprotegidos?
Ahora, ¿Ud. sabe lo que es tener fe? Tener fe es tener certeza que Jesús no nos
abandonará. Así tendremos las condiciones para ser verdaderos
conquistadores en todos los aspectos de nuestras vidas. No hay que dejar que
entre la duda en nuestros corazones, porque ésta lo único que hace es generar
sufrimiento, miedo e incertidumbre. ¿Qué es lo que Ud. tiene que hacer
cuando una duda ataca sus pensamientos o su corazón?
Recharzarla. Lo primero que tiene que hacer es alejar ese pensamiento
negativo. Lo segundo, y sumamente importante, es aferrarse a la Palabra de
Dios.
Mire, Dios no es hombre para mentir, y Él prometió vida y vida en
abundancia. Si usted cree tendrá esta bendición.
¿Y qué es lo que nos da la certeza?
La comunión con Dios. Es por eso que siempre necesitamos estar en la
presencia de Dios, con nuestros pensamientos ocupados en Sus cosas. Así
podremos enfrentar todas las luchas y los problemas que sobrevengan nuestras
vidas.
Aprenda que Dios actúa de acuerdo con la fe de cada persona. En otras
palabras, conquistaremos las bendiciones de Dios a través de la fe que
desarrollemos.
La Biblia dice que nuestra fe es el arma más poderosa que hay para vencer
este mundo. Muchos piensan que será a través de los diezmos y las ofrendas
que conquistarán alguna cosa. Déjeme decirle que si Ud. también piensa esto,
está equivocado.
El domingo pasado en la reunión, hablamos sobre la parábola del hijo pródigo.
Sobre cómo su padre en el momento que su hijo le pidió la parte de la herencia
que le correspondía, no pudo hacer nada. Y así mismo Dios no puede hacer
nada cuando nosotros nos apartamos de Él, aunque quiera bendecirnos está
imposibilitado; simplemente porque respeta nuestro libre albedrío.
A este hijo no le faltaba nada en la presencia de su padre, tenía todo lo que
quería. Pero el hijo quería conocer el mundo y ser independiente. Entonces se
fue lejos y comenzó a vivir desperdiciando su dinero en mujeres, bebidas y
juegos. Mientras el dinero estuvo, él vivía rodeado de amigos, pero cuando sus
bolsillos se encontraron vacíos nadie había a su alrededor.
Quizás Ud. ya haya vivido esta experiencia, ya sabe lo que es encontrarse
solo. Quizás ya haya estado rodeado de personas que se hacían llamar amigos,
pero que en realidad eran interesados. Quizás cuando su situación económica
agravó, esos amigos desaparecieron.
Mientras que este joven vivía en obediencia a su padre, cuando estaba en
comunión con él, nunca le faltó nada. Y ahora, no tenía nada de nada; ahora
estaba en el fondo.
Así también es con Dios. Él tiene muchas cosas grandes para darnos; Él no
solamente es padre, sino que es el Dios Todopoderoso, Él puede suplir todas
nuestras necesidades, pero no puede hacer nada si no sometemos nuestras
vidas a Su Palabra.
El domingo pasado hice una pregunta: “¿De quién somos siervos?”
Parte del pueblo contestó que éramos siervos de Dios.
La verdad es que es ahí donde muchas personas se equivocan. Nosotros
seremos siervos de aquel a quien sirvamos. Si nosotros oímos y obedecemos
la Palabra de Dios, entonces sí seremos siervos del Señor Jesús. Pero si nos
dejamos llevar por lo que el diablo tiene a decirnos, entonces seremos sus
siervos.
Cuando el hijo pródigo tuvo que trabajar cuidando cerdos y hasta la comida de
éstos le fue negada, se dio cuenta que estaba solo en el mundo, totalmente
desprotegido y que había caído hasta lo más profundo del pozo. Entonces
pensó en su padre, en los trabajadores de su padre, que hasta el menor de ellos
estaba mucho mejor que él. Así fue que pensó en regresar a su casa y
reconocer su falla, humillarse delante de su padre, y pedirle que lo tratara
aunque sea como a uno de sus empleados.
Lamentablemente, muchas personas son hijos pródigos que esperan estar en el
fondo del pozo para darse cuanta que necesitan la ayuda del Padre, para
reconocer que necesitan de Dios en sus vidas.
Sinceramente, a veces yo tengo miedo por aquellos que escuchan la Palabra de
Dios, porque ésta entra por un oído y sale por el otro. Hay gente que conoce
muy bien la letra de la Biblia, pero no está viviendo en sumisión, en
obediencia y fidelidad a la Palabra de Dios.
Y sabe que esas mismas personas son las que después vienen a preguntar por
qué sus vidas no cambian.
Mi amigo, mi amiga, es necesario que reconozca que sin Dios no es nada, es
necesario que se humille ante Su presencia, que abra el corazón y le confiese a
Él cuanto lo ama.
Para terminar y en otras palabras, Ud. puede ser una persona inteligente, tener
muchos conocimientos, muchos estudios, pero si no tiene la presencia de Dios
en su vida, no conquistará nada.
Entregue su vida al Señor Jesús, reconozca que necesita de Él, y verá que su
vida va a cambiar, que el poder de Dios se manifestará en su vida.
Palabra Ob Paulo Roberto (ED71)
¿Cómo hay que hacer para conquistar?
¿Sabe cuál es el secreto para poder conquistar bendiciones en esta vida?
El secreto es estar seguro en las promesas de Dios, seguro de lo que dice Su
Palabra. Así venceremos. Para aquel que cree en la Palabra de Dios no hay
nada imposible.
Pero también la persona debe tener bien definido lo que quiere. Una de las
cosas que impide conquistar las bendiciones de Dios es la inseguridad.
Muchas personas no saben lo que quieren en la vida.
Si yo quiero llegar a un lugar, tengo que ir con determinación, con
perseverancia; aunque tenga que sacrificar mi vida tomaré posesión de lo que
quiero.
Muchas personas, que quizás no tienen nada que ver con Dios, al tener sus
objetivos claros, conquistan lo que desean. Por ejemplo: una persona que está
estudiando una carrera universitaria. Ella tiene un objetivo: sacar un título. Por
lo tanto sacrifica su vida, renuncia a muchas cosas y a muchos placeres para
poder estudiar y obtener ese título.
Uno tiene que saber a dónde quiere llegar para poder pagar el precio, porque
todo tiene un precio.
La vida con Dios no es diferente. Si la persona que no es cristiana, que no
tiene en su vida al Espíritu Santo y no vive en la fe de un Dios Vivo, llega a
conquistar muchas cosas; entonces mucho más deberemos conquistar los
cristianos que tenemos al Dios de los imposibles en nuestras vidas.
Si miramos la historia de la humanidad, a los grandes hombres de la fe,
veremos que para conquistar ellos tuvieron que sacrificar. Ciertamente, yo
dudo que encontremos a alguien que haya conquistado sin haber hecho su
sacrificio.
Veamos el ejemplo de uno de los grandes hombres fe, el hombre que liberó
del poder de los egipcios al pueblo de Israel cuando éste estaba siendo
oprimido. Hablamos de Moisés.
La Biblia dice en cuanto a Moisés (Hebreos 11:24):
“Por la fe Moisés, cuando ya era grande, rehusó ser llamado hijo de la hija del
faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de
los placeres temporales del pecado, considerando como mayor riqueza el
oprobio de Cristo que los tesoros de Egipto; porque tenía la mirada puesta en
el galardón”.
Moisés a lo largo de los años fue criado en la casa del faraón, recibió la
educación para ser un rey de Egipto, un faraón.
Pero cuando creció, rechazó los tesoros de Egipto, de la nación más rica y
poderosa. Negó todo porque tenía la mirada puesta en el galardón, en lo que
Dios tenía para darle.
Galardón significa recompensa. Él sabía lo que quería y estaba dispuesto a
renunciar a lo que fuera necesario para agradar a Dios y obtener el premio que
el Señor tenía para él.
Pero así como sacrificó, así también conquistó. Moisés regresó a Egipto y
liberó a su pueblo que estaba esclavizado.
Hay muchas personas que no toman posesión de las bendiciones de Dios
porque su mirada no está puesta en el galardón.
Nosotros no tenemos que estar mirando para el sacrificio que debemos hacer,
sino para lo que vamos a conquistar a través de este sacrificio. De ésta manera
actuó Moisés, renunció al oro y a la plata de Egipto a cambio del galardón que
iba a recibir, y ésta es la esencia del sacrificio.
El sacrificio es la más alta expresión de fe, y significa una renuncia voluntaria
de algo de menor importancia a cambio de algo más importante. Significa
perder un poco ahora, para recibir mucho más después. Y cuando se sacrifica
alguna cosa es porque ya se sabe con antelación y con absoluta certeza que se
va a alcanzar algo de gran valor. No hay otro camino que nos haga posible una
gran realización si no es por el sacrificio, pues es la menor distancia entre
querer y el hacer. ¡Es, verdaderamente, el precio de una gran conquista!
Si usted quiere conquistar cosas grandes, procure abrir su corazón y lanzarse
de cuerpo, alma y espíritu, porque lo que Dios hará en su vida será algo muy
grande.
Usted que va a participar de este pacto con Dios en el Monte Sinaí, tenga la
seguridad que Dios va a hacer cosas grandes. Usted va a tomar posesión de las
promesas de Dios; como dijo el apóstol Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que
me fortalece” (Filipenses 4:13). Usted puede todo a través de la
materialización de su fe que es el verdadero sacrificio.
Bispo Edir Macedo
Fé x dúvida
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Autor(a)
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Palabra Ob Paulo Roberto (Ed73)
Guardando la salvación
El precio de la salvación
Hay muchas batallas continuas que desgastan que muchos cristianos están
pasando sin necesidad. Es el caso, por ejemplo, de los conflictos entre el ser
espiritual y el ser carnal que hay dentro de cada convertido. Pablo confiesa
haber tenido experiencias amargas y profundas en esta lucha íntima, cuando
confiesa: “porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero
veo otra ley en mis miembros, (hombre exterior) que se rebela contra la ley de
mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis
miembros”(Romanos 7:22-23). Hablando a los cristianos de Galacia él dijo:
“porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la
carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”(Gálatas
5:17).
Entonces, ¿qué hacer para mantener un equilibrio espiritual y para que la fe no
sea afectada, sino que permanezca firme? O ¿cómo mantener un nivel
espiritual a la altura del carácter de Dios y la victoria del hombre interior sobre
el exterior? Sólo hay una manera, mantener la vieja criatura sepultada.
Cuando Dios quiso formar una nación santa para traer Su Hijo al mundo, Él
llamó a Abraham e hizo una alianza con él. La señal de esta alianza fue la
circuncisión de su prepucio (Génesis 17:11). Cuando liberó a los hijos de
Israel de la esclavitud egipcia les hizo pasar por el medio del Mar Rojo, y
después por el Río Jordán. Estos dos pasajes simbolizan el bautismo en las
aguas, que más tarde Juan iba a realizar en los arrepentidos. Quizás usted se
pregunte: ¿qué tiene que ver la circuncisión del prepucio y el bautismo en las
aguas? La circuncisión del prepucio era una señal de la alianza con Dios
realizada por el propio hombre. Más tarde, ella vino a ser efectuada en el
corazón, pero por el propio Dios, a través del bautismo en las aguas por
inmersión. El efecto práctico de este bautismo significa la circuncisión del
corazón (Romanos 2:29), o sea, el despojo del cuerpo carnal. Este despojo
consiste en desnudarse del cuerpo que atrae el pecado, también llamado
hombre exterior. Cuando el bautismo en las aguas es validado por el Espíritu
Santo, la persona recibe un nuevo corazón y, a partir de aquel momento, su
vieja naturaleza, viejo hombre u hombre exterior muere para el pecado y nace
una nueva criatura. Es por eso que Pablo dijo: “Si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”(2
Corintios 5:17).
El hecho de que mucha gente bautizada no se vuelva una nueva criatura, es
debido a que ha sido bautizada con cualquier otro propósito y no el de nacer
de nuevo. Mientras ella no haga morir su vieja naturaleza a través del
bautismo siempre habrá conflicto entre el hombre interior y el hombre
exterior.
¡Y es exactamente eso que satanás más quiere! Cuando el convertido comete
algún pecado la voz de satanás se torna más fuerte y viva en su mente. Y el
único camino a tomar en esa situación es de inmediato confesar al Señor Jesús
sus errores cometidos y librarse de ellos definitivamente. Pablo conocía el
problema de cerca y guiado por el Espíritu Santo consoló a los cristianos
romanos diciéndoles: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que
están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la
ley del pecado y de la muerte”(Romanos 8:1-2).
Si usted se encuentra desanimado en su fe y piensa que está todo perdido,
¡tenga certeza de que no lo está! El Espíritu Santo le da en este momento la
oportunidad de rehabilitarse. Satanás trabaja sembrando la duda, pero está
escrito y usted puede usar eso contra él: “Por tanto, no desmayamos; antes
aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante
se renueva de día en día”(2 Corintios 4:16).
En caso de que el hombre exterior que hay en usted se haya corrompido, tenga
buen ánimo, confiese a Dios sus pecados y siga adelante, no mire hacia atrás
porque su victoria está delante suyo. Dios está con usted y Él garantiza la
victoria.
Lo que usted necesita es nacer de nuevo, sepultar el cuerpo del pecado, y para
eso debe proceder a bautizarse en las aguas. Aunque usted supuestamente ya
se haya “bautizado”, si la naturaleza carnal, pecaminosa, todavía sigue viva,
usted no fue verdaderamente bautizado y lo necesita.
Amigo lector, no espere más, no dude, tome su decisión; si desea de hecho
servir a Dios y serle fiel, entréguese a Él y bautícese en las aguas para que
pueda vencer el pecado y nacer una nueva criatura.
Obispo Paulo Roberto (ed80)
Jacob y su alianza con Dios
La Biblia dice, en el libro de Génesis capítulo 27, que, Jacob debió huir de su
hermano, y una noche, cansado de su viaje, paró en un lugar llamado Bet-el y,
apoyando su cabeza en una piedra, se durmió, y tuvo un sueño donde se le
apareció Dios. Vio una escalera que comenzaba desde abajo hasta tocar el
cielo y los ángeles de Dios descendían y subían en aquel momento. Jacob puso
su cabeza sobre la piedra y aquella piedra en la que se apoyó, representaba a
Jesús.
Jacob estaba desesperado, pero en aquel sueño, Dios le marcó la salida; le
mostró que estaría con él, que no estaría sólo, que él iba a llegar hasta arriba,
pero que sería necesario subir escalón por escalón, con perseverancia y
determinación.
Mucha gente quiere tomar posesión de las cosas de la noche a la mañana, vive
muy apresurada, y cuando no sabemos esperar, hacemos las cosas mal,
tenemos dificultades. Observe su propia vida. Cada vez que tenemos prisa,
parece que todo se torna más difícil, tarda más. ¿Sabe por qué? Porque todo
tiene su tiempo, su momento cierto. No podemos, desesperarnos si la
respuesta no viene de inmediato, si no tomamos posesión de la promesa de
Dios enseguida, porque esas cosas no son mágicas.
Jacob tenía que luchar, iba a subir escalón por escalón, pero Dios estaría con
él, lo conduciría a la victoria. Cuando despertó de su sueño, tuvo miedo,
porque sintió que Dios realmente estaba en aquel lugar. Y debido al sueño,
tomó el aceite que tenía, que era para su lámpara, y lo derramó sobre esa
piedra. Es decir que lo dio como una ofrenda para Dios, porque era lo único
que tenía, la única cosa de valor que él se pudo llevar de su casa. Jacob sintió
el deseo de dar una ofrenda, porque estaba seguro de que Dios estaría con él e
hizo un voto con Dios. Usted puede encontrar esto en el libro de Génesis,
capítulo 28 versículo 10 al 22.
Jacob hizo una alianza con Dios. Lo colocó como su único Dios. Iba a la casa
de su tío, que era idólatra. Pero Jacob determinó que serviría solamente al
Señor y a nadie más. Éste es uno de los secretos para que usted sea un
vencedor y pueda tomar posesión de la bendición de Dios: que no tenga
ningún otro dios sino al Señor Jesús. La fe cristiana es una fe monoteísta.
Nosotros creemos e invocamos a un único Dios. Pero mucha gente no
consigue nada, tiene fe, pero está dividida. Cree en varios dioses; por un lado
invoca al Jesús Vivo, que es espíritu, y por otro lado, invoca al Jesús muerto,
al que está clavado en la cruz. O va a otros lugares, como curanderos,
espíritistas, consulta los horóscopos. En fin, la persona vive buscando aquí y
allá una salida. Es por eso que hay muchos que nunca consiguen nada, porque
Dios sólo puede contestarnos y obrar cuando nuestra fe está puesta cien por
ciento en Él. Dios no acepta dividir nuestra fe con nadie. Una alianza con Dios
es como un matrimonio. Todo lo que es suyo pasa a ser de Dios y todo lo que
es de Dios pasa a ser suyo. Él no acepta dividirnos con otros dioses, con otras
cosas. Él quiere toda nuestra vida, nuestro corazón y nuestra fe. Es todo o
nada.
Pero cuando usted da todo de sí a Dios, entonces Él da todo de Él para usted
también. Así fue con Abraham, con Isaac y con Jacob. Jacob se dio por entero.
Él, por un tiempo fue engañador, usurpador. Pero luego de tener la visión, se
convirtió al Señor, y pasó a vivir para Dios. Puso toda su fe y su confianza en
Él. Ofreció su aceite y prometió que de todo lo que conquistara, le daría al
Señor el diezmo, el diez por ciento.
¿Sabe qué sucedió? Jacob fue a vivir a la casa de su tío, quien tenía muchas
tierras y una gran hacienda y allí comenzó a trabajar. Y Dios bendijo a Jacob,
lo prosperó. Se enriqueció muchísimo, a tal punto que un día quiso irse y el tío
le pidió que no se fuera porque reconocía que Dios lo había bendecido a través
de él. Labán reconocía que Jacob tenía algo especial. Entonces le propuso que
determinara lo que quería ganar.
Observe usted, amigo lector, que Jacob llegó al punto de ganar lo que quería.
¡Que cosa maravillosa! Él, que había llegado a la casa de su tío sin nada. Pero
tenía lo más grande, la unción de Dios, la bendición.
Quizás usted no tenga nada, pero eso no es un problema, porque si usted tiene
la unción de Dios en su vida, si usted hace una alianza con Él, esta situación
va a cambiar . Puede estar seguro de eso. Usted va a conquistar todo lo que
quiera, en el nombre de Jesús, porque este Dios que invocamos es el Dios de
Abraham, de Isaac y de Israel. Porque Dios le cambió el nombre a Jacob y
pasó a llamarlo Israel. Es el padre de la nación de Israel. Y Dios va a cambiar
su vida también.
Si la persona tiene bienes en este mundo sin la bendición de Dios, no le sirven
para nada. Más tarde o más temprano acabará perdiendo todo. Sin embargo, si
no tiene nada, pero tiene la unción y la bendición de Dios, va a conquistar.
Dios va a entregar todo en sus manos. Yo puedo decirle eso con toda
seguridad y certeza en mi corazón. Porque a lo largo de todos estos años que
seguimos al Señor Jesús, vimos y vemos a Dios abriendo las puertas,
derramando bendiciones hasta que sobreabunden. Hemos visto gente próspera,
poderosa, siendo humillada, fracasada. También hemos visto mucha gente que
llegó a la Iglesia sin nada y hoy tienen todo, son cabeza. Y lo mismo sucederá
con usted . Por supuesto que eso tiene un tiempo, usted tiene que subir escalón
por escalón. Tiene un tiempo, pero usted va a conquistar, en el nombre de
Jesús. Sólo hay que ser fiel a Dios, hacer su parte, hacer una alianza con Dios,
casarse con el Señor Jesús, porque, cuando estamos casados con Jesús, cuando
tenemos una alianza con Dios, nosotros tenemos obligaciones, pero también
tenemos derechos. Cuando hacemos nuestra parte, Dios hace la suya.
Yo estoy seguro de que Dios quiere hacer algo muy grande, y Él va a hacer
cosas grandes. Usted verá eso, verá la manifestación del poder de Dios. Pero
usted necesita entregarse, lanzarse, hacer como Jacob, poner su cabeza en la
piedra, que es Jesús. En otras palabras, tiene que apoyarse en Jesús, descansar
en Él. Usted no puede andar afanado por la vida, ansioso, preocupado con el
día de mañana, con las conquistas, con las cosas. Mire, todo a su tiempo va a
ir aconteciendo en su vida. Puede estar seguro, porque si nosotros sembramos
la obediencia a la Palabra de Dios, si la ponemos en práctica, seguramente
vamos a cosechar los frutos. ¡Y la cosecha será maravillosa!
Palabra obispo Paulo Roberto (Ed.81)
¿Cuántas personas conoce Ud., amigo lector, que buscan en esta vida algo
que las llene, que cubra el vacío que sienten?
¿Cuántas personas hay que viven tomando, drogándose, que van a los
bailes, que viven pensando en la plata, que se prostituyen creyendo encontrar
un poco de felicidad? Pero la verdad es que viven en un mundo triste. Cuando
la persona ya ha probado de todo en este mundo y ve que no encuentra lo que
buscaba, ella piensa en morir.
Incluso, hay muchas que van a buscar a otros dioses, a espíritus, pensando
que éstos podrán ayudarlos. Así sucedió con el pueblo de Israel. Ellos
comenzaron a buscar una respuesta en otros dioses pensando que iban a
encontrar algo. Y entonces sobrevino una gran opresión sobre los israelitas de
la mano de los filisteos. Fue ahí cuando Dios habló al profeta Samuel. “Habló
Samuel a toda la casa de Israel, diciendo: Si de todo vuestro corazón os
volvéis al Señor, quitad los dioses ajenos y a Astarot de entre vosotros, y
preparad vuestro corazón al Señor, y sólo a Él servid, y os librará de la mano
de los filisteos” (1Samuel 7:3)
Los dioses ajenos, los ídolos, no son solamente los ídolos de yeso, de palo,
que quizás Ud. ya quitó de su casa. Quizás Ud. piense que porque ya los
abandonó, no está viviendo más en la idolatría. Idolatría no es sólo adorar a
esos dioses, sino tener el corazón en cualquier cosa que no sea Dios. ¿Sabía
que hay gente que tiene al dinero como su ídolo? Hay otras personas que
tienen a un familiar en ese lugar... ¡cuántas veces atendemos a las personas
que nos dicen que su hijo es su mayor riqueza. Por supuesto que los hijos son
importantes, pero Jesús tiene que estar en primer lugar. Algunos veneran a su
esposa o su marido. Y al único que tenemos que adorar es a Dios.
Usted tiene que aprender a buscar, en primer lugar, el Reino de Dios y Su
justicia, entonces todas las demás cosas les serán añadidas (Mateo 6:35). Dios
nos da todo, cubre siempre todas nuestras necesidades.
¿A Ud. no le parece justo que si yo procuro dar lo mejor de mí para Dios, Él
quiera también darme lo mejor?
Él mismo ha enseñado que es dando que se recibe, es una cosa natural,
Dios es justo, Él es justicia. Si yo doy, Él me da. El gran problema es que hay
mucha gente que no sabe dar.
En el versículo 4 continúa diciendo: “Entonces los hijos de Israel quitaron
a los Baales, y a Astarot, y sirvieron sólo al Señor. Y Samuel dijo: Reunid a
todo Israel en Mizpa, y yo oraré por vosotros al Señor. Y se reunieron en
Mizpa, y sacaron agua, y derramaron agua delante del Señor, y ayunaron
aquel día, y dijeron allí: Contra el Señor hemos pecado...”
Ellos reconocieron que estaban en pecado. Otra de las cosas que impiden a
las personas ser bendecidas, es cuando no son humildes de espíritu y no
reconocen que están en pecado.
Cuando el pueblo buscó a Dios, se humilló, ayunó, reconoció sus pecados;
Dios los escuchó.
La Biblia dice que subieron los príncipes de los filisteos contra Israel. Y al
oír eso los israelitas tuvieron temor y entonces dijeron a Samuel: “No ceses de
clamar por nosotros al Señor nuestro Dios, para que nos guarde de la mano
de los filisteos”.
Ellos pidieron la intervención de Samuel. “Y Samuel tomó un cordero de
leche y lo sacrificó entero en holocausto, y clamó Samuel al Señor por Israel,
y el Señor lo oyó” (versículo 9).
Es decir Samuel, que conocía a Dios, sacrificó, ofreció un cordero de leche
entero, sacrificó por completo, y clamó a Dios, y Él oyó su voz.
Y dice la Biblia: “Y aconteció que mientras Samuel sacrificaba el
holocausto, los filisteos llegaron para pelear con los hijos de Israel. Mas el
Señor tronó aquel día con gran estruendo y los atemorizó, y fueron vencidos
delante de Israel”.
Aquí está el camino para vencer: volverse a Dios, dar de sí para Él. La vida
cristiana es una vida de renuncias, pero nosotros sacrificamos algunas cosas de
menor valor para que podamos recibir algo de mayor valor.
Jesús dijo: “el que quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo” (Lucas
9:23).
Usted, ¿se está negando a sí mismo? Quizás éste sea el motivo por el cual
todavía no tuvo un encuentro con Dios. Quizás Ud. no quiere perder,
sacrificar, no quiere renunciar.
¿Es necesario esperar a que sus enemigos lo acechen, como le sucedió en la
antigüedad al pueblo de Israel, para que usted abra su corazón y se entregue
por completo al Señor Jesús?
Amigo lector, recuerde, Dios no falla, somos nosotros los que fallamos. La
decisión depende de usted.
Santo Culto (ED86)
Domingo 12-03-00
David fue un hombre que escogió agradar a Dios. Amó tanto a Dios, creyó
tanto en este Dios vivo, que lo puso como lo más importante en su vida. Dejó
de hacer su voluntad para hacer la de Dios, y eso le trajo bendiciones. David
fue un rey que tuvo muchas victorias y conquistas para Israel.
¿Por qué nosotros no podemos ser como David, vencer en todas las luchas?
David no era diferente a nosotros, era un hombre, no era Dios; y si él pudo
vencer, nosotros también podemos. Va a depender sólo de nuestro corazón, si
está o no dispuesto a agradar a Dios.
En el salmo 16, podemos observar el carácter de David, él dice así:
“Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado. Oh alma mía, dijiste al Señor:
Tú eres mi Señor; no hay para mí bien fuera de ti”.
David tenía hijos y también era muy rico, pero de ninguna forma dejó que
todo esto ocupara el primer lugar en su corazón. Si bien las riquezas y los
hijos son importantes, David no los idolatró, no los colocó como lo más
importante en su vida. Él sabía que lo más importante era su comunión con
Dios, estar siempre en Su presencia. Por eso fue tan bendecido.
Habitualmente, nosotros vemos que hay personas que son muy bendecidas
pero también sabemos que otras no lo son. Por el contrario, ellas siempre están
trabadas.
¿Cuál es la diferencia entre estas personas? ¿Acaso Dios no quiere bendecir a
todos? ¿Tendrá Él preferencias, tendrá hijos privilegiados?
La verdad es que Dios quiere bendecir a todos, pero sólo se manifiesta cuando
nos volvemos a Él. Dios nos da todo cuando también le damos todo a Él.
Si su corazón está totalmente entregado a Dios, Él se manifestará y suplirá
todas sus necesidades.
Pero no basta sólo con venir a la Iglesia, no es difícil venir. Lo importante es
hacer lo que dice la Palabra de Dios, no sirve de nada adquirir conocimientos
bíblicos si no son practicados.
En Deuteronomio 30: 15, Dios dijo: “Mira, yo he puesto delante de ti hoy la
vida y el bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy a que ames a tu
Señor tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus
estatutos y sus decretos para que vivas y seas multiplicado, y el Señor tu Dios
te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella”.
Andar en sus caminos no es andar adentro de la Iglesia, sino vivir como Él ha
vivido, seguir sus ejemplos, practicar Sus Palabras, guardar sus
mandamientos.
Si oye y practica la Palabra de Dios, tendrá vida y será multiplicado. Por
ejemplo, si Ud. sabe que tornándose diezmista, Dios cumplirá Su promesa de
darle vida en abundancia, Ud. será diezmista. El diezmo, que para mucha
gente es algo extraño y no creen que sea verdad, es un acto de fidelidad a
Dios. Cuando la persona honra a Dios con sus diezmos, Él abre las ventanas
de los cielos y derrama bendiciones y también reprende al espíritu devorador.
Pero nadie es obligado a ser diezmista o a dar ofrendas y hacer votos con
Dios.
Nosotros sólo enseñamos la Palabra de Dios, mostramos la vida y la muerte, el
bien y el mal. Usted es quien escoge ser o no un victorioso.
Pero la verdad es que sin Jesús no somos nada, no podemos hacer nada. No
hay felicidad ni vida.
En el versículo 17, nos dice que si nuestro corazón se desvía, es decir, se
inclina delante de dioses ajenos, como mucha gente hace al adorar imágenes, o
al ir a la brujería, a la macumba o a los espiritistas, las cosas empeorarán
porque el único que puede salvarnos y darnos vida es el Señor Jesús. Si Ud. se
inclina ante dioses ajenos, el sufrimiento y la destrucción sobrevendrán en su
vida.
Yo puedo orientar, enseñar y orar por Ud., pero es Ud. quien tiene que decidir
su vida. Desgraciadamente, hay personas que tienen que tocar fondo, para
luego entregarse a Dios.
También están aquellas personas que vinieron a la Iglesia Universal,
conocieron la verdad y recibieron muchas bendiciones pero que se apartaron y
ahora están sufriendo. Ellas prefirieron los placeres del mundo, vivir en la
prostitución, en la mentira, en el adulterio, optaron por los placeres engañosos
de esta vida y ahora están nuevamente gimiendo.
Ud. tiene la vida en sus manos y también tiene la muerte; tiene la bendición y
la maldición. Amigo lector, la elección es únicamente suya.
Santo Culto 02/04/00
09/04/00
El Señor Jesús ha venido a este mundo para traernos paz, sanar nuestras
enfermedades y darnos vida en abundancia.
La Biblia dice en 2 Corintios 8:9: “Porque ya conocéis la gracia de
nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo
rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos”.
Dios es dueño de todo oro y toda plata, entonces ¿cómo puede ser pobre?
También Jesús siempre fue rico, porque Jesús es Dios. Y Jesús también
siempre fue rico, porque Él es Dios. Antes que Él naciera de la virgen María,
el ya era Señor. Él simplemente se despojó de Su gloria y grandeza para venir
a este mundo y salvarnos. Él se humilló, se hizo hombre y vivió en este
mundo sujeto a las mismas necesidades, problemas, limitaciones y tentaciones
que cualquier otro hombre. Él sufrió, fue clavado en la cruz, para que nosotros
tengamos vida.
Quizás Ud. diga: “¡Pero yo no tengo esa vida en abundancia que el Señor
dice en Su Palabra. Yo estoy viviendo una vida de miseria, de fracasos, de
problemas...!”
La verdad, mi amigo lector, es que Ud. vive así porque todavía no aceptó a
Jesús como el único Señor de su vida. Él es el único que puede salvarlo. Ni la
Iglesia Universal, ni los obispos ni los pastores pueden hacerlo. Nosotros no
hacemos milagros, quien los hace es el Señor Jesús.
El 100 % de su fe debe estar puesta en el Jesús vivo y resucitado. Él es
nuestro Salvador, murió por nosotros para que tuviéramos vida, nadie más lo
hizo. No hay ningún otro nombre por el cual podemos ser salvos, sólo el
nombre de Jesús.
Para que Ud. pueda ser salvo y ser bendecido debe vivir de acuerdo con lo
que está escrito en la Biblia Sagrada. Quizás Ud. sea muy tradicional en su
religión y le cueste pensar de esta manera. Pero, ¿sabe lo que debería hacer?
Olvidarse de todo lo que aprendió y vivir de acuerdo con lo que está escrito.
Porque ¿qué es más importante, lo que dice la Palabra de Dios o la tradición?
Yo no quiero que Ud. sea un seguidor de la Iglesia Universal, yo quiero que
Ud. siga al Señor Jesús. Porque no es la religión lo que salva sino el Señor
Jesús.
La opción es suya. La vida o la muerte, su futuro y su destino están en sus
manos. Si Ud. se vuelve de todo su corazón a Jesús, puede cambiar su destino.
Nosotros estamos aquí sólo para enseñarles la verdad.
¿Sabe por qué lloró el Señor Jesús cuando entró en Jerusalén, en medio de
tanta gente que ese domingo de ramos lo alababa y le tiraba mantas en el
camino cuando Él pasaba?
Él sabía cuánto iba a sufrir aquella gente. Jesús vino para traer salvación a
toda la humanidad, para traer paz, pero la gente no lo aceptó. No lo
reconocieron como Mesías y lo rechazaron. Pero Jesús no lloró por eso sino
porque sabía los problemas y sufrimientos que iban a padecer.
Esto lo vemos en Lucas 19, desde el versículo 41 en adelante: “Y cuando
llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si
también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz!
Más ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti,
cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas
partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y
no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de
tu visitación”.
Jesús estaba sintiendo una gran compasión por esa gente. Porque ellos no
reconocieron su visita, la salvación que Él les traía. Y sabía que Jerusalén
sería destruida por completo. Esa profecía del Señor Jesús fue cumplida 40
años después con la invasión de Tito a Jerusalén. El templo tan glorioso fue
totalmente destruido. ¿Sabe por qué ese lugar de la gloria de Dios fue hecho
escombros? Porque a partir del momento en que la gente no recibió al Señor
Jesús, Dios retiró Su gloria de ahí. Así también sucede con nosotros cuando no
aceptamos a Jesús. La gloria de Dios se aleja, y Él no puede obrar en nuestras
vidas. Tarde o temprano la destrucción y el sufrimiento vienen cuando no hay
un corazón abierto para Jesús.
Hay mucha gente que está destruida porque no reconoce a Jesús. Allí la
gloria de Dios no está presente. Ésta sólo puede venir sobre su vida cuando se
decida a recibir a Dios como único y suficiente Salvador de su vida, cuando
pase a invocar sólo el nombre de Jesús, cuando no invoque a los espíritus, a
los muertos, cuando no concurra más al espiritismo.
Cuando se entregue completamente a Él, la presencia de Dios y Su gloria
vendrán sobre su vida, que será restaurada por las fuerzas que el Señor Jesús
le da. Yo quisiera que Ud. se lanzara en las manos de Jesús y que al fin lo
reconociera con todo su corazón como su único Señor. Nuestra lucha es para
que Ud. lo logre, y así su vida cambiará.
Santo Culto 23-04-00
Completo
. (2 crónicas 29) / (paralelo 2 reyes 18): “hizo Ezequias lo recto ante los ojos
del Señor conforme a todas las cosas que hizo David su padre (Ezequías era de
la descendencia de David, cuando un rey hacía algo bueno era comparado con
David que fue un rey bueno).
Ezequias era hijo de Acaz, pero hizo lo recto ante los ojos del Señor, quitó los
lugares altos y quebró las imagines, y cortó los símbolos de acera e hizo
pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés. Cuando Moisés
estaba en el desierto con el pueblo de Israel y eran atacados por serpientes
abrazadoras, Dios mandó a Moisés a que levantará una serpiente de bronce en
el desierto que simbolizaba el sacrificio del Señor Jesús, y aquellos que eran
picados por la serpiente de bronce que era un símbolo de la serpiente de Jesús,
eran curados. Así como nosotros, hoy, miramos para el sacrificio de Cristo y
nosotros somos curados.
Jesús en la cruz, encarnó la imagen de la maldición, la serpiente es símbolo de
la maldición y Jesús en la cruz encarnó la imagen de la maldición y aquella
serpiente simbolizaba el sacrificio de Jesús pero Dios usó eso como un
símbolo para despertar la fe de la gente pero el pueblo es idolatra el pueblo
comenzó a adorar esa serpiente. Como la cruz hecha con la madera del olivo
de Tierra Santa que Ud. ha recibido. Esta es un símbolo cuando Ud. mira para
ella, se acuerda que la cruz es un símbolo de que Jesús murió para eso, pero
Ud. no puede adorarla, porque la cruz no es santa, no tiene poder para sanar de
nuestra victoria. Solo es un símbolo. Yo también tengo la cruz en mi casa,
pero si yo necesito de algo, paso por alguna dificultad, yo voy a arrollidarme y
hablar con Dios, no voy a postrarme delante de la cruz, la cruz no es un ídolo,
es un símbolo pero no para adorarlo, tenemos que adorar solamente a Dios. Y
Ezequias viendo la idolatría del pueblo destruyó todo, y “en el Señor Dios de
Israel puso su confianza, ni después ni antes de él hubo otro como él entre
todos los reyes de Judá porque siguió al Señor y no se apartó de Él sino que
guardó los mandamientos que él........
Y el Señor estaba con él y adonde quiera que salía prosperaba.
Amigo lector, por que él prosperaba en todo y Acaz había sido fracasado,
derrotado? Porque él hizo lo recto ante los ojos de Dios, fue fiel a la Palabra
de Dios.
En el capítulo 29 de 2 Crónica: “dice que en el primer año de su reinado abrió
las puertas de la casa del Señor y las reparó”
Él reconoció la importancia de la casa del Señor e hizo venir a los sacerdotes y
levitas y los reunió en la casa oriental y santificad... y sacad del santuario la
inmundicia.
La casa del Señor estaba contaminada de inmundicia, él vio que era necesario
para que Dios se volviera al pueblo, para que Dios pudiera inclinar sus oídos a
ellos, para que pudiera bendecirles, era necesario que sacaran del santuario la
inmundicia.
.
Pero para que esto ocurra, para que Dios se pueda manifestar en nuestras
vidas, tenemos que purificarnos, tenemos que sacar de nuestro santuario la
inmundicia, tenemos que sacar todas las cosas malas, podridas, todo lo que no
agrada al Señor, tenemos que sacar todo. Ud. es una persona inteligente y sabe
perfectamente cuales son las cosas que Ud. hace que no agradan al Señor. Y si
queremos ser bendecidas, si queremos encontrar la respuesta de Dios, tenemos
que purificarnos delante del Señor, caso contrario Dios no podrá hacer nada.
Es como la ley de la física que dice que a toda acción le corresponde una
reacción en sentido contrario y con la misma intensidad. Si Ud. se vuelve a
Dios, Él se entrega a Ud. pero si Ud. solo quiere la bendición de Dios, no
quiere un compromiso, quiere solamente la sanidad, la prosperidad. Como si
Jesús fuera un amante suyo, como mucha gente que tiene amante y no quiere
un compromiso. Hay muchas personas que no se quieren casar porque no
quieren tener un compromiso, y hay mucha gente que no se quiere casa con
Jesús, no quiere un compromiso con Él no quiere sacrificar su vida, no quiere
negar su propia vida. Quiere las bendiciones pero quiere seguir haciendo lo
que se le da la gana.
Es por eso que hay muchas personas que están sufriendo, incluso aquí en la
Iglesia Universal, y se la pasa buscándolos para hacer una oración, que viven
eternamente en la fila para hablar con el pastor.
¿Será que Dios es injusto? Si Ud. no quiere hacer la voluntad de Dios, Él no
puede hacer nada.
No podemos jugar con Dios, burlarnos de Él, quizás lo que hablamos esté
desanimando a quien quiere solo las bendiciones, que estaba pensado
participar del Santuario solo por la bendición, será mejor que no haga nada
antes de ser infiel con Dios, que quiera engañar a Dios. Ud. no puede engañar
a Dios, puede sí engañar al pastor o al obispo, pero a Dios no se lo puede
engañar, nosotros vemos la fachada, a veces uno parece tan santo, tan puro,
tan espiritual, y a veces es un sinvergüenza. Pero Dios ve el corazón.
“Sacad del santuario la inmundicia, porque nuestros padres se han revelado y
han hecho lo malo ante los ojos del Señor, porque dejaron y apartaron sus
rostros delante del Señor, y le devolvieron las espaldas. Y aun cerraron las
puertas..... no quemaron incienso ni quemaron... por tanto la ira del Señor ha
venido sobre.... y los ha entregado.
Hay muchas personas que vive turbada, oprimida, preocupada, bajoneada,
llenas de problemas,
“ahora pues yo he determinado hacer pacto con el Señor Dios de Israel”.
Hacer pacto significa hacer un alianza, unirse, es como un casamiento. Tiene
que haber una entrega total, si no hay una entrega total no funciona.
“Ahora yo he determinado hacer pacto para que aparte de nosotros el ardor de
su ira, hijos míos no es engañéis ahora porque el Señor os ha escogido ahora
para que el Señor esté delante de Él y le sirváis...”
es decir, Dios escogió a aquel pueblo que estaba sufriendo, que estaba siendo
humillado, oprimido, era necesario que ellos hicieran un pacto por Dios. Ud.
no está aquí por casualidad por Dios, fue escogido por Dios, Él le escogió para
que Ud. fuera un vencedor, fuera bendecido.
Para que Ud. fuera una persona sana, prospera, para que Ud. fuera un ejemplo
de vida. El gran problema es que hay mucha gente que no abre el corazón, no
comprende las cosas, no las acepte. La persona quiere hacer su voluntad, lo
que ella quiere, entonces vive enojada, sufriendo, disgustadas.
Si Ud. hace pacto con Dios, se entrega de corazón toda su vida cambiará, todo
cambiará en todos los aspectos de su vida. Tendrá que luchar, tendrá que
perseverar, pero va a conquistar.
Cuando uno se entrega tiene que aprender a confiar, a esperar el momento
cierto.
Y dice la Biblia que: “vinieron al rey Ezequias y dijeron ‘ya hemos limpiado
toda la casa del Señor, el altar del holocausto y todos los instrumentos y la
mesa de la preposición con todos sus utensilios y levantándose de mañana
reunió los principales de la ciudad y subió a la casa del Señor y presentaron 7
carneros, 7 novillos, 7 corderos y 7 machos cabríos para expiación por el
reino, por el santuario y por Judá y dijo a los sacerdotes, hijo de Aaron que los
ofreciese por el Santuario, mataron pues los novillos y los sacerdotes
recibieron la sangre...
Eso quiere decir que el sacrificio fue ofrecido en el santuario, solamente
después de la purificación, después que Ezequias supo que limpiaron la casa,
fue y ofreció el sacrificio. Y es lo que tiene que hacer. Después de purificarse,
va a ofrecer su sacrificio, no pase por el santuario sin que haya un arreglo con
Dios, sin limpiar su corazón con Dios. Ud. tiene que confesar sus pecados a
Dios, no a los hombres porque no tiene potestades para perdonar sus pecados.
Ud. tiene que confesar a aquel que derramó su sangre por Ud.
Confesar y cambiar de vida, cuando uno se arrepiente de sus pecados, uno
reconoce el pecado, lo confiesa y lo abandona. Ud. que mentía, no va a mentir
mas, Ud. que adulteraba no lo hará más. Ud. que quiere hacer un pacto con
Dios, hacer una alianza con Dios, póngase de pie.
En estas últimas semanas hemos estado hablado sobre el rey Ezequías. Esta
Campaña de Israel que se llevó a cabo se basó en el pacto que Ezequías hizo
con Dios. Ezequías fue un rey que hizo lo recto ante los ojos de Dios, puso por
obra la Palabra de Dios, tomó una actitud de fe y depositó su confianza en el
Dios de Israel rebelándose contra el rey idolatra de los asirios, Senaquerib.
Entonces Ezequías abrió el templo del Señor, encendió las lamparas que
estaban apagadas y así hizo que el pueblo se volviera y comenzara a sacrificar
para Dios. Así, el pueblo de Judá comenzó a prosperar; Dios derramó
bendiciones sobre ellos y sus tierras comenzaron a producir frutos.
La decisión tomada por Ezequías hizo que los reyes de Asiria se enojaran, y
finalmente, intentaran destruir la fe del pueblo y la de Ezequías. Su objetivo
era desviarlos de la presencia de Dios, el mismo objetivo que siempre tiene
satanás.
Entonces los asirios invadieron Jerusalén para destruirla. Estos guerreros eran
muy poderosos y superaban en número al ejercitó del rey Ezequías, por lo que
pensaban que en una guerra el rey Ezequías no podría vencerlos. La Biblia
dice en 2 Crónicas 31: 20: “De esta manera hizo Ezequías en todo Judá; y
ejecutó todo lo bueno, recto y verdadero delante del Señor su Dios. En todo lo
que emprendió en el servicio de la casa de Dios, de acuerdo con la ley y los
mandamientos, buscó a su Dios, lo hizo de todo su corazón y fue prosperado”.
Ezequías y su reino fueron preparados simplemente porque él hizo lo recto,
bueno y verdadero ante los ojos de Dios. Y continúa diciendo en el capítulo
32: “Después de estas cosas y de esta fidelidad, vino Senaquerib rey de los
asirios e invadió Judá, y acampó contras las ciudades fortificadas, con la
intención de conquistarla”.
EL pueblo sabía la fama que tenía el ejército de Asiria, sabía que ellos habían
destruido muchas naciones, y tuvieron miedo pero Ezequías les dijo (versículo
7 y 8): “Esforzáos y animáos; no temáis, ni tengáis miedo del rey de Asiria, ni
de toda la multitud que con él viene, porque más hay con nosotros que con él.
Con él está un brazo de carne, más con nosotros está el Señor nuestro Dios
para ayudarnos y pelear nuestras batallas”.
Ezequías hablaba en un sentido espiritual. Y el pueblo confió. Pero
Senaquerib intentó nuevamente sembrar la palabra de derrota y envió a sus
siervos para que llevaran su mensaje: “¿En quién confiáis vosotros, al resistir
al sitio en Jerusalén? ¿No os engaña Ezequías para entregarlo a muerte,
hambre y sed, al decir: el Señor nuestro Dios nos librará de la mano del rey de
Asiria?
Con arrogancia Senaquerib hablaba al pueblo, él quería que tuvieran dudas,
que dudaran de la palabra de Ezequías. Así como el diablo lleva a las personas
a que duden de la predica del pastor, él trata de impedir que la persona
permanezca en la fe y así pueda tomar las bendiciones de Dios.
Y también dijo: “¿No es Ezequías el mismo que ha quitado los lugares altos y
sus altares, y ha dicho a Judá y a Jerusalén: Delante de este sólo altar
adorareis, y sobre él quemareis incienso”
Ellos no entendían cómo Ezequías había destruido los altares de idolatría, y
había llevado al pueblo a adorar solamente al Señor y a sacrificar solamente
en el lugar en que se construyó el templo el cual que Él había escogido como
casa de sacrificio, en el que Dios prometió que mantendría sus ojos todos los
días y sus oídos atentos a toda oración que fuera presentada. Ezequías siguió
exactamente las enseñanzas de Dios, lo que estaba registrado en la Palabra de
Dios.
Senaquerib continuó alardeando sobre cómo ningún dios había podido salvar a
las naciones a las que había destruido y finalizó su afrenta diciendo: “Ahora,
pues, no os engañe Ezequías, ni os persuada de ese modo, ni le creáis; que si
ningún Dios de todas aquellas naciones pudo librar a su pueblo de mi mano y
de la mano de mis padres, ¿cuánto menos vuestro Dios os podrá librarnos de
mi mano?”
Senaquerib quería infundir el miedo en el pueblo para poder tomar la ciudad.
Satanás siempre quiere tomar todo lo que Dios le tiene preparado a usted. Al
estar en la presencia de Dios, por más que vengan luchas, siempre vamos a
tener la victoria. Y dice el capítulo 20: “Más el rey Ezequías y el profeta
Isaías, oraron por esto, y clamaron al Cielo. Y el Señor envió un ángel, el cual
destruyó a todo valiente y esforzado, y a los jefes y capitanes del rey de
Asiria.
Amigo, a mí me gustaría ver con profundidad esa oración, en 2 reyes (capítulo
19 versículo 14 en adelante) la encontramos que dice: “Oh Señor Dios de
Israel, que moras entre los querubines, sólo tu eres Dios de todos los reinos de
la tierra; solo tu hiciste el cielo y la tierra. Inclina, oh señor, Tu oído, y oye,
abre oh señor tus ojos y mira y oye las palabras de Senaquerib que ha enviado
a blasfemar al Dios viviente. Es verdad, oh Señor, que los reyes de Asiria han
destruido las naciones y sus tierras; y que echaron al fuego a sus dioses por
cuanto no eran dioses sino obras de mano de hombres sino madera o piedra y
por eso los destruyeron”.
Yo creo que no hace falta explicar mucho sobre esto, está muy claro, ¿y sabe
qué sucedió? En el versículo 35, encontramos el resultado del clamor de
Ezequías: “...aquella misma noche salió el Ángel del Señor, y mató en el
campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se
levantaron por la mañana, he aquí que todos eran cuerpos de muertos”.
Entonces Senaquerib tuvo que huir, las tinieblas no pudieron prevalecer sobre
la luz. Y es más cuando volvió a su ciudad, mientras estaba adorando a su
dios, sus propios hijos lo mataron.
Ezequías, finalmente estableció el reino de Judá; el reino de Dios se estableció
porque Ezequías no se movió de su fe, no dudo ni vaciló. No quiso hacer
pacto con los enemigos, se puso firme y prevaleció; y Dios le dio la victoria.
Esto es lo que usted necesita hacer estar firme, no temer a pesar de que las
luchas sean grandes, a pesar de que todo el mundo se levante en su contra.
Dios le dará la victoria en nombre del Señor Jesús porque Él es nuestro Señor.
Y yo quiero usar las palabras del salmista David que dijo en el salmo 27: “El
Señor es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? El Señor es la fortaleza de
mi vida, ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los
malignos, mis angustiadores y mis enemigos para comer mis carnes, ellos
tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi
corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado. Una cosa he
demandado al Señor, esta buscaré: que esté yo en la casa del Señor todos los
días de mi vida”.
Amigo, si Dios es con nosotros ¿quién contra nosotros? Firme hasta el final. Y
hasta la próxima semana.
Palabra 105
PERMANECER HASTA EL FINAL
Mi amigo, Jesús nunca desampara a aquellos que confían en Él. En el Salmo
91, el salmista dijo: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la
sombra del Omnipotente”. Esto quiere decir que siempre la persona debe estar
aferrada a Dios, en comunión con Él, no sólo cuando está en la Iglesia.
Siempre tenemos que pensar en Dios y andar en Su presencia; en el trabajo, en
la calle o en la escuela debemos tener nuestros corazones limpios para estar
protegidos por el Dios vivo porque así Él nos libra de todo mal, guarda
nuestras vidas, como continúa diciendo el salmo: “Diré al Señor, esperanza
mía y castillo mío, mi Dios, en quien confío”
Uno siempre debe confiar, porque manifestar la fe no es tan difícil, lo
importante es mantenerla. ¿Recuerda los diez leprosos que fueron sanados
luego de que clamaron a Jesús? Sólo uno regresó para dar gloria a Dios y
agradecerle. Me apena que los hombres sean tan injustos y malagradecidos.
Sólo aquel que había regresado fue salvado; porque él permaneció. Muchos
vienen a la Iglesia, manifiestan su fe al participar de las distintas reuniones o
de las Campañas de Fe, y entonces conquistan muchas bendiciones. Sin
embargo, desafortunadamente, muchos no regresan para glorificar a Dios. Se
olvidan que los problemas no suceden una sola vez, que vivimos en un mundo
malo, dominado por satanás. En ningún momento podemos apartarnos de este
Dios vivo, ¿de qué le sirve conquistar una bendición hoy y que mañana
satanás vuelva a su vida?. Él quiere volver. Jesús dijo que cuando el espíritu
inmundo sale del hombre anda por lugares secos buscando reposo y no lo
encuentra, entonces dice: “volveré a mi casa de donde salí” y cuando vuelve,
si la encuentra vacía, barrida, adornada, es decir, si encuentra a la persona
liberada, bien, tranquila pero sin la presencia del Espíritu Santo entonces lleva
consigo otros siete espíritus peores que él, dejando a la persona peor que
antes. Lo más importante es buscar nuestra comunión con Dios, permanecer y
establecer la fe, para estar firmes hasta el final. Es la única forma para que
cuando vengan las luchas las podamos enfrentar.
El salmista continúa diciendo: “Él te librara del lazo del cazador, de la peste
destructora. (...) Caerán a tu lado mil y diez mil a tu diestra; mas a ti no
llegarán”.
Es posible que usted viva cercado de leones que quieren devorar su vida, pero
al seguir los pasos de Jesús, las bestias no pueden tocarlo. Es maravilloso
decir “gracias a Dios” al despertarnos cada mañana. Hay muchas personas que
están muriendo en vida, que están sufriendo. ¿Cuántas personas están en este
mundo y no conocen lo que es ser feliz, que están destruidas, que viven en la
miseria total o postradas en una cama de hospital.
Sólo quien ya pasó por esto, quien ya tocó fondo, reconoce el valor de Jesús
en su vida; las cosas no suceden de la noche a la mañana pero sabemos que
Dios siempre nos da la victoria, y nos cubre con sus plumas al igual que la
gallina a los pollitos. Por eso usted no tiene que vivir atemorizado porque sus
pasos estarán seguros al vivir en la dependencia de Dios.
“Porque has puesto al Señor, que es mi esperanza, al Altísimo por habitación,
no te sobrevendrá mal ni plaga tocara tu morada...”
Observe qué importante es permanecer fieles al Señor Jesús, ya que así es
como Dios puede bendecirnos. Muchas veces sus familiares no se dan cuenta
de que están siendo protegidos por Dios gracias a su fidelidad.
Pero, además, amigo, para que Dios se manifieste en nuestras vidas, usted
tiene que nacer de nuevo, espiritualmente hablando, Dios quiere que muera la
vieja criatura para que nazca una nueva; para esto es necesario que abra su
corazón y deje que el Espíritu Santo obre en su vida. Él está esperando una
invitación para actuar pero tiene que ser del corazón, no basta sólo que salga
de la boca.
El salmo 91 continúa: “...a Sus ángeles mandará cerca de ti, que te guarden en
todos tus caminos. En las manos te llevarán para que tu pie no tropiece en
piedra. Sobre el león y la víbora pisarás; herirás al cachorro de león y al
dragón. Por cuento en mi ha puesto su amor, yo también lo libraré; lo pondré
en alto, por cuento ha conocido mi nombre”.
Aquellos que están apegados a Dios también tienen sus momentos difíciles y
de angustia, tienen sus luchas; pero la gran diferencia es que el Señor dijo que
estaría con nosotros para guardarnos, para darnos la victoria, para hacernos
vencedores, para librarnos de todo mal. A veces las tribulaciones son
oportunidades para que podamos aferrarnos más a Dios y para que Él sea
glorificado a través de nuestra conquista.
Es decir, después de prevalecer, de vencer sobre todas las luchas, de enfrentar
los leones, andar por el desierto, Él nos muestra Su salvación. Toman posesión
solamente quienes permanecen firmes hasta el final, estos son los verdaderos
vencedores. Porque si bien la compra del auto, la casa o tener el negocio
propio son bendiciones porque lo necesitamos para vivir en este mundo; nunca
tienen que olvidar que la victoria es conquistar la salvación, y es vencedor
quien guarda su corazón limpio y puro hasta el final.
Palabra 106
La llave de la victoria
Dios es el Único que quiere y puede bendecirnos; quiere hacer cosas muy
grandes en la vida de las personas pero hay veces que se ve imposibilitado de
manifestar Su grandeza. Muchas veces, no tenemos oídos para oír la voz de
Dios, somos rebeldes a Su Palabra, y nos olvidamos que para vencer en este
mundo tenemos que obrar de acuerdo con ella. Si hacemos eso, satanás nunca
podrá prevalecer sobre nuestras vidas.
Siempre que el pueblo de Israel sufrió se debió a que había dejado de escuchar
la Voz de Dios. Si seguimos la historia de este pueblo, vemos que cuando
hubo reyes buenos que llevaban al pueblo a buscar a Dios y a obrar de acuerdo
con Su Palabra, ellos conquistaban, prosperaban y sus enemigos no podían
derrotarlos. Pero cuando el rey era malo y el pueblo no se acercaba a Dios,
entonces sobrevenía el sufrimiento, fracasaban, eran derrotados y
completamente avergonzados. Dios es amor, pero sobre todo Él es justo, y
juzga a cada uno de acuerdo con sus obras, es decir por la obediencia a Su
Palabra.
Hoy, el mundo está viviendo momentos difíciles, de miseria y desempleo, de
hambre, pero ¿por qué? La respuesta es simple, porque las personas están
viviendo lejos de Dios y, al igual que el pueblo de Israel, no Lo están
buscando con todo su corazón, está faltando una entrega total, una obediencia
total principalmente en los diezmos y ofrendas.
Y esto, amigo lector, lo podemos observar en la enorme cantidad de gente que
se molesta cuando hablamos este tema; no abren su corazón, aún no entienden
que los diezmos y las ofrendas son la llave para abrir la ventana de los cielos,
para que las bendiciones de Dios se derramen en sus vidas. En el capítulo 3 de
Malaquías, versículo 6, podemos leer: “Porque yo, el Señor, no cambio; por
esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. Desde los días de vuestros
padres, os habéis apartado de mis leyes y no las guardasteis. Volveos a mí y
yo me volveré a vosotros, ha dicho el Señor de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En
qué hemos de volvernos? ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis
robado... en vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque
vosotros, la nación toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y
haya alimento en mi Casa: probadme ahora en esto, dice el Señor de los
ejércitos, a ver si no os abro las ventanas de los cielos y derramo sobre
vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros
al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo
será estéril”.
Hay un espíritu que se llama devorador. Su función es actuar en la vida
económica de las personas, impide que las personas progresen poniéndoles
trabas. ¿Cuántos casos hay de personas que trabajan y trabajan pero nunca
conquistan nada, ya sea porque gastan el dinero en medicamentos o en los
juegos, o en el alcohol y drogas. En definitiva, este espíritu lleva a las
personas a la miseria, pero Dios también nos protege de este espíritu al ser
fieles en nuestros diezmos y ofrendas.
Pero, ¿qué es el diezmo y las ofrendas? El diezmo es una expresión de
fidelidad, es un reconocimiento al Señor Jesús como dueño de nuestras vidas.
Por su parte, las ofrendas son expresiones de fe. Hombres como Abraham,
Jacob, Isaac, demostraron su fidelidad a Dios y nunca les faltó nada, incluso
llegaron a prosperar en tierra enemiga como es el caso de Jacob.
Sin embargo, cuando tocamos en las cosas que pertenecen a Dios, la
maldición llega a nuestras vidas; ¡pero cuidado! Que no es Dios quien la envía
sino que nosotros mismos la cosechamos al sembrar las obras malas, al no
actuar de acuerdo con la Palabra de Dios. Aquí es cuando satanás saca
provecho y provoca toda clase de problemas en la vida de las personas.
Desgraciadamente, hay muchas personas que tienen que tocar fondo para abrir
su corazón. Como cuando los filisteos derrotaron al pueblo de Israel, que se
había alejado de Dios, y se llevaron el Arca, que simbolizaba la presencia de
Dios, al pueblo de ellos, Asdod, y la ubicaron al lado del dios al que ellos
rendían culto, Dagón. A la mañana siguiente, Dagón se encontraba tirado en el
suelo. Lo levantaron, pero al otro día Dagón volvió a aparecer derrotado, esta
vez con sus manos y su cabeza cortada.
La verdad es que los filisteos habían robado lo que era de Dios, y lo
comenzaron a padecer, dice la Biblia: “La mano del Señor cayó sobre los de
Asdod y los destruyó, hiriéndolos con tumores... Al ver esto, los de Asdod
dijeron: No quede con nosotros el Arca del Dios de Israel, porque su mano es
dura sobre nosotros y sobre nuestro dios Dagón” (1 Samuel 5: 6).
Entonces los filisteos, siendo incrédulos e idólatras, llamaron a sus sacerdotes
y les preguntaron qué deberían hacer con el Arca. Ellos respondieron que la
devolvieran pero no vacía sino con ofrendas para el Dios de Israel. Así fue que
la plaga se terminó en la tierra de los filisteos. Aquí podemos ver que cuando
devolvemos a Dios lo que Le pertenece, Él bendice. Da la victoria, y prospera.
Con el diezmo es de la misma manera, el diezmo es de Dios.
Para finalizar, recuerde que al ser fiel a Dios, el país y el mundo podrán pasar
por la crisis más dura y cruel pero usted cosechará porque habrá sembrado
buena semilla. Usted tiene que ser la luz de este mundo, sus familiares y
amigos al mirarlo tienen que ver la gloria de Dios reflejada en la tierra. ¡En
Cristo usted es más que vencedor!
Palabra Obispo Paulo
Amigo lector, quien confía en Dios nunca puede afligirse ante las dificultades,
ante las tribulaciones que enfrentamos. Siempre hay que confiar; porque el
secreto de la victoria es mantenerse firme hasta el final. El hecho de ser
cristiano, de confiar en la Palabra de Dios y de ser diezmista, no significa que
no pasará por luchas. Las bendiciones de Dios no caerán del cielo sin que uno
se esfuerce.
José, el más joven de los doce hijos de Jacob, cuando tenía 17 años tuvo un
sueño. Él era un hombre de fe, un hombre que confiaba en el Dios de su padre;
y en su sueño se vio en el campo atando unos manojos de paja junto con sus
hermanos. Su manojo estaba derecho, mientras que el de sus hermanos se
encontraban inclinados hacia el de él (Génesis 37). En otro sueño, José reveló
a sus hermanos (versículo 10): “He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí
que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí... Y su padre le
reprendió, y le dijo: ¿Que sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y
tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti?”
Dios estaba revelándole lo que quería hacer en su vida. Todos tenemos
sueños; pero para que se conviertan en realidad tenemos que confiar en Dios.
Hay muchas visiones que Dios nos da pero que debemos aprender a callarlas.
Tenemos que tener cuidado con lo que hablamos, para que nadie pueda ser
utilizado por satanás y ponerse en contra de nuestros objetivos. Los hermanos
de José le tenían envidia, hasta pensaron en matarlo. Sin embargo, lo
vendieron como esclavo a los madianitas; así el joven fue llevado a Egipto. En
este país lo compró Potifar, oficial del Faraón y capitán de la guardia.
José reveló su sueño y eso no es bueno; cada uno sabe donde quiere llegar,
pero no se puede andar comentándolo a todo el mundo. A veces usted viene a
la Iglesia Universal y escucha una palabra de vida, que lo levanta y lo anima.
Sin embargo, al compartir con alguien su confianza en que sus sueños son
factibles; las palabras de dudas comienzan a aparecer. No digo que uno no
tenga que hablar de Jesús para las personas que lo rodean, sino que no es
bueno revelar la visión que Dios colocó en el corazón. Hay cosas que tienen
que ser entre usted y Dios, porque satanás solo quiere poner trabas para que
sus sueños sean frustrados. El sueño de José no fue destruido, porque él tenía
una fe viva, confiaba en Dios y sabía que le daría la victoria. Dios estaba con
José y la Biblia dice que fue un varón próspero y que estaba en la casa de su
amo, y que vio su amo que Dios estaba con él (capítulo 39:2).
Potifar vio algo diferente en José, vio que no era una persona que solo hacía su
obligación y nada más. José era trabajador, fiel, hacía lo mejor. Él intentaba
marcar la diferencia, y así debemos obrar también nosotros. No importa qué es
lo que haga, siempre que sea digno o si trabaja con incrédulos, usted tiene que
pensar que está trabajando para el propio Señor Jesús. Y Dios va a mostrar a
sus jefes que usted se esfuerza, que es digno de confianza; y así, poco a poco,
conquistará más y más en su trabajo. “Así halló José gracia en los ojos de
Potifar, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder
todo lo que tenía... y aconteció que el Señor bendijo la casa de Potifar a causa
de José”.
José estaba prosperando, nunca había perdido la fe, pero satanás, que sólo
vino para hurtar, matar y destruir, y que siempre está poniendo trabas en
nuestro camino, hizo que la mujer de Potifar intentara seducir al joven de
“hermoso semblante y bella presencia”. José sabía que si se dejaba seducir no
estaría agradando a Dios. A pesar de su soledad, José no se dejó tentar porque
él no era un hombre que pensara en el presente sino que estaba mirando el
futuro y no se iba a dejar llevar por una emoción. Pero un día, estando los dos
solos en la casa, la esposa de Potifar lo tomó por la ropa y le dijo: “duerme
conmigo. Entonces él le dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió”
(capitulo 39: 12). Y cuando se vio con los pedazos de prendas en sus manos,
divulgó la mentira de que era él quién quería dormir con ella.
Él fue acusado injustamente y fue encarcelado. Muchas veces por nuestra
fidelidad a Dios pasamos por situaciones muy difíciles. Aún en la cárcel, José
fue fiel. Fue allí que él reveló los sueños del panadero y del copero. Al
panadero le dijo que el faraón lo mataría y al copero que iba a volver a trabajar
con el faraón, y que cuando ocurriera esto no se olvidara de él. El copero se
olvidó, hasta que un día el faraón tuvo un sueño que se repitió dos veces y el
cual nadie podía interpretar. Sietes vacas gordas y fuertes eran comidas por
siete vacas flacas y feas. José fue llamado y reveló el sueño: siete años de
cosecha y abundancia sobrevendrían en Egipto, pero luego siete años de
miseria y hambre consumirían esa tierra. José aconsejó que pusiera a un varón
prudente de Dios y sabio al mando de Egipto, para recoger las cosechas de
esos años y así poder abastecerse los otros siete. Dios le dio sabiduría para
hablar de esa forma, y esas palabras le agradaron al faraón por lo que dijo:
“¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de
Dios... Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio
como tú. Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi
pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú” (capítulo 41:40).
Trece años tuvo que luchar José. Muchas veces es gracias a las luchas que se
prueban nuestros corazones, si es que somos de Dios o no, si hemos nacido del
Espíritu de Dios y del agua, o si aún continuamos siendo de carne. Porque la
persona que no nace del agua y del Espíritu no puede ver el reino de Dios, no
puede conquistar.
José, a pesar de los altibajos, no perdió su fe, nunca se sintió abandonado,
sabía en quien confiaba. Y con el tiempo, sus hermanos y sus padres, las
estrellas junto con el sol y la luna, según lo soñado por José, se postraron a sus
pies para pedirle alimento. No fue de la noche a la mañana, tardó trece años
para ver cumplido su sueño.
Y su sueño, amigo lector, también se hará realidad. Tiene que saber que Dios
está con usted. Si permanece fiel a Dios, va a conquistar en el nombre de
Jesús. Piense que aunque la lucha sea grande, la victoria es cierta junto al
Señor Jesús.
Mi amigo lector, Dios busca personas que lo adoren en Espíritu y en verdad. Pero los verdaderos
adoradores no son aquellos que concurren a una iglesia, sino los que tienen en su corazón el deseo de agradar
a Dios, servirlo todos los días de su vida. Pero la verdad es que nosotros vivimos en un mundo materialista, en
donde la gente está más preocupada por lo que come y viste, dejando así de lado los valores espirituales.
Muchas veces observamos la enorme cantidad de gente que viene a buscar el aceite, el pan, o la copa de
jugo de uva cuando realizamos una campaña especial; pero por el otro lado vemos que no tienen interés en
buscar la presencia de Dios, buscar un encuentro con el Espíritu Santo. Ellos se olvidan que cuando damos a
Dios de todo nuestro corazón, también recibimos; Él nos quiere prosperar, sanar, restaurar nuestra familia...
en fin, darnos vida y vida en abundancia.
La mayor riqueza que nosotros tenemos es la riqueza espiritual. Lamentablemente, hay mucha gente que
vive ilusionada, trabajando para ganar la comida que perece y no por aquella que alimenta para la vida eterna.
Hay muchos que piensan que el valor está en los bienes materiales, y se consideran vencedores si su vida
financiera es óptima, si obtienen un título u ocupan una posición importante en la sociedad. Pero, en realidad,
la vida del hombre consiste en su relación con Dios, en la comunión con Él. Porque si estamos bien
espiritualmente, entonces todo estará bien. Algunos parecen estar peleados con la vida, siempre de mal humor
y rezongando por cualquier motivo, y que a pesar de tener todo para ser felices, no lo son; sienten un enorme
vacío en sus corazones. Generalmente, esta clase de personas culpa a otros por sus propios fracasos. La
verdad es muy distinta, nadie tiene la culpa de sus problemas sino ellos mismos. Porque la vida y la muerte, la
bendición y la maldición, dependen de nosotros, del camino que optemos.
Jesús también les dijo una parábola: “La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba
dentro de sí, diciendo: ¿Que haré, porque no tengo donde guardar mis frutos? Y dijo: “Esto haré: derribaré
mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma,
muchos bienes tienes guardados para muchos años, repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio,
esta noche vine a pedirte tu alma; y lo que has provisto ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro y no
es ni rico para con Dios”. (Lucas 12: 16).
Muchos se preocupan por el mañana, y están tranquilos si guardan dinero o conquistan alguna que otra
cosa, pero... ¿Y si viene Dios de repente y pide su alma? Vea usted, hay quienes se sienten seguros con las
cosas materiales...pero ¿si Dios de repente viene a pedir su alma? ¿Qué ha provisto usted para su alma? El
Señor Jesús volverá, Él vendrá en una hora que nadie sabe salvo el Padre, puede ser hoy o mañana, ¿y si fuera
hoy...?
Cuando llega la hora, uno no puede huir. ¿Y si Jesús le dijera en este momento: “Hoy tú vas a morir, Yo
voy a llevarte, ¿qué has provisto?”. Usted, ¿estaría seguro de su salvación? ¿Estaría seguro de que su alma iría
directo a Dios o tiene alguna duda? ¿Iría a Dios o a satanás?
Y tampoco existe esa historia del purgatorio. No piense que uno muere y después va a un lugar en donde
se purifica de sus pecados. Eso es un engaño, una de las mayores mentiras de satanás para que la persona se
conforme y no luche para conquistar su salvación, y no renuncie a su propia vida.
Jesús dijo que para seguirlo había que renunciar todos los días de su vida a nuestra carne. La salvación la
tenemos que mantener todos los días de nuestras vidas. Es muy distinto pertenecer a la Iglesia que pertenecer
al Reino de Dios, a ser miembro del Cuerpo de Cristo. Dios ve a través de nuestros actos el amor que nosotros
Le tenemos.
En el libro de Apocalipsis, se habla sobre un trono blanco ante el cual todos nosotros nos vamos a tener
que enfrentar luego de la muerte. Todos seremos juzgados. La verdad es que este mundo es el purgatorio, y
cada uno será juzgado por sus obras. Si la persona no se salva va al infierno donde tendrá que pasar por una
segunda muerte que no es física como la primera, sino que es la muerte del alma. Si se salva, se encontrará
con Dios.
Entonces, amigo lector, ¿si Dios enviara al Señor Jesús con sus ángeles, usted estaría seguro de su
salvación? ¿Si Dios comenzara a juzgar en este momento sus obras, sus pensamientos, sus actitudes... sería
salvo?
Algunos dicen: “Dios es amor y misericordioso”. Es cierto, pero ante todo Dios es justo. Posiblemente
este mensaje que Dios ha colocado en mi corazón, sea una nueva oportunidad, sea el factor que lo movilice
para decidir abandonar por completo las obras de la carne y comenzar a producir los frutos del espíritu. Dios
nos está dando la oportunidad de salvación, y usted será quien tome la decisión, porque sinceramente amigo,
yo no puedo hacer nada, yo sólo puedo responder por mí. Usted debe tener en todo momento la certeza de su
salvación y no abandonar nunca el camino que lo llevará a conquistar el Reino de los Cielos, el camino hacia
Jesús.
EL VERDADERO VENCEDOR
El apóstol Juan dijo que quien permanece en Jesús debe andar como Él
anduvo. ¿Y cómo anduvo el Señor Jesús? El Señor Jesús vivió como un
verdadero siervo, Él negó su propia vida, renunció a la gloria del Padre y se
despojó de Su riqueza, se hizo pobre para que nosotros fuéramos ricos.
Él miró a quienes estaban sufriendo, desorientados, en la miseria y enfermos;
Jesús ha venido para traernos salvación, para rescatarnos de las garras del
diablo y por eso renunció a su propia vida. Nosotros debemos actuar de la
misma manera. Tenemos que dejar de pensar egoístamente, no podemos sólo
fijarnos en nuestros propios intereses. Necesitamos mirar a quienes hoy están
sufriendo y ayudarles. Así estaremos glorificando a Dios con nuestras propias
vidas.
El hecho ser sanado, liberado de los espíritus malignos, prosperado, que la
familia sea restaurada, no significa ser un vencedor. El vencedor es aquel que
permanece en la fe, que está totalmente apoyado en la Palabra de Dios, es
aquel que guarda su alma. Hay personas que no entienden esto, y viven
apegados a su cuerpo, a su apariencia, a sus posesiones materiales, y se
olvidan que lo más importante es el alma, porque el alma es eterna. La verdad,
amigo lector, es que cuando la persona muere no se lleva nada. Al morir sólo
hay dos destinos: la persona va al infierno o al cielo de Abraham, el paraíso.
A pesar de lo que se cree, el infierno no es lo peor, no es el destino final, las
almas tendrán que esperar la segunda muerte, en donde serán arrojados al lago
de fuego y azufre. Por su parte, el paraíso tampoco es la última meta de los
hijos de Dios, sino que es el lugar donde se espera el juicio final, donde tanto
ellos como los impíos comparecerán por sus actitudes en su vida ante el Trono
Blanco, donde estará sentado Dios. El purgatorio no existe, es un engaño. Ésta
es la única oportunidad que tenemos para ser salvos, esta vida. Nunca
podemos olvidarnos que por nuestras actitudes conquistaremos la vida o la
muerte eterna.
En Lucas 16:19, el Señor enseña acerca de la vida después de la muerte, y
menciona a un hombre rico y a Lázaro, el mendigo. Algo interesante en este
pasaje es que los estudiosos opinan que esto no es una parábola sino un hecho
real, ya que en ninguna parábola se nombran a las personas, y aquí, en vez de
hablar de un hombre pobre, Jesús cuenta la historia de Lázaro. “Había un
hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete
con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba
sentado a la puerta de aquél, lleno de llagas... Y aconteció que murió el
mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también
el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y
vio de lejos a Abraham y a Lázaro en su seno...”.
Lázaro estaba tranquilo en el paraíso y el rico atormentado en el infierno, esto
no tiene nada que ver a que uno era pobre y el otro no, sino que fueron sus
actos y su corazón lo que habían pesado para ese final. El rico era un hombre
malo, que estaba apoyado en su riqueza, el dinero da a la persona un cierto
poder, una falsa sensación de seguridad. La persona que tiene plata piensa que
tiene todo, piensa que su dinero puede comprar todo, incluso la vida eterna, la
salvación.
Pero, amigo lector, cuando uno muere no importa el dinero, sino cómo hemos
vivido, importa tener nuestro nombre escrito en el Libro de la Vida. Dios, el
Justo Juez, juzgará la obras, nuestras actitudes. Y el que no se halle inscripto
en el libro de la vida, será lanzado al lago de fuego; en otras palabras, sufrirá
la muerte segunda. Nadie será lanzado en el lago de fuego antes de ser
juzgado, pero quien esté en el infierno, ya sabe que está perdido, sabe que
perdió la oportunidad de salvarse.
No nos podemos descuidar. La Biblia continúa diciendo lo que el rico dijo a
Abraham: “...ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta
de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta
llama”.
Esa llama era la llama del infierno. Y Abraham le dijo: “Hijo, acuérdate que
recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es
consolado aquí, y tú atormentado...”
Le repito, mi amigo, hay que cuidar de nuestra salvación. Muchas veces las
personas no tienen tiempo para meditar en la Palabra de Dios porque trabajan
mucho, quieren conquistar, prosperar, y trabajan demasiado, se despiertan
muy temprano para arreglarse e ir a su trabajo pero no tienen tiempo para
meditar y para leer la Biblia, para hacer su oración, para buscar una comunión
con Dios.
Usted tiene que abrir su corazón, escuchar a aquellos que predican la Palabra
de Dios. Y si quiere conquistar su salvación, tiene que renunciar a sí mismo,
necesita buscar en primer lugar el Reino de Dios. Su vida es preciosa, a tal
punto que Dios entregó a Su hijo para que usted pueda salvarse. Entonces, mi
amigo, busque tener un encuentro con Dios, busque volver a su primer amor.
No hay problema en conquistar las cosas materiales, el problema es sólo
preocuparse por lo material, pensar únicamente en el presente, y olvidarse que
esta vida es la oportunidad para conquistar la vida eterna junto a Dios.
Entonces, mi amigo, yo le pregunto: “¿Si el Señor Jesús le llamara ahora,
usted está seguro de su salvación? ¿Tiene la certeza de su salvación, de que
agrada a Dios con su vida, de que sirve a Jesús con todo su corazón? ¿Tiene la
certeza de que su nombre está escrito en el Libro de la Vida?
Si usted no está seguro, procure abrir su corazón; entréguese, vuelva al primer
amor, a las prácticas de las primeras obras, cambie su actitud hacia Dios,
busque nacer del agua y del Espíritu Santo. Sea un verdadero vencedor, cuide
de su alma. Ésta es la oportunidad, no hay otra.
¿Dónde está su corazón?
Amigo lector, la semana pasada hablamos del verdadero vencedor, aquel que
sigue firme en su fe hasta el final y toma así posesión de la vida eterna. El
propio Señor Jesús renunció a su grandeza, a sus riquezas, y dio su vida por
nosotros, se sacrificó para salvarnos. Él hizo su parte, abrió la puerta de la
vida eterna; ahora somos nosotros quienes tenemos que hacer una entrega total
de nuestras vidas a Él para poder tomar posesión del Reino de los Cielos.
Tenemos que renunciar a nuestras propias vidas. El Señor Jesús dijo que el
que quiera ir en pos de Él deberá negarse día tras día y tomar su cruz. Él ya ha
dado su vida por nosotros, ahora somos nosotros quienes tenemos que hacer
nuestra parte, porque la puerta que conduce a la vida eterna es estrecha y
solamente aquellos que se esfuercen, que se sacrifiquen, podrán pasar por ella.
El Reino de los Cielos no se puede heredar, nosotros tenemos que
conquistarlos. Se acuerda de aquel joven rico que le preguntó a Jesús qué
debía hacer para heredar la vida eterna (Marcos 10:18). Y Jesús le preguntó si
conocía los mandamientos a lo que el joven respondió que los había guardado
desde su juventud. “Entonces Jesús, mirándolo, le amó, y le dijo: Una cosa te
falta: anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el
cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz” (versículo 21).
Hay muchísimas personas que conocen perfectamente lo escrito en la Biblia,
los mandamientos e incluso muchas fueron criadas dentro de la Iglesia,
personas que no se pierden una reunión dominical y que hasta pueden llegar a
venir todos los días. Ellas están convencidas de que Jesús es el Camino, la
Verdad y la Vida; están convencidas de que la Biblia es la Palabra de Dios,
pero sus corazones no están entregados al Señor Jesús. Al igual que el joven
rico, Jesús no es lo más importante en sus corazones, no Lo aman por sobre
todas las cosas. Muchas personas piensan que sólo basta con creer en Dios,
con tener una religión, con concurrir a la Iglesia, bautizarse en las aguas o leer
la Biblia al acostarse. Jesús le estaba mostrando al joven que tenía que pagar,
que tenía que sacrificarse, tenía que renunciar a su juventud, a su vida en este
mundo, dejar sus posesiones, despojarse de todo lo que tenía para vivir en la
dependencia de Dios.
El joven quedó afligido porque tenía muchas posesiones. Y así demostró que
Jesús no estaba en primer lugar en su vida. Jesús sabía de eso, por eso
intentaba liberar su corazón de los valores materiales, quiso mostrarle que
había un tesoro más grande pero él no comprendió. No entendió porque estaba
ciego espiritualmente, porque su corazón estaba en las cosas de este mundo,
estaba más interesado en los placeres de esta vida que en el Reino de los
Cielos.
Él no había hecho ningún esfuerzo para obtener sus riquezas mundanas, ya
que las había heredado, por eso también creía que iba a heredar la vida eterna.
Hay mucha gente que quiere heredar, no quiere pagar el precio, no quiere
esforzarse. Dios obra, Dios bendice, abre las puertas pero nosotros tenemos
que luchar. Así como nadie va a heredar la vida eterna sino que la va a
conquistar a través de una vida fiel a Dios, una vida de renuncias, de
sacrificios, una vida entregada al Señor Jesús.
La vida eterna no es algo que se pueda comprar. El joven rico iba a demostrar
que su corazón estaba con el Señor Jesús al dar sus bienes y seguirlo. Pero...
eligió las riquezas, y ésas no pueden comprar la salvación.
En contraposición con el joven, tenemos el ejemplo de Zaqueo, el cobrador de
impuestos, un hombre que durante toda su vida había sido un engañador, había
defraudado a mucha gente, pero que cuando Jesús fue a comer a su casa tuvo
un encuentro con Él, y estuvieron hablando del Reino de los Cielos. Entonces
fue que Zaqueo entregó la mitad de sus bienes a los pobres y devolvió por
cuadruplicado a quienes alguna vez había defraudado. Jesús no le estaba
pidiendo nada, pero Zaqueo pudo comprender lo que estaban hablando.
Entonces Jesús dijo: “Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él
también es hijo de Abraham”(Lucas 19:9).
Con su acto, él demostró simplemente su fe, demostró dónde estaba su
corazón; en aquel momento quitó su corazón de sus bienes y se entregó a
Jesús. Hizo lo opuesto al joven rico.
Éste es un buen momento para hacer una evaluación. Es una buena
oportunidad para hacerse una pregunta: ¿de qué le serviría si ganara todo el
mundo pero perdiera su alma? ¿De qué le sirven los placeres de este mundo, la
belleza, “vivir la vida”, si pierde su alma? ¿Qué daría usted por su alma?
¿Está seguro de que daría todo por su salvación?
La verdad, amigo lector, es que nosotros estamos muy preocupados por su
vida espiritual, porque sólo aquellos que tengan su nombre escrito en el Libro
de la Vida serán salvos; los demás serán echados al lago de fuego y azufre. En
el libro de Apocalipsis (20: 11) encontramos: “Vi un gran trono blanco y al
que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron el cielo y la tierra y
ningún lugar se halló para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de
pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el
libro de la vida. Y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban
escritas en los libros, según sus obras. El mar entregó los muertos que había en
él, y la muerte y el Hades entregaron a los muertos que habían en ellos, y
fueron juzgados cada uno según sus obras. La muerte y el Hades fueron
lanzados al lago de fuego. Ésta es la muerte segunda. Y el que no se halló
inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”.
Observe amigo, que el infierno no es la muerte final, sino que es un estadio
hacia la segunda muerte, la del alma. Es por eso que es tan importante este
tema y tan grande nuestra preocupación para que usted tenga la certeza de su
salvación, la seguridad plena de que usted estará eternamente al lado de Dios.
Santo Culto- 10-09-00
La iglesia de Esmirna
El Señor Jesús a través de las cartas a las Iglesias (Apocalipsis 2) habla sobre
la de Esmirna diciendo: “El primero y el postrero, el que estuvo muerto y
vivió dice esto: ‘Yo conozco tus obras, tu tribulación, tu pobreza (aunque eres
rico) y la blasfemia de los que dicen ser judíos y no lo son, sino que son
sinagoga de satanás”.
Cada una de estas cartas que fueron enviadas representa el carácter de cada
cristiano, cada uno de nosotros está incluido en alguna de estas cartas. La
Iglesia de Esmirna fue una Iglesia fiel. Sus miembros pasaron por
tribulaciones, por persecuciones, vivieron una época muy difícil, a algunos
cristianos le confiscaron los bienes, otros tuvieron que padecer más, fueron
quemados vivos porque no negaron el nombre de Jesús.
Hay distintos tipos de persecuciones. Algunas veces las personas son echadas
del trabajo o de su casa al permanecer firme en su fe. Amigo lector, si en
algún momento usted es echado de su trabajo a causa de su fe, por ejemplo,
permanezca firme porque Jesús le dará un trabajo mejor. Porque si usted sufre
una persecución a causa de su fidelidad, grande será su galardón en los cielos.
Nuestra visión tiene que estar en ese galardón. No podemos darnos por
vencidos ante las luchas. Lamentablemente es en esos momentos en el que
mucha gente niega a Jesús. Y negar a Jesús no es solo decir que uno no es de
Jesús sino no hablar, mantenerse callado, ocultar su fe. Hay personas que con
tal de no ser perseguidas, cuando están con sus amigos, hacen lo mismo que
ellos; esos son los cristianos camaleónicos, aquellos que cambian depende de
la situación. Ellos en vez de dejar brillar la luz de Dios que tienen, apagan su
luz y se mezclan con la oscuridad; en vez de exhalar el buen perfume de
Cristo, exhalan el olor malo de satanás. Ella se mezcla, ella baila conforme a
la música, es aquel cristiano que no tiene carácter, no tiene personalidad, no
está seguro, no está definido... hace eso porque no está convertido, no nació de
nuevo, no nació del espíritu santo. El no es malo, simplemente es que no tiene
el Espíritu Santo. Aquel que no nació de nuevo no puede ver el Reino de Dios,
así que si usted no nació de nuevo, tiene que buscar ese nacimiento.
Amigo lector, un día todos vamos a tener que dar cuenta de lo que hicimos en
este mundo, por eso es que la oportunidad de salvación es aquí. Después que
uno muere no hay que hacer nada mas, la persona o va directo al infierno o al
paraíso. Si la persona murió en la fe, fue fiel al Señor Jesús va directo al cielo
de Abraham, pero si la persona no es fiel ella va directo al infierno. Nadie va
para el purgatorio o reencarna para pagar los errores de la supuesta vida
anterior.
En el la carta también leemos: “No temas lo que has de padecer. El diablo
echará a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis aprobado, y tendréis
tribulación por diez días”.
Aquel que es de Dios sufre persecuciones, es algo a lo que uno no puede huir.
Todos los que somos hijos de Dios no somos bienvenidos en muchos lugares.
La Iglesia Universal también sufre persecuciones, es que nosotros, amigo
lector, hablamos la Verdad. Si habláramos de otros temas satanás no se
molestarían tanto.
Nosotros estamos preocupados en liberar a la gente del engaño, en llevar la
Palabra que da vida eterna. Uno no es salvo por el solo hecho de estar en la
Iglesia Universal, simplemente porque no es la Iglesia, el pastor u el obispo,
los que salvan, sólo el Señor Jesús es quien puede darle la victoria, la
salvación.
Tenemos que estar atentos a las trampas de satanás, el quiere confundir a la
gente para que no sean bendecidos. Usted ya conoce la Verdad, tiene en sus
manos la espada del Espíritu, no se va a dejar influenciar por las palabras del
hombre sino que tiene la Biblia en sus manos. Nadie podrá desviarlo del
camino de Dios, pero si usted no nace de nuevo, no nace del Espíritu Santo no
podrá liberarse.
Y seguimos leyendo en la Biblia: “¡No temas lo que has de padecer yo te daré
la corona de la vida!... el vencedor no sufrirá daño de la segunda muerte”.
Amigo, usted puede perder su trabajo, lo pueden echar de su casa... hasta
puede ser encarcelado, pero permanezca fiel hasta el final, porque el Señor le
dará la corona de la vida. Esto quiere decir que usted va a reinar con Jesús en
el cielo. Jesús es el rey y usted va a reinar con Él en el cielo.
Tenemos que estar siempre aferrados al Señor Jesús, porque si uno no
permanece firme, sino está convertido al Señor Jesús perderá su salvación. Y
¿quién es aquel que vence? En la primera epístola de Juan 5:4 dice que todo lo
que es nacido de Dios, vence al mundo y ésta es la victoria que ha vencido al
mundo. El que vence al mundo, es aquel que ha vencido al pecado, el que
permanece hasta el final, el que es nacido del agua y del Espíritu Santo.
Si usted no nació del Espíritu santo, tiene que buscar este nacimiento con
todas sus fuerzas, porque no lucha, está corriendo un serio riesgo, si no está
seguro de su salvación, no tiene la certeza de que su nombre está escrito en el
Libro de la Vida, si ha cometido, algún pecado, ha negado su fe, limpie su
corazón y decida de una vez por toda comenzar una nueva y sincera vida junto
a Jesús hasta el fin, para ser como un miembro de la iglesia en Esmirna y
recibir la corona de la vida.
Santo Culto
17-09-00
La Iglesia en Laodicea
En Apocalipsis 3:14, vemos escrito: “He aquí el Amén, el testigo fiel y
verdadero, el Principio de la creación de Dios, dice esto: “Yo conozco tus
obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Por cuanto eres
tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”.
En este pasaje es el propio Señor Jesús quien habla. Él fue el principio de la
creación y Él es quien conoce todas nuestras obras y aquí menciona a las
personas frías, calientes y tibias. Mi amigo lector, ¿qué significa esto? Cuando
la persona es fría, espiritualmente hablando, ella sabe que está perdida, sabe
que necesita de salvación y que tiene que arreglar su vida con Dios. Esa
persona, cuando escucha la Palabra de Dios, se da cuenta de que necesita
aferrarse al Señor Jesús para poder conquistar la salvación. Por otra parte, la
persona que es caliente en su fe, que está aferrada a los asuntos de Dios, que
siempre está preocupada en agradar a Dios con su vida, que produce frutos del
Espíritu Santo, tiene la certeza de su victoria, de la conquista de la vida eterna.
Pero el problema está cuando la persona es tibia en la fe. ¿Quiénes son los
tibios en la fe? En Apocalipsis, el Señor no está hablando a los incrédulos,
sino que estas cartas fueron enviadas para los cristianos. Hay muchísimos
tibios que concurren a una iglesia, hay muchos que conocen la letra de la
Palabra de Dios pero no están viviendo de acuerdo a ella, no están viviendo en
sumisión total al Señor Jesús, llevan una vida sin ningún compromiso con
Dios y concurren a la iglesia por una tradición, están apenas convencidos de la
Palabra de Dios, convencidos de que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida.
Son personas que sólo se acuerdan de Dios los domingos. Hay muchos que
viven buscando los placeres terrenales y no se acuerdan que hay un Dios que
busca adoradores en espíritu y en verdad.
La verdad, amigo lector, es que Dios nos ama y siempre está listo para
servirnos, para ayudarnos, para contestar a nuestras peticiones aunque
nosotros no estemos listos para agradarle. En el momento que nos volvemos a
Él, que buscamos Su presencia, Él se olvida del pasado, porque lo importante
para Dios es el presente. Usted puede haber vivido en el pecado, pero cuando
se convierte al Señor Jesús, Él los perdona y usted pasa a vivir una vida nueva.
También tenemos el otro caso, el de aquella persona que siempre vivió
agradando a Dios, y que un día se desvía de Dios, abandona la fe por algún
motivo y pasa a vivir en el pecado; entonces todas las cosas buenas que hizo
no valen de nada, porque lo importante para Dios es el presente. Dios quiere
salvarnos y nosotros conquistamos nuestra salvación a diario, en el pasaje que
dice “...el que venciere será vestido de vestiduras blancas y no borraré su
nombre del Libro de la Vida” (Apocalipsis 3:5) queda demostrado que existe
la posibilidad de que el nombre de una persona pueda ser borrado del Libro de
la Vida.
“Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo
necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable y pobre, ciego y
estás desnudo” (Ap.3:17). Hay mucha gente que se considera espiritualmente
rica, piensa que lo sabe todo. Son orgullosos pero la verdad es que todos
necesitamos de la misericordia de Dios. Quienes no reconocen que necesitan
de Dios, pecan y piensan que siguen siendo salvos. Se engañan pensando que
Dios es amor, y que Él no va a castigar a nadie. ¡Eso es mentira! Si usted en
toda su vida no tuvo interés en mantener una comunión con Dios, entonces por
qué Dios, después de que usted muera, lo va a llevar a Su presencia. Dios va a
llevar ante Él a quienes quisieron mantener comunión con Él. Entonces
tenemos que humillarnos delante de Dios y reconocer que no somos nada.
El Señor Jesús continúa diciendo así: “Por tanto, yo te aconsejo que de mí
compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para
vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con
colirio, para que veas” (3:18).
Ese oro al que se hace referencia es lo que usted tiene que buscar: la presencia
de Dios, el nuevo nacimiento, nacer del Espíritu Santo. Tiene que pedir a Dios
que abra sus ojos, si tiene dudas de su salvación, si tiene dudas de si está
agradando a Dios o no, pídale a Dios que le muestre lo que está faltando en su
vida para poder conquistar su salvación.
“Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.
He aquí yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta,
entraré en él, y cenaré con él y él conmigo. Al que venciere, le daré que se
siente conmigo en el trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi
padre en su trono”(3:19).
Antes de vencer, el Señor Jesús tuvo que sacrificar, tuvo que renunciar, tuvo
que sufrir muchas humillaciones, pero el Padre lo exaltó y lo honró; y cuando
nosotros escuchamos la voz de Dios, cuando sacrificamos también somos
honrados, luego usted se va a sentar con el Señor Jesús en Su trono y va a
reinar para siempre. No podemos vivir del presente, sólo de momentos,
tenemos que pensar en reinar para siempre con Jesús en el cielo. Él está
tocando a la puerta de su corazón, si usted la abre, entonces Él va a entrar, si
usted se humilla, si Lo acepta, toda su vida cambiará, el llanto se transformará
en sonrisas y la tristeza en alegría.
Palabra 114
Resistir al pecado
Para poder ser un vencedor en este mundo, siempre debemos estar en contacto
con Dios. El hombre es una trinidad, el cuerpo necesita de la comida, el alma
del amor y el espíritu, de Dios. ¿Cómo podemos fortalecer nuestro espíritu?
No es sólo cuando leemos la Biblia, sino que tenemos que meditar en ella.
Hay mucha gente que lee la Biblia como si fuera un libro cualquiera, la
Palabra de Dios tiene que leerse con calma, hay que comprender cada frase,
pedir la dirección de Dios para llegar a comprenderla. Así, nos fortalecemos
espiritualmente, nos damos cuenta de las cosas que no agradan a Dios y las
que si Lo agradan, logramos tener fuerzas para resistir a las tentaciones. El
espíritu del hombre necesita estar siempre listo para enfrentar las
tribulaciones.
Satanás sabe que su fin está próximo y siempre está tratando de que perdamos
nuestra salvación. Satanás es Lucifer, él era un ángel de luz, había sido creado
perfecto pero se rebeló contra Dios a causa de su hermosura y sabiduría,
dejando que el orgullo se instalara en su corazón, pensó que sabía más que
Dios. Lo peor que hay es cuando no se tiene un corazón humilde para poder
reconocer que se necesita ayuda. Entonces, satanás quiso sentarse en el trono
de Dios y fue expulsado de la presencia de Dios convirtiéndose en un ángel
caído. Por ende, satanás sólo quiere destruir, él sabe que perdió su
oportunidad, ahora quiere que nosotros también la perdamos; por eso tenemos
que estar siempre velando y orando para que no caer en sus trampas, no dejar
que el orgullo entre en el corazón. La verdad es que todos los hombres
necesitan mantener una comunión con Dios, incluso el Señor Jesús cuando
estuvo en este mundo tuvo que vigilar por ella, y hasta ser bautizado en las
aguas, primero, y luego por el Espíritu Santo. También sus discípulos, como el
caso de Pedro, necesitaron del Espíritu Santo, estar siempre en comunión con
Dios para predicar la Palabra de Dios. Cuando Jesús fue arrestado por los
soldados, Pedro tuvo miedo y negó a Jesús, él no quería que nadie supiera que
había sido su seguidor. Al igual que él, hay mucha gente que hoy no asume su
fe en Jesús, incluso ellas están en la Iglesia y han recibido muchas
bendiciones, saben lo que dice la Biblia y creen que es la Palabra de Dios pero
niegan su fe. Quizás está en su trabajo y no es capaz de decir que es de Dios, a
veces los amigos la invitan a ir a fiestas o a tomar alguna cerveza, entonces
ella comienza a decir: “Eh, bueno, es que yo no tomo”. Y sus amigos
comienzan a insistir y por no querer desagradarlos, ella termina cediendo. Es
que ella está lejos de tener una comunión con Dios, sus pensamientos están
vacíos de las cosas de Dios. En aquel momento no tiene fuerzas para resistir, y
termina haciendo lo malo. Yo ya he cometido muchos errores en mi vida, yo
también fui influenciado. Nosotros tenemos que asumir nuestra fe, en el
trabajo, en la escuela, en todo lugar en el que estemos, y el amigo que es de
verdad va a respetar esa fe, respetará nuestra opinión, ahí usted verá quien es
amigo de verdad y quien no. Es mejor perder algunos amigos de este mundo
que perder la amistad con Dios, la comunión con Dios.
Pedro negó a Jesús porque no asumió su fe, tuvo miedo de caer preso, de ser
perseguido y enjuiciado. Y hay muchas personas que también tienen miedo
del rechazo y niegan su fe, pero Jesús dijo: “Aquel que se avergonzare de mi
en este mundo, yo también me avergonzaré de él delante del Padre”. No
podemos negar de ninguna manera al Señor Jesús. Tenemos que estar siempre
firmes. Pedro lo negó tres veces porque estaba débil, aún no había sido
bautizado por el Espíritu Santo, entonces cuando Jesús fue llevado, estaba
atemorizado. Después que Jesús murió y resucitó, y Pedro fue bautizado con
el Espíritu Santo, él no negó más al Señor Jesús, y comenzó a predicar la
Palabra, sanó a los enfermos y liberó a los afligidos. El hecho de conocer las
enseñanzas de Jesús y de amarlo, no impidieron que negara a Jesús en la hora
de la prueba. Usted puede amarlo y creer en Él, usted puede conocer Su
Palabra, pero si no recibe el Espíritu Santo, no se mantiene en comunión
constante, mas tarde o más temprano terminará cayéndose.
El hecho de estar en la Iglesia y hablar de las cosas de Dios no quiere decir
nada, porque hay muchisimas personas que están pero que tiene su corazón
lejos. No nos equivoquemos, no son todos aquellos que dicen “Señor Jesús”
que van a entrar en el Reino de Dios, sino quienes están viviendo de acuerdo
con la Palabra, los que hacen la voluntad de Dios. Entonces usted tiene que
buscar una relación más profunda con el Señor Jesús. Cuando estamos bien
con Dios estamos bien en cualquier lugar que sea. Si usted se siente sin
fuerzas para resistir al pecado, si satanás lo está tentando para que deje los
caminos de Jesús, pida a Dios para que sus fuerzas sean renovadas. Elías
estaba cansado, estaba siendo tan perseguido a causa de su fe que se metió en
una caverna y pidió a Dios la muerte entonces el ángel de Dios le llevó pan y
agua y sus fuerzas fueron renovadas, Dios le renovó las fuerzas y vamos a orar
para que Dios le renueve sus fuerzas. Pero usted también tiene que hacer su
parte, entregarse por completo al Señor Jesús, abandonar los placeres de esta
vida, tomar una decisión y buscar tener un encuentro verdadero con el Señor
Jesús y ser bautizado con el Espíritu Santo.
Palabra 115
dar un mes o diez años porque cada hecho tiene su tiempo. Mantenga su fe
encendida y preocure vivir apoyado en la Palabra de Dios. “No perdáis pues
vuestra confianza que tiene gran galardón porque os es necesario la paciencia
para que habiendo hecho la voluntad de Dios obtengáis, porque el justo vivirá
por fe, y se retrocediere no agradara mi alma”.
Santo Culto
Palabra 116
El cristiano sólo tiene comunión con Dios cuando el Espíritu Santo vive en
ella, y sólo así estará seguro. Lamentablemente, hay personas que piensan que
seguir los pasos de Jesús sólo es aceptarlo, leer la Biblia o ir a una iglesia.
Amigo lector, temo decirle que eso es solamente los primeros eslabones para
tener un acercamiento con Él. Es bueno que la persona esté preocupada en
seguir el camino de Jesús y que se aleje de los placeres terrenales pero eso no
es todo. Si la persona no tiene el Espíritu de Jesús viviendo en su vida, más
tarde o más temprano podrá resbalar y caer. Solamente el Espíritu Santo puede
garantizarnos una vida de victorias constantes, de bendiciones en la presencia
de Dios.
Muchas son las personas que en este mundo están sufriendo porque no han
mantenido una verdadera comunión con Dios, que vieron el poder de Dios
manifestarse en sus vidas y que han recibido muchas bendiciones pero que en
determinado momento dejaron que la carne prevaleciera y comenzaron a
preocuparse muchísimo más por los placeres de este mundo que por su
situación espiritual. Poco a poco se fueron alejando de Dios, y cuando llegaron
las luchas no pudieron enfrentarlas, no fueron capaces de resistir las
persecuciones y finalmente abandonaron el camino de Jesús, el único que
puede llevarlas a la máxima bendición a la que todo cristiano aspira: la
salvación.
Cuando uno es un verdadero cristiano, cuando no solamente ha aceptado a
Jesús de palabra sino de corazón, es inevitable que las persecuciones
comiencen a producirse en forma frecuente. El motivo es simple. Satanás sabe
que esta por llegar su hora, que le queda muy poco tiempo, es por eso que se
levanta en contra de los que han tomado la decisión de seguir a Jesús, no nos
olvidemos que él solo quiere matar, hurtar y destruir, y su principal objetivo es
que desfallezcamos en nuestra fe.
Es por esto, amigo, lector que es necesario que tengamos la presencia del
Espíritu Santo en nuestras vidas, que nos preocupemos por tener una
verdadera comunión con Dios, que todos los días dediquemos tiempo para
hablar con Dios, para encaminar nuestras vidas a Su voluntad. Esto nos dará
tranquilidad, poder, fuerzas, y así podremos enfrentar los problemas que esta
vida se encarga de atravesarnos, así tendremos energía para saber decir no
cuando nos enfrentemos ante algo que sabemos no agrada a Dios. Estar en
contacto con Dios es la única forma que tenemos para poder vencer.
No quiero decir con esto que la persona que tenga en su vida la presencia del
Espíritu Santo no tendrá que enfrentarse ante momentos difíciles sino que
estará preparada y no se desesperara, con la orientación de Dios sabrá como
dar batalla a lo que le aflige.
¿Sabe qué, amigo lector? Lamentablemente hay mucha gente que viene a la
Iglesia solamente buscando de una bendición, ya sea en lo material o lo que
respecta a su salud, pero no buscan un crecimiento espiritual, no se preocupan
por agradar a Dios. Así la persona seguirá con problemas, con dificultades
para conquistar las cosas. Esa misma persona será la que verá que habrá otras
personas que concurren que contarán un montón de bendiciones, entonces
comenzarán a tener celos, comenzarán a pensar que Dios no la quiere, que a Él
no le importa, que no la ve, que la rechazó...
Mientras no consiga aprender el gran secreto de la vida, mientras no aprenda a
sacrificar, a negar a su propia vida, muchos placeres, no podrá recibir muchas
cosas de Dios, si podrá recibir algunas bendiciones, pero no vivirá en la
plenitud de Dios, y finalmente no podrá mantener una verdadera comunión
con Él.
Necesitamos morir para este mundo y así poder nacer para Dios. Hay
momentos que tenemos que tomar una decisión en nuestras vidas, yo la tomé
al entregarme al Señor Jesús y fue ahí cuando Dios comenzó a abrir mis
caminos. Yo no me entregué para recibir las bendiciones, yo me entregué
porque me di cuenta que no había otro camino. Ahí yo comencé a conquistar,
a madurar en la fe, yo no hacía nada sin consultar a Dios.
Amigo lector, que comience a dar más importancia al aspecto espiritual que
muchas veces queda relegado por las obligaciones que tiene. Usted necesita el
Espíritu Santo en su vida, y para eso deberá clamar, buscar con todas sus
fuerzas, abrir su corazón, buscar esa bendición como si fuera lo más
importante en su vida. Comience ahora mismo, no solo concurra los domingos
sino también los miércoles, demuéstrele a Jesús que usted está decido a seguir
sus caminos no solo con sus palabras sino con sus actos. Y no tenga dudas que
Él se manifestará en su vida. Deléitate asimismo en el Señor, y Él te concederá
las peticiones de tu corazón” (Salmo 37: 4).
Amigo lector, ¿sabía que todo aquel que es nacido de Dios vence al mundo?
Quien nació de Dios, es porque se entregó a Él de todo su corazón, que está
convertido, que vive por la fe y que se basa en la Palabra de Dios para
continuar. El que es nacido de Dios no decae ante las dificultades porque
confía en su Padre y tiene la certeza que le dará la victoria.
La persona que es de Dios también pasa por tribulaciones, y sabe que son
prácticamente inevitables, pero también sabe adónde quiere llegar, a tomar
posesión de la promesa de Dios para su vida.
Nosotros tenemos que buscar la unción de Dios, la gracia de Dios para
nuestras vidas, enriquecernos espiritualmente y tener la mejor comunión con
Dios.
Hay personas que tienen muchos conocimientos, que han tenido una buena
educación pero que son infelices, son miserables y pobres de espíritu. Porque
nunca han tenido un encuentro con Dios.
Hay otras personas que si bien han escuchado hablar de Dios, tampoco
tienen un encuentro con Él, solo conocen la teoría porque alguien algún día les
habló de un Dios vivo.
La verdad, amigo lector, que para ser un verdadero vencedor es necesario
nacer del agua, con el bautismo, pero también ser bautizado con el Espíritu
Santo
Cuando la persona se convierte, cuando nace del Espíritu, pasa a conocer a
Jesús no porque le hablan o lee la Biblia sino porque tuvo su propia
experiencia con Dios, y nada ni nadie podrá quitar esa fe que a partir de ese
momento habitará en su corazón.
Lamentablemente, vemos en varias ocasiones que son muchas las personas
que fueron prosperadas, sanadas, que recibieron tantas bendiciones pero que
después terminaron alejándose de Dios. ¿Por qué una persona abandona a
Jesús? Simplemente porque no nació del Espíritu Santo.
Por esto, cuando vienen las luchas, las palabras de duda, la persona termina
cayendo y alejándose. Pero cuando uno nace del Espíritu de Dios nada puede
separarlo de los caminos del Señor Jesús. Porque nosotros hemos nacido de
Dios, y sabemos en quién estamos creyendo. Seguramente satanás querrá
desviarnos de nuestra fe a toda costa, pero será en vano porque tenemos la
garantía de haber nacido del Espíritu Santo.
Quizás usted se pregunta: “¿qué tengo que hacer para nacer del Espíritu
Santo? Anhelar eso más que nada en este mundo. Tener un sincero deseo de
encontrarse con Jesús, y automáticamente al nacer ese deseo en su corazón,
usted renunciará a todo, sacrificará todo para encontrarse con Él.
Semanas atrás hablamos de la Iglesia de Esmirna, hoy nuevamente me voy
a detener en un punto muy interesante. El Señor dice en Apocalipsis 2: 9: “Yo
conozco tus obras, tu tribulación, tu pobreza (aunque eres rico)”.
Esta iglesia amaba tanto a Dios que hasta soportó, ante una gran tribulación,
que sus bienes fueran confiscados por el gobierno de esa época. Ellos eran
ricos espiritualmente, eso hizo posible que pudieran permanecer firmes en la
fe hasta el final.
“...y la blasfemia de los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que son
sinagoga de satanás. No temas lo que has a padecer. El diablo echará a
algunos de vosotros en la cárcel para que seáis probados, y tendréis tribulación
por diez días. ¡Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida!”
A la Iglesia de Esmirna la criticaban, la perseguían hasta aquellos que se
decían ser judíos, religiosos y no lo eran, solo intentaban destruir la fe del
pueblo de Dios. El propio Señor les advierte en esta palabra que las
persecuciones continuarían, pero que quien permaneciera hasta el final,
vencería al obtener la corona de la vida.
Es decir, si usted nace de Dios, va a vencer pero tiene que ser sincero,
honesto al hacer una entrega total y completa de todo su corazón al Señor.
¿Sabe cuál es el significado de la palabra sincero?
Cuando al alfarero se le rajaba un jarrón, lo dejaba a un costado para
después arreglarlo con cera. De esta manera el jarrón parecía perfecto, y los
compradores no distinguían cual era el que estaba en mal estado. No había
diferencia entre los jarrones a simple vista, ambos parecían perfectos, pero la
verdad era que uno era sin cera y el otro no. La única forma de saber cual era
el fallado era pasarlo por fuego, así la cera se derretía y la rajadura quedaba a
la vista.
La persona sincera es aquella que es perfecta en su corazón para con Dios.
La que parece ser de Dios pero no lo es, se le descubren y surgen los defectos,
los problemas cuando pasa por el fuego. Es importante que el cristiano pase
por fuego, es la única manera de que Dios vea cual es sincero y cual tiene
cera. Más tarde o más temprano su fe será probada, por eso usted tiene que
tener un corazón perfecto para los ojos de Dios.
Y sucederá como el Señor dice en Su Palabra, “¡Sé fiel hasta la muerte y yo
te daré la corona de la vida. El que tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a
las iglesias. El vencedor no sufrirá daño de la segunda muerte”.
Recuerde, lector, que para poder vencer tiene que entregarse de cuerpo, alma y
espíritu al Señor Jesús y cuidar de un corazón sincero para Dios.
Santo Culto
22-10-00
Un nacimiento de Dios
El lenguaje de la fe
En el Libro 1 de Reyes, capítulo 3, versículo 3, la Palabra de Dios dice:“Mas Salomón amó al Señor
andando en los estatutos de su padre David; solamente sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.
E iba el rey a Gabaón, porque aquel era el lugar alto principal y sacrificaba allí; mil holocaustos sacrificaba
Salomón sobre aquel altar. Y se le apareció el Señor a Salomón en Gabaón una noche en sueños y le dijo:
Pide lo que quieras que yo te dé”.
Salomón amó al Señor, y por su amor y su fidelidad él hizo el mayor sacrificio para Dios. Y sacrificó más
que todos, así demostraba su amor con hechos, no sólo con palabras. Dios mira las actitudes del corazón, los
actos de amor. Él no le pidió sacrificios a Salomón. Si hubiese hecho un sacrificio movido por una obligación,
éste no tendría ningún valor para Dios. El esfuerzo que hizo fue por amor. Y eso provoca la bendición.
Muchos obedecen la Palabra de Dios, procuran hacer las cosas que Le agradan, pero lo hacen reclamando,
murmurando, y cuando uno hace alguna cosa obligada para Dios es mejor que no haga nada, porque eso no
tiene valor. Cuando hay un amor verdadero hacia Dios, en ese momento el Señor se nos aparece dentro de
nosotros, y nos bendice. Ahí es cuando se tiene un encuentro con Él, al lanzarse de todo corazón y renunciar a
las cosas malas de este mundo, a los placeres, los pecados, la prostitución, los vicios, el adulterio, el engaño,
la idolatría. Cuando renuncia a todo lo malo y de corazón se entrega a Él, ofrece su propia vida como un
sacrificio vivo, santo y agradable al Señor, entonces Él bendice. Nosotros no compramos la bendición de
Dios, no hay oro, ni plata, no hay nada en este mundo con lo que se la pueda comprar. Dios la da a todo aquel
que Le busca de todo su corazón. Sus bendiciones están al alcance de ricos como de pobres,
independientemente de la religión; porque Dios no mira la religión, no es ésta la que salva. Si la religión
salvara a alguien, si diera vida, ningún religioso estaría sufriendo. No estoy hablando en contra de ninguna
religión porque ninguna iglesia puede salvar, ninguna religión puede salvar, ningún pastor, obispo, cura o
papa, sólo Jesucristo es el Salvador, sólo Él puede salvar. Y esta bendición acontece cuando usted se entrega,
se lanza de todo su corazón. Si usted está apegado a las cosas de este mundo, no va a conquistar nada. Como
sucedió con el joven rico; él quería la vida eterna, era bueno; pero su corazón estaba en sus posesiones. Jesús
probó su fe pero él le dio la espalda y perdió su salvación. La bendición no se pierde por ser rico sino por
estar aferrado a la riqueza en lugar de estar aferrado a Jesús. Zaqueo era rico y él recibió la salvación porque
reconoció que Jesús era todo para él, renunció, se lanzó al Señor con corazón sincero; demostró su fe. Zaqueo
no compró la bendición sino que su actitud de renuncia reveló su corazón para Dios. El sacrificio es como una
radiografía que revela lo que la persona tiene adentro. Porque cuando nos entregamos y renunciamos, Dios
nos da todo. Jesús dijo: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todas estas cosas os serán
añadidas” (Mateo 6:33). Dios ve el corazón y conoce si la persona está madura para recibir y usar las
bendiciones; porque muchas veces Dios espera el tiempo justo para que la conquista sea realmente una
bendición. Si se ha luchado para conquistar, se valorará la bendición. Dios quiere lo mejor para nosotros pero
las cosas no acontecen cuando nosotros queremos sino en el tiempo de Dios. Hay que saber esperar, confiar,
saber permanecer en la fe; perseverar, porque cuando uno cree no se apura, no se desespera. Cuando creemos
sabemos que Dios está con nosotros, que nos va a bendecir, y esperamos con paciencia, con tranquilidad, con
esperanza. En el corazón está la certeza de que ya conquistamos, de que la bendición ya es nuestra.
Dios está siempre probando nuestra fe, y es conforme a nuestra entrega, que nos bendice. Porque Dios
quiere darnos todo, sólo que Él quiere dar la bendición en el momento en que ésta servirá exactamente para
bendecirnos y no para convertirse en una maldición después. Entonces tenemos que aprender a esperar, a
permanecer en la fe. Como dijo David: “Pacientemente esperé al Señor, y se inclinó a mí y oyó mi clamor”
(Salmos 40:1).
¡Cuántas cosas podría haber pedido Salomón! Pero pidió sabiduría y eso agradó a Dios, porque hizo un
sacrificio al renunciar a toda riqueza y gloria para cuidar de aquel pueblo con responsabilidad y servir a Dios.
Y como Dios vio su corazón le dio sabiduría y todo lo demás. Y si anduviera siempre con Él, también
alargaría sus días. Es decir, no es solamente ofrecer su sacrificio y entregarle su vida a Dios y nada más. Es
necesario andar en los caminos del Señor todos los días. Porque todos los días el Señor derrama Sus
bendiciones. Cada día de nuestra vida es un milagro de Dios. Porque tenemos salud y fuerza para luchar, para
vivir, para vencer. Estar vivo cada día es un milagro, una bendición de Dios. Y es muy importante que
andemos siempre en Su presencia, porque la Biblia dice: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en
corazón de hombre son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1Corintios 2:9). Por eso vale la
pena ser fiel a Dios, vivir por la fe, vivir entregado a Dios. Estar siempre listo para sacrificar, para renunciar,
para decir no al pecado, a las cosas malas de esta vida y sí al Señor Jesús.
Palabra 132
Un nombre nuevo
Muchas personas conocen la verdad, saben que Jesús es el Camino,
la Verdad y la Vida. Conocen la Biblia, que es la Palabra de Dios,
sin embargo están sufriendo, tienen una vida vacía, depresiva,
porque no basta sólo tener conocimiento de la letra; la letra mata
pero es el Espíritu lo que da vida. Y es necesario que la persona
tenga espíritu, tenga un encuentro real y verdadero con Dios, que
nazca de nuevo.
Jesús le dijo a Nicodemo que el que no naciere de nuevo no podría
ver el Reino de Dios. El que no naciere del agua y del Espíritu Santo
no verá el Reino de Dios. Nacer del agua es nacer de la Palabra de
Dios, es el agua que lava, que purifica nuestros corazones, que sacia
nuestra sed espiritual. La Palabra de Dios es el alimento de nuestro
espíritu. La persona tiene que estar convencida de que la Santa
Biblia es la Santa Palabra de Dios, es necesario que crea de todo su
corazón en lo que dice la Escritura Sagrada, eso es nacer del agua.
Pero hay que nacer también del Espíritu Santo, que es cuando la
persona tiene un encuentro con Dios, de tal forma que su carácter, su
forma de pensar y de actuar cambian completamente. Ella comienza
a ver con los ojos del Espíritu, los ojos de la fe. Nacer del Espíritu
Santo es cuando la persona nace de Dios, cuando se encuentra con
Dios, de tal manera que no haya nada ni nadie que pueda desviarla
de Sus caminos. Pero hay que querer de todo corazón nacer del
Espíritu, hay que anhelar con todas las fuerzas, luchar y renunciar a
todo lo que pueda impedir o dificultar la relación con Dios. Por
supuesto que todo en la vida tiene un precio, y el precio del nuevo
nacimiento es la renuncia total. Es necesario que uno se entregue, se
lance, es tener al Señor Jesús como la cosa más importante en este
mundo, la mayor riqueza.
Para nacer del Espíritu, para que usted reciba esta nueva vida que
Dios le quiere dar, tiene que luchar, trabar una lucha en oración con
Dios. Si usted no se entrega, no se lanza, no busca, entonces no va a
acontecer nada; va a salir fortalecido, alimentado por la oración, por
la Palabra de Dios pero no va a acontecer el nuevo nacimiento.
Usted no debe luchar sólo por conquistar cosas materiales, porque,
aunque sean importantes, y Dios así lo sabe, para que acontezca un
nuevo nacimiento debe olvidarse de sí mismo y buscar, luchar hasta
sus últimas fuerzas para quedar en la total dependencia del Señor
Jesús.
Jacob quería la bendición de su padre, y le usurpó el derecho de
primogenitura a su hermano Esaú porque él quería ser bendecido.
Logró lo que quería pero le causó un grave problema, porque su
hermano quiso matarlo, y él tuvo que huir. Huyó de su casa y fue a
lo de su tío Labán donde llegó sin nada y comenzó a trabajar.
Observe que Jacob quería el derecho de primogenitura porque quería
la bendición de su padre; Jacob creía en el Dios de su padre, el Dios
de Abraham, en el Dios de Isaac, él tenía fe. Actuó mal, por eso tuvo
que huir. Cuando iba a la casa de su tío, él hizo un voto con Dios, un
pacto con Dios. Tuvo un sueño y vio en este sueño que había una
escalera y Dios estaba arriba de todo y los ángeles bajaban y subían.
Allí él tuvo esta visión y Dios le mostró que tenía que luchar,
trabajar, sacrificar si él quería llegar hasta arriba. Aquella escalera le
mostraba que tendría que subir escalón por escalón. Y así sucede
con todos nosotros, es luchando, trabajando, que vamos a conquistar
día tras día. Nadie conquista todo de la noche a la mañana. Entonces
allí él hizo un voto con Dios y prometió darle el diezmo de todo, y
Dios honró a Jacob, le dio prosperidad y abundancia. Prosperó
muchísimo, de tal manera que Labán vio que estaba siendo
bendecido por causa de Jacob y mandó que Jacob determinara su
salario, porque él lo pagaría. Quizás usted esté hoy en una situación
difícil, quizás hoy usted sea cola, pero mañana será cabeza, en el
nombre de Jesús. Usted será engrandecido por Dios. Jacob se tornó
más rico, más poderoso que Labán. Y tuvo que irse, él no pudo
seguir allí porque era más poderoso que Labán. Y cuando Jacob se
fue de la casa de su tío, dice la Biblia que luchó con él un varón
hasta que rayaba el alba y cuando el varón vio que no podía con él
dijo: “...Déjame porque raya el alba. Y Jacob le respondió: no te
dejaré si no me bendices” (Génesis 32:26).
Observe que Jacob en esa noche luchó con un varón, con el ángel de
Dios, luchó con el propio Dios. Y dice la Biblia así: “El varón le
dijo: ¿cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo:
no se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel, porque has luchado con
Dios y con los hombres y has vencido” (vers.27-28).
Jacob no quería dejar de luchar hasta que no fuera bendecido. Por
eso debemos luchar con determinación, con fuerza, con valentía.
Pero hay un detalle aquí muy importante que tenemos que observar:
Jacob quería ser bendecido, él ya había conquistado todo lo que
quería, ¿qué más quería Jacob? Quería cambiar su nombre, quería
nacer de nuevo. Durante toda su vida había ejercitado la fe, había
confiado en el Dios de su padre, pero seguía siendo Jacob, seguía
siendo el viejo hombre. Todo lo que él había conquistado no
significaba nada, no era lo más importante; lo más grande era nacer
de nuevo, y por eso él luchó con Dios. Entonces, en ese momento
que él tuvo este encuentro con Dios él dejó de ser Jacob, (Jacob
quiere decir usurpador, engañador, tramposo). Ese día él dejó de ser
Jacob y pasó a ser Israel. En ese día él conquistó la bendición que él
siempre había buscado. Él tuvo que luchar con Dios para conquistar
y esta lucha todos tenemos que trabarla. Dios quiere cambiar su
nombre, quiere darle un nombre nuevo, un carácter nuevo, pero para
eso usted tiene que querer. No es fácil, porque muchas veces
tenemos que perder para ganar, tenemos que renunciar, sacrificar.
Dios quiere cambiar su nombre, quiere hacerlo nacer de nuevo, y
para eso usted tiene que querer al punto de luchar con Dios en
oración. Usted tiene que querer cambiar su corazón, su forma de
pensar, de actuar, tiene que querer dejar de ser Jacob, para ser Israel.
Y así el Espíritu Santo, la unción de Dios va a fluir de su interior.
Que Jesús nazca en los corazones
Vivir en el Espíritu
Dios permitió que el pueblo de Israel fuera tomado esclavo en Babilonia a causa de la idolatría. Pero luego
de 70 años, la Palabra de Dios dice en Esdras que fue tocado el corazón del rey Ciro para que les permitiera
regresar a Jerusalén y reedificar el templo de Dios. Fue entonces que el pueblo comenzó a trabajar, y lo
primero que hicieron fue restaurar el altar para poder sacrificar a Dios.
Sin embargo, satanás no quiere que las personas que están sufriendo conozcan la Verdad y sean liberadas
de sus garras, entonces se levanta para intentar detener la Obra de Dios. Fue él quien trató de impedir que el
templo fuera reconstruido y el culto restaurado, levantando una gran persecución.
El rey recibió una carta de quienes pensaban que los judíos eran los que estaban construyendo una ciudad
mala y rebelde por el solo hecho de que no alababan a sus dioses. Pero aún dijo más en el versículo 13: “Si
aquella ciudad fuere reedificada, y los muros fueran levantados, no pagarán tributo, impuesto y rentas, y el
erario del rey será menoscabado”.
Vea usted amigo, cómo satanás siempre toca en el punto del dinero, de las ofrendas y diezmos. Esta
siempre fue la causa por la que más se persiguió a la iglesia de Cristo. Pero ¿por qué se molestan tanto con la
Iglesia, si todas las religiones piden ofrenda? Es que satanás sabe que a través de la ofrenda la Palabra de Dios
llega a los que están carenciados y sufriendo, sacándolos de la mentira y del engaño al que están sometidos y
así sus vidas serán restauradas. Y de esta forma satanás será desenmascarado.
Con las habladurías, satanás trata de impedir que la gente tenga acceso a la Palabra de Dios. Ese es el
juego del enemigo. Mire usted que nadie ataca a los brujos porque piden plata para hacer “trabajitos” que lo
único que logran es empeorar la vida de las personas. Pero critican la Obra de Dios porque con ella la gente
está aprendiendo a ser libre. ¿Usted sabe qué significa fanatismo religioso? El fanatismo se origina cuando la
persona no piensa.
Muchos antes eran fanáticos porque vivían en un camino o en una religión que no los dejaban pensar. Sin
embargo hoy, quien ya ha conocido la Verdad tiene la libertad para seguir al Señor Jesús. Pero satanás está
desesperado, por eso hace uso de las persecuciones que vienen como le venían al pueblo cuando trabajaba en
la reconstrucción del templo. Hoy, el templo es la vida de cada persona que Dios quiere restaurar. Cada uno
de los que algún día tuvimos una experiencia con Dios podemos hacer nuestra parte en la Obra, nosotros
somos verdaderos hombres de valor, soldados del Señor Jesús. Pero, le repito, vendrán las luchas... en el
versículo 21, el rey mandó a que cesaran las obras de la reconstrucción. “... fueron apresuradamente a
Jerusalén a los judíos, y les hicieron cesar con poder y violencia. Entonces cesó la obra de la casa de Dios... y
quedó suspendida” (vers. 23, 24).
Los judíos tuvieron miedo de la persecución, y abandonaron la Obra, cada uno comenzó a cuidar su propia
vida. En el libro de Hageo 1: 4, la Palabra de Dios dice: “¿Es para vosotros tiempo, de habitar en vuestras
casas artesonadas, y esta casa está desierta? Pues así ha dicho el Señor de los ejércitos: Meditad bien sobre
vuestros caminos. Sembráis mucho y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no os quedáis
satisfechos; os vestís y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto”.
Al dejar de trabajar en la reconstrucción del templo, pasaron necesidades. ¿No será esto lo que hoy está
ocurriendo en la vida de muchos? Quizás usted sienta que está colocando su dinero en un saco roto, pero...
¿está poniendo celo en la Obra de Dios?
Hay muchas cosas que no conseguimos entender porque son cosas del Espíritu de Dios, pero la verdad es
que cuanto más nos damos para Dios, más recibiremos. La sequía sobrevino al pueblo de Israel porque ellos
menospreciaron la Obra del Señor. Es muy importante que comprenda esto para que cuando venga la lucha no
baje los brazos. ¿Sabe cómo se pierde una lucha? Cuando uno es golpeado y retrocede. Ahí es cuando se
pierde la fe, cuando recibe un golpe tras otro hasta caerse. Pero si usted reacciona, resiste, el enemigo tiene
que huir.
La Biblia dice “resistid al diablo y él huirá de vosotros”. A veces, cuando satanás se levanta en contra de
la Obra de Dios, la persona se asusta, pero es ahí donde hay que ponerse firme y resistir. Es una guerra
espiritual, y usted tiene que luchar contra satanás con todas sus fuerzas. Pero es necesario que sea paciente,
perseverante en hacer la voluntad de Dios, en agradarlo, para poder conquistar la promesa de Dios. A Dios no
le agradan quienes retroceden, sino aquellos que tienen fe para la preservación del alma. No podemos
retroceder jamás.
Usted tiene que vivir por la fe, no dejarse influenciar por las dificultades ni por las luchas, tiene que ver las
murallas destruidas por la fe; mirar para lo que es eterno, mantener su comunión con Dios en primer lugar, y
jamás le faltará nada, Dios nunca dejará que el pan falte en su mesa o que coloque su dinero en un saco roto.
Sólo debe estar dispuesto a servir a Dios y convertirse en un hombre o una mujer capaz de enfrentar cualquier
batalla y a ganarla para la gloria del Dios de lo imposible.
Obispo 11-03-01
Santo Culto
SANTO CULTO
De muchas maneras nos podríamos referir al Señor Jesús. Podríamos decir que Él es el
sacrificio de Dios para salvar nuestras vidas, es decir el cordero de Dios que quita el
pecado del mundo. Pero también tenemos que tener presente que Él es el mediador del
nuevo pacto, Él es el Señor del Santuario.
Al vivir apegados al Señor Jesús, viviremos una vida basados en la fe, por lo tanto
venceremos todas las luchas que vengan sobre nuestras vidas. Es natural que vengan los
problemas, simplemente, porque vivimos constantemente en una batalla espiritual. Pero,
si la persona no está entregada a Dios, aunque Jesús haya entregado Su vida por nosotros
y a pesar de que Dios quiera convertirnos en victoriosos, Él no puede hacer nada al estar
nosotros alejados de Su presencia.
Esto lo podemos ver en la Biblia, el pueblo de Israel a pesar de ser un pueblo elegido por
Dios fue un pueblo que pasó por grandes sufrimientos. Pero, también, en otras
oportunidades ha sido un pueblo victorioso, un pueblo que conquistó cosas grandes.
Entonces, ¿Por qué en algunos momentos estaban arriba y otros abajo? Simplemente,
porque cuando el pueblo se alejaba de Dios, satanás prevalecía sobre ellos. Pero cuando
ellos se volvían a Dios, estaban protegidos y, ni satanás ni nadie, podría hacerles daño.
Uno de estos ejemplos de fluctuaciones de fe, es el caso de Israel cuando vivía Ezequías.
El pueblo de esa época estaba dominado por los asirios, los israelitas sufrían porque se
habían apartado de Dios. Según dice la Biblia, al levantarse Ezequías como rey hizo lo
recto ante los ojos de Señor, restaurando el templo que estaba en ruinas (porque el rey
anterior, Acaz, había dejado implantarse la idolatría). El sufrimiento de los israelitas fue
grande hasta que Ezequías limpió la casa de Dios de la inmundicia. Después este rey
envió mensajes para todo el pueblo. En el capítulo 2 Crónicas 30 lo podemos ver:
“Después Ezequías envió mensajeros por todo Israel y Juda, (...) para invitarlos a la casa
del Señor, Dios de Israel, a fin de celebrar la pascua al Señor Dios de Israel”.
Parte de lo que decía la carta de Ezequías era: “Hijos de Israel, volveos al Señor, el Dios
de Abraham, de Isaac y de Israel, y Él se volverá al resto que ha quedado de manos de los
reyes de Asiria”.
Si la persona se aleja de Dios, se acercará a satanás y consecuentemente, la derrota
sobrevendrá su vida, no se puede evitar que haciendo esto vengan los problemas.
El origen de los problemas del pueblo de Israel surgió cuando los padres de ese pueblo de
Israel habían comenzado a encorvarse delante de dioses de palo, de piedra, de acero, y
comenzaron a adorar a otros dioses y menospreciaron al Dios de Israel, el que los había
sacado de la esclavitud de Egipto. (Reyes 17)
Desgraciadamente este mundo está lleno de brujos, de espiritistas, gente que prende velas,
que invocan a los muertos, a los demonios. Hay muchísimas personas que, afligidas por
los problemas, andan tras este tipo de cosas, porque quieren saber su destino, su futuro.
Cuando, en verdad, el señor Jesús nos ha enseñado que debemos vivir el día de hoy, que
no tenemos que andar preocupados por el día de mañana. Además, tenemos que buscar
primeramente el Reino de Dios, si nos volvemos a Dios de corazón las otras cosas serán
añadidas. Todo dependerá de lo que uno siembre, de nuestra decisión. La verdad es que
su futuro está en sus manos, pero no en las líneas de sus manos, porque sino... ¿Qué
pasaría si la persona se corta las dos manos en un accidente? ¿Acaso no tendría más
futuro por eso?
Ud. que quiere ser un vencedor, que quiere conquistar, debe tomar una decisión en su
vida, volverse a Jesús, confiar en Él, e invocar sólo Su nombre. Sencillamente porque no
hay nadie más que le pueda dar la salvación, nadie más que pueda ser dador de la vida
eterna.
Retomando lo que dijo Ezequías en su carta, él manifestó que, en primer lugar, las
personas se tenían que volver a Dios, y después, entrar en Su santuario. Porque no se trata
sólo de entrar en el santuario y clamar, pedir, ofrecer el sacrifico y llorar, para después
seguir viviendo en el pecado, en los vicios, invocando a otros dioses, consultando a los
horóscopos, a los brujos, etc. No sirve de nada si lo va a hacer de esa forma, porque Dios
no podrá manifestarse en su vida si Ud. no se entrega en sus manos. Si Ud. no se entrega
a Jesús de todo corazón, su ofrenda no sirve de nada.
Además, en el santuario serán respondidos aquellos que tengan el corazón limpio, porque
tampoco cometa el error de pensar que recibirá la bendición de Dios de cualquier manera,
no piense que con el sacrificio Ud. comprará la bendición de Dios.
En el versículo 18, 19: “...Ezequías oró por ellos diciendo: ‘Señor, que es bueno, sea
propicio a todo aquel que ha preparado su corazón para buscar a Dios, a Señor, aunque no
esté purificado según los ritos de purificación del santuario’. El Señor oyó a Ezequías, y
sanó al pueblo”.
Lo más importante para Dios no es la ropa ni el cuerpo, ni el nivel cultural o económico,
o que conozca o no la letra, o el tiempo que ella está en la Iglesia Universal, lo que vale
para Él es el estado del corazón de la persona. Así como cuando Ezequías oró, el pueblo
fue prosperado, liberado y sanado; Ud. conquistará la victoria en el nombre del Señor
Jesús para la gloria de Dios, si Ud. al entrar al santuario tiene un corazón puro.
Conquistando por la fe
El apóstol Pablo dijo que en Cristo somos más que vencedores, la victoria es
nuestra. Ud. es un vencedor. Quizás usted diga: ¿Pero yo estoy sufriendo,
estoy con tantos problemas en mi vida, en el trabajo de salud?
Sí, usted también es un vencedor. Jesús compró nuestra victoria dando Su vida
en la cruz. Compró nuestra liberación, nuestra salvación. Él ya derrotó al
diablo por nosotros, pero eso no significa que la victoria vendrá
automáticamente sobre su vida, no significa que las bendiciones caerán del
cielo, sin que Ud. haga su parte, sin que luche.
Hay mucha gente que piensa que si Jesús compró la victoria, ésta va a suceder
naturalmente, sin que ellos tengan que esforzarse. “Si Jesús ya hizo su
sacrificio, entonces yo no tengo que sacrificar”, esto es una equivocación, hay
mucha gente que está sufriendo, y muchos son cristianos, hay personas que
concurren a las iglesias, personas que creen en Dios pero que están sufriendo,
que están fracasadas, que no conquistan nada porque piensan que Dios va a
hacer todo sin que ellas tengan que luchar. Nosotros tenemos que luchar, el
Espíritu Santo es quien nos ha dado las condiciones para vencer; nosotros no
tenemos condición de nada, si miramos para nuestra condición no vamos a
conquistar, el Espíritu Santo da poder para que uno pueda conquistar, pero uno
tiene que hacer su parte. Dios no trabaja solo, trabaja junto con el hombre,
para que el milagro acontezca, el 50 % depende de nosotros y el 50 % restante
depende de Dios.
Cuando Dios mandó a Gedeón a luchar en contra de los enemigos, Gedeón
dijo: “Señor con qué salvaré a Israel, yo soy de la familia más pobre de
Manaces, yo soy el menor de la casa de mi padre”.
Si nosotros miramos para la condición de Gedeón él no era nadie, era un
hombre como cualquier otro. Pero Dios le dijo: “yo estoy contigo y derrotaras
a los madianitas como a un sólo hombre”. Gedeón no tenía condición para
vencer, pero Dios prometió que estaría con él. Que fuera a la batalla confiando
en Él, porque Él estaría a su lado. Dios iba a actuar a partir del momento que
Gedeón hiciera su parte: salir a la lucha. Dios no iba a luchar en su lugar. Cada
uno de nosotros tiene que hacer su parte.
También Dios cuando entregó a Josué la tierra de Canaán, Él dijo: “Josué,
nadie te podrá ser frente en todos los días de tu vida, se fuerte, se esforzado y
valiente”.
Él tenía que tomar posesión de la tierra, tendría que caminar por la fe, tendría
que poner su fe en acción para que aconteciera el milagro.
El hecho de ser cristiano, de estar en la Iglesia, no significa que se va a vencer
sí o sí. Se va a vencer si se lucha, si se persevera, si se permanece firme en la
Palabra de Dios, si no se desanima, no desmaya delante de las luchas. Se va a
vencer si no pierde la fe si la bendición no viene en el momento que uno
quiere. Hay mucha gente que no tiene paciencia, la gente quiere que la
bendición venga de un día para el otro, y no es así.
Nosotros vamos a viajar hacia la tierra santa, a la fuente de Gedeón y vamos a
llevar grabada su petición, y Ud. va a clamar a Dios. Y Dios va a escuchar su
clamor, pero no significa que Ud. despertara al otro día con sus deudas
canceladas. No despertará prosperado con su negocio. ¡No!. Usted va a tener
que trabajar, y Dios le dará sabiduría para que Ud. pueda desarrollar su
trabajo, el Espíritu Santo le dará visión para que las cosas progresen en su
vida; pero Ud. tendrá que trabajar, nadie prosperara sin trabajar.
Haga la experiencia de confiar en Dios, quedándose en su casa sin hacer nada.
¿Sabe lo que ocurrirá? Usted morirá de hambre. Sí, porque usted tiene que
hacer su parte, tiene que actuar la fe, tiene que luchar. Dios le dará sabiduría
para que pueda conquistar.
Pablo dijo: “en Cristo Jesús somos mas que vencedores”. Y yo soy mas que
vencedor. Usted tiene que ser mas que vencedor. No tiene que tener miedo a
las amenazas, al diablo. No hay nada ni nadie que pueda destruirlo, la única
persona que puede destruirlo es usted mismo. Solo usted tiene autoridad de
destruirse. ¿Cómo? Si deja que la duda entre en su corazón, si usted no cree en
la promesa de Dios, si no lucha, si tiene un espíritu derrotado, fracasado.
Usted debe practicar la Palabra de Dios, y por la fe tomar posesión. Dios va a
dar la victoria sobre todos sus enemigos.
Cuando la persona esta entregada en las manos de Dios, el milagro acontece.
Usted tiene que lanzarse. Fe es lanzarse a Dios, es poner su vida en la
dependencia de Él. Ahí es cuando Dios tiene que hacer la obra, cuando el
Espíritu Santo tiene que hacer el milagro en su vida. Porque Dios nunca
desampara a aquellos que confían en Él.
Fe: Dios dentro de nosotros
Nosotros hoy somos la Iglesia del nuevo testamento, que tiene una semejanza grande con la
Iglesia del antiguo testamento: el pueblo de Israel estaba esclavizado en Egipto, nosotros
también vivíamos en el Egipto espiritual. Egipto, para el pueblo de Israel, significaba la
opresión, la miseria, el dolor; el pueblo no tenía libertad para nada. Y hay muchas personas
que antes de conocer al Señor Jesús estaban viviendo de esta forma, con una vida destruida.
Aún hay muchas personas que están viviendo con problemas; usted, que está oprimido,
Dios quiere liberarlo, pero es necesario que esté firme en las promesas de Dios, no puede
dejar que la duda entre en su corazón. La duda no es de Dios, es de satanás. Toda palabra
negativa, de derrota, de fracaso es del diablo. Pero cuando Ud. sólo tiene oídos para la
Palabra de Dios entonces, Ud. está capacitado para vencer. Para esto Dios nos ha dado las
condiciones. Todos nosotros podemos ser vencedores, Dios no hace acepciones, lo que a Él
le importa es la fe, que Ud. esté confiado en su palabra, que persevere, que luche.
El apóstol Pablo dijo (Ef 6:10): “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor y en
su fuerza poderosa”.
Esto quiere decir que hay que estar firme en las promesas del Señor Jesús, en lo que dice la
Palabra de Dios. Vivimos en un mundo negativo, lleno de dudas, de problemas, de
sufrimientos, donde Satanás trabaja para destruir a las personas, para alejarlas de al lado de
Dios, y la única manera para vencer es estar fortalecidos en lo que dice Su Palabra. Es vivir
por la fe, porque si nosotros vivimos por la vista, si miramos hacia las dificultades,
entonces no vamos a conseguir nada; porque hay muchos problemas y situaciones en los
que nosotros no vemos una salida, no sabemos cómo vencer.
Fe es como si fuera un pedazo de Dios adentro de nosotros, la fe es la fuerza del
hombre. La fe torna posible lo imposible, la fe produce el milagro. La fe es la certeza de
cosas que se esperan, la convicción de lo que no se ve.
El apóstol Pablo dijo que es imposible agradar a Dios sin fe. Si bien todas las personas
tienen fe no todas conquistan. El apóstol no se refiere al hecho de tener fe, sino al ejercicio
de la fe, a la practica de esta. Lo que agrada a Dios no es el hecho de que uno crea en Él,
porque todos creen en Dios, todos tienen fe.
Es el ejercicio de la fe direccionando la Palabra de Dios que produce el milagro, que nos da
fuerza para enfrentar a los enemigos, para los problemas de la vida, las luchas.
Dios prometió al pueblo de Israel que saldría de la aflicción, de Egipto y tomaría posesión
de la tierra prometida, lo que hizo que el pueblo caminara por el desierto, lo que dio fuerza
para que el pueblo luchara contra los enemigos fue la fe, la certeza de tomar posesión de la
tierra que Dios había prometido, la tierra que fluye leche y miel.
Fe es como si fuera un pedazo de Dios adentro de nosotros, la fe torna posible lo imposible,
es la que produce el milagro, la certeza de cosas que se esperan, la convicción de lo que no
se ve.
Usted tiene que luchar, Dios le dio todas las condiciones para luchar y para vencer, Dios le
ha dado Su Palabra, la espada del Espíritu, usted tiene el nombre de Jesús que hace temblar
satanás. Nosotros tenemos mucho mas que los hombres del pasado, porque ellos no
conocían el nombre de Dios, ellos Lo llamaban Jehová, pero éste no es nombre de Dios, es
una expresión que significa “Yo Soy”.
Moisés mandó a doce hombres a espiar la tierra (números 13: 27), diez de ellos regresaron
con malas noticias, dijeron que el pueblo que habitaba era fuerte, describieron una ciudad
grande y fortificada, y entonces Caled hizo callar al pueblo delante de Moisés y dijo:
“subamos y tomemos posesión de ella, porque más podremos nosotros que ellos”.
Esto es ejercicio de la fe, Dios hizo la promesa que ellos conquistarían la tierra, y la tierra
esa estaba llena de enemigos. Pero ¿qué importa?, Si Dios todo poderoso está con nosotros,
si Dios es con nosotros ¿quién contra nosotros? Dios dará la victoria.
Lo mismo sucede en la actualidad, cuando una persona va a buscar empleo, y se encuentra
con un montón de gente para ocupar muy pocos puestos, entonces ella comienza a tener
pensamientos negativos (“hay personas de mejor apariencia, mas preparadas”), pero ellas
no tienen el espíritu de Dios, usted sí. ¿Quién tiene que prevalecer la luz o las tinieblas?
El pueblo tenia miedo, era cobarde, y así perdieron; Dios no los dejó tomar posesión de la
tierra.
La Biblia que los diez se quejaron con Moisés dijeron palabras negativas, palabras de
derrota (num 14).
Pero la Biblia también dice: “Josué, hijo de Nun y, Caled hijo de Jefone, que eran de los
que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestiduras y dijeron a toda la congregación
diciendo: ‘la tierra que recorrimos y exploramos es tierra buena. Si el Señor se agrada de
nosotros Él nos llevara a esta tierra y nos la entregara, tierra que fluye leche y miel. Por
tanto, no seáis rebeldes contra el Señor ni temáis al pueblo que esta en esta tierra, pues
vosotros lo comeréis como pan’...”
Esto es fe en acción, esto es lo que Dios espera de cada uno de nosotros.
En el versículo 24 dijo Dios: “pero a mi siervo Caled, por cuanto lo ha animado otro
espíritu y decidió ir detrás de mí, yo lo haré entrar en la tierra en donde estuvo, y su
descendencia la tendrá en posesión”.
Sólo Caled y Josué tomaron posesión de la tierra prometida, yo pregunto ¿Dios no escogió
a todos? ¿No sacó a todos de Egipto? ¿Dios no quería dar a todos la tierra? ¿Y por que no
todos conquistaron?
Por causa del espíritu que había en ellos, la determinación, la valentía. Y el pueblo de la
Iglesia Universal tiene que ser diferente en nombre de Jesús. El espíritu que esta en su vida
es el espíritu de Jesucristo. Si usted cree, un milagro va a suceder en su vida.