Está en la página 1de 5

AVIVAMIENTO

Durante su travesía por el desierto Israel había construido el Tabernáculo de reunión, el cual era
el lugar donde Dios se manifestaba a su pueblo. Justo a la entrada de este estaba el altar de
bronce donde se ofrecían los sacrificios, sin embargo, era responsabilidad de los sacerdotes
mantener encendida su llama.

Levíticos 6:12-13

“Y el fuego encendido sobre el altar no se apagará, sino que el sacerdote pondrá en la leña
cada mañana, y acomodará el holocausto sobre él, y quemará sobre él las grosuras de los
sacrificios de la paz. El fuego arderá continuamente en el altar; NO SE APAGARÁ”.

Podemos ver que dentro del tabernáculo donde estaba la presencia de Dios la responsabilidad de
mantener encendido él fuego del altar era una responsabilidad ¿de quién? ¿de Dios? No, era una
responsabilidad del sacerdote.

La palabra de Dios nos dice que ahora nosotros hemos sido hechos por medio de Jesucristo
sacerdotes para Dios

Apocalipsis 1:5-6
5
  y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la
tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, 6 y nos hizo reyes y
sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.

1 Pedro 2:9
Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios,
para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz
admirable.

Es decir que ahora la responsabilidad de mantener encendido el fuego del Señor es de cada uno
de nosotros en el altar de nuestro corazón.

Por lo tanto, es importantísimo mantener la llama de nuestra comunión con el Señor Jesucristo,
aún más si somos servidores de su gracia. Sin embargo, muchas veces enfrentaremos dificultades
que nos podrán desanimar y alentarnos a abandonar todo, pero es allí cuando debemos más que
nunca avivar el fuego del don de Dios que hay en nosotros. 

Probablemente digas que, con el paso del tiempo, todo se calma. ¿Calmarse de qué? Recuerda
que Cristo no ha cambiado y que el Espíritu Santo aun continúa trabajando en ti, y tampoco ha
cambiado. Ahora hay más trabajo que antes.

No hay razón por el cual deba apagarse tu llama y la devoción por Cristo.

No hay razón alguna. Dios quiere que siga ardiendo el fuego en nuestras vidas hasta el fin de
nuestros días en esta tierra, hasta presentarnos delante de Él.
No podemos permitir que el fuego de Dios se vaya apagando. Y si hay evidencias de ello,
entonces debemos corregirlo y avivar el fuego de Dios en nosotros.

2 Timoteo 1:3 - 12

Al recordarte de día y de noche en mis oraciones, siempre doy gracias a Dios, a quien sirvo con
una conciencia limpia como lo hicieron mis antepasados. 4 Y, al acordarme de tus lágrimas,
anhelo verte para llenarme de alegría. 5 Traigo a la memoria tu fe sincera, la cual animó primero
a tu abuela Loida y a tu madre Eunice, y ahora te anima a ti. De eso estoy convencido. 6 Por eso
te recomiendo que avives la llama del don de Dios que recibiste cuando te impuse las
manos. 7 Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de
dominio propio.

Así que no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor , ni tampoco de mí, que por
su causa soy prisionero. Al contrario, tú también, con el poder de Dios, debes soportar
sufrimientos por el evangelio. 9 Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por
nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia. Nos concedió este favor
en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo; 10 y ahora lo ha revelado con la venida de nuestro
Salvador Cristo Jesús, quien destruyó la muerte y sacó a la luz la vida incorruptible mediante el
evangelio. 11 De este evangelio he sido yo designado heraldo, apóstol y maestro.  12 Por ese
motivo padezco estos sufrimientos. Pero no me avergüenzo, porque sé en quién he creído, y
estoy seguro de que tiene poder para guardar hasta aquel día lo que le he confiado.

Avivar significa vivificar, animar, encender. Para hacer frente a un apagamiento, un descenso, un
estado de apocamiento, a algo moribundo, a un estado de inercia, etc.

Un avivamiento en los cristianos, en el pueblo de Dios, es el deseo de volver a estar encendidos


por Dios y para Dios, y que nuestro amor por Él esté al rojo vivo, sea constante, dando
cumplimiento al primer gran mandamiento.

Marcos 12:30
“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas
tus fuerzas”

Por esto el avivamiento no es opcional, es una forma de vida del ser humano que ama realmente
a su Dios.

El avivamiento, trae una serie de manifestaciones, como pueden ser, la salvación de muchas
personas, una intensificación de los dones del Espíritu, o una notoria presencia de Dios en
nuestros corazones y en el ambiente, generando una atmosfera de milagros, liberaciones y
sanidades.

Tenemos que vigilar el fuego en el altar de nuestro corazón, alimentar constantemente nuestra
relación con Dios, ejercitar los dones recibidos, para así no perder el celo y el entusiasmo por la
obra del Señor, ni apagar su Espíritu en nosotros.
¿PORQUE DEJAMOS QUE EL FUEGO DE DIOS SE VAYA APAGANDO EN
NUESTRO CORAZÓN? La respuesta es por dos razones: Por el DESCUIDO y por la
PEREZA.

I) DEJAMOS APAGAR EL FUEGO POR NUESTRO DESCUIDO

Uno de los descuidos por lo que dejamos apagar el fuego del altar de nuestro corazón es por las
vanidades que no tienen ningún beneficio.

El significado bíblico de la palabra vanidad se refiere a todo aquello que es poco trascendente,
poco profundo en la vida, sin valor y sin provecho o beneficio.

No podemos negar que el tiempo que podríamos invertir en nuestra comunión o relación con
Dios durante el día muchas veces lo desperdiciamos en vanidades que no tienen ningún
beneficio.

¿Cuáles son algunos ejemplos de esas vanidades que no tienen ningún beneficio y que no aportan
nada o casi nada para nuestro crecimiento espiritual?

 La principal o uno de las principales variedades son las redes sociales, pues lastimosamente
muchos cristianos desde que se levantan están conectados a las redes sociales y
desconectados del Señor.

 Otros ejemplos de las vanidades que no aprovechan y nos roban la comunión con Dios son
los juegos de video en línea, los programas de televisión, etc., etc.

Por este tipo de vanidades terminamos dándole la espalda a Dios, nos descuidamos de nuestra
espiritualidad, no oramos, no adoramos ni leemos su palabra y poco a poco nuestro fuego va
disminuyendo.

II) DEJAMOS APAGAR EL FUEGO POR NUESTRA PEREZA

Romanos 12:11
11 
En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor;

Toda persona que alguna vez ha tenido que encender una fogata y mantener vivo el fuego, sabe
que es una labor que requiere esfuerzo, para traer la leña, para juntarla, para mantenerla
encendida atizando y soplando el fuego.

Igualmente, para avivar el fuego de Dios en nuestro corazón se requiere esfuerzo, no podemos
ser perezosos, tenemos que ser diligentes, a pesar de los quehaceres del día, a pesar de nuestras
actividades laborales, tenemos que comprender que mantener encendido el fuego en nuestro
corazón no es opcional, es una prioridad.
Hay un pequeño poema que describe lo que posiblemente las aves del cielo pensarían al vernos a
nosotros los seres humanos así como vivimos tan afanados y preocupados, y es pequeño poema
dice así:

Dijo el tordo al gorrión, “Quisiera realmente saber por qué estos humanos se angustian y afanan
tanto.”

Le contestó el gorrión al tordo, “Amigo, eso se debe a que ellos no tienen un Padre Celestial que
los cuide, como a ti y a mí.”

Lastimosamente uno de los mayores ladrones de nuestra comunión con Dios son los afanes de la
vida, el trabajo, los negocios, y aun los ministerios de la iglesia en los cuales servimos al Señor,
pues hay muchos cristianos que pasan tan ocupados y afanados en la obra del Señor que nunca
tienen tiempo para el Señor de la obra.

Tenemos que tener bien claro en nuestra vida que, así como nos esforzamos y somos diligentes
en nuestras actividades laborales, en nuestros quehaceres del hogar, en nuestras actividades
académicas, también tenemos que ser esforzados y diligentes en nuestra comunión con Dios.

Lucas 20:25
25 
Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.

Afanarnos y alejarnos del Señor es la peor decisión que podemos tomar, pues tenemos que
reconocer dos verdades fundamentales en la vida Cristiana:

De nada sirve afanarse si no tomamos en cuenta al Señor en nuestra vida:

Salmo 127:1
1
Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no
guardare la ciudad, En vano vela la guardia.

¿QUE DEBEMOS HACER ENTONCES PARA AVIVAR EL FUEGO? ¿QUE DEBEMOS


HACER PARA NO CAER EN EL DESCUIDO NI EN LA PEREZA?

1. Tenemos que poner bien en orden nuestras prioridades y obrar de acuerdo a esas prioridades,
y la prioridad del cristiano debe ser Cristo:

Mateo 6:33
33 
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas.

2. Tenemos que comprender que mantener encendida la llama de nuestra relación con Dios es
responsabilidad nuestra

Zacarías 1:3

Diles, pues: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos a mí, dice Jehová de los
ejércitos, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos.

CONCLUSIÓN:

Sigamos el consejo de Pablo a Timoteo, es un consejo de parte de Dios para cada uno de
nosotros, el Señor quiere bendecirnos, ayudarnos, restaurarnos, todo lo imposible depende de
Dios, pero lo posible depende de nosotros, hagamos lo posible para buscarle, para mantenernos
en comunión con él y confiemos que lo imposible lo hará nuestro Dios

También podría gustarte