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Globalización y su impacto en la desigualdad mundial

Cuando se habla de la globalización, se podría entender esta como un proceso que

rompa las fronteras del mundo y por lo tanto involucre una fusión cultural, social,

tecnológica, política y económica entre las naciones, dando como resultado que ya no

sea tan distinto para un ser humano el nacer en un país como Colombia o un país como

Inglaterra, sin embargo, aunque la globalización ha enriquecido el intercambio cultural

de las naciones, en el ámbito político y económico está aumentando gravemente la

brecha de desigualdad entre los países, así como en el interior de estos.

Como bien expuso Chang (2002), las grandes potencias mundiales llegaron a ser tan

poderosas gracias a un marcado proteccionismo y ahora que están en la cima del

mundo, aprovechan su poder para moldear la economía mundial de acuerdo a sus

intereses, esto mediante la privatización de empresas estatales en todo el mundo y un

libre mercado global. Aún viendo como China y demás países del sudeste asiático han

tenido tasas de crecimiento económico que no tienen nada que envidiarle a los países

occidentales y sin regirse a los modelos propuestos por el Consenso de Washington, las

potencias insisten en que el camino para crecer es la privatización y la desregulación, y

que si se sigue este, algún día todo el mundo se verá beneficiado económicamente,

cuando la historia ha demostrado que esto solo ha servido para potenciar a las empresas

que terminan aprovechando la desregulación para colaborar entre sí, formando

oligopolios, con tal de sacar la tajada más grande del pastel, las cuales seguirán

requiriendo el proteccionismo de sus estados cuando se vean superadas por su libre

actuar, como se pudo ver durante la crisis del 2008, cuando Estados Unidos tuvo que

salir al rescate de sus instituciones financieras, dejando desamparada a los demás países

a los que llevaron al proceso de globalización e incluso a su propia gente, que fueron los

principales afectados por el estallido de la crisis y que han tenido que ver durante
décadas como la producción ha crecido en muchos niveles, pero sus salarios siguen

siendo los mismos.

Este proteccionismo estatal de los países potencia a sus empresas es incentivado por los

medios de comunicación masivos, los cuales generalmente hacen parte de los

oligopolios (cadenas de tv, radio y periódicos que son propiedad de grandes

empresarios) o son monopolios en si mismo (Google, Facebook), los cuales aprovechan

su alcance para promover a los países occidentales de primer mundo y su desregulación,

esto junto a los sistemas de patentes diseñados para proteger a las empresas de la

competencia, el intervencionismo de los estados para salvar a sus empresas cuando lo

requieren y la perdida de autonomía de los países no desarrollados, al verse obligados a

adherirse a estas políticas neoliberales con tal de no perder la inversión extranjera y

prevenir la fuga de capital, ha sido el caldo de cultivo para establecer un sistema que es

supuestamente libre, pero solo sirve para los intereses de unos pocos individuos.

En conclusión, los países potencia de occidente han usado su influencia y su poder para

vender a la globalización como la generadora de prosperidad y riqueza para los países

en vía de desarrollo, pero es un proceso que en lugar de dar más libertad, hace que los

grandes se vuelvan más grandes y que estos vociferen contra el proteccionismo, aún

cuando con ello llegaron a dónde están y de ser necesario, volverían a usarlo con tal de

proteger sus propios intereses. La globalización y el neoliberalismo que este conlleva,

protege el capricho de unos pocos empresarios, en lugar del bien común global.

Referencias

Chang, H. (2002). Kicking Away the Ladder: Development Strategy in Historical

Perspective. Seúl: Anthem Press.

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