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Sobre Cráneos, Pelvis y otros Huesos:


Entierros humanos en el sitio El
Guanaco
Natalia Mazzia, Clara Scabuzzo

… y casos de …

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ENT IERROS SECUNDARIOS DEL HOLOCENO T EMPRANO Y MEDIO EN LA REGION PAMPEANA. N…


Clara Scabuzzo

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Gust avo Mart ínez

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Gust avo Mart ínez
Sobre cráneos, pelvis y otros huesos.
Entierros humanos en el sitio El Guanaco
Natalia I. Mazzia, Clara Scabuzzo y Ricardo A. Guichón

“La enorme variedad de modos de considerar la


muerte y lidiar con ella sólo nos muestra que
nuestras arraigadas costumbres no vienen
dadas por la Naturaleza” (Barley 1995).

Introducción
El sitio El Guanaco (38 41’LS y 59 39’LW) está ubicado en la pendiente de una
lomada en las inmediaciones del bajo conocido como del Lucero, entre los arroyos
Cortaderas y Cristiano Muerto en el partido de San Cayetano (Pcia. de Bs. As.), a 13 km
de la costa (Figura 1). Se incluye den-
tro del área Interserrana (Politis 1984).
En el año 1998 comenzaron los tra-
bajos en el sitio orientados al estudio
de la colección lítica de superficie. El
énfasis de las investigaciones estuvo
puesto en la determinación de las ma-
terias primas de los artefactos líticos y
de su lugar de procedencia, con el fin
de realizar un aporte al conocimiento
de la movilidad, territorialidad y rela-
ciones sociales de los grupos pampeanos.
Con los análisis del material lítico se
determinó que los instrumentos halla-
dos en el sitio habían sido confecciona-
dos sobre una gran variedad de mate-
rias primas con diversa precedencia. A
partir de estos resultados y por el gran
peso del material lítico transportado,
Bayón y Flegenheimer (1998) caracteri-
zaron al sitio como un lugar calificado Figura 1: Sitios arqueológicos con entierros humanos
del Holoceno Tardío Inicial. 1: El Guanaco, 2: Laguna
del paisaje que fue ocupado en reitera- Tres Reyes, 3: Arroyo Seco 2, 4: Laguna La Larga, 5: La
das oportunidades. Toma, 6: Túmulo de Malacara y 7: La Primavera.

N. I. Mazzia y C. Scabuzzo: Facultad de Ciencias Naturales y Museo de UNLP. E-mail: natymazzia@hotmail.com,


clarascabuzzo@hotmail.com
R. A. Guichón: CONICET. Dpto. de Biología, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de UNMdP. E-mail:
guichon@infovia.com.ar

293
294 - N. I. Maz z ia et al.

Los primeros restos humanos encontrados en el sitio corresponden a dos individuos


que fueron recuperados en tareas de salvataje. Pudo determinarse una inhumación de
tipo primaria en uno de los casos, mientras que en el otro no fue posible la determina-
ción de su disposición. Sobre estos restos óseos se hicieron fechados radiocarbónicos
que los ubican a comienzos del Holoceno Tardío (Tabla 1). También se realizaron aná-
lisis de isótopos estables de carbono sobre la fracción orgánica del hueso. Esto permitió
hacer inferencias sobre aspectos de dieta y movilidad de las poblaciones humanas en
el sur de la provincia de Buenos Aires durante el Holoceno Tardío. Los resultados dieron
apoyo a las hipótesis de movilidad previamente planteadas a partir de los estudios del
material lítico y de su procedencia (Flegenheimer et al. 2002).
En excavaciones llevadas a cabo en el sitio durante febrero de los años 2001 y
2002, se han hallado restos humanos de por lo menos cinco individuos más, cuatro de
ellos a una profundidad de entre 28 cm y 45 cm, contenidos en una fosa de cavado
(Bayón et al. 2004). Un entierro secundario contiene los restos óseos de al menos tres
de estos individuos. Sobre costillas provenientes de este enterratorio se realizó un
nuevo fechado radiocarbónico y un análisis de isótopos estables. Los resultados
radiocarbónicos son presentados por primera vez en esta ocasión y se incluyen en la
Tabla 1. Los demás restos humanos fueron hallados en el mismo sector del entierro
secundario, alrededor suyo y a escasa distancia.
El quinto individuo representado por un cráneo fue encontrado a una profundidad
mayor dentro de otra fosa de cavado, en una cuadrícula distinta de los cuatro anterior-
mente mencionados. El mismo no ha sido aún completamente estudiado razón por la cual
no será incluido en este trabajo.
Los objetivos del presente trabajo son:
•presentar los resultados de los estudios de los re stos humanos recuperados durante los dos
últimos trabajos de campo desarrollados en el sitio,
•realizar un aporte a la discusión sobre la variabi lidad de entierros secundarios ya propuesta
por otros autores para el sur de la provincia de Buenos Aires durante el Holoceno Tardío
(Madrid y Barrientos 2000).

La muerte entre los hombres y en la arqueología


La gran segadora, defunción, fallecimiento, óbito o deceso. Como quiera llamársela la
muerte es un hecho real y concreto, sin embargo suele quedar al margen de toda clasifica-
ción. Al respecto dice Thomas (1991) que la muerte representa el acontecimiento singular
por excelencia.
Una vez sin vida el cuerpo adquiere un valor simbólico cuyo significado varía enorme-
mente de una cultura a otra (Albornoz y Pascarelli 2001). Es quizás a partir de esta diver-
sidad de significados que las Nº de C14 calibrado
Individuo C14 ä C13 ä N15
prácticas mortuorias adop- laboratorio (2 sigma)
1 BETA -128180 2470±60 AP 795-400 cal AC -18,4%o -
tan una amplia variedad de
2 BETA -137745 2280±30 AP 395-355 cal AC -18,5%o -
expresiones. Las distintas 290-230 cal AC

operaciones materiales que 3 PTA -8520 2460±60 AP 756-680 AC -17,7%o 10,5%o

implican honrar al muerto o Nota: Individuos 1 y 2 corresponden a fechados presentados anteriormente (Flegenheimer et al. 2002)

simplemente separarlo de Tabla 1: Fechados radiocarbónicos e isótopos estables.


Sobre cráneos, pelvis y otros huesos - 295

los vivos requieren un apoyo simbólico que les confiera sentido (Thomas 1991). Esto es
ejemplificado por Barley (2000) al resaltar que en una buena parte del mundo no basta
con morir para convertirse en antepasado, se precisa en cambio una transformación
ritual y para ello uno depende de los vivos. Se puede entender entonces el morir como
una relación entre moribundo y sobrevivientes. De esta forma el ritual mortuorio per-
tenecería a esa categoría de ritos mediante los que un grupo humano sanciona el
pasaje de una persona de un estado cualitativo a otro, como el nacimiento, la inicia-
ción y el matrimonio. Desde esta perspectiva, las costumbres funerarias indican el paso
del difunto a otro estado o a otro mundo (Alekeshin 1983).
En arqueología, el término prácticas mortuorias (Carr 1995) es utilizado para refe-
rirse tanto a las actividades rituales como a las formas materiales resultantes del
entierro, es decir, aquello que en mayor o menor grado llega hasta el presente y es
estudiado por los arqueólogos.
A fines de la década del sesenta las concepciones teóricas que sustentaban los
análisis de los entierros humanos y sus interpretaciones, dieron un giro brusco a partir
de los programas teóricos presentados por Saxe y por Binford (Brown 1995). El debate
en torno a sus trabajos se extendió y marcó el rumbo de las investigaciones norteame-
ricanas hasta los años ochenta (O´Shea 1984). Durante ese período el pensamiento y
la práctica de muchos arqueólogos se basaba en la idea de que el determinante prima-
rio en la variación de las prácticas mortuorias y las formas de entierro era la organiza-
ción social (Carr 1995). El principal postulado expuesto por Binford (1971) fue que la
forma y la estructura de las prácticas mortuorias de cualquier sociedad son condicio-
nadas por la forma y la complejidad de la organización que presente dicha sociedad. En
líneas generales se puso el acento en la interdependencia de la estructura de una
sociedad y la de sus entierros.
No son pocas las críticas que recibió y recibe aún hoy esta tendencia. Citaremos
como ejemplo el trabajo de Carr (1995) quien afirma que las prácticas mortuorias no
deben ser consideradas reflejos pasivos de la organización social, éstas pueden, en
cambio, ser el producto de elecciones y estrategias personales y sociales activas basa-
das en creencias filosófico-religiosas. Más allá de los factores sociales, factores de tipo
filosófico-religioso como también factores físicos y circunstanciales (localización, cau-
sa de muerte, procesamiento del cuerpo, etc) deben ser incorporados en el estudio a fin
de interpretar los restos y reconstruir el pasado a partir de ellos (Carr 1995).
Algunas de las tendencias presentes en los estudios sobre entierros humanos en los
últimos años son las aproximaciones regionales para el análisis de las prácticas mortuorias.
Estudios sobre su variabilidad, consideración de las mismas dentro de un marco más
amplio, situándolas en relación con su paisaje físico y social y en el contexto general de
la cultura a la que pertenecen (Anderson Beck 1995; Goldstein 1995; O´Shea 1984,
entre otros).
En nuestro país, debido al creciente reconocimiento del potencial informativo de los
restos óseos humanos en los últimos diez años se llevaron a cabo investigaciones ten-
dientes a analizar diferentes aspectos del registro bioarqueológico. En términos genera-
les, las perspectivas bioarqueológicas han enfatizado el desarrollo de diferentes espacios
de interacción y complementación con otras áreas de la arqueología, como por ejemplo
con los estudios sobre material lítico. En la región Pampeana, paralelamente a este pro-
ceso, el estudio del registro biológico humano ha recibido un impulso muy importante. La
296 - N. I. Maz z ia et al.

tesis doctoral de Barrientos (1997) constituye un trabajo ordenador y de constante refe-


rencia en el actual estado de las investigaciones arqueológicas regionales. A partir de la
década del noventa varios grupos de trabajo han aportado a una multiplicidad de temas
tales como el estudio de la dieta a partir de análisis de isótopos estables (Acosta y Loponte
2001; Barrientos 1997; Bayón et al. 2001; Flegenheimer et al. 2002; González y Scabuzzo
2001; Martínez 2002; Murgo y Aldazabal 2001), y análisis de las prácticas mortuorias
(Barrientos 1997; Barrientos y Leipus 1997; Barrientos et al. 1997; Berón et al. 2002;
Madrid y Barrientos 2000; Martínez y Figuerero Torres 2000), determinación de la edad
de muerte a partir del estudio de desgaste dentario (Barrientos y L´Heureux 2000), el
estudio de los indicadores dentales del estado de salud, nutrición y dieta de las poblacio-
nes del Sudeste de la región Pampeana (Barrientos 1997; L´Heureux 2000), análisis de
las variaciones morfológicas craneanas a lo largo del tiempo (Pérez 2002).
Hasta el momento se conocen 7 sitios (Figura 1) con entierros humanos dentro de
las áreas Interserrana, Ventania y Sur (sensu Politis 1984) que han sido asignados al
Holoceno tardío inicial, ya sea por fechados radiocarbónicos como Laguna Tres Reyes
(Madrid y Barrientos 2000), La Toma (Politis y Madrid 2001), El Guanaco (Flegenheimer
et al. 2002), La Primavera (Martínez 2002) o por las características del contexto como
Laguna La Larga (Pérez 2002), Túmulo de Malacara y Arroyo Seco 2 (Barrientos 1997).

Determinación de sexo y edad


Las tareas de laboratorio incluyeron la determinación del sexo y la edad de los
individuos (Tabla 2) siguiendo los criterios propuestos por Bass (1995) y por Buikstra y
Ubelaker (1994).
La determinación del sexo se realizó a partir de observaciones hechas en la pelvis y
en el cráneo. En los coxales se consideraron el ángulo de la escotadura ciática, la
concavidad subpúbica y el ángulo subpúbico, entre otros aspectos morfológicos. Mien-
tras que en el caso del cráneo se tomaron como indicadores, entre otros, los arcos
superciliares y la cresta nucal.
Por otro lado, se ha determinado la edad a partir de la fusión de epífisis, la erupción
dental y los cambios en la superficie articular de la sínfisis púbica.
Los entierros humanos expuestos en el presente trabajo fueron agrupados por cues-
tiones analíticas en dos conjuntos: Conjunto 1 y Conjunto 2. La asignación a uno u
otro de estos conjuntos se debió en un primer momento a la distribución espacial
encontrada al momento de la excavación, delimitándose por un lado los elementos
agrupados en el entierro secundario y por otro los elementos dispersos alrededor suyo.
En el caso del Conjunto 2 (entierro secundario) se pudo determinar que se encuen-
tra compuesto por 3 individuos incompletos que fueron asignados como: un juvenil
femenino, un subadulto
masculino y un subadulto Individuo 3 Individuo 4 Individuo 5 Individuo 6

de sexo indeterminado (Fi- Subadulto Subadulto Juvenil


Edad adulto
(12-18años) (15-18 años) (8-12 años)
gura 2, Individuos 6, 5 y 4
Sexo masculino indeterminado masculino femenino
respectivamente). Junto al Nota: las determinaciones de los Individuos 1 y 2 fueron presentadas anteriormente
mismo agruparemos un (Flegenheimer et al. 2002)
pequeño subconjunto de Tabla 2: Determinaciones de sexo y edad.
Sobre cráneos, pelvis y otros huesos - 297

Figura 2: Representación de partes esqueletarias de individuos recuperados en las campañas 2001 y 2002.

partes esqueletarias asignadas al Individuo 4 (Figura 2). En el Conjunto 1 se identifica-


ron los restos óseos de un individuo incompleto adulto masculino (Individuo 3).

Los entierros humanos


Los entierros humanos se describen a continuación siguiendo la agrupación pro-
puesta anteriormente (Figuras 3 y 4). En el Conjunto 1 se incluyen un cráneo y un
miembro inferior derecho articulado (Figura 2, Individuo 3). El cráneo y el miembro
inferior corresponden a un in-
dividuo adulto, pero no hemos
podido establecer hasta el mo-
mento una relación clara entre
estos elementos ya que el es-
pacio que los separaba se en-
contró totalmente vacío, con au-
sencia de cualquier otro resto
óseo, fragmentos o simples as-
tillas.
Como parte del Conjunto 2
incluimos un entierro secunda-
ri o j unt o con un pequeño
subconjunto formado por tres Figura 3: Planta de cuadrículas 3 y 4 con entierros humanos.
vértebras lumbares articuladas
ent re sí, una rót ula y una
epífisis dist al de t ibia. Est e
subconjunto corresponde a un
individuo subadulto (Figura 2,
Individuo 4). El mismo se halla-
ba muy próximo al entierro se-
cundario pudiendo haber forma-
do parte del mismo. Esto último
es simplemente una hipótesis
que hasta el momento no ha
podido ser contrastada. Figura 4: Entierros humanos en las cuadrículas 3 y 4.
298 - N. I. Maz z ia et al.

Hemos identificado al Conjunto 2 como un entierro secundario, por entender que


es el resultado de una práctica compleja al momento de tratar los cadávereres, pensan-
do además que puede haber existido un lapso de tiempo entre la muerte y el entierro
definitivo (Barrientos 1997). Para Borgognini Tarti y Pacciani (1993) en una sepultura
secundaria se encuentra un conjunto de huesos que no están en relación anatómica.
Estos pueden haber sido recogidos y enterrados después del la descomposición causada
por el aire o después del descarne intencional o pueden haber sido desenterrados de
una sepultura previa y luego inhumados nuevamente.
El entierro secundario hallado en El Guanaco se caracteriza por incluir cráneos,
pelvis, huesos largos, escápula, astrágalo, rótula, vértebras y costillas. En la distribu-
ción de estas partes esqueletarias no hay indicios de un patrón claro en su disposición.
Como lo muestra la Figura 5 los restos óseos se presentan como un conjunto, encon-
trándose en extremos opuestos los cráneos y las pelvis pertenecientes a individuos
distintos y, entre éstos en posición central, una superposición de diferentes huesos.
Habría al menos tres individuos presentes en este entierro, pero éstos no se encuen-
tran representados de igual forma.
Si bien en general las distintas partes esqueletarias no se encontraban en relación
anatómica, es destacable el hecho de que algunas de ellas mantuvieran una articulación
parcial. Este es el caso de los coxales correspondiente al Individuo 5 que se encontraron
articulando con el sacro y con el fémur derecho. Otro ejemplo es el de las vértebras lumbares,
halladas en relación de proximidad, que estaban articuladas entre sí. Por otro lado, cúbito
y radio también presentaron esta característica. Es notable la presencia de epífisis sin
fusionar que se encontraron in situ, como la cresta ilíaca perteneciente a la pelvis del
Individuo 5 y la epífisis del radio antes mencionado.
Todas estas características son evi-
dencias de la presencia de tejidos blan-
dos en algunas de las partes al momento
del ent i erro (Ubel aker 1982 en
Barrientos 1997). Por otro lado, por la
presencia in situ de epífisis sin fusionar,
por la presencia de partes esqueletarias
art iculadas y por las observaciones
tafonómicas y geoarqueológicas pensa-
mos que la disposición de los restos hu-
manos fue producto de una acción hu-
mana intencional y no el resultado de fac-
tores postdepositacionales.
La presencia, frecuencia y distribución
de marcas de corte aún no fueron releva-
das. Esperamos poder realizar dicho tra-
bajo en un futuro para poder hacer
inferencias sobre los posibles procesos de
desarticulación o descarne que puedan
haber sufrido los distintos huesos.

Figura 5: Entierro secundario.


Sobre cráneos, pelvis y otros huesos - 299

Tafonomía
Tanto los huesos del entierro secundario (Conjunto 2) como los del Conjunto 1 se
encuentran incluidos en una matriz de arena fina con clastos de carbonato de calcio.
La preservación de los huesos se caracteriza por ser regular en ambos conjuntos.
Se llevó a cabo el análisis de diferentes variables tafonómicas en todos los elemen-
tos (n=59): meteorización de la superficie, manchas de óxido de manganeso, completitud
de los elementos, presencia de marcas de raíces y estabilidad de la superficie
depositacional. De acuerdo con Guichón et al. (2000)la estabilidad es asociada a cam-
bios de color o textura en la superficie en forma marcada entre dos sectores de la pieza
ósea. Los autores dan como ejemplo color claro o raíces en un lado yoscuro o sin raíces
en el otro.
El análisis preliminar de los resultados sugiere que (Figura 6):
- Todos los restos óseos analizados que presentan meteorización (43,5%) se encuentran en un
estadio 1 (Behrensmeyer 1978). La misma se encuentra afectando en cada caso partes del
hueso y no al hueso en su totalidad.
- La modificación más importante que ha afectado a la superficie de los huesos es la impronta de
raíces, que se ha encontrado en el 83,9% de los huesos analizados. La alta frecuencia de
improntas de raíces en los huesos coincide con lo observado por otros autores en diferentes
sitios de la región (e.g. Barrientos 1997; Martínez y Figuerero Torres 2000).
- El análisis de la estabilidad de la superficie de depositación se tomó en base a la presencia y
distribución de las raíces. Ocho de los elementos evidencian claramente estabilidad de la
superficie, se trata de cráneos, pelvis y distintos huesos largos.
- La presencia de manchas de óxido de manganeso se presentó en una muy baja frecuencia de
los elementos analizados (24,2%).
Finalmente se realizó el cálculo del grado de completitud de los huesos. Se armaron
4 categorías de completitud que abarcan desde el 1% hasta el 100% del elemento
representado. Fue en el análisis de esta variable donde encontramos las mayores dife-

90,0%

80,0%

70,0%

60,0%

50,0%

40,0%

30,0%

20,0%

10,0%

0,0%
raíces manganeso meteorización estabilidad

ausencia presencia indet.


Figura 6: Variables tafonómicas.
300 - N. I. Maz z ia et al.

rencias entre los elementos del entierro secundario y los del Conjunto 1. Este último está
representado por elementos con un mayor grado de completitud, ya que el 73,3% de los
elementos presentan entre el 75% y el 100% de completitud, mientras que en el entie-
rro secundario solamente el 29,8% de los elementos se pudo incluir en la categoría 4.

Recapitulación
Desde el comienzo de los trabajos de campo en el sitio El Guanaco se han recuperado
hasta el momento un total de siete individuos dentro de un área de aproximadamente 30 m2.
Los restos humanos se han encontrado dispuestos tanto en entierros primarios como secun-
darios. Los seis individuos estudiados hasta el momento corresponden al Holoceno tardío
inicial. Para su asignación temporal se cuenta con tres fechados radiocarbónicos
cronológicamente muy próximos entre sí que van desde 2470 años AP a 2280 años AP,
aproximadamente (ver tabla 1).
Los entierros humanos descriptos en el presente trabajo estaban contenidos en una
fosa de cavado. Estos presentaron un estado de preservación regular, siendo la acción de
las raíces uno de los factores postdepositacionales de mayor incidencia en el conjunto.

Discusión
Como se ha dicho anteriormente el entierro secundario encontrado en El Guanaco
presenta un fechado radiocarbónico de 2460 ± 60 años AP (Pta-8520; hueso; δ 13C= -
17.7%o). Con el fin de situarlo en relación a los entierros secundarios ya descriptos para el
Holoceno tardío inicial en el área consideramos el entierro del Tipo 1 propuesto por
Barrientos (1997). El mismo se postula para comienzos del Holoceno tardío, estando
ejemplificado por los sitios Arroyo Seco 2 y Túmulo de Malacara. Este tipo se caracteriza
por la presencia de cráneos y huesos largos con baja frecuencia de partes esqueletarias,
deformación craneana tabular oblicua y la asociación de ajuar funerario compuesto por
cuentas de valva rectangular espesas (Barrientos 1997).
Notamos que hay una coincidencia en la presencia de cráneos y huesos largos y en la
baja frecuencia con que se presentan otras partes esqueletarias como, por ejemplo, falan-
ges. Pero el conjunto hallado en El Guanaco difiere por la presencia de pelvis, por una alta
frecuencia de vértebras y costillas y por las evidencias de que ciertas partes tenían tejidos
blandos al momento del entierro. Otras diferencias tienen que ver con la ausencia de
deformación craneana y de ajuar funerario. Es decir, para un mismo lapso temporal encon-
tramos variabilidad en los entierros secundarios de la subregión.
La modalidad de entierro secundario aparece también en sitios asignados al Holoceno
tardío final como por ejemplo Campo Brochetto, Laguna Los Chilenos y La Petrona.
Comparten todos características similares en cuanto a las partes esqueletarias repre-
sentadas y su disposición, como también en cuanto a la deformación craneana y el
ajuar funerario; pero difieren considerablemente de los entierros secundarios descriptos
para el momento anterior.
Por lo expuesto, consideramos que el entierro secundario presente en el sitio El
Guanaco escapa a los tipos ya descriptos para la subregión y para los distintos momen-
tos del Holoceno tardío.
Sobre cráneos, pelvis y otros huesos - 301

Creemos que en todos los casos, tardíos y tempranos del Holoceno, la diversidad de
prácticas mortuorias presentes se relaciona con la elección que los actores sociales
hicieron por una u otra forma de rito, disposición y procesamiento de los cuerpos al
momento de enterrar a sus muertos.

Conclusión
La disposición del cuerpo al momento de su entierro ha sido a lo largo del tiempo y
del espacio un rito sumamente variable. Consideramos que el entierro secundario en-
contrado en El Guanaco puede sumarse como una nueva variante a la gran diversidad
temporo-espacial de prácticas mortuorias de la subregión en este período ya propuesta
por Madrid y Barrientos (2000).
Pensamos, siguiendo a Gilman (en Alekeshin 1983) que las distintas formas de en-
tierro son simbólicas (y no representativas) del orden social y ritual. Por este motivo sólo
las podemos interpretar teniendo en cuenta su rango de variabilidad y contrastándolas
con otro tipo de información de los grupos en estudio. Quisiéramos entonces sumar los
datos obtenidos a partir de los entierros humanos a las propuestas de movilidad en el área
y de ocupación reiterada de este sitio. Esto nos lleva a proponer que este fue un lugar
calificado del paisaje ya que fue elegido por la gente para enterrar a sus muertos.
Dice Barley (2000: 138) que “allí donde los cuerpos se entierran dos veces, o reciben
alguna clase de tratamiento secundario, la reducción al mero hueso proporciona un calenda-
rio natural para la separación del espíritu y el cuerpo, y de los vivos y los muertos...” De esta
forma la cultura logra algo impensable a través de los distintos ritos funerarios: arrancarle la
muerte a la naturaleza y entregársela a la historia (Albornoz y Pascarelli 2001).

Agradecimientos
Estamos muy agradecidos a Don Carlos Santamarina, propietario del establecimiento
El Guanaco y a las familias Márquez y Gurruchaga por el apoyo y hospitalidad durante las
tareas de campo. A Gustavo Barrientos quien aclaró varias de nuestras dudas. A Roberto
Peretti por su asesoramiento y colaboración en el campo. A Romina Frontini por sus mara-
villosos diseños. Finalmente, queremos agradecer de manera muy especial a Valeria Mazzia
por su tiempo y a Nora Flegenheimer y Cristina Bayón por acompañarnos en cada momen-
to. Estos trabajos fueron subvencionados conel su bsidio PIPNo.390/98 otorgado por el
CONICET. Todo lo dicho en el trabajo es absoluta responsabilidad nuestra.

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