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Singer y el origen de las

máquinas de COSER
POR GABINO CABRERA C. 27/02/17 UPA
EXPOSICIÓN REALIZADA

Para conocer el origen de las máquinas de coser y de


Singer, tenemos que irnos a los años previos a
la Revolución Industrial.
En 1755 un alemán llamado Charles Fredrick
Wiesenthal patentó un instrumento mecánico que facilitaba la
costura. Era algo tan sencillo como una aguja con dos puntas y un
ojal en el extremo. Suficiente para ser considerada la primera
máquina de coser de la historia.
Treinta y cinco años más tarde, en 1790, un ebanista de origen
inglés que respondía al nombre de Thomas Saint, creó una
máquina para coser con punto de cadeneta. Éste artilugio era ideal
para coser piezas de cuero y velas de barco.
Un poquito más tarde, en 1834, el inventor estadounidense Walter
Hunt creó la primera máquina de puntada cerrada; pero como no
la patentó en el momento de su invención, cuando lo intentó
más tarde, su petición fue desestimada por abandono. Mientras
otro inventor estadounidense, Elias Howe, desarrolló una
máquina que tenía los mismos elementos que la de Hunt y –él
sí– la patentó en 1846. Pese al mal trago, tres años más
tarde Hunt pasaría a la historia por inventar el «imperdible».
En fin. Lo cierto es que, si analizamos con la lupa de la historia la
evolución de la costura, veremos que muchos sastres han pasado a
engrosar la lista de inventores a base de incluir pequeñas mejoras
en las máquinas existentes, como es el caso de nuestro
protagonista de hoy.

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Estos son los inventores de la máquina de coser: Wiesenthal –


Hunt – Howe – Singer
Isaac Merrit Singer fue un neoyorquino nacido en 1811 en el
seno de una familia acomodada. Tras el divorcio de su padres –
trastorno que arrastraría durante toda su vida– tuvo que
abandonar la mansión familiar para ganarse las habichuelas.
Acabó los estudios primarios y hasta los 19 años estuvo
trabajando en empleos precarios.
Mientras trabajaba en uno de ellos como mecánico, descubrió sus
dotes interpretativas y encontró en el teatro una bonita forma
de ganar un dinero extra. Singer era un joven inquieto que
constantemente buscaba métodos que le hicieran el trabajo más
llevadero y en 1839 consiguió su primera patente, gracias a
una máquina para perforar roca.
Le vendió esta patente a una empresa de construcción por 2.000
dólares de la época. Era mucho más dinero del que habría ganado
trabajando como mecánico toda su vida y decidió invertirlos en su
carrera de actor. Creó una pequeña compañía teatral y se fue
de gira por los EEUU durante 5 años.

Isaac Merrit Singer, uno de los padres de la máquina de coser


El dinero fácil –entre comillas– que había conseguido con su
primera patente le motivó para pensar en nuevos inventos durante
los años que duró “la turné” y desarrolló y patentó una nueva
máquina, esta vez para tallar madera y metal.
Isaac Singer regresó a Nueva York divorciado, casado de
segundas nupcias y con 8 hijos –sí, ocho… sí amigos–. En la Gran
Manzana esperaba comercializar una nueva máquina para cortar
tablones de madera. Allí consiguió la financiación para construir
un prototipo gracias a un señor apellidado Zieber. Pero al poco de
construirla, una caldera de vapor explotó en la tienda donde la
había fabricado y se fueron al garete la tienda y el prototipo.
Este tal Zieber le convenció para empezar de nuevo en Boston y
se marchó para allá en 1850. Quería hacer una demostración de lo
que era capaz su maquinaria, en un taller de la ciudad.

La primera máquina de coser Singer fue creada en 1851


Orson C. Phelps regentaba un taller que fabricaba máquinas de
coser bajo licencia de John A. Lerow y reparaba
máquinas Lerow y Blodgett. Estando allí, Phelps le pidió a
Singer que mirase aquellas máquinas de coser tan difíciles de
utilizar y producir. Tras echarle un vistazo, Isaac llegó a la
conclusión de que sería más fiable si los movimientos de la
lanzadera fuesen en línea recta –es decir, de delante a atrás– en
lugar de circularmente… y lo vio claro. Después de 11 días de
trabajo y un coste de 40 dólares, en 1851 Isaac Merritt Singer
patentó y desarrolló una máquina que podía coser 900
puntadas por minuto, cifra muy alejada de las 40 puntadas por
minuto que podía dar una costurera avezada.
Sus principales características eran: una lanzadera recta –
obviamente–, un brazo en suspensión, una aguja con un ojo en el
extremo más cercano a la tela y un prensatelas que sujetaba la tela
estirada sobre un apoyo horizontal. Este último detalle facilitaba
la costura en cualquier dirección. Por último, la máquina era
accionada mediante un pedal. Esto fue toda una innovación
porque hasta entonces se hacía a mano mediante una simple
manivela.

Singer inventó el sistema de renting – Anuncios de finales del


siglo XIX
Algunos elementos de este aparato estaban claramente inspirados
en la máquina que Elias Howe inventó cuatro años atrás. Éste le
denunció y ganó el juicio, pero hasta que se celebró, Singer siguió
trabajando y desarrollando mejoras como un dispositivo para la
tensión del hilo que patentó en 1852.
La cuestión es que bajo el nombre I. M. Singer & Co., Isaac
vendía máquinas a 100 dólares la unidad. Su practicidad para la
costura y la facilidad con la que se adaptaba al uso doméstico,
cimentaron el éxito de la empresa. Sólo dos años después de su
invención, Singer abrió una filial, levantó una planta de
producción en Nueva York y cambió su denominación
empresarial por Singer Manufacturing Company. –No se puede
decir que se trabajara mucho el naming, la verdad–.

La compañía inició su expansión internacional gracias a su


presencia en la Exposición Universal de París de 1855
En 1855 inicia su expansión intercontinental en Francia… en
la Exposición Universal de París, –como no–. Al igual que otras
marcas que hemos visto en BrandStocker como Suchard , este
tipo de eventos fueron un empujón para las compañías. En este
caso su máquina de costura ganó el primer premio y ese
mismo año Singer se convirtió en la primera empresa mundial
en el campo de la costura a máquina.
Pero lo mejor iba a llegar al año siguiente. Edward Clark, inversor
y socio de Isaac Singer, le propuso ser la primera empresa en
establecer un sistema de “alquiler con opción de compra”. En
el fondo era una compra a crédito en cómodas cuotas. Esta
operación facilitaba la adquisición de una máquina de coser a
quien no disponía de todo el dinero, pero además permitía a
cualquier persona mejorar su productividad, ganar más dinero
y elevar su posición social… vamos, toda una revolución en el
comportamiento del consumidor que se traducía en miles de
ventas.
En paralelo la compañía implantó un novedoso sistema de
venta a domicilio ideado también por Clark. Pero este genio de la
estrategia comercial no se quedó ahí. Para asegurarse la venta a
puerta fría, le ofrecían a sus potenciales clientes una red
de franquicias con la que garantizaban la reposición de las
máquinas antiguas por modelos nuevos. Lo realmente
interesante es que estás técnicas marketinianas se siguen
empleando en la actualidad.

Se dice que la Estatua de la Libertad está inspirada en la viuda de


Singer
Pero Isaac Merritt Singer no fue un lince sólo en los negocios,
también lo fue… con las mujeres. –Sí amigos, era un ligoncete–
. Tuvo “al menos” 24 hijos con varias esposas y amantes
reconocidas –por eso lo de “al menos”–. Fue conocido que
mientras estaba casado con su primera mujer, Catherine, inició
una relación con Mary Ann. La mujer le pilló, se divorciaron y se
casó con la querida. Con ésta se mudó a Nueva York… y allí pilló
a Singer paseando en su coche a una empleada llamada Mary
McGonigal. Mary Ann lo denunció y Singer fue detenido por
bigamia. Al final Singer pagó la fianza y se marchó corriendo a
Inglaterra donde terminaría sus días en 1875.
Para que veáis su pasión por las mujeres bellas, se dice que
la Estatua de la Libertad está inspirada en la fisonomía de su
última mujer, Isabella Eugénie Boyer, un bellezón parisino al que
sacaba 30 años.

La marca Singer fue concebida para ser la más famosa del mundo
Pero bueno, centrémonos en lo nuestro. Respecto al branding hay que
destacar que en 1870 estrenó una marca con una «S» roja y una chica –
como no–. Singer registró el logotipo y lo adaptó a diferentes lenguas
porque estaba concebida y diseñada con la intención de ser uno de los
logotipos más famosos del mundo.
Antes de concluir y en honor a la verdad, hay que decir que la compañía
siguió brillando pese a la alargada sombra de su fundador. En 1889 Singer
produjo la primera máquina de coser eléctrica, con un motor eléctrico
Edison. Y en 1908 inauguró el Singer Building en Nueva York, que fue el
primer rascacielos y el edificio más alto del mundo –en aquel
momento– con 186 metros de altura.
En fin, sin lugar a dudas Singer es líder indiscutible de su sector y además
de todo lo dicho, ha sabido diversificar muy bien su estrategia de negocio a
lo largo del tiempo adquiriendo empresas de electrónica, de aparatos de
control e incluso de ofimática, como cuando compró Packard Bell en
1966.

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