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La sociedad abierta es una en la que los hombres han aprendido a ser hasta cierto punto críticos
de los tabúes, y a basar las decisiones en la autoridad de su propia inteligencia.
Karl Popper
Introducción
La filosofía de la educación permite que se realice una reflexión sobre lo que sucede
antes, durante y después del acto educativo. Desde esta posibilidad de contemplación del qué
hacer educativo, el docente puede plantearse preguntas que permitan caracterizar su práctica
pedagógica y que lo lleven a asumir una postura crítica frente a los valores que debe promover la
escuela, los fines de la educación y la postura epistemológica a través de la cuál se discernirá la
realidad. Esto definirá la forma cómo el estudiante accederá al conjunto de conocimientos,
habilidades, valores y capital social que son legado de las generaciones mayores.
Otro producto de esta reflexión es hacer explicitas las cosmovisiones que rigen, tanto al
docente como a la escuela, sobre el aprendizaje, la formación en valores, entre otras. Porque es a
partir de estas cosmovisiones que se erigen las creencias y las convicciones que la sociedad
considera validas y propias de replicar en las nuevas generaciones, a través, de los procesos
educativos. Ante esto, surgen una serie de interrogantes que se tratarán de responder a los largo
de este texto. La primera de ellas es ¿Qué tipo de interacciones entre el sujeto y el objeto pueden
privilegiarse para alcanzar los fines de la educación?
Desarrollo
Para responder el interrogante principal, se deben despejar otros, relacionados con ¿qué
relación establecen los estudiantes con el objeto de conocimiento? ¿Qué utilidad consideran que
tienen esos objetos? ¿Qué hacen los docentes para presentar esos conocimientos? Las respuestas
a estos interrogantes van a visibilizar las cosmovisiones desde las que se interpreta el acto
educativo, lo que es aprendizaje, la validez de los contenidos y habilidades a enseñar y qué papel
aportan para alcanzar el fin de la educación propuesto por esta generación. En otras palabras,
conocer las actitudes y estilos de vidas existentes, en el ámbito educativo, permitirá conocer que
es considerado válido y legitimo dentro de este grupo.
En primera instancia, hay que reconocer que las prácticas docentes con el paso del tiempo
terminan anquilosándose y convirtiéndose en un acto repetitivo que no conlleva reflexión alguna
sobre los objetos de conocimiento que se enseñan. Es decir, el conocimiento llega al estudiante
como algo acabado, esto se debe a que estos conocimientos terminan convirtiéndose en creencias
y parte del habitus de los sujetos (Bourdieu, 2002). Este tipo de relación es la que critican autores
como Neil, Illich, Foucault y Bourdieu desde diferentes posturas teóricas pero que tiene como
punto de encuentro la crítica a la educación, pues no cumplió con las expectativas liberadoras,
sino que, por el contrario, se transformó en parte esencial de un sistema de dominación (Durán y
Duque, 2019). En este sentido, la educación no emancipa, sino que aliena al sujeto, incumpliendo
el fin con el que fue concebida.
En este sentido, los contextos en los que se dan los procesos de enseñanza y aprendizaje
deben permitir recrear los objetos de conocimiento a partir de la discusión, la reflexión, la
contemplación y la construcción de los mismo. Además, deben convertirse en espacios de
acuerdos en los que se consoliden la visión comunitaria de una educación en democracia y
confines emancipadores. Dejando atrás, los espacios rígidos en los que el saber solo lo tiene el
maestro y el estudiante debe sentarse para ser llenado de la sabiduría, para poder lograr una
educación que apunte a los fines que se ha propuesto.
Asimismo, las relaciones que se establecen en el aula de clases deben superar este espacio
y permitir a los sujetos enfrentar la realidad con una mirada más perspicaz. Así, podrá responder
a todas las trasformaciones que vive su entorno día a día. Esto lo dotará de las herramientas para
alcanzar las metas de su existencia como ser humano. Esto también implica que en los espacios
académicos se abogue por el trabajo colaborativo, ya que este, visibiliza la presencia del otro.
Este reconocimiento de un alter ego conlleva le necesidad de una construcción colectiva de los
saberes, de la realidad y de las diversas interpretaciones del mundo.
Conclusión
Los criterios que fueron mencionados a lo largo del texto son los más relevantes que los
docentes pueden integrar a sus prácticas educativas para que medien en la relación que pueden
establecer los estudiantes con los objetos de conocimiento. Quedan otros por mencionar, por lo
complejo del acto educativo, como la didáctica y la pedagogía, por mencionar solo algunos. Pero,
de acuerdo con Ramos (2005) los aspectos de la filosofía de la educación deben contemplarse
como indispensables para que los docentes reflexionen sobre su accionar y, así, este pueda
cumplir con el encargo final de esta tarea.
Referencias bibliográficas