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Neuropsicología Clínica
Paula A. Peña
El caso de Jonathan I, es uno de los siete casos de los que habla Oliver Sacks en su
libro ‘un antropólogo en Marte’. Oliver narra cómo un hombre que fue pintor durante gran
parte de su vida y que conocía cada color existente por su nombre y número queda ciego al
color a la edad de sesenta y cinco años a causa de un accidente que tuvo en su auto,
ocasionándole así una contusión cerebral. Al inicio Jonathan no podía distinguir las letras,
pues como menciona él era como si estuvieran escritas en otro idioma, impidiendo así que
pudiera leer, no obstante, al pasar los días su visión mejoró notablemente volviendo casi a la
normalidad, exceptuando que seguía ciego a los colores, vivía una vida a blanco y negro, para
hacerlo más preciso, en tonalidades grises, blancas y negras, pues dice él que los colores que
ve no son completamente negros o blancos, sino más bien que varían entre ellos. Jonathan
cuenta que el día del accidente llegó a su casa y se acostó a dormir, al día siguiente su mujer
vio que el automóvil estaba golpeado, pero su esposo no supo decir que había sucedido, es así
como al llegar al trabajo se dio cuenta que había tenido un accidente de tránsito, puesto que
encontró los papeles que lo mencionaban, sin embargo, él no podía recordarlo. Para el señor I
fue muy difícil vivir una vida sin color, pues para él era de sus cosas primordiales, así que su
vida dio un giro de 180°, pues a pesar de que las personas pensaban que no era algo tan
grave, para él sí lo era, pues ya no podía ver el mundo de la misma manera porque su vida
social, familiar, sexual y amorosa cambió por completo, en cosas que parecen tan comunes
como comer, para él se volvía algo desagradable pues los colores que tenía no era como él los
había conocido, y así cerrara los ojos no lograba recordar cómo eran los colores, pues
también se vieron afectados los recuerdos, los sueños y todo lo que incluyera el color. Tenía
problemas para vestirse pues no sabía los colores que llevaba puestos, tenía problemas con
los semáforos, llevándolo a un estado de dependencia pues hasta en la mesa debían tener
orden de cómo se preparaba y servía esta. Después de estar durante mucho tiempo en un
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estado de depresión por lo que había perdido y ya no podría recuperar, iba conduciendo su
auto y vio un amanecer que para él fue sorprendente, pues pensó que nadie en el mundo antes
de él lo había visto, parecía como una explosión nuclear, desde ese día su nueva visión del
mundo fue cambiando, y lo que un día fue una desgracia para él se volvió en un don, pues
podía ver las formas de las cosas como nadie más, cambió por completo, empezó apreciar la
noche y lo que sucedía en ella llegando al punto que cuando le ofrecieron la posibilidad de
teniendo así una amnesia postraumática pues al día siguiente su mujer le preguntó qué había
ocurrido y no supo decirle, camino al trabajo veía el día muy gris, siendo así que se pasó
algunos semáforos, pues no podía distinguir los colores, cuando llegó a su oficina se dio
cuenta que había tenido un accidente pues tenía unos papeles relacionados con esto, cuando
intentó leer en el intento de recordar, era incapaz de reconocer las letras, teniendo así una
alexia, al pasar los días pudo volver a leer con normalidad, no obstante, su visión para ver los
tipo descriptivo.
conmoción cerebral causada por el accidente, esto generó una lesión cerebral ocasionándole
una alexia temporal, una acromatopsia y una amnesia postraumática, todos estos síndromes
señor I, una de las estructuras involucradas fue la corteza asociativa, más específicamente en
la via ventral (V4) relacionada con la percepción de color, forma o profundidad de los objetos
y que a su vez se conecta con el lóbulo temporal permitiendo que la persona pueda recordar.
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A pesar de que se vio afectada esta área de la corteza cerebral, el señor I. no tuvo dificultad
división de la corteza occipital también se vieron involucrados y una posible explicación del
olvido del color por parte del señor I, es que el área visual 4 proyecta a niveles superiores y
los centros emocionales del sistema límbico, las amígdalas y otras partes de la corteza (2001,
pp. 37).
En cuanto a la Alexia que presentó el señor I. se vio implicada la corteza visual izquierda y el
rodete del cuerpo calloso. Según Toledo et al. (1998) esto genera una desconexión con la
para la lectura. Además la amnesia postraumática que presentó implicó una lesión en el
hipocampo produciendo la pérdida de conciencia sobre los minutos antes y hasta días después
de su accidente en donde logró evocarlo, como lo dice Estrada et al, (2015) “Las diferentes
estructuras que componen el lóbulo temporal medial se asocian comúnmente a los procesos
Nivel Sindromático: Los síndromes que presentó el señor I. fueron: amnesia postraumática,
postraumática ya que al principio no recordaba el accidente pero después de unos días retomó
cosas relacionadas a lo sucedido, además de ser consciente de su incapacidad para ver los
colores, también presentó alexia después del accidente pues veía las letras pero no era capaz
de reconocerlas ni de leerlas, sin embargo, dicha condición fue desapareciendo hasta que
logró volver a leer sin dificultad y por último presentó acromatopsia no congénita pues se
derivó a raíz del accidente, en donde se presenta una irrupción en la vías neuronales entre el
ojo y los centros de visión del cerebro con pérdida total de la capacidad para discriminar
colores, aumento de la agudeza visual lo cual es poco común en estos casos y sin dificultad
Conclusión
Al señor I. la vida le cambió por completo, las cosas que le gustaban y lo que le hacía
feliz desaparecieron por completo, pues se puede decir que toda su vida vivió rodeado de
colores causando así que se apasionara por ellos, hasta el punto que en la música también los
veía y lograba con esto disfrutar más de ella, la vida sin color para él era insípida pues ya no
quedaba rastro de algún color en su memoria, él se encerró en sí, dejando a un lado su vida
social, amorosa, familiar y sexual. Obligándolo a cambiar todo lo que tenía preestablecido,
haciendo que encontrara nuevas cosas para apasionarse, buscar nuevas maneras de expresar
su arte, y adaptándose a lo que tenía, es así que se volvió una persona noctámbula, que
encontraba momentos felices en cosas y situaciones que antes no, como lo dice Sacks:
El señor I. estaba cada vez menos afectado por lo que había perdido, y de hecho por el
tema del color, que al principio tanto le había obsesionado. De hecho, ahora decía que
estaba “divorciado” del color. Todavía hablaba con soltura de él, pero parecía existir
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Referencias
Cáceres Toledo, María, Márquez Fernández, Melba, Pérez Nellar, Jesús, & Cáceres
script=sci_arttext&pid=S0034-75231998000200008&lng=es&tlng=es.
https://doi.org/10.33588/rn.26152.981042