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ESPAÑOL

CRONICA
9C

JOHN SEBASTIAN MUÑOZ HURTADO

LIC. CLAUDIA LADINO

INSTITUCION EDUCATIVA
ALFONSO LOPEZ PUMAREJO
SAN JOSÉ DEL GUAVIARE
29/03/2022
Crónica de una mujer negra

Brígida Quintero nos quiso contar un poco de lo que alcanzó a vivir en su


juventud por alrededor de los años 1950, donde su niñez estaba comenzando
sin conocer nada del mundo aún. Era una niña Proveniente de Cali-Valle del
Cauca donde vivían en bajos recursos como muchas familias del alejado
barrio de donde venían, aquellas calles del barrio cuyo nombre ya no
recuerda, eran lugares poco tolerantes, amistosos, sin empatía y
problemáticos, por lo que en muchas ocasiones se prestaban junto a la noche
para dar a mostrar escenarios algo sangrientos y riñas constantes que daban
mala fama a los habitantes.
Brígida era la niña intermedia entre las 3 hijas queridas de sus padres, su
madre se dedicaba a cuidarlas a todas por igual de las cosas malas que
sucedían; sin embargo, nunca les ocultó la verdad sobre las condiciones en la
que vivían. Dice que siempre fue alguien paciente y amorosa que les inculcó
muchos valores y les enseñó a tener empatía hacía todos sin importar la
circunstancia. Su padre en cambio era alguien de temer, alguien que no
“paraba bolas” (como dicen por allá en su pueblo) a los comentarios de los
demás, iba haciendo lo que él quería y poniendo en su lugar a cualquiera que
le faltase el respeto a el o su familia, siempre dijo que “las personas humildes
son las que siempre triunfan ante aquellas engreídas”, era alguien religioso y
creyente de la justicia, por esto muchas veces estuvo involucrado en
problemas de bares y pandillas de donde resultaba herido o amenazado por
sapo, recuerda que también era un hombre “trabajólico” que se esmeraba
por tener a su familia estable y que nunca les faltara un plato de comida o un
trapo para vestir.
El tiempo iba pasando y, por ende, la juventud de Brígida que empezó a
crecer y a entender toda la carga de sus padres, lo cual la hizo tomar la
decisión de ayudar económicamente a la casa trabajando con su padre. En
los pocos trabajos en los que podía participar, recibía discriminación y acoso
por ser una mujer negra que hacía parte de aquel equipo de trabajo, sin
embargo, ella callaba porque sabía cómo era su padre y que la por forma
como lo tomaría abría hecho que recibieran sanciones e incluso amenazas
desde aquel trabajo.
Afirma recordar casi que perfectamente el día en que todo se les arruinó
para ellos, sucedió en una finca donde habían contratado a su padre para que
cuidara ciertos cargamentos que llegaban la noche siguiente, ella pidió poder
acompañarlo como las demás veces que lo había hecho. Esa misma noche
llegaron varios camiones, su padre los estaba recibiendo en la entrada y ella
estaba husmeando un poco por aquella finca tan extensa, para su sorpresa,
eran grupos armados que estaban llegando a dejar un cargamento. - Eran
hombres rudos que implantaban miedo con sus fusiles entre los hombros y el
torso - Exclamó aquella joven. Con el miedo que la abarcaba salió a buscar a
su padre que se encontraba en la entrada, pero mientras corría vio como un
grupo de hombres desarmados le obstruyeron el paso para interrogarla,
sintió cómo una mano grande y dura por los cayos la agarraba por un hombro
y seguida de este otro par más, al sentir esto Brígida gritó tan fuerte como
pudo para que su padre la socorriera quien llegó en unos segundos al
llamado de su hija, este indignado por la escena que estaba involucrada su
hija se avienta sin pensarlo dos veces para sacarla de allí, debido a esto
ambos recibieron golpes y amenazas por parte de estos grupos armados.-Fue
quizás el día más aterrador y donde vi la muerte de cerca-. Dice Brígida aún.
Brígida y su familia empezaron a recibir más amenazas y advertencias serias
de que se abandonaran aquel pueblo, esto los llevó a tomar la apresurada
decisión de abandonar muchas de sus cosas junto a la casa que tenían.
Emprendieron camino sin tener un destino del todo fijo y así de camión en
camión fueron alejándose de sus cosas. Dice recordar como veía grupos
armados en medio de los caminos deteniendo los vehículos para hacer la
famosa “pesca juvenil” que realizaban para reclutar jóvenes en sus grupos
delictivos, veía como eran forzados a bajar de los vehículos por medio de
golpes e incluso veía como fusilaban a unos cuantos que se resignaban
fuertemente a dejarse llevar. Ese era uno de los mayores miedos que se
vivían en aquellas épocas de violencia en Colombia sin contar los problemas
políticos y delictivos.
Llegaron a San José del Guaviare para empezar una vida nueva cuando
Brígida tenía 17 años, entonces junto a sus 2 hermanas y sus padres buscaron
sitios provisionales para habitar mientras arreglaban las cosas, como cada
una de las hermanas ya podían trabajar buscaron donde las podían recibir;
sin embargo, no fue fácil para ninguno encontrar un trabajo digno que no
fuera más allá de sus valores y moral.
Pasaron algunos años y Brígida había dado a luz su primera niña, en ese
momento el hogar se llenó de felicidad por la noticia, ya que estaban con una
forma de vida estable en ese momento, las hermanas mayores habían
conseguido un hombre que las ayudó tanto a ellas como a sus padres y la
menor se encontraba acompañándolos aún; Sin embargo, esta felicidad se les
termino muy pronto con una noticia devastadora para todos. Su padre que
ya se le veían los años de lucha encima decide irse a trabajar algo lejos en el
monte por el bien de su familia, pero sin hacerle caso a las opiniones de sus
hijas ni esposa. Semanas después de partir su padre, reciben la una noticia
que afirma haber desaparecido a manos de los grupos armados como la
Guerrilla colombiana o el ELN. Desde ese momento todas rompieron en
llanto y sufrimiento hasta el día de hoy por el hueco que dejó su padre.
-De lo único que me arrepiento en la vida, es de no acompañar a mi padre
Sebastian a ese último trabajo-. Exclama aún con certeza y voz rota doña
Brígida, que ahora con más de 70 años vive y tiene sus 5 hijas y nietos.

-John Sebastian Muñoz Hurtado

15/03/2022

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