Está en la página 1de 3

GUÍA.

GUERRA CIVIL DE 1891

Las últimas décadas del siglo XIX estuvieron marcadas por


intensos conflictos sociales y políticos. Mientras las clases
populares se veían enfrentadas a penosas condiciones de
vida y trabajo, la elite política del país se desmembraba en
distintas facciones que fueron conformando dos bandos:
el presidencialista (liderado por el Poder Ejecutivo) y el
parlamentarista (liderado por el Poder Legislativo). Las
tensiones se exacerbaron durante el gobierno de Domingo
Santa María (1881-1886) y se agravaron en el período
siguiente, al desencadenarse la Guerra civil de 1891.

Este enfrentamiento bélico dio por vencedor al bando


parlamentario, que apoyado por la Armada, se estableció
como sistema de gobierno hasta 1925. La guerra civil de
1891 fue esencialmente un enfrentamiento entre grupos
de la elite, y su resultado no fue para nada beneficioso
para las clases populares. Gran parte de los gobiernos del
período parlamentario no pudieron resolver los grandes
problemas sociales.

La gran riqueza proveniente del salitre benefició a unos pocos, mientras la gran mayoría de la
población siguió viviendo en condiciones de pobreza. Desde los grupos gobernantes no hubo
prácticamente ninguna preocupación por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, lo que
generó una crisis social que se fue agravando hasta alcanzar altos niveles de violencia en las primeras
décadas del siglo XX. Ante esta situación, los obreros se asociaron en organizaciones de autoayuda,
como las sociedades de socorros mutuos, con el objetivo de encontrar soluciones de autogestión que
paliaran las grandes carencias sociales. La respuesta estatal fue poco contundente, solo se dictaron tres
leyes laborales entre 1891 y 1915, como la Ley de Habitaciones Obreras (1906); la Ley de Descanso
Dominical (1907) y la Ley de la Silla para empleados y obreros (1915), insuficientes para resolver la
crisis.

PRINCIPALES ASPECTOS DEL GOBIERNO DE JOSÉ MANUEL BALMACEDA


José Manuel Balmaceda perteneció al Partido Liberal e ingresó a la vida política durante el gobierno de
Aníbal Pinto (1876-1881), ejerciendo cargos importantes al interior de la Cámara de Diputados. Sin
embargo, se destacó como ministro de Relaciones Exteriores, Defensa e Interior bajo el gobierno de
Santa María, perfilándose como su posible sucesor.

En 1886, Balmaceda asume la presidencia apoyado por una coalición liberal y liderando un programa
de gobierno que buscaba fomentar el desarrollo industrial nacional. El conflicto con el Congreso se
hace presente desde el inicio de su mandato: mientras Balmaceda buscaba ampliar y fortalecer el
poder presidencial, el Congreso aspiraba a un mayor control y regulación de las funciones del Poder
Ejecutivo.
Aprovechando el excedente de las riquezas del salitre, Balmaceda inició un ambicioso plan de obras
públicas, que buscaba mejorar la infraestructura nacional con la construcción de hospitales, caminos y
líneas férreas, entre otras. Por otro lado, aumentó el número de escuelas públicas e incentivó una
reforma educacional con el objetivo de mejorar la calidad y competencia de los docentes. Durante su
gobierno viajó por todo el país, a diferencia de la mayoría de sus antecesores, lo que imprimió un
nuevo carácter a la función presidencial, con más autoridad y a la vez más cercano a la ciudadanía.

CONFLICTO ENTRE BALMACEDA Y EL CONGRESO


La fractura del Partido Liberal por divisiones políticas le significó a Balmaceda la pérdida de control
sobre el Parlamento, que estaba en desacuerdo con la política económica del Ejecutivo en lo referente al
gasto fiscal en obras públicas y sus intenciones, según algunos historiadores, de nacionalizar la
industria del salitre. Balmaceda buscó recuperar las posesiones salitreras para Chile, a lo que se oponía
la oligarquía nacional y el empresariado extranjero. Según el Congreso, la política de Balmaceda
atentaba contra “los principios del liberalismo económico, que establece la libertad de mercado”.
Además, estaban en desacuerdo con la activa participación del Presidente en la promulgación de las
leyes laicas. En 1890, Balmaceda designó un nuevo gabinete, partidario de la interpretación
presidencialista de la Constitución. Adelantándose a la reacción del Congreso, el Presidente clausura
las sesiones extraordinarias, lo que provocó el conflicto con el Parlamento, desencadenándose una
serie de manifestaciones y enfrentamientos callejeros. La respuesta del Congreso fue rechazar la Ley
de Presupuesto fijado para 1891, lo que provoca que el Gobierno firmara la mantención del
presupuesto del año anterior. La decisión de Balmaceda fue considerada por el Congreso como la
instauración de la dictadura, declarándolo inhabilitado para ejercer su cargo por violar la Constitución.
El conflicto se inicia en enero de 1891 con la sublevación de la Armada, el cual refugió a los principales
líderes del Congreso, como Ramón Barros Luco (presidente de la Cámara de Diputados) y Waldo Silva
(vicepresidente del Senado), los cuales con el apoyo del capitán Jorge Montt, establecieron una Junta
de Gobierno en la ciudad de Iquique. Mientras tanto, Balmaceda contó con el apoyo del Ejército.
DESARROLLO DE LA GUERRA CIVIL
Las fuerzas congresistas, apoyadas por la Armada, se hicieron fuertes en la zona norte, controlando la
industria salitrera. Mientras tanto, Balmaceda suspendió las garantías constitucionales y clausuró la
prensa.

Tras varios encuentros armados, ambos bandos se enfrentaron en dos batallas decisivas: las batallas de
Concón (21 agosto) y Placilla (28 agosto). En ambas batallas, los congresistas establecieron su
superioridad militar (apoyados por los recursos generados por el salitre). Finalmente, Balmaceda
renunció y se refugió en la embajada de Argentina, donde entregó el mando al general Manuel
Baquedano, el cual no logró controlar la situación en Santiago, cediendo el poder a un comité
revolucionario hasta la llegada de las fuerzas congresistas.

Asilado en la embajada de Argentina, Balmaceda escribió cartas a sus amigos cercanos, en las que
entregó su visión política con respecto a la situación de Chile tras el triunfo del Congreso. Este
manifiesto se denominó “Testamento político de Balmaceda”. El 19 de septiembre de 1891 se suicidó
en dicha embajada.

La derrota del gobierno de José Manuel Balmaceda significó el fin del predominio del Poder Ejecutivo
sobre el Poder Legislativo, que había comenzado con el modelo portaliano de 1833, y el inicio del
denominado régimen parlamentario, que abarcó hasta 1925.

También podría gustarte