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Estudio del capítulo: “La búsqueda de una arquitectura y una teoría propias”, y de la reseña sobre

el texto: “Espacio en el tiempo. La arquitectura como fenómeno cultural” del arquitecto Luis Miró
Quesada, en el libro “Arquitectura y crítica en Latinoamérica” de Josep María Montaner.

Betsabé Olmedo Erazo

La consolidación de la teoría de la arquitectura en Latinoamérica conllevó un legítimo desarrollo


en torno a fenómenos culturales que determinaron un camino para la búsqueda de una
arquitectura y una teoría propias. Es así como Josep María Montaner rastrea las líneas de
pensamiento de la crítica de arquitectura en el contexto latinoamericano en su libro “Arquitectura
y crítica en Latinoamericana” y en específico plantea las manifestaciones y a sus responsables en la
muestra teórica del capítulo 5 “La búsqueda de una arquitectura y una teoría propias”. Es por eso
que en la articulación de esta exposición se busca abordar el desarrollo y consolidación de la
arquitectura y teoría Latinoamericana, interiorizando los puntos teóricos que fueron base para el
desarrollo propio Latinoamericano y el entendimiento de diversos autores relevantes para cada
pensamiento de la época, apoyando las ideas principales en la reseña sobre el texto “Espacio en el
tiempo. La arquitectura como fenómeno cultural” del arquitecto Luis Miró Quesada.

Para entender el trasfondo primigenio de las ideas del capítulo estudiado, el anexo ha sido
fundamental para estructurar el concepto de consolidación de una búsqueda, en donde se rescata
del autor: “Porque he logrado profundizar el amor a las culturas que anteceden y son sustento de
las que hoy vivo” (Miró Quesada, 1945, reseña Espacio en el tiempo. La arquitectura como
fenómeno cultural, pág. 210) ya que refleja una clara valorización del pasado, como un conjunto
de manifestaciones que son fundamento sólido de los fenómenos presentes en nuestra cultural
actual.

El autor Josep María Quesada presenta el tema central con una primera mirada al contexto social
y político de la época, la evolución de la ortodoxia marxista, corriente de pensamiento interna del
Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) que en los años sesenta y setenta fue muy valiosa y
tuvo gran relevancia en la crítica latinoamericana. El señalar este punto abre paso a poder ligar el
concepto de “conciencia social” y presentar a los autores representativos como Roberto Segre y
Rafael López Rangel.

Roberto Segre nacido en Milán en 1934, y que estudió en la universidad de Buenos Aires, ha
tenido relevantes escritos tales como América Latina en su arquitectura (1975) y de la Historia de
la arquitectura y el urbanismo en los países desarrollados. Siglo XlX y XX (1985) entre otros
muchísimos textos, …” en las que primaban los criterios sociológicos e ideológicos por encima de
los arquitectónicos, tecnológicos, formales y espaciales” (Josep María Montaner Arquitectura y
crítica latinoamericana, pág. 102). Además de Segre resalta un trabajo crítico e histórico desde una
óptica socioeconómica tras su residencia en Cuba desde 1963.

En base al concepto de recorrido en la búsqueda de arquitectura y teoría propia de Latinoamérica


le designaremos a este escenario el concepto de “Arquitectura Racionalista” entendida por su uso
racional del espacio y la distribución de los elementos. Especialista en los inicios de este principio
el autor presenta con más detención a Rafael López Rangel, quien ha publicado, entre otros, La
modernidad arquitectónica Mexicana, antecedentes y vanguardias 1900-1940, (1989) libro que
investiga con precisión sobre este periodo, explicando el traspasó de una arquitectura neocolonial
de a principios del siglo XX a la introducción del hormigón armado y entrando en la arquitectura
moderna en donde el autor resalta intervenciones de Diego Rivera. Se destacan en base al
funcionalismo arquitectónico mexicano, obras de Juan O´Gorman, de las cuales me es preciso
resaltar la escuela primaria en la colonia San Simón (en el muro de la escalera se puede apenas
apreciar el mural de Roberto Reyes Pérez) y la Casa O´Gorman de 1929, en donde en ambos casos
se refleja el carácter funcionalista, se aprecian soluciones espaciales en el juego de claroscuro,
contrastes entre masa y vacío, cerrado y abierto, continuidad, fluidez y transparencia en la parte
frontal de la casa, pensados en que la función no debe ser obstaculizada por la estética; es por
esto que todos los elementos funcionales quedan a la vista.

También resaltan categóricamente arquitectos como Luis Barragan con su obra Capilla de las
Capuchinas, 1960, Ciudad de México, Juan Legarreta con la Vivienda obrera mínima de 1932 y José
Villagran García con el Centro Universitario en México 1948, los cuales me es necesario destacar
junto a sus obras ya que en todas se destacan las ideas de pensamiento en el cual la forma de los
edificios solo debe ser la expresión de su uso o función. En este campo destaca la creación de la
Unión de Arquitectos socialistas en 1938. En conclusión, a esta etapa, el texto de López Rangel
pone especial énfasis en los procesos urbanos, hechos económicos y los planes de estudio, es
decir, en la cultura material.

Dentro de este recorrido en busca de identidad arquitectónica propia, han ido brotando teorías y
utopías propias del estar, existir y construir en Latinoamérica, desarrolladas de las técnicas y
experiencias nativas que han generado conceptos y prácticas en algunos casos propias de
Latinoamérica. Dos de las mas citadas experiencias son las de la Ciudad Abierta de Valparaíso en
Chile y de la Comunidad Tierra en Moreno, provincia de Buenos Aires, pero bajo el concepto
teórico base del proceso de “búsqueda” el autor destaca el ejemplo de Fruto Vivas en Venezuela,
del cual considero apropiado exponerlo para el entendimiento evolutivo de la búsqueda.

El arquitecto Fruto Vivas (1928) ha teorizado y legitimado una corriente ecológica y creativa de las
culturas aborígenes y que esta resumida en su libro Reflexiones para un mundo mejor de 1983.
Esta trata de una intención de compenetrar las formas que se adaptan a la naturaleza tropical
local con los medios tecnológicos, proponiendo ligeras “casas-árbol”, sentenciando esta etapa
como “arquitectura social” y proponiendo diversas estrategias en su ejecución, como de
autoconstrucción por los usuarios, en otros casos realizando talleres de artesanos formados por el
mismo arquitecto y en algunos casos recurriendo a formas megaestructurales. Casos como el de
Fruto Vivas, Eladio Dieste en Uruguay, Felix Candela en México o la Cooperativa Amereida en
Chile, demostraron que teniendo una sensibilidad por la cultura material de cada lugar se pueden
conseguir efectos arquitectónicos auténticos a partir de disponibilidades tanto humanas como de
tecnológicas de cada cultura.
Ya entendiendo el carácter sensible de la repercusión tectónica de la cultura local en la
arquitectura propia, el autor presenta el concepto “regionalismo” del cual sentí necesario
sentenciarlo como una etapa dentro de la búsqueda que aterrizar ideas creativas y estéticas
particulares, generando una arquitectura local. Es así como para guiar este pensamiento hace
referencia a Silvia Arango en Colombia, y la corona de bastante protagonismo, ya que ha
consolidado una crítica de calidad a la arquitectura colombiana junto a Carlos Nino y Alberto
Saldarriaga.

El libro crucial al que se hace referencia es de Historia de la arquitectura en Colombia (1989) que
entrega una construcción historiográfica que ayuda a entender la arquitectura colombiana y más
allá de la falta de esquematismo en fechas y términos al cual hace referencia el autor, cabe
resaltar la idea principal que aporta al concepto de “regionalismo” al establecerse un periodo del
movimiento moderno (1945-1970) que se hace culminar en la arquitectura de ladrillo de Rogelio
Salmona, dándole énfasis final al libro. Esto permite potenciar que resultados como estos
sentencian fenómenos cruciales en la búsqueda de una arquitectura propia y da paso a mayores
interiorizaciones en lo que respecta al valor local e identitario de la zona.

Ya llegando a finales de los años ochenta, el arquitecto chileno Enrique Browne (1942) publicó un
libro clave que respalda esta tradición regionalista latinoamericana, titulado Otra arquitectura en
América Latina (1988) en donde estable dos líneas de evolución, una a la que él denomina
“arquitectura del desarrollo”, de raíz racionalista pero de tendencia internacional, representada
por autores como Oscar Niemeyer, Félix Candela, Emilio Duhart y Carlos Raúl Villanueva entre
otros arquitectos, y la “otra arquitectura”, de regionalismo latinoamericano, con obras como las
de Luis Barragán, Eladio Dieste y Severiano Porto, entre otros más. Bajo esta sentencia entre dos
ramas de ejecución creativa es difícil establecer una frontera clara, ya que cualquier obra tiene
dosis de dichas tendencias, pero de la que se puede resaltar un grado acierto en lo referido al
concepto de la arquitectura relacionada con el lugar, de tradiciones localistas en contraste con las
más internacionales.

Llagando al final de este recorrido analítico de búsqueda de una arquitectura y teoría propia
latinoamericana, el autor sentencia a los SAL (Seminarios de Arquitectura Latinoamericana) como
fenómeno de síntesis y madurez, como evento culmine de este estudio. Los SAL nacieron en 1985,
al mismo tiempo que la Bienal de Arquitectura de Buenos Aires, que traía un total predominio de
invitados de la arquitectura internacional. Es asi como un grupo de arquitectos latinoamericanos
deciden apartarse y reunirse en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires,
constituyendo el primer seminario. En estos seminarios, y por lo largo del tiempo, ha predominado
la reflexión sobre la identidad latinoamericana, la investigación y los recursos metodológicos,
pensados en poner énfasis en la revalorización del patrimonio y del paisaje y los últimos
insistiendo en temas del medio ambiente y la arquitectura bioclimática, siendo uno de los temas
recurrentes el del espacio público. Este fenómeno a logrado afrontar los problemas de las grandes
ciudad en el contexto de la globalización y permite culminar ideas identitarias de América Latina,
pasando de un pensamiento crítico a uno más preocupado por la identidad y el localismo.
Un activo participante y colaborador de los Seminarios fue Cristian Fernández Cox, arquitecto y
profesor chileno que colaboró con propuestas teóricas destacadas, dentro de aquellas está la que
se basa en el concepto de “modernidad apropiada” que contrapone al de regionalismo crítico de
Kenneth Frampton. Por otro lado, el autor destaca el libro Orden Complejo en arquitectura. Teoría
básica del proceso proyectual (2005) en donde trata el concepto de habitabilidad como esencia de
la arquitectura, siguiendo un pensamiento fundacional y un método sistemático, “…no se trata de
dar recetas sino de aprender a organizar los problemas.” (Josep María Montaner Arquitectura y
crítica latinoamericana, pág. 112). Un ejemplo practico de sus enseñanzas es la Capilla San Pedro
de Quintay, ubicada en una pequeña y antigua caleta de pescadores, con 800 habitantes. Proyecto
realizado por Cristian Fernández contemplaba la reconstrucción completa de la capilla, que debía
ser austero, sencillo y de bajo perfil, para encontrar en los fieles un lugar que los acogiera y que al
mismo tiempo hicieran suyo. La arquitectura evoca la forma de los cascos de los barcos de los
pescadores y en la figura de la ballena. La orientación de la capilla permite un control de la entrada
de la luz filtrada hacia el interior, cómplice de la privacidad y el recogimiento. El interior es un bote
en el que la proa es el presbiterio y la popa el acceso principal. Se trata de una obra de pequeño
formato que, sin embargo, se impone por su simpleza y respeto por el entorno sencillo y austero
que ha entregado un valor a la comunidad.

El panorama previsto, permite comprobar como se consolidan en Latinoamérica una arquitectura


y crítica propias, siguiendo algunos hilos de evolución que permiten conformar un recorrido de
búsqueda que reconstruye y entrelaza los fenómenos culturales primigenios, dando como
resultado el establecimiento de métodos propios para la historia, la crítica y la teoría de la
arquitectura. Hoy vuelve a intentar dominar la arquitectura de la ciudad global que promueven el
consumo del poder económico “…A esta arquitectura global le estaría respondiendo hoy una
arquitectura local, de gran desarrollo en las ciudades latinoamericanas, representada por la obra
de arquitectos que priman los materiales de la propia cultura urbano o rural, que conocen a fondo
los modos de vida, que potencian las experiencias sensoriales, que promueven una arquitectura
de la experiencia.” (Josep María Montaner Arquitectura y crítica latinoamericana, pág. 150).

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