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1 La externalidad puede ser entendida como el efecto de una acción en cierta zona, que con-
lleva costos o beneficios a otra zona, sin que este costo o beneficio sea tomado en cuenta
por el agente que los ocasiona.
Una externalidad es el impacto, negativo o positivo, que se deriva de una actividad pro-
ductiva y que afecta o beneficia a terceros. Las decisiones que se toman en el mercado son
privadas, por lo que éste es incapaz de internalizar por sí mismo los costos relacionados a
las externalidades, por esto, la intervención del gobierno se basa en la idea de internalizar
estos costos causados por la externalidad (Flores y Martínez 2003)
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y exportaciones de sedimentos, nutrientes, compuestos químicos y agua (caudal
base, caudal promedio, caudal punta). Estas modificaciones afectarán en un inicio
al arroyo/río aledaño, y su efecto se irá diluyendo o concentrando con la unión de
más arroyos/ríos, generando un efecto acumulativo en la parte basal de la cuenca
(Brooks et al. 1998).
Estas características ponen de manifiesto la utilidad de la cuenca como territo-
rio de análisis y gestión. Por ser un territorio delimitado naturalmente por una divi-
soria de aguas, llamada “parteaguas”, que determina que el agua que recorre todo
el territorio confluya y desemboque en un punto común, ya sea un océano (cuenca
exorreica) o un lago interno (cuenca endorreica). En este territorio, delimitado por
límites naturales, sus paisajes constituyen la manifestación espacial de la relación
entre las sociedades, rurales y urbanas y, su ambiente.
Además de ser el sustrato físico del ciclo hidrológico, la cuenca constituye el espa-
cio geográfico con “una identidad cultural y socioeconómica originada por las formas
de acceso y apropiación de los recursos naturales” (Caire 2004). Por ello, la adecua-
da planeación y gestión de la cuenca requiere la comprensión sistémica de las interac-
ciones entre el medio biofísico, los modos de apropiación del territorio (considerando
economía, tecnología, organización social) y las instituciones existentes. Los nuevos
enfoques utilizados para el manejo de cuencas consideran por un lado, todas las ac-
tividades generadoras de contaminantes (fuentes puntuales y difusas) presentes en
la cuenca, y por el otro, incluye a los actores2 que los representan y cuyos intereses
e incentivos deben ser identificados. En ese sentido, el manejo de cuencas busca la
integración de los actores involucrados en una sola problemática, en lugar de atender
varios problemas sectoriales dispersos, lo cual implica la coordinación y cooperación
entre actores y también entre diversas entidades administrativas.
Una cuenca, como territorio, constituye entonces un sistema complejo, debido
a que contiene una variedad de componentes, niveles jerárquicos y una alta inten-
sidad de interconexiones. Es un sistema dinámico, interrelacionado, gobernado por
procesos de retroalimentación, auto organizado, adaptativo y dependiente de su
historia (Moreno y Renner 2007).
Considerando el componente social, que modifica, transforma y altera este eco-
sistema para aprovechar de sus bienes y servicios, constatamos que la problemáti-
2 Por actores nos referimos tanto a los diferentes órdenes de gobierno (federal, estatal y
municipal) como a los sectores productivos (agrícola e industrial), organizaciones no gu-
bernamentales y a la sociedad en general.
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El proceso y sus resultados se documentan en un plan de manejo. Este docu-
mento plantea la construcción de la estrategia colaborativa que se refleja en los
objetivos del plan de manejo y que inicia en la evaluación de la cuenca. Además,
incluye el análisis de la información, la participación y coordinación entre los ac-
tores y los recursos relacionados con el desarrollo y la implementación del plan.
Aunque la situación de cada cuenca sea distinta, los procesos de planeación siem-
pre mantienen un carácter holístico, geográficamente definido, integral y colabo-
rativo (EPA 2005).
En México, la utilización de la cuenca como unidad de gestión se remonta a va-
rias décadas, aunque con enfoques y propósitos disímiles (Cotler y Pineda 2008).
Las principales divergencias se manifiestan entre las perspectivas gubernamenta-
les, a nivel central, que consideran a las cuencas como proveedoras de agua, para
usos agrícolas, humanos y energéticos, mientras que a nivel local, organismos no
gubernamentales, instituciones académicas y el Fideicomiso de Riesgo Compartido
(FIRCO), mediante el Programa Nacional de Microcuencas, encuentran en el ma-
nejo de cuencas un camino para reforzar el desarrollo rural en comunidades.
Figura 1. Zonas funcionales de la cuenca del río Culiacán (Garrido et al. 2008)
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propiciando la sedimentación y con ello, el enriquecimiento de los suelos de valles y
deltas. En las zonas costero-marinas, el flujo hídrico regula el funcionamiento de eco-
sistemas complejos, como manglares, arrecifes y pastos marinos, entre otros.
Las zonas diferenciadas por su morfometría no son la única forma de análisis al
interior de una cuenca. La red hidrográfica que atraviesa el territorio va esculpien-
do el relieve, construyendo unidades de subcuencas,3 que se encuentran insertas
al interior de la cuenca mayor (principal), y que mantienen una estructura y una
dinámica propia, dependiendo del manejo de su territorio. En función de la escala
geográfica de estudio, estas subcuencas pueden subdividirse por órdenes de co-
rriente, tomando a las cimas de sus laderas como “parteaguas”, las subcuencas
menores pueden tomar el nombre de “microcuenca”,4 aunque esta última acepción
puede ser considerada más como una unidad de gestión, donde los límites admi-
nistrativos (municipales) delimitan la unidad (figura 2).
3 Parte del territorio una cuenca donde todos los escurrimientos confluyen y convergen en
el río principal.
4 Una microcuenca es parte de una subcuenca, puede corresponder a ríos de primer o se-
gundo orden, donde viven cierto número de familias (organizadas en comunidades o ejidos
y propiedad privada) que manejan los recursos naturales, y donde se realizan actividades
productivas esencialmente primarias.
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manejo de cuencas, concluyendo que el manejo de cuencas atraviesa hoy en día
un periodo de experimentación en el cual todavía coexisten y se mezclan las viejas
prácticas con las nuevas (FAO 2007b).
El esfuerzo explayado para evaluar el manejo de cuencas manifiesta las po-
tencialidades y posibilidades que diversas instituciones encuentran en este instru-
mento de gestión. Por ello, cada país o región está buscando adaptar el manejo de
cuencas a sus condiciones, corrigiendo los errores y mejorando el entendimiento de
las interacciones ambientales y sociales dentro de estos territorios.
Como se dijo anteriormente, México tiene también una historia diversa en
relación al manejo de cuencas y, si bien este instrumento no está siendo im-
pulsado como política de Estado, su ejecución en los últimos años ha sido pro-
lífica; instituciones académicas, gubernamentales y no gubernamentales están
implementando el manejo de cuencas a lo largo del país, con distintos objeti-
vos y metodologías. Como corolario, hoy en día tenemos una gran diversidad
de experiencias, algunas exitosas, por el esfuerzo de coordinación y consenso,
que se manifiestan en la mejora de las condiciones sociales, en la adecuación
de sistemas de producción y acciones de conservación; otras experiencias fue-
ron abandonadas en el camino, sin ejercer mayor influencia en el quehacer de
las comunidades, y finalmente también están aquellas, que a pesar de la ejecu-
ción de múltiples acciones e inversiones en recursos económicos, no lograron
un fortalecimiento social, dejando estos procesos vulnerables y dependientes
de actores externos.
Las inmensas posibilidades que encierra el manejo de cuenca, como instrumen-
to de coordinación, cooperación y consenso entre actores, nos llevaron a evaluar
estas experiencias en México y a destacar los aprendizajes generales, que pudiesen
ayudar a evitar caminos infructuosos.
Esta fue, en un inicio nuestra principal inquietud, la cual se fue enriqueciendo a
medida que nos adentrábamos en los resultados de campo. Muy pronto, entendi-
mos que una evaluación completa de las experiencias de manejo de cuencas tenía
que retomar y remontarse a temas conceptuales y metodológicos básicos, que de-
terminan desde un inicio los mecanismos de planeación y gestión. Algunas inte-
rrogantes que guiaron nuestra investigación fueron ¿cómo se expresa el manejo de
cuencas en México? ¿Cuáles son sus principales obstáculos? ¿Existe un aprendizaje
sobre la experiencia obtenida o sistematización de resultados expresados en un
manejo adaptativo? ¿Cómo y cuándo se incorpora a la población en el manejo de
cuencas? ¿Qué tipo de organización se requiere para el manejo y la conservación
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