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Introducción

Nuestro ensayo propone examinar el método de Trabajo Social con comunidades, con la

intención de valorar la dimensión que aporta dicho método a la práctica de la profesión. Esta

estrategia de intervención se identifica con la necesidad de una mayor participación ciudadana

en asuntos que le conciernen y afectan su entorno. Esta participación ciudadana a su vez se

cambia en la capacidad de reclamar servicios responsivos a necesidades reales de la

comunidad. La práctica de trabajo social con comunidades representa un accionar profesional

al macrosistema, que trasciende el individuo y el grupo. En este contexto se persigue que el

colectivo identifique sus problemas y necesidades, y actúe en relación con la solución de los

mismos. Para lograr tal implicación de la gente con su condición social es imprescindible una

visión clara de la capacidad humana para colaborar y funcionar junto a otros.

El Trabajo Social Comunitario nos permite, como profesión, tener contacto con la gente en

su entorno para promover cambios y una transformación que a su vez provea las herramientas

tanto individuales como colectivas para ser partícipes de su calidad de vida. Este método

constituye la práctica social nos permite como profesionales del Trabajo Social ejercer la labor

de transformación estructural que requiere nuestra sociedad en función de obtener una vida

digna para todos como pueblo. Nos permite enfocar la intervención en el nivel macro del

sistema social humano, donde están las raíces de los problemas estructurales que dan base a

las desigualdades sociales. Es en este nivel que se sientan las bases de la exclusión, la

marginalidad y la pobreza que a su vez son los causas de la deserción escolar, las adicciones a

drogas y alcohol y la violencia (Seda, 2009). Es esta estrategia de intervención el método y el

escenario que que nos permite una transformación que verdaderamente facilite la convivencia

individual y colectiva. El trabajo comunitario es el que permite al Trabajador social trabajar en

un mismo escenario con familias, individuos y comunidad desde una perspectiva integral y

transformadora (Cotté, 2012).


Origen del Método

La comunidad como institución social constituye un objeto importante para el trabajo social

(Payne, 2012). Magaly Ruíz (2013) identifica el Trabajo Social con comunidades como el

método más amplio en la metodología de la profesión. Esta autora nos presenta una definición

del concepto planteada por Brager y Specht con una visión panorámica y definida del método

al concebirlo como “una intervención mediante la cual, individuos, grupos y organizaciones se

involucran en acción planificada para influenciar problemas sociales”. De acuerdo con Barroso (

) la intervención es comunitaria cuando supone la actuación en un entorno o contexto definido,

en el que se detectan necesidades y problemas concretos y compartidos que alteran las

relaciones entre individuos, grupos, asociaciones e instituciones. En este proceso la persona y

el colectivo no solo es objeto de la acción, sino también es sujeto activo, participante y

protagonista del accionar social.

Hay consenso en que el trabajo social con comunidad tiene sus orígenes en los inicios del

siglo 20 en Estados Unidos y desde entonces empieza a perfilarse como una profesión y se

reconoce como modalidad sistematizada cuando se adapta al proceso que indica el modo y

manera en que hay que actuar para provocar los cambios en una comunidad (Lillo & Rosselló,

2001). Esta modalidad fue considerada uno de los tres métodos de intervención clásicos, junto

al nivel individual y grupal. Como método especializado se desarrolla en la década de 1940

coincidiendo con la incursión colonialista de Estados Unidos en Latinoamérica y en años

posteriores con el propósito de ayudar a los países europeos aliados que habían sufrido las

consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. En el 1947 fue reconocido como método en la

Conferencia Nacional de Servicio Social de los Estados Unidos.


De acuerdo con Lillo & Rosselló (2001), el primer abordaje de la intervención comunitaria

era de inspiración religiosa y principalmente empírica cuyo propósito radicaba en mejorar las

condiciones de vida de las clases sociales desventajadas. La naturaleza y los objetivos del

trabajo social con comunidades están integrados a aquellos que son propios del trabajo social

(Twelvetrees 1998, en Caride,Iñiguez, ) ya que el mismo origen, desarrollo y evolución de la

disciplina está vinculado con la acción comunitaria.

Una de las líderes más destacadas del movimiento de las “casas de vecindad” fue Jane

Adams, hija de ricos hacendados y miembro de la Iglesia Presbiteriana, quien encontró en el

servicio a los pobres su razón de existir (Zastrow, 2008). Adams consideraba que los

problemas sociales eran generados por la sociedad y para solucionarlos debía intervenirse en

elle desde su interior, para cambiar su condición. Menciona Zastrow (2008), que los líderes de

las “casas de vecindad” o” settlement houses” estaban convencidos de que al cambiar las

condiciones de un vecindario podían mejorar la comunidad, y modificando ésta, mejoraría la

sociedad. Posterior a estos esfuerzos el trabajo social con comunidad fue reconocido como

método propio de la práctica profesional en Trabajo Social en la Conferencia Nacional de

Trabajo Social de Estados Unidos, en el año 1939 (Ruiz,2013).

Desde sus orígenes, el trabajo social con comunidad se ha orientado a promover el

desarrollo comunitario, a través de mejorar las condiciones de vida, implicar a las personas y a

los voluntarios a participar. Ruiz (2013), refiere que en el Informe Lane en la Conferencia

Nacional de Trabajo Social de 1939 se plantaron los supuestos básicos de organización

comunal, identificando dicho concepto como un proceso y un campo de acción. Igualmente se

identificó este método como uno inherente a la práctica social. Añade Ruiz que este informe

enfocaba la labor comunitaria en virtud de tres operaciones esenciales: identificar necesidades,

eliminar y prevenir necesidades y, articular recursos o reajustarlos para enfrentar necesidades

cambiantes. Estas operaciones tienen vigencia actualmente en procesos de labor comunitaria.


Ruiz (2013) también establece una correlación entre el origen del método de comunidad y

cuatro “fenómenos modernos” fundamentales. Estos fenómenos fueron: el surgimiento de

naciones subdesarrolladas con múltiples problemas sociales; la industrialización; lo que

identifica como el descubrimiento de la pobreza en Estados Unidos junto al interés de los

grupos minoritarios y su participación en procesos de toma de decisiones; y las guerras

mundiales con sus secuelas de problemas sociales. De acuerdo con Ruiz (2013) todos estos

fenómenos del comienzo del siglo 20 abren camino al origen del método de organización de

comunidad, con una preocupación básica en la participación de la ciudadanía en los procesos

políticos. Refiere esta autora que es entonces que la profesión comienza a plantearse el lugar

que ocupa la organización de comunidad en el trabajo social, y el rol que debe desempeñar el

trabajador social en esta, al igual que se plantea como alternativa a los efectos de la

Revolución Industrial.

Con el surgimiento de la era de los derechos civiles, se registra una efervescencia en el

desarrollo de organizaciones compuestas por minorías. También, añade Ruíz, los programas

gubernamentales originados en la guerra contra la pobreza, tales como Head Start, los

Cuerpos Juveniles y otros, fomentaron el trabajo comunitario. En este proceso se integra el

adiestramiento a líderes comunitarios en universidades y escuelas de trabajo social y en 1962

la organización de comunidad se reconoce como método por el Concilio de Educación en

Trabajo Social.

Existen diferentes enfoques para la intervención comunitaria de los profesionales del área

social. Zastrow (2008) presenta los modelos según la clasificación de Rothman y Tropman:

desarrollo local, planificación social y acción social. Zastrow refiere que el modelo de

desarrollo local, también conocido como desarrollo comunitario, establece la participación de

los integrantes de la comunidad como la mejor forma de provocar cambios, por lo que a través

de éste se procura implicar a una amplia selección de personas en los procesos de


identificación y resolución de problemas. Ruiz (2013), explica el modelo desde la definición

propuesta por las Naciones Unidas como “un proceso destinado a crear condiciones de

progreso económico y social para toda la comunidad, con la participación activa de ésta y la

mayor confianza posible de su iniciativa”. También comparte la definición de Rubin & Rubin

que lo presentan como “la habilitación de la localidad mediante grupos organizados de

personas que actúan colectivamente para controlar decisiones, proyectos, programas y

políticas que les afectan como una comunidad”. Estas definiciones involucran el empoderar a

las personas para que participen activamente en la identificación de problemas y las estrategias

para resolverlos. Bañez (1994) nos explica este modelo basado en una colaboración con las

entidades sociales, privadas, y de voluntarios que trabajan en un área para conseguir un mejor

nivel de servicios y de recursos. Refiere un enfoque de ayuda mutua más que de presión y la

creación de centros de recursos al servicio de las entidades. Pizarro (2012), presenta este

modelo como desarrollo de la capacidad de la comunidad y resalta los procesos de educación,

consensos y participación para lograr cambios deseados. De igual forma resalta la integración

de recursos de la comunidad, del Estado y otras instancias sociales para logara las metas y

objetivos previamente definidos. En este modelo los roles del profesional de trabajo social son

de capacitador, facilitador, coordinador y catalizador (Zastrow, 2008; Pizarro, 2012). En

general, el desarrollo de la comunidad tiene como fin desarrollar comunidades de interés para

cuyo logro se orienta a través del enriquecimiento del potencial individual, la solución de

problemas, el fortalecimiento de la democracia y el logro de una mejor distribución de la riqueza

y el poder en la sociedad (Ruíz, 2012).

El modelo de planificación social, de acuerdo con Zastrow (2008) resalta un proceso

técnico de resolución de problemas que exige la participación de planificadores altamente

cualificados para guiar el proceso de cambio. Así la función del experto, en este modelo, es de

vital importancia tanto para identificar como para resolver los problemas sociales. Añade que
generalmente este experto es contratado por un segmento de la estructura de poder, por lo que

hay una tendencia a defender los intereses de su empleador y por ende el cambio social radical

no suele ser lo más importante dentro de este enfoque. Por su parte Ruiz (2012), plantea que

este modelo se implica en la creación, desarrollo y evaluación de servicios sociales tales como

vivienda, recreación, servicios de cuido, salud física y mental entre otros. Para esta tarea el

planificador estudia las necesidades de los ciudadanos a través de la recopilación y análisis de

datos, para el diseño e implementación de programas (Zastrow, 2008; Ruiz, 2013). Ambos

autores concurren en que este modelo se enfoca en identificar necesidades, así como en

proporcionar bienes y servicios de forma indirecta implicando un alejamiento del ciudadano

que puede constituir una desventaja en cuanto a la participación e identificación de las

verdaderas necesidades de la comunidad. Desde este enfoque se pretende lograr el cambio

social desde un planteamiento de colaboración institucional más que de confrontación (Bañez,

1994). Pizarro (2012) expone que el acercamiento desde el Estado en proyectos y metas para

la comunidad sin que conlleve necesariamente la participación de los grupos, plantea un

reconocimiento superficial de los derechos económicos, sociales y políticos. Es por ello que

refiere que este modelo carece de una perspectiva de ciudadanía emancipada y de autonomía

que oriente hacia la autodeterminación de la comunidad.

El modelo de acción social presupone que existe una población en desventaja o inequidad

social, con necesidades insatisfechas que los convierte en víctimas, por lo que necesitan

organizarse para presionar a la estructura de poder y obtener un trato con justicia social

(Zastrow, 2008; Ruiz, 2013). Este enfoque, amplían, se centra en una redistribución del poder

y los recursos. Bañez (1994), lo presenta como acción política y a los profesionales como

instrumentos técnicos al servicio de las organizaciones obreras, partiendo de planteamientos

marxistas o críticos. Por otra parte Pizarro (2012), indica que la acción social presupone la

acción de la comunidad en procesos en que se requiere la movilización y presión por parte de


ésta. Esto para atender asuntos conflictivos que emanan por la violación de derechos o

imposición de políticas por parte de los sectores de poder. Añade que los logros de las

comunidades en estos casos están condicionados por las estrategias utilizadas, la capacidad

política-organizativa y por la fuerza que éstas generen. Menciona Zastrow (2008) que las

funciones que debe desempeñar el trabajador comunitario desde este enfoque son las de

defensor, agitador, activista, intermediario y negociador. También indica que las estrategias

utilizadas en este método son la protesta, el boicot, la confrontación y la negociación. Como

ejemplos de este enfoque en los Estados Unidos menciona los boicots del movimiento de

derechos civiles en los años sesenta, las huelgas sindicales y las protestas de grupos

afroamericanos y nativos americanos. Los autores coinciden en que este modelo no es muy

utilizado por trabajadores sociales por el temor a represalias y penalidades por parte de las

agencias para las que trabajan. Pizarro (2012) plantea este modelo como un proceso político

que legitima la voluntad y capacidad de los grupos sociales para decidir sobre los asuntos que

le afectan.

Contexto puertorriqueño

En el contexto de Puerto Rico, la práctica profesional del trabajo social se inicia a finales de

los años veinte y comienza a practicarse con un enfoque comunitario, dadas las condiciones de

pobreza y la condición prominentemente rural en ese entonces, destacándose como

metodología la educación popular (Seda, 2009). Burgos (1997) en su escrito sobre las

pioneras de la profesión del trabajo social hace referencia al trabajo comunitario que realizaron

las primeras trabajadoras sociales en la década del treinta. Refiere que trabajaron

principalmente en la solución de las necesidades “sentidas”, participando en campañas contra

las enfermedades de la época; organizaron estaciones de leche para educar sobre la

alimentación y las enfermedades de los infantes; y facilitaron el acceso a medicamentos. En


este escrito se describe como nuestro primer esfuerzo de la práctica de la profesión se dirigió a

la educación popular, a la identificación de las necesidades, organización y desarrollo de las

comunidades y capacitación de la gente. Estos inicios se basaron en la educación popular

como medio para mejorar la calidad de vida. Ruiz (2013), al examinar la historia del método de

organización de comunidad, indica que éste se concentra en el desarrollo comunitario. La

creación de la Segundas Unidades Rurales en el Departamento Insular de Educación, dio paso

a la escuela rural como centro del desarrollo social comunitario y a la trabajadora social como

el enlace entre escuela y comunidad. Sin embargo, la implantación de los programas del

Nuevo Trato establecido por el gobierno de los Estados Unidos, promovió la contratación de

trabajadores sociales para posiciones administrativas en dichos programas. Esta acción es

identificada por Seda (2009) como un golpe al trabajo social comunitario ya que se enmarcaba

a los trabajadores sociales a reglamentaciones federales que les restaba poder y autonomía

para desarrollar un trabajo de acuerdo con las necesidades de las poblaciones desventajadas.

En décadas más recientes y como aportación del énfasis de la Escuela Graduada de

Trabajo Social de la Universidad de Puerto Rico en la investigación social, se ha podido

rescatar algunos procesos comunitarios, contribuyendo a profundizar y ampliar los contenidos

metodológicos del trabajo social comunitario, añadiendo herramientas como la autogestión

económica y la educación popular a los currículos de la especialización en trabajo social

comunitario (Pizarro, 2012). Se integró a la academia una visión crítica sobre el estado y las

políticas sociales a la par que se incorporó perspectivas ético-políticas del trabajo social

latinoamericano. Añade Pizarro que en las últimas décadas del siglo XX, muchos procesos de

organización comunitaria se enfocaron en la defensa del ambiente, el patrimonio nacional y los

derechos ciudadanos, enfoque que aun prevalece. Destaca también algunos procesos de

lucha comunitaria de finales de los sesenta y la década del setenta, entre los que figuran los

rescates de tierras como resultado del problema de falta de vivienda; los esfuerzos para
detener la explotación minera en los pueblos de la región central; la defensa de la Comunidad

de Piñones para detener la construcción de proyectos turísticos; lucha de grupos

ambientalistas, feministas y en contra del discrimen racial y los derechos de la comunidad

LGBTT. Menciona de forma especial los esfuerzos por la desmilitarización de Vieques y

Culebra.

Uno de los proyectos más representativos del alcance del trabajo social comunitario en la

actualidad lo constituye el Proyecto ENLACE del Caño Martin Peña. Este proyecto surge como

iniciativa del gobierno para comenzar un proceso de rehabilitar el Caño Martin Peña, un cuerpo

de agua de 3.7 millas que discurre entre varias comunidades Santurce y Hato Rey, en la

ciudad capital). En sus inicios el proyecto tenía como prioridad la obra de ingeniería y de

infraestructura física, pero la utilización de la metodología de planificación participativa, cambio

su objetivo a uno de justicia social y ambiental para sus residentes. Ello gracias al proceso de

participación ciudadana en la toma de decisiones, sobre todo lo relacionado a su entorno

(Cotté, 2012). La aprobación de la Ley 489, del 24 de septiembre de 2004, Ley para el

Desarrollo Integral del Distrito de Planificación Especial del Caño Martin Peña se logró gracia al

cabildeo y gestión asertiva de los líderes comunitarios que habían respondido al llamado de

participación y autogestión iniciado a través de la implantación del Programa de Comunidades

Especiales. Para lograr las metas se desarrollaron instrumentos y mecanismos institucionales

innovadores y altamente participativos como el plan de desarrollo integral y plan de usos de

terreno para distrito de planificación especial del Caño Martín Peña, mediante procesos

participación participativa que incluyeron más de 700 actividades aproximadamente dos años.

Los planes contienen la visión de futuro, estrategias en las áreas de desarrollo físico espacial,

vivienda y desarrollo económico comunitario y del capital social. Ley 489 fue otro mecanismo

que reúne a la comunidad, el sector público y sector privado para dirigir y coordinar las

iniciativas para el mejoramiento del sector. El Fideicomiso de la Tierras del Caño Martín Peña
fue un mecanismo novel de adquisición colectiva de las tierras que atiende el histórico

problema de la falta de titularidad, evita el desplazamiento involuntario de la comunidad como

resultado de las fuerzas de mercado, garantiza vivienda asequible, permite generar ingresos

para reinvertir en el área y para la superación de la pobreza. El proyecto, indica Cotté (2012),

proponía un desarrollo en el área comunitaria como estrategia para la transformación física,

pero sin embargo no la transformación social. Como estrategia, se procuró inicialmente

trabajar las situaciones de necesidad inmediata de los residentes para luego involucrarlos en

aspectos de pensamiento crítico, a través de la organización comunitaria y la educación

popular. Finalmente, refiere Cotté (2012), la participación ciudadana fue fomentada desde los

procesos de planificación, unidos a un proceso continuo de reflexión- acción-reflexión.

Preguntas de Guia

1. ¿Cuáles son las percepciones del Gobierno sobre las comunidades?

2. ¿Cómo genera fondos el Proyecto Enlace del Caño Martin Peña para sufragar sus

gastos?

3. ¿Cuáles son los mayores retos del Proyecto?

4. ¿Cuál es el modelo de intervención social que utilizan?

5. ¿Cuáles son las necesidades y fortalezas que presenta la comunidad?

Marco Conceptual

En esta sección se presentará la perspectiva utilizada para el acercamiento al método de

trabajo social comunitario. Entendemos pertinente elaborar sobre el concepto comunidad ya

que es la base. Al respecto Carvajal (2011) argumenta que el termino comunidad hace
referencia a un “ámbito espacial de dimensiones relativamente reducidas, en el que existe una

compenetración y relación particular entre territorio y colectividad”. Añade que a veces el

término se utiliza para designar un pequeño grupo de personas que viven juntas con algún

propósito común, así como también se puede hablar comunidad aludiendo a un barrio, un

pueblo, o municipio. En otras ocasiones se aplica a un área más amplia como una región,

nación y hasta a un continente. Sin embargo hay que suponer que en todas esas realidades

debe existir algunas características por las que se les puede denominar de tal manera (Ander-

Egg 2005, según citado en Carvajal, 2011). Los aspectos que se destacan, indica, suelen ser

el espacio o territorio delimitado; una herencia social compartida (tradiciones, costumbres,

lengua); dimensión psicológica de comunidad (sentimiento o conciencia de similitud y

pertinencia) y que ello es lo que hace que la gente se perciba como parte de una red de

relaciones y lazos comunes que los identifiquen psicológicamente con la comunidad de la que

forma parte. Menciona el autor que es importante delimitar el alcance que se le da en el campo

de los métodos de intervención social, aunque sea relacionado con los que se les da en los

campos de la sociología, antropología y psicología social. Al identificar los aspectos que

interesan a un método de acción social selecciona como los más importantes el territorio, la

población, los recursos/servicios y los lazos comunes que dan una identificación colectiva o

sentido de pertenencia. El autor concluye que una comunidad es

“una agrupación o conjunto de personas que habitan un espacio geográfico delimitable,

cuyos miembros tienen conciencia de pertenencia o identificación y que interaccionan

entre si más intensamente que en otro contexto, operando redes de comunicación,

intereses y apoyo mutuo con el propósito de alcanzar determinados objetivos, satisfacer

necesidades, resolver problemas o desempeñar funciones sociales relevantes”.

Es pertinente destacar los conceptos de espacio y a la calidad de relación que une a los

miembros de una comunidad ya que nos parece que son los elementos que entrelazan el
sentido de comunidad. Sobre ello señala el autor, citando Heller (1988), la necesidad de

enfocar la comunidad como sentimiento y no la comunidad como escena o lugar. Para concluir

sobre la elaboración del término nos merece la atención la aportación de Montero (2007) al

señalar que “una comunidad está hecha de relaciones, pero no solo entre personas, sino entre

personas y un lugar que, junto con la acciones compartidas, con los miedos y las alegrías, con

los fracasos y los triunfos sentidos y vividos otorga un asiento al recuerdo, un nicho a la

memoria colectiva e individual; un lugar del cual nos apropiamos y que nos apropia para bien o

para mal”.

Partiendo de ese concepto de comunidad, la aproximación al trabajo social comunitario es

completada con una identificación de las dimensiones que lo componen, de acuerdo con

Dumas y Séguier, según citado por Raya (2012). Estas dimensiones se representan a través

del proceso de concienciación, proceso de organización y el proceso de movilización. Barbero

(2003) señala que estas dimensiones se corresponden con los aspectos resaltados por

autores como Freire (concienciación), Ross, Henderson y Thomas (la organización), y Alinsky

(la movilización). De los tres ejes o dimensiones Barbero identifica la organización como el más

central para comprender lo esencial del trabajo comunitario, por lo que el Trabajo Social

comunitario es la aplicación de procesos organizativos al ámbito de prácticas que se llama

Trabajo Social. Resalta Barbero (2003), lo que destacan escritores como Ross, Henderson y

Thomas, que la tarea fundamental para los trabajadores comunitarios es juntar a la gente y

ayudarla a crear y mantener una organización que consiga sus objetivos. Barbero, siguiendo a

Dumas y Séguir, describe que el trabajo social comunitario como proceso de organización

colectiva enlaza el conjunto de operaciones por las que un grupo, una fracción de población

que tienen intereses comunes, se transforma en un grupo organizado de manera eficiente,

capaz de promover sus intereses. La figura 1 recoge la representación gráfica de estos

conceptos.
Figura 1. Dimensiones y tareas del Trabajo Social Comunitario

2 .
y mantener
3.
grupos
1. TRABAJO
Construir COMUNITARIO

Concientización
Organización
Movilización 4 .
6. de en
desarrollo social torno a la
elaboración

5. y la
aplicación de proyectos

Método de Investigación

En esta investigación planteamos un acercamiento cualitativo. Este tipo de acercamiento se

investiga las cualidades de las relaciones, actividades, situaciones o materiales. Se busca

describir el fenómeno en relación a su totalidad y complejidad desde su realidad (Hernández,

Fernández & Baptista, 2006). Con ello pretendemos describir el fenómeno a estudiar. Este

estudio, tiene como propósito obtener información y conocimiento directo de los recursos

profesionales del Proyecto ENLACE del Caño Martin Peña sobre sus experiencias de trabajo

comunitario en dicho proyecto.

Los estudios descriptivos buscan especificar propiedades, características y rasgos

importantes de cualquier fenómeno que se analice (Hernández, Fernández & Baptista, 2006).

En adición, se establece que un estudio exploratorio descriptivo, permite describir ideas y

obtener información del asunto de investigación. La técnica está basada en entrevista a


recursos del Proyecto ENLACE. De esta manera la información que se obtenga brindará datos

verídicos producto de las vivencias y experiencias de los facilitadores del trabajo comunitario.

De igual forma se utilizaron diferentes documentos de referencia tales como; la ley 489 Ley

para el Desarrollo Integral del Distrito de Planificación Especial del Caño Martín Peña del 24 de

septiembre de 2004; Revista Enlace Informativo y Periódico Raíces del Caño ambos

producidos por el Proyecto ENLACE y; video informativo de los trabajos realizados en el

Proyecto.

Colección de Datos

Se realizó la colección de los datos a través de entrevista y conversación informal e

individual. Las preguntas, de forma abierta, recogen información sobre la experiencia de los

recursos en el Proyecto. A través de las preguntas se valora las vivencias y situaciones

particulares del trabajo comunitario dentro del Proyecto.

Participantes

Los participantes, en carácter de informantes, son trabajadores sociales comunitarios del

Proyecto Enlace del Caño Martín Peña ubicado en la Avenida Ponce de León 1957 en

Santurce. Los trabajadores sociales cuentan con Maestría en Trabajo Social Comunitario de la

Universidad de Puerto Rico en Rio Piedras y fueron contactados por vía telefónica para

coordinar visita. Los informantes fueron seleccionados por disponibilidad. Se les explicó a los
informantes el propósito del trabajo de investigación y cómo la información provista iba a ser

utilizada para propósitos académicos.

Hallazgos

La presentación de los hallazgos se realizará a través del planteamiento de las preguntas

guía, de manera que nos sirva de referencia para la organización de la ideas.

¿Cuál es la percepción del gobierno sobre las comunidades?

Las trabajadoras sociales indican que el gobierno identifica las comunidades como unas muy

organizadas al reclamar sus derechos ya que han pasado por un proceso de desarrollo como

grupo partiendo de ser un grupo y presentan unas necesidades en común, siempre

reconociendo que cada comunidad tiene sus particularidades. Refieren que el gobierno tiene

claro que las comunidades se encuentran bien organizadas y que además se ha dado un

proceso de pensamiento crítico, regalías y compras en tiempo electoral.

¿Cómo se generan los fondos para el Proyecto Enlace?

Se informa que los fondos públicos se crean con el fin de viabilizar el dragado del caño a través

de la Ley 489 que crea la corporación pública del Proyecto ENLACE del Caño. Se someten

propuestas donde la corporación se compromete a realizar los cambios estipulados en un

proceso de 20 años. Se identifican fondos a través del Departamento de la Familia, la EPA, y

otras fuentes privadas de acuerdo a la necesidad y además se busca financiamiento externo.

¿Cuáles son los mayores retos del Proyecto?

Uno de los mayores retos es lograr la identificación de los fondos para el dragado del Caño.

Las trabajadoras sociales señalan que el Estado trata de pintar en azul y rojo todo lo que tiene

que ver con la comunidad, y es importante que reconozcan esas familias que se encuentran
residiendo en ese lugar. Relatan que ese lugar era un mangle que los residentes rellenaron con

tierra el Caño para construir sus casas, y que esta gestión concuerda con el proceso de

industrialización en el cual la gente de la isla emigró del campo a la ciudad en busca de trabajo

para poder vivir y mantener a su familia. Por esta razón se instalaron en tierras que no se

estaban utilizando para construir sus casas. En este aspecto se acepta que las personas a

través de ese proceso taparon un cuerpo de agua, el Estado no estuvo disponible en ese

momento para satisfacer las necesidades básicas de vivienda. Añaden que es injusto porque el

estado siempre supo sobre la construcción.

¿Cuál es el modelo de intervención social que utilizan?

Informan que el modelo de intervención utilizado es el de Desarrollo de localidades,

Planificación participativa y Modelo centrado en tareas. La trabajadora social comunitaria

refiere que cuentan con cuatro trabajadores sociales comunitarios, voluntarios que pertenecen

al programa AmeriCorps Vista. Estos trabajadores sociales se encargan de la coordinación

de la participación ciudadana. Como recurso de apoyo cuentan con estudiantes voluntarios

tanto a nivel de bachillerato como de maestría.

¿Cuáles son las necesidades y fortalezas que presenta la comunidad?

Refieren que la comunidad tiene la necesidad de trabajar con los determinantes sociales y

buscar la forma de crear un ambiente más saludable. Identifican la marginación y la injusticia

social que los políticos tratan de resolver con promesas cada cuatro años. Como fortaleza se

identifica el deseo y coraje de una comunidad que no se rinde ante nada y que busca que le

brinden un ambiente y una mejor calidad de vida para ellos y sus futuras generaciones.
Implicaciones

Las experiencias del trabajo social comunitario vividas a través del Proyecto ENLACE del

Caño Martín Peña son evidencia de la pertinencia del modelo en nuestra sociedad. Más aun

cuando como sociedad no nos caracterizamos por implicarnos en la resolución de nuestros

problemas y nuestras necesidades colectivas. La gestión de planificación, desarrollo y

educación popular que se realiza a través del trabajo social comunitario se hace cada vez más

inminente para atender las múltiples dimensiones de la desigualdad social en nuestra sociedad

puertorriqueña. Entendemos las fuerzas que trabajan para dispersar y minimizar dichos

esfuerzos y el poder abrumador que ejercen para lograrlo. A través de la historia reciente se

han dado diferentes esfuerzos, pero carecen de la formalidad y estructura que le imparte la

disciplina de trabajo social y en muchas ocasiones son fragmentados por falta de coherencia e

integración. De ahí la pertinencia de contar con las destrezas especializadas del trabajador

social comunitario. En esta instancia se hace más que necesario el compromiso y la aportación

desde la academia para promover la formación universitaria en trabajo social comunitario tal

como lo requiere nuestra situación social e independientemente de las presiones del mercado.

Afortunadamente el modelo del Proyecto ENLACE del Caño Martin Peña, es un aliciente

para continuar los esfuerzos que dirijan hacia la transformación estructural de nuestra

sociedad. Es a través del instrumento del trabajo social comunitario y de la creación de la

conciencia crítica que tenemos el espacio para hacer la diferencia.

Recomendaciones
La experiencia del Proyecto ENLACE del Caño Martin Peña nos convoca a provocar los

espacios para la transformación desde nuestras posibilidades. La academia tiene un lugar

protagónico en este esfuerzo y como estudiantes podemos tener el privilegio de aportar y

enriquecer nuestra formación. Tal como indica Cotté, la formación profesional ha estado sujeta

mayormente a la visión individualista-positiva, que promueve la adaptación a un sistema

normativo, por lo que se requiere de una educación que promueva el pensamiento crítico.

La promoción de la participación ciudadana a diferentes niveles y en diferentes instancias

del quehacer social puede ser uno de los instrumentos para la toma de conciencia. De la

participación se debe aspirar a la acción ciudadana como el mecanismo más poderoso para

logra la transformación. Tal como lo iniciaron las pioneras del trabajo social, tal como lo han

continuado tantos otros profesionales comprometidos, tal como estamos convocados a recorrer

el camino.
Referencias

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comunidad. Revista Acciones e Investigaciones Sociales, 2, 36-45.
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