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Salmo 25:1-7
Introducción.
Muchos destacados hombres de oración de la Biblia fueron efectivos, aunque breves. El Salmo
25:1-7 es una oración corta, sencilla y sincera, pero poderosa.
Y aunque David ha escogido el camino recto, ha descubierto que no es fácil andar por él. El
camino está rodeado de enemigos que quieren poner al débil en vergüenza para burlarse de él.
[sean personas o situaciones tentadoras]. Pero en este salmo aprendemos una vez más, que es
muy difícil caminar sin la compañía del Señor.
David sabía dónde encontrar ayuda. Él deseaba estar en la presencia de su Dios. Él dependía
totalmente de Dios (Salmo 86:4; 143:8).
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El humanista mira solamente los recursos humanos disponibles. Pone su mirada en él mismo. Se
cree capaz de todo, cree que no necesita de Dios. En tanto que el cristiano inmediatamente mira a
Dios. El hombre de oración sabe que las bendiciones de Dios no son opcionales. Son una
necesidad.
Matthew Henry comenta la oración de David: “No sea yo avergonzado” de esta confianza que he
puesto en ti, que no me muevan de ella el miedo ni el halago y que no quede, al final,
decepcionado de haber dependido en todo de ti, sino guarda mi depósito, lo que te he
encomendado (2 Timoteo 1:12). [2]
Pablo dice que él le confió a Dios un depósito: tanto su trabajo como su vida; y está seguro de que
ese depósito, está a salvo (asegurado), porque conocía que Aquel en quien había creído no le
fallaría, no lo dejaría en vergüenza.
Hay situaciones que parecen ser un fracaso total en vez de un éxito rotundo. Nadie desea caer
derrotado, ya sea en la vida personal, en la vida familiar o en el trabajo. Es preciso entonces saber
en quien confiar. Estar convencidos de que “ninguno de cuantos esperan en ti [en el Señor] será
confundido”. Dios no deja en vergüenza a los que confían y esperan en Él. David sabe en quien
confiar.
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Muéstrame tus caminos: Pongo mis actitudes bajo tu control. Cuando el creyente se determina así,
el camino se hace seguro, aunque aparezcan tropiezos. Dios cumplirá sus propósitos en nosotros
(Salmos 138:8).
Enséñame tus sendas: Prepárame para conocer tu verdad. Aprender sin disciplina no puede ser
totalmente efectivo. Aprender sin experiencia no puede ser plenamente apreciado.
Encamíname en tu verdad: Guíame y camina conmigo (eso implica confianza). No podemos
confiar en lo que no conocemos. No podemos confiar en lo que no hemos probado.
Cuando la oración te cambia, cambias tus actitudes. Ese es el propósito de la oración. David
conocía el propósito de la oración.
Jesús ilustró la oración que se basa en los méritos humanos en la parábola del fariseo y el
publicano: “El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias
porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;
ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.” (Lucas 18:11-12). Por lo tanto,
tengo derecho a reclamarte y exigirte ser justificado y recibir la mejor recompensa. No fue
justificado.
En tanto que el publicano dice: “Dios, sé propicio a mí, pecador.” (Lucas 18:13). Salió justificado.
De igual manera, David no apela ni a sus propias obras ni a su propia justicia; más bien apela a la
compasión y a la misericordia de Dios (Salmo 25:6). Se siente indigno delante de Dios y se humilla
delante de su presencia. [3]
David no está preocupado si Dios se olvida o no de algo. Su recordatorio a Dios en su oración
(25:6-7), se fundamenta en que las promesas y provisiones de Dios, son “conforme a [su]
misericordia”, “por amor de su nombre” (Salmos 25:11).
RESUMEN
Cada uno de las verdades encontradas en estos primeros siete versículos del salmo 25, nos llevan
a una pregunta reflexiva.
¿Sabes en qué dirección buscar ayuda? Muévete hacia Dios.